Recuerdo del primer mensaje :
Moví la antorcha para iluminar sus brazos y manos cuando por fin me mostró sus heridas, haciendo un gesto de disgusto por lo que le habían hecho. No era grave y su agresor ya estaba destrozado, pero detestaba que se atreviesen a dañar mi familia. Mucho más de esa manera deshonrosa que había empleado el vikingo. Ella ya sabía qué hacer y podía curarse, así que no le insistí más en lo de ir con los sanadores. Simplemente le hice otro gesto para que caminase conmigo escaleras abajo, guardando silencio hasta que ella mostró las inquietudes que le habían llevado a seguirme. - Así que quieres que lo que aquí hablemos quede en secreto...- dije por fin tras un tramo recorrido de escalera, volviéndome para mirarla a la cara de manera escrutadora. Estaba preocupada por Gwen, ella había hecho algo con el árbol. Esa chiquilla estúpida jugando a cosas que no debería.
- Desconozco si es cierto lo que ha dicho allí arriba o si era únicamente una mentira para detener el duelo. Desde el principio ni estuvo de acuerdo con los matrimonios. Tampoco tengo claros los motivos, aunque tengo algunas sospechas. Quién sabe si es envidia porque tú ibas a casarte con Giordano. Gwen siempre dice que sólo se debe al árbol como sacerdotisa, pero sigue teniendo 19 años. Nadie tiene las cosas tan claras con esas edad. - tal vez estaba hablando de más, así que inspiré profundamente y guardé silencio durante algunos segundos más antes de seguir con la otra teoría. - La otra opción es que sí haya hecho algo y eso de la sangre no sea sólo teatro. - ojalá fuese sólo teatro, lo habría preferido a las posibles consecuencias que tendría lo otro. - El Sanguis no da poder sin nada a cambio. A veces reclama vidas, ya sabes lo que sucedió con nuestros padres. Según lo que se quiera obtener...las vidas pueden tener más o menos valor. Desde simples animales hasta seres humanos. Pueden ser tus padres, tus propios hijos...algo de tu propio cuerpo... debes intercambiar algo de valor similar. - terminé con tono de voz grave y rostro serio, haciendo un sonido de desaprobación antes de darme la vuelta para seguir el camino hacia abajo, llegando por fin a la mazmorra.
- ¿Conoces la historia de Tarisha Pendragon? - avancé hasta la mesa de madera en la que tenía un mapa de Ouroboros, manchado con sangre aquí y allá. Localizaciones varias de ciertas personas... - Vivió hace unos 300 años...Ella sacrificó a toda la descendencia que podría haber tenido en un futuro, ofreció eso para salvar a su hermano menor de la viruela de dragón. O Kavan Pendragon. Ese ofreció al árbol incluso a su propia esposa para obtener el poder necesario para reprimir unas revueltas en Ávalon.-
- Desconozco si es cierto lo que ha dicho allí arriba o si era únicamente una mentira para detener el duelo. Desde el principio ni estuvo de acuerdo con los matrimonios. Tampoco tengo claros los motivos, aunque tengo algunas sospechas. Quién sabe si es envidia porque tú ibas a casarte con Giordano. Gwen siempre dice que sólo se debe al árbol como sacerdotisa, pero sigue teniendo 19 años. Nadie tiene las cosas tan claras con esas edad. - tal vez estaba hablando de más, así que inspiré profundamente y guardé silencio durante algunos segundos más antes de seguir con la otra teoría. - La otra opción es que sí haya hecho algo y eso de la sangre no sea sólo teatro. - ojalá fuese sólo teatro, lo habría preferido a las posibles consecuencias que tendría lo otro. - El Sanguis no da poder sin nada a cambio. A veces reclama vidas, ya sabes lo que sucedió con nuestros padres. Según lo que se quiera obtener...las vidas pueden tener más o menos valor. Desde simples animales hasta seres humanos. Pueden ser tus padres, tus propios hijos...algo de tu propio cuerpo... debes intercambiar algo de valor similar. - terminé con tono de voz grave y rostro serio, haciendo un sonido de desaprobación antes de darme la vuelta para seguir el camino hacia abajo, llegando por fin a la mazmorra.
- ¿Conoces la historia de Tarisha Pendragon? - avancé hasta la mesa de madera en la que tenía un mapa de Ouroboros, manchado con sangre aquí y allá. Localizaciones varias de ciertas personas... - Vivió hace unos 300 años...Ella sacrificó a toda la descendencia que podría haber tenido en un futuro, ofreció eso para salvar a su hermano menor de la viruela de dragón. O Kavan Pendragon. Ese ofreció al árbol incluso a su propia esposa para obtener el poder necesario para reprimir unas revueltas en Ávalon.-
Shyvanna Pendragon
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-No me mires con esa cara. Tienes secretos con todo el mundo menos conmigo- Espetó pensando en lo que había visto hace un par de noches atrás -Empezando por tus planes- Musitó poniendo los ojos en blanco. Lo cierto es que a veces, a veces, muy muy escasas veces sentía el peso de los hombros de Wthyr. Hoy era uno de esos días donde como primogénita femenina de los Pendragon debía abogar por el bienestar de la escuincla babosa y de la niña mimosa.
Escuchó atentamente a Wthyr cuando mencionó que no confiaba en lo que había dicho Gwen. ¿Será que cuando los vio le había contado lo que dijo el árbol? Se mordió la lengua con fuerza pero entonces cuando mencionó lo de la envidia de pronto la cara de Shyvanna se iluminó con sorpresa y, también, con certeza. Quizás… Apartó la mirada frunciendo un poco el ceño y recordando que ella era la que más cerca había estado del descendiente de Da Vinci. Ambas lo habían protegido de aquella caída pero luego Shyvanna se había dedicado a más descendientes que acosar a uno solo. Se mordió el labio con suavidad. Y eso explicaría… Su enojo. Su sorpresa…Su todo. ¿Por qué no se lo dijo? ¿Por qué no fue clara?
-Tenía heridas- Musitó a Wthyr cuando dijo que la sangre no fuese teatro. Ella las había percibido todas mientras las curaba. Eran reales. -Lo sé- Mencionó con respecto a las solicitudes del árbol. Apartó de nuevo la mirada al escuchar sobre sus padres y decidió cruzarse de brazos bajo el abrigo sin añadir nada más. ¿Qué cosa de valor tendría cambiar aquellos matrimonios? Negó con la cabeza cuando preguntó lo de la historia y miró el mapa de la isla sin mucho interés. La historia, sin embargo, la escuchó con atención mientras volvía a estrujarse las manos -¿Q-Qué…crees que yo tendría que dar…Qué crees que Gwen…- Se le estaba complicado, mucho y entonces lo sintió de nuevo. Las horribles ganas de llorar. Le ardían los ojos pero no podía llorar delante de él. Esa no era una pregunta que él sabría contestar.
-Yo…- Inspiró profundo y soltó el aire sonoramente -Necesito hacer un trato contigo- Murmuró acercándose hacia él y tensó los labios -Déjame ser yo quien me meta en los pantalones de los Descendientes, deja que ellos sean quienes pidan mi mano. Te aseguro que puedo hacerlo- Pero eso no era lo que realmente quería pedirle. Alargó una mano, al principio se lo pensó mejor lo de tocarlo y la echó hacia atrás, pero luego le tomó del antebrazo con firmeza -No prometas a Lake hasta que yo esté casada. Dale tiempo…Sé que acabará en un matrimonio concertado porque es muy difícil de manejar. Vaya si lo sé…Pero déjame ser la primera, déjame allanar el terreno…- Pidió con un tono ligeramente exasperado -Wthyr, deja de hacernos a un lado. Somos tus hermanos, no tus vasallos. Si me hubieses avisado de tus planes te habría dicho que Markus no era una opción, habría hallado la manera de acostarme con Giordano e incluso amarrarlo con un hijo…- Aquello le dejó un gusto amargo en la boca, incluso le dio un escalofrío al recordar el dolor que había sentido hace un par de días pero mantuvo la compostura -Todos tenemos nuestros papeles, pero no es justo que juegues con nuestras vidas como peones. Somos tan Pendragon como tú-
Escuchó atentamente a Wthyr cuando mencionó que no confiaba en lo que había dicho Gwen. ¿Será que cuando los vio le había contado lo que dijo el árbol? Se mordió la lengua con fuerza pero entonces cuando mencionó lo de la envidia de pronto la cara de Shyvanna se iluminó con sorpresa y, también, con certeza. Quizás… Apartó la mirada frunciendo un poco el ceño y recordando que ella era la que más cerca había estado del descendiente de Da Vinci. Ambas lo habían protegido de aquella caída pero luego Shyvanna se había dedicado a más descendientes que acosar a uno solo. Se mordió el labio con suavidad. Y eso explicaría… Su enojo. Su sorpresa…Su todo. ¿Por qué no se lo dijo? ¿Por qué no fue clara?
-Tenía heridas- Musitó a Wthyr cuando dijo que la sangre no fuese teatro. Ella las había percibido todas mientras las curaba. Eran reales. -Lo sé- Mencionó con respecto a las solicitudes del árbol. Apartó de nuevo la mirada al escuchar sobre sus padres y decidió cruzarse de brazos bajo el abrigo sin añadir nada más. ¿Qué cosa de valor tendría cambiar aquellos matrimonios? Negó con la cabeza cuando preguntó lo de la historia y miró el mapa de la isla sin mucho interés. La historia, sin embargo, la escuchó con atención mientras volvía a estrujarse las manos -¿Q-Qué…crees que yo tendría que dar…Qué crees que Gwen…- Se le estaba complicado, mucho y entonces lo sintió de nuevo. Las horribles ganas de llorar. Le ardían los ojos pero no podía llorar delante de él. Esa no era una pregunta que él sabría contestar.
-Yo…- Inspiró profundo y soltó el aire sonoramente -Necesito hacer un trato contigo- Murmuró acercándose hacia él y tensó los labios -Déjame ser yo quien me meta en los pantalones de los Descendientes, deja que ellos sean quienes pidan mi mano. Te aseguro que puedo hacerlo- Pero eso no era lo que realmente quería pedirle. Alargó una mano, al principio se lo pensó mejor lo de tocarlo y la echó hacia atrás, pero luego le tomó del antebrazo con firmeza -No prometas a Lake hasta que yo esté casada. Dale tiempo…Sé que acabará en un matrimonio concertado porque es muy difícil de manejar. Vaya si lo sé…Pero déjame ser la primera, déjame allanar el terreno…- Pidió con un tono ligeramente exasperado -Wthyr, deja de hacernos a un lado. Somos tus hermanos, no tus vasallos. Si me hubieses avisado de tus planes te habría dicho que Markus no era una opción, habría hallado la manera de acostarme con Giordano e incluso amarrarlo con un hijo…- Aquello le dejó un gusto amargo en la boca, incluso le dio un escalofrío al recordar el dolor que había sentido hace un par de días pero mantuvo la compostura -Todos tenemos nuestros papeles, pero no es justo que juegues con nuestras vidas como peones. Somos tan Pendragon como tú-
- Sueles evitarme, es difícil que tengamos secretos así, hermana. No es porque yo no quiera. Y lo que viste la otra noche... ya te contaré si funciona. - todavía estaba por ver cómo se desarrollaba todo y lo que hacía para librarme definitivamente de Hacksaw. Probablemente no me bastase con el asunto mental, necesitaba terminar de encajar todas las piezas para que Catherine quedase completamente libre de estorbos. Volví mi vista al mapa de la isla, observando una de las manchas de sangre moverse hacia un lugar concreto. Mientras tanto seguí escuchando a Shyvanna, ella sí creía que las heridas de Gwen eran reales. Solté un sonido de resignación, cerrando los ojos un instante mientras apoyaba la palma de la mano en el mapa. Al volver a abrirlos alcé la mirada hacia ella, observándola atentamente unos segundos para comprobar el efecto que habían tenido las historias del pasado en ella. - Tendrás que preguntarle qué es lo que ha sacrificado. Y tú...¿por qué habrías de sacrificar algo? ¿Qué quieres conseguir? - la interrogué de manera inquisitiva, como advirtiéndole que no se le ocurriese hacer ninguna estupidez.
