Recuerdo del primer mensaje :
Aric Lothbrok
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En el ala del castillo ocupada por el Clan Vikingo todo transcurría con normalidad, bueno, si es que semejante cosa ocurría en la isla. Excepto una pequeña escaramuza en la entrada, a la que ya había enviado soldados de apoyo, la isla se encontraba en tranquilidad absoluta y Aric disfrutaba de vino y compañía femenina después del entrenamiento. A pesar de los ciertos detalles y cambios que introdujo, las costumbres continuaban siendo bruscas, poco civilizadas y exhibicionistas. Esa parte era su preferida.
No protestó cuando su acompañante lo acarició por encima y debajo de la ropa, relajando su cuerpo y músculos maltratados por el ejercicio, mientras varios de sus soldados se burlaban con bromas crudas y escandalosas. Aric simplemente se rió y continuó bebiendo, no estaba en su naturaleza ser tímido. Si quería tomarla en medio del salón y sobre la mesa, ninguno iba a batir una pestaña. Esbozó una media sonrisa recordando otros momentos muy particulares donde tampoco había utilizado una habitación o cama.
Y debía estar de suerte si había invocado al objeto de sus pensamientos, que entraba en ese instante al salón bajo la mirada atenta de todos. Alzó una ceja cuando ordenó a su acompañante que se marchara, no dijo nada pero el rostro de disgusto cuando sacó las manos de entre sus pantalones fue evidente. Hasta Aric le lanzó una mirada inquisitiva y el resto de los soldados abandonó también el lugar después de deshacerse en reverencias hacía la Pendragon. Traidores.
-¿A que debo esta visita? – ella solo tenía dos razones para estar allí. Entrenamiento o sexo.
Con los años y por el compromiso que pendía sobre ellos ya se conocían aunque fuese un poco. Ninguno respetó el voto de celibato al matrimonio, ni siquiera había sido él quien lo rompió. Así que sí, conocía a su futura esposa y sus…tendencias para actuar de maneras muy particulares y sin cuidado de las reglas. En eso eran muy similares. Señaló con un gesto hacia la puerta.
-¿Era necesario despedirla? A menos que estés aquí para terminar lo que comenzó.- le dijo con tranquilidad, no es que iba a despreciar sus atenciones, nunca lo había hecho -¿De que quieres hablar? Toma asiento.- le ofreció una copa de vino.
No protestó cuando su acompañante lo acarició por encima y debajo de la ropa, relajando su cuerpo y músculos maltratados por el ejercicio, mientras varios de sus soldados se burlaban con bromas crudas y escandalosas. Aric simplemente se rió y continuó bebiendo, no estaba en su naturaleza ser tímido. Si quería tomarla en medio del salón y sobre la mesa, ninguno iba a batir una pestaña. Esbozó una media sonrisa recordando otros momentos muy particulares donde tampoco había utilizado una habitación o cama.
Y debía estar de suerte si había invocado al objeto de sus pensamientos, que entraba en ese instante al salón bajo la mirada atenta de todos. Alzó una ceja cuando ordenó a su acompañante que se marchara, no dijo nada pero el rostro de disgusto cuando sacó las manos de entre sus pantalones fue evidente. Hasta Aric le lanzó una mirada inquisitiva y el resto de los soldados abandonó también el lugar después de deshacerse en reverencias hacía la Pendragon. Traidores.
-¿A que debo esta visita? – ella solo tenía dos razones para estar allí. Entrenamiento o sexo.
Con los años y por el compromiso que pendía sobre ellos ya se conocían aunque fuese un poco. Ninguno respetó el voto de celibato al matrimonio, ni siquiera había sido él quien lo rompió. Así que sí, conocía a su futura esposa y sus…tendencias para actuar de maneras muy particulares y sin cuidado de las reglas. En eso eran muy similares. Señaló con un gesto hacia la puerta.
-¿Era necesario despedirla? A menos que estés aquí para terminar lo que comenzó.- le dijo con tranquilidad, no es que iba a despreciar sus atenciones, nunca lo había hecho -¿De que quieres hablar? Toma asiento.- le ofreció una copa de vino.
Shyvanna Pendragon
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-Protocolo- Respondió y sonrió de lado, percibiendo el momento en el que Aric parecía darse cuenta de que no venía a jugar a nada. Respondió a las reverencias con las propias, sonriendo de forma graciosa a aquellos que la veían con ojos golosos y después deslizó la mirada celeste hacia su futuro esposo. Avanzó hacia la puerta escuchando la pregunta y negando a su vez -No. No vengo a completar nada…Se nos ha acabado el jueguito- Hizo un puchero antes de sentarse en uno de los sillones.
Cruzó las piernas y se vio en la necesidad de sacar las manos de los bolsillos, apoyándolas en el regazo sintiendo que Juliet estaba sólo un poco más tranquila. ¿Vendría a las Montañas? No se dio cuenta de que Aric le ofrecía vino, estaba mirando hacia afuera con el ceño fruncido; evidentemente preocupada. Deseando estar en otro sitio. Cuando la llamó por su nombre, la rubia giró y se disculpó con una sonrisa. Cogió la copa para mantener las manos ocupadas y tratar de esconder el gesto ansioso en ellas -Nos casaremos en un par de días. Están preparando todo en Avalon- Expresó con un tono de voz bastante neutral.
-Has probado tu valía- Indicó, aunque S había asegurado que la probó en otro momento. Deslizó la mirada por el cuerpo de Aric con una sonrisa impertinente -He estado más de una semana allí con mi abuela. Charlando, preparándome…- Levantó la mirada del vino hacia él y alzó las cejas, esperando su reacción -¿Ponemos el día? ¿Conversamos un poquito de cómo será nuestra vida de ahora en adelante?- Ladeó la cabeza y miró hacia afuera, arrugando la nariz -Puedo permitir que te preparen para mí- Se rió un poco antes de llevarse la copa de vino a los labios -Incluso pueden venir con nosotros, siempre que me lo preguntes. Pero no toleraré bastardos-
Cruzó las piernas y se vio en la necesidad de sacar las manos de los bolsillos, apoyándolas en el regazo sintiendo que Juliet estaba sólo un poco más tranquila. ¿Vendría a las Montañas? No se dio cuenta de que Aric le ofrecía vino, estaba mirando hacia afuera con el ceño fruncido; evidentemente preocupada. Deseando estar en otro sitio. Cuando la llamó por su nombre, la rubia giró y se disculpó con una sonrisa. Cogió la copa para mantener las manos ocupadas y tratar de esconder el gesto ansioso en ellas -Nos casaremos en un par de días. Están preparando todo en Avalon- Expresó con un tono de voz bastante neutral.
-Has probado tu valía- Indicó, aunque S había asegurado que la probó en otro momento. Deslizó la mirada por el cuerpo de Aric con una sonrisa impertinente -He estado más de una semana allí con mi abuela. Charlando, preparándome…- Levantó la mirada del vino hacia él y alzó las cejas, esperando su reacción -¿Ponemos el día? ¿Conversamos un poquito de cómo será nuestra vida de ahora en adelante?- Ladeó la cabeza y miró hacia afuera, arrugando la nariz -Puedo permitir que te preparen para mí- Se rió un poco antes de llevarse la copa de vino a los labios -Incluso pueden venir con nosotros, siempre que me lo preguntes. Pero no toleraré bastardos-
Aric Lothbrok
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¿Protocolo? Se hubiera reído de no ser que estaba más interesado en lo que tenía que decir. Espero tranquilo y paciente a que terminase de ordenar todas las cosas que tenía en la cabeza y concentrara su atención en la conversación. Incluso eso, a veces era mucho pedir. Aric no estaba apurado, la paciencia era una de sus virtudes y no se llegaba a guerrero o Líder siendo impulsivo. Se dedicó a observarla, el cuerpo tenso, las manos inquietas, quizás la conversación tenía su seriedad después de todo.
La noticia lo tomó por sorpresa, lo cual sucedía pocas veces. Finalmente el matrimonio dispuesto por años iba a consumarse y…honestamente no sabía que pensar. ¿Su valía? Aric se mordió la lengua y esbozó una sonrisa irónica. Su valía estaba muy lejos de duda, en lo que a él respectaba. Bebió un poco más escuchando la explicación de S y analizó que según por sus propias cuentas, ellos llevaban cumpliendo deberes de esposo ya desde algunos años. Ella lo visitaba con frecuencia, entrenaban, compartían la cama…y otras superficies, a eso básicamente se resumía un matrimonio.
Frunció el ceño cuando mencionó las mujeres y los bastardos. Nunca hubo limitaciones de a quien podían llevar a la cama y Aric no repartía hijos por ahí con cualquier mujer.
-¿Cuándo me has conocido bastardos? – puso los ojos en blanco cuando ella se encogió de hombros -Exactamente. Tendremos tiempo para reglas, hasta ahora el acuerdo que llevamos es bastante normal.- se refirió a su relación extra matrimonial de años -Excepto que de ahora en adelante, no puede haber más hombres en tu cama.- se cruzó de brazos y la observó -Me obligarías a cortar en pedazos a quien lo haga…- y de paso a ella, por menos habían comenzado guerras. Una sonrisa irónica curvo sus labiosEn lo que a mi respecta la diversión acaba de comenzar.- la tomó del brazo y tiró de ella, suave pero firme hasta sentarla en su regazo -Estas tensa, ¿que te tiene tan nerviosa? El matrimonio se que no es.- le sostuvo ambas manos para que dejara de retorcerlas, ya tenía marcas de sus propios dedos.
