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Recuerdo del primer mensaje :
Mérida Pyro
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-¿A qué sí?- Preguntó mirando la llama danzar en sus dedos, se la quedó mirando justo antes de que un suspiro quedo escapara de sus labios. Apagó el fuego cuando preguntó aquello de si le había pasado algo inusual, le miró al rostro con curiosidad pero prefirió no lanzar el titular que ella se habían inventado para sí misma porque a fin de cuentas parecía que Adael no había escuchado sus “hazañas”.
-Me hice la valiente y protegí a dos Descendientes, las heridas fueron brutales y creo que morí. Pero Lykaios me curó justo antes de pasar el umbral de los muertos supongo- Caminó un poco acercándose hacia él antes de observar un paquete de heno. Lo señaló preguntándole si se sentaba con ella, ella por lo menos lo hizo. Intentó recordar lo que vino después y sintió un tirón de estómago -Luego tuvimos que escapar por una abertura infernal y al hacerlo fui poseída. Hice mucho daño a mis amigos, hice daño a gente del hospital. Quemé un quirófano…- Se rascó la barbilla otra vez meditabunda -Después me di de auto alta, porque no podía soportar estar en el hospital y me fui a beber con Justin y descubrí esto…- Volvió a agitar las manos.
-Le pregunté a mi jefe, Lykaios, a ver si él también había tenido algún cambio pero me dijo que no. Peeeeeeeero, Gen, mi amiga me dijo que sus poderes habían mejorado- Al mencionarla recordó que debía ir a hablar con ella y charlarle sobre un par de cositas sobre sus feromonas -Después, sin querer, me lié con el que creo que era el novio de una amiga. Pero ahora ellos no están juntos y él me cae bien y lo pasamos bien y nos hemos liado varias veces este mes… Y hoy me he enterado que estoy embarazada de él y no puedo ir a ayudar a mi jefe a combatir al maldito SAM destruye mundos- Durante la última parte no pudo contenerse y bajó la cabeza para apoyarla en sus manos. Le dolía no estar con ellos -Y... Y perdí mi bate- Agregó, como colofón, a toda la verborrea anterior.
-Me hice la valiente y protegí a dos Descendientes, las heridas fueron brutales y creo que morí. Pero Lykaios me curó justo antes de pasar el umbral de los muertos supongo- Caminó un poco acercándose hacia él antes de observar un paquete de heno. Lo señaló preguntándole si se sentaba con ella, ella por lo menos lo hizo. Intentó recordar lo que vino después y sintió un tirón de estómago -Luego tuvimos que escapar por una abertura infernal y al hacerlo fui poseída. Hice mucho daño a mis amigos, hice daño a gente del hospital. Quemé un quirófano…- Se rascó la barbilla otra vez meditabunda -Después me di de auto alta, porque no podía soportar estar en el hospital y me fui a beber con Justin y descubrí esto…- Volvió a agitar las manos.
-Le pregunté a mi jefe, Lykaios, a ver si él también había tenido algún cambio pero me dijo que no. Peeeeeeeero, Gen, mi amiga me dijo que sus poderes habían mejorado- Al mencionarla recordó que debía ir a hablar con ella y charlarle sobre un par de cositas sobre sus feromonas -Después, sin querer, me lié con el que creo que era el novio de una amiga. Pero ahora ellos no están juntos y él me cae bien y lo pasamos bien y nos hemos liado varias veces este mes… Y hoy me he enterado que estoy embarazada de él y no puedo ir a ayudar a mi jefe a combatir al maldito SAM destruye mundos- Durante la última parte no pudo contenerse y bajó la cabeza para apoyarla en sus manos. Le dolía no estar con ellos -Y... Y perdí mi bate- Agregó, como colofón, a toda la verborrea anterior.
El joven comenzó asintiendo al inicio del relato de la mujer, pareciendole natural la decisión que demostraba siendo una bruja elementarista del fuego, pero cuando llegó a la parte en la que mencionó que creía que había muerto le pidió que vuelva a repetir lo que había dicho creyendo que había escuchado mal.
Se sentó junto a ella y menos mal porque, si hubiera escuchado el relato completo de pié, se hubiera caído de culo. Azlan se apresuró a acercarse a ellos cuando la pareja de mediana edad comprobó que el artefacto mágico volvía a funcionar correctamente y se retiraron sobre él. El kneazle de pelaje negro y motas caramelo subió al regazo de Adael, sentado allí observó con sus ojos felinos a la pelirroja y la olisqueo con las orejas echadas hacia atras, mostrándose precavido.
Era notorio que toda la energía de la contraria estaba volcada al jing positivo dadas las actitudes voluntariosas que contaba y la pasión con la que afrontaba la vida. La historia fue una montaña rusa de emociones para el mago y, para cuando Mérida acabó de hablar, se encontraba con la boca abierta, totalmente pasmado.
-Eee... Hehemm... Felicidades por el bebe y lamento... tus desventuras.- Dijo cuando volvió en sí mientras acariciaba al felino.
-Veras, éste es un caso extraordinario del que no tengo absoluto conocimiento sobre sus causas, sus condiciones o sus consecuencias. Pudiste haber desarrollado espontáneamente un progreso en tus habilidades, al igual que tu amiga.- Dijo con tono de disculpa, avergonzado por no poder darle una respuesta concreta.
-Sería un honor para mí acompañarte en el crecimiento de tus habilidades y que me permitas registrar tus avances sobre ésta capacidad, aprender y enseñar es la razón de mi vida después de todo.- Dijo alzando los hombros.
-De hecho, mañana al amanecer daré una clase sobre magia elementarista del fuego. Considérate más que invitada.- Le dijo con una amplia sonrisa. En eso, un mensaje llegó al brazalete comunicador del Consejo de los 20, ése sucio artefacto nunca traía buenas noticias, el descendiente comenzaba a sentir repelús por él. Se trataba de Cat, aparentemente habían bajado a tierra firme y seguramente se encontrarían en un enfrentamiento.
El aviso genero en él sentimientos encontrados. Quería ayudarlos más que nada en el mundo, pero se oponía a dejar la isla, además el Consejo le había dado la misión de encargarse de los campos, así que eso haría. No supo si contestar al mensaje o no, finalmente se decidió por contestar.
"Ánimo, avisen cualquier cosa que necesiten."
Se sentó junto a ella y menos mal porque, si hubiera escuchado el relato completo de pié, se hubiera caído de culo. Azlan se apresuró a acercarse a ellos cuando la pareja de mediana edad comprobó que el artefacto mágico volvía a funcionar correctamente y se retiraron sobre él. El kneazle de pelaje negro y motas caramelo subió al regazo de Adael, sentado allí observó con sus ojos felinos a la pelirroja y la olisqueo con las orejas echadas hacia atras, mostrándose precavido.
Era notorio que toda la energía de la contraria estaba volcada al jing positivo dadas las actitudes voluntariosas que contaba y la pasión con la que afrontaba la vida. La historia fue una montaña rusa de emociones para el mago y, para cuando Mérida acabó de hablar, se encontraba con la boca abierta, totalmente pasmado.
-Eee... Hehemm... Felicidades por el bebe y lamento... tus desventuras.- Dijo cuando volvió en sí mientras acariciaba al felino.
-Veras, éste es un caso extraordinario del que no tengo absoluto conocimiento sobre sus causas, sus condiciones o sus consecuencias. Pudiste haber desarrollado espontáneamente un progreso en tus habilidades, al igual que tu amiga.- Dijo con tono de disculpa, avergonzado por no poder darle una respuesta concreta.
-Sería un honor para mí acompañarte en el crecimiento de tus habilidades y que me permitas registrar tus avances sobre ésta capacidad, aprender y enseñar es la razón de mi vida después de todo.- Dijo alzando los hombros.
-De hecho, mañana al amanecer daré una clase sobre magia elementarista del fuego. Considérate más que invitada.- Le dijo con una amplia sonrisa. En eso, un mensaje llegó al brazalete comunicador del Consejo de los 20, ése sucio artefacto nunca traía buenas noticias, el descendiente comenzaba a sentir repelús por él. Se trataba de Cat, aparentemente habían bajado a tierra firme y seguramente se encontrarían en un enfrentamiento.
El aviso genero en él sentimientos encontrados. Quería ayudarlos más que nada en el mundo, pero se oponía a dejar la isla, además el Consejo le había dado la misión de encargarse de los campos, así que eso haría. No supo si contestar al mensaje o no, finalmente se decidió por contestar.
"Ánimo, avisen cualquier cosa que necesiten."
¿Ánimo? ¿ÁNIMO? ¿CREÍA QUE NECESITABAN ÁNIMO? Había gente muriendo allá abajo. Sabía dónde podía encontrar a Adael. Estaba harta de su actitud, de su pasotismo, de lo que sea que le había pasado que lo había cambiado tanto. Necesitaba su apoyo, no su ánimo, necesitaba que se cubrieran las espaldas juntos, lo necesitaba más que nunca… -Ánimo- Lo dijo como si aquello fuera una maldición y los primos de Adael reaccionaron brincando hacia atrás cuando lo dijo. Ella los miró extrañada y siguió su camino seguida de los lobos elementales.
Reconoció a Adael a pocos pasos con… ¿Mérida? ¿Así era que se llamaba? Era la muchacha con la que había visto a Kyllian últimamente, muy esporádicamente, porque apenas veía al moreno pero no era sólo eso. Lo que sí sabía era que pertenecía a la Brigada, y la brigada estaba abajo luchando al mando de Lykaios. ¿Qué hacía aquí arriba? Llegó hasta ambos y miró a Adael -No necesito ánimos, Adael. Te necesito a ti. Necesito que hagas llover fuego contra nuestros enemigos, que la tierra se vuelva en su contra y los trague. Necesito que el aire los mande a volar, que el agua les haga electrificarse. Eres uno de los Descendientes más poderosos que tenemos para vencerlos. Soy una maldita paria a tu lado y estuve abajo haciendo lo imposible por salvar la misión- Negó con la cabeza bruscamente y ambos elementales se fijaron en la pareja con poca amabilidad.
-Vas a bajar conmigo. ¿Y tú? ¿Por qué no has bajado? Lykaios está abajo. Y sé que eres una guerrera… ¿Qué os pasa que os ocultáis aquí?- Preguntó alzando los hombros, obstinada. Tras ello volvió a hablar -Kyllian está en el hospital, que lo sepas. Él si bajó- La respuesta de Mérida la pilló desprevenida y se le quedó mirando con un gesto de sorpresa tal que le costó recomponerse. Pero no esperó más, miró a Adael -Nos vamos- Le cogió de la mano sin siquiera puto consultarle y se desapareció de allí.
