Recuerdo del primer mensaje :
¡Bienvenido al Moulin Noir!
Desconecta de esta maldita guerra ( o no ) y súbete a nuestro molino. Mítico pub londinense de ambiente variopinto,
aunque su clientela es principalmente de procedencia mágica. El bar cuenta con sala de espectáculos y habitaciones en el piso superior.
Desconecta de esta maldita guerra ( o no ) y súbete a nuestro molino. Mítico pub londinense de ambiente variopinto,
aunque su clientela es principalmente de procedencia mágica. El bar cuenta con sala de espectáculos y habitaciones en el piso superior.
- Imágenes del local:
MOULIN NOIR
ENTRADA
SALA DE ESPECTÁCULOS Y BAR
Claro, y ahora que te has tomado un par de nuestros mejores cócteles no procede conducir en tu escoba hasta casa ¿verdad?
En el Moulin Noir contamos con habitaciones cálidas, limpias, decoradas con gusto y sobre todo con ambiente familiar para que te sientas como en tu hogar.
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El miembro 'Ilztvyll Arken'rret' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Defensa Física' :
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El cacharro... El maldito cacharro tenia que explotar tambien, con un villancico de requiem por su 'muerte' si es que estan vivos. El primer instinto que tengo es coger una de las mesas y hacerla levitar para detener la mayor parte de los proyectiles, pero la chica alada se me lanza encima y nos cubre con sus alas, llevandome yo apenas unos arañazos en las piernas. Ella se abraza a mí y yo me quedo quieto, un poco rígido tal vez, no estoy acostumbrado a que clientas se preocupen por mi y... Bueno, a parte de mi hermana ninguna mujer se preocupa nunca por mí. "Esto... Eh ..." Pienso en decirle algo pero ella misma se separa cuando se calma todo, preguntando a los demás. Yo me recompongo un poco y miro alrededor, haciendo control de daños. Kosuke está bastante sangrante, con las tripas casi fuera, y el drow anda con sus tentaculos tan campante. Luego miro a Sharon y mis ojos se abren mucho, viendola apoyada en la mesa con aquel trozo de metal incrustado. Me acerco a ella con pasos largos y la tomo despacio del brazo, mirandola a los ojos.
-Necesitamos un médico.
Miro al japo aplastando la caja de villancicos y al oscurito recogiendo chatarra. Por mi genial, pero que alguien malditamente ayude a mi hermana.
Defensa: 5(dados)+ 8(defensa magica)+ 5(canalizador) +10(habilidad)= 28
Daño: 35-28= 7
-Necesitamos un médico.
Miro al japo aplastando la caja de villancicos y al oscurito recogiendo chatarra. Por mi genial, pero que alguien malditamente ayude a mi hermana.
Defensa: 5(dados)+ 8(defensa magica)+ 5(canalizador) +10(habilidad)= 28
Daño: 35-28= 7
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El miembro 'Julian Birdwhistle' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Defensa Mágica' :
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Y ahí estaba yo, con trocitos de metal en el abdomen, he pasado por cosas peores la verdad, empezando desde varias espadas clavadas hasta... ya sabéis, la pérdida del brazo. No soy el único que ha acabado malherido, Sharon tiene un trozo de metal que le atraviesa de lado a lado, mis heridas pueden ser más graves, pero ella sí que está en peores condiciones, somos los únicos malheridos, pues Julian fue protegido por Indira y el drow supo protegerse bien, arf, si hueviese sido más rápido...
Indira viene corriendo hacia mi tropezando torpemente, ella misma me avisó anteriormente de que no tiene nada de magia "... éstos críos... en mis tiempos, los de su edad tenían mayor capacidad mágica, incluidos alados, que en teoría deberían de tener incluso mayores reservas de maná" -Ya te dije que estoy bien, los hay peores -le advertí sobre el estado actual de la hermana del animago y me levanto del suelo, apoyándome en mi katana, el mover el tronco hacen que mis heridas sangren algo más, a lo que gruño por el dolor, una vez levantado, envaino la hoja y desengancho la vaina del cinturón, para usarlo a modo de bastón.
El drow me llamó la atención, la primera palabra entendible que salió de su boca fue mi nombre, pero seguramente la repitió al escuchar a la joven alada. Me dedicó una mirada de mala leche, supongo que fue al cargarme la maravillosa "caja de música" que el jodido centinela que quería ser Pimpinela tenía, no se si será capaz de entender lo siguiente que le voy a decir, así que lo acompañaré con algunos gestos -Si lo que quieres son cajas de música, ya te conseguiré una, pero éste en especial me ponía de mal humor, pero eh, buen trabajo -espero que algunos de los gestos los entendiese al menos el último para indicarle que lo ha hecho bien, ya sabeis, el pulgar pa'rriba...
Ahora que estoy incorporado, sigo recogiendo los restos de los centinelas, no sin observar como Ilztvyll tapaba sus "brazo y pierna derechas" con una tela, tal y como yo hacía a veces para ocultar mi brazo. Con todas las piezas recogidas, me acerco a Sharon y a Julian, ambos necesitamos tratamiento médico urgente, e Indira no puede realizar curas ahora, sólo se me ocurre una opción viable sin la necesidad de esperar, ya que la espera... es inviable -Bueno... tengo un plan para curarnos, Julian, coge a tu hermana por el lado izquierdo -le indico mientras la cojo por el lado derecho con mi brazo izquierdo, pues con el derecho llevaba toda la chatarra y el par de brazos que recolecté de los centinelas -Os llevaré a ambos a un sitio donde nos puedan curar... -dirijo luego la mirada a la alada -Indira, dudo que vengan más soldados o centinelas, así que recupérate y realiza el hechizo de ocultamiento mientras no estoy, además, si viene alguien, tienes a Ilztvyll para que te cubra un poco - o eso espero... hizo un buen trabajo, pero no sé hasta que punto es de fiar.
-Nos vamos ya -les anuncio a todos, Julian debería de haber cogido a su hermana por el lado que le corresponde, me concentro en la base, al canalizar mi magia de teletransporte, las heridas me duelen, no aseguro acabar en la enfermería, pero sí en un punto cercano, así que me desaparezco de allí con Sharon, la chatarra recolectada y con Julian en caso de haber seguido mis instrucciones.
Vida de Kosuke: 108 - 5 por sangrado fuerte = 103
Indira viene corriendo hacia mi tropezando torpemente, ella misma me avisó anteriormente de que no tiene nada de magia "... éstos críos... en mis tiempos, los de su edad tenían mayor capacidad mágica, incluidos alados, que en teoría deberían de tener incluso mayores reservas de maná" -Ya te dije que estoy bien, los hay peores -le advertí sobre el estado actual de la hermana del animago y me levanto del suelo, apoyándome en mi katana, el mover el tronco hacen que mis heridas sangren algo más, a lo que gruño por el dolor, una vez levantado, envaino la hoja y desengancho la vaina del cinturón, para usarlo a modo de bastón.
El drow me llamó la atención, la primera palabra entendible que salió de su boca fue mi nombre, pero seguramente la repitió al escuchar a la joven alada. Me dedicó una mirada de mala leche, supongo que fue al cargarme la maravillosa "caja de música" que el jodido centinela que quería ser Pimpinela tenía, no se si será capaz de entender lo siguiente que le voy a decir, así que lo acompañaré con algunos gestos -Si lo que quieres son cajas de música, ya te conseguiré una, pero éste en especial me ponía de mal humor, pero eh, buen trabajo -espero que algunos de los gestos los entendiese al menos el último para indicarle que lo ha hecho bien, ya sabeis, el pulgar pa'rriba...
Ahora que estoy incorporado, sigo recogiendo los restos de los centinelas, no sin observar como Ilztvyll tapaba sus "brazo y pierna derechas" con una tela, tal y como yo hacía a veces para ocultar mi brazo. Con todas las piezas recogidas, me acerco a Sharon y a Julian, ambos necesitamos tratamiento médico urgente, e Indira no puede realizar curas ahora, sólo se me ocurre una opción viable sin la necesidad de esperar, ya que la espera... es inviable -Bueno... tengo un plan para curarnos, Julian, coge a tu hermana por el lado izquierdo -le indico mientras la cojo por el lado derecho con mi brazo izquierdo, pues con el derecho llevaba toda la chatarra y el par de brazos que recolecté de los centinelas -Os llevaré a ambos a un sitio donde nos puedan curar... -dirijo luego la mirada a la alada -Indira, dudo que vengan más soldados o centinelas, así que recupérate y realiza el hechizo de ocultamiento mientras no estoy, además, si viene alguien, tienes a Ilztvyll para que te cubra un poco - o eso espero... hizo un buen trabajo, pero no sé hasta que punto es de fiar.
