Residencia Draven

Recuerdo del primer mensaje :



Imagen anterior a SAM

-Gracias- Dijo y luego frunció un poco el ceño -Tienes… algo dónde pueda oír música? ¿O tocarla?- Inquirió. Aquella casa parecía tener de todo, aunque mucho estaba sucio y descuidado pero aunque había visto en algunos sitios no encontró ningún piano pero quizás algún otro instrumento le hubiese pasado desapercibido. Si sólo…pudiera escuchar un poco de música y concentrarse en la melodía.

-Sí- Respondió en un monosílabo bajo, esperando que no volviera a preguntárselo  y no tener que pedirle ayuda con asuntos como…Suplementos higiénicos. Aquello la estaba poniendo aun más nerviosa pero entonces llegó la mujer. Arleen apretó con más fuerza la bandeja y sintió la necesidad de empezar a moverse hacia Gelion, él parecía perfectamente acorde para tratar con el resto de los humanos. La mujer pareció notar entonces el manchón de sangre y empezó a ver el rastro antes de llevarse una mano a la boca -¿Te han herido? ¿Te hirieron ayer? ¿Qué te han hecho?- Inquirió acercándose a Arleen pero entonces las palabras de Gelion la detuvieron.

-Cariño…- La calidez de la mirada de aquella mujer, su compasión, hizo que Arleen detuviera su movimiento, como si de pronto sus pies pesaran kilos de plomo. No sabía cómo reaccionar y cuando la morena se acercó a ella y la atrajo contra sí misma para abrazarla, la bruja cerró los ojos y sintió que ese nudo que tenía en el pecho empezaba a deshacerse…En lágrimas. La vecina volvió la mirada hacia Gelion con los labios tensos al escuchar a Arleen llorar -Los reales han cerrado las calles para una especie de desfile, pero… Tenemos aquí a Samantha, es enfermera… No sé si podrá ayudarlos pero seguramente hará lo posible. Soy Loretta, por cierto- Sonrió de lado y volvió la vista hacia Arleen -No deberías estar cargando eso, ni estar en el sofá… Subid a vuestra habitación y descansar, yo les traeré…¿Tienes todo lo que necesitas?- Inquirió, la última pregunta un poco más baja. Arleen negó con la cabeza -Te traeré- Cogió la bandeja y se aseguró de chequear un momento, que se encontrara brevemente bien y la llevó hacia Gelion -Llévala arriba, que se meta en la cama y no se mueva…Y si puede comer un poco, mejor- No es que ella supiera nada de eso, pero todo se enfrentaba mejor con un estómago lleno o esa era su opinión.

Se acercó de nuevo a Arleen que se abrazaba a sí misma, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano. Le apretó suavemente el antebrazo y salió de la casa con paso apresurado. Dejándolos solos. La morena alzó la mirada hacia Gelion y alzó los hombros como excusándose y después soltó con cierta exasperación -¿Quiénes son los reales?- Preguntó y porqué…¿POR QUÉ HABÍAN CERRADO LAS CALLES? Eso implicaba que con un auto no iban a poder llegar. O quizás hasta la estación. Caminó hasta sentarse en uno de los sofás limpios y se llevó la cara a las manos con cierta frustración.

Su pregunta sobre la música me hizo fruncir el ceño pero no por enfado. Me había pillado desprevenido. Pensé y al final encogí un hombro.-Supongo que si no lo han robado habrá algo en el despacho, el piano lo han robado...- Panda de estúpidos ¿Para qué querían un piano en mitad de un apocalipsis robótico?.

Gruñí ante la afirmación de que continuaba sangrando. -No sé si sería prudente moverse entonces, si te desmayas por el camino no sé que podré hacer por tí. Pero tú decides.- Terminé por decir antes de que entrase la señora esa y se liase del todo.

No parecía un peligro al menos, no tanto como su marido y sin embargo me daba mala espina. Tal vez era todo fachada y era mucho peor que aquel inglés con mejillas coloradas de la noche anterior. La doctora empezó a llorar, cosa que no me esperaba y la mujer comenzó a explicarme que no era posible eso de irse.-Om...bien, agradecemos toda la ayuda posible. -Sonreí, como solía sonreír en prensa, encantadoramente.-Gracias Loretta.-Asentí a las órdenes de la mujer aproximándome a Arleen para pasar el brazo tras su espalda y agarrar su hombro frotándolo.-Eso haremos, muchas gracias.

Esperé a que se marchase antes de borrar la sonrisa amable y apartar la mano de la doctora.-No tengo ni puñetera idea pero supongo que son más problemas.-De pronto comencé a moverme. Por suerte el tinglado que había montado mi mujer para acabar con su vida ya estaba recogido, me había encargado la tarde anterior, ni tubo, ni sábanas y la habitación cerrada, pero había más cosas. Busqué recogiendo las pruebas , fotos en su mayoría de su existencia.-Ya has oído, ve arriba y come algo.-Una vez recogido lo de la planta baja, pasé por el despacho e hice lo mismo y después subí. Peluches, juguetes, demasiadas cosas que traté de meter en la parte superior de los armarios para ocultar.

El despacho. Su mirada se fue hacia allí. Libros y música. Ella había disfrutado de un despacho así en la casa de sus padres. Hacía sólo tres meses y, sin embargo, parecía otra vida entera. Otra persona entera. Desvió la vista hacia él cuando mencionó que él no sabría qué hacer con ella. Bueno, aparentemente nadie sabía. Ni ella misma. Asintió.

Luego llegó Loretta y lo cierto es que el gesto de la mujer la había desencajado profundamente. Y había acabado llorando. Y se maldijo, por supuesto, porque…Ya Gelion la había mirado mal ¿Por qué seguía confiando en la gente así nada más?  Ladeó la cabeza para mirar la mano de Gelion en su hombro con un gesto extraño para después recordar la mentira que había dicho. Para protegerla de unos humanos que odiaban a los magos. Unos humanos que sin siquiera conocerla la habían apuntado con un arma ¿Y si se hubiese defendido? ¿La habrían acribillado allí mismo?

Asintió, varias veces -Genial- Soltó, esta vez con un tono que sin duda dejaba entre ver que Arleen Royden era capaz de usar la ironía. Miró la bandeja cuando le dio aquella orden. ¿Comer? ¿Con qué ganas? ¿Ir a su habitación? Ni siquiera suya. Arleen desvió la mirada de Gelion para posarla en la chimenea ignorándolo deliberadamente. Se quedó en silencio un par de minutos pensando en sus opciones y de sólo imaginar lo que harían esos humanos si descubrían que era una bruja…

Prefirió seguir con la mentira.

