Moulin Noir

Me doy la vuelta rápidamente para ir a recibir a otro de los compañeros que participaron en el rescate, esta vez se trata del elfo rubiales. Mi media neurona echada a perder por el alcohol me impide recordar si nos hemos presentado en condiciones, o en cuantas ocasiones nos hemos visto. Seguro que en varias, pero ahora mismo tengo lagunas mentales variadas. De cualquier modo lo saludo con una fuerte palmada en la espalda, volviéndome a presentar como si fuese la primera vez.


- ¡ELFO! un placer conocerte mejor. Benjamin Red. No sé si habíamos hablado antes...¿lo del cementerio iba por mí? - algo tramamos por allí, sí...puede ser. Procuro memorizar su nombre, anotándolo con un boli en la palma de mi mano. También dibujo una pequeña caricatura con orejas y pelo largo, con una flecha para no confundirme. Saludo a su sobrino alzando la mano, gritando bienvenido mientras me acerco a él con una copa en la mano, dándosela para que se la beba.

- Verás como se anima pronto. - sonrío maliciosamente al tío cuando me acerco a él, sin sentirme nada culpable por alcoholizar a su familia. Acto seguido le planto otra copa al tío, pero a ese seguro que es más difícil tumbarlo. - Espero que os haya ido bien desde lo que pasó en la base. Ha pasado ya más de un mes...al menos nos ha dado tiempo a recuperarnos. ¿En qué habéis estado entretenidos? ¿cosas turbias?- me extraña que no nos hayan lanzando un ataque masivo en respuesta, pero no es el momento de exponer mis preocupaciones con lo de la Alianza, que hoy hemos venido a desconectar. En cuanto aparece Lykaios me lanzo a darle un abrazo de bro, alegrándome de verle de nuevo completamente entero. - ¡Jefe! claro que hemos empezado sin ti. Eres un puto tardón, vaya ejemplo...no te reformarás nunca. - me separo de él tras derramarle un poco de la copa que llevaba encima, que con la efusividad se ha caído. Después la vuelvo a rellenar, comenzando a cantar realmente mal la canción irlandesa de Whiskey in the jar. Si nadie lo remedia proponiendo otra cosa seguiré destrozándole los oídos.

Nos tomamos nuestro tiempo en Ouroboros para descansar, adecentarnos y cambiarnos después del accidentado combate de entrenamiento, que acabó siendo más intenso de lo que pensamos en un principio. El resultado no fue demasiado bueno, especialmente para Juliet, que acabó bastante tocada con el tema de sus recuerdos de la época de luchadora. Al final quedó más o menos hablado el tema de estar juntos, aunque ella fuese mucho menos clara de lo que fui yo. También me pidió que olvidase lo que había intuido, pero no es tan sencillo. Con ese panorama lo mejor que se nos había ocurrido es la de meternos en cualquier antro para beber y despejarnos un rato, estar con otra gente y tal vez hacer negocios.

Aparecemos en las inmediaciones del Moulin Noir, tras haber dejado a Svart en una zona boscosa de las afueras de Londres en la que le gusta cazar. No resulta buena idea traerlo al lugar en el que se encontró con Smaug, que fue el culpable del destrozo del local. Para nuestra sorpresa no tenemos que irnos a buscar otro bar en el que beber, han vuelto a levantar el sitio en un tiempo récord, aunque dudo que por dentro haya quedado igual que antes. Al final decidimos entrar por pura curiosidad, encontrando allí más gente de la que esperaba. Este lugar es como el ave fénix, renace de sus cenizas una y otra vez. Mi hermana Siria estaría orgullosa de ver que su negocio se mantiene a pesar de que ella se marchase hace tiempo. Si fuese más responsable podría encargarme yo mismo del negocio familiar, pero sé que me costaría estar pendiente de un sitio todo el tiempo.

- Haremos como que no tuvimos parte de culpa en eso de que el local se derrumbase, ¿de acuerdo? - murmuro a Juliet al detenernos un momento en la entrada, buscando después con la mirada algún hueco cerca de la barra. Parte de la Brigada y de la familia de Juliet ya están por aquí empezando una fiesta, aunque no sé qué celebran.
- Nuestra asocialidad no va mucho con esto, pero hemos venido a distraernos un poco. Hay que intentarlo. - Miro de reojo a Juliet para ver la cara que pone al ver a su tío y a su hermano, tal vez no sea el mejor momento para reuniones familiares. Alzo la mano para saludar a ese par, dirigiéndonos después a una de las mesas para coger una de las bebidas ya preparadas, una para cada uno. - ¿Qué se supone que estamos celebrando? y...¿quién se ha encargado de arreglar lo de este sitio? - echando un vistazo general podría decirse que no veo grandes diferencias con lo anterior, al menos yo no las noto.

Recibí a Ben con los brazos abiertos aun cuando me derramó la mitad de su vaso encima. Total, en un rato tendria mas alcohol fuera que dentro asi que....daba lo mismo.

- Ben, hermano!!! - tras soltarle un par de fuertes palmadas en la espalda nos separamos. - Reformarse? quien quiere reformarse? - `puse gesto negativo haciendome con otra de esas bebidas piñas. Pegué otro trago paseando por alli la mirada. - Falta gente aqui.

Supuse que no tardarian en llegar, o eso esperaba al menos. Saludé asi en general al grupo dragón-elfo, y tambien a Reiv cuando entró, lo de Boulogne ya habia quedado en el pasado para mi, mas que de sobra. Luego me fui con Ben y lejos de remediar su terrible concierto, me puse a cantar con él a dúo. A este paso iba a quemar el alcohol antes de que me alcanzase a emborracharme. En una de estas que ibamos girando como peonzas mientras cantabamos agarré a Emily por la muñeca para que se uniese a nosotros.

Salir del campo de batalla fue como un respiro de aire fresco, aunque no quitó del todo la pesadez que se cernía sobre ella. Le obligó entonces a tomar un baño largo y permitir que el agua lavara sus pecados, como si eso se pudiera. Ahora se sentía especialmente callada, como esa paz interior que se tiene cuando no hay nada más tras un largo llanto, justo como había sido, las culpas volverían después pero no esta noche. No sabía si los planes de Reiv de beber habían sido fruto del impulso o si realmente lo tenía pensado, pero ella definitivamente le iba a dar una oportunidad al alcohol que no le había dado antes.

Una vez que aparecieron en el Moulin, completamente reconstruido para su gran sorpresa, soltó la mano de Reiv. Le parecía extraño que hubiera escogido ese sitio, sobre todo porque lo último que sabía era que había quedado inservible y ahora quedaba de pie de nuevo.- La magia hace cosas increíbles.- Ahora sé por qué nos persiguen. Asintió con un deje de complicidad en el rostro ante la inadmisión de la culpa de destruir el sitio que aceptó gustosa. Nadie tenía por qué saberlo. Al finalmente entrar, encontró una nueva sorpresa, pues había ahí bastante gente, a pesar de ser algo que quería evitar aquel día. Agachó ligeramente el rostro, un tanto nerviosa por la situación. Aunque sabía que ya no se le notaba en el rostro, no quería que nadie intuyera que había llorado. Cuando alcanzó a ver a su tío, desvió completamente la mirada, pues sabía que ese plan sería ahora más complicado.- Yo he venido a beber.- Sentenció, aunque sonó a algo más duro de lo que pretendía.

