Jardines Dioscórides

El miembro 'Sean Eire' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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#1 'Dado opciones' : 9

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#2 'Probabilidad' :

Había pasado más de una semana en Avalon, tras la convocatoria de su abuela, Shyvanna tuvo que fumarse muchos, muchos, muchos rituales de preparación para la boda. Aparentemente, las alianzas con los vasallos debían reforzarse y bajo esa premisa su compromiso debía ser consolidado. Pero no sólo eso, tenía que hacerlo rápido. Porque claro ¿Para qué esperar? En Avalon todos estaban preparando la ceremonia desde hacía días.

Sobrevoló Ouroboros en el lomo de Artamir, pero en cuanto cruzó el portal, sintió desazón. Algo que le picaba en el pecho de una forma tan física que le dolía. No era solo inquietud. ¿Preocupación? ¿incomodidad? Daba igual. Uno de sus dragones sufría. Dio un par de órdenes a Artamir para seguir a donde la guiaba su instinto y cuando observó la boda no comprendió porqué alguien estaría triste en un lugar así pero entonces distinguió a Juliet, sola. Entrecerró los ojos -Baja un poco, Artamir…- Murmuró pero el dragón negó con la cabeza al ver a los Guardias empezar a moverse hacia allí. Shyvana no entendía de qué iba así que se mordió el labio nerviosa.

Se levantó de la montura  -No me dejes caer- Murmuró  y fue caminando por el dragón, Artamir ya sabía a donde iba y con experticia de haber practicado las locuras de Shyvanna, bajó la cola para que estuviera más cerca de la dragona, alzó la voz, para que la oyera bien -Nunca. Nunca te quedes en un lugar en el que te sientes así. Respétate a ti misma y a lo que sientes- Los ojos de la rubia brillaron con intensidad al verla, sentía el peligro de estar en ese lugar al verse rodeada por tantos guardias -Puedo ayudarte, si quieres dejar de sentirte así, ven a las Montañas. Te prometo que haré lo que sea que esté en mi mano por verte feliz- Le dijo con un tono más bien sentido y tensó los labios, preocupada, antes alzar las manos para demostrarle a los guardias que no iba a hacer nada. ¿Por qué pensarían que iba a hacer algo? Subió a través de las escamas de Artamir y se retiraron de allí tan rápido como habían venido.

-Tendría que haber algo más. No lo sé, Chloe. Piensa que mis padres fueron un matrimonio concertado y muy exitoso. De algo servirán…- Y tenía que tener fe en ello porque sino se deprimía al pensar que Arleen sería infeliz. Pero al menos la conversación fue a por otros derroteros, así que cuando la miró se rió e hizo un chiste malo -En ese caso, te amo eróticamente- Se rió un poco más y negó con la cabeza -Prefiero quedarme con el término promiscuo que poliamoroso- La frase de Chloe resumió perfectamente su forma de ser y la miró a los ojos con una sonrisa corta -Así es. Es más cómodo, supongo. Cuando le das tu corazón a alguien también le das la llave para destruirte- Indicó alzando un hombro con un gesto bastante más tenso.

Volvió la vista hacia la pista porque Chloe lo estaba haciendo pensar demasiado en su pasado, algo que permanecía cerrado la mayor parte del tiempo. Escuchó sus argumentos asintiendo, no sorprendiéndose cuando mencionó lo de la comuna. La había conocido en una de esas fiestas con lo cual conocía más o menos su personalidad -Oh, me rebajas a nivel de postre y yo te amo a nivel mitológico. Me siento un poco ofendido- Bromeó antes de oír el final y suspiro -Una utopía, Chloe. Si fuera así, no estaríamos donde estamos ahora, sino en un lugar mucho más feliz- Le explicó y la reverenció cuando le dio las gracias por el baile antes de devolverle el beso de despedida.

A él también le apetecía una botella de ron entera para bajar los amargos recuerdos que habían salido a la superficie. Y no sólo eso, la idea de un matrimonio concertado hacía que la bufanda le asfixiara. Sí, la bufanda. Se la quitó y la dejó en la mesa para escándalo de su madre pero sólo sonrió y aunque se iba a coger varios vasos de esos que pasaban por ahí, decidió hacer un gesto -Deja la bandeja- Le pidió y dio un golpe en la mesa con dos dedos, finalmente la dejaron allí y Vishous se sentó a tragar alcohol tras alcohol. Necesitaba quitarse de la cabeza a Leticia, como fuera -¿Estás bien?- Preguntó la dulce voz de Aurora y el teniente forzó una sonrisa -Soy el alma de la fiesta, cuñada- Le dijo, antes de cogerse el último vaso y bajárselo de un trago. Le tendió la mano y la acompañó a la pista para bailar -¿Estás seguro? Se te está hinchando la vena como a Fred- La risa socarrona que soltó Vishous fue su mayor pista, más aún cuando Aurora lo miró con aquellos ojos claros llenos de conocimiento -He perdido mi pareja de karaoke, estoy guardando luto- La rubia se rió un poco y le miró -No seas tonto, conseguirás pareja en seguida…Si lograras sentar cabeza- La tensión se le acumuló en la quijada a Vishous y Aurora apretó su mano con suavidad. Supo inmediatamente que había cometido un error -V…- Murmuró y él apartó la mirada hacia la pista de baile ignorándola -V tienes que dejar el pasado detr…- No completó la frase porque la hizo girar sobre sí misma varias veces, cuando volvió a sus brazos, le sonrió -Aurora… No soy tu esposo. Tal vez ustedes si pudieron aprovechar su oportunidad, disfrutarla…- Luego la música empezó a descender y las luces hicieron ver que los niños empezaban a repartir cositas -Creo que tienes una responsabilidad más- La rubia asintió y se retiró de allí con gesto apesumbrado.

Vishous inspiró profundamente y fue a por otro vaso, pero terminó echándose tres, en el mismo y decidió bajárselo de la misma manera. Al volver los ojos diamantinos hacia la pista vio a Sofía despedirse del hijo de Jack y le pareció perfecto. Eso necesitaba. Aunque detestaba la imagen que Arleen había implantado en su cabeza. Dejó el trago y fue hacia ella. Aunque debería haberse cuidado, el alcohol y la necesidad de dejar de pensar en su pasado, lo llevaron a cogerla de la cintura y pegarla a él -Me debes una pieza, Sofía- Le murmuró y tras ello la despegó de él galantemente, haciéndola girar sobre sí misma para volver a la pista junto a él, cuando la atrajo hacia sus brazos no tuvo ningún cuidado en absoluto y acortó las distancias entre ellos para mirarla a los ojos acompañando la música lenta que les ponían cuando los novios entraron en escena-Fue Arleen ¿No?- Le preguntó, sonriendo de lado -La que te dijo lo de mi cumpleaños- Le preguntó, dejando que su aroma le embriagara mientras bailaban, sintiendo el roce de su cuerpo que en su opinión parecía querer escaparse de ese vestido; y deseando escuchar el timbre de su carcajada y su voz. Necesitaba entrar en ese juego de tira y afloja para tratar de que su mente no se enrollara demasiado.

