Lugar para atender a los enfermos y heridos de la base militar en casos de emergencia. Aquí sí pueden entrar los acompañantes. La entrada a la enfermería está vigilada por militares.
Nota: Recupera 20 puntos de salud por día real (como el resto de hospitales y enfermerías)
Nota: Recupera 20 puntos de salud por día real (como el resto de hospitales y enfermerías)
Soldado Alianza Humana
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La partida de soldados que salieron de la torre de telecomunicaciones escoltando la ambulancia que transportaba al ejecutor Jed llegó a la base militar, pues pillaba mas cerca que la del centro ciudad, y lo trasladaron en camilla hacia las dependencias del sanatorio.
Alli se encargarían de sanar sus heridas, operar y todas esas cosas de medicos que tuviesen que hacer para devolverle la vitalidad al perro de presa.
Lo dejamos alli y volvimos a nuestros reportes, que habia que informar del fiasco capturando a los intrusos en dicha torre.
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Jed entra con 62 PS
Alli se encargarían de sanar sus heridas, operar y todas esas cosas de medicos que tuviesen que hacer para devolverle la vitalidad al perro de presa.
Lo dejamos alli y volvimos a nuestros reportes, que habia que informar del fiasco capturando a los intrusos en dicha torre.
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Jed entra con 62 PS
Soldado Alianza Humana
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Varias ambulancias con soldados heridos llegan a la base militar de la Alianza, para que sean atendidos dentro del propio complejo militar. En una de esas ambulancias va también Morgana Wolf, la ejecutora que hemos recogido también en la pelea que ha habido en el Ministerio de la Paz tras la manifestación. Entre los médicos y un par de soldados la sacan de la ambulancia, llevándola rápidamente al quirófano para tratar de reanimarla y hacer que se recupere. Allí la operarán y harán las transfusiones necesarias, encargándose de que sobreviva. Los soldados que hemos salido ilesos nos retiramos, pero no nos vamos muy lejos de la zona de enfermería porque nos han encomendado hacer guardias por si sufrimos represalias. Dentro de las filas hay malestar, algunos se sienten engañados, otros se enfrentan a los soldados que fueron a manifestarse, echándoles la culpa de lo que ha sucedido. Se avecinan días duros a partir de ahora, y lo único que trato de hacer es pacificar a unos y a otros para que estemos lo más unidos posible.
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Morgana entra con 0 PS
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Morgana entra con 0 PS
Después de algunos días tanto Jed como yo despertamos, después de haber sido curados y atendidos por los médicos de la Alianza. A ambos nos operaron para al poco de llegar, cosa que aprovecharon para implantarnos pequeños nanobots que contribuyesen a sanar las heridas de forma pasiva. Todavía nos queda algo de recuperación fuera de aquí, especialmente mi pierna, cuyos huesos deben terminar de soldar correctamente. En la enfermería nos informan de cómo finalizó todo aquello, capturando a los que iniciaron el movimiento que provocó la manifestación. Lo que no termino de entender es qué relación tienen con todo esto los Blood Keepers que aparecieron al final. No es algo que llegase a ver, pero me lo han contado y he podido ver imágenes en televisión. Supongo que a estas alturas ya han castigado a los renegados capturados, o incluso ejecutado. De ser así no sé si lo anunciarían públicamente para colgarse la medalla o si lo ocultarían para no generar comentarios controvertidos.
Las palabras de Johan todavía dan vueltas en mi mente, haciendo que elucubre con las posibilidades que planteaba. Por mucho que los odie me parece extraño que después del mensaje que dieron decidieran fastidiarlo todo. Le hago saber a Jed mis inquietudes, a modo de confidencia cuando los doctores no están delante. Podría decirse que es la única persona con la que puedo hablar desde que regresé, y eso que no hablamos tampoco demasiado.
Por ahora nos dan a ambos una baja de unos pocos días más, pero nos envían hacia los barracones de los soldados para que podamos descansar allí, a la espera de mejorar y de recibir nuevas órdenes. Tras hacerme con unas muletas, nos marchamos de la enfermería.
- PS:
- PS Morgana: 150, recuperado al máximo (muchos días D:)
PS: Jed, 150, recuperado al máximo
Fui conducida a la enfermería a rastras ya que las esposas en mis pies me condicionaban a hacer pequeños pasos. Los militares que vigilaban la entrada me miraron fijamente al entrar a la clínica luego de que el científico mostrara su tarjeta de identificación y comenzaron a cuchichear sobre mi a cerca de lo de la Torre cuando pensaron que la puerta se había cerrado, yo mantuve mi mirada al frente sin expresión alguna mientras los escuchaba, pero al final la puerta se cerró detrás mío. Me llevaron a unas duchas, aún esposada, me desnudaron bajo la mirada de cuatro científicos y me lavaron con paños descartables bajo el chorro de agua helada con movimientos bruscos. Yo mantuve mi mirada cabizbaja y mi triste expresión excepto cuando tuve el primer contacto con el agua fría y cuando pasaban los paños por las heridas de la espalda, momento en el que el rostro se me contraía. El agua hizo discurrir la sangre de mi cuerpo y de mi pelo, la vi deslizarse hasta desaparecer por la rejilla mientras me secaban a lo tosco.
Ya limpia y conjelada me vistieron con otro camisón de hospital blanco y frío, pero al menos estaba limpio, me sentaron sin mucha resistencia de mi parte porque aún estaba luchando con el sentimiento de humillación por haber sido violada, estaba repitiendole a mi cerebro que nada de eso fue verdad, y me esposaron a una camilla mientras trataban las profundas heridas de mi espalda, al parecer, como no daba problemas, no me drogaron. El científico que me arrastró hasta la enfermería salió en busca de ropa para ponerme para dar el mensaje por televisión y de algún ejecutor de confianza para vigilarme, aunque salió sin muchas prisas, porque yo no estaba dando problemas, solo mantenía esa expresión cabizbaja.
Ya limpia y conjelada me vistieron con otro camisón de hospital blanco y frío, pero al menos estaba limpio, me sentaron sin mucha resistencia de mi parte porque aún estaba luchando con el sentimiento de humillación por haber sido violada, estaba repitiendole a mi cerebro que nada de eso fue verdad, y me esposaron a una camilla mientras trataban las profundas heridas de mi espalda, al parecer, como no daba problemas, no me drogaron. El científico que me arrastró hasta la enfermería salió en busca de ropa para ponerme para dar el mensaje por televisión y de algún ejecutor de confianza para vigilarme, aunque salió sin muchas prisas, porque yo no estaba dando problemas, solo mantenía esa expresión cabizbaja.
Tan solo unos pocos dias despues de salir del quirófano y de la enfermeria, me ordenaron volver al tajo. Al menos era una mision de vigilancia, simple, sin demasiado riesgo como para que se me andasen abriendo los puntos de las heridas.
Lo curioso es que me tocó vigilar a una de las causantes de susodichas heridas, alla de vuelta en la torre de telecos. Solo que ahora era ella la que tenia una pinta lamentable. Entré a donde ellas se encontraba, uniformado con mi habitual camiseta negra y unos pantalones tacticos igualmente negros, mas botas militares, la dominator en el cinturon y esta vez chaleco antibalas.
Ella estaba atada con esposas a la camilla. La miré , me crucé de brazos y me quedé ahi plantado en la puerta de su sala. Pensé en los comentarios e iquietudes que Morgana me habia comentado antes de que nos fuesemos de aqui, porque yo la parte del ataque en el ministerio me lo habia perdido. Putos magos, pese a que Morgana tuviese sus dudas. Seguí mirando a Leila con mi habitual gesto de mala hostia, pero pensando en lo que dijo Morgana todo el rato. La tia esta habia sido soldado, igual que yo tambien lo fui un dia, aunque no llegamos a conocernos. Tenia entendido que habian capturado a otros dos. Pero a esos ni verles el pelo.
Lo curioso es que me tocó vigilar a una de las causantes de susodichas heridas, alla de vuelta en la torre de telecos. Solo que ahora era ella la que tenia una pinta lamentable. Entré a donde ellas se encontraba, uniformado con mi habitual camiseta negra y unos pantalones tacticos igualmente negros, mas botas militares, la dominator en el cinturon y esta vez chaleco antibalas.
