Bar

Oscurus estaba siendo muy mal hablado, pero a mi eso me daba igual, mi nonna hablaba bastante peor. Mientras hervía el agua del café, puse una cara de "why not" sabiendo que un chancletazo de esa mujer le aclararía tambien las ideas a Oscurus. Conmigo funcionaba.

Luego cuando volví se puso modo agresivo a golpear la barra, y lo miré con el ceño fruncido y la indignación pintada en la cara ademas de cierta sorpresa. No sé que me dolió mas, que tirara el café que habia preparado, que me manchara la ropa, o que el café, evidentemente, quemaba.

- Stronzo cazzo di merda.... - volvió a hacerse con su yonki botella y lo miré con cierto desinterés, tratando de secarme las manchas. Lo vi en su patetico paseo y puse los ojos en blanco, tomándome yo mi café, al que le añadí algo de leche fría mientras negaba con la cabeza. - No lo entiendes. No es lo que tú quieres de los demás. Es lo que los demás necesitan de ti, y de dárselo. El otro dia me citaste porque decias que tenias algo que hablar sobre el Sanguis, y ahora parece que te da igual que se siga comiendo la isla entera. Chapeau, he de decir, chapeau. - aplaudí falsamente.

Me dejé la taza a medias y como el otro se habia quedado varado a mitad de su escape del bar, sali de la barra y caminé hacia el con las manos en los bolsillos.

- Oscurus.... - lo miré con duda, dios, y ahora que hacía? Estaba llorando encerrado en su codo? Iba a vomitar? Qué incómodo! Cómo lo consolaba? Debía consolarlo? Quería? Si, por algun motivo, me ponía muy incómodo verlo así. Si me acercaba me pegaría? Podía ser. Del uno al diez, cuanto me importaba que me pegase? No mucho, me di cuetna. Seguro que pegaba flojo. Le puse una mano sobre el hombro y me acerqué un poquito más. Estaba borracho, y de peor genio que de normal, no sabía por qué, ni si tenía motivos, o si simplemente, era gilipollas. - Uno no es simplemente gilipollas, verdad? - le di unas palmaditas en el hombro... y luego le di el abrazo más incómodo del mundo mundial.

"tierra trágame"

- Creo que necesitas echar un polvo o algo para mejorarte el humor. - no me di cuenta de lo improcedente que era decir eso en mitad de aquel incómodo abrazo, con una mueca y los ojos cerrados en espera de una hostia.

Chloe siguió zampándose su hamburguesa con la oreja puesta en lo que sucedía en la otra punta del bar, enterándose más o menos del asunto. Giordano tratando de consolar a un deprimido y borracho Oscurus. Más deprimido que otras veces. ¿Qué demonios le pasaría al hombre para estar como estaba? no podía ser simplemente su forma de ser.

Estuvo a punto de atragantarse comiendo cuando vio que el sanador se ponía violento y la liaba, pensando que era momento de intervenir. Se dejó lo que le quedaba en el plato, avanzando hacia ellos modo pacificadora al ver que Oscurus se ponía en la barra como si le fuese a dar algo. - Ay no...- Miró a Gio con cara de "¿qué hacemos?", hasta que el italiano decidió darle aquel abrazo.

- Aww qué monos. - susurró Chloe toda emocionada por aquella muestra de amistad por parte de Giordano. - ¿Ves, Oscurus? no estás tan solo como crees. Tienes a gente a la que le importas. - al final se unió ella también al abrazo, pero de modo menos incómodo que Gio. - Y él tiene razón, eso te vendría bien. Si quieres nos liamos los tres, o te buscamos a alguien. A ver, ¿cómo es tu tipo? - seguro que encontraba a alguien fácilmente, era un hombre guapo y si no era borde de buenas a primeras igual lograba algo.

