Cabaña de Sofía Dioscórides

Como dije, le aseguro que no serán olvidados. Algo se hará.- Dijo con firmeza cuando escuchó la historia de lo sucedido en aquel lugar. No mencionó nada más cuando le alzó en brazos, pero notó con horror el cansancio tan profundo que le invadía.

Una vez en sus brazos, se concentró cerrando los ojos y cubriéndolos con su mano para tratar de invocar a su Patronus. Con tanto en la cabeza, tardó demasiado en lograrlo, enviándole al fin un mensaje a Catherine, que si acaso Lucio estaba con Matvey sería irresponsable interrumpirlo mientras le atendía. Solo quería saber si estaba bien, con lo que articuló su pregunta y dejó que siguiera su camino.- Voy a tener que insistir con lo de ofrecer los servicios primero, Teniente... Pero eso será otra historia. Necesito saber... ¿Qué clase de magia manejan? ¿Cómo fue capaz de... semejantes atrosidades?- Preguntó tras un rato caminando en silencio. El cansancio era físico, pero su mente seguía a mil por hora, mas su enfoque era en los Pendragón y ya no más en su lado de la historia.

A medida que avanzaban se daba cuenta de que estaban próximos a llegar. Maldijo de pronto a sus antepasados por las escaleras, pero a la vez aceptaba que le encantaba aquella edificación, tan cercana a la naturaleza. Era casi como estar en un capullo. Soltó un gran suspiro, pensando en abusar más de los servicios del contrario.- ¿Te importaría ayudarme a subir las escaleras o te va a entrar el orgullo militar porque cargar Descendientes no entra en tus funciones? - Preguntó con el mismo tono en que le había comentado lo del orgullo feminista, aunque la ironía era una forma de no tener que aceptar su debilidad momentánea. Tenía ganas de recostarse, pero no en su cama, en el piso de abajo que le traía paz al estar tan cerca del agua y tan cubierto por los árboles. A lo lejos se escuchó la cerradura correrse cuando un giro de la muñeca desbloqueó la puerta.- Hubiera preferido que su visita llegara bajo otras circunstancias.

Sofía era mucho más ligera de lo que pensaba para tener semejante cuerpo pero al menos le era placentero sentir el calor apeeeenas filtrarse a través de la armadura. Se notaba que estaba agotada pero la preocupación le ganaba o eso creyó cuando vio el patronus. Lo observó siguiendo la figura azulina antes de seguir avanzando con tranquilidad. Escuchó sus preguntas y analizó el ataque -Creo que tiene que ver algo con la sangre. Ella se cortó con mi propia espada y luego hizo esa bola de sangre rara en la mesa del parlamento. Sólo podemos asumir que es cosa del linaje, pero tendrán sus variantes. O no…Mis hermanos y yo no compartimos los mismos poderes- Expresó con serenidad pero sintió que el tatuaje le ardía. O al menos era idea suya.

Vishous soltó una risa bastante genuina y ronca cuando Sofía le rebatió con eso de las “funciones”, tardó un poco en dejar de reírse  y entonces respondió -Digamos que mi caballerosidad no se rige por mi código militar y que, realmente, no tengo  a ningún superior aquí para romperme las pelotas- Soltó, así, sin más -Así que si quiero llevarte hasta tu propia cama, y me dejas, lo haré- Respondió aunque sabía que estaba jugando con fuego. Bajó la vista cuando escuchó a lo lejos lo de la cerradura y su mirada diamantina se posó en las orbes esmeraldas de la Descendiente. Recorrió su rostro con profunda curiosidad -Voy  a asumir que me estás invitando a tu casa- Le dijo antes de empezar a subir las escaleras sin emitir ningún ruido de cansancio, después de todo, estaba en buena forma.

Terminó de subirlas y pateó suavemente la puerta para ingresar observando la casa por dentro, tuvo cuidado al ingresar para no golpearla y una vez dentro cerró la puerta con la maniobra precisa sin perder la firmeza en el agarre del cuerpo femenino -Sólo dime dónde quieres que te deje descansar- Le dijo deteniéndose en la entrada porque no sabía a dónde debía dirigirse. Apreció el lugar y las vistas, era notable que quien vivía allí tenía una relación profunda con la naturaleza. Pero otra de las razones de ver tan acuciosamente era estudiar realmente la seguridad de aquel lugar, no sólo que no hubiese enemigos sino realmente que esas paredes de vidrio no fueran tan endebles como parecían -¿Tienes a alguien que te ayude o te vales por sí sola?- Pensó en Arleen, pensó en su madre y cómo su hermana había retrasado bastante el hecho de independizarse y sospechaba que era porque tras las largas jornadas de trabajo no quería llegar a casa y encontrarla carente de cariño, amor o calidez. Al menos su madre, pese a lo exigente que era, solía mimarlos demás. -¿Necesitas que llame a alguien?- Preguntó nuevamente y finalmente bajó la vista hacia ella para escuchar sus respuestas. Trató de mantener la vista arriba y no deslizarse hacia su escote porque con el cansancio que llevaba la mujer...sentiría que se estaba aprovechando.

Magia de sangre. Asintió. Tenía sentido si quería creer que lo de la burbuja no había sido solamente una treta bien preparada. ¿Cuál sería la extensión? Mientras escuchaba el relato, su mente también estaba ocupada tratando de encontrar otros momentos en los que aquellos poderes hubiesen sido palpables. No encontró mucho, a decir verdad. Tomó un segundo para responderle, pues en sí, había dicho algo muy cierto.- Por tradición, es posible que sea algo que todos hagan, en diversas variantes.- Mientras tanto, se anotó para después el preguntar por su familia.

