Isla de Wight

Reunión de la Brigada. Últimamente estaban bastante activos en las Mil Grullas y eso le gustaba a la dragona. Le mantenía ocupada y aunque necesitaba reposar las heridas de aquel basilisco lo cierto era que no había parado quieta desde entonces yendo de un sitio para otro y encontrándose con situaciones de opresión en las que echaba una mano a las víctimas. Ya había salvado a cuatro mujeres de acosadores, una fábrica de esclavos para la cadena textil Fara y un una manada de ciervos de unos cazadores ilegales. Menuda semana llevaba la pobre.

Llegó al fin al lugar indicado: la prisión en la Isla de Wight. Tras atravesar el mar en su forma dragón alcanzó la costa rápidamente y en la orilla de una cala regresó a la normalidad.

" -Ah, con que a una reunión secreta, ¿eh? -se interesaba Kri-. ¿No te preocupa que alguien tan peligroso como yo se entere de los secretitos que os traéis entre manos tú y tu grupito de libertadores chalados?"

Silver rió.

- Realmente eres un gran humorista, Kri -le respondió para luego poner la voz más dulce y escalofriante posible-. Tranquilo, no dejaré que te separes de mí nunca.

Aquellas palabras debieron caer con mucho peso en la espada pues no dijo nada más hasta llegar a la prisión. Celda 008. Allí era. Parecía no haber llegado nadie. Desde luego los miembros de la Brigada no eran conocidos por su puntualidad, aunque tampoco habían especificado hora así que... ¿podría ser que ya se hubieran ido? Confiaba en que no. Sacó a Kri de su funda y se puso a afilarla.

"- ¿Acaso crees que necesito que me afilen? Mi corte lleva siendo el mismo desde que me crearon."

- ¿Quieres decir que eres así de malo desde siempre? ¿Cómo pudo nadie quererte como espada? No cortarías ni la mantequilla así de romo.

Le encantaba hacerle rabiar y escuchar aquel sonido de exasperación. Todo había cambiado desde que estaba con Kri, se había vuelto mucho más bromista y alegre. No podía impedir que la picardía recorriera sus venas al escuchar a la orgullosa espada recalcar su "ferocidad" para después domarla con sarcasmo e ironía. Allí esperaría con una agradable conversación hasta que apareciera alguien de la Brigada o se aburriera de esperar.

No habría podido llegar a la isla de Wight con tanta rapidez sin la ayuda de mi esposa, ya que gracias a la desaparición consigue traerme al lugar indicado sin pérdida. Acepto a regañadientes que me ayude también a llegar a la prisión esa, puesto que no conozco de nada el sitio y mis gafas especiales siguen estropeadas. Ella me guía al interior de la prisión, con la compañía de nuestro hijo pequeño. Cuando estamos cerca ya me deja seguir solo, así que me despido de ella y de mi hijo pequeño dándoles un beso en la mejilla a ambos. Ella se vuelve a marchar, desapareciéndose de allí para dejarme a solas.

Termino de recorrer el poco camino que me queda, haciendo uso del bastón para llegar al sitio correspondiente. Además, se escucha como una especie de conversación al fondo del pasillo, lo que me hace más fácil seguir el rumbo. Juraría que es la voz de Silver, la compañera con la que estuve en la aventura de la cripta. Sólo llego a tiempo de escuchar lo último, dándome la impresión de que habla sola, con una espada. Me encojo de hombros sin darle demasiada importancia, la cordura en la Brigada brilla por su ausencia. Saludo antes de estar más cerca, no vaya a ser que se asuste por una aproximación silenciosa.

- ¡Saludos, compañera! ¿Todo bien? me pareció escucharte hablar con alguien...

" ¿ o algo? dijo espada...tal vez rayadas y manías de seres mágicos"

- Lykaios me dijo que ha avisado a algunos para que nos reunamos aquí a hablar, creo que quiere tratar el tema de lo de los compañeros desaparecidos, y así aprovechamos para contarle lo que pasó en la cripta. ¿Tienes alguna novedad sobre el tema?

-... y yo de digo que no, las espadas sois mucho más bonitas con florituras y adornos. Las que más me gustan son las que tienen un aura elemental -conversaba Silver despreocupada con Kri hasta que escuchó la voz de alguien más a parte de su propio arma-. ¡Oh! ¡Hola, Imram! Sí, estaba hablando con Kri. Kri, te presento a mi compañero de Brigada, Imram. Saluda, no seas cascarrabias.

"- Idiota, sólo tú puedes oírme. Me comunico telepáticamente con mi portador -le explicó Kri, molesto."

- Oh, pues lo siento, Imram. Sólo se puede comunicar conmigo porque soy su portadora. Te dejaría cogerlo, pero para que oigas a una voz diciéndote lo poderoso que es y "sométete a mí" mejor lo dejamos así -Silver sabía que seguramente estaba sonando como una completa loca, pero no le importaba demasiado. Ordenó a Kri que se callara un rato y se lo colocó a la espalda.

Se fijó en Imram, sin duda tenía mucho mejor aspecto que cuando salieron de aquella horrible cripta. Había estado recibiendo cuidados muy delicados seguramente. Las familias, qué tiernos vínculos de sangre y amor... Todavía podía oler el perfume de la mujer que le había estado cuidando y... algo infantil... un niño o una niña . Recordaba con gran melancolía y cariño a sus padres. Hacía siglos de aquello, pero sus caras eran tan claras que casi podía verlas enfrente suya. Pero aquel no era el momento.

- ¿Qué? -se había quedado algo traspuesta pero escuchó lo de la cripta y la pregunta-. Oh, bueno... He estado pensando sobre el acertijo y podrían ser tantos lugares que no sabría por dónde empezar. Este país es tan grande. "El lugar donde mucha gente se ahoga" es referencia clara a una gran cantidad de agua, un río, un lago o incluso el propio mar. Las perlas es lo que termino de encajar. Podría ser la playa de Durdle Door, los acantilados de Dover, la gruta de las Conchas o incluso esta misma isla o cualquier otra... ¿Tú has pensado algo?

Estaba saliendo del Burdel cuando me llegó el mensaje del galeón, lo leí y obviamente que iría, era la que tenía el caliz, lo saqué y comprobé que seguía en perfectas condiciones, ya que no había sido atacada directamente en la pelea ocurrida hace unas horas.

