Isla de Wight

- Suena jodidamente arriesgado eso de curar enfermedades después de asimilarlas. Te la juegas mucho...aunque digas que te gusta el riesgo. Deberías tener más cuidado. - A nuestro anfitrión parece que le va entrando el sueño, algo normal teniendo en cuenta las horas que son. No puedo evitar una sonrisa de extrañeza cuando se mete al   armario para dormir, pensando que es parecido a lo que hacen los vampiros al entrar en su ataúd. No le he preguntado a mi padre si lo hace, pero tampoco me imagino haciéndole esa pregunta absurda. No teníamos confianza cuando él estaba vivo, y ahora como que ya no tiene sentido, seguro que no entiende el humor o las cosas graciosas.

- Pues vaya unos aprendices cobardes. Se ve que no estaban lo suficientemente interesados. Eso demuestra que no puedes confiar en el primero que se cruce, hay que conocer a las personas poco a poco. Conocer sus virtudes, debilidades...- sería interesante hacer algún trabajo o misión con Skaab en algún momento, pero antes quiero conocerlo un poco mejor, ir observándolo en diferentes situaciones, si se da la ocasión. - Incluso entre mercenarios tenemos que ser leales con aquellos con los que hacemos una misión, hay que saber con quién puedes contar. Tal vez un día de estos compartamos misión...- me despido de Skaab antes de que se duerma dentro de su armario, quedando a solas con Juliet y las ratas ofrecedoras de mantas. Niego con la cabeza, rechazando lo que nos traen. No me parece buena idea usar esas mantas, que seguro que tienen garrapatas que transmiten enfermedades. - Lo siento, ser de ojos rojos infernales. Tapaos vosotras.- asiento a Juliet al terminar de leer el mensaje que ha llegado a la moneda comunicadora, relacionado con una reunión que ocurrirá en unos días.

- Sí, puede ser interesante enterarnos de qué va la cosa, aunque no formemos parte de su grupo. Sobre lo de dormir aquí...no sé. Tengo curiosidad por ver al  Skaab en su forma normal, que se supone que sin luna vuelve a ella. Pero dormir aquí se me hace extraño. Es como que estamos invadiendo el espacio de otro. Además, estamos remojados como sopas por culpa de la tormenta y no podemos hacer un fuego grande. Acabaremos pillando un buen catarro sin necesidad de que use esas polillas. Vamos a dormir a otro lado y le avisamos de dónde puede encontrarnos, por si quiere venir cuando se despierte. - echo un vistazo alrededor de toda la estancia, buscando algo con lo que poder dejarle una nota al extraño médico. Finalmente utilizo un clavo de una de las cajas de madera en las que habíamos estado sentados, arrancando una tabla de una caja para tallar sobre ésta un breve mensaje para Skaab.

En el mensaje se puede leer lo siguiente:  "Nos hemos marchado a dormir a un lugar más cómodo. Si quieres puedes presentarnos al otro Skaab en el pueblo de Hogsmeade, dentro de 3 o 4 días, por allí estaremos". Casi me quedo sin espacio para poner todo eso, aunque con letra lo suficientemente legible. Dejo la tabla en un sitio en el que pueda verlo, justo donde nos habíamos sentado antes, junto a las mantas que trajeron sus roedores. Después pongo la mano en el hombro de Juliet, utilizando la desaparición para marcharnos de allí los dos.

Surco los aires desde la playa de Durdle Door hasta la isla de Wight, llegando hasta allí con renovadas energías tras haber descansado y sanado un poco. Un potente rugido anuncia mi llegada a la pequeña colonia de dragones que hemos formado en la zona de los acantilados, en el refugio rocoso. Hasta allí he ido trasladando poco a poco algunos de los tesoros que albergaba aquella cueva en la que solía refugiarme, aunque todavía quedan otros tantos en aquel lugar. Lo más importante es que hemos tomado la isla para crear un hogar para los pocos dragones que quedaban en Bastion Hollow, algunas crías y madres, además de algún familiar. Alrededor de unos 15 entre unos y otros, repartidos por el resto de la isla.

El anuncio de mi llegada recibe respuesta en forma de varios rugidos más. Varios dragones acuden en cuanto dejo de batir las alas al aterrizar, tras lo cual revelo que he encontrado a otro de los nuestros, más concretamente a una de mis crías. La furia se hace patente entre los presentes, los cuales prometen que harán todo lo posible por traer al cachorro de vuelta. Tal vez no sea necesario buscarlo, tal vez la sangre llame más al final...

Por ahora me retiro a descansar al interior de la cueva, recostándome sobre mi menguada montaña de tesoros mientras canalizo un poco más de mi magia sanadora a través de la piedra. El sueño y el descanso harán el resto.

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Curación: 5 dado + 10 habilidad + 10 piedra=25
PS: 100+25=125

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'Curación' :

Al salir de mi hogar me habia encontrado con mi avestruz gigante, que ya no levitaba, la pobre, pero igual me llevaria a la isla de Wight mas rapido, aun asi el viaje se nos hizo muy largo y tuvimos que parar de vez en cuando a cazar musarañas, porque si, no me preguntéis por qué, aquel ave averrante era carnívora.

"debí haberme traido a ADSL y no a tí...te salva que corres como alma que lleva el diablo"

Asi que mi avestruz comió musarañas y yo recé por sus almas para que se reencarnasen en algo mejor la proxima vez. Menos mal que para mi habia traido gazpacho alvalle en tretrabrick de 30 cl, robado de mi ultima incursion a una tienda de chinos en china town. Me dolió no poder reciclar el envase asi que con él le hice un collar al avestruz, ahora tambien ademas de oler a ave carnivora averrante olia a ajo.