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Reconoció a Adael a pocos pasos con… ¿Mérida? ¿Así era que se llamaba? Era la muchacha con la que había visto a Kyllian últimamente, muy esporádicamente, porque apenas veía al moreno pero no era sólo eso. Lo que sí sabía era que pertenecía a la Brigada, y la brigada estaba abajo luchando al mando de Lykaios. ¿Qué hacía aquí arriba? Llegó hasta ambos y miró a Adael -No necesito ánimos, Adael. Te necesito a ti. Necesito que hagas llover fuego contra nuestros enemigos, que la tierra se vuelva en su contra y los trague. Necesito que el aire los mande a volar, que el agua les haga electrificarse. Eres uno de los Descendientes más poderosos que tenemos para vencerlos. Soy una maldita paria a tu lado y estuve abajo haciendo lo imposible por salvar la misión- Negó con la cabeza bruscamente y ambos elementales se fijaron en la pareja con poca amabilidad.
-Vas a bajar conmigo. ¿Y tú? ¿Por qué no has bajado? Lykaios está abajo. Y sé que eres una guerrera… ¿Qué os pasa que os ocultáis aquí?- Preguntó alzando los hombros, obstinada. Tras ello volvió a hablar -Kyllian está en el hospital, que lo sepas. Él si bajó- La respuesta de Mérida la pilló desprevenida y se le quedó mirando con un gesto de sorpresa tal que le costó recomponerse. Pero no esperó más, miró a Adael -Nos vamos- Le cogió de la mano sin siquiera puto consultarle y se desapareció de allí.
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Mérida Pyro
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Ni siquiera se dio cuenta de todo lo que le había soltado a Adael hasta que fue consciente de que, finalmente, había hablado del dolor de perder su bate. Era algo que había mantenido bien encerrado dentro porque sabía que debía estar agradecida de estar viva. Observó al felino acercarse a Adael y notó que la miraba algo raro, le sonrió y miró a Adael, codeándolo cual colegas -Huelo a perro-
Después escuchó su opinión y asintió brevemente. Era un poco la sugerencia que le daba Gen, lo cierto es que no se sentía diferente pero tampoco era capaz de pelear con alguien porque le daba miedo no poder controlarlo. Las llamitas pequeñas eran pacíficas pero… Inspiró profundamente pensando en su elemental o las cosas que podría hacer sin querer, dañando a sus amigos. Era un terror que tenía instaurado desde lo que sucedió en Francia -Oh… Bueno…eso estaría bien. Creo…Siempre he practicado sola. Pero estaría genial hacerlo con alguien que no le teme al fuego- Reconoció, sonriendo de lado ante la invitación y asintió -Encantadisima. Si me siento bien, que como te dije he pasado unos días pocha. A ver si hoy retengo algo más en el estómago-
Nada más decir aquello apareció la Descendiente le Fay, a Mérida le daba igual lo que dijera Kyllian, sus amigas eran todas unas estiradas. Cuando se dirigió a ella, la pelirroja apretó las muelas para no quemarla pero la noticia del gato la preocupó -¿Está bien?...yo estoy embarazada y no puedo bajar- Le dijo con tranquilidad mientras se levantaba. Le gustó ver su cara de sorpresa -No conoces a todo el mundo, mujer, se te da muy bien juzgar- Le soltó antes de despedirse de Adael con la mano y retirarse justo cuando los vio desaparecerse. Antes de darse cuenta el grifo había vuelto, se montó en él pero no despegó, le pidió que fuera caminando.
Después escuchó su opinión y asintió brevemente. Era un poco la sugerencia que le daba Gen, lo cierto es que no se sentía diferente pero tampoco era capaz de pelear con alguien porque le daba miedo no poder controlarlo. Las llamitas pequeñas eran pacíficas pero… Inspiró profundamente pensando en su elemental o las cosas que podría hacer sin querer, dañando a sus amigos. Era un terror que tenía instaurado desde lo que sucedió en Francia -Oh… Bueno…eso estaría bien. Creo…Siempre he practicado sola. Pero estaría genial hacerlo con alguien que no le teme al fuego- Reconoció, sonriendo de lado ante la invitación y asintió -Encantadisima. Si me siento bien, que como te dije he pasado unos días pocha. A ver si hoy retengo algo más en el estómago-
Nada más decir aquello apareció la Descendiente le Fay, a Mérida le daba igual lo que dijera Kyllian, sus amigas eran todas unas estiradas. Cuando se dirigió a ella, la pelirroja apretó las muelas para no quemarla pero la noticia del gato la preocupó -¿Está bien?...yo estoy embarazada y no puedo bajar- Le dijo con tranquilidad mientras se levantaba. Le gustó ver su cara de sorpresa -No conoces a todo el mundo, mujer, se te da muy bien juzgar- Le soltó antes de despedirse de Adael con la mano y retirarse justo cuando los vio desaparecerse. Antes de darse cuenta el grifo había vuelto, se montó en él pero no despegó, le pidió que fuera caminando.
Al llegar a los campos inició su descenso hasta tocar tierra. Saludó a los licantropos y a los campesinos y se quedó un rato hablando con ellos. La preocupación por la insuficiencia de comida para atravesar el invierno seguía muy presente y el joven maestro hizo lo que pudo para llevar calma y orden a sus corazones. Sofía se agregaba a su lista de personas con las que hablar, a éste paso sería más fácil convocar un cónclave… en realidad no, era mejor hablar con cada uno individualmente, aquellas reuniones se salían de control rápidamente.
Los agricultores le señalaron que debía mirar algo en el cielo, le hicieron divisar un cometa y afirmaban con miedo que se trataba de un mal augurio, decían con recelo que los jinetes de dragones habían traído malos presagios de muerte inminente de una autoridad o un posible impacto contra la tierra. Buscó tranquilizarlos prometiendo tratarlo con el consejo y volver con una explicación, por su honor. Tras esto fue a relevar a su primo en el arreo del rebaño de ovejas. Acostado sobre la hierba miró el cuerpo celeste pensativo.
Por la tarde guardó el rebaño en el corral y volvió a levantar vuelo para ir con los vientos otoñales en busca del fuego fatuo dejando atrás los campos.
Los agricultores le señalaron que debía mirar algo en el cielo, le hicieron divisar un cometa y afirmaban con miedo que se trataba de un mal augurio, decían con recelo que los jinetes de dragones habían traído malos presagios de muerte inminente de una autoridad o un posible impacto contra la tierra. Buscó tranquilizarlos prometiendo tratarlo con el consejo y volver con una explicación, por su honor. Tras esto fue a relevar a su primo en el arreo del rebaño de ovejas. Acostado sobre la hierba miró el cuerpo celeste pensativo.
Por la tarde guardó el rebaño en el corral y volvió a levantar vuelo para ir con los vientos otoñales en busca del fuego fatuo dejando atrás los campos.
Savannah
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La noche anterior había tenido que hacer una ceremonia más guiada por los espíritus que por ella misma en la que ascendía a chamana jefa por llamarlo de alguna forma. Tenía una "novicia" que la había ayudado a gestionar todo y había quedado bastante contenta, excepto porque se sentía como un alfa. Ante la ausencia de Oren y la muerte del líder Skoll ella era la única que quedaba como guía espiritual en el grupo de 12 licántropos que habían decidido subir a la isla con ella.
Estaban todos viviendo en una gran casa que habían construido con el permiso de la isla para vivir todos juntos. Lo que antes era un clan ahora parecía una familia numerosa. Muchos de los chicos ayudaban en los campos de cultivo y aquel día, que se encontraba con ellos porque Sofía estaba indispuesta, estaban ayudando a cuidar las plantaciones.
Todos tenían que ver con la raya blanca en sus labios y el cambio en el color de su pelo y aunque sabían a que se debía no dejaban de joderla al respecto. Savannah aún no se acostumbraba a su pelo blanco y cada vez que se veía un mechón se lo ataba en un nudo en la cabeza con el ceño fruncido. Demasiadas responsabilidades y ella.no se sentía capaz de nada. Ni siquiera se controlaba en luna llena. Oh!! ¿Esto cambiaría su pelaje? ¡Esperaba que no!
Estaban todos viviendo en una gran casa que habían construido con el permiso de la isla para vivir todos juntos. Lo que antes era un clan ahora parecía una familia numerosa. Muchos de los chicos ayudaban en los campos de cultivo y aquel día, que se encontraba con ellos porque Sofía estaba indispuesta, estaban ayudando a cuidar las plantaciones.
Todos tenían que ver con la raya blanca en sus labios y el cambio en el color de su pelo y aunque sabían a que se debía no dejaban de joderla al respecto. Savannah aún no se acostumbraba a su pelo blanco y cada vez que se veía un mechón se lo ataba en un nudo en la cabeza con el ceño fruncido. Demasiadas responsabilidades y ella.no se sentía capaz de nada. Ni siquiera se controlaba en luna llena. Oh!! ¿Esto cambiaría su pelaje? ¡Esperaba que no!
Decidí ir al nuevo refugio de los Fenrir después del encontronazo con Sean y la Pendragon, porque estaba demasiado molesto para volver a casa en ese instante. La casa nueva estaba situada en una amplia zona cercana a los campos de cultivo, bastante apartados de la zona urbanizada. Era un poco triste ver cómo el gran grupo de licántropos había quedado reducido a poco más que una pandilla de menos de 20, pues muchos habían muerto o desaparecido en tierra.
El viento trajo el aroma de Savannah, lo que me facilitó localizarla bastante rápido. Se encontraba a varios metros de la zona de la cabaña, aunque su aspecto diferente me despistó al principio. Debió notarse en mi rostro un gesto de extrañeza cuando me acerqué a ella para saludarla. No hice mención al cambio porque tampoco era asunto mío meterme con los cambios de aspecto de la gente.
- Parece que no se están adaptando mal a todo esto. - comenté mirando hacia el frente, donde unos cuantos del grupo trabajaban en la recolección de la cosecha propia del mes de diciembre la cual desconozco . - Al menos estamos mejor que los de la Luna Roja, podría decirse que ese clan ya ni existe.- me di cuenta de que todavía llevaba sin envainar las cimitarras con las que había estado entrenando, así que las dejé clavadas en el suelo antes de sentarme a lo indio, invitando a Savannah a que hiciese lo mismo. Tenía algo rondándome la cabeza desde hacía tiempo, pero especialmente desde la última luna llena.
- Necesito hablar contigo. Tengo muchas dudas sobre mi falta de control...no entiendo por qué me está costando tanto mantener la cordura durante las transformaciones. ¿Tú ya lo controlas por completo?
El viento trajo el aroma de Savannah, lo que me facilitó localizarla bastante rápido. Se encontraba a varios metros de la zona de la cabaña, aunque su aspecto diferente me despistó al principio. Debió notarse en mi rostro un gesto de extrañeza cuando me acerqué a ella para saludarla. No hice mención al cambio porque tampoco era asunto mío meterme con los cambios de aspecto de la gente.