-Nos vamos ya -les anuncio a todos, Julian debería de haber cogido a su hermana por el lado que le corresponde, me concentro en la base, al canalizar mi magia de teletransporte, las heridas me duelen, no aseguro acabar en la enfermería, pero sí en un punto cercano, así que me desaparezco de allí con Sharon, la chatarra recolectada y con Julian en caso de haber seguido mis instrucciones.
Vida de Kosuke: 108 - 5 por sangrado fuerte = 103
Pese a las protestas de Kosuke, le ayudo a levantarse y llegar hasta el Moulin.
-Cuando dejes de hacerte el macho-pecho-peludo y puedas entrar en razón me avisas. Voy a buscar un botiquín para así poder curaros o mejorar un poco la situación
Me marcho de allí para buscar el botiquín que teníamos en el almacén, que por suerte no han asaltado durante mi ausencia. Por suerte sé más de curar a la manera muggle que con magia, así que tenemos una esperanza. Luego de eso me los llevaría al Ouroboros.
-Vale, he traído un botiquín así que podemos empezar a...
Y no estaban. Sí, se esfumaron del local, dejándome ahí en mitad con el botiquín en las manos y una cara de boba que podía resultar graciosa. Malditos magos y sus ansias por teletransportarse, ¡más les valdría quedarse atrapados entre dimensiones por utilizar magia estando como estaban! Suspiro bastante enfadada y miro a Iztvyll moviendo mi dedo índice en círculos, indicando que estaban locos.
-Locos, los magos están locos. Los muggles por lo menos saben cuando están hechos mierda, joder
Dicho esto me dirijo al almacén para dejar el botiquín y desde allí poder realizar el hechizo de ocultamiento, aunque no estoy muy segura de que funcionase.
-Cuando dejes de hacerte el macho-pecho-peludo y puedas entrar en razón me avisas. Voy a buscar un botiquín para así poder curaros o mejorar un poco la situación
Me marcho de allí para buscar el botiquín que teníamos en el almacén, que por suerte no han asaltado durante mi ausencia. Por suerte sé más de curar a la manera muggle que con magia, así que tenemos una esperanza. Luego de eso me los llevaría al Ouroboros.
-Vale, he traído un botiquín así que podemos empezar a...
Y no estaban. Sí, se esfumaron del local, dejándome ahí en mitad con el botiquín en las manos y una cara de boba que podía resultar graciosa. Malditos magos y sus ansias por teletransportarse, ¡más les valdría quedarse atrapados entre dimensiones por utilizar magia estando como estaban! Suspiro bastante enfadada y miro a Iztvyll moviendo mi dedo índice en círculos, indicando que estaban locos.
-Locos, los magos están locos. Los muggles por lo menos saben cuando están hechos mierda, joder
Dicho esto me dirijo al almacén para dejar el botiquín y desde allí poder realizar el hechizo de ocultamiento, aunque no estoy muy segura de que funcionase.
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El miembro 'Indira Ibn-La'ahad' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
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Kosuke me respondió alguna cosa gesticulando. Yo lo miré con cara de “sí, claro que sí, estoy doscientosporciento de acuerdo contigo”. Pero la verdad es que esos gestos me liaban, porque… ¿Sabes bien que los elfos negritos usamos lenguaje de signos? ¡Claro que lo sabes! Ni que hablara con un humano. Pues claro. Algunos de los que hacía coincidían con conceptos nuestros, pero no acababa de tener sentido. Así que yo le gesticulé “pues eso lo será tu madre, pinche pendejo wevón” (Eso probablemente sea imposible en drow, pero ya se me comprende. Ya sabes como es nuestra lengua: Dale un golpe al teclado y te saldrá un insulto.) Y yo me quedé tan pancho. No le quise dar más vueltas a eso de la caja de música.
Los observé tal y como se las apañaban para pirarse de allí. En plan, cogieron a la chavala aquella que tenía un hierro atravesado. Oí mi nombre en su conversación y yo los miré con una ceja alzada. Pensaba en mis interiores que si era un insulto se arrepentirían de ello. Aunque no estaba por la labor de odiar mucho ni de ser un perro rabioso, Vlossinssrigg se había adormecido ya tras la batalla. Se fueron por… Arte de magia. Bueno. Literalmente. Y me quedé yo en el destrozadico bar, ahí, picoteando unas ricas aceitunas.
Indira se había ido antes de que estos anunciaran que se iban (aunque yo no me había enterado) y cuando volvió con un botiquín (que yo tampoco sabía qué era) soltó algo, como si estuviera enfadada porque se hubieran ido, y se marchó ella misma. Y yo me quedé con cara de “Pero que yo también estoy pocho”. Aunque su hechizo invisiblemágico chupiguay me dejó algo patidifuso. Tenía que ponerme al día… No estaba seguro de qué había pasado, así que me levanté, me fui fuera para ver si había algún cambio y el cambio es que no se veía Moulin Noir desde el exterior.
Entré asintiendo como “Pues no está mal, no” y me estiré, esperando a que la muchacha me pudiera atender. Yo ya había cumplido mi parte del trato y ya sabes que no me gusta actuar por amor al arte. Quería un sitio para dormir, aunque fuera un agujero terrible. La luz de la mañana empezaba a filtrarse por las oberturas hechas por los centinelas y yo no me lo estaba pasando muy bien. Me escondí en una esquina, asustado como un perro. Nunca antes había visto la salida del Sol… Y… Seguramente tu la primera vez que lo vieras te quedaras “Oh, es bonito”. Pero, ¿Y yo? Qué mal rollo. Aquello me quemaba las retinas, árbol.
-¿Puedo ir a otra sala?- Pregunté en mi lengua sin pensar mucho. Ahí iba con todos los instintos hacia fuera, agarrando la guadaña como si de ella me dependiera la vida. La luz poco a poco invadía más y más el recinto.
Los observé tal y como se las apañaban para pirarse de allí. En plan, cogieron a la chavala aquella que tenía un hierro atravesado. Oí mi nombre en su conversación y yo los miré con una ceja alzada. Pensaba en mis interiores que si era un insulto se arrepentirían de ello. Aunque no estaba por la labor de odiar mucho ni de ser un perro rabioso, Vlossinssrigg se había adormecido ya tras la batalla. Se fueron por… Arte de magia. Bueno. Literalmente. Y me quedé yo en el destrozadico bar, ahí, picoteando unas ricas aceitunas.
Indira se había ido antes de que estos anunciaran que se iban (aunque yo no me había enterado) y cuando volvió con un botiquín (que yo tampoco sabía qué era) soltó algo, como si estuviera enfadada porque se hubieran ido, y se marchó ella misma. Y yo me quedé con cara de “Pero que yo también estoy pocho”. Aunque su hechizo invisiblemágico chupiguay me dejó algo patidifuso. Tenía que ponerme al día… No estaba seguro de qué había pasado, así que me levanté, me fui fuera para ver si había algún cambio y el cambio es que no se veía Moulin Noir desde el exterior.
Entré asintiendo como “Pues no está mal, no” y me estiré, esperando a que la muchacha me pudiera atender. Yo ya había cumplido mi parte del trato y ya sabes que no me gusta actuar por amor al arte. Quería un sitio para dormir, aunque fuera un agujero terrible. La luz de la mañana empezaba a filtrarse por las oberturas hechas por los centinelas y yo no me lo estaba pasando muy bien. Me escondí en una esquina, asustado como un perro. Nunca antes había visto la salida del Sol… Y… Seguramente tu la primera vez que lo vieras te quedaras “Oh, es bonito”. Pero, ¿Y yo? Qué mal rollo. Aquello me quemaba las retinas, árbol.
-¿Puedo ir a otra sala?- Pregunté en mi lengua sin pensar mucho. Ahí iba con todos los instintos hacia fuera, agarrando la guadaña como si de ella me dependiera la vida. La luz poco a poco invadía más y más el recinto.
