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Había conseguido serenarse y deshacerse de la apatía que lo invadió, se encontraba acostado sobre la verde hierba boca arriba apoyando su cabeza sobre sus manos y con una brizna de heno que masticaba, sobresaliendo de su boca. Las ovejas lo rodeaban mientras pastaban tranquilamente al tiempo que él contemplaba los colores del amanecer en el cielo. En eso, la peluda cabeza de Azlan sobresalió de entre la lana de las ovejas, sus orejas y sus grandes ojos alineados hacia la zona de las montañas del dragón y unos momentos después el mago escucho unos fuertes rugidos de las milenarias criaturas aladas.
Las ovejas se pusieron nerviosas y comenzaron a correr espantadas, pero el maestro elementarista consiguió volver a reunirlas entre silbidos y un poco de magia elemental de la tierra hasta dejarlas en un corral seguro. Su misión era ampliar los campos de cultivos, entonces habría que sacrificar parte de la zona inexplorada o crear más isla. Para ésto necesitaba el concejo de alguno de sus colegas así que envió un mensaje con el patronus de una nutria a Sarah Darwin y a Sofía Dióscorides.
Las ovejas se pusieron nerviosas y comenzaron a correr espantadas, pero el maestro elementarista consiguió volver a reunirlas entre silbidos y un poco de magia elemental de la tierra hasta dejarlas en un corral seguro. Su misión era ampliar los campos de cultivos, entonces habría que sacrificar parte de la zona inexplorada o crear más isla. Para ésto necesitaba el concejo de alguno de sus colegas así que envió un mensaje con el patronus de una nutria a Sarah Darwin y a Sofía Dióscorides.
Me levanté con la última hora de la noche para prepararme para las tareas que, desde hace unos meses atrás, el descendiente Adael me había empezado a asignar. Desde que pude contactar con él comencé a trabajar duro con las tareas de elementarista de agua, y qué mejor para hacerlo que el mismísimo descendiente de Moisés.
Estaban siendo días muy tranquilos de tranquilidad mental. Lo bueno de no tener que estar con Adele a la oreja con el run run de la conquista mundial y no sé cuántas cosas más. No sé de dónde saca tanta energía para seguir con esa lucha infructífera y agotadora, si está claro que no va a llevar a nada. Hablar con el canijo del antiguo ministro de criaturas me hizo pensar en que todavía podía convertirme en un elemento útil de la sociedad.
Dejé mi macuto en una piedra cerca de los campos de cultivos. Linneo se acurrucó al lado, no le había hecho mucha gracia que le despertara tan pronto para ir a regar. Me subí a una piedra para localizar un pequeño arroyo cercano. Los dragones rugían de fondo, pero no les presté gran atención. Con suavidad alcé una bola de agua de un arroyo cercano por encima de mi cabeza y la hice estallar en mil gotitas, que con suavidad fueron cayendo en las hojas todavía frescas de los campos de cultivos. Me dejé empapar por la lluvia de primera hora de la mañana.
Lo que me sorprendió es ver dos patronus saliendo de entre un rebaño de ovejas -¿Desde cuándo las ovejas mandan patronus?-Pensé en voz alta. El perro también miró a aquel rebaño con cara de extrañeza. Cogí mis cosas y me acerqué extrañado seguido de Linneo que olisqueaba el aire, no esperando encontrarme al descendiente al que, posiblemente, le haya empapado como me he empapado yo. Junto las palmas de la mano y no paro de disculparme por no haberle visto antes.
Estaban siendo días muy tranquilos de tranquilidad mental. Lo bueno de no tener que estar con Adele a la oreja con el run run de la conquista mundial y no sé cuántas cosas más. No sé de dónde saca tanta energía para seguir con esa lucha infructífera y agotadora, si está claro que no va a llevar a nada. Hablar con el canijo del antiguo ministro de criaturas me hizo pensar en que todavía podía convertirme en un elemento útil de la sociedad.
Dejé mi macuto en una piedra cerca de los campos de cultivos. Linneo se acurrucó al lado, no le había hecho mucha gracia que le despertara tan pronto para ir a regar. Me subí a una piedra para localizar un pequeño arroyo cercano. Los dragones rugían de fondo, pero no les presté gran atención. Con suavidad alcé una bola de agua de un arroyo cercano por encima de mi cabeza y la hice estallar en mil gotitas, que con suavidad fueron cayendo en las hojas todavía frescas de los campos de cultivos. Me dejé empapar por la lluvia de primera hora de la mañana.
Lo que me sorprendió es ver dos patronus saliendo de entre un rebaño de ovejas -¿Desde cuándo las ovejas mandan patronus?-Pensé en voz alta. El perro también miró a aquel rebaño con cara de extrañeza. Cogí mis cosas y me acerqué extrañado seguido de Linneo que olisqueaba el aire, no esperando encontrarme al descendiente al que, posiblemente, le haya empapado como me he empapado yo. Junto las palmas de la mano y no paro de disculparme por no haberle visto antes.
Miraba pensativo los límites del campo de cultivo con una mano sobre su corta barba de chivo cuando de un momento a otro se encontró empapado. Ya de pié escupió el dorado y empapado tallo de heno, miró hacia arriba buscando nubarrones de lluvia, pero en su lugar encontró a muchos dragones yendo hacia la montaña del dragón, miró a la derecha encontrando más campo y miró a la izquierda en dirección al arroyo encontrando al responsable disculpándose. Le dedicó una leve sonrisa, juntó sus palmas y se inclinó levemente aceptando sus disculpas.
-Hola Benjamin. Me da gusto verte cumpliendo tus responsabilidades, pero regarme no va a hacer que crezca más.- Bromeó para luego sacarse la excesiva humedad con su magia sobre el agua hasta volver a encontrarse seco. Salió del rebaño y cerró la puerta del corral detrás de él para acercarse al otro mago fijándose en su perruno acompañante.
-¿Es tuyo?¿Cómo se llama?- Preguntó refiriéndose al perro de pelaje oscuro.
-¿Ya te presenté a Azlan? Aún es un cachorro.- Dijo refiriéndose al pequeño kneazle que se acercaba al perro con precaución para olisquearlo. Sintió algo de temor porque el can ciertamente podía comérselo de un bocado, pero esperaba poder apartarlos si algo malo sucedía.
