Residencia Pendragon (Montañas del Dragón)

Aparecí en los jardines de la casa junto a Juliet e instantáneamente aparté la mano de su hombro juntando ambas en mi regazo relajadamente.
-Temía por tí. -Expliqué con tranquilidad aunque sin emitir ninguna sonrisa.-Estuve esperando en los jardines, lamento que mis hermanos te pusiesen en un compromiso.
Comuniqué amablemente sonriendo con levedad antes de desviar la vista a los extensos jardines.
-Al parecer tanto mi hermana como yo sentimos que no te sentías cómoda allí.
Volví a clavar mis ojos en ella manteniéndolos en los suyos.
-¿Te sientes cómoda aquí?
Pregunté evaluativamente con semblante serio. Era evidente que debía sentirlo así, y de no ser de ese modo el problema con ella era mucho mayor del que temía.
-Te seguían varios guardias, probablemente no seas bien recibida en la ciudad.

La desaparición le tomó por sorpresa. Tenía tiempo sin hacerlo, desde la batalla, y casi siempre era por la mano de Reiv. No estaba acostumbrada. En otro momento, la mano habría sido tomada en modo defensivo, pero tan indefensa como se sentía solo sintió el susto. Cuando se giró, su corazón se tranquilizó al verla. Su sorpresa inicial se mostró más grande cuando mencionó sus temores. Se mantuvo en silencio por un momento, aprovechando para mirar el jardín y los alrededores.- No fue así, yo acepté de buena gana.- Susurró, fiel creyente de que así había sido y que ellos nada tenían que ver con aquello.

Yo... he juzgado mal a Shyvanna antes. No debía verla nunca con malos ojos. Le debo una disculpa.- Susurró avergonzada, recordando las palabras hermosas que la rubia le dedicó y sonriendo suavemente a la par. Con la pregunta, conectó su mirada con la de la morena, titubeando un poco en qué responder mientras se llevaba las manos al adornillo del vestido en su vientre, cerrándolo un poco.- Es... Esto es... Más de lo que merezco. Más de lo que puedo pedir.- Susurró, apartando la mirada de ella para ver de nuevo alrededor.

Tan ensimismada como estaba, le tomó por sorpresa averiguar que los guardias le seguían. Le miró con los ojos bien abiertos, extrañada. Estaba perdiendo la cabeza si no lograba siquiera descubrir a quienes tan mal le seguían como para que alguien extra lo averiguara.- No me di cuenta... N-No estaba prestando atención.- Susurró, aunque era más un tono de disculpa.- No hace falta que te preocupes por mi. Ni tampoco Shyvanna. Estoy bien. No quisiera causarles molestias. No quisiera... molestar. ¿Por qué están tan preocupadas por... mi?- En verdad no lo entendía. Que alguien lo hiciera era algo muy nuevo para ella, sobre todo cuando venía de otra mujer.

-Ah…La pelirroja. Sí, la noté tan mal cuando regresé que fui a verla. Me rodearon los guardias y tuve que salir pronto pero le dije que subiera a las Montañas. No está bien que esté en esas condiciones, me parece un abuso hacia ella misma. ¿Por qué te quedas en un lugar que te hace sentir tan mal?- Suspiró pero luego el golpe de testosterona de los dos hizo que S casi se mareara. Optó por poner los ojos en blanco y reírse. Ninguno se iba a morir, claro.  -Claro claro…- Prefirió no decir nada pero la información sobre W fue apreciada. No estaba allí ni iba a estar ¿Y si le dejaba una nota? Eso estaría bien.

-Por supuesto. Elegante, como siempre. No saldrás de tu zona de confort, no te preocupes. Y guárdate las ironías para W…Hieres mis sentimientos- Dijo, indignada. Se dio cuenta de que no hablaban entre sí, y S le dedicó una mirada a D y otra  a Aric entrecerrando los ojos. Escuchó de fondo la risa de Artamir y supo a qué iba. Sería hijo de puta. Volvió la mirada hacia Aric y un estremecimiento le recorrió el cuerpo al interpretar aquellas palabras -Te tomaré la palabra- Indicó alzando el mentón en modo soberbio y caprichoso para verlo de refilón, aunque los labios se le curvaron en una sonrisa.

-El jueves…Me gusta ese día- Alzó los hombros desinteresadamente -Asi os doy tiempo. Tengo que preguntarle a W si vamos  a invitar  a alguien de la isla y a quien. Avalon está preparado pero no me hace gracia traer a gente que no conozco. Es mi boda y no todos entenderán el ritual-  Después escuchó aquello del perro y volvió la vista hacia Artamir,  que se había puesto casi a su altura. Él asintió -Ah el fueguito… Dejalos. El fuego purifica… Bueno, aunque adoro caminar entre dos hombres que no se dirigen la palabra, prefiero hacer cosas más productivas. Vamos a buscar a W,  Aric… A ver si alguien me dice donde demonios está- Artamir carraspeó y sonrió -Está afuera con Smaug- S entornó los ojos -¿Por qué no me lo dijiste antes?- La mirada plateada de Artamir delineó su cuerpo con los ojos y después observó a Aric pero no dijo nada. Shyvanna desapareció junto a su prometido dejando a Artamir, lo que le sacó una risa gruesa al dragón. Éste miró a Darren con restos de aquella risa -No se lo pongas tan difícil. Ya tiene que ser una Lothbrock por obligación- No agregó nada más, se dio media vuelta y se fue.