Salgo del almacén, y me encuentro al drow acurrucado en una esquina. Palidezco pensando que le había dado un jamacuco o algo por la pelea, recriminándome el hecho de soltar el botiquín. Me acerco hacia él y me agacho hasta quedar a su altura.
-¿Estás bien? Losientonomehabíadadocuentaporfavorperdóname
Siento el calor del sol contra mis alas y entonces comprendo, era el Sol lo que le asustaba. Me incorporo y extiendo mis alas formando un escudo para que el Sol no le, tendiéndole la mano para que se levante.
-Ven, te llevaré a una habitación para que puedas descansar
-¿Estás bien? Losientonomehabíadadocuentaporfavorperdóname
Siento el calor del sol contra mis alas y entonces comprendo, era el Sol lo que le asustaba. Me incorporo y extiendo mis alas formando un escudo para que el Sol no le, tendiéndole la mano para que se levante.
-Ven, te llevaré a una habitación para que puedas descansar
Y me vino a preguntar alguna cosa, hablando muy atropelladamente. Se creería que era un pobre animalito asustado más que un elfo oscuro huyendo de la asquerosa luz, purificadora, putrefacta. No, el putrefacto era yo. Que conste. Le miré con cara de no entender nada (que era lo que acababa de suceder, básicamente) y agradecí mucho que parara el sol con sus alas, asintiendo en plan “si, eso está bien”. Y me volvió a hablar. No sé cuales eran las razones que nos conducían a intentar hablar si sabíamos que no había forma humana (¡Humana! ¿Lo pillas) de comunicarnos.
Me hizo así como tender una mano y yo la cogí para ponerme en pie, procurando mantener pierna y brazo bien escondidas bajo la capa. No era por las miradas, si no porque la luz me quemaría la oscuridad cosa mala. Decidí seguirla hacia las habitaciones, mirando por todos lados, sin saber exactamente qué hacer o decir. Porque no me iba a entender, quisiera o no. Observaba las paredes del bar y toda su estructura, admirando el como podían hacer que algo se sostuviera así en vez de cavar dentro de una cueva hasta hacer una casa.
A no ser que me traicionara en último momento tendría disponible una habitación para mí y un lugar al que volver. No me consideres emocional, no pienses que me ilusionaba eso de tener un hogar. Pero sería un lugar perfecto para esconderme durante el día e ir a meter todos los trastos que me interesaran. Necesitaba ponerme al día con el idioma y descubrir cuanto pudiera de la magia del exterior… Suspiré. Porque comprenderás que no me gustaba perder el tiempo en esas minucias. Estaba impaciente por ver qué me depararía el futuro.
-Me gusta este lugar- le dije por decir en mi idioma, para parecer un poco más social.
Me hizo así como tender una mano y yo la cogí para ponerme en pie, procurando mantener pierna y brazo bien escondidas bajo la capa. No era por las miradas, si no porque la luz me quemaría la oscuridad cosa mala. Decidí seguirla hacia las habitaciones, mirando por todos lados, sin saber exactamente qué hacer o decir. Porque no me iba a entender, quisiera o no. Observaba las paredes del bar y toda su estructura, admirando el como podían hacer que algo se sostuviera así en vez de cavar dentro de una cueva hasta hacer una casa.
A no ser que me traicionara en último momento tendría disponible una habitación para mí y un lugar al que volver. No me consideres emocional, no pienses que me ilusionaba eso de tener un hogar. Pero sería un lugar perfecto para esconderme durante el día e ir a meter todos los trastos que me interesaran. Necesitaba ponerme al día con el idioma y descubrir cuanto pudiera de la magia del exterior… Suspiré. Porque comprenderás que no me gustaba perder el tiempo en esas minucias. Estaba impaciente por ver qué me depararía el futuro.
-Me gusta este lugar- le dije por decir en mi idioma, para parecer un poco más social.
Guío al drow hacia una de las habitaciones superiores, pero que da al oeste así que de momento no tenemos que preocuparnos por el Sol. Abro la puerta y le señalo la habitación con la mano. Era una habitación normal y corriente, aunque necesitaba limpiarla antes. Pero por un día se puede aguantar, ¿no?
"¡No tengo tiempo para nada!"
-Este es tu cuarto. Luego cuando pueda lo limpio, ¿vale?
Le digo aunque sé que no me va a entender. En parte lo arrastro hasta que quedamos los dos sentados en la cama y desde allí intento hacerle un examen rápido de las heridas. Digo intento porque la persiana estaba parcialmente bajada y como todavía estaba amaneciendo no veía un carajo.
-Voy a intentar curarte
Dicho esto intento hacer otra vez el hechizo, pero en cuanto la luz curadora aparece desaparece como una chispa. Estaba muy cansada.
-No puedo hacer magia. Tendré que ir a por el botiquín
Le indico que se espere mientras bajo al almacén. Vuelvo a la habitación con el equipo de primeros auxilios en la mano y subo un poco la persiana, para ver un poco más. La calle seguía en penumbra.
-No te muevas aunque duela, ¿vale?
Le digo mientras procedo a curarlo.
"¡No tengo tiempo para nada!"
-Este es tu cuarto. Luego cuando pueda lo limpio, ¿vale?
Le digo aunque sé que no me va a entender. En parte lo arrastro hasta que quedamos los dos sentados en la cama y desde allí intento hacerle un examen rápido de las heridas. Digo intento porque la persiana estaba parcialmente bajada y como todavía estaba amaneciendo no veía un carajo.
-Voy a intentar curarte
Dicho esto intento hacer otra vez el hechizo, pero en cuanto la luz curadora aparece desaparece como una chispa. Estaba muy cansada.
-No puedo hacer magia. Tendré que ir a por el botiquín
Le indico que se espere mientras bajo al almacén. Vuelvo a la habitación con el equipo de primeros auxilios en la mano y subo un poco la persiana, para ver un poco más. La calle seguía en penumbra.
-No te muevas aunque duela, ¿vale?
Le digo mientras procedo a curarlo.
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El miembro 'Indira Ibn-La'ahad' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
'Probabilidad' :
Llegamos a los cuartos y yo repasaba uno a uno los materiales de aquellos pasillos, de aquella habitación, aquella… cama. Estaba sucia pero, créeme, hemos estado ambos en sitios mucho peores. Un poco de polvo no iba a ser mi némesis. Y quizás agradeciera incluso algún animalillo por los alrededores, a ver si podía conocer la fauna de por allí y utilizarla. Me dijo alguna cosa en su enrevesada lengua y yo, por supuesto, no la comprendí. Es un poco cansino explicar que cada vez que emitía aquellas galimatías me quedaba con el rostro descolocado. Le gesticulé un “Igual sería conveniente que me gesticularas lo que me estés diciendo”. ¿Y cómo se gesticula eso? Lenguaje de signos. Que ella no iba a entender, porque no es lo mismo que hacer otras tantas cosas.
Ella empezó así a mirarme la herida que me había comido anteriormente, y yo la miraba a ella con el rostro fruncido. Pensaba en que sería mucho más fácil si pudiera pillar a cualquiera y chuparle un poquito de vida. Estaba acostumbrado a hacer eso para aguantar el día a día, porque como sabrás, dependo demasiado de los otros en ese sentido. Y más tras aquella… “Muerte” mía. Tenía poca regeneración natural y mi salud dependía siempre de poder vampirizarla.
Ella intentó otra de sus curaciones que quedó en un “no-nada”. Es decir. Una chispita, entrecerré los ojos y no hubo regeneración. Me la miré con cara de “¿Y no te puedo secuestrar un cliente? Iremos más rápidos”. Pero por supuesto no iba a aprobarlo. En aquel momento, que la vi tan débil, me planteé porqué no hacía las cosas a mi manera. Es decir… ¡No era siquiera capaz de realizar ya una cura! Estaba agotada ella y yo seguía en más o menos buenas condiciones, estábamos en un sitio considerablemente oscuro.