-Hola Benjamin. Me da gusto verte cumpliendo tus responsabilidades, pero regarme no va a hacer que crezca más.- Bromeó para luego sacarse la excesiva humedad con su magia sobre el agua hasta volver a encontrarse seco. Salió del rebaño y cerró la puerta del corral detrás de él para acercarse al otro mago fijándose en su perruno acompañante.
-¿Es tuyo?¿Cómo se llama?- Preguntó refiriéndose al perro de pelaje oscuro.
-¿Ya te presenté a Azlan? Aún es un cachorro.- Dijo refiriéndose al pequeño kneazle que se acercaba al perro con precaución para olisquearlo. Sintió algo de temor porque el can ciertamente podía comérselo de un bocado, pero esperaba poder apartarlos si algo malo sucedía.
Guardia Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La avanzada bajó por las montañas a buen paso. Desde los campos se podía observar la gran masa negra sobre la superficie nevada. Portaban estandartes y varios dragones les acompañaban.
Cuando llegaron al límite de los campos, se adentraron en ellos y comenzaron a establecer un campamento. Tal y como se les había ordenado.
Una reguera de tiendas con encantamientos agrandadores se posaron en los dorados prados de trigo. Varios guardias se encargaron de las defensas del campamento mientras otros se ocupaban de conseguir bebida y otros tantos comenzaban a asar comida en las improvisadas hogueras que se repartían por la zona ocupada.
A lo lejos se podían oír las risas y el sonido del gentío en general, además del sonido de las armas chocando entre sí. Entrenaban a la espera de nuevas instrucciones y de la llegada de su regente.
Cuando llegaron al límite de los campos, se adentraron en ellos y comenzaron a establecer un campamento. Tal y como se les había ordenado.
Una reguera de tiendas con encantamientos agrandadores se posaron en los dorados prados de trigo. Varios guardias se encargaron de las defensas del campamento mientras otros se ocupaban de conseguir bebida y otros tantos comenzaban a asar comida en las improvisadas hogueras que se repartían por la zona ocupada.
A lo lejos se podían oír las risas y el sonido del gentío en general, además del sonido de las armas chocando entre sí. Entrenaban a la espera de nuevas instrucciones y de la llegada de su regente.
Me alegró de sobremanera que el descendiente Adael no se enfadara con mi persona. De haber sido un BK, seguramente ya estuviese mordiendo el polvo. Pero, al menos este descendiente en concreto, era paz y tranquilidad. Me pregunté si es de las típicas personas que en algún momento podrían estallar en ira desenfrenada. A pesar de ello, volví a pedirle disculpas y más porque acababa de hacer un chascarrillo con el pequeño accidente -De verdad que lo siento. No le había visto con las ovejas, culpa mía por no estar más atento-
Lejos de enfadarse o hacer cuestiones raras, directamente me preguntó por el perro. -Se llama Linneo. Es mi mejor amigo desde que toda mi familia desapareciera. Ha estado siempre conmigo. No podría dejarle en tierra firme con todo lo que ha pasado, quizás ya no quede ni casa a la que volver…- Me presentó al cachorro gatuno, que en ese momento enredaba con el hocico del perro, que le estudiaba como alzando la ceja sin entender bien qué demonios era esa cosa tan tierna que le hacía carantoñas. Y de un momento a otro, el perro le dio un lametazo al gato que le hizo quedar todo despeinado -Muchos le temen por parecerse mucho a Grim. Pero el único que presagio que puede traer es que tengas que comprarte unos calcetines nuevos porque haya decidido que son su nuevo juguete favorito-
Recogí el petete con las cosas, echando a andar con Adael. Me sentía un poco torpe porque era difícil poder crear una conversación trivial con alguien al que apenas conoces más que de haberte topado con él en contadas ocasiones. El silencio era extraño, al menos por mi parte -Puedo preguntarle, ¿a quién mandaba los patronus? Si necesita ayuda, quizás pueda echarle una mano. Aunque tengo mucho que mejorar todavía, sé algunos truquitos de magia- Avanzamos por un caminito, el típico que sube por las colinas de un cultivo a otro que hubiera que regar. Desde lo alto ya se escuchaban ruidos que no coincidían con el día a día de la isla: los choques de espadas, el gentío… ¿Quién madruga tanto para venir a hacer nada en los cultivos? -¿Un campamento? ¿Desde cuándo hay un campamento aquí?- Arqueé la ceja, sin entender nada. -¿Esto tiene algo que ver con la academia?- Los estandartes de dragones ondeaban en los postes, mientras que los de verdad rugían sobre nuestras cabezas. Lo malo de estar en un sitio como los campos de cultivo es que hay poco espacio para poder esconderse, espiar, de modo que si nos descubren, lo mejor será hacerse el sueco y decir que somos población local. Pastores. Eso, pastores.
Lejos de enfadarse o hacer cuestiones raras, directamente me preguntó por el perro. -Se llama Linneo. Es mi mejor amigo desde que toda mi familia desapareciera. Ha estado siempre conmigo. No podría dejarle en tierra firme con todo lo que ha pasado, quizás ya no quede ni casa a la que volver…- Me presentó al cachorro gatuno, que en ese momento enredaba con el hocico del perro, que le estudiaba como alzando la ceja sin entender bien qué demonios era esa cosa tan tierna que le hacía carantoñas. Y de un momento a otro, el perro le dio un lametazo al gato que le hizo quedar todo despeinado -Muchos le temen por parecerse mucho a Grim. Pero el único que presagio que puede traer es que tengas que comprarte unos calcetines nuevos porque haya decidido que son su nuevo juguete favorito-
Recogí el petete con las cosas, echando a andar con Adael. Me sentía un poco torpe porque era difícil poder crear una conversación trivial con alguien al que apenas conoces más que de haberte topado con él en contadas ocasiones. El silencio era extraño, al menos por mi parte -Puedo preguntarle, ¿a quién mandaba los patronus? Si necesita ayuda, quizás pueda echarle una mano. Aunque tengo mucho que mejorar todavía, sé algunos truquitos de magia- Avanzamos por un caminito, el típico que sube por las colinas de un cultivo a otro que hubiera que regar. Desde lo alto ya se escuchaban ruidos que no coincidían con el día a día de la isla: los choques de espadas, el gentío… ¿Quién madruga tanto para venir a hacer nada en los cultivos? -¿Un campamento? ¿Desde cuándo hay un campamento aquí?- Arqueé la ceja, sin entender nada. -¿Esto tiene algo que ver con la academia?- Los estandartes de dragones ondeaban en los postes, mientras que los de verdad rugían sobre nuestras cabezas. Lo malo de estar en un sitio como los campos de cultivo es que hay poco espacio para poder esconderse, espiar, de modo que si nos descubren, lo mejor será hacerse el sueco y decir que somos población local. Pastores. Eso, pastores.
