Panteón de Agripa

La visión de las heridas con la luz de Adra me hizo arrugar el labio, mala pinta tenía aquello si no sanaba rápido. Esperaba que el hombre supiera hacerlo… bien. O que tuviera pociones o algo. Díctamo, por ejemplo. Estaba en ello, decía, de modo que simplemente tendría que tener un poco de fe y paciencia, pero tampoco nos alejamos mucho, por no dejarle atrás, cuando las voces empezaron a alzarse y las espadas acercarse. Por eso alargué parte del metal del techo para crear un escudo que protegiera aquel pasillo de las armas voladoras.

Miré con total incredulidad a Adramelech cuando empezó a murmurar de aquella forma que me estaba poniendo negra. Entonces reconoció a los souls del pasillo y estos a él y la pantalla de metal no sirvió para absolutamente nada. Rodé los ojos y un sonido de desaprobación fue emitido por mi parte, con un ronroneo hosco y profundo, con cara de pocos amigos. Salí de mi escondrijo junto a Allen, para estudiar a Marlena y Heph… Heph…. El puto viejo, pero me cebé fuertemente con la muchacha de la hermandad del fuego escrutándola con la mirada. -Quizás sean androides- Gruñí con cierta desgana -Con pila cervical- Le recordé a Adramelech la existencia de esa cosa. Que se acercara tan alegremente me pareció una solemne irresponsabilidad. Luego pasan cosas…. Y por eso no guardé la pistola, estaba bien cerca de la niña.

¿Presentaciones? ¿Tocamientos? ¡Qué puto estaba haciendo tocando a mi ratón! ¿De qué se conocían, eh? ¿Por qué ella no conocía a los tres souls que tenía delante? Lanzó una mirada reprobatoria a Adra. Suspiró y volvió hacia la muchacha de fuego con una sonrisa muy complaciente, pero falsa. Había decidido que le caería mal. Se cruzó de brazos delante del viejo, con cierta desconfianza. Lo primero que hice al aproximarme fue buscar cuán orgánicos eran aquellos tipos… sospechando todavía que fueran androides o chipeados. Y de serlo, ¿quién le decía que no estuvieran controlados por nadie? -Zayra tuvo que sacrificarse para encerrar a El Todo de una vez por todas- Contesté, quizás un poco arisca. Tampoco se le escapó el acento del recién llegado, pero ese me despertó curiosidad. Ese acento solo podría ser de un sitio… familiar. (¿Albacete?)


Dados para ver si los souls que vienen son humanos de verdad o si tienen chips.

El miembro 'Vanessa Montenegro' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

La prudencia inicial se transformó en sorpresa tras reconocer a mis viejos compañeros, y después en alegría al recibir el abrazo de la emocionada Marlena. Sonreí cuando me estrujó de ese modo, devolviéndole el abrazo con mucho cariño. Ella había sido lo más parecido a una figura maternal que había tenido en mi adolescencia, así que la apreciaba bastante. Era una puerta al pasado, a la nostalgia.  - No sabes lo mucho que me alegro de veros con vida. - susurré antes de separarnos un poco, mirándola un poco cortado cuando me dijo eso de estar guapo. No se me daba bien recibir halagos. También se fijó en lo de mis prótesis metálicas, a lo que asentí suspirando. Sí, había mucho que explicar. Estaba tan metido en el reencuentro que no me di cuenta de los comportamientos algo bordes de Vanessa.

Luego volví la mirada hacia Hephaestus, aunque él no pudiese verme. Seguro que él había mantenido al grupo con la moral suficiente y era el encargado de las enrevesadas trampas de la cúpula.  La pregunta sobre Zayra era esperable, así que bajé la mirada al suelo con gesto serio. Si supiesen... - No. Ella murió. - Vanessa dio más detalles, como lo del sacrificio, pero yo tenía sentimientos encontrados con eso. No podía olvidar que mi madre había intentado matarme aquel día. Guardé silencio unos segundos más, inspirando profundamente antes de retomar la conversación. La palmadita en la espalda del viejo me hizo reaccionar. Así que se habían escondido ahí de los androides.