Total, que acabamos llegando a donde el agua. Al pollo no habia quien le mojase las patas y como el muy triste ya no levitaba, nos tuvimos que robar una barca a pedales, que estaba cubierta de algas y de moho, porque ya nadie cuida del turismo, y menos cuando se está en guerra. Nos subimos el pajarraco y yo, y yo pedaleé hasta que se me pusieron los muslos mas duros que un trozo de pan judío, sin pretender ofender a los judíos. El pollo no pedaleaba porque no le daba la gana. Hacía "CUAAAAAAAAAA" muy agresivamente y giraba la cabeza de un lado para otro cual flamenco retarder.

- Muy bonito WiFI, muy bonito! con esas piernas que tienes, podrias colaborar un poco..... - lo habia llamado WiFi porque llegaba mas rapido a los sitios que ADSL. Y era mas moderno.

Por fin, llegamos a las costas de la isla. Alli la cosa parecia mas tranquila que por el resto de las zonas.... se ve que aun no se habian interesado en Wight. Esperé que Smaug estuviese bien. Me dejé al pollo aparcado porque si lo veia capaz era de querer comerselo y no, es mi pollo, yo puedo criticarlo pero de ahi a dejar que un dragon se lo coma pues no.

Me detuve ante la entrada de la cueva, inspiré y entré. Olia a dragon dormido. Di unas cuantas vueltas en relativa oscuridad, y lamenté no haber traido una linterna....qe ahora no podia hacer magia, carajo. Me guié por los ronquidos de dragon, llevando mi mano diestra pegada a la pared de la cueva para no perderme. Me detuve cuando crei oir algo y hablé, empleando la lengua de los dragones que Smaug me habia enseñado.

- Smaug? Estás ahi? Soy Setelah. Necesito hablar contigo. Tienes que despertar.

La apacible vida en la colonia de dragones de la isla de Wight se vio truncada con la repentina desaparición de la magia hacía ya un mes y medio aproximadamente. Desde entonces los dragones habían perdido su capacidad de pasar de una forma a otra, o de hacer algo más que no fuese volar o lanzar fuego. Incluso la joya que llevo en el pecho había perdido su característico brillo, al igual que su función, pues no terminaba de curar las heridas. El caos se hace presente entre algunos dragones que comienzan a pelear de manera agresiva entre ellos. Me enfrento a ellos para echarles de la isla si no dejan de poner en peligro a la colonia, pero en la pelea acabo herido por ellos, a pesar de que consigo expulsarles. Me retiro a mi cueva a dormir, aunque ahora las heridas no sanan como deberían.

No se debe despertar a un dragón dormido, y eso es lo que hace el humano Setelah conmigo, a pesar de que me despierte con la lengua de los dragones. Abro mis ojos en la oscuridad de la cueva, dejando ver el brillo metálico de éstos. Después echó humo por la nariz, en un gruñido de protesta. Desenrosco la cola mientras me remuevo estirando mi cuello hacia él mientras lo olfateo, reconociéndole. Vuelvo a echarle más humo, pero sin llegar a levantarme porque me daría contra el techo de la cueva.  - Humano Setelah... - mi cavernosa voz le da algo así como una bienvenida, sin sentir precisamente disgusto por su presencia. Es prácticamente el único humano al que no querría devorar de un bocado, algo así como un discípulo que se ha ganado mi cara confianza.  

- Mira lo que ha pasado...los dragones, están enloqueciendo. El mundo se muere. La magia...se ha apagado. El equlibiro se ha roto -  alzo un poco la cabeza para que pueda ver la joya de mi pecho, opaca y sin apenas color. La suya debe estar igual, es parte de la mía.  - ¿Qué habéis hecho? Tú...tú solías invocar aquella roca oscura que se tragaba la energía que había cerca. Ahora es como si el propio mundo la estuviese devorando.  - recuerdo aquella extraña habilidad que pude ver durante el tiempo que viajamos juntos, mientras le enseñaba el lenguaje de los dragones y nuestra historia.

Dos enormes linternas se encienden en la oscuridad, los ojos de smaug, sacandome de ese estado de cegarruto por no tener luz.

Lo oigo moverse y olfatear. Cerca, muy cerca. Tengo la esperanza de que si no me ha comido hasta ahora, no vaya a hacerlo hoy. El humo que expulsa me sacude el pelo y la túnica. Le respondo, usando en todo momento su idioma ancestral. Mi acento no es maravilloso pero un B2 en dragón al menos tengo.

- Smaug... Estás herido? - conjeturé por como sonaba su voz, pues no veía demasiado bien... Pero aprecie lo de a joya. Me retiré el kimono del pecho para que viese que la mía estaba igual. - déjame ver... - me acerqué un poco a él, no se por qué, como un sentimiento de verdadera preocupacion por su estado más allá del puro interés pragmática. Puse una mano sobre su mandibula inferior y me incliné, deslizando la mano hacia el cuello, y pude palpar un corte de relativa profundidad.

"Oh..."

Me retiré. Su manada le había hecho eso? Asi que...a ellos les estaba afectando aun mas.

- Ha sido la Alianza humana. Todo Londres está igual. Pensé que se revertiría sólo en unos días, que ellos lo controlarían...si era lo que sospechaba, a veces, cada cientos de años, las puertas generan picos, como los volcanes dormidos. Pero ya no estoy seguro de qué ha pasado.

Smaug recordaba lo de mi habilidad. Claro ...

