Trafalgar Square

*Estoy sentada en uno de los bancos de la plaza, con las piernas cruzadas, admirando el paisaje: un montón de personas y soldados caminando, haciendo sus vidas, sin arrepentirse de a quienes han matado.
Paso la punta de mis dedos cerca del estómago, por encima de la cadera, donde hace unas semanas me alcanzó una bala mientras intentaba conseguir información acerca de la Alianza junto a unos compañeros de la Brigada. Aunque ya no queda cicatriz aún me produce un tremendo enfado.*

"Si aquel soldadito se hubiera limitado a hacer lo que le dijimos…"

*Cuando salí del hospital mis amigos y yo nos separamos, esperando al siguiente paso de los muggles. Después de sus nuevas tecnologías para detectar magos no pude simplemente irme y esperar a que la Brigada me diera nuevas órdenes, así que me divertí destrozando algunas de sus maquinitas… Probablemente estaba siendo buscada, pero acabar con los magos tenía prioridad sobre mí, y casi podía pasearme tranquila por la ciudad, casi.*

"Hum… alguien habrá interesante por aquí, ¿no?"

*Me recosté en el banco y seguí admirando a las personas que pasaban delante mía*.

Habia elegido un mal dia para salir a por provisiones, y sobre todo, habia elegido una mala ruta. Escapando de una pequeña patrulla de soldados habia acabado en una delas bocacalles a esta plaza. Y todo por conseguir que no me viesen....no, definitivamente esos no me habian visto, pero estoy cerca del infarto al descubrir que tengo que atravesar si o si una plaza llena de gente, GENTE, y alguna que otra patrulla...eso, o volverme por donde he venido esperando tener mas suerte. Me quito los scooter, no siendo necesearios ahora mismo, dejando solo la capucha roja. Resoplo y me la echo para atras, retirandola, considerando que ahora mismo puede no ser necesaria si no contraproducente. Me pego`la espalda contra la pared de una columna de uno de los edificios que dan a la plaza, viendo el ir y venir de la gente, en plan agobio.

"parecen hormigas, joder, miralos"

Saco mi gps y me pongo a rebuscar por ahi, frustrandome bastante porque me estoy poniendo nervioso por momentos. Entonces me entra la paranoia y lo apago de pronto.

"hay que salir de aqui...uhm....vale, hasta donde yo se, no han instalado detectores de magia en las calles. Aun. Dales tiempo. El unico problema son esas patrullitas. Bah. Puedes esquivarlas. Ves....llevan el mismo recorrido todo el rato. Esos se van, los otros vuelven....espacio de punto muerto durante un escaso minuto, tiempo de sobra para cruzar la plaza...si empiezas ya...."

-Ya llegas tarde
Me farfullo a mi mismo, empezando a andar lo mas rapido que se intentando no parecer un yonki en pleno proceso de entrarle el mono, para comenzar a cruzar la plaza y de aquel modo seguir mi ruta por el punto opuesto

*Sopla una brisa fresca que se agradece entre tantas personas. El sol cae sobre todos deslumbrándome un poco. Entonces veo a alguien. No es que sea una experta en magos, pero he visto a algunos intentando esconderse entre humanos, y este era uno que huía de allí lo más naturalmente posible, aunque no lo conseguía. Sonrío, me levanto de un salto y camino hasta ponerme a su altura, siguiendo su paso pero sin mirarlo.*

-Por mucho que camines despacio entre estos muggles no sirve si tienes cara de esconder algo.

*Agarro mis manos detrás de la espalda y me atrevo a mirarlo ahora un poco más de cerca. Luce un poco más joven, bastante mono, con ojos azules y cabello castaño.*

"¿Qué hará por aquí aún?"

Sigo caminando, es jodidamente dificil hacerlo a buen ritmo porque la plaza parece petarse por momentos. A este paso no voy a salir airoso de esquivar correctamente a la patrulla de soldados que está haciendo la ronda. Vale, tampoco son muchos, aun a las malas....podria salir airoso. Pero no me apetecia.

"vamos! que pasa, que hoy regalan comida aqui o que? Esfumaos"

Se me erizan los pelos de la nuca al notar a alguien caminando a mi lado, ¿se habria percatado de algo?. Más aun cuando me habla. Mierda. Pero entonces usa una palabra que no esperaba. ¿Intenta ganarse mi confianza?

- Disculpa, ¿Te conozco? -le pregunto a la chica mirandola de reojo, sonriendo tensamente y sin dejar de caminar. Mentalmente le grito "lárgate".

Enseguida aparto la mirada de ella y se me va hacia el grupo de soldados que estaba dando la vuelta, y resoplo con las manos metidas dentro de la sudadera. Aun asi parece que intento hacerle caso a la chica y pese a que la prisa me apremia, decido caminar mas despacio, menos...sospechosamente. Hasta puedo aprovechar la situacion y fingir que hablo animadamente con una amiga....