Mis cejas se alzaron levemente al percibir la inseguridad de la chica y a la vez aquel convencimiento de que todo lo había hecho bajo su voluntad. Se me escapó una sonrisa amable.
-Claro...solamente sentí la angustia crecer en ti y pensé que precisabas ayuda. Tal vez...tal vez había mucha gente en aquella fiesta o... -Encogí mis hombros como haciendo ver que pensaba las razones por las que ella pudiese sentirse así y a la vez , de ese modo, preguntando indirectamente por lo acontecido en la boda.
Una risa fluyó desde mi garganta cuando habló de Shyvanna negando después.
-Mi hermana suele causar a veces una impresión errónea. Posiblemente sea ser más dulce y que más se preocupa por los dragones en todo el mundo.No debes precuparte, seguro que lo entiende.
En realidad no sabía a qué se refería con aquello, ¿qué podría haber hecho mi hermana que causase malestar a un dragón?no tenía mucho sentido. Aunque su siguiente respuesta hizo que mi ceño se frunciera extrañada, tal vez era un dragón con demasiadas inseguridades.
-¿Qué te ha pasado para pensar que no mereces estar en esta casa?-Le hice un pequeño gesto y comencé a andar por el jardín-No me has respondido¿te sientes segura aquí?
Caminaba lentamente hacia la gran puerta trasera del edificio principal, mis ojos se desviaron hacia ella cuando pareció sorprenderse por lo de los guardias.
-No debimos aparecer para comprobar tu estado, seguramente no les guste que nos preocupemos por ti-Suspiré hondamente desprendiendo cierta melancolía a la par que desviaba la mirada para dejar de mirarla-No les agradamos y no les agrada que cuidemos de vosotros.
Escuché sus palabras manteniendo el silencio mientras subía unos escalones.-No molestas- Sonreí ante sus preguntas mientras los guardias abrían la puerta para nosotras y giré para mirarla.
-Es obvio...eres un dragón, eres familia.
Alcé ambas cejas extendiendo mi mano con la palma hacia arriba invitándola a pasar al interior.
-Si es lo que deseas.

Asintió con rapidez, había dado en el clavo.- Yo... No... No me sentía cómoda. Fue la combinación. El...- Cerró los ojos un instante, no podía decir que parte de su incomodidad era aquel vestido que mostraba tanto de ella, habría sido descortés.- No me gusta que me toquen. Ni que... me miren. Y en medio de tanta gente que no conozco, no podía evitarlo.- Susurró, dejando un poco de lado su preocupación por Reiv y hablando de lo que más la tenía en tensión.

Escuchar la risa de G hizo que levantara el rostro con una sonrisa en los labios y felicidad en el pecho. Era la primera vez que la escuchaba de aquella manera. Si G decía que Shyvanna le entendería, ella le creía y al menos por ese tema estaba más tranquila.- Sí, pude ver hoy que es una buena persona.- Susurró, volviendo a recalcar las palabras en su memoria.

Escuchó su pregunta con mortificación en el rostro. No, no quería contarle tantas tonterías que habían pasado hace tanto tiempo. Era como abrir una herida que apenas comenzaba a sanar. Afortunadamente, comenzó a caminar por el jardín y la conversación fluyó en otros andares mientras recorrían juntas. Pensó un momento, no porque no supiera la respuesta, sino porque no se estaba siendo sincera.- Yo... Si.

No te preocupes, seguro todo estará bien.- Susurró al escuchar su pensamiento sobre los guardias, compartiendo después su melancolía al verla acongojada.- No. Ellos les acogerán. Tardaron demasiado en meterse en la guerra, son lentos para reaccionar y tardan en ver las cosas con claridad. Van a recapacitar.- Murmuró, elevando una mano para tocar su brazo, pero luego regresándola a su regazo antes de que la viera hacerlo. Quería consolarla, no incomodarla con su presencia. Quería agradarle más que otra cosa en el mundo.

Comenzó a subir los escalones con ella, deteniéndose cuando se giró, con aquellas palabras que hicieron que su corazón latiera con rapidez. Casi podía sentir que se salía del pecho cuando vio como le tendía su mano. Cerró la suya en un puño y la extendió un par de veces, antes de posarla con delicadeza sobre la de ella. El contacto con su mano le recorrió el cuerpo con una sensación de bienestar y alivio. Se relajó por un momento mientras una sonrisa iluminaba su rostro con felicidad. Pero poco duró el momento antes de recordar un realidad difícil. No podía irse, pero tampoco se podía quedar. Borró el pensamiento de su mente antes de que se diera cuenta, pues parecía tener el don de sentir lo que ella sentía.- Gwen, ¿cómo es que sentiste mi angustia? ¿Es... magia? Puedes... ¿Puedes... detenerlo, apagarlo... ignorarme?

No me sorprende la averiguación que atestigua mi hermana sobre la dragona. ¿Mal, eh? Quizás fuese la incomodidad que estaba sintiendo desde hacía rato. Quizás forzásemos demasiado a la dragona para ir a la boda. Demasiadas suposiciones, pocas respuestas. Como aquella que no supe contestar a S, pero la suponía: complacencia. Como muchas de las cosas que hacemos para contentar a los demás.