Ella estaba atada con esposas a la camilla. La miré , me crucé de brazos y me quedé ahi plantado en la puerta de su sala. Pensé en los comentarios e iquietudes que Morgana me habia comentado antes de que nos fuesemos de aqui, porque yo la parte del ataque en el ministerio me lo habia perdido. Putos magos, pese a que Morgana tuviese sus dudas. Seguí mirando a Leila con mi habitual gesto de mala hostia, pero pensando en lo que dijo Morgana todo el rato. La tia esta habia sido soldado, igual que yo tambien lo fui un dia, aunque no llegamos a conocernos. Tenia entendido que habian capturado a otros dos. Pero a esos ni verles el pelo.
Los hospitales son unas de esas zonas en la ciudad que nunca duermen. Siempre llevan gente con mil y unas afecciones, urgencias o no, graves o leves, gente con gripe o a punto de morir por un grave ictus. Es posible que haya noches tranquilas, las menos, otras son frenéticas.
Esta noche iba a ser otra de esas noches locas donde todo el mundo en la urgencia corre como pollo sin cabeza para preparar los quirófanos que debían recibir a los pocos supervivientes del nuevo ataque al centro de Londres por parte de unos Blood Keeper. Si no hubo suficientes con los que hubo en el Ministerio de la Paz...
Las sirenas de las ambulancias es como un extraño susurro lejano, junto con las luces parpadeantes y traqueteo del vehículo al recorrer la ciudad, que junto a las drogas y tranquilizantes crean un estado casi hipnótico en mi maltrecha persona. No recuerdo bien nada del recorrido ni de cómo llegué hasta la camilla, ni tampoco sé qué han hecho con los restos mortales de mi familia, que tuvieron que arrancarme de mis ensangrentadas manos. No quería despedirme de ellos de esa forma, depués de haberles mentido de esa forma tan tonta, de tener la cabeza en otro sitio por culpa de unos magos idiotas que decidieron vender a una población necesitada falsas palabras de ánimo y fuerza. Querían hacernos creer que nosotros podíamos, pero no. No podemos.
No recuerdo nada más hasta varias horas después. Creo que la droga hizo sus efectos. Sigo teniendo la cabeza embotada, pero no siento dolor. Al menos no dolor físico. Intento incorporarme a pesar de las molestias y la incapacidad, pero necesito saber dónde estoy. Si todo había sido una extraña pesadilla fruto de algún sentimiento de culpabilidad. Pero no. El asunto de Trafalgar había sido real, tanto como la alianza que parece que me arde en el dedo. Quema como un castigo, siento el dolor, a pesar de la morfina.
Me situo la enfermería del centro hospitalario, supongo que en la base de la Alianza. A mi alrededor quedan algunas de las víctimas del ataque: mutilados, magullados y muchas muchas personas tapadas de pies y cabeza que van directas a la morgue. Quiero levantarme para seguir a esas camillas, quiero saber dónde están mis hijos, dónde está mi mujer. -April... Gary... Rose...susurro - April... Gary... Rose...- Susurro en un bucle obligándome a no olvidarme de ellos ni de sus caras - April... Gary... Rose...- Susurro repetidas veces, alcanzando la crisis nerviosa - April... Gary... Rose...- Me dejo caer en la camilla, sobre la mullida almohada - April... Gary... Rose...- Aprieto la mandíbula, mi cuerpo se tensa. Se tensa tanto que empieza a convulsionar, fruto de la tetania - April... Gary... Rose...- Repito en mis pensamientos, hasta que una enfermera llega y lo siguiente que recuerdo es oscuridad y paz.
Esta noche iba a ser otra de esas noches locas donde todo el mundo en la urgencia corre como pollo sin cabeza para preparar los quirófanos que debían recibir a los pocos supervivientes del nuevo ataque al centro de Londres por parte de unos Blood Keeper. Si no hubo suficientes con los que hubo en el Ministerio de la Paz...
Las sirenas de las ambulancias es como un extraño susurro lejano, junto con las luces parpadeantes y traqueteo del vehículo al recorrer la ciudad, que junto a las drogas y tranquilizantes crean un estado casi hipnótico en mi maltrecha persona. No recuerdo bien nada del recorrido ni de cómo llegué hasta la camilla, ni tampoco sé qué han hecho con los restos mortales de mi familia, que tuvieron que arrancarme de mis ensangrentadas manos. No quería despedirme de ellos de esa forma, depués de haberles mentido de esa forma tan tonta, de tener la cabeza en otro sitio por culpa de unos magos idiotas que decidieron vender a una población necesitada falsas palabras de ánimo y fuerza. Querían hacernos creer que nosotros podíamos, pero no. No podemos.
No recuerdo nada más hasta varias horas después. Creo que la droga hizo sus efectos. Sigo teniendo la cabeza embotada, pero no siento dolor. Al menos no dolor físico. Intento incorporarme a pesar de las molestias y la incapacidad, pero necesito saber dónde estoy. Si todo había sido una extraña pesadilla fruto de algún sentimiento de culpabilidad. Pero no. El asunto de Trafalgar había sido real, tanto como la alianza que parece que me arde en el dedo. Quema como un castigo, siento el dolor, a pesar de la morfina.
Me situo la enfermería del centro hospitalario, supongo que en la base de la Alianza. A mi alrededor quedan algunas de las víctimas del ataque: mutilados, magullados y muchas muchas personas tapadas de pies y cabeza que van directas a la morgue. Quiero levantarme para seguir a esas camillas, quiero saber dónde están mis hijos, dónde está mi mujer. -April... Gary... Rose...susurro - April... Gary... Rose...- Susurro en un bucle obligándome a no olvidarme de ellos ni de sus caras - April... Gary... Rose...- Susurro repetidas veces, alcanzando la crisis nerviosa - April... Gary... Rose...- Me dejo caer en la camilla, sobre la mullida almohada - April... Gary... Rose...- Aprieto la mandíbula, mi cuerpo se tensa. Se tensa tanto que empieza a convulsionar, fruto de la tetania - April... Gary... Rose...- Repito en mis pensamientos, hasta que una enfermera llega y lo siguiente que recuerdo es oscuridad y paz.
Luego de sanarme por completo me dejaron dormir unas horas pero apenas pude descansar porque sentía que toda yo ardía en llamas o una bala traspasaba mi cráneo, momento en el que despertaba asustada y agitada. Luego de un tiempo desistí de dormir y simplemente mantuve mi mirada en el techo. Yo seguía enfrascada en mis pensamientos cuando sentí la mirada de alguien que no era ninguno de los científicos sobre mí. Levante el rostro para mirarlo para luego bajarlo nuevamente para seguir en mi mundo de divagaciones. Me alivió ver que no era Morgana, ahora ya no me sentía tan valerosa como en el Ministerio de la Paz cuando le dije todo lo que pensaba de ella, no podría hacer frente a lo que sea que ella quisiera hacerme como venganza por eso. Por fortuna él también parecía estar en su propio mundo por lo que solo me observaba con mal humor mientras yo mantenía mi cabizbaja expresición. Me obligaron a espabilar, el científico que había llamado a Jed vino detrás de él con prendas para mi entre las cuales había ropa interior, no me atreví a preguntar si estaban usadas o no pero las olfatee y olían a tela limpia o estaban muy bien lavadas o eran nuevas. Los científicos llamaron la atención del ejecutor para decirle que me iban a quitar las esposas para que me pueda vestir, al parecer tenían pereza de hacerlo ellos, algo sobre que ellos eran científicos reconocidos no enfermeros voluntarios y que, hasta el momento, yo no había dado problemas. Yo no prestaba atención a lo que decían, seguía con la mirada ausente y la mente en otra parte mientras me levantaba, me vestía como una autómata, ni siquiera estaba presentando atención a lo que me estaba poniendo, una camiseta térmica blanca de manga larga que se adhería a mi piel, por encima unos pantalones tácticos negros y botas militares también negras.
La puerta de la sala cerca de la cual estaba plantado el ejecutor que mantenía su ojo de águila en mi, se abrió de repente dejando entrar el lejano sonido de gritos agonizantes, de médicos dando instrucciones, de sirenas de ambulancia, de utilería médica chocando entre sí por los nervios, de gente corriendo de un lado para otro y de ruedas de camillas. El lugar se había encendido de un momento a otro. Por la puerta entraron varias camillas, una detrás de otra llevando mutilados, magullados, todos enchastrados en sangre pero eran más las camillas que llevaban personas tapadas de pies a cabeza que iban directas a la morgue.
