Aposentos de Wthyr Pendragon

Recuerdo del primer mensaje :


Además de la habitación, como todo castillo, cuenta con salas anexas entre ellas: Un salón privado para comer, aseos y vestidor privado y además un área con una biblioteca y zona con un escritorio. También tiene un espacio con sofás alrededor de una chimenea.

Finalmente acabamos regresando juntos a la habitación, dejando atrás el breve choque del pasillo. Esperaba no tener que hablar más sobre ello, pues no estaba seguro de que terminásemos bien si seguíamos por ese camino. Tras atravesar la puerta me quité la pesada capa para dejarla sobre un perchero, dirigiéndome después a una de las estanterías para dejar la corona que acababa de quitarme. ¿Dónde se suponía que se colocaban las coronas cuando no estaban puestas?  dejé esa pregunta absurda de lado cuando, para mi sorpresa, escuché a Catherine responder a algo de lo que le había dicho en el pasillo. Me giré despacio para hacer contacto visual con ella, creyendo sinceramente en que no lo hacía por confundirme. Probablemente no se diese ni cuenta.  

- No es tu intención, pero lo haces. Al menos así lo siento. Nunca sé cuál es tu línea de confianza que no puedo cruzar, cuánto es demasiado. - supe que seguía siendo sincera al explicar que quería dormir conmigo porque le daba miedo dormir sola en Ávalon, y eso lo entendía. Buscaba seguridad en mi persona. - Supongo que eso significa que confías en mí, de algún modo. - o hasta cierto punto. Todo era cuestión de un tira y afloja constante de lo que quería uno y lo que quería el otro, de lo que estábamos dispuestos a mostrar, a dar o a ceder. Suspiré pesadamente, sintiéndome bastante cansado de manera repentina. Fui a sentarme al borde de la cama, sosteniéndole la mirada de la manera más impasible que fui capaz a pesar de escucharla reafirmándose en lo que no podía darme.  Sus malditas barreras infranqueables.

- Y tenemos un objetivo común. - recalqué antes de que volviese a darse la vuelta para mirarse en el espejo, momento en que conectamos las miradas a través del reflejo. Eso me impulsó a volver a levantarme, caminando unos cuantos pasos hacia sus espaldas.

"Pero para mi no es suficiente."

Si le confesaba la verdad tal vez me tuviese lástima. No quería eso. Era demasiado orgulloso para reconocer que ahora lo quería todo, que iba a llegar un punto en el que no me conformase con el matrimonio de conveniencia y la familia que fingía tomar el té junta.  El asunto se se torció cuando me pidió que fuese honesto. Sabía que ella podía indagar en mi mente si quería, aunque no tuviese costumbre de hacerlo. Puse las manos sobre sus hombros cuando llegué hasta ella, que seguía sentada frente al espejo. Observé nuestro reflejo durante unos segundos, respondiendo en un ronco susurro.  - ¿Acaso no es evidente? - hasta ahora se lo había dicho con gestos, pero no con palabras. Deslicé las manos de sus hombros hacia sus brazos, despacio.  - Antes, tal vez. Ahora quiero más. - puse énfasis en ese más y confesé por fin, aunque yo mismo estuviese confuso por no querer conformarme con el plan inicial. Qué más daba. Ella tampoco quería, aunque en ocasiones me había parecido ver que dudaba...el sonrojo no se podía fingir.

- A mi también me ha parecido verte confundida en algún momento, cierto. Dime que no quieres que me acerque nunca más de ese modo y no lo haré. Que no quieres nada parecido a lo del baile, o a lo de antes sobre el dragón. Sólo dime claramente que no quieres nada físico.

-Lo siento…- Se disculpó y chasqueó un poco la lengua -Sé que soy difícil de leer pero es que…- ¿Cómo podía explicárselo? Había cosas físicas que no le resultaban tan incómodas. Quizás hasta era posible que tras tantos meses y experiencias vividas podía aceptarle un abrazo sin sentir un nudo en el estómago. Pero…¿Más que eso? No podía permitirlo. Debería decírselo de esa manera. Una cosa era el cariño o las muestras ¿leves? De afecto. Se frustró un poco por no saber cómo expresárselo -Si no confiara en ti, en algún nivel, no estaría aquí. Confié en ti cuando me prometiste que no me dejarías dormir, confié en ti para salvarme la vida… No tengo en nadie más en quien confiar aquí… Eres mi único aliado- Repitió las palabras que él mismo le había dicho algún día y que se habían quedado grabadas en su mente. Unas que incluso hacían eco de vez en cuando, al ver el rostro de sus hermanos o sus vasallos. No lograba depositar su confianza en ellos. No era sólo por ellos, sino por sí misma.

Asintió con suavidad a lo del objetivo en común llevándose una mano al vientre con una muy efímera sonrisa. Iban a estar bien pero quizás…debía hablar con Anteia de esos viajes o maniobras en dragón, por si acaso. Lo observó acercarse y no sintió la necesidad de esquivar su contacto. No estaba haciendo nada inapropiado así que por el momento estaba bien, sin embargo, un escalofrío le recorrió la columna al escucharlo devolver la respuesta con una pregunta. No respondió sino que vio sus manos deslizarse por sus brazos y se preguntó porqué demonios no tenía un vestido manga larga. No lo interrumpió, dejó que hablara porque sabía que cualquier palabra que dijera podía dar paso a un malentendido.

Pese a su sonrojo, le sostuvo la mirada, y alzó una mano para detener el avanza de sus dedos por su piel – Es mi turno de ser sincera…- Apretó levemente su mano  cuando su sonrojo se hizo más fuerte – No voy a mentirte…Yo… A veces siento…- Se quedó en silencio un momento como reuniendo las palabras, o el valor, o lo que sea que tenía que reunir para seguir hablando -Me siento atraída, física y mágicamente…Pero en el instante en el que me cruza eso por la cabeza me siento infiel. No lo siento correcto- Aún amaba a Ian y aunque sabía que esos sentimientos no tenían nada que ver con la forma en la que respondía su cuerpo cuando Wthyr estaba cerca, no dejaban de hacerle un nudo en el estómago. Esperaba que pudiera comprenderlo -Una parte de mí quiere apostar por ese futuro en el que formamos una familia pero… Yo… - Alzó levemente los hombros. No podía cambiar la verdad de su corazón.

Dejó caer los párpados, agotada, soltando un suspiro exasperado -Entiendo que quizás…Tu ahora veas una oportunidad, porque no estabas en ninguna relación, pero yo sí, yo estaba casada, tenía mi familia y éramos felices… Esta navidad fue el mes más especial de toda mi vida- Sintió que se le empezaba a humedecer la mirada y se llevó la mano libre hacia los ojos para eliminar la humedad, tratando de no llorar -Y no paro de acordarme… de la vez que te desee que tú también fueras feliz, como yo. Y el destino, el karma, es una mierda, porque de todas las personas del mundo nunca pensé que fuese yo la responsable de tu felicidad.  ¿Cómo se supone que voy a hacer eso? - Le dolía, porque en el fondo, Catherine le había dedicado esas palabras con profundo y genuino deseo de que fuera así. -No nos entendemos, peleamos, nos herimos constantemente y… - Movió la mano libre como si pudiera englobar la relación en un gesto -Y no puedo dejar atrás a Ian porque lo amo y sé que él me ama a mí y nunca me abandonaría incluso…Incluso si tiene que esperar toda la vida por mí porque en el fondo…porque…- Empezó a llorar, esta vez, de forma mucho menos calmada y más histérica porque era una realidad que no había querido enfrentar, una realidad en la que era casi imposible que volvieran a estar juntos. Intentó secarse las lágrimas a medida que caían porque estaba obstinada, frustrada y cansada de llorar delante de Wthyr pero no tenía demasiado éxito. Dicen que el tiempo cura todo pero después de un par de meses lejos de Ian, no hacía más que doler más. ¿Sería como las muertes de sus familiares? No era que dejaran de doler, sino que aprendías a vivir con ellas. A tu manera. Pero no quería…Una parte de ella tenía que aferrarse a la esperanza de que debía conseguir una laguna, algo que le permitiera volver a estar juntos pero temía tanto la aparición de una nueva maldición. De poner en peligro ya no sólo a Aedan sino a sus próximos bebes. Apretó el puño negando con la cabeza  -Porque sabe que lo tiene que hacer, porque indiferentemente de lo que suceda, te prometí cosas…Y quiero cumplir mi palabra, mis votos,  no quiero…No quiero otra maldición, no quiero poner en peligro a nadie y…No quiero hacerte infeliz tampoco y no sé qué es lo que tengo que hacer o cómo hacerlo-

Catherine se había grabado a fuego aquello del único aliado, algo que me recordó a lo que me había dicho Shyvanna antes de la coronación. Normal que estuviese asustada si veía enemigos en todos los demás. - Eso no es cierto. Mis hermanos también te protegerían, aunque solo fuese por interés propio. - porque nuestros destinos estaban unidos, quisieran o no.  Pero esa no era la cuestión. Lo importante en ese momento era otra cosa. Necesitaba saber cuáles eran los límites con ella, si era yo el único que no podía evitar sentirse atraído. Había tanteado el terreno al recorrer la piel desde sus hombros a sus brazos con mis manos, pero no fue a más. Dejé escapar un casi inaudible sonido de frustración cuando ella misma me detuvo al apretar mi mano con la suya. De nuevo ese contradictorio sonrojo, así que esperé que de verdad fuese sincera. Su confesión me hizo encajar las piezas de algunas escenas en las que yo había creído ver algo más, aunque tal vez me estaba haciendo ilusiones absurdas.