- solo tu has llegado a ver que el origen de mi antimagia es esa pequeña roca, Smaug. Y aún así me temo que no te he contado la verdad. El mundo no puede devorar la magia... Solo...

"Solo tres lugares pueden"

Era difícil decírselo. Muy difícil. Pero era necesario?

- cuánto puedo confiar en ti? Moririas por un secreto? Te unirias a mi para siempre, mas de lo que te has unido hasta ahora?

Gruño de manera un tanto hostil cuando Setelah paso su mano por mi cuello, una de las zonas que me habían herido en la pelea contra otros dragones.  - Sí, pero los otros quedaron peor. - aseguro para hacer valer mi liderazgo de la colonia de dragones. Ya he sido el dragón líder en Bastion Hollow, tratando con garras de hierro a los que se opusiesen a mi voluntad. No voy a a empezar a ceder aquí.  - Amenazaban la estabilidad de la colonia, y los expulsé. - relato con tono cavernoso, empezando a removerme porque tengo intención de que salgamos de la cueva. Antes debe explicarme qué está pasando, ya que el humano tiene la curiosa habilidad de estar siempre enterado de todo.

- La Alianza... - mi tono suena ahora más amargo, casi derrotista.  - También han llegado hasta ahí. A lo máximo que nos podían quitar. - mis ojos se entornan como rendijas cuando menciona las puertas. Claro que había escuchado hablar de ellas debido a mi edad y mis periplos por el mundo, pero nunca había decidido acercarme a los supuestos lugares por temor a lo que se contaba. Claro que al humano no le pienso confesar esos temores, no a las claras. - Las zonas muertas. Las puertas del infierno. Así las llaman. - no había asociado el poder de Setelah con esos lugares, no eran ni por asomo lo mismo. Lo que si había visto es esa pequeña roca oscura que generaba. Cuando lo hacia la magia alrededor se apagaba, aunque no era suficiente para opacar mi joya, no como lo está ahora. Su poder era ínfimo, comparado con lo que está sucediendo.

Mucho tiempo ha pasado desde que un humano me pidiese unirme a él en el sentido de la máxima fidelidad. Ahora, con la oscuridad de la cueva como único testigo, me lo vuelven a pedir. La respuesta no es inmediata, se hace un silencio sepulcral. Confié mucho en aquel primer humano, y otros muchos que vinieron después me hicieron odiarlos. Ahora, cientos de años después, he vuelto a confiar de nuevo en uno de ellos. Si luchar y guardar un secreto junto a él sirve para restaurar el equilibrio, lo haré.   - Tienes mi palabra. Los juramentos en lengua de dragón son inquebrantables. - sentencio de manera solemne en la propia lengua que he mencionado, en la que llevamos hablando todo el rato. Él sabe que soy ambicioso, que he caído en la codicia hasta el punto de obsesionarme con objetos mágicos poderosos como las calaveras de poder de los Soul Reapers. Por ellas accedí a trabajar para los ministeriales durante años, aunque también nos venía bien aquel pacto para devorar a algunos renegados.   - Para guardar el secreto primero tendré que saberlo. Habla, sabes mucho más de lo que dices...eres más de lo que dirían a simple vista.

Hice una mueca divertido por sus palabras de cómo habian quedado los demás. Orgullo de dragon, eh?

Me moví con el despacio, parecia que saldriamos de ahi. Mejor para mi...estaba harto de no ver apenas nada si no sus ojos y lo que ellos alumbrabran. Me detuve porque percibi su sepulcral silencio. Se lo estaba pensando. Respiré pesadamente....necesitaba su palabra. Sabia que la palabra del dragon era sagrada, una vez dada. Que romperla le haria tanto daño a él como a mi.

Pero por fin me dio su palabra. Solté el aure que habia retenido en mis pulmones, él debió oirme.

- Por la presente entonces, nos declaro algo más que aliados. -  reemprendi la marcha al exterior, la gruta comenzaba a iluminarse con la cercania de la salida y ya podia ver algo mejor

- Si. Las llamaron las puertas del Infierno por el extraño fenómeno que causaban de dejar sin magia cualquier cosa o criatura mágica que estuviese sobre ellas o muy cerca. Magia negra, decían. Se construyó entorno a ellas. Pozos del diablo. La puerta al inframundo. Zonas muertas. Pero que va....no se va al infierno por ahi. No se tragan nada.  Tú ya has visto lo que hay en ellas. A infinitesima milesima escala, claro. En...la palma de mi mano. Como si yo cogiese el grano de arena de una gran playa, y lo sostuviese asi, por unos minutos, dondequiera que yo estuviese. - levanté mi mano con la palma hacia arriba, fingiendo sujetarlo.  Llegamos a la entrada de la gruta y me giré para mirarlo, caminando de espaldas, mientras lo escuchaba ahora a él.

- No soy nadie, Smaug, ya te lo dije hace tiempo. No ser nadie es la mejor manera de guardar secretos, verdad? - sonreí de lado, con una astuta mirada en los ojos. - Déjame contarte una historia. De cómo esos seis puntos en nuestro mundo estaban aqui mucho antes que ninguna de nuestras razas, y de como seguiran ahi despues de que todos nos hayamos ido. Quizá tu ya sepas las ubicaciones, si has oido el mito, la vieja historia. Tres de ellos tienen la capacidad de anular. Otros tres, la capacidad de otorgar. Sí, algo similar a lo que hacian las Calaveras, pero no igual..... Los seis son necesarios, es el equilibrio, como tu has dicho. Los guardianes se crearon porque eran capaces de invocar un infimo fragmento del corazon mineral escondido bajo metros y metros de sólida tierra, y porque entonces  fueron capaces de comprenderlo. Y por eso decidieron protegerlo, ocultar el secreto, algo que despertaria la ambicion de muchos tenia que ser escondido. Taparlo bajo el velo del mito, vigilar siempre sus entradas, asegurarse de que no se supiera mas de lo que debia saberse...acabar con aquellos...que descubrían demasiado y representaban una amenaza.   Pero bajo la luz de los nuevos acontecimientos....temo que una de esas zonas se haya visto comprometida. Que hayan descubierto algo que no debian, y la Alianza se esté aprovechando.