Cambié la dirección para dirigirme hacia la Isla de Wight, pero estaba muy cansada y quedaba un largo camino, así que ascendí y tomé una corriente de aire que llevaba hacia la isla, con el anillo de Villa me hice invisible por lo que en el tiempo que llevaba llegar a la isla... me eché una siestecita.

Desperté de una forma... rápida, ya que por esa siestecita me comí la pared del castillo, y caí unos metros hasta llegar al suelo, pero no me hice mucho daño, pero me sangraba un poco la nariz, nada roto. Usar la curación en estos casos me parecía innecesario, ya que no podía depender de ella para siempre, y unos capilares rotos no eran para tanto.

Entré en la prisión y busqué la celda que se me había asignado. Cuando estuve cerca vi a una mujer y a un niño que desaparecieron antes de que pudiese decirles nada, y al fondo a Imram entrando en una celda, le seguí rápido para alcanzarlo (lo cual fue fácil, debido a su ceguera y su lentitud). Cuando llegué, estaba hablando con la que me pareció Silver, y escuché las ultimas frases de esta.

- ¡Buenas chicos! ¿Qué tal estáis? - Dije mientras me estiraba por culpa de la incómoda postura del viaje y saludaba con la mano - ¿Hablabais del mensaje? Aquí tenéis el caliz, la verdad es que no he conseguido sacar nada en claro - -Estaba demasiado ocupada con peleas y rusos- pensé. Había sido tonta al no darle vueltas al tema del mensaje por culpa del burdel... pero eso se podía solucionar ahora.

- Un momento... ¿has dicho gruta de as conchas? Nunca lo he oído, pero una perla se podría considerar joya ¿no? -

Por un momento me pregunto quién puede ser el tal kri-kri, pues que yo sepa no ha habido nuevas incorporaciones a la Brigada. La duda se disipa (a medias ) cuando me explica que es algo que sólo se comunica con ella porque es su portadora. Asumo que se refiere a la espada, que fue lo que escuché cuando llegué. Sigue siendo muy raro, pero cuando hablamos de seres mágicos casi todo es posible, por extraño que parezca.

- Sí, mejor lo dejamos así, no vaya a ser que tenga algún tipo de maldición para humanos o portadores que no seas tú y la caguemos.- respondo reticente a cualquier contacto con la espada, por lo que pueda pasar. - Además, si te dice esas cosas debe de tener un genio insufrible.- bromeo para que no parezca que soy un humano acobardado por cualquier cosa que implique magia que no conozco, que ya son muchos años viviendo entre magos y demás.

Tras ese breve charla sobre la espada se hacen algunos segundos de silencio entre ambos, hasta que reacciona a mi pregunta como si hubiese estado un tanto despistada. Me llevo una mano a la barbilla con gesto pensativo mientras me da sus posibilidades para el acertijo, pareciéndome que todas podrían encajar con la frase que leyó la chica de la cripta. - Hmm...un sitio con agua cerca, seguramente el mar. - estando en una maldita isla eso no nos ayuda mucho, debemos seleccionar lugares.

- He estado en la playa y los acantilados, pero nunca he visitado la gruta que dices. ¿Que hay allí? yo no he pensado demasiado, la verdad... - admito un tanto avergonzado por no haber encontrado respuesta, pero entre estar recuperándome y contactar con Lykaios se me ha ido el tiempo. Y todavía debería pedirle que me ayudase con alguna sanación cuando lo "vea", pues aún no estoy al 100%. Al poco llega otra persona a la reunión, una cuya voz recuerdo de la aventura en la cripta. - Saludos...- al ir a decir su nombre no recuerdo si hicimos presentaciones o no, pues con todo aquel jaleo del basilisco no hubo tiempo de mucho.

- Creo que no nos hemos presentado como es debido. Mi nombre es Imram, antiguo miembro de la Brigada, aunque he estado algún tiempo apartado por temas de familia y demás. ¿Cuál es tu nombre? ¿te uniste hace poco a la Brigada? supuse que conocías a Silver, por lo de la cripta. Respecto a lo otro del cáliz...debe ser una reliquia importante si tiene un mensaje tipo acertijo de ese tipo. Sí, si habla de joyas y algo relacionado con el mar podríamos empezar a buscar por allí, por probar. No sé qué querrá decirnos Lykaios, pero cuando venga le contamos también esto. Si tardamos demasiado puede que siga cayendo más gente. - me inquieta que pueda haber más gente como el resto de compañeros poseídos, pues cuantos más haya será más difícil detenerlos. Doy vueltas a la moneda comunicadora en el bolsillo, sacándola para enviar un mensaje a Lykaios en el que le informo de que creo que hemos descubierto una pista, que si podemos reunirnos en la conocida como Gruta de las Conchas.

- Acabo de enviar un mensaje a Lykaios, proponiendo vernos allí. Así de paso nos cuenta lo que quería y podemos investigar.

Puse gesto de pensar mientras recordaba aquel momento en el que nos vimos por primera vez, tampoco hacía mucho de eso.

- Cierto, en aquel momento no estábamos para muchas presentaciones- Me reí al recordar la situación - Soy Emily Kaldwin, pero puedes llamarme Em, encantado Imram. Pues hará unos mese que estoy en la Brigada, solo que suelo pasar desapercibida -

Me pareció buena idea empezar por ahí, y en lo que Imram enviaba el mensaje saqué el mapa de mi bolsa y me situé para saber la dirección hacia la gruta. Analicé a mis compañeros, un humano y una dragona, eso olía a viaje aéreo. Me encontraba con base fuerzas para llegar a una velocidad considerada pero no sabía si igualar al de la dragona.

- Veo que no disponemos de teletransporte, tocará ir volando hasta la gruta. Imram, tu guías, dado que sabes dónde es-

Salimos de la habitación pasando por las celdas, cogí a Imram y despegamos el vuelo rumbo a la Gruta de las Conchas.

- Ni a un río de lava ni a salvar una princesa, que se salven solas. - sonrío mientras respondo a Juliet nada más aparecerme con ella en una de las muchas playas de la Isla de Wight, un lugar que ha permanecido bastante ajeno al desastre de la guerra. - Gracias, me alegro de no ser precedible- hago una pequeña reverencia con la cabeza a modo de tipo con el ego subido, aunque esté bromeando. Sigo cogido de su brazo mientras con el otro le muestro el lugar que tenemos ante nosotros.

