Recuerdo del primer mensaje :
Los espacios de la residencia son amplios y abiertos, con paredes de cristal corredizas, tragaluces y ventanales, dando la sensación de estar en contacto directo con la naturaleza. Dentro de la casa, no hay plantas, pero la propiedad está estrechamente rodeada por árboles. La estética interior recuerda a su natal Grecia, pero con aires Ingleses. Los pisos son de madera y las paredes blancas en su mayoría, con hechizos suficientes para hacerla resistente e infranqueable.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
Se dio cuenta pronto que el moreno, seguramente, era de esos hombres que se ponían gruñones cuando no comían. El pensamiento le hizo sonreír, porque a ella no le pasaba. Al terminar de recitar el menú, bebió un sorbo de su copa, saboreando el vino entre los aromas de la comida. Era muy seguro que iría bien con todo. No le sorprendió que el contrario quisiera postre, pero viéndolo ayudarle con el delantal y abrir las piernas, quizás no estaba comprendiendo la clase de postre que quería. Después de eso, solo sonrió de lado cuando se decidió por la terraza, un lugar que también ella prefería.
Cuando el contrario comenzó a subir para acomodar la mesa, ella bajó de la isla y se acercó a la estufa. Cuando se aseguró de que los filetes estaban listos, apagó el fuego y se acercó con el sartén a los platos. Tras bañar una última vez los filetes con la mantequilla, los colocó con sumo cuidado en una orilla del plato y le agregó un poco de la mantequilla encima. El horno pitó cuando las patatas estuvieron listas, por lo que las sacó con cuidado y las colocó en el plato con el mismo cuidado que el filete para que no se rompieran. Finalmente, colocó los guisantes y los tomatillos, decorando un poco con las hierbas que el moreno había picado tan finamente.-Listo.- Se los dejó para que él los llevara arriba, mientras ella se ocupaba colocando todo lo que habían usado en el fregadero. Ya lo haría todo después. Miró a su alrededor, creyente de que ya nada les faltaba y se encaminó a la escalera tras cerrar la puerta de cristal de la terraza, tomando la botella de vino. Al llegar al piso principal, se colocó sobre los hombros un abrigo, ligero pero caliente, antes de salir a la terraza.
Le sorprendió de buena manera lo que encontró al salir. Se detuvo un rato en la puerta mientras miraba extrañada la escena. Demasiado más romántica de lo que creía capaz del moreno. No se estaba equivocando, pero era confuso pues él había dejado claro que no era aquello lo que buscaba. Se acercó a la mesa, dejando la botella en la mesa antes de acariciarle la mejilla al contrario y sentarse en el lugar que le gustó. Miró el lago un segundo. Siempre le había gustado como reflejaba la luna por la noche. Miró al moreno y le sonrió.- Espero que te guste la cena.- Esperó a que el contrario se llevara el primer bocado, para que así diera el veredicto final.
Cuando el contrario comenzó a subir para acomodar la mesa, ella bajó de la isla y se acercó a la estufa. Cuando se aseguró de que los filetes estaban listos, apagó el fuego y se acercó con el sartén a los platos. Tras bañar una última vez los filetes con la mantequilla, los colocó con sumo cuidado en una orilla del plato y le agregó un poco de la mantequilla encima. El horno pitó cuando las patatas estuvieron listas, por lo que las sacó con cuidado y las colocó en el plato con el mismo cuidado que el filete para que no se rompieran. Finalmente, colocó los guisantes y los tomatillos, decorando un poco con las hierbas que el moreno había picado tan finamente.-Listo.- Se los dejó para que él los llevara arriba, mientras ella se ocupaba colocando todo lo que habían usado en el fregadero. Ya lo haría todo después. Miró a su alrededor, creyente de que ya nada les faltaba y se encaminó a la escalera tras cerrar la puerta de cristal de la terraza, tomando la botella de vino. Al llegar al piso principal, se colocó sobre los hombros un abrigo, ligero pero caliente, antes de salir a la terraza.
Le sorprendió de buena manera lo que encontró al salir. Se detuvo un rato en la puerta mientras miraba extrañada la escena. Demasiado más romántica de lo que creía capaz del moreno. No se estaba equivocando, pero era confuso pues él había dejado claro que no era aquello lo que buscaba. Se acercó a la mesa, dejando la botella en la mesa antes de acariciarle la mejilla al contrario y sentarse en el lugar que le gustó. Miró el lago un segundo. Siempre le había gustado como reflejaba la luna por la noche. Miró al moreno y le sonrió.- Espero que te guste la cena.- Esperó a que el contrario se llevara el primer bocado, para que así diera el veredicto final.
Cuando volvió recogió los platos ya hechos y fue arriba con una sonrisa en el rostro porque lo cierto era que tenía mucha hambre y aquello le resultaba apetitoso. Los colocó cada uno en su sitio y se acercó más hacia la parte exterior de la terraza, percibiendo la noche fría y apareció su abrigo con su habilidad de teletransportación para protegerse del clima. Cuando llegó Sofía se acercó a la mesa y le abrió la silla para que se sentara, lo que le dejó absolutamente anonadado fue aquel gesto de acariciarle el rostro. Le miró de forma enigmática antes de sentarse en su lugar y empezar a desenvolver los cuchillos, poniéndose la servilleta de manera accesible hacia un lado. No se la ponía en las piernas porque no era tan idiota como para desperdiciar comida.
Asintió ante las palabras de Sofía mientras empezaba a cortar la carne -Huele delicioso, eso lo debo conceder y la presentación… No lo sé, ¿con cuánto lo calificas? - Preguntó sin verla pero en su rostro se notaba una sonrisa de burla interesante. Tras eso cogió algo de los acompañantes y se llevó el tenedor a la boca. La mezcla de sabores, la suavidad de la carne, el toque de mantequilla y las yerbas eran sin duda exquisitos así que una vez que terminó de masticar y tragó, alargó la mano hasta la copa de vino para bajar un poco la comida -Yo creo que le daría un ocho…Me falta el postre- Dijo con un gesto curioso en el rostro como “Qué lástima, aún falta”. Se rió un poco antes de seguir comiendo. Después de tres bocados más se sintió lo suficientemente bien para poder entablar una conversación sin gruñir.
-Iba a pedirte que te cambiaras antes de venir pero has sido rápida- Expresó guiñándole un ojo y rellenándole un poco la copa, igual que a él mismo. Hizo una pequeña pausa y disfrutó del vino antes de mirarla -Bueno, yo ya te he dicho qué es lo que no como ¿Qué hay de ti?- Preguntó con interés en hacer un poco de charla básica, después de todo, Vishous había sido educado por una familia bastante protocolaria así que lo básico de hacer una noche amena lo sabía. Por no decir que aquello tampoco daría paso a nada más influyente en lo que sea que estuvieran teniendo aquellos dos -¿Qué manías tienes con la comida?...alguna debes tener- Le dijo recordando lo que había mencionado en las escaleras.
Asintió ante las palabras de Sofía mientras empezaba a cortar la carne -Huele delicioso, eso lo debo conceder y la presentación… No lo sé, ¿con cuánto lo calificas? - Preguntó sin verla pero en su rostro se notaba una sonrisa de burla interesante. Tras eso cogió algo de los acompañantes y se llevó el tenedor a la boca. La mezcla de sabores, la suavidad de la carne, el toque de mantequilla y las yerbas eran sin duda exquisitos así que una vez que terminó de masticar y tragó, alargó la mano hasta la copa de vino para bajar un poco la comida -Yo creo que le daría un ocho…Me falta el postre- Dijo con un gesto curioso en el rostro como “Qué lástima, aún falta”. Se rió un poco antes de seguir comiendo. Después de tres bocados más se sintió lo suficientemente bien para poder entablar una conversación sin gruñir.
-Iba a pedirte que te cambiaras antes de venir pero has sido rápida- Expresó guiñándole un ojo y rellenándole un poco la copa, igual que a él mismo. Hizo una pequeña pausa y disfrutó del vino antes de mirarla -Bueno, yo ya te he dicho qué es lo que no como ¿Qué hay de ti?- Preguntó con interés en hacer un poco de charla básica, después de todo, Vishous había sido educado por una familia bastante protocolaria así que lo básico de hacer una noche amena lo sabía. Por no decir que aquello tampoco daría paso a nada más influyente en lo que sea que estuvieran teniendo aquellos dos -¿Qué manías tienes con la comida?...alguna debes tener- Le dijo recordando lo que había mencionado en las escaleras.
¿Ocho? - Saltó más indignada esta vez que cuando le dio el ocho en el vestido. Había esperado a que él probara primero, así que en ese instante cortó un bocado de carne y se lo llevó a la boca. Había quedado tierno, jugoso, delicioso... - Lo que pasa es que no te gustan las verduras, no es que esté de ocho la comida. Ya veo que no te gustan los adornos. Seguro le dabas un veinte si no le ponía los guisantes.- Bromeó con un tono de reproche en broma, aunque luego sonrió a lo del postre. Se dio cuenta del cambio de humor, pues ahora con la comida estaba más charlador que cuando habían cocinado. Quizás solo estaba disfrutando más esta parte de la velada.
A lo de cambiarse, negó rápidamente.- No, no, este me ha gustado mucho. La falda es hermosa y las aplicaciones...- Se llevó las manos al busto, bajando después por el estómago y subiendo a los hombros, pues quería comprobar la manera en la que las aplicaciones habían sido colocadas. Entendió pronto que aquello había tomado muchísimo trabajo.- Es de mis favoritos, debo admitir.- Esperó a que el contrario terminara por rellenar su copa para tomarla y dar un trago. No cabía duda que la cena estaba resultando deliciosa. Comió un poco más mientras escuchaba las preguntas del contrario, tomándose después su tiempo en responder.- Berenjena. La detesto. Y también el betabel. Las cosecho porque... no, no sé por qué. Diversidad, supongo. Pero ahora que lo pienso, creo que puedo extinguirlo.- Comió otro bocado, bebió un poco de vino y algo se le vino a la cabeza. Algo que había estado pensando recurrentemente durante el día.- Por cierto. Yo no compro mis atuendos, la mayoría me los hago, los del diario, pero estos me parecen familiares. Como que ya he visto este tipo de trabajo antes. ¿Dónde los conseguiste?
A lo de cambiarse, negó rápidamente.- No, no, este me ha gustado mucho. La falda es hermosa y las aplicaciones...- Se llevó las manos al busto, bajando después por el estómago y subiendo a los hombros, pues quería comprobar la manera en la que las aplicaciones habían sido colocadas. Entendió pronto que aquello había tomado muchísimo trabajo.- Es de mis favoritos, debo admitir.- Esperó a que el contrario terminara por rellenar su copa para tomarla y dar un trago. No cabía duda que la cena estaba resultando deliciosa. Comió un poco más mientras escuchaba las preguntas del contrario, tomándose después su tiempo en responder.- Berenjena. La detesto. Y también el betabel. Las cosecho porque... no, no sé por qué. Diversidad, supongo. Pero ahora que lo pienso, creo que puedo extinguirlo.- Comió otro bocado, bebió un poco de vino y algo se le vino a la cabeza. Algo que había estado pensando recurrentemente durante el día.- Por cierto. Yo no compro mis atuendos, la mayoría me los hago, los del diario, pero estos me parecen familiares. Como que ya he visto este tipo de trabajo antes. ¿Dónde los conseguiste?
-En una escala del 01 al 10, Sofía. No estoy criticando tu comida- Se rió cuando le habló de las verduras y, a propósito, cogió un tenedor exclusivamente de guisantes para llevárselo a la boca y masticarlo. No los odiaba, le daban igual. Como si le hubiese llenado el plato de arroz. Tragó y luego comió otro par de bocados disfrutando del juego de sabores en su boca -¿Con qué escala evalúas tú?- Le cuestionó con cierta curiosidad. Tras ello, oyó la negativa acerca del vestido y su mirada diamantina se deslizó a la par que sus manos por la figura deliciosa que se escondía tras la tela del vestido. Una a la que esperaba ponerle las manos encima muy pronto. Tenía que coincidir con ella, esos colores la hacían ver mucho más hermosa.
Bebió de la copa lentamente mientras escuchaba lo que odiaba, terminó riéndose cuando dijo que podía extinguirla -Hey…Que esos si los como. Si vas a extinguir las berenjenas puedes hacer lo mismo con las coles de Bruselas. Aunque, sinceramente, cuando hacen la lasaña con berenjena no me quejo nada. Soy más de gustos italianos realmente verdaderos pero si toca ser un poco más vegetariano, es uno de los platos que como – El betabel si que lo dejaba fuera, no solía incluirlo demasiado en la cocina y le daba bastante igual. Tomó un poco más del plato casi acabándolo, disfrutando las patatas, y removiéndolas en el plato para coger de la mantequilla de la carne.
-Mi madre los hace, es Madame Eleonore- Sabía que el nombre iba a sonarle en seguida y le sonrió, esta vez, con algo de calidez. Después de todo, adoraba a su familia con locura -No suele usar su apellido de casada porque desde muy joven ha trabajado su reputación y no quiere cambiar aquel nombre por el que se ha vuelto famosa. Suele vestir a muchos Descendientes- Le explicó mientras apartaba el plato al haber terminado de cenar. -Te recomiendo que no vayas allí con ninguno de estos vestidos porque perderá la cabeza. No le he dicho que eran para ti- Agregó y señaló su plato al ver que ella ya había terminado. Esperaba que pudiera recordar lo que le había comentado la noche anterior sobre la presión de su madre porque desposara a una miembro del Consejo -¿Qué idea tenías de postre, Sofía? Me muero por saberlo- Sonrió, esta vez, más lobunamente antes de perder el gesto para beberse el vino.