Juliet no se quedó mucho con ellos para bailar y Mérida se entristeció. No sabía cómo hacerla sentir mejor porque no tenía sentido. Ella no entendía muy bien el amor. Pero estaba segura de que si alguno de sus amigos de la Brigada o incluso Kyllian estaban en el estado de Reiv ella…No estaría allí. Le tomó del brazo a Kyllian para que no fuera en su búsqueda -Necesita tiempo. No creo que quiera estar aquí- Murmuró haciendo un gesto algo triste y se alejaron un poco de la zona de baile cuando pasaron a lo del vídeo.

Volvió a extrañarse de que la Brigada no apareciera por ningún lado y fue tirando de Kyllian hacia la zona de comidas donde empezaron a darse un atracón de los grandes, ambos sabían como divertirse sin necesidad de alcohol o eso creía Mérida. El hecho de que tuviera que oler todo para ella comerlo le hacía hasta gracia y entonces se dio cuenta de lo relajada que parecía estar en ese momento. Lo miró con curiosidad, como siendo consciente de que, ese momento no lo volvería a vivir jamás. Y ojo, la pelirroja era muy de vivir el momento siempre porque después de estar en tantas batallas a punto de morir se empieza a apreciar cada ápice de vida pero …Tuvo esa epifanía, en un momento determinado en el que Kyllian, le hacía reír y le sonrió a modo casi nostálgico, como si ya estuviera extrañando ese momento.

-Joder…cuando empieces a hablar me va a doler la barriga de todos los chistes que te estás conteniendo- Dijo, para salir de aquel nudo mental; y se rió cual cerdita antes de llenarse la boca con lo que parecían ser unos canapés de atún. Tragó varios y agradeció al chico que no había dejado de prestarle atención, llevándole siempre agua con una sonrisa. Incluso seleccionaba canapés para ella después de que le dijera que no podía comer lácteos. De pronto empezaron a recibir los regalos y Mérida cogió el suyo con curiosidad: Aguamarina minoica -¿A ti que te toco?- Le chusmeó a Kyll mientras le mostraba el suyo.

Alzó la copa de agua para brindar por las palabras de Lucio, aunque no apoyaba la idea de bajar a tierra firme, y aplaudió su discurso. Miró a su madre a lo lejos hablar con su padre y supo por su expresión que se estaba quejando de la intervención del Consejo en los asuntos de tierra firme, de los invitados humanos, del esposo de Catherine por salvaje, de la propia Catherine por impertinente y de Sean y Lucio por ser los indecentes que habían arruinado la boda de la hija de su querida Eleonore.

El moreno sospechó, mientras apartaba la vista, que sus invitaciones a su futura boda pendían de un hilo sobre un volcán en el que bullía el magma hirviendo y su hermana estaba afilando la espada para cortarlo de un solo movimiento. Eso le afligía porque sabía que eran buenas personas y quería disfrutar de la ocasión, pero su conciencia no se lo permitía. Quería ayudarlos a volver a la normalidad, pero no sabía cómo. Resolvió que, si tenía la oportunidad, hablaría con ellos. Más para la lista de "hablar".

Su compasión no le permitía pensar mal de sus colegas, eran personas de honor y buen corazón. Aunque había visto el egoísmo y la desatención en sus palabras y en sus acciones. En verdad quería pensar que, en el fondo, eran buenas personas, pero tampoco quería engañarse a sí mismo. Tenía la esperanza de que cumplan con sus responsabilidades y que aún respeten un poco las tradiciones, como ellos habían respetado su aventura. Sabía que, en caso contrario, caería sobre ellos la deshonra y la desgracia como a Bellatrix.

Recordar su nombre le causaba dolor. No quería que eso les pase a ellos, todo dependía de corregir su comportamiento ahora que aún estaban a tiempo, seguramente solo eso bastaba para que comiencen a tomar las decisiones correctas y a actuar con prudencia. Los buenos principios eran fundamentales para la buena conducta, había que cumplir las responsabilidades y respetar las tradiciones, si no, cada quien haría lo que le viniera en gana y todo sería un caos. Seguramente, si se disculpaban por lo que habían hecho, no pasaría a mayores.

Eso es. Disculparse y modificar su comportamiento, así se arreglaría todo. Incluso si no se disculpaban pero si modificaban su actuar, el joven los defendería. En fin, parecían estar ocupados hablando entre ellos y él quería dejar de pensar y divertirse, podría empezar por hacer su propia conversación animada, pero para eso necesitaba, al menos, un receptor y la mayoría de las personas se veían enfrascadas en sus propias conversaciones o en bailar. Eso sería lo siguiente, bailar.

Abordó a la dragona feliz de al fin encontrar a alguien con quien hablar sin interrumpir una conversación, aunque algo parecía estar interrumpiendo por su expresión. Luego de que lo saludara y que dijera que no lo había visto, se dispuso a disculparse por la irrupción y a indagar en qué andaba, pero la morena dijo algo que no alcanzó a escuchar por su sordera, la música y el bullicio. Le dió pena pedir que lo repita pero enseguida se vió arrastrado hacia un destino incierto.

No se resistió, quería charlar con gente para distraerse… aunque no sabía si ése era el destino, pero Cath lo había arrastrado hace una semana y ahora Zaphira. No estaba seguro de que le gustase ser arrastrado. Al llegar a donde la dragona lo guió, esbozó una sonrisa alzando las cejas progresivamente mirando la curiosa escena ante él. El elementarista del rayo, Kyllian Evans, estaba lamiendo la cara de la dragona Juliet Bennett, mientras la bruja elementarista del fuego, Mérida Pyro, los animaba.

Sabía que Zaphira pensaría que sus estudiantes eran un desastre porque no eran tan educados como los de Sean, así que le dedicó una amplia sonrisa apenada a modo de disculpa silenciosa y a ellos un gesto como diciendo “Un poco de decoro, por favor, o no me renuevan el contrato de maestro”. Con lo que le apasionaba enseñar, eso sería terrible. La de ojos borgoña se veía inquieta y algo cohibida así que le dedicó una pequeña sonrisa amistosa que luego compartió también con la pelirroja de ojos azules y el feral.

