Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Recuerdo del primer mensaje :
A diferencia de sus hermanos, sólo tiene, aparte del aseo dos salas anexas: La de música, en la que reina un piano y un arpa, pero hay otros instrumentos y la otra es un vestidor. El vestidor, como mínimo, triplica el de cualquiera de sus hermanos y está repleto de ropa y demás accesorios
A diferencia de sus hermanos, sólo tiene, aparte del aseo dos salas anexas: La de música, en la que reina un piano y un arpa, pero hay otros instrumentos y la otra es un vestidor. El vestidor, como mínimo, triplica el de cualquiera de sus hermanos y está repleto de ropa y demás accesorios
Shyvanna Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Sabía que lo que decía Darren era cierto. Siempre que estuviera en Ávalon, en casa, entre sus brazos; todo estaría bien. Cerró los ojos, escuchando su voz de nuevo y asintiendo apenas brevemente porque la punzada de dolor en la cabeza no la dejaba moverse con libertad. Y le dio tranquilidad, la forma en la que Darren le acariciaba y le aseguraba que el pasado quedaba atrás.
Cogió el vaso que le dio y bebió pequeños sorbos, como siempre le decía Gwen cuando despertaba. De a poco, recordándole a su cuerpo lo que era estar vivo y no en ese estado de inconsciencia que la hacía recuperarse -¿Todos estáis bien? - Preguntó y observó entonces su mano, carente de la negrura de la maldición. Bajó la vista hacia sí misma para mirarse el pecho, también, con la piel impoluta -El niño, nació…- Estaba claro, de lo contrario, sí que estarían muertos. Alzó la vista con un gesto un poco tenso -¿Catherine?- Quizás Wthyr finalmente se había librado de ella.
La forma en la que Darren estaba hablando, el tono sosegado, y la forma en la que describía su caída cuando preguntó si estaba calva hizo que dejara el vaso de lado. Le siguió con la mirada, pensando que iba a buscar un espejo pero cuando se giró hacia ella lo que sostenía era su cabello. Su precioso cabello dorado. Shyvanna frunció el ceño, contrariada y tratando de contener las lágrimas porque más de una vez había recibido heridas que la habían dejado marcada. No trabajabas con dragones y salías indemne. Pero esa las llevó con gloria, formaban parte de su misión en la vida y adoraba a los dragones.
Cogió el mechón de pelo y supo que nunca volvería a tenerlo de esa forma porque en una cicatriz craneal no crecía cabello. No, esa cicatriz sería un recuerdo de cómo llevarse por la furia podía jugarle en contra. Podría haber perdido a Darren y a sus hermanos, a sus primos; pero también podría haber perdido su vida que tanto le gustaba. Acarició las hebras de pelo con cuidado. Dejó que las lágrimas cayeran mientras respiraba lentamente. Le miró, forzando una sonrisa triste antes de atraer un espejo de su cómoda, lo sostuvo un instante lejos de ella antes de alzarlo y observar su nueva imagen. Ladeó la cabeza, viendo la cicatriz y aquella que también cruzaba su rostro. Habían rapado todo el lado derecho dejando el resto del cabello, que acarició con los dedos. Está bien, llevaría esa cicatriz también. No con gloria sino con pesar, como recordatorio de que no era tan buena persona como sus hermanos creían. No era tan buena como Gwen que se sacrificaría por todos cuando el Sanguis lo pidiera. Ella prefería mantener el odio que le tenía a Catherine que salvar a su familia. Craso error. Se pasó la mano por el denso cabello rubio que aún tenía y tragó en seco antes de mirar a Darren, iba a hacer una broma sobre cómo su vida parecía enredada con los vikingos al punto de que el destino le había puesto un peinado parecido al de ellos pero no pudo abrir la boca. Simplemente dejó el espejo a un lado y se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en el pecho del rubio para que la rodeara con los brazos y la reconfortara.
Cogió el vaso que le dio y bebió pequeños sorbos, como siempre le decía Gwen cuando despertaba. De a poco, recordándole a su cuerpo lo que era estar vivo y no en ese estado de inconsciencia que la hacía recuperarse -¿Todos estáis bien? - Preguntó y observó entonces su mano, carente de la negrura de la maldición. Bajó la vista hacia sí misma para mirarse el pecho, también, con la piel impoluta -El niño, nació…- Estaba claro, de lo contrario, sí que estarían muertos. Alzó la vista con un gesto un poco tenso -¿Catherine?- Quizás Wthyr finalmente se había librado de ella.
