Templo de Sangre

Mi hermana insistió en que el accidente no fue cosa suya. Tras aparecernos en la puerta a nuestro hogar y dar la ofrenda de sangre por fin nos encontrábamos en Ávalon. Varias personas a cargo del servicio se encargaron de cargar con el Descendiente de DaVinci y llevarlo al templo mientras nosotras nos cambiábamos de ropas y adecentábamos tras todo el día fuera.
Para cuando llegamos de nuevo al templo al menos se habían encargado de limpiarle todo el barro y la suciedad que tenía acumulada por la caída, su ropa había desaparecido pero le habían tapado prudentemente su desnudez. Nos encontrábamos en una de las pequeñas salas aledañas a la estancia principal, las paredes estaban cubiertas de estanterías que contenían diversos ingredientes para rituales y pociones.
Suspiré manteniendo mis manos agarradas mirando al descendiente que permanecía inconsciente e indiqué al servicio que abandonasen el lugar con un leve gesto de cabeza.
-Si hubiésemos acudido a uno de sus amigos hubiese pensado que tratábamos de matarlo.
La decisión de Shyvanna de traerlo a casa había sido acertada, sin embargo temía por la opinión del resto de nuestros hermanos. Si bien era cierto que podíamos haber cortado el flujo de sangre en la propia montaña no hubiese sido producente abandonarle en la fría nieve. Desvié la mirada a S por un segundo. Sabía que habían estado hablando de los dragones y de la máquina que amenazaba la superficie sin embargo tenía la ligera sospecha de que tal vez mi hermana tuviese otras intenciones respecto al miembro del Consejo.
Apreté mis labios antes de andar hacia uno de los estantes del que tomé un pequeño tubo de cristal para después acercarme a Giordano. Apreté una de sus heridas mientras sujetaba el recipiente pegado a su piel dejando que  se deslizasen a éste unas cuantas gotas de sangre. Seguramente resultase de utilidad después y no iba a perder la oportunidad. Tras ello me dirigí a un armariete para guardar el frasco.
-¿Te encargas de cerrar las heridas?Voy a preparar algo para espabilarle.
Murmuré antes de abrir otro armario sacando unos cuantos ingredientes y procedí a mezclarlos. Miré de nuevo a mi hermana mientras partía una rama de  menta.
-Y después le sacamos de aquí.
No quería que lo viesen los demás o que notasen su ausencia durante demasiado rato en la isla. La escena era cuanto menos irónica pues por el lugar, su iluminación, el hombre semidesnudo y los vapores del caldo que preparaba parecía que fuésemos a realizar algún tipo de ritual de sangre en vez de estar curándole.

-Quiero creer que habría dicho la verdad- Expresó alzando un hombro levemente. Le observó acercándose a él con un cosquilleo en la mano. A diferencia de G que estaba con sus manos entrelazadas, la rubia necesitaba tocar. Le daba curiosidad el hombre. Se acercó por un lado y tuvo el atrevimiento de levantar la manta que ocultaba sus partes pudientes. Alzó suavemente las cejas e hizo morros con los labios (duck face) -Bueno, algo puede hacer con eso. Creo que  a ti te daría un meneo que te dejaría las piernas temblando- Expresó apretándole el muslo de la pierna con fuerza, preguntándose a qué sabría si lo mordía. Estuvo a punto de hacerlo pero su hermana la observó y ella sonrió de lado mientras lo tapaba comedidamente -Me pregunto si usa juguetes de los que crea en la cama. Oh…Ahora quiero saberlo. Cuando se despierte se lo voy a preguntar-

Cuando G le recordó para que lo habían traído aquí le hizo quitar la sonrisa y la diversión, pero tenía razón. Le vio coger la sangre y fue hasta allí haciendo de nuevo lo de saborear la sangre de Giordano con profunda curiosidad. Soltó un sonidito de satisfacción antes de coger un cuchillo y cortarse un poco la palma de la mano, al hacerlo dejó caer un poco de sangre y la colocó contra la herida. Aquello era un extra que hacía por…curiosidad. Luego su palma empezó a calentarse y a emitir una luz roja mientras S miraba hacia las paredes del templo y apretaba un poco las muelas. Las heridas no eran profundas pero eran muy molestas, cerró los ojos soltando un siseo bajo. Tardó poco pero fue efectivo cuando se alejó, la tez de la rubia era un poco más cenicienta y se mareó bastante al acercarse al espejo Alzó la mano para sostenerse. Alguna contusión seguro tenía. Observó su rostro con seriedad y vio todas las heridas que aparecían en su piel. Tenía la cara aruñada y una herida algo profunda cerca de la barbilla y el escote. Algo más en los brazos y en las piernas. Ladeó la cabeza para ver su cuello y rodó la vista. Era muy mínimo el dolor comparado a otras ocasiones. Con el dedo índice y anular se hizo una runa en el centro del pecho y luego dijo unas palabras y canalizó la energía propia para curar sus heridas. Cerró los ojos mientras entraba en armonía con su cuerpo para dejarlo en perfecto estado.

Al finalizar abrió los ojos y observó de nuevo su imagen en el espejo. Todo perfecto. Volvía a tener las mejillas sonrosadas, sonrío a sí misma y volvió hacia donde estaba Giordano -Si, sí. Que no puede recordar nada de esto. Yo le ofrecí purificarle la sangre para que no anduviera borracho, G…Pero no quiso. Hice mi buena acción del día. Artamir está de testigo- Expresó llevándose las manos a las caderas un poco indignada de que pensara que ella le había empujado. Lo bueno es que ahora había logrado hacer lo que planeaba, que su sangre corriera por el torrente sanguíneo del Descendiente. Pero eso no tenía porqué informárselo a su hermana ¿No?