Dejé de prestar cualquier atención al desplazamiento de la sangre en el mapa cuando ella me dijo aquello del trato, interesado e intrigado a partes iguales. Ahora era ella la que quería insistir con eso del matrimonio. - Ya para qué. Si es cierto que el árbol ha cambiado de opinión lo único que haríamos es contradecir y estropear el sacrificio de Gwen. Dejemos estar las cosas como están. ¿Por qué ese interés en casarte ahora, después de todo lo sucedido? - negué con la cabeza cuando habló de Lake, ella era más difícil aún, casi un caso perdido. Bajé la mirada a mi antebrazo cuando ella puso ahí su mano, poco acostumbrado a ese tipo de contacto físico. Aquello no me molestó en absoluto, pero sí todo lo que fue diciendo después. Tanto que tuve que contenerme para no soltar lo primero que se me pasase por la cabeza. Aparté el brazo de ella, encarándola con gesto de no creerme lo que estaba diciendo. Mentiría si dijese que no estaba indignado por su percepción.
- ¿Acaso crees que os trato como vasallos? ¿A mi sangre, mis hermanos? ¿Por querer preparar un matrimonio concertado como se ha hecho toda la vida? ¿O por qué exactamente, Shyvanna? - así me veían, como un enemigo. Como si los tratase como vasallos, peones. - Según tú no me importan vuestras vidas y me da igual lo que os suceda. Os considero sirvientes y el único Pendragon de la familia soy yo. Muy bien. Si piensas eso no sé qué hacemos hablando ahora mismo. - terminé respondiendo con cierta exasperación controlada, dándole la espalda para ir de nuevo hacia la argolla en al que colgué la antorcha. Tenía intención de irme de allí para salir del castillo un rato y montar yo solo en dragón. Siempre solo. - Márchate y haz lo que quieras, no vaya a ser que creas que juego contigo como una pieza de ajedrez. - comencé a caminar escaleras arriba, dejando atrás las mazmorras.
Dejé de prestar cualquier atención al desplazamiento de la sangre en el mapa cuando ella me dijo aquello del trato, interesado e intrigado a partes iguales. Ahora era ella la que quería insistir con eso del matrimonio. - Ya para qué. Si es cierto que el árbol ha cambiado de opinión lo único que haríamos es contradecir y estropear el sacrificio de Gwen. Dejemos estar las cosas como están. ¿Por qué ese interés en casarte ahora, después de todo lo sucedido? - negué con la cabeza cuando habló de Lake, ella era más difícil aún, casi un caso perdido. Bajé la mirada a mi antebrazo cuando ella puso ahí su mano, poco acostumbrado a ese tipo de contacto físico. Aquello no me molestó en absoluto, pero sí todo lo que fue diciendo después. Tanto que tuve que contenerme para no soltar lo primero que se me pasase por la cabeza. Aparté el brazo de ella, encarándola con gesto de no creerme lo que estaba diciendo. Mentiría si dijese que no estaba indignado por su percepción.
- ¿Acaso crees que os trato como vasallos? ¿A mi sangre, mis hermanos? ¿Por querer preparar un matrimonio concertado como se ha hecho toda la vida? ¿O por qué exactamente, Shyvanna? - así me veían, como un enemigo. Como si los tratase como vasallos, peones. - Según tú no me importan vuestras vidas y me da igual lo que os suceda. Os considero sirvientes y el único Pendragon de la familia soy yo. Muy bien. Si piensas eso no sé qué hacemos hablando ahora mismo. - terminé respondiendo con cierta exasperación controlada, dándole la espalda para ir de nuevo hacia la argolla en al que colgué la antorcha. Tenía intención de irme de allí para salir del castillo un rato y montar yo solo en dragón. Siempre solo. - Márchate y haz lo que quieras, no vaya a ser que creas que juego contigo como una pieza de ajedrez. - comencé a caminar escaleras arriba, dejando atrás las mazmorras.
Shyvanna Pendragon
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-Porque no tengo nada importante que decirte y…Tú no quieres que te hable de banalidades- Y cuando hablaba de sus relaciones de la isla ponía en duda cualquier lazo que hubiese hecho, minando su confianza en sí misma y su capacidad de discernir qué era cierto y qué no. Lo de la otra noche…No sabía si le interesaba o le afectaba, pero sí el consideraba que era digna de compartirlo pues…esperaría. Mantuvo silencio con sus preguntas. No es que ella quisiera sacrificar, es que quería saber hasta donde había llegado Gwen. Tragó en seco.
-Por…el mismo interés que tú ¿No? Buscaste casarnos con gente en la isla, con Descendientes, para fortalecer nuestra posición y dividir el consejo. ¿Era…eso? ¿No? ¿Me he perdido en algún sitio?- Inquirió, quizás lo había malinterpretado pero es que…una vez más, no se le había tomado en cuenta. Sin embargo, notó su tensión en seguida y observó cómo apartó su brazo -No eres papá, creo que tenemos la suficiente confianza para que no me gritaras en un Yule, delante de todo el mundo, que me iba a casar con un tipo que apenas conozco. Si me lo hubieses dicho, habría buscado la manera de convencerlo…Iba a rechazarme, Wthyr. ¿Sabes en qué me hubiese dejado? Humillada y rechazada delante de nuestros vasallos y delante del Consejo. Mi… Mi… Te aprovechaste de que siempre he sabido que tenía que casarme como una obligación intrínseca de mi papel como Pendragon para que no reaccionara como lo hizo Lake…y…-
Frunció el ceño cuando soltó tanto en sólo un instante -¿Qué..?- Se le quedó mirando mientras avanzaba hacia la antorcha un poco sorprendida de su reacción, de su…¿dolor? -¡No te atrevas a huir de mí, Wthyr Pendragon! ¡Esto es lo que siempre haces cuando alguien te reclama algo! ¡Cuando no es todo como tú deseas! ¡Ven aquí y admite que tu plan fue una PUTA MIERDA porque los Descendientes nos iban a dejar en ridículo! ¡ACEPTA DE UNA VEZ POR TODAS QUE NO ERES PERFECTO!- Le gritó siguiéndole los pasos y cuando lo vio subir las escaleras se miró las manos, observando restos de sangre, ejerció su magia y alzó un escudo para tapiar su salida y hacer que le enfrentara -Admítelo. Admite que fue una decisión que tomaste solo y que te ha salido mal...A veces, nos gustaría verte sin ese halo de perfección…Es difícil seguirte los pasos, es difícil ser como tú. Admítelo…para mí-Se le quedó mirando a la espera de que lo hiciera aunque en el fondo...
-Por…el mismo interés que tú ¿No? Buscaste casarnos con gente en la isla, con Descendientes, para fortalecer nuestra posición y dividir el consejo. ¿Era…eso? ¿No? ¿Me he perdido en algún sitio?- Inquirió, quizás lo había malinterpretado pero es que…una vez más, no se le había tomado en cuenta. Sin embargo, notó su tensión en seguida y observó cómo apartó su brazo -No eres papá, creo que tenemos la suficiente confianza para que no me gritaras en un Yule, delante de todo el mundo, que me iba a casar con un tipo que apenas conozco. Si me lo hubieses dicho, habría buscado la manera de convencerlo…Iba a rechazarme, Wthyr. ¿Sabes en qué me hubiese dejado? Humillada y rechazada delante de nuestros vasallos y delante del Consejo. Mi… Mi… Te aprovechaste de que siempre he sabido que tenía que casarme como una obligación intrínseca de mi papel como Pendragon para que no reaccionara como lo hizo Lake…y…-
Frunció el ceño cuando soltó tanto en sólo un instante -¿Qué..?- Se le quedó mirando mientras avanzaba hacia la antorcha un poco sorprendida de su reacción, de su…¿dolor? -¡No te atrevas a huir de mí, Wthyr Pendragon! ¡Esto es lo que siempre haces cuando alguien te reclama algo! ¡Cuando no es todo como tú deseas! ¡Ven aquí y admite que tu plan fue una PUTA MIERDA porque los Descendientes nos iban a dejar en ridículo! ¡ACEPTA DE UNA VEZ POR TODAS QUE NO ERES PERFECTO!- Le gritó siguiéndole los pasos y cuando lo vio subir las escaleras se miró las manos, observando restos de sangre, ejerció su magia y alzó un escudo para tapiar su salida y hacer que le enfrentara -Admítelo. Admite que fue una decisión que tomaste solo y que te ha salido mal...A veces, nos gustaría verte sin ese halo de perfección…Es difícil seguirte los pasos, es difícil ser como tú. Admítelo…para mí-Se le quedó mirando a la espera de que lo hiciera aunque en el fondo...
- No te has perdido en ningún sitio. Pero ya es tarde para eso. La estrategia está rota, desvirtuada y ya te he dicho que el árbol ha hablado en contra. Olvídalo de una vez. - insistí para que se olvidase de los matrimonios con Descendientes que yo había pensado, ahora ya no serían posibles. Todos se habrían enterado del desastre del Holmgang, y además estaba el asunto de lo que había hecho Gwen. Probablemente el siguiente matrimonio acababa maldito. Al parecer el problema era que hubiese anunciado aquello en público, que no se lo había dicho antes. En parte podía entenderlo, pero también me parecía un poco exagerado por su parte. La había prometido con alguien inteligente, un mago válido. Podría haber sido peor, eso desde luego. - ¿Ese imbécil iba a rechazarte? pero qué se ha creído...- más estúpido era él si lo hacía, no encontraría una mujer como Shyvanna en toda su blandengue isla. Bufé por lo bajo con indignación, aunque ya daba igual porque todo aquello había quedado en nada.
Tras sus duras declaraciones contra mi modo de actuar supe que no podríamos llegar a un acuerdo y decidí marcharme antes de empeorar todo aún más. Estaba comenzando a alejarme subiendo escaleras cuando ella comenzó a gritarme y a reclamarme que no me fuese. Incluso usó su magia para alzar un escudo que impidiese mi salida de allí. Entorné los ojos irritado por aquella reacción, no pensaba que fuese a alterarse de ese modo. Giré despacio para quedar frente a ella, con una expresión un tanto indescifrable en mi rostro. No sabía qué pretendía con aquello, ni para qué era útil. - Eres tú quien ha dicho la palabra perfecto. Jamás salió de mí. ¿Cómo puedo ser perfecto y a la vez el malo de la historia? ¿es eso lo que me estás diciendo? te estás confundiendo, Shyvanna. Yo no soy tu enemigo. - repliqué con total sinceridad y un tanto cansado. Al final me dio la impresión de que me veía "inalcanzable", por aquello de seguirme los pasos. Hice un sonido irónico ante aquello, nada más lejos de la realidad. Por mi puesto siempre estaba en el punto de mira, cualquier decisión sería mirada con lupa, cuestionada, rechazada. Al final ellos hacían piña y yo estaba solo, para lo bueno y para lo malo.