Se incorporó y se acomodó el vestido para ir hacia la parte superior donde estaba la habitación principal. No es que no la conociera, a fin de cuentas, había invadido el armario. Ese raro sentimiento de sentirse una extraña, una invasora, se alojó en su corazón mientras se sentaba en la cama. Apoyó los pies en el piso un momento antes de acostarse por encima de las sábanas, se puso las manos en el vientre y se quedó apoyada de forma recta y, sin duda, tensa. Habría querido tener a mano algo con qué hacer una melodía pero aún así… Empezó a cantar una canción por lo bajo, con los ojos cerrados, intentando calmar su cabeza. Una canción que, quizás, se dedicaba a sí misma.

Y encontró, sin duda, algo de refugio en su voz.
Algo que quizás había perdido.

canción:

Cerré el armario de la habitación de los críos y salí de la misma, cerrando también la puerta. El ritmo de recogida era acelerado, trataba de no dejar pista alguna y a la par tratar de inventar una historia en mi cabeza por si encontraban algo que les hiciese sospechar.

El baño estaba bastante despejado y en el vestidor cogí lo que habíamos dejado tirado la noche anterior guardándolo también. De fondo la doctora estaba cantando. Me pareció una actitud extraña pero tampoco iba a reprochar sus métodos para calmarse, suponía que era eso y por eso también me había preguntado por la música.

Pasé a la habitación donde estaba ella, mi habitación y sin prestar atención ni interrumpir me encargué de quitar unas cuantas fotos de mi familia y ocultarlas. Después me acerqué a la cama abriendo el cajón de la mesilla de noche de mi mujer. Apreté los labios acuclillándome mientras observaba el contenido. Nada que no pudiese ser de la doctora. La miré de reojo, seguía cantando, tenía buena voz. Cerré antes de ir hacia la mía y hacer lo mismo, esta vez saqué un reloj, le di la vuelta donde estaba grabado el nombre de mi mujer y gruñí por lo bajo antes de incorporarme y comenzar a ponérmelo en la muñeca.

-No tardarán en venir. -Justo en ese momento se escuchó la puerta del piso inferior y una voz que nos avisaba de que habían llegado. Los pasos por las escaleras.-La habitación del final del pasillo.-Alcé la voz para que me escuchasen y avancé a la puerta para esperarles.

Ignoró a Gelion en cuanto entró a la habitación y se concentró en cantar, en mantener su voz afinada y en armonía con la canción. Cuando finalizó la melodía escucho aquello de que no tardarían en venir y asintió -Tú si deberías comer- Mencionó porque lo había oído estar recogiendo un montón de cosas, supuso que para que la historia de ellos colara. Le miró un momento -Si me hacen una prueba de sangre sabrán qué soy- Le dijo con los labios algo tensos y frunció el ceño -¿Crees que me matarían en seguida?- Preguntó, con real curiosidad.

Escuchó los pasos y frunció el ceño con temor. Realmente tenía temor -¿Tienes guardado tu armario de armas?- Preguntó señalando hacia el vestidor, esperando que comprendiera a qué se refería. En su casa de…En la casa de Sayid, él no tenía que esconder sus armas, es más tenía un cuarto para ello, pero los humanos quizás no eran tan tolerantes. Suspiró un poco y mantuvo el gesto neutro cuando vio a Loretta entrar con una bolsa y una dama a quien no conocía -Cariñito… ¿No has comido nada?- Inquirió y le dedicó una mirada de reproche a Gelion  pero Arleen decidió hablar -No tengo apetito- Por no decir que tenía el estómago cerrado desde el día de ayer. -Ella es Adelina, es la enfermera que te comenté- Arleen desvió su mirada violeta hacia ella, Adelina llevaba un moño alto y un gesto algo tenso. No le despertó ninguna confianza.

-Encantada- La  bruja desvió la mirada hacia Gelion y forzó una sonrisa para tenderle la mano y llamarlo, como necesitando a su esposo a su lado pero lo cierto es que empezaba a no fiarse de aquella gente. Estaba cansada de parecer inocente -Igualmente… ¿Cuándo has comenzado a sangrar?- Inquirió la mujer y Arleen inspiró profundamente -Ayer en la noche, me desperté así… - La mujer pareció asentir y tensó los labios -¿Después del ataque? ¿De quién fue?- Preguntó y Arleen apretó las muelas -Androides…- Odiaba mentir, odiaba estar en esa posición -Quizás el estrés … ¿Es primera vez que te pasa?- Inquirió nuevamente y Arleen dubitó un momento, optó por asentir…No quería darle toda la información porque si tomaban su sangre -¿Tienes algún dolor agudo?- La morena negó con la cabeza -Algo de molestia, pero no es agudo- Adelina empezó a acercarse a ella y Arleen estuvo a punto de elaborar uno de sus escudos, abrió y cerró los dedos con nerviosismo -¿cuánto tiempo tienes?- La bruja miró a Gelion como intentando acordarse y luego ladeó suavemente la cabeza, él había venido a verla cuando se había enterado -Unas cuatro semanas- Dijo con un tono inseguro. - ¿es un flujo constante?- Arleen tragó en seco y levantó suavemente los hombros -No estoy segura…- Finalmente se sentó en la cama y le hizo un gesto a Arleen para que le permitiera tocarla y la bruja miró a Gelion un momento con preocupación pero la dejó hacer. Hizo un gesto de molestia cuando la palpó con suavidad -¿Te lesionaron ayer?- Ella negó con la cabeza -¿Y tuvieron relaciones sexuales?- Las mejillas de Arleen casi inmediatamente se encendieron con fiereza -No- Respondió inmediatamente y procuró no mirar a Gelion.