- Parece que no se están adaptando mal a todo esto. - comenté mirando hacia el frente, donde unos cuantos del grupo trabajaban en la recolección de la cosecha propia del mes de diciembre la cual desconozco . - Al menos estamos mejor que los de la Luna Roja, podría decirse que ese clan ya ni existe.- me di cuenta de que todavía llevaba sin envainar las cimitarras con las que había estado entrenando, así que las dejé clavadas en el suelo antes de sentarme a lo indio, invitando a Savannah a que hiciese lo mismo. Tenía algo rondándome la cabeza desde hacía tiempo, pero especialmente desde la última luna llena.
- Necesito hablar contigo. Tengo muchas dudas sobre mi falta de control...no entiendo por qué me está costando tanto mantener la cordura durante las transformaciones. ¿Tú ya lo controlas por completo?
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La mirada de Ian se lo dijo todo y Savannah cerró los ojos mientras sonreía -He hecho una ceremonia…- Murmuró cogiéndose varios mechones de pelo blanco -Ahora soy la Chamana. Pero con LA mayúscula… Entonces ha sucedido esto…y esto…- Dijo haciendo morros para mostrársela, aparentemente era necesario y debía ponérsela todos los días. Se sintió en la necesidad de explicarlo, a ella ya le gustaría saber cómo era ser un guía espiritual para su grupo.
-Lo cierto es que no. Scott y Will están haciendo pruebas en la guardia. Los demás están ayudando en los cultivos, es lo que mejor se nos da. Aún falta, pero los estamos cuidando del frío- Porque también se cuidan los cultivos ¡Nadie estaba cosechando, Ian! -No me confiaría- Indicó pensando en Kiana y Altair, la última vez que había visto al Descendiente, el aroma de Kiana estaba encima de él -Altair no tendrá problema en repoblar el clan. Lo que me preocupa… Son bastante …distintos a nosotros y no me gustaría encontrarnos en Luna Llena- Le indicó a Ian, haciendo una pequeña mueca. Había visto a Kiana una sola vez en su vida y había huido. Ahora no podía.
-Claro… - Se sentó frente a él cuando le pidió que lo hiciera, le miró, estaba inquieto; era fácil de notar -Pfffffffffffffffffff….JAJAJAJAJAJAAJAJAJAAJAJA- Soltó una carcajada cuando le preguntó si lo controlaba por completo pero de pronto los espíritus hicieron acto de presencia. El aire vibró a su alrededor y Savannah tuvo que erguir la espalda y callarse -Perdón, perdón- Musitó y miró alrededor, moviendo la cabeza con un gesto algo errático -Perdón…- Repitió, pero no se lo estaba diciendo a él. Negó con la cabeza tratando de volver a centrarse y filtrando lo que le decían los espíritus, entrecerró los ojos como intentando descifrar lo que le decían -No es fácil... ¡PORQUE NO PARAIS DE HABLAR!- Gritó al aire mirando a la derecha y de pronto todo se calmó. Entonces una sola voz la guió y Savannah logró respirar y concentrarse, puso las manos sobre las de Ian
-Ok…Ian- Se humedeció los labios y luego hizo una mueca al darse cuenta que se comió un poco de la pintura -No lo controlo por completo, por no decir, que no lo hago nada. Pero cuando me convierto junto a la manada es más fácil no salirnos de control. Extrañamos profundamente nuestro bosque pero estamos trabajando en hacerlo en el Bosque de Darwin, nos damos un buen banquete antes de transformarnos para no atacar a las criaturas…Pero creo que pronto nos harán tomar la matalobos- Pero sabía que eso no era lo que estaba buscando Ian, la ahora peliblanca giró la cabeza hacia la izquierda y frunció el ceño prestando atención a lo que le decía -Porque recuerdas… ¿Eso es lo que te persigue? Recuerdas lo que haces en luna llena- Mencionó la chamana antes de mover la cabeza de nuevo hacia la derecha -Aedan está bien, no tiene nada que ver y no es un lobo…- Respondió, pero no a él -Claro que es de la manada, pero no tenemos que convertirlo. Es su hijo… Ah, oh. Claro… - Sonrió, como excusándose y volvió hacia Ian -Temes por Catherine y Aedan, por hacerles daño- Asintió suavemente y suspiró, apretando sus manos -No tenemos un alfa Skoll que te ayude con ello, pero podrías entrenar con los miembros que nos quedan. ¿Es posible que aún pienses en esto como una maldición en vez de un beneficio o algo provechoso, Ian? Si en el fondo, sigues rechazándolo tienes que empezar a hacer tu paz con ello- Cuestionó, con curiosidad, clavando sus ojos de oro en él
-Lo cierto es que no. Scott y Will están haciendo pruebas en la guardia. Los demás están ayudando en los cultivos, es lo que mejor se nos da. Aún falta, pero los estamos cuidando del frío- Porque también se cuidan los cultivos ¡Nadie estaba cosechando, Ian! -No me confiaría- Indicó pensando en Kiana y Altair, la última vez que había visto al Descendiente, el aroma de Kiana estaba encima de él -Altair no tendrá problema en repoblar el clan. Lo que me preocupa… Son bastante …distintos a nosotros y no me gustaría encontrarnos en Luna Llena- Le indicó a Ian, haciendo una pequeña mueca. Había visto a Kiana una sola vez en su vida y había huido. Ahora no podía.
-Claro… - Se sentó frente a él cuando le pidió que lo hiciera, le miró, estaba inquieto; era fácil de notar -Pfffffffffffffffffff….JAJAJAJAJAJAAJAJAJAAJAJA- Soltó una carcajada cuando le preguntó si lo controlaba por completo pero de pronto los espíritus hicieron acto de presencia. El aire vibró a su alrededor y Savannah tuvo que erguir la espalda y callarse -Perdón, perdón- Musitó y miró alrededor, moviendo la cabeza con un gesto algo errático -Perdón…- Repitió, pero no se lo estaba diciendo a él. Negó con la cabeza tratando de volver a centrarse y filtrando lo que le decían los espíritus, entrecerró los ojos como intentando descifrar lo que le decían -No es fácil... ¡PORQUE NO PARAIS DE HABLAR!- Gritó al aire mirando a la derecha y de pronto todo se calmó. Entonces una sola voz la guió y Savannah logró respirar y concentrarse, puso las manos sobre las de Ian
-Ok…Ian- Se humedeció los labios y luego hizo una mueca al darse cuenta que se comió un poco de la pintura -No lo controlo por completo, por no decir, que no lo hago nada. Pero cuando me convierto junto a la manada es más fácil no salirnos de control. Extrañamos profundamente nuestro bosque pero estamos trabajando en hacerlo en el Bosque de Darwin, nos damos un buen banquete antes de transformarnos para no atacar a las criaturas…Pero creo que pronto nos harán tomar la matalobos- Pero sabía que eso no era lo que estaba buscando Ian, la ahora peliblanca giró la cabeza hacia la izquierda y frunció el ceño prestando atención a lo que le decía -Porque recuerdas… ¿Eso es lo que te persigue? Recuerdas lo que haces en luna llena- Mencionó la chamana antes de mover la cabeza de nuevo hacia la derecha -Aedan está bien, no tiene nada que ver y no es un lobo…- Respondió, pero no a él -Claro que es de la manada, pero no tenemos que convertirlo. Es su hijo… Ah, oh. Claro… - Sonrió, como excusándose y volvió hacia Ian -Temes por Catherine y Aedan, por hacerles daño- Asintió suavemente y suspiró, apretando sus manos -No tenemos un alfa Skoll que te ayude con ello, pero podrías entrenar con los miembros que nos quedan. ¿Es posible que aún pienses en esto como una maldición en vez de un beneficio o algo provechoso, Ian? Si en el fondo, sigues rechazándolo tienes que empezar a hacer tu paz con ello- Cuestionó, con curiosidad, clavando sus ojos de oro en él
Mi cara de discreción no debió ser muy buena, porque Savannah me dio explicaciones al darse cuenta de que la había mirado raro. El gesto de extrañeza pasó a ser de sorpresa al saber que el pelo planco era por una ceremonia. ¿Sería sano que una ceremonia te cambiase el pelo de color? - Subida de nivel, enhorabuena. Yo no entiendo de esos temas, pero suena jodido eso de que se cambie el pelo mágicamente con una ceremonia.- me fijé también en lo de los labios, pero eso sí que debía ser pintado. Tal vez lo mismo con el cabello. - Te queda bien. - concluí para la recién estrenada chamana. Luego me contó qué tal le iba al resto, y me extraño eso de que admitiesen a licántropos en la guardia. No pude evitar pensar en el que yo había convertido durante la luna anterior.
- Sí, claro, y va a ser todo una endogamia basada en las repoblaciones de Altair hasta que les salgan los hijos tontos como a la monarquía. - comenté en tono burlón con lo de la Luna Roja, quitando después las cimitarras que había clavado en el suelo frente a mí para que pudiese sentarse ella. La miré un poco mal cuando empezó a descojonarse de mí por la pregunta que le había hecho sobre el control, pensando que se estaba burlando de mi torpeza como miembro de ese clan. Después pareció que le hablaba al aire, como si estuviese loca. O cosas de chamana, era similar.
- ¿De qué te ríes, eh? ¿y a quién le estás hablando? últimamente me dan muy mal rollo todas esas cosas de...espíritus. El hermano de Catherine murió por culpa de uno. - me eché ligeramente hacia atrás, apoyando las palmas de las manos en el suelo. Al menos me sentí algo mejor cuando dijo que ella tampoco lo controlaba del todo. Mal de muchos...
- Nos harán tomar matalobos por mi culpa, por lo que pasó. Así no hay manera de que podamos aprender a controlarnos. - suspiré pesadamente, echando la cabeza hacia atrás para mirar hacia el cielo. Parecía que lo de controlarse era tan fácil como transformarse en manada y cebarse antes de luna llena. - Que yo en mi casa ceno bien, no tiene que ver. - podía comerme medio frigorífico de una sentada, así que no era hambre. Era agresividad. Volví a mirarla en el momento en que mencionó lo de recordar, asintiendo. Me sucedía desde que había pasado más de un mes transformado por culpa de aquel chisme de Tobías.
- Eso es. Recordar todo lo que haces es... - evité darle un adjetivo, seguro que me comprendía. - ¿¿¿Qué??? - me incliné rápidamente hacia delante por lo de Aedan, suponiendo que era algo que le decían sus espíritus. Menuda locura. - Exacto. Es uno de mis mayores miedos. - confesé en voz baja, dándole la razón a mi compañera de clan. Dejé escapar un sonido de resignación cuando me dijo que siguiera entrenando con otros miembros del clan. Eso ya lo había hecho y no me había servido. - No lo sé. Esto tiene algunas ventajas, no lo voy a negar. Cicatrizamos más rápido, tenemos más fuerza, pero...si no lo controlas sí es una maldición. Ya no es sólo el dolor de la transformación, a eso te acostumbras de algún modo. Es lo que puedes hacer cuando estás transformado.- terminé de explicarme antes de dejarme caer de espaldas sobre el suelo, soltando un gruñido de frustración.