Yo los observaba pasar, desde mi lugar parada cerca de la camilla terminado de arreglarme, circunspecta, sin impresionarme pero con curiosidad, al parecer habían sido víctimas de un ataque por parte de los magos. Al escuchar eso mi mente se sitúo en el presente y pasee mi mirada con más atención por los afectados. Pensé en todos los posibles autores de dicho ataque y mi rostro se tiñó de preocupación cuando las imágenes de Lykaios, Benjamín, Emily y Vyctoriaen menor medida pasaron por mi castigada mente. Los heridos se lamentaban, se removían, otros permanecían dormidos por las drogas o muertos por llegar tarde, pero había uno que trataba de incorporarse mientras repetía susurrando unos nombres, esa voz me parecía conocida, incluso con los gritos de agonía de algunos, el movimiento de afuera y todo podía oírla gracias a mis sentidos aumentados. Mis ojos se ampliaron al reconocer el rostro, todo él estaba cubierto de sangre y tenía cara de no estar lúcido. Despacio fuí poniendo un pié delante del otro y apreté el paso cuando lo ví convulsionar.
-¡¿Qué es lo que le hacen?!¡Nathan!- Le grité a la enfermera mientras me situaba a su lado y lo veía cerrar los ojos. Revisé angustiada y agitada si tenía alguna herida grave para luego posar mis manos en sus mejillas mirándolo expectante por si abría los ojos. -Nathan…- Lo volví a llamar. -Nathan, por favor.- Mis ojos se llenaron de lágrimas que no caían ante una idea que no podía soportar -Por favor no me dejes Nathan.-
La puerta de la sala cerca de la cual estaba plantado el ejecutor que mantenía su ojo de águila en mi, se abrió de repente dejando entrar el lejano sonido de gritos agonizantes, de médicos dando instrucciones, de sirenas de ambulancia, de utilería médica chocando entre sí por los nervios, de gente corriendo de un lado para otro y de ruedas de camillas. El lugar se había encendido de un momento a otro. Por la puerta entraron varias camillas, una detrás de otra llevando mutilados, magullados, todos enchastrados en sangre pero eran más las camillas que llevaban personas tapadas de pies a cabeza que iban directas a la morgue.
Yo los observaba pasar, desde mi lugar parada cerca de la camilla terminado de arreglarme, circunspecta, sin impresionarme pero con curiosidad, al parecer habían sido víctimas de un ataque por parte de los magos. Al escuchar eso mi mente se sitúo en el presente y pasee mi mirada con más atención por los afectados. Pensé en todos los posibles autores de dicho ataque y mi rostro se tiñó de preocupación cuando las imágenes de Lykaios, Benjamín, Emily y Vyctoria
-¡¿Qué es lo que le hacen?!¡Nathan!- Le grité a la enfermera mientras me situaba a su lado y lo veía cerrar los ojos. Revisé angustiada y agitada si tenía alguna herida grave para luego posar mis manos en sus mejillas mirándolo expectante por si abría los ojos. -Nathan…- Lo volví a llamar. -Nathan, por favor.- Mis ojos se llenaron de lágrimas que no caían ante una idea que no podía soportar -Por favor no me dejes Nathan.-
No logro entender o escuchar las voces lejanas que me rodean después de que los pitidos del electrocardiograma dejaran de picar al volverse loco. Una doctora grita a otra mujer rubia que se apartara, que lo único que estaba haciendo era molestar. Un enfermero a su alrededor no deja de pinchar sueros en los goteros. A saber qué tenían, o qué medicamentos me estaban poniendo, pero eran una maravilla, deseaba poder estar en ese estado mucho, mucho tiempo, tal vez una eternidad. Un suspiro lento se escapa de entre los labios entreabiertos por el efecto del tranquilizante. ¿El último?
Entreabro los ojos después de todo el ajetreo, me siento entumecido pero no dolorido, como si hubiese tenido que tirar un camión por todo el túnel de la Mancha. Los párpados m e pesan un montón y noto un plástico duro en la boca. No logro enfocar qué tengo delante, pero sé que es una mujer, la identifico por su pelo, por su timbre: ¿April? ¿Podría ser April que ha venido a verme al hospital después de alguna incursión?
Muchos recuerdos se agolpan por reconectarse en mi memoria. Todos son malos. Son imágenes de muerte y destrucción. ¿Quién es la mujer que tengo delante? ¿Cómo era April? ¿Gary? ¿Rose? ¿Por qué ya no lo logro acordarme de su color de pelo, de sus ojos o de sus sonrisas? Las discusiones de los niños por el mando de la tele se convierten en un borrón entre todo el colapso mental y las drogas. No, la persona que tengo delante no es April, ella no era rubia, sino pelirroja(¿tengo alguna filia por lxs pelirrojxs? Gary ♥)
Aunque me cuesta un poco reaccionar a la persona que tengo delante por fin entiendo que no es April, que ella no va a volver ni ahora ni nunca. Que todos estos años juntos ya no se repetirán nunca más, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero no volverán. Tengo que proteger esos recuerdos como si fueran el mayor de mis tesoros. Una amarga lágrima silenciosa recorre mi adormilada mejilla hasta perderse en las sábanas de la camilla al darme cuenta de que esto va a ser así hasta el fin de mis días.
Sin embargo a quien tengo delante es a Leila, a la que voy reconociendo según voy recuperando la consciencia por mí mismo y voy recuperando la movilidad de mis músculos. La cojo de la mano para llamar su atención y cuando me mira la sonrío -agsias pog estag aquí-
"Espera, ¿qué hace aquí?" Me revuelvo en la cama, intentando entender qué coño hace ella aquí. Es decir, lo último que tengo en la mente es que se la estaban llevando los centinelas después de todo el asunto del Ministerio de la Paz y luego ya vino la reunión con Éamon y Andreas y el ataque en Trafalgar. Quiero hablar, pero una maldita cánula de Guedel me impide el movimiento de la lengua, y como no me lo quite nadie, me lo voy a terminar por arrancar yo. Trasto del demonio. -Aggggggg aggggggg- Al ver que por fin puedo respirar por mí mismo alguien me quita la cánula, tengo la boca reseca y pastosa, pero no me impide hablar -¿Qué... ¿qué...? .... cómo? ¿y los centinelas? ¿es decir, qué haces aquí? ¿te han dejado libre?- "Lo más lógico es pensar que estaría en un calabozo o a saber tú qué" No entiendo nada, pero el hecho de que mi compañera de escuadrón esté libre me alegra muchísimo. Se la ve jodida, pero al menos no está encamada y sometida a saber qué tipo de vejaciones(pobre Nathan iluso).
Entreabro los ojos después de todo el ajetreo, me siento entumecido pero no dolorido, como si hubiese tenido que tirar un camión por todo el túnel de la Mancha. Los párpados m e pesan un montón y noto un plástico duro en la boca. No logro enfocar qué tengo delante, pero sé que es una mujer, la identifico por su pelo, por su timbre: ¿April? ¿Podría ser April que ha venido a verme al hospital después de alguna incursión?
Muchos recuerdos se agolpan por reconectarse en mi memoria. Todos son malos. Son imágenes de muerte y destrucción. ¿Quién es la mujer que tengo delante? ¿Cómo era April? ¿Gary? ¿Rose? ¿Por qué ya no lo logro acordarme de su color de pelo, de sus ojos o de sus sonrisas? Las discusiones de los niños por el mando de la tele se convierten en un borrón entre todo el colapso mental y las drogas. No, la persona que tengo delante no es April, ella no era rubia, sino pelirroja
Aunque me cuesta un poco reaccionar a la persona que tengo delante por fin entiendo que no es April, que ella no va a volver ni ahora ni nunca. Que todos estos años juntos ya no se repetirán nunca más, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero no volverán. Tengo que proteger esos recuerdos como si fueran el mayor de mis tesoros. Una amarga lágrima silenciosa recorre mi adormilada mejilla hasta perderse en las sábanas de la camilla al darme cuenta de que esto va a ser así hasta el fin de mis días.
Sin embargo a quien tengo delante es a Leila, a la que voy reconociendo según voy recuperando la consciencia por mí mismo y voy recuperando la movilidad de mis músculos. La cojo de la mano para llamar su atención y cuando me mira la sonrío -agsias pog estag aquí-
"Espera, ¿qué hace aquí?" Me revuelvo en la cama, intentando entender qué coño hace ella aquí. Es decir, lo último que tengo en la mente es que se la estaban llevando los centinelas después de todo el asunto del Ministerio de la Paz y luego ya vino la reunión con Éamon y Andreas y el ataque en Trafalgar. Quiero hablar, pero una maldita cánula de Guedel me impide el movimiento de la lengua, y como no me lo quite nadie, me lo voy a terminar por arrancar yo. Trasto del demonio. -Aggggggg aggggggg- Al ver que por fin puedo respirar por mí mismo alguien me quita la cánula, tengo la boca reseca y pastosa, pero no me impide hablar -¿Qué... ¿qué...? .... cómo? ¿y los centinelas? ¿es decir, qué haces aquí? ¿te han dejado libre?- "Lo más lógico es pensar que estaría en un calabozo o a saber tú qué" No entiendo nada, pero el hecho de que mi compañera de escuadrón esté libre me alegra muchísimo. Se la ve jodida, pero al menos no está encamada y sometida a saber qué tipo de vejaciones
Una doctora se interpuso en mi camino alegando que lo único que estaba haciendo era molestar.
