Recuerdo del primer mensaje :
Los espacios de la residencia son amplios y abiertos, con paredes de cristal corredizas, tragaluces y ventanales, dando la sensación de estar en contacto directo con la naturaleza. Dentro de la casa, no hay plantas, pero la propiedad está estrechamente rodeada por árboles. La estética interior recuerda a su natal Grecia, pero con aires Ingleses. Los pisos son de madera y las paredes blancas en su mayoría, con hechizos suficientes para hacerla resistente e infranqueable.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
¿Cuál era su deber como Descendiente en ese momento?
Había ido a su casa, a despedirse de su pequeña Aura y de sus padres, a los que había recuperado hacía muy poco tiempo. La separación había sido la cosa más difícil que había tenido que hacer en la vida, pero sabía que estarían seguros en el bosque familiar, en la enorme casa de sus ancestros. Mientras lloraba en el silencio de su casa, tratando de no incomodar mucho a Fred mientras le apoyaba con la evacuación, sacó de aquel lugar sus pertenencias y las de Vishous para enviarlas a Grecia mientras se asentaba todo. Su padre volvería por ellas en un santiamén.- Fred. Tu familia, tus padres y primos también están invitados a nuestra casa en Grecia. Por favor, avísales para que decidan qué hacer y ponernos de acuerdo. Tus pequeños, incluso los de Amaya y tus padres podrían irse. Aurora podría irse. Sé que... que el resto tenemos aún cosas que hacer aquí.
Por su parte, comenzó a tomar todas las pociones que tenía en su casa fermentando y las colocó en grandes cajas. Muy grandes cajas, pues había bastantes cosas que podrían servirles a los hospitales. Una vez su casa quedó vacía de los tesoros familiares y las pertenencias, se dirigió a su invernadero, llegando a toda prisa.- ¿Cómo están? ¿Están todos bien? - Preguntó a sus estudiantes y a los trabajadores del invernadero, que parecían no haber entendido el mensaje. No entendían la urgencia, sin embargo habían empacado todo.- Papá, llévate todas las semillas. Las cajas están en la oficina. Que Fred te ayude y vuelva, por favor.- Solicitó, para que estas salieran de inmediato a Grecia. Sería un día extenuante. En medio de su invernadero, miró a cada uno de los presentes a los ojos y les sonrió brevemente. A pesar de las circunstancias, tenía que poder darles la confianza de que todo estará bien.- Queridos. Sé que ustedes, tanto como yo, han sentido claramente los efectos del Sanguis Ligno. El bosque entero se incomoda en su presencia, y en los últimos días hemos sentido un alivio a raíz del ritual de protección que colocamos en el bosque. Pero el día que sabíamos posible, pero del que no hablábamos, ha llegado. Tenemos que evacuar. Les agradezco que me hayan prestado sus manos para poner a salvo y llevarnos aquellas plantas que más necesitaremos para apoyar en los hospitales y los materiales necesarios. Bríndenme un apoyo más, para llevar todo a la isla donde está el Coliseo, están montando un hospital de campaña antes de que vayan por sus familias. Tomen una carpa o lo que sea. Lo que no podamos evacuar en los próximos minutos se quedará aquí, pero les ruego que no vuelvan. Como les dije, les ofrezco a todos un espacio en la casa de mi familia, en Grecia, así como a sus familiar. Les prometo tranquilidad y el bosque más biodiverso que he visto en la vida. Si así lo desean, estamos colocando campamentos para todos en Highlands y en las islas aledañas. Seguiré necesitando de su ayuda, por lo que mantendremos el contacto. ¿De acuerdo? Les prometo que solucionaremos esto.- Susurró, soltando un suspiro sin saber cómo reaccionarían todos. Lo que no esperaba eran los abrazos que recibiría justo antes de que todos volvieran frenéticos a trabajar. Después de algunos minutos, tuvieron listos los materiales, utensilios, injertos, las semillas, las plantas y hierbas necesarias para continuar con su trabajo, tanto en la tierra como en el cielo.- Salgamos de aquí.- Tras aquello, salió del lugar para dirigirse al Hospital de Campaña.
Había ido a su casa, a despedirse de su pequeña Aura y de sus padres, a los que había recuperado hacía muy poco tiempo. La separación había sido la cosa más difícil que había tenido que hacer en la vida, pero sabía que estarían seguros en el bosque familiar, en la enorme casa de sus ancestros. Mientras lloraba en el silencio de su casa, tratando de no incomodar mucho a Fred mientras le apoyaba con la evacuación, sacó de aquel lugar sus pertenencias y las de Vishous para enviarlas a Grecia mientras se asentaba todo. Su padre volvería por ellas en un santiamén.- Fred. Tu familia, tus padres y primos también están invitados a nuestra casa en Grecia. Por favor, avísales para que decidan qué hacer y ponernos de acuerdo. Tus pequeños, incluso los de Amaya y tus padres podrían irse. Aurora podría irse. Sé que... que el resto tenemos aún cosas que hacer aquí.