- Tranquilos, son aliados. - dije mientras señalaba con la mano a mis compañeros. -  Ella es Vanessa Montenegro. Zayra la reclutó aquí mismo hace años. Hermandad de metal. Y él es Allen, nuevo miembro. Hermandad de sanación... - dije recalcando el nombre de la hermandad, para que fuesen digiriendo. - Sí, hemos conseguido recuperar todas las calaveras, incluso las que perdimos hace años. Por eso hemos venido aquí, para que sepa que los Soul han regresado y para que se una más gente a nosotros. Ahora estábamos explorando en busca de aliados, y mira por dónde...- la llegada de Paco el Calambres me hizo también mucha ilusión, lo recordaba con un montón de anécdotas divertidas. - Bueno, de parranda...ojalá. Pero he aprendido algunos trucos nuevos. - hice chisporrotear en mi mano unos cuantos rayos, para que supiese a qué me refería.

Giré a Vanessa al escuchar esa desconfianza en su voz, pero a mí no me parecía que fuesen androides, en absoluto.  - Sólo unos auténticos Soul Reapers podrían haber preparado unos acertijos como los de arriba. Nadie más sabría eso. Unas trampas muy puñeteras, por cierto... - me quejé un poco, pero en ese momento me invadió la mente la visión enviada por Khaled. Estaban rodeados, en apuros. Mucho más que cuando nos marchamos.

- Khaled me envía un mensaje. Están en el Monte Aventino y necesitan refuerzos. Hay muchos guardias rodeándoles y... no hay tiempo que perder. - me dirigí a los antiguos y a los nuevos, esperando que dijesen de inmediato que estaban dispuestos.

Me alarmé al notar luz en mi visión periférica, no quería más fuego pero me relajó ver que se trataba de unas antorchas que se encendieron. Al parecer, estar quién sabe cuánto tiempo bajo tierra no le había quitado el entusiasmo a la mujer, eso era bueno. El hombre, por su parte, se lo veía mayor pero bien en general, excepto por su ceguera. -Hola.- Saludé escuetamente cuando fuí presentado por Adramelech, entonces llegó un tercero que también parecía animado. -¿Por qué representaron la calavera de dureza con un pene?- Si ellos habían construído ese lugar, ¿por qué no preguntarles?.

Miré de reojo a Vanessa cuando dijo de ese modo que podían tener pila cervical. -Yo tengo pila cervical. A lo largo de los años hice muchas cosas para encontrar a los Soul, unirme a Sam fue una de ellas.- Dije con expresión seria. -Las probé para ver si funcionaban.- Agregué en broma a lo que dijo el pelinegro sobre las trampas mientras extendía el brazo que había sido calcinado y levantaba un poco la sudadera para mostrar las heridas de balas. -Quedé agujereado como un queso y achicharrado.- Comenté para que el viejo se diera una idea. Miré a Adramelech ante las noticias de Khaled. -Vamos, entonces.- Sentencié y miré expectante a los tres que yo recién conocía.

…
No dije nada con tanta carantoña, pero debía reconocer que estaba jodida. ¿Debería alegrarse por los compañeros? Mmmm quizás, pero no lo estaba, no en ese momento. Crucé los brazos por delante del pecho, con la mandíbula ligeramente torcida y estudiando al viejo, que suponía que debía saber que le estaba estudiando, por su “mirada” y su comentario. Al menos estaban limpios (salvo por los tornillos de la cadera), curiosamente a diferencia de Allen, del que no había caído en el detalle de la pila cervical. Le estudié por un mínimo segundo topándome con su mirada seria, mientras Adra seguía hablando de fondo sobre las idas y las venidas de las calaveras. Quizás estaba pensando que por ser de los nuestros y tener pila, ahora que lo sabía, podía confiar en él tan alegremente -¿Una máquina que es capaz de leer todos tus pensamientos? Me parece que ya no queda nadie que sea auténtico…- Solté, alzando las cejas y lateralizando la mirada, como si estuviera hablando con una persona a mi lado que no existiese. Pero bueno, parecía que debía de ser la única con ciertas reticencias, porque todos estaban en plan coleguis. Al menos el que tenía acento era divertido, con aquella ocurrencia sobre el dibujo de la calavera de la dureza, no pudo evitar que aquello le hizo dibujar una sonrisa divertida, aunque trató de disimularla ocultando los dientes con los labios.