-Me cago en ti y en tu puto diploma de medicina.- Le dije muy cerca del rostro de la medica casi susurrando con ira contenida. La esquive y terminé de aproximarme a Nathan. Angustiada y agitada lo revise frenéticamente en busca de graves heridas. Cuando empezó a abrir los ojos me aproximé un poco más a él para que pueda verme porque quizás con todas las drogas que llevaba encima no me podía distinguir. Sentí húmeda una de la mano que mantenía en la mejilla de Nathan, él estaba llorando ¿Qué fue lo que pasó para hacerlo llorar? Él era una persona templada, jamás lo había visto llorar incluso luego de hacer artrosidades en nombre de la Alianza. Desvié la mirada hacia los demás pacientes para encontrar algún patrón, alguna pista que me diga qué fue lo que había pasado, pero el tacto de él en mi mano hizo que vuelva a presentarle atención. Ví el reconocimiento en sus ojos y casi lloro de la alegría de escuchar su voz afectada por la cánula de Guedel que tenía en la boca. Mi sonrisa se fue apagando cuando comenzó a removerse, intenté calmarlo agarrando sus hombros obligándolo a quedarse acostado por si se hacía daño. Al final vino la misma doctora que me había prohibido el paso y la miré agradecida cuando retiró la cánula de Guedel de Nathan.
-Gracias y… perdón por lo de antes.- Le dije, ella solo me miró y luego se fue a atender otros pacientes. Nathan empezó a balbucear preguntas, hasta que al fin pudo hilar más de dos palabras. Yo bajé la mirada avergonzada por un momento al recordar lo que había pasado luego de los centinelas, un par de recuerdos o pesadillas borrosas y la sesión de "doma" con Éamon, luego volví a mirarlo a los ojos con la mejor sonrisa que puede poner.
-¿Recuerdas lo que te dije a cerca de que quizás me convenzan de volver si me ofrecen un puesto de ejecutora con una de esas dominator y una celda con vista al mar? Bueno, conseguí… conseguí el puesto, quedamos en charlar eso de la celda con vista al mar.- Aparté la vista con una risa nerviosa, no era del todo mentira ni del todo verdad. -Pero ¿A ti qué te sucedió?¿Que les paso a todas estas personas? Estan hechos charcos de sangre.-
-Me cago en ti y en tu puto diploma de medicina.- Le dije muy cerca del rostro de la medica casi susurrando con ira contenida. La esquive y terminé de aproximarme a Nathan. Angustiada y agitada lo revise frenéticamente en busca de graves heridas. Cuando empezó a abrir los ojos me aproximé un poco más a él para que pueda verme porque quizás con todas las drogas que llevaba encima no me podía distinguir. Sentí húmeda una de la mano que mantenía en la mejilla de Nathan, él estaba llorando ¿Qué fue lo que pasó para hacerlo llorar? Él era una persona templada, jamás lo había visto llorar incluso luego de hacer artrosidades en nombre de la Alianza. Desvié la mirada hacia los demás pacientes para encontrar algún patrón, alguna pista que me diga qué fue lo que había pasado, pero el tacto de él en mi mano hizo que vuelva a presentarle atención. Ví el reconocimiento en sus ojos y casi lloro de la alegría de escuchar su voz afectada por la cánula de Guedel que tenía en la boca. Mi sonrisa se fue apagando cuando comenzó a removerse, intenté calmarlo agarrando sus hombros obligándolo a quedarse acostado por si se hacía daño. Al final vino la misma doctora que me había prohibido el paso y la miré agradecida cuando retiró la cánula de Guedel de Nathan.
-Gracias y… perdón por lo de antes.- Le dije, ella solo me miró y luego se fue a atender otros pacientes. Nathan empezó a balbucear preguntas, hasta que al fin pudo hilar más de dos palabras. Yo bajé la mirada avergonzada por un momento al recordar lo que había pasado luego de los centinelas, un par de recuerdos o pesadillas borrosas y la sesión de "doma" con Éamon, luego volví a mirarlo a los ojos con la mejor sonrisa que puede poner.
-¿Recuerdas lo que te dije a cerca de que quizás me convenzan de volver si me ofrecen un puesto de ejecutora con una de esas dominator y una celda con vista al mar? Bueno, conseguí… conseguí el puesto, quedamos en charlar eso de la celda con vista al mar.- Aparté la vista con una risa nerviosa, no era del todo mentira ni del todo verdad. -Pero ¿A ti qué te sucedió?¿Que les paso a todas estas personas? Estan hechos charcos de sangre.-
Éamon O'Connell
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La reunión con Andreas había sido fructífera y había dado para ultimar algunos detalles más de lo que traemos entre manos. Hice unas cuantas llamadas a la ciudad de Galway para dar instrucciones y coordinarnos con ellos, terminando de dejarlo todo más o menos cerrado. Desde aquí daríamos el aviso final para ponerlo todo en marcha, se resuelva o no el asunto del hermano. Me dirijo a la enfermería de la base para ir a visitar a mi nueva ejecutora y de paso ir a visitar a los heridos que habían traído. No todos son soldados, no entiendo qué idiota trajo aquí a los civiles en lugar de llevarlos al hospital de la ciudad, que es el que les corresponde. Tendré que despedir a alguien. Pongo mi cara más amable para entrar a la enfermería, cual político que va a visitar enfermitos y heridos. Mi sorpresa es que me encuentro allí a Leila muy cerca de Nathan, lo que me confirma que en su día debieron tener una amistad o vete a saber qué. Permanezco un tanto alejado para poder observar de reojo, dirigiéndome mientras al resto de heridos que han traído, haciendo como que me intereso por su estado.
Después me voy acercando lentamente, cama a cama, escuchando que Leila le pregunta por lo que sucedió. Decido adelantarme para entrar en escena, poniendo una mano sobre el hombro del herido Nathan. Los enviados tenían instrucciones claras de no dañarlo demasiado. - Nathan...ya nos han informado de tu pérdida. Lo lamento profundamente.- mi voz suena como debe sonar en estos casos, lo tengo más que estudiado. - Ojalá hubiese habido algún soldado cerca para hacer algo, o que tú hubieses sabido conservar tu pistola y tu placa...estos sucesos dejan más que claro que necesitamos defendernos de ellos. - Leila había preguntado lo sucedido, así que ahora toda mi atención se centra en ella, la mano que estaba en el hombro de Nathan va al de la rubia. - Estaba con su familia cuando unos Blood Keepers entraron a atacar al restaurante. Ellos han muerto, lamentablemente. Ha habido muchos heridos...todo fue muy rápido. Están aprovechándose porque creen que estamos débiles. En nuestra mano está responder con fuerza y determinación. Podemos vengarlos a todos ellos. - añado con convicción, bajando después la mano de su hombro. Por ahora todo es cortesía y buenas formas, un fuerte contraste con la turbia escena vivida en la habitación 101. - Leila, vengo a llevarte al edificio de los ejecutores, para que allí un inspector se haga cargo de ti, te den arma y habitación. Por ahora podemos traerte el uniforme.
Después me voy acercando lentamente, cama a cama, escuchando que Leila le pregunta por lo que sucedió. Decido adelantarme para entrar en escena, poniendo una mano sobre el hombro del herido Nathan. Los enviados tenían instrucciones claras de no dañarlo demasiado. - Nathan...ya nos han informado de tu pérdida. Lo lamento profundamente.- mi voz suena como debe sonar en estos casos, lo tengo más que estudiado. - Ojalá hubiese habido algún soldado cerca para hacer algo, o que tú hubieses sabido conservar tu pistola y tu placa...estos sucesos dejan más que claro que necesitamos defendernos de ellos. - Leila había preguntado lo sucedido, así que ahora toda mi atención se centra en ella, la mano que estaba en el hombro de Nathan va al de la rubia. - Estaba con su familia cuando unos Blood Keepers entraron a atacar al restaurante. Ellos han muerto, lamentablemente. Ha habido muchos heridos...todo fue muy rápido. Están aprovechándose porque creen que estamos débiles. En nuestra mano está responder con fuerza y determinación. Podemos vengarlos a todos ellos. - añado con convicción, bajando después la mano de su hombro. Por ahora todo es cortesía y buenas formas, un fuerte contraste con la turbia escena vivida en la habitación 101. - Leila, vengo a llevarte al edificio de los ejecutores, para que allí un inspector se haga cargo de ti, te den arma y habitación. Por ahora podemos traerte el uniforme.