- Entonces no me lo he imaginado. No soy el único que ha sentido atracción sin necesidad del rubí de Sodoma que llevábamos en las alianzas.  - esa breve sensación de triunfo  se vio empañada enseguida cuando vinieron los peros. Se sentía infiel, en el fondo no iba a permitir que pasase nada más. Por un momento se me pasó por la cabeza que podía aprovecharme de lo que acababa de confesar para acabar decantándola a mi favor, para tentarla a caer. Sabía que en el fondo no era buena idea, menos con lo que siguió diciendo después. En resumen, era feliz y yo era el culpable de que ya no lo fuese, por mucho que no hubiésemos tenido elección. Tardé unos segundos en responder, con un tono más bajo de lo habitual.

- Nadie debería ser responsable de la felicidad de otro. Es...demasiado. Tampoco te he pedido que me quieras. Eso es imposible. Ridículo teniendo en cuenta el modo en que nos hemos casado y el poco tiempo que nos conocemos. Empezamos con mal pie, casi como enemigos.  - Mentiría si dijese que no me dolieron sus palabras sobre el amor que le profesaba al otro y lo incompatible que era eso con darme más a mí. Seguro que tenía idealizado ese amor romántico con el otro, me parecía excesivo eso de esperarle toda la vida. Qué aburrimiento. Tampoco era agradable escuchar la descripción de lo tormentoso de nuestra relación, especialmente porque era cierto. Hacíamos todo mal.

- Te niegas a seguir tus impulsos porque te crees que serías infiel si fueses más allá de un casto beso en la mejilla... - era difícil competir contra eso, o contra la lealtad que le tenía al licántropo. Bajé la mirada y estreché su mano en cuanto se puso a llorar de ese modo incontrolable, sin saber muy bien qué hacer para que se calmase. Que sí, que el otro sabía lo que tenía que hacer y era asquerosamente maravilloso. Lo cierto es que no aguantaba a su círculo, ni a su ex ni a Sean, ni a la mayor parte de los Descendientes. Si Catherine no se acostaba con el otro era sólo porque temía los efectos de la maldición, pero si lo hacía conmigo se consideraba infiel. - ¿Hacerme infeliz? ¿tú a mí? yo estoy por encima de esas cosas.  - o eso era lo que me había repetido a mí mismo muchas veces.  - Ya está, no hay más que decir. Suficientes confesiones por hoy- ni siquiera podía darle respuesta a lo que ella debía hacer. No se podía pedir que se arrancase al otro de la cabeza, ni podía seguir forzando acercamientos que sólo acabarían en rechazo y frustración para mí.

- Nada. No tienes que hacer nada.  - acabé atrayéndola hacia mi cuerpo para abrazarla, esperando que no considerase eso como otro contacto de infiel. Le pasé una mano por el cabello y la espalda para tranquilizarla, sintiendo que era de lo poco que podía hacer en ese momento. No era la primera vez que la veía llorar ni mostrarse vulnerable, era un gran contraste con las veces en que irradiaba poder mágico. Ya me había acostumbrado a ambas.  - Ve a dormir. -

Quiso decirle que sus hermanos la habían saludado hoy porque se esperaba eso de ellos. Todo lo que recibía era “buenos días, buenas tardes, buenas noches” pero prefería no meterse en su relación porque en el caso contrario, Catherine habría defendido a sus hermanos a muerte. Pero supuso que sí, por fines egoístas, harían cualquier cosa.  

Al oír su respuesta no hizo más que asentir, ya había confesado ¿Qué más podía decirle al respecto? La sorpresa ya la había digerido cuando lo miró a los ojos mientras le acariciaba bajo una noche espectacular, tras un momento de profunda euforia. Si se veía desde lejos, desde otra perspectiva, casi le parecía romántico. Fue…romántico pero Catherine tenía ciertos límites que no estaba dispuesta a cruzar.  Su respuesta sobre la felicidad le hizo fruncir el ceño, sin llegar a comprender hasta que empezó a discernir un poco de qué iba todo. Sólo… Le atraía. No eran sentimientos. Era exactamente lo mismo que sentía ella y aún así no podía darle eso. Pero al menos que comprendiera o analizara que su relación no era lo mejor, era un avance.

-Sé que es… Sé que es una tontería, sé que estoy casada contigo, que técnicamente no estoy siendo infiel pero… Yo… Yo…- Se encogió un poco porque le daba una vergüenza enorme y creyó habérselo dicho en algún momento. Con la mano libre se tapó media cara en un gesto de bochorno e intentó concentrarse en las palabras y no en lo que estaba sintiendo – No me gusta que la gente me toque…- ¿Por qué? Sencillo. Así fue como descubrió sus poderes de telepatía y fue una etapa de su vida muy… Muy … difícil. Particularmente, jodida oír directamente en la cabeza la decepción de tu madre o las burlas y el desprecio de su hermana. No lo había entendido al principio y cuando su padre se dio cuenta de cómo su comportamiento había cambiado ya había sido muy tarde, el daño estaba hecho y de allí…De allí venían casi todos sus miedos y reservas con sus poderes - Y los primeros meses fueron muy duros para mi Wthyr porque Ian es la única persona que realmente… Y yo no entendía cómo…- Dejó la frase en el aire, sabía que Wthyr la completaría - Ian y tú- Apretó un poco los dedos tirándose del pelo, sintiendo que quizás su respiración no estaba siendo del todo controlada pero el ataque de ansiedad no terminaba de llegar -Estoy tratando, te lo juro… Porque cuando me tocas…- Él sabía exactamente lo que pasaba porque sospechaba que él también lo sentía. Ese pequeño hilo de magia que reaccionaba a su contacto e iba filtrándose despacio, lento, pero inexorablemente en su cuerpo hasta el mismísimo centro de su ser. Generalmente, lo mantenía en control, mantenía a su magia en su sitio y retenida, pero a veces…quizás pecaba de codicia, de ambición o de deseo y cuando eso ocurría… No sabía muy bien cómo volver a contenerse.

Retiró la mano de su rostro en un movimiento brusco para subir los ojos hacia él con un gesto adusto, incorporándose para verlo frente a frente -No me mientas- Le espetó negando con la cabeza -Nadie está por encima de eso. Esa…Esa es una mentira que me dije por años, Wthyr…- Se rió, se rió con tristeza como si una parte de su cabeza simplemente recordara esa niña estúpida que había desechado su infelicidad y la había ocultado en dolorosos tatuajes -Has visto mis tatuajes… Fue mi propia mentira...No sirve y mientras más rápido te des cuenta de ello, mejor porque si no vas a acabar como yo- Cuando zanjó el tema, soltó un suspiro negando con la cabeza nuevamente. Estaba agotada, exhausta y quería…sí, quería dormir.

Cerró los ojos cuando la atrajo hacia él y se dejó abrazar durante unos segundos, apoyando la cabeza en su pecho; luego subió las manos para responder el abrazo necesitándolo más de lo que creía. Al sentir el calor de su cuerpo en sus manos dejó que su energía fluyera sólo para percibir al de él y sentir de nuevo ese poder, esa magia que podía protegerla de todo, que era capaz de todo; lo que la hizo soltar un sollozo de nuevo -Te extrañé- Le dijo con profunda honestidad porque era esa conexión lo único que la hacía sentirse segura en Avalon. Así que se quedó allí de nuevo, regodeándose en esa sensación.