Por su parte, comenzó a tomar todas las pociones que tenía en su casa fermentando y las colocó en grandes cajas. Muy grandes cajas, pues había bastantes cosas que podrían servirles a los hospitales. Una vez su casa quedó vacía de los tesoros familiares y las pertenencias, se dirigió a su invernadero, llegando a toda prisa.- ¿Cómo están? ¿Están todos bien? - Preguntó a sus estudiantes y a los trabajadores del invernadero, que parecían no haber entendido el mensaje. No entendían la urgencia, sin embargo habían empacado todo.- Papá, llévate todas las semillas. Las cajas están en la oficina. Que Fred te ayude y vuelva, por favor.- Solicitó, para que estas salieran de inmediato a Grecia. Sería un día extenuante. En medio de su invernadero, miró a cada uno de los presentes a los ojos y les sonrió brevemente. A pesar de las circunstancias, tenía que poder darles la confianza de que todo estará bien.- Queridos. Sé que ustedes, tanto como yo, han sentido claramente los efectos del Sanguis Ligno. El bosque entero se incomoda en su presencia, y en los últimos días hemos sentido un alivio a raíz del ritual de protección que colocamos en el bosque. Pero el día que sabíamos posible, pero del que no hablábamos, ha llegado. Tenemos que evacuar. Les agradezco que me hayan prestado sus manos para poner a salvo y llevarnos aquellas plantas que más necesitaremos para apoyar en los hospitales y los materiales necesarios. Bríndenme un apoyo más, para llevar todo a la isla donde está el Coliseo, están montando un hospital de campaña antes de que vayan por sus familias. Tomen una carpa o lo que sea. Lo que no podamos evacuar en los próximos minutos se quedará aquí, pero les ruego que no vuelvan. Como les dije, les ofrezco a todos un espacio en la casa de mi familia, en Grecia, así como a sus familiar. Les prometo tranquilidad y el bosque más biodiverso que he visto en la vida. Si así lo desean, estamos colocando campamentos para todos en Highlands y en las islas aledañas. Seguiré necesitando de su ayuda, por lo que mantendremos el contacto. ¿De acuerdo? Les prometo que solucionaremos esto.- Susurró, soltando un suspiro sin saber cómo reaccionarían todos. Lo que no esperaba eran los abrazos que recibiría justo antes de que todos volvieran frenéticos a trabajar. Después de algunos minutos, tuvieron listos los materiales, utensilios, injertos, las semillas, las plantas y hierbas necesarias para continuar con su trabajo, tanto en la tierra como en el cielo.- Salgamos de aquí.- Tras aquello, salió del lugar para dirigirse al Hospital de Campaña.
El mundo parecía haberse detenido y, sin embargo, el tiempo corría como loco en contra de todo y de todos. Había subido a la isla en un día particularmente tranquilo. Su bosque aún pasaba desapercibido. Como si la magia estuviera aguantando bien, pues no sentía la presencia del árbol como una amenaza fuerte en aquel lugar. Incluso la vida estaba brotando de manera salvaje ahora que no se encontraba para guiar su crecimiento. Pasó por su invernadero con uno de los Guardias que su esposo le había facilitado para trasladar algunas plantas que hacían falta hacia Highlands, hacia las islas circundantes y a Grecia. Le servirían para hacer pociones más especializadas para Oscurus y el hospital. Incluso tomó algún ingrediente que le faltaba para las pociones que preparaba para Arleen.
Pasó a su cabaña un minuto, la primera vez desde la evacuación, despachando a los Guardias con grandes cajas de pociones que tenía reposando y marinando en su bodega de la cocina. No tenía mucho más que hacer allí, pero la calma, la tranquilidad, le daban ideas de querer quedarse ahí, por siempre. Abajo no había mucha privacidad. Todo su espacio lo estaba donando para crear pociones, para apoyar el descanso de los médicos del hospital y de los guardias de Vishous. Poco tiempo le había quedado para él. Sin embargo, una idea fugaz se le cruzó por la cabeza y envió un rápido mensaje a su querido esposo para que se encontrara con ella en la cabaña en un rato más.
Subió de inmediato a su habitación, buscando un vestido negro muy particular que había comprado antes para su querido esposo. Corto, muy corto, y ceñido, muy ceñido a su cuerpo. No había tenido tiempo de utilizarlo antes, pero era una cuestión de necesidad. Tomó un baño rápido, cambio de lencería y comenzó a estilizar el look del vestido. Se alborotó el cabello, de una manera salvaje y sensual que esperaba le gustara. Y por último se puso los zapatos de tacón más altos que pudo encontrar. Negros, con suela roja. En su cabeza tenía un estilo de meretriz moderna muy particular que había tratado de imitar, pero que en la ejecución se había desviado y le había salido muy de clase alta a pesar de todos sus intentos. Tendría que servir, porque quería consentir a su marido de una manera especial aquel día, después de todo lo que había pasado en el último mes.
Después de colocarse un par de pendientes negros, pasó a la sala y luego al balcón. La noche estaba perfecta y no era demasiado cálida. Tomó una botella de champaña fría y dos copas, esperando a su querido esposo bajo la luz de la luna. Sin todas las luces de la ciudad encendidas, el bosque tenía un brillo particular que le gustaba admirar.
