Barracón militar

Tras la reunión y las votaciones salí a dar una vuelta bastante larga, más bien a perderme un buen rato por ahí. Estaba cabreada por el cariz que habían tomado los acontecimientos. Un drow como segundo capitán del ejército de la Alianza Humana, si, Humana, no Alianza amalgama de bichos raros. ¿Estamos tontos o qué?. No sé el tiempo que ha transcurrido desde que salí de esa puñetera reunión, pero al menos me ha servido para que se me pase un poco el mosqueo. Eso sí, no pienso pasarlo por alto ni olvidarme de que algo no está como debe de estar.

Vuelvo a la base, yendo directa a la zona de barracones. Paso en primer lugar a una de las habitaciones comunes, yendo a coger ropa limpia para irme a las duchas. En el momento en voy yo no hay nadie, deben estar cenando en el comedor, así que aprovecho para tomarlo con calma. Después de un buen rato bajo el agua salgo de allí, liada en una toalla, rumbo de nuevo a las habitaciones. Una vez ya en mi cama termino de vestirme, con una camiseta del uniforme militar y unos pantalones, dejando que el pelo se vaya secando solo. Al poco comienza a escucharse el bullicio de la gente que comienza a salir del comedor, y que probablemente no tarden en volver a la habitación. Seguro que entre ellos hay muchos de esos traidores que han votado de tan mala manera. Seguro que tarde o temprano se arrepienten de esa decisión, no sabemos lo que sucederá con ese drow como uno de los cabezas de ejército. Tampoco sabemos si lo que pretende es acercarse a Javert lo suficiente como para asesinarlo, cuando se gane su confianza. - esto es una locura...- murmuro para mi misma, echándome en la cama boca arriba, mirando al techo.

Me incorporo sin demasiada prisa al escuchar llegar a alguien, que al menos no es de los que me caen mal. A decir verdad es difícil que este hombre pueda caer mal a nadie, aunque si que es cierto que es muy distinto a mi y en ocasiones me parece demasiado calmado, demasiado bonachón para este mundo en el que vivimos. Subo las piernas a la cama, sentándome a lo indio frente a él, observando su granizado con cara de estar pensando que de dónde saca esas cosas.

- La cena...lo sé. Estuve fuera, dando una vuelta. Es aburrido estar todo el día aquí, aunque no tengamos maniobras. Además, necesitaba que me diera el aire para que se me pasase el cabreo por las votaciones. Supongo que ya te habrán llegado las noticias.

Comento de manera ligeramente inquisitiva, ladeando levemente la cabeza hacia un lado, dejando que el pelo quede en esa dirección. Me interesa saber su opinión al respecto, quiero saber el alcance real de ese tipo de ideas. Dejo los brazos apoyados sobre las piernas, sonriendo de manera momentánea a eso de no estar cubierta de sangre. Yo no me acuerdo, pero supongo que me habrá atendido él en alguna de esas ocasiones.

- No salí muy mal parada de la última batalla en las calles de Londres, el capitán Javert acabó peor. Pero es un terco, y le cuesta salir del campo de batalla.

"veremos cómo le va ahora con ese drow al lado todo el día"

- Bah...tienes que estar harto de tener que remendar a los mismos soldados una y otra vez. - lo miro con curiosidad cuando me menciona lo del granizado, alzando un hombro como queriendo decir que sí quería probarlo. - Dime una cosa...¿Por qué decidiste meterte aquí como médico? quiero decir, pudiste haberte largado y pasar de todo. Es lo que han hecho muchos.

El gesto de desaprobación de Jon hace pensar que tampoco le agrada mucho la idea, pero tampoco le importará demasiado cuando no dice ni media palabra para condenarlo. Puede que sea de los moderados, de los que podrían convencer con facilidad de eso de que debemos aprender a convivir, que es posible integrarlos en la sociedad. En mi opinión es un error y los que piensen así son demasiado blandos. Es como si hubiesen olvidado todo lo que nos han hecho pasar. Apoyo las manos en el colchon, todavía sentada a lo indio, echando un momento la cabeza hacia atrás mientras suelto un suspiro de fastidio al oír lo de nuestro capitán.

- Será comprensible, pero más le vale tener cuidado y no arriesgarse tanto como para acabar por ahí muerto. También debe tener sentido común, su puesto es importante, y su papel más que el de cualquier soldado.