Escuchó la risa del contrario con una sonrisa tranquila. Que al menos uno de ellos se estuviera divirtiendo le parecía algo bueno. En otras circunstancias... oh, otras circunstancias habrían sido maravillosas. El contrario era una buena y estimulante compañía. No respondió de inmediato, pero supo que alejar al contrario de su habitación era un buen instinto a seguir.- Oh, no, mi habitación resulta una distracción en estos momentos.- Susurró, mas cuando sus miradas se encontraron, un brillo perverso parecía emanar del contrario. En definitiva, aquel hombre seguro era peligroso para la isla. Sobre todo para las chicas.- Pero claro, si yo fui quien le pidió ayuda para llegar.- Puso los ojos en blanco, aunque sin poder disimular la sonrisa de sus labios. Un casco, necesitaba un casco en esos momentos donde no podía ocultar con tanta facilidad sus intenciones.

La brisa húmeda y fresca que entraba por la terraza del río le hizo decidir el lugar. Los hechizos de la casa eran buenos, con lo que no le molestaba dejar abierta la pared corrediza del piso inferior.- Abajo, por favor.- Señaló las escaleras mientras veía escaleras arriba, evaluando que posibilidad tenía de dejar que le llevara a su habitación sin acabar reteniéndolo por el resto del día. Por la curiosidad del contrario mientras veía el interior de su casa, pudo adivinar que los guardias no se habían hecho un mapa de las residencias de los Descendientes. No tuvo que señalarle el camino, dentro del bosque espeso, para que llegara a su casa, con lo que pensó que quizás los rondines a la propiedad serían cosa constante.

La pregunta del contrario le sacó una pequeña risa. Muy inapropiada, pero se encontró a si misma ya no en tensión, sino en tranquilidad. Él tenía ese efecto en ella, donde podía hacerle olvidar lo que pasaba alrededor. Algunos de sus compañeros también le causaban algo similar... No entendía muy bien si le estaba preguntando si ella misma se cocinaba y limpiaba, o si vivía sola. En tiempos de magia, tener sirvientes era algo se daba por tradición, no por necesidad.- Mantengo sola la propiedad.- Dijo, creyendo que era la respuesta más apropiada para la pregunta, aunque en un espectro grande del término, la verdad era que recibía bastante ayuda con el invernadero de los estudiantes.- Voy a estar bien... bajando las escaleras, pasando la cocina, en el columpio de la terraza. Ahí puedes dejarme. Le invitaría algo de tomar, pero dicen que los uniformados no deben beber estando de turno.- Coincidía, pero tenía también mucho que ver con que Sayid le hubiera dado algo que hacer y ella estaba contribuyendo en que no se lograra.

Spoiler:

-¿Tu habitación? Sofía, la única distracción que hay aquí, eres tú con tu exuberante belleza. No necesito ninguna habitación- Aclaró muy detenidamente mientras la miraba. Observó aquellas orbes esmeraldas ponerse en blanco para luego sonreír. Una inocencia impregnada de subyacente picardía. Mujer, que lo estabas calentando a fuego lento. Cuando señaló que debía ir abajo agradeció que no pudo ver su perversa sonrisa pero no pudo contenerse -Yo voy abajo cuando quieras- Indicó, pero no la miró sino que fue avanzando hasta llegar a las escaleras con mucho cuidado.

-Independiente. ¿Sabes que muchos  hombres le temen a ese tipo de mujeres?- Añadió como  dato interesante mientras terminaba  de bajar y apreciaba el lugar. Una vez más su mirada diamantina, única cosa que se veía a través del casco, observó el lugar con cierta suspicacia. No confiaba en espacios muy abiertos en la situación en la que estaban. La dejó con cuidado en la hamaca esperando que con eso pudiera descansar. Al hacerlo fue poco prudente y bastante descarado ya que no mantuvo distancia sino que las recortó aunque, por supuesto, tenía su armadura puesta. Sólo había contacto visual pero eso no evitó que la cercanía con Sofía, al depositarla, resultara en un momento de tensión. Se incorporó lentamente  sin dejar de observarla.

-No, no debemos beber. Pero podemos ocuparnos de otros… deberes- La miró de arriba abajo y sonrió de lado. Se quitó el casco lentamente, movió la cabeza y se llevó una mano al pelo para arreglárselo hacia atrás -Pero antes de irme tengo una duda ¿Está casa está considerada segura? ¿Pasó alguna revisión por parte de la Guardia? – Inquirió acercándose a las “paredes” y apoyando una mano en ella -¿Qué tipo de hechizos de protección tiene? Me parece imprudente dejarla aquí sin poder garantizar vuestra seguridad- Y oye, aquello iba en serio. Tenía una doble intención pero eso no quitaba que Vishous pensaba que esas paredes eran de lo más débiles -Puedo reforzarlos mientras descansas-

Rió despacio al escuchar el halago del Teniente. Pensó por unos momentos en lo agradable que era y lo divertido que era tratarlo. Tomaba a bien sus cumplidos, incluso llegando a ruborizarse, algo que le pasaba muy seguido al reír. Sin inmutarse, dijo un sentido "gracias" cuando aseguró que la llevaría abajo, avanzando por las escaleras.

