Urgencias

- Es que creo que se quien es! Pero los registros lo daban por muerto, o desaparecido, por eso no estoy tan seguro... los registros de aurores dijeron que la calavera de nigromancia habia desaparecido, ellos no la requisaron. -hablaba un poco conmigo mismo, pero habian ciertas cosas que recordaba muy bien. -Tenia pelo negro largo y ojos rojos? Es un poco random para un demonio pero...

Mientras, ella parecia agobiada por estar en un lugar desconocido. Y yo reflexionaba y le daba vueltas al galeon comunicador entre mis manos. Negué efusivamente con la cabeza. Esto no era una secta. O si? Eh, no nos habian pedido las escrituras del piso (que piso?) ni tampoco nuestras almas...

-Por todas las cabezas de pajaro del mundo, Erika. Yo no me meto a sectas. Bastante fue meterme a la de los Malfoy...y te aseguro que aqui no son ni la mitad de raros. Son un grupo de 20 magos descendientes de algunas personalidades bastante eminentes como Morgana o Merlin, que han fundado esta isla y se refugian aqui, y tambien refugian a otros . Tienen una pequeña academia y toman aprendices....pero digamos que entre ellos tambien tienen problemas, pues no se deciden a participar en la guerra del todo o no, no logran ponerse de acuerdo. Son 20, asi que imaginate los claustros....

Aunque las llamas se habian apagado cuando le tiré el cubo de agua, volvio a prenderse por aquello de mis hijos .Bueno, al menos no estaba mojada y no se resfriaria...¿que qué haciamos aqui?
-Yo intentaba que se te pasase el shock y la hipotermia. Pero parece que ya estas mejor. Y no, no llevas siete meses peleando con un demonio. Te has estado peleando con mas cosas. Mas bien he sido yo, que he estado un poco...ausente.

Me tocó con una afortunadamente no ardiente mano y asentí. Erika coincidio conmigo en que aquello por parte de Johan no era mi medio normal, asi que tras preguntarle si estaba preparada, me desaparaci de alli con ella en una mareante espiral que se replegó sobre si misma, dejando a la nada tras nosotros.

Tras largo rato en vuelo e intentando tapar las heridas, Khati consigue llegar al hospital en bastante buena forma. Su vida no corría peligro ni mucho menos pero ella no tenía los conocimientos ni la magia adecuada para sanarse. No le gustaba demasiado que le tuviesen que ayudar otros, pero a veces no quedaba más remedio. Todavía a un kilómetro del recinto se transformó en humana de nuevo y se puso tanto las nuevas botas que había recibido como su habitual máscara veneciana. No le interesaba que nadie la reconociese así que todo aquel que mirase a sus ojos los vería color miel y su voz sería completamente distinta. Llegó y le atendió una enfermera que le guió a una sala con un brujo en su interior. Allí comenzaron a cerrarle las heridas con magia lentamente, detuvieron el sangrado y le recomendaron reposo. Debía estar mínimo un día descansando para que las heridas se cerrasen correctamente.
Afortunadamente, la magia hacía que no quedasen marcas en su preciosa piel. Sí, la magia era el arma más poderosa, la medicina más eficaz y la defensa mejor preparada. Mientras descansaba, no paraba de pensar en aquel sucio trozo de hojalata que le había causado aquellas heridas y al traidor de su propia especie. No pensaba perdonar a ninguno. Ella era mestiza, era cierto, pero de dos grandes razas como lo eran los magos y los dragones. Sus padres eran otra cosa, pero su linaje era el más noble posible y debía lucha por la supremacía del mismo.

Cuando se sintió lista, se fue por la ventana sin dejar constancia de su presencia. Necesitaba una alegría para el cuerpo.

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Curación +20 PS/día
125 +20 = 145/150 PS

Numerosas grietas de portales comenzaron a abrirse en el aire en la salida de la zona de atencion primaria y recuperacion. Los trabajadores de este hospital estaban algo acostumbrado a ello, sabian que cuando en el aire aparecian grietas y se abrian puertas, el nigromante estaba llegando. O enviando algo.

Los portales se abren y de ahi surgen unos ghouls transportando a los siguientes heridos: Mérida, Charlotte, Imram y Benjamin. Los dejan tirados en el suelo de cualquier modo, no son criaturas compasivas ni cuidadosas, solo acatan las ordenes de su maestro. Afortunados aquellos que estaban inconscientes en el momento del transporte intraportal, pues las cosas que se ven, se oyen y se sienten mientras se cruzan, no son para nada agradables.

Tras dejar a los heridos los ghouls volvieron a desaparecer por sus portales demoniacos y todo quedó como antes.
Los heridos comenzaron a ser atendidos en cuanto se dio la voz de alarma, los colocaron a todos en camillas y los llevaron a salas diferentes, para comenzar a atender y a tratar sus heridas. A los mas graves, como Merida, Charlotte y Benjamin, los derivarian a las salas de operaciones y cuidados intensivos, a otros como Imram, los dejarian en aquella zona siendo atendidos, cuidados y curados. Las preguntas, se las harían luego.


off: Imram, te quedas aqui. Char, Ben, Merida, sois derivados a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

El maldito Matvey y su horrible ghoul me alejan del campo de batalla sin haberlo pedido, sin dejarme quedarme a ver cómo termina todo o qué sucede. Dudo que hubiese podido pelear más, pero me he quedado con las ganas de plantar cara a esos de la Alianza que van de sobrados. El portal abierto por Matvey nos escupe directamente en la isla Ouroboros, más concretamente en la zona de los jardines, muy cerca del hospital. Aparto la mano del ghoul de mis ojos con las pocas fuerzas que me quedan, cabreado también por la risita rara que ha echado antes de irnos.