Tomó una larga respiración cuando le dijo que se fuera a dormir para luego negar con la cabeza y separarse un poco  y mirarlo. Estaba agotada, necesitaba urgentemente un vaso de agua y lavarse la cara, cambiarse de ropa;  pero algo de su conversación en el pasillo se quedó en su cabeza dando tumbos-¿Cómo vas a usar la espada para entrenar? No puedes usarla contra alguien que aprecies…

Ya me había dado cuenta de lo mucho que le costaba el contacto físico, poniendo en contexto todo en cuanto interpreté que sólo había tenido relaciones con su ex y conmigo. Lo cierto es que con sus frases cortadas a medias y la ansiedad que le estaba entrando era un poco difícil seguir el hilo de su pensamiento, así que tenía que intentar entenderla e intuir.  - Lo sé...sé lo que pasa cuando nos tocamos. Es inevitable. - no se podía negar que nuestra energía mágica se comunicaba entre sí, que la conexión existía y que se atraían la una a la otra. Eso sí que se había convertido en una verdadera adicción en busca de esa sensación de poder.

Suponía que me iba a confrontar por la afirmación de que yo estaba por encima de esas cosas, ella solía desarmarme ese tipo de argumentos y me obligaba a reflexionar al respecto. Me sentí bastante identificado con esa risa de tristeza que soltó, y también con lo de los tatuajes, aunque en mi caso era algo distinto.  - También llevo ese tipo de recuerdos grabados en mi espalda. Por eso mismo es mejor desprenderse de esas aspiraciones que a la larga acaban en sufrimiento. Tenemos formas diferentes de verlo. - iba a decirle que se mirase a ella, hace unos meses era feliz, y ahora aquí estaba. Obviamente me callé, no quería que siguiese pensando en lo mucho que había cambiado su vida. Aún así, una pequeña parte de mí estaba de acuerdo con lo que decía la morena, mi actitud podía ser una forma de autoengaño.

Tras abrazarla preferí no decir nada más. Era mejor sentir la calidez de su cuerpo y de su magia en contacto con el mío, ese agradable hormigueo. La conexión al menos era enteramente nuestra. Para mí fue más reconfortante de lo que pensaba, y casi de manera inconsciente la estreché un poco más entre mis brazos. Dejé que mi energía mágica fluyese también para encontrarse de nuevo con la suya, inspirando profundamente algo más calmado. Ahora me daba cuenta de que también había extrañado esa sensación, aunque durante mi viaje a Irlanda ni me había detenido a pensar en ello. No era lo mismo, ella había estado en una situación de miedo e incertidumbre al quedarse sola en Ávalon. - Entonces me iré más a menudo.- murmuré con sorna antes de separarnos, mirándola a la cara ahora que parecía más calmada tras el llanto. Incluso retomó el tema de la espada.

- Pues  tendré que usarla contra los que no aprecie. No hay problema. La usaré contra enemigos, pero deberías contarme más detalles sobre el hechizo que hiciste sobre el arma. - tiré de su mano para llevarla hacia la cama, haciendo que se sentase en el borde de su lado. Luego me alejé y esperé que fuese hablando del tema mientras yo iba al vestidor. Le di la espalda al  desabotonarme y quitarme el jubón, comenzando después con la camisa. Al llegar al tercer botón dejé de abrirla, mirando extrañado a mi pecho. Las escamas de color rojo oscuro que había visto en mi hombro por la mañana ahora se habían extendido hasta el pecho, mezclándose con la marca de maldición de un modo peculiar. No parecía estar relacionado, pero tampoco entendía qué podía ser. Volví a abrocharme los botones porque no quería que ella lo viese. Dormiría así, hacía frío y a lo mejor no se extrañaba de que no me quitase la parte de arriba. Después fui hacia el cuarto de baño para lavarme la cara y los dientes, regresando finalmente a la cama para sentarme en mi lado.

La mención de sus esposas hizo que le mirara desde otra perspectiva. Entonces… ¿Entonces no había manera de encontrar la felicidad? No, eso era imposible. Recordó, al mirarlo, lo que le había preguntado una vez… ¿Por qué se despertaba cada mañana? Y no recordaba una respuesta. La certeza de que quizás… Quizás sólo le quedaba comodidad y adaptarse a su nueva situación hicieron que le diera un vuelco el estómago. ¿Dónde quedaba la esperanza? -Sonreíste…- Mencionó asintiendo para sí misma – Por nuestro hijo… No puedes decirme que no te hará feliz- Expresó para luego refugiarse en sus brazos.

Soltó un leve suspiro cuando dejó fluir la suya y lo estrechó igualmente, porque era absolutamente cierto, había extrañado esa conexión mágica; lo bien que le hacía sentir, lo poderosa que era. No obstante, su respuesta de sorna hizo que al apartarse lo mirara con irritación, pero manteniendo el pequeño nivel de sorna -Inténtalo- Le advirtió porque si la dejaba sola UNA vez más en Avalon, se iría a Ouroboros y que ya la buscara cuando quisiera. No sabía bien cómo iba a hacerlo, pero sospechaba que en la madrugada había poca gente en las calles, nada como el día de hoy.

-Es complejo- Reconoció  cuando habló sobre la espada -Tenía varias runas por distintas razones…- Alzó suavemente el hombro mientras la llevaba a la cama donde se sentó mientras terminaba de sacarse los accesorios del cabello y se masajeaba el cuero cabelludo lentamente, se sentía mucho mejor sin tanto estrafalario arreglo pero le quedaba el vestido y quería lavarse la cara del maquillaje y los dientes -Lo primero que debes saber es que…Como sé que la situación con el consejo e Ian es muy… complicada, la maldición no se desencadenará en ellos- Se incorporó y fue al baño mirando de refilón que no terminaba de sacarse la camisa, supuso que  por el frío -Si hieres a alguien, si la espada abre una herida, entonces la persona está maldita. ¿Recuerdas lo de Katarina?- Preguntó antes de lavarse la cara y retirarse el maquillaje con esas toallitas que Shyvanna le había dejado. Tras eso se lavó los dientes y fue a por el pijama -En cuanto le toques la maldición irá extendiéndose consumiendo su cuerpo y su energía vital, por ende, si no lo rematas es probable que muera pasado un tiempo…- Cuando Wthyr se fue hacia el baño ella aprovechó el armario y tuvo que ingeniárselas para bajarse el cierre del vestido, pero lo logró y se colocó los pantalones y la camiseta del pijama, volviendo a la cama casi al mismo tiempo que él. Se metió bajo las sábanas rápidamente porque era una noche helada pese a que la chimenea estaba encendida -Quizás algún sanador sea capaz de detenerlo durante un tiempo pero un experto en maldiciones será la verdadera solución- Se apartó el pelo de la cara y volvió a masajearse el cuero cabelludo tratando de liberar la tensión de todo el día pero luego dibujó una pequeña sonrisa ante una imagen que se le vino a la cabeza.

-Mira…- Susurró y miró hacia el techo para que viera la ilusión que había armado -No es que lo desee… Pero te verías muy épico- Murmuró mientras desarrollaba la escena de Wthyr peleando con la espada y escudo nuevo, en conjunto con una armadura preciosa. Con cada estudiado movimiento hería a uno de sus combatientes, abriéndose paso a través de un campo de cadáveres que iban cayendo uno tras otro a causa de la maldición, con sus rostros oscurecidos y secos. Ladeó la cabeza dándose cuenta de la imagen -Como un caballero oscuro- Indicó Catherine para luego entrecerrar los ojos -La usarías… en defensa propia ¿No? Es decir, no necesitas esa espada para defenderte, tienes tu magia- Cuestionó frunciendo el ceño antes de deshacer la ilusión y mirarlo, recorriendo su rostro con expectativa -No puedo… hacer bendiciones ni…nada positivo. Era lo único que te podía regalar cumpliendo mi promesa- Alzó suavemente un hombro antes de acurrucarse entre las sábanas con el cuerpo girado hacia él.

- Sí, de eso puedes estar segura. - Ahí tenía que darle la razón. El heredero era algo que deseaba y que sí podía tener, al contrario que a ella. En el fondo seguía temiendo que sucediese lo mismo que las veces anteriores, me preocupaba que nuestro hijo no sobreviviese. Por eso prefería no pensar demasiado en ello ni hacer muchos planes. Hasta que no pasasen unos días desde el nacimiento no me quedaría tranquilo.

