Salón de Cónclave

-Está realizando un exorcismo- Explicó Catherine a Altair mientras alzaba una ceja ante su toalla. Pero asumiendo que también hubiese ido de misión como Sean y Lucio… Pues… Lo permitía. No era la primera vez y Catherine había dejado de ser la inocente muchachita ajena a temas… ¿Físicos? Así que simplemente lo ignoró -De acuerdo- Indicó y cerró los ojos para concentrarse. Envió la información hacia Mei, Markus y los descendientes faltantes incluida Bellatrix -al menos hasta que llegó-.

Tras ello escuchó el intercambio de palabras de Altair  y Sean con el ceño levemente fruncido. Había pasado por alto una vez más su ceguera y se disculpó por ello mentalmente para luego compartir la imagen que Johan estaba dándole. Tras ello la pregunta del mapa la pilló desprevenida así que, por si acaso, le preguntó a Johan si tenía alguna información más. -Estoy de acuerdo con Sean. Pero concuerdo en que no necesitamos sólo que se trabaje su conducta. La isla para su mantenimiento necesita mucho trabajo en diferentes zonas. Podríamos realizar un censo y adecuar el trabajo para cada persona y que así la isla crezca pero de forma correcta- Expresó su opinión para luego oír el tema de hacer una nueva reunión con los Renegados -Y la Brigada de las Mil Grullas- Agregó frunciendo suavemente el ceño. Le molestó que pasaran por arriba a Lykaios pero no lo expresó, no añadiría nada en especial. Durante un momento desconectó sus mentes de todos y se enfocó en Azahar para saber si había novedades y luego intentó volver a contactar con Desmond y con Lykaios. No lo consiguió.

-Sayid, si me lo muestras creo que podré ser capaz de reproducirlo. No obstante, trabajar con los ministros en los calabozos y esta mujer creo que es el paso más prudente. Necesitamos saber cómo entrar, cómo salir pero sobretodo cómo destruirla - Frustrada volvió su vista hacia Matvey y Altair que secundaban aquello y asintió – Concuerdo- Pero luego un comentario la pilló fatal. Catherine desvió su fría mirada hacia Bellatriz cuando soltó aquello de “Idearemos un plan para que los renegados se ocupen de llevarla a cabo con éxito”. Ya lo anterior le había caído fatal. Ellos eran la esperanza de la sociedad mágica. Era SU TRABAJO. Creyó que a Altair le dio también rintintin y ladeó la cabeza -¿Temes ensuciarte las manos o perder tu vida por el futuro de la sociedad mágica, Bellatrix? Altair literalmente está contando con tus portales como vía de escape. No te daba por cobarde. Utilizar a los Renegados como tu arma te da aires dictatoriales. Das por sentado que ellos harán lo que el Cónclave les diga. Estás equivocada, no son nuestra arma, no son nuestro ejército, no son nuestros peones.  Son nuestros aliados y tienen voluntad propia- Volvió sus ojos hacia Altair haciendo un gesto de desprecio hacia la loca, evidentemente, iba a retirarle el permiso a Desmond. No pensaba tenerla como cuñada -Altair, De Molay debe estar encerrado en su propia dimensión, allí el tiempo pasa más lento. Y si no conoces la dimensión no puedes acceder a ella. Fui allí inconsciente. Es complicado ¿Tú sabes cómo viajar a dimensiones desconocidas?- Suspiró y tensó los labios suavemente para luego agregar. No preguntó con rintintin sino un tono neutral --Yo voy contigo y estoy segura de que mi esposo, si se sobrepone a los daños de esta misión, también. Entiendo también que hubo una severa falta de sanadores, Lucio no da abasto para sanar al Consejo y a todos los grupos. Necesitamos más sanadores dispuestos a asistir- Se apartó el cabello de la cara con un gesto lento -Enviaré un mensaje al líder de los Renegados para que reúna a su gente, a Lykaios, líder de la Brigada de las Mil Grullas. Y…supongo que alguien tiene que traer a los humanos y a la señorita de la que habló Sayid. Contactaré con el Capitán de la Guardia. En este punto cualquier ayuda es buena ¿Los Clanes se unirán?- Inquirió hacia el licántropo y frunció suavemente el ceño -¿Nos movemos hacia la Sala de Reuniones o permanecemos aquí?- No siempre se permitía la entrada de extraños al Salón del Cónclave. Por no decir "nunca". Pero no estaba de más preguntar antes de enviar los mensajes.

- no, es mucho más que el chip. La pila cervical es muy compleja, ya no solo es que su extracción sea peligrosa por su localización, si no que por lo visto, es una especie de back- up de los recuerdos de la persona. Apagarla o extraerla sería como...puf, apagar su alma. Sus recuerdos. Y sin embargo, frente a esa pila... El cuerpo físico parece haber perdido importancia. Trascender. Por eso la i.a lo estaba llamando así todo el rato. Debemos...

Estreché los ojos cayendo en algo, mientras le explicaba a Catherine.

-... Debemos contar con la posibilidad de que si destruimos la i.a, cabe la posibilidad de que también estemos matando a todas las personas que han sido conectadas a ella, voluntariamente o no, durante este proceso. Asi que yo me lo pensaría dos veces antes de decir "destituirlo". Esas personas están conectadas a la inteligencia artificial mediante la pila cervical, son como una mente colmena...y... Tenemos a una de sus abejas, o dos, aisladas en mi taller. Quizá así podemos llegar a la reina.