Miró alrededor y alcanzó a ver al señor Newton retirándose, dejando a sus hijos como representantes de su apellido. Tensó lo labios reprendiendose a sí mismo por no haber ido a hablar con el mayor y desaprobando la libertina actitud de Sofía, pero al menos ella lo disimulaba a su manera. A otros que no encontró fue a Giordano y a Catherine. De su lista para hablar aún quedan Sayid y Sean en el lugar. La mente del joven volvió a la conversación cuando su nombre fue mencionado.

Se sintió halagado por las palabras de la peliblanca y, si le había comentado eso o no antes de llegar a ellos, nunca lo sabría porque no la había escuchado antes, así que era como si le hubiera hablado de eso o del calentamiento global. -Así es, pero antes permítanme presentarlos.- Dijo luego de que la morena lo presente apoyando suavemente una mano sobre la que ella llevaba en su brazo. -Mérida Pyro, bruja elementarista del fuego y miembro de la Brigada de las Mil Grullas que, por cierto, está en la dulce espera.- Dijo señalandola y sonriéndole dulcemente.

-Te ves increíble ¿Cómo te sientes?- Le preguntó a la de rizos rojos y esperó a que Mérida responda para continuar con las presentaciones. -Kyllian Evans, feral y mago elementarista del rayo. Tú también te ves elegante ¿Cómo te encuentras?- Preguntó a su vez y esperó que él responda. Sabía que ambos habían estado internados hace una semana porque había ido junto a Nichollas a ver a Mérida para contarle que él también formaría parte de la investigación sobre el fuego azul y para desearle que tenga una pronta recuperación.

Fue una visita rápida porque tenía que dar clases, pero no quería dejar de decírselo, pero en ésa visita también vió que el feral estaba en la misma habitación así que a él también le dió sus buenos deseos. - La bella Juliet Bennett, imparte clases de combate y le demostró a toda la isla que su tío estaba en lo cierto cuando dijo que usa el hielo como si hubiera nacido en Dúdinka ¿Cómo se encuentra tu tío Thranduil? Intenté contactar con él, pero no obtuve respuesta, espero que esté bien.- De verdad lo deseaba.

-Zaphira Eire, sabia miembro de la Orden de Merlín y protectora de dicho linaje. Presentó a su vez. -Oh, desde la vuelta de la magia tengo una pequeña sordera así que hay cosas que no escucho, pero lo puedo sortear con la magia sobre la tierra porque percibo las vibraciones.- Se excusó cuando la dragón dijo que había un sonido incesante. Deseó sacarse los zapatos pero no debía. Notó que se las personas los miraban y al mirar su rostro dibujado comprendió por qué. Al ver el apuro en la pelirroja sonrió, comprendió su negativa y la vió irse. Pero la cámara no se rendía y plasmó su rostro junto con el de Zaphira. La miró, le plantó un beso en la mejilla y así la codicia de la cámara fue saciada.

A todo esto un niño le tendió un regalo, al abrirlo vió que era una poción y al ver el brillo nacarado supo que no era una poción herbovitalizante. -¿Es una especie de mensaje?¿Sayid querrá decirme algo regalandome ésto?- Dijo bromeando porque parecía que era un mensaje para que se apure a encontrar pareja.

No pasa mucho tiempo hasta que caigo dormida. Me duermo sentada en la silla mientras los que parecen ser el centro del rito se toman de las manos. Duermo con la cabeza caída hacia un lado durante horas y me pierdo de todo lo que vino después.

Pero cuando ya es la tarde me despierto con un sonoro ronquido en la misma silla de la segunda fila en la que me dijeron que tenía que sentarme. Descubro que lo que me despertó fue un niño y que me duele mucho el cuello por la posición en la que estuve por tanto tiempo.

El niño me entrega una roca y se retira. La alzo para tener la gema a la altura de los ojos y poder mirarla bien pero por el reflejo veo algo que me hace girarme. -Juliet.- La llamo. Quiero hablar con ella, pero varias filas de sillas nos separa y espero a que me mire.

Puse los ojos en blanco cuando dijo que se arrepentía de llamarme impertinente, pero por dentro estaba saltando feliz, aunque nunca lo reconocería.

Estaba relajado en el gran sillón cuando un niño me dió una bolsita, debía ser el souvenir, al abrirlo y mirarlo me encontré con un anillo.

Él me explicó que se trataba del Anillo Lead hecho de cristal de plomo que permite conjurar una nube de oscuridad alrededor del portador, y que es útil para escapar o evitar ser visto.

No parecía ser muy costoso, era de plomo, quizás ellos no sabían que el envenenamiento por plomo podría haber desempeñado un papel importante en la decadencia del Imperio romano.

El plomo también fue utilizado en cosméticos y en pelucas por la aristocracia de Europa occidental. Isabel I de Inglaterra se representaba comúnmente con una cara blanqueada. Se cree que el plomo en los blanqueadores faciales habría podido contribuir a su muerte.

Quizás querían matarnos, pero supuse que mientras no me lo meta en la boca, todo estaría bien, o moriría en cuyo caso se podía culpar a los magos.

Le pregunté cómo se activaba y me indicó que era poniendomelo en un dedo y deseando evitar ser visto. Me encogí de hombros y me lo puse para levantarme del sillón para ir a bailar.

Mis esfuerzos por hacer que Juliet lo pasara bien parecían dar sus frutos cuando aquella cámara pidió un beso, por supuesto que no le iba a comer los morros a la novia de mi mejor amigo pero un par de besos de abuela no le hacían daño a nadie, lo que no me gustó tanto fue el lametón porque sabía a maquillaje, que asco. Estábamos no hablando porque no puedo cuando se acercaron dos personas a hablarnos, me estaba me tiendo tres canapés a la boca y con los mofletes llenos saludé a Adael con la mano de modo relajado... la señora olía a lagarto así que mejor no molestarla porque ya la había visto por la isla pillando de las orejas a tíos que parecían más mayores que ella y mucho más altos, así que a ella una inclinación de esas de cabeza que les gustaban a los pijos autóctonos.

Miré a aquellos dos con cara extraña, porque ¿qué hacían con unos plebeyos? pronto lo entendí, querían hablar con Juliet por eso de ganadora del torneo y me cagué en todo porque yo podría haber estado en el podio "maldita lagarta amarilla" pensé mientras me bebía una de las copas que pasaban en las bandejas automáicas. La señora mayor resultaba ser  como un caballero de la mesa redonda o algo así por como la presentaba Adael, él nos hizo el favor de presentarnos y se excusó por su sordera así que yo saqué mi libreta y escribí en una hoja en blanco "y yo no puedo hablar, estamos en las mismas, más o menos, gracias por  la  visita del otro día" Zaphira volvió a intervenir con lo del sonido raro y yo tenía muy buen oído pero no había escuchado nada.

