Residencia Pendragon (Montañas del Dragón)

- Un linaje bastardo, en definitva. Por eso será irónico que finalmente sea reabsorbida por el nuestro. Qué mejor manera de desaparecer en la nada. Un asesinato la habría convertido en mártir, y no queremos eso...no nos interesa realmente. - me mostré un tanto contrariado por la falta de datos por parte Gwen, la revelación del Sanguis Ligno era un tanto escueta en cuanto a su consecución. - ¿Estás segura de que realizaste bien la ceremonia?- cuestioné a mi hermana un tanto escéptico, por si pudiese haberse equivocado al hacer las preguntas. No dejaba de ser tremendamente joven, a pesar de su preparación. Pude adivinar que no le provocaba excesivo entusiasmo la convocatoria de Aelle, pero era imprescindible que lo supiese. Ella era la primera que había hecho siempre todo lo que dictaba el árbol, costase lo que costase. Mucha sangre se había vertido por ello.

- Necesitamos saber qué quiere decir exactamente el árbol. ¿Desposarla haciéndola enviudar? ¿Obligarla a unirse a nuestras filas? ¿convencerla? ¿usarla para la descendencia? - era todo lo que se me ocurría por el momento, tal vez ella tuviese alguna otra idea.

Desvié la mirada un momento a la clepsidra que tenía sobre la mesa, pensando también en el tiempo que nos quedaba en la isla antes de que se acabase nuestro "período de prueba". Volví a mirar al libro de registros de sangre, pasando la mano por la página de últimas anotaciones. - Así que de moral leal... - pero de mente brillante. Si lográbamos seducir su mente tal vez se inclinase hacia el lado adecuado. - Confío en tu capacidad de persuasión. Obtén algo de su sangre si pasado un tiempo prudencial no logras hacerte con él. Ya tenemos varias muestras de personas de la isla a las que influir, dañar o utilizar. Pero ninguna de un Descendiente. - se ve que habían ido poco por el hospital. O que el discípulo del Maestro no estuvo muy por la labor de buscar. Entorné levemente la mirada ante su "negativa" de encargarse del estado de algunos de los dragones dominados. Shyvanna era la que solía hacerlo, pero últimamente estaba algo despistada.

- Da igual. No lo hagas. Así no.- cerré el libro de manera brusca, poniéndome en pie con las manos apoyadas sobre la mesa mientras me inclinaba levemente hacia delante. - No tienes que responder a todo que sí aunque no estés de acuerdo. No es necesario que te comportes como si fueras uno de los vasallos, ni que seas servil. Eres una Pendragon, maldita sea. Di lo que piensas. - ciertamente era la más comprometida con la causa, y cumplía de manera perfecta, pero percibía que se guardaba demasiadas cosas. - Soy el primogénito y heredero del linaje Pendragon, pero si no puedo continuar el linaje...- desvié la mirada apenas un instante al tapiz, lo suficiente para que supiese de qué hablaba. - ...Cualquiera de vosotros debería continuarlo. Te designaría a ti si pudiera elegirlo. Por eso necesito que seas capaz de hacer algo más que acatar órdenes. Necesito líderes, no más vasallos. - volví a sentarme tras haber hablado elevando el tono un poco más de lo habitual, aunque sin llegar a alterarme. Dejé transcurrir algunos segundos sin decir nada, en un silencio algo tenso. me preguntaba si alguno de mis hermanos sería capaz de hacer lo que habían hecho en otras generaciones, eliminar al heredero por obtener el poder, o por desavenencias.

Wthyr seguía disfrutando con el tema de Catherine, alcé los ojos al cielo cuando comentó que un asesinato no era conveniente, para mí hubiese resultado mucho más lógico que aquello de traerla a nuestro lado. Clavé la vista en él por su impertinencia llevando después una mano a mi pecho, dolida.
-Tal y como madre y las sacerdotisas me enseñaron.Al pie de la letra.
Zanjé terriblemente seria. ¿Cómo se atrevía a dudar de mis habilidades y de mi maldito cometido para con la familia?. Empezó a expresar sus ideas, todas aquellas opciones sobre como llevar a cabo lo que se nos había encomendado.
-Puedo preguntar de nuevo pero dudo que no haya dicho ya todo lo que debía.
Si no habían especificado las maneras seguro sería por alguna razón concreta. Me dieron ganas de decir que hablase él con el árbol si tantas ganas tenía pero me aguanté y tras corregir mi postura desvié la mirada aún con el enfado en el rostro.
Asentí cuando reiteró mis palabras, no me cabía duda de que aquel mago era totalmente leal a sus amigos y sería costoso acabar con esa desconfianza que aún estaba presente en cada pregunta que me hacía. Una mueca se dibujó en mi rostro , mi capacidad de persuasión... básicamente se basaba en una cara dulce y palabras amables que usaba en base a mi capacidad de observación, dudaba que fuera a resultar fructuoso de ese modo, pero lo intentaría. Al escuchar su plan sobre la sangre mi mano apretó la otra, aún no le había dicho que ya tenía una muestra del Descendiente guardada en el templo a buen recaudo. Asentí sin decir nada aún, seguía enfadada con él por dudar de mí y mientras hablaba de los dragones mi cerebro debatía en contarle aquella ventaja o no.
Pero mis pensamientos se interrumpieron cuando mi hermano pareció disgustarse por mi respuesta a encargarme de los dragones cerrando aquel libro.
"¿así no?"
Le miré interrogante pero se explicó seguidamente. Entrecerré la mirada cuando me comparó con los vasallos, aquello fue lo que me hizo decidirme a no contarle lo de la muestra de sangre. Apreté mis labios molesta.
-Precisamente como Pendragón me han enseñado a tratar así al Descendiente de Pendragón.
Comenté tajantemente con disgusto mientras aludía al linaje. Suspiré, pues estaba segura que la mala suerte de mi hermano con sus matrimonios y descendencia terminaría pronto. Abrí la boca para hablar y tratar de calmarle al respecto pero él continuó hablando y le miré como si hubiese perdido la cabeza.
-¡Wthyr!
Exclamé tal y como hacía cuando era más pequeña y me permitía el lujo de tratarle así, como podía tratar a Shyvanna normalmente, recriminando sus palabras sin atender al protocolo establecido. Suspiré de nuevo negando.
-Para empezar...-Me señalé al pecho alzando ambas cejas hablando con total serenidad y cariño-Yo ya tengo un cometido y no tendría sentido alguno que continuase nuestro linaje-Volví a tomar aire negando-El Sanguis Ligno llamará a la sangre y sinceramente espero que me llame a mí y no a cualquiera de vosotros.
"No tendría sentido ninguno"
Apreté mis labios ladeando la cabeza para mirarle con el amor que profesaba a mi familia.
-Y tú Wthyr Pendragón tendrás una sana y longeva descendencia. Encontraremos a la muj...
En ese momento mi ceño se frunció y por mi expresión en general se deducía que estaba pensando en algo, que una idea había venido a mí.
-Catherine..., no...pero está casada...sería complicado.-Descarté aquello por un segundo pero pronto comencé a andar para quedar junto a mi hermano al otro lado de la mesa, abriendo aquel libro que él había cerrado hacía pocos segundos. Pasé el dedo entre las páginas señalando un nombre.
-A menos que nos encarguemos de él o tomes su forma.
Desvié la mirada a mi hermano volviendo a clavarla en el libro de nuevo.
-Sería irónico dado nuestra historia.