Caminaron entonces hasta una mesa un tanto alejada del tumulto principal, que comenzaba a dispersarse entre los lugares del bar. La bebida en piña no le impresionó en primer lugar. Alzó una ceja, un tanto escéptica por la bebida. Había creído que lo primero que tomaría vendría en un vaso hondo de cristal con un líquido oscuro y con olor demasiado fuerte, no de una fruta. No supo que responderle a Reiv ante sus preguntas. Sabía lo mismo que él.- Por lo que me han dicho, la brigada tiene fama por ser un grupo al que le gustan las fiestas. Quizás es una de tantas.- Murmuró agitando un poco su piña con la pajita, aunque un poco desanimada por la bebida.- ¿Crees que puedo tomar algo más fuerte antes de esto? - Preguntó con el rostro visiblemente extrañado, aunque luego levantó la mirada hacia Reiv, un tanto arrepentida, recordando que no era su mesero.- Discúlpame. Iré yo por él en un minuto.- Soltó un suave suspiro, apachurrándose un poco en su silla, con las manos entre los muslos.- Lo siento, es que no esperaba a tanta gente. Menos que ese par estuviera aquí. No los veo desde el rescate y... Bueno, al menos el otro no está aquí.- Murmuró, a sabiendas de que Aiden había sido malo con Reiv cuando le conoció, atacándolo en la primera oportunidad.

Sentía que había estado muy callada con Reiv desde que acabó el combate, y que sus primeras palabras hacia él no eran especialmente poesía. Tenía que cambiar de actitud pronto, antes de que su actitud pesimista terminara por arruinar la noche. Tomó entonces la piña y le dio un trago, como si de la pipa de la paz se tratase. El dulce le cayó mal con la amargura interior que tenía, pero al menos al final tenía ese toque fuerte de alcohol amargo que sentía necesitar. Cerró un momento los ojos, concentrándose en el ardor de la garganta, que lejos de disgustarla se sentía como si tuviera fuego en ella, y la sensación fue agradable a pesar de mostrar en su rostro signos de disgusto por el sabor. Tomó un trago más, uno grande, siguiendo con el mismo ritual, hasta que abrió los ojos una vez más. Aún tenía necesidad aquella bebida fuerte, pero podía esperar. Buscó por un tema de conversación para no hacer incómodo el momento, pero la verdad era que no encontraba nada que pudiera servir. Como si se hubiera agotado todo dentro de sí misma, incluso las ganas de hablar. Sabía que el sentimiento era pasajero, pero quedarse sentada viendo su piña toda la noche y obligando a Reiv moralmente a quedarse sentado frente a ella no podía ser la única opción.- Y... - Inició la oración, pero tardó bastante en seguirla con dificultad.- ¿Te... gustó... tu piña? - Quiso disculparse por el intento tan pésimo de iniciar conversación, pero por algún lado tenían que iniciar, mirándole con ligera timidez y una disculpa en la mirada.

Mientras, en algún lugar de Irlanda...

Científico Alianza Humana escribió:El equipo de ingenieros de la Alianza continúa con su frenética actividad previa al lanzamiento de uno de los seis satélites que se pondrán  en órbita en tan sólo unos minutos. Ha sido mucho tiempo de preparación y todo se ha medido hasta el más mínimo detalle, lo que no asegura que el lanzamiento vaya a ser un éxito. Cualquier fallo puede provocar consecuencias desastrosas, no sólo por la falta de coordinación con el resto, sino por la pérdida de algo muy costoso y difícil de de desarrollar. Los políticos y demás autoridades se encuentran ya en el exterior para observar el proceso a una distancia prudencial, fuera de peligro. También se encuentran allí los dueños de las empresas de tecnología y armamento que han aportado su capital al proyecto, pendientes de que su dinero les reporte beneficios. De no ser así no financiarían a los gobiernos. El plano de los satélites está proyectado en una de las pantallas gigantes con las que cuenta la sala de mando del edificio militar en el que nos encontramos, donde efectuamos las últimas comprobaciones.



En la sala de control se respira tensión máxima, todos se encuentran en sus puestos, a la espera de recibir los mensajes necesarios para iniciar la maniobra.  - Los japoneses acaban de efectuar el lanzamiento del suyo. Permanecemos a la espera de la señal de Australia. - comunico al resto de la sala mediante los cascos que llevo puestos, mientras controlamos en una pantalla transparente la trayectoria del satélite recién lanzado desde Tokyo. A continuación recibimos el mensaje de la base de los australianos, cuyo lanzamiento parece funcionar también sin problemas. El siguiente punto de lanzamiento está en la arrasada Francia, cuyos núcleos de población mermaron a más de la mitad tras el ataque sufrido. Es la base de la Alianza en Marsella la que se encarga de cumplir con su parte.

- Somos los siguientes. Preparando la lanzadera... - todo el mundo sabe ya lo que tiene que hacer, no estarían aquí de ser mediocres. El silencio se adueña de la sala mientras los presentes contienen la respiración.  - 3, 2, 1...

Andreas Wilhelm escribió:Llegué al area donde se controlaria el lanzamiento un tanto despues que Eamon. En cuanto mi comitiva me dejó en el lugar indicado los despaché, y fui a reunirme con la elite- aquel dia, veriamos el mundo cambiar.

Me posicioné junto a Eamon e intercambiamos algunas palabras necesarias en lo que a ponernos al dia respecta. El pequeño golpe sufrido hacia unos dias a causa de la perdida de los cabecillas de la revolucion poco nos iba a afectar dentro de poco si esto salia bien...al contrario sus acciones nos habian venido de perlas para poder presionar en el panorama politico externo al pais para acelerar algunos acontecimientos.

Comenzaron los lanzamientos en serie de los satelites. Primero Japón, luego Australia....seguidos por Francia....conteniamos la respiracion cada vez que se iniciaba uno, y respirabamos de nuevo al oir que habia entrado en orbita de modo exitoso. Ahora, le tocaba a nuestra base. Comenzó la cuenta atrás y se produjo el despegue. No es que yo entendiese muy bien todo el lenguaje de ingenieria aeronautico-espacial, pero por los mensajes que se iban desprendiendo, se veia que el lanzamiento iba bien. Cada una de las fases se cumplió como debia, hasta que finalmente el cuarto satélite, el de la base de Irlanda, estuvo en órbita. El anuncio vino acompañado de efusivos aplausos del personal que se habia estado dejando el pellejo en el proyecto en estos ultimos tiempos, y algun que otro abrazo aislado. Yo tenia las manos entrelazadas tras mi espalda mirando el enorme panel que notificaba que se estaba iniciando la siguiente cuenta atrás por parte de los estadounidenses, en su base de lanzamiento en las Montañas Rocosas.

-  En el 1492 los europeos descubrieron lo que ellos llamaron el Nuevo Mundo....hoy en el 2040 ya no hay ni un solo rincon mas por descubrir en este pequeño planeta. Pero aun así, hoy estamos creando un mundo nuevo. Uno que ellos no esperaban...