Pasó a su cabaña un minuto, la primera vez desde la evacuación, despachando a los Guardias con grandes cajas de pociones que tenía reposando y marinando en su bodega de la cocina. No tenía mucho más que hacer allí, pero la calma, la tranquilidad, le daban ideas de querer quedarse ahí, por siempre. Abajo no había mucha privacidad. Todo su espacio lo estaba donando para crear pociones, para apoyar el descanso de los médicos del hospital y de los guardias de Vishous. Poco tiempo le había quedado para él. Sin embargo, una idea fugaz se le cruzó por la cabeza y envió un rápido mensaje a su querido esposo para que se encontrara con ella en la cabaña en un rato más.
Subió de inmediato a su habitación, buscando un vestido negro muy particular que había comprado antes para su querido esposo. Corto, muy corto, y ceñido, muy ceñido a su cuerpo. No había tenido tiempo de utilizarlo antes, pero era una cuestión de necesidad. Tomó un baño rápido, cambio de lencería y comenzó a estilizar el look del vestido. Se alborotó el cabello, de una manera salvaje y sensual que esperaba le gustara. Y por último se puso los zapatos de tacón más altos que pudo encontrar. Negros, con suela roja. En su cabeza tenía un estilo de meretriz moderna muy particular que había tratado de imitar, pero que en la ejecución se había desviado y le había salido muy de clase alta a pesar de todos sus intentos. Tendría que servir, porque quería consentir a su marido de una manera especial aquel día, después de todo lo que había pasado en el último mes.
Después de colocarse un par de pendientes negros, pasó a la sala y luego al balcón. La noche estaba perfecta y no era demasiado cálida. Tomó una botella de champaña fría y dos copas, esperando a su querido esposo bajo la luz de la luna. Sin todas las luces de la ciudad encendidas, el bosque tenía un brillo particular que le gustaba admirar.
Habían ayudado a Arleen a conseguir los materiales y también se habían encargado de enviar todo lo que Davinci necesitaba para el hospital. Pese a estar de baja, V también fue participe de la reorganizacion del campamento después del temblor. Necesitaba mantenerse ocupado de alguna manera y drenar esa energía extra que tenía.
Cuando recibió el mensaje de Sofía se quedó extrañado… porque de ser algo urgente quizás le habría pedido que fuera de inmediato pero le pidió un tiempo. ¿Querría hacer algún ritual con su ayuda? Quizás tenía una idea de cómo acabar con el árbol que había provocado el éxodo de la gente de Ouroboros.
Sin embargo, cuando se apareció en la isla, la buscó en la parte inferior sin éxito así que subió las escaleras de dos en dos -¿Sofía?- Preguntó mientras lo hacía con un claro tono de preocupación.
Uno que desapareció en cuanto la vio.
La cantidad de pensamientos impuros que colmó la mente de Vishous ante la visión de la pelirroja lo dejaron paralizado en el sitio. Su cuerpo ya había respondido atentamente a la imagen femenina y el bulto en su entrepierna era más que evidente. Quería… joder, es que no sabía por donde comenzar. El corazón le latía con fiereza porque comprendía perfectamente que hoy podría dar rienda suelta a esa energía que hace semanas no podía soltar del todo bien. Maldita sea… pero si se acercaba y la olía iba a perder el control.
Cerró las manos en puños y recordó una vez no muy lejana en la que habían hablado de árboles y ella había soltado la metáfora sobre que era una palmera. Quizás hoy también quería ponerla a prueba - Quédate donde estás- La voz se le había vuelto ronca y el tono era imperativo. Una orden -No sé que tenías planeado- Dijo dando un paso en su dirección -Pero tienes 30 segundos para prepararte mentalmente para lo que voy a hacerte- Le temblaban los brazos del ejercicio de contención que estaba haciendo.
Le gustaría decir que se dio cuenta de la botella y de las copas, pero nada más lejos de la realidad. Dio los pasos que acortaban la distancia, atrapando el cabello rojo entre sus dos manos con firmeza y haciendo que le mirara. Había muchas cosas que quería decirle pero su cerebro no estaba por la labor. Le movió la cabeza para exponer su cuello y bajó su rostro para inspirar profundamente, soltando un ronco gruñido de satisfacción que finalizó cuando le clavó los dientes en la suave piel femenina. Sí, que llevara su marca. Aquello le daba una satisfacción tremenda que hizo que su virilidad pulsara, quejándose -Bájame los pantalones y luego date la vuelta- Le dijo en un gruñido tras liberar su carne de sus dientes -Después me haces lo que quieras… pero ahora- Alzó la cabeza para observarla -Necesito estar en ti - Le dijo antes de poseer su boca en un beso salvaje, demandante y posesivo que no era más que el inicio del deseo que quería satisfacer esa noche.
Cuando recibió el mensaje de Sofía se quedó extrañado… porque de ser algo urgente quizás le habría pedido que fuera de inmediato pero le pidió un tiempo. ¿Querría hacer algún ritual con su ayuda? Quizás tenía una idea de cómo acabar con el árbol que había provocado el éxodo de la gente de Ouroboros.