"además, si lo perdemos...la Alianza quedaría a cargo de ese puñetero drow. No quiero eso"

Acepto el ofrecimiento del granizado, volviendo a mirarlo y estirando la mano hacia él para cogerlo. Bebo un par de sorbos, sobre todo para probarlo, no me lo voy a beber entero. Después se lo paso de nuevo, escuchando de manera atenta y analítica lo que me responde. Me cuesta un poco entenderlo, pero en cierto modo yo también podría haberme largado y estoy aquí. Tal vez porque es lo que mejor se me da y lo único que he aprendido a hacer desde bien joven. La diferencia es que él cura y yo mato. Su presencia es más necesaria.

- Así que todo un altruista...Has elegido una mala época para serlo. O buena, según se mire. Para nosotros es importante contar con alguien así entre nuestras filas.

Su pregunta del country hace que alce una ceja ante el repentino cambio de conversación, sin saber muy bien a qué viene eso. - Claro, alguna vez en algún bar, aunque hace años de eso. ¿Por qué? ¿Vas a decirme que eres un médico aficionado al country o algo así? ¿De dónde eres? Creo que nunca te lo he preguntado.

Tuerzo un poco el gesto cuando me dice eso del capitán, claro que sé que conoce sus límites, pero yo me preocupo por él y por el futuro de la Alianza, cuyo ejército se tambalearía si él desapareciese. Haré lo que esté en mi mano para tratar de protegerlo, aunque con la maniobra de las votaciones lo único que ha conseguido es que se le cuele un drow en el poder. Puede que todavía le guarde cierto resquemor pro eso, pero por ahora puede seguir contando conmigo, mientras vea que no se desvía de la senda marcada para llegar a la victoria. No me gustaría nada que se desviase...

- De acuerdo, dejemos de hablar por un rato de ese terco capitán. Y también intentaremos dejar de hablar de la guerra, al menos por unos minutos. Mejor cuéntame cosas de ti, pareces de los pocos cuerdos por aquí.

Echo un vistazo al reloj de pared de la habitación, comienza a ser tarde y como mucho en media hora deberíamos marchar a dormir. Las maniobras y patrullas comienzan a las seis de la mañana y ya es bastante de noche. Me hace gracia eso de tener a un tejano delante de mí, uno que además parece que cumple el estereotipo del country. Tal vez le falte lo de las pistolas, los rodeos y demás. Un personaje curioso, médico de paciencia imperturbable y aficionado a ese tipo de música.

- No puedo decir que no si me ofrece un concierto gratis. Que aquí en el ejército son un poco agarrados, deberían subirnos el sueldo. Y tener cosas de esas como la que has traído en las cenas. Seguro que si cocinases un día comida típica de donde vives la gente lo agradecería. El rancho aquí no es muy bueno. La semana pasada pusieron una especie de albóndigas que yo creo que estaban hechas con carne de paloma

En el momento en que habla de echar de menos a su madre me da por pensar que yo también echo algo en falta algo, pero más bien es el haber tenido buena relación con mis padres. Casi no me crié con ellos, fue mi abuela la encargada de criarme. Ahora ella no estaba y la relación con mis progenitores era como bastante fría, indiferente, como si fuesen extraños.

- Vaya...pues entonces deberías pedir algún permiso para ir a verla. Tal vez en navidad. Muchos soldados lo hacen, para pasar unos días con sus familias. El cuartel suele quedarse bastante tranquilo esa semana.

"por un lado mejor, así no tengo que soportar sus villancicos y borracheras"

Lo de ecologista me hace pensar que este hombre debe sufrir mucho con lo que hacemos aquí en las industrias armamentísticas, las más pujantes en este momento. Si Londres ya era una ciudad contaminada, ahora lo es mucho más. - Ya, yo también extraño eso de poder pasear o salir a dar una vuelta sin preocuparme de si va a atacarme alguno de esos por la espalda, si me van a echar una maldición o lo que sea. - como se supone que me ha pedido que le cuente algo más decido hacerlo, aunque sea más personal que todo lo anterior.