Terminé mi alegato y miré el pelo del pecho de altair cuando preguntó que donde estaba da vinci.

- Deja de fumar porros altair, estoy aqui.

Escuché a sayid, sean, matvey, todo lo que tenían que decir.... En silencio. Me había quedado en shock por lo que había pensado de que podíamos matar a tanta gente. Era más difícil de lo que pensaba....

Observé las imágenes de la ciudad con aire ausente, recostandome sobre la mesa con mis brazos. Tan absorto estaba, que aunque la entrada de Bella me supuso un escalofrio, ni la miré ni aproveché para llamarla loca.

- oh si, los ministros de la alianza estan en nuestros calabozos.

"Sorry not sorry"

- sayid, necesitaremos a esa chica. Y yo también apoyo lo que ha dicho Rasputin.

Después habló Catherine, por un momento me puse a imitarla en silencio desde el refugio de mis brazos. Y luego me froté las sienes recordando su violación mental y casi lloro. Pero cuando terminó levanté mi mano.

- yo esta vez iré también...y si, vayamos a esa sala. Tenemos mucho que discutir.

las palabras entre Altair y yo seguían volando y subiendo la tensión pero no pensaba quedarme callado -Oh, si, eso fue antes o después de que me llamara "ciego de mierda" señor Kirgyakos? en mi defensa diré que levanté la barrera en conjunto con otro de los magos que estaban presentes, su presencia se había dividido y alejado por no hablar del caos del campo de batalla en el que pasan muchas cosas a la vez, debería tener eso en cuenta, sobretodo alguien que se pasa la vida, en toeria, fuera de la isla y luchando, y si, su muerte habría pesado en mi consciencia o la de cualquier otro que se hubiera quedado atrás peo no puedo pretender bajar al mismísimo infierno y salir de rositas, no le parece?- en aquel momento era la rabia la que hablaba por mi, en otras circunstancias me habría disculpado cien mil veces por aquello pero en ese momento era lo último que se me pasaba por la cabeza.

El asunto de los refugiados aligeró un poco el tema, Catherine y Sayid aportaron palabras más coherentes que simplemente llamarlos inútiles -Necesitaremos ayuda en los campos, tal vez ampliarlos, Adael, tus Elementalistas podrían echarnos una mano, por favor? así conseguiríamos solventar el problema de la comida y el trabajo por un tiempo-

El asunto del mapa fue el siguiente a tratar seguido de un comentaio de Bellatrix -Niña o no toda ayuda nos vendría bien en este momento- el siguiente comentario, sin embargo no cayó muy bien a nadie, ni a mi ni por supuesto a Catherine que fue la primera en responder a Bellatrix. Estaba alterada pero a diferencia de otras veces parecía haberse mordido la lengua un poco y era en esos momentos en los que llamaba a la calma pero estaba de acuerdo con ella y no quería empezar otra disputa con otro descendiente, con uno tenía suficiente.

Giordano explicó el funcionamiento de la pila y era altamente peligroso -No podemos simplemente matarlos a todos, habrá gente inocente que se habrá instalado el dispositivo por miedo, una masacre indiscriminada no nos haría mucho mejor que ellos- al menos esa era mi opinión, el ciclo de odio entre humanos y magos nos había llevado a eso y ya era hora de romperlo, eso era lo que yo pretendía, ayudando a os humanos y mostrando clemencia a los ministros pero la palabra "calabozo" echó por tierra ese plan -Calabozo, Gio?- pregunté como si no hubiera escuchado bien pero Catherine había dicho lo mismo, los habían encerrado y eso solo hizo que me molestara más.

Ya no quedaba mucho más por hablar así que me levanté con los demás para ir a la sala de reuniones no sin antes pillar a Lucio y apartarlo un momento para preguntar por los ministros -Calabozo, los han metido al calabozo! eso solo los hará enfadar más, acababan de encontrarse con sus hijos, han luchado también en esa ciudadela... ¿Los chicos están bien? ellos no tienen la culpa pero la gente es irracional cuando está enfadada- estaba entre preocupado y cabreado, por esa razón odiaba los cónclaves, eran de las pocas cosas que conseguían subirme la tensión.

ignorando los cuchillos que volaban de un lado a otro de la sala, el comentaio de Bellatrix sobre la niña me hizo reír -Perdón, perdón, error mío si he dado lugar a malinterpretaciones, en realidad es una mujer, morena y en edad casadera que nos ayudó en la ciudadela- porque de niña tenía poco por lo que había visto en mi propio baño.

Catherine se ofreció a mostrar las imágenes de mi cabeza ante lo cual asentí -Será de gran ayuda en la reunión con mis amigos, por cierto, los renegados, con los que ya he compartido varias veces en el campo de batalla por lo que no me gustaría enviarlos como carne de cañón o recaderos a una muerte casi segura si van solos- anuncié por otro comentario de la bruja de los portales que hablaba poco pero la liaba en un momento.

Me levanté con el resto de forma pesada gracias a mi mareo y un incómodo y creciente dolor de cabeza para así dirigirme a la sala de reuniones con el resto.

-Descuide señor Ibn Salah, nadie aquí juzgará sus preferencias personales.- Dijo con expresión distraída. Si a él le gustaban las niñas, cosa suya, hubieron quienes se casaron con familiares.

Ah, la juventud, tan vivaz, que edad tan horrible y, encima, Le Fay. La bruja solo pudo sentir lástima por la descendiente de Morgana.