- Aquí lo tienes...las playas de la Isla de Wight. Me costó encontrar un lugar que pudiera ser tranquilo y que permaneciese en condiciones. No queda mucha gente viviendo por aquí...el lugar está un tanto solitario. - la gente del pueblo se había marchado, en su mayoría. Algunos decían que habían emigrado a otros países donde el conflicto no fuese tan intenso. Otros decían que habían ido a buscar la protección de la Alianza Humana en Londres. Sea como fuere, el lugar no es ni una sombra de lo que fue, un sitio turístico plagado de gente yendo y viniendo. Miro de reojo a Juliet para observar su reacción, esperando que le guste el lugar al que la he traido.

- Podemos pasarnos el día paseando o...puedes darme esa paliza que me has ofrecido antes, o contarme lo de tu tío y su nuevo mejor amigo Thalos. Te contaría lo mío sobre acabar apaleado, pero ya se solucionó todo. Unos cuantos poseídos a los que había que exorcizar, en resumen. - no le doy mucha importancia, historia solucionada. Comienzo a caminar con ella por la arena, pensando que aquel lugar sería bueno para que se criaran sus dragones, ayudados por Svart. - Este sería un buen sitio para vivir...pero sería irreal. Las cosas seguirían sucediendo de igual modo allí fuera. Antes pensaba que se podía pasar de todo, pero ya sabemos que es imposible. - reflexiono en voz alta, deteniéndome un momento para mirar hacia el mar. Al otro lado la gente sigue muriendo, y todo sigue de igual manera.

Rió mientras aparecían y desaparecían. Al menos parecía que no se haría el héroe por cualquier princesa, y eso le agradaba. Aunque ella no era una, a veces también afloraba un poco su lado delicado. Sobre todo con él. Sobre todo ese día, pues todo el alboroto desde el "Quédate conmigo" la había removido en el interior, volteando sus pensamientos por completo.

Aunque trató de tomárselo con calma, el atardecer que tenía frente a ella la había dejado sin palabras, con los labios entreabiertos y la mirada perdida y conmovida en el horizonte. Bajó la mano del brazo de Reiv hasta su mano, entrelazando ambas mientras giraba despacio, muy lento, disfrutando cada centímetro de lo que presenciaba alrededor. La voz de Reiv sonaba como una de las narraciones que se hacían en los documentales. Lejana, profunda y una parte importante del momento. Cuando logró ver todo lo que había alrededor, silenciosamente deshizo el agarre de sus manos y se paró de puntillas para atrapar el cuello del moreno en un fuerte abrazo. Aún cuando no dejaba de escanear el panorama, el saber que aún había lugares como aquel, tan ignorantes de la guerra, llenaba su corazón de una auténtica armonía y paz como no la había sentido en mucho tiempo.

- La última vez que me sentí así de feliz fue cuando vi el bosque por primera vez. Cuando salí del Coliseo. Todo se veía tan colorido, justo como ahora.- Murmuró con la voz entrecortada, soltando solo un brazo para llevarse la mano al rostro y secarse las leves lágrimas que se habían formado. Aun cuando trataba de tranquilizarse por lo conmovida que estaba, no pudo evitar que un sollozo se le escapara.- Me encanta, Reiv. Este debe ser el mejor regalo del mundo. Gracias.

Soltó una risita por los planes que proponía Reiv. Aunque solo el de pasear le atraía, quizás si sanjaban los otros podían dejar de lado la guerra, aunque fuera por un rato.- ¿Por qué no mejor nos metemos al agua...? Yo le quitaré lo frío para ti. No se nadar, pero se hacer icebergs en caso de que me ahogue.- Susurró, devolviendo ambas manos a su cuello, dejando de pararse en puntitas para retomar su altura normal ahora que se encontraba algo más calmada. Giró a Reiv un poco, pues ella también quería ver la puesta de sol. Aún tenían un buen rato más de luz, pero se agotaría antes de lo que le gustaría. Buena suerte era que Reiv supiera hacer fuego.

Asintió con suavidad. Aquel sitio sería ideal. Y en vez de pensar cosas lúgubres, prefirió cambiar el pensamiento por uno más cándido.- Ahora que sé que tu piso no tiene pies ni cabeza... Cuando acabe la guerra ¿vendrías aquí... a vivir conmigo o te gusta más otro lugar? - Aunque podía sonar como una petición fuerte, y lo era, la realidad era que quería conocer lo que quería hacer. Quería saber de sus anhelos, pues sus miedos y sus enojos los conocía ya de una manera u otra. Los sueños eran cosas que no eran fáciles de aceptar en momentos de incertidumbre y guerra.

Intuyo que el silencio inicial de Juliet significa algo bueno, de lo contrario no se tomaría  su tiempo para contemplar el crepuscular paisaje mientras entrelaza sus dedos con los míos. Una pequeña satisfacción interna se apodera de mí al darme cuenta de que he acertado con el sitio, más todavía cuando ella se gira para lanzarse a mi cuello en ese efusivo abrazo. Sonrío mientras la levanto ligeramente del suelo al abrazarla por la cintura, depositándola de nuevo sobre la arena pocos segundos después. Ha debido gustarle lo suficiente como para removerle algo por dentro, evocando incluso buenos recuerdos como el de la recuperada libertad cuando abandonó por fin el Coliseo. - Me alegro de que te haya gustado el sitio. Dudaba entre esto y una visita a algún castillo abandonado con fantasmas, ya sabes...muy acogedor todo.- bromeo con respecto al destino al que la iba  a llevar, aunque una vez se me ocurrió este sitio ya no dudé mucho más. Alzo la mano para pasar el dorso por su mejilla al ver unas pocas lágrimas que ruedan por éstas, aunque sean por un buen motivo.