- No tienes que seguir mis pasos ni ser como yo. Haz lo tuyo. - Bajé un escalón más, quedando casi a su altura. - Tampoco me importa admitirlo si eso es lo que quieres oír. Hace tiempo que me acostumbré a recibir críticas y cargar con responsabilidades. Aquello lo hice pensando en la familia, no porque me divierta malogrando la existencia de mis hermanas. Fue un error. ¿Suficiente? ahora déjame en paz, tengo cosas que hacer. - le sostuve la mirada con frialdad, esperando que abriese de una vez el camino antes de actuar por mis propios medios.
Tras sus duras declaraciones contra mi modo de actuar supe que no podríamos llegar a un acuerdo y decidí marcharme antes de empeorar todo aún más. Estaba comenzando a alejarme subiendo escaleras cuando ella comenzó a gritarme y a reclamarme que no me fuese. Incluso usó su magia para alzar un escudo que impidiese mi salida de allí. Entorné los ojos irritado por aquella reacción, no pensaba que fuese a alterarse de ese modo. Giré despacio para quedar frente a ella, con una expresión un tanto indescifrable en mi rostro. No sabía qué pretendía con aquello, ni para qué era útil. - Eres tú quien ha dicho la palabra perfecto. Jamás salió de mí. ¿Cómo puedo ser perfecto y a la vez el malo de la historia? ¿es eso lo que me estás diciendo? te estás confundiendo, Shyvanna. Yo no soy tu enemigo. - repliqué con total sinceridad y un tanto cansado. Al final me dio la impresión de que me veía "inalcanzable", por aquello de seguirme los pasos. Hice un sonido irónico ante aquello, nada más lejos de la realidad. Por mi puesto siempre estaba en el punto de mira, cualquier decisión sería mirada con lupa, cuestionada, rechazada. Al final ellos hacían piña y yo estaba solo, para lo bueno y para lo malo.
- No tienes que seguir mis pasos ni ser como yo. Haz lo tuyo. - Bajé un escalón más, quedando casi a su altura. - Tampoco me importa admitirlo si eso es lo que quieres oír. Hace tiempo que me acostumbré a recibir críticas y cargar con responsabilidades. Aquello lo hice pensando en la familia, no porque me divierta malogrando la existencia de mis hermanas. Fue un error. ¿Suficiente? ahora déjame en paz, tengo cosas que hacer. - le sostuve la mirada con frialdad, esperando que abriese de una vez el camino antes de actuar por mis propios medios.
Shyvanna Pendragon
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Asintió brevemente a lo de olvidarlo. Ganó tiempo, para ella y para sus hermanas. Quizás… quizás no regañaría a Gwen, pero para calmar su ansiedad ella sí tenía que hacerlo. Se sorprendió de que Wthyr le preguntará aquello, luego volvió a asentir enérgicamente - Dejé caer un farol como que no éramos el uno para el otro y que sabía que iba a rechazarme y él no lo negó… siempre hablo de mi libertad, lo oíste en el duelo. Ellos … aquí… creo que sus reglas y su forma de ver los matrimonios de nuestros linajes son distintos. No… no sé- No tenía mucha información, algo se le escapaba y Markus y ella no solían hablar de temas del consejo. Se mordió el labio, pensativa. Estaba hablando demás. No más tema de matrimonios.
-No estoy diciendo que seas malo- Indicó y frunció el ceño. Lo que estaba diciendo es que no jugaba en equipo -Pero tienes que comunicarte con nosotros. Retornar aquí era un trabajo en equipo, hace tiempo que no nos reunimos para hablar de nada - Expresó pensando que la festividad del Yule era lo que había hecho que siquiera cambiarán un par de palabras, aunque todas las de ella no habían sido muy tomadas en cuenta, ni siquiera por Darren. Frunció el ceño. Ouroboros los estaba separando, deberían volver a Avalon donde todo estaba en su perfecto lugar. No es que no apreciara la isla y ese objetivo que le habían metido entre ceja y ceja. Sólo… sólo quería volver a lo fácil que era su vida antes.
Alzó la vista hacia él cuando se acercó -Pero es lo que todos esperan de nosotros, Wiwi- Murmuró con un hilo de voz, soltando el aire despacio mientras oía sus palabras. Se quedó en silencio observándolo y durante esos segundos fue capaz de analizar cada cosa que sabía de él. Y si Darren alguna ves estuvo frustrado, sin ser el primogénito… entonces Wthyr qué? Sabía que no lo había hecho de modo negativo, fue un plan mal ejecutado. Un error… lo había reconocido.
Se acercó un par de pasos hacia él y lo rodeó con los brazos, apoyando su cabeza en su pecho y estrechándolo contra ella -No estás solo- Y ojalá pudiera, ojalá tuviera los conocimientos para ayudarlo realmente pero sus habilidades no siempre eran bien recibidas en la política, sobretodo, porque le aburría. Se separó un poco para poder mirarlo a los ojos, aunque no dejó de abrazarlo -Sean me dijo que no tengo una maldición en la sangre. Y creo que tú tampoco, un día vas a encontrar a alguien que pueda ir a tu ritmo, que entienda tu forma de pensar y de ser y espero que te haga feliz, que te respete y te apoye. Porque te lo mereces. Odio verte siempre tan… enojado, tan … Quiero verte sonreír- Si lo pensaba… si lo pensaba bien, ninguno de sus hermanos sonreía por costumbre. Excepto Cedric quizás. Pero Wthyr...el se había casado dos veces y en ninguna… no, en ninguna había visto sus ojos brillar como los de su prima cuando hablaba de su esposo
Finalmente lo soltó y se acomodó el abrigo con elegancia -Dime qué quieres que haga a continuación… soy tu aliada. Y no me digas que haga de las mías- Alzó la barbilla con delicadeza esperando órdenes.
-No estoy diciendo que seas malo- Indicó y frunció el ceño. Lo que estaba diciendo es que no jugaba en equipo -Pero tienes que comunicarte con nosotros. Retornar aquí era un trabajo en equipo, hace tiempo que no nos reunimos para hablar de nada - Expresó pensando que la festividad del Yule era lo que había hecho que siquiera cambiarán un par de palabras, aunque todas las de ella no habían sido muy tomadas en cuenta, ni siquiera por Darren. Frunció el ceño. Ouroboros los estaba separando, deberían volver a Avalon donde todo estaba en su perfecto lugar. No es que no apreciara la isla y ese objetivo que le habían metido entre ceja y ceja. Sólo… sólo quería volver a lo fácil que era su vida antes.
Alzó la vista hacia él cuando se acercó -Pero es lo que todos esperan de nosotros, Wiwi- Murmuró con un hilo de voz, soltando el aire despacio mientras oía sus palabras. Se quedó en silencio observándolo y durante esos segundos fue capaz de analizar cada cosa que sabía de él. Y si Darren alguna ves estuvo frustrado, sin ser el primogénito… entonces Wthyr qué? Sabía que no lo había hecho de modo negativo, fue un plan mal ejecutado. Un error… lo había reconocido.
Se acercó un par de pasos hacia él y lo rodeó con los brazos, apoyando su cabeza en su pecho y estrechándolo contra ella -No estás solo- Y ojalá pudiera, ojalá tuviera los conocimientos para ayudarlo realmente pero sus habilidades no siempre eran bien recibidas en la política, sobretodo, porque le aburría. Se separó un poco para poder mirarlo a los ojos, aunque no dejó de abrazarlo -Sean me dijo que no tengo una maldición en la sangre. Y creo que tú tampoco, un día vas a encontrar a alguien que pueda ir a tu ritmo, que entienda tu forma de pensar y de ser y espero que te haga feliz, que te respete y te apoye. Porque te lo mereces. Odio verte siempre tan… enojado, tan … Quiero verte sonreír- Si lo pensaba… si lo pensaba bien, ninguno de sus hermanos sonreía por costumbre. Excepto Cedric quizás. Pero Wthyr...el se había casado dos veces y en ninguna… no, en ninguna había visto sus ojos brillar como los de su prima cuando hablaba de su esposo
Finalmente lo soltó y se acomodó el abrigo con elegancia -Dime qué quieres que haga a continuación… soy tu aliada. Y no me digas que haga de las mías- Alzó la barbilla con delicadeza esperando órdenes.
El único punto a favor de Giordano era que había hablado de su libertad, pero lo otro de rechazarla no me había gustado en absoluto. Dejamos el asunto atrás, poco más se podía decir ya al respecto tras haber estallado la tensión entre nosotros. Al menos aclaró que no me veía como "el malo", aunque no me cuadraba con todo lo que me había dicho anteriormente. Comunicarnos no era nuestro fuerte, ninguno de los hermanos éramos muy dados a largas conversaciones sólo por tenerlas. Siempre había algún móvil detrás. - Sabes que somos poco conversadores. Puedes plantear una reunión si lo ves necesario. - aunque yo me estaba refiriendo a asuntos protocolarios, no estaba seguro si ella se referí a lo mismo. Intuí que era un poco de todo. - Sólo los hermanos, sin vasallos.- aclaré para que no se lo dijese a nadie más, y en cualquier caso sería después de la misión que estábamos preparando.
- ¿Lo que esperan de nosotros, quiénes? ¿los vasallos? ¿la abuela? ¿El Sanguis...? hagas lo que hagas siempre habrá alguien que te juzgue. Por eso no puedes estar constantemente haciendo lo que se supone que otros esperan, porque jamás contentarás a todos a la vez. Podrás hacer algo bien mil veces, pero te van a recordar lo que hiciste mal.- no era una queja por mi parte, sino algo que había aprendido con el paso de los años. Quería que ella también lo supiese, que se hiciese fuerte como para que no le afectasen las opiniones de otros sobre su cometido. A veces podía resultar complicado, sobre todo si el cuestionamiento venía de los hermanos, como acababa de suceder. Aguardé frente a ella impertérrito esperando que me levantase la barrera, pero en vez de eso hizo otra cosa que yo no había previsto. Su abrazo fue el primero de verdad en bastante tiempo, puesto que los de las amantes ocasionales ni los contaba. Al principio no moví ni un músculo ni reaccioné, pero acabé haciéndolo al escucharla decir que no estaba solo. No estaba seguro de haber dicho que me sintiera así, pero tal vez se había notado. Dejé la antorcha en la argolla de la pared y alcé los brazos para rodearla, aunque con cierta rigidez al principio por la falta de costumbre. - Vosotros tampoco lo estaréis. Defenderé a la familia de lo que sea, no lo olvides nunca. - que no se atreviese nadie jamás a intentar enfrentarnos entre nosotros, ni a aprovechar nuestros roces internos.
Nos separamos lo suficiente para poder mirarnos a la cara, comprendiendo por dónde iba ella con eso de la maldición. Eso había pensado tras lo suyo con Aric, que también estaba maldita y que sus parejas acababan muriendo. Qué sabría ese Eire...no tenía ni idea de lo que pasaba con el Sanguis, ni en nuestra familia. - Sólo lo creeré cuando nuestros siguientes matrimonios no acaben en muerte. - era difícil no creerlo con los antecedentes que teníamos. Subí las manos a los hombros de Shyvanna, mirándola de manera protectora y como si aún fuese una niña por aquellas cosas que decía sobre ser feliz encontrando a alguien que me apoyase. Ella todavía debía creer en eso, aunque fuese muy de divertirse en la cama con unos y con otros. - Shyvanna...ya no creo que en esas cosas, pero te agradezco tus deseos. Con que me proporcione herederos y no quiera traicionarme lo considero suficiente. - podían parecer expectativas bajas, pero eran prácticas para lo que debía hacer. Pensar en traiciones me había hecho fruncir el ceño, y entonces caí en la cuenta de que debía ser cierto lo que decía Shyvanna sobre parecer siempre enojado.