Mi cuestionamiento provocó que Gwen pareciese terriblemente molesta, como si le hubiese dado en el orgullo. Tampoco me sentí culpable, ni que la hubiese llamado incompetente. - La experiencia es un grado, hermana. Y tú tienes 19 años. No he dudado de tus habilidades, sino de tu juventud. - dejé bien claro para que no se llamara a error, sin insistir más sobre el tema. - No obstante, buscaremos la manera de cumplir los designios del Sanguis Ligno sea como sea. - habíamos empezado con mal pie, y por esos cauces siguió el resto de la conversación. Por supuesto, así le habían inculcado el protocolo, tal vez demasiado. Le sostuve la mirada con gesto serio al decir aquello, y también cuando exclamó mi nombre. - El respeto no está reñido con aportar puntos de vista. Sin otros puntos de vista puede que no vea algo que tú sí. ¿Comprendes, Gwen? - Aelle había hecho un buen trabajo con ella, era la que más seguía el protocolo a pesar de ser la más joven. Su cometido ya escrito, las sacerdotisas del templo no solían desposarse. Shyvanna sí tendría que hacerlo, al igual que Darren.

- No hace tanto que llamó a la sangre. Espero que no suceda hasta próximas generaciones, y menos con una vida que acaba de empezar. - sentencié refiriéndome a la suya, no querría tener que presenciar el sacrificio de mi hermana menor. Mostré una sonrisa irónica cuando dijo lo de la descendencia sana y longeva, cada vez lo dudaba más. Demasiada casualidad. - ¿Sabes lo que se rumorea entre las mujeres de los vasallos, no? - la seguí con la mirada mientras se levantaba para acercarse. - Que pesa una maldición sobre mí, sobre cualquier mujer que se despose conmigo, y sobre la futura descendencia. - entorné los ojos ante la mención de Catherine, que evidentemente estaba casada. Después bajé la mirada a las páginas del libro, observando el nombre del registro al que señalaba. Enseguida comprendí a qué se refería.

- Sea pues. Catherine será Pendragon por los medios que sean necesarios. - volví a cerrar el libro, guardándolo en el cajón de la mesa para ponerme en pie después. - Aunque hay un pequeño problema a resolver...sus poderes mentales.

Mi expresión no cambió a pesar de sus explicaciones. La excusa sobre mi edad no justificaba su duda en lo que a mi respectaba, no había pasado mi vida bajo las enseñanzas del templo para que nadie viniese a dudar de mis capacidades y de la influencia que pudiese tener mi edad sobre ellas. Desvié la mirada para no contestarle sobre aquello pareciendo que daba sus razones por válidas.
Asentí, tenía razón en querer conocer más puntos de vista sin embargo no era así como me habían educado.
-Trataré de ser más comunicativa.
Murmuré respecto a ello a pesar de que tal vez mis opiniones no terminasen de encajar con el modo de hacer las cosas de Wthyr, pues había dudado de varias de sus últimas decisiones.
Mis hombros se encogieron cuando dijo que no hacía demasiado tiempo que habíamos pagado el precio de la sangre, como si tampoco me importase pagarlo a mi misma, pues no lo hacía en realidad.
-Estoy preparada si llama, pero esperemos que sea tal y como dices.
"Mi problema es que os quiera a vosotros"
Apreté mis labios al volver a hablar de los vasallos y aquellos rumores. Por supuesto conocía los rumores, por muy discretos que tratasen de ser , si se pasaba el suficiente tiempo entre ellos te podías enterar fácilmente, sobre todo con los Lothbrok, escandalosos por naturaleza. Le dediqué una mirada cariñosa sonriendo de manera breve.
-Ya sabes que para ellos todo son maldiciones, mi ojo también es una maldición para los Keops.
Señalé mi iris entornando los ojos e hice un gesto con la mano indicando que apartase esos pensamientos de su cabeza antes de prestar atención al libro de sangre.
Suspiré molesta ante aquel problema apretando mis labios, los poderes mentales eran desconocidos para mí.
-Habrá que pensar una manera.

Asentí dándome por satisfecho al ver que parecía haber tomado mi sugerencia de comunicarse más, aunque estaba por ver que lo llevase a cabo. No parecía muy convencida, así que tenía mis dudas al respecto. Parecía mucho más dispuesta a cumplir con los designios del Sanguis, incluso si eso suponía su propio sacrificio. Preferí no decir nada más de aquello, por si acaso. La conversación se volvió algo menos tensa cuando comenzamos a hablar de los rumores que corrían entre los vasallos, incluso me dedicó una leve sonrisa que acogí de buen grado. Observé durante unos segundos su particular ojo, bastante llamativo incluso a simple vista.