- Sí, claro, y va a ser todo una endogamia basada en las repoblaciones de Altair hasta que les salgan los hijos tontos como a la monarquía. - comenté en tono burlón con lo de la Luna Roja, quitando después las cimitarras que había clavado en el suelo frente a mí para que pudiese sentarse ella. La miré un poco mal cuando empezó a descojonarse de mí por la pregunta que le había hecho sobre el control, pensando que se estaba burlando de mi torpeza como miembro de ese clan. Después pareció que le hablaba al aire, como si estuviese loca. O cosas de chamana, era similar.
- ¿De qué te ríes, eh? ¿y a quién le estás hablando? últimamente me dan muy mal rollo todas esas cosas de...espíritus. El hermano de Catherine murió por culpa de uno. - me eché ligeramente hacia atrás, apoyando las palmas de las manos en el suelo. Al menos me sentí algo mejor cuando dijo que ella tampoco lo controlaba del todo. Mal de muchos...
- Nos harán tomar matalobos por mi culpa, por lo que pasó. Así no hay manera de que podamos aprender a controlarnos. - suspiré pesadamente, echando la cabeza hacia atrás para mirar hacia el cielo. Parecía que lo de controlarse era tan fácil como transformarse en manada y cebarse antes de luna llena. - Que yo en mi casa ceno bien, no tiene que ver. - podía comerme medio frigorífico de una sentada, así que no era hambre. Era agresividad. Volví a mirarla en el momento en que mencionó lo de recordar, asintiendo. Me sucedía desde que había pasado más de un mes transformado por culpa de aquel chisme de Tobías.
- Eso es. Recordar todo lo que haces es... - evité darle un adjetivo, seguro que me comprendía. - ¿¿¿Qué??? - me incliné rápidamente hacia delante por lo de Aedan, suponiendo que era algo que le decían sus espíritus. Menuda locura. - Exacto. Es uno de mis mayores miedos. - confesé en voz baja, dándole la razón a mi compañera de clan. Dejé escapar un sonido de resignación cuando me dijo que siguiera entrenando con otros miembros del clan. Eso ya lo había hecho y no me había servido. - No lo sé. Esto tiene algunas ventajas, no lo voy a negar. Cicatrizamos más rápido, tenemos más fuerza, pero...si no lo controlas sí es una maldición. Ya no es sólo el dolor de la transformación, a eso te acostumbras de algún modo. Es lo que puedes hacer cuando estás transformado.- terminé de explicarme antes de dejarme caer de espaldas sobre el suelo, soltando un gruñido de frustración.
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-Subida de nivel, bueno … sí. Pero ¿Sabes? Se supone que tardaría…No lo sé, décadas. Y ahora tengo que hacerlo sí o sí… - Sonrió a aquello de que le quedaba bien. Una cosa era un halago y otra cosa era que se burlaban de ella. Eso estaba bien. Eso estaba muy bien. Sonrió por ello. Era bueno recibir esas cosas sin ser sexualizada. El comentario que recibió de Altair hizo que se riera un poco pero asintió -¿Te imaginas?...Aunque más tonto que él… Bueno, shh…Que no debería estar diciendo eso- Se supone que le debían cierto respeto a Altair por ser descendiente pero a ella le costaba. El respeto se ganaba y la confianza también.
Se dio cuenta de que estaba asustando a Ian y sonrió tratando de relajarlo -Lo siento, es que los oigo. Ese es …bueno mi trabajo ahora. Ser una guía espiritual ayudada por nuestros antepasados- Lo observó mirar el cielo y ella también miró arriba a ver si eso le podía ayudar. El cielo estaba despejado para ser invierno y ella suspiró un poco -Es tu actitud entonces. En general. El lobo no es diferente de ti. Son uno solo- Le respondió pensando más profundamente cómo podía ayudarle pero sin encontrar una respuesta que realmente le pareciera correcta.
El peso de recordar. Por eso ella era una Hati. No estaba dispuesta a recordar lo que hacía su parte lobo porque ya era suficiente con cargar con su propio destino, uno que le fue forzado. Recibió un regaño de algún lado pero lo ignoró. Alzó una mano -Tranquilo, Ian. Protegeremos a Aedan por encima de todo, incluso si no es un lobo, es nuestro cachorro. Sin Oren ni Connor soy lo más parecido a un alfa aquí así que confía en mi palabra- Le pidió a Ian antes de escuchar lo de sus miedos -Ian…Pero si tienes tanto miedo ¿Por qué no has tomado la matalobos antes?- Le preguntó, esta vez sin necesidad de los espíritus.
-Es …Me resulta curioso. No tomas la matalobos para controlarte pero tienes miedo de hacer lo que haces cuando eres un lobo. Tienes allí mismo la disyuntiva, el debate interno- Se movió y se acostó a su lado, tal vez se veía todo desde su perspectiva podía ayudarlo -¿Qué es lo que buscas realmente en luna llena, Ian?- Le cuestionó, ella le gustaba porque liberaba energía que llevaba acumulando en la semana previa a la luna. Miró el cielo con curiosidad y alzó las manos como tratando de comparar su color de piel con la del cielo -Porque la respuesta para controlarte la tienes, decides deliberadamente no tomarla porque….-
Se dio cuenta de que estaba asustando a Ian y sonrió tratando de relajarlo -Lo siento, es que los oigo. Ese es …bueno mi trabajo ahora. Ser una guía espiritual ayudada por nuestros antepasados- Lo observó mirar el cielo y ella también miró arriba a ver si eso le podía ayudar. El cielo estaba despejado para ser invierno y ella suspiró un poco -Es tu actitud entonces. En general. El lobo no es diferente de ti. Son uno solo- Le respondió pensando más profundamente cómo podía ayudarle pero sin encontrar una respuesta que realmente le pareciera correcta.
El peso de recordar. Por eso ella era una Hati. No estaba dispuesta a recordar lo que hacía su parte lobo porque ya era suficiente con cargar con su propio destino, uno que le fue forzado. Recibió un regaño de algún lado pero lo ignoró. Alzó una mano -Tranquilo, Ian. Protegeremos a Aedan por encima de todo, incluso si no es un lobo, es nuestro cachorro. Sin Oren ni Connor soy lo más parecido a un alfa aquí así que confía en mi palabra- Le pidió a Ian antes de escuchar lo de sus miedos -Ian…Pero si tienes tanto miedo ¿Por qué no has tomado la matalobos antes?- Le preguntó, esta vez sin necesidad de los espíritus.
-Es …Me resulta curioso. No tomas la matalobos para controlarte pero tienes miedo de hacer lo que haces cuando eres un lobo. Tienes allí mismo la disyuntiva, el debate interno- Se movió y se acostó a su lado, tal vez se veía todo desde su perspectiva podía ayudarlo -¿Qué es lo que buscas realmente en luna llena, Ian?- Le cuestionó, ella le gustaba porque liberaba energía que llevaba acumulando en la semana previa a la luna. Miró el cielo con curiosidad y alzó las manos como tratando de comparar su color de piel con la del cielo -Porque la respuesta para controlarte la tienes, decides deliberadamente no tomarla porque….-
Se me escapó una risa cuando soltó aquello de Altair, tenía toda la pinta de que no le caía bien. - Bahh, ya ves. Puedes opinar lo que quieras de él. - Por mi parte no tenía problema con el licántropo jefe, pero tenía malos recuerdos del entrenamiento. No me gustó sentirme tan inútil en aquel combate, ni que él se aburriese combatiendo conmigo.
Asentí a lo de su nuevo trabajo como chamana, había dado en el clavo con las suposiciones. El caso es que me daba un poco de reparo eso de que los espíritus le hablasen. Podía haber algunos malvados, no me fiaba. - No todos los antepasados merecen ser escuchados. Espero que esos no te molesten, o que sepas acallarlos. - que estuviesen muertos no los convertía en buenos de manera automática. Lo que dijo después sobre mi actitud era algo que ya me temía. Podía estar bloqueándome a mí mismo. Repetí por lo bajo eso de que éramos uno solo, aunque no me gustase admitir ciertas cosas de mi otra parte. Le dediqué una mirada de agradecimiento por lo que dijo sobre Aedan, estaba seguro de que estaba siendo sincera respecto a lo que decía sobre protegerle. - Tú deberías ser una de las nuevas líderes, sin duda alguna. Oren y Connor están muertos. Todo aquel que no esté aquí está muerto o con la pila de control de S.A.M. - sentencie de manera seria, por duro que sonase. - Nuestro grupo tiene que mirar hacia el futuro, convirtiéndose en una organización que de verdad ayude a todos los licántropos a que su condición no sea peligrosa, a no sentir que es una maldición. Ahora no tenemos que lidiar con los de la Luna Roja, ya no es necesaria esa lucha. - esperé a que ella se tumbase a mi lado, mirando al cielo mientras pensaba en su pregunta. Tal como lo planteaba parecía que no tenía sentido lo que yo hacía.
- Busco que pase pronto, y a la vez ser capaz de alcanzar el objetivo por el que me uní al clan. - arranqué unas cuantas briznas de hierba del suelo, abriendo después el puño para soltarlas desde arriba. - Control. Por eso no la tomo. Porque si lo hago no tengo la oportunidad de ponerme a prueba, de intentar vencer a la bestia. - torcí la cabeza hacia un lado, frunciendo un poco el ceño. - ¿Comprendes por qué no lo hago? sería como huir del problema. Estoy bloqueado porque no avanzo, y me siento estúpido. - me sorprendió un poco la sinceridad con la que estaba contándole aquello. Al ser licántropo podía entenderme, y era algo que últimamente no había hablado con Jarkko porque él no quería saber nada del clan. - Jarkko Cirth...también me entristece recordar que el clan casi le mata, y que yo estuve también a punto cuando la pérdida de magia. Quisimos destrozarle por no tener brazos, por ser el lobo Omega. Quiero ayudarle, pero no sé cómo.
Asentí a lo de su nuevo trabajo como chamana, había dado en el clavo con las suposiciones. El caso es que me daba un poco de reparo eso de que los espíritus le hablasen. Podía haber algunos malvados, no me fiaba. - No todos los antepasados merecen ser escuchados. Espero que esos no te molesten, o que sepas acallarlos. - que estuviesen muertos no los convertía en buenos de manera automática. Lo que dijo después sobre mi actitud era algo que ya me temía. Podía estar bloqueándome a mí mismo. Repetí por lo bajo eso de que éramos uno solo, aunque no me gustase admitir ciertas cosas de mi otra parte. Le dediqué una mirada de agradecimiento por lo que dijo sobre Aedan, estaba seguro de que estaba siendo sincera respecto a lo que decía sobre protegerle. - Tú deberías ser una de las nuevas líderes, sin duda alguna. Oren y Connor están muertos. Todo aquel que no esté aquí está muerto o con la pila de control de S.A.M. - sentencie de manera seria, por duro que sonase. - Nuestro grupo tiene que mirar hacia el futuro, convirtiéndose en una organización que de verdad ayude a todos los licántropos a que su condición no sea peligrosa, a no sentir que es una maldición. Ahora no tenemos que lidiar con los de la Luna Roja, ya no es necesaria esa lucha. - esperé a que ella se tumbase a mi lado, mirando al cielo mientras pensaba en su pregunta. Tal como lo planteaba parecía que no tenía sentido lo que yo hacía.