Sin embargo, cuando se apareció en la isla, la buscó en la parte inferior sin éxito así que subió las escaleras de dos en dos -¿Sofía?- Preguntó mientras lo hacía con un claro tono de preocupación.
Uno que desapareció en cuanto la vio.
La cantidad de pensamientos impuros que colmó la mente de Vishous ante la visión de la pelirroja lo dejaron paralizado en el sitio. Su cuerpo ya había respondido atentamente a la imagen femenina y el bulto en su entrepierna era más que evidente. Quería… joder, es que no sabía por donde comenzar. El corazón le latía con fiereza porque comprendía perfectamente que hoy podría dar rienda suelta a esa energía que hace semanas no podía soltar del todo bien. Maldita sea… pero si se acercaba y la olía iba a perder el control.
Cerró las manos en puños y recordó una vez no muy lejana en la que habían hablado de árboles y ella había soltado la metáfora sobre que era una palmera. Quizás hoy también quería ponerla a prueba - Quédate donde estás- La voz se le había vuelto ronca y el tono era imperativo. Una orden -No sé que tenías planeado- Dijo dando un paso en su dirección -Pero tienes 30 segundos para prepararte mentalmente para lo que voy a hacerte- Le temblaban los brazos del ejercicio de contención que estaba haciendo.
Le gustaría decir que se dio cuenta de la botella y de las copas, pero nada más lejos de la realidad. Dio los pasos que acortaban la distancia, atrapando el cabello rojo entre sus dos manos con firmeza y haciendo que le mirara. Había muchas cosas que quería decirle pero su cerebro no estaba por la labor. Le movió la cabeza para exponer su cuello y bajó su rostro para inspirar profundamente, soltando un ronco gruñido de satisfacción que finalizó cuando le clavó los dientes en la suave piel femenina. Sí, que llevara su marca. Aquello le daba una satisfacción tremenda que hizo que su virilidad pulsara, quejándose -Bájame los pantalones y luego date la vuelta- Le dijo en un gruñido tras liberar su carne de sus dientes -Después me haces lo que quieras… pero ahora- Alzó la cabeza para observarla -Necesito estar en ti - Le dijo antes de poseer su boca en un beso salvaje, demandante y posesivo que no era más que el inicio del deseo que quería satisfacer esa noche.
Una vez todo estuvo listo, se mantuvo en el borde del balcón, apreciando con detenimiento cada uno de los contrastes que la luz hacía contra las copas de los árboles y el juego que hacía sobre la superficie del agua. Era, simplemente hermoso. No tardó en escuchar pasos en los pisos inferiores, y la voz preocupada de su esposo llamándola. Respiró profundamente, entrando en el papel que se había propuesto interpretar y giró lentamente, siguiendo la voz de Vishous. Le sonrió suavemente, deleitándose del aspecto anonadado que tenía de un segundo a otro, cuando por fin logró enfocarla y entender sus intenciones. La casa estaba en completa oscuridad, igual que la isla entera. Solo estaban ellos dos y el inmenso bosque alrededor.
Había avanzado el primer paso hacia él cuando le ordenó con aquella voz cargada de deseo que se detuviera. Aquello la descolocó por un segundo, pero su cuerpo supo reaccionar a su comando. Escuchó con atención sus palabras, pensando por un pequeño instante que después de todo lo que había pasado con su hermana lo había ofendido de solo pensar en ofrecerle una noche de sexo. Sin embargo, no pudo estar más equivocada. Sonrió suavemente, entendiendo su necesidad al instante, sintiendo cierta tranquilidad de que por fin Vishous tendría el alivio que tanto necesitaba.- Cariño, me he preparado para ti durante los últimos 30 días.- Y sí que lo había hecho. Sabía bien, por la vez anterior, que una vez que iniciara no tendría la capacidad física de detenerse. Se imaginaba que aquella descarga sería varias veces más dura y violenta que aquella en la cocina cuando recién se conocían, pues había estado meses sin recurrir a sus rutinas habituales. Le estaba agradecida, y por eso sabía que si tenía que aguantar un poco más de lo usual, lo haría por él. Después de todo, había sido un gran esposo durante todo el embarazo.
Dio un paso atrás, recargándose en el borde del balcón cuando lo vio acercarse con ese paso tan decidido y desafiante. Le miró de frente, con el rostro ligeramente elevado. Le estaba dando la cara, no escondiéndose de lo que venía como un cachorro asustado. Quería que supiera que podía tomar de ella lo que necesitara. Giró el rostro como solicitó con sus manos y el gruñido que soltó su garganta fue suficiente para derretirla. Creyó haber estado preparada para la violencia, pero aquella mordida la tomó desprevenida. Era dolor, puro, pero soportable al ver a Vishous tan desbordado. Quizás algún día aquello podía resultarle incluso placentero. Quizás esa noche...
Escuchó la instrucción y movió sus manos directamente al cinturón. Escuchó su voz, miró sus ojos y correspondió al beso con la misma intensidad. Aquella noche, por más que lo solicitara, no sería pasiva. Ella también lo estaba besando con deseo, con fuerza y de manera demandante. Ella participaría en aquel desfogue de su marido.
