Colinas de North London

"Tendré que hacerle caso a mi papa y tener un arma, ademas de la navaja claro".
Veo que la joven se había sorprendido por como me había mantenido, pensaba que tal vez no iba a poder pero estas alas son muy fuertes.
-No saco las alas por el hecho que llaman la atención por su tamaño, ademas era uno de los motivos por el cual me perseguían, y hasta las arrastro por ser un poco más altas que yo, pero supongo que eso me beneficia mucho- mientras seguía escuchando a la joven pensé que tal vez seria mejor que ella elija el arma por mi, para que diga eso de forma tan emocionada seria mejor dejarla a que me elija el arma y todo sera lo mejor.
-Ya que sabes mucho más que yo, dejare que me sorprendas- sonreí mientras observaba el árbol -ademas ahora que lo pienso, con las alas podría darle un impulso a la bala para que valla mas lejos y rápido- suspiro un poco con una leve sonrisa y rasco mi nuca -pero si quieres no tendré ningún problema con ese revólver de 44 Magnum que me dijiste, y si quieres puedes mejorarla-.
"Por mi parte alada me sentía mal al tener que defenderme con un arma, pero por mi parte maga me sentía muy emocionada y la verdad que tendré que practicar y entrenar".

"La verdad es que sí, ir con esas alas desplegadas por ahí es como pedir a gritos que te maten".
No me gustaba mucho que Bastet me dejara a mi la elección total de qué arma estaría bien para ella. Prefería que el cliente me dijera qué era exactamente lo que quería para que luego no hubiera quejas, pero esta vez parece que en verdad lo mejor era que se lo eligiera yo.
—Así que prefieres el revólver a la pistola automática. Bien, aún así creo que no estaría mal que tuvieras algo para contener o asustar, y ya que me das la libertad de manipular el revólver... ¿Qué tal si la modifico para que el ruido que provoque al disparar sea varias veces superior? De esa forma podrías ensordecer a quien quieras y aturdir uno de los sentidos. Si no quieres hacer daño directamente, podrías disparar a la nada y confundir con el ruido a quien te esté acosando y aprovechar de alguna forma eso para huir. Pero claro, yo solo sugiero opciones, la decisión final es del cliente.
"Luego no quiero reclamaciones".

"Mejor sigo el consejo de Freiya para no cometer ninguna equivocación".
Escuche la sugerencia y la verdad que me había convencido.
-Me gusta mucho la mejoras que propones, aturdir y tener una buena distracción para poder escapar- observe a la joven y luego mi derecha para ver hacia donde ir luego para poder encontrar un lugar tranquilo para descansar -no lastimo a nadie y eso me parece bien-.
Con esto ultimo me puse a pensar.
"Luego tendré que aprender como mantenerla para que no se arruine o rompa".
-¿En cuanto tiempo la tendrías?-.

Ante el consentimiento de Bastet de absolutamente todo lo que decía, no podía hacer más que suspirar decepcionada. A lo mejor ella no había entendido muy bien todo lo que le había dicho, pero eso ya sería problema suyo si aceptaba algo que luego no le agradaba.
"Es mejor cuando te pongan objeciones o sugerencias, así al menos tienes seguridad de que la otra persona de entera de algo".
Sin embargo, no sería apropiado que le repitiera continuamente si estaba segura o recordarle todas las características del arma solicitada, nunca era bueno jugar con la paciencia o competencia de un cliente, aunque se tratase de alguien que no tuviera mucho conocimiento de las armas de fuego. En vez de eso, era mejor hacer el trabajo tal y como se solicite de forma eficaz.
—No es un trabajo muy complicado, solamente necesito reunir las piezas necesarias para fabricar el arma y luego encantarla.—En ese momento, mi mente divaga varios segundos en los diversos proveedores y conocidos que tenía por China Town, estimando el tiempo necesario para regatear todas las piezas y el ensamblado final de las mismas— Diría que no tardaría más que unos pocos días, una semana como máximo si tengo algún tipo de problema.
Como que parecía que ya habíamos concertado todos los detalles del pedido, no había más que irme y empezar a reunir las piezas.
—Con esto creo que ya está todo dicho. En cuanto la tenga fabricada, te explicaré más detalladamente cómo manejar el arma y dónde puedes adquirir munición para la misma. Entonces, si me lo permites....
Luego de haberle dicho eso a Bastet y despedirme de ella, me concentro para activar mi cojuro de Desaparición e irme del lugar. Al hacerlo, dejo tras de mí una estela oscura en la posición donde estaba mi cuerpo, que acaba dispersándose a los pocos segundos.

"Tendría que preguntar algo, pero más adelante mejor".
Escuche a la joven mientras me hablaba y el tiempo que tardaría, que no seria mucho por lo visto y pensaba que tal ves al cumplirse una semana mandaría a su sombra para buscarla y ver en donde verse, pero mientras tanto tendré de conseguir libros y de mas para informarme mejor sobre las armas de fuego, más sobre la que obtendré.
Freiya se despidió de mi, mientras le regalo una sonrisa y un saludo por cortes por su amabilidad y observo que desaparece.
-Bien, tendré que seguir vagando hasta que caiga el sol para descansar-.
Con esto ultimo comienzo a caminar lentamente para apreciar cada paso y cada lugar que observo.

Tan cojeante como siempre y con la bendición de que Vlosinssrigg se comportaba aquella noche, avancé por las calles pareciendo más un vagabundo que no un peligroso mago. Embutido en mis telas rojas y negras, como buen intento de ser maligno que viste de colores emo porque no tiene nada mejor que hacer, y encapuchado y abufandado como si quisiera ir de misterioso por la vida, desde luego no inspiraba confianza. Pero no porque la gente temiera de mí que hiciera cosas oscuras y retorcidas, si no porque me confundieran con un borracho mendigo que les pudiera atracar para darse un festín birrioso. De birra, no de birria. Aunque lo mismo era. Yo venía huyendo de un bareto donde ambos no eran escasos, si no abundantes.