- Busco que pase pronto, y a la vez ser capaz de alcanzar el objetivo por el que me uní al clan. - arranqué unas cuantas briznas de hierba del suelo, abriendo después el puño para soltarlas desde arriba. - Control. Por eso no la tomo. Porque si lo hago no tengo la oportunidad de ponerme a prueba, de intentar vencer a la bestia. - torcí la cabeza hacia un lado, frunciendo un poco el ceño. - ¿Comprendes por qué no lo hago? sería como huir del problema. Estoy bloqueado porque no avanzo, y me siento estúpido. - me sorprendió un poco la sinceridad con la que estaba contándole aquello. Al ser licántropo podía entenderme, y era algo que últimamente no había hablado con Jarkko porque él no quería saber nada del clan. - Jarkko Cirth...también me entristece recordar que el clan casi le mata, y que yo estuve también a punto cuando la pérdida de magia. Quisimos destrozarle por no tener brazos, por ser el lobo Omega. Quiero ayudarle, pero no sé cómo.
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Le alegró saber que podía opinar lo que quisiera de Altair delante de Ian, al menos, parecía que los Fenrir llevaban las cosas claras. El consejo sobre ciertos antepasados le hizo asentir, cada vez con mayor éxito lograba acallar las voces pero solían molestarla más desde que había hecho la ceremonia.
Las palabras de Ian sobre su liderazgo hicieron que Savannah lo mirara con bastante seriedad. La verdad es que se lo había planteado en varias ocasiones, sobretodo, por la ausencia de alguien que pudiera guiar a los suyos. Ella tenía claro que su trabajo era más bien espiritual que de toma de decisiones pero ante el vacío..Había hecho lo que había podido -Nuestro…- Repitió con los ojos entrecerrados mientras le miraba -¿Por qué no te planteas ser también nuestro líder, Ian? Siempre has pertenecido al clan pero realmente no. ¿Entiendes a lo que me refiero? Sé que Catherine tiene sus responsabilidades que también te afectan pero… - Ladeó la cabeza, sobre su hombro izquierdo y sonrió de lado escuchando lo que le decían -Pero siempre has buscado un lugar donde pertenecer. ¿Qué pasa si lo tienes en las narices pero estás demasiado obcecado por tus "errores" para verlo?- Hizo las comillas con bastante énfasis.
El análisis sobre lo que le decía de la luna llena hizo que girara la cabeza para observarlo -Ian. Te has llamado bestia…¿Entiendes que es ese mal concepto que tienes de tu licantropía lo que te está frenando?- Inquirió pero antes de que le respondiera volvió la cabeza hacia el cielo, alzó los brazos de nuevo -Cierra los ojos y dime… ¿Qué percibes en el aire?- Inquirió y ella disfrutó de los aromas que llegaban hacia si misma, reconociendo no sólo a los miembros de su manada, sino también a la naturaleza en sí -Dime… ¿Qué sucede cuando te hieres? ¿Te curas igual que los demás?- Preguntó con curiosidad y luego movió un brazo con brusquedad para golpearle la tráquea, pero él se lo detuvo -Dime… Esos reflejos…Esa resistencia y fuerza… ¿Te pertenecen o son de la bestia?-
-¿Cómo quieres que ayude a los licántropos a no ver esto como una maldición si no puedo ayudarte a ti?- Inquirió y alejó el brazo de él para poner las manos sobre su abdomen, suspiró largamente y cuando oyó el nombre de Jarkko se llevó una mano al rostro con pesar -Lo recuerdo. Lo lamento tanto…Perdí el contacto con él y me gustaría ofrecerle de nuevo nuestro hogar- Se incorporó, volviendo a la posición en indio y le miró con una sonrisa -Sois amigos ¿No? ¿Por qué no te planteas…encontrar tu sitio aquí, Ian? ¿Con nosotros? No te estoy pidiendo que te separes de Catherine, pero creo que si te comprometieras realmente a entenderte a ti mismo y a los que estamos contigo te ayudarías a ti mismo… -
-Soy una Hati…- Insistió y alzó una mano para que la observara -Sigo a la luna. En los Fenrir existe un equilibrio muy cuidado que ahora no encontramos…- Cerró la mano en un puño y luego levantó la otra abierta -Falta un líder Skoll y sé que puedes ser tú si estás dispuesto a conocerte a ti mismo y lidiar con las respuestas que encontrarás. Yo sólo puedo mostrarte el umbral, eres tú quien debe cruzarlo- Sonrió de lado y extendió la mano hacia él, esperando que al menos pudiera evaluarlo -Sé que no te gustan los puestos de poder. Pero sé que tú y yo podemos ayudar y proteger a los licántropos, mucho más de lo que podrían hacerlo los Luna Roja o el mismo Descendiente de Lycaon-
Las palabras de Ian sobre su liderazgo hicieron que Savannah lo mirara con bastante seriedad. La verdad es que se lo había planteado en varias ocasiones, sobretodo, por la ausencia de alguien que pudiera guiar a los suyos. Ella tenía claro que su trabajo era más bien espiritual que de toma de decisiones pero ante el vacío..Había hecho lo que había podido -Nuestro…- Repitió con los ojos entrecerrados mientras le miraba -¿Por qué no te planteas ser también nuestro líder, Ian? Siempre has pertenecido al clan pero realmente no. ¿Entiendes a lo que me refiero? Sé que Catherine tiene sus responsabilidades que también te afectan pero… - Ladeó la cabeza, sobre su hombro izquierdo y sonrió de lado escuchando lo que le decían -Pero siempre has buscado un lugar donde pertenecer. ¿Qué pasa si lo tienes en las narices pero estás demasiado obcecado por tus "errores" para verlo?- Hizo las comillas con bastante énfasis.
El análisis sobre lo que le decía de la luna llena hizo que girara la cabeza para observarlo -Ian. Te has llamado bestia…¿Entiendes que es ese mal concepto que tienes de tu licantropía lo que te está frenando?- Inquirió pero antes de que le respondiera volvió la cabeza hacia el cielo, alzó los brazos de nuevo -Cierra los ojos y dime… ¿Qué percibes en el aire?- Inquirió y ella disfrutó de los aromas que llegaban hacia si misma, reconociendo no sólo a los miembros de su manada, sino también a la naturaleza en sí -Dime… ¿Qué sucede cuando te hieres? ¿Te curas igual que los demás?- Preguntó con curiosidad y luego movió un brazo con brusquedad para golpearle la tráquea, pero él se lo detuvo -Dime… Esos reflejos…Esa resistencia y fuerza… ¿Te pertenecen o son de la bestia?-
-¿Cómo quieres que ayude a los licántropos a no ver esto como una maldición si no puedo ayudarte a ti?- Inquirió y alejó el brazo de él para poner las manos sobre su abdomen, suspiró largamente y cuando oyó el nombre de Jarkko se llevó una mano al rostro con pesar -Lo recuerdo. Lo lamento tanto…Perdí el contacto con él y me gustaría ofrecerle de nuevo nuestro hogar- Se incorporó, volviendo a la posición en indio y le miró con una sonrisa -Sois amigos ¿No? ¿Por qué no te planteas…encontrar tu sitio aquí, Ian? ¿Con nosotros? No te estoy pidiendo que te separes de Catherine, pero creo que si te comprometieras realmente a entenderte a ti mismo y a los que estamos contigo te ayudarías a ti mismo… -
-Soy una Hati…- Insistió y alzó una mano para que la observara -Sigo a la luna. En los Fenrir existe un equilibrio muy cuidado que ahora no encontramos…- Cerró la mano en un puño y luego levantó la otra abierta -Falta un líder Skoll y sé que puedes ser tú si estás dispuesto a conocerte a ti mismo y lidiar con las respuestas que encontrarás. Yo sólo puedo mostrarte el umbral, eres tú quien debe cruzarlo- Sonrió de lado y extendió la mano hacia él, esperando que al menos pudiera evaluarlo -Sé que no te gustan los puestos de poder. Pero sé que tú y yo podemos ayudar y proteger a los licántropos, mucho más de lo que podrían hacerlo los Luna Roja o el mismo Descendiente de Lycaon-
Lo último que me habría esperado era que Savannah me propusiese para presentarme como uno de los líderes del clan. La sorpresa por su propuesta se evidenció en mi mirada, pues esa idea tampoco había pasado antes por mi cabeza. - Imposible...¿cómo voy a presentarme a líder cuando ni siquiera he logrado controlarme en condiciones? no soy ejemplo de nada. - inspiré profundamente antes de asentir, claro que sabía a qué se refería con lo de pertenecer al clan y a la vez no pertenecer. - Sí. Es como estar dividido. Fue la Resistencia la que me mantuvo a salvo cuando era un crío, y también fue con la que aprendí a luchar. Por eso no puedo dejarlos por completo. Además quiero estar con el clan, y a la vez mantenerme al tanto de los asuntos de Catherine. - fruncí un poco el ceño al escuchar eso de que tal vez estaba demasiado obcecado para ver cuál era el lugar al que pertenecía. No supe exactamente qué responder a eso, pero sí tenía claro que pertenecía más a mi familia que a un lugar concreto. Al final estaría donde estuviesen ellos.
- Savannah...en luna llena es lo que somos. ¿Está mal aceptar que somos bestias cada luna llena? negando esa parte también estás negando lo que significa ser licántropo. La diferencia con los Luna Roja es que nosotros no queremos imponer nuestra superioridad a los demás, ni queremos crear nuevos licántropos de manera indiscriminada. - volví a mirar al cielo, cerrando los ojos un poco a regañadientes cuando me pidió que hiciese ese ejercicio de percibir lo que sentía en el aire. Captaba muchos más aromas de los que habría sido capaz antes de convertirme. Un agradable olor a petricor procedente de la tierra llegó hasta mi nariz antes de volver a abrir los ojos, justo a tiempo para detener el ataque sorpresa de Savannah hacia mi garganta. Reflejos, por supuesto. - Esta es la parte buena, claro. La fuerza y la regeneración. Nos pertenecen a los dos. No...a mí. Somos lo mismo. - acabé por responder autoconfundiéndome a mi mismo. Savannah me estaba liando un poco, aunque agradecía que quisiese ayudarme. Me incorporé a la vez que ella lo hizo, sin molestarme en sacudirme la tierra que había quedado en mi espalda. Suspiré al escuchar lo de Jarkko, dudaba que quisiera porque estaba muy resentido y temeroso.