De nuevo las cámaras aquellas nos apuntaron y esta vez le tocaba a Juliet pero con Adael, la pobre se puso en un apuro y huyó, intenté detenerla pero Mérida no me dejó diciendo que necesitaba tiempo, si hubiera tenido orejasde perrete en ese momento estarían gachas , Juliet no lo estaba pasando bien y sentía que le había fallado a Reiv. Le hice cao a Mérida y volví a la "conversación" además de a catar y darle de comer a Mer pero al igual que Juliet, la peliblanca se marchó tal y como había venido pero tenía cara de pocos amigos, miré tanto a Adael como a la pelirroja sin entender nada pero me olvidé de inmediato cuando llegaron los regalos, a Adael le había tocado una poción, a Mérida una piedra y a mi, un anillo el cual le enseñé a ella para que me dijera que cojones era porque yo de objetos mágicos ni idea o a Adael que seguro sabía más que yo.

Entre unas cosas y otras se me había olvidado por completo lo que había hablado con Catherine y se lo tenía que contar a Mérida por loq ue empecé a escribir como loco en la libreta aquella para enseñarlo a ambos "me voy a unir a la guardia! ¿sabéis que hay que hacer o si hacen examenes? porque me costó un huevo el de alumno... y no me gusta estar enlatado pero Catherine me dijo de darme una recomendación" hice un gesto como de olvidar algo y esta vez el mensaje era para Mérida "vamos a tener que mudarnos otra vez! que lo sepas"

- ¡En ese caso yo también soy ignorante en ese terreno! - repliqué a eso de que no era mala influencia, sino que no sabía lo que estábamos haciendo. Ambos habíamos sido siempre de pocas fiestas, más estudiosos que otra cosa. Las malas influencias serían Altaïr o Sofía, de los más fiesteros. - Seguro que Zaphira tiene fotos tuyas adorables, yo quiero ver eso en un vídeo. - le pasé un brazo sobre los hombros pegando un momento mi mejilla contra la suya, quedando a su lado. Empezaba a subirme ya el calorcillo de las copas, y eso que sólo llevaba dos. Me animé a empezar la tercera, aunque eso de taparme la nariz para beber no me gustaba, parecía que estábamos sufriendo. Tuve que resignarme a ser menos pesado con eso de si estaba bien. La verdad es que tenía mucha mejor pinta que días atrás.

- De acuerdoo...desactivaré el modo de médico. Ahora te receto divertirte. - cogí otra de esas que me recomendó Sean, empezando a cogerle el gusto porque era fácil de beber. También saludé a Sofía cuando pasó de largo, esperando que se uniese después. Después de eso las copas comenzaron a caer una tras otra, y pronto dejamos de ir tan perfectos como los muñecos de boda de la tarta. La ropa empezaba a sobrar por el calor, a pesar de ser noviembre, así que me quedé en mangas de camisa. Sean también dejó de ir tan repeinado y perfectamente vestido, pero poco importaba porque entre tonterías y brindis nos estábamos divirtiendo. Incluso volví a darle algunas vueltas de baile ya sin seguir el ritmo de la música ni nada, completamente a nuestro aire. La cabeza comenzaba a estar un poco ida, haciendo que me riese de mi mismo.

- Uhh, qué mareo más tonto. - solté un suspiro de embobamiento cuando me confesó que me admiraba desde hacía tiempo, aunque no supiese lo que era. - Pueesss...a mí me pasaba algo parecido contigo. No de alumno, no. Pero cuando hablabas, tan tímido y tan valiente a la vez...yo penssaba cosass buenas de ti. Creía que era admiración también. - con el empanamiento que llevaba ni me di cuenta de la kiss cam, hasta que fue Sean el que tomó la iniciativa y me enganchó para soltarme un beso efusivo. Lo seguí con la misma efusividad, y a quien no le gustase que no mirase. - Mira cómo aprende...- solté entre risas cuando nos separamos, dejándome llevar a eso de la zona de cachimbas. Ya llevaba otra copa en la mano, y no sabía ni dónde lo había conseguido. - ¡Muy buena boda, SAYID! - le grité alzando un pulgar al verlo por allí, dejándome caer después en uno de los cojines del suelo, al lado de una cachimba. - Pero que sea sin droga, ¿eh? dile al Aldaron y a Sofía que noo. - le dije a Sean, no muy convencido de que nos hiciesen caso.

- ¡Vamos a jugar a un juego de beber, apuntaos! - grité otra vez de manera exagerada, haciendo un gesto con la mano para que se uniese quien quisiera. - Empiezas tú, Sean...retooo, verdad, mentira o besoo...yo nunca heee...- comencé a mezclar juegos porque no tenía ni idea de cómo iba, sólo por lo que había escuchado.
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éxito/fallo: borrachera bien/borrachera no bien

El miembro 'Lucio Galenus' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Adael podía estar sordo pero de lengua iba fenomenal y en ese momento eso me daba la ventaja además de que conocía a las personas que eran mi objetivo, todos magos elementales, una buena coincidencia, sin duda la suerte estaba de mi lado y sería más fácil cumplir mi objetivo.

El mago hizo las presentaciones y de nuevo incliné la cabeza, dejé que hablaran entre ellos sin perder de vista a la dragona, sobretodo cuando lancé mi pregunta y cuando la respuesta fue negativa me puse un poco seria pues era mala señal, bebí de la copa que tenía en la mano para disimular y eché un vistazo a los guardias que la vigilaban, atentos por si pasaba algo. La cámara de antes había fijado a la chica una vez más como objetivo pero esta vez no sería con su amigo sino con Adael, vi como se ponía nerviosa de más y salía huyendo, me iba a marchar también pero la indecencia aquella se posó ahora en mi y Adael siguió el juego, sonreí de forma incómoda y me guardé la mirada de querer darle un buen tirón de orejas para después -Si me disculpan, tengo que atender otros asuntos, con permiso-

caminé todo lo rápido que pude e hice señales a los guardias para que no perdieran de vista al objetivo, eran unos movimientos con las manos y toques que aprendían para casos como estos en los que había alguien sin casco comunicador, eso y que en mis tiempos no teníamos de eso. Ellos salieron tras Juliet pero a mi me interceptaron por el camino, un niño pequeño con un paquete al cual le sonreí, era uno de los hijos de la general, el crío se marchó y yo dejé el regalo para después. Al llegar a la zona exterior las cosas iban de mal en peor, pues la señal de antes, esa que me resultaba ínfima se había intensificado, tanto que me hizo  perder el equilibrio por unos segundos mientras Maera tomaba el control de mi cuerpo.