Volví a mirar el caldero atenta a él y encogí un hombro ante la suposición de mi hermana.  Tal vez el hombre hubiese dicho la verdad a sus compañeros pero para cuando lo despertasen nosotras estaríamos siendo ya juzgadas muy posiblemente. Removí el líquido con cuidado y fruncí mi ceño sin entender a que se refería S con eso del meneo. Miré hacia ella que justo parecía dispuesta a hacerle algo y solté el cucharón.
-¡Shyvanna...
No fue un tono de enfado más bien resultó ser como una queja cariñosa mientras me dirigía hacia ellos,  colocando la manta debidamente tras tirar un poco para que S dejase de juguetear con eso. Mis labios se apretaron al percatarme de lo que había querido decir y después cuando dijo lo de los juguetes simplemente suspiré.
-Pregúntale lo que desees... -Comenté dándome por vencida, al fin y al cabo lo haría igualmente- Y habla de tus propios meneos.
Terminé por decir algo gruñona volviendo al caldero mientras ella se dedicaba a curar al descendiente. Susurré unas palabras mientras vertía unas gotas de hidromiel en el brebaje que adquirió un color ambarino. Miré de reojo a la rubia cuando se dirigió al espejo pendiente de que aquellas heridas no fuesen demasiado para ella, pero pareció apañárselas bien.
Finalmente pasé el brebaje a un cuenco de madera y me dirigí hacia el sitio donde reposaba el mago atendiendo a las palabras de mi hermana. Se me escapó una breve risa por lo bajo por la forma que tenía de decir aquello y le hice un gesto para que viniese a mi lado.
-Venga...vamos a despertarle.
Posé una mano en el hombro de Giordano mientras sujetaba el cuenco en la otra y simplemente hice que su corazón bombease al ritmo exacto para que se despertase.

La hostia debía de haber sido buena, pero eso ya no importaba porque mis heridas habían desaparecido. Claro que ahora tenía un suplemento de hierro en mi sangre, solo que no habia modo humano posible de que yo supiese eso.

Ajeno a todo lo que hacian esas rectas señoritas con mi maravilloso cuerpo, el bombeo rítmico de mi corazón que empezó a ir mas deprisa marcó el fin de mi inconsciencia.

El golpeteo de mi pecho me despertó de modo un poco abrupto. Lo ultimo que recordaba era caer bruscamente por aquella ladera asi que el despertar no fue tranquilo. Me incorporé de golpe pero me choqué contra algo, suave y blando y que olía bien. El impacto no fue pequeño porque me hizo rebotar la cabeza de nuevo hacia la posicion inicial, llevandome las manos a la frente.

Solté un par de maldiciones en italiano y entonces las enfoqué. Eran las dos hermanas Pendragon, tenía sus bustos a la altura de mi cara y aquello me dio la idea de contra qué me habia estrellado. Veia borroso, habia como....vapor? Incienso? Y qué lugar era ese?

Me quedé mirando a ambas, ahi tendido y con las manos que habia bajado ahora sobre mis narices. Era muy consciente de que solo me tapaba una sábana y de que no tenia mis artilugios conmigo.

"la situación es extraña cuanto menos....y peliaguda...."

- Me da miedo preguntar pero....vais a sacrificarme o algo así?

-Si es que tú no me dejas hablar de meneos porque te pones roja como un tomate, te empiezas a dar aire como si fuera el fin del mundo y creo que hasta dejas de respirar. El sexo es normal G, deja de ponerle tanto tabú. Hasta Wthyr debe tomar a las vasallas…”honorables” pero que son cosas que necesita el cuerpo- Al decir lo último se recorrió a sí misma con las manos de una forma, cuanto menos, sensual pero  sabía que aquello no le gustaba a G y bueno, prefirió dejar de hacerlo.

Shyvana siguió la orden de G y se puso al otro lado de Giordano y ayudó a mantenerlo para que G hiciera lo suyo. Se quedó mirándole el pelo pensando en que tenía una melena buena para hundir las manos mientras demostraba sus saberes en el área sur de su cuerpo -Oish- Soltó S cuando sintió que se despertaba de golpe y rebotaba en los pechos de ambas. El Descendiente volvió a caer y estaba un poco perdido. La rubia le sonrió abiertamente -¿Pero es que no estabas prestando atención cuando hablé con Sofía?  Si quisiéramos mataros ya estaríais muertos…- Puso los ojos en blanco mientras soltaba una risita baja, divertida sin duda.

-Tengo una SÚPER  pregunta- Dijo haciendo el gran titular con sus manos antes de inclinarse hacia él, dejando una distancia prudente, pero había cercanía -¿Creas juguetes para usar en la cama?- Su tono dejó entrever que se refería al tema sexual. Guardó un momento de silencio, pero estaba tan inquieta que no pudo esperar a que respondiera -Porque por naturaleza debes ser complaciente, con tan buena herramienta, pero tu mente creativa debe ser inquieta y debe buscar más… ¿Me equivoco? Uf…- Se alejó repentinamente pensando y respondiéndose a sí misma -Odiaría equivocarme. Qué decepción…- Se llevó las manos a la cadera soltando un “Tsk” con la lengua y mirando a G como analizando -Es que si no lo hace Da Vinci…¿Quién?- Negó con la cabeza varias veces rozando la indignación, pero su mente que iba a dos mil por hora pareció responderle -Tal vez Tesla...¿Vimos a Tesla en el parlamento?-

Apreté mis labios ante las palabras de mi hermana mientras canalizaba la magia hacia el hombre. La miré con un atisbo de indignación.
-No me pongo roja!Y no le pongo tabúes!Que no lo tenga todo el día en la boca no significa que no disfrute del sexo.
Solté frunciendo el ceño justo cuando el descendiente de dio de bruces contra nuestros pechos. Instantáneamente le solté llevando una mano al sitio donde había dado con su cara, no esperaba ese tipo de despertar.
Al menos parecía más tranquilo de lo que era de esperar y no se había puesto a chillar como un loco. Su pregunta me hizo brincar en una instantánea risa que corté al escuchar la respuesta de mi hermana a la que dediqué una mirada algo reprobatoria y volví a pasar la vista al descendiente.
-Tuviste un accidente, solamente estamos curándote.
Expliqué así lo que realmente quería decir S con palabras más amables. Luego la rubia se puso a preguntar y se me escapó una sonrisa un tanto incómoda desviando la mirada a la pared.
-Shyvanna podías haber esperado un poco.
Murmuré entre dientes. Sabía que lo iba a hacer pero había esperado a que lo hiciese cuando el hombre se encontrase en mejores condiciones, menos confuso tal vez. Capté la mirada de S y encogí ambos hombros, realmente no sabía que responder a aquello, después negué.
-Tesla estaba ocupado o eso dijeron. Pero seguramente le preguntarás cuando le veas¿no?
Pregunté sabiendo que si, que lo haría. Llevé la mirada al techo y tras suspirar miré a Giordano negando.
-No...definitivamente no estamos sacrificándote... los rituales se hacen en el templo principal y yo estaría pringada en pintura blanca y sangre.
Comenté tranquilamente al hombre mientras hacía un gesto como señalando mi cuerpo. Más tarde me percaté que tal vez no había sido una buena frase para soltar como si fuese lo más normal del mundo. Sonreí incómoda de nuevo y extendí el cuenco hacia él que humeaba y olía bien.
-Para que se te pase el dolor y entres en calor.¡Oh, cierto!
Hice un gesto con mi otra mano levitando una manta peluda y suave hacia sus hombros.