Había avanzado el primer paso hacia él cuando le ordenó con aquella voz cargada de deseo que se detuviera. Aquello la descolocó por un segundo, pero su cuerpo supo reaccionar a su comando. Escuchó con atención sus palabras, pensando por un pequeño instante que después de todo lo que había pasado con su hermana lo había ofendido de solo pensar en ofrecerle una noche de sexo. Sin embargo, no pudo estar más equivocada. Sonrió suavemente, entendiendo su necesidad al instante, sintiendo cierta tranquilidad de que por fin Vishous tendría el alivio que tanto necesitaba.- Cariño, me he preparado para ti durante los últimos 30 días.- Y sí que lo había hecho. Sabía bien, por la vez anterior, que una vez que iniciara no tendría la capacidad física de detenerse. Se imaginaba que aquella descarga sería varias veces más dura y violenta que aquella en la cocina cuando recién se conocían, pues había estado meses sin recurrir a sus rutinas habituales. Le estaba agradecida, y por eso sabía que si tenía que aguantar un poco más de lo usual, lo haría por él. Después de todo, había sido un gran esposo durante todo el embarazo.
Dio un paso atrás, recargándose en el borde del balcón cuando lo vio acercarse con ese paso tan decidido y desafiante. Le miró de frente, con el rostro ligeramente elevado. Le estaba dando la cara, no escondiéndose de lo que venía como un cachorro asustado. Quería que supiera que podía tomar de ella lo que necesitara. Giró el rostro como solicitó con sus manos y el gruñido que soltó su garganta fue suficiente para derretirla. Creyó haber estado preparada para la violencia, pero aquella mordida la tomó desprevenida. Era dolor, puro, pero soportable al ver a Vishous tan desbordado. Quizás algún día aquello podía resultarle incluso placentero. Quizás esa noche...
Escuchó la instrucción y movió sus manos directamente al cinturón. Escuchó su voz, miró sus ojos y correspondió al beso con la misma intensidad. Aquella noche, por más que lo solicitara, no sería pasiva. Ella también lo estaba besando con deseo, con fuerza y de manera demandante. Ella participaría en aquel desfogue de su marido.
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Cuando el cinturón dejó de ser un problema, lo sacó por completo de un tirón y luego se escurrió entre las manos de su esposo para agacharse completamente, dejando sus pantalones y su ropa interior a la altura de los tobillos con un solo movimiento. Su lengua recorrió una sola vez desde la base hasta la punta de aquel miembro conocido mientras se levantaba para quedar de nuevo frente a su esposo. Y le besó de nuevo por tan solo un segundo antes de girarse. Tomó el borde de su vestido, que no fue difícil de encontrar de lo corto que era, y lo subió por encima de su cintura. Era un intento de quitarlo del camino de su esposo para protegerlo de terminar hecho giras. Bajó su ropa interior hasta sus rodillas y luego arqueó la espalda, inclinándose sobre la barandilla del balcón.- Esto es lo que quiero. Haz sido el mejor. Me toca a mi, cariño.
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- -Bien- Soltó, tenso, cuando le dijo que se había preparado para él. Eso le parecía maravilloso. Y también le agradó que le devolviera el beso con aquella fiereza, dándose cuenta de que quizás -aunque no lo expresada como él - también le había extrañado.
Apoyó las manos sobre la baranda que protegía el balcón cuando Sofía descendió para cumplir con su orden, disfrutando de aquella pecaminosa lengua que cumpliria con muchas fantasias esa misma noche.
En cuanto se giró y la vio subirse el vestido, Vishous descargó una firme nalgada en uno de sus glúteos observando cómo se movía, se quedó prendado de la imagen un momento antes de atrapar ambos en sus manos y apretar la carne con deseo mal contenido. Alzó la cabeza cuando la escuchó hablar y subió una mano a su cuello, atrayendola hacia él hasta que su cabeza reposó en su hombro -Shhh…- Le calló, alzando dos dedos para meterlos en su boca y mantenerla ocupada con ello y no con palabras.
La mano libre también la subió pero para bajar los tirantes de un lado de su vestido y explorar allí la delicia de su escote. Necesitaba controlarse y contenerse porque de lo contrario aquello podría volverse desastroso en cosa de segundos así que mientras su cadera rozaba rítmicamente el trasero de Sofía, V exponía sus pechos a la oscuridad de aquella noche. Le importaba tres huevos que alguien los viera, es más, la sola idea aumentaba su líbido pero sabía que en la isla había escasa gente.
Una vez que los tuvo como quería, atrapó un pezón en sus dedos y lo pellizcó, soltando otro ronco gruñido. Luego frotó con la palma de su mano aquella piel hasta sensibilizarla un poco más -Te voy a follar como no te han follado en tu vida- Le susurró al oído para luego pasear su nariz por la piel delicada de su cuello Hoy en particular le apetecía ser un poco malvado, pero no quería separarse de la pelirroja para buscar sus juguetes así que mejor inventarlos. La mano libre abandonó sus pechos y bajó por su abdomen hasta encontrar su ropa interior, perdiéndose allí dentro para acariciar la suave intimidad de su amante concentrándose en lentos movimientos que acompañaba con su propia cadera para satisfacer un poco el creciente deseo que tenía.