-Khaled. Y Lyosha… y Astaroth- Aunque la historia de los revenant ya me despistaban un poco. Pero dejé caer la información, sintiéndome mejor conmigo misma por saber algo que aquellos topillos escondidos no sabían. Tras aquello, el mensaje mental. Se conoce que los magos italianos se habían enfadado… qué recuerdos… -Aunque sean humanos “corrientes y molientes” puede que tengan un arma- Cargó la pistola, hubo un chasquido -Y en muchas ocasiones también sabemos usarlas- Gruñó un tanto herida. -Muy bien, comienza la batalla. ¿Qué te ha mostrado Khaled y con cuántas manos contamos? ¿Escudos? ¿Armas?- Había que empezar a organizar las tropas… si es que querían salir de allí. Y no podrían demorarse mucho más. No se volvió hacia los compañeros de plática, sino que se quedó observando el oscuro pasillo por el que se había perdido Paco… el interesante Paco que todavía tenía que estudiar más detenidamente (porque sí, con Adra estaba un poco molesta por tener “amiguitas”).

Sentí algo de pena por Allen al escucharle decir que había buscado a los Soul durante años, y que por eso se unió a S.A.M. Ojalá lo hubiésemos encontrado antes. Luego volví mi atención a Marlena, a la que pareció hacerle mucha gracia que Vanessa sospechase que podían ser androides. Mi compañera era muy desconfiada, aunque esa faceta suya a veces venía bien. La conversación se volvió más seria al tratar el tema de El Todo. El significado que entrañaba aquel nombre para los Soul Reapers era muy intenso. - Esta vez le derrotamos, aunque con muchos sacrificios. - había muchas derrotas y pérdidas en nuestra historia, así que era muy importante esa victoria y el logro de conseguir de vuelta las doce calaveras. - Gracias. - murmuré cabizbajo cuando me dijo que sentía lo de mi madre, agradeciendo su apoyo aunque ella no supiese las circunstancias en las que pasó aquello.

Su entusiasmo al hablar de la proeza me hizo recuperar un poco el ánimo, teníamos muchas historias que contarles a los antiguos compañeros y a los nuevos. - En realidad ahora hay 13, porque Khaled trajo la suya del infierno. Vanessa y yo nos encargamos de completar las nuevas calaveras con poderes. Toda una aventura. - sonreí a mi compañera para ver si se relajaba un poco, que estaba muy tensa. Luego expliqué algo mejor lo de Khaled. - Un nigromante invocó al demonio de Khaled, y regresó a través de un portal. Ah, y nos hicimos con la Torre de la Alta Hechicería. Ahora es nuestra. - cerré el puño en gesto triunfal, escuchando a medias eso que dijo Hephaestus sobre los poderosos magos del Vaticano. Ahora era el momento de demostrarles que Italia era más de los Soul Reapers que de los magos. - Eso es, y también han vuelto Astaroth y Lyosha. Aunque...bueno, ya os explicarán ellos. - solté un 'anda qué' cuando Calambres dijo eso de la idea de los acertijos, siempre había sido así de bromista. Le dije que se diese prisa en traer al resto, y mientras expliqué a Vanessa, Allen y los demás lo que había visto en la visión enviada por Khaled.

- Que están rodeados por esos guardiani del Vaticano, y que necesitan ayuda ya. No aguantarán mucho más. Contamos con nuestra magia, y los compañeros de aquí. - no tardaron mucho en regresar, un grupo de personas encabezadas por Paco llegaron hasta donde estábamos. Apenas llegaban a la treintena, pero era suficiente. Era el momento de motivarles, puesto que muchos de ellos aún no tenían poderes. Otras pocas caras eran conocidas, pero las menos.

- Hermanos Soul Reapers...llegó el momento de salir de las sombras. Hoy volveremos a unirnos como lo estuvimos una vez, luchando contra los magos que creen que la magia es un derecho exclusivo para ellos. Tras muchos años de persecuciones y duros reveses hemos logrado recuperar las doce calaveras de poder. Ahora podréis obtener el don de la magia y hacerla vuestra, podréis acercar a otros a ese privilegio haciéndoles parte de la hermandad. El líder Khaled ha regresado del infierno al que se fue para salvar a la humanidad. Ahora mismo están librando una dura batalla contra los magos del Vaticano, y nos necesitan a todos. ¡Luchemos como hemos hecho siempre! - alcé el puño metálico al aire, animándolos a seguirnos.

