Recuerdo del primer mensaje :
Los espacios de la residencia son amplios y abiertos, con paredes de cristal corredizas, tragaluces y ventanales, dando la sensación de estar en contacto directo con la naturaleza. Dentro de la casa, no hay plantas, pero la propiedad está estrechamente rodeada por árboles. La estética interior recuerda a su natal Grecia, pero con aires Ingleses. Los pisos son de madera y las paredes blancas en su mayoría, con hechizos suficientes para hacerla resistente e infranqueable.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
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- ¿Que te lo pida? Pero si ya... ya...- Se le nubló la menta a mitad de su reclamo. Ahora entendía que el moreno dominaba todo lo que se proponía a aprender, porque a pesar de su reciente orgasmo, ya la tenía camino a otro. Hasta que se detuvo. Y comenzó a quitarle las esposas. Cerró las piernas con cuidado, un tanto adolorida pero de buena manera, llevándolas al pecho. Cuando escuchó su voz de nuevo, sonrió burlona.- Ya no me gusta el "bonita"- Bromeó, pues de aquella manera sonaba a que le hablaba a un caballo, pero le gustaba. Se sentó en la cama, apoyando las manos a los lados detrás de ella para detenerse. Le miró por unos instantes, evaluando su orden mientras decidía. Al final, era cierto que quería probar lo que el contrario tenía para ofrecerle y verlo bajar las manos de aquella manera y acariciarse le dio todo lo que necesitaba para aventarse.
Comenzó a gatear lentamente por la cama. Las perlas le restringían un poco la longitud, por eso lo hacía lento. Su espalda estaba arqueada, sus caderas alzadas y sabía que daba una imagen sensual con su melena al viento. Guardó la sonrisa cuando llegó al borde de la cama, bajando las manos al suelo con gracia. Antes de bajar las piernas, se estiró hacia atrás cual gata, en un movimiento que podía parecer desdeñado pero estaba calculado al detalle, para luego bajar completamente de la cama y comenzar a avanzar sobre el suelo. Le veía a medida que avanzaba sin ninguna inhibición, relamiéndose los labios al momento en que se arrodilló frente a él. Perdió un poco el papel cuando el contrario dudó sobre los usos de su boca. Que para hablar y quejarse era buenísima, pero para otra cosa...- A ver si después de esto, todavía te puedes a quejar de mis... "quejas".-Le quitó la ropa interior, como lo pidió, dejándola en el suelo. Había esperado aquel momento desde hacía días. Y hubiera esperado más, jugando a su propio juego, pero el moreno era impaciente. Tuvo que sonreír ante su pregunta, asintiendo levemente y sonriéndole desde su posición, sentada sobre sus pies frente a él, aunque luego se arrodilló cuando le tomó el pelo.
Tardó unos instantes en tomar el ritmo del contrario, que inició en profundidad y con rudeza. Aquello era nuevo para ella en la rudeza y la profundidad. Definitivamente no era lo que estaba esperando de él, y a la vez era justo lo que se temía. Abrió los ojos y levantó el rostro desde su posición cuando él lo pidió. Cuando pasó a un ritmo más lento, tuvo oportunidad hacerlo ella misma, usando tanto su boca como su lengua alrededor del miembro del contrario, profundizando a medida que conocía más toda su extensión.
Soltó las piernas del contrario, a las que en algún momento se había aferrado mas no lo recordaba. Siguió jugando con aquello entre sus labios mientras pensaba en la orden del contrario. Sus ojos siguieron posados en él, sonriendo levemente. Se resistió un poco de la mano del contrario y bajó el rostro, lamiendo una vez con lentitud desde la base hasta la punta antes de volver a tenerlo entre sus labios. Se llevó las manos a los pechos, masajeándolos con cuidado. Paseándose las manos por el pecho y por el cuello, gimiendo suavemente cada vez que, sin querer, tocaba las bolitas que colgaban de ellos.
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- Algo en el cerebro de Vishous implosionó al verla arquearse y gatear para él, estaba consciente de que la mujer se sentía sexy. El hecho de que siguiera haciéndolo hasta él hizo que tuviera que utilizar todo su autocontrol para no estamparla contra la pared y hacerla suya hasta el día siguiente. El asentimiento de cabeza le hizo sonreír -Buena chica- Le recompensó, acariciándole la línea de la mandíbula con dulzura antes de disfrutar de los beneficios de aquella húmeda cavidad.
La dejó hacer, apreciando su creatividad, y el fuego lujurioso que ardía en sus ojos verdes. La escenita estaba agotando todas las barreras del teniente, tanto como el trabajo de la lengua de aquella mujer. Sabía que al principio le había costado, siempre les costaba a todas, pero había conseguido un ritmo que le placía a ambos. Los gemidos que vibraban en la garganta de Sofía cada vez que se acariciaba se descargaban directamente en él y el último de ellos fue suficiente para decidir que ya quería poseerla.
Le soltó el cabello y la ayudó a levantarse, una vez que estuvo de pie le cogió del rostro y reclamó sus labios con agitación, mordió el inferior antes de meter su lengua en la boca contraria y enredarla con la de ella. Dejó su cara en paz y la cogió de los muslos como si de una pluma se tratara, haciendo que le rodeara la cadera con las piernas, dejando su virilidad apretada entre los vientres de ambos y rozándose con su zona sur a medida que daba pasos hacia la cama. La recostó con suavidad y siguió besándola mientras sus manos recorrían los torneados muslos de la Descendiente y su pecho se apoyaba en el de ella, generando una deliciosa fricción de sus pechos con los pectorales de él en un movimiento de vaivén que sólo creaba más expectativa y calor para ambos.
Pero estaba claro que ninguno de los dos podía esperar más y Vishous se posicionó antes de hacerla suya de un caderazo. Si esperaba lentitud estaba muy equivocada. Unirse a ella hizo que gruñera contra sus labios, le cogió del pelo para exponer su cuello mientras sentía su cuerpo arquearse bajo él. Abandonó sus labios y besó su barbilla para luego hacerlo con su cuello, aspirando aquel aroma que lo enloquecía mientras movía la cadera a un ritmo demandante para satisfacer el deseo que tenía por ella. La mano libre, la que no estaba en su cabello terminó apretándole el glúteo con fuerza, hasta que la carne rebalsara en sus dedos. Casi sin querer, o queriendo demasiado con cada envite, le arrastraba el cuerpo por las sábanas hasta que llegaron al cabezal, tuvo que abandonar su piel para alzar un brazo apoyándolo en la pared para evitar que la pelirroja terminara golpeándose con la pared. Le soltó el pelo y le cogió la cara con una sola mano, haciendo que le mirara -Eres una diosa- Le susurró antes de morderle cruelmente la barbilla y después besarla de nuevo.
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- Se levantó súbitamente y con ayuda del contrario, a pesar de que comenzaba a divertirse con aquella parte de él en su boca. Ese gesto de ayudarla a levantarse fue lo más tierno que hizo el contrario en toda la noche, pero duró poco, pues enseguida comenzó otro beso de aquellos profundos y urgentes que el contrario sabía dar muy bien. Era complicado seguir el ritmo en algo que carecía de ello. Cuando la levantó en vilo, se agarró fuertemente a sus caderas y llevó las manos detrás de su cabeza; tratando de no romper las perlas. Tiró del cabello del contrario sin delicadeza y lamió su cuello, desde la base hasta la barbilla antes de dejar un beso profundo en sus labios.