Bueno, realmente a las mujeres independientes tampoco le interesan los hombres que les temen. Suelen ser un poco mediocres, ¿no cree?- Señaló con la genuina creencia. Quizás le salió un poco lo feminista, pero iba cargada a modo princesa, así que supuso que se lo dejaría pasar y que balancearía un poco la situación. Además, sonrió, y si eso no relajaba la situación, nada lo haría.

Se dejó llevar tranquilamente hasta el columpio de la terraza, tomando posición en cuanto sintió su cuerpo recargarse en una superficie horizontal. Notó la distancia tan corta que el contrario había provocado, sabedora de la clase de tretas que debía tener para incitarle deseo. Poco sabía él que no necesitaba trucos. Sin embargo, en lugar de quedarse a disfrutar de la cercanía giró el rostro hacia el lago, en espera de que la tensión se volviera tortuosa. Relajó su cuerpo de manera visible, colocando su cabeza en los almohadones.- Fumar, apuestas, drogas...- Mencionó soltando al final una carcajada, porque si se ponían a hablar de vicios ya sabía a donde irían a dar. Estaba sacándole la vuelta a esa conversación. Debía admitir que vio todo en cámara lenta cuando el contrario se quitó el casco y pasó su mano por el pelo. Había algo en él, en el uniforme, el porte, el brillo peligroso en su mirada... Agradeció el cambio de tema, pues algo en ella estaba despertando en un momento muy poco apropiado.

Cerró los ojos por un minuto entero mientras sentía la brisa del lago y trataba de conectarse con la naturaleza a través de una profunda respiración. No dejó de responderle con prontitud, aún cuando buscaba relajarse.- Desconozco lo de las revisiones. La "obtuve" hace algunos años, cuando vine a tomar puesto en el Consejo. Me comentaron que estaba bien protegida y le puse algunos protegos más, para asegurarme... Pero si requiere revisarla...- Se encogió de hombros, abriendo los ojos para mirarle, dándole a entender que a fin de cuentas no interferiría con sus funciones, si eso era lo que requería para cumplirlas.- Entiendo su... malestar. o su recelo. Los cristales pueden parecer frágiles. Tuve mucho tiempo para pensar en cómo fortificarla la semana pasada. Debo hacerla inmune a todo. No pretendo que ella me proteja a mi, sino al contrario.

-Las mujeres independientes deciden tenerte en su vida, no te necesitan. Muchos hombres no pueden vivir con esa verdad y prefieren buscar a otras. Así que sí, son mediocres- Era importante que entendiera que él estaba dando un dato aleatorio a modo de sacar conversación. No se consideraba a sí mismo un mediocre y, por el contrario, prefería a las mujeres independientes que supieran lo que querían en la vida y no le molestaran. Él mismo era independiente y por eso no tenía ningún pegoste encima. Tal vez, por eso, no se había casado. Analizó aquello un momento pero decidió que le daba igual si estaba casado o no, su independencia no se la iba a mermar nadie.

Se le quedó mirando con el ceño fruncido cuando empezó a hablar de las drogas y apuestas -¿Pero qué crees que vamos a hacer tú y yo? ¿Montarnos un casino andante? Lo de fumar te lo acepto…Lo otro…Meh, forma de perder el tiempo y tu conexión con la realidad- Expresó alzando suavemente los hombros. Se sorprendió de que en el momento en el que se quitó el casco llegara el patronus de Arleen, le dio un vuelco el corazón y se inclinó para recibir al perro. Oyó lo que tenía que decir y chasqueó la lengua, intercambió una mirada dubitativa con Sofía por saber si ella sabía donde se encontraba Da Vinci pero entendió que no. El trabajo llamaba. Se volvió a poner el casco y conjuró su propio patronus para responderle a su hermana. Un halcón fantasmal abandonó la casa de la pelirroja y Vishous le quitó importancia a la mujer durante un momento, tenía la vista fija en una de las cuerdas que sostenía la hamaca mientras intercambiaba información con Amaya y el resto de altos rangos de la Guardia. Estuvo así por lo menos cinco minutos, el único momento en el que se detuvo a mirar a Sofía fue cuando le habló y le hizo un gesto de que esperara. Sí, cuando estaba en modo profesional no le importaba pedirle silencio a los demás. Ni siquiera a los Descendientes.

Después de un largo silencio, V volvió a sacarse el casco con una sonrisa leve. Había olvidado que Sofía había tomado el cargo hace "poco" -Perdona, el trabajo. Debo encargarme ahora de las casas de todos los Descendientes. Más que nada elevar protecciones para que no cundan ante el ataque de un dragón. Comenzaré con la tuya- Expresó con profunda tranquilidad y para luego sonreír de lado con un poco más de …¿interés? -¿Me das un tour o soy libre de investigar por mi cuenta?

En efecto. Bastante feminista de su parte.- Añadió con una sonrisa, tratando de picarle un poco, aunque parecía lo suficientemente maduro para no hacer una escena por ello. Le gustó aquello de "son mediocres", pues indicaba que él no se consideraba como tal.- Ya hay un bar, no creo que un casino haga mal a nadie. Las apuestas solo son malas si pierdes.- Bromeó con una media sonrisa. No podía decir que no aceptaba un cigarro de vez en cuando, así que dejó eso para sorpresas futuras. La gente no tenía por qué conocer todos sus vicios. Después de todo, tenía que poner un ejemplo de rectitud por todos los Descendientes que no lo hacían.