-¿Sabes, cara feliz? El exterior tiene su gracia, pero por ahora, me falta encontrar algo realmente interesante. Las ropas estrafalarias y las pintas que en general lucen me divierten, pero es una diversión mundana. No he visto aún nada que… Me sea útil en mi día a día. Ni espero encontrarlo esta noche. Si pretendo encontrar a algún iluminado… ¿O debería decir oscurecido? De los de mi índole, no podré esperar que conozca mi lengua. Igual debería haberme quedado allí abajo. No comprendo como hay tantos tan incapaces en el arte de la lucha.- Y es que para un elfo oscuro el pan de cada día es que incluso ese crío que pudiera pedir limosna en una esquina fuera capaz de abrirte en cuello en cuanto bajaras la vista para sacarte un par de monedicas.

Ahora que pienso… Si, en aquellos momentos hacía exactamente lo mismo que hago ahora, que es contar mi vida entera a objetos inanimados, aunque al menos ahora tengo la esperanza de que un ser vivo se entere. Hablaba con cara feliz, que tu ya conoces. Aquel champiñón al que le dibujaste un rostro sonriente y me pareció un maravilloso recuerdo de tu retraso mental. Era la compañía más agradable que había tenido esos últimos años. Se contentaba con todo lo que decía y nunca me respondía de vuelta.

No es que me resultara una sociedad incomprensible, pero me parecía estrafalaria en todos los sentidos. Como la vil y asocial persona que era me las apañé para llegar hasta unas simpáticas colinas sin haber dirigido la palabra a siquiera una persona. Por la noche hacía un fresco interesante, cuanto menos, y era poco abundante el gentío. Si pillaba a uno lo cogería y me encargaría de generar una conversación. Y si no me lo comería, o lo usaría para mis fines tan malévolos que tanta gracia le hacen a algunos protectores del “bien”.

Me senté en un banco y como buen vagabundo me tumbé en él, repasando un poco mi lectura. A aquellas horas era muy escasa la luz y se adivinaba que un ser corriente no debería poder leer con tranquilidad. Pero a mí aquello no me importaba. O era imprudencia o arrogancia, ya sabes que la noche siempre me hace un poco más lelo. Lo único que sabía es que los hombres aquellos que iban protegidos hasta el paquete eran malos. Y que si veía uno era mejor atacar antes de preguntar. Con aquel inciso en mi día a día me veía muy capaz para seguir sobreviviendo. Tenía nociones a pinceladas breves y cortas sobre todo aquel asunto, sobre humanos contra seres mágicos.

Chorradas. Llegaría un día donde de alguna forma u otra me quitaría gente de en medio, de ambos bandos. Y no por la raza, si no por el mero hecho de que podría hacerlo. Tenía grandes planes, como bien ya sabes. Sonreí casi como si estuviera leyendo un libro de trabalenguas desnudo en una cama y me encogí de hombros, con una felicidad pueril en mis facciones.

Maldito frío húmedo de Londres que te cala hasta los huesos. No termino de acostumbrarme a él, por mucho que en Moscú hiciese como 10 veces más frío que aquí. Al menos no era un frío húmedo, con que te abrigases era suficiente. Pero aquí nooo, no podía ser igual. Y más al caer la noche, resulta de lo más molesto. A decir verdad no es lo único que echo de menos de mi patria. Allí he dejado muchos años de lucha, muchos compañeros que perdí de vista, muchos recuerdos. Y una persona a la que no sé si volveré a ver, y que ni siquiera sé si quiere volver a verme. ¿Quién me manda a mi enamorarme de una humana?. Desde que salí de allí apenas me ha mandado un par de cartas, todas bastante escuetas. Al menos sé que está bien, pero desde nuestra discusión ya no creo que sea lo mismo. Cada uno ha cogido un camino.

- Bah, tampoco hay quien la entienda. Primero dice una cosa, luego dice otra...en el fondo me volvía un poco loco. - trato de autoconvencerme, hablando en voz alta mientras subo la colina, despistado, gruñendo y mirando al suelo. Desde que he llegado aquí he estado un poco desubicado. También he visto a mi hermano menos de lo que querría, se ha estado metiendo en algunos líos de los que me he enterado después. Nuestro plan de atar a Novgorod a una silla y torturarlo o echarle gasolina por encima se ha ido al garete por culpa del cambio de poder en Rusia. Ya tenían que entrar los malditos humanos yankees a joderlo todo. Quería ser yo mismo el que le diese en las narices al estúpido emperador y a la idiota de mi prima, pero nada. Ahora no sé siquiera si están vivos o muertos, exiliados o vete a saber. Al menos no se han salido con la suya. Me siento algo mala persona por alegrarme por eso, pero da lo mismo, me han tocado mucho las narices.