La dejé ir tras el abrazo, liberado en cierto modo de las tensiones que nos habían llevado a la confrontación. No había sido tan malo que me insistiese, después de todo. Aliada y hermana sonaba bien, pero quería poner en práctica lo que habíamos hablado. - Quiero varias cosas. Que hables con Gwen, necesitamos saber qué ha hecho, y contigo tiene mejor relación. Que me des tu opinión sincera cuando nos reunamos todos los hermanos. Antes te he dicho que convoques una reunión, así que ahí hablaremos como hacíamos antes. Y que vengas a volar conmigo ahora, debemos prepararnos para la batalla en tierra.
- ¿Lo que esperan de nosotros, quiénes? ¿los vasallos? ¿la abuela? ¿El Sanguis...? hagas lo que hagas siempre habrá alguien que te juzgue. Por eso no puedes estar constantemente haciendo lo que se supone que otros esperan, porque jamás contentarás a todos a la vez. Podrás hacer algo bien mil veces, pero te van a recordar lo que hiciste mal.- no era una queja por mi parte, sino algo que había aprendido con el paso de los años. Quería que ella también lo supiese, que se hiciese fuerte como para que no le afectasen las opiniones de otros sobre su cometido. A veces podía resultar complicado, sobre todo si el cuestionamiento venía de los hermanos, como acababa de suceder. Aguardé frente a ella impertérrito esperando que me levantase la barrera, pero en vez de eso hizo otra cosa que yo no había previsto. Su abrazo fue el primero de verdad en bastante tiempo, puesto que los de las amantes ocasionales ni los contaba. Al principio no moví ni un músculo ni reaccioné, pero acabé haciéndolo al escucharla decir que no estaba solo. No estaba seguro de haber dicho que me sintiera así, pero tal vez se había notado. Dejé la antorcha en la argolla de la pared y alcé los brazos para rodearla, aunque con cierta rigidez al principio por la falta de costumbre. - Vosotros tampoco lo estaréis. Defenderé a la familia de lo que sea, no lo olvides nunca. - que no se atreviese nadie jamás a intentar enfrentarnos entre nosotros, ni a aprovechar nuestros roces internos.
Nos separamos lo suficiente para poder mirarnos a la cara, comprendiendo por dónde iba ella con eso de la maldición. Eso había pensado tras lo suyo con Aric, que también estaba maldita y que sus parejas acababan muriendo. Qué sabría ese Eire...no tenía ni idea de lo que pasaba con el Sanguis, ni en nuestra familia. - Sólo lo creeré cuando nuestros siguientes matrimonios no acaben en muerte. - era difícil no creerlo con los antecedentes que teníamos. Subí las manos a los hombros de Shyvanna, mirándola de manera protectora y como si aún fuese una niña por aquellas cosas que decía sobre ser feliz encontrando a alguien que me apoyase. Ella todavía debía creer en eso, aunque fuese muy de divertirse en la cama con unos y con otros. - Shyvanna...ya no creo que en esas cosas, pero te agradezco tus deseos. Con que me proporcione herederos y no quiera traicionarme lo considero suficiente. - podían parecer expectativas bajas, pero eran prácticas para lo que debía hacer. Pensar en traiciones me había hecho fruncir el ceño, y entonces caí en la cuenta de que debía ser cierto lo que decía Shyvanna sobre parecer siempre enojado.
La dejé ir tras el abrazo, liberado en cierto modo de las tensiones que nos habían llevado a la confrontación. No había sido tan malo que me insistiese, después de todo. Aliada y hermana sonaba bien, pero quería poner en práctica lo que habíamos hablado. - Quiero varias cosas. Que hables con Gwen, necesitamos saber qué ha hecho, y contigo tiene mejor relación. Que me des tu opinión sincera cuando nos reunamos todos los hermanos. Antes te he dicho que convoques una reunión, así que ahí hablaremos como hacíamos antes. Y que vengas a volar conmigo ahora, debemos prepararnos para la batalla en tierra.
Shyvanna Pendragon
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-Quizás deberíamos cambiar eso- Asintió cuando mencionó lo de plantear una reunión. Sin duda, era necesaria. Pero entonces… Habló de algo que ella no había esperado si bien, a su manera, había puesto en ejecución burlándose del matrimonio y disfrutando en el lecho con quien le apeteciera importándole menos que nada que a alguien la juzgara. Pensó que quizás debería llevar esa actitud a todos los aspectos de su vida, después de todo, ella no se sentía mal por el secuestro de Sofía y tampoco por la hoguera. Podría haberla matado, decidió no hacerlo.
Se dio cuenta de lo que le costó responderle y sufrió por eso. No eran una familia de contacto, las muestras de amor estaban hechas de otra cosa y quizás por eso Shyvanna buscaba y añoraba en otros sitios lo que no tenía en casa. Las risas fáciles, la magia chispeante, el escaso juicio porque había gente haciendo cosas más estridentes que ella. Sonrió cuando finalmente la abrazó, disfrutando de haber hecho que respondiera -Lo sabemos- En el fondo, todos tenían un compromiso profundo entre ellos sólo que…No solían decirlo.
Próximos matrimonios. ¿Y a quienes iban a elegir? Los Descendientes estaban fuera de cuestión y no deberían elegir a ningún vasallo. Ahora debían optar por hacer lazos en la isla. Se apuntaría eso, porque seguro se le olvidaba. Escuchó los deseos de Wthyr para su futura esposa -No te preocupes, Wiwi. Yo voy a creer por los dos- Le respondió con una sonrisa risueña y profundamente convencida de que no era imposible conseguir a alguien que, al menos, intentara hacerlo sonreír o le trajera un ápice de alegría. Sólo…Debía encontrar a alguien que lo entendiera. Alguien que estuviese en su lugar.
Empezó a enumerar cosas y por un instante, Shyvanna sintió un poco de temor…De no recordarlo todo, de no ser capaz de hacerlo pero entonces recordó algo: Él no iba a juzgarla cruelmente. Lo haría a su manera. Usaría toda su formación para ser señora de un linaje y lo ejecutaría en ese momento. Era eso…Era eso lo que había faltado, Gwen estaba tan metida en lo político que la figura femenina de organización y vínculo familiar estaba desaparecido. Ella sería, claro que sí. Sonrió orgullosa. -Gwen, sinceridad en reunión y volar para la batalla- Asintió con suavidad mientras enumeraba con los dedos. Tres, eran tres cosas, eso no se le podía olvidar. Había tres hermanos Pendragon, habían tres hermanas Pendragon, y había descubierto que tres personas en el lecho podían tener mucho placer si había química. Sonrió ante esa idea y se quedó mirando sus dedos distraída antes de espabilar al notar a Wthyr mirándola -¿Alguna vez has hecho un trío?- Preguntó mientras cogía la antorcha, redujo el escudo y lo tomó del brazo para ir a buscar a Artamir y aquel con quien decidiera volar su hermano mientras dejaba que respondiera su pregunta y conversaban. Después de eso partieron hacia el cielo con un nuevo sentido de libertad y posición dentro de su familia.
Se dio cuenta de lo que le costó responderle y sufrió por eso. No eran una familia de contacto, las muestras de amor estaban hechas de otra cosa y quizás por eso Shyvanna buscaba y añoraba en otros sitios lo que no tenía en casa. Las risas fáciles, la magia chispeante, el escaso juicio porque había gente haciendo cosas más estridentes que ella. Sonrió cuando finalmente la abrazó, disfrutando de haber hecho que respondiera -Lo sabemos- En el fondo, todos tenían un compromiso profundo entre ellos sólo que…No solían decirlo.
Próximos matrimonios. ¿Y a quienes iban a elegir? Los Descendientes estaban fuera de cuestión y no deberían elegir a ningún vasallo. Ahora debían optar por hacer lazos en la isla. Se apuntaría eso, porque seguro se le olvidaba. Escuchó los deseos de Wthyr para su futura esposa -No te preocupes, Wiwi. Yo voy a creer por los dos- Le respondió con una sonrisa risueña y profundamente convencida de que no era imposible conseguir a alguien que, al menos, intentara hacerlo sonreír o le trajera un ápice de alegría. Sólo…Debía encontrar a alguien que lo entendiera. Alguien que estuviese en su lugar.
Empezó a enumerar cosas y por un instante, Shyvanna sintió un poco de temor…De no recordarlo todo, de no ser capaz de hacerlo pero entonces recordó algo: Él no iba a juzgarla cruelmente. Lo haría a su manera. Usaría toda su formación para ser señora de un linaje y lo ejecutaría en ese momento. Era eso…Era eso lo que había faltado, Gwen estaba tan metida en lo político que la figura femenina de organización y vínculo familiar estaba desaparecido. Ella sería, claro que sí. Sonrió orgullosa. -Gwen, sinceridad en reunión y volar para la batalla- Asintió con suavidad mientras enumeraba con los dedos. Tres, eran tres cosas, eso no se le podía olvidar. Había tres hermanos Pendragon, habían tres hermanas Pendragon, y había descubierto que tres personas en el lecho podían tener mucho placer si había química. Sonrió ante esa idea y se quedó mirando sus dedos distraída antes de espabilar al notar a Wthyr mirándola -¿Alguna vez has hecho un trío?- Preguntó mientras cogía la antorcha, redujo el escudo y lo tomó del brazo para ir a buscar a Artamir y aquel con quien decidiera volar su hermano mientras dejaba que respondiera su pregunta y conversaban. Después de eso partieron hacia el cielo con un nuevo sentido de libertad y posición dentro de su familia.
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Al volver al castillo, Artamir le preguntó varias cosas y ella no dudó en responderle. La contraparte de Johan había tenido cierta razón. No debería haber reaccionado así pero estaba cansada de que gente que no la conocía la juzgara porque sí. Una cosa es que la juzgaran sus hermanos, su familia…Y hasta los Descendientes, a fin de cuentas, a ellos si les había tocado las narices. Pero…¿un don nadie? ¿Y qué eran esos Blood Keepers? La curiosidad estaba en su piel…Y la respuesta en su habitación.
Nadie le había ido a buscar así que seguramente Thoren estaba perfecto, cuando ingresó estaba metido en su cama con uno de los doctores revisándolo -Sáquenle el abrigo o se va a morir de calor. Dejarlo en ropa interior- Ordenó mientras iba a su cuarto de baño a asearse. Se quitó el maquillaje, el vestido, los zapatos y se dio una larga ducha caliente. Cuando salió, el ruso estaba como había ordenado y profundamente dormido. Ella se puso unas bragas por …”decencia” y porque también le atraía la idea de las manos de Thoren quitándosela. ¿Para qué negarlo?
Se metió entre las deliciosas sábanas y se quedó contemplando al ruso durante un instante -Tú no haces preguntas… - Deslizó un dedo por la nariz de Thoren con aire pensativo. Se preguntaba, en el fondo de su ser, si era un alma torturada como ella y prefería enfocar su mente en la diversión fácil o si simplemente era así. ¿le importaba? Muy poco. Se acurrucó a su lado, acomodándose entre sus brazos mientras ponía la cabeza en su pecho y una de sus piernas entre las de él. Al menos frío no iba a pasar. Y aunque se quedó un rato rumiando sobre lo que había dicho Johan finalmente se quedó dormida.