*El chico contesta un poco brusco, aunque es normal en su situacion. Veo que mira a los guardias dirigiendose a la misma direccion que vamos nosotros, asi que sonrío de forma inocente y continúo hablando con él tranquila y naturalmente.*

-Puedo ayudarte a escapar de los guardias, y quiero hacerlo, pero me gustaría que después me contaras qué hace un mago en territorio muggle y si sabes algo que yo no. ¿Te parece?

"Dime que es listo y no tan solo un imprudente, por favor".

Camino al lado de la chica, permitiendome ahora echarle un vistazo más a fondo, aunque igualmente rapido. Miro su cara y desvio los ojos rapidamente, pensando que sí, que efectivamente es guapa, pero que sonrie demasiado y está demasiado tranquila en comparacion conmigo, y eso no me gusta un pelo, porque en esos instantes ella aparenta ser superior a mi. Su oferta resulta tentadora, sobre todo teniendo en cuenta como va la ronda de los soldados....

-Y que te hace pensar que voy huyendo de ellos?

"va, demasiado obvio...."

-Y no he dicho que sea un mago, eso lo estás imaginando tú y.... -vale, no dejaba de seguir por el rabillo del ojo la trayectoria de los soldados. -Es solo que no quiero toparme con ellos porque el otro dia robé un coche. Pero tú ayudame, y ya veremos lo que te cuento.

Primero tenia que comprobar que esa chica fuese trigo limpio...tampoco me parecia prudente ir delatándome a la primera de cambio. Miro a Vanessa esperando su reaccion, esperando que no se haga mucho de esperar o tendria que salir de alli yo mismo por patas.

-No dejas de mirar a tu alrededor, especialmente a los guardias.

*El chico duda de mí, algo totalmente comprensible. Yo tampoco voy a confiar en él, pero el estar aquí me dice que no es un mago extremista, y es un buen punto.*

-¿Un coche? -Sonrío ante la ocurrencia del joven- Bueno, yo he roto algunos de sus juguetes...

*Continuamos caminando hacia los guardias. Él tiene las manos en sus bolsillos asi que lo tomo del brazo y me acerco hasta que no parezcamos extraños a los demás*.

-Te ayudaré, pero intenta parecer más feliz, estás paseando con una chica simpática.

*Le guiño un ojo y miro hacia delante, finguiendo que tenemos una conversación agradable de muggles mientras pasamos junto a los guardias.*

- Vale, ahí le has dado. No quiero toparme con ellos. -le replico a lo primero que me dice, que no paro de vigilar a los soldados. No creo que sea el unico aqui que no quiere toparse con ellos.... ¿no? Al menos eso espero.

Ella me dice que ha roto alguno de sus juguetes y despierta cierta curiosidad en mi. Pero este no es el momento de preguntarle mas, asi que lo anoto mentalmente. Me sobresalto cuando noto que desliza su brazo entre el mio, siendo que yo llevaba las manos dentro de los bolsillos, agarrandose a mi como si fuese amiga mia de toda la vida, o incluso algo más. Que me ponga nervioso no quita que funcione perfectamente como tecnica de distraccion.

-Eh, que yo estoy muy feliz.- sonrío mirando para el frente y casi me permito mirar a la cara a uno de esos soldados patrullantes, como si quisiera darle envidia porque yo voy paseando con una chica guapa y él está de turno. Por mucho que sonria se me revuelven las tripas al verles los uniformes y las armas de cerca. Y la misma pregunta de siempre, o la misma certeza. ¿Estaria mi padre detrás de aquellos turnos tan bien organizados? ¿Detras de aquellas patrullas?

Cuando pasamos de largo, suelto un prolongado suspiro. Llegamos al borde de la plaza, donde ya los paseitos de los soldados no son tan ferreos ni constantes. Y me suelto del brazo de la chica. Rasco mi nuca y luego decido agradecerselo.
-Parece que tu idea a funcionado.... y yo que no daba un duro. Puedes llamarme Scott. -extiendo mi mano hacia ella.

*Terminamos de cruzar la plaza y el chico se suelta de mi brazo, presentándose.*

-Encantada de conocerte Scott, soy Vanessa.

*Estrecho su mano despacio, examinándolo todavía. No dudo de que sea un mago, pero tampoco que no sea peligroso. Lo único que tengo para defenderme es mi pistola y el ingenio heredado de mi madre. *

"Tiene modales al menos"

-¿Quieres tomar algo? ¿O tienes prisa aún? No estamos lejos de una taberna donde no nos buscarán a ninguno de los dos.

*Intento ser lo más amable posible, aunque no es mi punto fuerte. Necesito saber todo lo que él pueda contarme. *

"Tsk, a Ben siempre se le daban bien estas cosas, debería haber aprendido un poco de él. ¿Por dónde andará ahora?"