Bebió de la copa lentamente mientras escuchaba lo que odiaba, terminó riéndose cuando dijo que podía extinguirla -Hey…Que esos si los como. Si vas a extinguir las berenjenas puedes hacer lo mismo con las coles de Bruselas. Aunque, sinceramente, cuando hacen la lasaña con berenjena no me quejo nada. Soy más de gustos italianos realmente verdaderos pero si toca ser un poco más vegetariano, es uno de los platos que como – El betabel si que lo dejaba fuera, no solía incluirlo demasiado en la cocina y le daba bastante igual. Tomó un poco más del plato casi acabándolo, disfrutando las patatas, y removiéndolas en el plato para coger de la mantequilla de la carne.
-Mi madre los hace, es Madame Eleonore- Sabía que el nombre iba a sonarle en seguida y le sonrió, esta vez, con algo de calidez. Después de todo, adoraba a su familia con locura -No suele usar su apellido de casada porque desde muy joven ha trabajado su reputación y no quiere cambiar aquel nombre por el que se ha vuelto famosa. Suele vestir a muchos Descendientes- Le explicó mientras apartaba el plato al haber terminado de cenar. -Te recomiendo que no vayas allí con ninguno de estos vestidos porque perderá la cabeza. No le he dicho que eran para ti- Agregó y señaló su plato al ver que ella ya había terminado. Esperaba que pudiera recordar lo que le había comentado la noche anterior sobre la presión de su madre porque desposara a una miembro del Consejo -¿Qué idea tenías de postre, Sofía? Me muero por saberlo- Sonrió, esta vez, más lobunamente antes de perder el gesto para beberse el vino.
Oh, la calificación siempre es una crítica. Ya tendré tiempo yo para criticar tu cocina.- Bromeó, pues ver la risa del contrario también provocó una en ella, sobre todo cuando trató de probar su punto comiendo exclusivamente guisantes en el bocado.- No es que no califique del 0 al 10. Es que prefiero las evaluaciones cualitativas. Donde ves qué tanto debes mejorar y cómo en lugar de encasillarte en un número.- Como "maestra", le era mejor dar evaluaciones de ese tipo, pues conseguía que sus alumnos avanzaran con más rapidez y motivación. Tomó algunos bocados más mientras escuchaba los sinsentidos del contrario y las berenjenas, mirándole casi con pena y con una suave sonrisa porque le agradaran esos insípidos vegetales.- Ah, así que gustos italianos. Tomo nota.
Su sorpresa llegó a niveles muy altos cuando escuchó el nombre de su madre.- ¡Oh, por Dios! - Exclamó sin pensárselo dos veces, pues admiraba mucho a las personas que encontraban su vocación y lo hacían con talento e ingenio, tal como ella, no solo porque fuera su madre.- Y ha hecho bien, es muy reconocida. Sabía que conocía todo este nivel de detalle. Déjame decirle que es una mujer muy talentosa. ¿Ella ye ayudó a escoger o tomaste lo que te gustó? - Quería saber si el contrario había heredado el buen gusto de su madre o si se había limitado a darle más trabajo escogiendo vestidos. Entendió prontamente por qué el contrario no querría que se apareciera por su taller con los atuendos nuevos, y aquello le sacó una malévola sonrisa que no intentó ocultar.- Oh, seguro que sería más pesado para tí que para mí, tendrías que contener su emoción. Ahora me dan ganas de ir... Seguro que el vestido verde lo reconoce en un segundo.- Bromeó, llevándose un último bocado de guisantes a la boca mientras pensaba en cómo hacerle la broma al contrario. Decidió que no haría nada, porque no quería causarle disgustos a ella, pero jugar con la idea para picar al contrario estaba dentro del límite.
Sin decir nada, se levantó cuando el contrario preguntó por el postre. Le hizo una seña con el dedo para que le diera un minuto y bajó. Del refrigerador tomó un plato y un recipiente pequeño y desapareció. Apareció en el piso de arriba, tocó un par de veces la caja con los nudillos, la zarandeó a ver si escuchaba algo y luego apareció en la puerta principal como si nada, avanzando hasta la terraza. Se acercó hasta él con una sonrisa traviesa por lo que acababa de hacer y le colocó un plato con fresas frente a él, quedándose en la mano con un pequeño recipiente con chocolate líquido.- Hice una pre-cosecha.- Comenzó a narrar mientras tomaba una fruta y la cubría con el espeso líquido.- Hice algunos experimentos con el suelo, los minerales y creo...- Se llevó la fruta a los labios y la mordió con cuidado de no mancharse, saboreando tranquilamente el postre. Cuando terminó aquel bocado, sonrió de lado y le ofreció lo que restaba de la fruta al contrario.- Creo... que me he superado a mí mista este año.
Su sorpresa llegó a niveles muy altos cuando escuchó el nombre de su madre.- ¡Oh, por Dios! - Exclamó sin pensárselo dos veces, pues admiraba mucho a las personas que encontraban su vocación y lo hacían con talento e ingenio, tal como ella, no solo porque fuera su madre.- Y ha hecho bien, es muy reconocida. Sabía que conocía todo este nivel de detalle. Déjame decirle que es una mujer muy talentosa. ¿Ella ye ayudó a escoger o tomaste lo que te gustó? - Quería saber si el contrario había heredado el buen gusto de su madre o si se había limitado a darle más trabajo escogiendo vestidos. Entendió prontamente por qué el contrario no querría que se apareciera por su taller con los atuendos nuevos, y aquello le sacó una malévola sonrisa que no intentó ocultar.- Oh, seguro que sería más pesado para tí que para mí, tendrías que contener su emoción. Ahora me dan ganas de ir... Seguro que el vestido verde lo reconoce en un segundo.- Bromeó, llevándose un último bocado de guisantes a la boca mientras pensaba en cómo hacerle la broma al contrario. Decidió que no haría nada, porque no quería causarle disgustos a ella, pero jugar con la idea para picar al contrario estaba dentro del límite.
Sin decir nada, se levantó cuando el contrario preguntó por el postre. Le hizo una seña con el dedo para que le diera un minuto y bajó. Del refrigerador tomó un plato y un recipiente pequeño y desapareció. Apareció en el piso de arriba, tocó un par de veces la caja con los nudillos, la zarandeó a ver si escuchaba algo y luego apareció en la puerta principal como si nada, avanzando hasta la terraza. Se acercó hasta él con una sonrisa traviesa por lo que acababa de hacer y le colocó un plato con fresas frente a él, quedándose en la mano con un pequeño recipiente con chocolate líquido.- Hice una pre-cosecha.- Comenzó a narrar mientras tomaba una fruta y la cubría con el espeso líquido.- Hice algunos experimentos con el suelo, los minerales y creo...- Se llevó la fruta a los labios y la mordió con cuidado de no mancharse, saboreando tranquilamente el postre. Cuando terminó aquel bocado, sonrió de lado y le ofreció lo que restaba de la fruta al contrario.- Creo... que me he superado a mí mista este año.
La respuesta de Sofía acerca de la evaluación le hizo mirarla a los ojos tras la sugerencia -Todavía no sabes si querrás repetir. No hables por adelantado- Movió la copa como brindando con ella y guiñando un ojo. Era cierto que aún no habían llegado al tema que realmente quería pero todavía no estaba concretado. La pelirroja podía decir que no y allí acababa todo. Lo de que tomara nota sobre sus gustos le hizo sonreír, le pareció casi adorable, pero al final no iba a repetirse a sí mismo sobre la advertencia. Y se recordó, incluso, que Sofía parecía una caja de sorpresas.
La reacción fue tal cual esperada al escuchar el nombre de su madre. Sabía que era una mujer talentosa y estaba orgulloso de ella. Bueno, de su familia en sí. Arleen era una sanadora excelente, su hermano avanzaba con orgullo en las filas de la Guardia de Ouroboros, su padre era un excelente y reconocido profesor de la academia y hasta su prima había sido ascendida a General. Todos parecían tener la vida muy arreglada, y ahí estaba él, yendo a donde la dirección del viento lo llevara -Ambos. Le hablé un poco de tus características físicas. Más que nada porque las mujeres comprenden más del tema de los colores. Después decidió que los 11 vestidos debían hacer un completo armario así que te trajo de oficina, de reuniones, de gala, de cenas…- Alzó los hombros mientras sonreía pues recordaba con cariño como su madre había empezado a dar vueltas como loca, hablando con tanta rapidez que Vishous ni siquiera le entendía. Reconoció la sonrisa de Sofía y alzó la ceja, oyendo su sugerencia, y aquello le cambió el rostro a Vishous -Reconocerá cualquiera de los vestidos. Y si crees que será sólo una tortura para mí, dulzura, es porque no conoces a Eleonore y su obsesión con el Consejo de los 20- Movió la mano con un gesto estrambótico -Trivias, entrevistas, los torneos… Vive por y para el Consejo. En serio, te debe conocer mejor que tú a ti misma- Después se inclinó sobre la mesa y la miró -No vayas- Ordenó y entrecerró los ojos. No debería convertirse en una preocupación pero vaya si la idea le estaba sacando canas verdes.
Cuando tocó el tema del postre y ella se levantó, V desapareció los platos hacia la cocina con su poder dejando la mesa limpia y rellenó las copas. El silencio era agradable y se levantó para apoyarse en la terraza mientras contemplaba las vistas. No tenía las mismas vista ni desde su casa ni desde la de sus padres. Ventajas de ser Descendiente y no vivir en el casco urbano. Sonrió para si mismo, supuso que a eso era uno de los beneficios del que hablaba su madre. Pero en ese escenario siempre veía a Arleen, no a él. Que por cierto, no la veía desde el día anterior. Esperaba verla mañana en el desayuno. Cuando la escuchó aparecerse se fue hasta la mesa pillando su sonrisa y entrecerrando los ojos, algo había hecho. Se sentó y, esta vez, no aguantó estar sólo frente a ella. Con la fuerza de un solo de sus brazos arrastró la silla de Sofía para acercarla a él mientras la fruta se acercaba a sus labios. Vishous mordió la misma y sonrió asintiendo, masticó y lo cierto es que tenía un sabor muy intenso y equilibrado. Se la quedó mirando ahora que la tenía mucho más cerca, a dos palmos aproximadamente. Sonrió de lado -Un 10- Murmuró y cogió una para repetir el proceso, primero mojándola en el chocolate y después sirviéndosela a ella para luego morder el restante. Observó la comisura de sus labios y al ver un poco de líquido la limpió con el pulgar para luego lamerse, mirándole con un gesto bastante pícaro en el rostro al recordar su queja el día de ayer sobre lo de lamerse los dedos -Está para rechupetearse los dedos, como tú. Pero pensé que el postre tendría que ver contigo, desnuda, y mi caja de regalo- Soltó, sin más, sin mirarla siquiera mientras cogía otra fresa con chocolate y se la llevaba entera a la boca.
La reacción fue tal cual esperada al escuchar el nombre de su madre. Sabía que era una mujer talentosa y estaba orgulloso de ella. Bueno, de su familia en sí. Arleen era una sanadora excelente, su hermano avanzaba con orgullo en las filas de la Guardia de Ouroboros, su padre era un excelente y reconocido profesor de la academia y hasta su prima había sido ascendida a General. Todos parecían tener la vida muy arreglada, y ahí estaba él, yendo a donde la dirección del viento lo llevara -Ambos. Le hablé un poco de tus características físicas. Más que nada porque las mujeres comprenden más del tema de los colores. Después decidió que los 11 vestidos debían hacer un completo armario así que te trajo de oficina, de reuniones, de gala, de cenas…- Alzó los hombros mientras sonreía pues recordaba con cariño como su madre había empezado a dar vueltas como loca, hablando con tanta rapidez que Vishous ni siquiera le entendía. Reconoció la sonrisa de Sofía y alzó la ceja, oyendo su sugerencia, y aquello le cambió el rostro a Vishous -Reconocerá cualquiera de los vestidos. Y si crees que será sólo una tortura para mí, dulzura, es porque no conoces a Eleonore y su obsesión con el Consejo de los 20- Movió la mano con un gesto estrambótico -Trivias, entrevistas, los torneos… Vive por y para el Consejo. En serio, te debe conocer mejor que tú a ti misma- Después se inclinó sobre la mesa y la miró -No vayas- Ordenó y entrecerró los ojos. No debería convertirse en una preocupación pero vaya si la idea le estaba sacando canas verdes.
Cuando tocó el tema del postre y ella se levantó, V desapareció los platos hacia la cocina con su poder dejando la mesa limpia y rellenó las copas. El silencio era agradable y se levantó para apoyarse en la terraza mientras contemplaba las vistas. No tenía las mismas vista ni desde su casa ni desde la de sus padres. Ventajas de ser Descendiente y no vivir en el casco urbano. Sonrió para si mismo, supuso que a eso era uno de los beneficios del que hablaba su madre. Pero en ese escenario siempre veía a Arleen, no a él. Que por cierto, no la veía desde el día anterior. Esperaba verla mañana en el desayuno. Cuando la escuchó aparecerse se fue hasta la mesa pillando su sonrisa y entrecerrando los ojos, algo había hecho. Se sentó y, esta vez, no aguantó estar sólo frente a ella. Con la fuerza de un solo de sus brazos arrastró la silla de Sofía para acercarla a él mientras la fruta se acercaba a sus labios. Vishous mordió la misma y sonrió asintiendo, masticó y lo cierto es que tenía un sabor muy intenso y equilibrado. Se la quedó mirando ahora que la tenía mucho más cerca, a dos palmos aproximadamente. Sonrió de lado -Un 10- Murmuró y cogió una para repetir el proceso, primero mojándola en el chocolate y después sirviéndosela a ella para luego morder el restante. Observó la comisura de sus labios y al ver un poco de líquido la limpió con el pulgar para luego lamerse, mirándole con un gesto bastante pícaro en el rostro al recordar su queja el día de ayer sobre lo de lamerse los dedos -Está para rechupetearse los dedos, como tú. Pero pensé que el postre tendría que ver contigo, desnuda, y mi caja de regalo- Soltó, sin más, sin mirarla siquiera mientras cogía otra fresa con chocolate y se la llevaba entera a la boca.