La noticia lo tomó por sorpresa, lo cual sucedía pocas veces. Finalmente el matrimonio dispuesto por años iba a consumarse y…honestamente no sabía que pensar. ¿Su valía? Aric se mordió la lengua y esbozó una sonrisa irónica. Su valía estaba muy lejos de duda, en lo que a él respectaba. Bebió un poco más escuchando la explicación de S y analizó que según por sus propias cuentas, ellos llevaban cumpliendo deberes de esposo ya desde algunos años. Ella lo visitaba con frecuencia, entrenaban, compartían la cama…y otras superficies, a eso básicamente se resumía un matrimonio.
Frunció el ceño cuando mencionó las mujeres y los bastardos. Nunca hubo limitaciones de a quien podían llevar a la cama y Aric no repartía hijos por ahí con cualquier mujer.
-¿Cuándo me has conocido bastardos? – puso los ojos en blanco cuando ella se encogió de hombros -Exactamente. Tendremos tiempo para reglas, hasta ahora el acuerdo que llevamos es bastante normal.- se refirió a su relación extra matrimonial de años -Excepto que de ahora en adelante, no puede haber más hombres en tu cama.- se cruzó de brazos y la observó -Me obligarías a cortar en pedazos a quien lo haga…- y de paso a ella, por menos habían comenzado guerras. Una sonrisa irónica curvo sus labiosEn lo que a mi respecta la diversión acaba de comenzar.- la tomó del brazo y tiró de ella, suave pero firme hasta sentarla en su regazo -Estas tensa, ¿que te tiene tan nerviosa? El matrimonio se que no es.- le sostuvo ambas manos para que dejara de retorcerlas, ya tenía marcas de sus propios dedos.
Shyvanna Pendragon
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Shyvanna alzó los hombros desinteresadamente -Es una advertencia- Le dijo con total neutralidad y volvió a observar hacia la parte exterior. Confusión. Eso era. Juliet estaba confundida entre lo que sentía, lo que debía y lo que se esperaba de ella. Podía comprenderla perfectamente. Y sin embargo, S sabía que había algo más. La “regla” hizo que la rubia volviera a mirarlo con una ceja arqueada. Si ella no tenía libertad, él tampoco. -Bajo esa consigna entonces tú tampoco puedes tener más mujeres….En ninguna superficie- Indicó, astuta. -Lo mismo digo- Añadió cuando y después alzó una mano, como pensandolo mejor -Hirviéndola por pedazos- Se corrigió a sí misma, con una sonrisa.
Vio su mano y se resistió un poco, dándole guerra, aunque sabía que era una batalla perdida. Terminó, como sospechada, sentada sobre él y suspiró. Se enojó, brevemente, cuando le cogió de las manos como al niño al que le quitan una piruleta y las movió bruscamente pero él no cedió. Shyvanna le miró con cierto recelo -Hay...una dragona en conflicto- Murmuró mirándolo a los ojos -Y…- Sintió que un nudo le atenazaba el corazón -Sé que puedo ayudarla si ella me deja…- En seguida, se le humedecieron los ojos y dejó de retorcer las manos para coger las de él -Pero no sé si va a dejarme. Está dividida...Una parte de ella sabe que pertenece aquí, la otra está comprometida pero no sé con qué…-
Se relajó, entre sus conocidos brazos, y apoyó la cabeza en su hombro cerrando los ojos -En Avalon todo era más fácil- subió las piernas a su regazo y se acomodó sobre él con la confianza que le habían dado los años. Después de todo, no tenían demasiada diferencia de edad y se conocían desde niños. Alguna que otra trastada habían hecho juntos hasta que las diferentes educaciones los separaron y, sin embargo, ahí el destino los había vuelto a unir por decisión de las familia. Movió las manos, para que las soltara, y se puso a jugar con sus anillos que ya conocía bastante de memoria pero no estaba demás recordar -¿Podemos quedarnos en Avalon una semana? ¿Cómo nuestra luna de miel?- Estaba su abuela pero… Diría que tenía que ocuparse de los dragones pequeños y su entrenamiento. Cosa que no era mentira pero...Tendría un argumento de cara a sus hermanos que no delatara la nostalgia que sentía por su pueblo de nacimiento.
Vio su mano y se resistió un poco, dándole guerra, aunque sabía que era una batalla perdida. Terminó, como sospechada, sentada sobre él y suspiró. Se enojó, brevemente, cuando le cogió de las manos como al niño al que le quitan una piruleta y las movió bruscamente pero él no cedió. Shyvanna le miró con cierto recelo -Hay...una dragona en conflicto- Murmuró mirándolo a los ojos -Y…- Sintió que un nudo le atenazaba el corazón -Sé que puedo ayudarla si ella me deja…- En seguida, se le humedecieron los ojos y dejó de retorcer las manos para coger las de él -Pero no sé si va a dejarme. Está dividida...Una parte de ella sabe que pertenece aquí, la otra está comprometida pero no sé con qué…-
Se relajó, entre sus conocidos brazos, y apoyó la cabeza en su hombro cerrando los ojos -En Avalon todo era más fácil- subió las piernas a su regazo y se acomodó sobre él con la confianza que le habían dado los años. Después de todo, no tenían demasiada diferencia de edad y se conocían desde niños. Alguna que otra trastada habían hecho juntos hasta que las diferentes educaciones los separaron y, sin embargo, ahí el destino los había vuelto a unir por decisión de las familia. Movió las manos, para que las soltara, y se puso a jugar con sus anillos que ya conocía bastante de memoria pero no estaba demás recordar -¿Podemos quedarnos en Avalon una semana? ¿Cómo nuestra luna de miel?- Estaba su abuela pero… Diría que tenía que ocuparse de los dragones pequeños y su entrenamiento. Cosa que no era mentira pero...Tendría un argumento de cara a sus hermanos que no delatara la nostalgia que sentía por su pueblo de nacimiento.
Aric Lothbrok
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No era típico de S rendirse tan fácilmente, ella lo hacía todo con la resistencia de su personalidad y un poco de capricho. Con los años Aric había comprendido que se entendían mejor escuchando y con un poco de paciencia, que con gritos. Cuando la conversación no funcionaba, definitivamente venía la guerra. Ella tenía sus detalles, como Pendragon era impulsiva y la situación con los dragones, eran su debilidad y un trabajo que se tomaba muy en serio. Se retorcio un poco pero Aric no cedió, otra de las cosas que no podía hacer con S.
-Mujeres podemos compartir, hombres no y sabes por qué.- le dijo y le sostuvo las manos con firmeza cuando lo miró con irritación. Él se encogió de hombros ligeramente y no dijo más al respecto.
Cuando S se acomodó sobre él, con la gracia casi de un niño, buscando comodidad y apoyo, supo que había ganado la batalla. Dragones, siempre dragones, el vínculo entre ellos y particularmente S siempre lo había intrigado. Ciertamente eran criaturas mágicas de mucho poder, pero la mayoría prefería vivir sus vidas como humanos al servicio de los Pendragon. No lo entendía pero suponía que funcionaba de la misma manera que ellos, cada uno estaba donde estaba por sus intereses.
-Quizas quieras comenzar por escucharla, pregunta que es lo “ otro" que la detiene. A veces solo tienes que tener paciencia.- le aconsejó, era justamente lo que hacía con ella en ese instante.
De pronto Aric se encontró con la imagen que sería su futuro con ella. La manera en que se acomodaba contra su cuerpo, que conversaban sobre cualquier tema, incluso debatiendo a quien se llevaban a la cama o no. Esbozó una media sonrisa, se conocían desde niños, demasiado tiempo y después que fueron prometidos en matrimonio, la boda era un mero trámite para consolidar lo que ya vivían.
-Si alguien puede ayudarla eres tú. La preocupación y afecto que muestras es real y incluso los dragones son capaces de percibir eso.
Frunció el ceño un poco confundido con la petición, S no abandonaba a sus dragones por nada. Pero si ella quería pasar un tiempo en Avalon, ¿por qué no? Sí de él dependía nunca hubiesen salido de allí. Todo ese tema de los humanos, los Descendientes, en Avalon vivían tranquilamente, tenían su poder, su hogar y era suficiente. Lo demás podían ignorarlo.
-El tiempo que quieras, mientras no nos necesiten aquí. Siempre me he preguntado que hacemos en esta Isla, Avalon tiene suficiente vida y poder para todos. No necesitamos a esta gente para nada, lo único que causan son problemas.- al rodeó con ambos brazos acomodándose -Ojala pudiera regresar a vivir allí. Mmm, quizás podemos criar a nuestros hijos allí, no quiero que pierdan su historia como nos está sucediendo a nosotros.
-Mujeres podemos compartir, hombres no y sabes por qué.- le dijo y le sostuvo las manos con firmeza cuando lo miró con irritación. Él se encogió de hombros ligeramente y no dijo más al respecto.
Cuando S se acomodó sobre él, con la gracia casi de un niño, buscando comodidad y apoyo, supo que había ganado la batalla. Dragones, siempre dragones, el vínculo entre ellos y particularmente S siempre lo había intrigado. Ciertamente eran criaturas mágicas de mucho poder, pero la mayoría prefería vivir sus vidas como humanos al servicio de los Pendragon. No lo entendía pero suponía que funcionaba de la misma manera que ellos, cada uno estaba donde estaba por sus intereses.
-Quizas quieras comenzar por escucharla, pregunta que es lo “ otro" que la detiene. A veces solo tienes que tener paciencia.- le aconsejó, era justamente lo que hacía con ella en ese instante.