- Esos no tienen ni idea. - repliqué refiriéndome a los Keops, haciendo un gesto de desinterés. - Además, no serías la primera Pendragon en tener un ojo así. - los archivos de nuestra familia constaban de descripciones, pinturas y grabados similares. - Pero lo de la maldición no es tan descabelllado. Debo romperla de algún modo, si es que existe. Tal vez la Le Fay sea la clave. - también me hubiese gustado que el árbol exigiese el retorno de Excalibur, la espada robada hace años por los descendientes de Merlín. Habría que esperar.

Gwen tampoco parecía haber reparado antes en el problema de los poderes mentales, con los cuales era más difícil engañarla sólo adoptando el aspecto de su esposo. - Embotando su mente, tal vez. Anulando sus poderes temporalmente. No debe darse cuenta hasta el momento preciso. ¿Qué otra estrategia se te ocurre?

Me aparecí frente a la puerta de la residencia Pendragon tras haber recogido a Ivanov en la guardería del hospital y después de mi breve pero efectiva misión. Pedí a los guardias que me dejasen entrar para llevar un encargo a los jefes, siendo escoltada por ellos hasta la sala contigua a la que se encontraban reunidos. Me dijeron que esperase hasta que me hiciesen pasar, así que me quedé allí sentada en un sofá con el crío. Revisé que llevase en la bolsa extensible todas las muestras de sangre que había sacado del hospital, incluidas las desconocidas. Ya ellos se encargarían de gestionarlo. Después me estiré la falda, mirando de reojo hacia la puerta por si escuchaba algo. Imposible con las quejas del niño diciendo que se aburría.

- Toma esto y juega un rato calladito, ¿vale? ya sabes cómo se usa, y tu hermano mayor también te ha enseñado. -  saqué de la bolsa el muñeco de voodoo y unos cuantos alfileres, atándole después al cuello el pelo que le había arrancado a Reiv.  - Venga, se ha portado mal y hay que castigarlo para que se comporte. Tú eres alguien muy importante y puedes mandar sobre los que son inferiores. - dejé al pequeñajo jugando a clavar agujas al muñeco de voodoo de artes oscuras, levantándome del sofá para pasear de un lado a otro de la sala con las manos a la espalda.

Mis labios se apretaron al sonreír pues las palabras de mi hermano resultaban graciosas y reconfortantes al mismo tiempo. Si bien era cierto que no era la primera de nuestra familia que mostraba ese tipo de rasgos eso no servía de excusa para que la gente hablase. La gente hablaba demasiado.
Volví a entornar los ojos cuando insistió sobre su maldición suspirando nuevamente.
-Wthyr no pesa sobre tí ninguna maldición, estoy segura de ello. Pero si ésta es la respuesta para que tu rama florezca por fin...habrá que intentarlo.
Comenté señalando brevemente al tapiz. Comenzó a sugerir posibles soluciones y pellizqué mi labio con alguno de mis dientes tratando de elucubrar algo sin mucho resultado. Negué varias veces.
-Los poderes de la mente son bastante desconocidos para mí, tal vez debamos preguntar a alguien más entendido.
Llamaron a la puerta y mi mirada se clavó en ella justo cuando pasó uno de los guardias. Avanzó un par de pasos y tras un buen ejecutado saludo hacia Wthyr anunció la llegada de una mujer aliada que pretendía ser atendida. Tras ello salió de nuevo de la sala.
Cerré el libro que mantenía abierto hasta entonces y miré a mi hermano.
-Intentaré pensar en algo, por el momento cumpliré con lo acordado.
Incliné mi cabeza a modo de despedida.
-Atra du evarínya ono varda, Wthyr-vodhr (Que las estrellas te protejan, honorable Wthyr.)
Tras ello abandoné la sala cerrando tras de mí. Desvié la mirada a la mujer que se encontraba en aquella sala e incliné mi cabeza de nuevo antes de continuar mi camino.

Comencé a impacientarme por la espera de largos minutos en aquella sala, y más porque apenas podía escuchar nada a través de aquella puerta. Suspiré exasperada porque odiaba que me hiciesen esperar. Regresé al sofá junto a Ivanov, que seguía diviertiéndose pinchando por todos lados al muñeco con el que le estábamos haciendo vudú a Reiv. - ¿Es divertido, verdad? mira, pincha ahí, en la cabeza. - el crío estaba entretenido con su chisme de magia negra, hasta que alguien decidió arruinar la diversión. El cabello que había robado se quemó en medio de chispas doradas, lo que indicaba que me habían descubierto el pastel y habían llamado a alguien para anular la maldición. De todos modos no podían asociarlo conmigo, y si lo hacían lo negaría todo. El pequeño puso cara de fastidio, tirando el muñeco al suelo porque se asustó un momento al ver aquello de las chispas.

- Vaya. Siempre hay aguafiestas. Luego te dejo otro juguete - me quejé antes de levantarme para ir a recoger el muñeco, guardándolo de nuevo en su bolsa correspondiente. La espera terminó cuando la joven Pendragon abrió la puerta, dando por terminada aquella reunión. Le respondí al saludo con otra inclinación de cabeza, como la tradición mandaba. Hubiese preferido cruzarme con Darren, pero no parecía un tipo de muchas palabras. Esperaba que la posible alianza con él no fuese muy costosa, y si no siempre podía acelerar el proceso. Cogí al niño de la mano para no dejarlo ahí solo, entrando a la sala en la que se encontraba Wthyr.