-Lo cierto es que…mis conocimientos en embarazos son escasos, Arleen. Lo mejor sería que reposaras y con los pies en alto. Pero hay que mantener controlado el sangrado…Si es escaso, si es mucho y si tienes un dolor muy agudo también. Intenta descansar, reposo absoluto…-  Le tendió la mano a Loretta para que le diera la bolsa y se la tendió, abriéndola primero para revisar y luego dársela -Necesitas mantenerte cuan tranquila puedas ¿de acuerdo? Procuraremos que la Brigada esté cerca para que nadie os moleste… Dale mimitos, cariñito. ¿De acuerdo? -  Loretta se acercó y le dejó un beso en la mejilla, pero Adelina se incorporó mirándolos a los dos con los ojos entrecerrados. Arleen miró a Gelion un instante antes de mirar luego a las mujeres-Cualquier cosa…Nos avisáis.  Luego os traigo algo de mi maravilloso pastel de carne.... Mantener las luces apagadas de noche y nada de jueguitos ¿Eh?- Se rió escandalosamente antes de enganchar a Adelina del brazo e irse de la casa.

Arleen se llevó una mano al estómago, como si con sólo su tacto pudiera desenvolver ese nudo horroroso que se le había formado allí. Se reacomodó, acostándose de lado y dándole la espalda a Gelion porque cualquier tipo de energía que le quedaba la gastó respondiéndole y soportando la escutadora mirada de Adelina -Ella… Nada- Murmuró la morena, pero acabó arrepintiéndose.

No respondí a aquello de comer, simplemente fruncí un poco el ceño. Era consciente de que cabía la posibilidad de que la descubriesen. No sabía si la mujer que iba a venir había trabajado en la base militar, en tal caso tal vez no le sería necesario hacer ninguna prueba. Yo reconocía perfectamente aquellos destellos sutiles de la sangre mágica pero tenía la esperanza de que aquella mujer solamente hubiese trabajado con civiles. Gruñí ante sus preguntas.

-No tengo claro cuan radicales son estos tipos.-Di un par de palmadas en mi pantalón, donde había guardado mi arma ayer y de la que no me había despegado.-Está cerrado pero te bastará con empujar si lo necesitas, aunque con magia posiblemente podrías darles una paliza.

No dio tiempo para más. Allí estaban las vecinas. La mirada de reproche de Loretta hizo que encogiese mis hombros. Yo lo había intentado, no podía obligarla. Crucé mis brazos observando las presentaciones pero el gesto de Arleen me pilló desprevenido. Tanto que miré despistado a todos antes de acercarme para sentarme a su lado tomando su mano. -Gracias por venir tan rápido.

Había que mantener las formas. Miraba a una y otra mientras se hablaban pero desvié la mirada cuando comenzó a explorarla aunque la pregunta de la mujer me hizo gracia o más bien el tono con el que la doctora respondió a aquello. Sonreí apretando mis labios por un segundo conteniendo la risa pero después aspiré por la nariz recobrando la compostura.

Cuando por fin obtuvo su juicio clínico gruñí decepcionado. Pensaba que al menos serían capaces de hacer algo para estabilizarla y así poder hacer algo para que volviese a casa. Asentí a Loretta con mi cara de profundo agradecimiento y tomé a Arleen otra vez del hombro apretándoselo.-Muchas gracias a las dos, descuida. La cuidaré.-Y por seguir con el rollo me acerqué y le di un beso en la frente que era lo que me pillaba más a manos. Después salí de la cama para acompañarlas soltando una risilla por lo último que dijo.

Una vez se habían ido volví a los pies de la cama y froté mi cara con fuerza.-Si... lo sé.-Respondí suponiendo que es lo que iba a decir. Gruñí de nuevo. Aquella mujer o sospechaba algo o no se fiaba del todo de nosotros. Abandoné la habitación y tardé unos minutos en volver, tiré un walkman superviejo sobre la cama, trastos que coleccionaba de antaño. Una única cinta, la que le gustaba a mi hijo, la banda sonora del Rey León. Esperaba que no se burlase.-Sigue intentándolo.

-Esperaremos unas horas-Me senté a su lado para debatir el plan.-Estés como estés habrá que tomar una decisión si no has conseguido contactar. Supongo que descartas la desaparición pero tal vez deberías sopesarla.-Froté mi nuca masajeándola, calambres . Tensé la mandíbula.-Si no lo haces buscaré un coche, ya me inventaré una excusa para los...vecinos. Te he metido en esto y te sacaré de esto, Doc.-Asentí muy convencido de ello.

Le miró con el ceño fruncido cuando soltó aquello de que le podría dar una paliza -No lo entiendes…Mi magia no sirve para eso. Sólo sé hacer escudos para proteger y sanar. No sé hacer daño, no conozco ningún hechizo y además…No lo haría- Advirtió, a ver si así lo entendía y estuvo a punto de demostrarle qué era lo que podía hacer cuando aparecieron las mujeres. Casi le soltó un siseo a Gelion cuando se puso a mirar a los demás  pero al menos reaccionó, reposó su mano en él y cuando sonrió por la forma en la que ella respondió le observó indignada.

Arleen bajó la cabeza un poco cuando Gelion empezó a acercarse a ella tratando de hacerse pequeña porque no sabía qué pretendía hasta que le dejó aquel beso en la frente que la dejó congelada en el sitio y la sonrojó aún más, si se podía, regándole el rubor hasta el cuello.   La risilla la escuchó y frunció el ceño. ¿Cómo podía pasar de ser un loco secuestra mujeres a aquello? ¿Qué tipo de habilidades les enseñaban a los humanos? Se humedeció los labios y suspiró finalmente. ¿Dónde estaban V y Fred? Nunca había querido verlos tanto como ahora, necesitaba sus abrazos y su cariño.  Se dejó descansar mientras él estaba fuera de la habitación.

Pero cuando llegó y tiró un aparato cerca de ella lo observó con curiosidad. Lo tomó en sus manos y empezó a examinarlo, se incorporó un poco y después  se acordó que era reposo absoluto lo que debía tener.  Se acostó y empezó a revisarlo. Miró el cable y lo que parecía una diadema y pensó que quizás era algo para…Tocó con curiosidad los extremos que parecían de almohadilla y luego lo apoyó en la cama para ver los  botones. Había varios, algunos con triángulos, uno con uno sólo y otro con un cuadrado. Oprimió el cuadrado pero no pasó nada y cuando oprimió el triángulo una melodía empezó a salir y Arleen sonrió de lado, miró hacia la diadema y la cogió para llevársela a la cabeza suponiendo que los extremos eran para cada oreja. Los colocó allí y escuchó la melodía.  No entendía bien el principio de la canción y miró a Gelion con interés y casi picardía mientras intentaba comprender lo que decían pero…La forma en la que las voces se unían…Gelion le estaba hablando…Le decía algo pero no quería oírlo aún. Sin embargo, notó el gesto en su nuca y tensó los labios sintiéndose culpable.