Le hubiera gustado poder acariciar al perro patronus cuando se acercó a V, pero parecía muy entretenido en sus cuestiones, por lo que prefirió no interrumpirle hasta que esa mirada llegó a ella. No le gustó. Era como si algo estuviera pasando y él realmente no quisiera molestarla con cosas. Le miró con el ceño levemente fruncido todo el tiempo en que mantuvo comunicación por el casco y por el patronus. Ya no sentía el cansancio, pues de repente entendió que había cosas que hacer.- ¿Qué ha ocurrido? - Preguntó ignorando un poco lo que habló de sus deberes, sentándose en la hamaca. Asintió a lo de comenzar con la suya, si eso ponía menos terca a la Guardia, mejor. Prefería no tenerlos merodeando o que le pusieran un guardia en cada ventana.- Te daré el tour, y ya después investigas lo que te haga falta.- Se levantó con un profundo suspiro, acercándose a la cocina y a las escaleras. Debajo de estas últimas, había una cava refrigerada, de donde sacó una poción para el cansancio. Que más daba más droga. El tour comenzó.- Por allí se baja directamente al lago.- Se acercó a la pared derecha, que tenía oculta una puerta. Al abrirla, mostraba unas escaleras que más abajo se perdían en el agua del lago y también conectaban con un camino de tierra que llevaba al invernadero.- Quiero que sepa que esta casa no es toda mi propiedad. El invernadero es lo más importante en ella. Y es enorme. Y es todo de cristal. No es frágil, pero si va a ponerle protección, quizás quiera que le ayuden... Ese es el baño.- Le cedió lugar para que viera las escaleras al lago si lo deseaba. Mientras tanto, subió despacio las escaleras hacia el primer piso. Tomó primero hacia un lado.- Aquí esta una sala, aquella puerta sale a la terraza de este piso. Toda esa pared es removible, por cierto. - Caminó un poco hacia el otro lado, abriendo dos habitaciones, una junto a otra. Vacías, grandes y cada una solo con una ventana de normales dimensiones.- Aquí no tengo nada, me siento asfixiada cada vez que las veo... Aquel es el baño.- Murmuró con disgusto, acercándose de nuevo a las escaleras. Se detuvo un momento mientras pensaba en si era realmente necesario ir tan arriba. Finalmente subió. Nada más terminar las escaleras, una sala en tonos claros frente a un enorme ventanal recibía, así como también un pequeño bar a la derecha. No comentó en eso, era un espacio muy personal. Y a la izquierda una pared dividía toda su habitación. Abrió la puerta con tranquilidad. Sabía que no encontraría nada fuera de lugar, pues le gustaba que su casa pareciera una de muestra. Si no había señas de que alguien viviera ahí, mejor.- Y mi habitación... Ese es el baño.- Murmuró tras un suspiro, señalando el rincón que no estaba precisamente separado de la habitación. No había puerta, solo una pared que dividía un enorme vestidor y un baño completamente equipado. En ambos espacios, había vistas excepcionales. La de la habitación hacia el lago y la del baño hacia el frente de la casa. Por supuesto, ambas tenían su sistema.- El cristal se empaña por fuera cuando alguien entra aquí. - Se adentró al baño.- Y el invernadero está por allá.- A lo lejos se podía ver una cúpula de cristal enorme, que albergaba miles de plantas y semillas con destinos de conservación.

-Soy feminista- Respondió con mucha tranquilidad y después entonces se ocupó de oír todo la información sobre el descendiente. Cuando terminó y ella preguntó por qué sucedía decidió que de una y otra manera se informaría -Mi hermana ha reportado que el descendiente Giordano no se encuentra en ningún lado. Amaya se está encargando y hemos dividido tareas. Las tropas de los campos han empezado a retirarse- Explicó mientras la seguía observando lo que estaba sacando del refrigerador.

Fue caminando tras ella observando cada detalle y observando las zonas e interpretando por su lenguaje corporal. Gracias a ello pudo saber cuáles espacios le gustaban más y cuáles no pero no emitió comentario. Cuando terminó la gira asintió brevemente y se volvió a un sitio que considero el centro de fuerza de la casa. Se quitó el guante de cuero lentamente y se arrodilló, colocó la mano tatuada en el piso y cerró los ojos. Empezó a canalizar su energía a través de la mano y de pronto todo a su alrededor vibró levemente mientras una luz blanquecina recorría el lugar como la sangre recorre las venas. Cuando acabó Vishous se incorporó visiblemente cansado pero no emitió palabras.

-Entonces ahora… el invernadero- Lo dijo cómo anotándose aquel mensaje mientras se acercaba a la pelirroja. Se quedó a una distancia prudente que poco a poco fue recortando -Aunque una cosa más me queda por investigar- Expresó y así, sin previo aviso, cogió a la pelirroja de la nuca para acercarla hacia él y besarla. Saboreó los labios de Sofía con intensidad, cobrando cada una de sus calientes respuestas, con solo su lengua. Corto pero intenso. Cuando se separó no la miró, sino que le dio la vuelta y la pegó contra la pared apretándola con su propio cuerpo. Se inclinó hacia su oído con una sonrisa en los labios para susurrarle -Tan exquisita como esperaba- Le dio un azote en la nalga que le quedaría picando un poco y se desapareció sin decir más.

-Un mes después-

Durante aquel mes casi no había tenido tiempo de liberarse sexualmente porque el trabajo de protecciones realmente había agotado su energía y aquello era requisito imperativo para su alta actividad sexual. La agenda de protecciones ya casi estaba cerrada, le faltaba una en particular que había dejado para el final porque lo que había hecho con la Descendiente a la que pertenecía: El invernadero de Sofía Dioscórides. Pese a la paz que solía reinar, él no se tragaba nada y durante aquel mes también se dio cuenta de que la mujer pasaba de él así que habían varias opciones jugando en su mente. Pero optó por ser prudente y no tensar demasiado la cuerda.

