La Posada de los Muertos

Recuerdo del primer mensaje :



Si tienes un anuncio, aparte de rolear que lo cuelgas aquí, envía un mp a Admin con el contenido de dicho anuncio para que editemos y aparezca aquí. Cuando encuentres lo que andabas buscando, ¡mandanos otro mp o avisanos para que retiremos el anuncio y no se acumulen papeles en el tablon!

Septiembre 2037

Se busca técnico para misión peligrosa. La recompensa será todo aquello que el interesado pueda conseguir.

Preguntar por Rose.



Septiembre 2037

Se buscan mercenarios para diferentes labores, tales como defensa, infiltración, espionaje y realización de nuevos contactos y redes. Se pide discreción. Buen pago, tanto en dinero como en objetos. Se ofrecen también los servicios de un alquimista, desarrollador mágico y con conocimientos que fusionan el uso de la magia y la tecnología. Trabajo para cualquier bando que lo solicite. Los honorarios han de ser de acuerdo al trabajo realizado.

Interesados, para cualquiera de las dos propuestas, contactar aquí con T.G.S

© HARDROCK

Septiembre 2037

"Se buscan mercenarios/cazarrecompensas para mision de búsqueda y captura. Pagamos bien. Basta con que no te caigan bien los soldados del ejército."

Preguntad por Rybar Dvorak

© HARDROCK

—¿En qué momento nos hemos convertido en un centro de refugiado de negros malhumorados? La madre que...— Oyó mascullar al jóven camarero, y no pudo evitar girarse a mirarlo

Los ojos rojos de Ra'Aksa fulminaron con su potencia al chico, que no obstante ni se percató del gesto del Drow. El orgullo racial de Ra'aksa podía llegar a rozar lo ario, y no le agradaba en absoluto la idea de que un niñato humano fuese calumniando sobre los suyos. Muchísimo menos sobre él mismo. Hizo falta, no obstante, un silbido agudo por su parte para llamar la atención del chiquillo, que con una envidiable desgana se acercó a la mesa en la que los dos Drow se encontraban sentados.

Huelga decir que lo que se encontró el jóven al llegar a la mesa no fue otra cosa que la fulminante mirada de Ra'Aksa, que sin ninguna discreción escrutaba los ojos azulados del camarero cómo intentando llegar a lo más hondo de su alma. La omnipresente sonrisa de Ra'aksa se avivó cual hoguera al ver cómo su mirada tenía el efecto deseado y el chico retrocedía un paso, algo amedrentado por la presencia del Drow. El jóven, que Ra'Aksa juraría había visto ya el mangual que usaba cómo arma parecía aterrorizado ante la idea de que el Drow pudiese atacarle con él. E incluso él estaba contemplando la idea de alzar a Requiem y aplastar la cabeza de aquel que había cometido la insensatez de meterse con los suyos. Finalmente, supo controlarse. Por mucho que le apeteciese destrozar a aquel chaval, no era lo más prudente en un lugar cómo aquel. Las peleas de taberna nunca le habían gustado.

—Trae otra jarra— Ordenó, mostrando los afilados dientes de su imponente sonrisa —Quizá mi compañero quiera degustar un poco de vino, y considero poco oportuno hacerlo en la misma jarra donde ha bebido cerveza. ¡Rápido!

Resultó imposible discernir si el chico salió corriendo por la órden de Ra’Aksa o por el miedo que este le imponía. No obstante, no había terminado de desaparecer tras la barra cuando el Drow estalló en carcajadas. A fin de cuentas, la situación era bastante cómica. Indudablemente, la estampa del camarero corriendo cómo alma que lleva el diablo a refugiarse en la cocina era plato de buen gusto para seres tan crueles cómo los Drow. La sonida de Ra'Aksa era alta y ruidosa, pero sin llegar a ser molesta. Ni muy chirriante ni muy grave. Opacado por su risa, su compañero de mesa hizo un comentario que Ra’Aksa no llegó a escuchar.

—Mucho me temo, o mucho me alegro, de decir que no venimos del mismo lado. No me suena en absoluto la casa. Ya sería demasiada coincidencia encontrar a uno de Sshamath.— Ra’aksa suspiró aliviado, y esta sóla frase sirvió cómo confirmación de lo que hacía rato que ya creía saber.

