Enfermería [Base militar Alianza Humana]

Antes de que todo se volviera negro, ver a Mónica tiroteada de ese modo, inerte en el suelo, junto a mí, sangrando profusamente, fue impactante. Apenas si nos conocíamos, pero esos desgraciados la habían masacrado solamente por lo que era. No una Mercenaria, si no por ser bruja. Y eso era horrible. Tal como estaban las cosas, en vez de unirnos todos contra el enemigo común, seguíamos con las chorradas de odiar a los demás por lo que eran.

Traté de hacer algo, no sabía qué, exactamente, porque en su estado, estaba prácticamente muerta. Yo también había recibido varios impactos más, y si moría aquí, no me importaría. Había vivido con tiempo prestado durante estos dos últimos años, en realidad. Solo me dolía el no poder vengarla.

Apenas si fui consciente de cómo nos llevaron a rastras a otro lugar. Luché todo lo que pude con la perdida de sangre, insultándoles a duras penas con un hilo de voz, hasta que ya no fui consciente de nada más.

Cuando volví a abrir los ojos, oí varios sonidos, pertenecientes a maquinaria médica, que debía estar controlando nuestras constantes. Estaba rodeado de un entorno tan antiséptico como los que me estaban tratando las heridas. Al principio, no entendí por qué lo hacían. Se suponía que sus intenciones habrían sido tirarnos a algún agujero y dejarnos morir allí sin más. Pregunté por Mónica, pero no obtuve respuesta. La busqué con la mirada, consiguiendo verla a cierta distancia de mí. Su estado parecía ser crítico, pero no corrían ni parecían estar preocupados. Aunque bueno, después de todo, para ellos éramos criminales, y por lo que veía, sus prisioneros, al intentar levantar mi mano derecha, y descubrir que estaba esposado.

Pasó un tiempo indefinido, durante el cual fue recuperándome lentamente, mientras Mónica seguía luchando por su vida. En un momento dado, entró un tío, con un bebé a la espalda, cosa que me extrañó enormemente, y sin saber si realmente lo que había visto era verdad, lo achaqué a lo que fuera que estaban metiéndome en vena, y preferí seguir guardando silencio, solo por ahora, por precaución. Aunque por su forma de comportarse, parecía un mandamás. Entonces, Rena volvió a mi memoria. El androide que nos había recibido en un primer momento había recibido grandes daños por parte de Mónica, y aunque seguramente no habría sido nada serio, seguramente la habríamos metido en un buen lio. La verdad era que, aunque parecía algo de lo mas ilógico, sentir preocupación por una máquina, para mí no lo era.

Esperando a que alguien se dignara por fin a hablar con nosotros, traté de llegar hasta Mónica, aunque fuera en su subconsciente.

-Aguanta, compi, te debo unas cuantas cervezas bien frías.

Aunque aun estaba dolorido, las curas que nos estaban aplicando eran bastante efectivas, pero aguanté las punzadas de dolor al inclinarme todo lo posible hacia ella desde mi camilla, esperando que pudiera escucharme de algún modo.

El tío de antes volvió a los pocos minutos a la enfermería. Se dedicó a cambiar al bebé con tan poco acierto que parecía como si estuviera amartillando un arma. Atravesó la enfermería directamente hacia mí, como un elefante en una cacharrería, y mientras me escudriñaba como si fuera a leer en el interior de mi alma, le miré fijamente, desafiante. Estaba dolorido, cabreado y preocupado por Mónica, como para ser amable. Y él tampoco ayudó, hablándome con malos humos.

-Seguro que ya sabes quién soy, pero te daré el gustazo. Fui el Sargento Barnes, para mi desgracia. Bucky, para los amigos. Para ti, con Tú ya me vale.