Cuando termino de ascender la colina me dirijo hacia un banco, sin poder distinguir demasiado bien por la escasa iluminación de la zona. Mi idea de ir a sentarme un rato se desvanece al ver que hay alguien durmiendo, supongo que un mendigo. A lo mejor la ha palmado por el frío y se ha quedado ahí tieso. Pienso que debería ir a comprobar o echar una mano, hablando conforme me acerco al banco. - Oiga, señor. No se quede ahí, que se va a quedar como un cubito. Puedes construirte una casa de cajas o algo, pero ahí...- niego con la cabeza, quedando ahora de pie junto al banco. - O haz un buen fuego. Total, no creo que la policía se preocupe por un mendigo haciendo fuegos, cuando tienen toda la ciudad jodida y cayéndose a cachos. - no dejo de hablarle a pesar de que esté durmiendo, puede que me aburra y necesite hablar con alguien, aunque puede que él no opine lo mismo.[/b]

Y seguía leyendo cosas. Sobre la th, porque me hacía mucha gracia la manía que le tenías. Y yo te sigo insistiendo que era z y no t, o como mucho, d. Y en algunas palabras si que hacía de t, pero eran cosas concretas. Tan entretenido estaba yo repitiéndome en la cabeza “DAT” en vez de “THAT” y “ZAN” en ves de than, que cuando llegó uno a mi posición, una preciosa presa para mis delirios nocturnos, un poco más y me caigo del banco del susto. Me decía “Ve, tranquilidad”. Quizás por aquella extraña y tan jovial actitud que me había dado leer un poco parecía estar más dado a socializar. Y me sorprendí un poco al creer atisbar en mi mismo interés por una acción tan… Mundana. Siempre me había gustado charlotear contigo, y lo sabes. Pero porque tu eras un entendido y ya nos habíamos acostumbrado.

Excepto Cara Feliz, sin embargo, nadie había conseguido ser un… oyente agradable. Aunque quizás tampoco acabara bien. Porque me di cuenta que toda la teoría se iba un poco al chuste al haber entendido muy pero que muy pocas de sus palabras. Creí intuir una especie de reprimenda por estar tan alegremente leyendo en un banco, que era cosa normal y adecuada a esas horas. Pero las comparaciones, las ideas de las cajas y todo lo demás me pasaron por desapercibidas. Luego mencionó “fuego”, “policia”, “ciudad cayéndose a cachos”. Fue más mi sentido de la lógica que no mi comprensión del inglés que dio medio sentido a aquellas frases.

Lo observé como si lo valorara. Tenía el pelo blanco y esa no era una condición que pasara desapercibida a mis fulgurantes amarillentos ojos. Pero aparte de eso era, como pude suponer, cualquier humano teñido o un mago haciendo alarde de sus características muy similares a protagonistas videojueguiles, o a protagonistas de series animadas japonesas. Me senté un poco mientras seguía haciendo un exámen físico. Parecía un hombre corpulento y le había notado algo raro al hablar, aunque me temo que no puedo decir si es que lo notaba borracho o es que se gastaba acento.

La cuestión es que no era el inglés común y eso me iba a poner difíciles las cosas. Por primera vez me atreví, casi tímido cual pava hablando con su churri, a mencionar algo en inglés. -Leía.- Y es que los verbos en inglés eran sencillos. Si decía “I read” estaba diciendo, “Yo leo”. Si decía, “I read” pero en vez de pronunciado “RID” lo pronunciaba “RED” entonces o estaba diciendo que era comunista o que “Leía”. Aquella lengua era curiosa. Me sentí muy halagado con mi propia inteligencia al haber aplicado la segunda pronunciación y le devolví una mirada ahora mucho más contenta.

-Pero hay frío, sí.- En vez de decir “hacer”. Lo cual fue un error que comprendí un par de días después y se me retorcieron las entrañas, porque no me gustaba ser malo, en nada. Le tendí una mano como si ya supiera que había cometido un sacrílego error y quisiera arreglarlo por las buenas. No sé yo qué debería pensar de un chaval desteñido, vestido con trajes que gritan algo como “Soy un villano y de los malos”, una guadaña de más de un metro dejada en un ladito y un careto en cuanto menos, curioso. Pero los magos estaban muy ciegos en la luz oscura e igual incluso eso le pasaba desapercibido. Sabía que veían poco, pero es que en la definición de poco puede existir que ven “media mierda”, o que “ven una mierda entera”, o que “están tan ciegos que ven una onceava porción de susodicha excreción”. En conclusión, fuera como fuera su vista nocturna, era equiparable al nivel de un mojón.

Entorno un poco mejor para fijarme en que el tipo del banco no estaba durmiendo realmente, pero claro, en un primer acercamiento pues ni me he fijado. Como mucho nos llega la luz de alguna farola lejana de las que hay cada tantos metros en la zona, y sólo porque hay algún que otro banco disperso por el lugar. Me da algo de mal rollo que no me responda al principio, más bien se me queda observando. Seguro que acabo de hablarle a un psicópata o tiene mal despertar, por eso no dice nada. No es humano, eso seguro. Y creo que tampoco he visto hasta ahora ninguno como él, de pelo blanco y piel oscura, así de primeras no tengo muy claro lo que es.

"bien Thoren...días y semanas casi sin cruza palabra con nadie y vas y le hablas al tipo más peculiar que te puedas encontrar."

Empiezo a pensar que no dirá nada cuando de repente me responde, aunque con una pronunciación algo extraña. - Aah...- acierto a decir de manera un poco torpe, hasta que continúo hablando pasada la sorpresa inicial. - ¿ y qué estás leyendo? - pregunto por iniciar conversación ahora que parece que no se ha enfadado por interrumpirlo. Señalo con la cabeza hacia lo que traía entre manos, interesándome por lo que estaba mirando.