- Traigo algunas cosas que podrían interesarte. ¿No querías sangre? - solté la mano del crío antes de acercarme a la mesa, dejando caer ahí el contenido de la bolsa. Varias muestras de sangre y algunas vendas con restos. - La mayoría van etiquetadas, y aquello que no...pues tendrás que descubrirlo. - no sabía a ciencia cierta para qué quería la sangre, pero podía imaginarlo. - Las asociaciones adecuadas provocan resultados deseados. Espero que también lo sean vuestros modos de mover piezas. Recomiendo que no demoréis en exceso los movimientos. - sonreí de manera enigmática, haciendo un gesto de despedida antes de darme la vuelta. - Buscadme de nuevo si me necesitáis. He convocado una reunión para tratar el tema del gobierno, puede que os interese. - llamé a Ivanov para cogerlo en brazos, desapareciendo después de allí con él.

Guardé silencio respecto a lo de la maldición porque ella estaba más que convencida de que no era así, aunque yo seguiría sospechando que algo tenía que haber ahí. Tal vez con la Le Fay se demostrase lo contrario, aunque fuese un extraño giro de los acontecimientos. El problema de los poderes mentales no se resolvería tan fácilmente. - No podemos confiar en nadie externo, excepto en nuestros propios vasallos. Lo tendré en cuenta, y prepararé el plan mientras tanto. Que no se piensen que nos van a despachar sin más tras su falso período de cortesía. - dejamos de hablar al ser interrumpidos por un guardia, que informó de la llegada de la Blood Keeper. - Hazla pasar. - esperaba que no hubiese interrumpido para nada. Gwen cerró el libro y dimos por terminada la conversación, tras prometer ella que se encargaría de seguir pensando en el anuncio. Incliné levemente la cabeza para despedirme de ella, utilizando el lenguaje de los dragones. Me quedé pensativo con su marcha, pero no tuve tiempo a darle muchas vueltas por la llegada de Adele.

Arqueé una ceja al ver que empezaba a hablar directamente, saltándose los protocolos. - Desconocía que los Blood Keepers habían abandonado también las buenas costumbres y las normas básicas de respeto. - se notaba que Jones había desaparecido bastantes años atrás. Hice un gesto con la mano como queriendo decir que prosiguiera, pero mostrando mi desacuerdo con su informal entrada. - Pero parece que seguís conservando vuestra efectividad como es debido. - rectifiqué al ver que traía muestras de sangre, algo de bastante utilidad que podríamos utilizar en el futuro. Su recomendación sobre mover las piezas fue un consejo no pedido, derivado posiblemente de la propia ambición de la mujer con sus propios intereses. Ignoré al niño que venía con ella, pero fue un motivo más para que no me gustase que se acercase a Darren. - Siempre que nuestros intereses sean comunes podremos trabajar juntos. De todos modos dudo que los 20 quieran hacer una reunión convocada por alguien ajeno. - asentí cuando dijo que me mantendría informado, despidiéndome de ella. Después recogí en una bolsa de tela todo lo que había traído, parándome un momento a mirar los nombres de algunas muestras. sonreí de lado, podían ser útiles llegado el momento. Después salí de la sala, yendo a la zona de mazmorras para poner la preciada sangre a buen recaudo. Luego abandoné el lugar, dirigiéndome a las montañas a ver a los dragones.

Aproveché el momento en el que empezaron a andar por el patio para excusarme y retirarme al interior.

Dejaría las palabras para mi hermano mientras pasea por el exterior con Juliet, de modo que me limitaría a hacer lo que se me había encomendado: los preparativos de la emisaria y de la ofrenda: con las mejores telas se confeccionaría un bello vestido, cuyos colores marcarían la casa  a la que representaba, orfebrería, bisutería. Da igual de dónde lo sacaran, la enviada de los Pendragon no escatimaría en gastos. Para la pareja era otro cantar, porque ante el poco tiempo para los preparativos, habría que hacer uso de los clásicos: joyas, armas, una comitiva que llevara las ofrendas.  Aunque ordenó preparar varias opciones, la apuesta fuerte de Darren sería un collar de oro  en forma de cadena con un adorno de color rubí. Una joya con presencia, preciosa, pero sutil, en especial para los ojos de lo que no entienden. Cualquier gnomo daría su vida por ese collar. El perro ganador de Darren como regalo para el novio sería una espada de vidriagón, forjada y tallada por los enanos de las más profundas minas del este de Europa. Los vasallos y yo mismo dejamos todo preparado para cuando W considerase que estuviera lista nuestra emisaria. Eché de menos a G, era ella a la que se le daba bien todas estas cosas de protocolo, ¿dónde se habría metido y por qué nadie la había avisado? Que la hagan llamar, ordené.

Colocaron las joyas en un almohadón rojo, aterciopelado, con ribetes en dorado. La espada estaba colocada junto a su vaina, haciendo que la talla resplandeciera con el sol del amanecer. El vestido iría dentro de una caja de color perla, decorada en dorado también. Las doncellas portarían los regalos y un mozo llevaría el arma.

Cuando todo estuvo listo para que W dispusiera su beneplácito y pudiera pasar al interior con la dragona, yo salí al exterior, para indicarle que ya estaba todo listo.

Guié a Juliet al interior de nuestro hogar, accediendo desde la puerta al patio de armas. Darren ya le había dado antes la bienvenida, por lo que no fue necesario. Lo que sí hice fue presentarnos a ambos por nuestros nombres, pues nos habíamos saltado ese paso. A Gwen no se le habría pasado por alto, era protocolo de nivel básico. - Desconozco si llegasteis a ver el interior de nuestro hogar, pero puedo mostrároslo si así lo queréis. Darren ha estado haciendo algunos preparativos. - pedí a mi hermano que nos llevase hasta el lugar en el que hubiese dejado todo listo, mientras escoltábamos a la dragona plateada.