Se puso aun mas en plan amenazador, acercándose aún más a mí, pero yo no podía evitar fijarme en el bebé que tenia en su espalda. Hacia mucho que no veía uno, la verdad. Mi trabajo actual no es de los que te hacen mezclarte con ellos habitualmente. Además, yo no era ningún chivato. Mónica estaba inconsciente, y aunque no fuera así, no le echaría las culpas descaradamente.

-¿En resumidas palabras? Lo poco que aún queda en pie está a punto de irse a la mierda, había prisa por intentar avisaros y que movierais el culo para hacer algo a derechas, por esta vez.

Se lo solté clavando mi acerada mirada azul en él con dureza, hablándole del mismo modo. Me incorporé cuanto pude sin abrirme las heridas de nuevo, tirando de las esposas. Me contuve por no romper las que me ataban a la cama con mi brazo izquierdo y liarla a base de bien, por el bien de Mónica. Estaba grave, y necesitaba que siguieran asistiéndola. Trató de seguir sacándome información, pero yo ya estaba perdiendo la poca paciencia que me quedaba, que, por lo general, era mucha.

-Eso pregúntaselo a tus hombres, la acribillaron sin miramientos, cuando ya nos estábamos rindiendo. Sois unos cobardes.

Se lo solté con toda la mala idea que tenia acumulada, volviendo a acomodarme contra la camilla con cuidado, el dolor estaba aumentando al subirme la mala leche. El bebé seguía haciendo monerías en su espalda, y tratando de relajarme un poco, y el ambiente, de paso, dije lo siguiente con tono más tranquilo.

-Muy guapo, por cierto. Sin duda, ha salido a su madre.

Torcí el gesto en un intento de sonrisa, pero era demasiado pronto para que todo el mal rollo que llevaba encima desapareciera, por lo que quedó en una mueca bastante ajena a lo que pretendía realmente.

Su nombre no me sonaba, la verdad, quizá, como dijo momentos antes, servimos en escuadrones distintos. Y al parecer, le molestó que le trajéramos información mucho mas útil. Como si ellos lo fueran. Ya antes de ser dado por muerto, las cosas no iban bien en la Alianza. Demasiada burocracia y decisiones mal tomadas.

Y como en realidad, tenia razón al llamarnos gilipollas por como la habíamos liado, no contesté a sus provocaciones. Y que mencionara que haría que me quitaran el brazo si daba problemas, terminó por hacerme frenar bastante. Amenazar con quitarle la prótesis a un amputado no era agradable. Ahora me caía aun peor. Pero debía mantener la compostura y no perder los nervios. Pero no estaba yendo por buen camino, porque al parecer, que mencionara a la madre de la criatura le molestó, por lo que intenté cambiar de tema.

-¿Se pondrá bien? Intenté cubrirla, pero la cosa se torció demasiado rápido.

Ahora mismo, solo me preocupaba saber si Mónica saldría de esta. No era la primera vez que estaba metido en líos así.

-Ella mencionó a la secta a las afuera de la ciudad, esos pirados que adoran a S.A.M-9917. Ambos hemos podido comprobar que están a punto de convertir ideas muy peligrosas en realidad. Ya sabes, masacres, atentados terroristas varios… Yo tenía planeado intentar pasearme por allí y ver si conseguía fechas y lugares, pero en fin…

Moví las manos en señal de frustración, estaba herido, esposado y prisionero de aquellos a los que hace ya un tiempo, incluso había llegado a llamar hermanos.

Le miré bastante aliviado cuando dijo que Mónica se pondría bien. Pero cuando empezó a soltar todo eso sobre la secta, rodé los ojos, molesto. Claro que no podíamos ir contra civiles que no habían hecho nada… aun. Pero esa gente se estaba radicalizando muy deprisa. Y que me espetara que fuera a por los Reales, le miré con una mueca, contestando con sarcasmo.