Deshicimos el abrazo después de que me lanzase ese 'inténtalo' en forma de reto por lo de irme de nuevo para que me echase de menos. Iba a ser inevitable lo de marcharme, pero ya se lo explicaría en otro momento para ver qué hacía ella. Comencé a escuchar con interés todo lo que decía sobre la espada, aunque torcí un poco el gesto por lo de haber pensado en proteger a su ex y al Consejo. Lo tenía todo bien atado y no se fiaba un pelo. Tal vez se le olvidaba que si en algún momento quería herirlos no necesitaba una espada.  - Interesante...una espada que provoca heridas basadas en maldiciones. - comenté mientras seguía preparándome para ir a dormir, haciendo un sonido de desagrado al recordar a la maldita traidora de Katarina.  - Me acuerdo perfectamente de lo que le pasó a esa desgraciada. La magia negra la consumió. Parece bastante avanzado embrujar un objeto para que descargue maldiciones de manera selectiva. Tendrían que recurrir a ti o a alguien como tú para retirar la maldición. - digno de una descendiente de Morgana, y eso que aún era muy joven. Llegaría lejos.

Al regresar a la cama terminé de descalzarme y desvestirme, aunque mantuve la camisa cerrada por motivos obvios. Aquello empezaba a mosquearme, pero ya vería mañana. Ella ya estaba con su pijama y bajo las mantas, así que me metí también para echarme de espaldas a su lado. Seguí sus indicaciones para centrarme en la ilusión que estaba creando, una escena de batalla muy detallada y de una gran verosimilitud. La armadura, el modo en que iban cayendo, los movimientos al luchar...era como una recreación perfecta. Observé aquello durante varios segundos, con cierto brillo de ambición en la mirada. Debía probarla en el mundo real.   - Coincido. - acabé respondiendo a lo de épico, ladeando la cabeza para recorrer su rostro hasta fijarme en sus ojos multicolor.  - Sería más épico aún si estuvieses tú también, luchando juntos. Una combinación poderosa. Ah, y con una armadura negra. Podría conseguirte una. - asentí a lo de usarla para defenderme, porque para mí eso era luchar por todo lo que considerase que iba en contra de mis derechos. Tenía una amplia interpretación, según el punto de vista...

- Es una espada digna de un rey. - en realidad no es que necesitase a Excalibur, era sólo por joder al otro y deshacer el agravio de siglos. Estaba en manos de alguien que no la merecía.  - Pero sospecho que tendré que cambiarle el nombre de "Rompemaldiciones". Demasiado irónico. - tiré de las mantas un poco hacia arriba al ir a acomodarme, dudando un momento en girar hacia el lado para quedar frente a frente con ella. Al final no lo hice, no quería una cercanía demasiado tentadora. Cuanto menos la rozase más fácil sería. Me quedé tumbado boca arriba, a una distancia más o menos prudencial.

La seguridad de que al menos su hijo le haría algo feliz le dio cierta tranquilidad, a su manera, porque, aunque no podía darle todo lo que quería estaría colaborando con ella a través de su bebé. Notó que, pese a que su intento de sorna, aunque bien identificada advertencia; Wthyr no respondió nada y se encontró sintiendo un vacío en el estómago. No iba a dejarle sola de nuevo ¿verdad? Le había dicho… que…Habían sido sus peores días.

Se tomó como un halago el hecho de que intuyera que era magia “avanzada” pero sólo le hizo mirarle asintiendo -Te dije que no al uses en alguien que aprecies- Había sido bastante específica con eso y con el tema del entrenamiento porque si por equivocación alguien llegara a tocar el filo de la espada dependiendo de su resistencia física podría morir bastante más rápido de lo que esperaba y si a eso le sumabas que la herida pudiese haber tocado un órgano vital, era casi una sentencia de muerte.

-Ah…No…- Se rió, esta vez de sí misma con un deje de burla -Sería un estorbo. No soy buena en el combate, cuando Ian me entrenó por última vez se me resbalaban las dagas constantemente. Soy torpe y una vez casi pierdo un dedo del pie, así que me di por vencida... No, nunca estaría en un combate cuerpo a cuerpo- Lo cierto es que pocas veces había tenido que hacer algo parecido, siempre habia terminado ayudando a su manera y con magia. Al abrir la puerta en la misión, al controlar a Ian mentalmente cuando se transformó y cuando se las había visto negras en Ouroboros fue, precisamente, cuando sus habilidades de ilusiones y telepatía no funcionaban con el Hulkbuster  -He hecho mi paz con eso…Mis habilidades son otras, puedo… Ayudar con la organización del equipo de forma telepática, confundir a los enemigos con ilusiones, engañarlos para que se queden quietos en su sitio pese a recibir órdenes…Pero…¿Pelear? ¿Yo? - Negó de nuevo acompañándolo con un sonido – No duraría ni un minuto-

Apagó las luces y se quedaron sólo con las llamas de la chimenea, observó su perfil y la forma en la que se acomodó respetando su espacio -Suplicio- Sugirió antes de llevarse una mano a la boca para tapar el bostezo que le hizo cerrar los ojos -Puedes llamarla Suplicio oscuro. Así…recordarás, como Rey, que esa espada es para imponer un castigo mortal y no para blandirla por gusto- Expresó ya con voz adormilada, tomó una larga respiración y navegó las mantas por debajo hasta que sus dedos alcanzaron la mano de Wthyr, el contacto la hizo soltar un pequeño murmullo ininteligible ante la calidez que inmediatamente le recorrió el brazo y el cuerpo, antes de caer dormida casi inmediatamente.

Entendí de sobra que no era un arma con la que entrenar, y así se lo hice saber con un gesto en cuanto me recordó que sólo para gente que no quisiese herir. No pareció entenderme cuando dije que me gustaría verla en el campo de combate, pues yo no estaba hablando de que luchase físicamente. Seguro que el idiota de Ian ni siquiera se había planteado que ella no necesitaba usar espadas o dagas, o lo que fuese.

- Es que no lo necesitas. Podrías manejarte perfectamente en medio de una batalla valiéndote únicamente de tu poder mágico. Eso no significa que no puedas llevar armaduras...hay algunas que hasta potencian los poderes. - lo físico era para gente como Freyja, que llevaba entrenando desde niña y su físico así lo demostraba. Los puntos fuertes de Catherine eran otros. Asentí mientras explicaba lo que ella podía hacer, recordándole que ahora podía llegar más lejos. - Todavía tenemos que seguir experimentando con la canalización mágica conjunta. - habíamos dejado eso pendiente, incluido lo del Sanguis Ligno. Seguí pensando en ello después de que hubiese apagado las luces, haciendo un sonido pensativo al escuchar la propuesta de nombre para la espada.  -  Hmm...nombre de castigo. Podría valer. - comenté en voz baja mientras empezaba a entrarme el sueño, cerrando los ojos cuando entrelazó los dedos de su mano con los míos. La sensación agradable al contacto ya era conocida, así que me relajé y fui durmiéndome poco a poco.

Durante la siguientes horas me removí inquieto en sueños, la temperatura había ido subiéndome progresivamente y notaba como si me doliese el cuerpo. No llegué a despertarme, ni siquiera al amanecer, como tenía previsto hacer. Estaba demasiado cansado para ello.  Abrí los ojos ya bien entrada la mañana, pues se filtraba bastante luz por los ventanales.

Al girar la cabeza  me encontré a Catherine más cerca de mí de lo que esperaba, con una pierna y un brazo encima de mi cuerpo. Eso añadió más calor a mi cuerpo del que ya tenía, y por un momento no supe si moverme o quedarme así quieto. Iba a ser difícil eso de compartir cama si todas las mañanas amanecíamos así. Me quedé unos segundos contemplándola, apartando un poco el pelo de su cara para pasar después el pulgar por su mejilla. Por suerte no estaba despierta y no pudo ver aquel gesto. Luego traté de removerme lo justo para estirar el brazo hacia la mesilla de noche, tenía demasiada sed para intentar seguir durmiendo. No llegué a coger el vaso de agua, antes de eso la mesa salió despedida hacia la otra punta de la habitación como si la hubiese hecho estallar en una especie de pequeña explosión mágica involuntaria.

Tal vez Wthyr no era consciente de que cuando se hablaba de SAM no siempre la magia era una opción pero cuando le hablo de armadura le miró largamente como evaluandolo. Sin embargo, no dejaba de pensar en que ella no quería estar en medio de otra guerra. Menos ahora que su vientre empezaba a tener la forma del embarazo, no tenía intención alguna de lidiar con situaciones violentas y esperaba que Wthyr tampoco. Asintió a lo de la canalización pero el sueño era cada vez más pesado y no pudo responderle, simplemente se durmió.