De pronto Aric se encontró con la imagen que sería su futuro con ella. La manera en que se acomodaba contra su cuerpo, que conversaban sobre cualquier tema, incluso debatiendo a quien se llevaban a la cama o no. Esbozó una media sonrisa, se conocían desde niños, demasiado tiempo y después que fueron prometidos en matrimonio, la boda era un mero trámite para consolidar lo que ya vivían.
-Si alguien puede ayudarla eres tú. La preocupación y afecto que muestras es real y incluso los dragones son capaces de percibir eso.
Frunció el ceño un poco confundido con la petición, S no abandonaba a sus dragones por nada. Pero si ella quería pasar un tiempo en Avalon, ¿por qué no? Sí de él dependía nunca hubiesen salido de allí. Todo ese tema de los humanos, los Descendientes, en Avalon vivían tranquilamente, tenían su poder, su hogar y era suficiente. Lo demás podían ignorarlo.
-El tiempo que quieras, mientras no nos necesiten aquí. Siempre me he preguntado que hacemos en esta Isla, Avalon tiene suficiente vida y poder para todos. No necesitamos a esta gente para nada, lo único que causan son problemas.- al rodeó con ambos brazos acomodándose -Ojala pudiera regresar a vivir allí. Mmm, quizás podemos criar a nuestros hijos allí, no quiero que pierdan su historia como nos está sucediendo a nosotros.
Shyvanna Pendragon
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Claro que sabía porqué, porque en el momento en el que quedara embarazada no sabrían a quién pertenecía hasta que naciera. Y no podía permitirse que cayera aquel velo de vergüenza sobre su familia. No de su parte. Le miró a los ojos y sonrió de lado -¿Y si tu no estás? ¿Qué hago? ...Podría ayudarme, sin necesidad de que hubiese sexo de verdad…- Batió las pestañas, esclareciendo la situación a ver si con ello Aric daba su brazo a torcer -Puedo tomar té…- Dejó caer, en caso de que no pudiera controlar su arrebato y le apeteciera llevarlo todo a cabo siempre existía esa opción.
-Creo que Gen hizo el primer contacto con ella y no quise meterme. Su primer vínculo fue con ella y…- Alzó suavemente los hombros, dándole a comprender que no iba a arrebatarlo así nada más aunque esa fuese su especialidad -Le propuse que viniera y si viene, por supuesto que la escucharé. Intenté hablar pero en cuanto me acerqué la guardia empezó a rodearme a punto de sacar sus armas. No confían en nosotros - Inspiró profundamente. Era consciente de que no habían empezado con el pie derecho pero… tampoco habían hecho nada desde el parlamento, por el contrario, habían ayudado a Da Vinci y ella había hecho amistad con Tesla gracias al amor de la pizza con piña. Era un hombre elocuente aunque a veces le perdía el ritmo, pero la mantenía entretenida.
-Sabes perfectamente que mis hermanos no me necesitan para nada- Indicó con mucha tranquilidad porque era mega consciente de que en aquella guerra de política, espionaje y manipulación ella era sólo un peón y, encima, de los malos -Por Ley podemos solicitar nuestro puesto en el Consejo y una vez dentro intentaremos que los vasallos recuperen los suyos- Le explicó a Aric, porque al menos eso lo tenía tatuado a fuego en el cerebro -No...Tenemos que quedarnos aquí y ser un frente unido. No pueden ver fisuras porque es precisamente la carta que jugamos contra ellos. El Consejo no es homogéneo, en realidad nunca lo ha sido, pero la guerra los ha puesto al borde. Aparte…
Se reacomodó en sus brazos para mirarlo a los ojos -La guerra es real. Es decir...No sé cuánto tardará en llegar a Avalon, pero llegará. Sé…- Se calló de pronto y volvió a recomodarse como estaba pero no dijo nada más, se lo había pensado mejor y él no necesitaba saber que se había puesto en peligro. O tal vez ya lo sabía. Bueno, mejor no seguir hablando de eso así que volvió a juguetear con sus anillos.
-Creo que Gen hizo el primer contacto con ella y no quise meterme. Su primer vínculo fue con ella y…- Alzó suavemente los hombros, dándole a comprender que no iba a arrebatarlo así nada más aunque esa fuese su especialidad -Le propuse que viniera y si viene, por supuesto que la escucharé. Intenté hablar pero en cuanto me acerqué la guardia empezó a rodearme a punto de sacar sus armas. No confían en nosotros - Inspiró profundamente. Era consciente de que no habían empezado con el pie derecho pero… tampoco habían hecho nada desde el parlamento, por el contrario, habían ayudado a Da Vinci y ella había hecho amistad con Tesla gracias al amor de la pizza con piña. Era un hombre elocuente aunque a veces le perdía el ritmo, pero la mantenía entretenida.
-Sabes perfectamente que mis hermanos no me necesitan para nada- Indicó con mucha tranquilidad porque era mega consciente de que en aquella guerra de política, espionaje y manipulación ella era sólo un peón y, encima, de los malos -Por Ley podemos solicitar nuestro puesto en el Consejo y una vez dentro intentaremos que los vasallos recuperen los suyos- Le explicó a Aric, porque al menos eso lo tenía tatuado a fuego en el cerebro -No...Tenemos que quedarnos aquí y ser un frente unido. No pueden ver fisuras porque es precisamente la carta que jugamos contra ellos. El Consejo no es homogéneo, en realidad nunca lo ha sido, pero la guerra los ha puesto al borde. Aparte…
Se reacomodó en sus brazos para mirarlo a los ojos -La guerra es real. Es decir...No sé cuánto tardará en llegar a Avalon, pero llegará. Sé…- Se calló de pronto y volvió a recomodarse como estaba pero no dijo nada más, se lo había pensado mejor y él no necesitaba saber que se había puesto en peligro. O tal vez ya lo sabía. Bueno, mejor no seguir hablando de eso así que volvió a juguetear con sus anillos.
Aric Lothbrok
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Por supuesto que no iba a ceder, no tan fácil. Aric pretendió relajar el cuerpo porque de nada valía una discusión con ella, en ese punto no cedería. Porque si no se daba cuenta del peligro, entonces era momento de que lo hiciera. Él tenía su código, no tocaba niños ni mujeres, pero un bastardo de su propia esposa pondría en duda absolutamente todo, su posición, liderato y su lealtad a los Pendragon. Era un vikingo, la guerra no le asustaba, ni la muerte tampoco.
-No S, con el matrimonio vienen responsabilidades y esta es una de ellas.- su expresión se endureció -El té no funciona siempre, un hijo primogénito de otro hombre, ¿sabes cuantos problemas causaría? Incluyendo el desafío de poder a nuestros hijos legítimos.- entrecerró los ojos -No tuerzas mi brazo en esto, vas a provocar una guerra. Busca como entretenerte que no sea con un hombre, eres creativa.- además de que los mataría a ambos, el padre y el bebé.
Dejó el comentario en el aire mientras escuchaba sus explicaciones, más protocolos, tradiciones y…nadie quería a los Pendragon. No era para menos, en antaño habían sido brutales con su magia, aún lo eran, de la misma manera que ellos con sus guerras. Querían poder, siempre el poder y poder sin responsabilidad era corrupción y crueldad. Esa misma arrogancia sería su condenada en algún momento, Merlín no permitieran que nunca perdieran el vínculo con los dragones, o sus enemigos se le echarían encima, todos a la vez.
Aric casi puso los ojos en blanco, sus hermanos creían que no necesitaban a nadie, sin los vasallos y solo con los dragones no tenían el poder de resistir ataques. Por eso el matrimonio entre ellos fue concertado, como manera de asegurar ese apoyo y atarlos al Consejo. Aric enfrentaba los juegos, intrigas y política porque era consciente que los necesitaba para mantener a su gente en una posición ventajosa, pero no le gustaban en lo más mínimo. Era una pérdida de tiempo, si dependía de él cortar cabezas ahorraba palabras y enseñaba lecciones.
-En eso puede que tengas razón.- para conseguir el Consejo debían mantenerse unidos y nada garantizaba que la guerra no llegase hasta Avalon -Aun así, quiero pasar el tiempo que se pueda allí.- insistió porque no permitiría que sus hijos fueran utilizados en juegos de poder. Eso sí que no. Casi se pierde el último comentario de S, que se detuvo bruscamente. Si pensaba que podía ocultarle cosas, le tomó el rostro y lo alzó hasta que quedaron frente a frente -¿Sabes qué...? – entrecerró los ojos y respiró profundo -Cuando nuestro matrimonio sea oficial, esta es tu familia, tus hermanos serán tus hermanos pero…yo, nuestros futuros hijos serán tu familia.- sus prioridades iban a cambiar y debía ser consciente de eso -Lo que nos afecte a todos no puede ser un secreto, así que no empecemos ocultandonos cosas S.
-No S, con el matrimonio vienen responsabilidades y esta es una de ellas.- su expresión se endureció -El té no funciona siempre, un hijo primogénito de otro hombre, ¿sabes cuantos problemas causaría? Incluyendo el desafío de poder a nuestros hijos legítimos.- entrecerró los ojos -No tuerzas mi brazo en esto, vas a provocar una guerra. Busca como entretenerte que no sea con un hombre, eres creativa.- además de que los mataría a ambos, el padre y el bebé.
Dejó el comentario en el aire mientras escuchaba sus explicaciones, más protocolos, tradiciones y…nadie quería a los Pendragon. No era para menos, en antaño habían sido brutales con su magia, aún lo eran, de la misma manera que ellos con sus guerras. Querían poder, siempre el poder y poder sin responsabilidad era corrupción y crueldad. Esa misma arrogancia sería su condenada en algún momento, Merlín no permitieran que nunca perdieran el vínculo con los dragones, o sus enemigos se le echarían encima, todos a la vez.