Comprendía las sospechas de Vanessa, ir por ahí confiado podía costarte la vida, de hecho me llamó la atención que la pelirroja y el viejo cascarrabias den por hecho tan rápido que nosotros éramos aliados. Nosotros efectivamente éramos aliados pero cabía la posibilidad de que Sam hubiera encontrado a un Soul, le hubiera leído cada pensamiento, cada recuerdo y hubiera creado clones y supieran la clave para entrar a su refugio. Al escuchar que el hombre ciego tenía tornillos en su cadera clavé la mirada en sus piernas para intentar adivinar de qué lado había sido la fractura. Dejé escapar una baja risa entre dientes ante el comentario de la morena y me acerqué a ella posando la mano buena en su espalda baja. -Esa máquina me dió alguna que otra idea interesante, cuando quieras te muestro lo auténtico que puedo ser, dulzura.- Le susurré al oído dejando que mi vibrante voz viaje por su voluptuoso cuerpo de piel bronceada y me alejé con una sonrisa filosa para volver la atención a la charla grupal.

“El Todo” parecía ser un tema serio así que puse una expresión respetuosa. -Allen Dushambe.- Aclaré porque había dicho el apellido de Vanessa pero no el mío y asentí murmurando un “gracias” cuando la mujer nos dió la bienvenida sonriendo apenas porque la reverencia me hizo un poco de gracia. Llevé la mirada de Adramelech a Vanessa al saber que ellos habían sido una parte clave en la historia de los Soul Reaper. Mantuve una expresión neutra mientras se hablaba de Khaled y el infierno pensando que se referían a un lugar con ese nombre de forma metafórica pero alcé una ceja y miré a Adramelech cuando relató la vuelta del hombre de ojos rojos. Es que lo contó de un modo tan... tan... como a la ligera pero era tremendo lo que decía. Me acordé que Khaled me preguntó si yo había visto algún demonio y me quedé con cara de “¿En dónde me metí?”. Por suerte el tema de conversación pasó a las marcas en la cúpula, una cuestión trivial que me sacó una sonrisa porque me hizo gracia y también me alivió saber que no todo era turbio, aunque poco tiempo duró ya que llegaron malas noticias.

Me pareció curioso pensar en un Papa mago, pero me animó saber que llevaríamos refuerzos. Escuchar de ese modo que estaban los que no tenían poderes mágicos detuvo mis pensamientos. Sentí ese comentario como si se hubieran olvidado que los Soul Reapers comienzan siendo humanos sin poderes mágicos. -Es posible tener habilidades aparte de las mágicas.- Señale de acuerdo con la morocha. Presté atención a la organización y luego miré al variopinto grupo de personas que se reunió en el pasadizo iluminado por las antorchas. Escuché en silencio el discurso del pelinegro y sentí que se me erizaba la piel del coraje que sus palabras me infundieron ya que me recordaron todos los sacrificios que se hicieron solo porque algunos consideraban que no merecíamos tener magia los que habíamos nacido sin ella. Alcé el puño y solté un grito de guerra, decidido a defender el poder de la magia que la calavera de sanación me había concedido. -¡Luchemos por la libertad!-

Emme  

Emme

Emme

+ 30 SOUL REAPER PNJ (stats del PNJ normal) se unen al grupo tambien. El 50% (=15) no tienen habilidades mágicas pero si fisicas y tecnologicas, equivalentes en stat a magias.

Por un momento me sentía como una verdadera desquiciada, era la única que no terminaba de fiarme de todos aquellos, nuevos, viejos Souls, ¿qué más daba si había un chip de por medio? Suspiré por la nariz con cierta molestia, en especial porque no me gustaba que me tacharan de loca. Entrecerré los ojos mientras el castaño me susurraba aquel comentario, me hubiera gustado decirle tres o cuatro cositas pero debía reconocer que me gustaría poder conocer qué ideas le había dado la máquina. ¿Cómo follarían los robots? ¿No había unas fotos sobre el tema? Le seguí con la boca entreabierta, tratando de responderle alguna barbaridad. Quizás luego. Esta me la guardaba. Al fondo, la plática seguía, hablando del Todo y las calaveras. Fue en aquel momento cuando enganché la conversación, pasando la mirada de Allen a los Souls recién conocidos

-De modo que ahora os tocará actualizar el techo del panteón- Solté, casi sin pensarlo mucho, el chascarrillo, tras añadir Adra que ahora había trece. Y algunas de ellas nuevas -Me temo que ya no habrá más pitos duros- Me encogí de hombros con cierta sorna y sonrisa arqueada, se acabaron las diversiones. Me pregunté en ese momento, qué es lo que la calavera podría hacer, y si en verdad estaba relacionado con el miembro masculino.