Se quitó la diadema, dejando la melodía de fondo y oyendo aquello del coche  y lo de la excusa. Tras eso su compromiso. Ella asintió con suavidad -Cierra la puerta…Las ventanas también y acuéstate boca abajo-

La doctora trasteaba con el walkman girando e investigando el aparato así que, conforme hablaba, miraba de reojo por si no daba con la clave para usarlo. No pensaba explicárselo a menos que ella lo pidiese y sinceramente, dudaba que lo hiciese. Seguramente la castaña acabaría desmontando aquel trasto para comprenderlo antes de que yo se lo explicara.

Parecía ensimismada cuando por fin lo consiguió y estuve a punto de reclamarle que no me hiciese ni puñetero caso pero se quitó los cascos e hizo un gesto que me dio a entender que si que me había escuchado. Lo siguiente hizo que ladease la cabeza levemente frunciendo el gesto por aquella orden.

-¿Qué?¿Para...- A pesar de que iba a preguntar por las razones simplemente hice un gesto con mis manos. Me fiaba de aquella mujer, sus razones tendría y si lo que pretendiese al final resultaba una gilipollez o algo que me hiciese perder el tiempo bastaba con decirlo y largarme. Al incorporarme de la cama avancé hacia la ventana, me asomé lo suficiente para ver, al otro lado de la valla del jardín a un grupo de la Brigada vecinal.

-Hmmm-Me quejé por lo bajo antes de cerrar la cortina.-Yo que tú me plantearía aprender un par de hechizos, el que explota cosas o alguno parecido.-Pasé a la siguiente ventana para hacer lo mismo y después dirigirme a la puerta cerrándola. -En Oz hay que saber defenderse.-Me acerqué a la cama, para ese momento la habitación había quedado prácticamente a oscuras así que tanteé el colchón, hasta topar con las piernas de la doctora.

Subí a la cama quedando tumbado tal y como había requerido.-Y ahora...¿esto es cuando me dejas fuera de juego al confiar en ti y te escapas heroicamente?-Podría ser algo así, sonreí de medio lado. El contacto con el colchón me había hecho darme cuenta de lo cansado que seguía.-Si te largas pilla un arma antes de hacerlo.

Como era usual, Gelion ya estaba allí para cuestionar sus órdenes pero Arleen simplemente lo miró a los ojos sin dar mucha explicación. Por no decir ninguna, escuchó de fondo la música y acabó ladeando la cabeza hacia un lado de aquella diadema para escuchar un poco más. ¿Hakuna matata? ¿Qué significaba eso?

-No… Mis hermanos ya son diestros en artes para hacer daño. Soy el peso que equilibra la balanza- Advirtió mientras escuchaba un poco más de aquella letra, las voces le parecían graciosas y le daba curiosidad saber de dónde venía aquella música. Sin embargo, cuando mencionó lo de Oz, Arleen alzó la mirada hacia él con un gesto bastante críptico. En el fondo sabía que tenía razón, que debía hacerlo. Pero Gelion no sabía ni la mitad de su historia, no sabía cuan fuerte eran sus escudos. Podía protegerse y huir -¿Para convertirme en la bruja que ellos esperan?...No-

Se inclinó sobre la mesita, que ella había trasteado el día anterior, y cogió lo que le había parecido una crema. Al abrirlo y acercárselo a la boca comprobó que sí, lo era. Hundió los dedos allí siendo consciente de la oscuridad…y un escalofrío le recorrió. No, no podía. Movió una mano y una pequeña bola de luz se creó hacia su lado, dejando la estancia un poco más iluminada -No me gusta la oscuridad- Explicó… y  se preguntó porqué no había encendido la luz pero quizás ya había inferido lo que quería hacer y así se relajaba. Se esparció la crema por las manos y luego se acomodó en la cama, sentándose en forma de indio y sin quitarse la diadema de música. Tanteó con suavidad su espalda hasta llegar a su nuca y esparció la crema allí con lentitud -A diferencia de lo que piensa Sayid, quiero a mi hijo, Gelion y no voy a desaparecerme cuando estoy así… Y no sé como funciona un arma-

Enfocó los ojos en su columna y dejó que su magia fluyera a través de sus dedos al ritmo de la música. Masajeó con lentitud mientras enviaba pulsos de su energía mágica a través de los músculos de sus hombros y el trapecio. Estaba tenso como un pedazo de madera -No debiste dormir en el sofá- Mencionó y entonces sus dedos subieron siguiendo el músculo hacia arriba, hacia la base de su cabeza y ejerció un poco de presión para luego ir bajando y con ello su magia, rastreando los nervios, la comunicación con su cerebro y el resto de su cuerpo, el lugar exacto donde estaba ese artefacto que impedía el desarrollo natural de su cuerpo. Rodeó lentamente la pila y bajó un poco más hacia la columna. No recordaba que hubiese algún tipo de problema más abajo pero …por si acaso -El resto de tu cuerpo ¿funciona correctamente? – Inquirió -Una vez me hablaste de tu brazo, creo… Se te duerme ¿No? - Eso podía ser presión en algún nervio entre la T1 y la T2 -Retírate la camiseta-

Negué entornando los ojos. ¿Por qué era así? tal vez era cabezonería. Sin embargo me despistaba que luego fuese tan...tan...parada, indecisa, miedosa. -Conocer una técnica no significa que tengas que aplicarla. ¿Qué bruja esperan? Creía que tenían lo que querían, una delicada, inteligente pero aparentemente sumisa dama. Aunque esa dama tenga que controlarse para aparentar algunas de esas cosas. -O tal vez no se refería a su familia, tal vez hablaba de nosotros. Chasqué la lengua mientras me acomodaba.-A los de fuera les da igual si atacas o te proteges, Doc.

Cuando conjuró una bola de luz alcé una ceja. Podría haberle dicho que había lámparas en las mesillas de noche aunque lo descarté y la dejé proseguir. Arrugué el ceño e incluso me tensé mas al notar sus manos en mi espalda girando la cabeza para ver su rostro en aquella semi-penumbra.-Hmm-Me conformé con su respuesta sobre la desaparición volviendo a relajar la cabeza.-¿Piensa que no le quieres?-Pregunté por sacar tema de conversación, sonando bastante extrañado por ello.-No haces más que proteger a ese crío.