Aquel tipo no iba detrás de él. Al verse fuera de peligro soltó el mango de Requiem con tranquilidad, haciendo que el arma golpease el suelo con pesadez emitiendo el ruido sordo de metal contra madera. Este ruido fue suficiente cómo para despertar a Karma, que se había quedado dormida en la pierna del muchacho, y rápidamente trepó a lo largo del abdómen del chico hasta salir por el cuello de la camisa para echar un vistazo fuera y ver que demonios estaba pasando. Al ver que todo seguía igual de tranquilo, la araña subió por el cuello del Drow y se durmió entre su pelo. Ra’Aksa no le dio demasiada importancia. Sabía que su compañera era venenosa y que podría matarlo de querer, pero confiaba ciegamente en que no iba a hacerlo.

—Sshamath...— Repitió el Drow, pensativo. Cómo noble, Ra’aksa había viajado bastante, y estuvo un par de veces en Shamath.—Una tierra preciosa.
—Rhylaonar. Antiguo miembro de la banda Rilyn’lyl. Dudo demasiado que te suene.— Efectivamente. Ra’Aksa nunca había oido hablar de dicha banda. Pero al menos, ahora conocía la identidad de aquel Drow. Se limitó a asentir y a dejarlo seguir hablando. —Te veo un poco… Fresco, por aquí. ¿Llevas poco tiempo, me equivoco?

Una nueva sonrisa por parte de Ra’aksa.

—¿Tan perdido se me nota?— Inquirió con falsa ironía. El tal Rhylaonar le recordaba a la plebe subterranea a la que estaba acostumbrado, y él mismo se había reafirmado en esta afirmación al contarle que pertenecía a una banda. Se sentía cómo en casa —Soy un recién llegado, sí. Vengo de la Villa Kihrstee, cerca de la ciudad de Hah Allanar; Mucho más profundo de lo que cualquiera de estos blanquitos podrán imaginar que se puede bajar.

No exageraba en lo absoluto en su expresión. Mientras que la ciudad de Sshamath destacaba de las demás por su régimen político, una magocracia que se alejaba mucho del matriarcado reinante en la mayoría de los asentamientos Drow; Hah Allanar destacaba por su profundidad. Fue originalmente fundada por Drows que huían de otras ciudades más cercanas a la superficie, y fue construida muy por debajo de la mayoría de ciudades subterraneas. El viaje a través de los túneles hasta llegar a Hah Allanar estaba lleno de rampas, bajadas y acantilados, y sólo llegar a la ciudad sin conocimiento de que túneles tomar y que rutas seguir podría llegar a ser considerado una proeza

—Hay algún que otro trabajo bastante mejor remunerado. Matar ciertos individuos conlleva buenas recompensas, pero créeme, muchos de los encargos pecan de imposibles. Había uno por ahí de cazar esas humanas ratas de la Alianza, pero el tal Rybar no aparece por ningún lado. Hay otro un poco más enigmático…— Mientras Rhylaonar iba hablando, Ra’aksa había dado un giro de 180º sobre la silla y se dedicaba a inspeccionar uno a uno los distintos anuncios clavados en el tablón. Vio el del tal Rybar que su compañero acababa de mencionar, pero poco más. —Que puede estar bien. Pero me abruma la capacidad de no decir nada en un folio entero. Esa gente no es de fiar.
—Poca cosa— Bufó el Drow decepcionado —Mucho colorín, mucho aire fresco y mucha mierda superficial, pero no hay nada de diversión. ¡Ahí abajo cualquier muro de estos estaría a rebosar de cartelitos y post-its ofreciendo hijos de puta a los que matar y bichos a los que espantar— Escupió con asco. Realmente él nunca había salido en una de esas misiones, y lo más cerca que había estado de ellas era haberlas visto mientras se tomaba una copa en la barra de algún bar. —¿Cómo demonios se gana la vida uno aquí fuera?

Y sin decir nada más, volvió a girarse sobre si mismo, recostándose en el respaldar de la silla a la espera de una respuesta por parte de Rhylaonar.