Sacó los dedos de su boca para apresar su cuello con firmeza mientras intensificaba sus caricias y percibía exactamente cuánto quería aquello -Así me gusta- Murmuró en voz baja -Caliente… dispuesta… entregada- Le dijo aquellas palabras también al oído, recorriendo el lóbulo de la oreja con su lengua antes de morderlo, al tiempo que hundía dos dedos en su interior -Buena chica- Susurró repitiendo el movimiento.
- +18:
Lo veía contenerse con una pasión inusual. Después de ordenarle que se mantuviera alejada, de verdad creyó que le arrancaría el vestido en un segundo, pero se estaba tomando su tiempo. Lo malo era que ella ya había tenido su momento de absorber la emoción y fantasear mientras se preparaba para la llegada de Vishous, y parecía que él quería aún disfrutar un poco más de su sorpresa. Ella lo necesitaba tanto como él a ella. Habían pasado demasiado tiempo viviendo sin real intimidad que parecía incluso tortuoso. Nunca en su mente pensó que tendría un deseo carnal tan grande y latente por una persona como lo tenía aquel día. Quizás se había engañado antes, quizás el contacto con la piel de Vishous iba a terminar siendo tan importante como el contacto que deseaba con su alma. Después de todo, su matrimonio había iniciado en fuego sobre una cama.
Una vez terminó con su orden, la expectativa de no saber lo que vendría la estaba volviendo un poco loca. Sobre todo porque no le permitía verlo. Estaba de frente a los árboles, al bosque, con el peligro justo detrás de ella. Además, el ardor que sentía en el cuello por la mordida estaba desapareciendo, pero solo podía pensar que habría mucho más de eso. Y a pesar de lo que creía, que el dolor la alejaría, estaba atrayéndola por la posibilidad de tener su piel sobre la suya. Y así fue. Saltó un poco, soltando un pequeño jadeo por la sorpresa de la nalgada. Al menos ya estaba tocándola, sus manos ya estaban sobre su piel y se daba cuenta de lo mucho que lo necesitaba. Entendió en el momento que aquella era una de esas veces en las que quería que dejara la mente de lado, que ya no pensara en palabras, que solo se dejara llevar por el momento. Recargó la cabeza en su hombro y comenzó a jugar con los dedos de Vishous en su boca, paseando la lengua por en medio de ellos y obligándolos a ir más dentro, rozando su garganta. Soltó un jadeo cuando sintió su pecho libre, uno más tras aquel pellizco y otro cuando escuchó a Vishous gruñir de placer.
Su voz cargada de oscuro deseo le erizó la piel por completo, cerrando los ojos con aquella descarga que sintió por todo su cuerpo. Si prometía una follada como nunca antes era porque estaba prometiendo superarse a sí mismo con creces, y aquello era más que excitante. Sus caderas respondieron por ella, frotándose con lenta agonía contra las caderas de Vishous. Gimoteó cuando sacó los dedos de su boca, abriendo los ojos de golpe al sentirlos tan apretados sobre su garganta. Levantó la cabeza por un momento, sorprendida ampliamente por no poder respirar. No era la primera vez que aquella práctica era usada con ella. Su agarre era firme, no era doloroso, pero... Por un segundo, todo su cuerpo se puso alerta por aquel peligro. Era su sentido de sobrevivencia, que siempre saltaba al sentir a Vishous en modo cacería. Su corazón latía desbocado, su mente había saltado a la hipervigilancia. Tuvo que tomarse un segundo concentrándose en el juego que hacía entre sus piernas, antes de comenzar a relajarse de nuevo. Lentamente, su cuerpo volvió a relajarse entre sus manos, a recargarse en él, a confiar plenamente en sus manos expertas. Caliente, dispuesta y ahora sí, entregada. Él sabía bien lo que hacía, y sabría qué hacer con ella. Aquella era su área de expertise. Estaba a salvo, en peligro inminente de ser follada salvajemente, pero segura, y muy caliente, dispuesta y entregada. Jadeó profundo al sentir sus dientes sobre la oreja, completamente derretida en sus manos. Asintió suavemente, jadeando por un poco más de aire mientras sentía su humedad empapando los dedos de Vishous entre sus piernas. Susurró su nombre una y otra vez, mientras cerraba de nuevo los ojos, comenzando a frotar de nueva cuenta sus caderas contra él en lentos círculos.
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- Entendió la tensión de Sofía porque…nunca había jugado a eso con ella, pero al notar que relajaba su cuerpo y confiaba en él hizo que su mente implosionara un poco. Tenía tantas cosas que presentarle, tantas cosas por descubrir que pensaba que no le daría la vida para tanto. Gruñó ante aquel pensamiento y la pegó más a su cuerpo escuchando continuamente su nombre con un tono de deseo que dejaba en claro que estaba haciendo bien su trabajo. Aceleró el ritmo de sus dedos, buscando llevarla al límite mientras presionaba su garganta manteniendo un equilibrio perfecto entre el placer y la desesperación.
Y su idea era mantenerlo.