Comenzó a hacer algo con magia, algo extraño y tensé los omóplatos sin darme cuenta.-No quería dormir en esta cama.-Expliqué suspirando después y dejé que estirase mis cervicales soltando un sordo sonido de gusto por ello.-Ajam...sobre todo por las noches.-La miré de nuevo ante su petición y me incorporé un poco para quitarme la camiseta. Había varias cicatrices dispersas por la piel, mejor y peor cicatrizadas, más pequeñas o bastante grandes-¿Esto forma parte de la rehabilitación? Porque en tu hospital solo me hacían girar el cuello.

Escuchar los halagos de Gelion fue algo que no esperaba, lo observó con los ojos entrecerrados pero una sonrisa afloró en sus labios -Cuidado, casi parece que te caigo bien- Indicó con rintitin pero definitivamente había malinterpretado su posición y, además, elegiría ignorar aquello de “aparentar” porque entonces pensó en aquello que se había dicho a sí misma cuando había discutido con Sayid.

Sit still, look pretty.

Umm. Aunque Gelion no había dicho que era hermosa. Ella se consideraba hermosa. Y agradeció que no fuera eso lo que halagara -Entiendo. Pero si les da igual, entonces me mantendré con la defensa Insistió alzando suavemente los hombros. Notó cómo se contrajo cuando empezó a masajearlo y le dio un toque con los dedos para llamarle la atención. Cuando giró la cabeza hacia ella, Arleen bajó la vista y al escuchar su pregunta cualquier resquicio de diversión por el anterior intercambio desapareció. Desvió la vista de él hacia su nuca, presionando suavemente -Dicen que no estoy preparada… Me lo informó cuando se enteró que fui al laboratorio. Me dijo que había sido impulsiva y que algunos “conceptos” se me escapaban- No iba a soltar aquellos horrorosos insultos que le había herido tanto.

Estúpida.

-Y lo soy… Pero eso no quiere decir que no le quiera o que lo considere un peso. Me dijo que mi obstetra sugirió que no estaba preparada para ello y aparentemente él concuerda- Recordar aquello hizo que el corazón se le hiciera más pequeño. ¿Acaso no tenía ilusión por tener un hijo? -Y que quizás…- Entonces se dio cuenta de que estaba hablando y hablando de asuntos que a Gelion no sólo no le importaban, sino que no le incumbían. Se mordió el labio -N-no quiero hablar del tema- Añadió.

Explicó lo de la cama y sabía que al ser un tema delicado mejor no seguir hablando de ello. Pero no pudo sino sentir satisfacción médica al esuccharlo suspirar de gusto. Era tan importante hacer sentir bien a sus pacientes -De acuerdo- Musitó ignorando sus cicatrices porque ya las había visto en la mesa y no era un secreto que era un guerrero. Quizás no del mismo estilo que sus hermanos -Si hubiésemos llegado a eso… Pero me fui de baja y tuve que derivar. Esta es mi especialidad y no tenemos más tiempo- Le dijo y lo volvió a acostar. Se incorporó un poco, doblando las piernas y sentándose en sus talones. La música seguía de fondo, pero la melodía parecía meterse en su cuerpo y llenarla de esa fuerza que intentaba transmitir.

Lo vio en toda su longitud y con dos dedos bajó lentamente por cada vértebra mientras dejaba fluir su magia bajo la piel de Gelion, buscando esas conexiones, esos nervios que viajaban de uno a otro -Mmm…- Se movió con lentitud y empezó desde la última parte de la columna, moviéndole el pantalón y posó las palmas en él y entonces cerró los ojos buscando dentro de ella ese incansable fondo de magia hecha para sanar, para curar, para reconstruir -Respira con el diafragma- Murmuró y empezó a subir por su espalda buscando esos pequeños problemas encontrando eso que le molestaba en el brazo. Sin duda, un hilo de su propia magia encontró el problema y reconstruyó el nervio desde lo más profundo hacia afuera luego siguió avanzando reconstruyendo lentamente cualquier detalle dañado hasta llegar a la pila. La respiración se le volvió trabajosa.

Dejó los dedos sobre los trapecios y puso el pulgar sobre ese lugar exacto, moviéndolo en círculos, pero su magia podía percibir que no era algo a lo que pudiera acceder, aunque había…algo más. Se concentró en arreglar los nervios alrededor, sintiendo el tirón de magia que necesitaba para hacerlo, pero mientras aquella leve luz blanca y cálida siguiera existiendo había posibilidades de solucionarlo. Subió los dedos, todos, hasta la base de su cabeza y su cabello y luego bajó nuevamente, fortaleciendo la comunicación entre ello e intentando explicarles que ahora debían comunicarse con “eso”. Tras ello bajó y les avisó a los del interior que también debían respetar esas nuevas órdenes. Cuando acabó, la luz de sus manos parpadeaba y sentía un cansancio horroroso, pero creyó…Creyó que todo había ido bien. Se dejó caer sobre la cama y cerró los ojos intentando concentrarse en su respiración -Debería estar-

Tras caminar y caminar y caminar, habían llegado a la zona del mapa así que sólo quedaba averiguar cual de las casas era. Vishous iba caminando con mucha atención, mirando hacia los lados y buscando cualquier gesto de vida. Muchas de las casas estaban destruidas o al menos abandonadas, porque habian detalles para fijarse en eso. Sin embargo, notaron a un grupo reunido a las afueras de la casa y V dio un leve codazo a Ben para que prestara atención. Parecían estar discutiendo algo y deseo tener los sentidos agudizados de Aldaron para oír lo que decian. Vishous cogió del codo a Ben para esconderse tras un coche, lo más cerca posible del grupo -¿Escuchas algo?- Preguntó mientras movía la cabeza para intentar oír lo que decían pero era apenas murmullos.


-Tsk... Dice que tiene los ojos violetas...¿quién tiene los ojos violetas?...Ellos- Espetó uno, marcando las palabras con cierto asco hacia lo último -No habrá misericordia...Entonces los matamos a los dos...-  Sonó algo mecánico y cuando Vishous alzó la mirada para ver qué era a través de una ventanilla vio un arma. Se le congeló el corazón y observó la casa. Los murmullos comenzaron de nuevo y señalaban aquel sitio por lo que miró a Ben -Vamos a entrar... Busca un hueco para entrar y nos desaparecemos. Tenemos que entrar antes que ellos- Supuso que él no conocía a su hermana pero era de las pocas mujeres que V conocía con aquellos ojos. Y estaba allí, con él.