La forma en la que Darren estaba hablando, el tono sosegado, y la forma en la que describía su caída cuando preguntó si estaba calva hizo que dejara el vaso de lado. Le siguió con la mirada, pensando que iba a buscar un espejo pero cuando se giró hacia ella lo que sostenía era su cabello. Su precioso cabello dorado. Shyvanna frunció el ceño, contrariada y tratando de contener las lágrimas porque más de una vez había recibido heridas que la habían dejado marcada. No trabajabas con dragones y salías indemne. Pero esa las llevó con gloria, formaban parte de su misión en la vida y adoraba a los dragones.
Cogió el mechón de pelo y supo que nunca volvería a tenerlo de esa forma porque en una cicatriz craneal no crecía cabello. No, esa cicatriz sería un recuerdo de cómo llevarse por la furia podía jugarle en contra. Podría haber perdido a Darren y a sus hermanos, a sus primos; pero también podría haber perdido su vida que tanto le gustaba. Acarició las hebras de pelo con cuidado. Dejó que las lágrimas cayeran mientras respiraba lentamente. Le miró, forzando una sonrisa triste antes de atraer un espejo de su cómoda, lo sostuvo un instante lejos de ella antes de alzarlo y observar su nueva imagen. Ladeó la cabeza, viendo la cicatriz y aquella que también cruzaba su rostro. Habían rapado todo el lado derecho dejando el resto del cabello, que acarició con los dedos. Está bien, llevaría esa cicatriz también. No con gloria sino con pesar, como recordatorio de que no era tan buena persona como sus hermanos creían. No era tan buena como Gwen que se sacrificaría por todos cuando el Sanguis lo pidiera. Ella prefería mantener el odio que le tenía a Catherine que salvar a su familia. Craso error. Se pasó la mano por el denso cabello rubio que aún tenía y tragó en seco antes de mirar a Darren, iba a hacer una broma sobre cómo su vida parecía enredada con los vikingos al punto de que el destino le había puesto un peinado parecido al de ellos pero no pudo abrir la boca. Simplemente dejó el espejo a un lado y se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en el pecho del rubio para que la rodeara con los brazos y la reconfortara.
Darren Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
-Todos estamos bien. Gwen y Asiain despertaron hace días- Explicó con voz sosegada. Daba la impresión que la hermana estaba sufriendo de cefalea y, después de despertar, no era conveniente demasiada información de golpe. Frases cortas e informativas a sus preguntas. Alzó las cejas y añadió una sonrisa socarrona cuando empezó el relato -Wthyr secuestró al medimago de Ouroboros. No le culpo, yo también lo hubiera hecho- De hecho, ya lo había hecho en el pasado, con Lucio, para sanarle a él. Lo de llevarse a los sanadores prestados estaba empezando a convertirse en costumbre. Quizás pudieran embaucar a alguno, nunca sobran sanadores en las cruentas batallas del imperio, más allá del afán conquistador, era necesario para mantener las fronteras -Los niños nacieron y la reina descansa en sus aposentos- Expliqué a la pregunta, captando su tensión y tratando de mantenerla a raya con un tono lo más neutral posible. En verdad aquella era la respuesta que se había estudiado cuando cualquiera le preguntaba por ella. No era afectiva, ni desdeñosa, solo era… estándar. Políticamente correcta, afectivamente neutral. Sin embargo, apuntó, alzando levemente la mano de Shyvanna que estaba bajo su estudio y había captado la atención de ambos. El rubio no pudo evitar sonreír con dulzura -Y somos libres. Al fin- No más maldiciones, quiso engañarse, todavía incrédulo de la del Papa. Añadió con suavidad mientras cogía la mano, antaño maldita, de la hermana y acariciaba su forma, cada pliegue y cada recoveco con sumo cuidado pues, en ausencia de la maldición y de las aguas sanadoras, la zona todavía parecía estar sanando después de las heridas de la caída.