Intento incorporarme, gruñendo por la incomodidad y las molestias. Ni idea de qué me habrán hecho esos malditos Blood Keeper, pero raro me parecería que no me hayan roto algo. Malditos bastardos. Cada quejido es una maldición para esos cabrones. Cuando la enfermera se va nos deja por fin solos, la sigo con la mirada para ver cómo se pierde entre todos los demás. Por supuesto, y por desgracia, en el barrido me topo con las otras víctimas del atentado, pero no me dejo llevar por las emociones. Al menos no en público. No ahora, será algún defecto de formación, pero un soldado no llora. Jed está por ahí, vigilando no sé qué, pero me da como yuyu.
-Pero no lo entiendo. ¿Y tus amigos los magos? ¿Y el mensaje ese de convivencia? ¿Ejecutora así cómo así? ¿Qué vas a hacer cuando esos dos..... ministros te hagan cargar contra el del pelo azul, por ejemplo?- Estudio su movimiento, sin comentar nada, pero se nota que no quiere seguir hablando del tema. A saber qué trato oscuro habrá hecho con Éamon, lo mismo ha tenido que entregarle su propio alma -Tsk, capullos- Chasco la lengua, refiriéndome claramente a los dos ministros. No lo digo muy alto, irme de la lengua ya me ha traído uno de muchos problemas. Joder, si hubiese tenido arma en ese momento. En ese fatídico momento.
Me muerdo el labio inferior. Me prometí a mí mismo no parecer un maldito llorón en esa asquerosa situación. Aparto la mirada de Leila contemplando el monitor de los latidos del corazón que también marcan otros signos vitales, como la saturación de oxígeno y cosas así. LA reacción es incontrolable, pero el pulso se acelera y la máquina pita con mayor velocidad Pi-Pi-Pi-Pi-Pi. Me obligo a recordar ese momento en el que el Blood keeper mató a los niños y a mi mujer... ahora ex mujer. La viudedad, qué extraña palabra, ¿no? ¡cómo de inmenso puede ser el vacío existencial se puede sentir al perder un ser amado! ¿y al perder a TRES?
Leila no exige, pero sí quiere saber. No sé por dónde empezar. Si no hubiese mentido a April no hubiésemos ido a "celebrarlo" fuera, si no hubiese abierto la boca en la manifestación no hubiese tenido que ir al despacho de Michael a entregar arma y placa, si no me hubiese dejado contaminar por un mensaje absurdo no hubiese ido a la reunión, si no hubiese... -Si no hubiese... Es mi culpa joder- Es la secuencia lógica, ¿no? Dictamino y me autoculpo de lo que pasó con los míos con los ojos humedecidos, sin dirigirme a Leila más bien como hablando conmigo mismo, con la mirada perdida en la pantalla negra.
Salgo de mi estado cuando escucho a Éamon, pero no le contesto, solo puedo limitarme a apretar la mandíbula y hacer el mayor ejercicio de contención que jamás he hecho. Aprieto los puños, no recuerdo si tenía todavía cogida a Leila o si son las sábanas lo que tengo entre mis dedos, pero ahora mismo son la focalización de la rabia contenida, como si entre ellos tuviera el corazón del Blood que mató a April y pudiera aplastarlo. Éamon explica muy sucintamente lo que ocurrió en el restaurante, pero yo lo tengo todavía tan vívido, tan fresco... todavía puedo ver las cabezas de los niños rodar por el suelo, la sangre de April manchando mi ropa. Puedo sentirla caliente, fresca. La máquina acelera la velocidad del pitido del pulso, claramente acelerado, la respiración también indica que se acelera con respiraciones profundas y repetidas.
Hay una palabra de las que dice Éamon en su discurso que se queda bloqueada en mi mente: "ojalá" -Ojalá tuviera mi arma.... ojalá no hubiese ido.... ojalá no hubiera abierto la boca.... ojalá no hubiese estado el ministerio de la paz.... ojalá unos tontos magos no hubieran dicho sandeces en la televisión... ojalá les hubieran cortado el cuello a todos ellos....- En realidad no lo pensaba, especialmente por Leila, porque a ella la aprecio mucho, me refiero a los otros, pero por desgracia queda incluida. Tampoco los odio a morir, pero es un sentimiento de intentar culpar a otros de algo que, en verdad, tienes tú la culpa, una especie de odio irracional que te hace decir estupideces a pesar de que puedas dañar a personas a las que aprecias. Es una culpa arrolladora, no importa a quién tengas delante, terminará sufriendo -Yo tengo la culpa, yo tendría que estar en el restaurante muerto y no ellos...- Me suelto de todos los agarres, de los de Éamon, Leila y cualquiera que quiera venir a dar por culo, dando un puñetazo a la camilla, alzando la voz e incluso intentando levantarme, pero no pudiendo. Malditas drogas, malditas piernas, malditos sean todos. Me dejo caer de nuevo sobre la almohada, quedando tumbado hacia arriba y tapándome la cara para que no se me viera, gritando dentro del espacio que quedaba debajo las palmas. -Mierda, pero ¿qué hice?, ¿¡pero qué hice!?- Niego sin quitarme las manos de encima, sintiéndome cómo me vuelvo a romper en mil añicos de nuevo.
El espectáculo tiene que ser casi lamentable, no puedo mantener la entereza, me derrumbo y la máquina pita y me crispa los nervios, porque la muy hija de puta está delatando mi estado emocional a pesar de que no quiero que nadie lo vea u oiga -Por favor, largaos de aquí- Les ordeno a los presentes, a pesar de que no tengo ningún poder, cuando no puedo más y las lágrimas vuelven a brotar, sin poder pararlas, recorren la cara y se pierden en la tela de la camilla.
-Pero no lo entiendo. ¿Y tus amigos los magos? ¿Y el mensaje ese de convivencia? ¿Ejecutora así cómo así? ¿Qué vas a hacer cuando esos dos..... ministros te hagan cargar contra el del pelo azul, por ejemplo?- Estudio su movimiento, sin comentar nada, pero se nota que no quiere seguir hablando del tema. A saber qué trato oscuro habrá hecho con Éamon, lo mismo ha tenido que entregarle su propio alma -Tsk, capullos- Chasco la lengua, refiriéndome claramente a los dos ministros. No lo digo muy alto, irme de la lengua ya me ha traído uno de muchos problemas. Joder, si hubiese tenido arma en ese momento. En ese fatídico momento.
Me muerdo el labio inferior. Me prometí a mí mismo no parecer un maldito llorón en esa asquerosa situación. Aparto la mirada de Leila contemplando el monitor de los latidos del corazón que también marcan otros signos vitales, como la saturación de oxígeno y cosas así. LA reacción es incontrolable, pero el pulso se acelera y la máquina pita con mayor velocidad Pi-Pi-Pi-Pi-Pi. Me obligo a recordar ese momento en el que el Blood keeper mató a los niños y a mi mujer... ahora ex mujer. La viudedad, qué extraña palabra, ¿no? ¡cómo de inmenso puede ser el vacío existencial se puede sentir al perder un ser amado! ¿y al perder a TRES?
Leila no exige, pero sí quiere saber. No sé por dónde empezar. Si no hubiese mentido a April no hubiésemos ido a "celebrarlo" fuera, si no hubiese abierto la boca en la manifestación no hubiese tenido que ir al despacho de Michael a entregar arma y placa, si no me hubiese dejado contaminar por un mensaje absurdo no hubiese ido a la reunión, si no hubiese... -Si no hubiese... Es mi culpa joder- Es la secuencia lógica, ¿no? Dictamino y me autoculpo de lo que pasó con los míos con los ojos humedecidos, sin dirigirme a Leila más bien como hablando conmigo mismo, con la mirada perdida en la pantalla negra.