Transitaron en silencio, raudos, por aquella calleja que atravesaba el barrio de punta a punta. Aquello era un parque que estaba lleno de vida ahora, sorprendentemente después de tanta guerra, batallas y sangre. Los pensamientos del guardia iban centrados en el muggle resistente portador del parche que era Thalos Draven. No tenía ni idea de que tuviera un hermano, pero… ahora qué había que hacer con ellos, ¿qué era lo correcto? ¿Dejarles correr alegremente? ¿Volver a separar el mundo mágico concentrándose en Ouroboros y a los muggles campar a sus anchas por la superficie?

Con todas aquellas preguntas éticas terminaron por llegar, según indicaba el mapa la casa era aquella que estaba delante de ellos. Ni siquiera se había percatado del grupo que estaba delante de la casa hasta que notó el empujón del teniente y se escondieron detrás de un destartalado coche. La conversación del grupo era lejana, pero clara. Y más claro era el sonido del casquillo del arma. Lo había escuchado cientos de veces. Asintió a la orden y encaramado en la oscuridad corrió hasta la pared, pegándose a la misma y tratando de localizar cualquier forma de ver el interior de la casa y así poder desaparecerse dentro. “Destino”
Pasó al lado de una habitación con las cortinas echadas y pasó de aquella habitación hasta la siguiente ventana, poco antes de hacer el giro. Las voces del grupo ahora eran más lejanas, como un murmullo lejano. Se asomó y comprobó el interior de la casa, vacío totalmente, pero accesible. Una cocina americana, abierta al salón. Señaló al teniente con la cabeza. “Decisión”
Esperó a que el teniente llegara, no tardó mucho en hacerlo. Le tomó por el brazo, se incorporó con un suave movimiento ambos se desaparecieron del exterior de la casa. “Desenvoltura”

En un abrir y cerrar de ojos ya estaban dentro. Ahora tocaba localizar a la secuestrada y a su secuestrador. Un muggle. Un cochino y desagradecido muggle. Normal que Vishous quisiera partirle la cara.

-Chsss-Una especie de risa muy breve y apagada por la colcha de la cama fue consecuencia de aquella frasecilla.-¿Quién ha dicho que me caigas mal, Doc?La que me cae mal es tu magia.-Solté sin miramientos.

Decidí no insistir más en aquello de conocer lo básico en ataque simplemente gruñí por lo bajo conforme. Cada cual tomaba sus decisiones, no era el padre de nadie para decidir que debía hacer. El toque de la castaña en mi espalda hizo que volviese a gruñir, sugiriendo así que era consciente de que estaba tenso pero no era fácil controlarlo. Continué escuchando y alcé una ceja por eso de no estar preparada, me perdí en lo de los conceptos la verdad...

-¿Quién está preparado para traer un crío a este mundo?-Casi solté una risa con sorna pero se quedó a medias mientras sonreía de medio lado.-Si cree que tu eres impulsiva que se prepare para un crío. Ellos se meten en problemas, es su trabajo... el nuestro es protegerles.-Apreté la mandíbula tenso de nuevo y ella dijo que no quería hablar del tema pero así que a pesar de seguir hablando de lo mismo, ahora el sujeto del que hablábamos era de mí.-Y es difícil dar la talla.-Comenté pensativo, siendo consciente de que yo no la había dado casi en ningún momento de la vida de mis hijos.-A veces ser impulsivo les libró de algún problema que otro ¿sabes? La gente ve defectos en cualidades de las que carecen.-Concluí.

Después de eso la dejé hacer. Cerré los ojos sintiendo la magia de la Doctora, era puñeteramente avergonzante que se sintiese tan bien. La relajación. Los músculos ocupaban su lugar. Cuando terminó y se recostó a mi lado me quedé mirando durante unos minutos. Parecía cansada y yo...si seguía en esa cama acabaría durmiéndome. -Iré a vigilar la entrada y preparar el viaje.-Comenté apoyando mi cuerpo sobre los antebrazos. -No me fío de los vecinos.-

Noté que su luz temblaba y era débil así que me acerqué a ella impulsándome con la mano para acabar sobre su torso extendiendo la mano hacia algún lugar en la oscuridad. Tardé unos instantes en encontrar el interruptor de la mesita de noche que estaba al lado de Arleen y accionarlo.-Así podrás descansar.-Sonreí de medio lado estando justo con el rostro sobre el suyo , apartando la mano de la mesita.-Gracias Doc. Te debo otra.

Sonrió de lado cuando escuchó su risa, aunque esta se desvaneció levemente cuando dijo que lo que odiaba era su magia – No seas infantil, Gelion…Es como si yo te odiara por tener el cabello castaño- Murmuró, subiendo una mano al pelo y alborotándoselo un poco antes de continuar con su trabajo. La conversación fue por otros derroteros y escuchó lo que tenía que decir al respecto, sabiendo que en algún punto habían dejado de hablar de ella. Alzó suavemente el hombro ante su pregunta sobre quién estaba preparado. Tras eso le miró con cierta tristeza, había perdido mucho y estaba claro que se arrepentía.

-Me gustan los niños, ven el mundo casi de la misma forma que yo. Siguen creyendo que hay algo bueno en cada quien...- Hubo una frase, sin embargo, que le caló hondo. Le observó largamente, escuchando aquello de las virtudes y defectos -Quizás- Mencionó pensando que Sayid solía ser tan organizado, tan planificado que no dejaba espacio a la espontaneidad. Estaba demasiado acostumbrado a su rutina…Y a vivir de esa forma y quizás era por eso que todo lo que ella hacía sin pensar demasiado le molestaba. Tal vez sí había sido un error porque, por ejemplo, a Giordano e incluso a ese humano que en ese momento estaba curando, no le habrían parecido tantas locuras. Inspiró profundo y recordó la frase que le había soltado Sayid. ¿Es que acaso ella necesitaba un Descendiente? No… No, sacudió la cabeza como negando aquellos pensamientos.