Agh, siempre tan fatalista. Me estás diciendo eso desde que bailamos.- Se refería al baile del día del parlamento, no al que acababan de tener arriba.- Deberías dejar de pensar que todas las personas van a alejarse en cuanto conozcan a tu verdadero yo o tu lado que tratas de ocultar con modales. Hay muchos tipos de relaciones por si no funciona lo que a tí te gusta. ¿No tienes amigas? - No era muy de su incumbencia, ya se imaginaba el discurso cansino de yo solo quiero esto, yo no necesito amistad y blaa blaa, pero tenía que decirlo. Ella era así. Se preocupaba por la gente desde el primer instante que llegaba a su vida, en todos los sentidos.
Escuchó la historia con interés del cómo llegaron a la decisión de todos los vestidos. Realmente había interés detrás de aquello y agradeció que tanto él como ella hubieran puesto empeño en aquel ligero capricho. Podía entender que todos los vestidos iban con una ocasión en particular en mente. Sería una delicia encontrarles oportunidad a cada uno de ellos.- Te agradezco la atención. Agradécele también a ella de mi parte. Todos son hermosos.- Susurró simplemente con una breve sonrisa que se hizo más grande después al pensar en el lío en que los metería a ambos el hacer aquella travesura.- Ah, es fan, entonces seguro que consigo el vestido rosa con dorado que vi gratis. Aunque no sé, yo tengo poco en el Consejo y hasta hace poco no había participado como se debía.- Deliberadamente, dejó sin responder la orden, solo haciendo más grande su sonrisa para no dejar nada tallado en piedra.
Su pequeña excursión al refrigerador y la travesura parecieron pasar desapercibidas cuando volvió. Sintió la adrenalina cuando tocó la caja pues de alguna manera creyó que el contrario le detendría la mano justo en el momento adecuado, descubriendo su jueguito. Se sentó en la silla que le acercó, dedicándole tiempo al postre, aunque también disfrutando del ambiente. La terraza había sido un lugar muy acertado y con las fresas y el chocolate por fin había sacado un diez. Pudo pelear porque a ella no le había dado el 10, pudo, pero lo dejó estar. En vez de eso, separó los labios para recibir la fruta que él le ofrecía. Le observó, rodando los ojos cuando una vez más se lamió los dedos, soltando una ligera risa cuando escuchó su comentario. Tomó una servilleta de la mesa y se la arrojó al regazo.- No te chupes los dedos. Si quieres probar mejor que sea directo de la fruta.- Murmuró. Iba con doble sentido, sí, pero se dedicó a mirar el paisaje como quien no se entera de nada tras dejarle para que probara otra fresa y acercarse para dejarle un beso en los labios.
Ya tomé tu caja de regalo.- Sentenció en una confesión repentina. No la había abierto, lo más seguro era que no tuviera nada de lo que se imaginaba, pero él no sabía.- Debo decirte que no estoy impresionada. ¿De verdad crees que compite con un guardarropa nuevo?
Escuchó la historia con interés del cómo llegaron a la decisión de todos los vestidos. Realmente había interés detrás de aquello y agradeció que tanto él como ella hubieran puesto empeño en aquel ligero capricho. Podía entender que todos los vestidos iban con una ocasión en particular en mente. Sería una delicia encontrarles oportunidad a cada uno de ellos.- Te agradezco la atención. Agradécele también a ella de mi parte. Todos son hermosos.- Susurró simplemente con una breve sonrisa que se hizo más grande después al pensar en el lío en que los metería a ambos el hacer aquella travesura.- Ah, es fan, entonces seguro que consigo el vestido rosa con dorado que vi gratis. Aunque no sé, yo tengo poco en el Consejo y hasta hace poco no había participado como se debía.- Deliberadamente, dejó sin responder la orden, solo haciendo más grande su sonrisa para no dejar nada tallado en piedra.
Su pequeña excursión al refrigerador y la travesura parecieron pasar desapercibidas cuando volvió. Sintió la adrenalina cuando tocó la caja pues de alguna manera creyó que el contrario le detendría la mano justo en el momento adecuado, descubriendo su jueguito. Se sentó en la silla que le acercó, dedicándole tiempo al postre, aunque también disfrutando del ambiente. La terraza había sido un lugar muy acertado y con las fresas y el chocolate por fin había sacado un diez. Pudo pelear porque a ella no le había dado el 10, pudo, pero lo dejó estar. En vez de eso, separó los labios para recibir la fruta que él le ofrecía. Le observó, rodando los ojos cuando una vez más se lamió los dedos, soltando una ligera risa cuando escuchó su comentario. Tomó una servilleta de la mesa y se la arrojó al regazo.- No te chupes los dedos. Si quieres probar mejor que sea directo de la fruta.- Murmuró. Iba con doble sentido, sí, pero se dedicó a mirar el paisaje como quien no se entera de nada tras dejarle para que probara otra fresa y acercarse para dejarle un beso en los labios.
Ya tomé tu caja de regalo.- Sentenció en una confesión repentina. No la había abierto, lo más seguro era que no tuviera nada de lo que se imaginaba, pero él no sabía.- Debo decirte que no estoy impresionada. ¿De verdad crees que compite con un guardarropa nuevo?
-Hablo desde la experiencia, Sofía- Le dijo en un tono serio mirándola a los ojos. Ella parecía ser muy optimista en todo aquel aspecto, él no tanto. Muchas mujeres no accedían a hacerlo a su manera y después perdía la oportunidad de hablar con ellas. No era algo que le afectara enteramente -Amigas…- Se puso, sinceramente, pensativo y luego se río al recordar a sus amigas -Sí, tengo. Sarandi y Calíope. Son compañeras de trabajo, o al menos así comenzó nuestra relación, hasta que las ayudé a descubrir que eran lesbianas y que se querían. Se casaron hace dos meses- Explicó y bebió gran parte de la copa, había sido su gran obra de aquel año. Pero claro, trató de omitir que todo había empezado con un trío que finalizó en un dúo mientras él las observaba. Fue divertido lo que vino después, le gustó verlas darse cuenta de aquello. Él ya lo sospechaba pero nada que un poco de alcohol no ayudara a matizar -Ellas son amigas. Y tengo otras “amiguitas”, como las llama Arleen. Y si soy un pesado advirtiendo, dulzura, es porque sé quién soy y prefiero que sepan bien con quien se están metiendo. No me culpes. En guerra avisada no muere soldado- Le guiñó un ojo y cogió otra fresa para comerla.
-Te rompí uno. Te devuelvo 12. Me parecía un trato justo. Aunque por el bien de mi bolsillo prefiero romperte la ropa interior que otro de esos vestidos- Se rió, socarronamente, pues sabía que la ropa interior -al menos, un gran porcentaje- era mucho más económica que aquellos vestidos de su madre. Notó que no respondió a su orden y entrecerró los ojos, pero prefirió irse por la otra opción -¿Por qué no estabas participando activamente? Sé que fuiste atacada por los Souls en la boda de la descendiente Le Fay, y además secuestrada por los Pendragon. Y desde que entraste ha habido varios Cónclaves. ¿No tenías nada qué decir? Hasta donde sé, la guerra ha consumido gran parte de la naturaleza allá abajo. Asumí que tuviste algo que ver cuando cambiaron las normas y decidieron actuar- Recorrió su rostro con la mirada, tratando de comprenderla, no herirla pero lo cierto es que también solía ser muy sincero -¿Sientes que el puesto es demasiado grande? ¿O que eres eclipsada por los reyes del drama?- Preguntó, inclinado sobre la mesa con interés.
Recibió la servilleta y se rió secándose la mano lentamente pero al oír aquella indirecta negó con la cabeza -Si comienzo a besarte no te voy a dejar responder y quiero oírte- Respondió y cogió otra fresa y se la llevó a la boca sin chocolate, masticó y alzó las cejas esperando que respondiera pero lo que salió de su boca no fue lo que él esperaba. Entrecerró los ojos cuando soltó aquello de que “no estaba impresionada”, eso la hacía interesante. Pero después recordó el numerito que le montó por azotarla y por relamerse los dedos. Por muy aventada que fuera había aún limites en aquella cabeza suya así que decidió seguir con el juego, aunque era consciente de que le mentía -Muy bien. Esa es tu primera falta- Dijo con tranquilidad y volvió a recorrer su rostro con la mirada, esperando ver su reacción -¿Qué te pareció lo que estaba en la caja más pequeña?- Inquirió y tomó la copa, bebió lo que quedaba de ella mientras se echaba hacia atrás en la silla, al hacerlo escuchó la música de dentro y sonrió. Aquella canción le gustaba, la había escuchado en casa de sus padres infinitas veces, y también el cuerpo de la mujer que tenía al frente -Respóndeme mientras bailamos- Le tendió la mano y la levantó, llevándola adentro y cerrando las puertas para que no entrara más fresco. Le sacó lentamente el abrigo que llevaba encima después de quitarse el suyo y la atrajo hacia él antes de guiarla a través de los pasos de baile, era mucho más movida de la que habían bailado con el vestido verde pero al menos les haría entrar en calor y divertirse un poco más.
-Te rompí uno. Te devuelvo 12. Me parecía un trato justo. Aunque por el bien de mi bolsillo prefiero romperte la ropa interior que otro de esos vestidos- Se rió, socarronamente, pues sabía que la ropa interior -al menos, un gran porcentaje- era mucho más económica que aquellos vestidos de su madre. Notó que no respondió a su orden y entrecerró los ojos, pero prefirió irse por la otra opción -¿Por qué no estabas participando activamente? Sé que fuiste atacada por los Souls en la boda de la descendiente Le Fay, y además secuestrada por los Pendragon. Y desde que entraste ha habido varios Cónclaves. ¿No tenías nada qué decir? Hasta donde sé, la guerra ha consumido gran parte de la naturaleza allá abajo. Asumí que tuviste algo que ver cuando cambiaron las normas y decidieron actuar- Recorrió su rostro con la mirada, tratando de comprenderla, no herirla pero lo cierto es que también solía ser muy sincero -¿Sientes que el puesto es demasiado grande? ¿O que eres eclipsada por los reyes del drama?- Preguntó, inclinado sobre la mesa con interés.
Recibió la servilleta y se rió secándose la mano lentamente pero al oír aquella indirecta negó con la cabeza -Si comienzo a besarte no te voy a dejar responder y quiero oírte- Respondió y cogió otra fresa y se la llevó a la boca sin chocolate, masticó y alzó las cejas esperando que respondiera pero lo que salió de su boca no fue lo que él esperaba. Entrecerró los ojos cuando soltó aquello de que “no estaba impresionada”, eso la hacía interesante. Pero después recordó el numerito que le montó por azotarla y por relamerse los dedos. Por muy aventada que fuera había aún limites en aquella cabeza suya así que decidió seguir con el juego, aunque era consciente de que le mentía -Muy bien. Esa es tu primera falta- Dijo con tranquilidad y volvió a recorrer su rostro con la mirada, esperando ver su reacción -¿Qué te pareció lo que estaba en la caja más pequeña?- Inquirió y tomó la copa, bebió lo que quedaba de ella mientras se echaba hacia atrás en la silla, al hacerlo escuchó la música de dentro y sonrió. Aquella canción le gustaba, la había escuchado en casa de sus padres infinitas veces, y también el cuerpo de la mujer que tenía al frente -Respóndeme mientras bailamos- Le tendió la mano y la levantó, llevándola adentro y cerrando las puertas para que no entrara más fresco. Le sacó lentamente el abrigo que llevaba encima después de quitarse el suyo y la atrajo hacia él antes de guiarla a través de los pasos de baile, era mucho más movida de la que habían bailado con el vestido verde pero al menos les haría entrar en calor y divertirse un poco más.
Se encogió de hombros con una sonrisa en los labios, dando a entender que su experiencia no le importaba porque las cosas normales no le iban. Le miró con genuino interés cuando se puso a pensar en lo de si tenía o no amigas, creyendo que si necesitaba pensarlo entonces realmente no podía llamarlas como tal. Terminó por sonreír mientras ponía los ojos en blanco.- Me parece de lo más lindo que hayas ayudado a crear esa relación. Romántico a más no poder... pero... ¿Lesbianas? Que curioso que las mujeres con quien puedes entablar amistad sean lesbianas... y no estén nada interesadas en ti.- Murmuró, porque era una cosa muy curiosa que no hubiera mencionado ni una mujer heterosexual, pero sentía que ni siquiera lo estaba intentando. Si podía querer con tanto amor a su hermana y a su madre, seguro que podría extrapolar aquel cariño a otras mujeres.- Amiguitas... No, no amiguitas. Amigas que no te folles.- Racalcó, pero tenía la sensación de que ya sabía la respuesta, solo quería que tratara de hacer memoria. Volvió a poner los ojos en blanco y tomó una fresa más, cubriéndola de chocolate antes de llevársela a los labios.