Éamon O'Connell escribió:Wilhelm hizo una de sus entradas tardías y casi teatrales, de modo que casi parecen premeditadas. A nadie pareció importarle la tardanza del ministro, todo el mundo estaba ya inmerso en el ambiente tenso que se vivía en la base. La expectativa generada era grande, se contenía la respiración en los momentos previos a los lanzamientos. Las primeras noticias positivas, provenientes de otros países, aportaron algo de calma. El silencio sólo se interrumpía por los aplausos cada vez que algo salía bien, y por las comunicaciones entre unos puntos del planeta y otros. Cualquier otra charla no tenía espacio en este momento.

Todos los presentes teníamos la sensación de estar asistiendo a algo realmente importante, un acontecimiento histórico de los que serán recordados, tal vez comparable con hitos como la llegada del ser humano a la Luna, o el fin de las grandes guerras. No sabíamos a ciencia cierta si lo que estábamos haciendo conseguiría el final de la guerra que vivimos en nuestros días, pero con toda seguridad inclinará la balanza a nuestro favor, dejará de ser una guerra mágica. Los ahogaremos definitivamente.

Los lanzamientos estaban casi finalizados, tras el de Estados Unidos sólo quedaba por lanzar el satélite procedente de Brasil, el cual se puso en órbita sin mayor problema. Un estruendoso aplauso llenó el lugar en cuanto la misión estuvo concluida, la culminación de la obra había llegado a su fin. Los potentes satélites antimagia se interconectaron unos con otros, creando una red capaz de anular la fuente de energía mágica del planeta. Probablemente no habríamos conseguido el detalle final de los satélites de no haber contado con las investigaciones de un mago entre los científicos de nuestras filas. Él será otro de los perjudicados, pero ni siquiera sabe que se usaron ciertos datos de sus investigaciones para estos menesteres. Suele pasar cuando te crees más listo que todos.

Los efectos anuladores de los satélites no tardarían en sentirse, y si todo ha funcionado como debería...

- Claro que es un nuevo mundo. Uno mejor en el que no tendremos que temer el abuso de poder de esos seres. El mundo que debería haber sido si no hubiesen dado la cara esos engendros. Deberían haber permanecido ocultos como hicieron tanto tiempo, pero les dio por ponerse supremacistas y mira lo que han conseguido. Ahora se darán cuenta de que nuestra ciencia es muy superior a su magia. - sonreí de manera jactante antes de brindar con las copas que nos proporcionaron, la proeza merecía celebración. Horas después abandonaríamos ambos Irlanda en nuestro jet privado, de vuelta al trabajo en Londres, donde esperaríamos las primeras reacciones de unos y otros.

INFORMACIÓN:

IMPORTANTE:

La fiesta se estaba animando, llegaba más gente, Benjamin, el elfo que he visto más veces con alguien que decía que era su sobrino, Lykaios al que saludé sonriendo y llevándome el dedo a la frente y más gente. Empezamos con las curiosidades borrachiles, aunque sacudo la cabeza al imaginarme a Ben con tutú hawaiano y cocos para después reirme ampliamente.

- Oh yo me acuerdo de una, estaba estudiando con un colega para un examen, de historia además. Fue de mi epoca cuando estaba en la Alianza, yo ni siquiera sabía que era mago, tenía mis sospechas pero mis poderes no se habían manifestado aún. Así que estabamos estudiando porque en un par de días era el examen y si cateabamos, se nos cerraban las puertas de la academia militar, y ya sabéis lo que es estudiar en 2 días lo que no has estudiado en todo el curso. Cogimos cervezas para poder pasar la noche despiertos estudiando. Acabamos pedos total, de lo poco que me acuerdo es que estaba retando a mi compañero a decir un trabalenguas totalmente estúpido algo así como "Al arzobispo de constantinopla, lo quieren desarzobispoconstantinopolitanizar, al buen desarzobispador que lo desarzobispe..." con una magdalena en la boca y luego no se que habrá pasado porque solo recuerdo levantarme de la cama, toda arrugada, llena de migas de magdalenas y abrazado a mi compañero, estuvimos un par de días sin ser capaces de vernos a la cara, eso sí, no se como coño aprobamos al final.

Noto que la ilusión que me había puesto de ropa de temática hawaiana desaparecía, dejando a la vista mis ropas de cada día, probablemente eso era el límite de mi poder por ahora en tema de ilusiones. Cojo otra bebida y me tengo que tapar los oidos medio riendo porque ahora Ben y Lykaios cantan a duo que probablemente acabe invocando al diluvio universal. Les abucheo riéndome bebiendo un poco más. Que guarden un poco que falta gente por llegar, espero que no tarden, el espectáculo que se están perdiendo.

Me encojo de hombros ante la falta de respuestas respecto al motivo dela fiesta, aceptando lo que dice Juliet de que debe ser una de las tantas fiestas que hace la Brigada. Tienen fama de fiesteros, así que no sería de extrañar. Por allí no hay nadie más de los habituales entre los renegados, lo cual me extraña. Ellos tampoco son de perderse ese tipo de fiestas, así que supongo que o no se han enterado o no han querido venir. Lo cierto es que llevo sin pasar por el castillo Black varias semanas, no sé mucho de Johan desde que lo vi alucinando con eso de tener una hija y a su mujer de vuelta. Juliet tampoco parece estar muy familiar en este momento, ignorando un poco a su tío con eso de que ella sólo ha venido a beber. Parece que se ha tomado muy en serio mi proposición de venir a emborracharnos a cualquier tugurio.

- Seguro que hay cosas más fuertes, que con esto de las piñas no tenemos ni para empezar. - agarro una botella de vodka de la barra conforme vamos de paso hacia una de las mesas, donde nos sentamos. - Estos capullos de la Brigada parece que se lo pasan bien juntos. ¿Crees que encajaríamos en algo así? - pregunto señalando a Lykaios y compañía con un movimiento de la cabeza. A continuación hago un gesto de quitarle importancia cuando se disculpa por su modo asocial, y también por lo del hermano chungo. - Ya te dije que no me importa lo de tu hermano. Quién sabe, igual hasta nos acabemos llevando bien después de pelearnos un par de veces. - bebo un par de tragos de la piña esa que hemos cogido, aunque enseguida la aparto para empezar con el vodka. En esta ocasión intentaré no pasarme, uno de los dos debería mantenerse más o menos en condiciones. Luego le paso la botella a Juliet, entornando un poco los ojos al notarla tan rara y callada, especialmente desde que terminamos el combate de entrenamiento. Acabo sonriendo de lado, arqueando un poco una ceja.

- Oye, que a mi no hace falta que me des conversación educada de esa. Ya tenemos confianza de sobra como para que nos molesten los silencios. - inspiro profundamente antes de inclinarme en la mesa hacia delante, apoyando los codos sobre el tablero. Tras unos segundos sin hablar acabo soltando la idea que me había surgido allí arriba, durante el combate en la isla. - Escucha, le estaba dando vueltas a algo sobre tu problema con los recuerdos... ¿estarías dispuesta a probar con magia mental para borrarlos? sería cuestión de encontrar alguien lo suficientemente hábil para hacerlo bien, para que no sea peligroso. - sé que esto se contradice con lo que le he dicho otras veces sobre que nuestros recuerdos son parte de lo que somos, pero la he visto tan mal con ello que ya no sé qué pensar. Mientras habrá que probar con el alcohol. Trato de acercar una segunda botella desde la barra, esta vez usando la magia para levitarla hasta nosotros. Una extraña sensación aparece en mi brazo y mi mano al intentar hacerlo, como un hormigueo molesto. No consigo mover la botella ni un ápice, así que frunzo el ceño extrañado. No he usado tanta magia como para estar agotado, y tampoco me encuentro mal como cuando nos infectamos con el SPM. Lo dejo pasar por el momento, recuperando la piña que deje a un lado de la mesa hace un rato.