Pero cuando Sofía empezó a restregarse contra él perdió el control -A la mierda- Sacó los dedos de donde estaban, arrasando con la ropa interior de un movimiento y soltando la garganta de la pelirroja para inclinarla bruscamente hacia delante -Agárrate fuerte- Sus manos se pusieron en su cadera para dejarla en su sitio y en un solo movimiento los unió. Un gruñido profundo y salvaje abandonó sus labios e hizo eco en la terraza y el bosque.
Se inclinó sobre ella un instante, apoyando su frente en su espalda para controlar el escalofrío de placer que amenazaba con llevarlo al éxtasis. Aunque sabía que en ese encuentro no duraría mucho más. Subió las manos delineando su figura curvilínea y descubrió hábilmente el otro pecho, cogiéndose de ambos con más fuerza de la habitual mientras empezaba un ritmo desenfrenado.
-Tócate- Le susurró al oído con un tono imperativo antes de alzar una mano y coger la melena pelirroja entre sus dedos con fiereza para poder verle el rostro mientras buscaba incesante y bruscamente, el placer para ambos -Hazlo- Repitió girando su cabeza para poder ver su perfil a la luz de la luna y apreciar esa belleza exuberante y sensual que tenía por mujer.
Sanguis Ligno
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El Sanguis Ligno Ouroboriense hacía días que no comía, además le había salido una plaga que le hacía sentir un poco más hambriento de lo normal. Su sino era crecer y crecer, tanto para expandir sus raíces bajo la isla como para conquistar cada rincón de la misma.
Se topó con una barrera mágica, poderosa, que dificultaba su paso hacia el bosque mágico. También era una gran fuente de alimento. Jugosa, concentrada en un punto concreto. Así que las raíces brotaron de la tierra en los límites del bosque para avanzar por el cielo alrededor de aquella barrera.
Como resultado una gran cúpula de raíces se instaló rodeando el bosque, privándolo de luz, absorbiendo poco a poco la magia de aquella barrera. Además el subsuelo también comenzó a abombarse consecuencia del colapso de raíces del mismo y la presión del Sanguis por abrirse paso.
Se topó con una barrera mágica, poderosa, que dificultaba su paso hacia el bosque mágico. También era una gran fuente de alimento. Jugosa, concentrada en un punto concreto. Así que las raíces brotaron de la tierra en los límites del bosque para avanzar por el cielo alrededor de aquella barrera.
Como resultado una gran cúpula de raíces se instaló rodeando el bosque, privándolo de luz, absorbiendo poco a poco la magia de aquella barrera. Además el subsuelo también comenzó a abombarse consecuencia del colapso de raíces del mismo y la presión del Sanguis por abrirse paso.
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- A ojos cerrados, las sensaciones siempre eran intensas, inesperadas y devastadoras. Después de tanto tiempo lejos el uno del otro, sus caderas tenían vida propia y se frotaban sin miramientos contra el moreno, provocándolo a pesar de la bestia que podían liberar. Tanto era su deseo que no podía controlar lo que su cuerpo tenía por reacción bajo las manos expertas de su esposo. Sin embargo, la maldición que el moreno lanzó al aire la hizo abrir la mirada, vislumbrando el cielo nocturno, con una clara luna justo sobre ellos. Mientras la veía con detenimiento, sintió el claro momento en que Vishous perdió el control de sí mismo y violentamente se deshizo de su ropa interior para estar dentro de ella en un latido. Se agarró muy fuerte del borde del balcón. El cambio de posición fue tan brusco e inesperado que le despejó un poco la cabeza de la nube de pensamientos lujuriosos que tenía. Quizás sería la falta de oxígeno...
Fue ese momento, cuando por fin estuvieron unidos, que acompañó el gruñido de Vishous con un sonoro gemido que hizo eco en el bosque. Su vientre comenzó a contraerse bruscamente en el placer de tenerlo en ella después de tanto tiempo. Ese instante en el que Vishous pegó su frente a su espalda le sirvió para recuperar el aliento que había dejado a medias y calmar su interior. Lo dejó tocarla. Lo dejó tomarla con fuerza de donde quiso. Y cumplió sus órdenes y deseos al instante. En ese momento, sintiéndose tan extasiada, no tenía ninguna reserva, ningún pudor. Comenzó a tocarse al instante, pero desde el primer momento sintió el placer recorrer su cuerpo con una fuerza nunca vista. No podría. No duraría nada si seguía las órdenes del moreno. Dudó por un instante hasta que tomó su cabello y, casi como si hubiera leído su mente, repitió la orden.
Cada segundo, cada instante, cada respiración y cada movimiento la acercaban más y más a un extasis más alto que nunca antes. A medida que las salvajes enbestidas de Vishous recorrían su interior, algo se despertó en ella. Comenzó a empujar sus caderas hacia Vishous, acompasándose rápidamente a su ritmo para que aquella unión fuera aún más intensa para ambos. Al carajo con lo que él quería y con los juegos que jugaba, quería sentirlo tan profundo dentro de ella como fuera posible. Una fusión completa. Fusión que, de su parte, no tardó en llegar. Sabía bien que aquella sería una larga noche, por eso no le importó dejarse ir en aquel orgasmo tan repentino. Apretó con fuerza las rodillas, pero sus piernas tenían otros planes y su cuerpo comenzó a recargarse sobre el balcón.