- Tú no eres de aquí, ¿verdad? Bueno, yo tampoco así que...imagino que somos un par de extranjeros.- me encojo de hombros cuando me ofrece su mano a modo de saludo, haciendo lo propio. Darle un fuerte apretón de manos durante un breve instante, para soltarla después. Me siento en el banco sin preguntar si puedo, que el banco es de todos y yo soy de un bolchevique insoportable. Eso sí, tengo cuidado de no descoyuntarme con el pedazo de palo guadañoso que hay apoyado en el banco. - Tío, pareces La Parca, versión lectora. - comienzo a preguntarme qué hago yo aquí sentado en un banco con un completo desconocido, teniendo en cuenta que prácticamente la mitad de la gente que te puedas encontrar en Londres es problemática. Ando más aburrido de lo que quiero reconocer, así que me atrae incluso un poco de riesgo. Su manera de usar los verbos me indica que no debe dominar mucho el idioma, así que puede resultar complicado comunicarnos. - Sí...hace frío. Pero se puede asaltar alguna casa para ocuparla y vivir ahí. Y hacer hogueras. Si te quedas a dormir aquí podrías tener problemas.  Centinelas, explotar. Boom. - gesticulo imitando a un centinela, con movimientos rígidos y voz poco humana.

- ¿ Entiendes lo que te digo? ¿Llevas mucho tiempo por aquí? - por primera vez me siento menos extranjero que en otras de mis visitas, al menos yo puedo comunicarme con frases largas, y hacerme entender. Espero con cierta curiosidad a escuchar más de esa extraña pronunciación, me parece hasta divertida. Lo bueno que tiene esto es que probablemente no comprenda muchas de las cosas que digo, así que puedo aprovechar para soltarle mis rollos. Y enseñarle insultos, que eso es divertido, el intercambio cultural de tacos.

Me divertía desconcertar a la gente con mis miradas. No sé que le veían de raro, pero yo, desde luego, si que veía. Y mucho. Un aspecto dices que no puede definir, que lo sé yo. “No juzgues a nadie por sus pintas”, como el buen crío inocentón que eras. Pero unos ojos son un espejo perfecto del alma, y ya te adivinan las intenciones de cada uno. Y si eso no lo hace una buena miradita es suficiente para ver si temen, si la devuelven con furia o… Qué. Pareció sorprendido de mis palabras y la primera respuesta que tuve fue un dudoso “Aah”. Yo borré la seguridad de mi rostro preguntándome si es que acaso no me había hecho de entender, si es que había fallado tantísimo. Lo siguiente lo pude más o menos descifrar gracias a que señalaba mi libro.

-Basura.- Le respondí con una sonrisa bastante ancha, despectiva. Le dejé que viera el libro encendiendo un fuego fatuo en una de mis manos para que pudiera leer, sin pararme a pensar que igual… Bueno. La gente tendía a asustarse al ver fuego. Ya fuera azul, verde, multicolor, naranja o púrpura, como el que ahora me relucía en la mano. -Inglés, intento- Luego él mismo se dio cuenta de que no era por allí y dijo algo de extranjero, o extranjeros. No me quedó exactamente claro si lo decía en singular o en plural. Yo… Asentí pensando en que igual me acababa de llamar gabacho en toda la cara pero un tanto entretenido al practicar de una vez el inglés.

Apretó con fuerza mi mano y yo traté de mantener la expresión tranquila, estando yo bastante alterado en mis entrañas. Porque no estaba acostumbrado a aquella costumbre de saludo. Y sabes que a mí no me gusta que me toquen. A ver, que aquello mismo era algo previsible y no parecía querer atentar contra mí… Pero el contacto ajeno es algo que prefiero evitar. Aún estaba orgulloso de no haberme liado a ostias con la alada por intentar meterme sus potingues encima. Se sentó en el banco y a mi me pareció incluso un buen triunfo. No es que tuviera interés en él (y es que tendría que demostrarme mucho si quería realmente que me pareciera alguien digno de curiosear), pero si que lo tenía en la lengua. Y después de varias semanas de encierro no me parecía mala idea poder compartir algunas palabras.

Me dijo que parecía “Laparca”. -¿Lapacra? No la… cono… conozco- Para mi suerte, “know” podía ser conozco, conoces, conocemos y otras tantas cosas más. Ya la siguiente frase que me dirigiera tan curioso (y atrevido) peliblanco si que no la comprendí. Hogueras, problemas, quedar a dormir… Pero lo del final sí. Centinelas, explotar, boom. Y el gesto ayudó. Chasqueé la lengua con una sonrisa irónica, enseñándole una rascada en el cuello -Los he visto. Los he enfrentado. En Moulin.- Le respondí, seco, con frases cortas y terriblemente pocos expresivas para mi gusto.

Me preguntó finalmente si le entendía y cuanto tiempo llevaba ahí. -Entiendo… Algo. Pero ve lento.- Le pedí, con un gesto de la mano que no venía a significar nada concreto para él. Estaba volviendo a usar el lenguaje de signos típico elfioscuro. -Un... - “Mes”. Esa era la palabra que buscaba. -Conjunto de días.- Pero eso podía ser “semana”. Así que abrí las dos manos con los diez dedos ahí. -Eso, por tres.- Porque la palabra treinta tampoco me salía en aquel momento.

Cerré el libro de una condenada vez y me alegré mucho de apartarlo de mi vista. Me estiré con sencillez y lo volví a mirar, ahora sí, con algo de curiosidad. -Tu… Extranjero, dices antes. Habla sobre eso.- Venía a decir que me contara de donde venía y cualquier cosa, solo fuera por escuchar descripciones. Aunque antes de que pudiera hablar fruncí el ceño y le miré el pelo. El blanco era un color común entre bichos muertos, y yo, como antiguo [i]neccasalmor’[/color], sabía identificar eso. Pero no le iba a preguntar “¿Estás muerto?”. Porque encima parecía vivaracho. Los muertos no tendían a conservarse tan simpáticos. -¿Es normal el pelo blanco?