Permitió que la besara cuando su espalda quedó contra la cama, cerrando los ojos un instante, mientras respiraba profundo, permitiéndose sentir todo lo que el contrario le brindaba, aunque contrariada entre el placer de sus manos y la agonía bajo las pinzas que se movían con fuerza bajo el pecho del contrario. Le miró en el instante justo en el que entró en ella, soltando un jadeo desde lo profundo de su vientre. Su respiración salía apresurada y sonora, empujada por las caderas del moreno. Entregada al placer, tomó al contrario de los hombros, debatida entre empujarle o apretarlo contra su cuerpo. Hizo lo segundo a pesar de todo. Mantuvo los ojos y los labios entreabiertos, sintiendo en el cuerpo la experiencia tan envolvente que el contrario había creado. Ya la había hecho esperar demasiado, sabía que no aguantaría por mucho tiempo, o nada. Cuando el contrario tomó su rostro, trató de enfocarle, mirándole con dificultad mientras la mente se le nublaba al escucharle.- Y tu eres un bruto.- Le refunfuñó después de aquella mordida, girando el rostro por sí misma para darle mejor acceso a su cuello. No tardó mucho en comenzar a sentir el crescendo de la sensibilidad en su cuerpo. Sabía que no tardaría en terminar todo.- Vi... Vishous... No puedo más...- Gimoteó, apretando su cuerpo contra el de él a medida que el placer crecía en su vientre hasta el punto máximo.
Se lo dijo. Se lo anunció con anticipación. Sus labios vociferaban fuertemente lo que a leguas se veía venir. Sus piernas se apretaron alrededor de la cadera del contrario, sus brazos se tensaron, su cuello se alargó y su espalda se arqueó mientras, llegaba a ella aquella primera oleada, abriendo paso para todas las que vinieron después. Desde lo profundo de su vientre, el aire abandonaba su cuerpo en sonoros gemidos que hacían más intensa la atmósfera alrededor de ellos, confiada en que el contrario sabría llegar, como ella, a aquel punto álgido de la noche.
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- Le gustaba su proactividad y cuando le lamió el cuello, Vishous gruñó haciendo que la vibración del sonido la sintiera en su lengua. Notó el tirón de pelo y lejos de desagradarle, o castigarla por ello, la dejó ser. Sabía que estaba exigiéndole pero lo necesitaba. La sentía removerse de placer bajo su peso y aquello hacía que su nivel de lujuria aumentara, estaba entregada y dispuesta todo. Estaba seguro de que en ese momento podría pedirle cualquier cosa y ella cedería. Pero con lo que tenía, por esa noche, sería suficiente. Se rió cuando lo llamó bruto pero no soltó aquello de “Te lo dije”, ya le recitaría más tarde aquello cuando supiera sus impresiones. Mantuvo la mano en la pared para evitar que se lastimara pero en cuanto su cuerpo zozobró bajo el de él supo que estaba cerca del clímax. Se incorporó sólo un poco para ver sus mejillas arreboladas, sus labios entreabiertos e hinchados y su cabello revuelto. Era exactamente como se había imaginado, incluso mejor, en eso tenía razón.
Le tomó de la barbilla cuando le dijo que no podía aguantarlo más -Mírame- Le ordenó mientras sus estocadas eran mucho más profundas y fuertes, quería que viera su rostro mientras el placer le envolvía el cuerpo en lenguas de fuego. Quería que supiera que era él el que le otorgaba aquello. Los gemidos los envolvieron a ambos y él sintió perfectamente el momento en el que su cuerpo se estremeció para entregarse a lo que estaba buscando. Soltó su cara y deslizó sus manos por el cuerpo de Sofía, entreteniéndose en retirarle los accesorios de los pechos y su cadera se movió más lentamente, no menos profundo, pero sí alargando aquellas oleadas exquisitas de placer antes de envolver sus pechos con sus labios y succionar levemente allí donde seguramente estaba adolorida. Le daría paz, unos minutos. Se preocupó porque disfrutara y que poco a poco la vorágine de placer calara sobre ella mientras seguía unido a su cuerpo.
Mordisqueó suavemente uno de sus pechos antes de salir de ella. Beso su abdomen descendiendo hasta su zona sur donde se entretuvo, sólo un poco, para estimularla más. Sabía que llegados a este punto no podía pasarse demasiado. Le besó los muslos y le mordió uno con menos brutalidad antes de cogerla y girarla nuevamente, esta vez dejándola de espaldas a él. La arrastró un poco hacia atrás para que no se golpeara con el cabecero. Sabía que estaba con la cabeza embotada así que no le dio la orden sino que levantó él mismo sus caderas y le apartó el cabello del rostro para poder ver su perfil mientras rozaba suavemente su unión, los jadeos que ella le regalaba le hacían sonreír pero su propia excitación necesitaba liberarse.
Sin mucho preámbulo volvió a penetrarla de un movimiento, sus manos grandes agarraron sus glúteos y los apretaron con fuerza antes de soltarle una nalgada con la mano derecha viendo como su piel se estremecía y luego se enrojecía. Apretó, un poco más, mientras elevaba el ritmo de sus caderazos. Sin embargo, esa posición era simplemente transitoria un poco de disfrute de tenerla así de doblegada antes de cogerla con uno de sus brazos por la cintura e incorporarla, haciendo que su espalda se recargara en su pecho, con la mano de ese brazo subió y apretó uno de sus pechos, jugando con él -Me toca- Le murmuró a Sofía en el oído antes de morderle el lóbulo de la oreja. La abrazó, entera y firmemente con los dos brazos para que no se moviera demasiado. Una de sus manos se quedó en su pecho y la otra bajó hasta su punto sensible para que con cada embestida se rozara contra sus dedos. Le dejó libertad para que ella hiciera lo que quisiera.
A medida que sus caderazos se hacían más profundos, V podía sentir la necesidad de liberarse enteramente. Recorrió con los labios y la lengua el cuello de Sofía e inspiró su aroma justo antes de acelerar el ritmo con brusquedad y finalmente derramarse en ella con un gruñido de placer que acabó en un mordisco en su hombro derecho mientras la sentía estremecerse con su tercer orgasmo de la noche. Los envites se ralentizaron y sus respiración lo hizo igualmente. Estaba agotado pero satisfecho. Se quedó con ella entre sus brazos tratando de reponerse un poco, apoyó la frente en su hombro un momento antes de levantarla, y atraer por la barbilla el rostro de Sofía para besarla. Un beso mucho más lento pero igual de intenso e invasivo como los demás, deseando enredar su lengua con la contraria y degustar su sabor.
Cuando se separó la miró a los ojos con una sonrisa orgullosa, poco a poco salió de ella y se dejó caer de lado en la cama, atrayendo el cuerpo caliente de la mujer hacia él y acariciándolo, deslizando su mano por su piel de porcelana y tambien en esos lugares que ella aún tenía sensibles como si pese a haber culminado no pudiera evitar la necesidad de satisfacerla. Cerró los ojos y se llevó un brazo a la cabeza, tapándoselos.
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- Estuvo a punto de ignorar su petición de que le mirara, pero como no llegado el momento no tenía fuerzas para resistirse, cedió. Si bien sus gemidos eran sonoros, cuando retiró las pinzas sintió un nuevo tipo de calor apoderándose de ella y terminó por añadirle un tono agudo a su voz. Se llevó las manos a los pechos, tratando de contener el dolor mezclado con placer que le recorría mientras Vishous hacía de las suyas con el resto de su cuerpo. Trató de empujarle para separar al moreno de sus pechos cuando los atrapó en su boca, pero fue imposible resistirse a pesar de sus intentos.
No puede ser...- Gimoteó cuando lo sintió de nuevo besándole entre las piernas. A ese paso iba a tener que pedirle que se fuera porque no podía más. El pensamiento la hizo reír, pues tenía la sensación de que aunque lo dijera él no se iría. Se entretuvo un poco en sus labios, agradecida de que hubiera dejado su entrepierna descansar un poco. O al menos eso creyó hasta que la giró. Aprovechó el momento para descansar mientras él se acomodaba. Terminó con las caderas levantadas y el pecho en el colchón. La posición era incómoda pero no imposible. Trató de colocar las rodillas en la cama, pero poco le respondían, así que él cargaría con su peso. A ver si así se cansaba más rápido.- ¿En qué estaba pensando cuando quise tener sexo con un uniformado? - Se preguntó en voz baja, riendo justo antes de que él iniciara de nuevo y ella colocara las manos en el colchón con la intención de aguantar un poco más. Curiosamente, su cabeza estaba tan embotada que apenas y sintió el dolor de la nalgada.