- ¿Sabes? se supone que yo iba a ser médico, como mis padres. Pero empezó todo esto y a los 17 comencé a recibir instrucción militar. Desde entonces he seguido un duro entrenamiento y una férrea disciplina militar, aunque con mi mal carácter me he llevado más de un disgusto. Pero si me preguntas por aficiones lo que más me gustaba eran los deportes, sobre todo los de riesgo. Aunque...digamos que ahora vivimos en un 'deporte' de riesgo todos los días. - hago una mueca de disgusto, alzando la vista cuando viene a ofrecerme su brazo. Dudo un segundo porque a mi esas cosas de caballeros como que no me van mucho, no estoy acostumbrada a ese tipo de cosas. Pero el hombre es tan amable que me da cosa rechazarle la oferta. Tal vez con otra persona o en otro momento habría denegado la oferta o respondido de alguna manera borde, cosa que con él no me sale, al menos por ahora. - De acuerdo, a ver con que me sorprendes.- lo acompaño hasta el lugar que dice, esperando que comience con lo que vaya a hacer.

"otro obsesionado con el trabajo, ni para ir a ver a su madre. ¿Javert tendrá familia? nunca habla de ellos"

No le hago ningún comentario a lo de ir a a visitar a su señora madre, no creo que deba meterme en su vida conociéndolo relativamente poco. Me siento en su cama cuando él me lo ofrece, explicándole un poco a qué me refería con eso de los deportes.

- Pues efectivamente. He practicado alpinismo, y surf. Pero también otras cosas, como rafting, paracaidismo o puenting. Lo de los patines lo probé hace muchos años, puede que haya perdido la práctica. Si quieres luego te enseño, sería muy curioso eso de ver a un médico yendo a atender a sus pacientes en patines. -comento a modo de broma, aunque no sea habitual en mí. Eso de conocer mejor a alguien con quien poder charlar sin presiones siempre es de valorar, aunque sea para cosas poco trascendentales, como hablar de aficiones. Además, al no ser soldado sino médico no tengo que tratarlo como una superior, podemos pasar de jerarquías perfectamente.

- O si le interesa otro deporte más animado...podrías probar con el paracaidismo, cualquier cosa que se te ocurra o si te aburres algún día me lo comentas.

Realmente pocos por aquí se animan a seguir practicando deportes de esos con la que está cayendo. No quieren añadir más riesgos a sus vidas, aunque para mí eso de sentir la adrenalina con frecuencia es bastante importante, como si siempre estuviese buscando ese tipo de sensaciones. Me giro para mirar y escuchar a Jon cuando comienza a rasguear las cuerdas de la guitarra, comenzando a cantar aquella canción country. Lo cierto es que lo hace bastante bien, aunque no sea mi estilo favorito de música he de reconocer que el tío tiene cualidades. Pongo toda mi atención en él, sin pillarle ningún fallo de desafine ni de errores al tocar, esperando a que termine para aplaudir sinceramente.

- Míralo por el lado bueno, si algún día te falta trabajo como médico, siempre puedes vivir de la música.

- ¿No te compraron una bici de pequeño? es una lástima, porque es bastante divertido. Pide que te traigan una aquí, y aprendes a montar aunque sea en la base. - extiendo la mano hacia él a modo de trato, por la propuesta de apuntarse a mis clases. - Eso está hecho, caballero.- respondo remarcando el caballero intencionadamente para tratar de hablar como lo hace él, de ese modo educado. Sonrío con seguridad mientras me levanto de la cama, apoyando una mano en mi cintura.

- Conmigo aprenderás, eso seguro. Pero te advierto de que soy una maestra muy dura.- alzo el índice un momento, mirando después al reloj de pared de la habitación. Iba siendo ya hora de despedirse tras la amena charla. - Me parece un buen intercambio, si es que las obligaciones nos dejan suficiente tiempo libre a ambos para aprender alguna de esas cosas. Cantando soy pésima, pero podría probar la guitarra o el baile. Tal vez cuando estemos en día de permiso.

"al menos este hombre no me cabrea como lo hacen otros muchos y muchas de aquí con algunas actitudes y mala forma de actuar"

- Ahora creo que iré a las cocinas a por algo de comer antes de dormir, se ha hecho algo tarde y mañana madrugamos ambos. Gracias por la charla, me ha venido bien para olvidarme un rato de ...- evito decir de nuevo lo que me cabreaba, ya habrá tiempo mañana de seguir enfadándose por la locura que se ha cometido. - Bueno, de todo. Buenas noches, descansa Jon. - me despido de mi compañero antes de alejarme de su cama, saliendo de la zona de habitaciones para ir a la cocina. Más tarde ya dormiría.