No comprendo demasiado bien a qué se refiere con eso de basura, aunque luego me aclara que estaba leyendo inglés, o estudiando, eso interpreto. Lo del fuego fatuo tampoco es que me sorprenda demasiado, al ser mago estas cosas tampoco nos desconciertan en exceso, si bien creo que es la primera vez que veo un drow. Algo recuerdo haber estudiado de niño respecto a estos seres, pero por aquella época no era muy buen estudiante. Fue más tarde cuando me interesé por aprender más cosas sobre las diferentes criaturas mágicas, preferentemente todas las peligrosas, con colmillos, garras, enormes o de aspecto feroz. Me inclino un poco para poder leer con la fuente de iluminación que ha creado, pensando en llamarle guiri de vacaciones en Londres si no fuera porque yo también lo soy. Bueno, vacaciones, por llamarlo de alguna manera. - Yo también tuve que aprender inglés por necesidad, pero mi lengua natal es el ruso. - le explico aún a sabiendas de que no creo que me entienda mucho. Posiblemente lo habrá notado por mi acento, que puede sonar algo rudo al marcar en exceso la R, además creo que hablo en un tono demasiado alto, comparado con los británicos.

- Me defiendo bastante bien, aunque no soy un Shakespeare. Para eso tendrías que encontrar a un nativo de verdad. - tras el apretón de manos me relajo en el banco, estirando las piernas y pasando las manos tras la nuca, para estirar un poco la espalda, casi desperezándome al hacerle crujir un poco. Bostezo después, pensando en lo bien que estaría ahora en una habitación caliente, en una cama con mantas. Si veo que me entra el sueño me desapareceré del lugar.

Mi bostezo se ve interrumpido por el comentario de 'Lapacra', sacándome una risa por la equivocación del drow. - La muerte.- explico pasando un dedo por mi cuello tras señalar a su guadaña, poniendo después cara de muerto con la lengua de fuera durante un breve instante. No tendremos una conversación profunda y filosófica sobre nada, pero al menos es entretenido eso de jugar a hacerse entender. Lo siguiente que dice sobre el Moulin me llama más la atención. Yo mismo conozco ese bar, de alguna de las visitas que he hecho a Inglaterra. La idea de que lo hayan atacado me hace pensar que estamos mucho más jodidos de lo que creíamos. Y también me doy cuenta de lo desconectado que he estado de todo, al no enterarme de ese ataque. Tengo que hablar con mi hermano cuanto antes, que he estado demasiado vago últimamente.

- Uff...y estás vivo para contarlo. Debes de ser un buen guerrero.- sin duda, pocos salen vivos de un enfrentamiento con esos trastos. Aunque claro, el hecho de que lleve una guadaña debería haberme dado una pista sobre el origen guerrero de este elfo oscuro. Asiento a lo de ir despacio, siendo consciente de que estoy hablando demasiado rápido para él. - ¿Tres? ¿Tres semanas? no es mucho. - no entiendo lo del mes, así que acabo diciendo semanas, algo es algo. Podría enseñarle a decir algunas cosas, palabras más o menos útiles. Y otras no tanto. - Puedo enseñarte algunas palabras. Aunque supongo que saludos como 'hola', 'adiós', 'gracias' o 'por favor' los entenderás. Los interesantes son los insultos. Si ves a un centinela o a un soldado humano dile ...¡que te jodan, hijo de puta! - alzo la voz y el puño mirando hacia el frente, como si hablase con un interlocutor invisible. Después vuelvo a mirarlo con una sonrisa de haberme quedado a gusto por gritar, dispuesto a responder a las preguntas que me haga. Total, dudo que sea uno de esos espías de la emperatriz que una vez me estuvieron buscando. Altamente improbable. Yaroslav me diría que debo ser más paranoico, pero es muy inverosímil.

- Vengo de la Resistencia de Rusia. Pero tuve que venirme cuando los humanos lo invadieron todo. Aunque antes fue mi prima, la emperatriz Anyanka. Ella lo estropeó todo. Controló las mentes de las personas para que la amaran, a pesar de ser una zorra malvada de cuidado. - me cojo un mechón de pelo cuando pregunta por él, mirando hacia arriba. - Los magos a veces tenemos colores de pelo extraños. En mi familia, los Tolstoi, casi todos tenemos el cabello blanco. Aunque lo tuyo es por tu raza, ¿no? Eres un drow, si no me equivoco - en mi boca la palabra drow suena de lo más taladrante, con una R alargada hasta el infinito.

Agradecí que no me fuera nenaza y me llorara por encenderle un fuego fatuo, nos ahorraba a ambos un valiosísimo tiempo de conversaciones innecesarias. Eso me indicaba que debía tener cierta… Instrucción en la magia. Aprovechó la escasa luz que emitía para consultar el libro, explicándome que él tuvo que aprender el inglés. Mencionó el ruso, pero yo ahí no pude situarlo geográficamente. Pero su terrible acento y mi sentido común me permitió deducir que hablaba de algún otro idioma, identificándose así como otro extranjero. -Se oye- Le respondí con media sonrisa, no hablando poco porque no quisiera, si no porque no podía decir más. A mi me encanta hablar y jugar con las palabras.

Alegó saber defenderse y yo no comprendí exactamente a qué venía ese sentido, hizo otra referencia a algo que no conocía (un tal Shakespeare, ¿Tu te crees que es eso adecuado para decírselo a un recién llegado?) y lo identifiqué con algún guerrero. Pero seguía sin comprender a qué venía aquel asunto. Lo único que entendí es que debía buscar a alguno de por allí… ¿Se habría dado cuenta que quería merendarme la vida de alguien? ¿Me estaba amenazando? Se estiró y llegó al crujir algo. Vlosinssrigg estaba tranquilito durante aquella noche, pero noté como se alteraba un poco ante la idea de que estuviera realmente hablando de luchas. -Sabes… No conozco Shakespeare. Nada de cultura- Ese “Nada de cultura” era tanto una forma de decir que no sabía de la cultura, como que… No me hablara de ella. En aquel instante no hacía si no entorpecer las palabras, y eso era lo último que necesitaba.