- No llevamos mucho tiempo en Ouroboros, pero sí el suficiente para saber algunas cosas. Vos fuisteis la ganadora del Torneo Fénix, ¿cierto? - cuestioné con interés, a pesar de que ya conocía ese detalle. Fue el mismo día que llegamos a la isla, cuando provocamos el alud en las montañas. - Deberían valoraros mucho más...- comenté pensativo antes de detenerme frente a ella, volviendo a hacer contacto visual. - Espero que al menos os hayan invitado a la importante boda que se celebra hoy. A nosotros no nos han considerado dignos, al parecer...- me quité la pesada capa de pieles que llevaba a los hombros, ofreciéndosela a alguien del servicio para que la llevase a mis aposentos. - Pero eso no significa que no queramos mostrar nuestros respetos a través de presentes para los novios. Nos gustaría que fueseis nuestra representante en la fiesta, y que aprovechéis la ocasión para darle un respiro a vuestro espíritu. Parecéis ciertamente afligida. - chasqueé los dedos para que el servicio se encargase de traer las vestimentas preparadas por Darren.

Conocía bien el sendero por el que caminaban, pues yo lo habían recorrido la última vez. También había visto el frente de la Residencia. Ahora, sentía que encontraba más detalles que había pasado por alto por lo nerviosa que iba la vez anterior. Negó rápidamente con una suave sonrisa y las mejillas sonrosadas, agradeciendo que se preocupara por ella de aquella manera.- No, es... No es así. Conocimos a Gwen hace algunas semanas y dijo que me buscaría después. Yo quería esperar, pero mis compañeros son... no saben estarse quietos.- Bromeó, tratando de relajarle, pues no quería que les tuviera mala fe; después de todo, tanto Kyllian como Reiv eran buenos con ella.

Cuando le invitó a entrar, dijo palabras que la hicieron sonreír, aunque también encogerse un poco. No sabía tomar muy bien esa clase de comentarios, así como los cumplidos. Mencionaba mucho la palabra hogar, así como familia, como si realmente le estuvieran abriendo las puertas a algo que ya había perdido según ella. Cuando entraron a la residencia, se maravilló de nuevo por lo hermoso que era todo. Por acto reflejo, giró el rostro al lado para sonreirle a Reiv como lo había hecho la primera vez que estuvieron ahí, pero al no verle un pinchazo le atravesó el pecho, recordándolo. En el lugar donde él debía estar, no había nada, solo Darren unos pasos más adelante.- Vimos... solo la sala de la entrada, donde los guardias nos dejaron.- Susurró, sonriendo ante la idea de poder ver el lugar entero. Su sonrisa se hizo más grande, aunque también su sonrojo, cuando mencionó el torneo. Miró al piso, tratando de ocultar su rostro mientras asentía suavemente. A Reiv le encantaba recordarle eso. Le daba pena, pero siempre le traía una sonrisa a los labios. Y aquello de valorarle más. No... Fama y fortuna nunca fue algo que estuviera en sus deseos.- No me gusta destacar. Desde el torneo siento que me observan más, toda la isla, pero es llevadero. No me gustan, pero estoy... acostumbrada a las miradas.- Susurró, asintiendo a que le habían invitado a la boda.- Creo que me invitaron solo porque ayudé a Sayid en la batalla en Londres, no porque tenga esa clase de amigos... ¿Supieron de ella? Fue... Justo el día en que vine la última vez hubo una batalla grande en Londres. Fue muy difícil. S.A.M. se ha hecho particularmente difícil de controlar.- Y volvía el recuerdo de Reiv, todo lo que decía lo hacía circular por su cabeza. Necesitaba sostenerle la mano para sentirse tranquila. Le miró cuando la capa de pieles salió. Ella misma llevaba una blusa de manga corta, no se había dado cuenta cuando podía afectarle el frío a otras personas.

De repente, muchas cosas bonitas se posaron frente a ella. Aquellas joyas hermosas, la espada que le llamaba mucho la atención... Se acercó a la espada como atraida por esta, deteniendo su mano antes de tocarla. Se veía tan perfecta que no quería imprimir sus huellas en ella.- Oh, es muy amable, no es necesario que se preocupen por mi, de verdad. Es solo que... yo no tenía contemplado asistir.- Murmuró, girándose para verle con pena en el rostro. Cuando sus ojos se conectaron con los del hermano mayor, entendió prontamente que no podía decepcionarle. Más bien, no quería. Contra sus mejores instintos, miró con preocupación los regalos, con una profunda pena de que estos no pudieran ser entregados si ella no lo hacía. En su mente se repetía la voz de Gwen diciéndole aquella vez en los jardines que solo querían volver a casa. Aquel pequeño acto de buena fe podría abrirles la puerta para que el Consejo les dejara quedarse. Y quizás, solo quizás, si era cierto que tenía una pequeña consideración por ganar el torneo, podría poner su pequeño grano de arena. Cuando llegaron con vestimentas y adornos, se dio cuenta de que no tenía mucha opción.- Oh, no es necesario todo esto, yo...- Pues ella tenía un vestido que la misma gente le había visto tres veces. Una vez más, sus pensamientos se fueron a Reiv. A él le gustaba ese vestido.

Yo... Puedo... Puedo llevar los regalos por ustedes, si así lo desean. Estoy segura de que serán bienvenidos... Aunque mi invitación es para dos...- Susurró. Ya no estaba sonriendo, pero sabía que ayudarles era mejor que no hacerlo. Todo lo que darle un respiro al espíritu y disfrutar la fiesta, eso no sabía si podría... No sonaba a algo que debería hacer.

- Mi hermana suele estar muy ocupada, es la que lleva las relaciones de protocolo de nuestra familia. No se lo tengas en cuenta. - lo cierto es que me extrañaba que Gwen le hubiese dicho eso, más bien le habría dicho que viniese a buscarnos. Dejé que siguiese con su ilusión, tampoco hacía daño a nadie. El sonrojo de la dragona se hizo evidente al mencionarle lo del torneo, por lo que el halago pareció haber surtido efecto. Si había ganado debía ser válida en combate, había derrotado a todos los demás aunque por su aspecto no pareciese alguien peligroso.  - Miradas de admiración, es de suponer. Es cuestión de acostumbrarse. Os aseguro que sería peor lidiar con miradas de desprecio. - hice un gesto de interés cuando me mencionó la batalla por la cual decían haberla invitado, y con eso obtuve la primera parte de la información. Sayid. Era la boda de Ibn Salah. Curioso...no pensé que guardase con tanto celo su enlace público, un evento para toda la isla.