No supo de sí misma hasta unos minutos más tarde, cuando trató de recobrar el control de su cuerpo pero sintió una clara falta de energía que no terminaba de volver. Abrió sus ojos con cuidado, tomándose unos instantes para ver el horizonte hasta que una angustia comenzó a tomar por sorpresa su pecho. Levantó suavemente la mirada, enfocándola hasta encontrarse con el grito silencioso y desesperado de alerta que el bosque le daba.- Vishous.- Le mencionó con voz baja, creyendo que tenía tiempo, pero el bosque le decía otra cosa.- ¡Vishous! ¡Tenemos que salir de aquí! ¡El árbol despertó! - Se irguió con premura, tomando la mano de Vishous al instante para tratar de desaparecerse del lugar, pero perfectamente vio que la maldad del árbol no tenía límites al alzar sus raíces sobre ellos como una cúpula. Impediría la luz del sol pasar y, si no lo detenía a tiempo, al cabo de algunas semanas, el gran y frondoso bosque milenario que su familia había cuidado terminaría en un cementerio. Sus ojos comenzaron a humedecerse de solo pensar en aquello.- Es un monstruo...
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El miembro 'Sofía Dioscórides' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- DOS EXITOS NECESARIOS para detener raices aquí.
Esa "plaga" que asolaba el árbol tras grandes esfuerzos y en este lugar al menos, sí consigue frenar la expansión de raíces en forma de cúpula.
No es mucho, pero las raíces se retuercen como si pelearan consigo mismas, retrocediendo y dejando un ósculo en lo alto de la cúpula, que deja pasar un haz de luz lo suficientemente amplio como para oponerse a la oscuridad total.
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El miembro 'Matvey Rasputín' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Después de tanto tiempo conteniéndose, en el instante en el que Sofía siguió su orden y se entregó a aquella danza que realizaban, su placer le recorrió en un escalofrío claro. Un gruñido de éxtasis abandonó su garganta mientras se relajaba contra la pelirroja, sosteniendo su cuerpo con un brazo para que no cayera hacia el piso. La otra mano acarició su cabello antes de apoyarse en el balcón. Tomó un par de respiraciones antes de rozar sus labios en la piel de su esposa pensando en el otro montón de cosas que le quedaban por hacer y le entró la risa, un poco floja, pero claramente oscura y pecaminosa.
A diferencia de Sofía él no se dio cuenta de inmediato y siguió acariciando la piel de la pelirroja con adoración antes de escuchar su grito que le puso en alerta. Se incorporó en seguida escuchando lo del árbol y soltó una maldición por todo lo alto antes de separarse de ella y subirse los pantalones rápidamente y luego bajarle el vestido a Sofía, porque donde sea que fueran no podían aparecer así.
Sin embargo, no notó el tirón y se enfocó en mirarla observando el dolor en su rostro por lo que el árbol estaba haciendo. Vishous vio las raíces queriendo cubrir aquel lugar que apreciaba y que formaba parte intrínseca de la isla y sintió una impotencia que lo volvía un poco perro rabioso. Pero no tenía nada que hacer, no sabía qué hacer porque ese puto árbol era un maldito misterio.
-Nos tenemos que ir, Sofía. Piensa en Aura- Murmuró atrayéndola hacia sus brazos y estrechándola pero luego vio algo extraño -Mira- Susurró observando cómo no llegaba a consolidarse la cúpula sino que aún había algo de espacio para que entrara la luz del sol. Sonrió brevemente, un pequeño triunfo -Háblales, rápido- La instó para que le diera un mensaje a su bosque y que supieran cómo sobrevivir lo que venía, mientras él iba a por un abrigo ligero para ponerselo encima antes de desaparecerlos de allí.
A diferencia de Sofía él no se dio cuenta de inmediato y siguió acariciando la piel de la pelirroja con adoración antes de escuchar su grito que le puso en alerta. Se incorporó en seguida escuchando lo del árbol y soltó una maldición por todo lo alto antes de separarse de ella y subirse los pantalones rápidamente y luego bajarle el vestido a Sofía, porque donde sea que fueran no podían aparecer así.
Sin embargo, no notó el tirón y se enfocó en mirarla observando el dolor en su rostro por lo que el árbol estaba haciendo. Vishous vio las raíces queriendo cubrir aquel lugar que apreciaba y que formaba parte intrínseca de la isla y sintió una impotencia que lo volvía un poco perro rabioso. Pero no tenía nada que hacer, no sabía qué hacer porque ese puto árbol era un maldito misterio.
-Nos tenemos que ir, Sofía. Piensa en Aura- Murmuró atrayéndola hacia sus brazos y estrechándola pero luego vio algo extraño -Mira- Susurró observando cómo no llegaba a consolidarse la cúpula sino que aún había algo de espacio para que entrara la luz del sol. Sonrió brevemente, un pequeño triunfo -Háblales, rápido- La instó para que le diera un mensaje a su bosque y que supieran cómo sobrevivir lo que venía, mientras él iba a por un abrigo ligero para ponerselo encima antes de desaparecerlos de allí.
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