Una se rió modo sádico y la otra modo divertida. Mis ojos pasaban alternativamente de una a otra mientras mis manos bajaron a la sábana que estaba a la altura de mi cintura, y empecé a subirla lentamente para ir tapándome mas.

De pronto me preguntó algo que no venía al caso, juguetes sexuales? La insinuacion me llevó a pensar que quiza no iban a sacrificarme si no a aprovecharse de mi, que esa estaba mu loca.  No esperó mi respuesta y siguió hablando sola.

- Accidente. Queréis decir... - puse cara de confusión y me incorporé con cara de incredulidad, no me lo podía creer. Al incorporarme, la sabana se cayó hasta mis caderas.  - Que he acabado así por un estúpido traspiés?

De pronto hablaron de Tesla e hice un gesto de "NAH" super exagerado, no lo veía comprometido con otra que no fuese su paloma Entropía. Alcé las cejas hacia Gwen cuando "confesó". - O sea que SÍ haceis sacrificios. Sangre de los enemigos? - suspiré al acordarme del nigromante, y del hermano de Catherine. A ratos parecía insensible, pero pensaba mas en ello de lo que podría creerse.

"Y si muero medio desnudo, joven y rodeado de mujeres guapas que además son el enemigo....no sé, fijo que me sacan en los libros. Cómo? Si lo escribe Sean dejándome como un auténtico patán, seguro...."

Negué con la cabeza para mi mismo. Si...no parecía buena idea. Alcé la vista tras ese silencio algo prolongado y miré el cuenco. Algo dudoso. De pronto alcé un hombro y puse cara de pasotismo.
- Meh. Está bien. - como bien habian dicho si quisieran matarme, ya lo estaría. Me bebí la cosa esa, estaba muy buena, sorprendentemente buena y sacaba el frío de los huesos. Acaricié la manta peluda una vez la tuve encima. - Mi ropa estaría bien, gracias.

Después me aclaré la garganta y miré a S. - El sexo es otro arte, señorita. Y ningun artista que se precie deja de innovar y experimentar. - tras soltar aquello, me quedé mirando a la estructura que nos rodeaba...parecia un templo, sí, pero segun habia dicho no era el templo principal. No me sonaba que en Ouroboros tuviesemos esta cosa asi que...debía de estar en otro lado.  

Me quedé mirando al cuenco después, cuestionándome sus intenciones.

"Es facil salvar a alguien cuando quieres ganarte a su familia. Si el Consejo se entera de esto, serán ellos quienes me sacrifiquen...."

- Hagamos un trato.... capicci? Yo les cuento a los míos lo....amables y nobles que habéis sido salvandome en la montaña,  si vosotras dos y yo nos damos una vueltecita por Londres. Sin dragones de por medio. No queremos que salgan heridos. Ya os lo he contado, pero ya sabéis que las cosas es mejor verlas con los ojos de uno mismo....

Observó la mirada de  G y puso los ojos en blanco -Soy sincera- Le confesó, a ambos, pero con un diferente objetivo. La rubia alzó los hombres cuando le soltó aquello de esperar. ¿Esperar? ¿Esperar? ¡Qué verbo más indignante! ¡A ella no le gustaba esperar! ¡Y él estaba cuerdo! Cuando se incorporó esta vez S le dejó espacio para que no se estampara contra sus pechos -Sí, aparte te dije de purificarte y no quisiste. Si hubieses accedido no te habrías hecho daño, pero ya te hemos curado- Sonrió de lado cual angelita angelical.

Ella no respondió a lo de los sacrificios sino que le dio otro intento a eso que llamaban “cara de póker” y que no solía dársele bien. Es más, no se le dio. Puso morros con los labios y asintió brevemente antes de hacer un gesto de duda. En su cabeza sucedía esto: Miraba sus cartas, asumía que eran buenas y después no tan buenas para engañar al enemigo. Esa no era una cara de póker real, pero para S, sí, que en su vida había jugado al póker -De acueeeeeeeerdo- Dijo arrastrando la palabras antes de alejarse saliendo apenas del templo y ordenar que trajeran la ropa del hombre. Entonces volvió sobre sus pasos hacia ellos.

La mirada celeste de S se posó en Da Vinci y soltó un “JAH!” muy efusivo, manteniendo un puño de victoria por encima de su cabeza -¡Lo sabía!- Le dijo a G señalándola acusadoramente -Te lo dije- Sonrió abiertamente tan feliz consigo misma que luego emitió un suspiro de satisfacción -Quiero uno- Soltó, así sin más, de lo más normal del mundo pero aquella sonrisa se borró ante la sugerencia de Da Vinci, S miró a G con un gesto algo serio porque una cosa era traerlo al templo…Otra salir. Bueno, ella solía salir a buscar dragones pero G no tanto -No podemos ir sin dragones. ¿Tú puedes salor sin tu bastón?- Respondió la rubia -Primero que nada, no suelo salir sin ellos porque mi trabajo es sobre ellos. Aparte…- No iba a dar ninguna otra razón -No- Añadió a lo de ir sin dragones, negando repetitivamente con la cabeza -Mira, Giordano, si quieres contarles o no al Consejo lo que hemos hecho, hazlo. Total, quien se ha caído por la montaña has sido tú. Podemos seguir demostrando nuestro bien hacer sin necesidad de esta obra caritativa. No tienes que hacer un trato para pedirnos una cita…- Sonrió de lado y miro a G para guiñarle un ojo. Ella estaba prometida pero G no. ¡¿Alguien vio la oportunidad de un meneo colosal entre Descendientes?! ¡S sí! Capaz con un meneo así a su hermana si que le daban ganas de hablar del tema -Yo bajo si me regalas un juguete exclusivo y me dejas ir con Artamir-