Nadie le había ido a buscar así que seguramente Thoren estaba perfecto, cuando ingresó estaba metido en su cama con uno de los doctores revisándolo -Sáquenle el abrigo o se va a morir de calor. Dejarlo en ropa interior- Ordenó mientras iba a su cuarto de baño a asearse. Se quitó el maquillaje, el vestido, los zapatos y se dio una larga ducha caliente. Cuando salió, el ruso estaba como había ordenado y profundamente dormido. Ella se puso unas bragas por …”decencia” y porque también le atraía la idea de las manos de Thoren quitándosela. ¿Para qué negarlo?
Se metió entre las deliciosas sábanas y se quedó contemplando al ruso durante un instante -Tú no haces preguntas… - Deslizó un dedo por la nariz de Thoren con aire pensativo. Se preguntaba, en el fondo de su ser, si era un alma torturada como ella y prefería enfocar su mente en la diversión fácil o si simplemente era así. ¿le importaba? Muy poco. Se acurrucó a su lado, acomodándose entre sus brazos mientras ponía la cabeza en su pecho y una de sus piernas entre las de él. Al menos frío no iba a pasar. Y aunque se quedó un rato rumiando sobre lo que había dicho Johan finalmente se quedó dormida.
Permanecí dormido bastantes horas tras lo ocurrido en la fiesta, teniendo un sueño tranquilo y profundo durante el que fui recuperando la energía robada de manera repentina. Comencé a despertar bien entrada la mañana, removiéndome un poco para darme cuenta de que no estaba solo. Al abrir los ojos me encontré que estaba en una cama con Shyvanna abrazada a mí, y por si eso fuera poco además estaba prácticamente desnuda. Mi ropa también había desaparecido, pero yo no recordaba nada de haber acabado en la cama con ella. O bien estaba soñando todavía o había pasado algo y me lo había perdido por ir borracho. Eso me dio mucha rabia, porque debería ser algo que recordase. Seguro que era cosa del garrafón de los Descendientes.
Bueno, en caso de borrachera todavía tenía solución, era afortunado por haber amanecido así aunque no me acordase de nada de la noche anterior. Moví una mano para apartar un poco el pelo de su cara, quedándome unos segundos contemplando la belleza de la Pendragon. Esta vez no nos interrumpirían ni hermanos, ni heridas, ni compañeros de habitación molestos ni borracheras inoportunas. No tardé en darme cuenta de que ambos conservábamos la parte de abajo de la ropa inferior, así que supuse que al final no había pasado nada por culpa de mi repentina siesta.
- Shyvanna... - susurré mientras mi mano buscaba el muslo de la pierna que me había echado por encima, subiéndola lentamente. - Dobroye utro. - le di los buenos días roncamente en ruso, tratando de despertarla con unos besos desde el hombro hasta el cuello tras inclinarme sobre ella ligeramente.
Bueno, en caso de borrachera todavía tenía solución, era afortunado por haber amanecido así aunque no me acordase de nada de la noche anterior. Moví una mano para apartar un poco el pelo de su cara, quedándome unos segundos contemplando la belleza de la Pendragon. Esta vez no nos interrumpirían ni hermanos, ni heridas, ni compañeros de habitación molestos ni borracheras inoportunas. No tardé en darme cuenta de que ambos conservábamos la parte de abajo de la ropa inferior, así que supuse que al final no había pasado nada por culpa de mi repentina siesta.
- Shyvanna... - susurré mientras mi mano buscaba el muslo de la pierna que me había echado por encima, subiéndola lentamente. - Dobroye utro. - le di los buenos días roncamente en ruso, tratando de despertarla con unos besos desde el hombro hasta el cuello tras inclinarme sobre ella ligeramente.
Shyvanna Pendragon
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Una de las mejores noches de su vida, quizás porque su mente intranquila había encontrado refugio en los brazos de Thoren porque no había bebido, apenas había bailado y tampoco había tenido acción así que no había otra forma de explicarlo. Olía rico. Punto. El susurro de su nombre apenas si logró un gruñido bajo, aunque la piel se le erizó a medida que su mano subía por su muslo. No quería despertarse porque eso implicaba…Hacer cosas. Y estaba hastiada de hacer cosas, sólo quería no hacer nada. ¿Se podía no hacer nada por una semana o así?
Las palabras raras de Thoren le hicieron fruncir el ceño, como si su cerebro se hubiese despertado para empezar a procesarlas. ¿Le estaba preguntando cómo estaba? Quizás… Pero tanto la voz ronca y baja, como el acento en esa R y las cosquillas en su cuello por sus besos y la incipiente barba hicieron que soltara una risita y se removiera escapando de aquellos labios -Thoren…- Ronroneó estirando un poco las piernas para desperezarse, movió los deditos de los pies y luego volvió a la posición en la que estaba dejando que una de sus manos acariciara los definidos pectorales que le habían llamado la atención desde el día que le había visto.
A Shyvanna le gustaba despertarse lento, beneficios de ser una dama nacida en cuna de oro en una isla que no conoció la guerra. Parpadeó un poco y alzó la mirada hacia él -Vi la oportunidad de tenerte a mi merced y atarte a mi cama así que ordené que te trajeran aquí. Mis médicos te revisaron…No tenías nada…- Se reacomodó un poco, levantándose para apoyar su peso en un codo y poder verlo a la cara mientras sus dedos acariciaban su pecho -¿Te sientes mejor?- Inquirió dejando la mano allí cuando la puerta sonó con un tímido toque, volvió la cabeza hacia un lado para verla, servidumbre seguro. Ah, claro, estaba cerrada. ¿Qué hora era? -Adelante- Ordenó y la cabeza de una de las damas apareció para preguntar si deseaba el desayuno, Shyvanna asintió -Para dos, aquí en la habitación...Y no me molestéis más- Advirtió, ahora que era consciente tenía mucha hambre porque en la fiesta no había comido nada. Volvió su mirada hacia el peliblanco haciendo un puchero lastimoso -Te extrañé en la fiesta, el Johás ese me la arruinó preguntándome tonterías…Yo sólo quería bailar y celebrar así que me vine después de que él empezara con su política-
Las palabras raras de Thoren le hicieron fruncir el ceño, como si su cerebro se hubiese despertado para empezar a procesarlas. ¿Le estaba preguntando cómo estaba? Quizás… Pero tanto la voz ronca y baja, como el acento en esa R y las cosquillas en su cuello por sus besos y la incipiente barba hicieron que soltara una risita y se removiera escapando de aquellos labios -Thoren…- Ronroneó estirando un poco las piernas para desperezarse, movió los deditos de los pies y luego volvió a la posición en la que estaba dejando que una de sus manos acariciara los definidos pectorales que le habían llamado la atención desde el día que le había visto.
A Shyvanna le gustaba despertarse lento, beneficios de ser una dama nacida en cuna de oro en una isla que no conoció la guerra. Parpadeó un poco y alzó la mirada hacia él -Vi la oportunidad de tenerte a mi merced y atarte a mi cama así que ordené que te trajeran aquí. Mis médicos te revisaron…No tenías nada…- Se reacomodó un poco, levantándose para apoyar su peso en un codo y poder verlo a la cara mientras sus dedos acariciaban su pecho -¿Te sientes mejor?- Inquirió dejando la mano allí cuando la puerta sonó con un tímido toque, volvió la cabeza hacia un lado para verla, servidumbre seguro. Ah, claro, estaba cerrada. ¿Qué hora era? -Adelante- Ordenó y la cabeza de una de las damas apareció para preguntar si deseaba el desayuno, Shyvanna asintió -Para dos, aquí en la habitación...Y no me molestéis más- Advirtió, ahora que era consciente tenía mucha hambre porque en la fiesta no había comido nada. Volvió su mirada hacia el peliblanco haciendo un puchero lastimoso -Te extrañé en la fiesta, el Johás ese me la arruinó preguntándome tonterías…Yo sólo quería bailar y celebrar así que me vine después de que él empezara con su política-
Mi plan infalible para despertarla había funcionado, y por su modo de decir mi nombre parecía encantada. Subí la mano para acariciar el brazo de Shyvanna mientras ella se reacomodaba sobre mi pecho. - Así que esto es tu habitación...- dije al fijarme por primera vez en el sitio en el que estábamos, pues hasta ahora sólo me había reparado en ella. El chafe fue que los que me desvistieron fueron sus médicos, y no ella. Bueno, al menos me había llevado una revisión gratis.
- Qué raro...nunca me había dormido así de golpe. - seguro que alguien me había hecho algo. Si no era el garrafón era eso. - Sí, tengo energías de sobrra. ¿Quierres verlo ya? -
susurré con una sonrisa pícara y toda la intención de empezar a demostrarlo, pero en ese momento tocaron a la puerta. Los del servicio cortando el rollo eran muy parecidos a los que había en el Kremlin, aunque tenía todo el sentido que estuviesen ahí teniendo en cuenta que Shyvanna era de la nobleza. Ver a la dama preguntando por el desayuno me hizo recordar cosas de manera irremediable, aunque intenté que ese pensamiento no se me notase en la cara. No, no era momento para pensar en el pasado.
Tardé un instante en comprender que con eso de Johás se refería a Johan, haciéndome gracia que le llamase así. Lo que no me gustó es que se aprovechase para fastidiar la fiesta cuando yo no estaba. Seguro que quería levantarme el ligue, el muy capullo. - ¿Ese maldito te arruinó la fiesta? ¿quierres que vaya y le pegue? - eso, que me diese motivos aunque no los necesitase. Hablar de política no servía para nada en absoluto. Seguro que aburrió a Jo con sus mierdas esas. - No necesitamos nada de eso.
- Qué raro...nunca me había dormido así de golpe. - seguro que alguien me había hecho algo. Si no era el garrafón era eso. - Sí, tengo energías de sobrra. ¿Quierres verlo ya? -
susurré con una sonrisa pícara y toda la intención de empezar a demostrarlo, pero en ese momento tocaron a la puerta. Los del servicio cortando el rollo eran muy parecidos a los que había en el Kremlin, aunque tenía todo el sentido que estuviesen ahí teniendo en cuenta que Shyvanna era de la nobleza. Ver a la dama preguntando por el desayuno me hizo recordar cosas de manera irremediable, aunque intenté que ese pensamiento no se me notase en la cara. No, no era momento para pensar en el pasado.
Tardé un instante en comprender que con eso de Johás se refería a Johan, haciéndome gracia que le llamase así. Lo que no me gustó es que se aprovechase para fastidiar la fiesta cuando yo no estaba. Seguro que quería levantarme el ligue, el muy capullo. - ¿Ese maldito te arruinó la fiesta? ¿quierres que vaya y le pegue? - eso, que me diese motivos aunque no los necesitase. Hablar de política no servía para nada en absoluto. Seguro que aburrió a Jo con sus mierdas esas. - No necesitamos nada de eso.
Shyvanna Pendragon
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-Sí…Una de ellas- Le respondió a Thoren con la voz un poco ronca por haber despertado apenas, carrraspeó un poco para luego mirarlo mencionar que nunca se había dormido así -Tu pulso estaba bien- Le dijo al peliblanco pasando un dedo por la vena que latía en su cuello, frunciendo suavemente el ceño. ¿Y si alguien lo había atacado porque estaba con ella? Oh…Si era eso, iban a volar un par de cabezas. Un gruñido salió del fondo de su garganta, pero no realmente erótico. No, no tenía nada que ver. ¿Cómo se atrevían a jugar con la presa de una dragona?
-Sí- Le dijo con una sonrisa igual a la suya, yendo a por sus labios cuando fueron interrumpidos. Si Thoren dejó ver algo en su rostro, Shyvanna no se dio cuenta porque estaba dando órdenes claras y concisas. Cuando volvió su vista hacia él y escuchó aquello de que iba a ir a pegarle, se rió -…Me seduce la idea…¿Le pegarías a cualquiera que me arruinara una fiesta o sólo le tienes ganas a Johás?- Inquirió arqueando una ceja mientras se humedecía los labios.
