Recuerdo del primer mensaje :
Las grutas subterráneas se extienden bajo toda Roma. Algunas están impracticables, llenas de nichos y derruidas, pero otras han sido mantenidas y utilizadas por los Soul Reaper, como método de supervivencia. Sin duda les garantizan conexiones con lugares interesantes y uno de esos lugares es el gran Coliseo romano.
Pero eso no quiere decir que sean lugares seguros. El abandono, la aparición de visitantes indeseados....
Pero eso no quiere decir que sean lugares seguros. El abandono, la aparición de visitantes indeseados....
El portal se abrió directamente en la zona donde recordaba haber estado con los Soul y los demás presentando batalla contra los Guardiani, aquel lugar en el que muchos cayeron como moscas.
La caverna estaba oscurecida, silenciosa...solté el cadáver que habia tomado de mi destino anterior, mirando al hombre fallecido a la cara. Me di cuenta de lo demacrado que estaba, como sus venas se veian grisáceas y...había sido sin duda víctima de aquella maldición de sangre. Y luego, abatido cruelmente por hechizos.
"Antes habrá que sanar esas heridas...."
Recordé que había alli un lago de aguas curativas. Acarreé el cuerpo de Adriano (yo no sé que es Adriano, pero lo es) hasta el lago, donde lo sumergí. Las aguas cerraron las heridas causadas por los hechizos pero poco mas. No tenian poder de devolver la vida. Lo dejé ahi, y mientras regresé a donde habían caido muchos de los soldados del Vaticano.
Mientras, pensaba en cuál sería el lugar más indicado para realizar los rituales.
- Dudo que pueda hacer los dos seguidos, Stavron. - le dije mientras hurgaba entre los cadáveres, buscando alguno apto, el más decente y el que menos hubiesemos reventado durante la batalla. Los habia chamuscados, algunos con demasiados mordiscos, otros mutilados.... en momentos como este, era cuando mi mente divagaba y dejaba de tener tan claro de qué lado de la balanza estaba yo. Al comprobar la brutalidad de las muertes que habíamos causado.
"La muerte es la muerte. No hay más. Llegados a ese punto, no hay lados. Nos iguala a todos."
Probablemente, el verdugo Valqar y yo en eso pensábamos muy parecido. Retiré el yelmo de uno de los guardianis, uno que a parte de unos cuantos bocados y heridas, parecía entero....aunque estaba muy cubierto de sangre. Ese probablemente había muerto horas mas tarde, desangrado. Me sorprendió que no bajaran hasta las grutas a recuperar a sus caídos.
Cuando me agaché para arrastrarlo a donde el otro, de pronto me encorvé sobre el muerto, gruñendo de dolor. Otra vez esa rigidez. Esas agujas bajo la piel. Claro. Debían haber avisado de que había regresado.
"no pierde el tiempo...."
Lo siguiente fue comenzar a vomitar sangre. Ese iba a ser otro problema. Alli estaba demasiado cerca de su influencia, y si la distancia no bastaba...no me dejaría hacer los rituales en calma. Tendria que ir a un lugar bien protegido. Respiré con dificultad, pero tenía que hacerlo. Arrastré al segundo hacia la laguna, tirándolo junto al otro.
A esas alturas, se me nublaba la vista totalmente, me fallaron las rodillas y me cai al suelo. Seguía vomitando sangre de las hemorragias internas, y hasta habia empezado a ver de color rojo.
"un poco más"
Me arrastré yo mismo hasta las aguas curativas, dejandome caer de lado medio en el agua. El efecto contrarrestó en parte el maleficio de sangre, al tiempo que uno destruía, lo otro sanaba. No se iba a rendir....? Ahogué los gritos de dolor apretando los dientes, y , en un arranque, comprobé que los dibujos de los sellos siguieran en su sitio. No podía dejar que eso se cerrase! Agarré rapidamente los dos cadaveres y recé a algun...lo que fuera, para que la cosa saliera bien.
Atraje el baculo con la mano, donde llevaba la piedra de los tres mundos, abriendo un portal por el cual me marché con los dos muertos.
Era hora de volver a casa.
La caverna estaba oscurecida, silenciosa...solté el cadáver que habia tomado de mi destino anterior, mirando al hombre fallecido a la cara. Me di cuenta de lo demacrado que estaba, como sus venas se veian grisáceas y...había sido sin duda víctima de aquella maldición de sangre. Y luego, abatido cruelmente por hechizos.
"Antes habrá que sanar esas heridas...."
Recordé que había alli un lago de aguas curativas. Acarreé el cuerpo de Adriano (yo no sé que es Adriano, pero lo es) hasta el lago, donde lo sumergí. Las aguas cerraron las heridas causadas por los hechizos pero poco mas. No tenian poder de devolver la vida. Lo dejé ahi, y mientras regresé a donde habían caido muchos de los soldados del Vaticano.
Mientras, pensaba en cuál sería el lugar más indicado para realizar los rituales.
- Dudo que pueda hacer los dos seguidos, Stavron. - le dije mientras hurgaba entre los cadáveres, buscando alguno apto, el más decente y el que menos hubiesemos reventado durante la batalla. Los habia chamuscados, algunos con demasiados mordiscos, otros mutilados.... en momentos como este, era cuando mi mente divagaba y dejaba de tener tan claro de qué lado de la balanza estaba yo. Al comprobar la brutalidad de las muertes que habíamos causado.
"La muerte es la muerte. No hay más. Llegados a ese punto, no hay lados. Nos iguala a todos."