Atardecía en el exterior. El ocaso era evocador, a decir verdad. Muy apropiado.
- Tengo que ir a esos sitios  y comprobar si les ha ocurrido algo.  Quizá ese sea el origen de lo que está pasando. No puedo explicarmelo de otro modo. Si la Alianza ha conseguido acceso a esos pozos....tienen material ilimitado.

"aunque tambien es cierto que es muy inestable..."

Alcé mi mirada hacia él, queria saber su reacción. - Supongo que entiendes mi falta de transparencia hasta ahora respecto a este tema. Pero recuerda que me has dado tu palabra .

Sellamos verbalmente el trato, en la arcana lengua de los dragones. De ese modo el vínculo establecido iba más allá de meras conjeturas y palabras vacías. No seríamos simples aliados circunstanciales, sino que sería una relación basada en la fidelidad y el honor, como el que una vez conocí. Puede que la nostalgia por aquellos días me haya jugado una mala pasada, haciendo que me incline a aceptar más rápidamente de lo que hubiese querido. Confío en que esta vez no tenga que arrepentirme de establecer lazos con un humano. - Sea pues. - el avance por el túnel se hace un tanto lento, pues la gruta no es demasiado grande y tiene el tamaño justo para que yo pueda moverme y salir. La explicación entre lo que él convoca y las zonas muertas es más que reveladora. Debí haberme dado cuenta, o haberlo pensado. Consideraba tan insignificante al humano que ni le presté atención al origen de su magia, aunque me pareciese una extravagancia.

- Una menudencia comparado con el tamaño de lo que puede haber en esos pozos. - comprendo a qué se refiere, gruñendo con tono irritado cuando la luz me vuelve a dar en los ojos al salir al exterior. La jugada de no ser "nadie" para evitar los problemas sólo le había salido a medias. - Y a pesar de no ser "nadie" siempre estás metido en los más tortuosos menesteres, siempre estás allí. ¿Es el conflicto el que te busca a ti, o buscas tú al conflicto? - deje la pregunta con voz profunda y misteriosa, dejando que reflexionara sobre ello. Él vino a buscarme a mí, cuando estuve a punto de matarlo. Al final no le salió tan mal la jugada aquella. - Conozco las leyendas de las ubicaciones...los dragones más ancianos de mi tierra natal ya narraban las historias en clave de mito. Sin duda era algo que despertaría la ambición de cualquiera, especialmente de los humanos. Ya ansiaron el poder de las calaveras en su día, y de ahí nacieron los primeros Soul Reapers. Poco se sabe de aquellos que otrora guardaban las negras puertas, sus nombres han sido borrados de la Historia. No es posible que la Alianza conozca esos lugares, al menos que sepan para qué sirven. A no ser que algún guardián haya traicionado y condenado a todos... - extiendo mis alas por completo para movilizarlas después del largo sueño, removiendo el aire a mi alrededor. También rujo alzando la cabeza hacia el atardecer, convocando a los dragones de la isla. Por fin hemos conseguido nuestro propio lugar, por pequeño que fuese, por mucho que yo siga pensando que la hegemonía de los dragones debería darse por hecho. Había que proteger este refugio a toda costa, y con ello a las nuevas generaciones.

Termino de conocer todo lo referente al secreto de Setelah mientras espero a que acudan los míos, que comienzan a responderme al rugido desde otros puntos de la isla. - Antes muerto que dejar caer las zonas muertas en manos de uno de esos imprudentes humanos no mágicos. - gruño con furia, extendiendo el ala mientras espero a que Setelah se suba a mi por medio de ésta. No iba a bajar el cuello para que él subiese, inclinándome ante él como si fuese su vasallo. El viaje será largo, más le vale agarrarse bien.

- Y mi palabra tendrás, al igual que confié en la tuya para no revelar el secreto de la joya que llevas en el pecho. - los dragones acuden al acantilado en el que estamos, aterrizando y situándose alrededor de la llamada Rocadragón, por la forma que tiene, justo la roca sobre la que me encuentro. Suelto un discurso para que sepan que la isla queda en manos de ellos porque yo he de marchar para intentar descubrir qué está sucediendo, cosa que nos afecta a todos. Me despido de aquellos con los que me unen lazos de sangre, como varios de mis hijos, entre los que se incluye Svart. El joven dragón había quedado abandonado en el bosque durante más de un mes, y fue entonces cuando decidió volar a la isla que yo le había dicho cuando nos encontramos. Su desalmado raptor y la dragona traidora le habían abandonado, así que ahora le habíamos dado un hogar entre los suyos.

Tras dejarlo todo atado por fin podemos partir. Alzo el vuelo con Setelah, dejando la isla atrás e iniciando así un largo viaje en busca de la verdad, aunque no nos gustase lo que podríamos descubrir.