Después de llegar a la base, bañarse cuando no había gente y dormir; había despertado por reloj propio en vez de la alarma. Era un dia importante asi que fue a entrenar en concentrado silencio, aun odiando el “soldado”, la ropa interior nueva, los zapatos feos y las agujetas pero…había ido. Cuando fue despachada se duchó de nuevo en la zona mas alejada y privada y se cambió por algo profesional que Oscurus no fuese a malinterpretar: un palazzo de color azul marino y una blusa con escote halter que tenia un lazo en el cuello a juego con los zapatos y el bolso en color crema. Perfume, maquillaje y cabello en perfectas condiciones. Si algo le había enseñado su madre es que la ropa era un arma e iba a blandirla ahora.

Había aparecido en el hospital buscándolo pero Doris le avisó que no había ido al hospital… Pero los cotilleos corrían con demasiada rapidez en aquel hospital y le daban vida a la recepcionista. En cuanto le preguntó si tenía idea dónde estaba le comentó el bar y Arleen simplemente asintió, le había pedido que preparara una caja vacía para cuando volviera.

Tras eso se fue al bar, entró al lugar con el gesto contrariado mientras sostenía la carta. Buscó por el lugar hasta que dio con Oscurus, para su sorpresa, siendo abrazado por Giordano y Chloe. Aquello era extraño. Demasiado. Giordano la había abrazado escasas veces en su vida y muchas de ellas tenían que ver con logros en su taller y la otra con él devastado… Pero le daba igual. Era una visita corta y técnica.

Al llegar a ellos  sonrió brevemente a Giordano y a Chloe para luego borrar el gesto al mirar a Oscurus -Descendiente Galenus- Llamó y estampó la carta contra la mesa con toda la fuerza que tenía. ¿Que estaba resacoso y le dolía la cabeza? ¿Que estaba con cara de devastación? Ella había estado allí y había encontrado la salida con ayuda, ahora él la tenía a los lados si no era lo suficientemente cerdo ególatra para pedirla -A partir de hoy mis relaciones laborales con el hospital de Ouroboros cesan. Retiraré mis pertenencias antes del mediodía- Espetó con un tono para nada amable antes de sentir que se le tensaban los hombros. Odiaba hablar así pero es que... Por Merlín, cómo apestaba. Nada que ver con el hombre que había visto ayer en el hospital. Al recordar su risa, algo en ella se heló y cualquier atisbo de empatía que estuviese creciendo se congeló.

Alzó la vista a Giordano aún con el gesto duro -¿Podemos hablar un momento? Un minuto- Expresó con tono neutral.

Ni para el árbol chungo de Ávalon era digno como sacrificio, por mucho que el patriarca de la familia así se lo hubiera pedido. O Wthyr era un inepto incluso con su propia religión o realmente el problema era mío. ¿Por qué el destino no quiso haberme llevado con él mucho antes? ¿por qué juega con nosotros como piezas de ajedrez? No quiero estar aquí, ¿es que el karma no lo entiende? -Ni el Sagnis me quiere. Y me dan igual los demás, les sorbo como ellos a mí- Mentí manteniendo aquel escudo de defensa para que nadie se acercara más de la cuenta, arrastrando con pesadez el brazo por encima de la barra para emprender la marcha, añadiendo un “bah” a lo de la citación y luego algo así como “vaffanculo Ouroboros”. Total, aquí tampoco había nadie que realmente me importara, de la misma manera que a nadie en Ouroboros le importaba. Podría desaparecer mañana, que incluso habría gente que se alegraría. Pues ya estaba, para qué más, en realidad solo necesitaba un empujoncito… uno muy pequeño.