- Algunos rumores únicamente. Lo que oímos por el mercado. No nos informan demasiado de lo que sucede, ni de las misiones. Ofrecimos nuestra ayuda, pero si no sabíamos nada no podíamos actuar. - que quedase claro que eran ellos los que no nos habían dicho nada, como con la boda.  - Uniremos nuestras fuerzas hasta la aniquilación total de esa monstruosa maquinaria creada por los humanos. - cerré el puño a la altura del pecho, enfatizando la fuerza con la que actuaríamos.

Ordené a los sirvientes que mostrasen a Juliet las joyas, las vestimentas y los regalos. Fue entonces cuando abrí un cofre que habían dejado en el suelo, sacando de éste un elegante vestido que lucía nuestras señas de identidad.   - Sería un honor que llevaseis este vestido a la ceremonia. Es un pequeño obsequio, por favor, aceptadlo. - mostré  una mirada de confianza en ella cuando por fin aceptó llevar los regalos a los novios.  Su indirecta sobre la invitación para dos me pareció perfecta, y de haber querido ir  a causar "incomodidades" lo habría hecho. Pero no. Ya no me interesaba asistir, al menos no de ese modo.  - Muy amable por su parte, pero me temo que debo declinar la oferta. Hoy por hoy no somos bien recibidos, es mejor no asistir. Espero que eso cambie pronto. - deposité el vestido en sus brazos para que pudiese tocar la tela, haciendo otro gesto a dos sirvientas que había en el patio.  - Ellas os ayudarán a prepararos en la habitación de invitados, si lo deseas.

Vestido para Juliet, obsequio de los Pendragon:

Volvimos a entrar con las debidas presentaciones, cierto es que no lo habíamos hecho al iniciar la conversación, descortés por nuestra parte, G no estaría orgullosa. Es W el que indica que me he adelantado con los preparativos para la boda y, por supuesto, para ella. -Espero que sean de su agrado- Con una suave reverencia indico que me siguieran, por lo que yo iba dos pasos por delante abriendo el camino tanto de la dragona plateada como de mi hermano, guiándoles por el interior de la residencia.

Voy un par de pasos por delante, haciendo ondear mi capa de un lado a otro con el vaivén del paso. Lo justo como para enterarme de la conversación, pero sin necesidad de tener que intervenir. No hace falta añadir nada a lo que W presentaba a Juliet, y en todo caso, no sería él el que interviniera para contradecir. En cualquier caso, me pareció cuanto menos curioso que ella fuera la ganadora del torneo, no hubiese pensado eso cuando la he visto aterrizar la primera vez tan tímidamente. No se pude juzgar al libro por la portada. Las últimas puertas de abrieron cuando llegamos a ellas, era una sala grande, cálida gracias al calor del fuego. Como era una de las que usaban para recibir visitas estaba perfectamente iluminada y decorada con arreglos florales y frutales, que le daban a la estancia un suave aroma dulce. -Esperemos que sea de menester y lo suficiente reconfortante para usted, my lady. - Le invité a entrar y que se pusiera cómoda en una silla acolchada para tal función -Cualquier cosa que necesite, para nosotros será un placer poder satisfacer. Es nuestra más ilustre invitada-

Me coloqué a la derecha de Juliet mientras los regalos entraban por la puerta del otro lado de la sala. Las doncellas llevaron las joyas para la esposa como para la invitada, el vestido carmesí de suave seda, y un mozo con la rodilla hinchada en el suelo presentaba la espada en ambas manos. La mirada a la espada no se me escapó y devolví la mirada a la dragona -Espero que sea todo de su agrado- Y mientras me volvía a estirar en mi posición intenté captar la mirada de mi hermano, ¿invitación para dos? No dije, ni hice nada, solo le sostuve la mirada hasta que respondió rechazando la oferta. Por un instante esperó que W indicara que tenía que ir a la ceremonia, lo cual no le hubiera hecho nada de gracia, aunque se sacrificaría por la familia. Pero rehusar a asistir para D era mucho mejor, no es de agrado estar en un sitio donde siquiera nos han mencionado que podríamos ir. Así les maldigan las ceremonias a los descendientes. Esta y todas las venideras.

Diferente a Wthyr, Darren le parecía alguien muy amable y cortés. No era que el mayor no lo fuera, sino que el joven parecía tener más atenciones con ella. Y era precisamente ese nivel de atención lo que practicamente le impedía decirle algo que no fuera un 'gracias', acompañada de un sonrojo o una sonrisa, porque la ponía tímida en niveles insospechados, pero de buena manera. Volvió la mirada a Wthyr mientras escuchaba hablar de Gwen. Por alguna razón, hablar de ella le hacía sentirse bien. Hizo un gesto de que no había de preocuparse, no le tenía ningún rencor. No le gustó cuando habló de las miradas de desprecio. En cierta medida, sabía muy bien lo que eso era, lo que se sentía. Su frágil corazón se sintió adolorido de escuchar que ellos se sentía así en su propia casa. En Ouroboros. Trató de calmar las aguas de que no les invitaban a ningún lado cuando hablaron de la misión, aunque luego sonrió al verle animado y con intenciones de apoyar en la lucha contra S.A.M.- Siento que debe ser que están muy... lejos. Es decir, entiendo que los magos se comunican de muchas maneras, pero es difícil tener en mente a alguien a quien no ves con frecuencia. Quizás necesitan hacerse más presentes en la isla.- Esta vez miró tanto a Wthyr como a Darren, pues aunque ella no había salido demasiado, estaba segura de que ellos tampoco.