Realizamos en moto el trayecto desde el hospital de Londres hasta la base del ejército, que se encuentra en las afueras de la ciudad, bastante alejada de donde estábamos. Esto significa que recorremos en moto varios kilómetros hasta llegar a nuestro destino. Durante el camino me sujeto a la ropa del drow para no caerme, ya que ninguno de los dos llevamos casco y si nos caemos será lo que nos faltaba. Tampoco hablamos nada, entre el aire frío y el ruido de la marcha no merece la pena intentar hablar. Llegamos hasta la puerta alrededor de media hora después, bajando de la moto tras aparcar ya dentro de las murallas del recinto. No puedo distinguirlo, pero ya están más o menos reparadas las zonas dañadas en el ataque. Debe ser ya de madrugada, no se escucha prácticamente nada, y tampoco hay nadie para recibirnos, excepto los vigías de las torres de vigilancia, que supongo deben seguir ahí como siempre.

Dejo que sea él quien guie al interior del recinto, atravesando ambos las puertas de seguridad que conducen a los pasillos de los barracones militares. A estas horas la mayoría estará durmiendo, así que lo poco que hablamos desde que hemos bajado lo hacemos en susurros. - El barracón en el que duermo es el primero, el A. La primera puerta que encontrarás.- le indico para que sepa dónde tenemos que meternos. La verdad es que no voy a durar demasiado despierta, me sigue costando caminar. - ¿Dónde dormís exactamente los capitanes? Seguro que tenéis las mejores habitaciones - pregunto con curiosidad, imaginando que Javert y él tendrían habitaciones individuales, aunque no sé en que punto del gigantesco recinto están.

- Oh, tengo que devolverte esto, que no se me olvide.- Me acuerdo entonces de que llevo puesta su gabardina, la cual dejo sobre mis hombros cuando salimos del hospital. Desabrocho el botón que cerré para que el abrigo no se volase con el aire, quitando la gabardina de mis hombros para pasársela a él, que camina a mi lado. Vuelvo a quedarme de este modo sólo con la bata blanca del hospital, que ya me cambiaré cuando llegue a mi cuarto. O mejor, cuando despierte al día siguiente.

- Ahora ya es muy tarde y ambos deberíamos dormir, pero pronto concretaremos los asuntos de los que hemos estado hablando. Espero volver a estar lista para el combate pronto.-

Conducir aquella moto, de tan fácil que era, resultaba prácticamente hasta difícil. No accelerar demasiado, no dar círculos por tal de divertime o… Lo cierto es que parecía un conductor muy formal, tanto como se pudiera ser en una especie de triciclo. Hubo poca interacción entre ambos aunque yo había incluso planteado sacar un libro y leer de mientras… Igual, eso es exagerar. No importa. Acabamos llegando al cabo de tal vez tres o cuatro larguísimas horas y hacía un frío temible. Con ella, entramos al edificio de la base. Parecía seguir un tanto cegada y no me opuse a hacerle de guía. Saludé a aquellos que se me cruzaran sin dar importancia ya a la relación que pudiera mantener con estos… Que eran más bien escasos por las horas en las que estábamos.

Nos dirigíamos a los barracones que en un pasado había frecuentado mucho más. El A. El A… Sí, me acordaba de donde estaba, aunque agradecí con un breve sonido sus indicaciones. Aunque la siguiente pregunta me sorprendió bastante más. Arqueé un poco las cejas. -No es mi caso… No estoy seguro si Javert pasa las noches en su hogar, pero en mi caso duermo en el mismo despacho. Es un lugar solitario pero una silla no es precisamente lo mejor para la espalda, pero… Es algo más seguro.- Además, tenía un simpático baño que me servía para prácticamente todo lo que pudiera necesitar.

También me devolvió la gabardina y lo volví a agradecer, colgándomela por encima mientras seguía caminando hacia el barracón. Ya lo veía. Me la puse por mera comodidad de no llevar nada encima. Finalmente me habló, ya prácticamente en la puerta, sobre en qué planes deberíamos quedar. -Sí, es bastante tarde.- Aunque igual recurriría al mágico café para lograr despertarme un poco y atender otros papeles que tal vez me requirieran. Tenía la estúpida esperanza de encontrar a Sybil allí dentro de una condenada vez.