- Aparta, joder.- el esbirro del nigromante se marcha pues ya ha cumplido la misión que le encomendó su amo, traerme hasta aquí. Quedo tendido boca arriba en el suelo tras su desaparición, mirando hacia el oscuro cielo estrellado y bastante hecho polvo. La cabeza me sigue doliendo a horrores, al igual que el cuerpo, y apenas puedo moverme. Intento pedir ayuda, ya que el estúpido ghoul no me ha metido dentro del hospital, pero me ha dejado cerca. Por suerte aparece alguien que no esperaba ver, metiendo su cabeza en mi campo de visión. - Svart...- susurro débilmente cuando el dragón negro se acerca hasta mi, torciendo la cabeza con cara de estar analizando lo que pasa. Emite un gruñido mientras me da un meneo con la cabeza en el hombro, como invitándome a levantarme. Murmuro en idioma de dragones que me eche una mano para levantarme, estirando la mano para tratar de buscar apoyo en él para levantarme. Ha crecido bastante desde la última vez que lo vi, y diría que dentro de poco podría ser capaz de transportar a una persona adulta. Todavía no ha llegado ese momento, pero puede servirme de ayuda. Finalmente no consigo ponerme en pie, cayendo inconsciente antes de conseguirlo. El dragón suelta un resoplido con humo incluido y niega con la cabeza, pegando un bocado a mi cazadora para arrastrarme así hacia el interior. Una vez en la entrada los médicos corren a ayudarme y llevarme a una camilla que conducen hacia la zona de cuidados intensivos.

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PS: 6 - 5 (sangrado)= 1

Aparecí alli en la zona de atencion primaria, entre unos cuantos aprendices de Lucio que iban y venian como unos locos. Gracias a Anteia, aunque bastante debil, me encontraba estable y fuera de peligro.

-Donde están los heridos? Los estais atendiendo? Estan bien?

Pregunté sin un ápice de la sonrisa que tuviera anteriormente pintada en el rostro al recibir la noticia de Catherine. Tenia la impresion de que la joven volvia a confiar en mi. Me respondieron que si, aunque varios de ellos estaban muy graves. Bajé la mirada contrariado y dejé mi baston y mi chaquetón empapado en sangre al cuidado de uno de ellos, confiaba en que los cuidarían bien...

- Será mejor que hagáis algo conmigo antes de que Galeno piense que quiero escaquearme....

Algo reticente, me dejé llevar por los sanadores a unos de los cuartos de curas. Alli me examinaron con sus diversas magias, mas de la rama de la magia blanca que de la mia ,a decir verdad. Pero el equilibrio es necesario, eso lo sabe todo ser cabal. Tras un primer diagnostico y atencion precoz me dijeron que deberia quedarme alli algunos dias reposando y bajo observacion para poder recuperarme del todo.

-No tenemos tanto tiempo... necesito que aviséis a Snagov. O a Lucio. Que vengan a verme. Y no pienso ponerme la bata blanca! -no entendía porque ingresar en el hospital tenia que hacerle a uno perder cosas tan importantes como la digndidad. Me negué en rotundo a ello y por fin fui llevado a una habitacion tranquila donde me enchufaron a algunas cosas y vendaron mis heridas con vendajes empapados en pociones curativas. Ahi finalmente pude tener algo de descanso.

Todos los heridos que fuimos traídos a este hospital fuimos sanando con el transcurso de los días, aunque a algunos les costó recuperarse más tiempo que a otros. Los que fueron poseídos venían en peor estado, entre ellos mi compañero de Brigada, Benjamin Red. Cuando desperté aquí me encontré bastante desorientado hasta que uno de los enfermeros me explicó dónde estaba y lo que había sucedido, guiándome poco después hasta la cama en la que estaba el pelirrojo. Al no tener las gafas especiales y no conocer el sitio iba bastante perdido durante los primeros días, aunque con la ayuda de mi bastón consigo adaptarme al poco tiempo. Aguardo pacientemente hasta que despierta Ben, que pasa varios días dormido y murmurando entre pesadillas.

Cuando por fin vuelve en sí me toca explicarle todo lo sucedido, la historia completa de principio a fin. Lo malo es que el parece recordarlo todo, y se siente terriblemente culpable por lo que ha estado haciendo. Trato de animarlo y de hacerle darse cuenta de que no fue su culpa, ya que a pesar de nuestras diferencias seguimos siendo amigos y compañeros de Brigada. A Lykaios se le dará mejor animarlo, lo conoce desde hace más tiempo y se le da bien animar a la gente.

En cuanto se recupera por completo, a los pocos días, nos preparamos para marcharnos de allí y reunirnos con nuestros compañeros. No tengo ni idea de por dónde andarán, así que le pido a Benjamin que envíe un mensaje masivo con la moneda para todos los miembros de la Brigada. Lo primero es marcharse a tierra firme, allí ya esperaremos respuesta. Espero a que el mago esté listo para desaparecernos a los dos, abandonando de este modo la isla.