-Si, claro, yo encajaría perfectamente entre esos ricachones con palo metido en el culo…

Su respuesta fue dejarme claro que eso no sucedería en breve, y le fulminé con la mirada. Yo aquí no pintaba nada, excepto por querer acusarme de delitos varios por lo ocurrido, y meterme entre rejas por a saber cuánto tiempo, cosa que no iba a permitir. Eso me molestó, más que nada, porque no estaba cómodo entre ellos. Los recuerdos de lo que pasó aquel día seguían persiguiéndome, y era como si mis pesadillas se hicieran realidad. Solo que él interpretó mi angustia por otra cosa, y se puso receloso, de nuevo.

Empezó a ponerse paranoico otra vez, acusándome de ser un espía o algo así, a lo que suspiré molesto, mientras su bebé empezaba a reclamar atenciones, cada vez con más ganas.

-Soy Mercenario, como ella. La conocí en la puerta de entrada, y ambos queríamos avisaros de lo que se nos venía encima. Bueno, ella, yo tenía ordenes de sacaros alguna información útil. Preguntó directamente por ti, pero el androide que nos atendió primero estaba ejecutando su programación, la cosa se alargaba, y bueno… aquí estamos.

Que me llamara desertor me la sudaba, según él, como yo sospechaba, estaba muerto para ellos, como la Alianza para mí, en todos los sentidos. Fui sincero con él porque no tenía nada que esconder. Y que él siguiera picándome con lo miserable vida que había llevado tras “desertar” era algo que iba a devolverle a mi estilo.

-No hui, me perdisteis por dejarme morir desangrado en el campo de batalla. Perdí a muchos amigos y compañeros ese día. Y mi culo y yo nos las hemos apañado muy bien, que conste. De hecho… a ti también te iría genial ahí fuera, debo admitir que es de lo más apetecible…

Empecé con tono quejoso, maldiciéndoles internamente, pero poco a poco fui relajando el tono, mirándole con una sonrisa pícara, intentando volver a mirarle el culo, aunque desde este ángulo, lo tenia difícil. Pero ya se lo había visto antes, y la verdad, no estaba mal. Le mandé un beso provocador, sin dejar de mirarle con malicia.

Cuando me dijo que podían “enseñarme” a comportarme en público de ara a los ricachones, le enseñé un dedo en plan “que te den”, acompañándolo con una sonrisa cínica. Pese a que era un capullo, en el fondo, ese tío me caía bien. Cuando empezó a enumerar las cosas por las que me habría encantado sacarles información, fui poniendo cara de: sorprendido, como si eso fuera completamente mentira, cuando fue enumerando cosas de mayor valor, fui asintiendo en silencio con malicia, como si me hubiera encantado poder conseguir dicho provecho, deseando seguir provocándole.

Cosa que no debería seguir haciendo, pero, si, de todos modos, iba a acabar en una celda, que mejor que llevándome conmigo estos momentos. Infiltrarse entre esos ricachones no era tarea fácil, si es que llegaban a pagarme por prestarles dichos servicios. Pero… ya estaba dándole vueltas en mi cabeza a posibles estrategias, no podía evitarlo. Era algo muy jugoso, y yo adoraba los retos.

Como era de esperar, mi amarga experiencia pasada le importó un pimiento, pero me extrañó sobremanera que él mismo también hubiera dejado la antigua Alianza y hubiera vuelto de nuevo. Si quería tratar de cambiar costumbres tan arraigadas contra la magia, lo tenia muy crudo, pero por ahora, me lo callé, sonriendo ampliamente con picardía cuando dijo que “se mira, pero no se toca”, cuando piropeé su culo.

-Bueno… eso no es estrictamente un no…

Lo dije ampliando mi sonrisa aún más, mirándole con ganas de seguir picándole con ese tema, pero entró mas gente. Un tío que tenia muy mala cara, como si le hubieran dado una buena paliza, me insultó, le miré con ganas de arrancarle la cabeza y se fue a conversar con Thalos “el simpático”. Al menos, la chica que vino tras el otro tío, fue más simpática. Y era realmente preciosa. Me la quedé mirando como un tonto, respondiéndole con una sincera sonrisa, esta vez.