Un patronus con forma de pinzón azul del Teide llega volando hasta Adael. Se posa suave en su hombro y le remite un mensaje:
Y tras informar del mal augurio, se desvanece.
Adael. No puedo ir ahora. Os estoy viendo desde los cielos. Me llevo a los dragones de la isla, hay una magia extraña que les está controlando en la montaña del dragón.
Se avecinan problemas, Adael. Un extraño cortejo ha descendido desde las montañas y se ha asentado en las lindes de los cultivos. Hay traidores en las firlas de los Guardias de Ouroboros. Protege tus espaldas hasta de tu propia sombra. Temo que la paz de Ouroboros esté a punto de irse al traste...
Y tras informar del mal augurio, se desvanece.
El joven maestro le dedico un relajado gesto al otro con la mano para que pierda cuidado, un incidente lo podía tener cualquiera, Adael mismo tuvo muchos incidentes y el otro ya se había disculpado, así que todo resuelto. La tristeza lo atravesó al escuchar la historia del perro y sus cejas se unieron en una expresión de pesar. La sola idea de perder a toda su familia y no tener a la isla de Ouroboros le oprimió el pecho.
Contuvo la respiración al ver lo cerca que Azlan se encontraba del hosico de Linneo pero expulsó el aire que contenía al verlos llevarse bien. El pequeño felino frotó su lomo contra una pata del perro cariñosamente un par de veces para luego encontrarse con la cola del can e hipnotizarse con su movimiento y lanzarse a por ella para jugar. Rio ante el comentario del otro sobre los calcetines y comenzó a caminar junto a él.
-Envie un mensaje para Sarah Darwin y otro para Sofía Dioscorides… aunque creo que también debería mandar a Da Vinci… porque el concejo me otorgó la misión de ampliar los campos de cultivos y se me ocurre que podría redistribuir la tierra de debajo de la isla para ampliar la zona, pero no sé si ello afectaría la flotabilidad de la isla, también se me ocurrió sacrificar parte del bosque Darwin que linda con los campos, pero le debería preguntar a Sarah y el concejo de Sofía me serviría también para distinguir la tierra fértil de la que no lo es.- Explico mientras caminaban
-Los miembros del Concejo estamos preocupados por el aumento de población en Ouroboros y queremos asegurarnos de que todos tengan comida. Sin mencionar que el invierno se encuentra próximo… Hey… ¿Crees que puedas hacer algo que cubra los cultivos del viento invernal y que mantenga el calor adentro?- Le pregunto mirándolo. Siguió la dirección de la mirada del otro porque los sonidos extraños le pasaron inadvertidos debido a su sordera.
Miró el campamento con el ceño fruncido, negó con la cabeza en respuesta a la pregunta sobre si aquello tenía algo que ver con la Academia, de ser así el joven maestro estaría enterado… ¿Verdad? El mensaje de Sarah lo preocupó.
-Ve a refugiarte Benjamin y no confies en nada y en nadie más que en Linneo.- Le dijo para luego avanzar por el camino hasta llegar lo más cerca y adentro del campamento que le fue posible y alzarse en un remolino de dos metros de alto con su magia sobre el aire para encontrarse a la vista de todos los presentes.
-¿Quién se encuentra a cargo de ésto?- Amplifico su voz para que todos lo escuchen con la ayuda de la magia sobre el aire.
Contuvo la respiración al ver lo cerca que Azlan se encontraba del hosico de Linneo pero expulsó el aire que contenía al verlos llevarse bien. El pequeño felino frotó su lomo contra una pata del perro cariñosamente un par de veces para luego encontrarse con la cola del can e hipnotizarse con su movimiento y lanzarse a por ella para jugar. Rio ante el comentario del otro sobre los calcetines y comenzó a caminar junto a él.
-Envie un mensaje para Sarah Darwin y otro para Sofía Dioscorides… aunque creo que también debería mandar a Da Vinci… porque el concejo me otorgó la misión de ampliar los campos de cultivos y se me ocurre que podría redistribuir la tierra de debajo de la isla para ampliar la zona, pero no sé si ello afectaría la flotabilidad de la isla, también se me ocurrió sacrificar parte del bosque Darwin que linda con los campos, pero le debería preguntar a Sarah y el concejo de Sofía me serviría también para distinguir la tierra fértil de la que no lo es.- Explico mientras caminaban
-Los miembros del Concejo estamos preocupados por el aumento de población en Ouroboros y queremos asegurarnos de que todos tengan comida. Sin mencionar que el invierno se encuentra próximo… Hey… ¿Crees que puedas hacer algo que cubra los cultivos del viento invernal y que mantenga el calor adentro?- Le pregunto mirándolo. Siguió la dirección de la mirada del otro porque los sonidos extraños le pasaron inadvertidos debido a su sordera.
Miró el campamento con el ceño fruncido, negó con la cabeza en respuesta a la pregunta sobre si aquello tenía algo que ver con la Academia, de ser así el joven maestro estaría enterado… ¿Verdad? El mensaje de Sarah lo preocupó.
-Ve a refugiarte Benjamin y no confies en nada y en nadie más que en Linneo.- Le dijo para luego avanzar por el camino hasta llegar lo más cerca y adentro del campamento que le fue posible y alzarse en un remolino de dos metros de alto con su magia sobre el aire para encontrarse a la vista de todos los presentes.
-¿Quién se encuentra a cargo de ésto?- Amplifico su voz para que todos lo escuchen con la ayuda de la magia sobre el aire.