- Conocí este sitio cuando era un crío...tengo buenos recuerdos de las pocas veces que vine. Por eso quería traerte, es de lo poco que vale la pena todavía. - su sugerencia de meternos al agua me hace alzar una ceja con gesto divertido, dándome frío sólo de pensarlo.  - El agua tiene que estar jodidamente fría, estamos en abril, peeero...no seré yo el tipo con espíritu viejuno que diga que no. No deberías haberme dicho que no sabes nadar, ahora intentaré ahogarte todo el rato. - aprovecho la diferencia de altura para pasarle una mano por la cabeza, despeinándola ligeramente. - Nah, no te preocupes. Puedo enseñarte, aunque el mar no es el mejor sitio para aprender. - giro ligeramente hacia un lado, con mis manos todavía entrelazadas tras su cintura. De este modo quedamos ambos frente a frente y de lado respecto a la orilla, recibiendo los últimos rayos de sol de día. El color de ojos de la pelirroja resulta todavía más llamativo al incidir ese tipo de luz sobre ellos, haciendo que me quede absorto durante algunos segundos mientras mantengo mi mirada sobre la suya sin poder apartarla. En un par de ocasiones  dirijo alguna que otra furtiva mirada hacia sus labios, pensando en dejarme llevar por el impulso de dar el paso. Su pregunta sobre el final de la guerra y lo que haríamos me hace plantearme, por primera vez, un futuro lejos de todo lo que he conocido la  mayor parte de mi vida. Da vértigo y a la vez resulta esperanzador pensar que puede haber algo más que guerra para nosotros dos si conseguimos sobrevivir.

- Cuando acabe la guerra...¿y por qué no ahora? nunca se sabe lo que puede pasar. - simplemente quiero decir que debemos aprovechar el momento, pues puede que el final de la guerra nunca llegue o que no lo veamos. - Escucha...hay algo que llevo tiempo queriendo hacer y ...- dejo a medias la frase, que se completaría con un 'no he encontrado el momento de hacerlo'. Lo cierto es que estoy algo nervioso aunque no quiera reconocerlo, y no por falta de experiencia, sino porque me importa. Termino acortando la ya escasa distancia que nos separa, cerrando los ojos justo cuando rozo sus labios con los míos para iniciar un beso lento y suave al principio. Demasiado tiempo dándole vueltas, pero al final ha sucedido cuando tenía que suceder, después de bastantes meses de conocernos y de pasar por muchas cosas juntos. Me separo mínimamente tras unos segundos, susurrando. - Esto es un sí...

No, esto es perfecto. Ya estuve antes en muchos castillos.- Murmuró una vez que las lágrimas se fueron, en parte ayudadas por la cálida mano de Reiv que se deshizo de ellas mientras le dedicaba una sonrisa. Normalmente se avergonzaba mucho de llorar, y eran lágrimas de coraje por no poder con algo que le importaba mucho, pero aquellas eran de felicidad. Quería compartirlas con él también.

- Me alegra mucho que algo de tu infancia siga en pie. Me alegra que puedas visitar algo y tengas buenas memorias... Y más me alegra que tengas la confianza para dejarme ver esto contigo.- Murmuró. La sonrisa de sus labios ahora se había hecho permanente. Parecía que la melancolía se había esfumado en el instante en que habían desaparecido del Moulin, quedándose atrapada en ese instante entre la desaparición y la aparición.

Menos mal que aceptó casi de inmediato meterse al agua. Tenía muchas ganas de hacerlo, aún cuando realmente parecía que estaría fría. Mientras él no se congelara, todo iría bien. Estaba por jalarlo para entrar cuando sintió sus brazos detrás de su cintura, tan cómodamente colocados que parecía que habían estado ahí por mucho tiempo, como si sus cuerpos reconocieran el abrazo y se compenetraran indudablemente.- Cualquier sitio es bueno contigo.- Rió suavemente, negando a que aquello de que el mar era mal lugar para aprender a nadar, segura de que lo haría de maravilla. Se dedicó entonces a observar el atardecer. No miraba directamente el sol, pero el reflejo del agua, los colores y el horizonte se veían tan fabulosos como seguramente se vería el paisaje detrás de ella. Poco se percató de que el moreno se encontraba mirándole hasta que le habló, adelantando un poco los planes que había planteado.- ¿Ahora? - Preguntó conteniendo su sonrisa mientras se mordía el labio inferior. Tenía un buen punto, y se encontraba emocionada por decirle que si, pero negó suavemente con la cabeza, aún cuando su mirada y su sonrisa decían que si.

Su mirada siguió al contrario cuando le pidió su atención, fijándola a la del moreno. Aunque escuchó, el momento era un eterno entre la intriga y la expectativa. Sabía lo que haría, y a la vez no lo supo nunca hasta que los labios de ambos se encontraron por primera vez. Por primera, y por milécima. Los besó con ternura, como si los hubiera extrañado por muchos años. Como un reencuentro y como una primera vez. Aceptó el sí del moreno, regalándole otro beso mientras su sonrisa se hacía más grande. Levantó el rostro hacia el cielo, como tratando de rememorar cada detalle, incluidas la altura de las nubes y la calidez de los rayos del sol.

Soltó un suspiro, volviendo a verle, perdiéndose de felicidad en los ojos grises del moreno. Le colocó un beso en el centro de la boca, menor a un segundo. Luego otro un poco más largo, otro y otro y otro.- Un sí... Un sí que me sirve para contestar muchas preguntas. Sí quiero estar contigo. Hoy, cuando se acabe la guerra, mañana.. Y hoy vamos a disfrutar de esto; la soledad, la playa, del agua, de estar juntos... de estar vivos.- Musitó, colocando un último beso en sus labios antes de tomarle de las manos para correr a la orilla del agua. Con la capa y las botas era un poco difícil de andar, así que se quedó a varios metros de donde las últimas olas llegaban y se desabrochó la capa para luego sentarse sobre ella a quitarse los zapatos con prisa. Quería disfrutarlo con locura ahora que había luz, y también disfrutarlo con moderación después, cuando la noche cayera.- ¡No me hagas desvestirte! ¡Vamos! E-Entra primero... Y-Yo te sigo. - Dijo, mordiéndose los labios, Quería que él fuera el primero en entrar para así tener un poco más de privacidad al desvestirse. Y para que se familiarizara un poco con el agua.

Se recostó sobre la capa negra que había colocado en el suelo. Tenía la sensación de que a él no le molestaría ser visto, y que ella tendría la oportunidad de disfrutar un buen espectáculo.