Recé para que no hubiera mayor problema con el comentario del desafortunado camarero. Rhylaonar pasó de ello por estar más ocupado comiendo. O tal vez quizás era compasión. Que, siendo quien era, parecía muy poco probable. Pero comprendí que no íbamos a tener la fiesta en paz en cuanto Ra'aksa lo llamó para que regresara. Ante eso mi drow no hizo mucho por participar. Se apoyó en el respaldo de la silla (con mucho cuidado) mientras masticaba con vicio la reseca y dura carne. El chiquillo, por supuesto, acabó por asustarse por el escrutinio al que era sometido por parte de Ra’aksa. Rhylaonar había adoptado la posición de espectador.

-... ¿No puedes hacer nada?- Negó muy brevemente con la cabeza. Y eso fue todo lo que pude hacer ante esos momentos tensos, en los que el delgado elfo pareció debatirse mentalmente, como pensando mil y una bromas de mal gusto con las que arruinar la jornada al chaval. O algo peor. Finalmente le pidió algo sencillo. Una estúpida excusa que Rhylaonar comprendió muy de inmediato. Este quedó un poco perdido en la blancura de aquella salvaje sonrisa del drow, y quizás, ni llegó a reparar en de porqué había pedido la jarra.

El niño salió corriendo como si le fuera la vida en ello. Y la risa del drow fue abundante, sonora. Rhylaonar emitió una carcajada breve y se le quedó la sonrisilla plasmada en el rostro, pero ni de lejos parecía haber aquel descaro que intuía en Ra’aksa. Tal vez fuera cosa del cansancio, de la falta de cerveza o por no haberse enterado de demasiado. Me alegré en cuanto la conversación volvió a su curso y se dejaron de interactuar con el entorno. Seguía sin gustarme la idea de que permanecieran juntos. Me había costado demasiado hacer que Rhylaonar evitara muy de vez en cuando comportamientos similares. Y sabía que era muy fácil descarriarlo de nuevo.

El suspiro de alivio ante sus palabras lo llevó a relajar sus bastante tensos músculos. -No ha venido de Sshamath.- Me indicó muy brevemente. El sonido de algo cayendo al suelo acababa de ser la confirmación. -¿Te ha quedado algún asunto pendiente allí abajo? ¿O eres para ellos un problema a tratar? Pf…- Resopló con desgana. -O igual, ¿No me digas que…- Iba a preguntar sobre el régimen de su ciudad natal, cuando vio una araña fea y grande trepar por el oscuro elfo como si fuera algo natural. Rhylaonar, ahora sí, contrajo el rostro en una mueca de desagrado. -... En Sshamath nos las comemos. Fritas. O las aplastamos. Guardan demasiado resentimientos a esas… cosas- No era nada extraño que el drow se manifestara muy contrario a Lloth -aunque por supuesto, creía en ella, pues era la madre de su deidad de preferencia-, y quizás fue incauto al expresarlo abiertamente. Nunca nadie le había recriminado que le tuviera asco: Era algo natural en su hogar.

Justo ese nombre pronunció Ra’aksa. -Sshamath...- Había un deje casi nostálgico en sus palabras. Rhylaonar entrecruzó los dedos bajo su mesa. Como si él mismo hubiera sido imbuído en aquel sentimiento. -Una tierra preciosa.- Ante eso Rhylaonar mostró una orgullosa sonrisa. Que pronto se torció en un gesto irónico. No por nada había visto lo más detestable de aquella ciudad: Había estado en los rincones más desagradables, había escuchado las más aborrecibles conversaciones y había pasado la espada por el cuello de los mayores desgraciados.

-¿No es un lugar encantador? Tenemos un turismo la mar de agradable. Aunque no recomiendo que los señoritos remilgados se mezclen con la baja alcurnia, mucho más organizada gracias a nuestro querido Vhaeraun.- Se estiró, apretó un fardo como si le recordara a algo, y rió. -La primera vez que le pegué a alguien fue a un turista, un niñato muy arreglado, de mi edad, que se metió de pleno en un burdel y tuvo el descaro de vacilarme. Fue al dentista de gratis. Son tierras salvajes.- Era un hecho que siempre había resultado anecdótico para Rhylaonar.