-No es mi objetivo, lo sabes. O quizás sí. Te dejaré con la duda- Bromeé con mi hermana sobre aquello que decía de que me guardara mi tono para mi hermano mayor. No, con W no se puede hacer ese tipo de bromas, con S sí. Ella es espontánea, a diferencia de su mellizo. Suspiré casi de forma automática cuando dijo que quería consultar con W si había que invitar a alguien de la isla. Deseó que no lo hicieran, pero probablemente se equivocara. Aunque dudaba mucho que ninguno de los Descendientes se personara en tal evento. –Pues que se queden en su isla- Solté directamente, de forma instantánea, como un resorte. Eran parte de mis sentimientos hacia Ourboros y la poca apetencia que tenía hacia sus gentes. Si me notificaran que la isla se cayera, por segunda vez, no me daría ninguna lástima.

Quedé plantado cuando indicó que saldría a hablar con nuestro hermano, que al parecer estaba hablando con el dragón negro. Ella y su futuro esposo salieron de la sala y yo me quedé con los dragones. Miré a Artamir por el rabillo del ojo cuando me dijo aquello, volviendo la atención luego a la puerta por la que habían salido –Siempre será Pendragon- “Y quien se atreva a decir o insinuar lo contrario, se las tendría que ver conmigo” Siguió con la vista a Artamir salir. Giré para volver sobre mis pasos y mi dragón y yo nos fuimos, para ver las tareas de extinción del fuego en las plantas superiores.

Mis cejas se alzaron mostrando especial interés a las explicaciones de la muchacha que por sus gestos me hacía deducir que tampoco se encontraba cómoda en estos momentos.
-Comprendo.-Respondí con seriedad sin añadir más pues no quería incomodar más a la dragona. Asentí respecto a las palabras que dedicó a Shyvanna, posiblemente junto a Cedric eran ese tipo de personas que podían cautivar a la gente por su forma de ser, aunque al contrario que mi hermano, Shyvanna si que tenía arrebatos más propios de un Pendragón.
Seguimos paseando y pude captar aquel gesto desencajado en su rostro, comprendiendo que ocultaba algo, alguna razón por la que había adoptado aquella forma de ser. Una lástima para un majestuoso dragón. Apreté los labios ante la duda que mostró en su respuesta, mas no dije nada.
Le dediqué una dulce mirada al escuchar sus palabras de ánimo pero negué.
-No van a hacerlo-Mi voz sonó calmada y serena en esta afirmación-Nos temen, y tengo la impresión de que empiezan a temer a los dragones. Tal vez no deberíamos haber regresado.-Solté melancólicamente haciendo ver que no queríamos hacer daño a su especie.-Te buscarán, preguntarán por tus acciones, por nuestra familia y desconfiarán de tí, como lo hacen de nosotros.
Cuando le ofrecí entrar a nuestro hogar, a su hogar y tomó su mano exhibiendo aquella sonrisa sonreí de vuelta aunque más escuetamente hasta que algo cambió y preguntó aquello. Fruncí el ceño mostrando extrañeza aunque en mi interior me sentía indignada por aquellas palabras.
-¿Por qué habría de hacerlo?-Negué haciéndole entender que no comprendía aquello que me pedía-Es magia sin duda alguna, es para cuidaros.-Solté su mano manteniendo la posición en la puerta-¿No quieres que te cuidemos?
Apreté mis labios desviando la mirada.
-Tal vez opines como los guardias, por eso no estás siendo sincera conmigo -volví a posar la vista en ella-Aunque quisiese no podría dejar de sentirte-Mentí deliberadamente-Es nuestra naturaleza... cuidar de la familia, manteneros a salvo.
Llevé una mano a mi rostro apretando el tabique de mi nariz justo entre mis ojos y cogí aire profundamente como si estuviese despejándome por aquel momento antes de dejar caer mis manos a mi regazo, agarrando una con otra.
-Si cambias de opinión, tienes un cuarto preparado en la segunda planta.Puedes pedir tu ropa a los sirvientes seguramente la han lavado y planchado.-Agarré entonces mis ropajes girando para darle la espalda, mirando por encima de mi hombro a la pelirroja-Ojalá vieses que en ese vestido estás preciosa, porque eres preciosa.
Terminé por decir sonriendo brevemente en relación a la pequeña autoestima de la chica antes de entrar al castillo para poner rumbo a uno de los pasillos y atender otros asuntos.

Escuchó la negativa de la chica ante su optimismo exacerbado. En verdad lo creía, creía que podían quedarse, pero ella no y aquello le hacía mermar un poco en confianza. Había implantado también un pensamiento extraño con aquello de que temerían a los dragones y le buscarían de maneras desconfiadas. En su rostro se mostró aquella sensación de culpa mientras le escuchaba.

Aunque el tomarla de la mano le hizo sentir por fin una paz que había buscado por mucho tiempo, claramente entendió que le había molestado su pregunta. ¿No quería ser cuidada? La pregunta se clavó en su mente, sorprendiéndola de lo que implicaba para la morena lo que había dicho.- ¡No! - Murmuró rápidamente al ver que le comparaba con los guardias.- No, Gwen, no es eso. Solo... No quiero que sufran por mi. Yo les afecto.- Dijo, a conciencia de que así era pues Shyvanna había sido bastante elocuente. La reacción de la morena no fue lo que esperaba, pues claramente le había molestado. A punto tal de soltar su mano. Su halago antes de irse solo le hizo sentirse más tonta por las preguntas que había hecho. Pero no le conocía, no sabía que había alguien en el mundo que sintiera su dolor hasta ese día, y no podía desearle a nadie la devastadora tristeza que a veces le azotaba. Se miró el vestido, recorriendo los bordes dorados con las manos. Por un momento se había olvidado de él.