El tiempo había pasado volando desde que tenía tantas cosas en la cabeza. Apenas y podía creer que habían pasado ya meses desde la fiesta de Ouroboros, desde Adele, desde Josephine. Lo sentía tan lejano en sentimientos, pero cerca en el tiempo. Su clase había mejorado mucho en tan corto tiempo. Habían pasado de las espadas cortas a las lanzas, espadas largas, cuchillos, y por fin estaban por añadir dificultad al usar lanzas arrojadizas. Esperaba que pudieran dirigirlas hacia un objetivo directo, aunque tenía la sensación de que no sería con tanta facilidad. Gran parte de sus días se los había dedicado a los renegados, donde cada vez se implicaba más por culpa de Reiv. Habría preferido quedarse en los márgenes, o colaborar de otras maneras, pero por acompañarlo y verlo más involucrado con su familia no ponía ninguna traba al asunto. Al final iba a resultar que eso de pertenecer no era tan malo. Finalmente, el resto de su tiempo se lo dedicó a él. Pronto aprendió que a solas con él era el lugar más peligroso para seguir con sus juegos, aunque también el más gratificante, donde la energía entre ellos fluía de maneras imprevistas y decadentes. Las cosas parecían ir bien después de todo.

Su mente, por otro lado, también había estado ocupada con la cuestión de la lámpara. No se había atrevido a tocarla aún, pero la resguardó en un lugar seguro. Tenía algunos deseos en mente que había platicado con Reiv de manera hipotética, como si fuera un juego de imaginación para conocerse mejor, aunque sabía que el moreno podía sentir que algo había de raro en todo ese tema, quizás ya lo habría descubierto. Había hecho las preguntas varias veces, y cada vez tenía que cambiar sus deseos, porque algo mejor, más necesario, más bondadoso o más urgente se cruzaba por el camino. Sentía un gran peso en los hombros por eso.

Tras algunos meses de averiguación, surgió también el lugar donde Svart podría estar. Ya había estado en esa isla, por lo que cuando llegaron a ella su mente se fue directo a cierto día, en cierta época fría, con cierta persona. Esta vez no estaban abajo, en la playa, pero de la orilla de los acantilados se podían ver kilómetros de costa y un inmenso mar que no dejaba de sorprenderla. Cuando un suspiro abandonó sus labios se dio cuenta de que la misión sería más complicada si no lograba poner su mente en armonía y concentrarse en lo que importaba.- Ya hace tiempo que estuvimos aquí y todo se ve igual. Lo único diferente debe ser el agua, que seguro no está tan fría... Fue muy amable de tu parte traerme. Tengo buenos recuerdos.- Soltó con una risita al recordar la forma en que habían nadado aquella vez, a punto de congelarlo. Se dio tiempo de darle un empujón suave con el hombro antes de girar para ver el paisaje alrededor. Debía ser un lugar muy grande si en ese sitio había un nido de dragones y no podía verlo. Quizás por eso desde el inicio lo sintió como un posible hogar, incluso llegando a hablar de eso aquella vez.- ¿Qué tan grande es esto? - Pensó en sobrevolar los alrededores, pero existía la posibilidad de quitar el factor de incógnito. A velocidad humana aquello se complicaba más. Preguntar tampoco sería una opción para pasar desapercibidos.- No sé si a Svart le guste el mar. Si no, quizás empezar por el centro sería mejor que en las orillas. No creo que haya muchos dragones adultos, no suelen llevarse bien con los negros, ni entre ellos mismos, pero puede ser peligroso para ti.

Durante los últimos meses habíamos estado bastante ocupados con el trabajo en Ouroboros, ahora que volvían a impartirse clases y que hacía falta gente que colaborase con los Descendientes. Dar clases de combate mágico y físico era algo que más de uno necesitaba por allí arriba, así que a eso nos habíamos estado dedicando. Parecía mentira que la isla volviese a ser más o menos normal después de lo que sucedió, pero eso no significaba que hubiesen desaparecido los problemas.

El mundo fuera de la isla era más caótico que nunca, la Alianza se peleaba entre sí sin que ello supusiese una ventaja real para los renegados, que también estaban algo divididos desde que algunos se creyeron el mensaje de rendición de Johan. Por mi parte había intentado unirme a las acciones de mi hermano, encaminadas a intentar que no se disgregasen los renegados, y a tratar de aprovechar la situación de debilidad de la Alianza Humana.  También dedicaba tiempo para asuntos más personales, como estar con Juliet o intentar recuperar a Svart de algún modo. Eso nos había llevado a la isla de Wight, donde nos habían dicho que se encontraba la colonia de dragones de Smaug. Esperábamos que se comportase como lo hizo en el castillo Le Fay y no le diese por atacarnos salvajemente.

La caminata nos lleva por la zona de acantilados, pero ambos nos detenemos un momento a mirar la playa por los recuerdos que nos trae. - Fue un buen comienzo,  aunque igual deberíamos repasar esas lecciones. O comprobar si realmente aprendiste a nadar.  - aparto la vista de la zona donde rompen las olas para mirarla a ella, sonriendo levemente como si tramase algo.  Después respiro hondo, contemplando el paisaje que nos rodea.  - Puede que lo haya dicho alguna vez, pero realmente me gustaría vivir en este sitio. Lejos de Londres. -
su pequeño empujón me saca de mis ideas de vivir aquí como un ermitaño.  

 -  Recorrerlo todo puede llevarnos bastante. Es la más grande de Inglaterra, unos 348 km². Podrías transformarte para volar y hacernos una idea, o probar en las zonas de las cuevas, donde seguramente tengan sus guaridas. Iremos a visitarlo, y que él decida si quiere volver o si quiere quedarse aquí. - no ignoro el peligro que puede suponer, pero ya hemos retrasado esto bastante. - El puñetero dragón ya se vengó de mí, si sigue con lo mismo es que es un pesado rencoroso. Iremos con cuidado, y tú puedes hacer de intérprete. ¿Trato?