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PS recuperado por completo, han transcurrido muchos días

La noticia no tardaría en hacerse eco en la Isla Ouroboros, mucho menos si, aunque fuera uno sólo de Los descendientes estuviera implicado. Desde la “implicación” del Consejo en la ayuda y apoyo para los refugiados, o heridos de guerra, las constantes idas y venidas de gente en el hospital cada vez eran más comunes, tanto, que aquellos, los encargados de ese sector ya se habían acostumbrado, incluso en ocasiones, diría yo que desbordados. Sin embargo, la implicación de un Descendiente era poco más que extraño, teniendo en cuenta que nuestra “participación” no es demasiado activa. Al menos de momento… – “¿qué pasa, que Los Descendientes no pueden tener accidentes?” – dijo una voz interna, a modo de recordatorio – “a eso voy, a enterarme” – contesté, como si realmente estuviera hablando con alguien. A veces pensaba, y sigo pensando que, incluso aunque hable conmigo misma, alguien más, y con alguien más siempre me refería a un público amplio, estaba escuchando.

No tardaría en llegar al lugar en cuestión a una sala general llena de camillas separadas unas de otras por cortinas a modo de biombos. Allí, el equipo médico se estaba encargando de varios, pocos heridos leves – “creo que he venido un poco tarde”… – fue justo al terminar aquel pensamiento, como si realmente lo hubieran escuchado, cuando me dijeron un “El señor Rasputín se encuentra en la sección de recuperación”. Aquellas palabras resonaron en mi mente. Matvey era un buen compañero, alguien con quien podía compartir mis gustos y hablarles de mis amigos…según varios del consejo, extraños.
Sin perder ni un solo segundo más, me dirigí hacia la habitación que me indicaron, perteneciente ya a la sección de recuperación del hospital. Realmente, dentro de la preocupación, era un ligero alivio saber que no se encontraba en la sección de terapia intensiva. Cuando llegué al susodicho lugar, llamé primero a la puerta – ¿Matvey? Soy Bellatrix, ¿puedo pasar?

Pese a las exigencias que habia venido haciendo al hospital sobre ver a los heridos (y sobre el vestuario) había ingresado en un estado relativamente grave con lo cual tras los primeros sedantes había disminuido mi nivel de quejas y malas miradas hasta caer en unos profundos sueños, que pese a ser muy reparadores fisicamente, la mayor parte del tiempo, no toda, fueron inquietos... no era algo raro en un nigromante, no soliamos tener sueños tranquilos ni placidos.

Pero el ultimo plazo fué mas inquietante aun, por no decir vívido. Hablaba con Helena en mi sueño, aunque la mayor parte de la conversacion lo hacía yo. Nunca habia hablado antes con ella en sueños, solía hacerlo con mi madre, con Stavron incluso alguna vez, con algún que otro nigromante al que yo mismo había enviado al otro barrio... aquel sueño comenzó a hacer que me alterase y desperté de modo muy brusco, jadeando, con algo retumbando en mis oidos.

...Pero aquel brusco sonido solo era el de alguien llamando a la puerta . Por unos insttantes pensé que quiza el sueño fuese inventado y hubiera sido el ruido de la puerta lo que realmente me habia despertado. Pero escuchar la voz de Bellatrix al otro lado me produjo una buena sorpresa, pero no pude evitar pensar que era imposible llegar en un momento mas perfecto.

Intenté regular mi respiracion y miré a mi alrededor, me habian puesto en una habitacion a parte. En las sombras de una esquina vi dos ojos rojos brillantes observandome y una respiracion pesada.

-Al sótano!- le ordené en una voz baja e imperativa, no me molestaba que mi ghoul me vigilase, pero si que dejase su puesto de guardia. Luego me miré y comprobé efectivamente que el personal de Lucio me habia ignorado y me habia colocado aquella ropa de hospital...pensé en maldecirlos a todos antes de levantar mi voz para darle permiso a Bellatrix a entrar.  - Pasa....estoy despierto.... - me incorporé lo suficiente para quedar sentado en la cama haciendo una mueca de dolor al hacerlo. Cada año pesaba un poco más...además pareciese que acababa de correr una maratón. Pero ella, Bellatrix, podría poner fin a un temor...siempre me había entendido bien con ella.

"quizá esté aquí por eso..."

-¿ha pasado algo grave?

Nada más escuchar aquellas palabras sonar desde el otro lado de la puerta, entré en aquella alejada y algo sombría habitación. Quizás demasiado “macabra”, o al menos daba esa sensación, para ser de un hospital, pero en absoluto llegaba a aterrarme, o incluso a incomodarme. No cuando había visitado el mismísimo Inframundo – vaya… – no pude evitar sonreír en cuanto escuché aquella preocupación, precisamente de alguien a quién era evidente que le había pasado algo que, al parecer era de todo menos leve – creo que esa pregunta corresponde que la formule yo, ¿no crees? – además de la pregunta evidente, otras cientos más se formulaban en mi mente, y junto a ellas, una serie de suposiciones a cada cual más descabellada sobre lo que podía haber pasado – “espera, Bellatrix, espera a que él te diga lo que ha pasado realmente. Es mejor escucharlo de la boca de alguien que ha estado allí…luego los muertos te dirán si es verdad o no” – volví a sonreír, esta vez para mis adentros por motivos obvios – varios de los heridos ya han salido del hospital, no sé si recuperados… – empecé a hablar con voz suave y tranquila…o más bien, tranquilizadora. Sin duda, un buen inicio de la conversación.

– Hay conjeturas sobre lo que ha pasado. Que venga un herido o dos no suele llamar la atención…dentro de lo que cabe, pero tantos y con un miembro del Consejo involucrado, la gente está empezando a hablar… – seguí hablando, y al mismo tiempo me fui moviendo por la habitación, con los brazos cruzados hacia una silla situada relativamente cerca de la cama – no he venido para saber qué es lo que ha pasado, aunque me escucharía escucharlo. He venido para ver cómo estabas – Alma-curioso nombre-, una especie de fantasma/Pepito Grillo me aconsejó, inútilmente porque ya lo sabía, que los amigos, sobre todo cuando escasean. Y en mi caso es más que notorio…hay que cuidarlos – y espero que no digas “bien” y que “no pasa nada”… – le advertí modificando el tono de voz a uno más amenazador, frío, el cual contrastaba bastante con mi expresión, la cual se mantuvo amable. Más le valía decir la verdad si no quería verme enfadada, por supuesto. A veces llegaba a ser una máquina de la verdad…con algo de trampa.