Los nervios que hubiese podido sentir antes se desvanecen por completo al contacto con sus labios, disfrutando de ese primer beso con ella, y que desde luego no será el último. Es curioso que los besos con otra persona con la que no tienes conexión no pasen de un mero entretenimiento, y que aquellos con alguien con quien sí la tienes sean muy diferentes. Ahora estoy seguro de que hice bien esperando a este momento, a esta oportunidad, como si supiese que acabaría llegando. También tengo la sensación de que ya he estado aquí antes, en esta misma situación con ella. Es tan extraño que no sabría explicarlo, pero ya me pasó algo parecido cuando la conocí. Me separo mínimamente para respirar tras los besos, mirándola a los ojos y sin poder evitar sonreír ante su reacción, que me demuestra que es más que correspondido.

- No sabes el tiempo que llevaba pensando en esto...casi desde que te mandé aquel mensaje a la moneda

"el día que me emborraché después de ver lo del castillo, pero ya no me queda ninguna duda"

Sus palabras son más que suficientes para que tenga todas las ganas del mundo de vivir el momento, que también nos merecemos un instante así después de tanto luchar y pelear. Desde que nos conocimos hemos ido de pelea en pelea, sobre todo yo. La gran batalla contra la Alianza en Bastion Hollow, la pelea contra Tobías para buscar la cura del SPM, mis peleas de burdel y por dinero en la fábrica, el enfrentamiento con la cosa esa demoníaca...de vez en cuando es necesario parar un poco. Ya habrá tiempo mañana de regresar y de seguir buscando los modos de acabar con esto, ahora necesitamos olvidarnos del mundo por unas horas. - Carpe Diem pues... - susurro antes de recibir su último beso, echando a correr después con ella hacia la orilla. Sigue dándome frío la idea de meterme, pero si no lo hago me quedaré con las ganas. - ¡EH! quieres que entre primero para avisarte de no entrar si muero por congelación, eso eso ¿verdad? eso y que quieres desvestirme. - entorno los ojos como si sospechase de ella, echándome a reír después.

- Está bien, está bien...si muero en el agua helada me apareceré todas las noches para culparte. - bromeo mientras comienzo a quitarme mi cazadora de cuero, dejándola junto a Juliet. Después me sacó el aburrido jersey con el símbolo de los Descendientes que me habían dado en Ouroboros cuando nos marchamos del hospital, siguiendo con la camisa. Hago equilibrios al quitarme las botas, tirándolas también por ahí. Después comienzo a desabrocharme los pantalones, quitándomelos sin ningún pudor, me parece absurdo tenerlo. Me dejo únicamente la ropa interior, que puede hacer las veces de bañador al ser de color negro. - Te espero en el agua, si no entras será una deshonra para la especie dragonil...- la advierto dándome la vuelta un momento, entrando después en el agua poco a poco. - ¡Joder! ¡está muy fría! - me quejo cuando me empiezan a venir las primeras olas a la altura de la cintura, decidiendo meter la cabeza entera para acabar con el sufrimiento. Emerjo de nuevo, alzando la mano para hacerle un gesto con ésta, indicando que venga. No queda mucho rato de sol, como mucho unos minutos, y si quiera practicar eso de nadar será mejor que veamos.

La confesión de Reiv sobre el tiempo que había pasado desde que deseaba besar a la chica le sacó una sonrisa y le valió para que esta le concediera otro suave beso. Se concentró en su mirada, escuchando atenta las palabras que el moreno decía. No recordaba ella bien desde cuando lo deseaba. Recordó que en China Town comenzó a pensar en ello claramente, pero quizás antes de eso ya tenía un poco de ganas. Después de todo, habían pasado por mucho juntos.- Espero que haya cumplido tus expectativas.- Susurró sonriéndole, peinándole un poco el cabello.

Rápidamente, devolvió el "carpe diem" con la misma oración. Aceptaba vivir ese día como si fuera el único. Olvidándose absolutamente de todo.- Si, así me avisas y tal. No vaya a ser que yo me resfríe.- Rió con él. Una vez en el piso, y por más que quería ver el espectáculo, tuvo que apartar la mirada, cerrando los ojos con las mejillas sonrojadas y una sonrisa en los labios.- ¡También puedes hacer algo más útil que culparme! Como... jalarme los pies, asustar indefensos, merodear castillos...- Aquello de merodear castillos de repente no se le hizo tan divertido. Recordando a Sirius, en su castillo y con aquel pianista acompañándole, sintió algo de tristeza por lo que era su vida. Sintió también que le debía una visita. Y que lo haría si ese día lograba salir del mar con vida. Después de todo, Reiv acababa de confirmar que hacía demasiado frío.

Se quitó las botas con rapidez cuando se sentó en la capa encima de la arena. Sus pies rápidamente se acostumbraron y adoraron la sensación de la arena entre los dedos. Se quitó con cuidado el cinturón de la espada, y mientras observaba a Reiv en el agua y el atardecer detrás de él, pensó en que ese día sería tan único como irrepetible.

El gesto que hace desde el agua para que entrara le sacó una sonrisa y asintió. Era increíble como cuando estaba con él, cerca, tocándole, se sentía una felicidad infinita, y cómo ahora que le veía a unos metros la embargaba la melancolía. Era vivir el momento y a la vez temer que se acabara. Se levantó rápidamente. Desabrochó sus pantalones y se mordió los labios pensando en que quizás no era una buena idea después de todo. ¿Sería posible decirle a Reiv que mejor no, que saliera del agua? Se sintió cobarde de solo pensar en aquello, y esa sola sensación fue suficiente para animarla a entrar. Se quitó los pantalones sin pensar mucho en ello, sacándose después la blusa. Había pasado algún tiempo desde que alguien la veía tan desvestida como en aquel momento, por lo que se sentía un poco intimidada por la situación. Afortunadamente, la tela de su top y las bragas eran de un azul lo suficientemente oscuro y grueso como para que no se transparentara demasiado.

Se inclinó, por último, para desatar la tobillera, dejando la daga de su familia sobre la capa y corrió al agua. Nada más pisarla, soltó un gritillo divertido. En realidad estaba más fría de lo que creyó, pero no tanto como para parar su marcha. Cuando el agua le llegó a las rodillas, detuvo un poco para caminar más lento, hasta llegar a donde Reiv, un poco más arriba de su cintura.- ¿Quieres jugar a ver quien aguanta más tiempo en el agua sin morir congelado? - Bromeó con una risita nerviosa causada por lo frío del agua. Si bien no había sido una buena idea, sí que servía para disfrutar el momento. Dentro del agua tan helada, no daba tiempo de pensar en nada más.