Mmmmmmnooo...- Protestó cuando la levantó para apoyarla contra su pecho. Tuvo que tomarse de la nuca del contrario para poder mantener la posición, pues su cuerpo se doblaba hacia la cama. Las perlas le estaban estorbando, pero ahora podía ignorarlas de mejor manera.- ¿Te toca? ¿Y no ha sido esto todo por ti? Yo terminé en el primero.- Bromeó, riendo suavemente entre jadeos, pero el comentario iba con verdad. Se tomó con fuerza, pues sentía que cada vez entraba más en ella y le costaba más quedarse en su lugar. Creyó, por un momento, que ya no distinguiría un orgasmo de todo lo que había en medio, pero fue entonces cuando el contrario se liberó. Estaba tan sensible y vulnerable que aquel hizo temblar todo su cuerpo por mucho. El tiempo le pasaba lento, todo se le hizo eterno mientras cerraba los ojos y sentía los dientes del contrario en su piel. Supo que se había acabado cuando los labios del contrario exigieron su boca con suavidad. Le besó también, pero exigiéndole menos intensidad, que por el momento ya se le había acabado.
Le sonrió justo antes de derretirse en la cama bocabajo guiada por sus manos en el colchón. Le sintió caer justo al lado y cerró los ojos. No pasó un segundo para cuando el contrario ya estaba toqueteándola de nuevo, atrayéndola hacia él y pasando la mano por su cuerpo.- Basta, ninfómano, adicto.- Bromeó con una sonrisa y los ojos cerrados. Ella hubiera podido dormirse al instante, pero no olvidaba sus modales. Levantó un poco el rostro para quitarse el cabello de la cara y lo ladeó para ver al contrario. Se veía satisfecho y cansado, como después de completar con éxito un duro entrenamiento. Se quitó con dificultad una de las cosas que mantenían sus muñecas juntas y dirigió su mano hacia el pecho del contrario, acariciándolo en círculos. Su vista se clavó en el tatuaje de su brazo, recorriéndolo con cuidado mientras el contrario descansaba. No había tenido tiempo de averiguar sobre él como quería y aquello se lo recordaba constantemente.- Espero que mañana estés tan adolorido como yo.- Sentenció, cerrando los ojos un minuto mientras reía por lo bajo. Al menos había mantenido su buen humor durante todo el rato.- ¿Ya puedo volver a usar mi boca solo para reír y quejarme?
Una risa oscura y perversa brotó de la boca de Vishous cuando le quitó las manos de encima -No, sí, sí- Respondió a las acusaciones de Sofía mientras le apartaba la mano de su cuerpo. La dejó removerse y ajustarse, disfrutando de sus caricias mientras el mismo se distraía en su piel de porcelana, acariciándola. Escuchar aquella acusación o deseo de que mañana estuviera adolorido le hizo reír bastante más, su pecho se movió arriba y abajo dificultando que la respiración volviera a la normalidad -No me va a pasar- Le advirtió, estaba acostumbrado al sexo así y hasta más duro pero eso era algo para lo que ella no estaba preparada.
-Puedes usar tu boca para lo que quieras, pelirroja- Le dijo acercándose a ella, atrayéndola por la barbilla para besarla. Esta vez fue más lento, disfrutando de nuevo de su sabor y regodeándose en aquel beso durante un rato hasta que se separo -Pero me gusta más cuando la usas para besarme- Le dijo alzando las cejas un par de veces antes de volver a reírse. Se le veía exhausta, pero era normal. Aún pensaba en eso de que ella había “terminado con el primero”, no sabía con qué tipo de amantes había estado pero a ellos les quedaba una larga noche por delante -Me puedes contar tus quejas…- Le explicó mientras la atraía hacia él hasta cargarla en brazos y levantarse de la cama -Mientras nos duchamos un poco- Caminó con ella apretada contra su cuerpo hasta que estuvieron en el baño, que también conocía por el tour que le dio.
La depositó con cuidado en el piso, manteniendo un brazo en su cintura para sostener su peso porque en la última posición había notado que sus rodillas no le sostenían del todo. Abrió el agua lentamente para poder acomodar la temperatura a una cómoda para ambos, cuando lo hizo cambió el sistema a una especie de rocío para que el agua fuera suave con el cuerpo de ella. Los metió a ambos y dejó que el agua los relajara un rato, le rodeó la cintura mientras la miraba a los ojos con intensidad -De acuerdo…Quéjate- Murmuró, sonriendo de lado. Subió una mano para apartarle el cabello de la cara y mojárselo mejor en el agua. Y sí….Eso tenía V, después de exigir todo a la mujer con la que se acostaba también la mimaba como recompensa. Era un equilibrio que había que saber mantener porque si la despedía justo después se quedarían con un mal sabor de boca. Le costó un par de años aprenderlo pero ahora se había vuelto maestro. La soltó suavemente y cogió el jabón de la ducha, hizo espuma con las manos y empezó a recorrer su cuerpo para bañarla deleitándose con sus curvas mientras esperaba oír su petorata.
-Puedes usar tu boca para lo que quieras, pelirroja- Le dijo acercándose a ella, atrayéndola por la barbilla para besarla. Esta vez fue más lento, disfrutando de nuevo de su sabor y regodeándose en aquel beso durante un rato hasta que se separo -Pero me gusta más cuando la usas para besarme- Le dijo alzando las cejas un par de veces antes de volver a reírse. Se le veía exhausta, pero era normal. Aún pensaba en eso de que ella había “terminado con el primero”, no sabía con qué tipo de amantes había estado pero a ellos les quedaba una larga noche por delante -Me puedes contar tus quejas…- Le explicó mientras la atraía hacia él hasta cargarla en brazos y levantarse de la cama -Mientras nos duchamos un poco- Caminó con ella apretada contra su cuerpo hasta que estuvieron en el baño, que también conocía por el tour que le dio.
La depositó con cuidado en el piso, manteniendo un brazo en su cintura para sostener su peso porque en la última posición había notado que sus rodillas no le sostenían del todo. Abrió el agua lentamente para poder acomodar la temperatura a una cómoda para ambos, cuando lo hizo cambió el sistema a una especie de rocío para que el agua fuera suave con el cuerpo de ella. Los metió a ambos y dejó que el agua los relajara un rato, le rodeó la cintura mientras la miraba a los ojos con intensidad -De acuerdo…Quéjate- Murmuró, sonriendo de lado. Subió una mano para apartarle el cabello de la cara y mojárselo mejor en el agua. Y sí….Eso tenía V, después de exigir todo a la mujer con la que se acostaba también la mimaba como recompensa. Era un equilibrio que había que saber mantener porque si la despedía justo después se quedarían con un mal sabor de boca. Le costó un par de años aprenderlo pero ahora se había vuelto maestro. La soltó suavemente y cogió el jabón de la ducha, hizo espuma con las manos y empezó a recorrer su cuerpo para bañarla deleitándose con sus curvas mientras esperaba oír su petorata.
Pues tendremos que hacer que pase, algunos azotes tendré que darte.- Murmuró cerrando los ojos levemente para luego abrirlos con una idea perturbadora en la cabeza. Esperaba no haber abierto una caja de pandora de algún tipo con su comentario.- O hablar mal de ti, que te hagan correr el doble mañana o algo.- Al menos le aseguró que su boca ya podía tener sus usos normales después de tanto abuso. Con tranquilidad esta vez, le besó de suave manera, sin prisas, alcanzando a percibir otra faceta más del contrario mientras lo hacía.- Estoy muy dormida para las frases mordaces.- Bromeó separándose un momento de sus labios para luego volver a ellos por unos momentos más.