La noche transcurría sin mayores conflictos cuando los brigadeños decidieron ponerse a cantar como posesos. Les dejè ir, acercàndome a la barra por un trago cuando veo a mi pequeña y dulce sobrina, cada vez màs grande, llegar al lado del pequeño rufián que es Reiv. La verdad es que el muchacho me cae bien, pero estando con los hermanos de Jul todo el tiempo a veces se me pega el odio de Aiden por la humanidad en general.

Los veo pasar sin saludar, que maleducados, hasta sentarse en una de las mesas más alejadas. Si tuviera que apostar, dirìa que ella no está enteramente a disposición. Como si algo le estuviera haciendo sentirse mal. Así de lejos, se le ve muy callada, y a Reiv un poco muy tranquilo si a sospechas vamos. Me acerquè a ellos. Que el asocial de Daniel se quedara en la puerta si quería, que yo bien sabía que le iban más las morenas y por eso no había intentado nada aún con nadie.- ¡Pero qué milagro! - Menciono dándole un fuerte golpe a Reiv entre los homoplatos. Que viera que con mi sobrina no se juega... o lo que sea por lo que estuviera enojada.- Veo que tienen pinta de emborracharse hoy.- En mi mente sucia de elfo salido, aquella escena solo tiene una salida, y claramente es en el piso de arriba. Me pregunto por un breve momento si ya habràn usado la pociòn que les di o si, por el contrario, puedo gastarme en mi mismo la que traigo en el bolsillo. Mientras le pego un fuerte abrazo a Juliet, decido que mejor me guardo para mi mi poción y que ellos se jodan. Ya veré la manera de mantener pura la descendencia de Juliet alguna otra noche.

Estaba entrándome el arrepentimiento y comenzaba a maquinar un plan para ponerle la poción en la bebida, por si Reiv se pasaba, cuando escuché una tos extraña de Daniel, que aún cuando no habìa tomado parecía querer vomitar. Salió corriendo del lugar y tras una rápida despedida de los muchachos y otra palmada fuerte a Reiv en la espalda.- ¡Recuerden! Sin globito no hay fiesta.- Aunque quizás eran demasiado jóvenes para entender de a qué globitos me refería. Sin más preámbulo, salí corriendo tras Daniel, cerrando la puerta del local tras de mi.

Sonrió suavemente ante el pequeño hurto de Reiv, aceptando la premisa de que las piñas no serían suficientes. Observó entonces a la brigada mientras escuchaba. Negó suavemente, agachando después el rostro a sabiendas que aquel positivismo y locura eran muy difíciles de fingir.- Quizás tu sí. Seguro que te iría bien, eres un poco gruñón pero tienes tu encanto.- Le observó de reojo, aún dejando abierta la puerta a lo de las posibilidades que le había dicho durante el combate. Pensó entonces en lo que Reiv mencionaba, que pelearse podría ser positivo para una amistad nueva con su hermano, y esa era la clase de locura que podía identificar con la brigada. Su sonrisa se hizo presente de nuevo, aunque solo un par de segundos, pues el cansancio acumulado le impedía estar tan fiestera como antes de recordar los malos días. Tomó la botella tras Reiv, pensó en ir por un vaso y luego se dejó de tonterías, dándole un largo trago al líquido, sintiendo como cada gota caía por su garganta y quemaba su ser. Tosío un par de veces. El comentario que soltó el moreno mientras bebía le llenó el corazón de tranquilidad, pues a pesar de todo lo que le pasaba por la cabeza tenía una ligera confianza de que estaban ambos en la misma sintonía.- ¿Qué dices? Tengo que ser educada, estoy a punto de conseguir que me invites a salir.- Bromeó, aunque por el semblante que tenía quizás no parecía del todo una broma. Además, él había sacado el tema a flote durante la batalla y ahora no le parecía una idea tan descabellada.

Estaba por decir un comentario en broma de nuevo cuando la mirada profunda de Reiv se clavó en la suya. Parecía concentrado mientras se mantenía en silencio, pensativo. Sus sospechas llegaron a fin cuando soltó las palabras que venía pensando. Sus labios se separaron ligeramente por la sorpresa. Nunca pensó en que el moreno propondría algo así y le resultaba alarmante. Tras un rato en silencio, en profunda reflexión, consiguió hablar.- Debo verme bastante decaída para que tu me propongas eso. Pero por más que eso me ayude a mi, ¿qué tanto me cambiaría? No sé si nos alejaría o nos acercaría.- Murmuró antes de tomar la botella de nuevo y pegarle un trago. Hubo un instante donde su corazón latió con más fuerza de la normal. Terminó tosiendo un poco tras sentir un escalofrío en todo el cuerpo que le atribuyó al alcohol. Lo asoció también a la repentina propuesta de Reiv, dejando de darle importancia al instante, y también a la aparición de su tío. Parecía que ir golpeando a Reiv se les hacía costumbre y que le iba bien diciendo y haciendo cosas que pondrían en vergüenza a cualquier chica. Aceptó el abrazo, bien merecido después de todo lo que el día le había traído, ignorante de lo que la última frase podría significar. Al final, se fue tan rápido que no hubo ocasión de decirle nada, disculpándose con Reiv con la mirada por los golpes. Al menos eso había distraído a Reiv de su pregunta de borrarle la memoria. Dejó la botella en la mesa, ofreciéndole al chico para seguir en la misma sintonía.- Ya lo tenía todo asimilado antes de olvidarlo. Es solo que me resultó abrumador recordar tanto y tanto de un solo golpe. Sí quisiera olvidar... pero tampoco sabemos lo que va a resultar de eso. No podemos saber si será para mejor.

Gruño por lo bajo como respuesta a eso de que soy un poco gruñón, así que parece que le estoy dando la razón más que llevarle la contraria. No deja de parecerme curioso que crea que podría encajar con los locos de la Brigada, aunque la idea me parece hasta divertida. Sería irónico después de lo mucho que peleamos en el pasado. - Tal vez con ellos no, pero no te voy a negar que últimamente se me ha pasado por la cabeza la idea de unirme a los renegados. Por un lado lo haría, pero por otro... - hay razones tanto para hacerlo como para no, habría que valorar lo que supone una y otra. Mi gesto pensativo no dura mucho, pues me da la risa al ver la tos que le entra por beber vodka directamente de la botella.

- Tenemos que comprobar si es cierto que los de tu raza toleran mejor el alcohol, o si con esta botella será suficiente para que caigas. También me tienta comprobar quién de los dos aguanta más...pero uno de los dos tendrá que ser el responsable. - hago un sonido de reproche por el comentario de que tiene que ser amable para que la invite a salir, entornando levemente los ojos. Juraría que se lo pedí durante el combate, pero con tanto lío ya no sé en qué quedó. Ella lo está diciendo claramente de broma, así que le sigo un poco el rollo. - Me lo estás poniendo muy complicado, te falta pedirme que pase pruebas para ser digno. - sería divertido saber qué pediría, casi como un juego. Lo cierto es que yo ya había buscado algo para regalarle hace algún tiempo, aunque no he tenido ocasión de dárselo hasta ahora. Decido esperar un poco más para encontrar el momento, guardando silencio cuando muestra sus dudas por el planteamiento de borrado de memoria.