Esa noche, finalmente, se acabó su problema nocturno y pudo descansar. Lo hizo de manera pesada y profunda. Sin pesadillas pero sueños bastante extraños en los que se veía con vestidos algo complicados  de llevar porque pesaban, no eran para nada ligeros pero cuando Katarina apareció para clavarle una daga en la espalda apenas lo sintió. Con un movimiento de su mano Katarina volvía a ser cenizas porque, sin duda, Catherine era poderosa. O al menos se sentía así…

Todo era perfecto en el mundo de los sueños hasta que un ruido estruendoso la despertó, Catherine apretó la mano sobre el pecho de Wthyr cogiéndole de la camisa por pura inercia, ya luego evaluaría porque tenía ella la manos ahí,  y apenas abrió los ojos antes de que su piel de ébano le cubriera el cuerpo. Cuando alzó la cabeza de la almohada para buscar a sus enemigos los lobos se formaron de oscuridad y empezaron a gruñir a la defensiva -Homenum revelio-  Nada. Sin embargo, mientras más buscaba menos encontraba pero no sé fiaba así que extendió su campo telepático pero… no, no había nadie. Ninguna consciencia.

Finalmente volvió la mirada a Wthyr, confundida y su piel volvió a tener su color habitual. Fijó la mirada en su mano y soltó lentamente la camiseta para luego pasar la mano y evitar que se arrugara más, así fue como se percató del calor que emanaba Wthyr -¿Estás bien? ¿Que ha pasado?- Subió la mano a su frente con un deje de preocupación, apartandole el pelo,  y luego soltó un siseó al percibir la temperatura -Estás ardiendo…- Y en ese instante se dio cuenta de que no era de madrugada. No… empezó a sentir que el corazón se le aceleraba. Estaba enfermo -Dime que no te han envenenado - Gimoteó mientras le sacaba las sábanas de encima y a sí misma porque se dio cuenta allí, en ese instante,  que tenía una pierna encima y escondió su sonrojo al bajarse de la cama e ir al baño por agua fresca en un bol y una toalla, imitando lo que él había hecho cuando ella se encontró mal.

Se sentó en la cama de su lado y tras escurrir el paño se lo puso por la frente -¿Tienes náuseas? ¿Te sientes débil? - Inquirió rápidamente -¿Llamó a Shyvanna? ¿O a Tauren para que nos lleve a Ouroboros? - Frunció el ceño. ¿Cómo se llamaba a un dragón? Miró hacia las ventanas con preocupación y luego lo observó a él -¿Puedes levantarte? Quizás bañarte con agua fría te vendrá mejor.

Aquella explosión me pilló tan de sorpresa como a Catherine, que despertó sobresaltada como si de un ataque se tratase. Estaba confuso, ni siquiera había pretendido hacer magia. ¿Cómo podía suceder eso por mover la mano? Traté de incorporarme, pero un repentino mareo me obligó a dejarme caer de nuevo sobre la almohada. Cerré los ojos un momento para que todo dejase de girar a mi alrededor y controlar las náuseas que me habían dado, escuchando de fondo a Catherine y a sus elementales.

- No hay nada que nos haya atacado...creo que he sido yo. No sé cómo.- murmuré mientras volvía a abrir los ojos, enfocándola mientras subía la mano a mi frente. Temblé levemente por un escalofrío con el contraste de temperatura, suspirando con resignación cuando dijo lo de estar ardiendo. - Eso parece...- hacía tanto tiempo que no estaba enfermo que casi ni recordaba lo que era sentirse así.

- Mierda. Tengo cosas que hacer. - Me quejé por lo bajo mientras retiraba las sábanas, negando con la cabeza a lo de haberme envenenado. No, las cosas extrañas ya habían empezado antes de la fiesta. Lo que tenía en el hombro y en el pecho no era normal. Sospechaba qué podía ser y que estaba relacionado con mi viaje a Irlanda, pero no estaba seguro. La seguí con la mirada mientras se marchaba al baño, pensando en que debía decírselo por si acaso. Tenía que confiar en ella.

Me puse el antebrazo sobre los ojos para buscar algo de oscuridad, apartándolo cuando regresó con agua y un paño. Valoré aquel gesto, pero también me avergonzaba que ella me viese mostrar debilidad. Sentí una mezcla de alivio y frío con el frescor del agua, llevando mi mano a la suya para que la dejase ahí un poco más. - Sí...todo eso. Es como si me acabase de aplastar un dragón. - respondí a sus preguntas sobre lo que sentía, inspirando profundamente para guardar silencio durante algunos segundos. - No, no llames a Shyvanna. Ni a nadie. No quiero que se sepa. Es... - volví a hacer un intento de incorporarme cuando me preguntó si podía, tapándome la boca con la mano un instante como tratando de contenerme. Falsa alarma por el momento. Me quedé incorporado y esperé otro poco para recomponerme. - Deberías marcharte, por si acaso. No quiero que te pase lo mismo, y además estás embarazada. - eran suficientes motivos. Desvié la mirada hacia mi hombro, empezando a desabotonar la camisa despacio para dejar a la vista las escamas draconianas que habían aparecido en mi piel. Preferí no mirarla a la cara para no ver su reacción. - Necesito que busques un libro en la biblioteca. Tengo que comprobar una cosa. -

-¿Cosas que hacer?- Le miró como si de pronto se le hubiese caído la cabeza de redondo y estuviese rodando por el suelo -Tú- Le señaló -No irás a ningún lado- Le soltó mientras estaba en el baño, al volver notó el brazo sobre el rostro y movió unas manos hacia las cortinas para cerrarlas un poco más y evitar la luz del día. Sólo recordar cómo se había sentido aquel día le daba escalofríos. Mantuvo la toalla sobre su cabeza cuando puso su mano allí preocupándose por la forma en la que decía que, en efecto, se sentía fatal.

-Entonces… Deberíamos llamar a un sanador, Wthyr…- Susurró porque ella más allá de algún remedio natural no tenía muchos conocimientos de pociones. Escuchar que rechazara la presencia de su hermana le pareció particularmente raro, porque sabía que tenían una muy buena unión. Abrió los ojos como platos cuando lo vio llevarse una mano a la boca -Espera voy a…- Se incorporó y fue al baño para buscar un par de toallas más y otro bol por si le apetecía vomitar y no podía llegar al baño. Esquivó los retazos de la silla mientras la miraba, evaluándola. Luego volvió con él y colocó lo que había traído a su lado -¿Marcharme? ¿Por qué?... Ah…- Frunció el ceño cuando empezó a desabotonar la camisa -Crees que puedes contagiarme, ya… ¿Quieres que te prepare un baño? No voy a dejarte... solo... así como estás si encima no quieres pedir ayuda a tus hermanos. No...- Lo que sí podía era buscar agua, explicarle a los sirvientes que no trajeran un desayuno gigante. Tal vez una sopa…y agua -Necesitas agua-

Y se iba a incorporar para hacer eso cuando vio las escamas en su piel. Se detuvo y reacomodó la posición quedándose en silencio -¿Eso es fiebre de dragón?- Preguntó porque fue lo primero que se le vino a la mente de las enfermedades “famosas”. Alzó una mano y la cubrió con su piel de ébano para luego tocar las escamas y comprobar que eran duras como las de un dragón. Qué curioso -Fijo que Lucio sabe qué es y cómo solucionarlo pero…Para una fiebre sin duda necesitas agua y reposo. Así que olvídate de tu agenda... ¿Tienes algún asistente al que le diga que te tomas el día?- Preguntó porque algunos Descendientes si lo tenían, Catherine no porque básicamente tenía pocas responsabilidades, ningún aprendiz y la sociedad tenía cero interés en ella así que llevaba una vida poco...agitada. Se inclinó y tomó la otra toalla para mojarlo en agua y se acercó a Wthyr para ponérsela en la nuca -El hipotálamo…lo aprendí cuando se enfermó Aedan- Le sonrió y escuchó su siguiente indicación, mirando hacia la puerta con un gesto de agobio puro -Vale-

Se incorporó finalmente y fue al vestidor, cogiendo el primer vestido que vio y cambiándose en un parpadeo. Se calzó las botas (aunque no fueran a juego) y se puso una de sus capas encima. Iba a tener que preguntar indicaciones porque no sabía donde estaba -Bien… Tienes el bol por si quieres vomitar, cámbiate las toallas cada cierto tiempo…- Empezó a darle indicaciones mientras se acercaba y cambiaba la toalla de la frente hacia el otro lado -Ah, agua- Recordó y fue en busca de la jarra de agua, llenó un vaso y se lo tendió vigilando que bebiera una parte -¿Qué libro es?- Cuestionó y una vez que tuvo la información asintió para salir por la puerta, no sin antes echarle un vistazo.