A primera hora de la mañana, voló a poca altura en su alfombra mágica hacia los campos de cultivo. No tenía la intención de levantarse a horas tan tempranas, por lo menos no hasta que el patronus de Adael llegó hasta los pies de su cama, despertándole tan cansada noche. No había más que hacer, sabía que su colega era un hiperactivo y que ella misma se había puesto la soga al cuello al decir que ella también lidiaría con los campos. Sin más preámbulos, se acercó al lugar, aunque justo a tiempo para ver como comenzaban a asentarse soldados y más soldados a la orilla de los campos de cultivo.
¿Qué era aquello? No tenía idea, pero podía ver a Adael acercándose a ellos. Sayid, quien más se codeaba con los guardias de Ouroboros, no había mencionado nada sobre aquello. Fue tras él, a pesar de que su sexto sentido le decía que era una mala idea. Gritó su nombre un par de veces antes de que llegara, tratando de distraerlo de aquella maniobra salvaje hasta que no pudo alcanzarlo a tiempo.- Adael, ¿pero qué es esto? - Preguntó desde arriba, viendo la magnitud de aquello que parecía ir desde la cima de la montaña. En los estandartes había algo siniestro que no reconocía muy bien y pero habían sido el presagio de la noche anterior con Desmond. Se habían anunciado con sangre; venían a por más.- Adael, vayamonos. Debemos avisar al Consejo con premura.- Murmuró. No recordaba si los ancestros de Adael habían estado cuando los Pendragon fueron expulsados, pero ella conocía bien la historia. Sin más, envió un mensaje al Consejo. Ahora a ella le tocaba convocarles. A Sayid le envió el primer mensaje y a partir de este le replicó a los 17 restantes. Mantuvo su distancia, a la espera de aquello. Ni con todos los estudiantes de Adael presentes podrían poner una barrera suficiente para mantenerlos a raya. No con los dragones de su lado, y tampoco siendo solo tres por ahí. Se retiró de a poco. Adael sabría lo que hacía si quería meterse en problemas, pero alguien debía pasar el mensaje.
¿Qué era aquello? No tenía idea, pero podía ver a Adael acercándose a ellos. Sayid, quien más se codeaba con los guardias de Ouroboros, no había mencionado nada sobre aquello. Fue tras él, a pesar de que su sexto sentido le decía que era una mala idea. Gritó su nombre un par de veces antes de que llegara, tratando de distraerlo de aquella maniobra salvaje hasta que no pudo alcanzarlo a tiempo.- Adael, ¿pero qué es esto? - Preguntó desde arriba, viendo la magnitud de aquello que parecía ir desde la cima de la montaña. En los estandartes había algo siniestro que no reconocía muy bien y pero habían sido el presagio de la noche anterior con Desmond. Se habían anunciado con sangre; venían a por más.- Adael, vayamonos. Debemos avisar al Consejo con premura.- Murmuró. No recordaba si los ancestros de Adael habían estado cuando los Pendragon fueron expulsados, pero ella conocía bien la historia. Sin más, envió un mensaje al Consejo. Ahora a ella le tocaba convocarles. A Sayid le envió el primer mensaje y a partir de este le replicó a los 17 restantes. Mantuvo su distancia, a la espera de aquello. Ni con todos los estudiantes de Adael presentes podrían poner una barrera suficiente para mantenerlos a raya. No con los dragones de su lado, y tampoco siendo solo tres por ahí. Se retiró de a poco. Adael sabría lo que hacía si quería meterse en problemas, pero alguien debía pasar el mensaje.
Guardia Pendragon
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Alineamiento
Ocupación
Bando
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Edad
Nacionalidad
El asentamiento crecía en número y se extendía más allá de la vista. Varios guardias con ropajes diversos controlaban la empalizada principal.
Algunos tenían rasgos muy diferentes de los caucásicos, que componían la mayoría de los soldados.
En el interior el ambiente pasaba desde el jolgorio a la más absoluta concentración, pero en ninguno de ellos se reflejaba miedo.
Varios estandartes ondeaban al viento de otoño. No todos pertenecientes al mismo reino. Junto a las banderas de Pendragón las siguientes en número mostraban un cuervo, también había telas rojas rasgadas por doquier y varios estandartes rígidos con la forma de un ojo.
Los arqueros tensaron las cuerdas apuntando al objeto que se movía en el cielo, a lo lejos. Y poco después todos escucharon una voz.
Tras varios minutos sin dar respuesta, varios guardias aparecieron en lo alto de la empalizada, observando desde lo alto al hombre que había preguntado. Los arqueros seguían persiguiendo a la mujer de la alfombra voladora con sus arcos.
Entre aquellos guardias emergió un hombre de baja estatura y ropajes contrastados a los de los guardias.
Cruzó sus brazos observando al hombre. Sin embargo no hizo más que esbozar una sonrisa entre sus dientes.
Algunos tenían rasgos muy diferentes de los caucásicos, que componían la mayoría de los soldados.
En el interior el ambiente pasaba desde el jolgorio a la más absoluta concentración, pero en ninguno de ellos se reflejaba miedo.
Varios estandartes ondeaban al viento de otoño. No todos pertenecientes al mismo reino. Junto a las banderas de Pendragón las siguientes en número mostraban un cuervo, también había telas rojas rasgadas por doquier y varios estandartes rígidos con la forma de un ojo.
Los arqueros tensaron las cuerdas apuntando al objeto que se movía en el cielo, a lo lejos. Y poco después todos escucharon una voz.
Tras varios minutos sin dar respuesta, varios guardias aparecieron en lo alto de la empalizada, observando desde lo alto al hombre que había preguntado. Los arqueros seguían persiguiendo a la mujer de la alfombra voladora con sus arcos.
Entre aquellos guardias emergió un hombre de baja estatura y ropajes contrastados a los de los guardias.
Cruzó sus brazos observando al hombre. Sin embargo no hizo más que esbozar una sonrisa entre sus dientes.
Mientras avanzaba hacia el campamento no pudo escuchar a Sofía llamándolo debido a su sordera parcial, pero se giró al escuchar su pregunta.