Ella se fue a por el botiquín y yo me quedé planteándome las posibilidades. No, era mejor que me comportara como ellos se esperaban, una personita normal e inofensiva. Me daba la sensación que me creían poco más que una bestia herida. Tenía demasiadas posibilidades… Yo no había visto demasiada utilidad suya en la batalla, seamos sinceros. Era buena parando golpes pero no mucho haciendo daño. Tenía bastantes posibilidades de, si me enfrentaba a ella, vencerle. Pero por otra parte estaba cansado. No de la batalla, aquello había sido una minucia. Si no de no dormir…
Pensé que a tí te habría gustado que me comportara como una persona normal. Y eso hice, capullo. Porque eres un capullo. Y eras la única cosa en mi retorcida y putrefacta mente que me contenía en eso de ser un cabroncete. Ella al regresar abrió la ventana. Y yo gruñí, claro está. Porque eso no estaba bien. Se acercó con los instrumentos de satanás (llamados botiquín) y, aunque me dijo algo, yo me aparté de un salto enseñándole los dientes. ¿Y qué iba a saber yo que era un botiquín? Que hiciera magia si quería, pero ¿Eso? ¿Eso que era? Negué con la cabeza muy nervioso. No me gustaba que me tocaran las narices, ni a mi, ni mis heridas.
Le hice un “FUS, FUS” con la mano y le señalé la cama con la otra. Rezaba para que comprendiera que quería dormir y ya. Y sobretodo le gesticulé que apartara el botiquín de mí, acompañando mis gestos de un -¡Nau!- Más o menos y según la Matrona Academia Drowiñola, que vendría a ser nuestra versión de la RAE, eso era una negación. Y según Ilztvyll Transilit venía a ser un “NO”. Y transilit es traductor, que conste.
Ella empezó así a mirarme la herida que me había comido anteriormente, y yo la miraba a ella con el rostro fruncido. Pensaba en que sería mucho más fácil si pudiera pillar a cualquiera y chuparle un poquito de vida. Estaba acostumbrado a hacer eso para aguantar el día a día, porque como sabrás, dependo demasiado de los otros en ese sentido. Y más tras aquella… “Muerte” mía. Tenía poca regeneración natural y mi salud dependía siempre de poder vampirizarla.
Ella intentó otra de sus curaciones que quedó en un “no-nada”. Es decir. Una chispita, entrecerré los ojos y no hubo regeneración. Me la miré con cara de “¿Y no te puedo secuestrar un cliente? Iremos más rápidos”. Pero por supuesto no iba a aprobarlo. En aquel momento, que la vi tan débil, me planteé porqué no hacía las cosas a mi manera. Es decir… ¡No era siquiera capaz de realizar ya una cura! Estaba agotada ella y yo seguía en más o menos buenas condiciones, estábamos en un sitio considerablemente oscuro.
Ella se fue a por el botiquín y yo me quedé planteándome las posibilidades. No, era mejor que me comportara como ellos se esperaban, una personita normal e inofensiva. Me daba la sensación que me creían poco más que una bestia herida. Tenía demasiadas posibilidades… Yo no había visto demasiada utilidad suya en la batalla, seamos sinceros. Era buena parando golpes pero no mucho haciendo daño. Tenía bastantes posibilidades de, si me enfrentaba a ella, vencerle. Pero por otra parte estaba cansado. No de la batalla, aquello había sido una minucia. Si no de no dormir…
Pensé que a tí te habría gustado que me comportara como una persona normal. Y eso hice, capullo. Porque eres un capullo. Y eras la única cosa en mi retorcida y putrefacta mente que me contenía en eso de ser un cabroncete. Ella al regresar abrió la ventana. Y yo gruñí, claro está. Porque eso no estaba bien. Se acercó con los instrumentos de satanás (llamados botiquín) y, aunque me dijo algo, yo me aparté de un salto enseñándole los dientes. ¿Y qué iba a saber yo que era un botiquín? Que hiciera magia si quería, pero ¿Eso? ¿Eso que era? Negué con la cabeza muy nervioso. No me gustaba que me tocaran las narices, ni a mi, ni mis heridas.
Le hice un “FUS, FUS” con la mano y le señalé la cama con la otra. Rezaba para que comprendiera que quería dormir y ya. Y sobretodo le gesticulé que apartara el botiquín de mí, acompañando mis gestos de un -¡Nau!- Más o menos y según la Matrona Academia Drowiñola, que vendría a ser nuestra versión de la RAE, eso era una negación. Y según Ilztvyll Transilit venía a ser un “NO”. Y transilit es traductor, que conste.
Tuve que aguantarme la risa cuando Iztvyll empezó a moverse de forma extraña. Parecía estar bailando una canción sin mucho ritmo, ¿sería un baile tradicional drow? Aunque dudaba que fuera un buen momento para un baile.
Al fallar mi hechizo. El drow me miró, y yo, por supuesto, lo miré a él. Tenía una mirada extraña, y la desconfianza que había ganado a lo largo de mis aventuras me decía que no apartara la vista. Le miré de manera estoica, determinada. Quería dejarle claro que en realidad puedo ser muy peligrosa, sobretodo para una criatura como él.
"Y es que si me enfado, me enciendo"
Solté una risilla por mi propio chiste y dado que mi máscara de impasibilidad se rompió solo pude esbozar una sonrisa.
Cuando vuelvo y veo que de repente el drow se ha convertido en un gato, porque entre gruñir y el salto lo parecía, solamente suspiré con la cabeza. Parecía un niño pequeño cuando le iban a poner una inyección. Suspiro y dejo el botiquín en la cama, para tratarme yo también mis propias heridas. No es que no se me curaran solas, pero no me fiaba de las condiciones en las que guardaban a los robots y tampoco me hacía mucha gracia pillar alguna infección.
Abro el botiquín y saco el agua oxigenada y un algodón. Tengo un par de cortes en el ala izquierda, así que es ahí donde echo el agua oxigenada, sin hacer ningún quejido de dolor. Miro de reojo al drow, a ver si campa que lo que voy a hacer es curarle, no matarle. Me quito los restos de sangre con el algodón y procedo con el resto de los cortes, echando alguna que otra mirada a Iztvyll de vez en cuando.
Al fallar mi hechizo. El drow me miró, y yo, por supuesto, lo miré a él. Tenía una mirada extraña, y la desconfianza que había ganado a lo largo de mis aventuras me decía que no apartara la vista. Le miré de manera estoica, determinada. Quería dejarle claro que en realidad puedo ser muy peligrosa, sobretodo para una criatura como él.
"Y es que si me enfado, me enciendo"
Solté una risilla por mi propio chiste y dado que mi máscara de impasibilidad se rompió solo pude esbozar una sonrisa.
Cuando vuelvo y veo que de repente el drow se ha convertido en un gato, porque entre gruñir y el salto lo parecía, solamente suspiré con la cabeza. Parecía un niño pequeño cuando le iban a poner una inyección. Suspiro y dejo el botiquín en la cama, para tratarme yo también mis propias heridas. No es que no se me curaran solas, pero no me fiaba de las condiciones en las que guardaban a los robots y tampoco me hacía mucha gracia pillar alguna infección.
Abro el botiquín y saco el agua oxigenada y un algodón. Tengo un par de cortes en el ala izquierda, así que es ahí donde echo el agua oxigenada, sin hacer ningún quejido de dolor. Miro de reojo al drow, a ver si campa que lo que voy a hacer es curarle, no matarle. Me quito los restos de sangre con el algodón y procedo con el resto de los cortes, echando alguna que otra mirada a Iztvyll de vez en cuando.
Se reía de mis gestos. Se reía de mi lengua. La mirada que yo ahora le dirigí, esta vez sí, era la de una furia absoluta. La molestia de Vlosinssrigg era la mía y se expresaba en aquella mueca de algo de rabia. La oscuridad bullía bajo mi traje. No, me dije que no, que debía tranquilizarme. Y así hice. Me dirigió una mirada muy desafiante en cuanto le eché yo la mía. No le aparté los ojos de encima ni medio segundo. ¿Quién se había creído? ¿Quién en el nombre de los Seldarine se había pensado que era?
Ahora sí, tuve que hacer un esfuerzo por no armar allí lo que se llama la marimorena. Me intentaba convencer de que era una criaja y que las criajas se creían mucho. Pero ni siquiera eso. Entiendeme, estaba algo confuso por cómo se comportaban allí las mujeres respecto las del interior. Pero había algo común en las de las cavernas con las de la superfície: Eran todas igual de retrasadas. No es que sea yo machista, porque si me preguntas, los hombres muestran aún menor inteligencia en gran parte de las ocasiones.