-Ma che cosa fai?- No reaccioné al contacto de estos dos cuando conseguí llegar al quicio de la puerta para salir. Solo necesitaba dos segundos para recuperar el aliento en mi sentimiento de estar hundido. Pero aquel contacto, la frase. ¿Cómo? ¡Cómo se atrevían a mancillar siquiera su memoria! Le empujé con toda la fuerza que tenía, con repudia e irascibilidad, sin controlar la fuerza, casi me caigo hacia atrás, menos mal que estaba la pared para evitar que me cayera. Ojalá hubiera caído contra el suelo y haberme roto la crisma. -Mentira, y lo sabes- Espeté a Chloe volviendo al inglés como lengua vehicular, sobre aquella gilipollez de importar a nadie. ¿A quién? Y lo sabía. Lo mejor era no estar cerca de nadie, la traición se huele en aquellos, prácticamente desconocidos. Eso es lo que importas. Traté de recomponerme, tratando de recomponerme el equilibrio, lo poco que el alcohol me dejaba. Hasta que apareció Arleen y le clavé la mirada como si en aquel momento el tiempo se paralizara.

Observé con desconcierto a Arleen cuando llegó con la renuncia. Temía que, en efecto, lo que había sido una burla fragante tuviera consecuencias. Como todo. Todo tenía una consecuencia. Acción reacción y no había que ser descendiente de Newton para entender aquello. Con gesto congestionado por el alcohol busqué la mirada morada de Arleen. Quizás… quizás si le explicaba que… quizás si le hacía ver que… quizás, sencillamente, si se disculpaba, si se tragaba el orgullo. Tensé la mandíbula y los labios pasaron a ser una línea, debatiéndome entre todo aquello. Respiré profundamente por la nariz.
La despedida de Ouroboros. Pasar página. Página que ahora le estaba quemando el pecho como una moneda de plata. Eso era lo que ella necesitaba, ¿no? Era eso. Pero no así, no de esa forma, no con este final. -Este no es el lugar ni el momento para tratar este tema- Me solté con brusquedad de cualquier amarre por parte del italiano o de la pelirroja, alzándome para quedar en una bipedestación perfecta -Le espero en mi despacho mañana a esta misma hora- Ni estando cuerdo hubiera salido aquella frase tan perfectamente pronunciada, marcando cada sílaba con un enfrentamiento claro. No pensaba denigrarse delante de esos dos donnadies que no tenían absolutamente ni idea de lo que había ocurrido, ni les interesaba, por supuesto, aunque Chloe iría a cacarear enseguida al hospital con aquello. Puta pereza, tener que andar ahora por los pasillos. Conseguí salir del bar, tratando de desaparecerme pero con poco éxito. Tampoco podía hacerme invisible, fruto de la embriaguez, tendría que arrastrarme patéticamente hasta un camastro. ¿O quizás debería hacer una visita antes?

Toda acción tiene una reacción. Unas consecuencias, la pregunta, en verdad, si se es lo suficiente conformista como para aceptarlas o no. No, no lo soy. Terco como una mula no terminaría de dar mi brazo a torcer. Y seguiría luchando por lo que creía que era justo, y en este caso, que Arleen no dejara la isla. Aunque había aprendido rápido, bajo mi punto de vista, a base de golpes. Golpes que yo mismo le había dado. Ahora el perro se revolvía y mordía al amo. Y bien merecido me lo tenía.

-Qué? - dije cuando Chloe dijo que nos liasemos los tres, y automáticamente me quise deshacer de ese incomodo abrazo, aunque Oscurus fue mas rapido y nos empujó a los dos como sapes, ademas con fuerza el cabrito. Yo alcancé a sujetar a la del amor libre por los hombros para no caernos los dos al suelo, y luego la solté asi como que no quiere la cosa y me alejé un poco. Al tiempo que llegó Arleen, he de decir, todo muy bien coordinado, presentando no se que de una renuncia.

"y mi limoncello?"

Miré hacia la barra, se habian olvidado de mi limoncello.

Oscurus pasó de todos nosotros, y a Arleen le dio largas con eso de su renuncia.

-Pues este tampoco era el lugar para dar tan lamentable espectaculo, GALENO! AHORA NO TE HAGAS EL FORMAL! - le grité mientras salia, me habia tocado la moral, el muy...cabronazo.