Por supuesto que aquel beso había cumplido de sobra mis expectativas, siendo casi mejor de lo que esperaba, por mi tendencia a intentar no hacerme demasiadas ilusiones. Le hago saber que sí ha sido lo que esperaba, susurrando a su oído un  "y habrán muchos más" antes de comenzar a quitarme todo para entrar al mar. Una vez allí meto la cabeza un par de veces más en las gélidas aguas mientras espero a que ella termine de desvestirse por completo, apartándome el pelo mojado de los ojos y echándolo para atrás para poder verla mejor mientras se va metiendo al agua. No la había visto con tan poca ropa hasta ahora, a pesar de haber convivido bastante durante los últimos meses. No sé por qué, pero estoy seguro de que  la imagen de ella adentrándose en el mar con el sol del atardecer será una de esas que recordaré por mucho tiempo que pase. La contemplo con una leve sonrisa durante algunos segundos más, nadando después para ir a su encuentro.

- ¡Vamos! una vez que entras no está tan fría. - miento mientras le lanzo agua encima con la mano, situándome por detrás para rodearla con mis brazos por la cintura,  de tal manera que su espalda queda contra mi pecho - No tengo intención de morir aquí congelado, además, en eso me ganarías, que tú controlas el hielo. - dejo un beso en su hombro, sin soltarla todavía.  Al acercarme a ella recupero parte del calor perdido al entrar al agua, así que me quedaría así mucho más rato de no ser porque tenemos que separarnos un poco si quiero que aprenda a defenderse en el agua.

- Además, será mejor que te enseñe a nadar antes de que oscurezca del todo. Supongo que flotar si sabes, ¿no? si no es así deberíamos empezar por ahí, es lo básico. Tendrías que tumbarte de espaldas, relajarte y respirar despacio mientras flotas. Si ya sabes hacer eso  podemos saltar a la siguiente lección, yo te sujeto al principio. ¿Preparada? Prometo no hacerte ahogadillas. Todavía. - comento lo último medio broma medio en serio, con una sonrisa ladeada.

Gustosa de que la situación fuera del total agrado de Reiv, le sonrió con la certeza que le daba de que no era algo de una única ocasión. Le alegraba tanto haber encontrado a alguien. Alguien con quien haber entablado algo más que una amistad y con quien podía quitarse el frío.

Lanzó el chillido de su vida cuando Reiv le tiró un poco de agua,más por la expectativa anticipada de que sería algo muy frío que por la temperatura real del agua. Colocó las manos sobre las de él en su cintura cuando se colocó a su espalda, mirándole de reojo cuando colocó el beso en su hombro.- Esperaba que fuera diferente.- Murmuró mirándole. Diciéndolo un tanto por el agua fría y un tanto por él, pues no esperaba que pudiera llegar a ser una persona tan cálida como lo había demostrado, y más aún como lo hacía en aquellos momentos... Colocó un beso en la mejilla del moreno y no pudo evitar reír mientras trataba en vano de morderle la barbilla.- Hay que aprender a escoger tus batallas. Sé que un duelo frío contra tí lo puedo ganar. Así que por qué no retarte. A nadar no te retaría.- Sonrió, recargando la cabeza en el pecho del moreno, contemplando un momento el atardecer que cada momento se acercaba más a la noche.

Cuando Reiv inició su explicación, se giró para verle de frente y le tomó las manos, asintiendo suavemente.-Si me ahogas te perseguiré en tus sueños.- Dijo sonriente, con una amenaza similar a la que él había hecho cuando entró recién al agua. Colocó la espalda sobre las olas, levantando de a poco los pies hasta quedar flotando en la superficie del agua. Rapidamente se aferró del brazo de Reiv, pues sintió como la marea comenzaba a arrastrarla más de lo que debía.- No me gusta que el mar me arrastre. Siento como si no tuviera control... Y a la vez es tentador dejarse llevar. Algo similar me pasaba contigo...- Murmuró con completa tranquilidad, observando el naranja del cielo mientras flotaba. Al menos la primera lección parecía que iba a ser algo rápida.

Con una mano en el pecho del contrario, se puso de pie de nuevo. No sabía bien si la marea había comenzado a subir o si se habían desplazado un poco más adentro del agua.- Quizás con recompensas aprendería más rápido...- Sonrió enormemente una vez estuvo de nuevo frente a él. Aunque habría deseado que su cabello no se mojara, ahoratodo había comenzado a gotear de las puntas hasta sus y su espalda se sentía fría a contraviento.

- ¿A que te refieres con eso de que esperabas que fuera diferente? - pregunto con curiosidad ante su comentario, sin saber muy bien de qué estamos hablando. Pego mi mejilla contra la suya tras el beso que me da en ésta, simplemente disfrutando en silencio de su cercanía junto con el vaivén de las olas y la puesta de sol. En la zona en la que estamos todavía hacemos pie, pero hay que tener cuidado de no dejar que nos arrastre la resaca, así que intento estar pendiente de no movernos demasiado del sitio. Deshago el abrazo por la espalda despacio cuando se da la vuelta para quedar frente a mí, sujetándola por las manos.

- Bueeno, mis sueños no son gran cosa, créeme, podré soportarlo. - me río un poco por su amenaza, parecida a la que dije yo antes. - También puedes defenderte e intentar ahogarme, si puedes. - me mantengo alerta en cuanto se sitúa boca arriba sobre el agua para comenzar a flotar, quedándome bastante cerca por si le hiciese falta, pero sin llegar a tocarla. Esa parte de la lección parece que se la tiene aprendida, aunque enseguida deja de flotar par agarrarse a mi brazo. Lleva razón, el mar está algo revuelto como para hacer esto. - Hay cosas contra las que no puedes pelear o en las que no puedes tener el control, como con esto. Y tampoco puedes dejarte llevar por completo, porque te arrastra. Podemos influir mucho en cualquier cosa que nos suceda, pero no podemos manejar todas las variables, así que... - puede que el símil no valga para cualquier situación, pero sí para muchas.