Ante su observación sobre el escaso tiempo que parecía llevar allí, soltó una de esas frases entre sarcásticas y sinceras. -¿Tan perdido se me nota?- El hombretón asintió por mera conveniencia, mientras daba otro trago a la cerveza. Escuchando. -Soy un recién llegado, sí. Vengo de la Villa Kihrstee, cerca de la ciudad de Hah Allanar; Mucho más profundo de lo que cualquiera de estos blanquitos podrán imaginar que se puede bajar.- Esbozó una mueca de sorpresa ante sus palabras. Localizaba vagamente la ubicación.

-¿Y has logrado salir desde allí? ¡Santo infierno!- No por nada era uno de los sitios más profundos habitados por una raza inteligente. Fuera como fuera la conversación tomó otros senderos muy rápidamente. Rhylaonar era un hombre útil y aunque disfrutaba de las charlas, más lo hacía del dinero. Ya casi se había acabado su plato. Y aún estaba comiendo mucho más lentamente, por ese intento de aparentar mejor clase. Las palabras del grandullón provocaron que el otro mirara el cartel como si intentara encontrar alguna cosa medianamente interesante. No fue el caso. Así lo demostró.

-Poca cosa- Bufó. Rhylaonar arqueó una ceja, curioso. -Mucho colorín, mucho aire fresco y mucha mierda superficial, pero no hay nada de diversión. ¡Ahí abajo cualquier muro de estos estaría a rebosar de cartelitos y post-its ofreciendo hijos de puta a los que matar y bichos a los que espantar- A mi me parecieron excusas. No a Rhylaonar, quien coincidía.

-La cosa es que las cosas aquí se hacen aún más a escondidas. A veces tienes que buscar los trabajos por ti mismo. Tienen un juego muy ridículo de morales, y prefieren hacer tantas cosas como sean posibles por cubrirse. A veces tanto que no te enterarás que alguno compra pellejo de elfo hasta que se lo preguntas.- Se encogió de hombros con placidez, casi con sencillez. Aunque le afloró un brillo inusual al escuchar su siguiente pregunta.

-¿Cómo demonios se gana la vida uno aquí fuera?- Antes de responder al ya girado Ra’aksa dio un largo trago a la cerveza. El color de esta, casi como de miel, parecía absorber el escaso brillo de la estancia -que provenía especialmente el de su enorme mandoble- e impregnaba sus ojos carmesí de un tinte dorado que le conferían un aspecto muy similar al de un familiar suyo. Aunque aún faltaba mucho para que realmente lo encontrara. Dejó la jarra ya medio vacía y su rostro se tiñó de una expresión algo más inteligente de lo normal. Su boca ya no lucía la sonrisa de antes.

-Mucho me temo que nosotros no tenemos demasiadas opciones.- Volvía a adoptar aquel tono que recordaba mucho a un cántico. Como quien cuenta historias. Habría sido un buen bardo, de haberlo intentado. -Es un poco… Complejo de explicar. Digamos que los humanos llevan inmersos en una guerra desde hace tres décadas. Lo que para nosotros es un instante, para ellos, es la mitad de su vida.- Se echó hacia delante. Todo su peso apoyado contra la mesa. -La mayoría de negocios se han disuelto. La gente vive como puede y de lo que puede. Ricos y pobres han sufrido un destino muy similar y la mayoría ahora vagabundean por las calles. Hay quien hace su fortuna, aunque las monedas que manejan suelen haber sido impregnadas de sangre en muchas ocasiones.

Dejó caer su saco de monedas sobre la mesa. Lo abrió un poco. En este se mezclaban monedas de diverso orígen. Libras, euros, de plata e incluso de oro… -¿Las ves? Cada una de ellas tiene varias historias a contar. Por lo tanto, ¿Qué nos toca a nosotros? Nos contratarán todos los que tengan cuentas pendientes. Algunos los verás ahí, en el cartel. A otros tendrás que ir a buscarlos. En esta guerra hay bandos, a cada cual más empobrecido. La Alianza mantiene buen dinero pero no contratará un ser mágico si no es para tratarlo cual perro. Hay un grupo de… renegados, o algo así, que intentan combatir. Más pobres que las ratas, aunque igual te dan algo de comer. Los hay los extremistas, que esos pagan bien y no suelen indagar demasiado en tus orígenes. Pero nada fijo. Ellos solo quieren un cuchillo que acabe con sus peores enemigos y luego desaparezca de su vista.