El rubio recuperó su posición al borde de la cama después de tenderle la trenza perfectamente tejida y dejó que la hermana expresara lo que necesitaba en aquel momento. Era un cambio radical y que debía ser manejado con cuidado. Lo sabía. Con suavidad le retiró con el pulgar aquellas lágrimas que surcaban su compungido rostro. Estaba bien, en aquel espacio toda muestra de sentimientos y debilidades estaban bien. Allí no había tapujos, ni normas, ni protocolos, ni castigos ante palabras disonantes. Darren asintió con aquella sonrisa y se la devolvió, suponiendo que a continuación querría comprobar la marca por ella misma. No hizo falta añadir más, solo estar ahí para recibirla cuando ésta lo necesitó y la rodeó con los brazos, para mantenerla a salvo, al menos en esta ocasión, cosa que no pudo hacer en Tintagel.
Así permanecieron un largo rato, sin moverse mucho, solo estando el uno para el otro. Al final, se separaron, pero Darren no soltó la mano de Shyvanna, dejándola sobre las sábanas, pero acariciando el dorso de la misma -He pensado que, quizás, te apetezca ofrecerlo a los dragones. Como su jinete. O al árbol. Como muestra de superación- Seguramente fuera una estupidez, quizás las sacerdotisas lo percibieran hasta mal, pero era una forma, quizás romanticona de dejar aquello atrás. De dejar tantas cosas atrás y de encarar lo nuevo. Duques. Y su príncipe Zephyr.
El rubio recuperó su posición al borde de la cama después de tenderle la trenza perfectamente tejida y dejó que la hermana expresara lo que necesitaba en aquel momento. Era un cambio radical y que debía ser manejado con cuidado. Lo sabía. Con suavidad le retiró con el pulgar aquellas lágrimas que surcaban su compungido rostro. Estaba bien, en aquel espacio toda muestra de sentimientos y debilidades estaban bien. Allí no había tapujos, ni normas, ni protocolos, ni castigos ante palabras disonantes. Darren asintió con aquella sonrisa y se la devolvió, suponiendo que a continuación querría comprobar la marca por ella misma. No hizo falta añadir más, solo estar ahí para recibirla cuando ésta lo necesitó y la rodeó con los brazos, para mantenerla a salvo, al menos en esta ocasión, cosa que no pudo hacer en Tintagel.
Así permanecieron un largo rato, sin moverse mucho, solo estando el uno para el otro. Al final, se separaron, pero Darren no soltó la mano de Shyvanna, dejándola sobre las sábanas, pero acariciando el dorso de la misma -He pensado que, quizás, te apetezca ofrecerlo a los dragones. Como su jinete. O al árbol. Como muestra de superación- Seguramente fuera una estupidez, quizás las sacerdotisas lo percibieran hasta mal, pero era una forma, quizás romanticona de dejar aquello atrás. De dejar tantas cosas atrás y de encarar lo nuevo. Duques. Y su príncipe Zephyr.
Shyvanna Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Se quedó más tranquila al oír que todos estaban bien, asintió. Había visto a Gwen ir contra los vikingos -La vi caer…- Murmuró y apartó la mirada, recordando exactamente el instante en el que la vio perder fuerza. Lo peor de todo es que los cinco hermanos sabían que ella se sacrificaría al Sanguis Ligno en cuanto pidiera sangre pero… Pero eso no quitaba que odiaran aquella decisión.
El asunto de Catherine y los niños hizo que volviera a mirarlo, notando la falta de sentimiento en esa voz y sabía perfectamente a qué se debía. Darren era una persona que había sido educada para seguir los protocolos y para ser el perfecto guerrero. Allí donde Wiwi tenía que ponerse la corona, Darren sería su segundo al mundo. Siempre con la frase correcta cuando su hermano se mostraba inflexible. No es que no tuviera temperamento, es que había aprendido a suprimirlo a base de golpes y entrenamiento, hasta que dejaron sólo la carcasa para exponer como su trofeo ante las legiones de soldados y se olvidaron del niño que había dentro.
-No es mi Reina, diga lo que diga Wthyr. Tenías que haberla visto… Soltando todo lo del Sanguis Ligno en frente de sus amiguitos- Soltó recordando un poco de esos momentos porque… porque Gwen se había enojado -Gwen se enojó…- Frunció el ceño como si le costara recordar lo que había pasado antes de caer -Y…tenía una botella de vino- Entrecerró los ojos -¿Crees que esté bien?-
Cuando le acarició, Shyvanna sonrió brevemente asintiendo a aquello de que la maldición estaba olvidada. Ahora sólo quedaba todo lo demás…todo el lío que se les venía encima. Iba a sugerirle a Wthyr que la enviara con la Brigada a supervisar Irlanda o quizás ir a conquistar otro país. Necesitaba alejarse de Ávalon si él seguía empeñado en coger a la mujer esa como su esposa.