(....)

Sonreí mientras me recomponía, sin duda esa señal afectaba a la dragona, a mi solo me llegaba por tener sus sentidos, pero no me afectaba en absoluto y era hora de divertirse. caminé por aquel jardín siguiendo la señal en contra de lo que decía Zaphira -¿Para qué ir con la chica? ya has mandado a los guardias, a mi me interesa el plato principal- caminé resuelta y con una sonrisa hasta aquella señal, me bebí la copa de alcohol que ya estaba recalentado y lancé la copa por ahí, ya lo limpiarían, al acercarme al lugar pude distinguir dos figuras conocidas -Giordano! estás muy lejos de la fiesta ¿no te parece? y... - mis ojos violáceos miraron a aquella mujer de arriba a abajo antes de contestar -en compañías... poco apropiadas para la ocasión- dije al verlos tan juntos y al parecer familiares - es un día especial y no queremos problemas, así que dígame ¿a qué debemos la visita? espero que no venga a desmayar mas guardias- apenas había terminado de decir esa frase cuando un dragón descendió en plena fiesta llamando mi atención, me giré y  silbé mientras se armaba revuelo,  empecé a reírme  por aquello y de nuevo una señal a los guardias, posando mis ojos violetas de nuevo en la Pendragon -si llego a abrir la boca antes llegáis a la ceremonia o ¿es costumbre quemarle al novio la casa y después la boda? pregunto eh? porque vuestras costumbres han cambiado mucho desde que yo vivía en Camelot-

Me reí con el ímpetu de lucio para decir que él también era un ignorante, para que luego dijeran que los polos opuestos se atraían porque nosotros nos parecíamos bastante y eramos dos inexpertos en eso de las fiestas porque yo era más de quedarme en casa pero siempre había una primera vez para todo. El tema de las fotos me ponía nervioso, porque lo que a Lucio podría parecerle adorable para mi seguramente sería bochornoso -Solo si también tengo fotos tuyas de pequeño, no vale que solo pase vergüenza yo- Sonreí cuando me pasó un brazo por encima juntando su mejilla con la mía, llevaba una que otra copita más que yo encima porque se había puesto a beber desde el cóctel pero ya no importaba, esa era nuestra misión en ese momento.

Di un par de palmaditas contento cuando Lucio desactivó el modo médico y me recetó divertirme -Por supuesto doctor Galenus, soy un buen paciente- y como buen paciente tocaba beber seleccionando las copas buenas de las malas. Sofía pasó y ojalá se nos uniera después , pero que no tardara mucho porque ya empezábamos a degenerar, guardé la ropa que nos iba sobrando en mi bolsa mágica, siempre llevaba algún bolsillo encantado para esas cosas y porque era más cómodo que tener una mochila o algo así "¿por qué no hay bolsos para hombre?¿porqué no puedo llevar un bolso yo? que coñazo estar encantando bolsillos! ¿y si lo que quiero guardar es lo que tiene el bolsillo?" estaba con esos pensamientos filosóficos cuando Lucio empezó a darme vueltas y a bailar conmigo, que la verdad no sabía que bailábamos porque la música era otra, me estaba riendo pero empecé a sentir que se me revolvía el estómago con tanta vuelta.

- como me des más vueltas vas a tener que llevarme a cuestas a casa- . solté un Awww cuando me confesó que también me admiraba y me llevé una mano al pecho -la verdad esss que detesssto hablar en público pero...pffff.. las cosas van mal cuando yo tengo que intervenir... es decir... ¿Yo convogando un gonglave!? menudo desastre y en el primero que hago... van y secuestran a Ling y a Rosse, por mi culpa- me estaba dando bajoncillo y puse cara de pena casi a punto de las lágrimas porque nunca les había pedido disculpas por eso pero entonces di un salto sonriente -Y Sayid los resgató y arregló mi cagada! - me reí a carcajadas y no sabía porqué, las copas pasaron otra vez y antes de pillar una llegó la Kiss cam, besé a Lucio de la misma forma que me reservaba para la intimidad con él, sin temores ni miradas o murmullos pero me daba lo mismo -Hay que hacerle la competencia a Chloe~ - porque se había dado un besazo con aquel hombre que si no me fallaba la memoria era un teniente y el hermano de Arleen.

Arrastre a Lucio hasta la zona de cachimbas mientras me bebía la quinta y en cuanto nos encontramos con Sayid y Arleen que iban de vuelta dentro me reí -Si, si, buena boda! lo de la gámara un puntazo pero mi novio no está de sssservicio, mirad a ver si a nadie le ha dado un infarto- volví a reírme porque si alguien se moría de un disgusto sería culpa nuestra seguramente. nos tiramos por ahí en unos cojines y no sabía nada de drogas, solo que ya me tocaba quitarme otra capa de ropa por el calor pero me quité los zapatos sin razón aparente.

empecé a dar saltitos en el sitio cuando Lucio dijo lo del juego, no tenía ni idea de que elegir de todo lo que me decía y no sabía nada de juegos de beber pero puestos a elegir -aaaa ver... yo guiero beso pero eso es muy fácil! reto! reto!!- una bandeja pasó por ahí con la bebida roja y la de color oscuro con sabor a moras así que las pillé las dos y bebí un sorbito de cada una mientras esperaba mi reto.

El baile se tornó en un momento hermoso en el que dieron vueltas por toda la pista. Sobraba decir que el hijo de Jack era un caballero perfectamente entrenado para cumplir con sus obligaciones sociales. Seguramente Jack se había esmerado en enseñarle, además de prepararle adecuadamente para su futuro en el puesto del Consejo. La conversación fue linda y educada, un momento perfecto, donde incluso tuvo ocasión de colocar la cabeza en el pecho del contrario para disfrutar la canción. Sin embargo, las obligaciones de madrina le llamaban y se despidió justo cuando los niños comenzaban a repartir los paquetillos con los hermosos regalos que se habían escogido para la ocasión, incluyendo algunas pocas pociones que ella misma preparó.

