Recuerdo del primer mensaje :
fin SB por curas
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Lo que hizo resultó, y aunque comenzaba a dolerle la cabeza de mantener la red telepática, y a Shyvanna bajo control, el alivio de sentir que sus heridas se curaban le permitió mayor claridad mental.
Aun así, no apartó la mirada de la mujer rubia, en ningun momento. Oia sus pensamientos y no solo eso, sentía la cantidad de odio que emanaba...hacia ella....hacia el Consejo...hacia todos los que no creyesen en sus mismas creencias. Hacia todo aquel que no apoyase su objetivo.
"Quien ejerce una fuerza despiadada contra sus enemigos...se sorprende y ofende de que le respondan del mismo modo...? Lo que no quieras que te hagan a tí, no lo hagas a los otros. No solo vuestra sangre baña esta tierra... no fuimos nosotros los primeros en hacer derramar sangre."
Respiró con fuerza mientras las heridas se cerraban, pero no podía dejar de mirar a Shyvanna. Sus ojos también se empañaron de lagrimas. No sabía si por...miedo ante la férrea determinacion de venganza de la mujer, o por pura compasión y lástima....por ver un alma tan llena de carencias. Quizá por ambas.
"Si tan desprovistos de virtud nos ven en el Cosnejo, examinaos a vosotros mismos. No puedo odiaros de vuelta. La venganza eterniza los odios."
Poco a poco, el miedo remitía. Dejó que su odio la atravesara como una flecha atraviesa un banco de niebla. Sin afectarle, dejando solo una trémula estela antes de que todo volviera a ser un banco de niebla, espeso, inamovible e imperturbable.
"Venganza .... Fuego y sangre.... Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas, Shyvanna Pendragon"
Y con eso, cortó su conexión mental con ella, totalmente, aunque no el control. Poco después, deshizoe la red telepática, la presión ya era grande como para mantenerla. Al tiempo que veia como los dragones se retiraban, se iban.... Se quedó sentada en la silla que le habia sacado Adael de la nieve.
Se masajeó la sien, dolorida. Ese dia habia hecho algo que no creia haber podido hacer nunca, si quiera en sus largas sesiones de entrenamiento. Pero estaba orgullosa de haber podido ganar una batalla sin terminar de lucharla.
Observó al muchacho que preguntó por Catherine, y lo miró preocupada.
- ¿quieres que intente contactar mentalmente con ella?
Luego asintió suavemente a la petición de Adael hacia Matvey....de dejar descansar a los muertos. Los soldados comenzaron a retirarse, y Matvey propuso algo muy, muy drástico.
- Pero Matvey...no sabemos como afectará eso al resto de la isla....y si Ouroboros se resquebraja entera...? No sabemos hasta donde llegan las raices del arbol y....no hemos evacuado al a población... - se quedó en silencio nuevamente. - Van a volver, eso seguro. Voy a avisar a Sofia...
Mandó un mensaje mental a Sofia, pidiéndola que acudiese a ella, que de momento no habria peligro. Entonces el dragon raro de Matvey tomó tierra...con la sacerdotisa entre sus garras.
- Que has hecho Matvey? - preguntó sorprendida, porque hubiese tomado una rehén. Algo que no debería haber hecho en su opinión. - Acrecentarás su odio. Debemos liberarla.
Era la que había intentado afectar con su habilidad de meditación, dejándola sin ganas para la lucha. De momento, no querría pelear pero....
Mei seguía sin estar convencida, no sabía el alcance de ese arbol tampoco. Quizá la sacerdotisa pudiera responder a sus preguntas....
- Interroguémosla y dejémosla marchar. Antes de arriesgarnos a partir Ouroboros. - pidió a sus compañeros. - No me será dificil. - se puso en pie acercándose al ominoso dragón... disponiendose a usar su legeremancia en Gwen.
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114 PS+70 Shy = 150/150 PS a ful de mango
ataque legeremántico a Gwen
30 dado + 40 stat + 10 hab. + 5 canalizador + 0 capa rúnica (3CD)= 85 a Gwen (no daña)
Quiero ver información sobre tu labor como sacerdotisa con el árbol y como aplacarlo, todo lo relacionado con ello.
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Lo que hizo resultó, y aunque comenzaba a dolerle la cabeza de mantener la red telepática, y a Shyvanna bajo control, el alivio de sentir que sus heridas se curaban le permitió mayor claridad mental.
Aun así, no apartó la mirada de la mujer rubia, en ningun momento. Oia sus pensamientos y no solo eso, sentía la cantidad de odio que emanaba...hacia ella....hacia el Consejo...hacia todos los que no creyesen en sus mismas creencias. Hacia todo aquel que no apoyase su objetivo.
"Quien ejerce una fuerza despiadada contra sus enemigos...se sorprende y ofende de que le respondan del mismo modo...? Lo que no quieras que te hagan a tí, no lo hagas a los otros. No solo vuestra sangre baña esta tierra... no fuimos nosotros los primeros en hacer derramar sangre."
Respiró con fuerza mientras las heridas se cerraban, pero no podía dejar de mirar a Shyvanna. Sus ojos también se empañaron de lagrimas. No sabía si por...miedo ante la férrea determinacion de venganza de la mujer, o por pura compasión y lástima....por ver un alma tan llena de carencias. Quizá por ambas.
"Si tan desprovistos de virtud nos ven en el Cosnejo, examinaos a vosotros mismos. No puedo odiaros de vuelta. La venganza eterniza los odios."
Poco a poco, el miedo remitía. Dejó que su odio la atravesara como una flecha atraviesa un banco de niebla. Sin afectarle, dejando solo una trémula estela antes de que todo volviera a ser un banco de niebla, espeso, inamovible e imperturbable.
"Venganza .... Fuego y sangre.... Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas, Shyvanna Pendragon"
Y con eso, cortó su conexión mental con ella, totalmente, aunque no el control. Poco después, deshizoe la red telepática, la presión ya era grande como para mantenerla. Al tiempo que veia como los dragones se retiraban, se iban.... Se quedó sentada en la silla que le habia sacado Adael de la nieve.
Se masajeó la sien, dolorida. Ese dia habia hecho algo que no creia haber podido hacer nunca, si quiera en sus largas sesiones de entrenamiento. Pero estaba orgullosa de haber podido ganar una batalla sin terminar de lucharla.
Observó al muchacho que preguntó por Catherine, y lo miró preocupada.
- ¿quieres que intente contactar mentalmente con ella?
Luego asintió suavemente a la petición de Adael hacia Matvey....de dejar descansar a los muertos. Los soldados comenzaron a retirarse, y Matvey propuso algo muy, muy drástico.
- Pero Matvey...no sabemos como afectará eso al resto de la isla....y si Ouroboros se resquebraja entera...? No sabemos hasta donde llegan las raices del arbol y....no hemos evacuado al a población... - se quedó en silencio nuevamente. - Van a volver, eso seguro. Voy a avisar a Sofia...
Mandó un mensaje mental a Sofia, pidiéndola que acudiese a ella, que de momento no habria peligro. Entonces el dragon raro de Matvey tomó tierra...con la sacerdotisa entre sus garras.
- Que has hecho Matvey? - preguntó sorprendida, porque hubiese tomado una rehén. Algo que no debería haber hecho en su opinión. - Acrecentarás su odio. Debemos liberarla.
Era la que había intentado afectar con su habilidad de meditación, dejándola sin ganas para la lucha. De momento, no querría pelear pero....
Mei seguía sin estar convencida, no sabía el alcance de ese arbol tampoco. Quizá la sacerdotisa pudiera responder a sus preguntas....
- Interroguémosla y dejémosla marchar. Antes de arriesgarnos a partir Ouroboros. - pidió a sus compañeros. - No me será dificil. - se puso en pie acercándose al ominoso dragón... disponiendose a usar su legeremancia en Gwen.
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114 PS+70 Shy = 150/150 PS a ful de mango
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30 dado + 40 stat + 10 hab. + 5 canalizador + 0 capa rúnica (3CD)= 85 a Gwen (no daña)
Quiero ver información sobre tu labor como sacerdotisa con el árbol y como aplacarlo, todo lo relacionado con ello.
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El miembro 'Mei Xian' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Ataque' :
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Rehén voluntaria de Ávalon...esa frase de Matvey me golpeó con toda su realidad, porque en el fondo sabía que así era. Ella podía decidir vivir en la cabaña del bosque, pero a la hora de la verdad seguía ligada a Ávalon, donde estaba incomunicada y apartada de todo. Lo que no entendía era por qué no contestaba al espejo. Aunque las cosas no estuviesen bien entre nosotros, sabía que Cath no me ignoraría deliberadamente. Debía pasar algo más.
- Sí, que quería ir a ver a Gio allí. No tengo muy claro por qué. - respondí a Matvey sin poder seguir mucho más la conversación, pues aún seguía en plena batalla tratando de controlar demonios y demás muertos vivientes. Gruñí frustrado al ver al dragón llevándose al medio muerto Wthyr, al final huían escaldados.
- ¡Eso, eso, largaos como los cobardes de mierda que sois! ¡Menudo repaso os han dado! - solté furioso, soltando después un grito de frustración por todo junto. Eso de odiar era agotador. Cuando miré a Mei todavía tenía ese odio en la mirada, pero traté de suavizarlo porque ella me ofreció ayuda para localizar a Cath. - Por favor, contacta con ella. - le pedí, con tono preocupado. Tampoco obtuve respuesta, la mentalista se concentró durante unos segundos, pero el resultado fue que ella se encontraba "fuera de cobertura". Mei no podía acceder a su mente. Eso sólo podía significar que estaba en Ávalon, era una pista. Le agradecí porque ya había hecho algo, tendría que tirar por ahí.