El ghoul habia desaparecido a mi primera orden y aquellos orbes rojos desaparecieron de la esquina en la que se encontraban. Gruñí por lo bajo terminando de quedar bien asentado con la espalda contra el respaldo de la camilla, clavando mis ojos en la puerta, que pronto se abrió. Observé a Bellatrix entrar, llevaba algun tiempo sin verla, pero estaba como siempre. Conservaba aquella aura de ultratumba a su alrededor, que sin embargo nunca desmerecía a su estilo. Me devolvió la pregunta de modo afilado. Fruncí un poco mi ceño y labios, aunque mi mirada era viva. A mi tampoco me hacia gracia haber acabado en el hospital.

-Sabes que no tengo problemas en responder nunca a ninguna de tus preguntas. - la observé mientras paseaba por la habitacion y luego aparté un momento mi vista de ella levantando un poco la manga de la ropa que llevaba, para observar si los picotazos de los escorpiones de aquel demonio habian dejado cicatriz. Ovbiamente lo habian hecho, nada muy horrible, pero no la magia de Lucio podía con aquellas cosas. Volvi a bajar la manga al oir sobre los heridos.

"Intentas tranquilizarme?"

-Hubieron varios heridos por magia negra. Llevaba tiempo sin ver un demonio de aquel calibre. Incluso ahora mismo... - entorné la mirada. Algo había intranquilo en mi, pero mucho mas distante. Tenía que volver a mi sótano.

Me interrumpía a mi mismo, encontrandome haciendo frases inacabadas e incoherentes
- Visitaré a los heridos que aun sigan aquí. ¿La gente habla? Que hagan algo útil... Tuve que intervenir. Se trataba de uno de rango mayor, Azi Dahaka. - no me importaba contarle lo que habia pasado a ella, ademas, tenia que llegar al asunto de la Alianza y del Cónclave que deseaba convocar. La miré en silencio por aquella confesion de preocupacion suya...y asentí brevemente con la cabeza. Agradecía su visita.

-Estoy bien, no pasa nada. - le respondi con aquellas palabras que habia dicho que no pronunciase pero bajo mi habitual gesto ceñudo dibujé una breve sonrisa por unos instantes. -Estoy intranquilo. Por varias cosas. Quiero convocar un cónclave cuanto antes. Cuando estabamos combatiendo al demonio aparecieron unos miembros de la Alianza con un dragón negro como esclavo. Esto ha llegado demasiado lejos, Bellatrix. Ya lo sabes. Los lugares mas helados del infierno están reservados para aquellos que en tiempo de crisis moral se mantienen neutrales...o eran los lugares mas calientes?

Me recosté algo mas relajado contra la pared y aparté mis ojos de ella cuando se apoyó en la silla, mirando a la pared de enfrente expulsando el aire retenido y haciendo que mi pecho bajara. Dejé transcurrir algunos segundos en silencio.
- Has visto a...Helena...ultimamente...? - pregunté de modo cauto y lento, sin mirarla directamente.

Me sorprendí por lo rápido que la conversación se había encaminado a tintes tan interesantes como…aterradores. Sobre todo cuando empezó a hablar sobre lo que les había pasado. Mi semblante, que pese a la gravedad de la situación no se mostró en ningún momento más asustado de lo normal que permitía la preocupación, empalideció al escuchar aquel nombre demoníaco – “no puede ser…¿por qué?” – fruncí el ceño de una forma bastante notoria. No iba a disimular, ¿para qué? Tanto él como yo sabíamos cómo era aquel demonio, su forma dracónica, lo que puede hacer y atraer con tan sólo su presencia, y sobre todo…lo más aterrador – no puede morir en ningún plano… – murmuré, más para mis adentros que para Matvey, como si me estuviera recordando a mí misma lo que aquel demonio podía hacer. Y es que era cierto, de momento, no se ha encontrado ninguna forma de matarle. Sí. Si mi rostro ya empalideció de por sí antes…en cuanto escuché la palabra “Alianza” lo hizo aún más, tanto que parecía que ya estaba muerta. Junté las manos, posadas intranquilas sobre mis rodillas. Desde fuera se podía ver lo tensa que estaba a través de ellas. No era para menos, ya que mi mente ya empezó a divagar con posibles desenlaces para la Alianza.

Pese a que aparentemente parecía estar hablando con mis “amigos”, o incluso en otra dimensión, ajena a lo que ocurría a mi alrededor, estaba escuchando a la perfección lo que me estaba contando. Tan sólo cuando me preguntó sobre Helena, pregunta simple y puede parecer casual, salí de aquella especie de “trance”.
Lo primero que hice antes de hablar fue aclararme la garganta. Luego, levanté la mirada, la cual se había desplazado hacia mis manos de forma inconsciente – estoy de acuerdo en convocar la reunión. Ya no quedan excusas para apartar la mirada y echar una mano a los heridos, cuando lo podemos evitar. La…paz absurda en la que supuestamente han llegado es tan falsa como el abrazo de un traidor. Aún existen los bandos. No…no estoy diciendo – pasé saliva, notoriamente nerviosa – no estoy diciendo que apoyemos a unos y dejar a los muggles de lado. Hay muggles que ni quieren luchar, ni le ven sentido a esta guerra. Nosotros tenemos el poder suficiente para evitar que tanto magos como muggles y otras criaturas abusen de su poder. Matvey, esta guerra se les está yendo de las manos y los demonios lo saben. ¿Por qué si no ha aparecido un demonio persa de alto rango justo ahora?...y la Alianza después. Sólo espero que no se les ocurriera intentar atraparlo – son tan necios que seguro que lo intentaron.