Me devuelve el apreton de manos, mientras soy consciente de que sigue examinandome con la mirada. Empieza a incomodarme. Pero por otro lado, tengo un rostro bastante vulgar, no es que sea reconocible o muy caracteristico...es mas bien paranoia mia. Asi que la tipa en cuestion se llama Vanessa...aun sigo sin tener muy claras sus intenciones , pero por otra parte, no pienso regresar a la plaza. Y no puedo desaparecerme de alli sin causar bastante revuelo y elevar el nivel de alerta de la zona, cosa que no quiero

"que sigan pensando que viven en paz y tranquilitos, que ya les daremos pa el pelo"

-Tengo cierta prisa por salir de aqui -respondo a la chica, medio dando a entender que acepto ese ofrecimiento de que nos larguemos del lugar. Fuesemos a donde fuesemos seria mejor que la atiborrada plaza de Trafalgar donde me habia metido.

-Va, sorpréndeme. No me creo que exista una taberna asi.

Con estas palabras un tanto incrédulas le pido a Vanessa que nos saque de la plaza y nos guíe a ese sitio que ella dice. Eso si, no dejare caer mi guardia, solo por si la situacion lo requisiera.

Trafalgar Square se encuentra engalanada al completo con símbolos de la Alianza,  preparada para mi gran discurso. La muchedumbre  y los afines al régimen se agolpan ruidosamente en la zona cercana al escenario, coreando mi nombre a la espera de que salga. Me asomo ligeramente a través del telón del escenario, comprobando que todo va como debe. Los centinelas se encuentran apostados en las esquinas de la plaza, formando un cordón de seguridad. Los soldados y francotiradores también están en sus puestos, por si surgiese cualquier contrariedad.

La gente sigue coreando mi nombre, pues mi popularidad ha aumentado desde lo del accidente. No hay nada como que crean en los mártires, formando una especie de figura sobrevalorada en su imaginario popular. Todavía los haré esperar un poco más, cuanto más ansiosos estén mejor. Es un buen momento para tratar de ganar más peso político de cara a unas posibles elecciones que me legitimen en el poder por encima de Andreas, en lugar de tener que compartir importancia con él. No tengo nada en su contra ni deseo que le suceda nada malo, pero prefiero ser yo el que esté por encima y el que tome las decisiones de manera unilateral. Además, últimamente anda un tanto desaparecido, tal vez pueda aprovecharme de eso.

Decido hacer mi aparición unos cinco minutos después, saludando a la multitud con una mano en alto mientras camino hacia el atril con la ayuda de mi bastón, mi apoyo desde la cojera por el accidente. Se hace el silencio en cuanto pongo mi mano sobre el micrófono, tras hacer un gesto con ambas manos para que dejen de aclamarme.


- ¡ Fieles y valientes ciudadanos  de Londres! ¡Nos hemos reunido hoy aquí para erigirnos como estandarte mundial de de la raza humana, como aquellos que no dejarán de luchar ni un instante para lograr la tan ansiada paz que los seres mágicos nos han arrebatado durante tantos años! ¡Para decirles que jamás retrocederemos y para que sepan que no les tenemos miedo, a pesar de todo lo que puedan hacer, porque tenemos la certeza de que venceremos! - me detengo unos calculados segundos para esperar a la primera ovación, tras darles lo que quieren oír. Después prosigo, tras tomar aire, ahora con un tono algo menos intenso que el del inicio.

- Sabéis que no han cesado de atacarnos ni un instante...sabéis que se les dio la oportunidad de firmar la paz y la rechazaron vilmente. Muchos de vosotros habéis sufrido sus atrocidades en persona, hay pocas familias que no hayan sido afectadas por la guerra a estas alturas. Yo mismo he sufrido sus demencias en mis propias carnes, acabando tullido tras el accidente de coche que ellos provocaron. Por eso sé lo que habéis pasado, lo que estáis todavía pasando, y os prometo que sus crímenes no quedarán impunes. ¡No hay otro camino que no sea el de ejercer nuestra legítima defensa, debemos proteger nuestro presente y el futuro de nuestra raza! ¡No seremos aniquilados ni asimilados por ellos! Por eso os pido que colaboréis con nosotros todo lo que podáis, uniéndoos al ejército, denunciando cualquier actividad sospechosa de brujería que veáis, tomando vuestras propias armas y echándoos a las calles a combatir, cualquier ayuda es poca. También es muy importante que nos mantengamos unidos y sin división en nuestras filas, la traición  no será tolerada. Será perseguida y castigada, pues no queremos infiltrados que ayuden a los seres mágicos, destrozando los intereses comunes de la nación. En nuestros altos mandos nunca tendrá un lugar alguien que no pertenezca a la raza humana. Aquellos que trabajen en régimen de esclavitud con nosotros y decidan rebelarse,  serán ejecutados de manera ejemplarizante. Y para muestra... -  Otra sección del telón se abre, dejando al descubierto a un par de ejecutores de raza mágica, un elfo y un mago que habían trabajado unos meses para nosotros y que ahora habían decidido traicionar. La traición sale cara, muy cara.