Aric casi puso los ojos en blanco, sus hermanos creían que no necesitaban a nadie, sin los vasallos y solo con los dragones no tenían el poder de resistir ataques. Por eso el matrimonio entre ellos fue concertado, como manera de asegurar ese apoyo y atarlos al Consejo. Aric enfrentaba los juegos, intrigas y política porque era consciente que los necesitaba para mantener a su gente en una posición ventajosa, pero no le gustaban en lo más mínimo. Era una pérdida de tiempo, si dependía de él cortar cabezas ahorraba palabras y enseñaba lecciones.
-En eso puede que tengas razón.- para conseguir el Consejo debían mantenerse unidos y nada garantizaba que la guerra no llegase hasta Avalon -Aun así, quiero pasar el tiempo que se pueda allí.- insistió porque no permitiría que sus hijos fueran utilizados en juegos de poder. Eso sí que no. Casi se pierde el último comentario de S, que se detuvo bruscamente. Si pensaba que podía ocultarle cosas, le tomó el rostro y lo alzó hasta que quedaron frente a frente -¿Sabes qué...? – entrecerró los ojos y respiró profundo -Cuando nuestro matrimonio sea oficial, esta es tu familia, tus hermanos serán tus hermanos pero…yo, nuestros futuros hijos serán tu familia.- sus prioridades iban a cambiar y debía ser consciente de eso -Lo que nos afecte a todos no puede ser un secreto, así que no empecemos ocultandonos cosas S.
Shyvanna Pendragon
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No le gustó, en lo absoluto, cuando se puso serio. Le miró al rostro, preguntándose cual sería el límite. Conocía su código, y lo conocía desde hace años, eran buenos amigos con derecho. Su gesto y el tono de su voz le dio a entender que ese era el límite, ahí estaba la línea. Otro hombre -No quiero guerras…- Le dijo en un murmullo y se removió incómoda, como si de pronto empezara a necesitar caminar. En realidad, sí que lo necesitaba. Quería…moverse. Pero Aric no la dejó, la rodeó con los brazos y escuchó lo que tenía que decir acerca de Juliet. Le codeó con fuerza cuando rodó los ojos ante la mención de sus hermanos, a veces podía ponerse modo soberbio y arrogante y le daban ganas de sacarle los ojos. -Sí…Tengo razón. Puede no, tengo. No soy idiota- Le soltó, moviendo la cabeza hacia otro lado como si de pronto se hubiese indignado. Que, evidentemente, lo había hecho. Cuando habló de Avalon, en sus labios se vislumbró una sonrisa leve. Sí, ella también quería estar allí cuando se pudiera, en su cúpula, con sus dragones.
-¡Aric!- Le espetó cuando le cogió el rostro de esa manera y le miró a los ojos con cierta reticencia. ¡Bruto! No le dio tiempo a responder porque soltó algo que la hizo pensar. Estudió su mirada y fue consciente de que, era cierto. Muy probablemente perdería hasta su apellido. Pero era algo con lo que había hecho paz hace un par de años y por eso concurría al lado de los Lothbrock con más continuidad de lo que ninguno de sus hermanos visitaba a los vasallos -Fui a Londres…- Murmuró, apartando la mirada y cogiéndole de las muñecas para que la soltara. Que le impidiera moverse estaba poniéndola nerviosa y quería deshacerse de ese contacto restrictivo. En cuanto él notó que estaba realmente haciendola sentir inquieta la soltó y S en seguida se levantó y empezó a caminar por el salón.
-Con Giordano. Se cayó por las montañas y lo llevamos a Avalon para curarlo. Después de eso dijo que nos quería mostrar y bajamos a Londres con Artamir- Movió los hombros, como si pudiera deshacerse de la rara experiencia -Cuando aterrizamos todo parecía que iba bien pero después de unos minutos nos empezaron a rodear muchas personas. Parecían normales pero estaban controladas por SAM y nos dijeron cosas en plan…”únete o te matamos” y me pregunte ¿Ese es nuestro futuro? ¿Y si no colaboramos con la guerra y acabamos muertos o, peor, dominados? – Se retorció la túnica que llevaba encima sin darse cuenta y después la tironeó cada vez con más fuerza -Eso no es vida…Si me cuesta seguir las órdenes de W, como cree SAM que voy a seguir las de él? No quiero…Y esa gente…¿Habrá querido atacarnos?...No sé-
-¡Aric!- Le espetó cuando le cogió el rostro de esa manera y le miró a los ojos con cierta reticencia. ¡Bruto! No le dio tiempo a responder porque soltó algo que la hizo pensar. Estudió su mirada y fue consciente de que, era cierto. Muy probablemente perdería hasta su apellido. Pero era algo con lo que había hecho paz hace un par de años y por eso concurría al lado de los Lothbrock con más continuidad de lo que ninguno de sus hermanos visitaba a los vasallos -Fui a Londres…- Murmuró, apartando la mirada y cogiéndole de las muñecas para que la soltara. Que le impidiera moverse estaba poniéndola nerviosa y quería deshacerse de ese contacto restrictivo. En cuanto él notó que estaba realmente haciendola sentir inquieta la soltó y S en seguida se levantó y empezó a caminar por el salón.
-Con Giordano. Se cayó por las montañas y lo llevamos a Avalon para curarlo. Después de eso dijo que nos quería mostrar y bajamos a Londres con Artamir- Movió los hombros, como si pudiera deshacerse de la rara experiencia -Cuando aterrizamos todo parecía que iba bien pero después de unos minutos nos empezaron a rodear muchas personas. Parecían normales pero estaban controladas por SAM y nos dijeron cosas en plan…”únete o te matamos” y me pregunte ¿Ese es nuestro futuro? ¿Y si no colaboramos con la guerra y acabamos muertos o, peor, dominados? – Se retorció la túnica que llevaba encima sin darse cuenta y después la tironeó cada vez con más fuerza -Eso no es vida…Si me cuesta seguir las órdenes de W, como cree SAM que voy a seguir las de él? No quiero…Y esa gente…¿Habrá querido atacarnos?...No sé-
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Mientras mas avanzaba la conversación más inquieta se ponía S. Con el tiempo Aric había aprendido a conocer su cuerpo y sus costumbres, también las necesidades y S con su incapacidad de quedarse tranquila dificultaba cualquier posibilidad de conversación directa. Razón por la cual había desarrollado su propia técnica para mantener su atención, a veces la mejor estrategia era simplemente escuchar y dejarla trabajar esa energía constante que la rodeaba. Cuando estuvo seguro que ella entendió su límite la dejó ir, no le gustaba inquietarla aunque a veces fuese necesario.
Se recostó tranquilamente en la silla, extrañando el calor femenino y la suavidad contra su cuerpo, pero estando en medio de una conversación seria no podían distraerse. Observó a S caminar de un lado a otro y frunció el ceño levemente cuando comenzó la historia. Giordano, el nombre lo había escuchado varias veces, ¿un amigo? La caída de la montaña no le interesaba tanto como lo próximo.
Aric estaba al tanto sobre la nueva amenaza, desarrollada por los humanos contra ellos y la razón por la que estaban todos condenados a la isla. Se quedó rígido de furia cuando S confesó que habían ido a solas y de paso, expuesto a peligrosos de los que ninguno la podría salvar. ¿Es que acaso no tenía sentido común y del peligro? Se contuvo, solo por un segundo maldiciendo a todos los poderes mágicos porque al parecer S olvidaba sus entrenamientos a la primera que le parecía.
-Que te sirva de lección.- le dijo con frialdad y notó el gesto, la creciente ansiedad y que la conversación iba en picada.
En dos pasos estuvo frente a ella que reaccionó con sorpresa. Funcionó y momentáneamente dejó de moverse.
-¿En que estabas pensando?¿Ir sola a un lugar desconocido, sin saber a que peligro te enfrentas? – casi gruñó con irritación -Piensa antes de actuar S. Basta.- tomó las manos que estaban haciendo pedazos la túnica, cuando quiso soltarse se lo impidió y cuando abrió la boca para protestar la besó.
El elemento de sorpresa siempre funcionaba y ella tenía mucha energía acumulada. El gesto al menos iba a distraerla y en efecto, cuando se apartó ambos estaban más que distraídos de la conversación. Retrocedió hasta la mesa la sentó al borde, las manos en la cadera y entretenido en besar su cuello y distraerla un poco más.
-Hablame de SAM.- le pidió sin detenerse, besando un punto particular y sensible.
Se recostó tranquilamente en la silla, extrañando el calor femenino y la suavidad contra su cuerpo, pero estando en medio de una conversación seria no podían distraerse. Observó a S caminar de un lado a otro y frunció el ceño levemente cuando comenzó la historia. Giordano, el nombre lo había escuchado varias veces, ¿un amigo? La caída de la montaña no le interesaba tanto como lo próximo.
Aric estaba al tanto sobre la nueva amenaza, desarrollada por los humanos contra ellos y la razón por la que estaban todos condenados a la isla. Se quedó rígido de furia cuando S confesó que habían ido a solas y de paso, expuesto a peligrosos de los que ninguno la podría salvar. ¿Es que acaso no tenía sentido común y del peligro? Se contuvo, solo por un segundo maldiciendo a todos los poderes mágicos porque al parecer S olvidaba sus entrenamientos a la primera que le parecía.