Suspiré de modo conformista ante la sinceridad de mi hermana, si bien eran ciertas sus palabras no consideraba que fuese necesario ponerlas por delante cada vez que se hablaba con un descendiente. Resultaba amenazador para ellos así como se podía presuponer que nosotros nos sentíamos amenazados ante sus palabras y por eso sacábamos a relucir nuestra capacidad de aplastarles. No nos convenía ninguna de aquellas opciones. No en este momento al menos.
Asentí con tranquilidad ante la sorpresa de Giordano por su torpeza mientras mi hermana le señalaba como culpable absoluto en parte por no aceptar su ayuda. Aparté un segundo la vista a la ropa que le cubría y volví a mirarle con total calma.
-Exactamente.
Confirmé pinzando el borde de la manta con mis dedos para subirla un poco disimuladamente ya que  se le podía ver parte de la nalga perfectamente.
Mi respuesta a su efusiva acusación con esa afirmación tan incipiente fue ladear la cabeza sonriendo ligeramente. Era un hombre de ciencia al fin y al cabo por mucha magia que implicase en ella supuse que no entendía mucho de sacrificios.
-No exactamente. No creo que llegases a comprenderlo.
Desvié la mirada de mi hermana que básicamente daba a entender que si que usábamos sangre de enemigos aunque por su expresión me dio la impresión de que trataba de disimular que no era así. Muy mal disimulado. Si bien era cierto que la usábamos para ciertos rituales siempre era sangre que habíamos extraído previamente y los sacrificios que pedía el Sanguis Ligno , si no eran de animales, para nuestra desgracia tenían que ver con nuestra propia sangre. Cuando Giordano aceptó el caldo dejé reposar mis manos una junto a la otra en mi regazo. Shyvanna se marchó cuando el pidió su ropa y volví a mirar al hombre sin decir palabra alguna hasta que regresó la rubia, hacía gestos raros y eso hizo que yo misma alzase una ceja preguntándome en que andaría pensando. Era un hombre extraño sin duda.
Sin embargo volvieron al tema de los inventos sexuales, me dejó un poco descolocada la respuesta del descendiente y apreté mis labios en una sonrisa para que no se me escapase una risa ante la efusiva reacción de mi hermana aunque mis cejas se alzaron mientras desviaba la mirada al suelo al escucharla decir que quería uno. Me costó bastante mantener la compostura. Habría vuelto a llamarle la atención a la rubia pero sabía que era un caso perdido en ese aspecto y en el fondo me divertía.
La propuesta de DaVinci no tardó en llegar, seguramente mezcla de querer salir del templo cuanto antes y de que participásemos en su aparente personal cruzada contra la máquina. Busqué los ojos de mi hermana y entorné los ojos, sabía perfectamente que temía por mí y eso en parte resultaba molesto. Uno de los sirvientes apareció al otro lado de la puerta con la ropa y me dirigí allí para tomarla en mis manos mientras  S hablaba con él. No estaba del todo seca pero al menos la habían limpiado y alguna prenda no había dado tiempo a repararle los cortes.Volví junto a ellos para cuando mi hermana me guiñó el ojo, mi cabeza se ladeó e hice una mueca antes de dejar la ropa sobre las piernas del hombre.
"¿En serio Shy?"
-Shyvanna tiene razón. - Fruncí el ceño al darme cuenta de que lo mismo se pensaba lo que no era- ¡No!No en lo de la cita.- Aclaré apresuradamente antes de proseguir- La única razón de no llevarte a vuestro hospital es que todos hubiesen pensado que era nuestra culpa. Y creo que ya tenemos bastante de lo que defendernos.
Ella aceptó el trato con aquella condición. Por mi parte volví a mirar a mi hermana como cuestionando si era buena idea que bajase yo pero al fin y al cabo ya lo había "prometido" en el parlamento. Suspiré apretando mis labios.
-Ya dije que bajaría y si consideras que los dragones corren peligro... Alud es muy joven puede que sea mejor que se quede por esta vez.
"Al menos hasta que sepa como es ese tal SAM"

S me puso carita angelical y le sonreí como intentando replicar su sonrisa pero mazo de incomodo, total que me quedó una mueca sarcastica rara.
- Al final ha dado igual que no acceda, verdad? - había pasado horas, horas? No se, un buen rato inconsciente frente a ellas. A saber. A saber!

Entre la cara mala de poker de una y la respuesta de otra me quedó muy claro que si, sacrificios humanos se hacían.
- Comprenderlo lo comprendería, aprobarlo es otra cosa. - vaya insulto a mi inteligencia. Ni me di cuenta de que Gwen se encargó de restablecer el orden de la sabana que se me habia escurrido.

"Fijo que sacrifican primogénitos para pedir favores, potenciaciones de magia, hechiceria de la chunga....sangre y más sangre"

Pegué un brinco en el sitio saliendo de mi ensimismamiento por culpa del JA de Shy, que de pronto pidió uno. Abrí la boca para responder que ni de coña, que solo aceptaba encargos de amigos y sobre todo encargos de ese tipo. A ambas mi propuesta las pilló un tanto a traspiés, pero no demasiado por sorpresa. Lo de mi baston me hizo rodar la mirada.

- Si mi bastón se rompe puedo fabricar uno nuevo. Puedes tú fabricar un Artamir nuevo? Pero tú veras. - zanjé el asunto con un gesto de mis manos que pretendía ser conciliador, aunque no lo pareciese. - No estaba intentado desarmarte, para tu información.

"ademas un dragon va a llamar muchisimo la atención pero...está bien. Eso quiero, no? Un poco de caos"

Pero Shy aceptó. Asentí con la cabeza. - Está bien, lo de Artamir. Lo del juguete tengo que estudiarlo, solo fabrico para amigos.

"hablando de lo cual"

Miré mi ropa, la que me habian traido que aunque limpia, podia decirse que habia visto mejores dias. Gwen le dio la razon a Shy en lo de la cita, o no, o si. No lo se, eran raras las dos. - Tenéis razón en algo. Tenéis mucho de lo que defenderos.

Cojí mi ropa, la chaqueta lo primero. Comprobé que la pluma no se hubiese roto con la caida, y se me quedó cara de desolación al ver que se le había quebrado el extremo plumífero. Pero seguiría funcionando. Dejé escurrir la manta peluda y empecé a ponerme la camisa y luego la chaqueta, seguida de mis brazaletes.