"qué ha pasado? Para una vez que intento animar a alguien...mira lo que pasa...me tiran el café y me empujan. Será que he hecho algo mal? no es asi como se anima a la gente? Vaya puta mierda. La proxima vez que se arregle sus problemas él solo.... "

Suspiré, tratando de no parecer apenado, y me pasé las manos por el traje alisandome las arrugas e intentando sacar las manchas. Iba a necesitar spray, el café era muy persistente....

- Lo cierto es que no tengo muchas ganas de hablar ahora mismo. - le dije a Arleen con una educada y encantadora sonrisa. - Oh, el limocello. Grazie . - me di la vuelta hacia el  camarero que habia vuelto ahora que por fin habia salido Oscurus, y lo levité hasta mi para cogerlo sin acercarme a la barra, porque estabamos mas bien fuera de la puerta. A cambio, le envié flotando el importe de la botella al tendero - Pero por ti...

"en fin, haré una excepción"

Le concedí a Arleen con un gesto que indicaba que me siguiera afuera del bar.

"vaya puto fracaso"

- No le hagas caso, está que no se soporta a sí mismo. Qué es eso de que renuncias al hospital? Por qué?

El abrazo grupal no fue bien recibido por Oscurus, que respondió apartando y empujando a ambos. Chloe lo miró con una mezcla de preocupación y mosqueo, porque estaba claro que necesitaba ayudar pero no se dejaba. - No es mentira, idiota. Si no nos importases no estaríamos aquí hablándote ni te habríamos abrazado. Eres tú el que no quiere verlo. - vale que no eran los mejores amigos del mundo, pero en cierto modo apreciaba a Oscurus porque la había ayudado cuando lo necesitó y se notaba que hacía todo lo posible por sus pacientes. Era un buen sanador, y seguramente tenía mejor fondo de lo que muchos pensaban.

El pobre Gio también había salido escarmentado, y al parecer no era el único. Tuvo que disimular un sonido de sorpresa al ver aparecer a Arleen presentando su renuncia al trabajo. A saber qué le había dicho. - ¡Arleen, nooo! te necesitamos en el hospital, quédate. - le daba pena que se fuese por lo mismo, porque también era buena sanadora. Suspiró al ver a Oscurus marcharse tras negarle la renuncia, y luego asintió a lo que dijo Gio sobre él. Lo mejor era no hacerle caso en ese estado, no sabía lo que decía. - Si te sirve de algo, Giordano, yo creo que te has comportado como un buen amigo. Tú hiciste lo correcto. No dejes que las reacciones de otros te hagan volverte alguien frío e indiferente. - a lo mejor lo que necesitaba Oscurus eran palabras más duras en lugar de ir por la vía blanda. Se lo pensó durante algunos segundos, pero no sería ese día.

- Bueno gente, yo me iba ya. Os dejo hablando. - se despidió de ellos y cogió la hamburguesa que se le había quedado a medias para poder comérsela por el camino. Después se marchó del bar, llamaría a Azahar, que tenía ganas de organizar fiesta en la casa Knox.

Cuando Chloe habló la miró a los ojos con un gesto serio que se suavizó poco después. Sabía que era una excelente sanadora y no podía evitar sentir empatía por ella, por lo que había vivido y, lo peor, por cómo podría haber acabado por ese hombre tan horroroso que experimentaba con brujas. Volvió la mirada a Oscurus cuando le habló, observando con intensidad cómo sus ojos parecían inyectados en sangre. Alcohol, mal dormir. Es que no era ni persona. ¿Los cerdos ególatras no se preocupaban de dar semejante espectáculo? Con Lucio no pasaban esas cosas. Tensó suavemente los labios y desvió la mirada a la carta, cogiéndola con un gesto bastante lento. -Y adivino… ¿No acepta un No como respuesta?- Inquirió al notar el tono en el que le hablaba pero él ya se estaba yendo.