-Que te sirva de lección.- le dijo con frialdad y notó el gesto, la creciente ansiedad y que la conversación iba en picada.
En dos pasos estuvo frente a ella que reaccionó con sorpresa. Funcionó y momentáneamente dejó de moverse.
-¿En que estabas pensando?¿Ir sola a un lugar desconocido, sin saber a que peligro te enfrentas? – casi gruñó con irritación -Piensa antes de actuar S. Basta.- tomó las manos que estaban haciendo pedazos la túnica, cuando quiso soltarse se lo impidió y cuando abrió la boca para protestar la besó.
El elemento de sorpresa siempre funcionaba y ella tenía mucha energía acumulada. El gesto al menos iba a distraerla y en efecto, cuando se apartó ambos estaban más que distraídos de la conversación. Retrocedió hasta la mesa la sentó al borde, las manos en la cadera y entretenido en besar su cuello y distraerla un poco más.
-Hablame de SAM.- le pidió sin detenerse, besando un punto particular y sensible.
Shyvanna Pendragon
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Aquella frase hizo que alzara las cejas con evidente sorpresa. ¿Lección? ¿Lección? ¿Con ese tono? ¿Con quién creía que estaba hablando? Puso las manos en un puño y lo miró mal -Discúlpate- Aún era su vasallo, no estaban en igualdad de condiciones. La molestia le hirvió en la sangre y deseo poder actuar a diestra y siniestra como W. Una herida en el rostro de Aric se vería preciosa ahora mismo. Lo quería de rodillas. Sí, de rodillas besándole los pies y disculpándose por sus palabras feas -Pídeme disculpas-
Apartó la vista, crecientemente indignada, cuando de pronto apareció en su campo de visión -No fui sola. Estaba G- Espetó pensando que lo mejor habría sido callarse la boca. ¡Por eso es que los secretos eran secretos! -Pero qu…- No pudo quejarse porque la besó. Shyvanna cerró los ojos y se dejó llevar, su cuerpo se relajó un poco. Sólo un poco para concentrarse en sus labios. Pero se apartó, y la rubia lo miró mal, aunque estaba distraída. ¿Por qué estaba enojada exactamente?
Se dejó llevar hasta la mesa y se sentó pero en cuanto le agarró las manos y las puso sobre su cadera, impidiéndole moverse, otra vez se disparó su ansiedad -Aric…- Dijo en un tono bajo de advertencia mientras el se metía entre sus piernas, no sabía si le había quedado claro que ella no venía a completar lo que la zorra de turno había iniciado pero en cuanto sus labios empezaron a deslizarse por su piel, un escalofrío le recorrió el cuerpo. SAM. SAM. Abrió los ojos para fijarse en el techo pensando en lo que Giordano le había dibujado de SAM. Los colores y la magia pronto refrescaron su memoria y dejó de retorcer las manos -Es una inteligencia artificial. Creada por los humanos pero no fueron consciente de que desarrolló personalidad propia hasta que les fue imposible bajar los satélites anti magia. Intentaron hacerlo y al final… lo…lograron…Aric…- Murmuró estremeciéndose y deseando tener libertad en las manos para devolverle las caricias de sus labios pero el volvió a susurrar lo de SAM y Shyvanna tuvo que parpadear varias veces para volver a recordarlo -Y entonces… Este creo su personalidad y unas pilas…Y las pilas se las metio a la gente, mágica y no mágica, y sino tienes pila eres el enemigo… Y quieren ayuda con eso, pero no pueden realmente destruir a SAM, tienen que… tienen…Aric- Soltó una risita cuando le hizo cosquillas y trató de apartar el cuello -Pero no sé si W va a ayudar…quiero que lo haga-
Apartó la vista, crecientemente indignada, cuando de pronto apareció en su campo de visión -No fui sola. Estaba G- Espetó pensando que lo mejor habría sido callarse la boca. ¡Por eso es que los secretos eran secretos! -Pero qu…- No pudo quejarse porque la besó. Shyvanna cerró los ojos y se dejó llevar, su cuerpo se relajó un poco. Sólo un poco para concentrarse en sus labios. Pero se apartó, y la rubia lo miró mal, aunque estaba distraída. ¿Por qué estaba enojada exactamente?
Se dejó llevar hasta la mesa y se sentó pero en cuanto le agarró las manos y las puso sobre su cadera, impidiéndole moverse, otra vez se disparó su ansiedad -Aric…- Dijo en un tono bajo de advertencia mientras el se metía entre sus piernas, no sabía si le había quedado claro que ella no venía a completar lo que la zorra de turno había iniciado pero en cuanto sus labios empezaron a deslizarse por su piel, un escalofrío le recorrió el cuerpo. SAM. SAM. Abrió los ojos para fijarse en el techo pensando en lo que Giordano le había dibujado de SAM. Los colores y la magia pronto refrescaron su memoria y dejó de retorcer las manos -Es una inteligencia artificial. Creada por los humanos pero no fueron consciente de que desarrolló personalidad propia hasta que les fue imposible bajar los satélites anti magia. Intentaron hacerlo y al final… lo…lograron…Aric…- Murmuró estremeciéndose y deseando tener libertad en las manos para devolverle las caricias de sus labios pero el volvió a susurrar lo de SAM y Shyvanna tuvo que parpadear varias veces para volver a recordarlo -Y entonces… Este creo su personalidad y unas pilas…Y las pilas se las metio a la gente, mágica y no mágica, y sino tienes pila eres el enemigo… Y quieren ayuda con eso, pero no pueden realmente destruir a SAM, tienen que… tienen…Aric- Soltó una risita cuando le hizo cosquillas y trató de apartar el cuello -Pero no sé si W va a ayudar…quiero que lo haga-
Aric Lothbrok
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¿Disculparse? El enfado casi lo distrajo de su nueva tarea, casi, pero…
-No.- murmuró burlón contra la piel del cuello femenino y además probó su punto mordisqueando ligeramente más duro de lo normal -Se que tengo razón.- dijo y besó el lugar para aliviarlo.
No fue fácil concentrarse en escuchar la explicación con la distracción auto-impuesta pero, no sería buen guerrero si no fuese capaz de hacer varias cosas a la vez. Quizás el placer de tener a S en sus manos lo distraía un poco más de lo usual. A medias comprendió como funcionaba la famosa inteligencia artificial y todavía pensaba que la pequeña aventura podía haber terminado más mal que bien. De hecho, ella no le dio tantos detalles, significaba generalmente que había mucho más en la historia. Una batalla que elegiría para otro día.
Una mordida entre el hombro y el cuello la hizo reír, Aric sonrió moviendo las manos hacia los muslos, bajo los pliegues oscuros, con todo aquel atuendo de guerrera se veía increíblemente…Mmm deseable. Y eso planeaba Aric, convertirla en una guerrera, una guerra vikinga, como las Valkyrias de su mitología. Eso lo hizo reír, porque S no estaba muy lejos de la imagen, con sus cabellos rubios, dragón incluido, parecía más vikinga que él mismo.
Rió con humor, además del temperamento explosivo y un poquito salvaje. Detuvo los besos en el cuello y regresó a los labios, acercando sus cuerpos pero sin mover las manos, lenguas danzando en una caricia húmeda y como siempre, su cuerpo reaccionó a ella aunque no hubiese sido su intención provocar el momento. Enredó una mano en los cabellos y la besó con mas exigencia, pagando la irritación de su imprudencia mezclada con el deseo.
Cuando se apartó en busca de aire, la imagen provocó una sonrisa arrogante. Labios inflamados, húmedos y exactamente como se veían, besados con pasión. Ella le lanzó una mirada exasperada y se encogió de hombros, no se iba a disculpar por besarla como quería. La acercó hasta que sus cuerpos se rozaron y entonces, extendió los dedos y avanzó acariciando bajo la ropa pero sin llegar a lugares delicados, casi pero no, continuando la distracción.
-Esa, inteligencia. ¿Tiene alguna oportunidad de llegar a la isla? – preguntó pensativo y acariciando con los pulgares la piel suave bajo la tela. El cuerpo de S estaba completamente pegado al suyo y le gustaba la sensación de las sutiles curvas y las piernas que lo rodeaban -Si no, ¿por qué deberíamos ayudar?
-No.- murmuró burlón contra la piel del cuello femenino y además probó su punto mordisqueando ligeramente más duro de lo normal -Se que tengo razón.- dijo y besó el lugar para aliviarlo.
No fue fácil concentrarse en escuchar la explicación con la distracción auto-impuesta pero, no sería buen guerrero si no fuese capaz de hacer varias cosas a la vez. Quizás el placer de tener a S en sus manos lo distraía un poco más de lo usual. A medias comprendió como funcionaba la famosa inteligencia artificial y todavía pensaba que la pequeña aventura podía haber terminado más mal que bien. De hecho, ella no le dio tantos detalles, significaba generalmente que había mucho más en la historia. Una batalla que elegiría para otro día.
Una mordida entre el hombro y el cuello la hizo reír, Aric sonrió moviendo las manos hacia los muslos, bajo los pliegues oscuros, con todo aquel atuendo de guerrera se veía increíblemente…Mmm deseable. Y eso planeaba Aric, convertirla en una guerrera, una guerra vikinga, como las Valkyrias de su mitología. Eso lo hizo reír, porque S no estaba muy lejos de la imagen, con sus cabellos rubios, dragón incluido, parecía más vikinga que él mismo.