-No lo sé, pero pienso averiguarlo.- Respondió mirándola en lo alto para luego continuar acercándose. Escuchó lo que la mujer murmuró, pero no cambió de rumbo. Al llegar pudo vislumbrar, entre otras cosas, varios estandartes, pero hubo uno en particular que lo hizo atragantarse con su saliva. El ojo en los estándares seguía sus movimientos. Había muchas de esas insignias, como había muchas más de otros estilos, pero los ojos dibujados en ellas no se apartaban de él o ¿Era su imaginación?
Buscó apartar la mirada y se encontró con arqueros apuntando hacia Sofía. Aguardó una respuesta tenso hasta que notó movimiento en lo alto de la empalizada. Miró al hombre de baja estatura desde abajo, entorno los ojos al verlo sonreír y se apartó del campamento sin darles la espalda.
-Necesito ponerme al corriente de lo que hablaron durante la reunión.- Le dijo a Sofía desde abajo cuando llegó a su altura. Tomó a Azlan, les dedicó una última mirada a sus ovejas asumiendo que no podría llevarlas a la zona central con él y se retiró de los campos.
-No lo sé, pero pienso averiguarlo.- Respondió mirándola en lo alto para luego continuar acercándose. Escuchó lo que la mujer murmuró, pero no cambió de rumbo. Al llegar pudo vislumbrar, entre otras cosas, varios estandartes, pero hubo uno en particular que lo hizo atragantarse con su saliva. El ojo en los estándares seguía sus movimientos. Había muchas de esas insignias, como había muchas más de otros estilos, pero los ojos dibujados en ellas no se apartaban de él o ¿Era su imaginación?
Buscó apartar la mirada y se encontró con arqueros apuntando hacia Sofía. Aguardó una respuesta tenso hasta que notó movimiento en lo alto de la empalizada. Miró al hombre de baja estatura desde abajo, entorno los ojos al verlo sonreír y se apartó del campamento sin darles la espalda.
-Necesito ponerme al corriente de lo que hablaron durante la reunión.- Le dijo a Sofía desde abajo cuando llegó a su altura. Tomó a Azlan, les dedicó una última mirada a sus ovejas asumiendo que no podría llevarlas a la zona central con él y se retiró de los campos.
Escuché con la atención justa la idea de Adael. La de ampliar la isla. Me parecía que el terreno actual podría estar bien, aunque quizás hubiese que distribuirlo de otra forma. Quizás una isla apartada para los vagos y maleantes, que de esos hay muchos por todas partes. -Reparto de tareas. O cumples, o a la calle- Me encogí de hombros, era lo más justo. Vivir de las rentas estaba bien cuando se podía, pero no era la mejor época, claramente. También pensé en el tema de que quitar tierra de debajo de la propia isla podría hundirla o fracturarla. Ni idea, no sabía cómo funcionaba esto, pero si tuviera que coger material de algún lado lo haría directamente de la superficie. -¿Algo para que sobrevivan al invierno?- Me llevé las manos al bolsillo, pensando -¿Algo así como un invernadero? Quizás se le pueda pedir a alguno de los inventores que hagan uno. Cuatro palitos aquí y allá, se cubre con plástico y ya. Quizás DaVinci sepa cómo poder hacerlo-
El patronus que llegó en ese momento, el contenido y la reacción de Adael le hizo mirarle extrañado. Y mucho más aquello de que me fuera a refugiar. Negué con la cabeza -Si son enemigos, quizás puedas necesitar ayuda. Iré contigo- Avanzamos hasta la fortaleza del campamento. Esa gente construye rápido… La mujer pelirroja se unió a nosotros e intercambiaron un par de opiniones. La conocía poco, pero sabía que se encargaba de las plantas. Sofía, me quería sonar que se llamaba. Desde mi altura poco podía escuchar, pero se podía intuir que la cosa no estaba bien. Linneo empezó a dar vueltas alrededor de nosotros, claramente incómodo, como presagio de que algo podría ocurrir de un momento a otro.
El oriental se asomó desde lo alto de la empalizada y nos dedicó una extraña sonrisa que hizo huir a Adael. Quedé plantado en el sitio, viendo cómo se largaba de allí. Volví a mirar al señor del campamento. Alcé las manos demostrando que no veníamos con idea de atacar -Solo queremos saber quiénes son las personas encargadas del campamento. Si es idea de la Guardia o qué-
El patronus que llegó en ese momento, el contenido y la reacción de Adael le hizo mirarle extrañado. Y mucho más aquello de que me fuera a refugiar. Negué con la cabeza -Si son enemigos, quizás puedas necesitar ayuda. Iré contigo- Avanzamos hasta la fortaleza del campamento. Esa gente construye rápido… La mujer pelirroja se unió a nosotros e intercambiaron un par de opiniones. La conocía poco, pero sabía que se encargaba de las plantas. Sofía, me quería sonar que se llamaba. Desde mi altura poco podía escuchar, pero se podía intuir que la cosa no estaba bien. Linneo empezó a dar vueltas alrededor de nosotros, claramente incómodo, como presagio de que algo podría ocurrir de un momento a otro.
El oriental se asomó desde lo alto de la empalizada y nos dedicó una extraña sonrisa que hizo huir a Adael. Quedé plantado en el sitio, viendo cómo se largaba de allí. Volví a mirar al señor del campamento. Alcé las manos demostrando que no veníamos con idea de atacar -Solo queremos saber quiénes son las personas encargadas del campamento. Si es idea de la Guardia o qué-
Observó con curiosidad y preocupación las flechas que se habían tensado en su dirección, retrocediendo un poco al constatar que, en efecto, aquel ejército no tenía nada de amigo. Permitió que Adael se alejara mientras esperaba respuesta al mensaje que había enviado al Consejo.
Un contingente de soldados desconocidos y contrarios está ocupando los campos de cultivos.
Aún cuando fue el primero en acercarse, y que por culpa suya staban ahí, Adael tomó a su cachorro y se largó dejándola boquiabierta mientras le veía alejarse. Se quedó solo porque no quería que mataran al joven que había seguido al elementarista.- Me parece buena idea alejarnos de este lugar, caballero.- Murmuró, tratando de absorber en la memoria todos los estandartes y las peculiaridades de aquel ejército. Los dragones, los rasgos de los soldados, todo era extraño ante su mirada. Envió otro mensaje, apremiando la reunión, pues no podía quedarse aquello así. Veía aquel ejército interminable y, a como lo veía, tenían una posición de ventaja frente a ellos.- Vámonos de aquí. Esto no tiene nada que ver con la guardia de Ouroboros, tenemos que avisar al consejo.