Ambos seres van maniatados y con la boca tapada, sin poder responder a los gritos e insultos de la multitud. Los soldados conducen a los reos hacia el extremo del escenario, como si fuesen a fusilarlos ahí mismo. En lugar de eso los arrojan al gentío, a los que pido que les den ellos mismos su merecido. - ¡Dadles vosotros su merecido, el poder es del pueblo! ¡Haced justicia con ellos para lograr la paz! - la masa enfurecida arremete con violencia contra los dos seres maniatados e indefensos ante tal multitud enloquecida, que en pocos minutos acabará reventando a los pobres infelices. Tras esto no hay mucho más que decir, el populacho se ha entretenido y se ha empapado de mis palabras, con lo cual ya puedo marcharme al siguiente lugar, uno en el que debo una venganza. El coche oficial arranca, dejando atrás el jaleo de la plaza.

Mi mujer decidió que era una buena noche para salir de cena familiar, a festejar no sé qué. No sé si querría celebrar San Valentín, nuestro aniversario o algún cumpleaños. No lo sé, porque no me acuerdo.....

Desde que salí de la reunión con Éamon y Andreas tenía la cabeza en otro sitio, andaba con la mente dispersa y no lograba concentrarme. Varias papeleras sufrieron algún arrebato de ira y puede que más de un ciudadano me denuncie por agresión. Créeme, no me importaba en ese momento ni un solo momento.
Cuando cayó el sol decidí serenarme. Había parado en algún barucho de mala muerte en Tottenham Court a tomar una pinta fresca y poner algunos de los pensamientos en orden. Expulsado de la brigada Roja, me cago en su puta madre. Pensé en llamar a Jeune pero rechacé la idea... no era correcto involucrar a más personas en esta mierda en la que me había metido yo solito por escuchar a cuatro mamarrachos que decidieron asaltar por la fuerza la torre de comunicaciones, pero es que su mensaje sonaba tan coherente... ¡tenía sentido en la mente de las masas y en el pensamiento colectivo! De lo contrario, ¿a qué saldrían?

Sin embargo, la que me escribió un mensaje fue mi querida April. Me preguntaba sobre la reunión con Éamon. La mentí vilmente:
"Bien. Todo bien. Querían saber qué sucedió en la plaza del Ministerio. Rutina"
"¡Qué bueno! Vayamos con los niños a tomar algo para celebrarlo"

Ya me acuerdo qué celebrábamos. Que no me habían despedido. Qué estúpido. Decidimos cenar en un McDonalds cercano a la plaza. Esta maldita cadena de comida rápida jamás morirá, antes muere el mundo que ella. Y allí estamos, con Gary diciendo que él quería el muñeco del otro Happy Meal y Rose se enguarrinaba toda la cara con el ketchup mientras se comía las patatas fritas a puñados. La gente de alrededor miraba y sonreía mientras April toda apurada intentaba que la niña no se pringara más.
Yo sonreía falsamente, como si estuviera presente, pero ni mucho menos. Estaba lejos, más concretamente en el despacho de Éamon Michael. -Rose, te estás poniendo fina, hija. Voy a por más servilletas- Me disculpé de ellos para ir a por material de limpieza de niños que deciden jugar a ser vampiro con las patatas. Al fin pude sonreír al intentar explicar a la dependienta para qué necesitaba más papel. Decidí en ese momento, que con trabajo o sin él, si ellos no me faltaban, no pasaría nada. Todo iría bien. Éamon no me da miedo. Andreas tampoco. Aprovecharía ahora para desconectar de tanta violencia, de tanta sangre y podría relajarme y ver crecer a mis hijos, cosa que, cuando era soldado PNJ no podía hacer. ¡Y regar el cactus que Gary me dejó en herencia!

Lo cotidiano puede resultar tedioso cuando forma parte del día a día, cuando es lo habitual.  Sin embargo lo cotidiano, la rutina,  puede convertirse en un anhelado tesoro cuando el horror y la desgracia acechan en cada rincón. Lo normal o incluso lo aburrido puede resultar una bendición  cuando el zarpazo de la guerra puede derribar una vida en un abrir y cerrar de ojos, cuando mires donde mires sólo puedes preguntarte cuánto cuesta algo de felicidad, o ausencia de dolor. Probablemente sea lo que estén pensando aquellos ciudadanos que han decidido salir esta tarde, decidiendo hacer frente al miedo, tratando de poner algo de normalidad y cordura en sus vidas. Se empeñan en seguir adelante en una ciudad que hace tiempo se hundió en la oscuridad...