Claro, claro, quieres ahogarme ahora que no morirás congelado.- Bromeó al alcanzar a ver la risa maliciosa que el moreno tenía. Era difícil descubrir sus planes cuando podían estársele pasando mil cosas por la cabeza.- Pero no sería tan mala idea. No me he metido al agua desde entonces.- Y de eso hacía ya bastante. El empujón llegó justo en el momento indicado, pues sus deseos de vivir alejado de la civilización eran compartidos.- Creo haberte dicho que me trajeras contigo. Pero, ¿sabes? Últimamente no me es tan difícil estar con personas que no conozco.- Quizás eran las clases que estaban cumpliendo su propósito o sus pequeñas participaciones con los renegados que la obligaban a colaborar o quedarse atrás. O quizás el tiempo en el castillo Le Fay. Como fuera, la ansiedad por tratar con las personas no era tan grande como solía serlo.

Dio la espalda al mar por un rato, examinando la isla mientras escuchaba su extensión. Definitivamente sobrevolarla sería una mejor idea, al menos para ver donde empezar a buscar.- ¿Crees que esté bien si llegamos así, volando? - Seguía pensando que era poco probable que hubiese dragones adultos más que Smaug, pero si había convencido a algunos podía ser un lugar difícil.- De acuerdo, sobrevolamos para encontrar el lugar y calculamos un poco el peligro antes de decidir si lo mejor es acercarse a pie o entrar de lleno. Solo... intenta entenderlo, ¿de acuerdo? Son buenos amigos, seguro que podrán arreglar esto.- Susurró, colocando la mano en el pecho de Reiv por un segundo, justo antes de alejarse de él. El viento le despeinaba el cabello hasta que se convirtió en un gran dragón plateado. Los sentidos eran más agudos de esa forma, y realmente podía sentir la presencia de otros de su especie como si fuera algo extraño y familiar. Esperó a que Reiv subiera antes de emprender el vuelo alrededor de la isla.

- ¿Llevas todo ese tiempo sin meterte en el agua? ¿En serio? - me hago el sorprendido a propósito, como si tomase por no bañarse lo que me ha dicho. Tras eso río por lo bajo, asintiendo al acercarme un poco más a ella. Yo también había notado que ya no era tan hermética como al principio, cuando iniciar cualquier conversación le costaba un montón. - Si te fijas hemos pasado mucho más tiempo rodeados de gente que solos. Culpa de Ouroboros y de los renegados. -
me encojo de hombros, recordando que no todas las veces que hemos estado solos han sido buenas. Entre las veces malas se encuentran los meses de encierro en los campos. - Pues no se hable más, nos haremos aquí una casa para cuando queramos alejarnos de todo. Nadie tiene interés en este sitio. - volver a la casa okupa de Londres no era una opción.

- Nos verán venir, pero tampoco es mala idea. Tal vez crean que quieres unirte a la colonia de dragones. - la impaciencia por encontrar a Svart me hace obviar los posibles peligros, ya habíamos esperado bastante desde que supimos que el dragón estaba por aquí.  - Espero que todavía se acuerde de nosotros y no nos guarde rencor. - murmuro mientras ella se transforma, echándome hacia atrás para darle espacio. Todavía me seguía llamando mucho la atención el asunto de la transformación, haciéndome recordar aquellos tiempos en los que yo no tenía ni idea que los dragones también podían adoptar una apariencia humana. Aguardo un momento antes de subirme, trepando por el ala para colocarme y sujetarme antes de que ella alce el vuelo. Las vistas desde el aire nos dan otra perspectiva, y no tardo en indicarle que se dirija hacia una zona en la que veo algunas dragones en las rocas, cerca de una zona con cuevas.  - ¡Por allí, cerca de esos acantilados! - un dragón azul se encontraba durmiendo a la entrada de un abrigo rocoso, y todo parecía aparentemente tranquilo. - Podemos preguntarle...

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¿encuentran a Svart a la primera?
éxito: sí
fallo: Todavía no.

El miembro 'Reiv Black' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Empujón de nuevo a Reiv con el hombro por el chiste de no meterse al agua. Lanzó un sonido de exasperación al aire, un poco exagerado, para dar fe de que su paciencia se agotaba, aunque al instante volvió a él con una sonrisa, viéndole acercarse. Su observación le valió un asentimiento con la cabeza, mientras sonreía a medias.- Culpa tuya, que me compartes.- Bromeó tomándole un poco el pelo, a sabiendas de que la primera parte era cierta. Era culpa suya el que estuviera más sociable, desde el momento en que era él quien prestaba más interés en todas las reuniones, tanto del consejo como de los renegados. Sonrió abiertamente al final, cuando escuchó aquello de hacerse una casa en esa zona. Sería la guarida de Smaug, pero era bastante grande para que Reiv y él coexistieran. Cierto era que la guerra no parecía llegar a ese sitio. Seguramente nadie tendría interés táctico en esa tierra.- Espero que esta vez cumplas esa promesa. Nos hemos tardado años en volver desde aquella vez. Tendré que meterte presión, que con Svart no cabremos en tu habitación de Ouroboros.- Hacer planes contando a Svart pretendía ser un buen augurio, pero solo traía preocupación.