- Se supone que haciéndolo bien sólo se borran los recuerdos que se quieran...aunque no sabría decirte si eso podría cambiarte. O si hay garantías de que no afecte a ningún recuerdo más. Sólo he leído sobre ello y conozco gente que puede manejar ese tipo de poderes. - me da en qué pensar que tal vez olvide cosas referentes a nosotros, o que directamente no me reconozca. No hay nada seguro en ese tipo de magia. La irrupción del tío de Juliet me saca de esos pensamientos de repente, sus comentarios atrevidos hacen que me pase una mano por la cara por la vergüenza que me da que suelte eso así sin más y en este sitio, aunque no es la primera vez que lo hace. No da tiempo a contestar porque se va muy rápido con su sobrino, con algún tipo de urgencia. Tomo la botella que me ofrece Juliet, carraspeando un poco tras pasar el líquido por la garganta. Bebo otro poco más antes de dársela de nuevo, sin poder obviar que no he podido utilizar la magia para coger otra botella más sin levantarme del sitio.

- Es correr un riesgo. Ya depende de si los riesgos superan al beneficio. Pero si estás dispuesta...- dejo la frase a medias para que sea ella la que decida, aunque no hace falta que sea ahora.

Sabía bien que el alcohol no hacía maravillas, mas no podía ignorar el hecho de que se sentía más relajada que en el momento en que llegaron. Sus hombros ya no tenían peso encima y la sonrisa le salía mucho más fácil que arriba en la isla, así que no se sorprendió de reír al escuchar el gruñido de Reiv.-No sabía que lo estabas considerando de verdad, ¿qué te detiene? No lo parece, pero ahora estás mejor con Johan, creo.- Preguntó rápidamente, pues sabía bien que a veces las cosas que te detienen son infundadas o no tienen razón.

A pesar de casi ahogarse, terminó riendo con Reiv al ver que le parecía graciosa su relación con el alcohol.- Tal vez no necesitemos tanto como crees. Llevo poco, pero ya no me siento tan mal, quizás no necesitemos emborracharme hasta vomitar.- Sonrió, riendo después por la reacción que tiene Reiv ante lo de salir juntos.- No era mi intención. Yo creo que las pruebas ya están. Digo, ya luchaste contra un dragón, te metiste a la boca del lobo muchas veces, detuviste una epidemia de proporciones épicas... Sé que ya tuvimos una cita en la isla, y te diré 'si' a cualquier hora, es solo que... no sé...- Aquellas podían ser las hazañas más asombrosas que había tenido, y la mayoría las habían hecho juntos, lo que contaba un punto más a su favor. Eso no eliminaba por completo las dudas que se sembraban en su cabeza. Las mismas que ya había externado en el campo de batalla, no por él sino por ella misma. No podía decirlas de nuevo, pues Reiv se había molestado la última vez. Lo que sí podía hacer era buscar asegurarse de que Reiv verdaderamente estuviera consciente que lo que veía en ella no fuera solo una ilusión pasajera.

Meditó un poco mientras escuchaba la respueta de Reiv. Si se podían seleccionar ciertos recuerdos y borrarlos, entonces era un poco más seguro. Sin embargo, no sería tan sencillo.- Quizás si no te hubiera contado nada nunca...- Susurró, molesta ahora que sabía que de no haber caído en las trampas de Reiv para que le contara cosas, quizás el proceso habría sido más sencillo. Sin embargo, había fallado en su cometido, y más de un momento con él tenía aires del Coliseo.- Eso significaría borrar la batalla que recién tuvimos, china town, un poco de todo... Vaya.- Su mirada, a pesar de ser tranquila, se mostraba sorprendida mientras observaba la botella. La tomó de nuevo cuando se reconoció triste, llevándola a sus labios con la esperanza de borrar esa sensación.- ¿Qué pasa si es como ahora? Si es como cuando tienes algo en la punta de la lengua y no puedes recordarlo o como si una pared no te dejara ver más allá. Es muy frustrante. Saber que hay algo más, pero que no lo recuerdas, no saber si es mejor o peor. Casi no recuerdo nada de antes del Coliseo, así que prácticamente sería como no recordar nada antes de encontrarte allí, envenenado, y yo haciendo magia que no sabría como obtuve.- Señaló despacio el lugar donde recordaba a Reiv. Ella en la barra, con Johan y aquella chica. Ahí en ese mismo bar, con un par de copas arriba, se había encontrado con alguien con quien pasaría un par de años hasta llegar al día actual, como si de un gran ciclo se tratara.- Por suerte no hay que decidirlo hoy.- Sentenció finalmente, levantando la mirada, tomando esta vez un trago largo, amargo, ardiente, que ahogaba dentro de sí la tragedia y la incertidumbre. Dejó la botella de lado, alargando las manos sobre la mesa hasta tomar las de Reiv. Se dedicó a observarlas, comparando el tono tostado de él contra el rosado de sus nudillos, la piel parecía más dura en él, y más suave en ella, como si no hubiera prueba alguna de que lo que había vivido sucedió. Soltó un suspiro y tomó aire antes de mirarle a los ojos, con una pequeña sonrisa en los labios, más muestra de admiración que de felicidad.- No quiero ser ese tipo de alcohólica que se pone triste mientras bebe y llora y acaba con la fiesta, pero... Gracias por estar conmigo. De verdad eres muy importante para mi.

Me remuevo un poco incómodo en mi asiento al darme cuenta lo raro que debe de haber sonado eso de que estoy pensando unirme a los renegados, como si una parte de mi también viese de lo más extraña esa idea. En otros tiempos jamás se me hubiese pasado por la cabeza. - Es porque últimamente hemos estado colaborando bastante con ellos...compartiendo objetivo común. Aunque uno no quiera involucrarse está claro que es imposible pasar de todo y vivir al margen de lo que sucede, por mucho que queramos ganarnos la vida como mercenarios con trabajos esporádicos. - entrelazo las manos sobre la mesa, bajando la vista un momento hacia éstas con gesto pensativo. - Me detiene que tal vez sería un poco menos libre de hacer lo que me pareciese en cada momento, y que hace tiempo que me prometí que no quería seguir más órdenes. Yo qué sé...con todo esto siento que me contradigo. No me hagas demasiado caso. - supongo que ella también tendrá una opinión al respecto, y dudo que haya pensado en unirse a algún grupo organizado, sean los renegados o no. Suelto un suspiro de resignación con mi confusión mental, apoyando el codo sobre la mesa y la cara sobre mi puño.