Buscar la luz puede resultar un acto de valentía, algo que los pocos viandantes de la plaza procuran. La aparición de cinco individuos con máscaras metálicas y el negro uniforme de los Blood Keepers despierta el temor y la confusión en la plaza. Las escasas personas que cruzaban por allí comienzan a dispersarse ante el temor de un ataque, pues el silencioso y siniestro grupo camina en perfecta formación hacia el popular restaurante de comida rápida. El orden del grupo y su homogeneidad de estaturas encajan a la perfección con sus idénticos e impolutos uniformes con el símbolo de los Blood Keepers, como si apenas hubiesen sido usados. Su objetivo está definido, ha sido planeado hace unas horas, rastreado y marcado. La ciudad tiene miles de ojos...siempre saben dónde está todo el mundo.


Los cinco personajes irrumpen en el restaurante en el que se encuentra Nathan York y su familia, además de otras personas. Sin mediar palabra comienza un violento ataque contra cualquier ser viviente que se encuentre en el local, que de un momento a otro se convierte en una locura de explosiones mágicas y objetos volando por los aires. Dichas explosiones provocan que las llamas comiencen a propagarse, dejando una dantesca imagen de heridos y juguetes de Happy Meal por los suelos. Los gritos de pánico y dolor inundan el lugar mientras la gente intenta salir, aunque no todos lo consiguen. Dos de los uniformados se dirigen hacia Rose y Gary, sacando de sus cinturones un par de relucientes dagas. Con un movimiento sincronizado pasan sus manos sobre el filo de dichas dagas, provocando que éstas cambien de forma hasta alargarse lo suficiente como para poder alcanzar el cuello de los niños.  Acto seguido realizan un certero movimiento de tajo, justo ahí. Todo sucede en un instante, o en una eternidad, según se mire. El chillido horrorizado de April acompaña al sonido de las cabezas perdidas, que ruedan por el suelo junto al ketchup. Ella no tarda mucho en acompañarlos, pues es la siguiente. Otro de los atacantes se encara con Nathan, aunque no pone excesivo empeño en la explosión que le lanza. Tal vez sólo le aturda, o hiera levemente. El grupo se reúne en la puerta una vez perpetrada la masacre, abandonando el lugar casi tan rápidamente como entraron. La oscuridad de las calles los ampara en su huida, dispersándose para reunirse más tarde todos en el mismo punto.

Todo es infierno:

OFF:

La tranquilidad vive en el local, en la rutina, en el jolgorio de la gente que esa noche había decidido salir a tomar un algo en pandilla o en familia. Nadie, NADIE, podría haber sabido lo que se les venía encima a esos pobres incautos que tenían la guarda baja.
Pero el mal y la oscuridad siempre está ahí. Acecha y serpentea entre los claro-oscuros de la vida de la herida ciudad, hoy habían decido salir a relucir en la plaza de Trafalgar. Son 5, como bien podrían haber sido los jinetes del apocalipsis.

En el calor del restaurante nadie sospecha nada. Sin embargo, en el exterior hay personas abrigadas que echan a correr y se apartan dejando pasar a los Blood Keeper que parecían ir encaminados en un objetivo prefijado. ¿La razón? Solo ellos la saben. A mí, como casi todos los que estábamos dentro,  nos pilla el ataque por sorpresa y con la guardia baja. No habíamos sospechado nada, a pesar del ataque de hacía una semana en el Ministerio de la Paz. No pasa ni un segundo cuando una de las vidrieras de cristal se hace añicos y vuelan por encima de nuestras cabezas, algunas impactan en las personas que allí hay, uno de ellos se incrusta en el lado izquierdo del tórax de la dependienta que hace cinco segundos me había dado las servilletas para limpiar a Rose, haciendo que salpique sangre por todo el mostrador.
Por puro instinto me agacho para llegar hasta la mesa donde estaba mi familia, les ordeno que se escondan debajo de la mesa, ahí pasarán desapercibidos y estarán protegidos de los trozos de cristal que vuelen. Los niños lloran, es normal, yo también lo haría. Pero desde mi posición, parapetado detrás de una columna les indico que se tranquilicen. "¿Dónde están las salidas de emergencia de este maldito sitio?"

Empiezo a agobiarme. Necesito sacar a todos los que pueda de ahí. Cerca se escucha el último grito de una persona en esta vida terrenal. Que su dios le ampare. Diviso a la mayor parte de los Blood Keeper, había contado 3 hasta el momento que estaban atormentando o asesinando o volando en cien pedazos a los humanos que no habían logrado escapar o habían sobrevivido al primer impacto. Se escucha una explosión y el fuego procedente de la cocina vuela por encima de todas las cabezas de los presentes, pero esos malditos magos parecen ignífugos. Aprovecho que una humana les está plantando cara para correr agazapado hasta donde estaban April y los niños. Los abrazo para tranquilizarlos

-Vamos a salir todos de aquí, ¿vale? Pero me tenéis que prometer que no podéis llorar. ¿Prometido por el monstruo del cactus?- Digo a los pequeños para intentar tranquilizarles -Hay una salida de emergencia a la derecha de esa columna, tenemos que llegar hasta allí. Yo les distraeré. Te quiero gorrión- Abrazo a April y le doy un beso en la frente, que suena más a despedida que a un te quiero verdadero.