Un contingente de soldados desconocidos y contrarios está ocupando los campos de cultivos.
Aún cuando fue el primero en acercarse, y que por culpa suya staban ahí, Adael tomó a su cachorro y se largó dejándola boquiabierta mientras le veía alejarse. Se quedó solo porque no quería que mataran al joven que había seguido al elementarista.- Me parece buena idea alejarnos de este lugar, caballero.- Murmuró, tratando de absorber en la memoria todos los estandartes y las peculiaridades de aquel ejército. Los dragones, los rasgos de los soldados, todo era extraño ante su mirada. Envió otro mensaje, apremiando la reunión, pues no podía quedarse aquello así. Veía aquel ejército interminable y, a como lo veía, tenían una posición de ventaja frente a ellos.- Vámonos de aquí. Esto no tiene nada que ver con la guardia de Ouroboros, tenemos que avisar al consejo.
Guardia Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Al ver que el mago huyó, el hombre de pequeña estatura empezó a reír con fuerza, que fue acompañada de más risa por parte de los guardias que le acompañaban.
Se divertían, igual que en el interior del campamento se estaban divirtiendo con los pocos granjeros y aldeanos que habían encontrado por el camino. Varias casas habían sido ocupadas, así como ahora estaban comiendo su ganado y cosechas.
Los soldados bajo el estandarte del cuervo además se habían procurado un buen botín del poco oro que poseía aquella gente y también disfrutaba de sus mujeres.
La mujer de la alfombra voladora seguía observándoles. Observar estaba bien, era necesario.
El otro hombre se acercó y el hombre que estaba al frente de la empalizada mandó callar. Hizo un gesto llevando la mano a su oreja como haciendo que no le oía bien y después volvió a reír.
-Arkadaşın gibi koş!
Hizo otro gesto con la mano y varias flechas volaron hasta poco menos de un metro de los pies de Lytta.
Se divertían, igual que en el interior del campamento se estaban divirtiendo con los pocos granjeros y aldeanos que habían encontrado por el camino. Varias casas habían sido ocupadas, así como ahora estaban comiendo su ganado y cosechas.
Los soldados bajo el estandarte del cuervo además se habían procurado un buen botín del poco oro que poseía aquella gente y también disfrutaba de sus mujeres.
La mujer de la alfombra voladora seguía observándoles. Observar estaba bien, era necesario.
El otro hombre se acercó y el hombre que estaba al frente de la empalizada mandó callar. Hizo un gesto llevando la mano a su oreja como haciendo que no le oía bien y después volvió a reír.
-Arkadaşın gibi koş!
Hizo otro gesto con la mano y varias flechas volaron hasta poco menos de un metro de los pies de Lytta.
No respondí a la sugerencia de Sofía de salir por patas, tal y como había hecho mi actual mentor. Desconocía por completo si esa gente era amiga o si realmente era enemiga. Tampoco cómo y por qué habían llegado. Pero está claro que salir corriendo no iba a ser la solución -Vamos a tensar un poco más la cuerda. Si no, siempre podemos desaparecernos- Ya tenía preparado la magia de agua, por si era necesario cambiar el material de mi cuerpo y que las flechas pudieran atravesarlo. De igual manera lo estaba para desaparecer -No. Habrá que saber cuáles son intenciones- Murmuré a Sofía para que únicamente fuera ella la que supiera cuál era mi intención. Aunque estaba claro que no eran buenas.
Las flechas volaron. Claramente eran una amenaza. Querían guerra, por supuesto. Pero yo era uno, dos si contaba a Sofía que no estaba seguro de que se fuera a quedar o largarse volando en la alfombra, de modo que no podía lanzarme de cabeza a atacar el campamento, al menos no si lo que quería era mantener la cabeza sobre la cabeza. Pero tampoco había que dejarse amedrentar por ese matón. Atraje una de las flechas que habían lanzado, ya se les acabarían, la cogí con una de las manos, y me saqué la mugre de entre las uñas. Y luego, la tiré al lado con mucho desprecio. -El capitán, ¿dónde está y quién es? Que presente sus condiciones- Atraje otra flecha, pero esta vez la usé para jugar con ella entre mis dedos.-Parlamentemos-
Las flechas volaron. Claramente eran una amenaza. Querían guerra, por supuesto. Pero yo era uno, dos si contaba a Sofía que no estaba seguro de que se fuera a quedar o largarse volando en la alfombra, de modo que no podía lanzarme de cabeza a atacar el campamento, al menos no si lo que quería era mantener la cabeza sobre la cabeza. Pero tampoco había que dejarse amedrentar por ese matón. Atraje una de las flechas que habían lanzado, ya se les acabarían, la cogí con una de las manos, y me saqué la mugre de entre las uñas. Y luego, la tiré al lado con mucho desprecio. -El capitán, ¿dónde está y quién es? Que presente sus condiciones- Atraje otra flecha, pero esta vez la usé para jugar con ella entre mis dedos.-Parlamentemos-
Soltó un bufido de exasperación cuando el hombre soltó aquello de tensar la situación más de lo que ya estaba. Los onvres siempre queriendo demostrar valentía cuando lo que debían hacer era conservar la cabeza sobre el cuello. Además, ya no había a dónde desaparecer. Ouroboros era el último lugar seguro y parecía aquello una invasión. Nadie en el Consejo había dicho nada de invitados tan numerosos y organizados en un ejército, sino más bien de un tumulto hambriento y temeroso de seres que huían de la guerra. Para ella, las intenciones eran oscuras, pues de querer combatir con ellos contra las oscuras fuerzas mecánicas de S.A.M. no se habrían presentado con tal osadía. Dejó que las flechas volaran hacia el chico, así que dejó que hiciera lo que le placiera por el momento. No dudaría en amarrarle con los cultivos del campo si hacía la más mínima tontería para desatar la furia de aquella aglomeración.