Por esa razón había decidido ir de noche a levantar el campo de protección del invernadero, pues era muy consciente de que los aprendices no estarían allí. Se apareció a un par de metros de una de las entradas y se ajustó el abrigo de invierno porque hacía un frío importante para ser inicios de noviembre. También se bajó un poco el gorro que llevaba y ajustó los guantes antes de dar con la entrada. Al ingresar sintió una nube de humedad en el ambiente y supuso que se debía a la función del invernadero en sí así que lo ignoró. Empezó a deambular por allí aunque ya había evaluado la estructura y sabía cual era el centro y el punto fuerte. Al ser tan grande tendría que elevar dos o tres protecciones, tendría que evaluarlo a medida que lo hiciera.

Cuando llegó al primer punto se quitó los guantes y los metió en el bolsillo de su abrigo. El silencio del invernadero era tranquilizador. En la casa de sus padres siempre había un murmullo generalizado que no sabía de qué era y en su piso sólo había gemidos cuando iba, así que el silencio que le rodeaba casi que le resultaba ensordecedor pero…al menos las estrellas eran sus aliadas. Cuando se arrodilló y puso su mano “maldita” en el piso, mantuvo la vista hacia el cielo estrellado mientras canalizaba energía. Pronto la mano se calentó y a través del piso del invernadero empezó a fluir una luz blanca que palpitaba al ritmo del corazón de Vishous mientras construía la protección.

Había terminado de aclimatar las plantas en la parte nocturna del invernadero, así que se dedicaba a consultar un par de libros mientras la temperatura terminaba de nivelarse a lo que aquella noche requerían. Adentro no hacía frío como afuera, pero usaba terciopelo de un tono azul oscuro, estrecho alrededor de su torso, de mangas largas y con un escote en V que seguía revelando de más cuando movía demasiado los brazos o separaba los hombros.

Escuchó un ruido afuera. Quisiera decir que provenía de la puerta de entrada, pero también podría haber sido solo el aire. Desde hacía un tiempo tenía demasiado cuidado con lo que ocurría a su alrededor, estaba más despierta a si le estaban siguiendo y a las personas que había en las salas. Era quizás un rasgo paranoico que le había dejado el secuestro. Volvió la mirada a la lectura, anotando un par de nombres en una de las libretas que tenía frente a ella con cuidadosa caligrafía. No logró perderse en la lectura, pues una luz proveniente de la cúpula central la sacó de sus pensamientos. Se levantó con cuidado, dejando sus lentes en el escritorio y apresurándose a apagar la luz. Su oficina estaba rodeada de árboles espesos, por lo que se tomó la libertad de cerrar la puerta con cuidado antes de comenzar a caminar hacia la luz. Iba a paso lento, pues no quería que el taconeo la descubriera de algún modo. Siempre podía desaparecerse o usar el paso a su casa de manera directa, pero quería averiguar. Como fuera alguno de sus estudiantes le iría mal por estar sin autorización en el invernadero.

Dio un largo rodeo al recinto, pero al final logró llegar al origen de la luz. Esa posición... La mano en el suelo... Lo robusto del cuerpo de aquel hombre. Supo quien era al instante y su cuerpo recapituló la sensación de estar apretada contra la pared. Pensó en irse, pero había algo hermoso en la escena que se lo impitió. Soltó un suspiro. Sabía que no le interrumpiría si hablaba. Él respondería cuando terminara.- De día también se pueden hacer las protecciones, Teniente. De hecho, creo que es más acertado hacer las cosas a primera hora de la mañana.- Sintió la necesidad de llegar y patearlo. Le había estado evitando porque no se había decidido sobre qué hacer tras el asalto. Pero allí estaba.

Cuando estaba canalizando energía, Vishous observaba el cielo porque sentía que éste le hablaba. De una u otra forma se conectaba con la energía cósmica y el universo finalmente le saludaba. No era muy común que lo hiciera pero eso no quitaba que estuviera bastante ensimismado para no oír el taconeo de Sofía…Pero reconoció su perfume. Sonrió de lado, aún mirando a las estrellas, cuando le escuchó hablar. Decidió que no le dirigiría la palabra hasta que terminara y se mantuvo unos cinco minutos más terminando el encantamiento.

Se levantó con tranquilidad y miró su mano derecha que irradiaba aquella luz blanca y cálida, tras eso miró hacia donde estaba Sofia -¿Para que los uses como tapadera porque no puedes enfrentarte a los recuerdos y sensaciones que te despierto, pelirroja?-  Chasqueó la lengua  y después negó con la cabeza. Era directo, al menos, como siempre. Que no fuera por falta de sinceridad -Prefiero ahorrarme verte haciendo pantomimas y venir de noche donde ninguno de tus aprendices sepa dónde coloqué los encantamientos, así no hay forma de que traicionen tu confianza y alguien destruya tu invernadero- Mientras le hablaba había acortado las distancias pero fue prudente de quedar a cierto espacio para que no le soltara una cachetada. Deslizó su mirada diamantina por el cuerpo de Sofía observando deliberadamente los mechones rojos que caían por sus hombros y luego daban paso al terciopelo azul de profundo escote. Se preguntó si llevaba ropa interior. Sonrió para sí mismo pues sabía que sus pensamientos eran fácilmente leídos en su rostro, al menos así lo deseaba él.