Salgo del escondite gritando a los Blood Keeper que había localizado -¡EH! ¡CABRONAZOS!- No ha sido difícil llamar su atención la de los tres que tenía localizado y la de los otros dos que me faltaban por haber contado. "MIERDA MIERDA MIERDA". Agarro cualquier cosa que pillo, una bandeja de esas que usa la gente para llevarse la comida para darle con ella en las narices al que tengo más cerca. La bandeja se termina por romper en los impactos sucesivos. Es posible que haya acabado con uno, pero me quedan 4 más, que por supuesto me han marcado como objetivo primordial.

-NATHAN!- Escucho en la lejanía. Cerca de la puerta de salida de emergencia April me avisaba del ataque del Blood Keeper, del que pude parapetarme en el último momento para no recibir el impacto explosivo de lleno.  El trozo de bandeja que tenía como escudo se hizo añicos y a mí me mandó volando a la otra punta del restaurante. El suelo estaba caliente, pegajoso y húmedo, fruto de la sangre de las víctimas que antes allí cenaban.
El impacto me dejó sin respiración una milésima de segundo, momento que aprovechó uno de los atacantes para agarrarme de una forma en la que no podía moverme, solo forcejear. El otro me obligó a mirar, sujetando la cabeza con fuerza mientras un tercero se encaraba a los niños que no paraban de gritar y chillar: "papá, mamá, tengo miedo" El cuarto auror impedía que se escaparan y el quinto sujetaba a April. El Blood al que intenté partir la nariz era el que se acercaba peligrosamente a los niños, me sonrió mostrándome todos sus dientes.

-¡No, por favor, a los niños no les hagas nada! Ya me tienes a mí, pero a ellos déjalos. No han hecho nada, por favor, te lo suplico por lo que más quieras. No hagas daño a los niños- Creo que ese cabronazo estaba disfrutando de la situación, quería que suplicara, se lo estaba viendo en el brillo de su mirada -Como les hagas daño te juro que te reviento la cabeza con mis propias manos. ¡TE MATARÉ! ¡ME OYES!- Y vaya que si me estaba oyendo. No sé muy bien lo que hizo, ni cuando, todo fue muy rápido, pero en un abrir y cerrar de ojos dos cabezas rodaron hasta mis pies. Se hizo un silencio sepulcral que rompió April con un grito desesperado. Cayó al suelo de rodillas llorando desconsoladamente. El Blood me miró un segundo y entendí perfectamente lo que quería hacer -No, ¡NO! APRIL huye, April no llores, corre!!! CORRE-

Ella, como adulta, fue más rápida, intentó salir corriendo, forcejeó por salir y con su atacante. Dios sabe que luchó hasta el final, pero no tardó en llegar. -No, no, no April. No. Basta, ¡¡¡BASTA CABRONES!!!- Se rieron, esos malditos bastardos se estaban riendo. Estaba claro que yo era el siguiente, lo leí en sus pensamientos.

Lo siguiente que recuerdo es la sangre corriendo por la frente, rodeando las cejas, manchando la ropa. Había elegido una camisa blanca para la reunión con Éamon, pero ahora estaba teñida en rojo. De mi sangre, de la de la gente muerta, de la de las personas que más quería.
Me cuesta andar, creo que me han roto algo, pero me arrastro hasta los cuerpos sin vida de April, Rose y Gary. Los abrazo balanceándome, ¿por qué? ¿por qué ellos? ¿por qué ahora? ¿POR QUÉ? Maldita sea, estúpida ciudad, estúpidos magos. ¿Paz? Iluso. Somos todos ilusos.
-April lo siento. April lo siento. Ya no tengo trabajo ahora puedo estar con vosotros. Veremos a Gary y a Rose crecer. Ya verás que sí. No me dejes, no podría estar sin ti. No te vayas. No quiero estar solo. Tengo miedo. Quédate conmigo, por favor, quédate-

Pero no se quedó.
El sonido de las ambulancias inundaba el espacio. El hedor, los trozos de carne y pan empapados en sangre... Unas manos me arrancaron los cuerpos sin vida de mi familia, intenté resistirme pues sabía perfectamente que una vez que lo hicieran, no podría volver a verlos con vida, jamás. Porque en ese momento te engañas a ti mismo y te dices que todavía se despertarán, que todo es una pesadilla, que el tiempo volverá atrás. Pero no. Porque eso nunca ocurre, por mucho que cierres los ojos y lo desees con todas tus fuerzas.

No volverán.
Jamás.