Apenas y pudo terminar de comer cuando tuvo que soltar una carcajada.- Oh, la ropa interior también es cara.- Pero cierto era que no se había parado a pensar en lo caro que debieron salirle si su madre no se los había condonado. La pregunta le sacó un poco de tema, poniéndose algo seria, aunque terminando por sonreír al escuchar la última. Negó suavemente.- Apenas iba integrándome cuando pasó lo de los Souls. Sentí que el lugar era más peligroso de lo que contaban y me retraje un poco. Eso y que me lastima profundamente todo lo que pasa abajo. No ha nacido nadie capaz de eclipsarme, que te quede claro...- Bromeó.- Es solo que no me acoplé rápido, me volví mucho más cautelosa. Con esa bienvenida, la verdad tardé mucho más en abrirme de nuevo y en prestar mis servicios como corresponde. Todos fueron muy comprensivos hasta que volví por mi cuenta.- Habrían podido echarla por incumplir sus deberes y no lo hicieron.
Al menos consiguió que se secara la mano.- Oh, no es nada que no pueda responder después.- Le animó a sabiendas de que no quería terminar ahí la conversación, pero le aburría mucho más que se tratara de ella cuando lo que quería era conocerle a él. El comentario de la caja tuvo la reacción esperada. Había algo ahí, tenía que averiguarlo antes de que se abriera. Lo peor que podía pensar quizás era demasiado suave para la realidad. Tomó una fresa mientras le escuchaba, cubriéndola en chocolate con mucha calma y llevándosela a los labios cuando recién preguntó. Mordió solo una pequeña parte y se tomó su tiempo para responder, mirándole con atención mientras lo hacía. Él sabía que no la había abierto, y ella sabía que él lo sabía. Sería duelo de mentiras.- Oh, no querrás saber.- Tomó la mano del contrario, levantándose de la silla y caminando en dirección al piso superior. Dejó que le quitara el abrigo, pues parecía necesitarlo de alguna manera. La canción era bastante diferente a lo que habían bailado antes si quitaban el baile-revelación de Bellatrix, pero lo dejó estar. No podía decidirse si ella era un alma demasiado vieja o él le quedaba muy moderno, pero aquella música tan movida le era chocante con toda la escena de la terraza. Tardó al menos media canción en entrar en humor, reír un poco, gozar la música y encontrar el ritmo preciso para aquello. Terminó dándose un par de vueltas a sí misma, encontrando por fin la manera para bailarla.- Esto suena bastante bohemio. Es raro hasta para tí.- Comentó entre risas.
Apenas y pudo terminar de comer cuando tuvo que soltar una carcajada.- Oh, la ropa interior también es cara.- Pero cierto era que no se había parado a pensar en lo caro que debieron salirle si su madre no se los había condonado. La pregunta le sacó un poco de tema, poniéndose algo seria, aunque terminando por sonreír al escuchar la última. Negó suavemente.- Apenas iba integrándome cuando pasó lo de los Souls. Sentí que el lugar era más peligroso de lo que contaban y me retraje un poco. Eso y que me lastima profundamente todo lo que pasa abajo. No ha nacido nadie capaz de eclipsarme, que te quede claro...- Bromeó.- Es solo que no me acoplé rápido, me volví mucho más cautelosa. Con esa bienvenida, la verdad tardé mucho más en abrirme de nuevo y en prestar mis servicios como corresponde. Todos fueron muy comprensivos hasta que volví por mi cuenta.- Habrían podido echarla por incumplir sus deberes y no lo hicieron.
Al menos consiguió que se secara la mano.- Oh, no es nada que no pueda responder después.- Le animó a sabiendas de que no quería terminar ahí la conversación, pero le aburría mucho más que se tratara de ella cuando lo que quería era conocerle a él. El comentario de la caja tuvo la reacción esperada. Había algo ahí, tenía que averiguarlo antes de que se abriera. Lo peor que podía pensar quizás era demasiado suave para la realidad. Tomó una fresa mientras le escuchaba, cubriéndola en chocolate con mucha calma y llevándosela a los labios cuando recién preguntó. Mordió solo una pequeña parte y se tomó su tiempo para responder, mirándole con atención mientras lo hacía. Él sabía que no la había abierto, y ella sabía que él lo sabía. Sería duelo de mentiras.- Oh, no querrás saber.- Tomó la mano del contrario, levantándose de la silla y caminando en dirección al piso superior. Dejó que le quitara el abrigo, pues parecía necesitarlo de alguna manera. La canción era bastante diferente a lo que habían bailado antes si quitaban el baile-revelación de Bellatrix, pero lo dejó estar. No podía decidirse si ella era un alma demasiado vieja o él le quedaba muy moderno, pero aquella música tan movida le era chocante con toda la escena de la terraza. Tardó al menos media canción en entrar en humor, reír un poco, gozar la música y encontrar el ritmo preciso para aquello. Terminó dándose un par de vueltas a sí misma, encontrando por fin la manera para bailarla.- Esto suena bastante bohemio. Es raro hasta para tí.- Comentó entre risas.
No respondió a lo de las amigas porque no le apetecía pero…su cuñada Aurora era su amiga. Sofía aún no conocía esa parte familiar de él, pero tanto Fred como Aurora y Arleen junto a él se solían reunir para cenar una o dos veces al mes cuando los horarios de todos cuadraban y hacían juegos de mesa, karaokes y cosas. Si tenía a su cuñada y a su hermana, qué otras amigas iba a querer? En su opinión, iba servido. Al hablar de la ropa interior, él le sonrió pero no dijo nada. Sin duda, disfrutaba más de la ropa interior que de los vestidos costosos. Se dio cuenta de la evasiva que le tendió respecto a lo del Consejo porque él también era de ser cerrado con sus propios asuntos, por ende, no insistió pero Sofía pudo ver el brillo de interés en sus ojos por querer saber más.
-Sí, sí querré- Pillada. Muy pillada. Y lo sabía. Él sonrió de lado al verla sonreír y con ese gesto pícaro tan característico de la pelirroja. Cuando la tuvo entre sus brazos se dio cuenta de que le costó seguir el paso, tal vez, demasiado acostumbrada a la música clásica. Pero él oía de todo un poco, después de todo en aquellas noches mencionadas anteriormente los gustos variaban demasiado. Arleen una romántica empedernida, Aurora una reina del pop y los mellizos demasiado enfocados en complacerlas y no taladrarles los oídos con rock pesado -No es mucho de mi estilo pero suelo oírla en mi casa, mis padres la colocan cuando celebran algo- Informó y la hizo girar varias veces antes de hacer que su espalda se pegara a su pecho atrayéndola hacia sí mismo mientras la música volvía a cambiar por lo que parecía algo más adecuado para los gustos de Sofía.
-Entonces…- Susurró en su oído, bajando la nariz lentamente por su cuello, y respirando el perfume que desprendía la intoxicante piel de la pelirroja. Las manos de Vishous descendieron, también, por la cintura de Sofía pegando su escultural cuerpo al de él y disfrutando del roce de ambos al ritmo de la música -Vamos a abrir mi regalo especial- Preguntó y le dejó un leve mordisco en el cuello antes de alejarse de ella. Con un chasqueo de dedos la caja apareció en sus manos y la extendió hacia ella, permitiendo que pudiera abrirla -Que sepas, que tus mentiras, intensifican tu falta-
-Sí, sí querré- Pillada. Muy pillada. Y lo sabía. Él sonrió de lado al verla sonreír y con ese gesto pícaro tan característico de la pelirroja. Cuando la tuvo entre sus brazos se dio cuenta de que le costó seguir el paso, tal vez, demasiado acostumbrada a la música clásica. Pero él oía de todo un poco, después de todo en aquellas noches mencionadas anteriormente los gustos variaban demasiado. Arleen una romántica empedernida, Aurora una reina del pop y los mellizos demasiado enfocados en complacerlas y no taladrarles los oídos con rock pesado -No es mucho de mi estilo pero suelo oírla en mi casa, mis padres la colocan cuando celebran algo- Informó y la hizo girar varias veces antes de hacer que su espalda se pegara a su pecho atrayéndola hacia sí mismo mientras la música volvía a cambiar por lo que parecía algo más adecuado para los gustos de Sofía.
-Entonces…- Susurró en su oído, bajando la nariz lentamente por su cuello, y respirando el perfume que desprendía la intoxicante piel de la pelirroja. Las manos de Vishous descendieron, también, por la cintura de Sofía pegando su escultural cuerpo al de él y disfrutando del roce de ambos al ritmo de la música -Vamos a abrir mi regalo especial- Preguntó y le dejó un leve mordisco en el cuello antes de alejarse de ella. Con un chasqueo de dedos la caja apareció en sus manos y la extendió hacia ella, permitiendo que pudiera abrirla -Que sepas, que tus mentiras, intensifican tu falta-
Ahí iba otra vez el moreno de callado. No respondió, pero le sonrió de aquella manera. Le gustaba mucho su sonrisa, pues hablaba mucho de si sus intenciones eran sinceras o iban dobles. Ella también le sonrió de manera abierta cuando se vio pillada por lo del regalo, pero siguió sin decir nada. No haría falta.
La cena había acabado, pero el baile parecía empezar. Siguió con tranquilidad, dejándose llevar pues ya había encontrado su ritmo con aquella música. La cuestión era que la canción no la había escuchado con anterioridad, pero le hizo gracia que en su casa escucharan aquel tipo de música.- Hablas mucho de tu familia. Eso me agrada.- Sonrió, dejándose girar, comenzando a reír a la segunda vuelta. Soltando una carcajada más fuerte cuando la jaló contra su pecho, dándole la espalda. Aprovechó el fuerte agarre por su cintura para mover las caderas contra el regazo del contrario. Giró el rostro, permitiéndole un acceso fácil a su cuello. Creyó que la besaría, pero el mordisco y la separación la trajo al presente. Se giró al instante. Él ya tenía el regalo en la mano y le sonrió. Esperaba que no se hubiera desacomodado mucho cuando la tocó. Tomó la caja y se fue con ella a la barra. Necesitaba ambas manos para deshacer el listón.
Oh, cariño. Para estas alturas deberías saber que yo no miento.- Había dicho "tomé", nunca "abrí" y le encantaba jugar con las palabras de aquella manera. Dejó el regalo en la barra y se sentó en el taburete justo al frente. Se tomó un momento de expectativa antes de comenzar a deshacer el listón. Esperó un momento más, mirando a Vishous un instante, antes de abrir la caja y tomar una bocanada de aire frente a lo que veía.
No ocultó su cara de sorpresa. Había escuchado cosas moverse dentro, pero había asegurado que era accesorios para el vestido. Y en cierto modo, sí lo eran, pero en un nivel totalmente diferente.- Al menos le atiné a parte del regalo.- Tenía pruebas, en la libreta donde había escrito cuando recién vio el regalo. Había tanto qué ver que no se decidía y recorría con la mirada todo lo que contenía. Sin duda, las joyas fueron lo primero que tocó, levantando el collar y recorriendo las perlas con la mano hasta tener las pulseras en la mano contraria.-Que lindo...- Dijo embelesada, consciente de la calidad de las perlas. Le pasó la mano por encima al vestido, que a primera vista parecía bastante normal. Dejó las perlas a un lado, tomando después las esposas. Había unas con la cadena más corta que las otras. Las inspeccionó un segundo y luego las dejó al lado.
Recorrió la caja con la mano, tocando, mientras su mirada inspeccionaba los artículos hasta tomar una especie de collar con una pelota en el centro. Curioso le pareció; miró al contrario con una ceja alzada, pero no dijo nada más. Lo dejó al lado, afuera de la caja con el resto que iba sacando. Después, sonrió abiertamente mientras tomaba aquella especie de plumero. Pensó en pasárselo por la cara al contrario, pero lo dejó de lado en la barra.- Hmmm, esto no lo vas a usar.- Dijo tomando la paleta, golpeándose la mano suavemente para ver la calidad. Después, sonrió dejándolo del lado contrario a donde estaba poniendo todo, remarcando la separación. Colocó el antifaz a la derecha, con todo, y luego sacó las sogas, sonriente para también dejarlas de lado.
Tomó después el collar con correa.- Esto me gusta.- Susurró sin sonreír, aunque pensaba seriamente en ponérselo a él y la boca se le secaba. Lo dejó de lado de igual forma, tomando el látigo entre sus manos. Con aquel no sabía qué hacer. Miró la paleta, tan sola en el lado izquierdo, dispuesta a no permitir que la usara nunca con ella y, por el otro lado, un sinfín de cosas que parecían extrañas en su barra. Jugaba con ella en las manos, probando las barbillas mientras se decidía, alargando todo lo que necesitó hasta tomar una decisión. Las puso con el resto de las cosas.- Tendremos que poner ciertos límites.- Admitió, pues no tenía ganas de terminar marcada como ganado.
Finalmente, la cajita. Tomó la cajita entre los dedos, inspeccionándola sin abrirla hasta que sus dedos hicieron lo inevitable. A simple vista, tenían un colgije, que le parecía más como un arete. Lo inspeccionó un instante más, abriendo la pinza que, con cuidado colocó en su dedo. La presión fue sorpresiva, con lo que no pudo evitar jadear antes de poder quitárselo.
Una vez más, recorrió el vestido con los dedos Levantándolo con cuidado. Se lo colocó encima del pecho, como para medírselo, cuando finalmente pudo verlo por ambos lados.- Ah... Tu madre se supera con cada vestido.- Murmuró, sonriendo finalmente, girando el vestido para inspeccionarlo. Parecía de su talla, pero... Tenía muchos peros para aquello. Quizás se le notaba en la cara, así como también su sonrisa divertida.- Esto es... Bastante... Indescriptible.