Su sugerencia sobre qué hacer con el mechón le parecía buena idea, quemar lo que alguna vez fue para dar la cara por quien era ahora -Necesito bañarme primero ¿Me ayudas?- Preguntó -Agua fría- Le dijo pidiéndole que le ayudar a salir de la cama pero en cuanto apoyó el peso en las piernas sintió que las rodillas perdieron fuerza así que soltó un suspiro exasperado y se giró a mirarlo -Me tienes que tratar como la princesa que soy- Le dijo con una sonrisa triste pero dulce, echándole los brazos al cuello -Llévame…-
El asunto de Catherine y los niños hizo que volviera a mirarlo, notando la falta de sentimiento en esa voz y sabía perfectamente a qué se debía. Darren era una persona que había sido educada para seguir los protocolos y para ser el perfecto guerrero. Allí donde Wiwi tenía que ponerse la corona, Darren sería su segundo al mundo. Siempre con la frase correcta cuando su hermano se mostraba inflexible. No es que no tuviera temperamento, es que había aprendido a suprimirlo a base de golpes y entrenamiento, hasta que dejaron sólo la carcasa para exponer como su trofeo ante las legiones de soldados y se olvidaron del niño que había dentro.
-No es mi Reina, diga lo que diga Wthyr. Tenías que haberla visto… Soltando todo lo del Sanguis Ligno en frente de sus amiguitos- Soltó recordando un poco de esos momentos porque… porque Gwen se había enojado -Gwen se enojó…- Frunció el ceño como si le costara recordar lo que había pasado antes de caer -Y…tenía una botella de vino- Entrecerró los ojos -¿Crees que esté bien?-
Cuando le acarició, Shyvanna sonrió brevemente asintiendo a aquello de que la maldición estaba olvidada. Ahora sólo quedaba todo lo demás…todo el lío que se les venía encima. Iba a sugerirle a Wthyr que la enviara con la Brigada a supervisar Irlanda o quizás ir a conquistar otro país. Necesitaba alejarse de Ávalon si él seguía empeñado en coger a la mujer esa como su esposa.
Su sugerencia sobre qué hacer con el mechón le parecía buena idea, quemar lo que alguna vez fue para dar la cara por quien era ahora -Necesito bañarme primero ¿Me ayudas?- Preguntó -Agua fría- Le dijo pidiéndole que le ayudar a salir de la cama pero en cuanto apoyó el peso en las piernas sintió que las rodillas perdieron fuerza así que soltó un suspiro exasperado y se giró a mirarlo -Me tienes que tratar como la princesa que soy- Le dijo con una sonrisa triste pero dulce, echándole los brazos al cuello -Llévame…-
Darren Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El rubio fijó la mirada en la hermana cuando indicó lo último que había visto de Gwen. Mantuvo sus preocupados pensamientos para sí mismo, pues no consideraba que fuera el momento. Preferiría que las noticias, al menos las malas, llegaran a cuentagontas. Porque no sabía nada del desplante que el Sanguis le había hecho a la hermana pequeña y eso no era bueno para nadie, pero menos para Gwen. Tensó los labios y pensó en las ganas que tenía de hacer leña con el árbol caído que tanto se empecinaban en venerar, pero que traía más problemas que soluciones. Proteger la isla y la magia empezaba a ser un gasto demasiado elevado que pagar.
-No sigas por ahí- Suplicó con delicadeza y negó con cuidado hasta las recriminaciones de Shyvanna hacia Catherine. Él tampoco se fiaba de ella, para nada, y seguía pensando que había hecho algo a Wthyr, pero, si seguían en aquella actitud al final terminarían por enfrentarlos. Suspiró y siguió con un tono tranquilizador, neutro… hasta el final -Nos guste o no es la esposa de Wthyr, tiene una extraña relación malsana con ella. Es la madre del príncipe. Es… nuestra reina- Seguro que Shyvanna entendía, entre línea, la incomodidad del hermano. Le gustara o no, era un hecho, una realidad. La señora de Avalon. No había discusión alguna. Pero no respondió al asunto del árbol, quizás los Descendientes tenían la posibilidad de acabar con el árbol. Algo que ninguno era capaz de hacer. Frunció el ceño ante la mención de Gwen, era casi como si le hubiera leído los pensamientos. Gwen también se enojó cuando, hablando con Wthyr, se sugirió que desistiéramos de Ouroboros. Tenía las enfermizas creencias de sus padres, y los padres de sus padres, metidas hasta el fondo que a veces veía a su padre Cedric o de la abuela Aelle en la mirada de la hermana pequeña. Eso le incomodaba. Y sencillamente le distanciaba de la muchacha. ¿Por qué no podía, simplemente, ser ella misma? -No lo sé- Darren tensó los labios en una línea y perdió la mirada en cualquier rincón de la sala con verdadera preocupación, volviendo a la historia que los dragones le habían contado y cómo el árbol de había comportado con la joven sacerdotisa. Suspiró y negó para repetir, de nuevo, que no lo sabía, lo que preocupaba porque tampoco sabía cómo acercarse a ella.