El androide de Johan Black había mantenido un perfil bajo desde que se marchó del castillo Black, donde comenzaron a hacer demasiadas preguntas que podían poner trabas a sus planes. Desde entonces se había dedicado a recopilar información de primera mano de lo que sucedía en la capital, siempre desde una posición discreta. Los ministros estaban de vuelta, pero no habían tomado ninguna medida en particular, a excepción de la de encerrar al falso Gelion. Probablemente no supiesen todavía demasiado, puesto que los datos de acceso a información de la Ciudadela no estaban disponibles. Podían intuir el problema con la potencia de los satélites, y con los androides insurrectos, pero poco más. Estaban tan enfrascados en su propia guerra que no se daban cuenta de nada más.

A las 21:00 de la noche se iluminó en rojo una de las pantallas gigantes situadas en alguna de las fachadas de la zona de Trafalgar Square, al igual que otras grandes pantallas distribuidas por la ciudad y que se usaban para discursos de la Alianza o para avisar de ataques a la población. En esta ocasión no apareció la cara de ningún alto mando de la Alianza, tampoco de ningún soldado. En su lugar apareció el rostro del líder de los renegados, dirigiéndose a todos aquellos que estuviesen por allí. La IA tenía acceso a ese tipo de medios de difusión, y no fue necesario que el androide se encontrase necesariamente cerca de la pantalla.

- Ciudadanos de todo el país, mágicos y no mágicos. - el gesto del androide era impasible, comenzando a hablar en tono sereno. - Quiero emitir un comunicado por parte de los renegados a los que represento, y también de más miembros de la comunidad mágica. Tras los últimos acontecimientos hemos decidido presentar nuestra rendición definitiva, pues ya se ha causado demasiado sufrimiento y queremos iniciar el proceso de paz con la Alianza Humana, con la cual ya hemos iniciado conversaciones, aunque no con los actuales líderes. Ellos se han negado al proceso de paz en reiteradas ocasiones, a pesar de que hemos aceptado las condiciones que nos propusieron, en las que humanos y mágicos viviríamos separados de manera definitiva, cada uno en su territorio. Por ello quiero llamar a la destitución de los actuales líderes en Reino Unido, al desacato contra sus normas. Estamos en conversaciones con los líderes de la Alianza de otros países, que van a cambiar y ya no serán tal y como los conocemos. Seguiremos informando. - la conexión se cortó en ese momento, la pantalla se fundió a negro. A cientos de kilómetros, en Berlín, el nuevo líder de la Alianza pisaba el cadáver del anterior.

La ciudad estaba hasta el culo después del comunicado de Johan a los medios. Lo que normalmente nos hubiera llevado 5 minutos esa noche nos demoró casi media hora. Demasiado tiempo si lo que queríamos era pillar a Johan y saber qué estaba tramando... otra vez. -Venga, seguiremos a pie. No quiero que me detengan por atropellar a unos cuantos imbéciles que no saben que ¡LA CALZADA ES PARA LOS COCHES!-

Cojo la domintor y salgo del coche, esperando a que mi compañera @Morgana Wolf hiciera lo mismo y así cerrar el vehículo. Avanzamos por el ajetreo, entre el baño de masas. Otra vez. Estaba teniendo una sensación muy extraña de déjà vu con todo el asunto del ministerio de la paz. Suspiro mientras empujo a unos cuantos de los que están allí hasta conseguir llegar al lugar donde se había grabado. Por la posición debía de ser este el sitio donde se había lanzado el comunicado y los resistentes no podían estar lejos, hacía falta desmontar todo el aparataje necesario del rodaje.

Permanecí bastante callada durante el trayecto desde la base hasta el centro de la ciudad, dándole vueltas al extraño asunto del mensaje de Johan, al hecho de que dijese que se retiraban y que debíamos atacar a nuestros líderes. Al llegar a Trafalgar Square me bajo del coche, aunque sin muchas ganas de buscar a los que quiera que estén detrás del mensaje. - A estas alturas ya no quedará nadie aquí. Para eso si no era un mensaje pregrabado. - regruño mientras preparo la dominator, entornando los ojos para mirar con gesto de sospechar de todo y todos. - Además, debe ser una treta. La verdad es que no me creo que se rindan, esto tiene que tener algún propósito. - murmuro a Nathan mientras avanzamos entre la gente, a la cual le pego un grito para que vuelvan a sus casas. - ¡Desalojen la plaza! ¡Hay peligro de amenaza como sucedió el día del ataque en el Ministerio de la Paz! - es todo mentira, pero me da igual. Quiero que se quite del medio todo el gentuzo.

La mayoría entra en pánico, comenzando a correr para irse de allí. Otros tantos permanecen, entre curiosos, desafiantes, o simplemente estúpidos. Agarro a Nathan por el brazo, para llevármelo al callejón más cercano mientras miro por el rabillo del ojo que quedemos fuera de ángulo de las cámaras de vigilancia. - No sé tú, pero yo paso de hacer el paripé de buscar a los renegados. Estoy harta de esto. - harta de seguir órdenes, de vivir en bucle, de pelear para otros. Desengañada de todo. Tal vez por eso decido ignorar la desconfianza lógica, hablando a Nathan a las claras. - Aprovechemos la situación para dar la vuelta a esto. Actuemos cuanto antes para derrocar al gobierno de la Alianza. Los soldados que no sean fieles a los ministros, y muchos de los ejecutores. No podremos usar la dominator contra ellos, pero podemos atacarlos de otro modo.