Mmmmm... no, es muy noche para quejas... ¿qué? Pero... No, no noooo, quiero dormir.- Se quejó cuando comenzó a levantarla en brazos llevándola a la ducha.- Agggh, es igual si nos duchamos o no si no vamos a cambiar las sábanas hoy. Regrésame a la cama.- Gimoteó exhausta. ¿Cómo podía todavía cargarla? Era una locura. Por mucho entrenamiento militar que tuviera no podía tener tanta energía. Cuando la puso de pie, se abrazó a su cintura de manera floja, apoyando el rostro en su pecho y cerrando los ojos. Sin tacones en realidad era notoria la diferencia de altura entre ellos. En aquella posición, le dolían las caderas bastante más de lo que en inicio creía. Al menos cuando el agua finalmente cayó sobre su rostro lo hizo a una temperatura agradable. Después de un rato bajo el agua, el sueño se había volado y estaba solo un poco más despierta. Se mantuvo mirándole, aceptando las sensaciones que el agua cayendo le prestaba y lo cálido del cuerpo del contrario. Al menos así estuvieron en silencio hasta reír cuando el contrario le pidió que se quejara. No sabía por donde empezar.- Eres un bruto.- Repitió con una sonrisa en los labios.- Solo quiero entender cómo llegaste a esto, por qué. Quiero saber qué es lo que te gusta de esto. Aunque debo aclarar que no estuvo mal, nada nada mal...
Mmmmm... no, es muy noche para quejas... ¿qué? Pero... No, no noooo, quiero dormir.- Se quejó cuando comenzó a levantarla en brazos llevándola a la ducha.- Agggh, es igual si nos duchamos o no si no vamos a cambiar las sábanas hoy. Regrésame a la cama.- Gimoteó exhausta. ¿Cómo podía todavía cargarla? Era una locura. Por mucho entrenamiento militar que tuviera no podía tener tanta energía. Cuando la puso de pie, se abrazó a su cintura de manera floja, apoyando el rostro en su pecho y cerrando los ojos. Sin tacones en realidad era notoria la diferencia de altura entre ellos. En aquella posición, le dolían las caderas bastante más de lo que en inicio creía. Al menos cuando el agua finalmente cayó sobre su rostro lo hizo a una temperatura agradable. Después de un rato bajo el agua, el sueño se había volado y estaba solo un poco más despierta. Se mantuvo mirándole, aceptando las sensaciones que el agua cayendo le prestaba y lo cálido del cuerpo del contrario. Al menos así estuvieron en silencio hasta reír cuando el contrario le pidió que se quejara. No sabía por donde empezar.- Eres un bruto.- Repitió con una sonrisa en los labios.- Solo quiero entender cómo llegaste a esto, por qué. Quiero saber qué es lo que te gusta de esto. Aunque debo aclarar que no estuvo mal, nada nada mal...
Lo de los azotes le llamó la atención, la miró con curiosidad pero sólo sonrió -Puedes intentarlo- No iba a lograrlo por las ventajas físicas que él tenía y, la verdad, en el sexo no era muy amigo de la magia. Cuando sacó lo de hablar mal de él volvió a reírse. Tomando en cuenta que él solía hacer bastante ejercicio no era algo que le preocupaba -Adelante, seguro Amaya te pregunta bajo qué argumento. Sería interesante veros. La General no come mierda de Descendientes, aunque los respeta- Expresó con bastante sinceridad. Le hizo muchísima gracia la forma en la que gimoteaba y se quejaba, deseando dormir para descansar su cuerpo y cuando mencionó lo de las sábanas le pareció de lo más prudente cambiarlas pero no sabía donde las guardaba así que simplemente extendió una de las mantas que estaba al pie de la cama para que no se ensuciara. Ya buscaría otra para cubrirlos.
La dejó recostarse sobre él, el sueño era algo común así como el cansancio pero esa no era una de sus debilidades y estaba seguro de que se debía a sus poderes en sí. Le acarició distraídamente la espalda mientras dejaba que cayera el agua sobre ambos. Lo disfrutó, mientras cerraba los ojos. Pero debían asearse. Escuchó su risa y sonrió para luego limpiar su cuerpo, entreteniéndose en sus pechos porque los tenía muy a mano y lo resbaladiza de su piel. Aquello había derivado en pensamientos pecaminosos que pronto se proyectaron hacia su virilidad, ya descansada de la primera ronda -Me gusta controlar mi vida, en todos los aspectos- Respondió, no tenía demasiada necesidad de mentir -Y en el sexo es uno de los aspecto donde más me gusta tener el control, me gusta que te deshagas de placer con mis caricias, me gusta que gimas mi nombre, me gusta que sepas que soy yo quien te está haciendo todo lo que te gusta. Y también me gusta que las mujeres descubran su faceta más sexual. Lo encuentro excitante- Respondió sonriendo cuando dijo que no estuvo nada mal.
La dejó recostarse sobre él, el sueño era algo común así como el cansancio pero esa no era una de sus debilidades y estaba seguro de que se debía a sus poderes en sí. Le acarició distraídamente la espalda mientras dejaba que cayera el agua sobre ambos. Lo disfrutó, mientras cerraba los ojos. Pero debían asearse. Escuchó su risa y sonrió para luego limpiar su cuerpo, entreteniéndose en sus pechos porque los tenía muy a mano y lo resbaladiza de su piel. Aquello había derivado en pensamientos pecaminosos que pronto se proyectaron hacia su virilidad, ya descansada de la primera ronda -Me gusta controlar mi vida, en todos los aspectos- Respondió, no tenía demasiada necesidad de mentir -Y en el sexo es uno de los aspecto donde más me gusta tener el control, me gusta que te deshagas de placer con mis caricias, me gusta que gimas mi nombre, me gusta que sepas que soy yo quien te está haciendo todo lo que te gusta. Y también me gusta que las mujeres descubran su faceta más sexual. Lo encuentro excitante- Respondió sonriendo cuando dijo que no estuvo nada mal.
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- -Los juguetes son un extra, te lo dije antes. Necesito tener el control…Pero hay momentos…- Dijo con una sonrisa pícara antes de apoyar la espalda de Sofía contra la pared, enjuagándose las manos del jabón -En los que soy más paciente y tolerante…- Deslizó la mano por su muslo e hizo que su pierna rodara su cadera antes de guiar su masculinidad dentro de ella una vez más, no sin antes revisar que estuviera húmeda para él. Esta vez, los vaivenes eran lentos, más suaves y él apoyó su frente en la de ella gozando de la sensación que disparaba escalofríos de placer por todo su ser -Y no necesito demasiado de ese aspecto…Depende de la mujer- Le explicó y le apretó uno de los glúteos sólo para hundirse más en ella, evidentemente, sosteniendo su peso -¿Qué más quieres saber?- Preguntó y rozó su nariz con la de ella antes de lamerle el centro de los labios y luego besar la línea de su mandíbula para que pudiera hablar.
Algún día.- Quedó así porque, sacando conclusiones, ella iba a terminar con una mano adolorida y él riendo.- Oh, quizás ella no, pero ya verás qué risas nos damos cuando llegue con el vestido negro a la tienda de tu mamá.- Bromeó, que tenía que salir de la encrucijada en la que se había metido al decir que tenía poder sobre el ejército. El ejército era del Consejo, no de uso propio y las órdenes se daban con certezas.
Escuchó con tranquilidad la explicación que el contrario le daba, buscando encajarla con todo lo que conocía de él. Era controlador, sí, pero también bastante libertario. Le miró a los ojos, la expresión que formaba su rostro mientras hablaba, sus actos. Sobre todo su sonrisa de satisfacción.- Pero... ¿Cómo llegaste a que te gustara? ¿Cómo inició? Es que... Bueno, Grecia es un lugar muy liberal, pero de eso a esto...-
Escuchó con tranquilidad la explicación que el contrario le daba, buscando encajarla con todo lo que conocía de él. Era controlador, sí, pero también bastante libertario. Le miró a los ojos, la expresión que formaba su rostro mientras hablaba, sus actos. Sobre todo su sonrisa de satisfacción.- Pero... ¿Cómo llegaste a que te gustara? ¿Cómo inició? Es que... Bueno, Grecia es un lugar muy liberal, pero de eso a esto...-
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- El frío azulejo contra su espalda le sacó un quejido de los labios, pero no pudo evitarlo. Frente a ella, él le aprisionaba, llevando las manos de nueva cuenta entre sus muslos.- No puede ser, creí que ya habías terminado.- Jadeo cuando sus manos dejaron el lugar y, en cambio, él la levantó una vez más. Paseó suavemente las manos en el pecho del contrario, subiéndolas a su cuello, su nuca y luego encontrando el camino hacia abajo de nueva cuenta. Recargó su cabeza contra el azulejo, cerrando los ojos un instante mientras apreciaba la gentileza con la que el contrario entraba en ella. No podía negar que aquello le gustaba mucho más, pero que recordar lo que acababan de hacer en la habitación la hacía morderse los labios en deseo.- Esto se siente bien.- Susurró, dejando los labios entreabiertos mientras el aliento se le escapaba de manera involuntaria. Regresó la cabeza, volviendo a colocar su frente contra la de él y abrazándole con fuerza por encima de los hombros. Comenzó a besarle, marcando el ritmo. El beso era lento, suave pero profundo y demandante. Le gustaba, sentía con intensidad cada movimiento de su cuerpo, a diferencia de su estilo donde parecía que solo lograba nublarle la mente.- ¿Cómo es que no te gusta esto? - Preguntó mientras cerraba los ojos, sintiendo los labios del contrario en la mandíbula y jadeando suavemente en cada envite. Susurró su nombre, terminándolo en un gemido profundo desde lo profundo de su vientre.