- Espero que estéis preparadas, es posible que muramos. - dije muy tranquilamente, ajustando algunas cosas de mis cachivaches. - Si muero en circunstancias no sospechosas, les diré que no os abronquen. Siempre y cuando no sea por un estúpido traspies.... entonces lo negaré todo.- refunfuñe y llegó el momento en el que me quería poner los pantalones. Encogí mis hombros porque total, si habían querido mirar, ya habian tenido tiempo. Me puse de pie y terminé de vestirme, ajustandome bien los pantalones a la cintura y despúes los botines. Expulsé el aire sonoramente dejandolo escapar por la boca, al tiempo que ponia las manos a ambos lados de mis caderas - Volar o desaparecer?

¿Omitir la verdad no era mentir? ¿O sí? Estaba un poco pensativa en ello cuando el tema cambió así que decidió que no iba a responder. Su mente se había ido a otro sitio totalmente. Ya ni siquiera se percató de que G había respondido a Giordano y este se había defendido. Estaba más entretenida tirando de uno de los hilos de su vestido con bastante rapidez a ver cuánto tardaba en romperse.

No obstante, la respuesta a lo del bastón hizo que Shyvanna perdiera cualquier ápice de alegría de su rostro y lo mirara con cruda intensidad. Aquello le había dolido. De sólo pensar, por un momento, en el que Artamir no volviera con ella le causaba un desasosiego horroroso. Se llevó una mano al corazón sintiendo que empezaban a humedecérsele los ojos y miró a G, como acusando a Gio de hacerla sentir mal.  -¡Ahora ya no sé si quiero que vaya contigo! ¡Con nosotras!- Le soltó con rapidez cuando le “autorizó” a llevar al dragón. Tanto le había afectado que le daba igual si le daba el estúpido juguete. Si total, ya se divertía ella solita. Se cruzó de brazos, enfurruñada.

La advertencia no le interesó y tampoco que su culo quedara un poco al aire, tenía la vista clavada en la puerta del templo esperando que se fuera para ir a hablar con su dragón -Si te mueres no puedes negar nada porque estarás muerto, Giordano…Y si tu mueres, que te la das de tan inteligente y enterado del tema, nosotras la palmaremos antes…- Le respondió antes de ir caminando hacia la puerta, enfocada en hablar con su dragón amigo. Y también con Goth. Necesitaba… Información, autorización, consejo, cosas… Apretó las manos en puños y se giró con brusquedad -Te desapareces- Le respondió con mala hostia antes de salir de allí dejando a las dos G solos, su hermana podría encargarse, ella tenía cosas que hacer.

Una de mis manos dio con mi cadera y mi mirada se clavó en él con indignación. Me hería profundamente que cuestionasen mis prácticas y creencias. Todo un insulto al templo de sangre.
-No necesitamos vuestra aprobación Giordano DaVinci- Exclamé dejando claro que aquello me parecía totalmente fuera de lugar más habiéndole sanado con nuestro poder y habiéndole acogido en mi templo. Posiblemente mis gestos mostraron demasiado aquello habiéndome alejado del protocolo que debiera tener para con él.
-Y sinceramente dudo profundamente que sea capaz de entender lo que sucede en éste templo , las razones y las consecuencias de hacerlo, así que debería mantener la boca cerrada sobre temas que ignora.
Una cosa era que les juzgasen por hechos conocidos para ellos y otra muy diferente hacerlo sin saber que pasaba o había pasado en ese lugar,  sobre todo me indignaba al pensar en mis padres. Apreté los labios conteniéndome de expresar algo más y me dirigí al caldero sirviendo un tazón nuevo que bebí con cierta rapidez mientras hablaban él y mi hermana.
Aquello lo había hecho para mantener la mente alejada del pequeño deseo de desangrar al descendiente que había pasado por mi mente, sin embargo sirvió para aliviar la inflamación y el dolor que aún producía el puñetazo del licántropo.
Golpeé el tazón contra la mesa al escuchar una nueva afrenta y volví junto a ellos, me daba la razón pues yo había usado esas mismas palabras, sin embargo el descendiente de DaVinci me estaba pareciendo cuanto menos un desagradecido.
-Al menos podríais darnos las gracias en vez de seguir acusándonos como en el Parlamento. Podríamos haberos dejado morir congelado en la nieve y nada hubiesen relacionado con nuestra familia.
Solté algo agitada terminando por cruzar mis brazos antes de percatarme de que mi hermana se encontraba realmente afectada por las palabras el mago sobre el peligro hacia los dragones. Mi gesto se relajó hasta uno de preocupación al oírla.
-Shy...tranquila... no va a pasarle nada a los drago..
Entorné los ojos girando para dar la espalda al mago cuando se incorporó. Estaba un poco harta de hablar de temas erótico-festivos y ahora el descendiente pretendía exhibir su desnudez como si nada. Que poco cortés por su parte.
"Ni que fuese un ritual de sangre"
-a los dragones.
Terminé por decir. Pero Shyvanna se había obsesionado, de nuevo, esta vez con la seguridad de nuestros dragones. La seguí  escuchando el traqueteo de las botas del mago a mi espalda.
-Shyvanna...espe...
Suspiré al escuchar sus palabras hacia el mago y la dejé ir con cierta preocupación en mi mirada. Me giré clavando mis ojos en DaVinci que parecía tan tranquilo y señalé hacia la puerta.
-¿Por qué has tenido que decirle esas cosas?
Reclamé ahora de nuevo en un tono nada formal por mi parte acercándome a la mesa donde anteriormente se encontraba tumbado plantando mis manos ahí.
-Todos nos preocupamos por los dragones pero ella...tiene un vínculo especial es muy...sensible cuando se trata de la seguridad de los dragones.
"Y ahora hasta que no la calmen lo estará pasando mal"
Desvié la mirada hacia otro lado contrariada y ciertamente decepcionada con la actitud del mago, aunque el no fuese consciente de ese detalle. Tras suspirar volví a mirarle con seriedad.
-Desapareceremos, pero no aquí, en el templo no se permite.
Le hice un gesto para que me siguiese y salimos de aquella sala a la principal. Había varias sacerdotisas más allí, simplemente pronunciando en susurros algunos cánticos y hechizos,acompañadas de algunas hierbas que quemaban. Apenas se percataron de nuestra presencia mientras recorrimos el lugar con intención de llegar a la salida a través de una de las puertas laterales.

La morena parecía indignada por primera vez desde que habia hablado con ella. Porque eso era indignación, no? Era obvio que no necesitaban mi aprobación, lo más que podía saber, por el momento, es que estaba vivo. Y que ellas usaban mucho la sangre.

La escuché mordiendome la mejilla por dentro mientras hablaba, un poco nervioso ahora y fruncí mi ceño en un inequivoco gesto de que no estaba nada de acuerdo con lo que ella manifestaba acerca de mi entendimiento e ignorancia.