Gruño cuando me dice Morgana que cree que se trata de un mensaje pregrabado porque en mi caso sospechaba y esperaba que no lo fuera. Si encontrásemos a alguno de los que han ayudado con la emisión podríamos hacerles hablar. ¿Cómo lo habrían hecho esta vez? La otra vez piratearon la señal al colarse en la torre de comunicaciones, pero... ¿ahora? No se había recibido ningún mensaje de la torre.
Por desgracia a nuestra llegada nadie interesante había allí, a excepción del populacho random que ya se encarga Morgana de espantar. Si esto es un atolladero para que la gente acudiera en manada, estaba claro que había conseguido su objetivo. ¿No habían aprendido de lo que había pasado en otras ocasiones? Porque parecía que no. Al menos el mensaje de Morgana cala en la masa y ésta empieza a desperdigarse en todas las direcciones.

Por mi parte sigo emperrado en buscar algo que se hayan dejado los renegados atrás. o el mismo Johan (aunque sea el ficticio) para hacerle hablar cuando el tirón del brazo me empuja a un callejón oscuro. Sospecho si Morgana va a intentar matarme, a saber, porque de todos es sabido los cambios de parecer de esta señorita -¿Y bien? No podemos usar las armas contra ellos, tampoco la fuerza física... qué nos queda, ¿publicar sus perfiles de facebook de cuando eran jóvenes? Lo único que podemos conseguir es ensuciar tanto su imagen como para que ... la gente cambie de parecer- Recuerdo en ese momento el pendrive que en su momento me dio Layla. Con el disco de control de bestias. Sí, todo eso está en mi poder -¿Y si te dijera que creo que tengo algunos ases en la manga para hacer cambiar de opinión a las masas? Mira la plaza como estaba con un mensaje de mierda de los renegados. Hasta la bandera. Además, si ellos han conseguido piratear la señal no una vez, sino dos, ¿quién nos dice que no podemos hacerlo nosotros? Venga por amor de Molly Malone- Y el plan es más rápido y seguro que ir preguntando, soldado por soldado, ejecutor por ejecutor, quién quiere ser nuestro amiguito o amiguita, cuando la mayoría tienen el cerebro más vacío que Éamon.

Ya en el callejón consigo poder hablar con Nathan fuera del alcance de las cámaras de seguridad que hay por la ciudad, o al menos eso creo, pues busco un posible ángulo muerto para evitar ser vistos en actitud sospechosa. - Actúa con normalidad, como si estuviésemos buscando pistas. - murmuro mientras hago como que reviso detrás de unos contenedores. Mientras sigo hablando, lanzando una mirada poco amistosa al soldado cuando dice lo de los perfiles de Facebook de los líderes. - A la gente le da exactamente igual lo corruptos que sean esos tipos, los trapos sucios que tengan o lo que hayan hecho. ¿No te das cuenta? con todo lo que ha sucedido está claro que les da lo mismo. Claro que lo saben. El escándalo de los reeducados, los campos de concentración, los experimentos, el modo en que degradan a muchos de sus soldados a simples ejecutores, y un sinfín de mierdas más...hay muchas cosas que se han filtrado, y todavía tienen a demasiada gente de su parte. Tú te rebelaste el día de los sucesos caóticos del Ministerio de la Paz, y así otros muchos soldados, pero a ninguno os salió bien. Ahora los demás tienen miedo de las represalias. Y los que no lo tienen es porque están del lado de los altos mandos, o porque son ciudadanos acojonados que se creen que la Alianza es lo único que puede protegerlos, o que todo sería aún peor sin ellos. - habían enviado un mensaje claro aquel día: "o nosotros o el caos". Muchos hubiesen preferido el caos.

- Tampoco sé exactamente lo que quiero, pero cualquier cosa que sea cambiar servirá por ahora. - murmuro mientras vuelvo a colocar el contenedor en su sitio, adentrándonos más en el callejón. - Sinceramente...no sé hasta qué punto podríamos conseguir que volviese el caos de aquel día, pero si podría ser suficiente para que pudiésemos llegar hasta los ministros. - entorno los ojos cuando Nathan dice que tiene algo que puede inclinar la balanza a nuestro favor, ya podría haberlo soltado antes. - Desembucha. No arriesgaré de ese modo si no es algo lo suficientemente bueno. Hacer un mensaje ahora mismo sería como ponernos una diana en el pecho. Después pueden pasar varias cosas...o que se unan a nosotros, o que Éamon y compañía nos fusilen. Necesitamos que alguien que tenga acceso a ellos los mate. Nosotros no podemos con esta basura de arma restringida.