- ¿Conmigo? ¿por qué? - creo que todavía tenemos muchas cosas que contarnos de lo que estuvimos pensando el uno del otro durante todo este tiempo que hemos estado tan cercanos pero sin llegar a nada más, de estos meses de algo que parecía más que amistad pero que tampoco iba más allá. En definitiva, que nos ha costado llegar hasta aquí. Creo que ya sé por dónde va cuando dice lo de aprender con recompensas, así que la miro con cierta picardía y propongo que sea ella misma quien las ponga. - Ya veo...tú decides lo que pides según lo que consigas. Cuanto mejor lo hagas, mejor premio. Con que des unas cuantas brazadas y avances será suficiente. Ven aquí...yo te sujeto. - tiro suavemente de su mano para acercarla más a mí, indicándola que se ponga en horizontal sobre el agua, pero esta vez boca abajo. Espero a que se coloque para pasar una mano por debajo para sujetarla a la altura del ombligo, como punto de apoyo.

- Ahora haz la prueba de ir moviendo las piernas y simultáneamente los brazos. Estíralos y ve metiendo primero uno y después otro. Respiras por un sólo lado, metes la cabeza al agua, sueltas el aire y...repite proceso. - cuando pille el movimiento la iré soltando poco a poco, aunque no nos va a dar tiempo a mucho porque al sol apenas le quedan cinco minutos para terminar de ocultarse.

Esperaba que fueras más problemático desde el día que te vi envenenado en el Moulin.- Y aunque lo era, bien sabía que su corazón también era bueno y que en las circunstancias adecuadas él podía ser amable y cariñoso. Soltó un suspiro mientras se tomaban su tiempo para ver la puesta de sol, volviéndose a él cuando iniciaron las lecciones.

Quiero suponer que si me transformo podré nadar. Que es instinto, como los gatos. Aunque no me gusta depender de la transformación es lo primero que pienso cuando estoy en problemas.- Puntualizó, mirándole sospechosamente cuando habló de ahogarle de vuelta. Se tomó un momento para escuchar lo que decía sobre el control y el manejo, que eran cosas muy ciertas, aunque no había entendido del todo el por qué de sus palabras.- Yo no quería quererte. Te evitaba aunque estaba contigo, evitaba los roces, las miradas... Y aprendí. Que luchas cuando algo te importa y fue... revelador. No cambió mi perspectiva, pero sí mi renuencia a estar contigo. En todo sentido.- Murmuró, decidiendo dejar de lado las palabras profundas para cuando estuvieran en un lugar en el que el mar no pudiera matarlos con una ola gigante. Afortunadamente, la mirada pícara que el moreno le enviaba terminó por cambiar los ánimos. Podía apostar que él ya no sentía el frío por el que se había quejado en un inicio.- Está bien. Veremos si al final me acabas enseñando tu también alguna técnica.- Alzó las cejas, retándole a que aceptara, aunque sabía que cuando él lo decía era porque realmente quería hacerlo. Igual habría que aprender a nadar primero y luego escoger realmente el premio.

Cuando estaba por ponerse en horizontal para iniciar a nadar, sintió la mano de Reiv en el vientre y la quitó rápidamente por la sorpresa del agarre, parándose de nuevo tras resbalarse un poco y agarrarse de su brazo.- Lo siento, no lo esperaba.- Murmuró cuando se pudo levantar de nuevo, escupiendo un poco del agua salada que le había entrado en la boca.

Lo intentó de nuevo, metiendo la cara al agua y cerrando los ojos. Después de todo, podía sentir a Reiv cerca y sabía que no terminaría por ahogarse. Logró ponerse en horizontal, flotando un rato. Había visto gente nadando antes, así que trató de imitar lo que recordaba, levantando un brazo por detrás de la cabeza y metiéndolo al agua por encima, para después repetir con el otro brazo hasta que tuvo que salir a respirar. Lo hizo, pero al devolver la cara al agua, un poco de esta se metió a su boca y tuvo que escupirla de nuevo. Una vez que se sintió bien con el movimiento, comenzó a mover las piernas, arriba y abajo con algo de fuerza.

Aquel día en el Moulin en el que nos conocimos hace ya meses...claro que lo recuerdo. Llegué allí tras una pelea absurda, envenenado y bastante hecho polvo. Ella fue la primera que me atendió, y justo en ese momento tuve la extraña sensación de conocerla de algún modo, como una especie de conexión difícil de explicar y sin lógica aparente. No me extraña que pensase que puedo ser problemático, si cuando menos te lo esperas aparezco hecho un completo desastre o me meto en cosas que no debo. Eso o los problemas me encuentran a mí, que también suele pasar. - Seh...creo que ninguno de los dos somos precisamente tranquilos y pacíficos. - reconozco a su observación, sin sentirme en absoluto molesto por lo de problemático. El estar con alguien como ella hace que encaje mejor que con una persona que me juzgue o sea muy diferente a mí en ese sentido. - Entre nosotros nos comprendemos.- tener un pasado un tanto turbio lo hace más fácil, en teoría.

Pongo cara rara cuando me explica lo del dragón nadador como último recurso para no ahogarse, acabando por reír un poco porque no me imagino un dragón enorme nadando en el agua, luchando para salir a flote. Los seres con alas no están hechos para el agua. Mi gesto se torna más serio al escuchar su confesión, el hecho de que evitase a toda costa el sentir algo más hacia mí a toda costa. - No sé si serán los mismos motivos que tengo yo...pero también me negaba a aceptarlo al principio. Me prometí hace mucho tiempo el viejo cuento ese de no volver a sentir, simplemente por evitar sufrir si pasa algo. Ya sabes...- algo habíamos estado hablando ya de eso, pero también acabé dándome cuenta que se pierde más si no se intenta, si el miedo a la pérdida te hace dejar de lado todo aquello que te hace sentir más vivo. Los dos evitando algo que en el fondo queríamos,  y que tarde o temprano acaba sucediendo. Sonrío negando levemente con la cabeza a la par que murmuro. - Menos mal que hemos dejado de hacer el tonto.