Darren no dudó en obedecer a la hermana para llevarla a la bañera en volandas, cargándola sin ningún tipo de esfuerzo. Dejaría que apoyara la cabeza sobre su pecho durante el corto trayecto, si a ella le apetecía, hasta el baño donde la dejó con cuidado sobre el suelo, frente a él. Con suavidad coló la mano sobre la bata de seda y la clara piel de Shyvanna para hacer descender la manga de la tela, recorriendo lentamente el hombro de la jinete de dragones. Procedió de la misma manera con el otro hombro, fijando la mirada en las suaves líneas que trazaban los huesos de la articulación, hasta que se deshizo de la manga. Para quitar el resto de la tela, se aproximó a la rubia hasta que los cuerpos se tocaron. Darren buscó con cuidado encajar la mandíbula en el arco del cuello besándolo, aspirando su cálido aroma, para descender sus manos por la silueta de Shyvanna y deshacerse de la bata, aunque el camisón todavía impedía que sus pieles contactaran. Darren, al notar la tela liviana cayendo al suelo, se separó de la mujer de sus sueños para recorrer su mandíbula y recoger su barbilla, fijando la mirada esmeralda en la celeste de ella y luego perderse en sus labios que tanto echaba de menos y que casi se pierden, otra vez. Un año, se recordó, mientras invitaba a la mujer a que se deshiciera del camisón, de su jubón y que le invitara a la tina.
-No sigas por ahí- Suplicó con delicadeza y negó con cuidado hasta las recriminaciones de Shyvanna hacia Catherine. Él tampoco se fiaba de ella, para nada, y seguía pensando que había hecho algo a Wthyr, pero, si seguían en aquella actitud al final terminarían por enfrentarlos. Suspiró y siguió con un tono tranquilizador, neutro… hasta el final -Nos guste o no es la esposa de Wthyr, tiene una extraña relación malsana con ella. Es la madre del príncipe. Es… nuestra reina- Seguro que Shyvanna entendía, entre línea, la incomodidad del hermano. Le gustara o no, era un hecho, una realidad. La señora de Avalon. No había discusión alguna. Pero no respondió al asunto del árbol, quizás los Descendientes tenían la posibilidad de acabar con el árbol. Algo que ninguno era capaz de hacer. Frunció el ceño ante la mención de Gwen, era casi como si le hubiera leído los pensamientos. Gwen también se enojó cuando, hablando con Wthyr, se sugirió que desistiéramos de Ouroboros. Tenía las enfermizas creencias de sus padres, y los padres de sus padres, metidas hasta el fondo que a veces veía a su padre Cedric o de la abuela Aelle en la mirada de la hermana pequeña. Eso le incomodaba. Y sencillamente le distanciaba de la muchacha. ¿Por qué no podía, simplemente, ser ella misma? -No lo sé- Darren tensó los labios en una línea y perdió la mirada en cualquier rincón de la sala con verdadera preocupación, volviendo a la historia que los dragones le habían contado y cómo el árbol de había comportado con la joven sacerdotisa. Suspiró y negó para repetir, de nuevo, que no lo sabía, lo que preocupaba porque tampoco sabía cómo acercarse a ella.