-Cuando estés lista házmelo saber y prepararemos un ataque fugaz. Es probable que esté en mi despacho, pero si lo consideras oportuno envíame un mensaje al comunicador. Nos veremos pronto. Y, esto… Buenas noches- Me despedí, tal vez fallando algo el intento de mantenerme neutro en mis últimas palabras. Tenía demasiado a pensar. Tras abrirle la puerta al barracón me fui de allí, perdiéndome en el pasillo casi desierto en dirección al despacho. Ya me aclararía con qué demonios hacer al día siguiente, tenía la infantil ilusión de recibir una visita pronto.

El camino hasta las habitaciones se me hace un tanto pesado, especialmente por las ganas que tengo de descansar. No hablamos demasiado tampoco durante este trayecto, a excepción de la explicación sobre el lugar en el que duerme él. Suena un tanto extraño que tenga que dormir en el despacho. Nos detenemos al llegar al barracón correspondiente, momento en que toca despedirse. Agradezco de manera formal, tanto por el acompañamiento hasta aquí como por el viaje desde el hospital hasta la base, que era lo que le había pedido tras su inesperada visita. - Espero estar disponible cuanto antes. En ese momento me presentaré para concretar más todo el asunto del ataque. Hasta la próxima.- tras despedirme de él entro a la habitación, todavía bastante a tientas. La luz no está encendida porque todos duermen ya, pero recuerdo dónde está mi cama, cerca de la puerta, por suerte.

Al llegar me siento en el borde del colchón, aprovechando para tomar algo antes de dormir, ya que no he probado bocado todavía. Las galletas que sacó de la máquina me vienen bastante bien, comiendo unas cuantas, ahora con mejor destino que la vez anterior. En cuanto termino me meto en la cama, tapándome hasta arriba. No tardo mucho en dormirme, aunque sí me da tiempo darle vueltas a la cabeza sobre cosas como si conseguiré recuperar completamente la vista para seguir sirviendo en el ejército. También me da por pensar en lo extraño que ha sido lo de esta noche, al aparecer allí quien menos esperaba. A los pocos minutos me duermo profundamente, teniendo sueños molestos con esos puñeteros magos.

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Al final acabo durmiendo bastantes horas, más tranquilas al dejar de tener pesadillas con los magos. Cuando me levanto todavía sigo viendo algo borroso, por lo que chasqueo la lengua bastante molesta. Pasarán varios días más hasta que pueda ver bien, cosa que espero que así sea. Agarro ropa militar del baúl que hay a los pies de mi cama, ya que todavía llevaba aquella bata blanca. Después salgo del barracón para ir a cambiarme. Más tarde me pasaré por el comedor, y luego por la enfermería para que revisen el asunto de la vista.

Ya habían pasado uno o dos días desde el incidente del Ministerio de la Paz con todos los trolls y las arañas y lo magos y todo parecía que de una forma u otra todo volvía a su cauce. Sí, en la tele siguen comentando lo acontecido, hacen esquemas y diagramas para explicar mejor cuál es la versión que a ellos les interesa. A ellos o al gobierno, claro, para eso son sus marionetas.

Estoy en la cinta de correr haciendo parte de la tabla de ejercicios de cardio cuando en una televisión cercana está emitiendo en directo el típico debate de sabiondos y politicuchos de tres al cuarto y creo que tienen a algún civil al que le hacen preguntas. No me había parado a ver la imagen hasta ese momento, para qué, si ya sabía qué es lo que había pasado. Pero hubo algo que captó mi atención. El símbolo de los Blood Keeper flotando en el cielo sobre la plaza quemada. El titular dice que las imágenes eran del mismo día al finalizar el conflicto. Al parecer son ellos, los magos o una parte de ellos los que hacen suyo el ataque indiscriminado. La tele los llama de asesinos, fantoches, mercenarios… de todo. En especial a los cuatro que dieron el mensaje en la torre. Por supuesto Leila está incluida entre ellos. Tiro la toalla humedecida que tenía en mis hombros para secarme el sudor a la televisión para tapar la imagen.

Basta ya por hoy. No es eso lo que yo vi en la plaza. ¿Nadie habla del chip que enseñó Johan? Sí, muestran las imágenes, pero lo hacen de tal forma que él parece el incitador. Todo es muy confuso. Si lo es para mí que lo vi y lo viví, no quiero imaginarme lo que hacen con la mente de los civiles, a los que tienen confundidos y engañados.