Cuando habló acerca de su madre, cerró los ojos e hizo un gesto de molestia -Si te atreves a ir, pelirroja, te presentaré oficialmente como mi prometida- Le advirtió a ver si con eso se escabullía de aquella amenaza. Porque estaba seguro de que su madre se haría fantasías en la cabeza y él no era quien para destruir sus deseos, a fin de cuentas, era lo que más ansiaba en su vida. Se preguntó porqué Sofía estaba tan interesada en saber y la miró a los ojos con intensidad -Porque dudan de que pueda controlarme a mí mismo- Dijo golpeándose la sien donde estaba el tatuaje pero no agregó nada más, estaba más concentrado en enjabonarla toda.
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- Su piel resbaladiza, la forma de sus pechos rozando con sus pectorales, todo había creado una atmósfera más erótica e íntima que la anterior. Lo dejaría estar, lo ignoraría porque su mente estaba demasiado concentrada en ella -¿Terminar?...- Se rió por lo bajo contra sus labios -Me estás calentando desde hace un mes, Sofía- Le advirtió mientras disfrutaba sus caricias sobre su cuerpo, a fin de cuentas, tampoco se estaba oponiendo. Eso era buena señal. Volvió a besar su cuello con suavidad, sintiendo su sangre bullir bajo ésta -Sí- Reconoció, cuando se encontraban ya bastante sensibles de una tanda sexual fuerte este tipo de encuentros era mucho más lento y fácil de llevar.
-¿Quién te dijo que no me gusta? Hay momentos para todo- Preguntó, sonriendo y la miró arquearse suavemente mientras susurraba su nombre. Atrapó sus labios en otro beso, lento y profundo y aceleró levemente sus estocadas hasta que finalmente se derramó nuevamente en ella con un gruñido. Se mantuvo unido a ella un momento, respirando pesadamente antes de separarse con una sonrisa. La volvió a separar de la pared para sacarle el jabón bajo el agua lentamente, cuando estuvieron los dos aseados los sacó de la ducha y la enrolló en una toalla muy metódicamente, él hizo lo mismo tras secarse. La levantó en brazos y se la llevó a la cama, recostándola sobre la manta que antes había extendido -¿Dónde guardas las mantas?- Preguntó para buscar algo con qué cubrirla mientras se sacaba atraía hacia sí mismo otra toalla y se secaba el pelo.
Oh, eso te encierra más a ti que a mi... Y creo que un compromiso falso lo puedo romper cualquier día. Sería divertido. Nunca he tenido una relación seria.- Viendo su rostro de molestia, no entendía por qué le causaba tanta gracia llevarle la contraria en lo que correspondía a su madre. La situación se puso seria cuando escuchó la respuesta que buscaba del contrario. Sus ojos se posaron en él por unos instantes, buscando en ellos algo que se le pasaba por alto. No entendía lo que significaba su sentencia, no entendía quién dudaba, por qué, cómo, pero todo en él le indicaba que aquel era un capítulo entero para él. Pasó su mano por la mejilla del contrario, dejando en ella una suave caricia con el pulgar, tal y como lo había hecho en la terraza, pero con mayor significado.- Yo sé que puedes.- Susurró sin titubear, pasándole después las yemas de los dedos por el tatuaje que se había tocado.
Tuvo que reír cuando se negó rotundamente a terminar, además de añadir una carcajada ante su siguiente comentario.- Yo pude haber seguido muchos meses más.- Admitió, a sabiendas de que, para ella, la cacería y el cortejo eran lo más divertido de toda relación. Asintió a que había momentos para todo mientras seguía concentrada en las sensaciones de su cuerpo. Su mente se nubló desde el momento en que iniciaron aquel beso y terminó cuando la ducha acabó. Era cierto y no lo ocultó, para ella aquel contacto había sido mucho más significativo que todo lo que habían hecho previamente. Aquello era lo que le valía más la pena. Se arrebujó en la toalla mientras pudo, esta vez disfrutando el viaje hasta su cama en brazos del contrario. Se recostó, disfrutando de la manta que había colocado debajo de ellos. Señaló el closet de la parte de arriba, en un par de puertas de madera que ocultaban ropa de cama y cobertores. Se sentó y se quitó la toalla para utilizarla quitando el exceso de agua de su cabello. No era la primera vez que se dormiría con el cabello húmedo y no sería la última. Se recostó de lado cuando el moreno llegó con las mantas y se cubrió en ella. Sintió por fin que el momento de dormir llegaba. Jaló la almohada del moreno hacia ella, para arrebujarse contra él cuando se recostara.- Al menos... esta vez no huiste.- Susurró, recordando las veces que le había dejado plantada con una risilla por lo bajo, soltando un bostezo, más de cansancio que de sueño. Detuvo el rostro del contrario para dejar un suave y dulce beso en sus labios. Nada profundo, pero muy significativo. Besó del mismo modo el tatuaje en su sien y uno más en su mejilla antes de recostarse cerca de su hombro y cerrar los ojos hasta un nuevo día.
Tuvo que reír cuando se negó rotundamente a terminar, además de añadir una carcajada ante su siguiente comentario.- Yo pude haber seguido muchos meses más.- Admitió, a sabiendas de que, para ella, la cacería y el cortejo eran lo más divertido de toda relación. Asintió a que había momentos para todo mientras seguía concentrada en las sensaciones de su cuerpo. Su mente se nubló desde el momento en que iniciaron aquel beso y terminó cuando la ducha acabó. Era cierto y no lo ocultó, para ella aquel contacto había sido mucho más significativo que todo lo que habían hecho previamente. Aquello era lo que le valía más la pena. Se arrebujó en la toalla mientras pudo, esta vez disfrutando el viaje hasta su cama en brazos del contrario. Se recostó, disfrutando de la manta que había colocado debajo de ellos. Señaló el closet de la parte de arriba, en un par de puertas de madera que ocultaban ropa de cama y cobertores. Se sentó y se quitó la toalla para utilizarla quitando el exceso de agua de su cabello. No era la primera vez que se dormiría con el cabello húmedo y no sería la última. Se recostó de lado cuando el moreno llegó con las mantas y se cubrió en ella. Sintió por fin que el momento de dormir llegaba. Jaló la almohada del moreno hacia ella, para arrebujarse contra él cuando se recostara.- Al menos... esta vez no huiste.- Susurró, recordando las veces que le había dejado plantada con una risilla por lo bajo, soltando un bostezo, más de cansancio que de sueño. Detuvo el rostro del contrario para dejar un suave y dulce beso en sus labios. Nada profundo, pero muy significativo. Besó del mismo modo el tatuaje en su sien y uno más en su mejilla antes de recostarse cerca de su hombro y cerrar los ojos hasta un nuevo día.
Le agradó y no le agradó la forma en la que Sofía le había besado antes de dormirse entre sus brazos. El gesto había sido…significativo y le había generado algo extraño dentro de él, removido tal vez alguna fibra que en el fondo pensaba que ya tenía controlada. Tardó más que ella en dormirse pero finalmente lo hizo, disfrutando del calor del cuerpo de ella cerca de él.