Entró a la residencia con cuidado. Alcanzó a ver a Gwen desaparecer entre los pasillos, pero no ganaba para disgustos. Se tomó su tiempo para pensar, pedir su ropa a los sirvientes y salir de ahí volando con la espinita clavada de no haber logrado encajar con Gwen como hubiera querido.

La guardia Pendragon regresó sin haber localizado a Catherine, por lo que supuse que debía estar oculta en algún lado. No quedaba otro remedio que enviarle un patronus para que recibiese mi mensaje, así que eso hice antes de regresar nuevamente a las mazmorras del castillo. Las siguientes horas las pasé utilizando la magia de sangre para localizar en el mapa de Ouroboros a ciertos individuos de los cuales había obtenido muestras. Incluso localicé a mis hermanos, todos juntos. No me habían avisado para esa reunión, y desconocía la razón para ello. Lo cierto es que ya los vería el día de la boda con el anodino Lothbrok, que para nada era digno de mi hermana.

Me retiré a mis aposentos tras terminar mis prácticas de magia, cerrando la puerta tras de mí. Por hoy ya no tenía más ganas de relacionarme con nadie, y empezaba a estar frustrado de los pocos avances en la isla. Todo iba demasiado lento. Puede que la misión esa de la máquina ya estuviese en marcha, pero ni siquiera nos habían avisado. Con esa actitud daban ganas de ir a fuego y sangre, dejando de lado otro tipo de métodos más sibilinos. Intenté relajarme un poco, sacando del baúl que tenía junto a la cama unas agujas de tejer, continuando con una pieza de crochet que tenía a medias. Con esa haría una especie de pañito para los nidos de los huevos de dragón, y el resto los pondría junto a la colección de cupcakes draconianos heredados de la abuela. Después de más de una hora tejiendo había conseguido relajarme lo suficiente, yéndome a dormir al terminar.

Basicamente, me aburría bastante. Al parecer ya no podíamos ir quemando cosas por ahi, y ya no habia podido comerme a ningun guardia más, civil, animal, o criatura más en aquella isla.  Me preguntaba cuanto tiempo más pretenderían emplear antes de hacernos con el control de Ouroboros.

Para paliar mi aburrimiento habia decidido buscar a Wthyr y hablar un rato con él. Entré a sus aposentos, pero me lo encontré dormido. Hice una mueca de contrariedad acercandome al joven, que estaba sopas, de modo profundo.

- Tiene el sueño casi tan profundo como un dragon. - me sonreí  y me fijé en que había estado haciendo crochet. Puse los ojos en blanco por lo desordenados que eran sus puntos...extendí aquel pañito, era bastante lindo y suave, me habria gustado de no ser porque los puntos no estaban en perfecto orden. Gruñí por lo bajo, quedamente, estuve a punto de escupirle una llamarada de fuego al crochet pero es que en el fondo me gustaba. Miré a W, y agarré el paño, y las agujas. Me lo quedaría de bufanda, en cuanto lo arreglase, claro está.

Salí de alli de puntillas tan silenciosamente como habia entrado. Eso si, abriendo y cerrando la puerta tres veces antes de dejarla del todo cerrada y poder irme de verdad.

Desperté temprano a la mañana siguiente, descubriendo al poco rato que alguien se había llevado una de las cosas que había estado tejiendo. Aquello me extrañó un poco, aunque supuse que debía haber sido alguien de la familia. No le di más importancia, me vestí y preparé para lo que tenía que hacer ese día. Sabía que mis hermanos estaban con los temas de la boda de Shyvanna, pero yo tenía pendiente el seguir haciendo contactos con los Descendientes.

Al salir al patio de armas pregunté a los guardias si había alguna noticia de la Le Fay. Nada. O bien seguía con su cabeza en el agujero o bien me estaba ignorando deliberadamente. Ya veríamos qué pasaba. Por ahora me interesaba más contactar con Da Vinci, que al parecer no se había llevado mal del todo con mis hermanas. Ponerlo de nuestro lado podía ser útil, por sus habilidades en la creación de artefactos. Por ello salí del castillo dispuesto a ir a visitarlo a su taller, desapareciéndome de la montaña para ir hacia la civilización.

Lo de “princesa” Le Fay casi le gana un manotazo a Ian de los gordos, pero Sean y Giordano empezaron a hablar por el comunicador y su amigo le dijo que no tenia nada que ver con la lavadora. Pues tendría que ir a revisarla y también ir de compras apresuradas. Le mandó un mensaje a Kyllian de que tardaría un poco y cuando Ian estuvo listo se aparecieron en las Montañas. El frío arreció y Catherine se metió un poco más en su abrigo blanco mientras apretaba con fuerza la mano de Ian.

Le pareció distinguir al Wthyr en una zona donde se encontraban los dragones y ladeó la cabeza hacia Ian -Que seas consciente de que va a usar todas sus palabras, artimañas y artes para que te enojes y le pegues un puñetazo y tener la razón, acusar al Consejo y toda la mierda. Así que … No dejemos que se cuele- Indicó y fue caminando haciando donde estaba el susodicho sintiendo las miradas de los dragones inmediatamente. Catherine intercambió una mirada con los más cercanos que estuvo cargada de curiosidad y recorrió la mirada buscando a alguien: Nekros. Pero no lo encontró, se humedeció los labios con expectativa.