Salgo de mi estado cuando escucho a Éamon, pero no le contesto, solo puedo limitarme a apretar la mandíbula y hacer el mayor ejercicio de contención que jamás he hecho. Aprieto los puños, no recuerdo si tenía todavía cogida a Leila o si son las sábanas lo que tengo entre mis dedos, pero ahora mismo son la focalización de la rabia contenida, como si entre ellos tuviera el corazón del Blood que mató a April y pudiera aplastarlo. Éamon explica muy sucintamente lo que ocurrió en el restaurante, pero yo lo tengo todavía tan vívido, tan fresco... todavía puedo ver las cabezas de los niños rodar por el suelo, la sangre de April manchando mi ropa. Puedo sentirla caliente, fresca. La máquina acelera la velocidad del pitido del pulso, claramente acelerado, la respiración también indica que se acelera con respiraciones profundas y repetidas.
Hay una palabra de las que dice Éamon en su discurso que se queda bloqueada en mi mente: "ojalá" -Ojalá tuviera mi arma.... ojalá no hubiese ido.... ojalá no hubiera abierto la boca.... ojalá no hubiese estado el ministerio de la paz.... ojalá unos tontos magos no hubieran dicho sandeces en la televisión... ojalá les hubieran cortado el cuello a todos ellos....- En realidad no lo pensaba, especialmente por Leila, porque a ella la aprecio mucho, me refiero a los otros, pero por desgracia queda incluida. Tampoco los odio a morir, pero es un sentimiento de intentar culpar a otros de algo que, en verdad, tienes tú la culpa, una especie de odio irracional que te hace decir estupideces a pesar de que puedas dañar a personas a las que aprecias. Es una culpa arrolladora, no importa a quién tengas delante, terminará sufriendo -Yo tengo la culpa, yo tendría que estar en el restaurante muerto y no ellos...- Me suelto de todos los agarres, de los de Éamon, Leila y cualquiera que quiera venir a dar por culo, dando un puñetazo a la camilla, alzando la voz e incluso intentando levantarme, pero no pudiendo. Malditas drogas, malditas piernas, malditos sean todos. Me dejo caer de nuevo sobre la almohada, quedando tumbado hacia arriba y tapándome la cara para que no se me viera, gritando dentro del espacio que quedaba debajo las palmas. -Mierda, pero ¿qué hice?, ¿¡pero qué hice!?- Niego sin quitarme las manos de encima, sintiéndome cómo me vuelvo a romper en mil añicos de nuevo.
El espectáculo tiene que ser casi lamentable, no puedo mantener la entereza, me derrumbo y la máquina pita y me crispa los nervios, porque la muy hija de puta está delatando mi estado emocional a pesar de que no quiero que nadie lo vea u oiga -Por favor, largaos de aquí- Les ordeno a los presentes, a pesar de que no tengo ningún poder, cuando no puedo más y las lágrimas vuelven a brotar, sin poder pararlas, recorren la cara y se pierden en la tela de la camilla.
Como estaba alli de puto perchero lo pude presenciar todo.
La llegada masiva de heridos, el ajetreo, a la mujer que custodiaba yendose a ver a un soldado herido... Nathan, creia que se trataba de él.
A regañadientes, fui tras mi "custodiada". Hablaron, me importaba una mierda su sentimentalismo. El otro parecia hecho una mierda. Me inspiró algo de compasion, raro en mi sentir eso. Habia algo en su mirada que me resultaba familiar.
Entonces llegó el politico haciendo su trabajo. No hice muchos esfuerzos por disimularle una mueca de "eugh". La clase politica me caia mal, eran todos unos cobardes a mi entender. Traficantes y demas.
Pero fui entendiendo lo que le habia pasado a Nathan y que era lo que acababa de vivir. Lo conocia demasiado bien. Ahora sabia por qué en su mirada habia visto algo familiar. Su historia era tristemente parecida a la mia. Por mucho que intentó no quebrarse, lo hizo. Hice una mueca y miré a Eamon.
Sabía lo que venia ahora.
"otro más para el rebaño"
Nathan pidió que nos fueramos. Me cuadré ante él, le dediqué el saludo militar y me largué de aquella enfermeria, tal como habia pedido. Aquella orden tenia ahi mas validez de lo que Eamon pudiese contradecir ahi. A Leila...que la vigilase él si queria.
Al salir caminé por los pasillos hasta llegar a una zona mas tranquila, quedandome por alli no obstante.
La llegada masiva de heridos, el ajetreo, a la mujer que custodiaba yendose a ver a un soldado herido... Nathan, creia que se trataba de él.
A regañadientes, fui tras mi "custodiada". Hablaron, me importaba una mierda su sentimentalismo. El otro parecia hecho una mierda. Me inspiró algo de compasion, raro en mi sentir eso. Habia algo en su mirada que me resultaba familiar.
Entonces llegó el politico haciendo su trabajo. No hice muchos esfuerzos por disimularle una mueca de "eugh". La clase politica me caia mal, eran todos unos cobardes a mi entender. Traficantes y demas.
Pero fui entendiendo lo que le habia pasado a Nathan y que era lo que acababa de vivir. Lo conocia demasiado bien. Ahora sabia por qué en su mirada habia visto algo familiar. Su historia era tristemente parecida a la mia. Por mucho que intentó no quebrarse, lo hizo. Hice una mueca y miré a Eamon.
Sabía lo que venia ahora.
"otro más para el rebaño"
Nathan pidió que nos fueramos. Me cuadré ante él, le dediqué el saludo militar y me largué de aquella enfermeria, tal como habia pedido. Aquella orden tenia ahi mas validez de lo que Eamon pudiese contradecir ahi. A Leila...que la vigilase él si queria.
Al salir caminé por los pasillos hasta llegar a una zona mas tranquila, quedandome por alli no obstante.
Científico Alianza Humana
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Bando
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Edad
Nacionalidad
Los datos que tenemos sobre los prisioneros actuales nos llevan a tomar las medidas adecuadas con cada uno de ellos, por eso soy enviado hasta aquí por el departamento de Salud Pública, según órdenes de Wilhelm. En mi maletín llevo un par de inyecciones ya preparadas con poción matalobos mejorada, las cuales hemos podido obtener por tener aquí trabajando a un científico de sangre mágica. Tampoco es la primera vez que tenemos aquí bichos de estos que se transforman, así que estamos sobre aviso. Sería una imprudencia dejarlos campar a sus anchas cuando se acerca la luna llena, así que o bien se les pone en confinamiento solitario o se les administra una inyección para que no se transformen.
Asomo por la puerta de la enfermería militar, haciendo caso omiso de los heridos que han traído. Voy derecho a lo que voy, a localizar a la que debo administrar la poción. Saco la inyección ya preparada del maletín y me la escondo tras la espalda, acercándome un poco más a donde están Éamon, Nathan y Leila. - Saludos, señor O'Connell. El señor Wilhelm me ha enviado con carácter urgente.- dirijo una sonrisa siniestra a la mujer rubia, agarrándola por el brazo sin previo aviso para pincharle con la inyección y vaciar su contenido de una en su cuerpo - Ya sabe, hay que tomar precauciones. Nunca hay que dejar cabos sueltos. - después miro con asco al soldado que está herido, si se hubiese quedado en su casa no le habría pasado eso. - Administraré más drogas al resto de prisioneros. Si me disculpa...- me doy media vuelta para retirarme, dejando a Leila con la intriga de qué es lo que puedo haber inyectado en su cuerpo.
Asomo por la puerta de la enfermería militar, haciendo caso omiso de los heridos que han traído. Voy derecho a lo que voy, a localizar a la que debo administrar la poción. Saco la inyección ya preparada del maletín y me la escondo tras la espalda, acercándome un poco más a donde están Éamon, Nathan y Leila. - Saludos, señor O'Connell. El señor Wilhelm me ha enviado con carácter urgente.- dirijo una sonrisa siniestra a la mujer rubia, agarrándola por el brazo sin previo aviso para pincharle con la inyección y vaciar su contenido de una en su cuerpo - Ya sabe, hay que tomar precauciones. Nunca hay que dejar cabos sueltos. - después miro con asco al soldado que está herido, si se hubiese quedado en su casa no le habría pasado eso. - Administraré más drogas al resto de prisioneros. Si me disculpa...- me doy media vuelta para retirarme, dejando a Leila con la intriga de qué es lo que puedo haber inyectado en su cuerpo.
Percibí de reojo más movimiento en la enfermería, pero dí por hecho que eran familiares de las víctimas, además yo mantenía mi concentración en Nathan el cual preguntaba por mi “ascenso”.