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- Cuando el amanecer llegó Vishous se despertó, no porque la luz le molestara, sino porque tenía su propio reloj interior muy bien arreglado. Tendría que ir a su casa a cambiarse e ir a cumplir con sus obligaciones. La luz del sol bañaba la habitación y también el cuerpo de Sofía que permanecía pegado al de él, V por supuesto, había amanecido de “ánimos” así que sonrió de lado. Sus manos recorrieron el cuerpo de la Descendiente con suavidad, con hambre por supuesto y su virilidad respondió al tacto de su suave piel. Ella estaba de espaldas a él, recostada de lado con la cabeza sobre su brazo derecho. No le gustó mucho ya que allí estaba la jodida mano pero no había pensado en eso anoche.
Recorrió su muslo con la mano izquierda y la levantó un poco para ir, descubriendo de nuevo su monte de venus y estimulándolo para que tuviera un delicioso despertar. Hundió la cabeza en su cabello, respirando su aroma, antes de bajar por su cuello besándola. Podía escuchar sus suaves gemidos, aquellos jadeos entre sueños en los que no estaba segura de despertar pero su cuerpo si lo hacía. Cuando la humedad fue suficiente, Vishous guió su virilidad dentro de ella y gruñó al sentirla apretada contra él -Buenos días- Murmuró contra su oído al sentir su cuerpo estremecerse y, seguramente, ya despertándose. Levantó un poco más la pierna de Sofía para tener mejor acceso a ella y mantuvo un ritmo estable, no demasiado rápido, pero tampoco lento. Disfrutando de las corrientes de placer que le recorrían por todo el cuerpo.
Así estuvo durante un rato pero sabía que no tenía demasiado tiempo para entretenerse. La mano libre se deslizó entre las piernas de Sofía para estimular ese importante punto de placer, escuchando por sus jadeos que definitivamente estaba haciendo un buen trabajo -Hazlo conmigo- Le ordenó mientras aceleraba sus caderazos y también el trabajo de sus dedos. Le succionó el cuello antes de mordérselo con firmeza cuando alcanzaron juntos el orgasmo, sintiendo el cuerpo de la pelirroja arquearse contra él. Alargó un poco más el momento con suaves movimientos antes de salir de ella y girarla contra él, pegando ambos pechos con una sonrisa. No dejó que hablara sólo la besó con la misma pasión con la que la había poseído. Cuando se separó le mordió el labio inferior -Ahora sí me voy a escapar. Tengo que cumplir con mi trabajo- Se rió brevemente y atrapó uno de sus pezones entre sus dedos para apretarlo suavemente -Acuérdate de mi todo el día- Sabía que lo haría, probablemente más por el dolor que por el placer pero lo haría. Se incorporó y fue al baño a asearse un poco antes de cambiarse y, tras guiñarle un ojo, desaparecer hacia su casa.
El sexo matutino fue enteramente en aquel espacio entre la consciencia y la inconsciencia. Nunca lo había hecho de aquella manera. Ni siquiera borracha, si acaso con algunas copas encima, por lo que la sensación fue de gusto y bastante satisfacción hasta el último instante. Hubiera preferido dormir más, pero había sido una buena manera de despertarla. Realmente buena. Cuando ambos terminaron, no tuvo fuerzas para retener al contrario, que tomó su tiempo acicalándose antes de irse a trabajar. Le respondió aquel guiño con un beso al aire, volviendo a dormirse con una sonrisa en los labios.
Se levantó un par de horas más tarde. Cuando trató de estirarse fue cuando se dio cuenta de lo adolorida que estaba, sobre todo del pecho y las caderas. Se quejó profundamente cuando se levantó para darse una ducha nuevamente, dejando que el agua caliente aliviara sus dolores. Se peinó y vistió con cuidado, bajando después a la cocina con algo de hambre. Normalmente lavaba los platos y todo por ella misma, pero aquel día no estaba por la lavor. Tras soltar un hechizo y dejarlos lavándose a sí mismos, tomó un poco de fruta del refrigerador y puso agua a calentar. Sacó de uno de los gabinetes de la cocina un envase de cristal. Quitó la tapa y, con una cucharilla, sacó la cantidad precisa de hierbas secas, molidas y mezcladas que hacía de vez en cuando. En una taza, preparó su té con cuidado. Al probarlo, le pareció que le había quedado un poco flojo, pero lo bebió a sabiendas de que la cantidad era la necesaria. Tras un desayuno pequeño basado en frutas y bayas, salió de casa. Tenía demasiado que preparar aquel día.
Se levantó un par de horas más tarde. Cuando trató de estirarse fue cuando se dio cuenta de lo adolorida que estaba, sobre todo del pecho y las caderas. Se quejó profundamente cuando se levantó para darse una ducha nuevamente, dejando que el agua caliente aliviara sus dolores. Se peinó y vistió con cuidado, bajando después a la cocina con algo de hambre. Normalmente lavaba los platos y todo por ella misma, pero aquel día no estaba por la lavor. Tras soltar un hechizo y dejarlos lavándose a sí mismos, tomó un poco de fruta del refrigerador y puso agua a calentar. Sacó de uno de los gabinetes de la cocina un envase de cristal. Quitó la tapa y, con una cucharilla, sacó la cantidad precisa de hierbas secas, molidas y mezcladas que hacía de vez en cuando. En una taza, preparó su té con cuidado. Al probarlo, le pareció que le había quedado un poco flojo, pero lo bebió a sabiendas de que la cantidad era la necesaria. Tras un desayuno pequeño basado en frutas y bayas, salió de casa. Tenía demasiado que preparar aquel día.
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#1 'Embarazo' :
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Después de pasarse la tarde revisando la carne y haciendo todos los informes que le había pedido Amaya sobre los nuevos reclutas, Vishous revisó la hora y decidió ir a bañarse. La curación de Sarah había hecho maravillas pero tenía alguna magulladura en el costado, otra en el pómulo izquierdo y algo de molestia general. Se duchó y se vistió de forma casual, un jean y una camiseta, se puso una gabardina encima antes de desaparecerse a la casa de Sofía.
Apareció en la entrada, no queriendo invadir más espacio. Tocó la puerta varias veces y esperó a que diera señales de vida, pero al no hacerlo se adentró un poco. Ya conocía la distribución de la casa así que se paró en las escaleras y miró hacia la parte superior -¿Sofía?- Preguntó, proyectando su voz lo suficiente, para que pudiera escucharle. Aunque el patronus le había llegado a su casa cuando recién apareció no se preocupó demasiado, lo de los vidrios sería pan comido para él mismo porque no necesitaba orfebrería sino más bien hacer los paneles. Esperaba que no necesitara nada más. Le había enviado un patronus informándole que pasaría por ella a las 19.30 y hablaría del tema.
La casa estaba un poco más cálida de lo que esperaba y se quitó la gabardina, apoyándosela en el antebrazo izquierdo mientras esperaba pacientemente a que apareciera la descendiente. Le daría cinco minutos, sino iría a por ella al invernadero.
Apareció en la entrada, no queriendo invadir más espacio. Tocó la puerta varias veces y esperó a que diera señales de vida, pero al no hacerlo se adentró un poco. Ya conocía la distribución de la casa así que se paró en las escaleras y miró hacia la parte superior -¿Sofía?- Preguntó, proyectando su voz lo suficiente, para que pudiera escucharle. Aunque el patronus le había llegado a su casa cuando recién apareció no se preocupó demasiado, lo de los vidrios sería pan comido para él mismo porque no necesitaba orfebrería sino más bien hacer los paneles. Esperaba que no necesitara nada más. Le había enviado un patronus informándole que pasaría por ella a las 19.30 y hablaría del tema.
La casa estaba un poco más cálida de lo que esperaba y se quitó la gabardina, apoyándosela en el antebrazo izquierdo mientras esperaba pacientemente a que apareciera la descendiente. Le daría cinco minutos, sino iría a por ella al invernadero.