-Creo que estamos olvidando algo muy importante. Nosotros somos el Consejo de los 20. Somos consejeros, eruditos, no guerreros. Si están contando con mis portales para traer la muerte y la destrucción al único lugar que les queda a miles y cientos de inocentes que huyen de la guerra... lo haré. Mi lealtad es para y por el Concejo y si éste acuerda actos horrendos contra el mundo para condenar a almas incautas yo solo puedo estar de acuerdo, incluso si ello implica traer la guerra a Ouroboros.- Habló con voz suave y mirada severa.

No importaba que Sean le asegurase que estaban bien. La realidad era que más allá de todo, era difícil de explicar la situación por la que habían pasado. Sin embargo, con todo lo hablado por los habitantes de la isla, era imposible no responder.- Sean, querido, no sé si me expliqué bien. No pretendo echar a la gente a su suerte, sino procurar mejores condiciones. El Consejo debe brindar cortesía. Y hay espacio para todo Londres, pero no así para todo el mundo. Debemos hacer algo.- Repitió, que aunque tenía la idea, la verdad era que no quería ser ella quien entregara noticias fatalistas.
 
Se detuvo un momento con Adael, escuchando lo que tenía que decir.- ¿Algo para mi? ¿A qué te refieres? - Preguntó, esperando un momento hasta que un anillo apareció en su palma.- Oh, por los cielos, Adael, ¿no es un anillo de Yavanna o sí? - Murmuró sorprendida, pues aquello lo había visto en libros antiguos. Tuvo que abrazar de nueva cuenta al compañero, tras agradecerle inmensamente el detalle y asegurarle que le usaría para mejor, pues había mucha necesidad en plantas y cultivos en aquellas épocas. Sería de gran ayuda.

Tomó con gratitud el té que Sean ofreció, espolvoreándole un poco de menta, que era algo que siempre traía encima, pues le agregaba un toque diferente a todo.- Te agradezco, Sean.- Murmuró mientras esperaba a que este llegara a temperatura para dar un sorbo. No pudo mas que mostrarse preocupada cuando Catherine acordó de la nada que Matvey se encontraba bien, realizando un exorcismo. Los ánimos no tardaron en caldearse, pues aunque era cierto que había cosas más apremiantes, la paciencia era una virtud, cosa que Catherine y Sarah parecían no hacer de la mejor manera. Se compadeció de ellas, pues entendía claramente que había cosas en sus vidas que no conocía y que demandaban su atención. Lo mejor era esperar a que todo sucediera. Al menos Jack llegó con el resto, a imponer un poco de orden a la reunión.

Sin más por el momento, escuchó la narración de Sayid y Sean sobre lo ocurrido en Francia. Cada cosa parecía más horrible que la anterior, pues no podía creer que una cosa estuviera haciendo tantos desajustes. Giordano llegó a resolver dudas, antes de que Catherine, de nuevo, interrumpiera con fatalidades. Tenía que admirar el espíritu de la joven. Finalmente, Altair entró con una actitud muy solemne pero con un atuendo que no le hacía justicia. O tal vez sí... Iba hecho un asco, pero le añadía cierto toque salvaje... Con Matvey incorporado, no quedó más que seguir la corriente de lo que decía el resto. Ya las cosas se habían salido de las manos muy pronto, tanto que una confrontación salió a relucir. O más de una, si sumaba la de Sean con Altair, la de Altair con todo el mundo, las de Bellatrix con Cath y Sayid. Se colocó la mano en la sien mientras escuchaba las atrocidades que se decían los unos a los otros, invalidándose y rompiendo con todos los protocolos.

No había nada en lo que pudiera aportar. Como siempre. Su mente estaba en blanco hasta que un comentario le atrapó. Solo por ponerse a tono con el resto del Consejo, respondió como si se hubiera sentido excluida.- Adael y yo nos ocuparemos de los campos de cultivo.- Finalizó dejando sellado aquel tema casi de manera brusca, aunque lanzándole un guiño a Adael por encima de la mesa.- He escuchado que los ministros se fueron por la libre en la primera ocasión. Estoy segura que entenderán bien las razones de por qué no les damos una suite. No es como si Sayid nunca hubiera estado en sus calabozos y tampoco le dieron el trato merecido. Esto no es por venganza. Sus hijos están libres, paseando por mis jardines. Pero cuanto les saquemos este problema de las manos seguirán buscando maneras de matarnos. Se quedarán donde están, como cortesía les trataremos como invitados y tendrán su oportunidad de redimirse.- Finalizó de nueva cuenta, ahora ya sintiéndose parte de la conversación. Los cónclaves eran divertidos, aunque todo mundo parecía muy cabreado. Le dio por pensar que quizás debería lanzar algún aroma para ayudar a los ánimos. Paciflora o valeriana aunque sea. Y en eso, su corazón dio un salto escuchando a Sayid hablar de matrimonios. Más dicha que dolor.- Parece buena idea resolver lo de los linajes antes de ir a morirnos solos. Quizás cierta mujer en edad casadera quiera pasar una velada inolvidable.- Animó a Sayid por lo bajo, en confidencia, aunque con un suspiro de añoranza por el hombre, pero más enamorada del amor que otra cosa.