Casi será mejor que sigamos poniéndonos profundos ya fuera del agua, así que nos ponemos por fin manos a la obra con la lección de natación improvisada. - Te puedo enseñar muuchas técnicas...- comento siguiéndole el juego, sonriendo de lado para acompañar al sentido de la frase. Ahora lo gracioso sería que deshiciera ese doble sentido poniéndome a soltarle todos los principios básicos de la natación uno por uno. Lo cierto es que la noto tensa al principio, así que no quiero despistarla demasiado. Incluso se asusta cuando paso una mano bajo su abdomen para sostenerla en el agua, como si la pillase desprevenida. - No es un tiburón, por ahora. - bromeo mientras la vuelvo a sujetar para darle un punto de apoyo, explicándole mientras lo intenta el ritmo de brazadas y de respiración, dejando unos minutos para que pruebe. A pesar de ello no puede evitar tragar agua, con cada ola que viene se hace difícil mantener el ritmo.

- Eso es, vas bien. Ahora voy a soltarte poco a poco, ve avanzando siempre en paralelo a la costa...- la aviso para que esta vez no la pille desprevenida, soltándola par que pueda empezar a moverse por ella misma. De todos modos no me alejo mucho por si se agobia, y por si al moverse de sitio se va a una zona en la que no hace pie.

Decidió dejar de lado todo lo que tuviera que ver con conversaciones profundas. A fin de cuentas, solo hacían mas que dar vueltas al pasado, justo lo que habían decidido no hacer. Aún cuando Reiv tenía razón, solo asintió. Era cierto que ellos se comprendían mutuamente. Ambos habían pasado por cosas similares, pasados turbulentos, cosas de las que se arrepentían y que no querían hacer cargar a nadie más. Pero si lograban confiar en el otro, era posible que no hubiera más peso que cargar. La culpa se desvanecía de ella cuando le escuchaba reír por alguna ocurrencia.

Pero una frase se le quedó grabada: al final habían dejado de hacer el tonto y ahora tonteaban con libertad. Y solo podía sonreír, pues era cierto y dulce. Haberse encontrado con él era de lo mejor que le había pasado ese último año. Y esperaba que así siguiera siendo. Tuvo que reír a lo de las técnicas, ocultándole su rostro por lo sonrosadas que estaban sus mejillas. No solo estaba nerviosa por el agua sino porque de vez en cuando no podía evitar echar una mirada por debajo del cuello del moreno. Había bastante que ver y aquello la avergonzaba en demasía. Sin que él lo supiera, ya le había enseñado muuuchas cosas.

No es por que sea un tiburón. Es porque es tu mano.- Aclaró antes de zambullirse en el agua una vez más. Quería hacer las cosas bien ya que no había ya demasiado tiempo, por lo que cuando la soltó, trató de no entrar en pánico y siguió con lo que el moreno decía. Escuchaba apenas, pero lo suficiente para saber lo que debía hacer.

Aún cuando en paralelo se le complicaba por las olas, siguió con las brazadas y las patadas. En algún momento tuvo que hacerlas más fuertes y rápidas, por eso de que sentía que no avanzaba nada y que, al contrario, estaba retrocediendo. La marea era algo a lo que tenerle respeto. Aún alcanzaba a sentir la presencia de Reiv a pesar de la distancia y de las olas. No había querido abrir los ojos en el mar, así que solo podía escucharle cuando este le hablaba, y a veces cuando sacaba la cabeza para respirar.

Tuvo un ligero momento de desesperación cuando quiso ponerse de pie tras respirar un poco de agua. Por instantes, no alcanzaba a tocar el piso aunque el agua no lograba taparla. Tras varios segundos de pataleos, logró que sus dedos tocaran la arena del fondo y consiguió ponerse de pie, comenzando a toser brevemente y luego a respirar con celeridad mientras trataba con las manos de quitarse el agua de la cara. Su mirada se dirigió primeramente a la orilla, que era lo que tenía de frente, y alcanzó a divisar que, en efecto, había recorrido un par de metros pues su capa ya no se encontraba tan próxima. Giró rápidamente en busca de Reiv, que tampoco se encontraba lejos. Su corazón latía desbocado, y esta vez la culpa no era del moreno, sino de las técnicas.

El sol ya ha terminado de ponerse para cuando ella comienza a defenderse de manera más o menos aceptable, con sus fallos y sus aciertos. Yo ya había olvidado lo complicado que puede ser empezar a manejarse en el agua, han pasado demasiados años desde que aprendí. No pretendo enseñarle a que perfeccione la técnica en tan sólo media hora, con que consigo no hundirse bastará por el momento. Permanezco relativamente cerca de ella, aunque alejándome progresivamente para quedar a un par de metros. En el sitio que estoy ya no hago pie, y en el que se ha quedado ella parece que hace pie a duras penas. En un momento dado parece que se agobia al no llegar al suelo, tosiendo y mirando a su alrededor como buscando salida o algo a lo que agarrarse.

- Aguanta un momento, voy para allá.- Me pongo en marcha para echarle una mano, recorriendo a nado la poca distancia que nos separa. Al llegar a su lado, lugar donde sí hago pie, la rodeo con mis brazos a la altura de la cintura, acercándola a mí. - No está nada mal, creo que podemos dar terminada la lección por hoy. - porque más o menos lo ha conseguido y porque llevamos ya demasiado rato en el agua, se nos ha hecho prácticamente de noche.

- ¿Has tragado mucha agua? -sonrío arqueando una ceja, pues en más de una ocasión la he visto toser y tener que alzar al cabeza, así que seguro que se ha llevado unos cuantos tragos. El oleaje también se ha vuelto más fuerte al aumentar la velocidad del viento, como si viniese tormenta en un rato. El cielo está un tanto cubierto y no creo que se puedan ver bien las estrellas, menos aún si se pone a llover. Giro un poco en el agua con ella, moviéndola hacia un lado pero sin adentrarnos más.

- En el fondo soy buen profesor, y lo sabes...- comento con un fingido ego, sólo para ver su reacción. Ella ha puesto de su parte con la actitud, que muchas veces constituye la parte más importante en un aprendizaje. Lo cierto es que, a pesar del frío, me quedaría un buen rato más abrazado a ella en el agua, aunque sea imprudente permanecer mucho rato más aquí por el mar tan picado. - Deberíamos ir saliendo ya, aunque todavía te debo una ahogadilla. Y como te he hecho spoiler ya no te pilla desprevenida. - la aviso bromeando de que algún pequeño susto puede caer hasta que lleguemos a la orilla, aunque por ahora la dejo que se estabilice para que se le pase el agobio anterior con el agua.