Tras llevar a Savannah al hospital y verificar que la chica estaba bien en todo sentido, regresó a casa. No tenía mucho caso el regresar al invernadero y no le preocupaba tantísimo el problema con los cristales como para ir a arreglarlo de manera temporal. Se escaparía la temperatura unos grados, quizás muchos, pero las plantas estarían bien si hacía algunas adecuaciones los nutrientes el día de mañana. Dicho aquello, se recostó para tratar que el mareo se le quitara y poder dejar de pensar en todo lo que Savannah le había dicho. Para el final de la tarde, había logrado dormir un par de horas y se había levantado para cambiarse y arreglarse el cabello.
Escuchó el toque de la puerta, pero estaba bastante liada terminando de colocarse las botas hasta la rodilla que imaginó que el contrario sabría abrir la puerta. Cuando escuchó su nombre, por fin se levantó airosa y se dio un rápido vistazo al espejo antes de responderle.- Bajo en un minuto.- Supuso que la escucharía. Después de repasarse con la mirada, se fue a su armario, sacó un abrigo largo y se lo colocó junto a los guantes, tomándo su bolso para finalmente salir de la habitación.
Bajó las escaleras airosa, aunque sin la alegre sonrisa que siempre llevaba. Savannah la había tocado demasiado si aún no podía recomponerse, esperaba que el vino le nublara un poco el juicio. Sin embargo, no esperaba la visión que la esperaba debajo. Se detuvo en el último escalón, tomando el rostro del contrario entre las manos con todo el cuidado y la sorpresa del mundo.- Cariño, ¿qué ha ocurrido? ¿Esto fue un entrenamiento? - Murmuró inspeccionando la lesión, girando nuevamente para subir las escaleras con premura. De detrás de la barra sacó un gabinete con frascos pequeños y seleccionó tres, quitándose un guante para calentar uno entre sus dedos antes de volver a bajar.- ¿Ya fuiste al hospital? - Abrió el frasco entre los dedos y se colocó unas gotas del aceite en la punta del pulgar, colocándolo después con mucho cuidado sobre la mejilla del contrario.- Te puedo acompañar si lo deseas.- Murmuró, y tras un corto momento de decisión, desaparecieron de la cabaña juntos.
Escuchó el toque de la puerta, pero estaba bastante liada terminando de colocarse las botas hasta la rodilla que imaginó que el contrario sabría abrir la puerta. Cuando escuchó su nombre, por fin se levantó airosa y se dio un rápido vistazo al espejo antes de responderle.- Bajo en un minuto.- Supuso que la escucharía. Después de repasarse con la mirada, se fue a su armario, sacó un abrigo largo y se lo colocó junto a los guantes, tomándo su bolso para finalmente salir de la habitación.
Bajó las escaleras airosa, aunque sin la alegre sonrisa que siempre llevaba. Savannah la había tocado demasiado si aún no podía recomponerse, esperaba que el vino le nublara un poco el juicio. Sin embargo, no esperaba la visión que la esperaba debajo. Se detuvo en el último escalón, tomando el rostro del contrario entre las manos con todo el cuidado y la sorpresa del mundo.- Cariño, ¿qué ha ocurrido? ¿Esto fue un entrenamiento? - Murmuró inspeccionando la lesión, girando nuevamente para subir las escaleras con premura. De detrás de la barra sacó un gabinete con frascos pequeños y seleccionó tres, quitándose un guante para calentar uno entre sus dedos antes de volver a bajar.- ¿Ya fuiste al hospital? - Abrió el frasco entre los dedos y se colocó unas gotas del aceite en la punta del pulgar, colocándolo después con mucho cuidado sobre la mejilla del contrario.- Te puedo acompañar si lo deseas.- Murmuró, y tras un corto momento de decisión, desaparecieron de la cabaña juntos.
Por la tarde, tras recibir el mensaje de la pocionista, el mago aterrizó con la liviandad de una hoja en el suelo de madera frente a la puerta principal. Tocó y esperó contemplando las vistas de los árboles coloreados de bronce o afeitados por el otoño. La luz del día cada vez duraba menos y las noches se hacían más largas conforme se acercaba el invierno para lo cual faltaba menos de un mes.
El viento soplaba raudo y el cielo nublado presagiaba lluvias. Se abrazó a sí mismo porque no se había puesto ningún abrigo y volar con éste clima había sido un gran error. Se miró rápidamente en el reflejo de una de las muchas ventanas para ver que tenía la nariz y las mejillas un poco sonrojadas. Hizo un cuenco de su mano donde sopló, las frotó y se las metió debajo de las axilas para entrar en calor.
El viento soplaba raudo y el cielo nublado presagiaba lluvias. Se abrazó a sí mismo porque no se había puesto ningún abrigo y volar con éste clima había sido un gran error. Se miró rápidamente en el reflejo de una de las muchas ventanas para ver que tenía la nariz y las mejillas un poco sonrojadas. Hizo un cuenco de su mano donde sopló, las frotó y se las metió debajo de las axilas para entrar en calor.
Caminó hasta la puerta en cuanto escuchó que tocaban. Estaba lista para irse al invernadero, pero tenía tiempo para un café y para atender asuntos, tal y como le había llegado en el mensaje aquella manaña. Al abrir, le sonrió a su compañero y caminó hacia la planta baja, donde estaba la cocina, haciéndole una seña para que le acompañara.
Adael, ¿cómo haz estado? Tanto tiempo sin saber de ti. ¿Quieres un café? Estaba a punto de prepararme uno.- Aunque un té seguro que sería más efectivo para levantarla después de tanto tiempo sin tomar. Suspiró, como extrañaba las ciclamenes griegas. Bajó las escaleras y anotó eso en la libreta del refrigerador. Seguro que había alguna semilla y podía hacerla florecer en el invernadero. Estaban en su plena temporada. Después de eso, puso la tetera, añadió algunas hierbas y la dejó infusionar sobre la estufa, señalándole los asientos de la barra a Adael, por si quería sentarse.- ¿Qué ha ocurrido ahora? Siento que últimamente nos vemos solo para las malas noticias.
Adael, ¿cómo haz estado? Tanto tiempo sin saber de ti. ¿Quieres un café? Estaba a punto de prepararme uno.- Aunque un té seguro que sería más efectivo para levantarla después de tanto tiempo sin tomar. Suspiró, como extrañaba las ciclamenes griegas. Bajó las escaleras y anotó eso en la libreta del refrigerador. Seguro que había alguna semilla y podía hacerla florecer en el invernadero. Estaban en su plena temporada. Después de eso, puso la tetera, añadió algunas hierbas y la dejó infusionar sobre la estufa, señalándole los asientos de la barra a Adael, por si quería sentarse.- ¿Qué ha ocurrido ahora? Siento que últimamente nos vemos solo para las malas noticias.
La cálida sonrisa de la pelirroja lo recibió cuando la puerta se abrió, a lo que respondió con un alegre gesto antes de entrar obedeciendo su seña y cerrando la puerta detrás de él encontrando refugio, al fin, del viento. -Me encantaría un café, muchas gracias. He estado bien, ya sabes, trabajando... intentando encontrar el balance en la vida.- La siguió rumbo a la planta baja, bajando las escaleras y contempló el río a través del ventanal. El joven se veía apagado, los sentimientos que no sabía verbalizar seguían ahí, ejerciendo presión en su pecho.
-He estado mejor, la verdad.- Que el Consejo, que los robots, que los Pendragon, que su familia, que las pesadillas, etcétera. -Las clases y las investigaciones me distraen.- Dijo suspirando cansado. -Aunque no es por presumir, pero los jardines y los campos quedaron magníficos, hacemos un buen equipo ¡Oh!¡Y la boda!¡La decoración!¡Fantástica! Cada vez te superas más a ti misma.- No había podido felicitarla antes así que aprovechó la ocasión y, de paso, cambiaba de tema a uno que lo animaba más. -¿Y tu?¿Cómo estás?- Le preguntó.