Me importaba una mierda la batalla contra los Pendragon, si tenían que partir Ouroboros o hacer lo que fuese para solucionar lo del árbol aquel. Sólo era una isla, por mucho que fuese su hogar. - La buscaré. Necesito asegurarme de que está bien. - aseguré a Matvey antes de marcharme, creí que debía saberlo. Tras eso me desaparecí de la isla. El plan aún no estaba muy claro...
Gwen Pendragón
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Estaba dispuesta a hacer que la mujer cuya sangre me pertenecía ahora se lanzase por el precipicio. Sin embargo una apatía tremenda, más bien tristeza me envolvió. Las ganas de luchas cesaron y a pesar de intentar defenderme tanto el ataque de Wthyr como el de los demonios me había alcanzado de alguna manera.
Estaba herida y todo lo que observaba a mi alrededor era desesperante. Los dragones cayendo, sus hermanos también... la sangre sobre el terreno... Sin saber como la desesperación llegó hasta mí y clavada de rodillas entre nieve, tierra y sangre no podía parar de gritar que todos acabaríamos muertos, mis hermanos, Catherine, su hijo...la isla...
En tal caos se encontraba mi cerebro que apenas fui consciente cuando algo me elevó a los cielos y me retornó a tierra. No paraba de llorar, borracha de tristeza.Y nuevamente, algo me hizo pensar...
En mi mente recordé las imágenes que habían formado parte de mi vida, aquellas en las que desde pequeña me enseñaban a ejercer mi labor, rituales , alabanzas, sacrificios...el sacrificio de mis padres, las plegarias para ayudar a otra gente... todo era similar, ofrendas de sangre al Sanguis Ligno, humana o animal, pero en su mayoría se trataba de mi propia sangre. Conversaciones con él, su copa brillando.
Aquellas veces en las que me enseñaron que yo debía servir como su sacrificio para prorrogar la vida de Ávalon y sus habitantes, o alguno de mis hermanos en su lugar. La aceptación... Las escasas visitas a las hadas, en sus grutas oscuras y destellantes, donde cuidaban de sus raíces a cambio de obtener algo del poder que con la marcha de Morgana habían perdido.
Libros, manuscritos con la historia del Sanguis Ligno, todo aquello de lo que tenía conocimiento, así como mi única forma conocida de acabar con él. Aquella que había intentado, volver a Ouroboros donde no existía, donde no podía alcanzarnos... hasta que había valido más completar la tarea de nuestra familia que poder salvar la vida.
Llevé una mano a mi pecho sollozando incontroladamente. Ni siquiera había sido consciente de cortar el sangrado que me habían provocado las heridas.
PS: calculando...unos 100-20por SB= 80PS
No tiro dado porque la tirada máxima con mis stats no supera el ataque de Mei.
Estaba herida y todo lo que observaba a mi alrededor era desesperante. Los dragones cayendo, sus hermanos también... la sangre sobre el terreno... Sin saber como la desesperación llegó hasta mí y clavada de rodillas entre nieve, tierra y sangre no podía parar de gritar que todos acabaríamos muertos, mis hermanos, Catherine, su hijo...la isla...
En tal caos se encontraba mi cerebro que apenas fui consciente cuando algo me elevó a los cielos y me retornó a tierra. No paraba de llorar, borracha de tristeza.Y nuevamente, algo me hizo pensar...
En mi mente recordé las imágenes que habían formado parte de mi vida, aquellas en las que desde pequeña me enseñaban a ejercer mi labor, rituales , alabanzas, sacrificios...el sacrificio de mis padres, las plegarias para ayudar a otra gente... todo era similar, ofrendas de sangre al Sanguis Ligno, humana o animal, pero en su mayoría se trataba de mi propia sangre. Conversaciones con él, su copa brillando.
Aquellas veces en las que me enseñaron que yo debía servir como su sacrificio para prorrogar la vida de Ávalon y sus habitantes, o alguno de mis hermanos en su lugar. La aceptación... Las escasas visitas a las hadas, en sus grutas oscuras y destellantes, donde cuidaban de sus raíces a cambio de obtener algo del poder que con la marcha de Morgana habían perdido.
Libros, manuscritos con la historia del Sanguis Ligno, todo aquello de lo que tenía conocimiento, así como mi única forma conocida de acabar con él. Aquella que había intentado, volver a Ouroboros donde no existía, donde no podía alcanzarnos... hasta que había valido más completar la tarea de nuestra familia que poder salvar la vida.
Llevé una mano a mi pecho sollozando incontroladamente. Ni siquiera había sido consciente de cortar el sangrado que me habían provocado las heridas.
PS: calculando...unos 100-20por SB= 80PS
No tiro dado porque la tirada máxima con mis stats no supera el ataque de Mei.
No hubo gran información en la Plaza de Ouroboros, pero aquel lugar que tanta paz le había traído parecía de pronto sumido en caos. Se acercó a Reiv, tomándole con fuerza de la mano, aunque tratando de hacerlo de manera discreta, porque algo en el pecho le decía que la cosa no iba bien. Si aquel lugar al que tanto cariño guardaba estaba en aquella sensación de caos, no habría ningún lugar seguro en el mundo capaz de darle tranquilidad.
Sin embargo, eso no anulaba que la amenaza contra los Pendragón seguía activa. Había movidas en la residencia, en aquel lugar en la montaña que tanto le gustaba. No podía ver gran cosa desde la plaza, pero la nieve se sentía agitada de pronto. La tierra se agitaba y el cielo se movía en la revolución de los dragones en el aire.
Aparecer en aquel lugar no correspondía con el bello paisaje blanco que recordaba. La nieve estaba manchada. Mancillada con sangre y hollín. El olor a nieve fresca y limpia, como a agua, olía a metal, a uno que conocía bien. A hierro. La inacción del momento por la sorpresa pasó a una desesperación al ver a Smaug, y al que, por instinto, creyó que era su padre volando por los cielos. Tenía que transformarse. Sin embargo, la mirada que intercambió con Reiv puso algo aún más oscuro y fatídico en su cabeza.
No.
En la guerra no.
Demasiado Joven. Demasiado Pequeño. Demasiado Inocente.
No. Svart no estaba ahí. De eso quería convencerse, pero su pronto decidió por ella que lo localizarían más fácil si se transformaba.
Aquella fue, sin duda alguna, la transformación más rápida de su vida. La prisa le hacía bombear el corazón con fuerza. Los dragones se retiraban, y los Pendragón también. Y Smaug también. No sabría por qué, pero había algo extraño en el olor de la montaña. Algo que no entendía, o que su cabeza no quería entender y no quería aceptar. Tomó a Reiv con poca gentileza y mucha prisa por la cola, antes de comenzar a rodear la montaña y encontrar un paisaje poco agradable. Había en el suelo dragones. Lo sabía por las manchas de sangre y los grandes bultos. Un humano, un mago, no tenían tanta sangre, no hacía volumen. Una mancha que comenzaba a ser enorme se extendía por la ladera y una más pequeña... un ser pequeño para los de su raza, alejadito de la batalla principal y de la residencia, más abajo en la ladera, se encontraba agazapado en el suelo de la montaña. Encima de la nieve blanca y roja. Con la muerte cubriendo sus pequeñas escamas en cada centímetro de su pequeño cuerpo. Hecho una esfera. Una esfera oscura. Una esfera pequeña y dormida como cada vez en la esquina del piso donde tenían buenos recuerdos. Una esfera pequeña como en la verde hierba del bosque. Como durmiendo sobre las hojas en el otoño a las afueras de Londres. Tenía atravesado el corazón con un dolor indescriptible, con lágrimas en su dracónico rostro que aún no podía describir. Rugió su nombre, su pequeño y precioso nombre una y otra y otra vez mientras descendía sobre su cuerpo para quitarle el frío entre sus alas. Rugió su nombre mientras trataba de frotar su trompa con la suya, como en aquellos recuerdos cuando le decía que era su madre. Rugió su nombre como solía hacer cuando le enseñaba a volar, a planear, a girar en el aire. Rugió su nombre como aquella vez que luchó con uñas y dientes por tenerlo, por estar con él, por amarlo. Pero ahora estaba en el suelo, inerte, inmóvil, sin vida. Rugió su nombre.
Svart. No sabía lo que significaba. Mientras la luz azul de su magia de sanación trataba sin éxito de reanimarlo, su mente pensaba en ello. Svart. Era vida. Era tesón, testarudez y tenacidad, pero era ternura. Era cariño, era el amor del hijo que nunca llegó a nacer. Era su pequeña creación, era su pequeña esfera de amor y testarudez. Svart era amistoso, valiente en medio del miedo, cauteloso en todo momento, desconfiado, y su pequeña bola de amor. Su pequeña bola de amor que yacía inerte bajo unos pocos copos de hollín y nieve después de una batalla. Yacía inerte sobre la sangre, atravesado de una lanza que había encontrado fatídicamente su camino, abandonado por los malditos que le habían traído a aquella montaña. ¡Abandonado como un vil perro! Tenía que ser un sueño. Tenía que ser otra prueba. Podía oler a Mei, podía olerla muy a lo lejos y desde un lugar primitivo en su mente. Debía ser otra prueba. Debía ser otra prueba horrible del destino. Su pequeña esfera negra no podía estar ahí. No podía estar sin responder. Le llamó de nuevo. Le suplicó de nuevo. Le lloró de nuevo y rezó a los dioses que nunca conoció para que le sacaran aquel dolor del pecho. Para que la intercambiaran a ella por él. No había perdido a nadie. Nunca había perdido a nadie. ¿Cómo se supera el dolor de una pérdida tan grande? Había evitado sentir amor por el mundo entero, pero aquel pequeño dragón había sido lo más natural y puro que había entrado en su vida. ¿Cuánto más debía pagar?
Ella había quitado demasiado al mundo; Svart solo había visto un par de cielos y un par de atardeceres. Svart solo había visto lo malo del mundo ese día, en esa montaña. Y el mundo fue demasiado para él.