Tras la última intervención de Bellatriz, solo tuvo ocasión de asentir.- Es cierto, muchos de nosotros nos hemos enfocado directamente en nuestras ramas del conocimiento que salvo la de Altair no incluyen la labor física como una rama esencial. El conocimiento ha sido nuestra manera de hacer perdurar la magia. Este es un escenario muy distinto al que nos hemos enfrentado hasta ahor. En general me complace colaborar con quienes tienen mayores conocimientos tácticos... Pero quitarle honor al Consejo de esta manera, con estas riñas solo logrará acabar con todo y todos. Hay un ejemplo que debemos dar y no es este. Si quieren seguirse peleando usen los comunicadores, pero debemos dar un frente unido y justo. Ahora, tenemos que continuar con las tradiciones, aunque supongan un gasto de energía. Esta salón es restringido. Nos veremos en la sala de reuniones. Todos propiamente vestidos, si no es molestia.- Aunque la pulla era para Altair por la toalla, la verdad lo que quería decirles es que fueran a darse una ducha, que más de uno iba hecho un asco. Al ver que Sayid no parecía encontrarse en sus mejores condiciones, le ayudó a mantenerse de pie tomándolo del brazo para salir con el resto del salón. Apareció con magia una poción en sus manos, de un verde profundo y brillante, con poco contenido en un frasco pequeño, tendiéndosela al Descendiente.- Unas gotas debajo de la lengua por un minuto. Tendrás energía adecuada por algunas horas, preferiría que descansaras pero eres necesario. Tendrás que post poner esa velada.- Le dejó un frasco más en la mano, de un purpura oscuro.- Esa para dormir, solo hoy. Amanecerás sin pesares.- Tras las indicaciones, siguió al resto del grupo.

La explicación de Sean sobre lo sucedido en la misión me hizo sentir algo culpable, pues no le di demasiada importancia cuando dejó el torneo para marcharse. No le presté la suficiente atención, incluso pensé que estaba exagerando, que no era nada que no hubiese sucedido antes. Sarah también parecía ser consciente de la gravedad de la situación, y lo que expuso Giordano al llegar tampoco dejó lugar a dudas. Dos únicas alternativas, destruir o cambiar. - Cambiar puede tener riesgos de volver atrás, la destrucción aseguraría que esa IA no vuelve a cambiar por sí misma. - más convencido estuve cuando Catherine nos retransmitió aquellas imágenes de la monstruosa ciudad que habían creado las máquinas. No me extrañaba que no hubiesen conseguido acabar con aquel núcleo, ni llegar a él. Nos enfrentábamos a algo desconocido hasta la fecha.

Altair estuvo de acuerdo conmigo en lo de destruir aquella cosa, aunque noté en él cierta hostilidad hacia Sean y hacia los refugiados de la isla. Lo miré con el ceño levemente fruncido, pero sin variar demasiado mi postura. - Estamos hablando de vidas, Altair. Ponte en su lugar. Piensa qué pasaría si estuvieseis tú o tu familia en esa situación. Sólo quieren lo que querría cualquiera, sobrevivir, encontrar algo mejor. Debemos ser capaces de gestionarlo. ¿Quién se encargará de eso si no lo hacemos nosotros? - hice una breve pausa cuando apareció Matvey para informar que había estado realizando exorcismos, cosa que se notaba en el cansancio que mostraba el rostro del nigromante. La huida a través del portal infernal debió de ser horrible. - Hay que redoblar las guardias, no podemos permitir que un poseído campe a sus anchas por la isla.- torcí un poco el gesto cuando mencionó la participación de los renegados en nuestra reunión. No me gustaba que se metiesen en nuestros asuntos, ni tener que negociar con ellos. Todo se haría más complicado y no llegaríamos a acuerdo.

Me sorprendió el tono de Sean al responder a Altair, tan acostumbrado como nos tenía a todos a sonar siempre amable. - No soy partidario de mezclar en esto a los renegados. Sus métodos de trabajo son caóticos, y nunca nos han reconocido como gobierno mágico. Y soy menos partidario de meter a esos ministros. Por lo que sé deberían ser juzgados por sus crímenes. No será en este momento, pues tenemos asuntos más importantes que atender, pero debe hacerse. - Asentí a lo de los portales de Bellatrix, y lancé una mirada suspicaz a Matvey tras la pulla que le metió Altair. Todavía se acordaba de aquello. El ambiente estaba más tenso que de costumbre, y la mención del descendiente templario me irritó levemente. - Ese traidor al Consejo debe estar allí bien escondido, tras despreciarnos y provocar la muerte de tu hermano. No lo olvides, Catherine. Espero, sinceramente, que no hayas estado escondiéndole. - esta vez soné como un profesor que advierte a un alumno de lo que pasará como se entere de que ha dicho una mentira.

- Ahora calmaos y dejad de una vez los piques entre vosotros, lo que tengáis que deciros que sea luego.

Finalmente todos nos fuimos levantando para marcharnos a la sala de reuniones. La mayoría así lo decidió, aunque yo no estaba de acuerdo con eso. Los jóvenes me dejaron atrás, siendo yo uno de los últimos en abandonar el salón del Cónclave.