Probablemente, el verdugo Valqar y yo en eso pensábamos muy parecido. Retiré el yelmo de uno de los guardianis, uno que a parte de unos cuantos bocados y heridas, parecía entero....aunque estaba muy cubierto de sangre. Ese probablemente había muerto horas mas tarde, desangrado. Me sorprendió que no bajaran hasta las grutas a recuperar a sus caídos.
Cuando me agaché para arrastrarlo a donde el otro, de pronto me encorvé sobre el muerto, gruñendo de dolor. Otra vez esa rigidez. Esas agujas bajo la piel. Claro. Debían haber avisado de que había regresado.
"no pierde el tiempo...."
Lo siguiente fue comenzar a vomitar sangre. Ese iba a ser otro problema. Alli estaba demasiado cerca de su influencia, y si la distancia no bastaba...no me dejaría hacer los rituales en calma. Tendria que ir a un lugar bien protegido. Respiré con dificultad, pero tenía que hacerlo. Arrastré al segundo hacia la laguna, tirándolo junto al otro.
A esas alturas, se me nublaba la vista totalmente, me fallaron las rodillas y me cai al suelo. Seguía vomitando sangre de las hemorragias internas, y hasta habia empezado a ver de color rojo.
"un poco más"
Me arrastré yo mismo hasta las aguas curativas, dejandome caer de lado medio en el agua. El efecto contrarrestó en parte el maleficio de sangre, al tiempo que uno destruía, lo otro sanaba. No se iba a rendir....? Ahogué los gritos de dolor apretando los dientes, y , en un arranque, comprobé que los dibujos de los sellos siguieran en su sitio. No podía dejar que eso se cerrase! Agarré rapidamente los dos cadaveres y recé a algun...lo que fuera, para que la cosa saliera bien.
Atraje el baculo con la mano, donde llevaba la piedra de los tres mundos, abriendo un portal por el cual me marché con los dos muertos.
Era hora de volver a casa.
Toda mi vida me dediqué a encerrar la furia salvaje que rugía con la fuerza de una tormenta a través de mi piel, eso me permitió sentirme más y más cómodo en mi forma humana hasta casi olvidar la sensación del cambio. En el fondo sabía que estaba mal negar mi propia naturaleza pero generalmente había cosas más importantes que hacer, poco tiempo le dedicaba a cultivar mi costado bestial, aún así, tal vez sin darme cuenta, utilizaba el poder animal en mi beneficio. Sin embargo algo estaba minando la coraza que había levantado para contener la ira que acechaba en mi interior, podía sentir a los instintos sanguinarios rascando los escudos con sus afiladas garras, querían destruir esos presagios que estaban volviéndome loco. No podía distinguir entre la realidad y las alucinaciones las cuales siempre implicaban desgracias.
Necesitaba ponerle fin a esa angustia perpetua así que, luego de sanar heridas fruto del caos que seguía habiendo en el territorio, me equipé con lo necesario y me sumergí en los túneles subterráneos después de avisar a todos los que quisieran saber que me dirigía a las grutas, por si querían acompañarme. Tomó bastante tiempo encontrar el camino correcto entre los laberínticos pasillos para finalmente llegar a la zona debajo del Coliseo. Avancé decidido por los túneles iluminando el lugar con una linterna y entré en la caverna de las brillantes aguas curativas. El lugar estaba lleno de una energía que me ponía los pelos de punta pero era relajante la quietud de la gran laguna azul. Me quité toda la ropa, dejé mis cosas en la orilla y me metí abriéndome paso hasta que el nivel del agua me llegó a la altura de la cintura. -Haz que se vaya.- Murmuré adentrándome más antes de tomar una respiración profunda y hundirme completamente deseando sentirme tan ligero por dentro como me sentía por fuera al quitarme el peso de los malos augurios.
Esperé.
Esperé.
Y esperé.
Hasta que tuve que sacar la cabeza del agua para tomar aire, en ese momento busqué en mi frente pero ahí seguía estando así que salí de la laguna gruñendo, me vestí y caminé por los túneles dejando atrás la zona subterránea del Coliseo de Roma decidido a cambiar de estrategia porque esa no había dado frutos.
Necesitaba ponerle fin a esa angustia perpetua así que, luego de sanar heridas fruto del caos que seguía habiendo en el territorio, me equipé con lo necesario y me sumergí en los túneles subterráneos después de avisar a todos los que quisieran saber que me dirigía a las grutas, por si querían acompañarme. Tomó bastante tiempo encontrar el camino correcto entre los laberínticos pasillos para finalmente llegar a la zona debajo del Coliseo. Avancé decidido por los túneles iluminando el lugar con una linterna y entré en la caverna de las brillantes aguas curativas. El lugar estaba lleno de una energía que me ponía los pelos de punta pero era relajante la quietud de la gran laguna azul. Me quité toda la ropa, dejé mis cosas en la orilla y me metí abriéndome paso hasta que el nivel del agua me llegó a la altura de la cintura. -Haz que se vaya.- Murmuré adentrándome más antes de tomar una respiración profunda y hundirme completamente deseando sentirme tan ligero por dentro como me sentía por fuera al quitarme el peso de los malos augurios.
Esperé.
Esperé.
Y esperé.
Hasta que tuve que sacar la cabeza del agua para tomar aire, en ese momento busqué en mi frente pero ahí seguía estando así que salí de la laguna gruñendo, me vestí y caminé por los túneles dejando atrás la zona subterránea del Coliseo de Roma decidido a cambiar de estrategia porque esa no había dado frutos.
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