Por ahora ninguno de los dos está borracho, aunque por mi parte empiezo a notar levemente los efectos del alcohol. Ella aguanta bastante bien, serán cosas de la raza. Sonrío divertido cuando enumera todas las "hazañas" que se supone que he hecho hasta ahora, que dichas así suenan hasta bien. Nunca está de más que nos alaben un poco. - ¿Ves? si en el fondo va a resultar que soy un buen partido y todo. - podría decirle que se raya demasiado y le da demasiadas vueltas a las cosas con eso de sus dudas, pero seguro que ella ya es consciente de eso y no hace falta estar diciéndole a alguien cosas que ya sabe. Niego con la cabeza cuando deja caer que mejor que no me hubiese contado nada, pues a la larga hubiese sido todo peor. - Lo de los secretos no suele acabar bien...- murmuro pensando en lo que le oculté sobre el robo de Svart, que cuando se descubrió fue una desagradable sorpresa para ella y para el joven dragón. Me muerdo el labio con fastidio al darme cuenta de que lleva razón en lo del borrado de memoria, pues borrar los recuerdos del Coliseo incluye borrar recuerdos en los que hablamos de ello, con todo lo que conlleva borrar esos momentos.

- No lo había pensando. Generaría vacíos y lagunas extraños. Demasiados huecos por rellenar, acabarías frustrada de tener un puzzle de piezas sueltas a encajar. No parece haber solución fácil. - murmuro un 'joder' por lo bajo, volviendo a echar mano a la botella para pegarle un buen trago. Luego se la vuelvo a pasar a ella, que con unos pocos argumentos me ha hecho pensar que lo que parecía una idea genial quizás no lo sea tanto. Apoyo ahora ambas manos sobre la mesa, simplemente asintiendo cabizbajo cuando Juliet concluye que no tenemos que decidir justo ahora. Fijo mi atención en nuestras manos, estrechando las suyas para acabar entrelazándolas antes de alzar de nuevo la mirada hacia su rostro. - ¿En serio? yo creía que eras más bien del tipo de borrachos violentos que se pegan con todos.- bromeo antes de que me deje bastante desarmado y sin réplica por la sinceridad que percibo en su declaración. Al quedarme sin palabras respondo con acciones, inclinándome un poco sobre la mesa sin soltar sus manos ni dejar de sostenerle la mirada. Acorto la distancia entre nosotros para llegar hasta sus labios, besándola finalmente con toda la intención de que eso sea una respuesta en sí misma. Me separo despacio tras unos segundos, decidido a darle ahora el regalo que llevaba guardando hace algún tiempo. - No tienes que dármelas. - susurro mientras comienzo a rebuscar algo en el bolsillo de mi cazadora, sacando de ésta un pequeño saco de cuero. - Aunque si hablamos de dar las gracias...yo estaría en deuda contigo durante mucho tiempo por la de veces que has tenido que curarme. Creo que esto puede serte útil.- sacudo la bolsa de cuero sobre la palma de mi mano, de la que cae un anillo con una piedra azul incrustada. Lo miro extrañado un momento porque se supone que la piedra del Vilya tiene que brillar por la magia, pero está un poco opaca de más. Después lo cojo con el índice y el pulgar, ofreciéndoselo a Juliet. - Es un anillo que ayuda a canalizar magia sanadora, quería dártelo desde hace algún tiempo.

Nuestros (horribles) cánticos irlandeses continúan sin descanso mientras Lykaios, Emily y yo damos vueltas borrachiles por el bar. Con el rato que llevamos aquí ya hemos vaciado buena parte de las reservas de alcohol del lugar, haciendo honor a la fama de la Brigada. Después de un buen rato me separo de mis compañeros, apoyándome de espaldas en la barra para respirar un poco. No me había dado cuenta de que algunas personas se habían marchado, como el elfo Thranduil y su acompañante, y tampoco me había fijado en que habían llegado algunos más, aunque iban un poco a su aire.

- Buu, los que no son de la Brigada no saben festejar.- agarro otra botella de ron de la barra, pegándole un buen trago, como si no hubiera un mañana. Después se la paso a mi compañera Cleopatra, que ha debido llegar hace poco. - ¿A qué viene esa cara tan larga? deberíamos estar contentos, escapamos de la base de la Alianza y conseguimos salvarlos a todos. Somos la jostia. - En realidad falta también gente de la Brigada, pues aquí sólo estamos Ares, Emily, Lykaios, Cleo y yo. Echo en falta a Leila, que me tiene preocupado después de lo que vi en los campos. La vi en el bar hace poco más de una semana, pero después no sé hacia dónde iría. Seguro que tiene trauma chungo de intervención brigadil, aunque no sé yo si nos dejará echarle una mano.

Al final acabo por sentarme en el taburete, que con tanto alcohol se me empieza a ir la cabeza. Eso y que he notado una sensación extraña que no sabría cómo definir. Mi inteligencia mediocre no da para más. - Fuah, estoy notando una peazo de perturbación en la Fuerza que lo flipas. Hoy creo que duermo aquí en el suelo, me da muucha pereza volver al barco.

Caminaba por las calles de la cambiante Londres mientras cientos de recuerdos azotaban mi memoria: Me gusta la ciudad pues nunca ha llegado a perder su identidad, pero siempre ha cambiado de cara. Adentrandome en varias calles, mientras miraba a los humanos con los que me cruzaba alrededor, me encontraba a menudo extrañamente emocionado, como hacia varios centenares de años que no me sentía: ¿Este vagabundo estaría destinado a hacer algo con su vida? ¿Quizá me he cruzado con algún "mago" capaz de someter una nación? Las preguntas se me arremolinaban en la cabeza, haciendome sonreír.

O bueno, haciendo sonreir a Argent, mi nombre de esta época.

No recuerdo casi cuando fue la última vez que caminé con un objetivo, a excepción de ahora: Según había llegado a mis oidos, el Moulin Noir era el lugar donde la mayor cantidad de personas se juntaban, un destino perfecto para comenzar a informarme.

Al mirarlo desde fuera, reconocí el ambiente clásico del tipico pub de hace años, aunque estaba claro que para el propio pub había pasado el tiempo, se mantenía en unas condiciones envidiables... al menos para un humano. Para alguien como yo, apenas era un suspiro.

En el momento que abrí la puerta supe que había acertado: No sabría contar cuanta gente había en ese momento, pero estaba claro que era una noche animada: Las voces se sobreponían unas a otras, los cuerpos se chocaban (posiblemente por embriaguez o por falta de espacio o agilidad) y la vida rebosaba en aquél lugar.

Intenté aguantar mi emoción, pues este panorama era un tipico humano, si tan solo supieran cúan rico era este tipo de comunión racial... Pero no se les puede culpar, su vida es demasiado corta para poder disfrutar de las verdaderas cosas.

Me abrí paso intentando no empujar demasiado fuerte a nadie e intentando escuchar conversaciones, algo totalmente imposible pues ni siquiera para mi era tarea fácil concentrarme en una sola conversación, no entendía como ellos podían hacerlo con tanta naturalidad.

Sin llegar a darme por vencido, llegué a la barra y pensé en que tipo de bebida sería la "normal" para aparentar ser humano: No debía ser demasiado fuerte ni demasiado débil.

Suspiré de forma leve, siendo rápidamente acallado por las docenas de voces y me dispuse a hablar con alguien, alguien que pudiese tener un buen tema de conversación.

No reparé hasta un par de minutos después lo dificil que sería eso.