-Soy Bucky… es todo un placer.

Se marchó para seguir sanando a Mónica, osa que me relajó bastante. Al menos, ella sí parecía saber lo que estaba haciendo. Y mientras todos estaban distraídos, y yo ya no era objeto de la atención de nadie, hice un poco de fuerza con mi brazo cibernético, lo justo para quebrar las esposas, provocando una grieta que oculté contra las sábanas. No me fiaba un pelo de ninguno de ellos, y si tenia que ser rápido si las cosas se ponían feas para mí, no tendría más que tirar levemente y podrías soltarme con rapidez de la otra mano. Lo único inevitable era que el brazo hiciera un leve sonido robótico al hacer fuerza, pero esperaba que los pitidos de las máquinas de la enfermería lo hubieran tapado de sobras.

Cuando vi a Mónica despierta, y, aunque aún débil y dolorida, a salvo, respiré mas tranquilo. Rápidamente intentó razonar con Culo Bonito, al que parecía conocer bastante, y yo me dediqué a no perderme ni coma mientras se distraían con ella, dándole vueltas a estrategias rápidas que pudieran servirnos a ambos por si debíamos intentar salir de aquí por las malas. Mónica se disculpó conmigo entonces, y la miré con una leve sonrisa, quitándole gravedad con un gesto de la mano.

-No pasa nada, tranquila. Yo también soy culpable de lo que pasó.

Debí haberlo parado, intentar razonar con ella, pero me dejé llevar por la emoción, sin imaginar que las cosas pudieran acabar con ambos en la enfermería, tiroteados en plan pelotón de fusilamiento. Mónica siguió tratando de hacerles entrar en razón, pero el tal Thalos no estaba por la labor. Nos metió tres días de calabozo, a lo que respondí con un resoplido. Al menos, le quitó las esposas a Mónica. A mí, sinceramente, seguir esposado o no, me daba igual. Podría soltarme solito si quisiera, pero por ahora, no lo haría. Es más, cuando oí que pretendía contratarme, le miré mas que sorprendido. Y receloso.

-Sinceramente, no sé si sentirme halagado o hacer gala de mis “malos modales” y partiros la cara.

Lo dije entre dientes, mirándolos con mala idea, con ganas de cumplir mi amenaza de inmediato, pero por suerte para todos; puse toda mi atención al gesto amable de la chica que había entrado para curar a Mónica, y había sido tan maja, devolviéndole la sonrisa, olvidando momentáneamente lo de acabar en una celda… y la forma tan borde con la que me estaban tratando esos dos. Y cuando me defendió, le sonreí aun más, mirando al resto con la cabeza bien alta, mostrándoles mi dedo otra vez en plan: “que os den”

Y aunque me hubiera encantado que esa dulce jovencita me siguiera prestando atención, se encargó de atender al que parecía estar a punto de morir abrasado de combustión espontanea de la fiebre que su rostro, y su lenguaje corporal, estaban evidenciando desde que entró.

-¿Acabamos ya con esto? Tengo cosas que hacer, pero me comeré los tres días de calabozo sin daros problemas, me explicas eso por lo que quieres contratarme, me enseñas tooodos los modales que te dé la gana y todos contentos, ¿ de acuerdo? Dejadla ir, creo que ya ha pagado bastante por lo que ha pasado, casi la palma, hombre…

Usé un tono de voz relajado, tratando de no ser tan capullo como ellos, y de paso, demostrarles que modales no me faltaban. Tenía muchas cosas de las que informar al líder de mi clan, estaba harto de trabajar para ellos, quería independencia… y con lo que había descubierto aquí, y con el trabajito que me pidieran hacer para ellos, seguramente podría zanjar por fin mi deuda por completo y trabajar por mi cuenta de una maldita vez. Pero debía ser paciente, y esperar esos tres jodidos días. Y, si de paso, podía ahorrárselos a Mónica, por qué no. Me caía bien.