Tras terminar se recostó, agotada y giró la vista hacia Gelion cuando se le quedó mirando. Le sonrió, aunque cansada -Espero que sea uno de mis mejores trabajos- Indicó y se reacomodó. En algún momento la música había dejado de sonar y Arleen desvió las manos otra vez hacia el walkman - De acuerdo...Come algo-  Pero Gelion empezó a moverse por encima de ella, la morena lo miró con curiosidad preguntándose qué estaba haciendo hasta que vio la luz. Volvió la mirada hacia él cuando se quedó suspendido sobre ella y… Fue consciente, entonces, de la intimidad que habían estado compartiendo en los últimos minutos y se le encendieron levemente las mejillas. Es más, se puso nerviosa porque había que ser ciega para no reconocer que era un hombre atractivo, aunque…No era eso lo que ella valoraba. Le recorrió el rostro un momento recordando cada discusión, cada comentario en retorno… Cada verdad que le había echado en la cara. Era inteligente. Y podría ser por el cansancio o por la falta de ese sentimiento de peligro que sentía ante tanta cercanía...Alzó una mano y la posó en su mejilla -Ten misericordia... Empezando por ti-

Estaba nervioso. Si bien era cierto que había sido entrenado para mantenerse frío y calculador en momentos así…La que estaba en peligro era Arleen. Y Sofía estaba con los Pendragon. Amaya en UCI. ¿Por qué todas las mujeres de su vida eran tan independientes y cabezotas? ¿Y TAN SEDUCTORAS DE PROBLEMAS? Vio a Benjamín moverse y con cada uno de sus gestos sabía el avanza. Finalmente fue hasta donde estaba él y cuando se desaparecieron dentro intentó calmar su mente.

-Van a entrar. Tenemos que ser rápidos y buscar una vía de escape que no sea la parte delantera. ¿Conoces la zona? ¿Hay algún sitio donde podamos llevarla momentáneamente? Está embarazada, no puede desaparecerse- Mencionó en apenas un susurro. No le había pasado desapercibido la única habitación con cortinas bajadas así que fue caminando, aunque abrió las otras puertas con cuidado de no hacer mucho ruido no encontró nada…Excepto en una que apestaba a muerte y era infantil. Aquello le revolvió el estómago y alejó aquellos pensamientos hacia Sofía. No podía distraerse en ese momento.

Finalmente, abrió la puerta de la habitación principal y lo que vio casi le paró el corazón. Desde donde estaba no podía ver que Arleen no estaba...EMPUJÁNDOLO COMO DEBERÍA.  ¿IBA A ABUSAR DE ELLA? Vio rojo. Cortó la distancia entre los dos y cogió de los pantalones al humano para alzarlo y lanzarlo contra el piso -¡QUITATE DE ENCIMA!- Ladró y en un instante le hizo un gesto a Benjamín para que fuera a por Arleen mientras él esperaba que Gelion se pusiera sobre sus pies, no iba a patear a un hombre caído -¡LEVÁNTATE Y DA LA CARA! Esperó apenas unos segundos, poniendo uno de sus escudos desviadores de daño en Arleen por si se le ocurría amenazarla y tras ello fue hacia Gelion con el único propósito de partirle la cara. Arleen dijo algo pero no la oyó.

Abajo… Abajo había movimiento pero Vishous estaba demasiado ocupado en querer sacarle los sesos por los oídos al humano secuestrador.

Asintió ante las indicaciones del teniente -Le daré tiempo. Usted vaya a por Arleen- No, no conocía la zona porque había muchas modificaciones en comparación a cuando vivía en Notting Hill. Se preguntó si su casa seguiría allí, de pie, impasible. Se preguntó por el botín del British Museum que habían saqueado en algún momento de su historia… tantas cosas de las que redimirse. ¿Ante quién podría confesarse? Siguió con la mirada a Vishous mientras subía por las escaleras. Tiempo, les daría tiempo. El chasquido de la luz de una de las habitaciones y supo que aquello serviría para localizar a la pareja… o al menos a uno de ellos.

Por su parte, Ben permaneció en la planta baja. Estaba en la cocina y no le costó localizar la grifería mediante la luz que se colaba de las farolas exteriores. Los sonidos  de los petardos y las luces coloridas de fuegos artificiales del desfile de algunas calles de más allá de aquella casa también entraban en el interior. Aquello podría semejarse a la guerra, de no ser por el silencio sepulcral que reinaba en la casa. El guardia abrió el grifo y dirigió el agua hacia la puerta de la entrada, la hizo ascender como si de un muro se tratase y la congeló. Y con ello fue creando una fina , pero fuerte capa de frío cristal que cubría las ventanas de la parte delantera de la casa haciendo que la casa se fuera enfriando no lentamente. Estaba por terminar cuando los muggles empezaron a tratar de tirar la puerta abajo y los gritos se escucharon desde el piso de arriba. Una pequeña bocanada de vaho demostró su preocupación y corrió por las escaleras, la puerta deberá aguantar ella sola.

Llegó justo a tiempo, como quien dice que le faltó el canto de un duro. Tenía todavía las manos mojadas del agua que había usado abajo con lo que pudo crear un pequeño escudo de cristal de frío hielo delante de la cara de Gelion. Se miró confuso, ¿acababa de salvar a un muggle de que le partieran la cara en dos? Atrajo a Arleen hacia sí, y la parapetó detrás, como buena esposa de Descendiente era su prioridad. -Vishous. Tenemos que irnos de aquí. Los asaltantes están a punto de entrar en la casa- Entonces un golpe seco hizo estremecerse la casa entera. No se habían andado con chiquitas, al no poder tirar la puerta abajo la había reventado. Con un coche, cuyas alarmas ensordecedoras tapaban sus voces y los pasos de los que estaban abajo, accediendo al interior de la casa -Señora Ibn Salah, tenemos que salir de aquí- Salió al rellano, pero ya era tarde. Una única escalera les separaba de los agresores, que les superaban en número y armas. Deshizo los pasos y entró en la habitación con todos dentro, apoyándose contra la puerta

Decidí no rebatir aquella comparación. Para mí no era lo mismo, para nada, pero no era el momento de sacarlo a relucir.

-No conoces a los niños de la Alianza por lo que veo.-Rebatí. Era cierto, los cargábamos de miedo y odio hacia los magos. Tal vez por prejuicios, tal vez por simple odio o quizás por miedo. Aquel miedo y desesperación que pasamos durante los primeros años de conflicto.

Pasado el masaje, cuando encendí la luz dispuesto a ir a vigilar a los vecinos el comportamiento de la doctora me pilló algo desprevenido. Aparté un poco el rostro, durante un breve segundo y antes de que la dejase tocar mi piel. Fruncí el ceño sin entender, buscando la razón de aquellas palabras y ese gesto en sus ojos.-¿Arle...