-Porque es lo más importante para ti ¿No?- Preguntó, volviendo su mirada hacia sus ojos verdes con cierto pesar. Sus labios mantenían aquella sonrisa lacónica pero no le hizo nada, pasó por su lado lentamente sin añadir nada más pero con deseos de volver a estamparla contra algo pero, como siempre, lo primero era su trabajo y le faltaban un par de encantamientos por colocar

Mientras el contrario terminaba sus cosas, una curiosidad captó su atención. Se agachó un momento, analizando las hojas de una curiosa planta, absorta en encontrar que las motas que antes estaban ya habían desaparecido. En cuclillas, se dispuso a revisar cada rama de esa y de las circundantes, ansiosa de pasar a su oficina y anotar la mejoría en las bitácoras. El tratamiento parecía exitoso y se encontraba orgullosa de la respuesta. Había tantas cosas que quería comprobar por sí misma en aquel lugar gigante... Cuando el contrario comenzó a hablar, dejó su trabajo de cuidados y se irguió con cuidado, escuchando sus palabras con la atención debida.

Cuádrese, Teniente. El respeto también me despierta sensaciones... hasta que por mí misma decido que respeto ya no es algo que quiero.- Murmuró con una sonrisa muy contraria a las negativas reacciones del moreno. No negaba que había hecho ciertos ajustes para no tener que verle en ciertos momentos, sobre todo cuando vagaba sin compañía o sin una tarea específica en mente.- Espero que haya contemplado el piso de abajo para tales fines. Pero claro, no llegué a darle el recorrido la última vez. Que salió huyendo... Supongo que es muy capaz de encontrarle solo.- La entrada estaba bien oculta, aunque sabía que para alguien con magia aquello podía resultar muy fácil de encontrar. Solo estaba picándole. Cuando se comenzó a acercar, puso una de sus manos en la cintura y alzó la barbilla. El escote se abrió unos centímetros a la altura de los hombros con aquella posición, dando también profundidad. Podía ver claramente el deleite del contrario mientras recorría su cuerpo por la mirada.

¿Lo más importante? ¿Esto? - No respondió. Aunque se puso en tensión, se mantuvo firme. No era la mejor combatiendo de manera física, pero creía poder mantenerlo en raya a base de magia si trataba de propasarse de nuevo.- Parece que nos estamos arruinando el juego mutuamente. ¿O avivando? - Murmuró cuando el moreno pasó a su lado, yéndose en dirección contraria. Él tenía trabajo que hacer y ella tenía que ir aún a corregir la temperatura de una de las áreas más grandes del invernadero. Era forzoso que tendría que ir en aquella dirección en algún momento.

-Tal vez lo que te gusta es el uniforme- Analizó mientras, en efecto, se cuadraba pero no la saludó de forma militar sino que le guiñó el ojo -Esto son horas extras. No estoy de servicio. He venido porque me apetecía hacerlo- Expresó con total tranquilidad. Muy controlado pese a que su mirada se iba todo el rato hacia la piel de porcelana expuesta por la mujer. La respuesta que le dio le hizo sonreír aunque, confesó, que le dolía un poquito en el orgullo. Prefirió no responderle, sólo asintió levemente.

-Sí, Sofía. Lo recuerdo con exactitud. No sólo tus palabras sino la forma en la que hablabas de él. ¿Sabías que el lenguaje corporal comunica más del 60% del mensaje?- Inquirió alzando las cejas notando la tensión en sus hombros ante su cercanía, pero no le hizo nada, al menos hasta que escuchó su pregunta. Eso detuvo sus pasos, se lo pensó un poco, pero decidió volver hacia donde estaba para estar delante de ella y mirarla  a los ojos con intensidad -Pelirroja, tu avivas todo en mí, pero a ti no te gustará cómo juego. Te dolerá el orgullo…- Expresó dándose un par de golpecitos en el corazón y después se alejó un poco como evaluándola antes de volver a donde estaba -Y también el cuerpo- Sonrió peligrosamente de lado y guardó las manos en el abrigo ahora que la derecha ya se había enfriado. Hablaba de forma relajada y segura.

-Eres una hermosa mujer, inteligente y sabia pero no estás preparada para lo que yo estoy dispuesto a hacerte sentir. Entonces…Es mejor que no consideres este juego como una posibilidad. Me deleitaré con tu maravillosa figura y las fantasías mentales que tengo respecto a ti y el beso que te robé- Le guiñó un ojo y se acercó a ella, esta vez, para dejarle un beso en la mejilla cogiéndola del mentón con suavidad-Te mereces algún otro caballero que valga la pena- Le susurró al oído inspirando profundamente para grabarse su perfume en el cerebro y no ocultó en ningún momento su gesto. Tras ello retomó el camino al que se dirigía para poner el segundo campo de fuerza.

La conversación sobre su uniforme la dejamos para otra ocasión.- Puntualizó pues, en efecto, los uniformes eran un toque que encontraba muy atrayente, aunque dependía mucho del hombre que lo portaba. No le encantaba la armadura completa de la Guardia, pero el uniforme de diario era bastante cautivador a su ver. Encontró bastante complaciente que estuviera gastando en ella sus horas extra. Como debía ser, según sus estándares.