No le gustó la idea de acercarse volando a la villa de dragones. Si había alguno de su edad, o mayores, muy probablemente serían más grandes que ella, pues entre los suyos y por los malos años, sabía bien que su tamaño no era exactamente el adecuado. Dejó sus conjeturas para otro momento, ya extremaría precauciones ella, pues él se veía demasiado entusiasmado con el plan como para pensar con la debida cautela. Tras la transformación y el vuelo inicial, procurando que el chico no se le cayera al vacío, lograron una altura suficiente para mantenerse en el aire y ver apropiadamente la tierra bajo sus pies. Divisó al dragón azul al tiempo que Reiv, nada emocionada con la idea de ir a preguntar, incluso gruñiéndole a Reiv al sentir que era peligroso. Quizás entre dragones podrían entenderse, pero lo que sabía de los azules no era muy bueno y Reiv, pareciendo humano, podía complicar las cosas. Finalmente, descendió en círculos, de los grandes a los pequeños, aterrizando con suavidad en unas rocas más altas que el dragón dormido. Si estaba de mal humor, tenía que poder salir de ahí cuanto antes. Con algunos pequeños gruñidos, trató de llamar la atención del dragón. Se había despertado con el sobrevuelo pero no le había puesto demasiado empeño a la dragona. No sabía muy bien que preguntar. Reiv era el que hacía de parlanchín en esos casos. Se limitó a indagar en si aquella era la colonia de dragones de la que le habían hablado, que tras algunas averiguaciones con el dragón azul, se dio una respuesta positiva.


¿Acierto amable o fallo dragón gruñón?

El miembro 'Juliet Bennett' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Lo de cumplir las promesas quedó dando vueltas en mi cabeza mientras que sobrevolábamos la isla, lo que me hizo mirar el lugar con otros ojos, como si también buscase un posible sitio donde podríamos vivir, un lugar para hacer un hogar en condiciones. Tampoco hubo tiempo de mirar demasiado, al no tardar en encontrar aquella cueva de dragones.
El aterrizaje frente a la cueva fue tenso al no saber qué nos encontraríamos, pero ya estábamos dispuestos a enfrentar lo que fuese con tal de resolver el asunto de Svart de manera definitiva. Las advertencias de peligro de Juliet ante el dragón azul no fueron necesarias finalmente, ya que el guardián de la caverna despertó de un modo que no era agresivo en absoluto. Bajé a tierra de un salto, avanzando un par de rocas para situarme frente al azulado.

- Venimos en son de paz. - inicié hablando en lengua de dragones de manera un tanto rudimentaria, esperando que la pronunciación y el modo de decir las cosas no me hiciese cometer fallos que provocasen malentendidos. - Estamos buscando a un dragón joven llamado Svart. Nos han dicho que vive aquí. - prosigo mientras adelanto mi posición un poco más, bajando por fin de las rocas que nos daban algo de altura. Miré a Juliet de reojo durante un momento, comprobando que pudiese darme cobertura si algo salía mal. Ambos nos coordinábamos bien en esos casos y a estas alturas ya sabíamos entendernos con un gesto. El dragón desenroscó su cola con calma, desperezándose incluso. Incluso me dio la impresión de que pasaba un poco de mí. - Es nuestro amigo...y necesitamos verlo y hablar con él. - insistí para que me hiciese caso, aguantando la larga mirada que me echó el dragón. Éste alzo la cabeza en dirección a Juliet, como si prefiriese dirigirse a alguien de su especie en lugar de dirigirse a mí.

- El dragón que buscáis está en esta cueva. Hemos oído hablar de vosotros, pero dudo que el hijo de Smaug quiera veros. Lo siento, pero será mejor que os marchéis, especialmente el mago, no son bienvenidos en este lugar. - la respuesta del dragón azul sonó casi cortés, daba la impresión de que no mentía. Eso me irritó todavía más. Seguro que le habían estado lavando el cerebro al pobre Svart. Dejé de hablar el idioma de los dragones, un tanto alterado. - No, no me iré de aquí hasta que pueda hablar con él de una maldita vez. - intenté pasar de largo en dirección a la cueva, gritando el nombre de mi dragón para que me escuchase y saliese.

Debió detenerse, pero no pudo evitar un sonido de desilusión al escuchar las palabras tan burdas de Reiv. Eran muy de cliché, y con su acento extranjero no podía sonar más extraño. Si terminaban masticados por ahí, estaba segura de que la culpa la tendría el acento del moreno. Afortunadamente, las clases de lengua habían servido, pues se daba a entender aún sonando raro. Había mejorado mucho en los años que llevaban juntos. Si no se los comían antes, sentía que había buenas posibilidades de que se comunicara con Svart de manera exitosa.

La dragona comenzó a bajar junto con Reiv, con toda la cautela necesaria. Se aseguraba de estar siempre justo detrás de él. Aunque el dragón azul no se veía amenazador, sí que entendía las razones por las cuales pudiera estar a la defensiva. Una mirada bastaba para entenderse, a pesar de sus claras intenciones de ignorarles.

Que lo mostrara como hijo de Smaug no resultó nada agradable. Ignoró el comentario, pues el que captó su atención fue la distinción que hizo con Reiv. Sabía que tenía fundamentos para dudar tanto de su presencia en aquel lugar, pero era terco. Tanto que comenzó a alterarse. Lo empujó de manera brusca con la garra. Si se caía, qué mejor, pues con un par de palabras le dio a entender por la mala que no iba a permitir que complicara los planes. Planeaba sacarlo vivo de esa cueva, y de preferencia en una pieza, por lo que el tono de su voz tenía que ser más discreto. Esperaba que la caída lo hiciera poner de nueva cuenta los pies en el suelo, pues por más molesto que estuviera, agitar un avispero de dragones era la peor idea del mundo. Incluso peor que ir a tocar a la puerta de la Alianza, como ya habían hecho un par de veces.