Lucía una expresión un poco amarga. -Nosotros vivimos acostumbrados a estos entornos, pero no es su caso. ¿Decías que venías de una Villa de tu propia casa? Mucho me temo que aquí alcanzar fortunas como las que tuvieras te será muy complicado. Todo eso está prácticamente limitado a humanos y algunos selectos magos. ¿Nosotros? Somos parias. Somos sus herramientas.- Repasó a todos los de la barra con un asco más que tremendo, una ira asesina que me hacía temer que arremetiera contra ellos de un momento u otro.

-Estamos condenados a tener que mancharnos mucho las manos por cosas que con suerte nos darán para comer un par de días. Lo único que se me ocurre es jugar a este juego de bandos. Prestarse a unos, luego a los otros, intercambiar información, desvelar los más escabrosos secretos. Créeme. Pagarán buenas fortunas por saber a qué hora va a cagar el jefecillo de uno u otro lado. Y, ¿Lo mejor? La mayoría no esperan que los elfos oscuros se involucren en este embrollo. Nos ven como animalillos salvajes, más que seres realmente inteligentes.- Concluyó con el resentimiento plasmado en el rostro. En cierto modo quería también ponerle al día, algo que él habría agradecido enormemente en un pasado no tan lejano.

Antes de salir a los callejones de china town y coger rumbo hacia la moto, le habia contestado a sus variadas preguntas, ahora que mi cabeza comenzaba a aclararse un poco....que si se habian ido ellos dos?

-Si, tenian que irse. Pero volverán. - o eso esperaba yo. Si iba decir que los veia muy unidos tenia razon. Casi que yo estaba celoso y envidioso. Roäc siempre habia estado conmigo, y ahora, de la noche a la mañana, dando igual todos los años que habia pasado en mi compañia...

-No se si llamarlo "mi" urraca es lo mas correcto....es un animago...medio elfo....ha estado años conmigo haciendome creer que era un animal. El muy mentiroso. - habia escupido hacia un lado al decir aquello. Ya no me molestaba, pero tal como estaba el percal, casi habria preferido que se quedase como estaba.... -Se ha ido a vivir la vida, no lo culpo. Ha volado del nido, que ya era hora

"no, en realidad creo que queria ver algo en Irlanda que le resultaba importante."

TAmbien me despedi de Sygdom, recordandole que en otra ocasion yo tambien querria hablar con el. Del nigromante, el enemigo de Vor, a ser posible. Tendria noticias para el rubio cuando volviese, si es que lo hacia...

Me dejé ayudar por Ailanthus en el trayecto, y cuando estuvimos en marcha empece a sentirme mas tranquilo al dejar atras China Town, aunque el chip seguia ahi y Morgana tambien. Asi que mientras la sangre volvia a mis venas y arterias, le indique a Ail que fuesemos a la posada aquella, alli quiza podriamos hacer mejor lo que teniamos que hacer. Esperé a que hubiese aparcado la moto, para bajarme de ella y mirar a Morgana....

"y con ella que hacemos?"

Aun en las afueras de la posada, dirigi mi vista hacia la puerta de la misma. Parecia algo mas animada que de habitual.... resoplé fijandome en Ail. Ibamos a llamar muchisimo la atencion.
-Me encuentro bastante mejor...debe de haber sido cosa de la pocion aquella. Ahora, tú. No contamos con nadie, ningun sanador. Y si te quito yo eso del cuello...no se, como de profundo lo tienes enterrado?

Algo nervioso volvi a mirar a la puerta y luego a él. Sentia que podia confiar bastante mas en él ahora.
-Tu foto sale en los periodicos. No podemos deschipearte en una sucia cueva pero tampoco puedes entrar ahi sin levantar ampollas. ¿y con la rubia? que hacemos? -conforme habia recuperazo mi lucidez gracias al reabastecimiento de sangre, cuestiones mas practicas acudian a mi mente. Cuestiones mas agobiantes que morirse, a decir verdad.