El comentario sobre la gente sin poderes levantó alguna espina, y no fui la única que renegó a aquello, aunque el comentario de Marlena templó los ánimos y no hubo que lamentar que la sangre llegara al río, no por ahora. Apoyé la mano que no cargaba el arma sobre la cadera y cargué el peso en la misma, escuchando el vaticinio de Adra y luego sus palabras. En verdad era un líder, y la menda, como buena soldado, se debía al mismo. Trece. Trece calaveras. Sí, sentí orgullo porque el chiquitín había aprendido mucho durante este tiempo y me gustaba haber estado con él todo este tiempo, y me di cuenta que haberme quedado en Ouroboros hubiera sido una cagada por mi parte. Mi sitio era junto a Adra, allá donde fuera. Protegiéndolo (o intentándolo, porque… en fin) como su madre me había pedido hacía tanto.

Se acabaron los vítores y hubo un momento de duda, comenzando Marlena con la consecuente pregunta -Muy bien, ¿y cómo coño llegamos hasta la torre?- Me giré hacia mis propios compañeros, acabando en Adra -Tenemos que avisar a tu abuelo para que nos abra un portal, no tenemos tantos autobuses para llevar a toda esta gente. No somos el IMSERSO- Solté una risa ahogada, casi irónica. Lo peor es que ninguno pillaría la coña… pero bueno, ella sí, y le hacía gracia.

En el momento previo al discurso pude percatarme de un acercamiento un tanto exagerado de Allen a Vanessa, y esta vez sí que me pareció extraño porque no estábamos en ninguna situación de emergencia que lo hiciese necesario. Mucho susurro y mucho tocar. Miré de reojo, un poco molesto. Luego centré la atención al grupo, aprovechando para motivarlos a luchar ahora que volvíamos a estar unidos. Marlena había dado en el clavo con nuestra esencia, agradecer el don de la magia pero sin olvidarnos del lugar del que veníamos. No despreciábamos a aquellos que no la tuvieran, o que poseyesen habilidades no mágicas.

- Eso es. Somos mucho más que los magos. - recorrí al grupo con la mirada, orgulloso de ellos al ver que ninguno decidía salir huyendo y que todos. No tuve que decir nada sobre cómo llegar de vuelta a la torre porque Vanessa se adelantó y dio la clave para volver todos rápido. Era lista, y siempre encontraba soluciones. Lo que no pillé fue su chiste porque no conocía la palabra. - Así llegamos a aquí. Él hizo un portal para que pudiésemos salir de la torre cuando empezaron a atacarnos. Me apareceré allí y le pediré que abra un portal directo para que entréis. No puedo llevarme a muchos, pero dejaré allí a Allen primero por si necesitan sanación. Enseguida volvemos. - agarré por el hombro al nuevo sanador, así lo alejaba de Vanessa un rato. Después me desaparecí de allí con él, regresando con Khaled para darle las buenas noticias. Los Soul Reapers de Roma seguían vivos.

Asentí levemente a las explicaciones que estuvo dando Adramelech sobre cómo demonios habíamos llegado hasta Agripa. Aunque bueno, en el segundo relato se olvidó de contar aquello de que la arena y el tema de los disparos… dudaba que no fuera casualidad, claro. Volví a colocar las manos en jarras sobre las caderas y cambié el peso de una cadera a otra -Venga, que sí, que sí. Las despedidas y las ñoñadas para después. Vamos, tenemos una torre que volver a salvar- Le indiqué a Adramelech con un aspaviento que se diera vida. Yo todavía no sabía desaparecerme, de modo que era mejor que se dedicara él a hacerlo, mientras le seguía con la mirada entrecerrada, dejándola clavada en el espacio que dejaron al desaparecerse.