Escuchó a Giordano responderle a Oscurus y cerró los ojos tratando de mantener la determinación con la que había venido. Aún le quedaba ver a Sayid. Comprendió pronto que Oscurus les había hecho un desplante a todos, por la forma en la que Giordano denegó su solicitud -Está bien- Luego le escribiría una carta y…Ah, tenía que comprar una lechuza. Esperaba que Yvonne no se molestara por meterle a otro animal en la habitación.

Vio a Chloe cuando le dedicó esas palabras a Gio y la genuina espontaneidad y personalidad de ella le robó una sonrisa. Entonces Gio hizo una excepción que, en el fondo, la hizo sentir especial y reconocida. Nada que ver con cómo Oscurus la había hecho sentir. Avanzó junto a él despidiéndose de Chloe con la mano en un gesto elegante.

-Me voy de la isla, Gio- Le explicó de forma corta -En un rato voy a ver a Sayid para finiquitar el matrimonio y he firmado un contrato con las fuerzas de coalición de Londres para trabajar en su área de medicina y ciencia. Lo necesito para poder adecuar el hospital de cara a humanos y androides- Explicó, sintiéndose bien al decirlo, porque era la verdad y quería creer que entendería -Y quería decírtelo en persona-

Acomodó las manos tras su espalda mientras le miraba de reojo antes de volver a ver al frente -No estoy segura de que… Pueda seguir siendo tu aprendiz si no vivo en la isla. Pero si puedo, me gustaría hacerlo…Cuando estés listo para dar clases de nuevo-


¿Sigue en sus trece (exito), accede (fallo)?

El miembro 'Arleen Royden' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

- Ah, gracias. - le respondí a Chloe, pero con gesto serio y algo adusto, porque no terminaba de pillar qué habia ido mal, aunque ella me asegurase que nada de mi parte. Sorbí un poco por la nariz y me peiné hacia atrás. - Descuida.

Al contrario que con mis compañeros de Consejo, con los ciudadanos de Ouroboros solía ser bastante comedido y educado. Era una buena fachada que mantener, pese a mi fama de excéntrico.

Nos despedimos de la muchacha y quedé a solas con Arleen, que me explicó de que se trataba todo aquello. No supe que decirle cuando me soltó que se largaba de la isla a trabajar en la base militar de los humanos a trabajar en el area de medicina y ciencia. Por un lado, sonaba a un proyecto muy interesante, adecuado para ella. Por otro, mi lado egoista me decía que no quería que se fuera. Me quedé unos instantes en silencio porque no sabia que decir, pero mirándola muy intensamente a los ojos con una expresión un poco... de cachorro? Sin que fuera intencionado. La sensacion de pérdida fue tan similar como aquella vez que estaba en el hospital con ella y vino Sayid con ese ramo de flores a proponerle matrimonio y me tuve que ir de la habitación (aunque me quedé un poco de cotilla).

"pero esto....será bueno para ella....no?"

- Claro que puedes seguir siendo mi aprendiz, donde pone que no? Yo enseño a quien me sale de los santos  cojones. - barboté por fin algunas palabras. - Ademas...querré que me enseñes qué estas aprendiendo alli abajo. Quizá podemos vernos por Londres, compartir informacion y.... eso. - concluí las frases que habia empezado con una sonrisa, mirando al suelo y estrechando los labios en una mueca.

"ella también se va"

Parpadeé con fuerza, apretando un momento los ojos cerrados, antes de volver a mirarla.