Darren no dudó en obedecer a la hermana para llevarla a la bañera en volandas, cargándola sin ningún tipo de esfuerzo. Dejaría que apoyara la cabeza sobre su pecho durante el corto trayecto, si a ella le apetecía, hasta el baño donde la dejó con cuidado sobre el suelo, frente a él. Con suavidad coló la mano sobre la bata de seda y la clara piel de Shyvanna para hacer descender la manga de la tela, recorriendo lentamente el hombro de la jinete de dragones. Procedió de la misma manera con el otro hombro, fijando la mirada en las suaves líneas que trazaban los huesos de la articulación, hasta que se deshizo de la manga. Para quitar el resto de la tela, se aproximó a la rubia hasta que los cuerpos se tocaron. Darren buscó con cuidado encajar la mandíbula en el arco del cuello besándolo, aspirando su cálido aroma, para descender sus manos por la silueta de Shyvanna y deshacerse de la bata, aunque el camisón todavía impedía que sus pieles contactaran. Darren, al notar la tela liviana cayendo al suelo, se separó de la mujer de sus sueños para recorrer su mandíbula y recoger su barbilla, fijando la mirada esmeralda en la celeste de ella y luego perderse en sus labios que tanto echaba de menos y que casi se pierden, otra vez. Un año, se recordó, mientras invitaba a la mujer a que se deshiciera del camisón, de su jubón y que le invitara a la tina.
Shyvanna Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
- +18:
- “No sigas por ahí…”, Shyvanna le dedicó una mirada irritada pero se detuvo porque no le faltaba razón y algo que les habían inculcado de pequeños era el respeto a las figuras de autoridad y le gustara o no la morena llevaba la corona de su isla. ¡Sí, suya! Más de una vez le había dicho que sin su apoyo nadie la aceptaría y con el tiempo había visto que algunas personas la soportaban. ¿Había hecho buen trabajo en la coronación? Ella le había prometido a Wthyr intentarlo pero lo de Italia… Su respuesta sobre Gwen no le gustó, la forma en la que retiró la mirada y frunció el ceño.
Aún así, en ese instante no quería seguir hablando de nada. Le dolía demasiado la cabeza para ocuparse de asuntos de los que tenía que hablar con sus hermanos. No tenía nada que hacer ahora si no preocuparse por sí misma así que se dejó llevar por Darren, disfrutando de su cercanía. Apoyó la cabeza en su pecho y se permitió soñar, por un instante, en un mundo en el que no tuvieran que ocultar lo que eran ni cuánto se querían -Tengo la piel sensible- Era un recordatorio tanto como una advertencia, así que cuando la dejó de pie y empezó a deslizar sus dedos por su piel, la rubia se estremeció contra él.
La mirada azul de Shyvanna sólo recorría con cuidado los rasgos faciales de su hermano. Subió sus manos hacia su rostro para, otra vez, acariciarle y poder absorber la forma en la que la veía, como si fuera lo único en el mundo que valía la pena. Era precioso… porque en la mirada de otros solo había lujuria y deseo, pero no con Darren. Con él todo iba más allá.
Shyvanna le dejó hacer, ladeando la cabeza para acunarlo mientras sus manos se deshacían de todas esas barreras que impedían el contacto piel con piel. Sabía que la suya estaba sensible pero necesitaba más que nunca que Darren la amara como sabía hacerlo. Se inclinó hacia él después de sonreír por la forma en la que le veía y respondió a su beso despacio, permitiéndose marcar un nuevo ritmo más acordé con el estado de su cansado cuerpo.
La tina y el agua ayudarían a aligerar el peso así que tras encenderla, se metió allí. Era lo suficientemente grande para albergar a tres personas, o cuatro, y ahora era perfecta para ellos dos. Era casi una pequeña piscina así que cuando el agua llegó a buen recaudo se sumergió un poco, soltando un suspiro de satisfacción cuando sus articulaciones perdieron peso. Sabía que no podía mojarse la cabeza por la cicatriz, al menos de momento, pero lo demás… su piel daba gracias. Abrió los ojos poco después para tomar la mano de Darren y acercarle a ella mientras se sentaba en uno de los escalones y le hacía espacio entre sus piernas. No podía evitar admirar su cuerpo. Era un Dios de la guerra en su no tan humilde opinión, así que acarició lentamente el abdomen de Darren con los dedos antes de suplantar sus dígitos con los labios, bajando en dirección sur para alabarle como era debido y como a ella en particular le encantaba.
Darren Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
- +18:
- Fueron unos segundos de reencuentro entre ambos cuando el uno bebió del otro. Se separaron levemente, el tiempo justo para poder terminar de deshacerse de las ropas que separaban los cuerpos y evitaban que piel y piel contactaran íntimamente, cálida, suave y sensible la de Shyvanna por las sábanas y el camisón, áspera la del hermano rubio en contraposición. Darren mantuvo aquellos ojos azules fijos en su mirada, para perderse en aquellos pantanos.