Lo removió de nuevo con su trompa antes de echarse a su lado, cubriendo el cuerpo pequeño y frío con el suyo mientras lloraba amargamente por su pequeño. Mientras sufría por aquel ser de luz que se había ido de su lado.
¿A quién va a culpar?
1-4 Contra Smaug
5-7 Contra Pendragón
8-10 Contra Consejo
Sin embargo, eso no anulaba que la amenaza contra los Pendragón seguía activa. Había movidas en la residencia, en aquel lugar en la montaña que tanto le gustaba. No podía ver gran cosa desde la plaza, pero la nieve se sentía agitada de pronto. La tierra se agitaba y el cielo se movía en la revolución de los dragones en el aire.
Aparecer en aquel lugar no correspondía con el bello paisaje blanco que recordaba. La nieve estaba manchada. Mancillada con sangre y hollín. El olor a nieve fresca y limpia, como a agua, olía a metal, a uno que conocía bien. A hierro. La inacción del momento por la sorpresa pasó a una desesperación al ver a Smaug, y al que, por instinto, creyó que era su padre volando por los cielos. Tenía que transformarse. Sin embargo, la mirada que intercambió con Reiv puso algo aún más oscuro y fatídico en su cabeza.
No.
En la guerra no.
Demasiado Joven. Demasiado Pequeño. Demasiado Inocente.
No. Svart no estaba ahí. De eso quería convencerse, pero su pronto decidió por ella que lo localizarían más fácil si se transformaba.
Aquella fue, sin duda alguna, la transformación más rápida de su vida. La prisa le hacía bombear el corazón con fuerza. Los dragones se retiraban, y los Pendragón también. Y Smaug también. No sabría por qué, pero había algo extraño en el olor de la montaña. Algo que no entendía, o que su cabeza no quería entender y no quería aceptar. Tomó a Reiv con poca gentileza y mucha prisa por la cola, antes de comenzar a rodear la montaña y encontrar un paisaje poco agradable. Había en el suelo dragones. Lo sabía por las manchas de sangre y los grandes bultos. Un humano, un mago, no tenían tanta sangre, no hacía volumen. Una mancha que comenzaba a ser enorme se extendía por la ladera y una más pequeña... un ser pequeño para los de su raza, alejadito de la batalla principal y de la residencia, más abajo en la ladera, se encontraba agazapado en el suelo de la montaña. Encima de la nieve blanca y roja. Con la muerte cubriendo sus pequeñas escamas en cada centímetro de su pequeño cuerpo. Hecho una esfera. Una esfera oscura. Una esfera pequeña y dormida como cada vez en la esquina del piso donde tenían buenos recuerdos. Una esfera pequeña como en la verde hierba del bosque. Como durmiendo sobre las hojas en el otoño a las afueras de Londres. Tenía atravesado el corazón con un dolor indescriptible, con lágrimas en su dracónico rostro que aún no podía describir. Rugió su nombre, su pequeño y precioso nombre una y otra y otra vez mientras descendía sobre su cuerpo para quitarle el frío entre sus alas. Rugió su nombre mientras trataba de frotar su trompa con la suya, como en aquellos recuerdos cuando le decía que era su madre. Rugió su nombre como solía hacer cuando le enseñaba a volar, a planear, a girar en el aire. Rugió su nombre como aquella vez que luchó con uñas y dientes por tenerlo, por estar con él, por amarlo. Pero ahora estaba en el suelo, inerte, inmóvil, sin vida. Rugió su nombre.
Svart. No sabía lo que significaba. Mientras la luz azul de su magia de sanación trataba sin éxito de reanimarlo, su mente pensaba en ello. Svart. Era vida. Era tesón, testarudez y tenacidad, pero era ternura. Era cariño, era el amor del hijo que nunca llegó a nacer. Era su pequeña creación, era su pequeña esfera de amor y testarudez. Svart era amistoso, valiente en medio del miedo, cauteloso en todo momento, desconfiado, y su pequeña bola de amor. Su pequeña bola de amor que yacía inerte bajo unos pocos copos de hollín y nieve después de una batalla. Yacía inerte sobre la sangre, atravesado de una lanza que había encontrado fatídicamente su camino, abandonado por los malditos que le habían traído a aquella montaña. ¡Abandonado como un vil perro! Tenía que ser un sueño. Tenía que ser otra prueba. Podía oler a Mei, podía olerla muy a lo lejos y desde un lugar primitivo en su mente. Debía ser otra prueba. Debía ser otra prueba horrible del destino. Su pequeña esfera negra no podía estar ahí. No podía estar sin responder. Le llamó de nuevo. Le suplicó de nuevo. Le lloró de nuevo y rezó a los dioses que nunca conoció para que le sacaran aquel dolor del pecho. Para que la intercambiaran a ella por él. No había perdido a nadie. Nunca había perdido a nadie. ¿Cómo se supera el dolor de una pérdida tan grande? Había evitado sentir amor por el mundo entero, pero aquel pequeño dragón había sido lo más natural y puro que había entrado en su vida. ¿Cuánto más debía pagar?
Ella había quitado demasiado al mundo; Svart solo había visto un par de cielos y un par de atardeceres. Svart solo había visto lo malo del mundo ese día, en esa montaña. Y el mundo fue demasiado para él.
Lo removió de nuevo con su trompa antes de echarse a su lado, cubriendo el cuerpo pequeño y frío con el suyo mientras lloraba amargamente por su pequeño. Mientras sufría por aquel ser de luz que se había ido de su lado.
¿A quién va a culpar?
1-4 Contra Smaug
5-7 Contra Pendragón
8-10 Contra Consejo
Dados
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El miembro 'Juliet Bennett' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Dado (10)' :
'Dado (10)' :
Confiada en Mei, acudió al llamado que esta hacía en la Montaña. A medida que se acercaba a baja altura en su alfombra voladora, algo siniestro la embargaba. También su madre y su padre la asistían, por haberles sido útil su intervención al frenar la contaminación de aquella maldad al resto de la isla. Por lo que veía en las señales del terreno y las fallas, había funcionado bastante bien.
Desde su altura podía ver perfectamente alrededor, la falla que se había abierto un tanto por su culpa y otro tanto por sus padres. Cuando llegó a la cima, simplemente bajó con gracia, arrebujada en su abrigo blanco, tan distinta a la escena que se presentaba en aquel lugar. Aún después de la batalla habría abrazado a todos, agradecida de que estuvieran bien, pero no ese día. No en ese instante en que podía sentirlo. Podía sentirlo, casi podía sentir sus pies enredándose con las raíces de aquella semilla maldita. Pero no eran tan grandes, no tan fuertes como aquella en Ávalon. Eran... mas bien... nuevas. Ávidas de enraizar más profundo. Ávidas de algo que no era agua ni nutrientes como el resto de las plantas. Obligó a su madre a quedarse sobre la alfombra, pues sabía que ella era aún más sensible a aquella atroz presencia y le haría daño de modos inimaginables.- Mei.- Susurró su nombre al llegar cerca del grupo, haciéndole saber que había atendido el llamado.
Curiosamente, el encontrar a Gwen Pendragón como rehén no le dio la satisfacción que pensó que le daría. En el rugido de un dragón a lo lejos sentía una tristeza miserable, y en la visión de la sacerdotisa solo veía una rehén de los rituales y de la familia caótica donde le tocó nacer. Era destino. Algo tan siniestro simplemente era destino. Ni siquiera tenía ánimo para algún comentario educadamente mordaz. Solo quería un mundo mejor para el nuevo ser que no sabía si ya sus compañeros conocían por la conexión mental con Mei. Quizás sería lo más conveniente y daría el tema por visto con todos. Sacó de entre su saco algunas pociones que el soldado que la escoltaba repartió entre los presentes, por si necesitaban alguna. Para ella, lo más evidente y urgente era preguntar que había ocurrido.- ¿Por qué está en Ouroboros la presencia del... Sanguis Ligno? - Preguntó, tratando de recordar el nombre del árbol con precisión para no ofender a su majestad. Aunque su tono de voz era bajo, suave y tranquilo, no estaba ni en calma ni en paz.- Queridos, me vi obligada a actuar de manera unilateral mientras ustedes luchaban. No es la primera vez que estoy frente a este árbol y... Nuestra magia no coexiste. Tuvimos que cortar todas las raíces con este lugar para salvar la vida de todo desde el río que corre por la falda de la montaña. La tierra es mala conductora, tenemos la ventaja de que la montaña es piedra sólida debajo de nuestros pies por algunos cientos de metros, pero esta magia encontrará la manera de extenderse por todo Ouroboros si no actuamos en este instante.- En cualquier otro caso, había rebatido la idea, pero en ese momento tenía la certeza de que lo único que podían hacer era cortas aquella mala hierba de raíz.
Desde su altura podía ver perfectamente alrededor, la falla que se había abierto un tanto por su culpa y otro tanto por sus padres. Cuando llegó a la cima, simplemente bajó con gracia, arrebujada en su abrigo blanco, tan distinta a la escena que se presentaba en aquel lugar. Aún después de la batalla habría abrazado a todos, agradecida de que estuvieran bien, pero no ese día. No en ese instante en que podía sentirlo. Podía sentirlo, casi podía sentir sus pies enredándose con las raíces de aquella semilla maldita. Pero no eran tan grandes, no tan fuertes como aquella en Ávalon. Eran... mas bien... nuevas. Ávidas de enraizar más profundo. Ávidas de algo que no era agua ni nutrientes como el resto de las plantas. Obligó a su madre a quedarse sobre la alfombra, pues sabía que ella era aún más sensible a aquella atroz presencia y le haría daño de modos inimaginables.- Mei.- Susurró su nombre al llegar cerca del grupo, haciéndole saber que había atendido el llamado.