Ya lo siguiente me dejó sin palabras. Ya que no me había dejado que me metiera sus potingues en el cuerpo, se puso ella a echárselos allí… ¿Pero no se suponía que iba a ser su cuarto? Mis ojos brillaron y apreté con fuerza la guadaña. No había siquiera reparado en el gesto de que la quería FUERA. Quería paz. No me gustaba la compañía si no me era útil o necesaria, y ya lo sabes. Creo que eres el único al que he tolerado en mis cercanías… Aunque había algo de necesidad, no lo negaremos. Eso de que fuera cojo me dificultaba el día a día. Pero aún así, la única compañía que me gustaba tener cerca.
No tenía tiempo que perder con esa niña. Había aguantado hasta ahora que estuviera cerca mía por la necesidad de encontrar un sitio donde quedarme y por estar algo perdido. Pero si no podía curarme ahí se había acabado el asunto. Comprendía bien ya que aquel botiquín servía para curar, pero a mi eso no me bastaba. Sabía que tenía otras formas de curar. Y por mucho que me echara algún hierbajo o lo que fuera en un balazo no iba a ayudar demasiado a que un cuerpo marchito como el mío se curara más rápido o no.
Si no estaba dispuesta a usar la magia ya no la necesitaba allí. No iba a dejar que me tocara. -Déjame en paz. Necesito reposo- Le dije en mi lengua. Esperé que por mi tono y mi expresión facial, así como el que le estuviera señalando la puerta, se percatara de qué estaba hablando. -Hace mucho tiempo que mi cuerpo necesita algo más que cuatro líquidos mal hechos para reparar sus heridas.- Podía usarla a ella para curarme, pensé. Igual le molestaba. Pero si realmente quería ayudar no iba a hacerle tanto daño, ¿No? Me abracé a la guadaña a la espera de que me dejara en paz de una vez. Tenía muchas cosas que hacer, tenía que ponerme al día con la lengua y tenía que pirarme de allí en cuanto volviera a ser de noche.
Porque entenderás que las criaturadas no eran algo que entraran en mi plan. Prefería la tranquilidad de uno de mis libros antes que la compañía que me podía aportar alguien que no tenía nada a enseñarme ya.
Ahora sí, tuve que hacer un esfuerzo por no armar allí lo que se llama la marimorena. Me intentaba convencer de que era una criaja y que las criajas se creían mucho. Pero ni siquiera eso. Entiendeme, estaba algo confuso por cómo se comportaban allí las mujeres respecto las del interior. Pero había algo común en las de las cavernas con las de la superfície: Eran todas igual de retrasadas. No es que sea yo machista, porque si me preguntas, los hombres muestran aún menor inteligencia en gran parte de las ocasiones.
Ya lo siguiente me dejó sin palabras. Ya que no me había dejado que me metiera sus potingues en el cuerpo, se puso ella a echárselos allí… ¿Pero no se suponía que iba a ser su cuarto? Mis ojos brillaron y apreté con fuerza la guadaña. No había siquiera reparado en el gesto de que la quería FUERA. Quería paz. No me gustaba la compañía si no me era útil o necesaria, y ya lo sabes. Creo que eres el único al que he tolerado en mis cercanías… Aunque había algo de necesidad, no lo negaremos. Eso de que fuera cojo me dificultaba el día a día. Pero aún así, la única compañía que me gustaba tener cerca.
No tenía tiempo que perder con esa niña. Había aguantado hasta ahora que estuviera cerca mía por la necesidad de encontrar un sitio donde quedarme y por estar algo perdido. Pero si no podía curarme ahí se había acabado el asunto. Comprendía bien ya que aquel botiquín servía para curar, pero a mi eso no me bastaba. Sabía que tenía otras formas de curar. Y por mucho que me echara algún hierbajo o lo que fuera en un balazo no iba a ayudar demasiado a que un cuerpo marchito como el mío se curara más rápido o no.
Si no estaba dispuesta a usar la magia ya no la necesitaba allí. No iba a dejar que me tocara. -Déjame en paz. Necesito reposo- Le dije en mi lengua. Esperé que por mi tono y mi expresión facial, así como el que le estuviera señalando la puerta, se percatara de qué estaba hablando. -Hace mucho tiempo que mi cuerpo necesita algo más que cuatro líquidos mal hechos para reparar sus heridas.- Podía usarla a ella para curarme, pensé. Igual le molestaba. Pero si realmente quería ayudar no iba a hacerle tanto daño, ¿No? Me abracé a la guadaña a la espera de que me dejara en paz de una vez. Tenía muchas cosas que hacer, tenía que ponerme al día con la lengua y tenía que pirarme de allí en cuanto volviera a ser de noche.
Porque entenderás que las criaturadas no eran algo que entraran en mi plan. Prefería la tranquilidad de uno de mis libros antes que la compañía que me podía aportar alguien que no tenía nada a enseñarme ya.
Terminé de desinfectarme las heridas, que ya se estaban cicatrizando. Miro al drow de manera interrogante, pero este me contesta de muy malos modos y, aunque no entienda ni jota de lo que dice, le miro ofendida. Me siento un poco inútil, la verdad. Recojo las cosas y salgo de la habitación, pero antes me paro y le digo, con un tono astante alicaído.
-Si quieres algo, búscame
Salgo de la habitación y cierro la puerta. Ahora solo tengo que esperar a que Kosuke vuelva y seguiremos hablando de los pagos y la habitación. Bajo hacia el local, sentándome en uno de los sofás. en mi cabeza bullían todos los recuerdos de la batalla, el ataque por sorpresa, los disparos, los ataques...
"Madre mía, los... ¿Los maté? He... matado a dos hombres"
No, no podía ser cierto. Les había arrebatado la vida a dos personas. ¿En qué me había convertido? ¿Cómo tuve la sangre fría de matarlos? ¿Cómo pude? Me di cuenta de que estaba llorando, aunque no supe en que momento empecé. También hiperventilaba, y sentía mi pulso a mil por hora, en mis dos corazones. Todavía en el sofá, subo la piernas y me abrazo a mí misma, cumbriéndome con mis alas. Empecé a arañarme los muslos hasta que brotaba sangre, pero en seguida sentí la energía del anillo fluyendo de mi dedo hasta todas mis heridas, curándolas. Ni siquiera era capaz de infligirme dolor a mí misma. lo había hecho.
Había matado a dos personas.
Soy un monstruo.
-Si quieres algo, búscame
Salgo de la habitación y cierro la puerta. Ahora solo tengo que esperar a que Kosuke vuelva y seguiremos hablando de los pagos y la habitación. Bajo hacia el local, sentándome en uno de los sofás. en mi cabeza bullían todos los recuerdos de la batalla, el ataque por sorpresa, los disparos, los ataques...
"Madre mía, los... ¿Los maté? He... matado a dos hombres"
No, no podía ser cierto. Les había arrebatado la vida a dos personas. ¿En qué me había convertido? ¿Cómo tuve la sangre fría de matarlos? ¿Cómo pude? Me di cuenta de que estaba llorando, aunque no supe en que momento empecé. También hiperventilaba, y sentía mi pulso a mil por hora, en mis dos corazones. Todavía en el sofá, subo la piernas y me abrazo a mí misma, cumbriéndome con mis alas. Empecé a arañarme los muslos hasta que brotaba sangre, pero en seguida sentí la energía del anillo fluyendo de mi dedo hasta todas mis heridas, curándolas. Ni siquiera era capaz de infligirme dolor a mí misma. lo había hecho.
Había matado a dos personas.
Soy un monstruo.
Le devolví su mirada ofensiva con una sonrisa de oreja a oreja, incluyendo incluso las partes ennegrecidas de mi rostro por cosa de tener un espíritu de compañía más negro que tu. Se puso a recoger las cosas y yo pude suspirar un -Al fin- lleno de felicidad, más que nada porque me tenían agotado. Me dijo alguna cosa que, por enésima vez, no entendí, y me estiré en la cama mirando el techo. Parecía molesta, pensé. Me di cuenta de que no me importaba en absoluto. Yo ya tenía todo lo que necesitaba de ella: Una habitación. Y ya no podía quitármela… ¿O sí? Pensativo me dije, “que lo intentara”.