De todas formas, fuera como fuese no iba a permitir que se fuera de la cama. Se deslizó por su cuerpo hasta acabar a horcajadas sobre él -Pero…No me…- Se inclinó y dejó un beso sobre su hombro -Apetece…- Mencionó mientras bajaba hasta su pectoral y besaba suavemente su piel para luego arrastrar levemente sus dientes por la firme piel del ruso. Esos pectorales habían sido su perdición, pero ahora que lo tenía sin armadura ni ropa alguna se fijaba en la fuerza de sus brazos, en su torneado abdomen y podía sentir la lujuria filtrándose por todo su cuerpo -Nada…- Dijo haciendo énfasis en la palabra mientras seguía bajando a la zona sur -Nada…- Insistió hasta que se metió debajo de las sábanas y apenas se veía un atisbo de su cabellera mientras se deshacía hábilmente de la ropa interior del peliblanco -Que te vayas- Añadió, sonriendo para sí misma mientras hacía un amplio despliegue del conocimiento adquirido en años y años de práctica, envolviendo su gloriosa masculinidad entre sus labios y su lengua.
La puerta sonó de nuevo y los sirvientes pasaron con total seguridad hacia la mesa que estaba más allá dejando las bandejas sin prestar absoluta atención a la desaparición de su señora y la aparición de un bulto bajo las sábanas. Tampoco a los sonidos que ocupaban el silencio entre las amplias paredes. Shyvanna arrastró sus uñas por el definido muslo de Thoren hasta subir la mano a su abdomen y apretar suavemente, esperando que entendiera que debía quedarse allí quietecito porque ese día se había despertado muy generosa y quería darle todo el placer que pudiera.
-Sí- Le dijo con una sonrisa igual a la suya, yendo a por sus labios cuando fueron interrumpidos. Si Thoren dejó ver algo en su rostro, Shyvanna no se dio cuenta porque estaba dando órdenes claras y concisas. Cuando volvió su vista hacia él y escuchó aquello de que iba a ir a pegarle, se rió -…Me seduce la idea…¿Le pegarías a cualquiera que me arruinara una fiesta o sólo le tienes ganas a Johás?- Inquirió arqueando una ceja mientras se humedecía los labios.
De todas formas, fuera como fuese no iba a permitir que se fuera de la cama. Se deslizó por su cuerpo hasta acabar a horcajadas sobre él -Pero…No me…- Se inclinó y dejó un beso sobre su hombro -Apetece…- Mencionó mientras bajaba hasta su pectoral y besaba suavemente su piel para luego arrastrar levemente sus dientes por la firme piel del ruso. Esos pectorales habían sido su perdición, pero ahora que lo tenía sin armadura ni ropa alguna se fijaba en la fuerza de sus brazos, en su torneado abdomen y podía sentir la lujuria filtrándose por todo su cuerpo -Nada…- Dijo haciendo énfasis en la palabra mientras seguía bajando a la zona sur -Nada…- Insistió hasta que se metió debajo de las sábanas y apenas se veía un atisbo de su cabellera mientras se deshacía hábilmente de la ropa interior del peliblanco -Que te vayas- Añadió, sonriendo para sí misma mientras hacía un amplio despliegue del conocimiento adquirido en años y años de práctica, envolviendo su gloriosa masculinidad entre sus labios y su lengua.
La puerta sonó de nuevo y los sirvientes pasaron con total seguridad hacia la mesa que estaba más allá dejando las bandejas sin prestar absoluta atención a la desaparición de su señora y la aparición de un bulto bajo las sábanas. Tampoco a los sonidos que ocupaban el silencio entre las amplias paredes. Shyvanna arrastró sus uñas por el definido muslo de Thoren hasta subir la mano a su abdomen y apretar suavemente, esperando que entendiera que debía quedarse allí quietecito porque ese día se había despertado muy generosa y quería darle todo el placer que pudiera.
Darren Pendragon
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Ya habían pasado varios días desde el regreso de la misión. Su hermano y vasallos de la familia habían estado ingresados en el hospital de Ouroboros hasta que estuvieran estables y, cuando así fueran, ser trasladados a Avalon para que pudieran ser atendidos mejor. Esas eran las órdenes dadas por el hermano rubio mayor de los Pendragon hasta que tuvo que regresar a los castillos familiares a seguir poniendo las cosas en orden. Las huestes se estaban empezando a poner nerviosas y todavía quedaban demasiados meses para cumplir el periodo de revisión que los Descendientes habían establecido, por lo que debían seguir manteniendo un perfil bajo, conciliador. O al menos eso es lo que Darren había entendido como el plan de Wthyr para entrar en aquella mazmorra sin magia de aquella máquina. Ahora que estaba acabada de una vez por todas, que existía vacío de poder, quizás los hermanos deberían empezar a moverse rápido y retomar algunos de los puntos estratégicos… o simplemente podrían refugiarse en Avalon otra vez, por siempre y para siempre, como debía de haber sido hasta ahora. ¿Qué debía hacer? Y no podía consultarle a Cedric, él no le respondería a sus dudas. Tuvo que pagar su frustración con uno de los muros del castillo que le dirían a la habitación de su hermana. Se topó con una ventana y dirigió su mirada al exterior, siguiendo con sus ojos verdes el vuelo de los dragones.
Fue en aquel preciso instante en el que Darren empezó a notar un cosquilleo que nacía en los nudillos y resbalaba por el dorso de la mano hasta perderse en el filo del pulgar y manchaba la palma de su mano, surcando las líneas de la vida y la sabiduría. Pensó entonces en la bruja desposada con Ibn Salah y el problema de su embarazo. Era algo que tenía que consultar con sus hermanas: la magia de sangre era poderosa. Tanto que podría matar con el cierre de un puño, o sanar con un toque de un dedo. Apretó la mano y se manchó toda la palma con sangre, que empezaba a resecarse. ¿Podría Shyvanna sanar a un neonato? ¿Qué pediría el árbol a cambio de ayudar a la mujer? ¿Por qué habría de ayudarla?
Se asomó a la ventana, apoyando las manos en el alféizar, pensando en todo aquello, pensando en si su hermano mayor no despertaba, pensando en la promesa que dudaba que pudiera cumplir. Suspiró. Fiesta. Había una fiesta a la que por supuesto no puso ninguna gana para asistir. Shyvanna sí parecía estar muy interesada en asistir. No encontró impedimento para que asistiera e hiciera contactos, se dejara ver, dejara mostrar la cara amable de la familia. No eran monstruos como los Descendientes les dibujaban… La presencia de la servidumbre saliendo de la habitación de la hermana le indicó al rubio que su hermana ya estaría despierta, por lo que no dudó siquiera en atravesar el umbral de la puerta para acceder al interior de la habitación. -¡Hermana! Vístete y acompáñame a desayunar- Caminó por paso firme por la habitación, sin prestar gran atención a la cama y parándose en la mesa donde los sirvientes habían dejado algunos enseres para vestirse, acicalarse y comer. No comerían allí, lo harían en la sala destinada a tal fin, para que todos los vasallos les vieran, como si estuvieran reunidos. No esperaba que su hermana le recibiera con un efusivo “buenos días” si estaba de resaca, pero tenía deberes que cumplir. Dejó el perfume sobre la mesa y se dirigió hacia el armario, empezando a rebuscar algo para que se vistiera... No fue capaz de definir si algo era lo suficientemente femenino como para Shyvanna, de modo que optó por lo más cómodo: la ropa de jinete de dragones. Cogió la pesada casaca y la lanzó sobre la cama, sobre el bulto que formaba el cuerpo de su hermana -Vamos. Arriba. Tenemos muchas cosas que hacer hoy. Tengo noticias que Wthyr ha despertado. Y Goth. Y habrá que dejar el castillo perfecto para recibirles-
Fue en aquel preciso instante en el que Darren empezó a notar un cosquilleo que nacía en los nudillos y resbalaba por el dorso de la mano hasta perderse en el filo del pulgar y manchaba la palma de su mano, surcando las líneas de la vida y la sabiduría. Pensó entonces en la bruja desposada con Ibn Salah y el problema de su embarazo. Era algo que tenía que consultar con sus hermanas: la magia de sangre era poderosa. Tanto que podría matar con el cierre de un puño, o sanar con un toque de un dedo. Apretó la mano y se manchó toda la palma con sangre, que empezaba a resecarse. ¿Podría Shyvanna sanar a un neonato? ¿Qué pediría el árbol a cambio de ayudar a la mujer? ¿Por qué habría de ayudarla?
Se asomó a la ventana, apoyando las manos en el alféizar, pensando en todo aquello, pensando en si su hermano mayor no despertaba, pensando en la promesa que dudaba que pudiera cumplir. Suspiró. Fiesta. Había una fiesta a la que por supuesto no puso ninguna gana para asistir. Shyvanna sí parecía estar muy interesada en asistir. No encontró impedimento para que asistiera e hiciera contactos, se dejara ver, dejara mostrar la cara amable de la familia. No eran monstruos como los Descendientes les dibujaban… La presencia de la servidumbre saliendo de la habitación de la hermana le indicó al rubio que su hermana ya estaría despierta, por lo que no dudó siquiera en atravesar el umbral de la puerta para acceder al interior de la habitación. -¡Hermana! Vístete y acompáñame a desayunar- Caminó por paso firme por la habitación, sin prestar gran atención a la cama y parándose en la mesa donde los sirvientes habían dejado algunos enseres para vestirse, acicalarse y comer. No comerían allí, lo harían en la sala destinada a tal fin, para que todos los vasallos les vieran, como si estuvieran reunidos. No esperaba que su hermana le recibiera con un efusivo “buenos días” si estaba de resaca, pero tenía deberes que cumplir. Dejó el perfume sobre la mesa y se dirigió hacia el armario, empezando a rebuscar algo para que se vistiera... No fue capaz de definir si algo era lo suficientemente femenino como para Shyvanna, de modo que optó por lo más cómodo: la ropa de jinete de dragones. Cogió la pesada casaca y la lanzó sobre la cama, sobre el bulto que formaba el cuerpo de su hermana -Vamos. Arriba. Tenemos muchas cosas que hacer hoy. Tengo noticias que Wthyr ha despertado. Y Goth. Y habrá que dejar el castillo perfecto para recibirles-
La alegre risa de Shyvanna me pareció de lo más divertida cuando aprobó mi idea de pegarle al "Johás", eso de poder hablar de gente común que te caía mal era una buena actividad para estrechar lazos. - Pegarría a todos, odio a la gente que arruina fiestas. Y a ese le pegarría con más ganas, aunque la verdad es que me cuesta recordar el momento exacto en el que le cogí tanta manía. - puse cara de pensar fuerte, el momento en el que creí que nos estaba traicionando fue crucial, pero después ya fue seguir un poco por hacer la puñeta.
- Créeme, no quiero ir a ningún lado ahora mismo... - susurré con mi mejor sonrisa ante lo que se venía. Cualquiera se movía con aquella mujer poniéndose a horcajadas y empezando a bajar bajo las sábanas con claras intenciones. Me gustó que tomase la iniciativa de ese modo, aunque tampoco me extrañó el comienzo, viendo lo pasional que era y las ganas que teníamos ambos casi desde la misión. Eché la cabeza hacia atrás cuando comenzó, cerrando los ojos un momento mientras dejaba escapar un gruñido de placer. Mi mano se dirigió hacia la cabellera de Shyvanna justo en el momento en que la puerta volvió a abrirse para traer el dichoso desayuno. Ella estaría acostumbrada a que la interrumpieran y entraran mil veces, pero yo no. A punto estuve de moverme o decir algo ante la incómoda situación, pero la mano de Shyvanna sobre mi abdomen me frenó. Simplemente carraspeé e intenté mirar hacia otro lado, esperando que se marchasen pronto y no se quedasen mirando como conejos en la carretera. Teníamos que habernos ido a casa de Aldaron, aunque allí también nos jugábamos una interrupción.