La sorpresa de Sofía le hizo gracia y aceptó con gusto otro abrazo, si algo le gustaba al joven maestro elementarista en ésta vida eran los abrazos. Sonrió feliz como una perdiz al notar que Sarah se despejaba al hablar de Azlan y rió genuina y abiertamente cuando ésta propuso que Cath durmiera con las ovejas. No la imaginaba acampando al aire libre. En resumen, Adael fue ignorado olímpicamente, salvo excepciones como éstas. Observó cómo se manejaban Cath y Sean en el cónclave y comprendió porque no lo disfrutaban. No escuchaban, en su ansiedad por resolver los problemas no lograban vislumbrar el panorama en su totalidad y contagiaban su impaciencia al resto de los presentes. Ni siquiera esperaron al que convocó el cónclave. Así no había forma alguna de disfrutar éste espacio, ni de ayudar a nadie por más buenas intenciones que tengan. Lo mismo había pasado en la reunión con los Souls, allí Sean malinterpretó sus palabras tal cual como hizo con las de Altaïr y no se detuvo a pensar ni un segundo, en esta ocasión se puso a discutir con el licántropo, en la reunión con los Souls se retiró entre lágrimas dejando a los asistentes en un momento muy incómodo. Ante los ojos de Adael, Sean era tan egoísta como Zaphira, parecía creerse el único que recibía palabras afiladas de los miembros del concejo, como si todos lo atacara a él y a nadie más.

Por una razón los miembros del Concejo tenían tantos privilegios, porque todo está dado para que puedan debatir con calma, ver los pros, los contras, analizar cada aspecto. Su tarea es velar por la sociedad mágica y su bienestar, educarla y darle las herramientas para poder evolucionar, pero si los concejales solo hablan sin escuchar al de al lado que podría estar diciendo una buena idea o una opinión válida ¿Cómo podrán cuidar del mundo? Está claro que éste depende del Consejo de los 20. ¿Cuál es el ejemplo que dan? Muchos los perciben como dioses. ¿Los dioses luchaban junto con los mortales? No. Los humanos contaban historias magníficas sobre ellos, les rezaban, les daban regalos, les rogaban de rodillas su ayuda y ¿Ellos qué habían conseguido? Una inteligencia artificial que comandaba a cientos de seres de metal desalmados que podían tomar el aspecto que desearan, emular sus habilidades y que amenazaban con tomar el control del mundo mientras los que no estaban de acuerdo eran obligados a recluirse en la isla de Ouroboros, en el mejor de los casos, o eran asesinados. Pidieron la ayuda del mago con el tema de los refugiados.

-ElementaRistas, Sean, no elementalistas y si, podemos.- El comentario de Sofía sobre su colaboración le sacó una sonrisa al joven maestro la cual se amplió con el guiño de ésta pero que se evaporó pronto al volver a abrir la boca e intentar emitir una opinión y resultarle imposible por la fogosa participación del resto de asistentes. El mago se limitó a ser un simple espectador invadido por la apatía hasta que se decidió pasar a la sala de reuniones generales. De camino habló con el señor Newton sobre lo que sentía y le explicó que su participación en la reunión no rendiría tantos frutos como empezar de inmediato con la misión que el Concejo de los 20 le había encomendado, le señaló también que no era su intención faltarles el respeto a sus colegas consejeros ni al resto de los asistentes a la reunión si no que se sentía excluído y además sabía que él estaría de acuerdo con lo que acuerde el Concejo por más opiniones en contra que tenga.

Le prometió que luego se pondría al tanto de la reunión y partió a los alrededores de Ouroboros, no sin antes conseguir una mirada de desaprobación de su hermana la cual se encontraba ataviada con la armadura de la Guardia de Ouroboros cumpliendo su deber en el puesto que se ganó con esfuerzo, para sobrevolar con su magia sobre el aire el mercado, los jardines Dioscórides, el campo de entrenamiento, hasta llegar a los extensos campos de cultivo. Allí planeó ayudado por su traje de elementarista del aire sobre el terreno para ver cuál era la situación. El otoño plasmado en el follaje prometía un duro invierno, hacían falta más graneros, más cilos, más invernaderos, más establos y la ayuda urgente de Sarah y de Sofía. Las primeras luces de un nuevo día alcanzaron al mago que se encontraba en el aire, la caricia del viento y el sol en su cara marcaron el inicio del día y, siendo que ya había desayunado té y pastel de fruta, se dirigió a arrear su rebaño. Al tocar tierra y revisar a sus ovejas se encontró a Azlan hecho un ovillo y durmiendo sobre una de ellas para, a continuación, azuzarlas y hacer que se muevan por la pradera todas juntas.

Tal y como estaba el panorama, la idea parecía ser obligar a la médium a crear portales por los cuales podrían pasar las amenazas e ingresar a Oroboros. Eso no alarmaba a nadie, aparentemente. Asintió de acuerdo con las palabras finales de la bruja descendiente de Dioscórides, las tradiciones resultan fundamentales.

Le dirigió una mirada cargada de significado al nigromante cuando el señor Newton expresó como inconcebible que un poseído ronde por la isla, recordando su conversación. Se mostró de acuerdo con Jack con respecto a los renegados y los dirigentes de la Alianza Humana. Por terminar con éste tema se reuniría con los primeros, aunque no sea de su agrado ni ellos se hayan ganado estar ante la presencia del Concejo de los 20, pero los segundos deberían ser declarados individuos non gratos en Oroboros y ser llevados a la prisión más inhóspita sobre el planeta tierra. La bruja quedó rezagada cuando todos se levantaron y se marcharon, se mantuvo en su asiento, pensativa, escuchando las voces en su cabeza durante un buen tiempo, hasta que finalmente se incorporó y se retiró.

-Estoy de acuerdo con lo del censo, que se ocupe de eso el que no quiera - Al menos Catherine estaba de acuerdo conmigo, pero seguramente ella no se ocupase de aquella tarea ni seguramente nadie y me tocaría a mí. Acabé pasando de los comentarios de Sean porque me estaba partiendo el culo por dentro, nunca lo había visto tan enfadado y sabía que si abría la boca era para soltarle otra de mis burradas y no era ocasión.