Igual tenía ella más a perder que yo. Cerré la condenada ventana y solo cuando estuve completamente a oscuras me di el lujo de sacarme mis libros y leer. Tristemente, “Anzus”, porque por mucho que me digas que no esa z es z si no que es más como “this”, a mi me pareció siempre que era como “thing” (y si no consulta a los ingleses). Y como iba diciendo, ANZUS, no tenía demasiada lectura que valiera la pena. Me había apañado para conseguir uno nuevo de nigromancia con el que pretendía poder instruirme de nuevo en mis perdidos poderes. Pero tal y como fui hojeando las páginas me aburrí. No sé cuantos minutos fueron los necesarios para decir en voz alta -Qué rollo-, pero lo importante es que lo dije.
Todo aquello ya lo sabía. Me sabía las teorías, sabía todo lo que era la muerte, conocía el otro mundo, los seres que lo habitaban, qué era necesario para alzar un fallecido de vuelta… ¡Era yo más cercano a un ser de esos que no un vivo! Y sin embargo si cogía el cadáver de cualquier animal y trataba de animarlo de vuelta, la magia no acudía a mí. Rugí a esta (porque la magia es un ser viviente, sintiente y consciente) por mis frustraciones. ¡Ya me lo había aprendido todo! Pero cuando hacía el gesto, cuando recitaba los versos, las sílabas, con todos sus matices… Era como si fuera profano en ella. ¡Qué desgracia!
¿Era esa tu frustración de niñato? Tu también sabías mucha teoría mágica y podías recitar la teoría como nadie en nuestra clase podía. Siquiera yo. Siempre tan atento desde los últimos asientos. Pero por mucho que la reclamaras ella ni se inmutaba. Oh, cuanto me reía yo de tí, de ver que no te era generosa. Pero ahí estaba yo, intentándolo con una mosca muerta que estaba tirada en el suelo, y siquiera un mísero insecto podía levantar. Maldije la mosca, la habitación, el bar y la camarera. A todos ellos. Tendría que encontrarme alguna alternativa, quizás un tutor para ello.
Pero me di cuenta de que tenía aún otras cosas que hacer. Un idioma… ¿Qué más daba aprender un idioma? Solo me servía para actos mundanos. Pero no era prudente ya volver a las cuevas, lo último que necesitaba es tener que volver a agachar la cabeza. Pensando en las palabras -las pocas- que había ido aprendiendo, me sumí en un sueño. No debía llevarme ni medio año memorizar alguna lengua más. Tenía otro libro muy rudimentario que me vendió un renegado elfo oscuro, que comercializaba cosas raras. Me debía bastar para aprender los sonidos y las letras, y con eso, podría aprender rápido. Si había logrado descifrar la lengua arcana el inglés sería un paseo. Con todo aquello dormí y reposé, pasando una noche (un día, mejor dicho) vacío de sueños y pesadillas, como si estas también me hubieran abandonado.
Igual tenía ella más a perder que yo. Cerré la condenada ventana y solo cuando estuve completamente a oscuras me di el lujo de sacarme mis libros y leer. Tristemente, “Anzus”, porque por mucho que me digas que no esa z es z si no que es más como “this”, a mi me pareció siempre que era como “thing” (y si no consulta a los ingleses). Y como iba diciendo, ANZUS, no tenía demasiada lectura que valiera la pena. Me había apañado para conseguir uno nuevo de nigromancia con el que pretendía poder instruirme de nuevo en mis perdidos poderes. Pero tal y como fui hojeando las páginas me aburrí. No sé cuantos minutos fueron los necesarios para decir en voz alta -Qué rollo-, pero lo importante es que lo dije.
Todo aquello ya lo sabía. Me sabía las teorías, sabía todo lo que era la muerte, conocía el otro mundo, los seres que lo habitaban, qué era necesario para alzar un fallecido de vuelta… ¡Era yo más cercano a un ser de esos que no un vivo! Y sin embargo si cogía el cadáver de cualquier animal y trataba de animarlo de vuelta, la magia no acudía a mí. Rugí a esta (porque la magia es un ser viviente, sintiente y consciente) por mis frustraciones. ¡Ya me lo había aprendido todo! Pero cuando hacía el gesto, cuando recitaba los versos, las sílabas, con todos sus matices… Era como si fuera profano en ella. ¡Qué desgracia!
¿Era esa tu frustración de niñato? Tu también sabías mucha teoría mágica y podías recitar la teoría como nadie en nuestra clase podía. Siquiera yo. Siempre tan atento desde los últimos asientos. Pero por mucho que la reclamaras ella ni se inmutaba. Oh, cuanto me reía yo de tí, de ver que no te era generosa. Pero ahí estaba yo, intentándolo con una mosca muerta que estaba tirada en el suelo, y siquiera un mísero insecto podía levantar. Maldije la mosca, la habitación, el bar y la camarera. A todos ellos. Tendría que encontrarme alguna alternativa, quizás un tutor para ello.
Pero me di cuenta de que tenía aún otras cosas que hacer. Un idioma… ¿Qué más daba aprender un idioma? Solo me servía para actos mundanos. Pero no era prudente ya volver a las cuevas, lo último que necesitaba es tener que volver a agachar la cabeza. Pensando en las palabras -las pocas- que había ido aprendiendo, me sumí en un sueño. No debía llevarme ni medio año memorizar alguna lengua más. Tenía otro libro muy rudimentario que me vendió un renegado elfo oscuro, que comercializaba cosas raras. Me debía bastar para aprender los sonidos y las letras, y con eso, podría aprender rápido. Si había logrado descifrar la lengua arcana el inglés sería un paseo. Con todo aquello dormí y reposé, pasando una noche (un día, mejor dicho) vacío de sueños y pesadillas, como si estas también me hubieran abandonado.
Ni uno, ni dos, ni tres. Igual diez o veinte días. Perdí un poco la noción del tiempo en aquella cueva personal que me había montando en el susodicho Moulin Noir. Había cerrado las ventanas y solo las abría cuando me interesaba salir de allí para comer. Como se puede suponer de una persona con nula actividad, acostumbrada a pasar hambre, anoréxica de complexión y muy especialmente con unos 10 quilogramos menos mínimo por eso de no tener ni brazo ni pierna, pues… No es que fuera glotón de naturaleza. Y no lo neguemos, yo me descuidaba. Tu tendías a decirme que comiera, a meterme la comida con un embudo casi. Eras muy simpático al hacerlo y yo un crío la mar de mimado, no lo neguemos.
¿Pero allí? Si pillaba un ratoncito durante mis estudios ya me ahorraba un viaje fuera, lo cual era algo digno de celebrar. Mi malhumor era muy considerable y evitaba ir a la parte del bar del Moulin siempre que pudiera, por no tener que intercambiar palabras con nadie y mucho menos practicar una lengua en la que me sentía tan necio. Y es que no había abierto uno de mis libros típicos en todo lo que llevaba allí fuera. Todo lo que leía, todo lo que hacía era… Estudiar inglés. Deberías saber muy bien que tengo una mente bastante envidiable y lo llevaba a buen ritmo. Cuando me cansaba de enfocar la vista me pegaba contra la pared y trataba de seguir conversaciones, y ya al quinceavo día, me atreví a bajar allí para ver qué pillaba.
Lo que pillé fue una náusea por el olor a alcohol que se respiraba. Pero me estuve, observando con curiosidad casi científica la fauna allí presente. Tenían su gracia, sus formas de hablar, sus formas de hacer. Mi ya presente base en aquella lengua (que me acordaba escasamente, pero a nivel gramático, parecía hecho para bebés) y los muchos días dieron algo de fruto. Pero tenían una pronunciación borrachil, errática. Tras una hora de aburrirme y comerme un bocadillo de algo que ni yo sabía que era, me volví a mi habitación y ya no saldría de allí hasta unos cuatro días siguientes, en los que muy limpiamente me aseé y me decidí por algo un poco más inteligente, que era buscar una persona con la que practicar aquella lengua. Había intentado enfocarlo de otra forma. Dejar de considerarlo como algo asqueroso, tedioso, y aplicarle el mismo amor que le practicaba a mis estudios usuales. Porque eso era positivo, añadía felicidad y me hacía optimista, ¡Todo redondo!