"ella misma está cercando los limites"

- Como quieras. Pero es imposible entender algo que no se conoce. Y es imposible amar algo que no se entiende. - tras eso Gwen se apartó a beber algo soliviantada y yo segui hablando con S, que se habia puesto tambien nerviosa. Tiré de las cuerdas de mis cordones con fuerza, mientras la rubia era bastante sentenciosa. No le respondí, y se fue a hablar con su dragon, dejandome a solas con la otra hermana.

Siguió diciendo algo del agradecimiento y tal, y yo pensé que no iba a agradecerles que me hubiesen salvado hasta no saber de buena tinta que lo habian hecho por los motivos simples y llanos que exponian, y no por otros.

"Nada salvo que me habrian encontrado en las montañas del dragon donde aparecisteis por primera vez"

- Yo solo estoy siendo sincero. Puedes reparar algo roto? Pues si no puedes, entonces tienes que estar listo. - le respondí a Gwen, cuando intervino por su hermana. Me quedé un momento en pause, como si ver a la morena perder su protocolo porque yo habia cabreado a su hermana me hubiese tocado algun boton. Luego la volví a mirar, porque me habia quedado algo empanado. - Vosotras dos también teneis un vinculo fuerte, verdad?

"debe de ser hermoso"

No dije nada más. Tomé mi bastón, lo hice girar en el aire y le hice un elocuente gesto a la mujer para que encabezase la marcha y me guiase. No perdía detalle del lugar mientras andábamos. Parecían sacados de una....leyenda artúrica, nunca mejor dicho. Donde estaria emplazado el lugar? Nosotros no eramos los unicos que habiamos logrado protegernos de SAM pero....cuánto duraría?

Al salir, nos encontramos con que Shyvanna había vuelto, y venía con su dragón plateado.

Un abrazo y una larga conversación con Artamir había servido para tranquilizar sus nervios. Daba igual que S dijera que no, él iría. Ambos lo sabían asi que optó por hablar con él para que los llevara volando. Fue una larga conversación y se ocupó de preparar una silla especial. No era la primera vez que llevaba  a tres personas así que eran cosas que tenían cubiertas. También se llevó un par de provisiones y un cambio de ropa porque siempre elegante nunca pordiosera. Se llevó la armadura de G también y optó por coger alguna de sus otros hermanos para Giordano.

Alcanzó a los demás en el Sanguis Ligno  y le tendió a G lo necesario para que se preparara para el viaje y después le tendió unas protecciones a Gio, se dio cuenta que llevaba guantes así que no dijo nada. Prefirió mantenerse en silencio porque a fin de cuentas, la preocupación seguía allí. Llevó su mirada celeste hacia Artamir y se posicionó delante de él, apoyó su frente en el morro del dragón plateado -Eka elrun ono- Susurró a lo que Artamir respondió con un simple gesto. Ella sonrió de lado y con agilidad subió a su silla. Tendió la mano a Giordano -Irás entre nosotras dos.- Le dirigió finalmente la palabras y después observó como G se acomodaba, ella no necesitaba ayuda.

-Rïsa- Murmuró y el gran dragón plateado fue incorporándose para ir hacia el árbol pero una de las sacerdotisas, una de sus primas por cierto,  los detuvo y les dirigió unas palabras- Atra esterní ono thelduin- S la miró extrañada de que dijera aquello si no sabía hacia donde iban, lo que le dio mala espina. Si sobrevivían a Londres tal vez ella no lo haría a Avalon -Mor'ranr lífa unin hjarta onr- Finalmente la mujer respondió -Un du evarínya ono varda- La rubia asintió brevemente y miró al frente -¡Fram, Artamir!- Y tras esas palabras, el trío dinámico desapareció de Avalon.

Spoiler:

Morgana le había dicho que debía, sí o sí, mostrarle todos los cambios que habían hecho así que Catherine había caminado entre las personas del propio mercado de Avalón que no le habían dirigido muchas miradas pero sí las suficientes. ¿Sabrían quién era ella? Lo dudaba…No había visto un ápice de mención al Consejo ni a los Le Fay así que dudaba que reconocieran su rostro. ¿O quizás la confundían con alguien? Se rió ante ese pensamiento y se tocó el piercing de la nariz, como si eso no fuera a diferenciarla.

Avanzó hasta que encontró un templo que llamaba la atención y que no había visto en la visión de Morgana así que sólo podía inferir que era algo nuevo. Entró y no lo encontró demasiado lleno lo que le invitó a recorrerlo, mirando las estatuas con curiosidad. ¿Quiénes eran? El fuego era parte clave de los Pendragon, cualquiera diría que eran pirómanos pero supuso que al tener cierto vínculo con los dragones también podrían vincularse.

Vio una especie de mesa que le dio mala espina. Sobre todo, por su pulcritud. Recorrió una vez más el templo antes de salir de ahí hacia lo que había captado su atención hace un rato.

El trago amargo no bajaba de su garganta, sino que se hacía más y más profundo. Durante todo el trayecto, y a pesar de que se distraía con Matvey hablando sobre Snagov y las fascinantes conversaciones que solían, no podía dejar de ver de reojo al novio, teniendo en el pecho una extraña sensación... No era solo el dolor de recordar a su viejo amigo, sino el que tenía por ver a Catherine atrapada entre las garras de aquel dragón negro.

Menos mal que aquella no era la primera vez que viajaba en dragón, porque le habría cargado todo su peso a Matvey, de quien aceptó agradecida su compañía. Las escamas del dragón al que subieron eran grandes y cómodas, y aquello le facilitaba bastante las cosas, a decir verdad. Sin embargo, nunca había montado dragón por tantísimo tiempo, y las ganas de mandarlos a todos a la mierda no se le pasaron hasta que los dragones bajaron a tierra y pudo soltar el ferreo agarre con las manos gastadas. En cuando estuvo de pie y pudo ver, se tomó de nuevo del brazo de Matvey, procurando que en el rostro no se le notara el malestar. A la pequeña criatura en su vientre le había agradado el inicio del viaje, pero no el final. Fue entonces cuando se dio cuenta de que nadie más ahí sabía de su condición. No quería asustar a Catherine, pero necesitaba aliados en ese lugar tan alejado de Dios por si algo ocurría y por un momento se sintió perdida. Seguramente, si lo decía antes, todos habrían tratado de disuadirla de ir, pero si algo la hacia continuar en aquella misión tan idiota era recordar a Catherine tan desesperada por llevar a cabo aquella ceremonia que incluso la había tocado por voluntad propia. Wthyr, sin embargo, no tardó en dar sus órdenes. Le habría replicado por lo de "su dama", pero una dama sabía qué batallas pelear.