Afuera pidió a un guardia que la guiara hacia la biblioteca  y también que viniera alguien de los encargado para la cocina, fue hablando con ella sobre sus “necesidades de embarazada” en la dieta como excusa para el menú “ligero” de hoy tras el festín de coronación de ayer. Se sorprendió de lo gigante que era la biblioteca así que pidió indicaciones para ir en busca del libro pero …tardó lo suyo, tardó casi 20 minutos en encontrarlo porque no quiso pedir ayuda para leer los títulos y su dislexia y nerviosismo no ayudaba pero cuando lo encontró apresuró los pasos de vuelta a la habitación esperando que Wthyr tuviera mejor pinta.

- Llamar a un sanador sólo traerá más problemas. - me negué en redondo, prefería aguantar unos días a tener que lidiar con rumores y lo que éstos podían desencadenar. Había demasiado en juego si se ponían a indagar, podían descubrir el secreto que la abuela nos confió antes de morir. Catherine lo entendería mejor cuando le explicase todo, cuando terminase de confirmar mis sospechas sobre lo que podía estar pasándome. Asentí a eso de que temía contagiarla, sería culpa mía. - No puedo ponerte en riesgo. - aún así ella insistió en que no me iba a dejar solo, cosa que me sorprendió y me preocupó a partes iguales. Tendría que convencerla.

Mantuve el rostro girado mientras le mostraba lo que me había salido en el pecho y en el hombro, hasta ahora oculto por la camisa. Pegué un pequeño bote al sentir el frío de sus dedos cuando me tocó, volviéndome para mirarla como si se hubiese vuelto loca por atreverse. Curiosa, o temeraria. En cualquier caso no se asustó o retrocedió, algo que hubiese sido una reacción normal.  - Todavía no tengo claro qué puede ser...pero creo que es algo que cogí en el viaje que hice estos días. - haciendo memoria estaba cayendo en que había algunos enfermos en la banda de híbridos con la que estuve haciendo tratos, pero en ese momento no le di importancia. Cualquiera diría que era karma, por meterme donde no me llamaban. El galeno que ella nombró seguro que sabría más del tema, pero tampoco me daba la gana recurrir a Ouroboros.  

- El libro...con el libro saldremos de dudas. - estaba en la biblioteca general de Hipatia, y era una copia de un libro de un descendiente de Hipócrates. Con esos datos podría encontrarlo. Me pasé una mano por la cara mientras pensaba a quién le podía decir que me tomaba el día, y al final decidí que era un asunto que debía quedarse en familia.  - Darren. Él no hará muchas preguntas y tampoco vendrá aquí. Le mandaré un mensaje sin dar muchos datos. - era la mejor opción para encargarse de lo que hiciese falta. Maldije internamente al notar otro escalofrío por la toalla mojada en la nuca, aunque suavicé un poco la expresión de estar odiando todo cuando la escuché decir lo de su hijo. Era afortunado de tenerla como madre, y, en cierto modo, ambos habíamos puesto de nuestra parte para que ese niño sobreviviera.

Atendí a las instrucciones que me dio antes de marcharse, diciéndole después el nombre exacto del libro para que pudiese encontrarlo rápido en la sección de medicina. Volví a tumbarme e intenté descansar después de que ella saliese de la habitación para ir a buscar el libro, poniéndome el paño húmedo sobre la frente y los ojos. No tardó mucho en calentarse, pero no lo cambié por el momento. Mi mente divagaba de manera extraña mientras yo respiraba despacio y me empeñaba en no tener que utilizar el bol que había dejado Catherine por si acaso. Quise enviar un patronus a Darren, pero el resultado fue hacer estallar la estantería de enfrente y desistí. Dejé el paño a un lado para incorporarme a beber agua, aunque eso me revolvió el estómago más aún. Enseguida me levanté como pude, poniéndome lívido y tambaleándome hasta el baño para arrodillarme frente al retrete. Justo en ese momento escuché la puerta del cuarto abrirse, suponiendo que Catherine había regresado. - ¿Has encontr...? - ni siquiera pude terminar la frase, en cuanto abrí la boca empecé a vomitar todo lo que había cenado la noche anterior.

Mientras volvía a la habitación intentaba pensar en todo lo que Wthyr le había dicho a ver si tenía alguna pista. Era una enfermedad cutánea, que modificaba su piel, tenía fiebre, náuseas, debilidad y explosiones de magia. Sin embargo, el libro era realmente lo que le despertaba dudas. De todas formas, hasta que no hablara con él no iba a tener nada claro. ¿A dónde había ido? ¿Quién le había contagiado? Eran detalles que necesitaba saber porque lo cierto es que la noche anterior se veía perfectamente.

Pidió a los guardias que no les molestaran porque estaba muy cansada del día de ayer y Wthyr quería cuidarla a solas. Le daba igual lo que pensasen y si pensaban mal, pues mejor. Quizás hasta ponía una ilusión para distraerlos. Estaba pensando en ello cuando abrió la puerta del cuarto pero no le encontró en la cama y frunció el ceño, al menos su voz le hizo saber que estaba vivo. Aunque la estantería destrozada le daba muy mala espina. ¿Había intentado hacer magia de nuevo? Tensó los labios con preocupación -Sí…- Pero en cuando escuchó la arcada tensó los labios e hizo un hechizo de insonorización para que nadie los escuchara. Se apresuró a dejar el libro en la primera superficie que vio antes de entrar al baño y ponerse a su lado, dejandole una mano en la espalda con cuidado. Aún ardía.

-Te voy a preparar un baño, tenemos que bajarte la temperatura- Advirtió y se incorporó para ir a una de las tinas y abrirla. Iba a odiarla pero lo hizo con agua templada, no fría porque el cambio de temperatura podía ser muy brusco y ser contraproducente. Volvió con él tendiéndole una toalla para que se limpiara y se preguntó si podía ayudarlo a meterse en la tina -¿Puedes levantarte?- Preguntó con suavidad  porque por mucho que quisiera, la verdad es que no podía cargarlo como él había hecho con ella. Con un poco de ayuda y voluntad lo llevó finalmente hacia la tina, después de que se lavara la boca,  ayudándolo a meterse con la ropa puesta porque sinceramente a ella le daba una vergüenza de muerte quitársela. Aunque si luego quería quitársela en la tina pues...miraría el techo -Aguanta- Le dijo con casi cordialidad porque sabía que la sensación no sería bonita. Una vez que lo depositó allí fue a por una nueva toalla para ponerla en la parte de atrás de la nuca, húmeda, pero para que le sirviera de apoyo. Le cogió la cabeza con cuidado y se la apoyó allí.  Otra toalla la usó para mojarle de nuevo la frente y el rostro -Poco a poco iremos enfriándola más. Le he dicho a los sirvientes que me encontraba regular y pedí que cambiaran el menú de hoy. Te toca sopa y agua y lo que ellos consideren, y yo, para que estabilices tu estómago. Y a los guardias les dije que estábamos cansados de ayer y queríamos estar solos. He insonorizado la habitación para que no nos oigan- Advirtió frunciendo el ceño, casi como marcando un cheklist en su cabeza y volviendo a mojar la toalla para limpiarle el rostro con cuidado, luego se la dejó en la frente -¿Hablaste con Darren?- Preguntó, porque prefería que esa noticia le llegara de su parte.

En mitad de aquel mal momento ni siquiera me enteré de que Catherine había entrado al aseo, al menos hasta que noté su mano en mi espalda. Quise replicarle a lo del baño en un breve instante de pausa, pero no pude decir nada porque mi estómago decidió que aún le quedaba para terminar de vaciarse.  Abrí los ojos de nuevo cuando creí haber terminado, jadeando levemente y con el cuerpo tembloroso. Luego extendí una mano hacia la toalla que tendió hacia mí para limpiarme. - Sí, puedo...- Hice un esfuerzo para levantarme porque no podía cargarla de esa manera. Demasiado peso para ella. Me moví primero hacia el lavabo para enjuagarme bien la boca, observando después en el espejo lo pálido que me había quedado.

Traté de no apoyarme mucho en su hombro mientras me llevaba hacia la bañera, metiéndome allí vestido con la camisa y el pantalón largo del pijama. El desagradable contraste de la temperatura del agua con la de mi cuerpo me hizo soltar un sonido de queja por lo bajo, aunque intenté aguantar porque sabía que en el fondo ella tenía razón y eso era de las pocas cosas que podía hacer ahora mismo. Me eché una poca agua a los ojos para ver si así dejaban de arder, preguntándome si de verdad un día sería suficiente para estar bien y volver a salir de los aposentos.

