Entrada edificio viviendas Ouroboros

En cuanto aparecí en la entrada me topé con un tumulto de gente nerviosa, gritando a los guardias que los estaban enviando a todos a sus habitaciones, ya ni siquiera era posible que caminaran por el edificio libremente y cuantas más restricciones más problemas. Esperé un poco a que todos se calmaran y fue el momento en que los guardias llamaron a la calma para poder hablar -Por orden del consejo de los 20 se ha decretado que todos los ciudadanos y refugiados deben permanecer en sus habitaciones, se ha ampliado el toque de queda y las restricciones hasta nueva orden por su seguridad- fruncí el ceño mientras las voces de los presentes se alzaban en un murmullo, hice mi jugada comentando por lo bajo a un grupito que no parecía muy contento -¿Y por qué no nos dicen lo que pasa? si hay tanto peligro deberíamos saber a que nos enfrentamos- aquella gente asintió y me retiré mientras ellos elevaban mi duda para que yo no tuviera que enfrentar a los guardias, el resto de la multitud pareció seguirlos dejando confusos a los de armadura  que se miraron entre ellos sin saber muy bien que hacer hasta que alguien de mayor rango apareció dando un golpe al suelo que resonó por todo el lugar y acallando las voces.

Aquella mujer imponía solo con su presencia, miró alrededor  examinando a la multitud y cuando hubo absoluto silencio habló -La isla se encuentra bajo un asedio, es todo cuanto necesitáis saber, el incumplimiento del toque de queda será sancionado con una entrada gratuita al calabozo y desde luego no garantizamos la seguridad de nadie que incumpla las normas...- de nuevo el murmullo pero esta vez todos subieron las escaleras sin rechistar, la mujer se retiró dándome la oportunidad de acercarme a los guardias -A esos les podéis engañar pero a mi me hace falta más información y si el consejo ha dado la orden quiero hablar con la Descendiente de Le fay- qué raro sonaba aquello y a los guardias les faltó reírse en mi cara, instándome a ir con el resto a lo que me negué rotundamente cruzándome de brazos -Decidle a Catherine que Kyllian quiere hablar con ella, me debe una charla desde el torneo- seguían pareciendo reacios pero el dato del torneo parecía que les había ablandado un poco.

Uno de los guardias susurró algo a otro mientras me miraban de reojo y al final uno se separó para hablar solo con su casco, cuando volvió se miraron entre ellos para después soltarme lo que quería -La descendiente de Le fay se encuentra atendiendo asuntos importantes en el castillo, no creo que pueda atender a sus demandas en este momento así que retírese a su habitación- que majos y que... ¿inocentes? sonreí como si estuviera de acuerdo con ellos -Ay que pena! entonces está en el castillo ¿ Verdad? pues iré a mi habitación- mentira, desaparecí de nuevo pero no a las habitaciones sinó directo al castillo, a la zona de la academia y de ahí ya me escabulliría hasta los pisos superiores para rastrear a la descendiente.

Tras la incómoda situación en la habitación de Gen, Mérida bajo por los pasillos de lo más feliz flanqueada por Balto y Jamalgoso. Su felicidad era máxima al ver el shippeo hecho realidad. Y aún más de verlos en esas fachas... Lamentaba haberlos interrumpido pero cuando su mente se fue a esos derroteros empezó a imaginar escenarios que no estaba bien narrar.

Se ajusto el cinturón de los jeans que llevaba y miro hacia un lado cuando Balto emitió un ladrido de alerta -¿Que pasa?- Pregunto antes de chocarse con un macizo hombre que la sujeto por los hombros. Mérida sonrió de lado como excusa mientras alzaba la cabeza -¡Perdona! Iba un poco distraída...- Intento echarse un poco hacia atrás para liberarse del agarre pero el rubio no la soltó, simplemente dibujo una sonrisa de lado -Yo también iba distraído... Por tu belleza- Mérida le sonrió de vuelta y dejó caer los párpados en un coqueto aleteo -Esa es la frase más ridícula que he oído- Murmuró en un susurro antes de lanzar un par de llamas azules contra la ropa del hombre que se alejó de ipso facto intentando apagarlas -¡Pero... Guapa....!- aparentemente quedó aturdido por su respuesta y eso le causó cierta extrañeza. Mira que si la hubiese abordado de otro modo...