Habría preferido mil veces no separarse de sus compañeros. Sin embargo siguió a Catherine de cerca, escoltada por los guardias hacia el templo de sangre. Su fiel alfombra voladora les seguía, porque la caja era pesada y jamás habría podido cargarla y agarrarse del dragón al mismo tiempo. Además, le había ayudado durante el trayecto. Si bien Ávalon no parecía el lugar terrible que tenía en mente, la tensión no le dejaba apreciar los momentos bellos y tampoco le traía buen augurio el templo de sangre. Se sentía... brumoso, difícil, como un lugar donde la felicidad no existía sin una capa de dolor encima. Normalmente podía ser una mujer muy tranquila, incluso en situaciones de estrés, pero aquel momento sentía en el cuerpo sensaciones que no podía ni quería explicar. Cuando llegaron al templo y estuvieron a solas, trató de establecer conexión mental con Catherine.

Mental escribió:Catherine. ¿Puedes oírme? Creo que tengo algo que contarte, aunque no es precisamente el momento.

Demasiado cerca. Demasiado. Wthyr le había dado indicaciones particulares sobre el vuelo en dragón pero aunque debería haberse sentido agradecida de su experiencia…Había estado demasiado cerca y Catherine sintió cada una de sus respiraciones, de los movimientos de su cuerpo y lo único que podía hacer para no estremecerse y temblar como una chiquilla fue fijar su mirada en las escamas delante de ella, observando el brillo en éstas. Oscuras  pero pulidas a su manera, como la sala de oscuridad a la que accedía en el laberinto…Como un océano de tinta en el que podía ahogarse. El frío ayudaba… Y fue un poco consciente de que Wthyr estaba mucho mejor abrigado que ella y que su cercanía impedía que le castañearan los dientes y…Lo odió por ello.

Observó con ojo crítico la segunda entrada a Avalon, la de los Pendragon, pero fingió no tener ni sorpresa ni nada. Al llegar al Sanguis Ligno, empezó a bajar con rapidez una vez Wthyr se quitó de encima. Lo observó empezar a dar órdenes y cómo todos parecían simplemente necesitar aquello. Frunció el ceño cuando dijo lo de las hermanas y encima el templo de sangre. ¿Qué iban a hacerle? Abrió y cerró las manos en puños -Wthyr- Exigió en su tono de voz para que parara un poco y…No la dejara sola a merced de las tres harpías. Pero o no la oyó o la ignoró y más pronto que tarde fue escoltada hacia aquel lugar. Conocía el camino, había investigado Avalon por su cuenta.

Al entrar, observó el lugar de nuevo y miró a Sofía un instante. Era gigante y silencioso pero su aura… Había controlado su temblor en el viaje con los dragones pero ahora no tenía el estómago para enfrentar a las Pendragon. No si su abuela estaba enferma y ella había traído eso a su familia. La odiarían… Pero…estaba intentando solucionarlo. Estaba tan metida en sus pensamientos que cuando Sofía le habló mentalmente dio un respingo -Sí- Dijo sin darse cuenta de que había hablado en voz alta. Estaba mirando a todos lados y le costaba observar sólo a Sofía.

Cuando entraron el grupo de sacerdotisas con la mirada fija en Catherine, algo se revolvió en su estómago. Era miedo.  Ninguna de ellas eran las hermanas Pendragon. Ni Shyvanna, ni Lake, ni Gwen. Eran todas desconocidas y la miraban con una mezcla de curiosidad y ¿hastío? Empezaron a acercarse a ella -Mi señora…Soy Minerva, alta sacerdotisa del templo, comenzaremos los rituales con algo de…premura. Si es tan amable de acompañarme- Catherine intercambió una mirada con Sofía y empezó a caminar esperando que la siguiera, cuando Minerva la observó, la morena explotó -Viene conmigo- Espetó -¿O quieres desafiar mi palabra?- Inquirió lo que hizo que la mujer la mirara directamente a los ojos, Catherine no sólo soportó su mirada sino que empezó a caminar de nuevo hacia la sala donde estaban el resto de las sacerdotisas.

Era gigante…Y tenía una inmensa bañera en el centro llena de un líquido rojo que, inmediatamente, echó para atrás a la morena. Estaba tan concentrada en el líquido que cuando una de las sacerdotisas la tocó para quitarle la capa, Catherine la empujó en una reacción de profundo terror -No- Lo sentía… De nuevo… -No- Repitió sintiendo la garganta cerrarse en torno a sí misma, la respiración comenzar a fallarle y alzó la vista hacia los altos techos…Eran altos. Tan altos que era imposible sentir que se cernían sobre ella. Minerva alzó una mano y pidió a todos los presentes que dejaran de moverse. Entrecerró los ojos y miró a Sofía un momento, estaba claro que la mujer que tenía frente a sí misma no colaboraría con desconocidas -Necesitamos que os metáis en la bañera. Quizás vuestra acompañante pueda ayudaros a quitaros la ropa- Catherine cerró los puños y los ojos -El ritual es importante, mi señora- Una respiración consciente. Una sola necesitaba -¿Es sangre?- Inquirió aunque sabía la respuesta -Sí- El monosílabo no creó tanto agobio como creyó que haría -¿De quién?- Minerva guardó silencio un instante, casi comprendiendo una parte intrínseca de la reacción de la morena -¿Haría alguna diferencia conocer la procedencia?- Inquirió y Catherine soltó un largo suspiro, siendo consciente de que no…No lo haría porque a fin de cuentas debía completar los rituales para casarse y cada segundo…

Cada segundo.
Su hijo estaba sufriendo.
Cuando la felicidad desaparece…Siempre huele a sangre.