- Siento que hayas tenido que verme así. - murmuré claramente avergonzado por la escena de antes y por lo poco que me gustaba eso de mostrarme débil. Seguí hablando con voz cansada mientras ella me apoyaba la nuca en la toalla. Me moví levemente por otro escalofrío al contacto de la toalla en la frente y el rostro, dejando escapar el aire con resignación. - Debiste pasarlo fatal cuando esa perra te envenenó. - ahora lograba empatizar bastante más con mi esposa, podía imaginarme lo mal que se había encontrado aquella noche. Hice una mueca de disgusto al escuchar lo del menú, por ahora no me apetecía comer nada en absoluto.  - Mejor no me hables de comida ahora mismo...- lo demás me pareció mejor, había sido diligente y se había encargado de organizarlo todo rápidamente. Ladeé la cabeza un poco para mirarla con agradecimiento, aunque hasta que no leyese exactamente lo que ponía en el libro sobre mi sospecha no me quedaría tranquilo con tenerla tan cerca.

Empecé a quitarme la camisa mojada para ver la evolución de las escamas, respondiendo mientras a lo de Darren. - Intenté mandarle un maldito patronus antes, pero acabé reventando la estantería. - me harté de quitar botones y acabé rajándola para tirar de ella, tirándola al suelo dejando así al descubierto el torso. Ahora se extendían también hacia la mitad del brazo, como si de una armadura se tratase. Se me vino a la mente una imagen de la abuela cuando éramos pequeños, diciendo que tuviésemos cuidado al acercarnos a los híbridos. Ahora entendía por qué lo decía. No era por racismo hacia ellos, sino para protegernos.   - La abuela tenía razón...puede arruinarlo todo. - cavilé para mi mismo un poco ido, pidiéndole después a Catherine que trajese el libro.

Ladeó la cabeza cuando Wthyr le pidió disculpas por verle así -Por verte… ¿enfermo?....por ser... ¿normal? - Preguntó entrecerrando los ojos como si no acabara de entender porqué le estaba pidiendo disculpas pero mientras más lo miraba más se daba cuenta de que la debilidad lo estaba carcomiendo por dentro -Soy tu esposa… No tienes que pedirme disculpas, además, me has visto en peores condiciones- Y ella no le había pedido disculpas, sino ayuda. Apartó la mirada para controlar la temperatura del agua cuando mencionó aquellos fatídicos recuerdos -Sí…Pero… además de todo, fue una de las primeras veces que realmente tuve miedo de morir y …Y he hecho muchas cosas arriesgadas, pero… En esos momentos sólo me jugaba mi vida, no la de dos linajes- Sí, porque pese a todo tenía sentido de responsabilidad y cuando volvió la mirada hacia él alzó suavemente los hombros -Ni la de mi hijo. Captó su mirada y le sonrió brevemente, asintiendo en respuesta.

-Oh, sí, lo siento…- Hizo una mueca con los labios y volvió a remojar la toalla para ponérsela de nuevo en la frente. Al escuchar lo de Darren miró hacia afuera de la habitación entendiendo ahora la explosión y el desastre -Le enviaré un mensaje- Se quedó mirando a Wthyr pero por un leve instante pareció no verle a él, por supuesto, estaba buscando esa débil conexión mental con Darren porque lo había visto más bien poco y hablado mucho menos pero cuando la encontró sonrió con un deje orgulloso y le envió el mensaje. “Hola Darren, Wthyr y yo tenemos unos asuntos pendientes con la investigación de un hechizo y tenemos que quedarnos a investigar, aunque todo el mundo cree que nos encontramos cansados de ayer. Me ha dicho que eres el más capaz e indicado para encargarte, así que Ávalon está en tus manos. Gracias”.

Una vez lo hubo hecho parpadeó suavemente y volvió a centrar su atención en el moreno que ahora se rompía la camisa, lo que la hizo abrir los ojos como platos y encima subírsele los colores -¿Sabes?... Me recuerda a mi piel de ébano… ¿Crees que esta sea una consecuencia física de la canalización de magia? Ayer no hicimos mucho pero… Tuvimos un intercambio- Le dijo manteniendo su asiento en el borde de la tina y quedándose patitiesa cuando dijo que “la abuela tenía razón” -¿Darren? ¿arruinarlo? Pero si acabo de mandarle un mensaje… ¿Quieres que le diga otra cosa?- Inquirió y cuando pidió el libro se incorporó incómoda para ir a buscarlo, esquivando los destrozos que había dejado Wthyr. Al volver lo hizo también con una toalla para que se secara las manos -Léelo tú… Te pondrás histérico si lo hago yo… ¿Qué página busco? – Porque los números se le daban algo mejor y podía sostenérselo a la altura de sus ojos  para que leyera.

Hice un gesto con la mano como intentando explicar por qué me molestaba que me viese mal, exasperándome al final al no lograr organizar las palabras en mi embotada cabeza. Nos habían criado así, desde muy niños se nos había enseñado que o eras fuerte o no eras válido, especialmente los destinados a ser guerreros.  - En esta isla los linajes débiles perecen...te retan si no estás en condiciones.- me tranquilizó un poco que dijese que no tenía que pedirle disculpas, que no se había tomado a mal la situación en la que la había metido sin querer.  - Es que podrías estar descansando, en vez de aquí con un rey caliente a remojo. - farfullé por lo bajo en un desvarío de frustración. Poco podía rebatir a lo de haberla visto peor, porque así era. Me descubrí pensando que a mi tampoco me había molestado cuidarla y que lo haría de nuevo si hiciese falta. Le puse cara de que acababa de darme cuenta, medio aceptándolo.

Luego la escuché en silencio mientras me expresaba cómo se sintió cuando creyó que moría por el veneno, encima teniendo el cargo  de la vida de su hijo  y la de más gente. Por eso había tanto miedo en sus ojos mientras me pedía ayuda. Aquello se me había quedado grabado.  - No volverán a tocarte. - repuse con un brillo salvaje y febril en la mirada. - Te lo prometo.- añadí para rematar aquello, que tuviese la certeza de que haría lo que fuese necesario para cumplir mi palabra.

Luego volví a dejar la cabeza apoyada en la bañera, sintiendo bastante alivio al notar el paño húmedo. Parecía que con eso y después de haber vomitado me sentía algo mejor. Asentí aceptando que enviase el mensaje a Darren, algo más tranquilo.  - Puede parecerse a la piel de ébano, pero esto no lo controlo. Ni tampoco lo que pasa al intentar hacer magia o algunos movimientos. No sé si tendrá que ver con el intercambio, pero no me arriesgaría a intentar canalizar juntos hasta que esto pase. - ¿Y si hacia explotar algo y estaba ella cerca? ¿y si la cosa iba a más y no podía controlarme?

Esperé a que volviese con el libro para aclararle lo de Darren y la abuela, alzándole una ceja cuando dio en el clavo de que quería prefería buscar yo en el libro. Lo de su dislexia...probablemente.  - Sección de híbridos...- comenté mirándola de manera críptica después de secarme las manos para coger el libro. Pasé las páginas con rapidez hasta dar con la que enfermedad que sospechaba, empezando a leer en voz alta. En el grabado que ilustraba la página se veía un hombre tumbado en una cama con el cuerpo completamente cubierto de escamas. Justo lo que me estaba pasando.

-  Hibridosis vírica, también conocida como "el mal del híbrído". Afecta únicamente a aquellos cuya sangre mágica esté mezclada. - ahí paré de leer un momento, era lo primero que quería saber. Ella no podía contagiarse. A esas alturas ya debía estar dándose cuenta de que le estaba diciendo que yo mismo era híbrido. Además, cuadraba con los enfermos que había visto en el viaje a Irlanda. - El cuadro clínico se compone de varios síntomas. Fiebre alta, dolor de cuerpo, debilidad, náuseas, vómitos, mareos, pequeñas explosiones mágicas descontroladas y aparición brusca de rasgos notorios de una de las razas hibridadas. No hay nada concreto para tratarla, excepto pociones y otros medicamentos para aliviar los síntomas. Hay que dejar que transcurra. Por lo general suele durar entre una semana y diez días, aproximadamente. En ese período remite por sí sola, aunque también puede haber casos más graves e incluso muertes. Los rasgos de la raza que aparezcan desaparecen para volver a la normalidad, pero en algunos casos permanecen o se reactivan pequeños vestigios. Afecta a características mágicas propias de la raza...debilita el cuerpo y provoca descontrol de la magia propia. Requiere aislamiento entre híbridos. - terminé de leer lo más importante, pensando de inmediato en mis hermanos y empezando a agobiarme porque había estado demasiado cerca de Shyvanna cuando hablamos. Esperaba no haberle contagiado nada, aunque hasta dentro de unos días no lo sabría. Suspiré finalmente, pasándole el libro a Catherine a la par que alzaba la mirada esperando su reacción.

- No supe que lo era hasta el día en que murió mi abuela. Ella no lo había dicho antes porque no puede saberse...