- Es uno de mis mejores amigos. - en realidad eran solo dos, y la otra era Azahar. - Creo que no quiere volver...pero yo seguiré en contacto con él. - me quedé pensativo con su oferta de acercarme un poco más al clan, tal vez necesitaba sentirme más parte del grupo para poder avanzar. Observé su mano cuando la alzó, aunque no supiese muy bien qué quería con eso. Ah, cosas de equilibrio. - Tal vez. Poner un poco más de mí parte en todo esto. Lo intentaré. - finalmente estreché la mano que ella extendió hacia mí, aunque fuese un trato a medias. Todavía había cosas que pulir. - Te prometo que te acompañaré en esto cuando sea capaz de conseguir lo que quiero. Sólo necesito algo más de tiempo. - terminé el apretón de manos con fuerza, sabiendo que no le iba a hacer daño porque ella también era fuerte. - Gracias, Savannah. -
- Savannah...en luna llena es lo que somos. ¿Está mal aceptar que somos bestias cada luna llena? negando esa parte también estás negando lo que significa ser licántropo. La diferencia con los Luna Roja es que nosotros no queremos imponer nuestra superioridad a los demás, ni queremos crear nuevos licántropos de manera indiscriminada. - volví a mirar al cielo, cerrando los ojos un poco a regañadientes cuando me pidió que hiciese ese ejercicio de percibir lo que sentía en el aire. Captaba muchos más aromas de los que habría sido capaz antes de convertirme. Un agradable olor a petricor procedente de la tierra llegó hasta mi nariz antes de volver a abrir los ojos, justo a tiempo para detener el ataque sorpresa de Savannah hacia mi garganta. Reflejos, por supuesto. - Esta es la parte buena, claro. La fuerza y la regeneración. Nos pertenecen a los dos. No...a mí. Somos lo mismo. - acabé por responder autoconfundiéndome a mi mismo. Savannah me estaba liando un poco, aunque agradecía que quisiese ayudarme. Me incorporé a la vez que ella lo hizo, sin molestarme en sacudirme la tierra que había quedado en mi espalda. Suspiré al escuchar lo de Jarkko, dudaba que quisiera porque estaba muy resentido y temeroso.
- Es uno de mis mejores amigos. - en realidad eran solo dos, y la otra era Azahar. - Creo que no quiere volver...pero yo seguiré en contacto con él. - me quedé pensativo con su oferta de acercarme un poco más al clan, tal vez necesitaba sentirme más parte del grupo para poder avanzar. Observé su mano cuando la alzó, aunque no supiese muy bien qué quería con eso. Ah, cosas de equilibrio. - Tal vez. Poner un poco más de mí parte en todo esto. Lo intentaré. - finalmente estreché la mano que ella extendió hacia mí, aunque fuese un trato a medias. Todavía había cosas que pulir. - Te prometo que te acompañaré en esto cuando sea capaz de conseguir lo que quiero. Sólo necesito algo más de tiempo. - terminé el apretón de manos con fuerza, sabiendo que no le iba a hacer daño porque ella también era fuerte. - Gracias, Savannah. -
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-Ah, pero yo sí puedo ¿No?- Le preguntó a Ian mirándolo con una ceja arqueada porque ella le había dicho desde el principio que no se controlaba y él, sin embargo, si le había propuesto hacerlo sin pensarlo -No se trata de ser ejemplo, se trata de preocuparse por la manada y de tratar de tomar las decisiones correctas para guiarles- Escuchó su respuesta sobre los diferentes frentes y entonces fue consciente de algo que ya había estado pensando desde hace demasiado tiempo pero que no había tenido las agallas de decirle a Oren para que comprendiera la importancia de…unirse -Eres perfecto- Indicó Savannah -Aún no lo sabes…Pero creo que parte de lo que afectó a Llangoed fue precisamente que se mantuvo a un lado de la guerra en pro de mantenernos vivos. Fallamos, le fallamos a nuestra manada. El nuevo amanecer de los Fenrir puede necesitar que tengamos contacto con el resto del mundo y no volver a escondernos en nuestro bosque. Yo no tengo esas conexiones pero conozco a la manada y puedo cuidarla desde dentro. Tú puedes hacerlo hacia fuera. Nos complementamos como la luna al sol y viceversa…¿Me explico? Es el momento adecuado, Ian- Insistió porque nunca lo había visto tan claro, se mordió suavemente el labio y luego dándose cuenta de que volvía a comerse la pintura. Hizo un gesto de asco y gruñó. Menuda asquerosidad.
-Bestia y lobo son dos términos absolutamente distintos, en mi opinión, el primero es despectivo y se usa para ponerle una etiqueta a eso a lo que le tenemos miedo. Una acromántula es una bestia. Un lobo es un lobo, es un animal, sí…pero no una bestia en sí. Son…matices…O eso creo yo- Su prueba acerca de los sentidos, de los beneficios de ser licántropo había ayudado. Entendió finalmente lo que ella había tratado de decir y con eso, para ella, era suficiente. Le sonrió, a sabiendas de que había dicho suficiente para que se lo pensara un poco más.
En cuanto el tema cambió a Jarkko, ella suspiró bajando la mirada -Lo entiendo muy bien…Sólo dile que…Me gustaría hablar con él. Si lo ves ¿Vale?- Le sugirió con una sonrisa pues sabía que era algo difícil de superar lo que le había ocurrido. Pero era un tema que no podía profundizar con Ian, tenía que hacerlo con Jarkko si Ian le conseguía una audiencia. Escuchó lo demás con una sonrisa y le estrechó la mano, poniendo la otra encima -La luna no se vería sobre el cielo si no reflejara la luz del sol- Expresó, porque era algo que los espíritus consideraban que debía decir -Toma el tiempo que necesites…De nada- Le sonrió y ella le devolvió el apretón para luego levantarse -Mándale saludos a Catherine y Aedan. En cuanto a la misión en tierra, los Fenrir por el momento sólo apoyarán con los miembros que están en la guardia… - Sonrió y empezó a caminar pero antes de salir de su campo de visión le miró por encima del hombro- Y contigo- Le guiñó un ojo y se fue con el resto de la manada.
-Bestia y lobo son dos términos absolutamente distintos, en mi opinión, el primero es despectivo y se usa para ponerle una etiqueta a eso a lo que le tenemos miedo. Una acromántula es una bestia. Un lobo es un lobo, es un animal, sí…pero no una bestia en sí. Son…matices…O eso creo yo- Su prueba acerca de los sentidos, de los beneficios de ser licántropo había ayudado. Entendió finalmente lo que ella había tratado de decir y con eso, para ella, era suficiente. Le sonrió, a sabiendas de que había dicho suficiente para que se lo pensara un poco más.
En cuanto el tema cambió a Jarkko, ella suspiró bajando la mirada -Lo entiendo muy bien…Sólo dile que…Me gustaría hablar con él. Si lo ves ¿Vale?- Le sugirió con una sonrisa pues sabía que era algo difícil de superar lo que le había ocurrido. Pero era un tema que no podía profundizar con Ian, tenía que hacerlo con Jarkko si Ian le conseguía una audiencia. Escuchó lo demás con una sonrisa y le estrechó la mano, poniendo la otra encima -La luna no se vería sobre el cielo si no reflejara la luz del sol- Expresó, porque era algo que los espíritus consideraban que debía decir -Toma el tiempo que necesites…De nada- Le sonrió y ella le devolvió el apretón para luego levantarse -Mándale saludos a Catherine y Aedan. En cuanto a la misión en tierra, los Fenrir por el momento sólo apoyarán con los miembros que están en la guardia… - Sonrió y empezó a caminar pero antes de salir de su campo de visión le miró por encima del hombro- Y contigo- Le guiñó un ojo y se fue con el resto de la manada.
- Tú estás más adelantada. - repliqué al ver cómo desmontaba mi argumento. No podía ser sólo cuestión de querer lo mejor para la manada. Si venían buscando guía para controlarse y yo no podía dársela... complicado. Me dejó más descolocado aún cuando me dijo que era perfecto para el puesto, supuestamente porque podría darle otra visión desde fuera. No se me daba muy bien recibir halagos, o lo que fuera eso, así que no dije nada. Me quedé algo serio y mirando fijamente a las cimitarras que tenía justo delante de mí. Cuando volví la vista hacia ella la pillé justo en el momento en que se comía la pintura de los labios sin querer, lo cual me hizo gracia. Sonreí levemente durante un instante, atendiendo después a su matización de lobo o bestia. Eran puntos de vista distintos, pero realmente ninguno lo teníamos claro del todo. Tendríamos que descubrirlo conforme avanzásemos.
- Está bien, buscaré a Jarkko. Pero ten tacto con él...ha pasado por mucho. Todo es conocerle. - avisé a Savannah para que se hiciese una idea de lo que se encontraría, que no le pillase de sorpresa. Me gustó la frase que dijo sobre la luna y el sol, relacionada con lo que me había estado diciendo antes. - He de reconocer que eres buena intentando convencer a la gente. Esa cualidad puede servir para aumentar el clan. - atraería a muchos nuevos que buscasen respuestas, sabía dialogar y hacerte pensar. Era de agradecer que me diese el tiempo que necesitase hasta estar seguro. Tras despedirme de ella me quedé allí en los campos un poco más, repasando mentalmente la conversación. La misión...eso era lo que más ocupaba mi mente durante los últimos días. Me levanté de allí sin sacudirme la tierra, desapareciéndome de allí para ir a reunirme con mi otro grupo, los renegados.
- Está bien, buscaré a Jarkko. Pero ten tacto con él...ha pasado por mucho. Todo es conocerle. - avisé a Savannah para que se hiciese una idea de lo que se encontraría, que no le pillase de sorpresa. Me gustó la frase que dijo sobre la luna y el sol, relacionada con lo que me había estado diciendo antes. - He de reconocer que eres buena intentando convencer a la gente. Esa cualidad puede servir para aumentar el clan. - atraería a muchos nuevos que buscasen respuestas, sabía dialogar y hacerte pensar. Era de agradecer que me diese el tiempo que necesitase hasta estar seguro. Tras despedirme de ella me quedé allí en los campos un poco más, repasando mentalmente la conversación. La misión...eso era lo que más ocupaba mi mente durante los últimos días. Me levanté de allí sin sacudirme la tierra, desapareciéndome de allí para ir a reunirme con mi otro grupo, los renegados.
Gwen Pendragón
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Habían pasado los días y el retorno a Ávalon no se había producido. Las sacerdotisas que quedaban se podrían hacer cargo y la verdad, no estaba del mejor de los humores para atender al Árbol Sagrado.