Curiosamente, el encontrar a Gwen Pendragón como rehén no le dio la satisfacción que pensó que le daría. En el rugido de un dragón a lo lejos sentía una tristeza miserable, y en la visión de la sacerdotisa solo veía una rehén de los rituales y de la familia caótica donde le tocó nacer. Era destino. Algo tan siniestro simplemente era destino. Ni siquiera tenía ánimo para algún comentario educadamente mordaz. Solo quería un mundo mejor para el nuevo ser que no sabía si ya sus compañeros conocían por la conexión mental con Mei. Quizás sería lo más conveniente y daría el tema por visto con todos. Sacó de entre su saco algunas pociones que el soldado que la escoltaba repartió entre los presentes, por si necesitaban alguna. Para ella, lo más evidente y urgente era preguntar que había ocurrido.- ¿Por qué está en Ouroboros la presencia del... Sanguis Ligno? - Preguntó, tratando de recordar el nombre del árbol con precisión para no ofender a su majestad. Aunque su tono de voz era bajo, suave y tranquilo, no estaba ni en calma ni en paz.- Queridos, me vi obligada a actuar de manera unilateral mientras ustedes luchaban. No es la primera vez que estoy frente a este árbol y... Nuestra magia no coexiste. Tuvimos que cortar todas las raíces con este lugar para salvar la vida de todo desde el río que corre por la falda de la montaña. La tierra es mala conductora, tenemos la ventaja de que la montaña es piedra sólida debajo de nuestros pies por algunos cientos de metros, pero esta magia encontrará la manera de extenderse por todo Ouroboros si no actuamos en este instante.- En cualquier otro caso, había rebatido la idea, pero en ese momento tenía la certeza de que lo único que podían hacer era cortas aquella mala hierba de raíz.
Al percibir movimiento que se dirigía al Descendiente de Rasputín, giró su cuerpo para conjurar una ráfaga de aire con la intención de mantener alejado a aquel ser demoníaco. -Eres la reina de la montaña ahí, sentada en tu trono de piedra, toda serendidad.- Le dijo a Mei para quitar un poco de hierro al asunto mientras la miraba masajearse la sien. Respirando el aire con olor a quemado, suspiró de... ¿alivio? al ver la retirada de los dragones y a los cuerpos de los fallecidos ser libres de cumplir órdenes más allá de la muerte. Puso los ojos en blanco ante las palabras de Ian en las que acusaba de cobardes a los Pendragon, Catherine tenía la maldición de tener de parejas a brutos irrespetuosos. Las energéticas corrientes de aire que revolvían su despeinado cabello llevaban nieve grisácea ya que se mezclaba con las cenizas. Al sentir la mirada del nigromante, fijó los ojos color café en él pero su expresión se desencajó al oír lo que Matvey le pidió. ¿Había escuchado bien?¿Dividir las montañas de la isla? Esas montañas habían visto a muchos descendientes de Moisés convertirse en miembros del Consejo de los 20, él mismo había practicado en sus inicios la magia elementarista de la tierra con las piedras de esas montañas. En un principio negó con la cabeza, rechazando de plano la idea, con las mismas dudas que la Descendiente de Confucio pero luego miró la rojiza copa del Sanguis Ligno pensativo. -No.- Respondió con brusquedad mientras se asomaba a la ladera de la montaña para mirar hacia abajo. -No podré hacerlo solo, pero pediré ayuda y se intentará.- Dijo en tono apesadumbrado porque sentía que era como perder una parte de sí mismo.
Miró con recelo a aquella bestia alada no muerta y lo que traía. El moreno ya se estaba cansando de mirar con expresión de regaño a Matvey, no conseguía descifrar del todo los códigos éticos y morales del mago pero, a pesar de sus acciones, tenía un no sé qué que inspiraba confianza, además no podía reprenderlo cuando él mismo había pensado en atrapar a los hostiles con cadenas. Se limitó a asentir como respuesta a la idea de Mei y a mirarla hacer su magia. Tensó los labios al ver a la Pendragon morena deshacerse en lágrimas al tiempo que percibió la presencia de Sofía a la que le dedicó un asentimiento con la cabeza a modo de silencioso saludo al igual que a sus padres. Mientras la pocionista hablaba rasgó su túnica, lavó el trozo con agua fría que consiguió de la nieve y a su vez cortó ése trozo en partes más pequeñas. Se acercó a la mujer para hacer presión en las heridas que se veían más sangrantes con firmeza y gentileza a la vez y vendarlas con los trozos de su ropa, eso era todo lo que podía hacer por ella. -Desearía que fueran otras las circunstancias.- Le dijo antes de alejarse luego conjuró varios patronus con mensajes que salieron disparados en busca de sus destinatarios. -Vamos, pues.- Sentenció con pesar para luego lanzarse por el precipicio utilizando la magia elementarista del aire para volar. Por el camino hasta el profundizado pie de la montaña dio la voz de alarma para que todos los seres evacúen las montañas y recogió a algunos para depositarlos en el punto más alejado de la zona. Ya en la base de la montaña se encontró con el elfo Thranduil junto con otro par de magos elementaristas de la tierra que acudieron a su llamado, les explicó lo que había que hacer y comenzaron a realizar los movimientos de forma sincronizada para hacer un corte en la tierra que separaría a la isla de las montañas. Se preguntó si las montañas caerían a tierra firme al separarlas mientras el suelo volvía a vibrar y una inmensa polvareda se alzaba como respuesta a sus movimientos.
Defensa mágica: 55 stat + 10 habilidad personal + 5 canalizador = 70 a Matvey
Curación: 5 stat + 10 habilidad personal + 30 dado = 45 a Gwen
Miró con recelo a aquella bestia alada no muerta y lo que traía. El moreno ya se estaba cansando de mirar con expresión de regaño a Matvey, no conseguía descifrar del todo los códigos éticos y morales del mago pero, a pesar de sus acciones, tenía un no sé qué que inspiraba confianza, además no podía reprenderlo cuando él mismo había pensado en atrapar a los hostiles con cadenas. Se limitó a asentir como respuesta a la idea de Mei y a mirarla hacer su magia. Tensó los labios al ver a la Pendragon morena deshacerse en lágrimas al tiempo que percibió la presencia de Sofía a la que le dedicó un asentimiento con la cabeza a modo de silencioso saludo al igual que a sus padres. Mientras la pocionista hablaba rasgó su túnica, lavó el trozo con agua fría que consiguió de la nieve y a su vez cortó ése trozo en partes más pequeñas. Se acercó a la mujer para hacer presión en las heridas que se veían más sangrantes con firmeza y gentileza a la vez y vendarlas con los trozos de su ropa, eso era todo lo que podía hacer por ella. -Desearía que fueran otras las circunstancias.- Le dijo antes de alejarse luego conjuró varios patronus con mensajes que salieron disparados en busca de sus destinatarios. -Vamos, pues.- Sentenció con pesar para luego lanzarse por el precipicio utilizando la magia elementarista del aire para volar. Por el camino hasta el profundizado pie de la montaña dio la voz de alarma para que todos los seres evacúen las montañas y recogió a algunos para depositarlos en el punto más alejado de la zona. Ya en la base de la montaña se encontró con el elfo Thranduil junto con otro par de magos elementaristas de la tierra que acudieron a su llamado, les explicó lo que había que hacer y comenzaron a realizar los movimientos de forma sincronizada para hacer un corte en la tierra que separaría a la isla de las montañas. Se preguntó si las montañas caerían a tierra firme al separarlas mientras el suelo volvía a vibrar y una inmensa polvareda se alzaba como respuesta a sus movimientos.
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El miembro 'Adael Cohen' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Al final el demonio que habia poseido a Wthyr por comando mio, respondió a mis provocaciones....viniendo a por mi como su nuevo recipiente. Sonreí de modo sombrío, imperceptible, al verlo venir. Y susurré su nombre, y las palabras.... las pronuncié aun cuando el demonio intentaba introducirse en mi, en pleno proceso de intento de fusión. No era la primera vez que me atacaba un demonio al que habia invocado...pero nunca antes les habia dejado llegar a adentrarse tan si quiera un poco.
[Quizá si hubieses sido un demonio tan interesante como Valqar, te habría dejado entrar....]
Le comuniqué antes de doblegarlo a mi, una vez mas, protegiéndome con los hechizos adecuados y las runas del caos que lo desterrarían de nuevo al infierno. Una brecha se abrió frente a mi, pequeña, absorbiendo ese vendaval de llamas que era el demonio ahora mismo.
Después de eso tomé aire, me encontraba drenado mágicamente...pero bien. No me temblaba el pulso. Si acaso, me iba demasiado rapido. Las ideas me daban vueltas por la cabeza.
Adael pareció asustarse por mi petición, aunque luego la reflexionó, y podía ver tras sus ojos castaños la desaprobación de mis acciones. Y Mei...y su "que has hecho?"
- Protegeros, eso hago. - contesté bruscamente. - Ya nos odian lo suficiente Mei, nos habrían matado hoy de haber podido, te lo aseguro. Te da miedo acrecentar su odio? A mi no. Creen que pueden controlarnos con miedo. Que somos....demasiado nobles y neutrales para realmente luchar. Y hoy les hemos demostrado que no. Se han ido con el rabo entre las piernas porque nos han subestimado!! No pasará dos veces. Sí, van a volver....y esta chica será nuestro escudo contra ellos.
Ordené a unos guardias que trajeran las cadenas del penitente y se las colocaran a Gwen en las manos, mientras Adael se acercaba a curarla y Mei entraba en su mente.
"Solo necesito a un Pendragon vivo para que Cath lo haga, y ese es Wthyr."
Los llantos de la morena no opacaron los gritos del dragon que voló hacia un cadaver. Esa era Juliet, del torneo. Y Reiv tambien estaba alli. Seguramente la dragona acababa de descurbrir que algo desagradable le habia pasado a alguno de sus compañeros.
"es solo una niña, mírala....incluso se parece a Catherine"
- Que encuentras, Mei? - pregunté sin apartar la vista d e Gwen. - Algo útil?