El tirón impidió que siguiese hablando y en un momento estaba en el suelo, aunque mi cara no llegó a dar contra él. Una fina capa de hielo había parado el golpe. No tardé mucho en moverme, para incorporarme buscando el arma. El arma... tras tocar donde debía estar desvié la mirada a la cama, efectivamente ahí estaba.

Respondí a aquel degenerado del mismo modo, aunque era evidente que yo estaba más hecho mierda que él y me costaba frenar sus golpes. Encajé uno en mi mejilla, fuerte y la abrí para desencajarla antes de lanzarme contra él con todo mi cuerpo con intenciones de llevarle al suelo.

El otro se llevó a la doctora. No me preocupaba que se la llevaran. Es más, era la idea, pero esperaba que yo pudiese salir de aquella. No era consciente de lo que sucedía en el resto de la casa pero si que pude escuchar los pasos de varias personas mientras trataba de contener la muñeca del guardia. El muchacho volvió a la habitación y le miré extrañado, pasando la vista a Arleen.-¿Que haces muchacho?¡Llévatela!-Miré a la puerta, el sonido se acercaba, una pequeña marabunta.

Gruñí y empujé a Vishius para ganar tiempo e ir hacia un mueble empujándolo hacia la puerta.-Vamos, ¡largaos!-La puta vecina amargada.

Le pareció rara aquella acotación sobre los niños de la Alianza -Eso puede cambiar. Es el momento de cambiar- Murmuró, aunque no tenía confianza en ello por lo que había visto el día anterior en aquellas personas. “No habrá misericordia”. El hecho de que Gelion se separara aunque sea un ápice, ese acto reflejo la hizo tensar los labios… ¿Le tenía miedo? Aquello le avergonzó y apartó la mirada con timidez después de decir aquello pero entonces todo fue caos.

-¡VISHOUS! ¡NO, NO! ¡PARA!- Le dijo sintiendo un cúmulo de emociones que se solapaban una con la otra. Paz de que la hubiese encontrado, confirmación de que siempre vendrían a por ella, terror de ver a Gelion herido y miedo de lo que le esperaba. Se incorporó  cuando llegó el otro moreno escuchando aquello de que los asaltantes estaban allí -Los vecinos…- Dijo mirando a Gelion con miedo, de nuevo… Observó a Vishous y a Gelion en el piso y aunque estaba agotada buscó ese resquicio de magia para colocar un escudo sobre su paciente, la lámina  de color violeta era casi transparente porque ya no tenía suficiente fuerza para seguir. Se dejó llevar pero al ver lo que estaba allí, aquellas personas, aquellas armas, tiró de Benjamín hacia dentro de la habitación.

El grito de Gelion le hizo fruncir el ceño - ¡Tú no te quedas aquí! ¡Te van a matar también! ¡No te curé para que hagas estupideces! - Le espetó con molestia y cuando vio a Vishous incorporarse e ir a por Gelion se atravesó, lo que generó que se detuviera instantáneamente. Llevó sus manos a su rostro para que la mirara. Tenían casi la misma altura -Mírame, V…- Empujó alejándolo de la puerta -Confía en mí. No me hizo daño…V, confía en mí. Nos vamos todos – Bajó la vista hacia su pecho y golpeó con el índice y el medio en su corazón, para luego hacer una X sobre el propio -Te lo prometo. No me hizo nada- Tras eso apoyó su cabeza en el pecho de su hermano y lo rodeó con los brazos, escuchando el golpe en la puerta. Intentaban abrirla. ¿Cuánto tardarían en disparar?

La respuesta la consiguió más rápido de lo que esperaba.

Esquivó el primer par de golpes pero después recibió uno en la cara que lo enfureció y le respondió de la misma manera, sintiendo el impacto en su mano con tanto dolor como satisfacción. Iba a partirle la cara en dos de ser necesario. Recibió el ataque y cayó al piso con éste y dio una vuelta forcejeando. No quería apalizarlo en el piso. No tenía ni una puta gracia. Volvió la vista hacia su Benjamín que estaba reportando la situación y soltó a Gelion con desprecio mientras se ponía de pie. Lo importante aquí era  salvar a su hermana… Y el tipo parecía que… Le miró extrañado pero aún con ira cuando soltó aquello de llevársela -¡NO LA HUBIESE SECUESTRADO DESDE UN PRIMER MOMENTO!- Le espetó e iba a por él para partirle la cara de nuevo cuando Arleen se atravesó en medio. Había visto su escudo ¿Por qué lo protegía? ¿Cómo que se iban todos? Gelion podía quedarse allí y que lo cosieran a tiros.

Intentó zafarse del agarre de su hermana pero entonces le cogió de la cara y bajó la vista para mirarla. Estaba cenicienta y tenía las narices de decirle que no le hizo daño -¿Te ha drogado?- Le preguntó, estupefacto pero entonces hizo ese gesto tan familiar e íntimo, de ellos dos, que algo en él se rompió. Estaba bien, estaba bien. La rodeó con los brazos y apoyó su cabeza sobre la de ella, estrechándola. Estaba con él, había llegado a ella, a tiempo. Pero aquello duró segundos, los disparos no se hicieron esperar y Vishous agradeció haberle puesto el escudo a Arleen porque pese a que se tiró al piso con ella uno le habría pegado en el pecho. Él llevaba la cota así que la bala apenas rebotó.

Ya en el piso miró hacia Benjamín y le hizo señas para que cogiera al tipo, del cuello si era necesario. Reforzó el escudo en Arleen y miró a Gelion con fiereza -¿Por dónde, imbécil? ¿Quieres que la lance por la ventana? Está embarazada-  La puerta se abrió un poco y Vishous activó uno de sus campos de fuerza para presionar la puerta hacia el otro lado -Benjamín, refuérzala- Le dijo al soldado y después volvió a ver a Gelion -¿Esta habitación comunica con otra?- Necesitaban salir de ahí, apretó más a la morena contra sí mismo pero se dio cuenta de que intentaba moverse hacia un sitio -¿A dónde demonios vas?- Le preguntó cogiéndola por la cintura pero al verla señalar el armario supuso que estaría reforzado así que la dejó ir, sin saber que lo que quería era abrir el armario de las armas del humano. Aunque no parecía saber hacerlo porque no hacía más que golpear la pared después de calzarse unas botas.