-Yo estaré en primera fila de la batalla, me niego a que un grupo se lleve la diversión y quedarme mirando - Respondí a Bella y solté una sonora carcajada por el comentario de la descendiente de Morgana, aquel ya no lo pude reprimir. -tú puedes quedarte en la isla sin problemas debido a tu, Alighieri, pero procura estar al tanto por si nos tienes que abrir un portal de emergencia -. Ella explicó la forma de esconderse del descendiente, cosa que no hacía falta. -Yo no sé viajar entre dimensiones, ni nací para ello ni es mi deber - Respondí con una mano en alto, como gesto de que no era asunto mío. -Oye lo mío es algo mucho más que algo físico, Sofía, literalmente soy el único en esta sala que no es mago - Le reproché sin mala intención a la hierbajos, ya se me empezaba a olvidar aquello de las formalidades.


-Precisamente los clanes no están en su mejor momento, por el momento no podemos contar con ellos - Recordé que Savannah podía estar esperándome en mi piso y todo parecía estar terminando por el momento. Me quedé completamente paralizado en el momento que gio dijo que toda esa gente podía morir. Cada vez aquello se ponía más serio y me daba la sensación de que cada segundo que pasaba iba a peor.

-Entonces, oficialmente doy por pausado y se pospondrá para otro momento. Para terminar quiero recordar que en el último cónclave hicimos hincapié en la descendencia, ahora disponemos de los servicios del señor Franklin, quien quiera puede realizar una donación por posibles futuros incidentes. - Di un pequeño golpe en la mesa para oficiar la conclusión del cónclave y me fui a mi piso.

Acudí al salón del cónclave con un mal presentimiento. Sayid había convocado aquello cuando faltaba muy poco para la misión, así que debía ser urgente. Al llegar me senté en mi puesto y releí los puntos del día en el mensaje del brazalete. No había ningún mensaje más, tampoco de Sean. Yo no había pasado por casa desde que nos enfadamos, había decidido quedarme trabajando en el hospital. Incluso me había cambiado allí de ropa y duchado.

Verle de nuevo me ponía casi tan nervioso como saber que me iban a echar en cara lo de haber liberado a la Brigada. No tenía ganas de enfrentarme a aquello. Respiré hondo intentando calmarme, sacando mi pequeño cuaderno de notas del bolsillo mientras esperaba que llegase el resto.

Aquella noche después del compromiso de Sofía y la reunión la había pasado en vela preparándome para el consejo además de estudiar el plan de ataque y los puntos a seguir para la misión, no tenía los planos de SAM pero ya me apañaría de algún modo. Envié un mensaje a Sean para que llevara tanto el pensadero como el documento que se había firmado en el lefay por parte de los grupos y yo llevaría el recopilatorio de normas y leyes de Ouroboros revisado y con las leyes que posiblemente hubiera que remodelar o eliminar.

Me duché y me vestí, tomé mi café y le di un beso a Arleen antes de marcharme hasta el salón del cónclave. No esperaba encontrarme con nadie al llegar pero al ver a Lucio no lo saludé como de costumbre, estaba serio, su decisión de liberar a la brigada había complicado más la situación y ahora incluso yo me había visto comprometido -Buenos días- dije apenas, inclinando un poco la cabeza para después presidir uno de los lados de la mesa ya que yo había convocado el cónclave.

Preparé los documentos además de un gran tablón donde fui colgando mapas y demás cosas que debía concretar para la inminente misión.

Al llegar al salón del cónclave miré a los dos presentes antes de continuar mi paso.En invierno cojeaba más que en otras épocas así que el sonido que producía al andar en esa sala tan silenciosa podría distraer a cualquiera. Miré el reloj, al parecer la gente no era puntual.
-Buenos días.-Aparté una silla para tomar asiento y miré la absolutamente vacía mesa. -Hmmm.-Era demasiado pronto.¿Acaso nadie había pensado en el desayuno?¡que decepción tan grande!. Convoqué una orden para que apareciesen un desayuno en condiciones en el centro de la mesa y me dispuse a servirme un poco de café.
Los puntos del día me tenían ciertamente desconcertada y eran bastante amplios, así que le había dicho a mi buen marido que se ocupase de los niños durante gran parte del día.

Aparecí frente a las puertas del salón del cónclave algunos minutos antes de la hora oficial de inicio, entrando al lugar en el que ya habían llegado algunos de los miembros del Consejo. Desde que había leído el orden del día sabía que sería un cónclave largo y áspero, aunque uno de los puntos no me incumbía. Yo ya había cumplido con lo de la descendencia. El problema de los aliados era el primer punto. Desde mi punto de vista estaba siendo lo más conflictivo hasta el momento. En el apartado de otros tenía mi aportación particular, no me gustaba nada el rumbo que estaba tomando aquello últimamente.