Silencio incómodo. Me giré en dirección a los otros Souls, en especial a esos tres que parecían ser lo que mandamases… por ahora. -¿Y qué opina Lyosha de tu existencia?- Le gruñí al viejo ciego para hacer, yo qué sé, conversación o algo. Pero el tema de que la loca revenant y el nuevo encargado tuvieran que compartir cargo me daba como… mala espina. Habría que verlo. Fue entonces cuando se abrió el portal -Oh, vaya, qué oportuno. Venga, cagando leches, no tenemos toda la tarde- Les señalé a todos con la cabeza al portal para que fueran pasando con sus gritos para prepararse para ir a la guerra. Rodeé los ojos armándome de paciencia, y esperé a que todos pasaran. Yo cerré el grupo, y con ello, el portal

OFF: Todos los presentes nos vamos a AQUÍ

Habían dormido perfectamente, Wthyr no le había respondido a nada y Catherine se había quedado pensando en el rintintin de su comentario sobre la descendencia. Tenía razón y, esta vez, no habría sodomas de por medio lo que la hizo pensar un poco de nuevo en las acciones flexibles que tendría que tomar en el futuro. Aún así, la mañana llegó rápido pero antes de irse a Italia tuvieron que hacer NUMEROSAS cosas.

Primero que nada, tenían que hablar con los hermanos para que supieran por qué y para qué se iban. Dejando a Shyvanna encargada que le agradeció por traer a Gwen pero que la había mirado como si se tratara de una persona completamente ajena a ella, lo que la dejó con una sensación rara. Además, tuvo que pedir la ropa especial de maternidad + misión porque Wthyr le guió hasta las costureras que trabajaron más rápido de lo que esperaba. Durante ese tiempo él fue a hablar con las sacerdotisas sobre todo el tema de los patronus y finalmente se habían reencontrado en la habitación para organizarse.

Viajarían con Smaug pero primero debían transportarse a Italia así que Catherine tuvo que buscar información en un mapa sobre un sitio en el que pudieran aparecer sin mucho problema aunque, para ser sincera, nunca había ido allí y no conocía la situación. Eligieron el panteón de Agripa que parecía una buena ubicación y antes de partir Wthyr le había regalado una cota especial que a Catherine le parecía preciosa pero era tan ligera que sospechaba que fuera a protegerla de algo, pero le agradeció.

El portal se abrió en el panteón y Catherine lo atravesó del brazo de Wthyr mientras veía alrededor. Smaug también tendría que pasar pero en forma élfica, al menos hasta que tantearan la situación. Al llegar, la bruja miró alrededor con cierto asombro por todo lo que se había construido. Era…precioso y Catherine sabía apreciar las cosas bonitas de la vida -¿Estuviste en Italia alguna vez?- Inquirió antes de sorprenderse por el patronus que le llegó…de Matvey.

Miró a Wthyr con el ceño fruncido, momento antes de escuchar el patronus y enviar mensajes mentales.

Al final lo de levantarse al amanecer les sirvió para dejar atados todos cabos sueltos antes de marchar, como el tema del tratado y dejar a sus hermanos al tanto de todo. Además, tuvieron que equiparse para entrar en posible batalla, por lo que le entregó a Catherine una cota que la protegiese en caso de que no lo lograsen con un escudo mágico. Le hubiese gustado recuperarse un poco más e incluso poder entrenar sus habilidades antes de partir, pero no había tiempo suficiente si querían llegar a todo lo que había que hacer. Entre unas cosas y otras acabaron llegando ya de noche a Italia.

Al final se marcharon usando el portal que abrió Catherine con aquella piedra nueva que había encontrado, una que no sabía ni de dónde había sacado. El dragón negro que los acompañó estaba poco comunicativo y serio por tener que adoptar la forma humana, pero no le quedó otro remedio para aparecer en el lugar sin llamar la atención. Nada más llegar se apartó varios metros de ellos, observando el entorno. Wthyr permaneció del brazo de Catherine, esperando no tener que arrepentirse de la decisión que había tomado. Ya no había marcha atrás.

- Sí, he estado tres veces. Pero esto está muy cambiado. Era mejor antes. - comentó, mirando alrededor con cara de desconfianza. En cuanto escuchó la voz de aquel mensaje frunció el ceño, reconociendo de inmediato al nigromante. - ¿Qué hace él aquí? ¿No se suponía que nadie venía a rescatar a Da Vinci? - empezó a ponerse de mala hostia, porque lo último que quería era tener que verle otra vez la cara al barbas ese. Cruzó los brazos sobre el pecho, pensando en qué hacer ya que estaban allí.  - Pues que diga la información, aquí parados no hacemos nada.- eso de mandar mensajes en partes le pareció estúpido, que lo dijese todo de una.

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PS: 156/200 (recordatorio)