Al llegar a donde estaba Wthyr sonrió abiertamente -Wthyr Pendragon- lo de “cabrón” se lo guardó – Pensé que tendría que viajar hasta Avalon para encontrarte- Dejó caer esa perla por si acaso -Vengo a poner en claro un par de asuntos sobre tus difamaciones paranoicas sobre mi esposo. Disculpa mi tardanza…-Se llevó una mano al pecho con tristeza fingida -Tenía cosas importantes qué hacer y me gusta enfrentar las confusiones de forma personal, no a través de un patronus- Expresó con un tono bastante neutro, intentando controlar el rintintin que tenía -En vista de que no lo conoces, te lo presento: Ian Hacksaw; es mi esposo y en ningún momento vino a atacar ni el castillo de la isla donde te estás alojando, ni tu familia, ni a tus guardias…Porque de haberlo hecho, no habría castillo, no habría guardias y tampoco familia- Advirtió con una sonrisa bastante amplia, quiso agregar algo más como que no dejaba “venganzas a medias” como había hecho él en su residencia. Pero supuso que sería tirar demasiado del cordón. -Creo que con esto aclarado…A menos, por supuesto, que tengas alguna otra paranoia….- Arqueó una ceja y lo miró, esperando que hablara. Luego se tocó suavemente la muñeca  como si tuviera un reloj -Tic tac. Tenemos una agenda que seguir. -

El encuentro con Eire no había resultado muy fructífero, y tampoco había logrado reunirme con Da Vinci. Después de aquello regresé a las montañas, transmitiendo a la guardia y a los principales vasallos la información recibida. También había tenido un breve encuentro con mis hermanos para pasarle esos mismos datos sobre lo que se sabía sobre la misión. No duró mucho, estaban ultimando detalles de la boda. Yo permanecí bastante ajeno a eso, saliendo al exterior para hablar con los dragones. Me encontraba junto a Smaug cuando escuché, por fin, la voz de Catherine Le Fay. Desvié la mirada sin girar la cabeza por el momento, sintiendo una especie de triunfo interno por haberla hecho venir. Claro, el mensaje.

- El patronus era para invitarte a venir y es evidente que ha funcionado. Por fin podremos hablar cara a cara. Eres escurridiza...mis guardias no pudieron encontrarte. - supuse que tendría protecciones mágicas en su casa, o alguna de esas cosas. Terminé de girarme, encontrando también al Hacksaw. Al parecer no podía venir sola. - ¿Difamaciones? no llamaría así a tratar de estrangular a mis guardias ahogándolos dentro de sus armaduras. Las corazas estaban tan retorcidas que casi se asfixian. - lancé una mirada amenazante a Ian, añadiendo después. - Hubo testigos, acusaron a Hacksaw. Habéis incumplido lo que se prometió. - dejé escapar un sonido sarcástico ante la bravuconada que soltó después la muchacha. Que se creía que era capaz de acabar con todo un castillo por su cuenta. - Claro, por supuesto. Venga, ve y demuestra cómo acabas con todo mi castillo. Corre. - le invité burlándome de él, y también de ella. Smaug mostró los dientes al captar el tono que tomaba la conversación. - Es más, vienes aquí de sobrada y lanzando una amenaza velada. No vayas por ahí, no te conviene... - advertí a la chica, avanzando varios pasos hacia ella cuando dijo lo de la paranoia. Clavé mi mirada en la suya, evaluando sus gestos. Lo de la ropa ridícula me había llamado la atención, pero resultaba bastante irrelevante. En cuanto a su actitud...o mentía muy bien o no tenía ni idea. Tal vez su marido le mintiese. Puede que fuese interesante hacerle sentir a ella la paranoia de la que tanto hablaba, así que cerré un puño para usar mi magia de sangre sobre Ian, provocando que su circulación se ralentizase hasta tal punto que no le llegase sangre suficiente a los órganos principales. Seguro que sólo era "paraonia". Sugestión.

- Pues vete a seguir con tu agenda, tu visita para mentir ha resultado ser bastante mediocre e inútil. - seguí con el puño cerrado, haciendo un gesto con la otra mano para que se largasen. El dragón dejó escapar un cavernoso gruñido.

Aparecí en las montañas junto a Catherine, muy cerca de la residencia de los Pendragón. Por un lado no quería estar allí, pero por otro tenía muchas ganas de soltarle un golpe. Por eso gruñí molesto cuando Catherine me advirtió que me aguantase aunque se pusiera a provocarnos. - Pero...se supone que veníamos a pegarle, ¿no? que con esta ropa blancucha quedarían bien las manchas de sangre. - me quejé por lo bajo mientras nos acercábamos, inspirando profundamente para no no saltar sobre el Pendragon al verle. Estaba con varios dragones, uno de ellos conocido para mí. El maldito Smaug que tantos problemas dio en Bastion Hollow.

Dejé que comenzase a hablar ella, que le dejó claro que sus acusaciones eran infundadas. Apreté un poco más fuerte la mano de Catherine en señal de aprobación a lo que estaba diciendo, y también en parte para contenerme en aquello de golpear. Me estaba costando, pero en forma humana sí era capaz de controlarme. En esos momentos deseé que fuese luna llena. El otro empezó a responder con borderías, pero cuando dijo lo de las corazas retorcidas...caí en la cuenta de que no se estaba refiriendo a mí. Metal...estaba hablando de mi padre, al que tal vez no conociese. Él no se había contenido, y no podía decir que me molestase. Había hecho lo que yo quería. Tensé la mandíbula mientras avanzaba un par de pasos, tirando de Catherine conmigo.