- Buenos días. - saludé en general al entrar para tomar asiento, dedicando una mirada reprobatoria a Lucio. Curie se había encargado de traer café, un detalle por su parte.  - Gracias por el desayuno, Emerald. - agradecí con una leve inclinación de cabeza, bebiendo un sorbo de la taza antes de dejarla sobre la mesa de nuevo.  - Deberíamos tener una breve charla informal hasta que lleguen los demás compañeros,  teniendo en cuenta que somos los primeros...ojalá tuviésemos scones para debatir con más calma. - mi tono era aparentemente amable, pero sólo estaba preparando el terreno. Clavé mi mirada en Sayid, él no había convocado un cónclave por nada. Pensé en las palabras de Oscurus, haciendo suposiciones sobre si Sayid sería otro de los que no estaban de acuerdo con mis decisiones. Tras eso fui directo al grano, preguntando a Galenus.   - Lucio...me han llegado rumores sobre algo  y quiero saber si son acertados. Dicen que la Brigada "vuela" libre por la isla. Que alguien los liberó de la celda a la que yo los había mandado durante 24 horas. ¿Es eso cierto? - pregunté con voz de "no me voy a enfadar", aunque eso nunca era verdad.

Mientras pasaba el día disfrutando entre libros me llegó un mensaje, Sayid había convocado un cónclave para el día siguiente y me pedía el pensadero además de las normas que habíamos recopilado con ayuda del pensadero y las que ya estaban recopiladas, también creyó conveniente el libro de nostradamus sobre los pozos de magia y Catherine me había pedido el documento redactado en el lefay para la alianza que hicimos ese día... eso eran muchas cosas. Cuando volví a casa lo busqué todo y lo dejé preparado antes de irme a dormir, o al menos intentarlo porque Lucio no volvió en toda la noche lo que me hizo pensar en demasiadas cosas, entre ellas que quizás me había pasado encerrándolo... pero me pudieron los celos, y actué sin pensar ¿y si el hechizo había fallado y seguía encerrado? no, eso no podía ser... ¿y si.. habían intentado convencerlo otra vez? no, eso tampoco podía ser posible.

A la mañana siguiente tuve poco tiempo para arreglarme y me quedó el justo para aparecerme en el salón del cónclave después de que Zaphira insistiera en el desayuno que la verdad no me apetecía nada, se conformó con que me comiera un huevo hervido. Llevé al fénix conmigo para que cargara con el pensadero, tenía más fuerza que yo el bicho e iba bastante ocupado con pergaminos y cosas varias que necesitaría.  Al llegar pude ver la mesa con el desayuno y sobretodo a Lucio... no supe muy bien que hacer porque no sabía si estaba enfadado conmigo aún, yo desde luego estaba más preocupado que enfadado -Buenos días, siento llegar tarde- hice que el ave dejara el cacharro a un lado mientras yo preparaba todo, le di a Sayid las normas que ya estaban encuadernadas y pasadas a limpio, impecables.

Iba a sentarme junto a Lucio , como siempre, pero Jack empezó a hablar y apenas había retirado la silla cuando dijo que el medimago los había liberado... y yo no estaba tan loco al pensar que las provocaciones de aquella chica al final habían surtido efecto. Apreté los dientes y me crucé de brazos esperando la respuesta .

Dediqué un saludo a Emerald cuando entró, ella parecía que no estaba al tanto de nada y no noté ninguna mirada reprobatoria. Di las gracias por el desayuno, aunque un poco de pasada. Estaba más nervioso que otra cosa, jugando con la pluma de escribir entre mis manos. Evité el contacto visual con Jack cuando éste empezó a decir que si queríamos mantener una charla informal, yo no tenía intenciones ningunas de hablar nada fuera del cónclave oficial. Simplemente no me apetecía en absoluto porque las preguntas llegarían. Suspiré cuando por fin lo soltó, no teniendo otro remedio que alzar la mirada hacia él. Ya se habían ido de la lengua, no sabía quién, pero era de esperar. ¿Qué iba a decirle? ni siquiera fue algo premeditado.

Tardé unos segundos en abrir la boca para contestar, y por suerte obtuve algunos más con la llegada de Sean. A él me costó más mirarle, a saber qué estaba pensando como no fui a pasar la noche a casa. No era el mejor lugar para encontrarnos sin ni siquiera haber podido hablar. Su cruce de brazos me indicó que estaba a la defensiva, debía seguir mosqueado. Yo tenía una mezcla de eso y de incertidumbre, odiaba verme en el punto de mira. Tragué saliva antes de hablar, enfrentándome por fin a las caras de acusación a mi alrededor. - Pues sí. Los liberé yo. - ahora venía la parte en la que se suponía que debía dar motivos, pero dos de ellos eran personales. Decirle a Jack que lo tenía atragantado y que además estaba cabreado con Sean no parecía muy propio de un Descendiente. Un berrinche por llevar la contraria no sería aceptado. - No estaba de acuerdo con tu decisión. No sé por qué debe prevalecer la tuya, cuando no es acertada. La Brigada no merecía ir a prisión, por mucho que no te gusten sus modales. - acabé diciendo, con el corazón palpitándome fuertemente en el pecho por el inminente enfrentamiento. Me atreví a mirar de reojo a Sean, y otro poco a Sayid. Al final dejé la pluma en la mesa para que no se me viesen los nervios moviéndola.

Emerald hizo acto de presencia y después de ella entró Jack -Buenos días a ambos- saludé un poco menos serio pero no demasiado. El gesto del desayuno lo agradecía aunque yo había tomado café en casa, tal vez después. Estaba terminando de organizarlo todo cuando Jack propuso una charla informal, me senté para escucharlos y entonces Sean también llegó con todo lo que le había pedido -Buenos días Sean, no llegas demasiado tarde, gracias- dije cuando me entregó el libro con todas las normas, mucho más grueso y denso que el que teníamos antes.