Observó la sensible piel de la mujer rubia embeberse y deshacerse en el agua, como una preciosa náyade de la cultura griega. Ni Afrodita podía hacerle justicia. El rubio dejó escapar un gruñido visceral cuando Shyvanna trabajó en su desnudez, apretando las mandíbulas con placer, donde la sensación del calor húmedo era un aliciente, como la mecha de la dinamita antes de explotar, notando cómo la dureza empezaba a gestarse allá por donde Shyvanna recorría dejando un rastro de placer. Por todos los dioses de Ávalon, solo ella lo conocía tan bien y sabía perfectamente qué debía o no tocar, conocía hasta sus ritmos y profundidad. Darren dejó caer la cabeza hacia atrás, dirigiendo la velocidad de la respiración lejos del gemido, quedando sutilmente enmudecido. Abrió los ojos y observó el fruto de su deseo, entremezclando sus dedos con los dorados cabellos de la mujer, al otro lado de la cicatriz, con la suavidad de un niño que pasea entre un campo de trigo agostado. Enseguida fue él que decidió marcar el ritmo, pero no para el placer propio.
Darren buscó de nuevo la barbilla de Shyvanna para alzar su rostro, a pesar de haberle a medio camino del éxtasis, no era él el que merecía reconocimiento. Besó con suavidad, pero con pasión, aquellos labios sonrosados antes de invitar a la mujer a que se pusiera cómoda sobre la tina. A su espalda y piel con piel, sentado, Darren, que abarcaba con las piernas a la mujer, dejándola en medio. Tomó una esponja, la más suave que tenía la mujer. La tomó como quien ofrece en sacrifico, con tiento. La aderezó con un gel de rosa mosqueta, aceites de lavanda, geranio y perfume de violeta, cicatrizante y refrescante para aquella piel, especialmente preparado por los Sacerdotisas que trataron a la rubia, por orden expresa para ayudar con las cicatrices de Shyvanna.
La esponja creó un tenue camino de espuma que nació de la baja espalda de Shyvanna, justo donde la espalda contacta con la cadera y el punto más inferior donde los cuerpos de los rubios se fusionaban en uno, recorrió con cuidado la espalda por el lateral derecho hasta llegar a la clavícula, descendió como una montaña rusa, recorriendo el esternón hasta rodear por debajo del pecho izquierdo, descender por la línea del abdomen y perderse debajo del agua, mientras aquella mano terminaba el recorrido allá donde nacía el orgasmo de Shyvanna, acariciándolo con suavidad.
Shyvanna Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
- +18:
- Con cuidado y dedicación lo adoró, escuchando en su trabajosa respiración y en los suspiros que abandonaban sus labios, su propio placer porque no había nada que le satisficiera más que complacerle y esta era una de las formas que sabía. Cerró los ojos lentamente cuando sintió sus manos en su cabello y apoyó la cabeza en él, buscando sus caricias y su contacto.
No tardó mucho en incorporarse para besarle, saboreándole, mientras sus manos recorrían su abdomen y luego descendían hacia su espalda y derrier, apretando sus perfectos glúteos en un llamado nada sutil para pasar a la acción. Lo dejó acomodarse en la tina y disfrutó de su visión antes de sentarse en su regazo, acomodando sus cuerpos hasta alinearse y convertirse en uno.
Aunque Darren se moviera, Shyvanna estaba inmersa en ese instante, ese momento en el que volvía a sentirse completa. Encontró sus manos con la esponja y puso las suyas sobre las de él, deslizándose por su cuerpo a gusto propio llevándola a entregarle un placer entero que le robó ahogados gemidos. Una ola de placer cálida, una caricia interna, una muestra de cariño que la traía de nuevo a la realidad y que pretendía devolverle.
Siguieron juntos por un par de horas más, simplemente reconociendo lo afortunados que eran de vivir un día más, de haberse librado de la maldición que pesaba sobre sus cabezas, de poder estar juntos y sentirse de aquella manera.
La felicidad fue agridulce porque mientras la maldición ya no les pesaba, días después descubrieron que Asiaín ya no pertenecía al reino de los vivos. Pero, por otro lado, Catherine ya no era reina de Ávalon. Sin duda, semanas con sentimientos encontrados y profundamente agridulces pero la vida seguía así que tuvieron que enfocarse en la preparación de los rituales.
Contenido patrocinado
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.