- Vete de la isla, es lo mejor. Ouroboros se está desplazando hacia Tintagel por culpa del Sanguis Ligno, y en Tintagel vimos las raices del Sanguis de Avalon, una version primitiva y mucho mas poderosa que la que hay aqui. Y segun los calculos de Tesla, de aqui a un año o menos... quien sabe, lo mismo no habrá ni isla cuando los dos arboles se alineen. - sí, era lo mejor que podía hacer, por ella misma. Me puse a rebuscar en mi chaqueta, y acabé quitándomela, dejandome solo el chaleco y la camisa. Joder, donde los había puesto? - Un regalo de despedida... donde narices.... - en la parte interna del chaleco, en el bolsillo, los encontré. Saqué un par de bolitas de aspecto cobrizo, y me quedé solo con una, guardandome la otra. - Un mecapájaro. Tienes que activarlo con... espera, a ver, déjame que lo imprima. - canalicé mi magia hacia la esfera y unos finos surcos hasta ahora inapreciables se iluminaron un momento. Luego, se la aproximé a Arleen a los labios, con un roce de los mismos bastaría. Las lineas parpadearon un momento, quedandose con la huella de sus labios, y entonces se apagaron. - Ya está. Asi la activas, y entonces se desmonta y sale el mecapájaro. - se la entregué. - Volveré a las clases. - seguia sin poner en orden mi cabeza pero para estar amargado haciendo nada, mejor estar haciendo algo...a parte de ser músico anónimo en una taberna de mala muerte de Londres, claro está.  Ademas quedaba poco tiempo. - Suerte, Arleen, y ciao. - le hice una reverencia y me desaparecí de alli.

mecapajaro:

No se esperó, en realidad, que Gio la mirara de esa manera y sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Su silencio tampoco ayudaba y Arleen se encontró intentando buscar las palabras para expresar que siempre iba a estar allí, porque para él, era así. Pero temió… porque Oscurus le había hecho ver que los Descendientes podían ser egocéntricos y …unos imbéciles.

Pero Gio no era así, sacudió la cabeza sacándose la sombra del Galenus y se acercó un paso al italiano -Gi…- Pero en cuanto abrió la boca, fue él el que habló y Arleen guardó silencio. Aprendiz. Siempre sería su aprendiz. Estaba bien… Era… Era… Sí, claro que estaba bien. Se golpeó la frente con una mano invisible -Excelente- Murmuró carraspeando un poco para quitarse el nudo de rabia y de tristeza que tenía en la garganta. Bajó la mirada igual que él y tragó en seco cuando habló de intercambiar información -Por supuesto, tienes que venir a mi hospital y decirme todo lo que puedo mejorar. No hay nadie mejor que tú para eso- Mencionó alzando la mirada con una sonrisa forzada.

Lo que no se esperó es que le dijera que era lo mejor, que se fuera. Todo el mundo parecía querer que se quedara. Unos decían que no se escondieran, otros sólo que no debía irse. Gio…concordaba. Intentó que esa perspectiva no le doliera tanto pero fue inútil, aún así prestó atención a lo que le decía -¿Un año? ¿Has dicho un año? ¿Aproximado o exacto?- Preguntó mientras hacía el conteo de días en su cabeza. Pero estaba buscando algo y no le estaba prestando atención -¿Te contaron lo que sucedió en Roma? ¿Te dijo algo el Descendiente Rasputín?- Inquirió tratando de que le prestara atención pero entonces sacó una de las bolas y Arleen se le quedó mirando.

-¿En serio? ¿para mí?- Sí, vale, a ella también le gustaba la tecnomagia y así no tendría que comprar una lechuza. Se le dibujó una genuina sonrisa de felicidad. Así tendría siempre una forma de comunicarse pero se quedó de piedra cuando Giordano se lo acercó a los labios. El metal era frío, sí, pero Arleen no sintió para nada el pellizco de la temperatura sino que se quedó observando a Gio un momento mientras se le coloreaban las mejillas. ¿Qué decía? No sabía ¿Acaso era consciente de las cosas que le hacía? No estaba segura. Porque con él nunca había estado segura de nada y siempre sentía que si abría la boca iba a salir corriendo…

Como ahora.

Miró el mecapájaro y lo acarició entre sus dedos, cerrando los ojos con pesar. Tenía que hacer la paz con el hecho de que con Giordano DaVinci, ella, había perdido su oportunidad por miedo a que la llamaran cazafortunas… Inspiró profundo y ella también se desapareció hacia la casa de Sayid, siendo consciente de que había caído en el mismo destino del que había escapado y, sin embargo, no había sido ni la mitad de placentero ni precioso como lo había sido con Giordano.