Ya habíamos llegado. Había sido un viaje curiosamente agradable. Aquella moto era el capricho de mi época como Ejecutor y la había usado cientas de veces. Indomable para muchos, pero para mí, como una mansa bestia. La soledad de la noche y la escasez de vehículos en tiempos de guerra nos permitió una llegada rápida y limpia. Aparqué cuidadosamente la moto en un lugar escondido y después miré a Dyospiros, tras haber pensado un largo rato lo dicho de su… no tan “su” urraca, antes de salir de viaje.

Un animago. Medio elfo. Que había “volado del nido” y se había pasado años con él. Algo en sus anteriores palabras, o el escupitajo que había dejado ir, me indicaba que no acababa de estar de acuerdo con la decisión del chaval. No me gustaba sacarle de nuevo el tema. Pero la situación igual lo requería. -... ¿Se han ido demasiado lejos? Los… eh…- Me rasqué la nuca. Con cuidado. -El dúo tralalá. ¿No tendrías su móvil aunque fuera? Igual si estuvieran aquí…- No quería molestarles y me arrepentía de las palabras poco después de soltarlas.

Por suerte Dyospiros parecía mucho más recuperado para cuando llegamos y empezó a reparar, de nuevo, en detalles. Resoplaba cual caballo y me miraba, diciendo que se encontraba mejor por la poción. Me llamó la atención y me sacó el tema del chip. Sacármelo él, sin sanador. Y me preguntó qué tan profundo estaba. Abrí mucho los ojos con las pupilas muy encogidas, y los ojillos brillantes -porque ya era de noche- mirándole con un miedo algo irracional. -Yo… esto… Eh…- Di un paso atrás. -... Bastante.-

Miré al suelo como si me diera vergüenza tener ese miedo. -... El tema es complicado, hermano. Por… las veces que trastearon ahí, abrieron y cerraron, y aquel… chip que llegaron a probar, tengo la zona mal curada y como… endurecida. Cerrar la herida, con la poción y…- Los puñeteros nanobichos, iba a decir. -Cierta… eh, mejora… que… Me hicieron… Ah… No debería ser problema, pero… No sé si podrás… sacarlo o… Si me cortarás un nervio o… algo…- Me temblaba mucho la voz: El cuello, las mil cosas que me habían hecho en él, suponía casi mi mayor miedo.

Luego me asaltó con preguntas responsables y muy inmediatas, que desde luego, me preocuparon un poco. -Mientras lleve el casco… Y… Mientras que tengamos a Morgana envuelta… La posada esta es lugar de mamarrachos y de lo peor de todo Londres, ¿Sabes? Desde luego has elegido bien para que pregunten lo menos posible. Nunca creí que fuera a quedarme en este cuchitril. Cosa de cerdos… Con suerte a la gente poco le importará que llevemos una persona enrollada.-

Cargué a Morgana encima del hombro, no sin tener una sensación de que algo de todo aquello iba realmente… Mal. ¿Qué hacía yo secuestrando una mujer? Adivinaba que pronto nos empezará a complicar las cosas. Con la mantita echada por encima entré, saludando en un intento de un lenguaje vulgar. -¡Buenos días, compadres!- Dije desde mi casco, haciendo un sobreesfuerzo por parecer un matón de esos. Aunque la mayoría estaban de plena juerga. Había alboroto general, gente bebida por todos lados, alguno por el suelo… Algo apuntaba a que habían celebrado alguna cosa. Sonreí bajo mi casco, alegre por no tener mayor problema. -Ve y pide la habitación. Voy a ir subiendo, no me gustaría estar mucho rato aquí… Igual les da por mirar…- Solté a Dyos, dirigiéndome a las escaleras.