… A quién voy a engañar. Detestaba esa lengua, con todos sus verbos, nombres, phrasal verbs y cagarrutas diversas que daban los chiquillos de primaria en sus clases. Detestaba ese libro mal hecho de apuntes, y sobretodo, detestaba el olor a bar que ya me había penetrado hasta el cerebro y me hacía a mi también medio ebrio. Con ganas de dar algo de vida a mi día a día, pillar cualquier cosa por el camino que me sirviera para recuperar fuerzas o sencillamente liarla un poco (y si no, practicar el inglés), salí de la ventana de aquel mugriento lugar (sin dejar ninguna cosa de importancia allí dentro) y me dispuse a encontrar algo de mi interés antes de que fuera medianoche.
¿Pero allí? Si pillaba un ratoncito durante mis estudios ya me ahorraba un viaje fuera, lo cual era algo digno de celebrar. Mi malhumor era muy considerable y evitaba ir a la parte del bar del Moulin siempre que pudiera, por no tener que intercambiar palabras con nadie y mucho menos practicar una lengua en la que me sentía tan necio. Y es que no había abierto uno de mis libros típicos en todo lo que llevaba allí fuera. Todo lo que leía, todo lo que hacía era… Estudiar inglés. Deberías saber muy bien que tengo una mente bastante envidiable y lo llevaba a buen ritmo. Cuando me cansaba de enfocar la vista me pegaba contra la pared y trataba de seguir conversaciones, y ya al quinceavo día, me atreví a bajar allí para ver qué pillaba.
Lo que pillé fue una náusea por el olor a alcohol que se respiraba. Pero me estuve, observando con curiosidad casi científica la fauna allí presente. Tenían su gracia, sus formas de hablar, sus formas de hacer. Mi ya presente base en aquella lengua (que me acordaba escasamente, pero a nivel gramático, parecía hecho para bebés) y los muchos días dieron algo de fruto. Pero tenían una pronunciación borrachil, errática. Tras una hora de aburrirme y comerme un bocadillo de algo que ni yo sabía que era, me volví a mi habitación y ya no saldría de allí hasta unos cuatro días siguientes, en los que muy limpiamente me aseé y me decidí por algo un poco más inteligente, que era buscar una persona con la que practicar aquella lengua. Había intentado enfocarlo de otra forma. Dejar de considerarlo como algo asqueroso, tedioso, y aplicarle el mismo amor que le practicaba a mis estudios usuales. Porque eso era positivo, añadía felicidad y me hacía optimista, ¡Todo redondo!
… A quién voy a engañar. Detestaba esa lengua, con todos sus verbos, nombres, phrasal verbs y cagarrutas diversas que daban los chiquillos de primaria en sus clases. Detestaba ese libro mal hecho de apuntes, y sobretodo, detestaba el olor a bar que ya me había penetrado hasta el cerebro y me hacía a mi también medio ebrio. Con ganas de dar algo de vida a mi día a día, pillar cualquier cosa por el camino que me sirviera para recuperar fuerzas o sencillamente liarla un poco (y si no, practicar el inglés), salí de la ventana de aquel mugriento lugar (sin dejar ninguna cosa de importancia allí dentro) y me dispuse a encontrar algo de mi interés antes de que fuera medianoche.
Me había pasado los días en un extraño estado entre la vigilia y las pesadillas, todavía recordando a aquellos hombres agonizando en sus últimos momentos de vida. No me había movido de aquel sofá ni un ápice, ni me molesté en intentar captar la atención del drow cuando bajaba. Tan perdida estaba en aquella oscuridad de mi mente...
Esta era la única vez que había estado completamente consciente desde que me entró el bajón. Me dolían las alas y la espalda por la mala postura, y tenía un hambre atroz. Haciendo acoplo de las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté del sofá, mareada. Tuve que sentarme durante unos minutos hasta que la habitación dejara de dar vueltas antes de marcharme al almacén. De allí saqué una lata de melocotón en almíbar, una de las pocas cosas que se conservaron, y volví a la zona del bar. Fue allí donde me serví un vaso de agua del grifo, afortunadamente pese al hechizo todavían funcionaban las cañerías, y abrí la lata, para comer algo. No es que fuera mi comida preferida, pero no tenía fuerzas para cocinar nada y tampoco es que allí hubiera algo en buen estado.
"Para pillar algún virus estomacal estoy yo"
No llego a terminarme la lata, así que luego me voy a tener que buscar un tarro para guardar el resto. Pero no ahora, necesitaba aire, y luz. Mucha luz. Sin embargo, cuando desperté ya era de noche, así que me encontré a oscuras a la entrada del Moulin, con el hedor de los dos cuerpos en descomposición. Me giré hacia ellos arrugando la nariz, sintiendo las náuseas que me provocaba la peste. Pese a todo, no podía dejarlos allí, mi conciencia no me lo permitía. Decidí quemar los cuerpos, porque no tenía las fuerzas ni el estómago para enterrarlos.
Antes de incinerarlos, decidí quitarles las armaduras y buscar las placas de identificación, para devolverlas a las familias. Me puse el pañuelo en la nariz y empecé a quitarles las armaduras. Lo que había debajo de ellas era espeluznante. Rostros descompuestos y putrefactos, que desprendían un olor increíblemente peor que el de antes. Me fui corriendo al servicio y vomité en la taza del váter. No tardé mucho, porque tampoco había mucho que echar. Tiro de la cadena me lavo las manos y la cara. Me miro al espejo, una muchacha delgada y paliducha me devuelve la mirada. Su pelo, todavía corto, ya casi le llegaba al cuello, quedando en una melena enredada y desordenada. Tenía ojeras y se le marcaban bastante los hueso de la mandíbula. Su piel morena estaba más pálida que de costumbre, y un poco amoratada. Me recordaba a aquel drow en la fiesta de halloween si se hubiera bebido todo lo que trajo Ben. Madre mía, estaba fatal.
Estuve cerca de media hora en el servicio antes de volver al trabajo. Con mucho esfuerzo y asco, conseguí quitarles las armaduras, y en ellas encontré las placas de identificación. No sabía quiénes eran, pero seguro que por allí pasaría gente que conociera a alguno de ellos, así que fui a un tablón de anuncios al final de la calle, colocaron bastantes por Londres cuando empezó la guerra, y allí, usando el celo que mantenía algunos carteles de personas desaparecidas, pequé las placas al tablón.
Volví al Moulin y recogí todas las botellas medio vacías de licores y un paquete de cerillas. Apilé los dos cadáveres y les rocié el alcohol por elcima, para luego prenderles fuego. Casi me gasto el paquete de cerillas porque no acertaba a que se encendieran. La hoguera era grande, así que me quedé para vigilar que no provocara un incendio.
Inconscientemente, empecé a cantar una canción. Una canción de cuna, para ser más exactos. Aquella canción me la cantaba mi padre cuando era pequeña y los ruidos de las peleas en la calle no me dejaban dormir. La letra vino a mi mente de improvisto, y la melodía escapaba de mis labios como un tímido susurro, amenazando con quebrarse.
Esta era la única vez que había estado completamente consciente desde que me entró el bajón. Me dolían las alas y la espalda por la mala postura, y tenía un hambre atroz. Haciendo acoplo de las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté del sofá, mareada. Tuve que sentarme durante unos minutos hasta que la habitación dejara de dar vueltas antes de marcharme al almacén. De allí saqué una lata de melocotón en almíbar, una de las pocas cosas que se conservaron, y volví a la zona del bar. Fue allí donde me serví un vaso de agua del grifo, afortunadamente pese al hechizo todavían funcionaban las cañerías, y abrí la lata, para comer algo. No es que fuera mi comida preferida, pero no tenía fuerzas para cocinar nada y tampoco es que allí hubiera algo en buen estado.
"Para pillar algún virus estomacal estoy yo"
No llego a terminarme la lata, así que luego me voy a tener que buscar un tarro para guardar el resto. Pero no ahora, necesitaba aire, y luz. Mucha luz. Sin embargo, cuando desperté ya era de noche, así que me encontré a oscuras a la entrada del Moulin, con el hedor de los dos cuerpos en descomposición. Me giré hacia ellos arrugando la nariz, sintiendo las náuseas que me provocaba la peste. Pese a todo, no podía dejarlos allí, mi conciencia no me lo permitía. Decidí quemar los cuerpos, porque no tenía las fuerzas ni el estómago para enterrarlos.