La cena había acabado, pero el baile parecía empezar. Siguió con tranquilidad, dejándose llevar pues ya había encontrado su ritmo con aquella música. La cuestión era que la canción no la había escuchado con anterioridad, pero le hizo gracia que en su casa escucharan aquel tipo de música.- Hablas mucho de tu familia. Eso me agrada.- Sonrió, dejándose girar, comenzando a reír a la segunda vuelta. Soltando una carcajada más fuerte cuando la jaló contra su pecho, dándole la espalda. Aprovechó el fuerte agarre por su cintura para mover las caderas contra el regazo del contrario. Giró el rostro, permitiéndole un acceso fácil a su cuello. Creyó que la besaría, pero el mordisco y la separación la trajo al presente. Se giró al instante. Él ya tenía el regalo en la mano y le sonrió. Esperaba que no se hubiera desacomodado mucho cuando la tocó. Tomó la caja y se fue con ella a la barra. Necesitaba ambas manos para deshacer el listón.
Oh, cariño. Para estas alturas deberías saber que yo no miento.- Había dicho "tomé", nunca "abrí" y le encantaba jugar con las palabras de aquella manera. Dejó el regalo en la barra y se sentó en el taburete justo al frente. Se tomó un momento de expectativa antes de comenzar a deshacer el listón. Esperó un momento más, mirando a Vishous un instante, antes de abrir la caja y tomar una bocanada de aire frente a lo que veía.
No ocultó su cara de sorpresa. Había escuchado cosas moverse dentro, pero había asegurado que era accesorios para el vestido. Y en cierto modo, sí lo eran, pero en un nivel totalmente diferente.- Al menos le atiné a parte del regalo.- Tenía pruebas, en la libreta donde había escrito cuando recién vio el regalo. Había tanto qué ver que no se decidía y recorría con la mirada todo lo que contenía. Sin duda, las joyas fueron lo primero que tocó, levantando el collar y recorriendo las perlas con la mano hasta tener las pulseras en la mano contraria.-Que lindo...- Dijo embelesada, consciente de la calidad de las perlas. Le pasó la mano por encima al vestido, que a primera vista parecía bastante normal. Dejó las perlas a un lado, tomando después las esposas. Había unas con la cadena más corta que las otras. Las inspeccionó un segundo y luego las dejó al lado.
Recorrió la caja con la mano, tocando, mientras su mirada inspeccionaba los artículos hasta tomar una especie de collar con una pelota en el centro. Curioso le pareció; miró al contrario con una ceja alzada, pero no dijo nada más. Lo dejó al lado, afuera de la caja con el resto que iba sacando. Después, sonrió abiertamente mientras tomaba aquella especie de plumero. Pensó en pasárselo por la cara al contrario, pero lo dejó de lado en la barra.- Hmmm, esto no lo vas a usar.- Dijo tomando la paleta, golpeándose la mano suavemente para ver la calidad. Después, sonrió dejándolo del lado contrario a donde estaba poniendo todo, remarcando la separación. Colocó el antifaz a la derecha, con todo, y luego sacó las sogas, sonriente para también dejarlas de lado.
Tomó después el collar con correa.- Esto me gusta.- Susurró sin sonreír, aunque pensaba seriamente en ponérselo a él y la boca se le secaba. Lo dejó de lado de igual forma, tomando el látigo entre sus manos. Con aquel no sabía qué hacer. Miró la paleta, tan sola en el lado izquierdo, dispuesta a no permitir que la usara nunca con ella y, por el otro lado, un sinfín de cosas que parecían extrañas en su barra. Jugaba con ella en las manos, probando las barbillas mientras se decidía, alargando todo lo que necesitó hasta tomar una decisión. Las puso con el resto de las cosas.- Tendremos que poner ciertos límites.- Admitió, pues no tenía ganas de terminar marcada como ganado.
Finalmente, la cajita. Tomó la cajita entre los dedos, inspeccionándola sin abrirla hasta que sus dedos hicieron lo inevitable. A simple vista, tenían un colgije, que le parecía más como un arete. Lo inspeccionó un instante más, abriendo la pinza que, con cuidado colocó en su dedo. La presión fue sorpresiva, con lo que no pudo evitar jadear antes de poder quitárselo.
Una vez más, recorrió el vestido con los dedos Levantándolo con cuidado. Se lo colocó encima del pecho, como para medírselo, cuando finalmente pudo verlo por ambos lados.- Ah... Tu madre se supera con cada vestido.- Murmuró, sonriendo finalmente, girando el vestido para inspeccionarlo. Parecía de su talla, pero... Tenía muchos peros para aquello. Quizás se le notaba en la cara, así como también su sonrisa divertida.- Esto es... Bastante... Indescriptible.
-Mentir tal vez no era el verbo a utilizar. ¿Cómo lo llaman los políticos? ¿Manipulación comunicacional o algo así?- Le preguntó con un tono que dejaba entrever la sorna. Mientras ella iba hacia la barra, Vishous fue a buscar las copas llenándolas con lo poco que quedaba de vino, dejándolas a la mitad ambas. Deslizó la de ella hacia donde estaba y mantuvo la suya, bebiendo un poco mientras la miraba con curiosidad. Quería adivinar sus reacciones pero no estaba seguro de si podría. La sorpresa de Sofía le encantó y se rió socarronamente al oír lo de que había adivinado el vestido -Eso era fácil. Te prometí una docena y tenías 11- Le dijo arrastrando un taburete para quedarse delante de ella. Le dejó hacer, estuvo en silencio realmente para no interrumpirla porque quería estudiar su reacción a todo. Vamos a ver hasta donde estaba dispuesta Sofía a llegar.
-Pregunta- Le dijo. No le iba a responder a algo que no había preguntado. Por el momento, aún tenía la potestad de hablar sin permiso. Se la imagino con el juguete y sonrió. El deseo oscureció rápidamente sus ojos diamantinos y su cuerpo aumentó la temperatura. La sangre descendió rápidamente hacia su zona sur obligándolo a acomodarse los pantalones. Al verla golpearse la palma no pudo evitar recordar el momento en el que la nalgueó. El sonido aún le turbaba la cabeza -De acuerdo- Concedió asintiendo mientras bebía más vino, conteniendo las ganas de echársele encima y devorársela entera. Observó aquello que le llamó la atención y arqueó una ceja. Vio curiosidad, vio deseo en sus ojos pero él no dijo nada. Fue delicioso verla decidir sobre el látigo. Era realmente perturbador, para él mismo, cómo aquella escena tan simple le resultaba tan malditamente erótica -Sí- Dijo respecto al tema de los límites. Para este momento no tenía demasiadas neuronas para armar esas frases tan socarronas.
Se rió breve y oscuramente cuando tomó la cajita para examinar lo que llevaba dentro. El jadeo le pareció increíble y deseó tenerla sentada encima de él mientras seguía examinando las cosas para que se restregara como había hecho mientras bailaban -Eso no lo ha hecho mi madre- Puntualizó bastante más serio que antes mientras se incorporaba al verla evaluar el vestido con aquel gesto. Se apoyó en la barra frente a ella y bajó el vestido con la mano -Vas a dejarme hablar a mí primero- Le dijo con el mismo tono serio. Por puro vicio organizó los ítems en una línea y dejó el vestido al final, con todo lo que llevaba consigo y se acercó a ella.
Acortó las distancias, pero se quedó a dos palmos, para que le mirara a los ojos mientras él hablaba -En el sexo soy una persona exigente y dominante. Créeme, los juguetes son sólo un extra y no siempre les encuentro uso. Va de otra cosa…- Alzó una mano recorriendo el cuello de ella para luego hundir los dedos en el cabello rojo y cerrar el puño, no para lastimarla sino con firmeza, atrayéndola hacia él -No hablarás a menos que te lo permita. No harás nada a menos que te lo permita- En un encuentro casual, encerrados en algún sitio, no hablaría tanto simplemente lo haría pero con Sofía consideraba que debía dar un par de explicaciones. La hizo girarse contra la barra, obligándola a apoyar su torso en ella y abriéndole las piernas con una de las de él. Apoyó su cadera en la contraria, haciéndole sentir el deseo que había despertado en él. Pero no hizo nada más. Le apartó el cabello del rostro, ya que dejó que lo ladeara al apoyarse y contempló su perfil -Y si lo haces, serás castigada, Sofía- Cogió el látigo y lo paseó por la piel descubierta de los brazos de la Descendiente, en una sutil amenaza -Si estás de acuerdo, puedes elegir una palabra de seguridad. Si las cosas se ponen demasiado duras para ti, puedes decirla y pararé. Si tienes preguntas es el momento de hacerlas. Y si no estás dispuesta, me iré por donde he venido. El vestido te lo quedas, pero lo demás me lo llevo- Le hizo exponer su cuello y lo recorrió con lentitud antes de besarla y levantarse, dejándole espacio para que se incorporara y hablara.
-Pregunta- Le dijo. No le iba a responder a algo que no había preguntado. Por el momento, aún tenía la potestad de hablar sin permiso. Se la imagino con el juguete y sonrió. El deseo oscureció rápidamente sus ojos diamantinos y su cuerpo aumentó la temperatura. La sangre descendió rápidamente hacia su zona sur obligándolo a acomodarse los pantalones. Al verla golpearse la palma no pudo evitar recordar el momento en el que la nalgueó. El sonido aún le turbaba la cabeza -De acuerdo- Concedió asintiendo mientras bebía más vino, conteniendo las ganas de echársele encima y devorársela entera. Observó aquello que le llamó la atención y arqueó una ceja. Vio curiosidad, vio deseo en sus ojos pero él no dijo nada. Fue delicioso verla decidir sobre el látigo. Era realmente perturbador, para él mismo, cómo aquella escena tan simple le resultaba tan malditamente erótica -Sí- Dijo respecto al tema de los límites. Para este momento no tenía demasiadas neuronas para armar esas frases tan socarronas.
Se rió breve y oscuramente cuando tomó la cajita para examinar lo que llevaba dentro. El jadeo le pareció increíble y deseó tenerla sentada encima de él mientras seguía examinando las cosas para que se restregara como había hecho mientras bailaban -Eso no lo ha hecho mi madre- Puntualizó bastante más serio que antes mientras se incorporaba al verla evaluar el vestido con aquel gesto. Se apoyó en la barra frente a ella y bajó el vestido con la mano -Vas a dejarme hablar a mí primero- Le dijo con el mismo tono serio. Por puro vicio organizó los ítems en una línea y dejó el vestido al final, con todo lo que llevaba consigo y se acercó a ella.
Acortó las distancias, pero se quedó a dos palmos, para que le mirara a los ojos mientras él hablaba -En el sexo soy una persona exigente y dominante. Créeme, los juguetes son sólo un extra y no siempre les encuentro uso. Va de otra cosa…- Alzó una mano recorriendo el cuello de ella para luego hundir los dedos en el cabello rojo y cerrar el puño, no para lastimarla sino con firmeza, atrayéndola hacia él -No hablarás a menos que te lo permita. No harás nada a menos que te lo permita- En un encuentro casual, encerrados en algún sitio, no hablaría tanto simplemente lo haría pero con Sofía consideraba que debía dar un par de explicaciones. La hizo girarse contra la barra, obligándola a apoyar su torso en ella y abriéndole las piernas con una de las de él. Apoyó su cadera en la contraria, haciéndole sentir el deseo que había despertado en él. Pero no hizo nada más. Le apartó el cabello del rostro, ya que dejó que lo ladeara al apoyarse y contempló su perfil -Y si lo haces, serás castigada, Sofía- Cogió el látigo y lo paseó por la piel descubierta de los brazos de la Descendiente, en una sutil amenaza -Si estás de acuerdo, puedes elegir una palabra de seguridad. Si las cosas se ponen demasiado duras para ti, puedes decirla y pararé. Si tienes preguntas es el momento de hacerlas. Y si no estás dispuesta, me iré por donde he venido. El vestido te lo quedas, pero lo demás me lo llevo- Le hizo exponer su cuello y lo recorrió con lentitud antes de besarla y levantarse, dejándole espacio para que se incorporara y hablara.
Ni siquiera eso. Solo dejé que creyeras lo que me quise.- Bromeó, sonriente como siempre justo antes de que todo aquello pasara. Se dio cuenta al instante de que el contrario se burlaba de ella por atinar al regalo, pero negó rápidamente.- No, no. Atiné hasta el material.- Sabía que no le iba a dar un vestido de cuero, como había dicho la noche anterior, principalmente porque los vestidos que se decían "de cuero" eran en realidad de látex, y eso había escrito en la libreta. Que ya daba igual porque estaba demasiado embelesada con lo que tenía frente a ella. Quiso preguntar por algunos de los objetos, pero la pregunta ni siquiera salía de su boca. Ni siquiera la imaginaba en su mente. Había cosas que le hacían sentido y otras que no asociaba con nada.
Se tomó su tiempo para inspeccionar cada objeto por separado. En algún punto, se olvidó siquiera de que el moreno se había puesto frente a ella, porque apenas hacía ruido y ella estaba muy concentrada en lo que hacía. Prácticamente le recordó hasta llegar al vestido de nuevo y salir de su ensimismamiento con aquella negativa hacia el trabajo de su madre. Ella lo sabía, pero ahora también sabía que al moreno no le gustaba asociar a su madre con aquella faceta suya. Le dedicó una mirada hasta que bajó el vestido para obtener su atención. Escuchó sus palabras. Él tenía una vena dominante, de eso no tenía duda. Ni siquiera respondió, solo permitió que acomodara sus cositas a como mejor le pareció, que aparentemente no le gustaba como ella los había dejado. Tomó la copa para beber, aunque la soltó enseguida cuando el contrario se acercó. Su mirada era intensa, su voz era profunda y sus palabras duras, pero terriblemente excitantes.- ¿De otra cosa? - Su pregunta iba por lo bajo, pues si no eran gran cosa para él no entendía. Tuvo que callar y prestarle atención cuando le tomó con firmeza por el cabello, dando aquella serie de órdenes, que justo acababa de desobeceder (pero no lo sabía, así que no las contaba). Sentía que le quitaba un poco de sazón si quería una muñeca estática, incluso lo encontró un poco decepcionante, pero la mirada en sus ojos le impedía negarse antes de probar lo que el moreno ofrecía. Sobre todo cuando le iba mucho aquello de empotrarla contra cosas y aplastarla con su cuerpo. Le había gustado desde la primera vez.