No podía seguir sentada, por lo que me levanté de la silla y caminé sin rumbo fijo, con los brazos cruzados hacia la pared de enfrente, bordeando la cama – no…no he visto a Helena… – dije con la voz más calmada, aunque en el fondo aún podía notarse el nerviosismo de antes – lo mismo me han preguntado días antes…no recuerdo quién. No creo que le haya pasado algo – me giré hacia él – si le pasara algo malo creo que sería de las primeras en saberlo… – aunque era mejor no pensar en eso – el círculo más profundo del Infierno está bañado por el Cocito, y aquellas almas que lo habitan están congelados. Es curioso. Todos me dicen que se imaginaban aquel lugar como un enorme volcán, como el Sol por dentro, pero no. Es…una de las especialidades del Infierno. Siempre logra sorprenderte. Respecto a la neutralidad…¿qué la consideras, una traición o no?... – en aquel helado lugar, curiosamente se hallaban los traidores.

Asentí despacio a sus palabras. Ella era leída en temas de demonios, asi que sabia que con pronunciar aquel tendría suficiente informacion para comprender el calibre del desastre que habiamos evitado por tan poco.
-Ha sido enviado de vuelta a su plano. No volveremos a verlo aqui hasta dentro de unos años.

"Ya sea un lustro...una decada...siglos..."

Pero si era cierto que ultimamente se estaban mostrando mas demonios. Hacia unos cuantos, tenía registros de que aqui en Inglaterra habia habido un incidente con Angra Mainyu,  y tenía alguna sospecha de que el de ahora tenia algo que ver con el de estos años atrás. La gente estaba mas desesperada ahora, y los hechiceros cometían mas estupideces...pero los humanos también. Pactos a la desesperada.

Dejé de divagar y la miré a ella, que parecia sumida en sus pensamientos o conversaciones. Yo, pese a ser nigromante, no era tan sensible a las palabras delos espíritus. No cuando estaba despierto, al menos, así nunca los oía. Ni  nada que se le pareciese.  Mi pregunta por Helena  y por el cónclave volvió a llamar su atencion hacia mi.
-En el ultimo conclave acordamos prestar ayuda, pero no mas allá de la ayuda humanitaria que hacemos con los heridos. - apreté un puño, mirando hacia abajo, pensando en Stavron Le Fay y en cómo había tenido que morir por intentar hacer lo que nosotros intentabamos ahora. - Pero tienes razón en algo. Tendremos que ser equitativos.  No podemos simplemente masacrar a los humanos para terminar con esto...

Negué con la cabeza, la Alianza no tenía poder alguno para atrapar a semejante demonio. Aunque lo habian logrado ya con los dragones...
- No lo sé, pero hace pocos años hubo otro incidente con un demonio similar. Y hace unos meses se abrió la Sala de los Portales en la Torre de la Alta Hechiceria en Irlanda. Muchos demonios ahora con muy poca ayuda pueden tener el acceso a estos planos. Intenté detener al nigromante en cuestión, pero escapó.

Debería buscarlo y acabar con él antes de que se volviese a ocurrir hacer algo como esto de nuevo.  Ella se levantó, inquieta. Yo deseaba moverme de alli tambien cuanto antes, a decir verdad. Me dijo que no sabia nada de Helena, aquello me dejó algo mas tranquilo, a decir verdad. Porque era cierto, si le hubiese pasado algo, ella lo sabría.
- Es sólo que soñé con ella. Sabes que yo no tengo tu clarividencia, pero no es algo que... debió ser el cansancio.

"es...extraño"

Su descripcion y respuesta me hicieron esbozar una pequeña sonrisa algo ladeada, que duró poco no obstante. Aquella pregunta, sin embargo.... la neutralidad, una traicion o no? Me llevaba inevitablemente a pensar en el padre de Catherine, en Stavron. Se podría decir que él habia traicionado al  Consejo por desear romper su neutralidad en esta guerra, y por ello habia sido desterrado. O sea, habia traicionado por no ser neutral.
-No...no considero la neutralidad una traición en si misma...la traición es mantenerte neutral cuando por dentro sabes que no puede ser, cuando no estás de acuerdo, actuar en contra de tu propia moral, aunque sea mediante no hacer nada. Traicionarse a uno mismo es la peor traición de todas. Le Fay lo sabía...el fue fiel a si mismo.

Y yo, estaba empezando a hablar demasiado. Cerré los ojos unos instantes y respiré despacio antes de abrirlos de nuevo.
- Convocaré a los demás, en tres días realizaremos el cónclave.

"será mejor ponerse en marcha"

Era de más decir que la sola presencia de los demonios en esta dimensión, justo en estos momentos me daba muy mala espina. Los he visto, los conozco a pesar de que tan solo su mera presencia inspira un sinfín de misterios sin resolver, y entre aquellos conocimientos heredados y aún por estudiar, se encuentra la principal característica que define a la perfección a los demonios – son oportunistas. Todos ellos tienen muy…desarrollado el don de la oportunidad. De momento con ese demonio hemos tenido suerte, al parecer…pero…no será ni el primero, ni el último que quiera aprovecharse – una palabras teñidas en un tono de advertencia, casi innecesario. Él seguramente lo sabía. Cualquiera que quisiera tramar una venganza aprovecharía el mejor momento para atacar, y ese momento siempre suele ser uno de debilidad del enemigo. Si a ello se le suma un ambiente de guerra y caos que muchos demonios añoran, es el momento y el lugar perfectos para salir del Inframundo.