Eres muy observador. Se te da bien leer el cuerpo de las personas.- Y verles el escote, pero aunque pensó en aquello, no lo agregó. Tampoco le resultaba desagradable como supondría. El contrario volvió a ella y le hizo frente con dignidad a pesar de su intensa mirada. Sonrió fuertemente, pues después del último encuentro ya iba haciéndose a la idea de qué era lo que le gustaba al moreno.- Eso no lo sabes.- Respondió en seguida, aunque a lo de que le dolería el cuerpo no lo rebatió porque el teniente tenía la mano pesada. Y porque tenía la sensación de que aquellas piernas no las usaba solo para caminar. Sus gestos teatrales le agradaban, así como aquella sonrisa que le recordaba de tanto en tanto que estaba tratando con un hombre que estiraba los límites y gustaba del peligro. Solo no sabía qué tanto.

Escuchó con atención su advertencia, aunque no le impresionaba. Si ahora el que necesitaba apartarse era él, podía entenderlo, pero no lo compartía.- Sé que eso lo dijo como cumplido, Teniente, pero no me gusta que limiten mi belleza. La imaginación no me hace justicia.- Él ya había dejado su marca en ella la última vez que se vieron. Quería algo en él que causara sensaciones con la misma fuerza. Aprovechó que tomó su barbilla con aquella frase para poder coger la mano del moreno por la muñeca. Abrió sus labios e introdujo despacio el dedo pulgar del contrario en su boca mientras el contrario hacía sus jugarretas oliendo su perfume. Succionó con la fuerza precisa mientras alejaba la mano del contrario de su rostro, sacando el pulgar de sus labios con tortuosa lentitud y mirándole a los ojos cuando el contrario se separó lo suficiente de su cuerpo.- Caballeros que valgan la pena conozco suficientes. Yo quiero un hombre que se domine.- Ante su intento de volver al trabajo, ella hizo lo mismo, empujándole suavemente lejos de sí misma, dando media vuelta para apartarse y terminar su trabajo en la siguiente sala.

Así que habría otra ocasión. Qué interesante. ¿Sería masoquista? Eso le gustó…Pero lo dejó reservado para sus experiencias con esas mujeres que buscaban en él lo mismo que él buscaba en ellas. O ellos. La conversación parecía haber llegado a su fin con las respuestas de la pelirroja. En efecto, no la conocía demasiado para asegurar al completo que no le gustara. A fin de cuentas, no le había denunciado a la Guardia. Era un secreto que había quedado entre ellos.

Sus respuestas seguían, como siempre, poniéndolo en un punto en el que dudaba entre lo que quería o lo que tendría que hacer. Debería alejarse pero en cuanto le cogió de la muñeca su interés se reavivó y la determinación de alejarse de la Descendiente empezó a desvanecerse. Su virilidad le dio un tirón mientras sentía la cálida lengua de la pelirroja envolver su pulgar y luego succionarlo. Maldita y sensual mujer. Quiso poseerla con la mirada, si eso fuese posible. Su nivel de excitación aumentó cuando lo empujó lejos de ella, pero aquello no duró demasiado. Vishous se giró y la cogió del pelo con fuerza para atraerla hacia sí mismo, pegando el voluptuoso cuerpo de la pelirroja contra el suyo -Convénceme de lo contrario. Tengo una imaginación muy creativa, Sofía- No alivió la presión en su pelo ni un ápice, hizo que se inclinara hacia atrás para que su cabeza se apoyara en su hombro porque le superaba en altura. Con la mano derecha canalizó la suficiente energía para quemar parte del vestido de terciopelo por su muslo, después lo desgarró con una mano  -Me estaba preguntando, desde que te vi, si estabas usando ropa interior-  Acarició la piel descubierta de su muslo con suavidad, disfrutando del tacto aterciopelado de su dermis antes de descubrir que, en efecto, si la usaba.  Entrelazó un dedo en la delicada tela a la altura de su cadera y esperó.

Aún cuando la tenía “a su merced” tenía que controlarse. Apretó su cabello para que girara la cara hacia él y también apretó la tela de su ropa interior, amenazando con rasgarla en un solo movimiento. Le daría una oportunidad más. Sólo una. Conectó su mirada con la de ella con una intensidad palpable -¿Me dejas averiguarlo?- Cuestionó observándola para luego deslizar sus ojos hacia sus labios. Había actuado por pura inercia al oír la palabra dominar. No recordaba ni siquiera lo que había dicho la pelirroja, algo simplemente se había activado en él y ahora que tenía a la mujer casi expuesta ante sí mismo pensaba que …Se estaba metiendo en un gran problema. Uno gigantezco. ¡Pero ella le había rechupeteado el dedo! ¡Lo que daría por esos labios pecaminosos alrededor de su masculinidad! Apretó las muelas para contenerse mientras su propia respiración se ralentizaba esperando la respuesta.

Su húmeda treta tuvo el efecto esperado en el contrario. No podía decirlo con certeza, pero algo había despertado en la mirada del contrario. Ese solo movimiento podía desbloquear niveles enteros en los hombres y Vishous no parecía ser la excepción. Había algo primitivo en el fondo. Sabía bien que estaba jugando con fuego desde el primer momento, pero quería saber que tan fuerte era la llama. Necesitaba saberlo.

Cuando lo alejó de sí, no esperaba nada de lo que vendría. Un instinto animal, sí, pero que le tomara por el pelo, cuidadosamente peinado, no lo había previsto con antelación.- ¿De verdad tengo que convencerte cuando bien sabes que es verdad? Si la imaginación bastara, no me tendrías tomada con tanta fuerza. Si quieres que me quede basta una palabra, no una mano.- Sugirió, levantando la mirada a la cúpula del invernadero. Quería seguir jugando, pero el juego del contrario se interponía en el propio. Sintió el calor en la entrepierna, pero pronto supo que no era ignición propia, sino del contrario, que pronto rasgó uno de sus vestidos favoritos.- Vas a pagar caro por este vestido.- Murmuró cerrando los ojos con la cabeza encontrada con su hombro, sintiéndose pequeña, pero también poderosamente deseada. Soltó una pequeña risa cuando escuchó sus elucubraciones sobre la ropa interior.- La respuesta varía mucho dependiendo de qué pieza estés buscando.- Susurró conteniendo el deseo en su voz mientras su sonrisa se alargaba, mordiéndose los labios para tratar de contenerla.