En la medida de lo posible traté de no inmiscuirme en los asuntos de Wthyr y Catherine. Los sirvientes hablaban de los preparativos para su mudanza a Ávalon, por mi que viviesen donde les pareciera.
Limitaba mi tiempo a rutinas fáciles, despertar rezos, preparativos para activar los antiguos templos que en vez de estar dedicados al Sanguis Ligno lo estaban a dragones, leer, música, entrenamiento y paseos. Las tardes las pasaba en los campos, varios dragones me acompañaban desde el cielo. Aquellos más iracundos que solíamos limitar al entorno del castillo.
Imaginaba que aquello les serviría para salir de su propia rutina. Al menos parecían disfrutar del vuelo más allá de las montañas. Crucé el puente justo a la vez que un par de campesinos, para mi suerte realizaron una señal de respeto a la que respondí con una inclinación de cabeza sonriendo agradecida. Eran pocos los fieles a la familia Pendragon en aquel lugar y bastante fáciles de identificar.
Caminar entre los campos diariamente lo había hecho más fácil. La familia de hortelanos que vivían a la vera del río no nos soportaban, por el contrario que los que se asentaban un poco más allá. Esos cuidaban del ganado y más bien tenían miedo a mi paso y el de los dragones. Así podría seguir distinguiendo ciudadanos hasta llegar a la colina.
Paré en la misma piedra de siempre, aquella que reposaba justo en lo alto de una pequeña colina. A un lado podía ver los campos y justo al otro la ciudad de Oroboros, algunos de sus edificios se encontraban próximos nada más bajar aquella colina. Suspiré mientras tomaba asiento. Hoy mirando hacia los campos y las montañas.
Saqué mi libro del abrigo. Había decidido vestir con los colores de mi casa. Telas suaves y ligeras como siempre, rojas y doradas, a pesar de la reciente pérdida de Aelle. El abrigo era más grueso y el trabajo de bordado del escudo Pendragon por parte de la casa de Cleopatra era exquisito. Sumergí mis pensamientos en la lectura mientras los dragones volaban tranquilos.
En la medida de lo posible traté de no inmiscuirme en los asuntos de Wthyr y Catherine. Los sirvientes hablaban de los preparativos para su mudanza a Ávalon, por mi que viviesen donde les pareciera.
Limitaba mi tiempo a rutinas fáciles, despertar rezos, preparativos para activar los antiguos templos que en vez de estar dedicados al Sanguis Ligno lo estaban a dragones, leer, música, entrenamiento y paseos. Las tardes las pasaba en los campos, varios dragones me acompañaban desde el cielo. Aquellos más iracundos que solíamos limitar al entorno del castillo.
Imaginaba que aquello les serviría para salir de su propia rutina. Al menos parecían disfrutar del vuelo más allá de las montañas. Crucé el puente justo a la vez que un par de campesinos, para mi suerte realizaron una señal de respeto a la que respondí con una inclinación de cabeza sonriendo agradecida. Eran pocos los fieles a la familia Pendragon en aquel lugar y bastante fáciles de identificar.
Caminar entre los campos diariamente lo había hecho más fácil. La familia de hortelanos que vivían a la vera del río no nos soportaban, por el contrario que los que se asentaban un poco más allá. Esos cuidaban del ganado y más bien tenían miedo a mi paso y el de los dragones. Así podría seguir distinguiendo ciudadanos hasta llegar a la colina.
Paré en la misma piedra de siempre, aquella que reposaba justo en lo alto de una pequeña colina. A un lado podía ver los campos y justo al otro la ciudad de Oroboros, algunos de sus edificios se encontraban próximos nada más bajar aquella colina. Suspiré mientras tomaba asiento. Hoy mirando hacia los campos y las montañas.
Saqué mi libro del abrigo. Había decidido vestir con los colores de mi casa. Telas suaves y ligeras como siempre, rojas y doradas, a pesar de la reciente pérdida de Aelle. El abrigo era más grueso y el trabajo de bordado del escudo Pendragon por parte de la casa de Cleopatra era exquisito. Sumergí mis pensamientos en la lectura mientras los dragones volaban tranquilos.
Enero había sido un mes…Un mes complicado. Después de que le dieran de alta, había ido a la casa de Sofía pese a la insistencia de Vishous. Sayid había informado que tenían una nueva casa y Arleen simplemente había asentido e ido. Bonita y obediente. En la casa no hizo más que volver a ese ciclo de lectura y diseño, pero siempre desde la cama y aunque buscó en sus libros qué significaba Hakuna Matata, no lo encontró. Desafortunadamente, pese a su descanso el destino tenía otras ideas y cerca del fin de enero mientras estaba diseñando lo que parecía una cápsula de rehabilitación sobre lo que le había contado Belle…Lo sintió. Comenzó como una puntada fuerte en el vientre y todo lo demás fue historia. Tal como habían querido Sayid y Anteia, Arleen perdió a su bebé. Jo, tras la obsesión de Arleen por su sangre, le hizo un chequeo médico y dio con el origen de varios problemas: Coagulación. El frio en sus pies y extremidades inferiores no era falta de ejercicio, era algo propio de ella y como la magia curaba tan rápido como el díctamo no se habían dado cuenta. Ahora tener un embarazo normal iba a ser más complicado.
Después de descansar empezó por retomar su vida, tenía un paciente en espera que había quedado muy mal después de la misión de SAM y quería hacerlo caminar. También retomó sus clases presenciales con un proyecto. Sayid, por su parte, pasaba más tiempo de misiones que en casa y Arleen supuso que, como ella, procuraban evitarse el uno al otro mientras el fantasma del divorcio pendía sobre ellos. Ella en particular no iba a humillarse a sí misma, si él quería hacerlo lo recibiría sin problema. Después de todo, la idea era darle hijos y aquello se le estaba complicado.
También se había enterado que Darren Pendragon había sido la persona que ayudó a su ubicación y que también tenía una orden de captura, información que el dio Amaya. Sin embargo, Arleen tenía que encontrar la manera de agradecerle. Escribió una carta y decidió que en cuanto viera a algún Pendragon pediría que se la entregaran. A Oscurus también le agradeció, le daba vergüenza tener que reconocer que no podía hacer un patronus.
El día pintaba bien e iba de camino hacia el laboratorio en su alfombra cuando vislumbró dragones. No tardó mucho en dirigirse hacia allí, aunque con un pequeño nudo en el estómago porque sabía que si Sayid se enteraba era un regaño gratis. Pero no podía quejarse, tan bonita y obediente había sido que ni palabra le había dirigido mientras le servía la comida, le preparaba la ropa y fungía como esposa en todos los ámbitos menos en el lecho. Que se buscara soluciones en otra parte, no le importaba, todo hombre tenía sus necesidades. Ella tenía una profesión, un objetivo y un proyecto. Y pronto la ejecutaría, arriba o abajo, sin distinción de raza, color, ni procedencia. El Hospital estaba muy cerca de ser inaugurado y ese sería uno de los mayores logros de la morena.
Al llegar se dio cuenta de que era Gwen y observó con cierto respeto a los dragones mientras iba acercándose -Buenos días- Murmuró desde la alfombra, iba ataviada en uno de sus elegantes vestidos, con los altos tacones y un abrigo grueso. Se quitó el gorro de lana y los guantes con lentitud mientras los dejaba en la alfombra -¿Gwen, no?- Inquirió con una leve sonrisa mientras miraba su libro con curiosidad porque…¿Quién no tiene curiosidad por un buen libro? Tuvo una punzada de nostalgia al recordar que el libro que le había regalado Gelion se lo había olvidado abajo. Pero lo buscaría…Alguna copia, por supuesto, tenía prohibido visitar esa zona. Se acercó a ella finalmente y con cuidado se sentó a su lado, contemplando la grandeza de Ouroboros -Espero que os encontréis bien- Dijo con amabilidad -Me gustaría pediros un favor- Se reacomodó y buscó en su abrigo la carta. Tenía el nombre de Darren escrito con hermosa caligrafía en un sobre de color champagne con pequeñas gardenias dibujadas, como si estuviesen impresas en él -¿Podéis entregarle esto a vuestro hermano, por favor?- Preguntó.
Después de descansar empezó por retomar su vida, tenía un paciente en espera que había quedado muy mal después de la misión de SAM y quería hacerlo caminar. También retomó sus clases presenciales con un proyecto. Sayid, por su parte, pasaba más tiempo de misiones que en casa y Arleen supuso que, como ella, procuraban evitarse el uno al otro mientras el fantasma del divorcio pendía sobre ellos. Ella en particular no iba a humillarse a sí misma, si él quería hacerlo lo recibiría sin problema. Después de todo, la idea era darle hijos y aquello se le estaba complicado.
También se había enterado que Darren Pendragon había sido la persona que ayudó a su ubicación y que también tenía una orden de captura, información que el dio Amaya. Sin embargo, Arleen tenía que encontrar la manera de agradecerle. Escribió una carta y decidió que en cuanto viera a algún Pendragon pediría que se la entregaran. A Oscurus también le agradeció, le daba vergüenza tener que reconocer que no podía hacer un patronus.
El día pintaba bien e iba de camino hacia el laboratorio en su alfombra cuando vislumbró dragones. No tardó mucho en dirigirse hacia allí, aunque con un pequeño nudo en el estómago porque sabía que si Sayid se enteraba era un regaño gratis. Pero no podía quejarse, tan bonita y obediente había sido que ni palabra le había dirigido mientras le servía la comida, le preparaba la ropa y fungía como esposa en todos los ámbitos menos en el lecho. Que se buscara soluciones en otra parte, no le importaba, todo hombre tenía sus necesidades. Ella tenía una profesión, un objetivo y un proyecto. Y pronto la ejecutaría, arriba o abajo, sin distinción de raza, color, ni procedencia. El Hospital estaba muy cerca de ser inaugurado y ese sería uno de los mayores logros de la morena.
Al llegar se dio cuenta de que era Gwen y observó con cierto respeto a los dragones mientras iba acercándose -Buenos días- Murmuró desde la alfombra, iba ataviada en uno de sus elegantes vestidos, con los altos tacones y un abrigo grueso. Se quitó el gorro de lana y los guantes con lentitud mientras los dejaba en la alfombra -¿Gwen, no?- Inquirió con una leve sonrisa mientras miraba su libro con curiosidad porque…¿Quién no tiene curiosidad por un buen libro? Tuvo una punzada de nostalgia al recordar que el libro que le había regalado Gelion se lo había olvidado abajo. Pero lo buscaría…Alguna copia, por supuesto, tenía prohibido visitar esa zona. Se acercó a ella finalmente y con cuidado se sentó a su lado, contemplando la grandeza de Ouroboros -Espero que os encontréis bien- Dijo con amabilidad -Me gustaría pediros un favor- Se reacomodó y buscó en su abrigo la carta. Tenía el nombre de Darren escrito con hermosa caligrafía en un sobre de color champagne con pequeñas gardenias dibujadas, como si estuviesen impresas en él -¿Podéis entregarle esto a vuestro hermano, por favor?- Preguntó.