Mi atención se volvió a centrar en sus gestos. No era experta en paralenguaje, pero no hacía falta serlo para darse cuenta de que el asunto de la no intervención del Consejo, era como una espina clavada en lo más interno de la impotencia y el orgullo. No hablé en un primer momento, rumiando diferentes argumentos para convencer al resto de Descendientes de que la intervención neutral era lo mejor para acabar con todo esto…y probablemente salvar el mundo de algo peor. Entre aquella maraña de pensamientos, tuve una idea que, como si fuera una antorcha iluminadora despejó mi mente, incluso me hizo sonreír pese a que la conversación que manteníamos no desembocara en risas y jolgorio – en primer lugar…los demonios son algo complicados a la hora de establecerlos en un bando en concreto. No son…buenos, pero tampoco son malvados, hablando en un tono general. Los demonios son como una raza neutral al servicio de sus intereses. El bando de la Alianza puede aprovecharse de ellos, al igual que el otro bando. Aún así, y aunque parezca que lo digo bromeando, están jugando con el diablo...y cuando era pequeña lo primero que me enseñaron es a no jugar con demonios… – es…lo que se dice una buena educación, mágicamente hablando.

En lo que siguió hablando, esta vez sobre Helena y la necesidad de un cónclave, algo inquieta por ambos temas de conversación, me mantuve caminando con una mano ligeramente posada sobre la otra, en mi espalda – tranquilo, Matvey… – fue lo primero que dije, en un tono sereno, tranquilo y ahogando los sentimientos de intranquilidad que en mi cuerpo no podía ocultar – el propio cónclave puede servirnos para darnos cuenta del paradero de Helena… – aparté la mirada perdida de la pared para contemplarle – si no acude tendremos que tomar medidas. Mientras puedo forzar las visiones… – torcí una pequeña sonrisa…que se esfumó relativamente rápido – entonces estamos todos condenados al hielo eterno. Así son las reglas. Pagamos todos justos por pecadores. Nunca mejor dicho… – siempre podría solucionarse…las condenas, pese a ser eternas, siempre se pueden…mejorar…ligeramente – por eso digo que una vuelta por el Inframundo…cambiaría de parecer a muchos del Consejo – miré el reloj que tenía en la muñeca. Ya era demasiado tarde, sobre todo, si Matvey quería convocar el cónclave, aquellas bellas palabras que hicieron relucir mi mirada – creo que deberías descansar, y yo irme…tengo varios asuntos que resolver… – ya seguiríamos con esta conversación en el cónclave – “espero que me dé tiempo en tres días”… – pensé.

No por nada estaba hablando con una experta, pensé cuando la escuché hablar de los demonios. No eran buenos.  Pero tampoco necesariamente malvados, no todos al menos. Seres de pura maldad? Habian pocos...al igual que tambien habian pocos seres de pura bondad.

-Les vigilaremos de cerca. -me referia a los demonios, claramente. Mientras ella paseaba por la habitación en semi penumbra, me retiré las mantas de encima y puse mis pies descalzos en el suelo, frunciendo mi ceño. Eché un vistazo hacia un lado y farfullé algo por lo bajo, en ruso, como de mal humor, al ver mis ropas dobladas, limpias y arregladas en una silla al lado de mi cama, tambien junto al largo bastón.

-Que curioso, a mi me enseñaron todo lo contrario. - comenté respecto a lo de jugar con el demonio. - Sólo que llevándole siempre un movimiento de ventaja. - lo cual....era complicado, teniendo en cuenta que ellos eran eternos y yo....no.

Ella me tranquilizaba respecto a Helena mientras yo estiré mi mano hacia mi bastón y este levitó hasta mi, momento en el cual cerré los dedos con fuerza alrededor de su rugosa superficie.
-No me importaría llevarme a mas de uno del Consejo en un tour al noveno círculo...aunque tu serías mi invitada de honor...  de momento intentemos cambiar las cosas aqui en la tierra mientras aun podamos.

"el hielo eterno... preferiría la nada"

Golpeé el suelo con mi baston y se arremolinaron las sombras a mis pies, luego de ellas surgieron unos cuantos ghouls que casi llenaron media habitacion. Eran presencias ominosas, sobre todo en grandes numeros, pero no para quienes estaban acostumbrados a ellos .Serían mis mensajeros...mis heraldos.
-Buscad a cada miembro del Consejo donde estén y avisadles de que los he llamado a cónclave. Es ineludible. - esta frase fue pronunciada en idioma arcano...la lengua negra. Más magia que palabras.

Asintieron, se oyó algun gruñido desagradable, y tal como los habia hecho aparecer, ellos mismos se desvanecieron por sus propios portales.
-Descansaré luego del Cónclave. - le dije a Bellatrix poniendome en pie, carraspeando despues porque...bueno, seguía con la ropa de hospital...y no era el tipo de atuendo que uno elegiría para hablar con una compañera. -Ni una palabra a nadie, entendido? -si, me referia a los ropajes. - O tendré que hipnotizarte. Cuida de tus asuntos, y cuida tus espaldas...