-Yo…- Con cada pregunta suya mis cejas se juntaban más y más en una expresión de duda y angustia. Había aceptado para salvar mi vida, todo lo que había permitido lo había hecho para salvar mi vida. -Yo solo intento sobrevivir, o mejor aún; vivir, pero eso es una utopía estos días.- Dije mirando alrededor a todos los heridos. -Yo no soy como tú, aunque haya tratado de intentarlo, simplemente no lo soy. Nunca tuve la oportunidad de pensar en otra cosa que no sea sobrevivir y, hasta ahora, lo he hecho bastante bien así que confía en mí, no tengo idea de lo que hago pero necesito que confíes en mí.- Mantuve la mirada baja pero serena, cuando compartió su opinión acerca de los ministros no me atreví ni a sonreír, quizás había cámaras, además el ejecutor me estaba vigilando. En eso el monitor de los latidos del corazón hace los sonidos de el desbocado corazón de Nathan. Me giré para ver el monitor al mismo tiempo que él. Fue impresionante como de un momento a otro todos sus signos vitales se descontrolaron. Me arrepentí de preguntar al instante.
-Oye Nathan ¡Ya!¡Olvidalo! No me interesa saber, vamos ya no pienses en eso, te hace mal.- Pero seguía agitado incluso volvió a los balbuceos, algo sobre que era su culpa. En ese momento una voz me heló en mi lugar, el desgraciado se había acercado como un puto camaleón camuflándose y aprovechando que estaba concentrada en Nathan “¿Tenía permitido alejarme de mi camilla?¿Podía hablar con los que se encontraban en la enfermería? Ay por favor que no este enojado por favor que no este enojado por favor que no este enojado…” Era mi mantra mientras me mantenía quieta con la mirada perdida, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y la mandíbula apretada por los nervios. Apreté tanto que creí romperme un diente, ahí estaba otra vez; la fuerza que me daba la luna llena ¿Cuanto tiempo estuve en aquella habitación? Mis cálculos decían que alrededor de un mes. Un mes, las esperanzas de ser rescatada por segunda vez salieron por la puerta de la enfermería, tan tranquilas ellas. De a poco fui volviendo en mí porque Éamon se escuchaba… extraño, no enojado pero sí extraño y empezó a soltar datos: Nathan había perdido a su familia a manos de los Blood Keepers, estuvo en un lugar donde no había soldados y había sido despedido seguro que por ir a la manifestación. Éamon me miraba directamente, yo lo ignoraba manteniendo la mirada en Nathan que me apretaba la mano como una embarazada dando a luz y se agitaba a niveles nada saludables mientras la máquina indicaba su cada vez más acelerado pulso. Su deseo de cortarle el cuello a todos los que mandaron el mensaje en televisión me hizo contraer el rostro por el llanto contenido. Me sentí tan culpable, sentí que yo mate a su familia. Me obligó a soltarlo, se puso a gritar, a tratar de incorporarse mientras yo volvía con la cabizbaja y triste expresión, tragándome el nudo en la garganta para no llorar, mientras él se quebraba. Al final pidió que nos fuéramos, yo estaba sin saber qué decir, me encontraba taciturna, inmóvil cuando Éamon continuó hablando de esa forma tan anestésica e hipnótica. “Si, vengarlos a todos ellos.” Una disculpa valía muy poco en este momento. Dirigí una mirada ausente a Éamon cuando me nombró. “Si, un arma me vendría bien.” Volví a mirar a Nathan, me acerqué a él y camuflado de un silencioso beso en la mejilla le susurre al oído:
-Esta no es la despedida.- Luego me aleje de él y miré a Éamon directamente, pero un científico estaba dirigiéndose a él mientras escondía una mano tras la espalda. La siniestra mirada que me mandó me hizo fruncir el ceño, confundida y el resto no lo ví venir, me inyectó algo mientras gritaba por la sorpresa y por la molestia de la inyección. Cuando me soltó presioné la zona donde había sido el pinchazo.
-Estos médicos no me hacen sentir para nada segura.- Le dije a Éamon para luego caminar hacia la salida no sin antes hacer que mi hombro lo golpeé para quitarlo de mi camino.
-Yo…- Con cada pregunta suya mis cejas se juntaban más y más en una expresión de duda y angustia. Había aceptado para salvar mi vida, todo lo que había permitido lo había hecho para salvar mi vida. -Yo solo intento sobrevivir, o mejor aún; vivir, pero eso es una utopía estos días.- Dije mirando alrededor a todos los heridos. -Yo no soy como tú, aunque haya tratado de intentarlo, simplemente no lo soy. Nunca tuve la oportunidad de pensar en otra cosa que no sea sobrevivir y, hasta ahora, lo he hecho bastante bien así que confía en mí, no tengo idea de lo que hago pero necesito que confíes en mí.- Mantuve la mirada baja pero serena, cuando compartió su opinión acerca de los ministros no me atreví ni a sonreír, quizás había cámaras, además el ejecutor me estaba vigilando. En eso el monitor de los latidos del corazón hace los sonidos de el desbocado corazón de Nathan. Me giré para ver el monitor al mismo tiempo que él. Fue impresionante como de un momento a otro todos sus signos vitales se descontrolaron. Me arrepentí de preguntar al instante.
-Oye Nathan ¡Ya!¡Olvidalo! No me interesa saber, vamos ya no pienses en eso, te hace mal.- Pero seguía agitado incluso volvió a los balbuceos, algo sobre que era su culpa. En ese momento una voz me heló en mi lugar, el desgraciado se había acercado como un puto camaleón camuflándose y aprovechando que estaba concentrada en Nathan “¿Tenía permitido alejarme de mi camilla?¿Podía hablar con los que se encontraban en la enfermería? Ay por favor que no este enojado por favor que no este enojado por favor que no este enojado…” Era mi mantra mientras me mantenía quieta con la mirada perdida, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y la mandíbula apretada por los nervios. Apreté tanto que creí romperme un diente, ahí estaba otra vez; la fuerza que me daba la luna llena ¿Cuanto tiempo estuve en aquella habitación? Mis cálculos decían que alrededor de un mes. Un mes, las esperanzas de ser rescatada por segunda vez salieron por la puerta de la enfermería, tan tranquilas ellas. De a poco fui volviendo en mí porque Éamon se escuchaba… extraño, no enojado pero sí extraño y empezó a soltar datos: Nathan había perdido a su familia a manos de los Blood Keepers, estuvo en un lugar donde no había soldados y había sido despedido seguro que por ir a la manifestación. Éamon me miraba directamente, yo lo ignoraba manteniendo la mirada en Nathan que me apretaba la mano como una embarazada dando a luz y se agitaba a niveles nada saludables mientras la máquina indicaba su cada vez más acelerado pulso. Su deseo de cortarle el cuello a todos los que mandaron el mensaje en televisión me hizo contraer el rostro por el llanto contenido. Me sentí tan culpable, sentí que yo mate a su familia. Me obligó a soltarlo, se puso a gritar, a tratar de incorporarse mientras yo volvía con la cabizbaja y triste expresión, tragándome el nudo en la garganta para no llorar, mientras él se quebraba. Al final pidió que nos fuéramos, yo estaba sin saber qué decir, me encontraba taciturna, inmóvil cuando Éamon continuó hablando de esa forma tan anestésica e hipnótica. “Si, vengarlos a todos ellos.” Una disculpa valía muy poco en este momento. Dirigí una mirada ausente a Éamon cuando me nombró. “Si, un arma me vendría bien.” Volví a mirar a Nathan, me acerqué a él y camuflado de un silencioso beso en la mejilla le susurre al oído:
-Esta no es la despedida.- Luego me aleje de él y miré a Éamon directamente, pero un científico estaba dirigiéndose a él mientras escondía una mano tras la espalda. La siniestra mirada que me mandó me hizo fruncir el ceño, confundida y el resto no lo ví venir, me inyectó algo mientras gritaba por la sorpresa y por la molestia de la inyección. Cuando me soltó presioné la zona donde había sido el pinchazo.
-Estos médicos no me hacen sentir para nada segura.- Le dije a Éamon para luego caminar hacia la salida no sin antes hacer que mi hombro lo golpeé para quitarlo de mi camino.
Éamon O'Connell
Raza
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puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Nuestra drástica acción ha funcionado a la perfección con Nathan, hemos conseguido romper por completo a este pobre diablo, que ahora se lamenta por lo que ha perdido. En el fondo lleva razón, ha sido culpa suya. Si hubiese permanecido fiel nada hubiese pasado. - Esos magos tienen la culpa. Ahora ya sabes lo que tienes que hacer. - susurro cerca de Nathan, negando después con la cabeza, con fingida lástima. - Claro que...ahora estás mentalmente muy inestable. El único camino es pertenecer al cuerpo de ejecutores. Cuando te recuperes comenzará tu adiestramiento, y podrás hacer pagar a esos magos por todo el sufrimiento que te han causado. - me separo de él en cuanto se vuelve más loco todavía, mirándolo con cierta expresión de desagrado. Hago un gesto a los médicos para que lo mantengan sedado por ahora, para que no sea un tío coñazo traumatizado gritando y diciendo cosas como que nos larguemos. Que seas un pirado no te exime de tener respeto por tus superiores.