Rió con humor, además del temperamento explosivo y un poquito salvaje. Detuvo los besos en el cuello y regresó a los labios, acercando sus cuerpos pero sin mover las manos, lenguas danzando en una caricia húmeda y como siempre, su cuerpo reaccionó a ella aunque no hubiese sido su intención provocar el momento. Enredó una mano en los cabellos y la besó con mas exigencia, pagando la irritación de su imprudencia mezclada con el deseo.
Cuando se apartó en busca de aire, la imagen provocó una sonrisa arrogante. Labios inflamados, húmedos y exactamente como se veían, besados con pasión. Ella le lanzó una mirada exasperada y se encogió de hombros, no se iba a disculpar por besarla como quería. La acercó hasta que sus cuerpos se rozaron y entonces, extendió los dedos y avanzó acariciando bajo la ropa pero sin llegar a lugares delicados, casi pero no, continuando la distracción.
-Esa, inteligencia. ¿Tiene alguna oportunidad de llegar a la isla? – preguntó pensativo y acariciando con los pulgares la piel suave bajo la tela. El cuerpo de S estaba completamente pegado al suyo y le gustaba la sensación de las sutiles curvas y las piernas que lo rodeaban -Si no, ¿por qué deberíamos ayudar?
Shyvanna Pendragon
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-Da igual. Me has hablado fatal- Le dijo a Aric con el ceño fruncido. W les había regañado también. Su abuela le había regañado. Sí, pero qué habían ganado con el viajecito aparte de salir vivas y coleando? Pues cierta familiaridad con un miembro del Consejo que hablaría en pos de su causa. Eso era importante, pero no… Todo era “Estás loca”, “¿Cómo te atreves?”, “Sin permiso” y demás palabritas que ella no podía refutar. Excepto a Aric, porque era un vasallo -Tus besos no te van a disculpar- Le soltó, a ver si se avivaba. Que a ella le daba igual que tuviera razón.
-¿De qué te ríes?- Le preguntó, buscando su mirada con curiosidad porque le causaba tanta gracia mientra sentía que finalmente liberaba sus manos, pero tampoco necesito moverlas. Estaban perfectas apoyadas en sus muslos. Él no respondió sino que simplemente la besó. Shyvanna volvió a cerrar los ojos disfrutando del contacto y de la suavidad de aquel beso hasta que despertó al bruto que era. Porque eso era cuando quería. Un bruto. Pero… muy en el fondo, le encantaba despertar eso en él. Le encantaba despertar eso en cualquier hombre. Cuando se separó, Shyvanna siseó y le miró con mala cara -Ten cuidado- Dijo, indignada.
Puso los ojos en blanco cuando fue acercándola a él. Estaba provocándola y su abuela estaba taladrándole el cerebro sobre la importancia de los rituales -Nosotros hemos llegado ¿No?... Inteligencia no le falta- Advirtió y cuando empezó a mover sus dedos bajo su piel, Shyvanna realmente implosionó. Con la mano libre le agarró el paquete y se inclinó para susurrarle algo en el oído muy bajo y apretó la mano -He pasado 15 días en un maldito confinamiento, bañándome en sangre de vírgenes y aguantando celibato; cuando lo único que podía pensar era en lo mucho que quería chupártela hasta que estuvieras tan duro que me empotraras hasta ver las estrellas. Así que o te controlas o cuando la tenga en la boca te la corto con los dientes…. O te la dejo muerta por falta de irrigación de sangre- Después de eso se apartó y le miró a los ojos con una ceja arqueada -Vamos a ayudar porque sino no quedara ni mundo ni isla ni Avalon que gobernar - Le soltó el paquete y le empujó por los hombros aunque este ni se movió, Shyvanna entrecerró los ojos con una clara advertencia brillando en las orbes celestes -Hay que hablar con W y poner fecha. Como si nos queremos casar mañana o esta misma tarde. Avalon está preparado. Muévete-
-¿De qué te ríes?- Le preguntó, buscando su mirada con curiosidad porque le causaba tanta gracia mientra sentía que finalmente liberaba sus manos, pero tampoco necesito moverlas. Estaban perfectas apoyadas en sus muslos. Él no respondió sino que simplemente la besó. Shyvanna volvió a cerrar los ojos disfrutando del contacto y de la suavidad de aquel beso hasta que despertó al bruto que era. Porque eso era cuando quería. Un bruto. Pero… muy en el fondo, le encantaba despertar eso en él. Le encantaba despertar eso en cualquier hombre. Cuando se separó, Shyvanna siseó y le miró con mala cara -Ten cuidado- Dijo, indignada.
Puso los ojos en blanco cuando fue acercándola a él. Estaba provocándola y su abuela estaba taladrándole el cerebro sobre la importancia de los rituales -Nosotros hemos llegado ¿No?... Inteligencia no le falta- Advirtió y cuando empezó a mover sus dedos bajo su piel, Shyvanna realmente implosionó. Con la mano libre le agarró el paquete y se inclinó para susurrarle algo en el oído muy bajo y apretó la mano -He pasado 15 días en un maldito confinamiento, bañándome en sangre de vírgenes y aguantando celibato; cuando lo único que podía pensar era en lo mucho que quería chupártela hasta que estuvieras tan duro que me empotraras hasta ver las estrellas. Así que o te controlas o cuando la tenga en la boca te la corto con los dientes…. O te la dejo muerta por falta de irrigación de sangre- Después de eso se apartó y le miró a los ojos con una ceja arqueada -Vamos a ayudar porque sino no quedara ni mundo ni isla ni Avalon que gobernar - Le soltó el paquete y le empujó por los hombros aunque este ni se movió, Shyvanna entrecerró los ojos con una clara advertencia brillando en las orbes celestes -Hay que hablar con W y poner fecha. Como si nos queremos casar mañana o esta misma tarde. Avalon está preparado. Muévete-
Aric Lothbrok
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- No registró el resto del comentario, toda la atención y la sangre se acumulaba en dirección sur, donde S tenía sus manos, apretando sus más preciados tesoros. No es que estuviese en contra de los juegos de cama, pero, lo que si no iba a permitir eran las amenazas. Se le fue una sonrisa irónica, ¿magia para afectar su virilidad? Aric, en su vida, en el entrenamiento que llevaba estricto y militar, aprendió muchas lecciones y entre eso a dar las propias. A veces el mejor mensaje no llegaba con palabras sino con acciones. No le gustaban los desafíos, ni las amenazas, ni que ella, por un instante pudiera pensar que estaba por encima, Pendragon o no. Si no la conociera diría que lo provocaba a propósito y la conocía, por el brillo desafiante y caprichoso en sus ojos.
-No es mi culpa que estés frustrada.- y tuvieran tradiciones tan ridículas, su pueblo disfrutaba del sexo, del placer y el resto también, pero les gustaba fingir que no. Hipócritas.
Las palabras no lo irritaron tanto, como el atrevimiento de creer que lo podía controlar y utilizar su magia como si fuese un títere. Más que verlo, sintió la sensación fría entre sus piernas y el deseo que había sentido segundos atrás, desapareciendo con el efecto de la magia. Esta vez había cruzado uno de esos límites y necesitaba ser puesta en su lugar.
Aric la tomó con fuerza de los muslos y la arrastró fuera de la mesa, volteándola y aprisionándola de frente sobre la mesa. El movimiento fue sorpresivo y la resistencia llegó cuando se dio cuenta de lo que planeaba hacer. Apretó su cuerpo sobre el de ella, controlando el peso con una mano en el cuello y con la daga en la otra.
-Solo necesito las manos para hacerte gritar.- se burló provocándola cuando.
Se resistió empujando contra él, justo donde quería. Ya no sentía la magia, se echó a reír, pasando la punta de la daga por el interior del muslo, rasgando la ropa, ella se estremeció y rompió lo que quedaba con la mano, la daga al suelo, lejos. Cuando deslizó los dedos y encontró lo que esperaba, humedad, suficiente para sus juegos.
-Una semana.- se acercó a morder la espalda – un dedo y después dos la hicieron gemir, los movió despacio, a ritmo de tortura y negando lo que ella exigía -No, tú aquí, no exiges nada.- le recordó porque era necesario. Se liberó de su ropa y con una risa ante el gemido de protesta cuando retiró los dedos y se introdujo en ella completamente. La magia no había hecho absolutamente nada para apagar su deseo.
Ambos gimieron cuando lo recibió, suave, estrecha y como un guante de seda, perfecta para él. Disfrutó de la sensación por un instante hasta que lo presionó con las caderas, que rodeó con un brazo para detenerlas e impuso un ritmo de castigo, profundo, intenso, con la otra mano rodeó su cuello y la alzó de la mesa contra su cuerpo sin detenerse, buscando sus labios en un beso caótico, en el que ambos batallaron por control.
Al final, el control era suyo, deslizó una mano entre los muslos femeninos y tocó el punto sensible que provocó otro gemido y en nada ambos se estremecieron llegando al orgasmo, de pie, al borde de una mesa y con solo sus cuerpos para sostenerse. Ninguno detuvo el beso, la tormenta que se había desatado llegaba a su fin, por el momento.
Shyvanna Pendragon
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- -Oh… ¿No lo es? ¿Quién me enseñó como iba este juego?- Preguntó con los ojos entrecerrados. Y sabía, por su gesto, que le había ofendido y si algo le gustaba a su prometido era vengarse. Se concentró en su flujo sanguíneo cuando le apretó los muslos, haciendo que toda su sangre volviera a su sitio abandonando su zona sur. Se creía ganada, se creía victoriosa pese a que la giró sobre sí misma y se removió inquieta, parando en el momento en el que vio la daga -Puedo quitártelas también- Murmuró, pese a que se había quedado paralizada. No sabía qué pretendía hacer con aquella arma pero no le estaba dando buena espina. Dejó de concentrarse en su sangre de pronto, esperando que con eso no se la cargara -Aric, suéltame- Advirtió con un tono de voz bajo y firme, esperando que surtiera el mismo efecto que ese maldito tono de W hacia con ella.