Resoplé cuando por fin se marcharon, pero no pasaron ni dos segundos antes de que alguien más volviese a entrar. Esta vez solté un sonido de frustración por lo bajo, era el pesado del hermano rubio. - Blyad' - mascullé un joder en ruso por lo bajo, menuda cortada de rollo. No sabía si no me había visto o si simplemente me estaba ignorando. Sólo se dirigió a Shyvanna, tratando de sacarla de la cama. - Así no hay manerra. ¿No podéis dejarla ni un segundo? estábamos ocupados. - me quejé al rubio, pensando en que entre unos y otros jamás lográbamos más de cinco minutos a solas. - Tú hermana sabe lo que se hace...vaya que si lo sabe. - aquella última frase fue a propósito para picarle, para ver si se incomodaba y se piraba de una vez.
- Créeme, no quiero ir a ningún lado ahora mismo... - susurré con mi mejor sonrisa ante lo que se venía. Cualquiera se movía con aquella mujer poniéndose a horcajadas y empezando a bajar bajo las sábanas con claras intenciones. Me gustó que tomase la iniciativa de ese modo, aunque tampoco me extrañó el comienzo, viendo lo pasional que era y las ganas que teníamos ambos casi desde la misión. Eché la cabeza hacia atrás cuando comenzó, cerrando los ojos un momento mientras dejaba escapar un gruñido de placer. Mi mano se dirigió hacia la cabellera de Shyvanna justo en el momento en que la puerta volvió a abrirse para traer el dichoso desayuno. Ella estaría acostumbrada a que la interrumpieran y entraran mil veces, pero yo no. A punto estuve de moverme o decir algo ante la incómoda situación, pero la mano de Shyvanna sobre mi abdomen me frenó. Simplemente carraspeé e intenté mirar hacia otro lado, esperando que se marchasen pronto y no se quedasen mirando como conejos en la carretera. Teníamos que habernos ido a casa de Aldaron, aunque allí también nos jugábamos una interrupción.
Resoplé cuando por fin se marcharon, pero no pasaron ni dos segundos antes de que alguien más volviese a entrar. Esta vez solté un sonido de frustración por lo bajo, era el pesado del hermano rubio. - Blyad' - mascullé un joder en ruso por lo bajo, menuda cortada de rollo. No sabía si no me había visto o si simplemente me estaba ignorando. Sólo se dirigió a Shyvanna, tratando de sacarla de la cama. - Así no hay manerra. ¿No podéis dejarla ni un segundo? estábamos ocupados. - me quejé al rubio, pensando en que entre unos y otros jamás lográbamos más de cinco minutos a solas. - Tú hermana sabe lo que se hace...vaya que si lo sabe. - aquella última frase fue a propósito para picarle, para ver si se incomodaba y se piraba de una vez.
Shyvanna Pendragon
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Volvió a reírse amenamente ante la respuesta de Thoren -Sabía que eras mi tipo de gente. Hay que celebrar la vida… ¿Y qué mejor que hacerlo con alcohol, baile y dejándonos la garganta en ello?- Le preguntó antes de deslizarse por su piel hacia abajo, convencida de que aquel iba a ser un día muy bueno si se despertaba de esa manera. La confirmación de que no se iba a ir a ningún lado le hizo sonreír.
El delicioso gruñido de placer de Thoren descargó un ramalazo de lujuria por todo el cuerpo de la Pendragon y se dedicó, vamos si se dedicó a fondo, para robarle más de esos pero las interrupciones parecían distraerlo y ella no estaba por la labor de permitir que nadie le arruinara la mañana. Le cogió la mano y se la puso en el cabello para que le mostrara exactamente lo que le gustaba y se concentrara en ella bajo las sábanas, sólo eso…Pero de pronto…
Continuó un poco más, a ver si Darren pillaba la indirecta con su silencio pero cuando sintió el golpe de la ropa encima supo que no iba a dejarlo ir. Las palabras de Thoren le robaron una sonrisa y se separó de él con un BULLICIOSO chasquido, hecho a propósito. Muy a propósito. La calentura permanecía en su cuerpo mientras iba saliendo de las sábanas, aunque permaneció tirada sobre el cuerpo de Thoren, disfrutando del roce de su piel desnuda contra la de ella. Miró a Darren de refilón, se limpió los labios con la punta de los dedos de una forma un tanto descarada porque empezaba a enfadarse por las constantes interrupciones. Iba a soltarle varios argumentos, como que tenía dos hermanas más pero estaba claro que los mellizos eran quienes habían quedado a cargo de todo…Inspiró profundamente -Darren…por qué no me dejas tener mi desayuno tranquilita…Todo mi desayuno y te prometo que iré con una sonrisa de oreja a oreja a ayudarte…Lo pondré todo tan pero tan precioso que Wthyr va a quedarse sin palabras-
Volvió la vista hacia Thoren con una sonrisita y le recorrió los labios con un dedo -Pero me tienta meterte mano a escondidas ¿Te incomoda mucho? - Preguntó reacomodándose sobre él, a horcajadas y sentándose. Le cogió la cara para que la mirara solo a ella, por si se distraía con su mellizo. Importándole algo así como 17 pepinos que Darren pudiera verle los senos. Primero porque seguramente ya se los había visto, segundo porque los de ella eran preciosos y tercero porque estaba segura de que Darren había visto a muchas mujeres desnudas y no le estaba mostrando nada nuevo -Seducirte para que estés todo el día empalmado por mi y luego me secuestres en un armario y me hagas tuya- Dudaba que Darren fuera a decir algo más que gruñir como dragón enojado pero…¿Hola? Le había arruinado el desayuno, tomó las manos de Thoren y las llevó hacia su escote, apretujándolo suavemente -¿Qué dices? ¿Te encargas del alcohol y la música? - Sonrió de lado.
El delicioso gruñido de placer de Thoren descargó un ramalazo de lujuria por todo el cuerpo de la Pendragon y se dedicó, vamos si se dedicó a fondo, para robarle más de esos pero las interrupciones parecían distraerlo y ella no estaba por la labor de permitir que nadie le arruinara la mañana. Le cogió la mano y se la puso en el cabello para que le mostrara exactamente lo que le gustaba y se concentrara en ella bajo las sábanas, sólo eso…Pero de pronto…
Continuó un poco más, a ver si Darren pillaba la indirecta con su silencio pero cuando sintió el golpe de la ropa encima supo que no iba a dejarlo ir. Las palabras de Thoren le robaron una sonrisa y se separó de él con un BULLICIOSO chasquido, hecho a propósito. Muy a propósito. La calentura permanecía en su cuerpo mientras iba saliendo de las sábanas, aunque permaneció tirada sobre el cuerpo de Thoren, disfrutando del roce de su piel desnuda contra la de ella. Miró a Darren de refilón, se limpió los labios con la punta de los dedos de una forma un tanto descarada porque empezaba a enfadarse por las constantes interrupciones. Iba a soltarle varios argumentos, como que tenía dos hermanas más pero estaba claro que los mellizos eran quienes habían quedado a cargo de todo…Inspiró profundamente -Darren…por qué no me dejas tener mi desayuno tranquilita…Todo mi desayuno y te prometo que iré con una sonrisa de oreja a oreja a ayudarte…Lo pondré todo tan pero tan precioso que Wthyr va a quedarse sin palabras-
Volvió la vista hacia Thoren con una sonrisita y le recorrió los labios con un dedo -Pero me tienta meterte mano a escondidas ¿Te incomoda mucho? - Preguntó reacomodándose sobre él, a horcajadas y sentándose. Le cogió la cara para que la mirara solo a ella, por si se distraía con su mellizo. Importándole algo así como 17 pepinos que Darren pudiera verle los senos. Primero porque seguramente ya se los había visto, segundo porque los de ella eran preciosos y tercero porque estaba segura de que Darren había visto a muchas mujeres desnudas y no le estaba mostrando nada nuevo -Seducirte para que estés todo el día empalmado por mi y luego me secuestres en un armario y me hagas tuya- Dudaba que Darren fuera a decir algo más que gruñir como dragón enojado pero…¿Hola? Le había arruinado el desayuno, tomó las manos de Thoren y las llevó hacia su escote, apretujándolo suavemente -¿Qué dices? ¿Te encargas del alcohol y la música? - Sonrió de lado.
Darren Pendragon
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El mellizo rubio siguió buscando las ropas adecuadas para recibir, ya no solo a su hermano y a aquellos guerreros que habían despertado, sino a la mocosa impertinente que se había personado en Avalon. La información que le habían hecho llegar los sirvientes sobre aquello no daba lugar a duda y que la mocosa LeFay estaba cotilleando allí… de nuevo. Y no sabía por qué, pero el rubio tenía la molesta impresión de que aquella estaría rondando muchas más veces por los castillos de la familia. Aquello distaba del plan del perfil bajo y la sonrisa en la isla, pero aquella invasión de su espacio rozaba la molestia a niveles que no sabía si podría gestionar. Y tampoco tenía claro que aquello pudiera salir bien, solo hacía falta recordar el espectáculo de Giordano contra Viggo. Aunque, así, también consiguieron acallar unas cuantas bocas. Reconoció las vestimentas de montura que su hermana usaba en ocasiones especiales, aquellas que requerían protocolo. A Darren le pareció que aquella ocasión lo merecía
Escuchar aquella voz masculina era como una puñalada que se le clavó en la espalda con una punzada de dolor reconoció la voz del varón. Inhaló con molestia por la nariz y la tensión recorrió su espalda y hombros. no pudo evitar mascullar para sí mismo, inapreciable para los acompañantes de aquella habitación -Previsiblemente patético- Había hombres para aburrir en todo Ouroboros. Las huestes contaban con cientos de varones de todas las razas, pero de todo el género masculino su hermana había decidido retozar con él, con aquel descerebrado que casi le cuesta la vida.
Bufó, molesto, hastiado y apretó los dientes, marcándose la tensión en la mandíbula. Se giró lentamente hasta quedar enfrente de la pareja y clavó la mirada con claro gesto ceñudo y molesto sobre el hombre de pelo blanco que habían conocido en la misión. Luego miró con reprobación a su hermana, que fue la que se llevó la mayor parte de su silencio, el otro no merecía más atención por su parte. Suficiente que tuvieron que aguantarle con aquellas impertinentes y estúpidas ideas en la misión en Londres. Rodó los ojos y se giró otra vez hacia el armario, poniendo los ojos en blanco al volver a darles la espalda mientras aquella voz seguí taladrándole los oídos. Darren le ignoró, aguantando las formas y teniéndose que morder la lengua. Cogió el delicado jubón protocolario y lo lanzó sobre la cama. Las calzas volaron hasta la cabeza de Shyvanna en el preciso momento que seguía tratando de seducir al hombre de pelo cano. No había elegido aquellas vestimentas al azar, y sabía que confiando en las capacidades de su hermana, podría saber qué podría significar aquello. -Vístete. Iremos directamente a Avalon- Dictaminó esperando que ella obedeciera. Ya habría tiempo luego para retoces.