- Cállese de una vez, York. Y compórtese con respeto ante el Ministro de la Paz. Se le ha otorgado la indulgencia de poder seguir en el ejército, no desperdicie esa oportunidad. -
Espeto con severidad al soldado, alejándome de él unos cuantos pasos más. Doy el visto bueno a las acciones del silencioso científico que llega para pinchar a Leila, suponiendo que debe de ser esa inyección para que no nos de problemas. Con tanto trabajo a punto a estado de pasarse por alto el peligroso momento de luna llena. La rubia no me hace apenas caso, permaneciendo pendiente de Nathan en todo momento. Creo que ya me queda más claro el tipo de relación que tenían, y es algo que también podemos aprovechar de ahora en adelante. Agarro a Leila por el brazo para dirigirme con ella a la salida de la enfermería, soltando una risa irónica cuando dice que los médicos no la hacen sentir segura.
- Aquí nada está pensado para que tú te sientas segura, recuérdalo. Recuerda lo que pasó en ese cuarto...que parece que se te está olvidando. - susurro lo último cerca de su oído, de manera fría y cruel, sacándola después de la enfermería.
- Cállese de una vez, York. Y compórtese con respeto ante el Ministro de la Paz. Se le ha otorgado la indulgencia de poder seguir en el ejército, no desperdicie esa oportunidad. -
Espeto con severidad al soldado, alejándome de él unos cuantos pasos más. Doy el visto bueno a las acciones del silencioso científico que llega para pinchar a Leila, suponiendo que debe de ser esa inyección para que no nos de problemas. Con tanto trabajo a punto a estado de pasarse por alto el peligroso momento de luna llena. La rubia no me hace apenas caso, permaneciendo pendiente de Nathan en todo momento. Creo que ya me queda más claro el tipo de relación que tenían, y es algo que también podemos aprovechar de ahora en adelante. Agarro a Leila por el brazo para dirigirme con ella a la salida de la enfermería, soltando una risa irónica cuando dice que los médicos no la hacen sentir segura.
- Aquí nada está pensado para que tú te sientas segura, recuérdalo. Recuerda lo que pasó en ese cuarto...que parece que se te está olvidando. - susurro lo último cerca de su oído, de manera fría y cruel, sacándola después de la enfermería.
Todo esto ocurre antes de que me dé el chungo "Ya, pero los de arriba te van a obligar a disparar a esos que tú momento llamaste amigos" Voy a responderle sobre la insensatez de su idea, de que antes o después va a tener que enfrentarse a esas decisiones y la dualidad de sobrevivir o no hacerlo igual no tiene sentido cuando los que tienen que sobrevivir son otros a los que se siente claramente apegados. -Confiaré en ti, pero por lo que más quieras, ten cuidado, en especial con tus decisiones-
Y se inicia otra vez una de esas crisis nerviosa cuando me pregunta por lo que ocurrió. Ya se encarga Éamon de dar todo lujo de explicaciones, mientras yo me dedico a recordar y regocijarme en mi propia miseria ante la pérdida de los seres queridos. La respiración es fuerte y pesada, rozando la hiperventilación, mientras que mi gesto se arquea con un gesto de asco cuando el ministro me dice que me comporte. Aprieto la mandíbula desafiándole con la mirada, si pudiera matarle ahora mismo, lo haría con mis propias manos. Sin embargo Leila hace un movimiento que no me espero, y se despide de mí con un beso que me deja fuera de lugar, sacándome de esa espiral de autodestrucción y furia descontrolada.
Arqueo la ceja sin entender muy bien qué acaba de pasar, pero en efecto me siento mucho más tranquilo. Sigo a la chica con la mirada para luego volver al ministro, cambiando claramente el gesto a algo más sombrío y les veo irse a los dos, hablando algo que no logro a escuchar cuando se van. Y de la nada aparece una enfermera que me vuelve a sedar, supongo que no quieren otra vez alguna de esas crisis de ansiedad en su enfermería, y más si, según parece, hay una incursión en el recinto. ¿Los amiguitos de Leila vienen a sacarla de allí? ¿Podrá ella mantenerse fuerte en esa tierra de nadie en la que quiere sobrevivir siguiendo al mismísimo demonio y ayudando a sus amigos? Lo va a tener complicado.... mucho.
Y plácidamente caigo en un sueño donde la sangre y los asesinatos nublan y perturban mi descanso.
Y se inicia otra vez una de esas crisis nerviosa cuando me pregunta por lo que ocurrió. Ya se encarga Éamon de dar todo lujo de explicaciones, mientras yo me dedico a recordar y regocijarme en mi propia miseria ante la pérdida de los seres queridos. La respiración es fuerte y pesada, rozando la hiperventilación, mientras que mi gesto se arquea con un gesto de asco cuando el ministro me dice que me comporte. Aprieto la mandíbula desafiándole con la mirada, si pudiera matarle ahora mismo, lo haría con mis propias manos. Sin embargo Leila hace un movimiento que no me espero, y se despide de mí con un beso que me deja fuera de lugar, sacándome de esa espiral de autodestrucción y furia descontrolada.
Arqueo la ceja sin entender muy bien qué acaba de pasar, pero en efecto me siento mucho más tranquilo. Sigo a la chica con la mirada para luego volver al ministro, cambiando claramente el gesto a algo más sombrío y les veo irse a los dos, hablando algo que no logro a escuchar cuando se van. Y de la nada aparece una enfermera que me vuelve a sedar, supongo que no quieren otra vez alguna de esas crisis de ansiedad en su enfermería, y más si, según parece, hay una incursión en el recinto. ¿Los amiguitos de Leila vienen a sacarla de allí? ¿Podrá ella mantenerse fuerte en esa tierra de nadie en la que quiere sobrevivir siguiendo al mismísimo demonio y ayudando a sus amigos? Lo va a tener complicado.... mucho.
Y plácidamente caigo en un sueño donde la sangre y los asesinatos nublan y perturban mi descanso.
El viaje hasta la enfermería le resultó dificultoso porque sus extremidades perdían el control, pero logró llegar. Sus cálculos habían concluído en que sería más productivo un centinela que él ya que se encontraba al 15% de sus capacidades y descendiendo por la pérdida de líquido hidráulico y si los científicos eran eficientes y hacían buen tiempo en repararlo podría reingresar a la batalla. En cuanto un par de científicos se le aproximaron no necesitaron ni abrirlo para averiguar sus daños ya que 3a compartió el informe en voz alta.
-Daños graves en el sensor visual con secuelas en la CPU y abertura en el tórax produciendo la pérdida de líquido hidráulico.- Los científicos asintieron y comenzaron a desarmar las zonas dañadas del androide para reemplazar la maquinaria estropeada con una nueva.
PS= 55 - 20 de sangrado (pérdida de aceite) brutal por heridas= 35
-Daños graves en el sensor visual con secuelas en la CPU y abertura en el tórax produciendo la pérdida de líquido hidráulico.- Los científicos asintieron y comenzaron a desarmar las zonas dañadas del androide para reemplazar la maquinaria estropeada con una nueva.
PS= 55 - 20 de sangrado (pérdida de aceite) brutal por heridas= 35
Los científicos sabían más teoría que práctica, pero se las pudieron apañar para emparchar el problema del descontrol de sus extremidades, aunque seguía con problemas en el sensor visual el cual no necesitaba con prontitud porque, para capturar seres mágicos, el sensor de magia servía. La abertura del tórax tampoco era algo urgente, así que los científicos hicieron bien en concentrarse también en la pérdida de líquido hidráulico aunque ninguna solución definitiva, ya que el mecánico especializado no había llegado y 3a tenía informes de que los prisioneros estaban concretando su huída. Los científicos lo dejaron ir para que intente no fallar en su directiva.
Sale con 75 PS :S
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El androide llegó a la enfermería mientras continuaba haciendo el completo y detallado informe que presentaría ante sus superiores. Había llegado el mecánico especializado así que se encargó a éste para sacar los parches que le habían puesto para hacer rápido y dejarlo ir a la batalla para recuperar a los prisioneros, pero había fallado. Aceptaría lo que sus superiores dicten para hacer a continuación ciegamente ya que había fallado. Su creación fue ardua y costosa, debía hacer rendir el dinero que había costado, de una u otra forma.
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