Giró el rostro hacia él soltando un jadeo, abriendo los ojos para verle. Escuchó su pregunta cargada de deseo. No, no se estaba conteniendo. El hombre era visceral y de seguro también su estilo de pelear lo sería. ¿Era aquello un rasgo general de los militares? Tanta fuerza bruta demandaba salir, de una manera o de otra.- ¿Qué harás si te digo que no? - Siguió tentándole. Acto seguido, ella misma subió la mano hacia la del contrario, pero en lugar de dejarla en su cadera tomó con fuerza el delicado encaje y tiró en dirección contraria. Sus palabras decían una cosa, pero sus acciones otra, pues se escuchó con claridad la manera en la que las fibras se desgarraban parcialmente, dejándole el camino cada vez más abierto hacia su ser. No conocía las intenciones del moreno, pero no le molestaba ser un trofeo de una sola noche. De ser así, él también lo sería. Tomó de nuevo la mano que se colocaba cerca de su entrepierna, subiendo con las yemas de los dedos por el antebrazo, el codo, sus biceps, hasta llegar a su hombro y aferrarse con fuerza. Su otro mano, hasta ahora inerte, se elevó para tomarle del mentón.- ¿Qué harás cuando te diga que si? - No le alcanzaba con facilidad, pero tenía sus trucos. Hiedra le rodeó el cuello al moreno como si de una corbata apretada se tratara y la tomó para halarlo hacia ella, iniciando un beso profundo y apasionado.

¿Una palabra para que se quedara? He allí el detalle, la diferencia, entre ellos dos. El tomaba lo que quería y ella estaba acostumbrada a que le consultaran. Lo del vestido le hizo sonreír de lado -Te compraré una docena de alta costura- Vishous podía considerarse a sí mismo muy cuidadoso con el dinero, tenía bastantes ahorros pese a que ya había adquirido su propio piso. Era lo que tenía tener un trabajo estable, bien pagado, y no gastar en tonterías. Sus propios hobbies eran caros en sí, pero debía mantenerse. Sin contar con el descuento que le haría su madre. La risa de Sofía le resultó seductora y cuando respondió fue su momento de reír, baja y eróticamente.

La primera respuesta de Sofía se le clavó en el cuerpo con fuerza, como si le pusieran pequeñas agujas debajo de las uñas. Se mantuvo sereno y la miró a los ojos de nuevo – Con todo el dolor de mi entrepierna, Sofía Dioscórides, me iría a hacer mi trabajo y probablemente te borraría de mi vida. Al menos de manera física- Respondió pero le pilló absolutamente desprevenido el movimiento de la pelirroja, después de todo, suponía que su orgullo se interpondría entre ambos. La rotura del encaje sonó a melodía en sus oídos pero esperó un poco más, percibiendo los curiosos dedos de la mujer acariciándolo -Sofía…- Amenazó con un tono ronco porque lo estaba llevando a un límite del que no podría volver y su nivel de contención empezaba a desvanecerse.

Al sentir las ramas en su cuello carraspeó, pero mantuvo a la mujer tomada del pelo, por si tenía que amenazarla para que le soltara, pero ante su pregunta …Aunque quisiera responder no pudo porque sus labios se unieron a los contrarios. Fue tan fiero y determinado como correspondía a su personalidad. Metió su lengua en la boca contraria demandando que se entregara a él con ese sólo gesto, buscando saborearla como hace un mes y deseando grabarse el sabor de aquella mujer para siempre.

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Me gusta la seda y el satín. A veces, también el cuero.- Murmuró a lo de los vestidos, bajando la voz al final de la oración. Se imaginaba que a él también le gustaría, por lo que aquellas palabras iban con dobles intenciones. De alguna manera, sus palabras estaban dando bastante en el clavo aquella noche y no podía estar más complacida. A la luz de la noche, sentía que podía ignorar todo aquello y actuar con serenidad por la mañana. O al menos creyó eso hasta escuchar su plácida risa, cargada de aquel oscuro deseo que parecía siempre traer consigo.

No tuvo que responder a nada de lo que el contrario dijo a su pregunta. Él se estaba esforzando, pero practicamente sentía en ella todo lo que él experimentaba, sobre todo aquella pequeña sorpresa que le dio al romper su propia prenda. No hubo más. Con aquel beso casi salvaje sellaron de manera profunda un trato de una noche. Esta vez correspondió a su osadía y permitió que explorara su boca con libertad.

Spoiler:

Vishous gruñó eróticamente al escucharla mencionar el cuero. Para ello no necesitaba ayuda de su madre, de eso podía encargarse solito. Su mente voló y voló a miles de escenarios donde el delicioso cuerpo de Sofía se estremecía entre sus brazos mientras vestía con ropa provocativa. Sonrió de lado y esperaba poder llevar a cabo alguno de los escenarios que se había planeado pero pronto la cálida figura de la pelirroja lo trajo de vuelta a tierra. Tenía que disfrutar el aquí y el ahora porque dudaba que fuera a repetirse.

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