Ya le daría yo a aquella birriosa cultura que pudieran tener. Se rió por no conocer a la parca, y me dijo “la muerte”. ¿Tenían una forma personalizada de identificar a la muerte? Eso molaba más. Mis ojillos brillaron con interés, tanto el que era mío como el que no lo era. Personalmente no creía en la muerte como un ser cualquiera, pero eran innegables los muchos dioses menores, elementos arcanos y otras tantas cosas que la representaban. -¿Crees en ella?- Era una pregunta extraña pero desde luego podía ser lo más sustancioso que saliera de todo aquello. Yo es que la reverenciaba. No estaba seguro de haberla vivida, y te lo digo: No fue una experiencia ni épica ni agradable.

Pero aún así mi sueño era dominarla hasta tal punto que la gente temiera siquiera mirar mis pies. Oh, qué egocéntrico suena eso, ¿No te parece? ¿Pero es que no era acaso todo lo que pretendía? Cargaba prácticamente un siglo en mis espaldas y era ese todo el objetivo de mi existencia. Le sorprendió que hubiera salido vivo del encontronazo con el centinela y me dijo que estaba vivo para contarlo. Me reí sonoramente, casi adrede, preguntándome si es que realmente lo estaba. Que era buen guerrero… -Mago, soy mago. Trabajo de mago.- También le sorprendió el escaso tiempo que llevaba allí. -... Cuatro.- Le corregí, porque mis complicaciones mensuales no las había pillado.

Pronto, muy pronto, vino a enseñarme insultos. O eso deduje por su forma de gritar repentinamente y por las palabras que había ido pillando. -Les falta estilo- Chasqueé la lengua con otra media sonrisa. A mi me gustaba insultar dando rodeos. Como a tí, porque ni te enterabas. Te decía cosas como “tienes la misma afinidad a la magia que a la capacidad de poner tus neuronillas en marcha” y me mirabas con cara de bonachón. O quizás, hacías ver que no me escuchabas… Puñetero. Mira, y ahora te insulto. -Aunque es útil- Me di cuenta por todos esos pensamientos. -En mi lengua… Mal’ai- Era idiota-Il'kahtical- Eso era imbécil -O nek, para mujeres- Era puta. Insultos barriobajeros que sonaban todos raros en mi boca.

Él parecía muy feliz con tal conversación de tan escaso interés y yo me encogí de hombros, porque en el fondo, me iría bien aquella palabrería. De lo siguiente ya no supe qué eran nombres y qué eran palabras, poco más que una tal Anyanka controlando mentes. -¿Mágicamente?- Si era así igual él sabía él. Era una rama de la magia que me interesaba. Y además, quedaría como que me importaría todo aquello mucho. Me vino también a decir que su familia tenía ese color de pelo y algo que los magos eran así, o que podían serlos. Me taladró un poco el seso tal cúmulo de palabras tan repentinamente, y me limité a responder a la pregunta que sí había captado.

-Un elfo oscuro- Que eso era “sí”, pero a su vez, querer un término más fino. Drow no me sonaba bien. -Entonces, los conoces.- Y no me había tirado ácido en la cara ni había huido de mí despavorido. -¿Qué sabes de ellos?- Quería ver hasta qué punto la gente sabría cosas de mí y por lo tanto podrían tener más facilidades en desentrañar mi pasado y existencia. -¿Los magos… no son humanos?- Eso ya era auténtica sorpresa. ¿Qué diferencia había? Para mí un mago era una persona capaz de usar magia, punto pelota. ¿Había UNA RAZA que era como tu, mancazo? ¿Que no podía usar magia por mucho que la estudiara? ¿Que era incapaz de comprenderla? ¡Qué sacrílego! ¡Qué terrible! Mis palabras habían adquirido un tono de larga sorpresa por ello, por no decir casi escándalo.

Evito hacer más referencias a cualquier cosa cultural al ver que no sabe nada en absoluto de autores, aunque sean tan famosos como Shakespeare. Normal, lleva poco tiempo aquí. Lo que me lleva a preguntarme de dónde viene exactamente y qué hace aquí. - Está bien, nada de palabras raras. Ya las irás aprendiendo si te quedas por aquí. Por cierto...¿Para qué has venido? - lo interrogo tanto con las palabras como con el gesto, señalándolo primero a él y luego haciendo un gesto para señalar alrededor. No creo que sea muy difícil de comprender, o eso espero. Me lo pienso un segundos antes de responder a lo de creer en ella, sonriendo después mientras señalo de nuevo a su guadaña. - Bueno, hay seres como nosotros, así que...¿ quién te dice que no pueda ser algún ser mágico? Vete a saber...- arqueo una ceja por la siguiente afirmación que hace, la de trabajar como mago. Si se refiere a que hace magia eso ya lo sé, pero no termino de entender que eso sea su trabajo. - Yaa...claaaro. Yo soy mago también. Y ahora mismo no sé de qué trabajo. Antes tenía un puesto importante en el la Resistencia rusa, luego en el Kremlin, pero ahora...no tengo ninguna misión importante asignada. Supongo que por eso vagabundeo. Tendré que pedirle a Yaroslav que me busque alguna misión. - suspiro algo aburrido por mi falta de actividad útil, no debería estar aquí merodeando sin hacer nada, además se está haciendo tarde.