Despues de la reprimenda, se adelantó a la cueva no adentrándose demasiado. Los dragones podían oir muy bien lo que a su alrededor ocurría, y debía haber muchos adentro pues el barullo no cesaba. Sería difícil encontrarlo, quizás lo mejor sería darse a encontrar. En una plegaria suave, mencionó el nombre de Svart un par de veces mientras se adentraba al lugar con una mezcla de cautela y soltura. Se sentía un poco estúpida de estar siendo más cuidadosa que Reiv mismo. Era la primera vez que sentía la presencia de tantos de su especie, al mismo tiempo, en el mismo lugar. A medida que se adentraba en la cueva, se sentía más claustrofóbica y tendía a mirar hacia atrás con frecuencia, asegurándose de que la ruta de escape siguiera justo ahí.

Si bien la cueva se estrechó un poco, el interior dio paso a un espacio más amplio, donde los dragones pequeños parecían volar a placer. Al menos por ahora no se veían demasiados.

Habían transcurrido muchos meses desde la última vez que Svart tuvo contacto con los que consideraba su familia, al menos hasta el momento en que éstos desaparecieron. El joven dragón había considerado a Reiv y a Juliet como sus padres, aunque el temible Smaug se había encargado de desmontar aquella mentira, confesándole que él era su padre. Aquella historia de robo en el nido dejó muy confundido a Svart, que se mantuvo receloso con los que le habían cuidado hasta entonces. A pesar de eso decidió permanecer junto a ellos, aunque supiese que Smaug era su padre. La pareja había sido buena con él, y no conocía otra cosa. Allí estaría bien, o eso pensaba él, hasta que le dejaron abandonado en un bosque y nunca más regresaron a por él.

Los días se sucedían uno tras otro sin novedad alguna, mientras Svart se dedicaba a sobrevivir cazando en aquel lugar, regresando cada tarde a la roca en la que le habían dicho que esperase hasta que le recogieran. No sucedió nada, poco a poco fue perdiendo la esperanza de que regresasen. Al final, cuando más solo y abandonado se sentía, apareció un gran dragón negro en la linde del bosque. Svart no tardó en reconocerlo, era el mismo que decía ser su padre. Se acercó con cautela hacia él, husmeando el aire. No se atrevió a acercarse más, hasta que Smaug le dio la confianza para hacerlo, convenciéndole de irse con él a la colonia para dragones. Era la mejor opción para no estar solo. De ese modo comenzó a vivir entre otros dragones, aunque le costó adaptarse por lo acostumbrado que estaba a los humanos. No esperaba volver a ver a sus anteriores amigos, hasta que un día volvió a escuchar voces familiares llamándolo por su nombre en el interior de la guarida para dragones.

Svart descendió volando de la roca en la que se encontraba, en un amplio espacio del interior de la cueva. Rápidamente localizó a quienes le habían llamado. Eran ellos, presentándose ahí después de tanto tiempo. Voló hacia ellos como movido por un impulso, pero al posarse en el suelo adoptó una pose amenazante. - Nunca volvisteis- gruñó en lengua de dragones, agitando las alas en señal de enfado. Había crecido bastante desde la última vez que se vieron, incluso ya sería posible que pudiese transportar a alguien sobre él.

El aviso de Juliet dándome un empujón con la garra me hace caer al suelo antes de que siga metiendo la pata con mis formas. Gruño molesto al levantarme, dirigiéndole una mirada de reojo. Cuando estaba en su forma de dragón llevaba las de ganar contra mí, aunque nunca habíamos llegado a medirnos en esas circunstancias. No dije nada en ese momento, suponiendo que lo había hecho por salvar la situación. El dragón azul pareció complacido ante la muestra de superioridad de la dragona plateada, hasta el punto de que nos permitió el paso al interior de la cueva. Nos seguía de cerca, por supuesto.

El avance por los túneles fue un tanto más silencioso que la llegada la cueva, bajando el tono de voz para llamar a Svart. Observé que Juliet parecía bastante recelosa con el asunto, y que no había adoptado su forma humana por ahora. No parecía sentirse segura. - Si tienen que atacar a alguien, no será a ti, eso seguro. - susurré en lengua común conforme caminábamos, aunque no estaba seguro de si eso la tranquilizaría. Por fin llegamos a una zona más amplia de la cueva, un lugar en el que se filtraba la luz del exterior por un agujero en la rocosa bóveda. Alcé la vista sorprendido por ver a casi una docena de dragones jóvenes por allí volando, pues hacía mucho tiempo que no veía tantos juntos. Aún así eran pocos para lo que solían ser antaño. Intercambié una mirada nerviosa con Juliet cuando creí ver a Svart venir hacia nosotros, retrocendiendo un par de pasos para permitirle el aterrizaje en el lugar en el que estábamos. Lo primero que hice fue respirar aliviado al ver que estaba bien, y que había crecido bastante. Luego desvié la vista hacia abajo al sentirme culpable por lo que dice Svart. Justo lo que habría pensado cualquiera, que lo habíamos abandonado.

- No, no volvimos. Lo siento, amigo... - comencé haciendo un esfuerzo por volver a mirar a los ojos del dragón negro, avanzando un poco hacia delante. - Nos atraparon durante varios meses, nos hicieron daño. Fueron los humanos, la Alianza. Cuando escapamos no sabíamos dónde estabas, y tampoco sabíamos si querrías vernos de nuevo. Ahora que lo hemos descubierto queríamos saber si estabas bien, y... si querrías volver con nosotros. - esperé a que Juliet me echase una mano con aquello, siempre se había entendido bien con Svart.