Pero no. Y cuando sintió la daga deslizarse por su ropa temió que hiciera alguna locura, pero el metal cayó contra el piso y al sentir que rompía su ropa sabía hacia donde se dirigía con aquello de las “manos”. S cerró los ojos y apoyó la frente en la mesa. El placer que le recorrió fue inmediato y su cuerpo se arqueó buscando aún más. Aquello de no “exigir” le vino fatal a su ego y gruñó por lo bajo, intentó removerse para poder irse pero no lo logró y cuando finalmente se unió a ella, Shyvanna se estremeció en un escalofrío. Sobretodo, por la forma en la que lo hacía. Torturándola, sabía perfectamente como vengarse de ella. Y estaba volviéndola loca. Al incorporarse y encontrar sus labios, lo mordió, a efectos de una venganza sin sentido y con las manos se sostuvo del brazo que le rodeaba la cadera. En menos de lo que esperaba, y por supuesto, en respuesta a aquellas semanas de confinamiento, el orgasmo la estremeció de pies a cabeza. Fue ella quien terminó de besarlo, sintiendo que las piernas no le respondían del todo y necesitaba respirar.
Se inclinó hacia delante para separarse, apartando el brazo de la cadera de él, y el terminó arrebatándole la ropa interior. Se giró hacia él y le soltó una cachetada -Eres un bruto- La risa que vino después hizo que le apartara la mirada indignada. Se quitó el cinturón y después lo que sea que quedara del pantalón que había destrozado Aric. Lo dejó en el piso y lo vio moverse para buscar una capa y dársela -Oh, que considerado- Soltó y cogió la capa para ponérsela encima -Igual tengo que ir a cambiarme, no puedo ver a W así. Y nos casamos el jueves, nada de una semana-
Ocupándose de mantenerse bien tapada con la capa abandonó el salón en camino hacia sus aposentos, seguida por él. Se encontró a Artamir de camino que le dedicó una larga mirada pero no dijo nada, Shyvanna alzó el mentón con soberbia -Ya sabe que nos vamos a casar- Le informó al dragón que soltó un “No me queda ninguna duda” y miró al Lothbrock con cierto significado antes de seguir caminando junto a Shyvanna. Al llegar se metió en sus aposentos para asearse y cambiarse de ropa por una más adecuada y cuando salió se encontró a los dos en silencio, miró uno a uno y se fue al salón principal a buscar a W.
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El miembro 'S. Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Aric Lothbrok
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Para que negarlo, esos momentos donde cuando estaban juntos todo se prendía en llamas, eran sus favoritos. Nunca le haría daño a S, no intencionalmente y tampoco hubiese terminado sobre la mesa si verdaderamente no lo deseaba. Aric conocía las señales de su cuerpo, lo que el desafío le provocaba al libido, ninguno era casto o puro. No sería la primera vez que dejaban un poco de piel sobre una mesa o la pared.
Con ese pensamiento respiró profundo cuando el beso se rompió y aprovechó para quedarse con la ropa interior, como trofeo de su victoria. La bofetada ni lo sorprendió, S tenía esos arrebatos y no se tomaba bien perder el control. Soltó una carcajada y le brindó algo para cubrirse cuando vio el estado de las ropas. Respondió a la ironía con una sonrisa arrogante, porque para qué molestarse.
En el pasillo los esperaba un dragón, Aric los conocía por S pero no entraba en contacto con ellos más de los necesarios. El vínculo entre ellos era…discutible como más. No le parecía honorable aprovechar las debilidades de las criaturas, de ninguna clase, pero ni que decir sobre el tema. Como guerrero prefería aliados por elección, no por obligación o magia, los resultados podían ser peligrosos cuando sometías a alguien.
Le devolvió la mirada tranquilamente y no dijo palabra mientras caminaban a las habitaciones donde S necesitaba cambiarse. Pacientemente esperaron fuera, prefería no entrar y arriesgarse a otra ronda de batalla. Por él sin problema, pero el protocolo también era necesario. S no tardó mucho en salir y nuevamente la siguieron, gruñó por lo bajo, se sentía como un perro y eso no le gustaba.
-Pensé que ya le habías dicho a tú familia, cuando regresaste.- al parecer no, fue directamente hacia él y bueno…cosas pasaron. Recordó la ropa interior que llevaba en el bolsillo y sonrió satisfecho -Al menos que no se diga, que no celebramos la noticia de nuestro matrimonio.- dijo con tono inocente.
Con ese pensamiento respiró profundo cuando el beso se rompió y aprovechó para quedarse con la ropa interior, como trofeo de su victoria. La bofetada ni lo sorprendió, S tenía esos arrebatos y no se tomaba bien perder el control. Soltó una carcajada y le brindó algo para cubrirse cuando vio el estado de las ropas. Respondió a la ironía con una sonrisa arrogante, porque para qué molestarse.
En el pasillo los esperaba un dragón, Aric los conocía por S pero no entraba en contacto con ellos más de los necesarios. El vínculo entre ellos era…discutible como más. No le parecía honorable aprovechar las debilidades de las criaturas, de ninguna clase, pero ni que decir sobre el tema. Como guerrero prefería aliados por elección, no por obligación o magia, los resultados podían ser peligrosos cuando sometías a alguien.
Le devolvió la mirada tranquilamente y no dijo palabra mientras caminaban a las habitaciones donde S necesitaba cambiarse. Pacientemente esperaron fuera, prefería no entrar y arriesgarse a otra ronda de batalla. Por él sin problema, pero el protocolo también era necesario. S no tardó mucho en salir y nuevamente la siguieron, gruñó por lo bajo, se sentía como un perro y eso no le gustaba.
-Pensé que ya le habías dicho a tú familia, cuando regresaste.- al parecer no, fue directamente hacia él y bueno…cosas pasaron. Recordó la ropa interior que llevaba en el bolsillo y sonrió satisfecho -Al menos que no se diga, que no celebramos la noticia de nuestro matrimonio.- dijo con tono inocente.
Darren Pendragon
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Caminaba en círculos nervioso en una de las salas de la residencia. El aviso del castillo en llamas y de los dos soldados heridos por parte de los visitantes no se hizo de esperar, y de hecho, no tampoco lo era el hecho de que los forasteros vinieran buscando gresca, lo que Darren esperaba es que al ignorarlos simplemente se fueran y le dejaran en paz.
Suspiró mirando a su compañero dragón alzando los hombros, ¿cómo iba a saber que el visitante moreno iba a dedicarse a quemar los aposentos? Estaba claro que quería trifulca, pero no hasta ese nivel. Volvió a mirar a su dragón esperando que él lo entendiera. No hacía falta que se dijeran nada, la conexión que ambos habían labrado desde la tierna infancia evitaba todo tipo de comunicación verbal. Casi podían saber lo que pensaba el uno del otro.
Se apoyó en uno de los ventanales del pasillo que llevaba al salón principal, pero lejos de los vasallos y sirvientes, ese tipo de minusvalía no podía hacerse en público o pensarían que eran débiles. Y a pesar de que se contaba con la pleitesía de los vasallos, ellos no pueden ver dudas en los Pendragon. Pero odiaba tanto esa isla. -Maldito sea el momento- Gruñó apretando los dientes y frotándose las yemas de los dedos en las sienes. En ese momento se abrió la puerta y vio aparecer a su hermana, Shyvanna, acompañada de su prometido y su dragón. No dijo nada, no hizo nada, simplemente cambió el semblante a la mismísima neutralidad, cruzándose de brazos, pero sin levantar el apoyo de la espalda de la pared -Te hacía en Avalon, hermana-
Suspiró mirando a su compañero dragón alzando los hombros, ¿cómo iba a saber que el visitante moreno iba a dedicarse a quemar los aposentos? Estaba claro que quería trifulca, pero no hasta ese nivel. Volvió a mirar a su dragón esperando que él lo entendiera. No hacía falta que se dijeran nada, la conexión que ambos habían labrado desde la tierna infancia evitaba todo tipo de comunicación verbal. Casi podían saber lo que pensaba el uno del otro.
Se apoyó en uno de los ventanales del pasillo que llevaba al salón principal, pero lejos de los vasallos y sirvientes, ese tipo de minusvalía no podía hacerse en público o pensarían que eran débiles. Y a pesar de que se contaba con la pleitesía de los vasallos, ellos no pueden ver dudas en los Pendragon. Pero odiaba tanto esa isla. -Maldito sea el momento- Gruñó apretando los dientes y frotándose las yemas de los dedos en las sienes. En ese momento se abrió la puerta y vio aparecer a su hermana, Shyvanna, acompañada de su prometido y su dragón. No dijo nada, no hizo nada, simplemente cambió el semblante a la mismísima neutralidad, cruzándose de brazos, pero sin levantar el apoyo de la espalda de la pared -Te hacía en Avalon, hermana-
Shyvanna Pendragon
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-He acabado el maldito confinamiento, hermanito- Dijo y giró sobre sus propios talones para dibujar una sonrisa irónica -¿Te parezco nueva?- Sabía que no, estaba exactamente igual, y los rituales funcionarian pero ella no se sentía distinta. Observó su gesto, el cambio tan drástico y sabía que algo había sucedido. Observó alrededor y no vio a W -¿Dónde está? Necesito hablar con él…- Terminó acercándose a Darren para darle un beso en cada mejilla a modo de cortesía.