Sofia y sus padres llegaron, y una explicacion era debida. Le expliqué entonces que el Sanguis habia brotado cuando fuimos a darles el ultimatum para marcharse de Ouroboros, y que traernos su plaga fue la respuesta. Los dejé trabajar en el asunto de partir la isla, ordenando retroceder a los demas restantes a una zona segura.
"Incluso si con suerte logramos separar la isla del Sanguis....van a volver. Hay que cerrar la isla"
- ¿Dónde está el Descendiente de Merlin cuando se le necesita? Hay que cambiar los hechizos de la Isla. O no podremos asegurar la proteccion de sus ciudadanos.
Lo pregunté mas para mi mismo que otra cosa, porque el estruendo de la tierra ya comenzaba a sonar.
___
entre pitos y flautas sobrepasa ataque demoño sep
[Quizá si hubieses sido un demonio tan interesante como Valqar, te habría dejado entrar....]
Le comuniqué antes de doblegarlo a mi, una vez mas, protegiéndome con los hechizos adecuados y las runas del caos que lo desterrarían de nuevo al infierno. Una brecha se abrió frente a mi, pequeña, absorbiendo ese vendaval de llamas que era el demonio ahora mismo.
Después de eso tomé aire, me encontraba drenado mágicamente...pero bien. No me temblaba el pulso. Si acaso, me iba demasiado rapido. Las ideas me daban vueltas por la cabeza.
Adael pareció asustarse por mi petición, aunque luego la reflexionó, y podía ver tras sus ojos castaños la desaprobación de mis acciones. Y Mei...y su "que has hecho?"
- Protegeros, eso hago. - contesté bruscamente. - Ya nos odian lo suficiente Mei, nos habrían matado hoy de haber podido, te lo aseguro. Te da miedo acrecentar su odio? A mi no. Creen que pueden controlarnos con miedo. Que somos....demasiado nobles y neutrales para realmente luchar. Y hoy les hemos demostrado que no. Se han ido con el rabo entre las piernas porque nos han subestimado!! No pasará dos veces. Sí, van a volver....y esta chica será nuestro escudo contra ellos.
Ordené a unos guardias que trajeran las cadenas del penitente y se las colocaran a Gwen en las manos, mientras Adael se acercaba a curarla y Mei entraba en su mente.
"Solo necesito a un Pendragon vivo para que Cath lo haga, y ese es Wthyr."
Los llantos de la morena no opacaron los gritos del dragon que voló hacia un cadaver. Esa era Juliet, del torneo. Y Reiv tambien estaba alli. Seguramente la dragona acababa de descurbrir que algo desagradable le habia pasado a alguno de sus compañeros.
"es solo una niña, mírala....incluso se parece a Catherine"
- Que encuentras, Mei? - pregunté sin apartar la vista d e Gwen. - Algo útil?
Sofia y sus padres llegaron, y una explicacion era debida. Le expliqué entonces que el Sanguis habia brotado cuando fuimos a darles el ultimatum para marcharse de Ouroboros, y que traernos su plaga fue la respuesta. Los dejé trabajar en el asunto de partir la isla, ordenando retroceder a los demas restantes a una zona segura.
"Incluso si con suerte logramos separar la isla del Sanguis....van a volver. Hay que cerrar la isla"
- ¿Dónde está el Descendiente de Merlin cuando se le necesita? Hay que cambiar los hechizos de la Isla. O no podremos asegurar la proteccion de sus ciudadanos.
Lo pregunté mas para mi mismo que otra cosa, porque el estruendo de la tierra ya comenzaba a sonar.
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El miembro 'Matvey Rasputín' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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El comentario de Adael me habia parecido adorable y le habia respondido con una leve sonrisa de agradecimiento por intentar hacerme sentir mejor en mitad de toda esta desgracia. Lo cierto es que tenia que tirar mucho de fachada....al menos eso emanaba al exterior y podria recolectarlo de vuelta.
Después de eso me ausenté un poco del exterior, pues estaba metida de lleno en la mente de Gwen.
imágenes que habían formado parte de mi vida, aquellas en las que desde pequeña me enseñaban a ejercer mi labor, rituales , alabanzas, sacrificios...el sacrificio de mis padres, las plegarias para ayudar a otra gente... todo era similar, ofrendas de sangre al Sanguis Ligno, humana o animal, pero en su mayoría se trataba de mi propia sangre. Conversaciones con él, su copa brillando.
El pulso de Mei se aceleró al ver todo eso y las lagrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, pero debia controlar sus emociones para segur con el proceso.
- El Sanguis es....una especie de dios para ellos....ofrecen sangre humana o animal para complacerlo. Ella le da su propia sangre. Sacrificaron a sus propios padres al Sanguis...los...devoró....
No podía mandar a la mente de sus compañeros lo que ella veia, pero si podia informarlos verbalmente. Intentaba que no le temblara la voz.
Aquellas veces en las que me enseñaron que yo debía servir como su sacrificio para prorrogar la vida de Ávalon y sus habitantes, o alguno de mis hermanos en su lugar. La aceptación... Las escasas visitas a las hadas, en sus grutas oscuras y destellantes, donde cuidaban de sus raíces a cambio de obtener algo del poder que con la marcha de Morgana habían perdido.
- Ella era...Siempre ha sido.... un sacrificio tambien? Para el arbol? Igual que sus padres, morirá. Todo para prorrogar la vida de Avalon, para que el árbol no reclamase a otros su sangre, y a su magia. Eventualmente sabe que morirá....es su mision. Las hadas de Morgana...en sus raíces. Lo cuidan.
Libros, manuscritos con la historia del Sanguis Ligno, todo aquello de lo que tenía conocimiento, así como mi única forma conocida de acabar con él. Aquella que había intentado, volver a Ouroboros donde no existía, donde no podía alcanzarnos... hasta que había valido más completar la tarea de nuestra familia que poder salvar la vida.
- Ella no conoce modo de destruirlo... acumula almas de los difuntos en sus hojas y raices....hablan con ellos..... Su unica esperanza para no ser tragada por el arbol era vivir aqui. Y ella misma ha plantado una replica del arbol de Avalon en Ouroboros....se ha condenado a sí misma para que los Pendragon puedan cumplir su propósito, reconquistar Ouroboros.
Cortó su conexión con ella, dejando su mente libre.
- Y nos condena a Ouroboros a depender de los Pendragon, como efecto derivado. - concluyó, suspirando con tristeza mientras la chica sollozaba. - Lloras por haberte condenado a muerte, o por lo que pudo ser y hemos perdido? O lloras porque has fracasado?- Y mandó un mensaje telepático directo a la mente de Gwen, solo para ella.... "sí, también he visto que pretendías hacerme caer por el barranco a mi muerte"
Le preguntó mirando las cadenas, y luego torció la vista a Matvey.
- Es una víctima. Ahora que sabemos todo esto...quizá podemos ayudarlos. Si los libramos de su maldicion podrán vivir en Avalon tranquilamente y....nosotros podremos librarnos tambien. Usarla como escudo contra su propia familia? Es que no tienes corazón Matvey?
Después de eso me ausenté un poco del exterior, pues estaba metida de lleno en la mente de Gwen.
imágenes que habían formado parte de mi vida, aquellas en las que desde pequeña me enseñaban a ejercer mi labor, rituales , alabanzas, sacrificios...el sacrificio de mis padres, las plegarias para ayudar a otra gente... todo era similar, ofrendas de sangre al Sanguis Ligno, humana o animal, pero en su mayoría se trataba de mi propia sangre. Conversaciones con él, su copa brillando.
El pulso de Mei se aceleró al ver todo eso y las lagrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, pero debia controlar sus emociones para segur con el proceso.
- El Sanguis es....una especie de dios para ellos....ofrecen sangre humana o animal para complacerlo. Ella le da su propia sangre. Sacrificaron a sus propios padres al Sanguis...los...devoró....
No podía mandar a la mente de sus compañeros lo que ella veia, pero si podia informarlos verbalmente. Intentaba que no le temblara la voz.
Aquellas veces en las que me enseñaron que yo debía servir como su sacrificio para prorrogar la vida de Ávalon y sus habitantes, o alguno de mis hermanos en su lugar. La aceptación... Las escasas visitas a las hadas, en sus grutas oscuras y destellantes, donde cuidaban de sus raíces a cambio de obtener algo del poder que con la marcha de Morgana habían perdido.
- Ella era...Siempre ha sido.... un sacrificio tambien? Para el arbol? Igual que sus padres, morirá. Todo para prorrogar la vida de Avalon, para que el árbol no reclamase a otros su sangre, y a su magia. Eventualmente sabe que morirá....es su mision. Las hadas de Morgana...en sus raíces. Lo cuidan.
Libros, manuscritos con la historia del Sanguis Ligno, todo aquello de lo que tenía conocimiento, así como mi única forma conocida de acabar con él. Aquella que había intentado, volver a Ouroboros donde no existía, donde no podía alcanzarnos... hasta que había valido más completar la tarea de nuestra familia que poder salvar la vida.
- Ella no conoce modo de destruirlo... acumula almas de los difuntos en sus hojas y raices....hablan con ellos..... Su unica esperanza para no ser tragada por el arbol era vivir aqui. Y ella misma ha plantado una replica del arbol de Avalon en Ouroboros....se ha condenado a sí misma para que los Pendragon puedan cumplir su propósito, reconquistar Ouroboros.
Cortó su conexión con ella, dejando su mente libre.
- Y nos condena a Ouroboros a depender de los Pendragon, como efecto derivado. - concluyó, suspirando con tristeza mientras la chica sollozaba. - Lloras por haberte condenado a muerte, o por lo que pudo ser y hemos perdido? O lloras porque has fracasado?- Y mandó un mensaje telepático directo a la mente de Gwen, solo para ella.... "sí, también he visto que pretendías hacerme caer por el barranco a mi muerte"
Le preguntó mirando las cadenas, y luego torció la vista a Matvey.