Justo cuando se alejaba del guapo hijo de Jack, otro hombre le tomó por la cintura para acercarla hacia él. La sorpresa inicial fue inmensa. Sabía que era un hombre por el fuerte agarre, pero solo comprendió la intensidad cuando encontró su mirada con los azules ojos de su nuevo compañero de baile. Sus obligaciones de madrina podrían esperar un par de canciones...- Teniente Royden, que agradable sorpresa.- Le sonrió con dulzura, alcanzando a percibir alcohol en su presencia. No era que pudiera culparle, ella también había bebido un par de copas y eso de hacer en una boda diurna apenas era soportable con alcohol. Giró un par de veces con ayuda del contrario, cayendo de nuevo en sus brazos. El baile no tenía nada de protocolario. La distancia entre ellos tampoco era la apropiada. Tenía la sensación de que a su madre no se le pasaría el detalle, pero si él estaba suficientemente borracho para aceptar las lecciones, lo dejaría. Subió pues sus manos al cuello del contrario, enlazándolas detrás de su nuca. Los novios entraron al instante. Se le iban a juntar los familiares a Vishous y aquello parecía tenerla más con el pendiente a ella que a él. La pregunta tan repentina le sacó una carcajada dulce, colocando su sien en la mejilla del contrario mientras movía las caderas con el ritmo de la música. Se mantuvo sonriente, concentrada en el baile mientras veía a los novios entrar. Era echar de cabeza a la más reciente adición de la familia. Después de un rato, separó la cabeza del contrario y le abrazó de manera firme y menos desenfadada.- Estábamos hablando de su cumpleaños. De las flores. De la boda... Luego una cosa llegó a la otra y llegamos a cómo te enojaste porque no interrumpieron tu "cita" en tu cumpleaños para que vieras a Arleen en el hospital.- Remarcó la palabra cita de manera inquisitiva mientras clavaba sus ojos en los del contrario. No podía ser la primera vez que escuchara aquella palabra, pero sentía que en él no se aplicaba mucho. Sonrió para él, hablando en voz baja.- Insisto en que me habría esmerado más de saber que era tu cumpleaños... con la cena, claro.

Afuera, con el frío de la tarde cayendo sobre sus hombros descubiertos, se sentía más plena. Su mente divagó entre lo hermoso de la boda y lo decepcionante que era para ella no poder disfrutar uno solo de sus días sin la compañía de aquel a quien más quería. Ocultó su rostro entre las manos, tomándose unos minutos para respirar mientras se tranquilizaba. No era solo que Reiv no estuviera, lo sabía bien. Aquella chaqueta le habría caído de maravilla. Quizás de esa manera no se habría sentido tan expuesta por unos momentos. La soledad y el silencio le ayudaban a ponerlo todo en perspectiva.

Se tomó un momento para pensar en lo que significaría para ella el irse. No era que hubiera hecho las pases con su pasado, sino que lo había enterrado bajo la premisa de que sus últimas tragedias eran peores que aquellas que habían marcado su infancia. Al menos sentía aquello distante, como si le hubiera pasado en otra vida. Por un instante había disfrutado estar ahí adentro, incluso tenía que admitir que el lametón había sido divertido. Le parecía una conducta tan inocente e infantil que no podía hacerle daño. Y entonces todos sus pensamientos volvían en bucle. Era como si nunca le hubieran pasado por la cabeza, pues de nuevo traían su dosis de dolor. Si algo hacía bien, era comerse la cabeza recordando los años de abusos y su vida arruinada por culpa de su propia ineptitud. El aire se removió pronto a su alrededor. Ya tenía una sensación presente, como de alguien importante cerca, pero ahora algo más se acercaba. Levantó el rostro de sus manos para buscar en el cielo hasta que encontró la silueta de un gran y hermoso dragón aproximándose al lugar. Sentía que su corazón estaba latiendo con una fuerza desbocada, que quería salir de su pecho. Muy despacio, se levantó de su asiento, avanzando hasta el pasillo que llevaba al altar y hacia el frente. Vio claramente a la chica rubia, pero ya no le tenía temor ni resentimiento.

Se mantuvo de pie, viendo su esfuerzo para mantenerse en la cola del dragón. Aquello llevaba un gran grado de dificultad y una elegancia hipnótica; pero fue su voz la que la sacó de aquel trance. Le escuchó como si todo su cuerpo pudiera sentir la energía con la que le llamaba. Era casi como una fuerza mística, pues removió cada célula de su cuerpo. Ella tenía razón, debió haber seguido su instinto. Debió haberse escuchado. Dio un par de pasos hacia ella, deteniéndose cuando volvió a hablar. Esta vez, sus labios se entreabrieron y su rostro se contrajo en una sorpresa tranquila. Aquellas palabras llegaron hasta el fondo de lo que creía su alma. Se llevó las manos al pecho, masajeándose una muñeca con la otra. Estaba nerviosa por lo que había dicho, pero le había prometido felicidad y un instante después su angustia se deshizo en el aire. Podía repetir el tono exacto de su voz en la cabeza. Era como el canto de una sirena que le prometía que el dolor se iría y que hablaba con sincera preocupación.

No... No te vayas... - Susurró, pero la veía correr sobre el dragón y a este alejarse del lugar. Se mantuvo inmóvil mientras le veía desaparecer, esperando hasta que se perdieron en las montañas. Entonces comenzó su caminar. Echó a andar en dirección a la montaña. Se preparó para transformarse y seguirla, cuando su nombre de voz de otra persona le sorprendió de un modo diferente.- Ki... ana...- Susurró, girándose a verla. ¿Cómo no la había visto antes?- ¿Kiana? - Su mirada fue de la chica a las montañas que desde el horizonte le llamaban. Kiana. Y adentro estaba Kyllian y Mérida. Y gente que le habría importado de permitirles siquiera un mínimo acercamiento. ¿Qué tal si bajaba la guardia de nuevo y la historia se repetía? No quería volver a ser lastimada... Ponía tantas capas a su alrededor, ¿pero eso hacía su vida mejor?...- La fiesta ya empezó, deberías ir adentro... Está haciendo frío.

Escuchó su risa y sonrió de lado. La había pillado. Y hablaría con Arleen sobre compartir su vida privada con las mujeres con las que se acostaba. Sobretodo porque Sofía parecía alguien que metía las narices en asuntos que no le correspondían. Pero en su silencio, pudo disfrutar de su cuerpo  contra el de él, apoyó levemente su cabeza en la de ella y la atrajo contra sí bailando al ritmo lento de la música. Se dejó llevar, la melodía y las notas eran algo que llevaban en la vena los Royden. Bien fuera cantando, bailando, tarareando; su madre les había enseñado que la música era la vía para muchas cosas cuando las palabras sobraban.  Cuando uno de sus sobrinos llegó con el regalito, él le sonrió -Déjalo en la mesa con los abuelos, luego lo miró. Haz trampa y cógeme algo que te guste- Le guiñó un ojo antes de verle la cara de pillo. Le encantaba verlos así.