Cuando Aric habló volvió la vista hacia él y negó con la cabeza -No… Fui directo hacia ti porque eres uno de los implicados, a fin de cuenta, W solo debe ser informado. No es el que se casa conmigo- Le dedicó una mirada de profunda indignación cuando dijo lo de la celebración. Ufff, debería haberle cacheteado más fuerte -Bueno, tampoco ha sido tan trascendental- Le soltó, entrecerrando los ojos antes de apartar la mirada de un modo caprichoso. Engarzó el brazo en el de Darren y luego en el de Aric pues se dio cuenta de que el primero no le había saludado y aunque las palabras de Aric seguían en su mente, sus hermanos eran sus hermanos. Caminó con uno a cada lado mientras Artamir observaba los esfuerzos de S con un gesto divertido en el rostro -Así que seréis cuñados muy prontito, hasta que alguno de los dos muera en batalla y me deje sola. Os lloraré a los dos - Dijo, con un tono optimista pese a lo oscuro de aquellas palabras.
-D…¿Me tiene que entregar W o tú? Yo diría que por protocolo W, pero tú eres mi gemelo… ¿No?- Le batió las pestañas a ver si por ella podría rebelarse un poquito a las normas. Aunque luego quedaba batallar con la abuela.
Cuando Aric habló volvió la vista hacia él y negó con la cabeza -No… Fui directo hacia ti porque eres uno de los implicados, a fin de cuenta, W solo debe ser informado. No es el que se casa conmigo- Le dedicó una mirada de profunda indignación cuando dijo lo de la celebración. Ufff, debería haberle cacheteado más fuerte -Bueno, tampoco ha sido tan trascendental- Le soltó, entrecerrando los ojos antes de apartar la mirada de un modo caprichoso. Engarzó el brazo en el de Darren y luego en el de Aric pues se dio cuenta de que el primero no le había saludado y aunque las palabras de Aric seguían en su mente, sus hermanos eran sus hermanos. Caminó con uno a cada lado mientras Artamir observaba los esfuerzos de S con un gesto divertido en el rostro -Así que seréis cuñados muy prontito, hasta que alguno de los dos muera en batalla y me deje sola. Os lloraré a los dos - Dijo, con un tono optimista pese a lo oscuro de aquellas palabras.
-D…¿Me tiene que entregar W o tú? Yo diría que por protocolo W, pero tú eres mi gemelo… ¿No?- Le batió las pestañas a ver si por ella podría rebelarse un poquito a las normas. Aunque luego quedaba batallar con la abuela.
Aric Lothbrok
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Aric permanecía tranquilo y satisfecho con permitir a S que manejase el tema con su familia. A fin de cuentas su compromiso estaba anunciado de años, la decisión no iba a sorprender a nadie y él particularmente no se andaba con tanto protocolo. Tampoco prestó mucha atención al intercambio entre hermanos, otra cosa muy personal de S para tratar. Aric era consejero militar y sus interacciones con los Pendragon, excepto por ella, eran exactamente en ese mismo tono, estrictamente sobre estrategia y ejércitos. Quizás con el matrimonio eso iba a cambiar, todo dependía de ella y sus hermanos, a él solo le interesaba S.
Respondió con una media sonrisa a su comentario, que no le molestó en lo absoluto sabiendo lo mucho que le había gustado. Todavía podía escuchar sus gemidos de placer y tenía la evidencia en el bolsillo. La mirada que le dedicó fue de satisfacción y arrogancia, por mentirosa. Siempre podía darle otra lección por su constante capricho y desafío, lo tendría en cuenta para la próxima vez que estuvieran solos. Se dejó llevar sin una palabra, no tenía mucho que decir sobre preparativos de boda, ni tradiciones fafamiliares.
En las bodas vikingas se bebía, se peleaba y se tenía sexo, de hecho, los esposos debían tener su primera vez como casados, desnudos, en la costa cerca del mar y a la luz de la luna para ser bendecidos con fertilidad e hijos saludables. Una tradición que Aric pensaba continuar, considerando lo que S disfrutaba de sus juegos, tampoco la veía negándose.
-No pienso morir tan pronto.- contestó escueto y con su acostumbrada serenidad, pocas cosas lo alteraban, ni las palabras, ni las provocaciones. Sus ojos se cruzaron cuando ella se giró hacia él, los oscuros de Aric con muchas, muchísimas promesas para cumplir. Ella alzó una ceja comprendiendo, el sonrió -Todas memorables.
Respondió con una media sonrisa a su comentario, que no le molestó en lo absoluto sabiendo lo mucho que le había gustado. Todavía podía escuchar sus gemidos de placer y tenía la evidencia en el bolsillo. La mirada que le dedicó fue de satisfacción y arrogancia, por mentirosa. Siempre podía darle otra lección por su constante capricho y desafío, lo tendría en cuenta para la próxima vez que estuvieran solos. Se dejó llevar sin una palabra, no tenía mucho que decir sobre preparativos de boda, ni tradiciones fafamiliares.
En las bodas vikingas se bebía, se peleaba y se tenía sexo, de hecho, los esposos debían tener su primera vez como casados, desnudos, en la costa cerca del mar y a la luz de la luna para ser bendecidos con fertilidad e hijos saludables. Una tradición que Aric pensaba continuar, considerando lo que S disfrutaba de sus juegos, tampoco la veía negándose.
-No pienso morir tan pronto.- contestó escueto y con su acostumbrada serenidad, pocas cosas lo alteraban, ni las palabras, ni las provocaciones. Sus ojos se cruzaron cuando ella se giró hacia él, los oscuros de Aric con muchas, muchísimas promesas para cumplir. Ella alzó una ceja comprendiendo, el sonrió -Todas memorables.
Darren Pendragon
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No respondió al tema del confinamiento porque, en verdad, le daba hasta envidia, cualquier motivo para no estar en esa isla le servía a Darren. Pero por desgracia ese pensamiento no podría ser verbalizado en público. Recibió sus dos besos, que, haciendo memoria, debía de ser la única de la familia que rompía el protocolo al hacerlo. Sin moverse de su sitio ni cambiar el gesto siguió con la vista al vikingo, debían de ponerse al tanto con los últimos entrenamientos de los soldados que las familias leales habían entregado en vasallaje. Luego tratarían el tema, quizás. Estudió a ambos sin añadir nada hasta que S les tomó por el brazo. -Wthyr estaba en su despacho. Bajó después de mandar a una emisaria a la boda de los Descendientes- Añadió aquello último apretando los dientes, encima de tener que andar aguantando sus insolencias, tenían que ir agasajándoles. Pero el interés común prima por encima de los intereses personales y tuvo que aguantarse con ello.
Alwaid se incorporó a la marcha de los hermanos y el futuro cuñado. Nada que no supieran, de todos era sabido que era un matrimonio concertado. Y parecía que por fin había llegado el día -Gracias, supongo. Pero podrías ahorrártelas, no pienso hacerlo pronto- Apretó el agarre de su hermana hacia él, en muestra de cariño. Pero los protocolos indicaban que no podían hacer mucho más en presencia de extraños, al menos hasta que no se celebrase el enlace. En cualquier caso, no pensaba dejarla sola por mucho tiempo y tendrían que aguantarse durante mucho tiempo, que para eso son mellizos. -Habrá que vestirse para la ocasión, supongo. Qué ilusión- Marcó mucho la ironía, no porque no le interesase el enlace, sino porque lo que le desagradaba era la idea de la maldita fiesta… más fiestas. Más gente. La palabra de Aric le hizo arquear los labios, asqueado, los asuntos maritales, donde deben tratarse, o llorarlos con quien tienen que hacerlo. Hay cortesanas para ello. -¿Y cuándo tenéis pensada la fecha para la consecución del enlace? Ahora estamos en plena celebración de otro. Y el ataque de uno de sus perros. Fascinante- Comentó en un tono neutro para informar a su hermana de los últimos movimientos en la residencia ya que desconocía el momento en el que había llegado, por tanto, dudaba mucho de que se hubiera enterado, al menos, de la boda que estaba ocurriendo en los jardines.
Alwaid se incorporó a la marcha de los hermanos y el futuro cuñado. Nada que no supieran, de todos era sabido que era un matrimonio concertado. Y parecía que por fin había llegado el día -Gracias, supongo. Pero podrías ahorrártelas, no pienso hacerlo pronto- Apretó el agarre de su hermana hacia él, en muestra de cariño. Pero los protocolos indicaban que no podían hacer mucho más en presencia de extraños, al menos hasta que no se celebrase el enlace. En cualquier caso, no pensaba dejarla sola por mucho tiempo y tendrían que aguantarse durante mucho tiempo, que para eso son mellizos. -Habrá que vestirse para la ocasión, supongo. Qué ilusión- Marcó mucho la ironía, no porque no le interesase el enlace, sino porque lo que le desagradaba era la idea de la maldita fiesta… más fiestas. Más gente. La palabra de Aric le hizo arquear los labios, asqueado, los asuntos maritales, donde deben tratarse, o llorarlos con quien tienen que hacerlo. Hay cortesanas para ello. -¿Y cuándo tenéis pensada la fecha para la consecución del enlace? Ahora estamos en plena celebración de otro. Y el ataque de uno de sus perros. Fascinante- Comentó en un tono neutro para informar a su hermana de los últimos movimientos en la residencia ya que desconocía el momento en el que había llegado, por tanto, dudaba mucho de que se hubiera enterado, al menos, de la boda que estaba ocurriendo en los jardines.
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