Lo miro entre divertido y ligeramente indignado por decir que le falta estilo a mis insultos, pensando que los insultos de los drow tampoco deben ser mucho más sofisticados. - Cuando hay cabreo ya le pueden ir dando a los insultos sofisticados, los brutos salen solos.- repito por lo bajo las palabras que el acaba de decir, como si quisiera aprenderlas. No son tan complicadas de pronunciar, sobre todo la primera y la tercera. La segunda no me sale muy allá - Mal’ai, Il'kahtical, nek.- sonrío ligeramente satisfecho por los nuevos insultos aprendidos, aunque tal vez se me olviden en cuanto me marche. Asiento a lo de mágicamente, referido a mi prima Anyanka. Yo no sabía que era su poder especial hasta que lo usó aquel día. - Exacto. Hizo que todos los que la rodeaban entrasen en un estado de felicidad y calma extraño, ya nadie quería atacarla, todos la amaban y querían defenderla. Hasta yo mismo. Fue extraño. Y no tengo ni idea de cómo lo hizo ni de cómo funciona. -

Intuyo que la pregunta de los elfos oscuros me la hace para saber la visión que tenemos de ellos, aunque poco puedo decirle al no haber conocido personalmente a ninguno. - La verdad es que no sé mucho. Estudié algo hace años, cuando era pequeño. - hago un gesto con la mano como para indicar estatura, para ayudarlo a entender. -Se mencionaba poco en ese libro. Que vivíais bajo tierra, y que cuando salían solían ser hostiles. Pero bah. En ese libro todo lo que salía era hostil. - niego con la cabeza a lo que dice, como si estuviese muy confundido. Aunque bien pensado tampoco es tan raro. - A ver...somos como humanos, de aspecto sobre todo. Pero con poder mágico. Los humanos, 'muggles', son personas que no pueden usar nada de magia. Sólo tienen sus máquinas. Que ya es bastante. Eso es, explicado de manera sencilla. - cuando termino de explicarle me levanto del banco, se ha hecho tarde y debo regresar a la base. - Ahora debo irme. Gracias por la charla. Si algún día quieres que volvamos a hablar o practicar inglés puedes encontrarme por la zona del puerto. - hago en el aire un dibujo como de un barco, para que lo pille. Suelo ir ahí a alimentar a mi tortuga. - Buena suerte hasta entonces.- dicho esto me desaparezco de allí, rumbo a la base de Bastion Hollow.

-Son asuntos… largos. Aburrido.- Nada más mentira y nada más falso, pues mi vida lo pudiera ser todo excepto aburrida. O al menos a mi parecer. Habían cosas que te reconozco, niño, que tienen gran parte de tedioso, pero lo importante es que me divierte. Y no era buena carta de presentación decir “ansio convertirme en buen nigromante pa resucitar muchas familias y ser un tipo maligno con un ejército del mal, también”. No me dio una respuesta muy concisa sobre la muerte y mi interés decayó un poco en picado. No parecía que aquellos tuvieran una concepción muy viva de tal maravilla. Me vino luego a decir que él también era mago aunque no se le viera mucho en las pintas, porque si te soy fiel a la realidad, tenía tu constitución como mínimo.

Habló de resistencias rusas, de gremlins, de haber trabajado también en Yaroslav y de vagabundear. -¿Vagabundo en paro? Entendido- Me encogí de hombros porque había entendido entre media papa y un cuarto de ella. Pero otra cosa es que me viniera a discutir la gracia de insultar. Decía que en momentos de tensión o cabreo los… Los barriobajeros salían rápido. -¡Oh, es rebajarse! Cuando… conozca inglés te mostraría.- Es decir, que cuando tuviera algo más de gracia en la lengua ya le diría yo como decir a alguien imbécil y que se lo tomara como un cumplido. Tu eras especialmente bueno para recibir aquellas maravillas lingüísticas, ¿Te acuerdas? Repitió en voz baja el vocabulario recién adquirido y yo le asentí muy satisfecho.

Y volví a mostrar interés en cuanto habló de su prima, asegurando que si usaba magia. No comprendía su funcionamiento… Yo, tenía más idea, pero no era especialmente bueno en ello. En el mundo de la nigromancia en cierta manera había mucho de eso, pero generalmente a muertos. Y ahí no es que dieras órdenes en contra de la voluntad de uno, ahí hacías que un asqueroso muerto o un despreciable demonio estuviera deseoso de ir hasta el mismísimo fin del mundo por cumplir tus deseos. Echaba aquello en falta casi tanto como podría hacerlo con el respirar. -Es… Es interesante

Y finalmente me vino a hablar de lo que sabíamos de los elfos. Al parecer ellos eran tan racistas como nosotros y también enseñaban que las otras razas eran hostiles y malignas. -Los libros de elfos oscuros son similares.- Aunque igual tenían menos fundamento. Bah. Todo era carne que se movía casi como si pretendieran ser importantes, qué más daba un color de piel u otro. Luego habló de los humanos, como otra raza distinta a los magos. ¡Una raza que no podía dominar la magia! ¿Qué era la maquinaria en comparación con ello? -Jesú, ¡Qué crimen! ¿Y siguen vivos?- Sí, era una pregunta retórica. Pero no alcanzaba a comprender como tales inútiles no… Habían sido exterminados por las razas más poderosas.