Joven, le invito a que cuide sus modales y actitudes. Le recuerdo que si hace algo para que la situación de Ouroboros se vuelva más precaria, tendré que tomar medidas en contra suya...- Dijo con tranquilidad, aunque manteniéndose firme. Una retirada, sabía que no, no era una opción. Tenían que detenerles de que siguieran avanzando y la columna parecía interminable. En cierta medida, el joven tenía razón en querer encontrar sus intenciones.
Joven, le invito a que cuide sus modales y actitudes. Le recuerdo que si hace algo para que la situación de Ouroboros se vuelva más precaria, tendré que tomar medidas en contra suya...- Dijo con tranquilidad, aunque manteniéndose firme. Una retirada, sabía que no, no era una opción. Tenían que detenerles de que siguieran avanzando y la columna parecía interminable. En cierta medida, el joven tenía razón en querer encontrar sus intenciones.
Shyvanna Pendragon
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¿Alguna vez escuchaste eso de “No busques lo que no se te ha perdido”?
Probablemente no.
La curiosidad…mató al mago.
Los rayos del sol cubrían el cielo y apenas atravesaban las cargadas nubes de lluvia. ¿Proclamación de lo que estaba por venir? Estaba segura de ello. Y sin embargo, el panorama que ella misma contemplaba era inferior. Desde su gran altura, por encima de aquellas oscuras nubes, Shyvana Pendragon volaba a lomos de Artamir, deleitándose en el calor del sol y la libertad de aquellas tierras.
De sus tierras.
De su isla.
De su herencia.
Sabía que Artamir disfrutaba tanto esa libertad como ella. Volar a diestra y siniestra sin esconderse era algo indiscutiblemente delicioso pero tenía una misión. El reporte de la avanzada había llegado y en él informaban los avistamientos de otros magos. ¿Descendientes? No lo sabía pero se moría por saberlo, sobretodo, si exigían parlamentar. Y Artamir no había dudado en acompañarla.
Los ignorantes e ingenuos que esperaban en la tierra “firme” de la isla no fueron conscientes de lo que venía hasta que fue demasiado tarde. La grandeza de Artamir opacó al escaso sol mientras planeaba bajando la altitud en busca de su objetivo. Cuando cruzaron el banco de nubes y se descubrió la majestuosa figura del dragón plateado el campamento guardó silencio y pronto se escucharon a los guerreros golpeando sus escudos.
Tres golpes.
Silencio.
Tres golpes.
Silencio.
Un rugido estruendoso.
Artamir descendió con elegancia y la última parte de su cola pasó rozando la alfombra de la Descendiente de Discórides, a quien Shyvana no reconocía. El campamento se mantuvo en silencio mientras Artamir posaba sus garras en la tierra, haciendo un aterrizaje perfecto detrás de Discórides y el mago; y generando que el polvo se elevara como un torbellino hacia estos. La bruma tardó en aclararse debido a la humedad reinante pero el campamento, aún así, estuvo en silencio. Finalmente, cuando se dispersó, la figura de la Pendragon, sentada sobre el torso del dragón se definió. Portaba vestimenta particular, antigua y protocolaria podría decirse, y preparada para montar dragones. Su cabello rubio oro se deslizó por el hombro cuando ladeó el rostro y posó su mirada azul sobre el hombre y la mujer respectivamente -Identificaos- Dijo, utilizando un común hechizo de ampliación de voz. Observó al hombre de la avanzada e hizo un gesto con la mano, lo que generó un estruendo de metal y movimiento de los soldados que avanzaban para vigilar a los “parlamentarios” -¿Quiénes sois, en representación de quienes venís y con qué derecho pedís parlamento?- Inquirió mientras Artamir movía la cola y las garras inquieto. Esperando sólo una orden, un movimiento fuera de lo normal en el perímetro para comerse a aquellos.
Sayid Ibn Salah
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La mañana se presentaba oscura como era costumbre en tierras inglesas, tan solo un tenue rayo de sol entre las nubes nos separaba de la oscuridad mientras caminaba tranquilamente hasta el lugar del encuentro con aquellos que vendrían conmigo a Francia para encontrar al androide y con él las cosas de Sigrid... Me llevé una mano a la cabeza acomodando mi cabello hacia atrás en un suspiro pues solo pensar en ella me llenaba de vergüenza por en numerito de antes.
Esperé en las dragoneras... no había un alma, ni tan siguiera los dragones, tan solo las aves de Sarah -Pero los estoy escuchando...- dije pensando en voz alta pues no habían parado de rugir en toda la noche. Miré mi reloj esperando a que al menos apareciera Johan pero nada, finalmente le envié un mensaje por medio de un avión de papel encantado
"Te estoy esperando para marchar, ¿Dónde estás?"
Tal vez se habría quedado dormido y se le hacía tarde o eso pensé pero casi de forma inmediata recibí un patronus -Qué velocidad! - exclamé sonriente pensando que lo había pillado de camino pero para mi sorpresa el mensaje no era del líder renegado, se trataba de Sofía alertando sobre un asentamiento en los campos.
Aquel mensaje era extraño, los guardias tendrían que haberlo evitado pero con tantos problemas seguramente se les habría escapado, informé al capitán de la guardia para que enviara algunos hombres mientras yo me desaparecía hasta los cultivos. Cuando llegué la visión de todo aquello me hizo levantar una ceja, no era un grupo de gente cualquiera, parecía más un asentamiento militar que examiné cuidadosamente, sobretodo los estandartes que sobresalían.
Busqué a Sofía rápidamente con la mirada, se encontraba volando con su alfombra y acompañada de otro hombre que no reconocía, me dispuse a acercarme pero en ese momento una gran sombra me puso en alerta, un dragón bastante grande había descendido con una mujer en su lomo que no tenía palabras precisamente amables, de nuevo utilicé mi recurso de la desaparición para no perder tiempo y así enfrentarme cara a cara con los ojos azules de la jinete -Disculpe señorita, me parece un poco descortés de su parte exigir una presentación cuando ni tan siquiera sabemos quién es usted, ocupando con lo que parece su gente nuestros campos de cultivo- La rubia pedía una identificación además de parlamento, su lenguaje era muy militar y por tanto no me pareció conveniente revelar demasiado, así que miré a Sofía para que me siguiera el juego -Venimos en representación de los descendientes, se nos ha informado de un asentamiento no autorizado en éste lugar, dígame, ¿con quien tengo el placer de hablar?-
Esperé en las dragoneras... no había un alma, ni tan siguiera los dragones, tan solo las aves de Sarah -Pero los estoy escuchando...- dije pensando en voz alta pues no habían parado de rugir en toda la noche. Miré mi reloj esperando a que al menos apareciera Johan pero nada, finalmente le envié un mensaje por medio de un avión de papel encantado
"Te estoy esperando para marchar, ¿Dónde estás?"