- Hacksaw equivocado, idiota. Infórmate un poco mejor. Ha sido mi padre, no yo. Ese va por libre. Y ella tiene razón, si estáis aquí es porque lo permitimos, porque si nos diese la gana podríamos desalojaros rápidamente y de malas formas de este sitio. Vosotros sois los que no debéis tentar vuestra suerte. Además, las mierdas que hicisteis al entrar no se borran de un plumazo. Si acaso considera el ataque como una cuenta saldada. - Aedan había tenido que pasar por el hospital con hipotermia, y todo por culpa de los Pendragon. El frío de la montaña era como un recuerdo de aquello, helaba el aire en los pulmones. Tal vez fuese ese frío intenso el que empezó a provocar que me costase respirar en condiciones, teniendo que hacer un esfuerzo que traté de disimular para no aparentar debilidad ante el enemigo. Aflojé un poco la mano de Catherine al empezar a marearme, sin entender aquello porque la altura de la montaña tampoco era como para eso.

-Con palabras. Si le pegamos con la mano la liamos- Se rió Catherine, porque le hacía mucha gracia la forma de Ian de adecuarse a la ropa clara. Verlo rodeado de dragones realmente debería haberla puesto  en aviso pero dudaba de que tuviera las agallas de quemarlos vivos. Y si lo hacía, Sean sabía exactamente donde estaba; lo que le daba ventaja al Consejo sobre los Pendragon.

Aquello de ser escurridiza hizo que alzara una ceja -Dudo mucho que tus guardias, de haberme encontrado, me hubiesen hecho venir aquí. Tenlo en cuenta si me quieres convocar una próxima vez. La narración de los hechos hizo que pronto la morena empezara a  -Eso es control de metal e Ian no controla el metal, Wthyr. Pregunta donde quieras- Aclaró finalmente con el ceño levemente fruncido y entonces Ian reaccionó, Catherine sonrió levemente de lado porque aun así estaba controlándose pero le dio un cachetazo verbal. Tal vez debería llevárselo a las reuniones del consejo -Cuando quieras puedes mostrarme a tus testigos. Dime sus nombres y podré cuestionarlos en persona junto a ti, si eso os deja más tranquilos, por supuesto- Añadió.

Y entonces escuchó la invitación a destruir el castillo. Catherine le miró de arriba abajo negando con la cabeza con suavidad -¿Y caer en tus provocaciones? ¿Hacer esa gran…venganza que esperas desde que destrozaste mi casa y pusiste a mi familia en riesgo? No, Wthyr. No soy Uther Le Fay- Cuando mencionó eso intensificó su mirada, viéndolo acercarse -Tampoco soy Morgana. No te ciñas a lo que dice la historia de mis antepasados porque soy distinta. Te servirá saberlo. No lanzo amenazas, advierto de una verdad factible- Aquello de no ir por ese camino hizo que exhalara largamente y entonces sintió que Ian le soltó un poco la mano, aquello le extraño asi que ella se la agarró con más fuerza.

“No le pegues…No vale la pena”, le envió un mensaje mental.

Cuando le soltó aquello de mentir Catherine cambió el gesto, no había mucha soberbia sino más bien molestia. No lo dudó, alrededor de los tres todo se difuminó y la escena que se vivió en el salón del parlamento cuando Desmond atacó se presentó ante ellos. Catherine histérica se encontraba atada por las manos y los pies, con Aedan llorando entre sus brazos viendo como Adam lanzaba sus ataques de metal contra su propio hermano. Su propia oscuridad lo había protegido del fuerte ataque y aunque Adam la había visto confundido, Catherine había soltado aquello de que no le hicieran daño mientras lloraba. Pero Adam siguió a lo suyo mientras ella se deshacía de las esposas -La sangre te llama, muchacha- le había dicho Desmond, sus últimas palabras.  Aún podía sentir el escalofrío que le había recorrido en ese momento y que ahora le ponía la piel de gallina. La imagen se distorsionó y volvieron a donde estaban, Catherine mantuvo su vista fija en Wthyr -No miento. Puedes creerme o no. Esa, en efecto, es tu decisión-

Tanto la Le Fay como su esposo aclararon que el manejo del metal no era la habilidad que él tenía, apuntando a un nuevo culpable. Al parecer era cosa del suegro de Catherine, aunque Adele no había especificado el nombre. Poco importaba que no hubiese sido él, la afrenta venía de esa familia. - No delataré a los aliados. Simplemente no dieron más datos que el apellido. Ahora ya sé a quién debo acusar. - repliqué de modo desdeñoso refiriéndome al que había mencionado el otro. Mantuve el puño apretado para seguir ejerciendo la magia de sangre sobre Ian, aunque eso no me impidió seguir la poco amistosa conversación con Catherine.

- No es una provocación, te expongo la realidad. Tu sentimiento de superioridad puede salirte caro. Haz lo que creas conveniente, que yo haré lo mismo. - negué con la cabeza cuando dijo ese nombre, era erróneo. - No era Uther, sino Urien. Urien Le Fay. Veo que alguien no estuvo atenta en el parlamento...- comenté con sorna tras la corrección, aunque el nombre tampoco era tan relevante. Claro que no era Morgana, y por supuesto que ninguno nos parecíamos a nuestros antepasados. Tal vez Arturo y Morgana habrían ignorado por completo al Consejo de los 20, si éste hubiese existido en su tiempo.