No pudo evitar que un sonido saliera de su pecho cuando sintió el látigo contra la piel de sus brazos. La expectativa la estaba matando y justo en ese instante, se separó. ¿No podía ser sexo duro normal con él? Agh, la diferencia entre las expectativas de ambos era bastante y lo sabía. Le frunció el ceño cuando dijo que sus juguetes se los llevaba, aguantando el impulso de meterlos a su caja y guardarlos para ella. Se tomó un segundo para despejarse, cogiendo la copa para darle unos tragos, tratando de apagar un poco su fuego interno. Cuando se supo lista, se sentí de nuevo en el taburete y giró en él hasta verle. Incluso cruzó las piernas, recuperando un poco de poder en la situación después de aquel atentado.
No me molestan tus exigencias ni tu tendencia dominante. La prefiero.- Dijo con voz tranquila, colocándose las manos en el regazo. Sabía bien que aquella última confesión le haría ruido, pero era cierto. No era especialmente creativa en el sexo, prefería disfrutarlo y que el hombre se quebrara la cabeza buscando maneras. Su punto fuerte eran los preparativos.- ¿No te resulta aburrido... Que te complazcan en todo, que no hablen, no anden, tener que narrar los movimientos de otra persona... Ser el único que aporta algo, que no sea recíproco? - Tenía que preguntar, no tenía otra manera de verlo si lo ponía tal cual, con todo y lo del castigo. Pensó en la palabra de seguridad, pero estaba consciente de que de necesitar detenerlo podría hacerlo ella misma sin necesidad de palabras. Le arruinaría el juego o lo que fuera, pero podría detenerlo. No le preocupaba.- A ver, esto es muy Grey. ¿Dónde está el contrato?- Preguntó, quitándole un poco de peso al asunto porque la cabeza le estaba dando vueltas y culpaba al vino y al contrario.- Necesito... Hacer una prueba.- Sí, eso era. Por fín había encontrado la palabra.- No es algo que conozca a profundidad. No es un tema por el que me haya interesado con anterioridad. Fuera del sexo... hmmm... "duro", la verdad es que no he tenido experiencias de este tipo. No puedo saber si estoy o no dispuesta, solo sé que quiero que te quedes esta noche.
Se tomó su tiempo para inspeccionar cada objeto por separado. En algún punto, se olvidó siquiera de que el moreno se había puesto frente a ella, porque apenas hacía ruido y ella estaba muy concentrada en lo que hacía. Prácticamente le recordó hasta llegar al vestido de nuevo y salir de su ensimismamiento con aquella negativa hacia el trabajo de su madre. Ella lo sabía, pero ahora también sabía que al moreno no le gustaba asociar a su madre con aquella faceta suya. Le dedicó una mirada hasta que bajó el vestido para obtener su atención. Escuchó sus palabras. Él tenía una vena dominante, de eso no tenía duda. Ni siquiera respondió, solo permitió que acomodara sus cositas a como mejor le pareció, que aparentemente no le gustaba como ella los había dejado. Tomó la copa para beber, aunque la soltó enseguida cuando el contrario se acercó. Su mirada era intensa, su voz era profunda y sus palabras duras, pero terriblemente excitantes.- ¿De otra cosa? - Su pregunta iba por lo bajo, pues si no eran gran cosa para él no entendía. Tuvo que callar y prestarle atención cuando le tomó con firmeza por el cabello, dando aquella serie de órdenes, que justo acababa de desobeceder (pero no lo sabía, así que no las contaba). Sentía que le quitaba un poco de sazón si quería una muñeca estática, incluso lo encontró un poco decepcionante, pero la mirada en sus ojos le impedía negarse antes de probar lo que el moreno ofrecía. Sobre todo cuando le iba mucho aquello de empotrarla contra cosas y aplastarla con su cuerpo. Le había gustado desde la primera vez.
No pudo evitar que un sonido saliera de su pecho cuando sintió el látigo contra la piel de sus brazos. La expectativa la estaba matando y justo en ese instante, se separó. ¿No podía ser sexo duro normal con él? Agh, la diferencia entre las expectativas de ambos era bastante y lo sabía. Le frunció el ceño cuando dijo que sus juguetes se los llevaba, aguantando el impulso de meterlos a su caja y guardarlos para ella. Se tomó un segundo para despejarse, cogiendo la copa para darle unos tragos, tratando de apagar un poco su fuego interno. Cuando se supo lista, se sentí de nuevo en el taburete y giró en él hasta verle. Incluso cruzó las piernas, recuperando un poco de poder en la situación después de aquel atentado.
No me molestan tus exigencias ni tu tendencia dominante. La prefiero.- Dijo con voz tranquila, colocándose las manos en el regazo. Sabía bien que aquella última confesión le haría ruido, pero era cierto. No era especialmente creativa en el sexo, prefería disfrutarlo y que el hombre se quebrara la cabeza buscando maneras. Su punto fuerte eran los preparativos.- ¿No te resulta aburrido... Que te complazcan en todo, que no hablen, no anden, tener que narrar los movimientos de otra persona... Ser el único que aporta algo, que no sea recíproco? - Tenía que preguntar, no tenía otra manera de verlo si lo ponía tal cual, con todo y lo del castigo. Pensó en la palabra de seguridad, pero estaba consciente de que de necesitar detenerlo podría hacerlo ella misma sin necesidad de palabras. Le arruinaría el juego o lo que fuera, pero podría detenerlo. No le preocupaba.- A ver, esto es muy Grey. ¿Dónde está el contrato?- Preguntó, quitándole un poco de peso al asunto porque la cabeza le estaba dando vueltas y culpaba al vino y al contrario.- Necesito... Hacer una prueba.- Sí, eso era. Por fín había encontrado la palabra.- No es algo que conozca a profundidad. No es un tema por el que me haya interesado con anterioridad. Fuera del sexo... hmmm... "duro", la verdad es que no he tenido experiencias de este tipo. No puedo saber si estoy o no dispuesta, solo sé que quiero que te quedes esta noche.
Decidió no responderle porque eso… Abría una ventana a lo que realmente se cocía en su interior y no le apetecía que ella se colara allí. A otra persona era probable que no le diera ninguna explicación pero lo cierto es que aquella mujer era una Descendiente y hasta ahora no había puesto ningún pero…Sospechaba, igualmente, que si se pasaba de la raya podía meterse en un grave problema. Al menos, le hizo caso pero sabía que la mente de la mujer estaba trabajando buscando respuestas que no sabía si estaba dispuesto a darle. Disfrutó del sonido que abandonó esos labios cuando sintió el látigo acariciarla. Expectativa había, deseo había. Estaba seguro de que si investigaba bajo aquellas telas la encontraría preparada para todo.
Advirtió que, una vez alejados, ella frunció el ceño cuando mencionó lo de los juguetes. Contuvo la sonrisa. Era curiosa. Eso era bueno. Estaba sacándola de su zona de confort, se dio cuenta cuando le dio la espalda. Él esperó, apoyó el brazo en la barra y bebió de la copa de vino acabándosela. Se dio cuenta, por su lenguaje corporal, que parecía más compuesta. Pero ahora tocaban sus preguntas. A saber con qué saldría. Y, en efecto, sus primeras palabras le sorprendieron. Es decir, había notado que en sus encuentros solía ser pasiva. Seductora, pero no del todo proactiva. Era sumisa. La pregunta hizo que él se analizara a sí mismo y a los numerosos encuentros que había tenido a lo largo de su vida -No- Respondió y negó con la cabeza, sin llegar a sentirse culpable por ello. Era su forma de ser y le gustaba así por eso era muy cuidadoso con cómo y con quién. Con el paso de los años había dejado eso de ir tan de flor en flor porque estaba cómodo en sus “recurrentes” -¿Grey?- El se permitió reírse un instante y negó después -No quiero que te enamores de mí. No quiero sentimientos de por medio. Es más fácil así- Lo dejó claro, clarísimo -Y no hay más contrato que el verbal. Si a alguno le deja de gustar dejamos de hacerlo. Somos dos adultos muy conscientes de lo que queremos en la vida- Le dijo con total tranquilidad.
-Una prueba…- Saboreó las palabras para después chasquear la lengua. Se había conseguido con esa puta palabrita con alguna virgen en aquellos años de experiencia. Prueba las pelotas. Fue su momento de quedarse en silencio, después de la petorata de que no había tenido un amante con juguetitos sino que había experimentado lo que mucha gente llamaba sexo duro. Duro le iba a dar contra la pared hasta que saliera el sol como siguiera dándole vueltas al asunto. Y aquella frase de “Quiero que te quedes esta noche” casi le había provocado arcadas, demasiadas palabras con un tinte de novela romántica que le hicieron mirarla con el ceño fruncido. Vishous bajó la vista hacia la línea de juguetes y los observó uno a uno, el vestido incluido y luego a Sofía, le recorrió el rostro con seriedad. Era evidente que estaba evaluándoselo -Las pruebas no son lo mío- Indicó con algo de pesar, haciendo una mueca. Levantó la mano y se la pasó por el pelo, peinándoselo porque la mujer le ponía en tesitura.
Porque sino explotaba al máximo sus necesidades iba a quedar con hambre. Y esa hambre iba a acabar con Aldaron temblando. Se masajeó el entrecejo lentamente y entonces la miró, como si hubiese tomando una decisión -De acuerdo. No lo llames prueba. Vas a experimentar una faceta de ti misma que aún no conoces. Te… permitiré hablar…Hasta que me canse de oírte decir palabras- Expresó acercándose a ella, la agarró del cuello con firmeza, y se inclinó para finalmente besarla. Era algo que había querido hacer toda la noche. Como siempre, fue invasivo y exigente con ella porque lo quería todo. Llegar hasta su esencia y saborearla. -Porque prefiero tu boca ocupada con otra cosa- Sonrió de lado. Levitó todo hasta ponerlo de nuevo en la caja y tiró de ella por el brazo hacia la habitación que ya conocía por el tour que había tenido que hacer para la protección de la casa. Apartó los vestidos para dejar espacio en la cama para ambos y se sentó en el centro dejando a Sofía frente a él -Desvístete- Le ordenó y extendió el otro vestido a su lado -Y te pones esto- Se quedó mirándola, simplemente para disfrutar de las vistas. Una vez que se pusiera el vestido, sería él el que colocara el collar y los brazaletes.
Advirtió que, una vez alejados, ella frunció el ceño cuando mencionó lo de los juguetes. Contuvo la sonrisa. Era curiosa. Eso era bueno. Estaba sacándola de su zona de confort, se dio cuenta cuando le dio la espalda. Él esperó, apoyó el brazo en la barra y bebió de la copa de vino acabándosela. Se dio cuenta, por su lenguaje corporal, que parecía más compuesta. Pero ahora tocaban sus preguntas. A saber con qué saldría. Y, en efecto, sus primeras palabras le sorprendieron. Es decir, había notado que en sus encuentros solía ser pasiva. Seductora, pero no del todo proactiva. Era sumisa. La pregunta hizo que él se analizara a sí mismo y a los numerosos encuentros que había tenido a lo largo de su vida -No- Respondió y negó con la cabeza, sin llegar a sentirse culpable por ello. Era su forma de ser y le gustaba así por eso era muy cuidadoso con cómo y con quién. Con el paso de los años había dejado eso de ir tan de flor en flor porque estaba cómodo en sus “recurrentes” -¿Grey?- El se permitió reírse un instante y negó después -No quiero que te enamores de mí. No quiero sentimientos de por medio. Es más fácil así- Lo dejó claro, clarísimo -Y no hay más contrato que el verbal. Si a alguno le deja de gustar dejamos de hacerlo. Somos dos adultos muy conscientes de lo que queremos en la vida- Le dijo con total tranquilidad.
-Una prueba…- Saboreó las palabras para después chasquear la lengua. Se había conseguido con esa puta palabrita con alguna virgen en aquellos años de experiencia. Prueba las pelotas. Fue su momento de quedarse en silencio, después de la petorata de que no había tenido un amante con juguetitos sino que había experimentado lo que mucha gente llamaba sexo duro. Duro le iba a dar contra la pared hasta que saliera el sol como siguiera dándole vueltas al asunto. Y aquella frase de “Quiero que te quedes esta noche” casi le había provocado arcadas, demasiadas palabras con un tinte de novela romántica que le hicieron mirarla con el ceño fruncido. Vishous bajó la vista hacia la línea de juguetes y los observó uno a uno, el vestido incluido y luego a Sofía, le recorrió el rostro con seriedad. Era evidente que estaba evaluándoselo -Las pruebas no son lo mío- Indicó con algo de pesar, haciendo una mueca. Levantó la mano y se la pasó por el pelo, peinándoselo porque la mujer le ponía en tesitura.
Porque sino explotaba al máximo sus necesidades iba a quedar con hambre. Y esa hambre iba a acabar con Aldaron temblando. Se masajeó el entrecejo lentamente y entonces la miró, como si hubiese tomando una decisión -De acuerdo. No lo llames prueba. Vas a experimentar una faceta de ti misma que aún no conoces. Te… permitiré hablar…Hasta que me canse de oírte decir palabras- Expresó acercándose a ella, la agarró del cuello con firmeza, y se inclinó para finalmente besarla. Era algo que había querido hacer toda la noche. Como siempre, fue invasivo y exigente con ella porque lo quería todo. Llegar hasta su esencia y saborearla. -Porque prefiero tu boca ocupada con otra cosa- Sonrió de lado. Levitó todo hasta ponerlo de nuevo en la caja y tiró de ella por el brazo hacia la habitación que ya conocía por el tour que había tenido que hacer para la protección de la casa. Apartó los vestidos para dejar espacio en la cama para ambos y se sentó en el centro dejando a Sofía frente a él -Desvístete- Le ordenó y extendió el otro vestido a su lado -Y te pones esto- Se quedó mirándola, simplemente para disfrutar de las vistas. Una vez que se pusiera el vestido, sería él el que colocara el collar y los brazaletes.