Gwen Pendragón
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Continuaba enfrascada en la lectura de aquel texto antiguo. No era más que un tratado sobre los templos y rituales de antaño, realizados en los templos de las montañas en honor a los dragones. Eran bastante diferentes a nuestras actuales ritos y creencias. Se acompañaba de ilustraciones y grabados que daban cierta información aunque se habían deteriorado con el tiempo.
Fruncí el ceño al encontrar alguna palabra que no reconocía, estaba escrito en lengua de dragón pero se notaba que el lenguaje y la expresión del mismo habían cambiado durante aquellos siglos. Tan enfrascada me encontraba que el saludo me pilló por sorpresa.
Estiré la espalda al escuchar la voz y miré confusa. No estaba acostumbrada a que alguien se acercase y mucho menos que me dirigiesen la palabra.-Buenos días.-Respondí recuperando la compostura que brevemente había perdido. Era la mujer del taller, amiga de DaVinci. Las pocas ocasiones que habíamos coincidido había sido amable, incluso en la fiesta tras la derrota de la máquina en la que al menos había sonreído con cierta timidez a modo de saludo. Asentí, confirmando mi nombre, así es como Giordano me había presentado a ella.
Traté de recordar su nombre pero no lo logré. Así que sonreí ladeando la cabeza.-Tenéis que disculparme pero no recuerdo vuestro nombre.-Me sinceré en un más que evidente tono culposo. La seguí con la mirada cuando se sentó a mi lado mirando alrededor un segundo. No había nadie por allí. Curioso gesto por su parte. Asentí agradecida por sus palabras y entonces habló de un favor.-Oh..-Sí, era sorpresa lo que transmitía mi voz. Cerré el libro y miré a la mujer con atención.
De todas las cosas que podría imaginar aquel sobre con el nombre de mi hermano era lo último que esperaba. Tomé el sobre preguntándome las razones de aquella comunicación por parte de la mujer y asentí mientras pasaba algún mechón rebelde que se había escapado del recogido tras mi oreja. El viento no era muy intenso pero la jornada había sido larga.-Claro.-Contesté extrañada y metí el sobre en el libro.-No sabía que os conocíais.-Expliqué sonriendo levemente , por si le habían resultado raras mis expresiones.
¿Darren tenía amigos en Ouroboros? Apenas tenía amistades en casa más allá de nuestras habituales compañías y era bastante cerrado excepto para Shyvanna. O tal vez era por su incidente... Apreté mis labios al pensar en aquella posibilidad.
Fruncí el ceño al encontrar alguna palabra que no reconocía, estaba escrito en lengua de dragón pero se notaba que el lenguaje y la expresión del mismo habían cambiado durante aquellos siglos. Tan enfrascada me encontraba que el saludo me pilló por sorpresa.
Estiré la espalda al escuchar la voz y miré confusa. No estaba acostumbrada a que alguien se acercase y mucho menos que me dirigiesen la palabra.-Buenos días.-Respondí recuperando la compostura que brevemente había perdido. Era la mujer del taller, amiga de DaVinci. Las pocas ocasiones que habíamos coincidido había sido amable, incluso en la fiesta tras la derrota de la máquina en la que al menos había sonreído con cierta timidez a modo de saludo. Asentí, confirmando mi nombre, así es como Giordano me había presentado a ella.
Traté de recordar su nombre pero no lo logré. Así que sonreí ladeando la cabeza.-Tenéis que disculparme pero no recuerdo vuestro nombre.-Me sinceré en un más que evidente tono culposo. La seguí con la mirada cuando se sentó a mi lado mirando alrededor un segundo. No había nadie por allí. Curioso gesto por su parte. Asentí agradecida por sus palabras y entonces habló de un favor.-Oh..-Sí, era sorpresa lo que transmitía mi voz. Cerré el libro y miré a la mujer con atención.
De todas las cosas que podría imaginar aquel sobre con el nombre de mi hermano era lo último que esperaba. Tomé el sobre preguntándome las razones de aquella comunicación por parte de la mujer y asentí mientras pasaba algún mechón rebelde que se había escapado del recogido tras mi oreja. El viento no era muy intenso pero la jornada había sido larga.-Claro.-Contesté extrañada y metí el sobre en el libro.-No sabía que os conocíais.-Expliqué sonriendo levemente , por si le habían resultado raras mis expresiones.
¿Darren tenía amigos en Ouroboros? Apenas tenía amistades en casa más allá de nuestras habituales compañías y era bastante cerrado excepto para Shyvanna. O tal vez era por su incidente... Apreté mis labios al pensar en aquella posibilidad.
Notó en seguida el cambio en el lengua corporal de Gwen y tensó los labios -No vengo con intención de atacaros. Ni física ni verbalmente- Aclaró, porque la cuestión es que con los Pendragon todo el mundo estaba tenso y lo comprendía. Si ella veía otra vez al moreno quizás le regalaba un fruncimiento de ceño, pero los demás que conocía…Es más, Gwen había estado ayudando a Giordano cuando la conoció la primera vez. En compañía de una ¿Dragona? Que era de lo más divertida tratando de arreglar la cafetera.
-Soy Arleen- No dijo nada de sus apellidos, ni con el que había nacido, ni el que había adoptado. Era Arleen nada más, sin nada más que la definiera que ella misma. Miró alrededor antes de escuchar ese tono de sorpresa, la evaluó con la mirada, fijándose entonces en su ojo extraño. Ladeó la cabeza, con el ceño levemente fruncido pero sólo por curiosidad. Movió la cabeza levemente a ver si trabajaba en diferentes ángulos de su otro ojo. Un experimento tonto, pero que le nació en el momento.
-Muchas gracias- Le dijo con una leve sonrisa y metió las manos en su abrigo mientras veía el título del libro que no lo entendía muy bien. ¿Era otra lengua? Entrecerró los ojos ¿Quizás latín? ¿O alguna lengua muerta? Alzó la mirada hacia ella con las cejas alzadas -Trabajamos juntos en la operación de Lucio- Indicó y luego apartó la mirada para ver a la montaña -Y ayudó a mi familia a ubicarme cuando fui secuestrada. Así que…como no puedo verlo- Porque estaba la situación un poco complicada respecto a su presencia en la isla -Estaba esperando encontrarme con alguno de vosotros para extenderle esta muestra de agradecimiento-
-Soy Arleen- No dijo nada de sus apellidos, ni con el que había nacido, ni el que había adoptado. Era Arleen nada más, sin nada más que la definiera que ella misma. Miró alrededor antes de escuchar ese tono de sorpresa, la evaluó con la mirada, fijándose entonces en su ojo extraño. Ladeó la cabeza, con el ceño levemente fruncido pero sólo por curiosidad. Movió la cabeza levemente a ver si trabajaba en diferentes ángulos de su otro ojo. Un experimento tonto, pero que le nació en el momento.
-Muchas gracias- Le dijo con una leve sonrisa y metió las manos en su abrigo mientras veía el título del libro que no lo entendía muy bien. ¿Era otra lengua? Entrecerró los ojos ¿Quizás latín? ¿O alguna lengua muerta? Alzó la mirada hacia ella con las cejas alzadas -Trabajamos juntos en la operación de Lucio- Indicó y luego apartó la mirada para ver a la montaña -Y ayudó a mi familia a ubicarme cuando fui secuestrada. Así que…como no puedo verlo- Porque estaba la situación un poco complicada respecto a su presencia en la isla -Estaba esperando encontrarme con alguno de vosotros para extenderle esta muestra de agradecimiento-
Gwen Pendragón
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Edad
Nacionalidad
Sus palabras que pretendían calmar mi ánimo me hicieron alzar una ceja e inevitablemente mirarla de arriba a abajo con cierta rapidez. Suspiré después desviando la vista a los campos. -Es de agradecer-Dije, pues no iba a verbalizar que en tal caso seguramente yo tendría ventaja respecto a ella.
-Arleen, cierto-Comenté cuando me recordó su nombre sonriendo de nuevo con amabilidad. Su gesto algo distraído hizo que mi cabeza siguiese su movimiento ladeándose también. Alcé ambas cejas y parpadeé. -¿Puedo ayudaros en algo más?-Me daba la sensación de que así era.
La noticia de que mi hermano había ayudado en una operación fue novedosa. Traté de recordar, pero no...no había sido informada de aquello y después cuando habló de su secuestro fruncí el ceño al saber que el rubio también había ayudado. Definitivamente la comunicación con mi hermano era escasa.
-Comprendo.-Asentí algo incómoda, si se podía acercar a nosotros pero a Darren no tendría que ver con el ataque que había realizado a uno de los ciudadanos de la isla.-Le haré llegar la carta en cuanto regrese al Castillo. -Apreté mis labios a la par que apretaba el libro entre mis manos. -Mi hermano no suele ser tan...-Bajé la mirada. En realidad sí, los Pendragón eran impulsivos por naturaleza. Territoriales. Protectores.-El creía que mi hermana estaba en peligro.-Traté de justificar, quedando después en un tenso silencio
-¿Estáis bien?-Pregunté sin más volviendo a mirar hacia la mujer.-Por el secuestro. -Aclaré. Tampoco es que me interesase conocer e indagar sobre la vida de aquella mujer que conocía de prácticamente nada pero ella resultaba tan amable que me parecía poco adecuado no preguntar.
-Arleen, cierto-Comenté cuando me recordó su nombre sonriendo de nuevo con amabilidad. Su gesto algo distraído hizo que mi cabeza siguiese su movimiento ladeándose también. Alcé ambas cejas y parpadeé. -¿Puedo ayudaros en algo más?-Me daba la sensación de que así era.
La noticia de que mi hermano había ayudado en una operación fue novedosa. Traté de recordar, pero no...no había sido informada de aquello y después cuando habló de su secuestro fruncí el ceño al saber que el rubio también había ayudado. Definitivamente la comunicación con mi hermano era escasa.
-Comprendo.-Asentí algo incómoda, si se podía acercar a nosotros pero a Darren no tendría que ver con el ataque que había realizado a uno de los ciudadanos de la isla.-Le haré llegar la carta en cuanto regrese al Castillo. -Apreté mis labios a la par que apretaba el libro entre mis manos. -Mi hermano no suele ser tan...-Bajé la mirada. En realidad sí, los Pendragón eran impulsivos por naturaleza. Territoriales. Protectores.-El creía que mi hermana estaba en peligro.-Traté de justificar, quedando después en un tenso silencio
-¿Estáis bien?-Pregunté sin más volviendo a mirar hacia la mujer.-Por el secuestro. -Aclaré. Tampoco es que me interesase conocer e indagar sobre la vida de aquella mujer que conocía de prácticamente nada pero ella resultaba tan amable que me parecía poco adecuado no preguntar.
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