Mis pasos me acaban trayendo de nuevo hacia el famoso local Moulin Noir, el cual deben haber reconstruido de nuevo tras el incidente con aquellos dragones. Cuando puse rumbo a Londres no esperaba volver a encontrar este lugar en pie, pero al pasar cerca de aquí la curiosidad me puede y acabo acercándome a ver si había novedades. El trayecto a la ciudad se ha hecho largo y tedioso, teniendo en cuenta que no he podido utilizar la desaparición para llegar y he tenido que recurrir a un vehículo normal y corriente. Las calles de la capital se encuentran ligeramente más bulliciosas que de costumbre, pero igualmente vigiladas con patrullas de soldados vigilando ciertas zonas, además de robots Centinela situados en lugares estratégicos.

Un ambiente opresor y de cierta calma reina en el ambiente, haciendo que cada vez me de más mala espina lo que sentí estando en el castillo. Precisamente por ese motivo he decidido buscar un lugar con gente, para enterarme de lo que pueda. Los robots no me han detectado por la calle, pero en un principio atribuyo eso a que tengo "inmunidad" con ellos por los negocios que he mantenido con la Alianza. Finalmente decido entrar en el local, mostrando una leve expresión de sorpresa en mi rostro al comprobar que me estaba metiendo en lo que parece ser una especie de fiesta. O al menos lo que queda de ella. Los rostros me son casi todos conocidos, aunque hay que decir que estoy en malos términos con más de la mitad de ellos. Al menos no está el tarado de Setelah Barrett, que comenzó a atacarme en nuestro último encuentro aquí.  Los ruidosos de la Brigada están demasiado borrachos para percatarse de mi presencia, y los odiosos Reiv y Juliet parece muy a lo suyo por ahora, supongo que todavía no se dieron cuenta de que he entrado al local.

Decido acercarme a la barra, a un par de metros del tipo que acaba de pedir algo de beber. Por mi parte pido que me pongan una cerveza en condiciones, una alemana. La de los ingleses me repele. Doy un par de tragos a mi bebida en cuanto me la dejan sobre la barra, observando a mi alrededor durante unos segundos. El ambiente es de aparente normalidad, teniendo en cuenta las noticias que me llegaron hace un mes sobre el asalto a la base militar.

- Pocos dirían que tenemos motivos para celebrar hoy día. Resulta casi graciosa tal ingenuidad. - comento en tono escéptico, lanzando después una mirada al hombre que está más cerca, Rezzay.   - ¿Sabes qué se celebra? ¿conoces a alguno de los que están aquí? - busco iniciar conversación con él para obtener información, y de paso evaluar con calma qué tipo de persona es, enemigo, posible aliado o cliente, o simplemente indiferente.

-  WEE AREEE THE SEEEEEVEN JUDGEMENT FROM HEAAAVE IIIIS REVELAATIOOOON FIRE WILL BURN US AAAAAAAWAAAAAAAAAAAAAAAY!! - Cantaba con Ben una cancion completamente distinta a la que estaba sonando, con lo cual la cacofonia qeue generabamos era aun mayor, porque mi voz no era lo que se dice precisamente poco potente si no todo lo contrario.  Pero daba igual, dabamos vueltas por ahi cantando y bebiendo con los brazos sobre los hombros el uno del otro, y con la pobre Emily modo sandwich a ratos.

Paramos despues de un rato, con lo cual pudimos tomar aire. Yo me fui a la barra a por otra coseja algo mas fuerte que la piña colada. Estaba un tanto mareado y me pegó una bajona un poco muy burra, pero lo achaqué al cansancio, el alcohol y los bailes.
-CLEO! -la saludé acercandome a ella, le di un abrazo y le puse otra jarra de cerveza en la mano, por si ya tenia una ahora tenia dos. - Meh, yo creo que tambien dormiré en el suelo hoy.

Bebí un buen trago de mi bebida a ver si se me pasaba la tonteria y miré alrededor.  Vi entrar a un cliente nuevo al Moulin, una cara desconocida para mi.  Esperaba que no fuera el tipo de cliente que traía problemas, levanté mi jarra hacia Rezzay a modo de saludo silencioso y eso, lo saludé, aunque no lo conociese de nada.  Luego miré a Ares que seguía por ahi y a Cleo y a los demás, y con la jarra en la mano me subí a la barra y alcé la voz, estaba sonriendo.

-  BAJADME LA MUSICA UN MOMENTO , HOSTIAS..... ! ...ah... asi mucho mejor, gracias! - seguia sonando, pero algo mas bajita - QUIERO PROPONER UN BRINDIS! Y....No solamente por la Brigada de las Mil Grullas, mis hermanos, mis guerreros,  mi brigada, la gente mas putamente valiente que conozco.   Si no por todas las personas que estamos hoy aqui, bebiendo como cosacos! Sí sí Reiv....por tí tambien capullo!  Por todos aquellos que lo hemos hecho hasta hoy, por los que estamos vivos y celebrando que lo estamos y que aun tenemos ganas de seguir luchando! - levanté mi jarra y mi sonrisa que era ancha hasta ese momento dismuniyó un poco, volviendose algo mas solemne - Pero tambien por los que se han quedado atrás. SALUD!!! - me apuré la jarra de una y luego la tiré al suelo, bajandome de un salto tras la barra

Escuchó con una suave sonrisa ladina a los pensamientos de Reiv. Bien sabía que aquello de perder la libertad le calaba hasta los huesos y, aún así, muy a su manera, también quería pertenecer a la familia que había perdido. Resultaba hasta adorable, o sería cosa del alcohol.- Tu y tu libertad. Déjala, Reiv, no la quieres. No quieres estar solo, a la deriva. No quieras dejar a tu familia ahora que están bien todos. Que la libertad sea decidir estar en vez de decidir no estar.- A pesar de que un ligero repiqueteo le taladraba la cabeza, sentía que tenía ideas muy claras en aquel instante, quizás fruto del alcohol. Por su lado, no sabía si lo que quería estaba con los renegados. Siempre había tenido la sensación de que aquella no era su guerra, y si estaba involucrada era por seguir a Reiv, aún cuando él también lo hacía por ella.

¡Eres un buen partido! Por eso quiero que pienses bien lo que haces. Vales.- Un pequeño recuerdo le dio por echar un vistazo detrás de la barra, donde la chica con la que había visto alguna vez a Reiv echar miraditas ya no estaba. El estómago se le revolvió, quizás de alcohol quizás de celos, pues si aquello había sido temporal él no insistiría en volver allí. O eso se le ocurrió. Al final iba a ser que de borracha era celosa y no llorona, y eso era peor si contaban con que la furia de un dragón era difícil de extinguir. Asintió suavemente a lo de los secretos, que no solían acabar bien, y quizás era cierto con los de Reiv, pero no podía decir lo mismo de los propios.- Eso es cierto cuando los secretos los implican a ambos.- Susurró, aún negándose a aceptar que el moreno tenía algún derecho sobre los recuerdos del Coliseo. Cuando él mismo dedujo las lagunas mentales que crearía, reafirmó su idea inicial.- Si no te hubiera contado nada podría borrarme la memoria hoy mismo y todo se iría a la tumba conmigo... Y no te tendría sufriendo por mí.- Que aunque lo negara, había sentido aquella fuerza con que la abrazó en la isla. Ese tipo de abrazos de cuando no puedes hacer nada más que sufrir en conjunto.