Esperaba, de verdad esperaba, que la respuesta del contrario a todas sus preguntas fuera menos... seca, directa. No sabía, pero no creía que fuera solo un "no". Bueno, no podía juzgarle solo porque a ella le aburriría tirar todo el día del carro. Al menos se lo pensó, ya era mucho decir. Al menos le hizo gracia su chiste. Ya le hacía falta quitar toda la tensión y si no lo iban a hacer cogiendo desesperadamente, al menos que fuera con humor. Rió de nuevo cuando dijo lo de enamorarse, viéndole con una sonrisa.- ¿Y si eres tú el que termina enamorado? - Que dijera lo que quisiera, preguntar le daba gracia, sobre todo porque no la conocía y ya estaba asumiendo cosas. De seguro, por ser Descendiente, ya la tildaba de que querría boda e hijos solo por tener sexo.- No puedo evitar que me importe la gente a mi alrededor, eso también te lo avisé. En realidad creo que estoy enamorada de más de uno. Pero no soy de las que lloran cuando un hombre decide irse. Lo doy todo, no busco reciprocidad y luego sin rencores dejo que se alejen si les da la gana. Y en ese tema no nos vamos a poner de acuerdo, solo te aseguro que cuando quieras irte no te obligaré a quedarte, tanto si es hoy como si es la próxima semana. No veo la complicación en esto.- Y le faltaban dedos en las manos para decir por quién suspiraba, aunque era una cuestión más de desear que de amar. Como con Sayid, con Gio, con Lucio. Quería verles felices. Dicho todo, aceptó lo del contrato verbal. Él decía lo mismo que ella, que cualquiera podía irse cuando quisieran, así que no veía el problema que él sí.
La palabra prueba no le había gustado, lo vio en su cara en cuanto lo dijo, lo que le hizo reír, igual cuando terminó de hablar y soltó la frase final. Qué poca razón tenía si no había interpretado eso como un "quiero follar" y lo había convertido en algo romántico. Era su forma de hablar, ¿qué le iba a hacer? Seguro que habría vomitado con su explicación anterior, pero ella solo sonrió. Supuso que no aceptaría a su prueba cuando le pasó la mano por el cabello. Le gustaba más experimento que prueba. Abría posibilidades, le entraba la curiosidad con todo lo que tenían en la barra. Asintió a lo de permitirle hablar. Igual no sabía si podría contenerse cuando ya no quisiera escucharla.
Su sonrisa se deshizo cuando la tomó del cuello, con aquellas manos firmes que no cederían. El beso le sorprendió, pero no se quedó quieta como la primera vez, sino que lo devolvió con la misma intensidad. Ya veía que si eso era el principio, el resto sería explosivo. Se levantó del taburete para salir tras él cuando tiró de ella. Ya sabía a donde iban, la dirección estaba muy clara y podía sentir la reacción de su cuerpo al ser llevada con tanta urgencia. Quizás se sintió un poco mal por los vestidos cuando los tiró al suelo de aquella manera, pero al menos el piso estaba limpio. Y entonces...
Le vio sentarse, le miró a los ojos y escuchó aquella orden. Órdenes. Estaba preparada tanto para decirle que no como para aceptar de inmediato. Su mente se dividía entre ambas cosas. Sobre todo por el sermoneo que le dio y porque de alguna manera la había sacado de su humor sexual cuando comenzaron a hablar de enamoramientos. Miró un instante hacia la ventana. El lago estaba precioso a la luz de la luna, y se decidió. Clavó sus ojos en los del contrario, mantuvo la boca cerrada, para que viera que podía más que nada, y comenzó por quitarse los aretes, tirándolos al suelo sobre los vestidos. Se apartó el cabello con cuidado, llevándose las manos a la espalda. El cierre lo tuvo que bajar con magia. Comenzó sacándoselo por las manos, los hombros y luego lo deslizó hacia abajo por sus caderas hasta que cayó al suelo como en una nube de tul. Salió de él, revelando el hermoso corset que usaba, del mismo tono que su piel y con bordados a mano en hilo de oro, a juego con su ropa interior.
La palabra prueba no le había gustado, lo vio en su cara en cuanto lo dijo, lo que le hizo reír, igual cuando terminó de hablar y soltó la frase final. Qué poca razón tenía si no había interpretado eso como un "quiero follar" y lo había convertido en algo romántico. Era su forma de hablar, ¿qué le iba a hacer? Seguro que habría vomitado con su explicación anterior, pero ella solo sonrió. Supuso que no aceptaría a su prueba cuando le pasó la mano por el cabello. Le gustaba más experimento que prueba. Abría posibilidades, le entraba la curiosidad con todo lo que tenían en la barra. Asintió a lo de permitirle hablar. Igual no sabía si podría contenerse cuando ya no quisiera escucharla.
Su sonrisa se deshizo cuando la tomó del cuello, con aquellas manos firmes que no cederían. El beso le sorprendió, pero no se quedó quieta como la primera vez, sino que lo devolvió con la misma intensidad. Ya veía que si eso era el principio, el resto sería explosivo. Se levantó del taburete para salir tras él cuando tiró de ella. Ya sabía a donde iban, la dirección estaba muy clara y podía sentir la reacción de su cuerpo al ser llevada con tanta urgencia. Quizás se sintió un poco mal por los vestidos cuando los tiró al suelo de aquella manera, pero al menos el piso estaba limpio. Y entonces...
Le vio sentarse, le miró a los ojos y escuchó aquella orden. Órdenes. Estaba preparada tanto para decirle que no como para aceptar de inmediato. Su mente se dividía entre ambas cosas. Sobre todo por el sermoneo que le dio y porque de alguna manera la había sacado de su humor sexual cuando comenzaron a hablar de enamoramientos. Miró un instante hacia la ventana. El lago estaba precioso a la luz de la luna, y se decidió. Clavó sus ojos en los del contrario, mantuvo la boca cerrada, para que viera que podía más que nada, y comenzó por quitarse los aretes, tirándolos al suelo sobre los vestidos. Se apartó el cabello con cuidado, llevándose las manos a la espalda. El cierre lo tuvo que bajar con magia. Comenzó sacándoselo por las manos, los hombros y luego lo deslizó hacia abajo por sus caderas hasta que cayó al suelo como en una nube de tul. Salió de él, revelando el hermoso corset que usaba, del mismo tono que su piel y con bordados a mano en hilo de oro, a juego con su ropa interior.
- Spoiler:
Tuvo que deshacer los cordones del corset antes de dejarlo caer también a su lado. Su mirada no se había desconectado de la del contrario y aunque al principio sintió algo de pena, para aquel momento ya estaba buscando seducirle. Se acercó a la cama, tomando el vestido con cuidado y buscándole sentido. No pudo evitar sonreír, pensando en que si alguien había diseñado aquell sin duda era un hombre sin idea de para qué sirven los cierres. Lo colocó con encima de la cabeza, más fácil de lo que creyó. Acomodándose las tiras de la espalda, que sentía volteadas, los tirantes y el "vestido" sobre su cuerpo. Sintió que algo no estaba bien, así que lo jaló un poco hacia abajo del dobladillo en sus piernas, y luego hacia arriba en las copas, para que todo quedara en su lugar. Cuando quedó conforme, miró de nuevo a Vishous. A pesar de sus sentimientos encontrados iniciales, no podía negar que se sentía sensual en aquello, y su sonrisa lo dejó claro.
- +18:
- Vishous resumió su respuesta en una mirada a Sofía. Él si decidía no enamorarse no lo hacía. Una sola vez en la vida había sentido algo más y aquello había terminado bastante mal. Ella casada con otro, a resumidas cuentas. Mucho drama de por medio. Agitó la cabeza para no acordarse de Lara. La respuesta de Sofía le encantó. Definitivamente, esa era una mujer con las cosas claras y esperaba que si aquello iba viento en popa tendrían mucho para divertirse. Muchos escenarios pasaron por su cabeza. Demasiados pero los dejó para después.
Tras su orden la observó, sabía que tenía muchas cosas en mente pero no dijo nada, eso era peligroso. Pero al final accedió. V se deleitó en la elegancia que tenía la mujer. Había otras que eran mucho más bruscas, torpes y con poca sensualidad pero Sofía era todo lo contrario. Parecía que cada movimiento estuviese calculado para subir su lívido y eso era peligroso para sí mismo porque había un punto de no retorno al que no le gustaba llegar con una mujer. Cuando el vestido cayó, él deslizó su mirada diamantina por los hombros desnudos expuestos ante él para luego bajar hacia su escote y disfrutar de las curvas femeninas. Era una diosa. Seguramente se lo habían dicho muchas veces pero a él no le importaba.
Y aunque podría haber descendido su mirada cuando el corsé cayó, Vishous se quedó mirándola a los ojos, sabedor de sus desnudez pero prefería descubrir su cuerpo con los labios y las manos que con la vista. Necesitaba sentir el roce de su cálida tez bajo sus manos y escucharla jadear cuando la acariciara. La siguió observando hasta que finalmente estuvo vestida, él la contempló con aquel oscuro deseo de poseerla latente en él. Se incorporó, lentamente y la rodeó, como un cazador a su presa. No la tocó, no dijo nada. Simplemente cogió el collar y le apartó el cabello para colocárselo apretándolo lo suficiente para que estuviera firme pero no le cortara la respiración. Después de eso se puso frente a ella, cogió primero las muñequeras y luego la miró a los ojos -Tus muñecas- Murmuró en un bajo tono, total, no había nadie más que ella para escucharle. Esperó a que se las tendiera y colocó cada brazalete con igual firmeza, para luego atar las perlas a su sitio. Cuando finalizó las dejó caer y volvió hasta ponerse de espaldas a ella.
Con más suavidad de lo que se podría esperar, y conteniendo realmente el demonio interno, le cogió el pelo, reuniéndolo todo por encima de su cabeza. Deseaba hacerle una cola alta pero lo cierto es que era exquisito sentir el cabello de Sofía. Se detuvo y la atrajo hacia él -Voy a dejártelo suelto- Murmuró cerca de su oído en un gruñido erótico y dejó de tirárselo para que le cayera sobre los hombros. Vio la caja y la movió hacia un lado con la mano, dejando espacio en la cama para ambos pero tenía curiosidad, antes de seguir -¿Cómo te sientes?- Inquirió, sonriendo de lado, lobunamente. En un par de segundos se quitó la ropa, quedando sólo con la ropa interior. Finalmente, decidió acariciarla. Subió las manos por sus brazos con suavidad -Es decir…podría descubrirlo- Y cuando lo dijo, bajó las manos a la cintura y la hizo doblarse sobre si misma hasta que apoyara las manos en la cama. Tendría algo de incomodidad porque las perlas no le darían tanto rango para poder apoyarse bien pero le daba igual, más inclinada, más expuesta. Dejó una de sus manos apoyada en la espalda, como peso, para que no se levantara. La otra recorrió lentamente la parte interna del muslo derecho dirigiéndose a la zona sur -Pero quiero oírte a ti decirlo- Murmuró, llegando finalmente hasta su cometido y sonriendo al encontrarla tan dispuesta. Se dedicó a jugar muy suave y exteriormente mientras esperaba la respuesta de la pelirroja, porque no quería que todo se acabara muy rápido. A él le encantaba jugar y sabía que Sofía, llegado el momento, se lo pediría entre gemidos como había hecho la noche anterior.
- +18:
- Debido a la mirada inicial que dio a su cuerpo cuando el vestido cayó, fue una grata sorpresa que pudiera mantener la mirada en sus ojos cuando lo hizo también el corset. Le sonrió con toda la intención, mordiéndose los labios mientras trataba de adivinar lo que pensaba. Tuvo que reprimir sus propios impulsos, pues se sentía tan tensa y deseosa de que la tocara, que pensó incluso echársele encima cuando lo tenía sentado frente a ella. Ella era buena alargando el cortejo, pero a él se le daba demasiado bien alargar la tensión sexual, sobre todo al pasar a estar detrás de ella.
Cerró los ojos cuando sintió el collar ceñirse contra su cuello, dejándose llevar mientras el aliento del moreno golpeaba contra su piel de aquella erótica manera. Abrió los ojos cuando lo sintió pasarse frente a ella, levantando las muñecas al instante. Mientras él trabajaba, ella perfilaba su rostro con la mirada. Podría adivinar lo emocionado que estaba, pero él no se lo permitía. Sintió como jugó con su cabello, recogiéndolo y luego dejándolo suelto cuando llegó a su espalda. Se mordió la lengua para no responderle. Ya le daría sus impresiones de todo al final. Sabía que él se estaba conteniendo en consideración, así que solo era cuestión de dar la misma cortesía. Esa voz le delataba la pasión contenida y le llegaba en sensaciones hasta el vientre. No supo que responder cuando hizo la pregunta. ¿Qué le decía? En otra situación ella habría tomado cierto control, pero quedarse quieta nunca había sido parte de su vida. Incluso no le gustaba.- Sexi.- Respondió. Pocas veces se sentía sexi, la mayoría de las veces era más sensualidad sin llegar a tanto. Cuando comenzó a desvestirse, se mordió los labios para aguantar la necesidad de tocarle, pero no pudo evitarse el comentario.- Me muero por verte haciendo flexiones.- Se preguntó qué haría si le dijera que se cuadrara y las hiciera. En el invernadero había funcionado, pero sentía que todo aquello no iba de solo su deleite visual. Tendría que involucrarse más en lo militar, ya le diría a Sayid.