- Es una víctima. Ahora que sabemos todo esto...quizá podemos ayudarlos. Si los libramos de su maldicion podrán vivir en Avalon tranquilamente y....nosotros podremos librarnos tambien. Usarla como escudo contra su propia familia? Es que no tienes corazón Matvey?
El mal presentimiento se fue acrecentando con el paso de los segundos, más al ver que varios dragones yacían muertos por el suelo. Un nudo en la garganta imposible de deshacer me acompañó durante toda la búsqueda, haciéndose mayor cuando Juliet se transformó en dragón para llevarme con ella y así buscarlo más rápido. Noté como si el corazón se me saliese por la boca al ver aquel punto negro en la nieve, deseando con todas mis fuerzas que no fuese Svart, sino otro dragón cualquiera. Corrí a trompicones por la nieve cuando aterrizamos, tirándome de rodillas al suelo al lado del dragón al reconocerlo de inmediato. Con una lanza atravesándole. Era él...era él.
- ¿Svart? - lo llamé con voz temblorosa, acercando mis manos a él casi con miedo de tocarle. - ¡¡Svart!! - grité al ver que no se movía ni daba señal alguna de vida, alzando la mirada a Juliet desesperado. Los ojos comenzaron a llenárseme de lágrimas, incapaz de aceptar la evidencia de la realidad. - ¡Haz algo! ¡usa tu magia de sanación, podemos salvarlo! - apoyé mi mano sobre él para canalizar mi magia de control de sangre, intentando detener la hemorragia. - Por favor...por favor...- Mi voz interior me decía que era demasiado tarde, que ya estaba de rodillas sobre su propio charco de sangre. Por eso los esfuerzos fueron inútiles, ni ella ni yo podíamos recuperar algo que ya se había perdido. Lo habían matado, se había ido para siempre.
El mundo y el tiempo se detuvieron a nuestro alrededor ante la devastadora certeza. Un sollozo se quebró en mi garganta antes de hundir mi cara en el cuello del dragón, abrazándolo como si así todavía pudiese retenerlo con nosotros un poco más. Lloré desconsoladamente y roto de dolor sobre el cuerpo de Svart, pensando que todo eso se podía haber evitado, que nunca debimos dejarle quedarse con el resto de dragones. Fue peor aún cuando pensé que había muerto solo, sin nosotros cerca, en que creería que le habíamos abandonado. Aquella idea iba a torturarme a partir de ese momento.
Había criado a ese dragón, había sido mi amigo desde el día en que nació, y no me había abandonado ni en los peores momentos. Allí estaba siempre a los pies de mi cama cuando me herían, o me animaba cuando tenía malos días. Me había perdonado cuando descubrió que lo había robado del nido, que no le había dicho la verdad. Mi único amigo cuando no tenía a nadie, siempre fiel. Y ahora...ahora ya no volvería a jugar o volar con él, no volveríamos a compartir nuestra vida porque a él se la habían arrebatado. Yo era culpable por no haber estado cerca para impedirlo, pero sabía que había más culpables...
- ¿Svart? - lo llamé con voz temblorosa, acercando mis manos a él casi con miedo de tocarle. - ¡¡Svart!! - grité al ver que no se movía ni daba señal alguna de vida, alzando la mirada a Juliet desesperado. Los ojos comenzaron a llenárseme de lágrimas, incapaz de aceptar la evidencia de la realidad. - ¡Haz algo! ¡usa tu magia de sanación, podemos salvarlo! - apoyé mi mano sobre él para canalizar mi magia de control de sangre, intentando detener la hemorragia. - Por favor...por favor...- Mi voz interior me decía que era demasiado tarde, que ya estaba de rodillas sobre su propio charco de sangre. Por eso los esfuerzos fueron inútiles, ni ella ni yo podíamos recuperar algo que ya se había perdido. Lo habían matado, se había ido para siempre.
El mundo y el tiempo se detuvieron a nuestro alrededor ante la devastadora certeza. Un sollozo se quebró en mi garganta antes de hundir mi cara en el cuello del dragón, abrazándolo como si así todavía pudiese retenerlo con nosotros un poco más. Lloré desconsoladamente y roto de dolor sobre el cuerpo de Svart, pensando que todo eso se podía haber evitado, que nunca debimos dejarle quedarse con el resto de dragones. Fue peor aún cuando pensé que había muerto solo, sin nosotros cerca, en que creería que le habíamos abandonado. Aquella idea iba a torturarme a partir de ese momento.
Había criado a ese dragón, había sido mi amigo desde el día en que nació, y no me había abandonado ni en los peores momentos. Allí estaba siempre a los pies de mi cama cuando me herían, o me animaba cuando tenía malos días. Me había perdonado cuando descubrió que lo había robado del nido, que no le había dicho la verdad. Mi único amigo cuando no tenía a nadie, siempre fiel. Y ahora...ahora ya no volvería a jugar o volar con él, no volveríamos a compartir nuestra vida porque a él se la habían arrebatado. Yo era culpable por no haber estado cerca para impedirlo, pero sabía que había más culpables...
Gwen Pendragón
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80PS-20SB+45 de Adael= 105PS Gwen
Seguía sumida en aquella tristeza desgarradora, incapaz de hablar mientras los demás lo hacían a mi alrededor. Entre sollozos apenas me percaté de que el Descendiente de Moisés me estaba curando como buenamente podía, solo me dejé hacer mientras miraba aquel desolador escenario.
La sangre de los dragones, nuestros soldados, mis hermanos y la mía propia bañaba aquel lugar. Miré al Sanguis, tras la Residencia Pendragón que ahora era ruinas, en su jardín las hojas rojas del Árbol se extendían, nacían poco a poco pero aún así con una rapidez anormal para un árbol común.
Poco a poco, entre respiraciones mi mente volvió a su ser. Me costó centrarme, tanto que para cuando mi cabeza llegó a despejarse ya se habían encargado de ponerme unas cadenas. Fruncí el ceño mirándolas, abriendo y cerrando mis manos lentamente. Consciente ahora de cual era mi situación.
Al escuchar la pregunta de Mei giré el rostro con lentitud, manteniendo la expresión furibunda. -Lloro porque me has obligado.-Mascullé entre dientes molesta, pues si había una cosa que detestase en el mundo era que jugasen con mi mente y mis sentidos. Alcé el mentón levemente al escuchar su voz en mi cabeza.-Y lo haría ahora mismo si pudiese.-Solté con total seguridad elevando un poco mis manos, obviamente mostrando mis cadenas.
Solté aire por la nariz, apartando la mirada de ellos. A lo lejos, el llanto de Juliet, la conexión que teníamos con los dragones era evidente, sentía su dolor. Lo hubiese calmado de no ser por aquellas cadenas. Cerré los ojos en ese momento, pensando en los que habían caído. Me preguntaba si Alud había conseguido sobrevivir.
Escuchaba la conversación de los descendientes. Negué, soltando aire por mi nariz irónicamente. Seguían sin escuchar, no habían entendido nada de lo que les habíamos dicho desde que pisamos Ouroboros. Eran imbéciles si pensaban que los Pendragon nos conformaríamos con Avalon. Ouroboros era nuestro destino por derecho.
Pero aquello, lo último, hizo que se me encogiesen las entrañas. Usarme como escudo...si algo sabía de mi familia es la lealtad que nos teníamos, así que aquello sería probable. Intenté no parecer preocupada por aquello. Cogí aire como si estuviese cansada de aquello, que también porque las heridas que me había hecho mi propio hermano no ayudaban.
La tierra comenzó a temblar, no lo hacía como cuando el Sanguis Ligno se abría paso en el terreno. Busqué con la mirada hasta dar con la polvareda inmensa a lo lejos. Apreté mis labios extrañada por aquello y de pronto... el sanguis gritó, a su modo, con una sacudida importante que hizo que mirase hacia él. Lo hizo en un par de ocasiones más, observé expectante entre sentimientos divididos.
Pero tenía algo con lo que alimentarse. La sangre de los caídos comenzó a absorberse y desaparecer del terreno. Una breve mueca de desilusión cubrió mi rostro mientras la tierra vibraba de nuevo bajo nuestros pies. Las raíces se fortalecían para enfrentar nuevas dificultades. Se abriría paso costase lo que costase.
Y aquello quería decir... una nueva vibración más cercana comenzó, la tierra cercana a la Residencia se elevó en montículos rápidos que se acercaban hacia nosotros. Cogí aire ahora sabiendo que entonces...sería de ese modo. Ni rituales, ni los ojos de su familia clavada en ella...el Sanguis tenía intenciones de alimentarse de todo aquel que se encontrase en el lugar.
Seguía sumida en aquella tristeza desgarradora, incapaz de hablar mientras los demás lo hacían a mi alrededor. Entre sollozos apenas me percaté de que el Descendiente de Moisés me estaba curando como buenamente podía, solo me dejé hacer mientras miraba aquel desolador escenario.
La sangre de los dragones, nuestros soldados, mis hermanos y la mía propia bañaba aquel lugar. Miré al Sanguis, tras la Residencia Pendragón que ahora era ruinas, en su jardín las hojas rojas del Árbol se extendían, nacían poco a poco pero aún así con una rapidez anormal para un árbol común.
Poco a poco, entre respiraciones mi mente volvió a su ser. Me costó centrarme, tanto que para cuando mi cabeza llegó a despejarse ya se habían encargado de ponerme unas cadenas. Fruncí el ceño mirándolas, abriendo y cerrando mis manos lentamente. Consciente ahora de cual era mi situación.
Al escuchar la pregunta de Mei giré el rostro con lentitud, manteniendo la expresión furibunda. -Lloro porque me has obligado.-Mascullé entre dientes molesta, pues si había una cosa que detestase en el mundo era que jugasen con mi mente y mis sentidos. Alcé el mentón levemente al escuchar su voz en mi cabeza.-Y lo haría ahora mismo si pudiese.-Solté con total seguridad elevando un poco mis manos, obviamente mostrando mis cadenas.