Al separarse, la miró a los ojos escuchando sus palabras. Él sólo sonrió de lado  y giró junto a ella para mirar a Arleen con Sayid, bocazas sin intención. La perdonaría, pero eso no implicaba que le daría una advertencia. Frunció suavemente el ceño al verle el gesto a la morena. Estaba incómoda -Mi familia es lo único que tengo y Arleen se vio muy afectada por su encuentro abajo. Por supuesto que me enojó…No es que menosprecie tu formidable compañía, Sofía. Pero en mi escala de prioridades, Arleen está primero que tú y te hubiese abandonado de ipso facto al saberlo- Le dijo con claridad volviendo los ojos hacia ella al ver que parecía preguntarle algo con la mirada, pero él no sabía el qué. Al menos había sido brutalmente sincero -¿Tú tienes familia?- Inquirió, tal vez así podría comprender lo que decía y no tomarlo como una ofensa.

Se rió, cuando escuchó lo de la cena, y negó con la cabeza -De haberlo hecho, acabaría secuestrándote para que me cocinaras todos los días- Murmuró y volvió a atraerla contra él, le gustaba cuando su cuerpo se apoyaba en el de él. Bajó las manos hasta su cadera sintiendo constantemente el roce de su cuerpo con el de ella -Pero si quieres, podemos repetir. Esta vez…En mi ático. Siempre que quieras experimentar un poco más…- Dijo, bajando levemente el rostro para que aquellas palabras llegaran directo a su oído y al de nadie más. Sonrió un poco y levantó la cabeza, como si de pronto recordara que debía tener prudencia. Intentó no buscar la mirada de nadie de su familia y se enfocó en alguna parte de la plataforma y de las flores para no mirar a nadie. No quería preguntas que no podía contestar, y tampoco quería ilusiones que quebrar. Como estaba, iba a terminar respondiendo exactamente lo que hacía con Sofía e iba a escandalizar a más de uno -Podría encargarme de la cena esta vez… Pero si quieres hacerlo tú…Te dejo-

A Mérida casi se le pasa por alto la presencia de Zaphira y de Adael cuando estaba mirando a Kyllian, pero ella no reverenció a nadie sino que sonrió abiertamente  a todos de forma alegre.  Se dio cuenta de que todo estaban hablando formalmente y aquello la hizo sentir tan incómoda como Juliet, prefería poder decir lo que se le venía a la cabeza sin palabras elegantes. Pero…Adael era simpático y no podía olvidar lo que le había ayudado antes de que Catherine se lo llevara a Londres.

-Ainnnnns….que eso es mucho protocolo, soy Mérida y quemo cosas- Sonrió abiertamente como si con eso fuera suficiente y después miró a Kyllian con una ceja alzada -¿Rayo? ¿Por qué no me lo habías dicho?- Le dio un golpe en el hombro y después miró a Adael -Mejor…Gracias, y sí, gracias por la visita- La verdad es que había sido corta pero al menos había tenido aquel gesto. Y Nicho también, que mono. Tenían que comenzar una banda. Total, a ella le quedaban meses encerrada en aquella isla.

Miró el anillo de Kyllian y frunció los labios -No sé. Actívalo a ver qué hace- Le sugirió Mérida y ella agarró su piedra y cerró los ojos, en cuanto canalizó su magia hacia la piedra sintió de pronto claridad mental y como si todo estuviera en absoluta paz. El sentimiento se le antojó adictivo después de todo lo que había pensado respecto a Kyllian y se dejó llevar un momento hasta que de pronto vio flashes de Kyllian en el piso, en la grama, con tres niños pelirrojos encima y a ella sentada a un lado riéndose a carcajadas. Pero antes de que pudiera reaccionar a aquello todo cambió y estaba delante de Gen licántropa liderando un clan que la miraba, a sus bonitos rizos rojos, como si ella fuera la presa. Mérida soltó la piedra con algo de estrés encima y parpadeó con sorpresa, perdiendo el color de la cara -Em…- Se aclaró la garganta y miró a Adael que preguntaba algo sobre su poción -Eh…Creo que…son aleatorios- Se agachó y cogió la piedra -¿Es amortentia?- Inquirió mirando la poción del Descendiente y luego le mostró su piedra -¿Sabes qué es esto? – Cuestionó mostrándole la aquamarina esperando que le dijera que era un artefacto dañado.  

Tras ello Kyllian le mostró algo y Mérida lo miró a los ojos nerviosa. Aún escuchaba ambas risas y la de los tres críos. Eso era un momento feliz. ¿Era el futuro? ¿por qué había tres? Anteia le había dicho uno. Le recorrió el rostro con el ceño fruncido (como el avy!) e intentó concentrarse en lo que decía -Es...una buena idea ¿Mudarnos? ¿De nuevo? Lo…Lo de la guardia no tengo idea pero seguro Sayid sabe. O…Bueno…Hay como mil guardias aquí. ¿Te ayudo a preguntar?-

A pesar de todo, el silencio y el baile juntos siempre le habían resultado una agradable combinación. Cuando escuchó a V hablando con su sobrino, puso atención para verle pasar cuando se retiró de entre ellos. Después de todo, él también se parecía un poco a V, por su hermano. Y V parecía ser bueno con los niños. El crío se había ido de ahí muy contento a realizar su deber. Esa era la faceta que le gustaba en la gente que frecuentaba. Le gustaba ver cariño fluyendo de una persona a otra y cómo se convertía en amor, de todo tipo. La mayor atención siempre estaba en los detalles, por eso la boda la había planeado de manera especialmente minuciosa y con todo el amor del que era capaz.

¿Siempre haces eso? ¿Soltar comentarios perfectamente normales y creer que van a ofender a la gente? Es perfectamente normal que te preocupes por tu hermana. Si te hubieran avisado y no te hubieras ido enseguida, te habría arrastrado al hospital. Y quizás no estaríamos bailando.- Así como se ilusionaba rápido con alguien, también perdían el encanto en un segundo al no compartir ciertos valores primordiales. Apartó un instante la vista del contrario. No tenía mucha intención de hablar sobre su familia. Quizás tendría que cortar esa pregunta de tajo, pero se fue por las ramas.- Ah, quizás en eso debas consultar a tu madre y no a mi. Fui hija única y mucha de mi familia "indirecta" se quedó en Grecia cuando vine aquí.- Por no decir toda. Y respecto a padres o abuelos, él debía poder asumirlo si su madre estaba tan obsesionada como decía y ella había asumido su sitio en el Consejo a tan corta edad. Al menos su risa le sacó de ese lugar sombrío en el que se estaba metiendo. No quería ir ahí. Nunca. Mucho menos en una boda. Prefirió reír por el comentario del contrario, negando con rapidez.- Ah, no. Eso no. La esclavitud no es mi mejor color, mucho menos si tengo que cocinar tres veces al día. Qué desastre...- A veces no lo hacía ni para ella. Rio de nuevo al escucharle hablar de su ático, bajando las manos hasta las suyas para subirlas hasta su cintura con una gran sonrisa, volviendo después a subirlas hasta su nuca.- Cuéntame más de este ático tuyo...- Susurró con una mirada profunda. La mejor manera de calmar a un borracho era mantenerlo hablando. Así no terminaría con una lengua atorada en la garganta. Al principio creyó que el alcohol suave de la boda no le habría afectado, pero ahora no estaba tan segura. Tenía que manejar aquello con precisión de relojería, pues podía haber una escena desagradable si no hacía las cosas con cuidado.- Hmm, mientras no sea cena de microondas, te daré la oportunidad. ¿Te ha gustado la boda? A mi se me ha hecho preciosa... ¿Viste el área de cachimbas? También sirven café.- Era mentira, pero qué clase de maga era si no podía aparecerle uno al pobre hombre. O carbohidratos para absorber el alcohol.