Es lo que yo habría hecho. Le contemplaba casi con decepción, ¿A qué estaban esperando? ¿Había una raza naturalmente INEPTA en lo arcano y sin embargo los tenían sometidos hasta aquel punto? ¿Es que no habían magos de verdad allí? Me dejó allí con un palmo de narices porque dijo tener que irse, y tras desearme buena suerte y sin dejar que pensara en como uno se despedía, hizo magia borrás y desapareció. Digamos que… Se borró del mapa. Nada por aquí, nada por allá…

Yo me quedé con mal sabor de boca. -Qué crimen. Igual tenías razón, Anzus, y de verdad la gente del exterior es tan imbécil como para intentar convivir en paz y no intentar… Bueno, pues llevar a cabo la selección natural. ¿Pero entonces porqué se dejan que les den de ostias? Están más que locos. ¿Sigues tu vivo, acaso? ¿En esta marea de retraso? ¡Humanos! ¡Seres sin magia! Lo único que me faltaría es que los defendieras, cariño.- Te hablaba en voz alta mientras caminaba de vuelta al Moulin. Amenazaba un amanecer en las distancias y tenía mucho que leer aquella noche. O día. O… ¡Qué más da! Estos llevaban horarios extraños. Eso es todo lo que importa, ¿No crees? Yo no era tan guay como para desaparecer así como así, por lo cual me tocó una buena pateada.

Después de salir me desaparecí de los campos con la chica, lo más lejos que pude dado las fuerzas que me quedaban, y acabamos en las colinas, tumbadas sobre la hierba entre los altos árboles. La dejé despacio en el suelo y me tumbé a su lado, rodeándola con el brazo para protegerla del frío y cualquier otra cosa que pudiese venir a por nosotras.
Cuando me despierto ya es de día, el sol está alto y los pajarillos cantan como si el mundo fuera feliz y de color rosa. Aprovecho que me he recuperado un poco para usar la magia de curación y regenerar el cuerpo de Pam, que ahora mismo tiene un aspecto horrible. Tendré que borrar muchas cicatrices cuando esté más tranquila y lejos de esos locos maniacos, recuperar mis armas y engañar al tabernero para que no me cobre la habitación. Demasiado trabajo.
Sin alejarme mucho me pongo a buscar algún frutal por allí, o bayas o yo que sé, algo comestible. Lo único que encuentro son unas setas escondidas bajo las raíces huecas de un árbol. No, no son venenosas, me conozco bien todos los peligros que debo evitar para conservar este cuerpo. A fuerza de aprender por las malas y algo de aburrimiento también.
Me siento con las piernas cruzadas frente a un montoncito de madera seca que he reunido y le prendo fuego, dejando las setas hacerse en palos pinchados por encima del fuego. Luego extiendo la mano hacia la chica y la despierto despacio, con una sonrisa.

-Buenos días. ¿Tienes hambre? Ya ha terminado todo.

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El frío la mantuvo inconsciente durante todo el viaje, respirando entrecortadamente. Atrapada en ese mundo onírico donde creaba paisajes imaginarios con montañas altas y nevadas, donde un príncipe de cabellos de plata y ojos azules la guiaba por la nieve.

La voz de la mujer no la enturbó. Su respiración era débil e irregular.

La joven se ve tranquila, pero tal vez es por la impresión de todo, ella levaría allí dentro mucho más tiempo que yo (ya que solo pasé una noche *yao*). Le doy vueltecitas a las setas/champiñones dejándola hacerse al sitio, todo lo que nos rodeaba, la naturaleza, estando a salvo por fin. Luego la miro y veo que respira poco, despacio. No he encontrado nigun río cerca pero, por favor, soy una demonio que puede hacer pequeñas tormentas a su antojo, ¿cómo no voy a ser capaz de conjurar un poco de agua de lluvia? Busco una hoja grande y la lleno sin mucho esfuerzo, apenas creyendo que he llegado a perder mi magia por un tiempo, siendo solo un espíritu en un cuerpo humano y mortal incapaz de defenderse por si misma.
Eso me hace recordar algo, me acerco a la chica con la hoja llena de agua fresca entre las manos y se la tiendo, mirándola con algo de cariño que no puedo disimular. A esta edad aún no han desarrollado sus capacidades mágicas lo suficiente como para ver que Pam, no es Pam. Y eso los hace todavía más adorables, queriendo hacerse mayores e imitando todo aquello que ven hacer a los adultos y consideran una proeza. Algun día, encontraré la manera de tener mi propia criaturita a la que enseñar todo lo que sé y darle mis consejos sobre la vida. Pero eso estaba lejos, tal vez en el plano de la inexistencia, solo que yo no lo sé.

-¿Sabes si... Te pusieron algo? ¿Puedes usar la magia?

Se podría decir que la niña estaba cansada de dormir, ya que poco a poco volvía al mundo de la vigilia. Ya no sentía el agua caliente en su espalda, ¿o era sangre? Ya no lo recordaba. Vio la hoja llena de agua, y el instinto le hizo tomarla en sus manos y beberla ávidamente. Terminó y se volvió hacia el cielo, un cielo oscuro y nubloso.

-No hay sol...

Murmulla para sí misma. Ya acostumbrada a la soledad de los campos, no prestaba atención a la gente de su alrededor, aunque se volvió hacia Pam, mirando de un lado a otro buscando al verdadero receptor de la pregunta.

-¿Estás hablando conmigo?

Ella parece desorientada cuando termina de beber y le pregunto. La veo mirar alrededor, al cielo oscurecido y a los lados, como buscando a alguien. Me agacho hasta tener los ojos a su altura y la miro un poco seria, ¿cuánto daño podrían haberle hecho a esta criatura?

-Sí, te hablo a ti, cielo. Yo soy Pam, estuve encerrada como tú, me quitaron mi magia. ¿Te pasó a ti también?

Estiro la mano hacia donde estaban las setas cocinándose y cojo un par de ellas, probando una y tendiéndole la otra a la chica. Necesita comer, reponer fuerzas, y la verdad es que no me han salido nada mal vaya.