Tras aquello colocó sus brazos por detrás de la espalda, en un claro gesto militar cuando un agresivo dolor empezó a atenazar su pecho. Apretó las muelas tratando de aguantar aquel dolor, permaneciendo lo más impasible delante del mago, sin perder el tiempo en dirigirle la atención en ningún momento hasta que osó a decir aquella insolencia. En aquel momento le clavó la mirada verde, cargada de molestia -¿Todavía sigues aquí?- Sentenció sin ningún tipo de sutilezas, esperando que fuera él el que captara que no se iba a mover de aquella habitación hasta que saliera con su hermana. Con algo de suerte replanteaba sus intenciones y se buscaba otro hombre que además de músculos tuviera cerebro.
Escuchar aquella voz masculina era como una puñalada que se le clavó en la espalda con una punzada de dolor reconoció la voz del varón. Inhaló con molestia por la nariz y la tensión recorrió su espalda y hombros. no pudo evitar mascullar para sí mismo, inapreciable para los acompañantes de aquella habitación -Previsiblemente patético- Había hombres para aburrir en todo Ouroboros. Las huestes contaban con cientos de varones de todas las razas, pero de todo el género masculino su hermana había decidido retozar con él, con aquel descerebrado que casi le cuesta la vida.
Bufó, molesto, hastiado y apretó los dientes, marcándose la tensión en la mandíbula. Se giró lentamente hasta quedar enfrente de la pareja y clavó la mirada con claro gesto ceñudo y molesto sobre el hombre de pelo blanco que habían conocido en la misión. Luego miró con reprobación a su hermana, que fue la que se llevó la mayor parte de su silencio, el otro no merecía más atención por su parte. Suficiente que tuvieron que aguantarle con aquellas impertinentes y estúpidas ideas en la misión en Londres. Rodó los ojos y se giró otra vez hacia el armario, poniendo los ojos en blanco al volver a darles la espalda mientras aquella voz seguí taladrándole los oídos. Darren le ignoró, aguantando las formas y teniéndose que morder la lengua. Cogió el delicado jubón protocolario y lo lanzó sobre la cama. Las calzas volaron hasta la cabeza de Shyvanna en el preciso momento que seguía tratando de seducir al hombre de pelo cano. No había elegido aquellas vestimentas al azar, y sabía que confiando en las capacidades de su hermana, podría saber qué podría significar aquello. -Vístete. Iremos directamente a Avalon- Dictaminó esperando que ella obedeciera. Ya habría tiempo luego para retoces.
Tras aquello colocó sus brazos por detrás de la espalda, en un claro gesto militar cuando un agresivo dolor empezó a atenazar su pecho. Apretó las muelas tratando de aguantar aquel dolor, permaneciendo lo más impasible delante del mago, sin perder el tiempo en dirigirle la atención en ningún momento hasta que osó a decir aquella insolencia. En aquel momento le clavó la mirada verde, cargada de molestia -¿Todavía sigues aquí?- Sentenció sin ningún tipo de sutilezas, esperando que fuera él el que captara que no se iba a mover de aquella habitación hasta que saliera con su hermana. Con algo de suerte replanteaba sus intenciones y se buscaba otro hombre que además de músculos tuviera cerebro.
El sonido a propósito hecho por Shyvanna me habría divertido si no fuese porque el hermano segurata se había quedado ahí plantado, intentando sacar a su hermana a toda costa. No pensaba seguir con tantos espectadores yendo y viniendo, y desde luego no pensaba salir de allí con un cojín para tapar lo que había levantado Shyvanna. Ya estaba mosqueándome con las formas del rubio, aunque su hermana no parecía enfadada con él. Daba la impresión de que no era la primera vez que la pillaba. ¿Meter mano a escondidas? ¿Con su hermano delante? Ni de coña. Era muy turbio eso.
- No, así no. Sé de un lugar mejorr. Uno en el que te dejarrán ser librre al menos un rato. - me cogió la cara para que sólo le prestase atención a ella, pero no podía. Al menos me dio una idea, lo de llevármela en ese mismo momento. Eché una mirada que lo decía todo, apretando levemente sus pechos con mis manos. - Secuestrada quedas. - la marca extraña que apareció en ese momento me pareció de lo más curiosa, pero tampoco le di mucha importancia. Había visto tatuajes similares que cambiaban de forma. - ¡Me gusta! mi herrmano Yarroslav tiene uno, con el mango muyyy largo. - Aproveché que estaba sentada a horcajadas encima de mí, rodeándola por las caderas con mi poderoso brazo para levantarla de la cama junto a mí. Me quedé de pie un instante, con ella colgada de mí como un koala que no pensaba soltar.
- Adiós, herrmanito plasta. - le lancé una sonrisa a Darren de restregarle por la cara lo que iba a hacer, desapareciéndome de la habitación con Shyvanna. Ya tenía un sitio pensado para acabar lo que habíamos empezado.
- No, así no. Sé de un lugar mejorr. Uno en el que te dejarrán ser librre al menos un rato. - me cogió la cara para que sólo le prestase atención a ella, pero no podía. Al menos me dio una idea, lo de llevármela en ese mismo momento. Eché una mirada que lo decía todo, apretando levemente sus pechos con mis manos. - Secuestrada quedas. - la marca extraña que apareció en ese momento me pareció de lo más curiosa, pero tampoco le di mucha importancia. Había visto tatuajes similares que cambiaban de forma. - ¡Me gusta! mi herrmano Yarroslav tiene uno, con el mango muyyy largo. - Aproveché que estaba sentada a horcajadas encima de mí, rodeándola por las caderas con mi poderoso brazo para levantarla de la cama junto a mí. Me quedé de pie un instante, con ella colgada de mí como un koala que no pensaba soltar.
- Adiós, herrmanito plasta. - le lancé una sonrisa a Darren de restregarle por la cara lo que iba a hacer, desapareciéndome de la habitación con Shyvanna. Ya tenía un sitio pensado para acabar lo que habíamos empezado.
Shyvanna Pendragon
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Podía percibir el enojo de Darren incluso desde la distancia, estaba tan empecinado en sacar ropa que estaba empezando a ponerla de los nervios y eso nunca…Nunca era bueno. Thoren, sin embargo, aunque parecía mosqueado por la interrupción no perdía el optimismo. Descartó su idea así que puso los ojos en blanco. Le gustaba la intimidad, comprendido.
-¿Un lugar mejor? ¿Tu piso?- Le preguntó sin comprender demasiado porque entonces Darren le dijo que irían a Avalon… ¿Avalon? Aquello le hizo fruncir el ceño y volvió la mirada hacia su hermano que había usado un tono que no aceptaba titubeo. Con ELLA. Observó entonces la ropa que había estado eligiendo. La ropa de protocolo.
Algo pasaba y estaba siendo cuidadoso sobre las palabras a elegir pero entonces… -Agh…- Gimió cuando empezó a sentir un dolor salido de la nada que laceraba uno de sus pechos, bajó la vista para verse la piel con aquel horroroso dibujo, llevándose una mano allí -Darren- Le llamó, sintiendo aquel dolor robarle el aliento esperando que pudiera darle una respuesta a lo que sea que estaba ocurriendo.
-Thoren…- Advirtió mientras éste se incorporaba, acomodándose para no caerse cuando se despidió de Darren y de pronto…simplemente ya no estaba allí.
-¿Un lugar mejor? ¿Tu piso?- Le preguntó sin comprender demasiado porque entonces Darren le dijo que irían a Avalon… ¿Avalon? Aquello le hizo fruncir el ceño y volvió la mirada hacia su hermano que había usado un tono que no aceptaba titubeo. Con ELLA. Observó entonces la ropa que había estado eligiendo. La ropa de protocolo.
Algo pasaba y estaba siendo cuidadoso sobre las palabras a elegir pero entonces… -Agh…- Gimió cuando empezó a sentir un dolor salido de la nada que laceraba uno de sus pechos, bajó la vista para verse la piel con aquel horroroso dibujo, llevándose una mano allí -Darren- Le llamó, sintiendo aquel dolor robarle el aliento esperando que pudiera darle una respuesta a lo que sea que estaba ocurriendo.
-Thoren…- Advirtió mientras éste se incorporaba, acomodándose para no caerse cuando se despidió de Darren y de pronto…simplemente ya no estaba allí.
Darren Pendragon
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El hermano rubio permaneció en aquella posición, esperando que su melliza entendiera que no estaban las circunstancias para andar con juegos y con libertinaje. Si quería follar debería esperar. Pero aquel hombre… aquel ser inmundo creía creerse con la potestad de hacer lo que más le placiera. Devolvió la mirada a su hermana serio, con el ceño fruncido. No había lugar a que dijera que no, solo a obedecer, estaba ocurriendo algo muy superior a todos ellos. Y estaba seguro que la Descendiente y Wthyr estaban implicados. Aquel gemido por parte de Shyvanna le estaba indicando que estaba sufriendo la misma queja que le estaba afectando en el pecho y de la que no podría mostrar molestia alguna, no delante de Thoren.
Ese maldito bastardo se estaba riendo de su persona en su cara, sin ningún tipo de miramiento, sutileza. Se estaba riendo de todo lo que la familia representaba, de las responsabilidades adquiridas. Se estaba riendo de su queja. Le partiría aquella sonrisa que le estaba dibujando. Era su objetivo. Él se lo había buscado con aquella actitud, con aquel secuestro. Cuando aquellos dos desaparecieron de su vista respiró profundamente, de una forma muy sonora, acelerando cada vez el ritmo. No iba a gritar, se giró sobre sus talones, topándose con la mesa donde los sirvientes habían dejado aquellas cosas. Golpeó la mesa de madera con el puño y melló parte de aquel mueble que ahora quedaría marcado. Luego con un bramido cogió la mesa y la volcó, haciéndola chocar contra la pared.
Apretó las muelas, respirando con la boca de una forma muy ruidosa. Se enfocó en su hermana, buscó su sangre. No estaba lejos. El muy imbécil ni tan si quiera se había de la isla, ni se había protegido por un Fidelio o cualquier otro hechizo de protección. Y con el objetivo en mente, con aquella ubicación precisa de sangre caliente y palpitante se desapareció de la habitación de Shyvanna.
Y se juró que le arrancaría el corazón palpitante, pero antes los dragones cenarían el miembro de aquel mago.
Ese maldito bastardo se estaba riendo de su persona en su cara, sin ningún tipo de miramiento, sutileza. Se estaba riendo de todo lo que la familia representaba, de las responsabilidades adquiridas. Se estaba riendo de su queja. Le partiría aquella sonrisa que le estaba dibujando. Era su objetivo. Él se lo había buscado con aquella actitud, con aquel secuestro. Cuando aquellos dos desaparecieron de su vista respiró profundamente, de una forma muy sonora, acelerando cada vez el ritmo. No iba a gritar, se giró sobre sus talones, topándose con la mesa donde los sirvientes habían dejado aquellas cosas. Golpeó la mesa de madera con el puño y melló parte de aquel mueble que ahora quedaría marcado. Luego con un bramido cogió la mesa y la volcó, haciéndola chocar contra la pared.
Apretó las muelas, respirando con la boca de una forma muy ruidosa. Se enfocó en su hermana, buscó su sangre. No estaba lejos. El muy imbécil ni tan si quiera se había de la isla, ni se había protegido por un Fidelio o cualquier otro hechizo de protección. Y con el objetivo en mente, con aquella ubicación precisa de sangre caliente y palpitante se desapareció de la habitación de Shyvanna.
Y se juró que le arrancaría el corazón palpitante, pero antes los dragones cenarían el miembro de aquel mago.
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