Solté un leve sonido de molestia cuando reprodujo una ilusión para los tres presentes, mostrando lo que sucedió el día que cayó su hermano. Charles lo había poseído en ese momento, por lo que la frase de "Desmond" era en realidad una frase de Charles hacia Catherine. Tendríamos que consultar con su espíritu en el Sanguis Ligno para interpretar qué quería decir. - Por supuesto...sigues obviando que tu linaje y el mío se mezclaron. Tal vez deberías seguir analizando esa frase. - comenté mientras me daba la vuelta para dirigirme hacia Smaug justo en el momento en que deshizo la ilusión. Le parecía importante remarcar que no mentía. - Me da igual que no fuese tu marido. - a él pasaba de dirigirle la palabra, era un plebeyo que ni la merecía. - Fue un Hacksaw. Y los hechos son los que son. Eso es lo que creo. Es una irregularidad que pondré en conocimiento del resto de miembros del Consejo. Han de saber que se ha vulnerado lo pactado. Vuestra cortesía deja mucho que desear, y más si de verdad queréis incluirnos como aliados en la lucha contra la máquina. No toleraremos una falta de respeto más. - en ese momento fui abriendo el puño lentamente, de modo que la magia de sangre dejaría de actuar en él de manera progresiva. Tras eso subí al cuello del dragón, que había bajado el cuello para facilitarme el acceso. Trepé por sus escamas hasta encaramarme en el lugar apropiado, sujetándome antes de que la criatura comenzase a batir las alas.

- Tengo asuntos que atender. Trataré los de la misión con alguien que muestre más madurez. - dicho eso alcé el vuelo junto a Smaug, abandonando la isla para dirigirme hacia Ávalon, nuestro hogar verdadero.

El muy desgraciado decidió ignorarme deliberadamente, enzarzándose en una batalla dialéctica con Catherine. Al menos parecía haberse caído del burro, aceptando que no era yo el del ataque. Tampoco me pareció peligroso que supiese que era mi padre, estaba seguro que las quejas del Pendragon iban a ser ignoradas por el Consejo. A nadie le caía bien, no la iban a admitir a trámite. En cuanto a mi padre...él era capaz de defenderse si intentaban algo, y yo estaría con él, por supuesto.
Quise intervenir para decirle que cerrase la maldita boca, pero conforme pasaban los segundos me iba encontrando peor. Mi respiración se hizo lenta y pesada, comencé a ver borroso y parecía que me iba a caer de un momento a otro. Los labios empezaron a ponerse morados por la falta de oxigenación, al igual que las manos. El mensaje de Catherine me hizo reaccionar un poco, aunque mis pensamientos dirigidos hacia ella fluían con lentitud.

"no...no voy a atacar ahora. No entiendo nada...me siento raro"

Intenté aguantar para no darle el gusto al tipo de verme así, aunque no comprendía qué me estaba pasando. Tuve que apoyarme en el hombro de Catherine para no caerme, bajando un poco la cabeza mientras que él se subía en el dragón. Mis planes de pegarle a la mierda, pero en ese momento sólo quería que se largase de una vez. Cuando por fin escuché el batir de alas me sentí aliviado, y parecieron aflojarse un poco las malas sensaciones que me habían invadido antes.

- Aghh...qué puto insportable. Le odio. -

-Superioridad. Y me lo vienes a decir tú…- Se rió, esta vez fue una carcajada limpia pero decidió no responder a nada más. Wthyr venía con su cara tan pancha a decirle que ella tenía complejo de superioridad -Que sí lo tenía, dependiendo de con quien se encontraba- pero lo aceptaría si se lo dijera …Azahar, Jo,  Anteia, Lyran, Kyllian, Lykaios y probablemente cualquier Knox o persona honorable que hubiese conocido. ¿ Pero de los Pendragon? Le daba igual lo que le decía, para serle sincera -Ay, pues ya ves, te dije que no vivía en el pasado. Estaba más atenta a mi familia en urgencias y luego al asesinato de Matvey por tu alianza con Bella. Detalles…- Dijo alzando suavemente el hombro pero entonces se dio cuenta de que Ian estaba cada vez más raro. Apartó la vista de Wthyr para mirar a Ian que estaba mucho más pálido de lo normal y la ropa en colores claros no ayudaba.

-No lo obvio. Decido deliberadamente tratar de que no me relacionen con ustedes porque no actuáis como yo lo haría. Intentáis haceros con el Consejo de la peor forma posible porque no lo conocéis desde dentro. Trabajáis con poca inteligencia, doblegando con artes cuestionables. No, no quiero que me vinculen con los Pendragon- Le respondió directamente apretando la mano de Ian con fuerza. Estaba muy segura de que Wthyr le estaba haciendo algo pero no podía acusarlo. Catherine le miró con un gesto bastante hosco cuando soltó aquello de “No toleraremos”, quiso decirle tantas cosas…Tantas… Pero la paz de la isla era más importante en ese momento. SAM era la prioridad, mantuvo templado su temperamento y respiró profundamente -Intenta con Jack, Wthyr, seguro le encantará ver tu cara- Sugirió Catherine con una sonrisa envenenada y cuando el Pendragon se fue se giró hacia Ian pálida como la leche.