La información logró serenarla. Como si debía ahogarse en ella. Se desabrochó la capa para dejarla caer en el piso y empezó a quitarse pieza tras piezas. En ese momento no sentía que lo hiciera, era como si otra persona llevara sus manos por sí solas, haciendo lo que debía hacer. Olvidándose de la profunda incomodidad en mostrar su cuerpo se retiró su piel de ébano, olvidándose de los numerosos tatuajes que contaban la historia de una vida trágica -Buscar un asiento para Sofía...Y lo que necesite- Expresó con voz baja y carente de sentido alguno mientras se metía en la bañera, paso tras paso, hasta sumergirse completamente. La sangre no era tan diferente de la oscuridad. Excepto, que era cálida…Y rebosaba en magia. Podía sentirla arder en su piel, un cosquilleo que se metía a través de sus pies, haciendo que sus dedos se curvaran,  y subía zumbando por sus huesos hasta lo más profundo de su alma. Salió a la superficie sólo cuando sus pulmones se quejaron del esfuerzo. Alguien le tendió un pedazo de tela y se secó la cara con cuidado, abriendo la boca para limpiarse los labios…No quería beberla. Minerva, a su lado, extendió la mano para pedir la propia. Catherine se la dio  y observó sus movimientos. Una daga ceremonial. El corte en su palma no debería haberla sorprendido, observó su sangre caer en la pequeña piscina  y soltó un “hmmm” bajo cuando sintió que la magia titilaba y se enroscaba a su alrededor. Tras eso, Minerva llamó a otra de las damas y entre ambas empezaron a dibujar runas en sus brazos desnudos. La Descendiente Morgana miró de nuevo hacia el techo y simplemente se dejó hacer.

La ropa de Shyvanna estaba destrozada. Abierta y rota mostrando sus antebrazos, su clavícula, su abdomen e incluso una parte de sus pantalones estaba rota. Las runas estaban allí, pero la sangre con la que las había dibujado se había tornado negra tras quemarla y entonces sólo cenizas. Nada de lo que había hecho había servido para salvarla. Absolutamente nada.

Desde que Wthyr había llegado, Shyvanna había buscado en él la solución y la había traído…Pero aquella solución era parte del problema y, además, llegaba demasiado tarde. Su abuela les había dado demasiada información que, de momento, no iba a procesar. Lo iba a dejar a un ladito de su cabeza para luego dedicarle muchos pensamientos, pero…Simplemente, algo había entendido. No le había tomado por sorpresa, como si aquello explicara…

Bueno, TODO.

Ingresó al Templo de Sangre. Ella conocía los rituales perfectamente, los había vivido una vez hace un par de meses y cuando abrió la puerta y observó a Catherine sumergida en la bañera mientras hacían las runas gruñó -Eres una maldita perra- Iba con la nariz roja y los ojos llenos de lágrimas, ya no de tristeza, sino de ira. Ignoró deliberadamente a Sofía mientras se acercaba hacia la pequeña piscina que les separaba. Se agachó para poder estar a la altura de la morena clavando su mirada zafiro en aquellos orbes que siempre había considerado hermosa -Desearía que Rhaegar o Desmond siguieran vivos- Le soltó -Sólo para hacerlos míos y que mi hermano no tuviera que encamarte, frígida. Desearía poder asesinarte con mis propias manos- Por alguna razón, la maldición latió en su pecho y cuando bajó la mirada vio que la misma marca reposaba sobre el pecho derecho de Catherine. Su sonrisa fue de todo menos hermosa -Si me quitas a alguno de mis hermanos, te juro por mi sangre, que voy a hacerte sufrir. Voy a hacerte desear que estés muerta y si le haces algo a Wthyr, si le das un ápice de infelicidad…Mataré a Ian, lentamente, arrancándole la piel a tiras mientras ralentizo su latido para extender su tortura durante mucho tiempo y luego pondré su cabeza en una pica en nuestro castillo. Será mi precioso trofeo…Oh…Y te haré mirar, Catherine Le Fay, te haré mirar cada instante-  Ladeó la cabeza, una dragona estudiando su presa -Y luego se lo daré a mi Brigada y no te quedará nada….Nada a lo que rendir luto, nada… Será sólo un recuerdo vacío e inservible en tu futura vida de mierda-

Las sacerdotisas habían dejado de trabajar mirandola con el gesto desencajado. Shyvanna volvió la mirada hacia ellas mientras una risita se le escapaba de sus labios. Una risita maníaca -No os equivoqueis de runa- Musitó y entonces, finalmente, reparó en la pelirroja. La recorrió con la mirada -¿Vienes a saber cómo se celebra una fiesta?- Inquirió y miró alrededor -¿Y tu morenazo? ¿Dónde está?- Se pasó una mano ensangrentada por el rostro, apartándose el pelo también sucio pero entonces fue consciente de algo. Miró hacia Catherine recorriendole el rostro un momento. Oh...Ella tenía sus formas de hacer las cosas -Supongo que la tercera es la vencida- Murmuró para sí misma.

Iba camino al Templo para asistir a los preparativos de LeFay y de la ceremonia en sí. Habíamos tenido que acelerarla, dado el estado de Aelle, aunque no habíamos tenido ninguna posibilidad de hacerlo a tiempo. Aún podríamos salvar a alguien, o retrasar lo inevitable. Mi papel, entonces, no tenía sentido. ¿De qué pretendía protegerles con mi propia muerte si al final perecerían antes de tiempo igualmente?.

Vi entrar a Shyvanna al Templo, bastantes metros por delante de mi. Fruncí el ceño pues el estado de mi hermana junto al lecho de nuestra abuela no era el más cuerdo. ¿Querría rogarle al árbol por la vuelta de la abuela? O tal vez... Tras cruzar la puerta no la encontré pero si la escuché. -Shyvanna-Suspiré por lo bajo negando mientras avanzaba hacia la sala. No era prudente, ni servía de nada atacar a LeFay, ni el Árbol Sagrado se lo tomaría a bien.

Aceleré el paso hasta llegar a la sala del ritual. Apreté mis labios mientras me aproximaba.-¡Hermana!-Llamé su atención o al menos lo intenté. Miré a las dos mujeres invitadas e incliné mi cabeza en un rápido y cortés saludo para después mirar a la rubia.-Shyvanna contrólate. ¿Qué haces aquí? Este no es tu lugar.-Comenté completamente en calma pero con toda la seriedad que me caracterizaba. Y era cierto, los rituales eran importantes, tenían sus reglas y sobre todo las actitudes iracundas no beneficiaban a éste en concreto.-Ve a prepararte para la ceremonia, no podemos perder tiempo.

Miré a las sacerdotisas.-Será una noche larga, Aelle Pendragon ha pasado a mejor vida. Tendremos que prepararla al amanecer.-Les hice un gesto con la mano para que continuasen con su tarea.