Agarré mi ropa, y tras despedirme de la mujer con una inclinacion de mi cabeza, me desaparecí de aquella habitacion de hospital, rumbo a mi sótano para comprobar unas cosas y para terminar alli mi recuperacion. Algunos dias mas tarde, daría comienzo el Cónclave....

Una reunión improvisada, una simple visita que inesperadamente se convirtió en la excusa perfecta para idear una convocatoria a un cónclave. Uno que llevaba esperando desde hace meses, uno sobre el que tenía muchas esperanzas – “no te hagas demasiadas ilusiones, Bellatrix” – me dije a mí misma, pese a que los últimos acontecimientos conducían al veredicto tan esperado, con el que tanto he soñado.

– Me fío de tus capacidades, Matvey, pero no te enfrentes a algo con lo que no puedes lidiar… – una advertencia un tanto inútil respecto a sus “juegos” con los demonios, ya que él sabía a la perfección lo que eran capaces de hacer, sobre todo los que aparentan ser inofensivos. Abrí la boca para decir un “yo lo tuve que aprender por las malas”, pero sería hablar demasiado. Sería probablemente atraer a Reapper de nuevo hacia mí. ¿A quién quiero engañar? este jamás se ha ido de mi lado. Siempre le siento detrás de mí, a veces susurrándome cosas al oído, otras intentando entrar en el peor momento posible. Sólo pude suspirar. Pensar en Reapper siempre me dejaba una sensación de vacío y frialdad por dentro. Miedo a veces, sobre todo cuando siento que se va a poner…agresivo.

– Como he dicho… siempre es mejor que el Limbo o el Purgatorio… – sentencié, con la voz ligeramente tocada ante los pensamientos que tuve con anterioridad sobre el espectro. Quizás fuera por ello, o quizás por la costumbre, el motivo por el cual, ni me inmuté cuando aquellos goblins fueron invocados. Estaba más preocupada por si Reapper aparecía atraído por ellos, que por nada.

Afortunadamente, minutos después de que los goblins se fueran, y tras ver a Matvey con aquella ropa, el pensamiento oscuro de Reapper se transformó en la horrible apariencia que tenía mi compañero con aquella ropa, la cual no evitó que soltara una pequeña risa, tapándome la boca a continuación – gracias, Matvey, hacía una semana que no me reía… – quizás fui demasiado sincera. Con la mano aún en la boca, hice un gesto indicando que no le diera tanta importancia – tranquilo, tranquilo, esto quedará entre nosotros y…ellos… – dije refiriéndome a los fantasmas. Tras aquellas últimas palabras, devolví el gesto de despedida con la cabeza, y tras irse él, desaparecí igualmente de aquel lugar. “Aquellos asuntos” me aguardaban.

Consigo llegar a salvo a la isla gracias a mis compañeros , que me encontraron a tiempo en las calles de Londres después de que me atacase aquel ingrato. No había podido sostenerme por mi propio pie, así que un hombre que encontramos en esa misma calle me cargó sobre él  tras haberlo acordado con Alayne. Nada más aparecernos en la recepción se acercan unos cuantos enfermeros, que me descargan dela espalda del hombre para dejarme sobre una camilla. No sé muy bien lo que explicarles cuando me preguntan por lo sucedido para atenderme correctamente, pero lo cierto es que me siento extremadamente débil, como si se hubiesen agotado todas mis energías. Los enfermeros me trasladan a la zona de atención primaria para dejarme en observación y atenderme mejor en cuanto sepan algo, aunque por el camino trato de relatarles  a todos un poco de lo acontecido. Ahora que estamos a salvo es buen momento para contar algo más.

-  Esta vez no ha tenido nada que ver con la Alianza...el ataque ha venido del lado mágico.

"no sé por qué me extraño, eso ya lleva sucediendo tiempo con la disputa entre renegados y Blood Keepers"

Suspiro pesadamente, negando con la cabeza con furstración. - Si hubiese sido menos confiado y supiese defenderme...esto no habría pasado. - me lamento por mi falta de preparación en el combate, aunque lo mío es sanar. Podría intentar una sanación conmigo mismo, pero me temo que no soy capaz de canalizar ninguna magia, nada en absoluto. Mis peores temores comienzan a confirmarse, es una lástima haberme dado cuenta tan tarde de lo que estaba sucediendo. Llevo muy mal eso de estar en el papel de paciente, estando tan acostumbrado a curar, así que le pido a los enfermeros que nos dejen un rato a solas a mis compañeros y a mí.

-  ¿Qué sabéis acerca de las calaveras de los Soul Reapers? porque creo que era uno de ellos el que me atacó. No estoy seguro, pero tenía ese objeto, y...cuando lo activó no pude ni moverme.

Volvemos a mi preciada isla, dándome cuenta de que yo quería comprar unas pizzas y que al final con la tontería se me han olvidado, menos mal que no las había reservado… pero bueno las circunstancias así lo requerían y mi Lucio era más importante, no estaba bien que se rompiera en mitad de la calle, lo mismo le daba a la gente por reciclarlo. Uy, qué horror. Siempre que alguien de los sanitarios hacen una pregunta, alzando la mano

- ¡Markus lo sabe, Markus lo sabe! Markus le encontró grogui en la calle y luego le hice una TRCP como me enseñó la Flamel original. Tesla aprende rápido-

Me señalo a mi mismo, arreglándome la pechera del traje porque soy genial y he evitado que se me rompa Lucio. Nuevamente Lucio hace una pregunta, alzo la mano, con la misma insistencia con la que lo hacía Hermione Granger en la peli.