-¡Oh no! ¿De forma permanente?- Preguntó a Kyllian sobre su condición de no poder hablar con auténtica angustia reflejada en su rostro. Se puso a buscar a su alrededor en busca de Lucio para contarle al medimago sobre el caso del muchacho ya que lo había preocupado.

-¿Cómo fue que pasó?- Dijo volviendo su atención a él. La sonrisa incomoda de la dragón le hizo sonreír. No le hacía gracia ponerla incómoda… de verdad… no le hacía gracia poner incómodo a nadie, tal vez fue la situación lo que le pareció gracioso… o… no sé.

-Eso es un anillo lead, está hecho de cristal de plomo y permite conjurar una nube de oscuridad alrededor del que lo porta, sirve para escapar o evitar ser visto.- Explicó señalando lo que le habían dado al feral. Dejó las bromas cuando vió pálida la cara de la pelirroja, asintió algo dudoso sobre su bienestar en respuesta a si su regalo se trataba de amortentia y miró la piedra preciosa que le habían regalado a la mujer reconociéndola al instante.

-Eso es una aguamarina minoica, una gema que aporta paz interior y claridad de mente, equilibrando las emociones, creo que también puede ayudar a vislumbrar atisbos del futuro.- Dijo aún no muy convencido. Posó su atención sobre Kyllian sin dejar de estar pendiente de Mérida, parecía algo turbada y alternó la mirada entre los dos.

-Vamos a hacer lo siguiente, ustedes dos se van a sentar aquí y yo voy a ir a buscar a la General de la Guardia de Ouroboros para que la conozcan.- Les dijo guiándolos a una mesa cercana a la que le llegaba aire fresco del exterior de la carpa que quizás era lo que la bruja necesitaba, tal vez había sido una baja de azúcar porque no parecía ir a vomitar.

No se rindió hasta que no se sentaron, no quería ni pensar en que la mujer se desmaye ya que se podía golpear, y se fue en busca de Amaya. En el camino pidió que le lleven a Mérida un de jugo de fruta o un refresco regular no dietético.

-¡Hola!¡Miren lo grandes que están! Pronto necesitaré una escalera para darles un abrazo.- Saludó a los niños sonriente cuando encontró a la mujer ayudándolos a repartir los regalos. Cuando vió a la niña se hizo el sorprendido -¿Y ésta bellísima princesa? My lady.- Dijo haciendo una pronunciada reverencia. -Continuen con el buen trabajo.- Les dijo para luego dirigirse a Amaya sonriente.

-Tienes una familia hermosa.- Dijo mientras se acercaba para darle un cálido abrazo. -¿Cómo se encuentran tus padres y tus hermanos?- Preguntó con auténtico interés. -¿Estás muy ocupada? Porque quiero presentarte a un muchacho que quiere unirse a la Guardia, le falta algo de disciplina pero es muy prometedor.- Le ofreció el brazo para guiarla hasta la mesa en la que había dejado a los elementaristas del fuego.

-Les presento a Amaya Hua, General de la Guardia de Ouroboros. Amaya, ella es Mérida Pyro, bruja elementarista del fuego, miembro de la Brigada de las Mil Grullas y que se encuentra en la dulce espera.- Se lo diría a todo el mundo si se lo permitía porque, a pesar de no parecer ser un embarazo planeado, le daba ilusión que el futuro bebé sea un mago elementarista del fuego.

-Y él es Kyllian Evans, feral y elementarista del rayo que quiere saber cómo hacer para unirse a la Guardia, aunque no puede hablar así que se comunica a través de su libreta.- Señaló mientras corría una silla para la elementarista del metal y esperaba a que se siente para tomar asiento a su vez.

-¿Alguna vez probaron el Qáhue? Es la versión árabe y deliciosa del café, Sayid me abrió a ese maravilloso mundo.- Dijo mientras llamaba a un camarero para que se acerque y para pedirle que traiga.

Código:

Kyllian
Mérida
Amaya

La miro fijamente a los ojos cuando se gira a verme sin moverme de mi asiento y continúo en silencio cuando pregunta por mi nombre. Sigo su mirada que se dirije a algo lejano.

Está ausente, como el descendiente de Licaón había predicho en su prueba del Torneo Fénix. Hago caso omiso de su recomendación de ir adentro mientras me pongo de pie y me estiró al tiempo que bostezo.

-¿Recuerdas la historia del lobo blanco y el lobo negro?- Le pregunto acercándome a ella a paso lento para quedar a su lado y mirar hacia donde ella parece querer ir removiendo la piedra en mi mano.

Se mantuvo de pie frente a la chica mientras se acercaba. No sabía que pensar, la había atacado entre tres en el torneo y desde el inicio le pareció que era de las que guardaban un rencor del malo y por mucho tiempo. Cuando llegó hasta ella, quiso quedarse en su lugar, pero tuvo que dar un paso atrás. Su espacio personal en ese momento era un poco más grande de lo que normalmente se acostumbraba para sentirse lo suficientemente cómoda. Cuando lanzó la pregunta, tardó un minuto pensando en la historia para asegurarse de recordar los pormenores antes de asentir con la cabeza suavemente. Creía recordar. Giró el rostro hacia la carpa, pensando en ir a buscar también a Altair después para que le explicara la última pregunta que le hizo en el torneo. Fue en ese momento en que vio a los guardias haciendo acto de presencia. Habían sido bastante invisibles durante la ceremonia y el banquete, pero ahora se amontonaban cerca de aquel lugar. Volvió la vista a la montaña. De seguro se habían enterado de la presencia de la Pendragon. ¿Iba a ser un tema difícil siempre?

Recuerdo la historia, Kiana. La... mayor parte.