Solté aire por la nariz, apartando la mirada de ellos. A lo lejos, el llanto de Juliet, la conexión que teníamos con los dragones era evidente, sentía su dolor. Lo hubiese calmado de no ser por aquellas cadenas. Cerré los ojos en ese momento, pensando en los que habían caído. Me preguntaba si Alud había conseguido sobrevivir.
Escuchaba la conversación de los descendientes. Negué, soltando aire por mi nariz irónicamente. Seguían sin escuchar, no habían entendido nada de lo que les habíamos dicho desde que pisamos Ouroboros. Eran imbéciles si pensaban que los Pendragon nos conformaríamos con Avalon. Ouroboros era nuestro destino por derecho.
Pero aquello, lo último, hizo que se me encogiesen las entrañas. Usarme como escudo...si algo sabía de mi familia es la lealtad que nos teníamos, así que aquello sería probable. Intenté no parecer preocupada por aquello. Cogí aire como si estuviese cansada de aquello, que también porque las heridas que me había hecho mi propio hermano no ayudaban.
La tierra comenzó a temblar, no lo hacía como cuando el Sanguis Ligno se abría paso en el terreno. Busqué con la mirada hasta dar con la polvareda inmensa a lo lejos. Apreté mis labios extrañada por aquello y de pronto... el sanguis gritó, a su modo, con una sacudida importante que hizo que mirase hacia él. Lo hizo en un par de ocasiones más, observé expectante entre sentimientos divididos.
Pero tenía algo con lo que alimentarse. La sangre de los caídos comenzó a absorberse y desaparecer del terreno. Una breve mueca de desilusión cubrió mi rostro mientras la tierra vibraba de nuevo bajo nuestros pies. Las raíces se fortalecían para enfrentar nuevas dificultades. Se abriría paso costase lo que costase.
Y aquello quería decir... una nueva vibración más cercana comenzó, la tierra cercana a la Residencia se elevó en montículos rápidos que se acercaban hacia nosotros. Cogí aire ahora sabiendo que entonces...sería de ese modo. Ni rituales, ni los ojos de su familia clavada en ella...el Sanguis tenía intenciones de alimentarse de todo aquel que se encontrase en el lugar.
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Alineamiento
Ocupación
Bando
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Nacionalidad
El miembro 'Gwen Pendragón' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
'Probabilidad' :
Si bien, sus compañeros parecían lo suficientemente enteros y de pie como para sortear aquel día, ella seguía preocupada. Era su naturaleza el estar pendiente de aquellos a quienes apreciaba. Sin embargo, algo detrás de ella la llamaba. La llamaba en un silencio abrasador que no comprendía. Cuando giró su mirada hacia atrás, hacia la residencia, alcanzó a ver las pequeñas y rojas ramas superiores del árbol. Escuchó entonces las conjeturas de cómo la venganza había traído ese árbol a la isla y entendió que, por más que lo intentaran, los Pendragón jamás serían parte de un Consejo de iguales. Siempre querrían más, y aquello era una afrenta directa, pues amenazaba con destruir con todo el ecosistema que Sarah, Adael y ella misma habían construido en la isla.
Tal y como ella lo veía, si querían detener el crecimiento de aquella mala semilla, debían separar la montaña entera de la isla y hacerla flotar lejos de cualquier otro espacio para que aquel árbol no pudiera seguir creciendo hasta que encontraran una solución. Mientras escuchaba las afirmaciones de Mei, entendió todo. Su naturaleza no tenía nada que ver con la madre tierra. Tenía más que ver con Matvey, con Sean que con ella, solo que en forma de árbol. Por eso no se comprendían en lo absoluto. Y por eso nunca lo harían. Había sido bastante estúpido de su parte tocarlo aquella primera vez; pero necesario.
Entonces no tiene nada que perder.- Murmuró para sí misma, mirando a Gwen. Para sus hermanos sería importante, por cariño si es que eran capaces de amar, pero a fin de cuentas cada uno tenía su propia estrategia en el juego de la preservación de los Pendragón. Nada era coincidencia. A todos los unía un apellido y cada uno hacía lo que el apellido les pidiera en particular.- No puede escapar de su destino.- Susurró de nuevo. Aquello la hacía peligrosa. A todos y a cada uno, pues no dudarían en hacer lo necesario para regresar el apellido Pendragón a su momento de gloria. Por eso su interés en el Consejo y después en la conquista. Y una vez conquistado todo, sería cuestión de tiempo antes de doblegar Ouroboros a sus pies.
Mei. ¿Quién no tiene corazón aquí? Te olvidas que acto tras acto desde que pusieron un pie en este lugar ha sido con el fin de destruir el espacio seguro que hemos construido.- Desde aquella pira de fuego donde la habían puesto, ella ya no tenía compasión para ningún Pendragón. A ella le habían mostrado sus intenciones desde el día 1, pero algunos de sus compañeros, aún en ese momento, decidían hacer oídos sordos, y seguía molestándole. Pero cada día mostraban una nueva faceta.- No puedes victimizarla porque ella tuvo elección. Siempre hay una elección. Si ella decidió traer la maldición aquí y acabar con su única esperanza, como dices, es porque ella ha aceptado su destino y es fiel también a ese árbol. Honra a tu rival. Ella ha escogido. No intentan vivir en paz, quieren engrandecer su apellido. Tratar de ayudarles será la perdición del Consejo.
Y eso iba para Adael, Mei, Giordano y todos los que parecían perdidamente enamorados de la preciosa Gwen. ¿Qué embrujo les daba con ella? ¿Les dio té de vráka? Y luego iban y le ponían una cara de amor como Adael un minuto antes de largarse. Nauseas le daban, aunque quizás no era tanto por ella. La alfombra voladora llegó a ella en ese instante, sabedora de que ahora tenían que reunir a los maestros de tierra al pie de la montaña, y ella podía apoyar a hacer más preciso el corte. Lanzó una mirada a Matvey, confiándole a la rehén, antes de que la tierra comenzara a temblar. Subió en seguida a la alfombra y entendió que aquel árbol no perdía tiempo, y tampoco debían hacerlo ellos.- Debemos actuar rápido. Y no podemos fallar.- Soltó un suspiro y bajó la montaña a toda velocidad.
Tal y como ella lo veía, si querían detener el crecimiento de aquella mala semilla, debían separar la montaña entera de la isla y hacerla flotar lejos de cualquier otro espacio para que aquel árbol no pudiera seguir creciendo hasta que encontraran una solución. Mientras escuchaba las afirmaciones de Mei, entendió todo. Su naturaleza no tenía nada que ver con la madre tierra. Tenía más que ver con Matvey, con Sean que con ella, solo que en forma de árbol. Por eso no se comprendían en lo absoluto. Y por eso nunca lo harían. Había sido bastante estúpido de su parte tocarlo aquella primera vez; pero necesario.
Entonces no tiene nada que perder.- Murmuró para sí misma, mirando a Gwen. Para sus hermanos sería importante, por cariño si es que eran capaces de amar, pero a fin de cuentas cada uno tenía su propia estrategia en el juego de la preservación de los Pendragón. Nada era coincidencia. A todos los unía un apellido y cada uno hacía lo que el apellido les pidiera en particular.- No puede escapar de su destino.- Susurró de nuevo. Aquello la hacía peligrosa. A todos y a cada uno, pues no dudarían en hacer lo necesario para regresar el apellido Pendragón a su momento de gloria. Por eso su interés en el Consejo y después en la conquista. Y una vez conquistado todo, sería cuestión de tiempo antes de doblegar Ouroboros a sus pies.
Mei. ¿Quién no tiene corazón aquí? Te olvidas que acto tras acto desde que pusieron un pie en este lugar ha sido con el fin de destruir el espacio seguro que hemos construido.- Desde aquella pira de fuego donde la habían puesto, ella ya no tenía compasión para ningún Pendragón. A ella le habían mostrado sus intenciones desde el día 1, pero algunos de sus compañeros, aún en ese momento, decidían hacer oídos sordos, y seguía molestándole. Pero cada día mostraban una nueva faceta.- No puedes victimizarla porque ella tuvo elección. Siempre hay una elección. Si ella decidió traer la maldición aquí y acabar con su única esperanza, como dices, es porque ella ha aceptado su destino y es fiel también a ese árbol. Honra a tu rival. Ella ha escogido. No intentan vivir en paz, quieren engrandecer su apellido. Tratar de ayudarles será la perdición del Consejo.
Y eso iba para Adael, Mei, Giordano y todos los que parecían perdidamente enamorados de la preciosa Gwen. ¿Qué embrujo les daba con ella? ¿Les dio té de vráka? Y luego iban y le ponían una cara de amor como Adael un minuto antes de largarse. Nauseas le daban, aunque quizás no era tanto por ella. La alfombra voladora llegó a ella en ese instante, sabedora de que ahora tenían que reunir a los maestros de tierra al pie de la montaña, y ella podía apoyar a hacer más preciso el corte. Lanzó una mirada a Matvey, confiándole a la rehén, antes de que la tierra comenzara a temblar. Subió en seguida a la alfombra y entendió que aquel árbol no perdía tiempo, y tampoco debían hacerlo ellos.- Debemos actuar rápido. Y no podemos fallar.- Soltó un suspiro y bajó la montaña a toda velocidad.
Mientras su corazón lloraba una pena horriblemente profunda y una herida imposible de cerrar se creaba, escuchó a Reiv en su desesperación. ¿Qué podía dolerle más a aquella dragona que el sufrimiento de aquel ser a quien tanto amaba? ¿Cómo decirle a aquel hombre que la había acogido en su vida que su magia ya era inútil? Que los había salvado a ambos tantas veces, pero que ahora era completamente incompetente. Sus suaves súplicas, su voz quebrándose. ¿Cómo quitarle el dolor? ¿Cómo iba a poder vivir viendo el dolor en sus ojos y en lo profundo de su alma? Svart había sido el cariño de ambos, pero había sido Reiv quien lo vio crecer.