Sus manos se entrelazaron tras un instante de contemplación, un poco de risa por los comentarios de borrachos y la respuesta de Reiv ante el agradecimiento de la chica. Le correspondió el beso con una tranquilidad que no había sentido en el pecho en mucho tiempo. Cerró los ojos, confiada en que podía bajar la guardia con él.- Tan propio de ti no decir nada y hacer todo.- Murmuró cuando sus labios dejaron de tocarse, manteniendo la mirada fija en él y en el gris de sus ojos. El momento romántico se pausó para fijar la mirada en el recién llegado al Moulin. Las ropas, sobre todo, le recordaban un poco a Sirius, a su propio padre y a su tío. Tenía un aire de ser bastante mayor que todos los presentes. Volvió entonces la mirada al escuchar a Reiv de nuevo. Se detuvo un segundo en el anillo antes de que el corazón iniciara una carrera y todo el bar pasara a segundo término. Sus oídos se hicieron sordos mientras contemplaba la pieza con una mezcla de sorpresa y miedo, dificultando incluso su respiración. Sintió como sus músculos se tensaban alrededor de su cuerpo. Por más que veía los labios de Reiv moverse no alcanzaba a escuchar ni una palabra. No pasó mucho hasta que el sonido del cristal rompiéndose terminó su letargo y observó alrededor, tardando un momento en aceptar que los aplausos y vitoreos nada tenían que ver con el pequeño anillo azul que Reiv le entregaba. Aclaró su garganta tras unos momentos, aunque la voz salió mas chillona de lo normal.- A Lykaios le gusta beber.- En cuanto lo dijo se dio cuenta de que era algo muy obvio y también muy fuera de cualquier tema que hubieran estado tratando.- ¿Q-Qué decías?... ¿Qué es esto? - Susurró cuando se convenció a mi misma de que no podía ser lo que pensaba, aún cuando su cuerpo no dejaba de mantenerse en tensión extrema.

Mentiría si dijese que, durante unos instantes, al apoyarme en la húmeda barra y observar a la gente, no disfruté de la compañia. Supongo que por eso los humanos procrean sin ningún tipo de cuidado ni control. Afortunadamente, desde el lugar que había elegido podía visualizar todo, si bien no con claridad. Pude ver entrar a un hombre el cual me causó extrañeza, pues su aspecto era similar al mio, tanto que por unos segundos pensé que era una copia mía, sin embargo nunca había tenido la falta de imaginación de tomar su forma humana copiando a un humano normal, pese a parecer un humano, seguía siendo perfecto, más de lo que ellos podrían ser.

El hombre se coloca al lado mio y pide una cerveza alemana, me lo apunto mentalmente para pedirlo la proxima vez, parece ser la bebida más aceptada también por estos lares.  Me pregunto si lo que me ha servido el camarero era cerveza:

- Pocos dirían que tenemos motivos para celebrar hoy día. Resulta casi graciosa tal ingenuidad. -  Me sorprendió iniciando aquél hombre una conversación conmigo:

- ¿Sabes qué se celebra? ¿conoces a alguno de los que están aquí? - - Lo miro, intrigado y desvío la mirada de nuevo al hombre que no paraba de gritar, el cual me hace un gesto levantando su bebida. Lo había visto multitud de veces y la respuesta correcta era imitar el gesto, cosa que hago mientras respondo al extraño:

"Siempre hay algo que celebrar, aunque sea que este día no ha sido tan malo como el anterior." - Miro mi bebida y continúo:

"La verdad es que acabo de llegar a la ciudad, no conozco a nadie ni tampoco conozco el motivo de la rotura de la jarra... Pero es agradable que no todo sean caras mustias y carentes de gozo." - Di un trago a la bebida, sabía levemente amarga, supongo que por el veneno aturdidor que los humanos mezclan en estas bebidas y hago un barrido con mi mirada alrededor, intrigado por las historias rodeando a tales singulares personajes: Vi a una pareja la cual estaban intercambiandose un anillo y, gracias a mi conocimiento entre los humanos, sabía que solo podían ser tres cosas: Un prestamo de un objeto de valor, una venta o una propuesta de enlace.

Hm, ¿quizá sería eso lo que celebra la taberna entera? Volví a mirar al hombre y me vi en la necesidad de continuar la conversación, al fin y al cabo, había venido a conocer a los humanos:

"Disculpa si soné demasiado cortante. Mi nombre es Argent, vengo en busca de fortuna, como muchos otros supongo... Sin ninguna afiliación a ningún bando, por voluntad propia." - Quizá mi caracter se hubiese agrietado un poco cono tantos años de soledad, pero no era capaz de transmitir una sensación de familiaridad con el humano, supongo que inconscientemente, por mucho que me haga pasar por ellos, sé lo que soy y sé lo que son.

Mi breve frase para iniciar la conversación da resultado, algo que no siempre sucede cuando tratas de establecer contacto con alguien, especialmente con aquellos muy cerrados o desconfiados. Observo con particular atención el detalle de devolverle el saludo al capitán de la Brigada, lo que me da una pequeña pista al respecto: no se detestan o tienen ningún problema previo, aunque eso tampoco me dice mucho del bando al que pueda pertenecer mi interlocutor. A simple vista parece alguien cauto y poco dado a meterse en la masa de gente, pues de ser así seguro que andaría ebrio y socializando con todo el mundo.

Hago un leve gesto de asentimiento con la cabeza al escuchar esa respuesta que podría calificarse de optimista, ya que da a entender que al menos valora las pequeñas mejorías que puede haberle traído el día. - También hay quien dice que el ser humano se volvería completamente loco de no ser por estos breves momentos de diversión y luz en sus vidas. No todos aguantan los horrores del mundo...sólo sobreviven los que mejor se adaptan al medio. - sonrío levemente, alzando también mi cerveza hacia Lykaios, un espécimen que clasificaría en ese último grupo. Supongo que él también tiene motivos para odiarme, por aquello de la máquina para controlar a los licántropos. Tal vez se tome esto como una provocación, aunque dudo que en el estado de euforia que está me preste mucha atención. Doy otro trago a mi bebida, volviendo a centrar mi atención en Rezzay. Un recién llegado a la ciudad. Poca información puede darme, en caso de que sea cierto lo que dice.

- Es un riesgo acudir a las grandes ciudades en estos tiempos. Los que quieren huir del peligro huyen lejos, buscan refugio en zonas despobladas. A riesgo de sonar entrometido...intuyo que si acudes aquí no es por simple casualidad. Todos buscan algo. Dinero a través de negocios, juegos de poder, luchar por la causa que creen "justa", venganza...ah...esa última es mi favorita. Es divertida de ver cuando no eres el sujeto que la sufre. - comento con un deje de cinismo, mirando de reojo a la pareja moñas que intercambia lo que parece un anillo. Todavía tengo cuentas pendientes con esos dos, estuvo muy feo el engaño. Muevo la mano en un gesto que quiere decir que no son necesarias las disculpas, presentándome también al recién llegado.

- Tobías Gutenberg. Otro buscador de fortuna por libre. Es bueno hacer contactos con más gente así, has venido al lugar apropiado para eso y para conocer los últimos movimientos de la contienda. Hablando de ello...¿has notado algo extraño al llegar a la ciudad? ¿algo fuera de lo normal? - inquiero para comenzar a investigar lo que me lleva intrigando desde que abandoné el castillo, el maldito bloqueo al usar la magia. Si está en este bar seguro que es de raza mágica, aquellos que no la poseen no suelen venir por aquí, a no ser que vengan a atacar como pasó en alguna ocasión.