La sala a la que llegaron tras Darren era impactante, bonita. Cuando le habló de aquella manera tan propia, tuvo que decir algo para evitar sonrojarse cada vez que la tratara bien.- Puedes llamarme Juliet, está bien, no hace falta el título.- Conocía de aquellos arreglos por su familia, pero a la vez le había hecho falta mucho por conocer. Dejó de contemplar los regalos para los recién casados cuando Wthyr comenzó a hablar de nuevo, mostrándole un hermoso vestido en tonos rojos y dorados que, mágicamente, parecía ser de su talla.- ¿C-Cómo? Eso... N-No es un pequeño obsequio, debe costar una fortuna. No hace falta, yo... tengo...- Un vestido que ya todo mundo le había visto, pero no necesitaba más. Asintió cuando declinó la oferta, pues entendía bien su postura, pero fue difícil rechazar el vestido cuando lo tuvo en brazos. Era bastante bonito, eso creía, mas no podía evitar pensar que para tener cosas como esas ella no era suficiente.- Lo tomaré en préstamo. Tenerlo sería desperdiciarlo, no tengo... ni siquiera dónde guardarlo.- No tenía un cofre como el que guardaba el vestido, y la mayoría de sus cosas las llevaba encima. Miró a las sirvientas que se acercaron. Se sentía algo incómoda aceptando tales regalos, pero una mirada a la cara de ambos bastaba para deshacer sus propias dudas.- Gracias. Solo espero que esto pueda ayudarles a que el futuro sea mejor y a que pronto les acepten en la isla. Espero poderles ayudar y que puedan realmente volver a casa.

Me pareció de una inocencia extrema la teoría de Juliet acerca de nuestra poca relación con el resto de la isla. Según ella era porque estábamos alejados en la montaña y no nos podíamos comunicar bien. Enternecedor. Me limité a soltar un quedo sonido de resignación, que bien podría interpretar como que le daba la razón. Llegado el momento se daría cuenta del lado del que debía estar. Por ahora estaba bien así.  - Por eso consideramos que vos sois la mejor representante que podemos tener para este primer acercamiento, todo en aras de mejorar la convivencia. - Darren se encargó de halagarla como era debido, casi hasta el punto de hacerla sentir abrumada. Juliet acabó aceptando el vestido, aunque me sorprendió que no tuviese lugar para guardarlo.

- ¿Me estáis diciendo que habéis ganado y ni siquiera os han ofrecido una casa? - dejé entrever indignación en mis palabras. Fingida, por supuesto. Tampoco me esperaba mucho de los miembros del Consejo. - Puedes quedarte en nuestro hogar si lo deseas, o incluso podemos construir una casa para vos en las montañas. No es molestia alguna, disponemos de buenos constructores. acepté sus buenos deseos con una leve inclinación de cabeza. Se había quedado con la frase de "volver a casa" que tan bien había enunciado Gwen. Ahora sólo faltaba poner a la dragona en el lugar adecuado.

- Id y disfrutad de la fiesta. Volveremos a vernos, Juliet. - dicho esto me di media vuelta, dejándola allí con Darren y el resto de sirvientes agasajadores. En pocos minutos la tendríamos en aquella ridícula boda. Por mi parte pedí que no me molestasen, bajando a las mazmorras del castillo.

Capté la mirada de la dragona cuando comenta que deberíamos hacernos más presentes en la isla. Suspiro fingiendo dolor, intentando que no se notara rencor por los antecedentes y el menosprecio que nos estaban haciendo, para explicarle sin apartarle la mirada -Allá abajo han decido crear una especie de monstruo a nuestra imagen que no es real. Esperemos que se les caiga la venda de los ojos y nos dejen de tratar como apestados. Por eso, precisamente, necesitamos de su ayuda - Es mi hermano el que continúa explicando el humillante trato que se nos estaba dando en Ouroboros por parte de los Descendintes. -Ya les ofrecimos nuestra ayuda…- ¿Qué más quieren, nuestras cabezas? Suspiré.

Ya dentro la dragona nos pidió que no la llamáramos con tanta ostentación. Me disculpé por haberme sobrepasado. -Como guste, Juliet- Respondí educadamente haciendo una leve reverencia inclinando la cabeza. No había que apabullar a nuestra invitada, sería descortés por nuestra parte, por lo que me separé un tanto para dejarle espacio y que disfrutara del vestido. Era para ella. Todo ello. -Es todo para vos. Nos alegra enormemente que sea de su agrado y esperamos que sea de su talla-

Las doncellas hicieron su trabajo en silencio y con total respeto a nuestra invitada. Por parte de los anfitriones esperamos que se pusiera el vestido y las mujeres ofrecieron su magia para preparar un recogido del pelo de Juliet. Nada estrambótico, algo sutil y elegante. Cuando acabaron, el servicio se retiró para dejarnos poder ver a la muchacha -Está radiante- Pedí que trajeran un espejo, que hicieron aparecer con magia. Un espejo de cuerpo entero y dejamos que la muchacha disfrutara de las vestimentas. Sonreí cálidamente sobre su comentario de que esperara que todo se solucionara -Seguro que sí. Somos nosotros los que debemos estarle agradecido-


Cuando Juliet  y todos los obsequios estuvieron listos mi hermano salió de la habitación y la corte y nosotros nos los dirigimos a la salida. Solicité que alguien trajera el abrigo de Juliet para la nieve y con el que había venid. Le expliqué que junto a ella iría una doncella con el collar dorado y  el rubí para la dama de la boda, y un mozo que portaría la espada, que si necesitaba cualquier cosa no dudase en pedirles lo que fuera de menester. El abrigo llegó justo cuando estábamos a punto de salir al exterior de nuevo. Tomé el abrigo y se lo puse por encima de los hombros, estableciendo contacto visual. -Esperemos que todo haya sido de su agrado. Disfrute de la celebración. Y siempre que lo necesite, podrá volver a casa, siempre será bienvenida y bien recibida- Y tras ello quedé en la puerta, esperando que el cortejo saliera en dirección a la boda.