Siguió su camino revisando en la chaqueta de cuero que llevaba que tenía todo lo que había recogido de su habitación. Después chequeo su cinturón y las pociones, las cosas afuera no pintaban bien. Y la moneda, obvio. ¿Obvio? Se empezó a tocar todos los bolsillos de arriba a abajo buscando la moneda cuando otro hombre se apoyó en la pared, cruzándose de brazos en plan chulito. La pelirroja alzó la mirada para encontrarse con unos preciosos ojos verdes. Mérida sonrió de lado -Estás en mi camino, cachas-  eso le robó una risita y Mérida mantuvo su gesto -El mejor lugar donde podría estar ahora mismo... No eres una chica cualquiera ¿No?- Por un momento Mérida empezó a creer que todos se habían enterado de lo de la posesión. Era fácil describirla: La pelirroja endemoniada. Aunque también su asistencia al Torneo podría haberles dado información - Tú si eres muy del montón- Soltó y se dio la vuelta, volviendo por el  mismo camino y dándose cuenta de que mucha gente. No, corrección. Muchos hombres estaban posando su mirada en ella.

Al salir de la sala de reuniones con una colleja mental por parte de Catherine, volví a la zona de edificios para cumplir mi "misión" de reclutar gente aunque también tenía que localizar a Leila y a la niña pues si había una guerra deberían encontrar un lugar seguro. Aparecí en la misma entrada de la zona residencial mientras refunfuñaba y me quejaba de lo injusto que era que te leyeran el coco - ya ni pensar en paz se puede en esta isla! - dije en alto para mi mismo mientras la gente se iba arremolinando en el centro del hall, pensé que tal vez Artie y el otro habían llegado antes que yo, lo cual me pareció extraño pero no más que lo que estaba pasando en ese lugar.

Levanté una ceja extrañado por el tumulto de  gente pero desde lejos no podía hacer nada y cuando me acerqué fue cuando pude percibirlo, un olor dulce estaba en el aire, se metía sin resistencia alguna por mis fosas nasales y me embotaba la cabeza, tanto que no llegué a notar como me iba acercando cada vez más hasta el centro de la multitud apartando a muchos de los hombres que ya habían llegado antes que yo y entre ellos una chica pelirroja.

Mi cuerpo se sentía extraño y no parecía estar de acuerdo con mi cerebro pero tenía una  necesidad de acercarme a aquella desconocida - Aparta empanao- dije empujando a uno de sus pretendientes para luego tomarla del brazo, me acerque a su cuello cubierto por su cabello rojizo, mi nariz rozó suavemente su piel y eso fue suficiente - eres tu- fue lo último que dije antes de llevarmela de allí hasta un lugar más privado, los asuntos oficiales podían esperar.

Luego de comprobar que el terreno bajo la zona residencial era suficientemente firme y seguro y fijar todas las zonas que tenían riesgo de derrumbe, el moreno emergió de debajo del suelo. Podía sentir a la tierra llenarse de poder ante la primavera, hacerse fértil y manejable mientras la flora se encontraba en su máximo esplendor. El clima era agradable y los habitantes de la isla flotante poco a poco hacían a un lado los abrigos dejando a la vista sus armaduras ya que era incierto lo que podía traer el viento. La oscuridad y el caos se cernía sobre ellos, amenazante, lo que hacía urgente el fortalecimiento de la unión del Descendiente de Moisés con el Espíritu de la Naturaleza ya que era necesaria la guía de la divinidad y debía meditar para vincularse con ella. Su devoción estaba siendo puesta a prueba pero él persistiría en hacer desaparecer la oscuridad porque, como las lejanas estrellas, el camino de su luz es largo pero al final atraviesa todas las sombras y ve a través de todo engaño.

Cumpliría la sagrada misión para la que había sido escogido pero primero esperaba que las plegarias y los ritos ancestrales respondieran sus interrogantes. La idea de combatir hacía que su alma se retuerza de disgusto, él no era un guerrero, era un erudito. Su propósito en la vida era expandir sus conocimientos y compartirlos, sentía que le faltaba el respeto a la magia al utilizarla para luchar por eso decidió que lo más adecuado era potenciar las defensas de la isla. Primero canalizó magia para activar el anillo Nenya y expandió el aura protectora para preservar todo Ouroboros y por último convocó el poder del anillo Vilya y su energía ocultó la Isla Flotante de los enemigos. Una vez hecho eso, se marchó porque todavía había muchas cosas que hacer.

Anillos Nenya (preserva un enclave de forma mágica, puede proteger las fronteras de una región ante ciertas criaturas, orcos, trolls, goblins y dragones) y Vilya (puede esconder una zona de los ojos del enemigo) activados.