Abrazó entre sus alas y su cuerpo al pequeño dragón y a Reiv, cubriéndoles del resto del mundo como si aquello compensara en algo la pérdida. Ahora lloraba por Svart y también por su amado.
Juliet no sabía lidiar con el dolor. Solía empujarlo, relegarlo a una parte de su ser donde nada pudiera hacerlo salir, y sobre todo enfocarse en su siguiente paso. Mientras lloraba, pensaba en Smaug. En como a pesar de haber luchado tanto por Svart en el pasado, lo había dejado a su merced en aquella estúpida batalla. Él lo había llevado a aquel lugar. Él era el culpable de todo lo mucho que sufría. Por un momento, aquel pensamiento consumió su existencia, haciéndola casi obviar el terremoto ligero que comenzó a formarse debajo de sus pies. Rugió con fuerza y con dolor desde su alma. ¿Quién se atrevía a interrumpir su duelo? No tardó mucho en comprender que la escena que veía era sobrenatural y que iba a por Svart. ¡No! ¡No dejaría que nadie, nada, se lo volviera a arrebatar. Extendió las alas, gruñó, rugió, amenazando al movimiento inusual de la montaña, aunque no había atacante. Sacando aquel instinto materno que le habría servido en batalla para espantar a cualquier contrincante y salvar la vida de la pequeña criatura que yacía bajo su cuerpo. A partir de ese día, su vida sería una eterna lucha entre el deseo de morir para estar con él y el de vengar su muerte. Entre el dolor de la pérdida y la sed de la venganza.
Al comprender que de nada servirían sus ataques contra un oponente que no existía, que no sentía y no se intimidaba, recogió el cuerpo de Svart y el de Reiv del suelo con sus patas y emprendió el vuelo más doloroso de su vida.
Abrazó entre sus alas y su cuerpo al pequeño dragón y a Reiv, cubriéndoles del resto del mundo como si aquello compensara en algo la pérdida. Ahora lloraba por Svart y también por su amado.
Juliet no sabía lidiar con el dolor. Solía empujarlo, relegarlo a una parte de su ser donde nada pudiera hacerlo salir, y sobre todo enfocarse en su siguiente paso. Mientras lloraba, pensaba en Smaug. En como a pesar de haber luchado tanto por Svart en el pasado, lo había dejado a su merced en aquella estúpida batalla. Él lo había llevado a aquel lugar. Él era el culpable de todo lo mucho que sufría. Por un momento, aquel pensamiento consumió su existencia, haciéndola casi obviar el terremoto ligero que comenzó a formarse debajo de sus pies. Rugió con fuerza y con dolor desde su alma. ¿Quién se atrevía a interrumpir su duelo? No tardó mucho en comprender que la escena que veía era sobrenatural y que iba a por Svart. ¡No! ¡No dejaría que nadie, nada, se lo volviera a arrebatar. Extendió las alas, gruñó, rugió, amenazando al movimiento inusual de la montaña, aunque no había atacante. Sacando aquel instinto materno que le habría servido en batalla para espantar a cualquier contrincante y salvar la vida de la pequeña criatura que yacía bajo su cuerpo. A partir de ese día, su vida sería una eterna lucha entre el deseo de morir para estar con él y el de vengar su muerte. Entre el dolor de la pérdida y la sed de la venganza.
Al comprender que de nada servirían sus ataques contra un oponente que no existía, que no sentía y no se intimidaba, recogió el cuerpo de Svart y el de Reiv del suelo con sus patas y emprendió el vuelo más doloroso de su vida.
Escuché toda la información que Mei obtuvo de Gwen pero hice una mueca de hastío al saber que la sacerdotisa era una ingenua que no sabía como acabar con el Sanguis. Si, era lo que sospechaba. Lo habian hecho para hacer su presencia necesaria aqui.
Ellos eran....un mal necesario.
Lo unico que hallé interesante fue lo de las hadas de Morgana, su origen, y que contenía almas de los difuntos, cantidades de almas....que formaban una entidad propia. Una muy sedienta de sangre y poder mágico.
- Una víctima? - le respondí incrédulo a Mei. - Trata a tus enemigos con respeto o te destruirán. - la advertí. Era ingenua, demasiado ingenua.
Como si me diera la razon, la sacerdotisa emitió un bufido ironico cuando Mei concluyó su alegato sobre ayudarlos para que asi pudieran vivir en Avalon tranquilos.
- No se trata de eso.... Si hubiesen querido ayuda del Consejo para librar su tierra del Sanguis, habrian entrado en Ouroboros pidiendo eso. No habrian atado a Sofia a una pira, no habrian herido de muerte a guardias en patrulla...continúo? No, es un problema de deseo. De poder. De aquello que creen que es suyo por derecho. Qué suerte tienes, Pendragon, de que nosotros tratemos mejor a los rehenes. O no. Siempre hay una primera vez para todo. - finalmente miré a la descendiente de Confucio cuando insinuó que no tenía corazon, pero Sofia se adelanto a responder por mi.
"no, no tengo. Y gracias a eso sigo vivo"
- Mei, será mejor que te retires. Descansa para poder acudir al proximo Cónclave.
La descendiente se retiró, y el resto de tropas se desaparecio tambien. Sofia y los demas fueron con Adael a completar la tarea de partir el trozo de la isla del Sanguis.
Yo vigilaba a Gwen, con ayuda del dragon no-muerto. La tierra comenzó a temblar y a partirse.... pero algo más se movia ahi. Por mas que mis compañeros lograsen partir la tierra en dos, las raices del sanguis sorteaban esa faja y se enredaban con el resto de la isla, como tentáculos que no la dejaban huir.
El rugido del dragon Juliet me alertó tambien, viendola emprender el vuelo con...algo entre las patas. Esas raices venian a por todos nosotros...querían más sangre. Miré a la niña, que tenia su vista fija en el arbol...
"Ah, no, no va a ser tan facil para ti"
- ADAEL, SOFÍA! NO HA FUNCIONADO! ALEJAOS! TENEMOS QUE TERMINAR DE EVACUAR LA ZONA RESIDENCIAL, TRASLADAR A LOS CIVILES A OTRO LUGAR! Y DEBEMOS PROTEGER EL HOSPITAL A TODA COSTA!
Eso no era tan facil de trasladar y era vital. Estaba cerca, pero no tanto como la zona residencial. Mascullé unas palabras en la lengua oscura y Tauren emprendió el vuelo, alejandose del alcance del arbol. Luego agarré a la mujer del brazo, desapareciéndonos de allí para poner distancia entre esa cosa hambrienta de magia y sangre, y nosotros.
____
off: sacados....los descen tienen mucho trabajo de campo que hacer antes de la reunion xd
Ellos eran....un mal necesario.
Lo unico que hallé interesante fue lo de las hadas de Morgana, su origen, y que contenía almas de los difuntos, cantidades de almas....que formaban una entidad propia. Una muy sedienta de sangre y poder mágico.
- Una víctima? - le respondí incrédulo a Mei. - Trata a tus enemigos con respeto o te destruirán. - la advertí. Era ingenua, demasiado ingenua.
Como si me diera la razon, la sacerdotisa emitió un bufido ironico cuando Mei concluyó su alegato sobre ayudarlos para que asi pudieran vivir en Avalon tranquilos.
- No se trata de eso.... Si hubiesen querido ayuda del Consejo para librar su tierra del Sanguis, habrian entrado en Ouroboros pidiendo eso. No habrian atado a Sofia a una pira, no habrian herido de muerte a guardias en patrulla...continúo? No, es un problema de deseo. De poder. De aquello que creen que es suyo por derecho. Qué suerte tienes, Pendragon, de que nosotros tratemos mejor a los rehenes. O no. Siempre hay una primera vez para todo. - finalmente miré a la descendiente de Confucio cuando insinuó que no tenía corazon, pero Sofia se adelanto a responder por mi.
"no, no tengo. Y gracias a eso sigo vivo"
- Mei, será mejor que te retires. Descansa para poder acudir al proximo Cónclave.
La descendiente se retiró, y el resto de tropas se desaparecio tambien. Sofia y los demas fueron con Adael a completar la tarea de partir el trozo de la isla del Sanguis.
Yo vigilaba a Gwen, con ayuda del dragon no-muerto. La tierra comenzó a temblar y a partirse.... pero algo más se movia ahi. Por mas que mis compañeros lograsen partir la tierra en dos, las raices del sanguis sorteaban esa faja y se enredaban con el resto de la isla, como tentáculos que no la dejaban huir.
El rugido del dragon Juliet me alertó tambien, viendola emprender el vuelo con...algo entre las patas. Esas raices venian a por todos nosotros...querían más sangre. Miré a la niña, que tenia su vista fija en el arbol...
"Ah, no, no va a ser tan facil para ti"
- ADAEL, SOFÍA! NO HA FUNCIONADO! ALEJAOS! TENEMOS QUE TERMINAR DE EVACUAR LA ZONA RESIDENCIAL, TRASLADAR A LOS CIVILES A OTRO LUGAR! Y DEBEMOS PROTEGER EL HOSPITAL A TODA COSTA!
Eso no era tan facil de trasladar y era vital. Estaba cerca, pero no tanto como la zona residencial. Mascullé unas palabras en la lengua oscura y Tauren emprendió el vuelo, alejandose del alcance del arbol. Luego agarré a la mujer del brazo, desapareciéndonos de allí para poner distancia entre esa cosa hambrienta de magia y sangre, y nosotros.
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off: sacados....los descen tienen mucho trabajo de campo que hacer antes de la reunion xd
POST EDITADO PORQUE VA EN OTRO SITIO PERO CONSERVO TIRADA
OFF: DANI CULPABLE
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