Pensó un instante en lo de representar a los Pendragon, así fuera con el pequeño gesto de llevar sus regalos a la boda. Se sentía bien poder contribuir y ser considerada para algo que parecía ser muy importante para ellos. Si bien ambos se veían afectados por aquello, Darren parecía ser ahora el que tenía las palabras para expresarse. Wthyr se había quedado bastante callado con el tema.- N-No, no. No les ven como monstruos, es... es un tiempo difícil para recibir sorpresas tan grandes, supongo.- Susurró. No entendía muy bien lo que tenía que ver con el Consejo, pero había sido un tema difícil en las últimas semanas. Al menos el rubio aceptó llamarla Juliet sin más títulos de por medio.

Le agradeció a Darren, una vez más, su cortesía. El talle del vestido era pequeño, suponía que le quedaría bastante ajustado. Entre más lo veía menos ganas tenía de ponérselo. Sentía que era algo que no habría elegido nunca. El color era llamativo, los detalles en oro eran costosos, la costura claramente resaltaba el cuerpo femenino... y su cuerpo era algo que siempre quiso ocultar. Su pequeña observación sobre el vestido llevó a una confusión que no esperaba.- No, no me refiero a...- Balbuceó, retirándose medio paso hacia atrás cuando vio la indignación deNo le Wthyr. Normal si creía que no tenía dónde vivir. ¿Dónde creían que dormía toda la gente? ¿Acampando en la plaza? No conocía muy bien a sus anfitriones, quizás debía medir un poco más sus palabras. Fue lindo que le abriera así las puertas de su hogar, pero ¿una casa? ¿No era demasiado? - N-No, no.- Ya no podía decirle "no quiero molestarles" porque justo acababa de decir que molestia no era. El ofrecimiento le hizo recordar la cabaña que Reiv había restaurado en Hogsmeade para ambos. Volvió a pensar en él, todo era él...- Es muy amable, p-pero... N-No necesito una casa. En realidad, no necesito mucho espacio.- Le venía bien tener una habitación donde guardar sus cosas para ya no tener que cargarlas todo el día, pero si tenía que hacerlo de nuevo lo haría sin problemas.

Cuando Wthyr se marchó, le indicaron el camino hacia la habitación de invitados que antes había mencionado Wthyr. Al final, el vestido no era tan pequeño como ella creía. Le quedaba bastante bien, solo que se lo habían dejado más justo de lo que le habría gustado. Se repitió que solo lo traería puesto por un rato, en lo que entregaba los regalos. Cuando su peinado estuvo listo y su maquillaje terminado, salió de nuevo a la habitación donde los regalos permanecían. No esperaba el cumplido de Darren, mucho menos que tratara de mostrarle su reflejo en un espejo. Se dio un vistazo rápido y luego decidió que no, que la del espejo no podía ser ella. Entrelazó las manos, mirando al contrario un segundo sin decir nada sobre el cumplido. Cuando todo estuvo listo, caminaron hacia la entrada principal, mirando a Darren cuando le dio aquellas últimas palabras. Volver a casa. A su casa... No se lo pensó dos veces antes de sonreirle con una sincera felicidad taimada.- Estoy segura que este gesto será un gran inicio para que les incluyan en la isla.- Susurró, dejando un gracias que delineó con sus labios rojos sinn decirlo al aire, justo antes de caminar fuera de la residencia y, sin mirar atrás, alejarse de ahí en dirección conocida.

Sonreí a la despedida de Juliet a la espera de que, como dice ella, el gesto nos abra las puertas de Ouroboros. Permanecí delante de la puerta con los brazos por detrás de la espalda viendo como la joven dragona se marchaba con todos los presentes hasta que se fue, junto a la corte.

Suspiré haciendo que se hiciera una leve nube de vaho. Tras ello salió Alwaild aún convertido en humano. Me encogí de hombros, ahora tocaría esperar. No hizo falta decirnos nada, sencillamente nos entendimos. El vasallaje que nos había seguido entró detrás de Darren y les agradecí su efectivo trabajo, tras lo cual se retiraron y nosotros hicimos lo mismo, para perdernos en las entrañas del castillo. Quizás, desde las almenas de la residencia, podamos ver un poco mejor la boda…

Después del encuentro con Juliet en aquella boda, Shyvana aún sentía el corazón encogido. Se había ido a la otra entrada de la residencia, donde se encontraban el resto de los linajes de vasallos. Al aterrizar, Artamir tomó su forma élfica y caminó a su lado notándola preocupada por la forma en la que se mordía el labio y se retorcía las manos -Te están mirando- Indicó y Shyvana en seguida se recompuso, metió las manos en los bolsillos y allí siguió removiéndolas -Estoy preocupada. No sólo es incomodidad, hay algo más, Artamir… - Indicó y se sacó una mano de los bolsillos para retirarse el pelo de la cara.

Finalmente llegaron al ala de la residencia donde estaban los Lothbrock. En el momento en el que fue acercándose notó las miradas encima de ella  y se mezclaron sus sentimientos con su instinto -No debería hacer esto ahora- Le dijo a Artamir en un susurro y el dragón observó a su alrededor como algunos de los nórdicos que peleaban en el patio de entrenamiento bajaban sus armas para observarla -Ya te han visto...¿A qué le temes más? ¿A tu familia o a tu incapacidad de controlar tus arrebatos?- Shyvana no les devolvió la mirada, por el contrario, se dirigió al gran salón observando los cambios que había hecho el clan Lothbrock en su ausencia. Tampoco le respondió a Artamir porque no sabía qué decirle - Ve a ver lo del fuego, por favor... - le pidió y luego lo vio despedirse con un asentimiento de cabeza.

Solía pasar algo de tiempo allí, sugerencia de su abuela, para que conociera las costumbres y tradiciones de lo que sería su familia. A ella no le molestaba porque veía su matrimonio como algo lejos y pasaba más tiempo ocupada en otras cosas que en mirar a Alric con ojos de futuro esposo. Lo veía más como empotrador y entrenador. Ahora…era otra cosa. Al ingresar la algarabía cesó y la mirada clara de Shyvana se posó en él con un gesto serio. Con un gesto de su mano le indicó a la mujer que tenía entre sus brazos que se bajara de su regazo -Tenemos que hablar-