Tal vez se habría quedado dormido y se le hacía tarde o eso pensé pero casi de forma inmediata recibí un patronus -Qué velocidad! - exclamé sonriente pensando que lo había pillado de camino pero para mi sorpresa el mensaje no era del líder renegado, se trataba de Sofía alertando sobre un asentamiento en los campos.
Aquel mensaje era extraño, los guardias tendrían que haberlo evitado pero con tantos problemas seguramente se les habría escapado, informé al capitán de la guardia para que enviara algunos hombres mientras yo me desaparecía hasta los cultivos. Cuando llegué la visión de todo aquello me hizo levantar una ceja, no era un grupo de gente cualquiera, parecía más un asentamiento militar que examiné cuidadosamente, sobretodo los estandartes que sobresalían.
Busqué a Sofía rápidamente con la mirada, se encontraba volando con su alfombra y acompañada de otro hombre que no reconocía, me dispuse a acercarme pero en ese momento una gran sombra me puso en alerta, un dragón bastante grande había descendido con una mujer en su lomo que no tenía palabras precisamente amables, de nuevo utilicé mi recurso de la desaparición para no perder tiempo y así enfrentarme cara a cara con los ojos azules de la jinete -Disculpe señorita, me parece un poco descortés de su parte exigir una presentación cuando ni tan siquiera sabemos quién es usted, ocupando con lo que parece su gente nuestros campos de cultivo- La rubia pedía una identificación además de parlamento, su lenguaje era muy militar y por tanto no me pareció conveniente revelar demasiado, así que miré a Sofía para que me siguiera el juego -Venimos en representación de los descendientes, se nos ha informado de un asentamiento no autorizado en éste lugar, dígame, ¿con quien tengo el placer de hablar?-
Altair Kirgyakos
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Tras pasar por mi piso para darme una ducha bien fría y quitarme el barro y la sangre, me aparecí en nos campos de cultivo. Estaba bastante oscuro y se podía ver el asentamiento que había mencionado Sofía en su patronus, lo que no veía era a ella. Olfateé los alrededores en busca de su rastro hasta que di con él, para seguirlos y encontrarla junto con algunos más.
Caminé difícilmente como un cowboy por las severas agujetas de haber estado toda la noche dándole sin para, pero conseguí llegar y escuchar la última frase que dijo Sayid. -Eso eso. ¿Qué hacéis vosotros en mis… digo nuestros dominios? ¿Quién os ha invitado? - Dije a la extraña mientras abanzaba. Aún me quedaban unos tres metros para llegar, y cada paso que daba eran cientos de pinchazos a lo largo de mi musculatura.
Una vez llegué analicé la situación. Aquella mujer olía a cerrado que echaba para atrás, cosa que no di importancia en ese momento, y a dragón, claramente. Mis compañeros tenían una postura ligeramente defensiva, lo que me hizo levantar una ceja en dirección a Sofía, a ver si ella me explicaba la situación. Era la única que me caía medio bien, y porque estaba buena.
Caminé difícilmente como un cowboy por las severas agujetas de haber estado toda la noche dándole sin para, pero conseguí llegar y escuchar la última frase que dijo Sayid. -Eso eso. ¿Qué hacéis vosotros en mis… digo nuestros dominios? ¿Quién os ha invitado? - Dije a la extraña mientras abanzaba. Aún me quedaban unos tres metros para llegar, y cada paso que daba eran cientos de pinchazos a lo largo de mi musculatura.
Una vez llegué analicé la situación. Aquella mujer olía a cerrado que echaba para atrás, cosa que no di importancia en ese momento, y a dragón, claramente. Mis compañeros tenían una postura ligeramente defensiva, lo que me hizo levantar una ceja en dirección a Sofía, a ver si ella me explicaba la situación. Era la única que me caía medio bien, y porque estaba buena.
Guardia de Ouroboros
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Todo el personal de la guardia había sido llamado a filas de un momento a otro, se había dado orden de toque de queda además de asegurar el castillo y asegurarse para un asedio, nadie entendía nada pero eran órdenes de arriba. Los más jóvenes lo veían como una oportunidad para probar su valía y salir del aburrimiento, los más veteranos solo veían problemas.
Una nueva orden llegó hasta las dependencias de la guardia, se solicitaba un pelotón en los campos de cultivo por orden directa del descendiente de Saladino, pronto la voz de uno de los sargentos se elevó para llamar a filas, todos formaron de forma inmediata y tras él, atravesaron un portal que los llevó directamente hasta el lugar acordado topándose con la imagen de un imponente dragón.
El pelotón marcha coordinado haciendo ruido hasta que se detienen plantando sus lanzas en la tierra, el sargento se adelanta haciendo un saludo militar y así informar -Señor, el general se unirá a nosotros después de concluir el cambio de guardia de los ministros, estamos a la espera de sus órdenes- Dicho esto volvió con sus hombres, a la espera.
Una nueva orden llegó hasta las dependencias de la guardia, se solicitaba un pelotón en los campos de cultivo por orden directa del descendiente de Saladino, pronto la voz de uno de los sargentos se elevó para llamar a filas, todos formaron de forma inmediata y tras él, atravesaron un portal que los llevó directamente hasta el lugar acordado topándose con la imagen de un imponente dragón.
El pelotón marcha coordinado haciendo ruido hasta que se detienen plantando sus lanzas en la tierra, el sargento se adelanta haciendo un saludo militar y así informar -Señor, el general se unirá a nosotros después de concluir el cambio de guardia de los ministros, estamos a la espera de sus órdenes- Dicho esto volvió con sus hombres, a la espera.
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