- ¡Markus lo sabe, Markus lo sabe! Markus leyó que tenían calaveras y que una de ellas era de rayitos como los de Tesla. Yo creo que la creó mi tataratataratataratataratatarabuelo. Aaaaaaademás Tesla cree que Lucio debería desarrollar poderes activos, Tesla sabe lanzar rayitos. Pichum, pichum. Yo te puedo enseñar, puedes ser mi aprendiz y yo tu Descendiente asignado, aunque para eso igual para eso tenemos que organizar un torneo… ah, que ya no hace falta!-

Divago un rato, haciendo con mis dedos como si fueran dos pistolas cuando lanzo rayitos, como buen vaquero. Todo lo demás es una ida de olla y me pierdo en mis pensamientos.

– Hmmm...– William se encogió de hombros al notar como era casi totalmente ignorado por los otros dos. Claro, al parecer pertenecían a un grupo secreto y a juzgar por como acababa de ser herido uno de ellos de forma casi letal, difícilmente querrían confiar o revelar información a alguien desconocido. Heh, probablemente hasta pensarían que era un espía.

Antes de darse cuenta, había cambiado de ubicación. No sabía bien como, pero el súbito cambio de escenografía de las calles oscuras a una sala de espera que parecía digna de un hospital de lujo acondicionado con la elegancia de una mansión, le dió a entender que no se encontraba en la misma ciudad en la que había planeado tomarse unos tragos esa noche. Se inquietó un poco, pues no le gustaba la idea de estar en un lugar desconocido lleno de gente que desconfiaba de él, pero decidió por ello no hacer nada brusco para meterse en problemas. William era un sujeto simple, pero no idiota. Es por eso que decidió alejarse del grupo "secretista" y sentarse en una silla apartada. – Meh...– gruñó con desgano. – ...no tengo idea de lo que me hablan y no es mi problema. Yo solo quiero mi dinero.– fue su respuesta tajante ante la incógnita planteada por el tal Lucio.

No era bienvenido, y no le interesaba mezclarse con esa gente y sus problemas de calaveras y reapers y descendientes. Siendo alguien que había vivido aislado desde su conversión, no tenia para nada entendimiento de los temas pero era bastante obvio debido a sus circunstancias que se trataba de asuntos de el lado "mágico" de la guerra.  Solo se mantendría quieto y esperaría que la mujer de antes cumpliera con su parte del trato y le pagase. Aunque debido a su sensible oído podía fácilmente escuchar la conversación entre aquellas personas sin esfuerzo. Es por eso que sonreía entretenido ante las sandeces dichas por el tal Tesla. No sabía porque hablaba de esa manera, pero ciertamente era algo inusual y entretenido. Y no era tan estúpido: Escucharía atentamente para tratar de descubrir donde estaba y que era lo que estaba ocurriendo.

Empiezo a estar un tanto avergonzado del lío que he armado y de los inconvenientes que he provocado con esto de ser tan confiado. Bajo la cabeza algo apesadumbrado, escuchando lo que unos y otros cuentan sobre lo que hicieron al salvarme. Finalmente suspiro, murmurando al alzar la cabeza. - Muchas gracias a todos por vuestra ayuda. No estoy acostumbrado a ser yo el que necesite que le echen una mano, así que todo esto es raro para mí. - niego con la cabeza a las sugerencias de Tesla sobre aprender a luchar, es un dilema al que siempre me he enfrentado. - No es mi campo, amigo. Mi misión es curar a otros, no hacerles daño. Si pudiese encontrar un modo de defenderme sin dañar lo haría. Algo defensivo sin más. - me quedo absorto mirando a la palma de mi mano abierta sobre mi regazo durante varios segundos, cerrando después el puño lentamente.

- Y ahora no puedo ni hacer lo único que se me daba bien. - gruño con frustración, revelando en voz alta lo que llevo sintiendo prácticamente desde que me desperté. Me siento vacío, como si me faltase algo tan importante como respirar. - No...no consigo canalizar nada de magia. Nada en absoluto. Ni siquiera puedo levitar el objeto más pequeño de esta habitación.

"las leyendas tenían razón...realmente podían absorber la energía mágica de un mago. No eran cuentos de viejas"

Alayne intenta ser más práctica y pregunta cosas útiles, como el aspecto de los atacantes para tenerlos controlados y evitar sucesos desagradables. Intento hacer memoria, porque todo pasó muy rápido y perdí pronto el conocimiento. - Me confié porque el chico que me atacó había sido paciente mío hacia pocas semanas. Por eso me confié, creía que venía a hablar conmigo sin más. Era un chaval joven, en la veintena. Pelo oscuro y corto, ojos grises... una de sus manos era de metal. Le había atendido de una herida bastante grave en el cuello, por lo que puede que aún le quede un poco de cicatriz. Su acompañante era una mujer algo más mayor, con cabello largo y pinta de venir de la guerra. - termino de narrar lo que recuerdo, un tanto cansado y con pocas ganas de seguir despierto mucho rato más. Por suerte Alayne se encarga de decirle a las enfermeras que me ha administrado su sangre y que eso ayudará en la recuperación. He de preguntarle con más calma de qué se trata todo, pero ahora tiene sentido el sabor metálico que noté cuando desperté.

- Si me disculpáis...necesito descansar un poco. En cuanto despierte intentaré ayudaros con todo lo que esté en mi mano. Saldré de aquí y os buscaré. - me recuesto para acomodarme en la cama de la habitación a la que me han llevado, cerrando los ojos para relajarme. Todavía me cuesta algunos minutos más dormirme por la intranquilidad que tengo, pero al cabo de un rato acabo cayendo en un profundo sueño.