Escuchó las razones por las que había pedido disculpas y era algo que se veía venir. Tanto Darren como él eran bastante cerrados a mostrar emociones,  es más, Catherine se lo había echado en cara a Wthyr más de una vez. Ahora entendía el porqué. Supuso que pese a que quizás sus padres eran distintos a los suyos, habían tenido muchas exigencias. Movió la mano hasta la suya y la apretó – Lo que suceda en esta habitación no tiene porqué ser la comidilla de Ávalon- Se llevó el dedo a los labios haciendo un gesto de silencio -Mantendré el secreto de tu nula inmortalidad- bromeó tratando de subirle un poco el ánimo para luego oír aquello de que debía estar descansando -Anoche dormí bien por primera vez en varios días asi que me encuentro bie…- Miró a Wthyr un instante cuando soltó lo del “rey caliente” porque le parecía algo un poco impropio pero estaba tan frustrado que pareció no percatarse hasta que de repente pareció entender que no le importaba cuidarlo.

Notó el cambio en Wthyr cuando le prometió que no volverían a tocarla y asintió, aunque en el fondo, notaba que quizás aquello había sido … Claro, una experiencia de mierda. La posibilidad de ver morir a su tercera esposa y, encima, la única que podía ayudarle. Habría revivido miedos y temores así que se inclinó para mirarlo seriamente -Lo sé-

-Quizás las explosiones es porque te he dado mucha energía sin querer- Le dijo haciendo una pequeña mueca, como echándose la culpa, pero tenía razón no podíamos arriesgarnos a canalizar o hacer hechizos juntos si se encontraba así. Sería añadir ingredientes al caldero de una poción inestable: Desastre anunciado. Al volver con el libro, la petición de Wthyr le hizo fruncir el ceño. ¿Qué tenían que ver los híbridos con nada? Pero aún así, por ayudarle empezó a buscar sin embargo su mente empezaba a realizar ciertas conjeturas.

Se acomodó en el borde de la tina mientras escuchaba todo lo que estaba diciendo Wthyr. Estaba tan claro como el agua de la tina. Era un híbrido y por las escamas que aparecían en su piel, era un híbrido dragón. No sabía, es más, no tenía ni puta idea de como sentirse al respecto. ¿Eso era la definición de shock? Simplemente le miraba con las cejas levemente levantadas y una expresión profundamente neutral, aunque con un toque de confusión. Tenían que estar encerrados más de una semana, si evolucionaba bien. Eso iba a despertar sospechas. Ladeó la cabeza al oír aquello de casos “más graves o muertes” sintiendo que se le revolvía el estómago a ella, a alguien había que avisarle de su situación pero no era su decisión, era de él y debía repetarla. Se incorporó, porque necesitaba caminar, o al menos de eso tenía ganas y empezó a ir de un lado a otro con lentitud, intentando pensar abrazando el libro.  

Wthyr. Era. Híbrido.
De dragón.
Porque vamos que esas escamas estaban bien hechas.

¿Y por qué entonces la maldición respondía a él? Se rascó la mejilla un poco abstraída para luego ponerse las manos en la cadera y girarse a enfrentarlo cuando dijo lo de la abuela - ¿Por qué?- Preguntó sin llegar a comprenderlo, ¿Por qué no debería de saberse, exactamente? -Y… ¿Por qué? -  ¿Por qué la maldición respondía a él? - ¿Eres…Eres un Pendragon, no? Porque si no la maldición no habría respondido… ¿Verdad? Y…- Estaba muy perdida, se llevó las manos al vientre y lo observó dudosa -Pero… ¿Cómo eres híbrido? ¿Tu mamá le fue infiel a tu padre? ¿Era tu… Oh…- Abrió los ojos como platos - ¿No eres el heredero Pendragon? – Casi se le sale un OMG de la boca, pero se tapó los labios -Estoy muy perdida. Espera…- Se acercó a la tina y se sentó con cuidado para estar más cerca, apoyando el libro en sus piernas -Empieza, desde el principio-

Respondí con un sonido fingido de risa irónica a su pequeña broma sobre mi nula inmortalidad, aunque en realidad me hizo sentir más confiado y tranquilo el modo en que manejaba las cosas. La había subestimado al llamarla cría tantas veces, en muchos aspectos demostraba bastante madurez. - Mmm...¿crees que habría algún modo de descargar energía o es mejor no hacer nada? - pregunté con gesto pensativo cuando sugirió que a lo mejor tenía que ver que me había dado mucha energía. Con la lectura de después del libro supuse que no se podía hacer nada excepto aguantar, y tener un buen alijo de pociones. Serían unos días, si todo iba bien. Por su gesto era evidente que aquello no se lo esperaba para nada, era más o menos la cara que se nos había quedado a nosotros al enterarnos.

Me aproximé al borde de la bañera cuando ella se sentó ahí todavía alucinando por la revelación. Coloqué una mano en el borde mientras alzaba la mirada hacia ella, tratando de ordenar mis pensamientos. Tenía muchas preguntas que necesitaban ser respondidas. Estaba confiando mucho en ella, más de lo que había esperado la noche anterior cuando todo mi afán era ocultarle las escamas. En cierto modo sentía que no iba a contarlo para perjudicarme, que estábamos juntos en nuestros propósitos.

- Está bien. Desde el principio. Has prometido que nada de lo que aquí se diga saldrá de aquí. - Apoyé un momento mi frente sobre su pierna, inspirando profundamente antes de hablar. Después levanté la cabeza para volver a mirarla. - El dragón Goth Morgon es nuestro abuelo. Mi abuela Aelle y él estaban enamorados. Siguieron así toda su vida, pero no lo supimos hasta que lo confesó en su lecho de muerte. El primogénito Pendragon, mi padre, nació fuera del matrimonio. La sangre Pendragon corre por nuestras venas, al igual que la sangre de dragón, pero legalmente sí que hay un maldito problema...- en resumen, podían considerarnos bastardos y eso implicaba que podía haber pugnas por el trono. - Por no hablar de que aquí no están bien vistos los híbridos. Ya escuchaste a Smaug hablar en el banquete. - al final acabé apoyando la barbilla en su pierna, cansado y un tanto agobiado por si por mi culpa se descubría todo el asunto.

-Pues…La segunda vez que canalizamos donde fui yo la que absorbí la magia quedaste bastante débil  pero…No…No creo que sea seguro para ninguno de los dos- Lo cierto es que aunque parecía que no había ningún tipo de intercambio o, mejor dicho, que ella al no ser híbrida no podría enfermarse temía que si Wthyr empezaba a canalizar no pudiera absorber todo el torrente mágico -A menos que esté haciendo un hechizo mientras absorbo, para descargar…- Dijo como sugerencia pero lo dejó un poco al aire.

Lo observó acercarse y esperó que le dijera todo con pelos y detalles porque estaba perdiéndose mucho. Le miró con un gesto un poco adusto con eso de que le recordara que no debía decir nada. ¿De qué le servía decir nada? Frunció el ceño pero luego su gesto se suavizó al ver que estaba tan cansado y débil que apoyó su frente en su pierna. Subió una mano con suavidad y le acarició el pelo, acomodándoselo con los dedos, antes de que alzara la vista hacia ella. Aquello de que le dijera el nombre del dragón la dejó en las mismas porque no le conocía. Bajó la mano a su hombro mientras hacia una mueca -Entonces…Si… Entonces ¿Tu abuela era la Pendragon del matrimonio de tus abuelos, no? – Aunque su padre no dejaba de ser un bastardo, por ende, sí…  habría problemas -Joder…-

Tensó un poco los labios como tratando de buscar soluciones y entonces escuchó aquello del banquete y puso los ojos en blancos -Menudos estigmas. Le metería un par de ellos por…- No terminó la frase porque vio que apoyó la barbilla en su pierna y le dio un poco de pena que se sintiera así, se mojó un poco la mano y dejo que le agua fría se escurriera de sus dedos hacia su nuca y espalda en silencio, simplemente buscando bajarle la temperatura. Encontró lo que podía ser una especie de solución aunque no le gustaba mucho. La mentira tenía patas cortas -Mentir…- Susurró -Sois Pendragon y tenéis la habilidad de controlar dragones. ¿Sería tan raro que hubieseis encontrado un hechizo para… adquirir habilidades dragonianas por una tiempo determinado?- Preguntó pensativa -Yo convoco mi piel de ébano… Podemos… pulir un poco los detalles. Volvió la vista hacia él y movió la mano hacia su frente, pensando que era buena idea ya salir -¿Te sientes mejor? Creo que ya te está bajando la temperatura-