En cuanto la tocó, electricidad corrió por su cuerpo. Era tan bueno creando una atmósfera que todo lo que pudo hacer fue cerrar los ojos un instante y disfrutar de aquello, tomándole desprevenida el movimiento que le dejó con las manos apoyadas en la cama. Su mano en la espalda era un agarre fuerte y firme. Instintivamente, cerró los muslos y jadeó, aunque luego fue dejándolos poco a poco más libres a medida que la mano subía. De nuevo, no pudo evitar los sonidos que escaparon cuando llegó a aquel punto.- No entiendo por qué no te haz desnudado aún.- Sí entendía, la estaba haciendo sufrir como el día anterior. Se le olvidaron las perlas cuando trató de alcanzar con la mano la del contrario. Tambaleó pero no cayó, regresando la mano a su lugar.- ¿Eso es lo que te gusta? ¿Que te ruegue por una caricia? Me tendrías de rodillas si no solo fueran tus dedos.- Musitó, cerrando los ojos, abriendo solo un poco más las piernas. Necesitaba la estabilidad.
- +18:
- -Muy bien- Respondió cuando le dijo que se encontraba sexy, eso era importante. Cuando las mujeres descubrían esa faceta de sí mismas estaban más abiertas, más desinhibidas, se sentían más ellas mismas de una forma natural y liberadora. Ante su sugerencia de las flexiones no dijo nada, sólo se río un poco pensando que mañana o en algún momento de la noche le regalaría un par para que fuera feliz. Sí ella consentía sus caprichos, él podía hacerlo con ella -Ábrete para mí- Le dijo sintiendo cómo sus piernas, en efecto, se movían a medida que avanzaba. Disfrutó de su jugoso jardín secreto mientras escuchaba sus jadeos.
-Que no me veas no quiere decir que no esté desnudo- Le dijo, pensando que había sido bastante sutil al quedarse en ropa interior pero no le importaba. Ahora sólo quería jugar con ella y disfrutar de su sexualidad. Notó como se movió y al verla removerse la cogió para que no le cayera y en cuanto se mantuvo equilibrada le dio una sonora nalgada provocándole un jadeo, notó cómo la piel empezó a tornarse roja. Por esa razón no necesitaba la paleta, su mano pesaba lo suficiente -No seas impaciente- No respondió a sus preguntas porque, básicamente, no le daba la gana. Aunque lo de estar de rodillas le gustó, mucho. Lo usaría próximamente, pero por ahora quería usar otra cosa. Se inclinó y cogió el antifaz colocándoselo con suavidad y en silencio, después de eso, la volteó sobre la cama apoyando su espalda allí. El espectáculo era delicioso y él sonrió socarronamente al verla así.
Miró a los lados de la cama y usó ambos pares de esposas para inmovilizar sus piernas, al atarlas a la pata de la cama -Así no vuelves a resistirte, bonita- Por el momento le dejaría las manos libres que si bien tenía las perlas tendría más rango que las esposas -Relájate de una vez y disfruta. Estás demasiado tensa, pelirroja- Al decírselo, aquel juguetito que ella había utilizado entre sus manos empezó a deslizarse por sus pies regalándole un par de cosquillas. Vishous sonrió pervertidamente al verla remover las piernas con poco éxito. Siguió avanzando, descubriendo que la parte interna de su muslo parecía descargar un torrente de excitación en la mujer -No puedes tocar- Advirtió antes de apartarlo, para despistar, lo paseó por sus hombros y su cuello sonriendo ante los sonidos que le sacaba a la Descendiente. Se inclinó brevemente y le mordió el labio inferior. La cercanía y el maldito aroma de la mujer hicieron que algo explotara dentro de él. Pero se controló, se autocontroló porque era capaz de eso y mucho más. Y aún necesitaba descubrir su cuerpo.
Fue hasta el inició de la cama y la atrajo hasta sí mismo en un movimiento algo brusco. Sus labios empezaron a besar la piel de mármol de Sofía, disfrutando del tacto suave y cálido de ésta, mientras se dirigía a la zona sur, levantando el vestido lo suficiente para darle libertad -Sonríeme- Murmuró, con un tono de voz ronco y bajo. Cuando lo hizo se rió -Mi teoría es cierta- Le advirtió antes de inclinarse y finalmente saborearla. Si algo le gustaba a Vishous era, precisamente, otorgar placeres a las mujeres y en ese momento no escatimó ningún esfuerzo en llevar a Sofía hasta la más alta cumbre del placer para que se deshiciera de éxtasis gracias a su lengua, labios y dedos. Ya la había escuchado alcanzar el orgasmo una vez, pero él no lo había disfrutado tanto como ahora mientras ella se removía y se sacudía en respuesta a su propia lujuria.
Dejó de besarla lentamente para separarse, volviendo a besar la piel de sus torneados muslos e ir ascendiendo y retirando el vestido. Tal como había deseado, lamió y saboreó la piel de su abdomen, cubriéndola de besos mientras seguía subiendo, quitando el cuero de por medio para disfrutar del valle de sus senos. Cuando finalmente estuvieron a su altura, Vishous decidió que tenía un par de pechos preciosos. Unos de los más hermosos que había visto hasta ahora. Digamos. Entraba en el top 3. Los masajeó con suavidad, mirando con satisfacción la reacción al calor y placer que él les proporcionaba. Volvió a atacarla, sin piedad alguna, besando y acariciándolos durante más tiempo del estimado, simplemente, porque le gustaban. Dado un momento paró y se relamió los labios -Ahora estate quietecita- Le ordenó y le retiró el vestido por encima de la cabeza, teniendo cuidado de no romper las perlas. Después de eso fue a buscar esos ganchitos que tanta curiosidad le habían dado para colocarlo uno en cada uno de sus pechos, sabía que aquello podría no gustarle así que esperó brevemente a su respuesta estando entre sus piernas, pero aún con la ropa interior, aunque sospechaba que en cualquier momento su propia virilidad tomaría vida propia. Le quitó el antifaz y le sonrió, muy satisfecho, antes de volver a descender por su abdomen para ir a besarla allí, donde a ella le apetecía, de nuevo.
Porque para ser sinceros, sí, quería que se lo pidiera.
- +18:
- No podía evitar pensar que la risa del moreno le resultaba demasiado sexy para ser real. Para ella, era importante divertirse en la cama tanto como en el día a día, así que ese detalle no pasaba desapercibido. Dudó un momento antes de seguir su orden, pero terminó por hacerlo con cuidado, alejando primero los tobillos y luego las puntas, comenzando a jadear levemente, pero de manera más constante. De tanto en tanto, las sensaciones la hacían gemir un poco más fuerte, obligándola a cerrar los ojos por inercia. En uno de esos momentos, sintió de nuevo el azote con la mano. De su boca salió un jadeo en queja, tratando de mantenerse en pie a pesar de todo.- Ahora entiendo por qué cediste la paleta tan rápido.- Mencionó riéndose, pues ligera no tenía la mano. Le había dolido más que la anterior, pues el vestido aquella vez había minimizado un poco el impacto. Una vez tuvo colocado el disfraz, soltó un suspiro profundo. Tenía rato sin verle, pero al menos podía ver lo que había alrededor. Si se podía, el antifaz sola la hacía sentir más a merced del contrario y de sus extrañas maneras de tomar control de la situación.
Soltó un pequeño grito cuando la volteó sobre la cama por lo inesperado del giro. Pensó que al menos la tortura acabaría de un momento a otro, pero solo había comenzado.- Oh, no, no lo intentes.- Dijo incrédula, sintiéndose suficientemente avergonzada como para tratar de cerrar las rodillas lo más posible.- Me gusta más bonita que dulzura.- Aseguró, porque lo otro sonaba a dicho de viejo verde. Aunque claro, no describía lo que pensaba de sí misma. No apreció el látigo como método de tortura. Trató de alejarse de él pero fue totalmente inútil. Le gustó más cuando lo pasó por los hombros, aunque tenía la necesidad de sacárselo de encima resistió el impulso. Trató de convertir aquella mordida en un beso, a ver si dejaba de torturarla, pero el contrario tenía otros planes.
No pudo evitar que su orden le soltara una carcajada. Estaba tan tensa que todo lo que podía hacer era reírse de su suerte. Al escuchar lo de su teoría, empezó a regañarle de inmediato.- ¡Eres un...! - Al instante, calló sus palabras pero no así sus sonidos. Sintió cómo las piernas comenzaban a temblarle por un trabajo bien hecho. No tardó mucho. No hubo manera de dilatar lo imposible, porque aquello se sentía incluso mejor que todo lo anterior. Inconscientemente, empujaba las caderas contra él, aunque también trataba de retraerlas cuando el placer era inevitable. Sus manos eran férreas y fuertes, impidiéndole cualquier cosa que no fuera disfrutar. Quiso tocarlo, quiso cerrar las piernas, quiso levantarse, pero cada movimiento fue imposible cuando su espalda se curvó sobre la cama.
Gracias a todo lo anterior, pudo quedarse quieta mientras el contrario subía en besos levantando el "vestido" que traía puesto aún. La tela no era nada fresca y no estaba acostumbrada a ella, sentía el sudor debajo, pero aguantaba gracias a la temperatura del exterior. Sintió alivio cuando el contrario comenzó a removerla, dejándola por encima de su pecho y luego sacándola.- No tengo muchas intenciones de moverme.- Murmuró, esta vez relajándose de manera visible cuando por un instante le sacó las manos del cuerpo. Sintió que todo había acabado, de nuevo, ¿cuántas vueltas le tenía que dar el contrario para tener sexo de manera relativamente normal, maldita sea? Mientras descansaba, maldecía internamente, hasta que sintió aquel pinchazo en los pezones.- ¡Vishous!-Tuvo que gritar su nombre, sorprendida de lo que aquello era, arqueando la espalda y mordiéndose los labios. Después de unos momentos, no se sentía tan horrible como al inicio, que más bien achacaba a lo sorpresivo de todo. Se escuchaba la pequeña cadena cada vez que se movía y para su mala suerte, aquello era tremendamente erótico. Cuando le retiró el antifaz, el contrario alcanzó a apreciar sus mejillas sonrojadas a juego con sus labios. Seguía teniendo la respiración agitada. Levantó un poco la cabeza para ver las pinzas en sus pechos, encontrándoles por fin el uso. Se llevó una mano al pecho para tocarla, pero una pequeña descarga de dolor y placer la hizo jadear. Miró al contrario besándola de nuevo. Se veía bastante satisfecho consigo mismo para ser verdad. Casi parecía que no había acabado ahí.- Oh, no, cariño... Estarás jugando con fuego si lo haces todo de nuevo.- Murmuró, recostando el rostro en la cama y cerrando los ojos con fuerza mientras trataba, de nuevo, de cerrar las piernas en vano.- Te tomas recesos muy breves... ¿Cuánto tiempo necesitas para torturarme???- Murmuró, a sabiendas de que él probablemente seguía fresco como lechuga.
- +18:
- El gritito de su nombre cuando le colocó los juguetitos en sus pechos fue satisfactorio, sí, sin duda. Le gustaba su nombre en la boca de Sofía pero más aún verla experimentar con su propio cuerpo robándose un jadeo a ella misma. Sonrió, de nuevo, y se dedicó a besarla sintiendo que movía la cadera buscando un poco más aunque sus piernas se cerraban. Las mantuvo abiertas con sus manos, deleitándose en ella -Todo el tiempo que quiera, hasta que me pidas lo que deseas- Le respondió con total naturalidad llevandola de nuevo a un punto muy cercano al climax para luego separarse bruscamente -Pero toca ser un poco egoísta- Le quitó las esposas con cuidado y se fue alejando de la cama mirándola con una sonrisa perspicaz.
-Ven aquí, bonita- Le dijo, anotando mentalmente lo que le gustaba -Gatea un poco para mí- Le ordenó mientras le miraba, una de sus manos bajó a su necesitada virilidad y se acarició un poco, deseando probar los labios de Sofía. Le gustó verla moverse con sólo un par de accesorios puestos pues no necesitaba más, era una diosa, sin duda. Cuando estuvo cerca de él le cogió el rostro con las manos y le apretó un poco los labios, obligándola a poner morros -Vamos a ver qué puede hacer esa boquita aparte de hablar y quejarse- Le dijo en un susurro antes de lamerle los labios, aún con el regusto a ella en su lengua. Le indicó que se agachara y le quitara la ropa interior. Estaba orgulloso de su masculinidad, le servía bastante para sus propósitos y le brindaba placer a las mujeres. Él le tomó de los hombros y sonrió -Así querías no?- Le preguntó pero no le dejó responder, con una mano le tomó del pelo y con la otra dirigió su masculinidad hacia la deliciosa boquita de la pelirroja, hundiéndose en ella con mucho más fervor del que debería sin conocer realmente que tan preparada estaba. Gruñó y le tiró más del pelo, profundizando un poco más y manteniéndose allí un rato, ignorando por completo su necesidad de respirar antes de marcar el ritmo él mismo. El placer que le recorrió por todo el cuerpo hizo que se pusiera aún más duro de lo que ya estaba y por esa razón bajó la vista para mirarla, quería ver esos ojos verdes clavarse en los suyos mientras se adentraba en ella -Mírame- le ordenó y las estocadas rápidas pasaron a unas mucho más lentas. La sola imagen de la mujer le provocaba una lujuria cada vez más peligrosa, de ese punto de no retorno al que a veces iba y que no se controlaba -Acariciate- Necesitaba verla explorarse a sí misma, le ponía como una moto.
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