Antes de incinerarlos, decidí quitarles las armaduras y buscar las placas de identificación, para devolverlas a las familias. Me puse el pañuelo en la nariz y empecé a quitarles las armaduras. Lo que había debajo de ellas era espeluznante. Rostros descompuestos y putrefactos, que desprendían un olor increíblemente peor que el de antes. Me fui corriendo al servicio y vomité en la taza del váter. No tardé mucho, porque tampoco había mucho que echar. Tiro de la cadena me lavo las manos y la cara. Me miro al espejo, una muchacha delgada y paliducha me devuelve la mirada. Su pelo, todavía corto, ya casi le llegaba al cuello, quedando en una melena enredada y desordenada. Tenía ojeras y se le marcaban bastante los hueso de la mandíbula. Su piel morena estaba más pálida que de costumbre, y un poco amoratada. Me recordaba a aquel drow en la fiesta de halloween si se hubiera bebido todo lo que trajo Ben. Madre mía, estaba fatal.
Estuve cerca de media hora en el servicio antes de volver al trabajo. Con mucho esfuerzo y asco, conseguí quitarles las armaduras, y en ellas encontré las placas de identificación. No sabía quiénes eran, pero seguro que por allí pasaría gente que conociera a alguno de ellos, así que fui a un tablón de anuncios al final de la calle, colocaron bastantes por Londres cuando empezó la guerra, y allí, usando el celo que mantenía algunos carteles de personas desaparecidas, pequé las placas al tablón.
Volví al Moulin y recogí todas las botellas medio vacías de licores y un paquete de cerillas. Apilé los dos cadáveres y les rocié el alcohol por elcima, para luego prenderles fuego. Casi me gasto el paquete de cerillas porque no acertaba a que se encendieran. La hoguera era grande, así que me quedé para vigilar que no provocara un incendio.
Inconscientemente, empecé a cantar una canción. Una canción de cuna, para ser más exactos. Aquella canción me la cantaba mi padre cuando era pequeña y los ruidos de las peleas en la calle no me dejaban dormir. La letra vino a mi mente de improvisto, y la melodía escapaba de mis labios como un tímido susurro, amenazando con quebrarse.
- Canción de cuna:
Luego de curar a Reiv y salir de la base, decidí explorar y ver a donde ir ahora. Mientras volaba por la ciudad a una buena altura, un lugar me llamo la atención que estaba un poco lejos de la ciudad, me acerque y observe un lugar que dice "Moulin Noir" y la verdad que me agarro curiosidad así que decidí acercarme para bajar y entrar para conocer el lugar. Justo mi sombra me encontró, esta se notaba muy alterada y no entendía el porque, solo se puso en su lugar y no me dijo nada, solo se quedo callada. El sol se asomaba cada vez mas mientras iluminaba las calles, la tranquilidad se sentía hasta en el viento fresco, baje para caminar un poco y acercarme para observar bien el lugar, rustico y pintoresco por lo que veía desde afuera algo que me llamo mucho mas la atención para entrar y conocer ese lugar.
"¿Que habrá visto que esta así?".
Pensé mientras me puse el saco mientras me concentraba para reducir las alas a un tamaño considerable para ponerme el saco a la perfección. Recordé que Yang iba en mi espalda así que lo agarre para sujetarlo entre mis brazos y entrar por fin al lugar, espero que no me saquen por tener un animal.
Al entrar observo bien el lugar y la verdad me gusto mucho el ambiente, no vi mucha personas es mas estaba casi vació, observo a una joven muy peculiar y de piel morena, pero la notaba mal. Los rayos del sol ya comenzaban a cubrir todo el paisaje y algunas luces entraban por las ventanas, me acerque hacia la barra y observe aquella joven mientras sonreí levemente, -Buen día señorita- salude con la mano en alto, mientras que con la otra sostenía a Yang, luego siento que el estomago me rugue estaba muerta de hambre la verdad y Yang por suerte en el camino pudo comer algún que otro animalito que encontró.
Me senté en una butaca que había, estirando mi espalda para que suene y tal vez luego de acá siga practicando con las sombras. Pero mientras quería algo para tomar y tal vez comer algo para sentirme mejor, acomode a mi zorro en mi cabeza para que este tenga una buena vista, luego de unos segundos comencé a cantar una canción que cuando la escuche me la aprendí enseguida. No importa que la canción sea de un país que no conozco la lengua, pero yo me las aprendo enseguida por suerte.
"¿Que habrá visto que esta así?".
Pensé mientras me puse el saco mientras me concentraba para reducir las alas a un tamaño considerable para ponerme el saco a la perfección. Recordé que Yang iba en mi espalda así que lo agarre para sujetarlo entre mis brazos y entrar por fin al lugar, espero que no me saquen por tener un animal.
Al entrar observo bien el lugar y la verdad me gusto mucho el ambiente, no vi mucha personas es mas estaba casi vació, observo a una joven muy peculiar y de piel morena, pero la notaba mal. Los rayos del sol ya comenzaban a cubrir todo el paisaje y algunas luces entraban por las ventanas, me acerque hacia la barra y observe aquella joven mientras sonreí levemente, -Buen día señorita- salude con la mano en alto, mientras que con la otra sostenía a Yang, luego siento que el estomago me rugue estaba muerta de hambre la verdad y Yang por suerte en el camino pudo comer algún que otro animalito que encontró.
Me senté en una butaca que había, estirando mi espalda para que suene y tal vez luego de acá siga practicando con las sombras. Pero mientras quería algo para tomar y tal vez comer algo para sentirme mejor, acomode a mi zorro en mi cabeza para que este tenga una buena vista, luego de unos segundos comencé a cantar una canción que cuando la escuche me la aprendí enseguida. No importa que la canción sea de un país que no conozco la lengua, pero yo me las aprendo enseguida por suerte.
En algún momento me quedé dormida, porque fue un montón de nieve que cayó sobre mis alas lo que me despertó. Sacudiéndome las alas, apago los restos de la pira funeraria con nieve, observando como el viento se llevaba las cenizas.
Temblando, me dirijo al Moulin y me siento en en uno de los taburetes. Apenas puedo tirar de mi alma y tampoco es que tenga muchas ganas. Me quedo con la mirada perdida y casi me duermo otra vez. Esta vez el despertador fue una voz, mucho más agradable que un montón de nieve en las alas. Haciendo acopio de las pocas fuerzas que me quedaban, me giré hacia la mujer, que parecía bastante joven, aunque algo me decía que escondía algo. Sin embargo, su presencia desprendía serenidad, como mi madre o Vakuum, pero diferente.
-Lo siento mucho, pero estamos cerrados
"¿No ha visto el boquete de cuatro metros de la entrada?"
Mi estómago se contrae del hambre y otra oleada de náuseas me invade, volando hacia el baño. Me caigo al intertar aterrizar, no me puedo levantar y tengo que arrastrarme hasta el inodoro, para allí vomitar los jugos del estómago solamente, pues no había comido nada. Cuando termino, me quedo allí sentada, empezando a llorar amargamente.
Temblando, me dirijo al Moulin y me siento en en uno de los taburetes. Apenas puedo tirar de mi alma y tampoco es que tenga muchas ganas. Me quedo con la mirada perdida y casi me duermo otra vez. Esta vez el despertador fue una voz, mucho más agradable que un montón de nieve en las alas. Haciendo acopio de las pocas fuerzas que me quedaban, me giré hacia la mujer, que parecía bastante joven, aunque algo me decía que escondía algo. Sin embargo, su presencia desprendía serenidad, como mi madre o Vakuum, pero diferente.
-Lo siento mucho, pero estamos cerrados
"¿No ha visto el boquete de cuatro metros de la entrada?"
Mi estómago se contrae del hambre y otra oleada de náuseas me invade, volando hacia el baño. Me caigo al intertar aterrizar, no me puedo levantar y tengo que arrastrarme hasta el inodoro, para allí vomitar los jugos del estómago solamente, pues no había comido nada. Cuando termino, me quedo allí sentada, empezando a llorar amargamente.
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