A pesar de tener el torso sudado me pongo la camiseta que uso para entrenar que rápidamente se pega a mi piel por la propia humedad corporal, marcando músculos predominantes. Cojo la botella y salgo al salón de casa. En ese momento me doy cuenta de algo: el chip. Yo tengo el chip que Thalos sacó del troll. Y también tengo los enseres de Leila. ¡El pendrive! Rebusco entre mis cosas manchadas de sangre de Morgana que había dejado por ahí antes de llevarlas a la lavandería. El chaleco… gracias al cielo que está todo de una pieza. Junto al pendrive hay una moneda, aparentemente normal, aunque no reconozco la rúbrica. En el canto pone “Dónde”. ¿Dónde qué? ¿Casualidad? ¿Parte del grabado de la moneda que se ha borrado?

Cojo el portátil a toda prisa para ver el contenido del pendrive. Sin embargo me detengo en el último segundo. ¿Y si rastrean la señal? Si así fuera no quiero que les manden directamente a mi casa. Sospecho que Eamon o Andreas no van a tardar en llamarme a declarar ante ellos por el motín. Dios, todo es tan complicado… y yo con las pruebas en casa. Mi ritmo cardíaco y mi respiración se disparan al borde de la taquicardia mientras busco una bolsa de deporte cualquiera y para tirar todo lo que me pueda incriminar dentro de ella. El sonido de la cremallera al cerrarse es fulminante como un portazo después de una discusión. Sin embargo, cuando estoy en la puerta del barracón de viviendas con el contenedor abierto para tirarlo todo... ¿y si ese pendrive contiene la información necesaria para acabar con todo esto? ¿Debería tirarlo? ¿Debería saber qué contiene? ¿Tirarlo a la basura o conservarlo como un tesoro?

Abrazo la bolsa con su contenido intacto con la axila y salgo de allí. Tengo que tranquilizarme, estoy dando el cante, y si hay cámaras... Mejor aquí no, sea lo que sea que vaya a hacer.

-Ya conoces la enfermería... la puerta de al lado es el taller de desarrollo tecnológico, supongo que algo habrás cotilleado el otro día.-Comenté señalando la puerta mientras pasábamos de largo, andando en dirección a los barracones.-En la de abajo están los calabozos, tal vez tengas que pasar algún día para atender a algún preso.-No comenté nada sobre las otras habitaciones que teníamos en esa planta.

Pasamos al lado de unas grandes puertas dobles, de las cuales salía un ruido tumultuoso de gente hablando.-Comedor. Los horarios están en la puerta pero siempre queda algo entre comidas-Expliqué señalando antes de cruzar otro par de puertas grandes que daban a un gran patio donde varios entrenaban. Ahí me paré y señalé un edificio.-Hangares, gimnasio y zona de entrenamiento.-La señalé mirándola.-Oh...tendrás que entrenar, no te lo he comentado.- Solté sin más antes de continuar señalando hacia una puerta lejana.-Polvorín, mejor evitarlo.-Le hice un gesto con la mano indicando que me siguiese hacia el único que edificio que no había dicho qué era.

Empujé las puertas dejando ver un gran pasillo estrecho con un montón de puertas a los lados numeradas con letras pero pasamos de largo hasta llegar a las puertas finales. Abrí una dejando ver desde el pasillo un servicio bastante amplio.-Servicios y duchas comunes.-Me acerqué a la siguiente.-Taquillas.-La habitación era bastante grande, con un montón de taquillas en ella. Entramos en esa y busqué hasta que encontré la que le correspondía, abriéndola.-La tuya.-Quité la llave de la cerradura y se la di antes de marchar un poco más allá a una zona que tenía un mostrador. Había un chaval ahí sentado.-Foster, dame dos uniformes médicos completos.-Señalé a la doctora. El echó un vistazo y se largó a buscar. No tardó mucho, recogí los uniformes, incluido el par de botas y las batas de médico y volví junto a ella plantándoselo en los brazos.-Vamos.-Hice un gesto con la cabeza y continué con el tour.

Regresamos al pasillo para ir hacia la puerta H. Antes solíamos dormir todos bastante apiñados, un par de muros para dividir aquel caos de camas había hecho mucho pero aún así eran bastantes en cada habitación aunque en ese momento no había nadie. Señalé la cama vacía mientras nos acercábamos, tenía una mesilla y un armario pequeño al lado de la misma.-Tendrás que pasar por administración para que te hagan una tarjeta identificativa y por enfermería para una revisión médica. ¿Preguntas?-Rasqué mi nuca sacudiendo así el pelo todavía mojado.