El chico pasó de largo para ir a su sitio pero entonces Jack soltó lo delos calabozos, suspiré pesadamente mientras cruzaba los dedos de las manos y las apoyaba en la mesa esperando por la respuesta del medimago que esperaba fuera buena. Primero admitió que había sido él y después que no le parecía justo, menuda excusa. Me llevé una mano al rostro mientras negaba antes de mirarlo y hablar -Lucio, entiendo que no te pareciera bien, pero primero, hay normas que cumplir, no estaba en el juicio pero sé que se cometió desacato porque Catherine me envió un mensaje para preguntarme, Jack estaba en su derecho de enviarlos al calabozo y solo 24 horas, no me parece un castigo demasiado severo. Pero tus acciones han ocasionado más problemas de los que tenemos, la brigada se presentó en la reunión de la misión acusando y con las cadenas puestas, me vi comprometido y no solo yo sino todo el consejo frente a los presentes, ahora nos enfrentamos a un problema diplomático que pudo haber quedado en algo privado con una disculpa, por no decir que hemos demostrado que no hay unidad ni acuerdo entre nosotros-

Estábamos demostrando que no había unidad, éramos un consejo fracturado, me daba igual que discutiéramos entre nosotros siempre que se hiciera en privado como ahora, sin interrupciones, lo que me recordaba la reunión aquella en la que apareció Desmond poseído -Sean, antes de seguir hablando quiero pedirte que busques elementos extraños en la sala, evitemos sorpresas como el sello aquel en la mesa de la sala de reuniones... a saber si no nos escucha alguien, ya me espero cualquier cosa- paranoia de ruso loco, eso era lo que tenía, estaba a nada de hacerme un gorro de papel aluminio.

Llegué a la sala del conclave un poco antes de lo apuntado, como me gustaba siempre que podia. Sin embargo al llegar alli, ya habia gente reunida, lo cual me sorprendió.

- Buenos dias. - saludé, haciendo a un lado la larga cola de mi abrigo de pelo para tomar asiento. Estaba un poco pálido, nada raro en mi segun que días y qué experimentos hubiese estado haciendo. Ademas habia pasado la noche buscando registros sobre rituales de sellado de las almas de los revenants....sin llegar a ninguna conclusion. Tambien me habia hecho un examen a fondo y por el momento, nada.

Volvi a acordarme de los puntos del dia...afortunadamente aun no empezariamos. Levanté una mano haciendo que una pasta azucarada levitara hasta a mi, metiendomela de una ala boca para masticar con parsimonia. Bastante en mi mundo.

Fui dando los buenos días a los que llegaban, aunque ya se me hacía un tanto repetitivo decir lo mismo. El caso es que noté que tenía a Lucio entre la espada y la pared, evitaba mirarme y parecía nervioso. Esta vez no parecía tener a Sean de su lado. Vaya...problemas en el paraíso. Qué pena. - ¿Y se puede saber por qué los liberaste? - pregunté casi arrastrando las palabras, con un matiz de amenaza bastante sutil. - No puedes desautorizar de ese modo la decisión de otro miembro del Consejo. Es ilegítimo. - Sayid me dio la razón respecto a eso, la Brigada se había fugado por culpa de Lucio, provocando mayores problemas. Aparté la taza de café a un lado, cerrando el puño sobre la mesa en claro gesto de hostilidad hacia el sanador.

- No sólo eso. Invalidaste mi decisión de apartar de manera temporal de tu servicio a la empleada causante de la fuga de Bellatrix. ¿Qué sentido tiene que uno dicte unas normas y modos de proceder si acto seguido viene otro a deshacer lo dicho? ¿Qué sentido tiene, Galenus? - le increpé sin alzar el tono de voz, pero con dureza. No aportaba nada, sólo molestias. Su trabajo podría hacerlo cualquier otro sanador, incluso su envidioso primo que no había dudado en venir a hablarme mal de él. Le reprendí con la mirada, negando después antes de fijarme en Sayid.

- Deberías empezar a leer los puntos del día para desarrollar tu planteamiento e ir avanzando. Ya es la hora de empezar. - señalé al reloj de la pared, y después a los asientos vacíos. No era culpa nuestra su impuntualidad.

Había dejado a Adael en algún rincón de su propia casa después de la fatídica reunión de la plaza, y todavía tenían ganas de andar con cónclaves y consejos y chorradas. Sarah cada vez estaba más hasta de los tejemanejes que se traían cada una de las individualidades del consejo, porque ese era el problema, que cada cual miraba por su propio interés sin consultar las cosas importantes con los demás. Y estaban dando un aspecto de fragilidad institucional ante los ojos de todos que la hacía sentirse rabiosa y humillada.

Cuando llegó a la sala de Cónclaves ya había gente allí. La verdad es que ni se dignó en saludar, no parecía estar el ambiente para muchas bienvenidas ni palabras amables. Pues mira. Mejor. Avanzó a su silla sin mirar mucho a sus compañeros y rechazó amablemente la comida que apareció ante ella. No se había leído ni los puntos del día. Para qué, luego se hará lo que a cada uno le salga de la punta del cipote…. Se cruzó se piernas y los brazos por delante del pecho, con la espalda bien estirada, colocada sobre el respaldo. Si alguien la conocía sabría que estaba con la mosca detrás de la oreja, a la defensiva, pero aquella gente ya no podía ni ponerles ese apelativo. ¿Para qué intentarlo? Amaya seguro que lo sabría. O V… ¿qué habrá sido de él? NO le veía desde el hospital…