-Amor… - Lo cogió de los brazos mirándolo y negando con la cabeza -¿Lo odias? El maldito te ha hecho algo. No sé el qué. Era su forma de advertirme… Agh… Vamos al hospital, con esa cosa de la sangre… Rhaegar podía hacer cosas chungas Ian, no me fio. Debería estudiar los apuntes de Rhaegar joder...para saber- Murmuró y lo abrazó, recargando su peso en ella. Pero antes de irse pensó en algo en particular, algo que había aprendido a lo largo de sus años, parecido a las tres reglas de Matvey sobre los demonios también había adquirido otro conocimiento gracias a Nekros. Los dragones eran una raza solemne, orgullosa y antigua. Giró suavemente la cara hacia los dragones que aún estaban allí y habló con firmeza -Que el camino salga a vuestro encuentro. Que el viento siempre esté detrás vuestro y la lluvia caiga suave sobre vuestros campos. Y hasta que nos volvamos a encontrar, que los Dioses os sostengan suavemente en la palma de su mano. Que viváis por el tiempo que  queráis, y que siempre queráis vivir...libre y plenamente- Una bendición que había aprendido hace mucho y que siempre usaba con Nekros, no completa...Pero la usaba. Ladeó la cabeza hacia Ian y apoyó su frente en la de él antes de desaparecerse rumbo al hospital.

Cuando ingresó al castillo los guardias en seguida hicieron una reverencia pero mantuvieron las alabardas cruzando la puerta cuando vieron los que le seguían -Vienen conmigo- Informó con tranquilidad y empezó a caminar de nuevo tratando de sacarse un poco de la nieve de encima para que no se le mojara demasiado la ropa -¡Shyvanna!- Escuchó la voz de Artamir y ella se giró para mirarlo con una sonrisa grande, muy distinta  al rostro que había tenido cuando se alejó de Sean, la rubia le echó los brazos al cuello apretándolo con fuerza -Todo está bien. No me hizo nada y no estoy maldita pero me ayudo a entender varias cosas que… ocasionaron todo. Te prometo explicártelo después, ahora tengo invitados – Artamir echó una mirada hacia atrás con un gesto inescrutable. S le dejó un sonoro beso en la mejilla y le sonrió - ¿Te unes?- Él negó y se retiró de allí inmediatamente.

Shyvanna sonrió a sus invitados y detuvo a una de las chicas que formaban parte del servicio -Traeme de tres Pepsi White y esas galletitas de bacon  y chocolate blanco…mmmmm… Y pescadito para Svart- La sola idea de aquellos aperitivos le resultó exquisita. Shyvanna se había obsesinado con las Pepsi White tanto, tanto, tanto que las había comprado en cantidades industriales y la receta por lo que el boom mediático había dicho que no había tenido éxito. Patrañas. La familia Pendragon se había hecho con todas las pepsis para complacer a su hija -Os encantarán- Era una deliciosa mezcla de la bebida de cola con yogurt, lo que le daba su exclusivo tono blanco -Vamos al salón- Dijo ladeando la cabeza y guiándolos hacia uno de los salones pequeños que ya había sido adecentado con una decoración bastante agradable y en cuya chimenea ya ardía un fuego pequeño. S se sentó en uno de los sofás y empezó a sacarse la armadura para volar sobre dragones sacudiéndola -¿Venías a ver si Svart estaba bien, Reiv? Menuda maña tienes con los dragones. Si fueras un Pendragon estarías unido a mi Brigada- Mencionó sacándose la capa y también quitándose el moño para dejar caer su cabello rubio. Definitivamente, poniéndose cómoda para estar en casa.

El abrazo de Svart era todo lo que necesitaba para ser feliz ahora que sabía perfectamente que Reiv estaba bien. Se restregaron las caras y le dio algunos besos en señal de que le había echado de menos. Incluso le hizo algunos elogios por lo grande que estaba. Se pasó a abrazar a Reiv, tirándose a su lado con cuidado en cuanto lo escuchó hablar. Mientras él no la hubiera atacado, todo bien. Svart no se había atrevido. Se mantuvo con la oreja pegada al pecho de Reiv por unos minutos, asegurándose de que todo estuviera bien hasta que la rubia habló. Se sentó en la nieve para verla, asintiendo a lo de hablar, pero sonrojándose a tal punto cuando preguntó que si amaba a Reiv, que volvió a quedarse callada, tratando de ocultar la sonrisita que afirmaba que le quería, agachando un poco el rostro. Tirada en la nieve, la chica no se veía tan inalcanzable como el resto de sus hermanos.

Miró el brazo de Reiv y luego a ella. Si ella sanaba era algo que tenían en común. Recordó entonces que quería disculparse por no asistir a su boda, pero con Reiv ahí... mejor no decir nada, no decir que se habían visto antes o que había sido invitada. No pudo decir nada a lo de ir al castillo, pues no tenía idea de lo que había pasado y Reiv tampoco parecía ir en condiciones. Tenía miedo de moverlo volando al hospital, por si era mucha la altura. Así que terminó por ayudarle, junto a Svart, para ir después tras Shyvanna.

Aquella vez, a diferencia de las otras, no se detuvo para verificar los decorados de la habitación a la que llegaron. Ayudó directamente a Reiv a echarse en uno de los sillones y ella se arrodilló en el suelo a su lado, dejándole un beso en la mejilla antes de poner la mano sobre su corazón. Tenía demasiado pendiente por las cirugías y todas las cosas por las que Aldaron le había dicho que necesitaría reposar en el hospital. Sonrió suavemente a lo de que Reiv fuera Pendragon. El pensamiento le gustó, quizás porque ahí, en la montaña, encima de todo, veía los problemas con los Pendragón bastante lejanos. Además, le gustaba que vieran el valor del moreno.- Gracias por ayudarle, Shyvanna. Estoy... agradecida. De verdad.- Si no hubiera llegado...- Y siento mucho los problemas que te hemos dado.- En su mirada también incluía los que ella le había dado en el pasado.- Reiv debería estar en el hospital. Tiene cirugías recientes. ¿Qué haces aquí?