Se sentó en una de las sillas de la barra y se acomodó derecho para explicarle lo que sucedía. -La sobrepoblación actualmente en la isla es una realidad, estamos cerca de superar la capacidad de alojamiento y estamos trabajando en los planos de más hogares, pero…- Lo siguiente sería difícil para la mujer sabiendo lo mucho que amaba la naturaleza así que se detuvo a pensar en cómo decirlo con tacto. -Seguramente vamos a tener que sacrificar áreas verdes para ello.- Esas quizás no habían sido las palabras más adecuadas, pero continuó. -Y los campesinos están preocupados porque dicen que no habrá suficiente comida para atravesar el invierno.-
-He estado mejor, la verdad.- Que el Consejo, que los robots, que los Pendragon, que su familia, que las pesadillas, etcétera. -Las clases y las investigaciones me distraen.- Dijo suspirando cansado. -Aunque no es por presumir, pero los jardines y los campos quedaron magníficos, hacemos un buen equipo ¡Oh!¡Y la boda!¡La decoración!¡Fantástica! Cada vez te superas más a ti misma.- No había podido felicitarla antes así que aprovechó la ocasión y, de paso, cambiaba de tema a uno que lo animaba más. -¿Y tu?¿Cómo estás?- Le preguntó.
Se sentó en una de las sillas de la barra y se acomodó derecho para explicarle lo que sucedía. -La sobrepoblación actualmente en la isla es una realidad, estamos cerca de superar la capacidad de alojamiento y estamos trabajando en los planos de más hogares, pero…- Lo siguiente sería difícil para la mujer sabiendo lo mucho que amaba la naturaleza así que se detuvo a pensar en cómo decirlo con tacto. -Seguramente vamos a tener que sacrificar áreas verdes para ello.- Esas quizás no habían sido las palabras más adecuadas, pero continuó. -Y los campesinos están preocupados porque dicen que no habrá suficiente comida para atravesar el invierno.-
Siempre el balance es lo más importante, que mejor.- Murmuró una vez en la cocina, prendiendo también la cafetera. Fue por un par de tazas que con tranquilidad bajó de un cabinete y le agregó a la suya un par de gotas de un aceite esencial que aromatizaba el té de una manera maravillosa.
Escuchó lo que el contrario le decía con viveza, sontiendo a lo de las clases, aunque en efecto, sentía que había días en los que estaba más vivaracho que otros.- Oh, lo de la boda no lo habría logrado sin tu ayuda y la de tus estudiantes. Hemos terminado a tiempo con las flores por un pelo, estaba a punto de cambiar todo por orquídeas y pasar de todo. Tuvimos que dormir con ellas un par de noches para estarlas nutriendo constantemente. Fueron todo un reto, pero uno superado con creces, si puedo alardear.- Bromeó sonriendo, sirviendo el café para Adael, acercándole los complementos para que lo tomara como quisiera y después sirviéndose su té mientras respondía.- Bien. Aún cansada desde la boda, a decir verdad. Fue extenuante, pero las clases hacen que los días se vuelvan cortos. Es muy entretenido.
Cuando lo vio tan recto, supo que la parte del trabajo había llegado. Cogió su té y se mantuvo recargada en la barra frente a él. Era una barra ancha, así que tenían espacio de sobra. Escuchó asintiendo. Entendía el problema de la sobrepoblación y habían estado hablando de eso antes. Básicamente, en lo que trataba de comida, era cuestión de ellos dos resolverlo. Sin embargo...
El comentario del contrario no le gustó. No pudo evitar mirarle con una fulminante incredulidad mientras le interrumpía.- ¿Seguramente? - Le cuestionó la palabra con toda autoridad, incrédula de lo que mencionaba, como si aquello fuera ya un tema tratado en algún lugar y solo le estuvieran avisando, así lo sentía. Era la primera vez que lo escuchaba y le parecía indignante.- ¿Y eso quien lo ha decidido? El Consejo se rige para estas cuestiones. Somos magos, Adael, solo tenemos que poner un pasillo con puertas y hacer el resto. No tenemos que regirnos a lo que dictan las casas de la superficie, la gente no va a estar aquí por siempre y dejaron de llegar refugiados hace un tiempo. El resto están con la pila ya puesta.- Dijo con evidente molestia, dejándole terminar de hablar para que lo hiciera libremente.
Eso es si llegamos al invierno.- Aún no iniciaba la temporada, seguían en otoño, cabía recalcar. Masculló, bebiendo de su té, mirando al lago porque estaba mosqueada por la insinuación siquiera de que le quitaran espacio.- El bosque ya tiene inquilinos, hay criaturas mágicas aqui, no vamos a hacer más pequeño su habitat solo porque arbitrariamente hemos decidido favorecer a las razas de magos y humanos. No son casas lo que deberíamos estar construyendo, eso es un lujo. Tenemos que cuidar el equilibrio. La isla no es una zona residencial.- Murmuró, aún ofuscada, pero con un tono de voz tranquilo y garante. Pasó a enfocarse mejor al siguiente tema.- Mira, de los campesinos no me preocupo. Ya he estado trabajando en cómo hacer crecer las plantas con mejores rendimientos y en crear el clima propicio, evitar que ocurran heladas imprevistas que terminen por arruinarlos y evitar la plaga. Cuando aren las tierras necesitan llamarme para poder aplicar el fertilizante. Lo hicimos con los tallos de las gardenias, así que tenemos de sobra.
Escuchó lo que el contrario le decía con viveza, sontiendo a lo de las clases, aunque en efecto, sentía que había días en los que estaba más vivaracho que otros.- Oh, lo de la boda no lo habría logrado sin tu ayuda y la de tus estudiantes. Hemos terminado a tiempo con las flores por un pelo, estaba a punto de cambiar todo por orquídeas y pasar de todo. Tuvimos que dormir con ellas un par de noches para estarlas nutriendo constantemente. Fueron todo un reto, pero uno superado con creces, si puedo alardear.- Bromeó sonriendo, sirviendo el café para Adael, acercándole los complementos para que lo tomara como quisiera y después sirviéndose su té mientras respondía.- Bien. Aún cansada desde la boda, a decir verdad. Fue extenuante, pero las clases hacen que los días se vuelvan cortos. Es muy entretenido.
Cuando lo vio tan recto, supo que la parte del trabajo había llegado. Cogió su té y se mantuvo recargada en la barra frente a él. Era una barra ancha, así que tenían espacio de sobra. Escuchó asintiendo. Entendía el problema de la sobrepoblación y habían estado hablando de eso antes. Básicamente, en lo que trataba de comida, era cuestión de ellos dos resolverlo. Sin embargo...
El comentario del contrario no le gustó. No pudo evitar mirarle con una fulminante incredulidad mientras le interrumpía.- ¿Seguramente? - Le cuestionó la palabra con toda autoridad, incrédula de lo que mencionaba, como si aquello fuera ya un tema tratado en algún lugar y solo le estuvieran avisando, así lo sentía. Era la primera vez que lo escuchaba y le parecía indignante.- ¿Y eso quien lo ha decidido? El Consejo se rige para estas cuestiones. Somos magos, Adael, solo tenemos que poner un pasillo con puertas y hacer el resto. No tenemos que regirnos a lo que dictan las casas de la superficie, la gente no va a estar aquí por siempre y dejaron de llegar refugiados hace un tiempo. El resto están con la pila ya puesta.- Dijo con evidente molestia, dejándole terminar de hablar para que lo hiciera libremente.
Eso es si llegamos al invierno.- Aún no iniciaba la temporada, seguían en otoño, cabía recalcar. Masculló, bebiendo de su té, mirando al lago porque estaba mosqueada por la insinuación siquiera de que le quitaran espacio.- El bosque ya tiene inquilinos, hay criaturas mágicas aqui, no vamos a hacer más pequeño su habitat solo porque arbitrariamente hemos decidido favorecer a las razas de magos y humanos. No son casas lo que deberíamos estar construyendo, eso es un lujo. Tenemos que cuidar el equilibrio. La isla no es una zona residencial.- Murmuró, aún ofuscada, pero con un tono de voz tranquilo y garante. Pasó a enfocarse mejor al siguiente tema.- Mira, de los campesinos no me preocupo. Ya he estado trabajando en cómo hacer crecer las plantas con mejores rendimientos y en crear el clima propicio, evitar que ocurran heladas imprevistas que terminen por arruinarlos y evitar la plaga. Cuando aren las tierras necesitan llamarme para poder aplicar el fertilizante. Lo hicimos con los tallos de las gardenias, así que tenemos de sobra.
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