De camino a estas, pero, un dúo extraño llamó mi atención. Sentaditos al lado de un tablero los dos drows más inmensos que viera en mi vida. Uno de ellos se levantó, casi pensé que iría a robarme por la ímpetu con la que se dirigió a mi. Era un personaje de lo más quijotesco: Llevaba una armadura de las medievales enteras, una capa de un rojo vivísimo y había dejado en el puesto una espada que ni los más honrados paladines. Pero algo en su rostro… No me gustaba. Quizás era el brillo dorado que se mezclaba con su rojo natural, fruto de la espada. Quizás era esa forma afilada del rostro, esa sonrisa retorcida, esa sensación de soberbia, algo muy típico drow, sí, pero…

Durante unos brevísimos momentos tuve una sensación familiar de esos rasgos. Pero en vez de una voz rasposa y amargada que ya esperaba, me respondió con una inusualmente bella. -Uy, mira, tu has venido con… ¿Ese, no? Es majo. Llevo cosa de mucho tiempo sin ver negratas, ¿No sabías? Oh, claro que no. Tu no sé que serás, pero el que te acompaña me parece la mar de negro, sí. Yo creo que sí… Voy a avisar de algo al chaval. Que son racistas. Pobrecillo, pobrecillo…- Y muy decidido fue a acosar a Dyos. Algo me decía que el mensaje no era importante. Solo que, por alguna razón, le hacía gracia hablar con otro de su raza. Mientras subía las escaleras lo escuchaba decir… -Hay un camarero con una tirita en la frente super racista, en plan, ¿Tu sabes lo que se meten con nosotros, los pichaflojas estos? ¡Pero que desastre! ¿Ah, y tu? ¿Cómo te llamas…?

Y yo cerré los ojos una vez llegado al primer piso, mucho más tranquilo. Los abrí y miré de reojo a la manta con la que cubría a Morgana. Tendría que pensar en como inmovilizarla y callarle un poco las posibles protestas para cuando despertara.

-Irlanda. Si...te entiendo. Si estuvieran aqui...Vor es un excelente sanador

Me rasco la nuca, ninguno de los dos estaba. Saque la moneda cuando el pregunto por aquella forma de contactar...y recordé que no habia contestado al semidrow. Asi que me puse a escribirle: Estoy bien. Pero me vendria bien vuestra ayuda. ¿Cuando volveis?


"joder, Irlanda es un lugar peligroso. No podian haberse ido de excursion al lado del rio de la casa?"

Gruño cuando dice eso de su cuello. Ya lo suponia yo. Aquello era dificil. Yo tenia manos habiles, pero no sabia de anatomia, y podria destrozarlo....ademas, si estaba insertado muy profundamente...empezaba a darme miedo la idea de ponerme en plan cirujano y cargarmelo, o algo peor. Y se me debio notar porque negue con la cabeza.

Él agarra a Morgana, bien envuelta para que no se la vea...parecemos mafiosos, con su casco entra tras darme instrucciones. YO paso tras el con andares algo dudosos. Espero que no lo reconozcan, sinceramente. Igual no leen mucho el periodico...? y el casco hace el resto?

Asiento y voy hacia la barra, mi mision sera pedir habitacion, y tengo dinero para ello. Afortunadamente mi abrigo granate disimula la sangre, y aunque aun tengo mala cara, me encuentro algo mejor. Menos moribundo, que ya es bastante.
Yo tambien me puse un poco a la que salta por la aproximacion del drow ese en armadura. Menudo bicharraco. Ail sigue hacia arriba pasando bastante del intruso

"hace bien"

-Y tu quien eres y por qué deberia responderte?

Le suelto de modo muy arisco, agarrando mi bolsa de monedas y mirando al tabernero, para dirigirme a él.

-Quiero pagar por una habitacion.

"Y van...tres en lo que llevo de noche. Tres drows! Empiezo a temer que venga la mismisima Loth a por mi..... por traidor"

-Qué, tú de donde te has escapado? -le digo en tono cortante al drow que se me acercó en que el tabernero busca las llaves para darmelas, mirando por el rabillo del ojo a su ...acompañante que se quedó en la mesa

-No lo aparenta.- No era un comentario con malas intenciones, pero el medio drow me había parecido joven. Muy joven. Y la curación no era la cosa más sencilla, y… Solía darse en seres que no intentaban reventarte la cara en un arranque de rabia. No pude evitar mirar con curiosidad la moneda que había sacado, como un hermano mayor que espía un poco los enredos del menor. Algo tan natural y, a su vez, tan extraño.

Pero siquiera eso me quitaba de encima el temor que llevaba un rato carcomiendo mis pensamientos. Lo miré muy de reojo tal y como negaba. No me gustaba pensar en que me tocaría el cuello. Cualquier otra parte menos el cuello. Tan hecho polvo como estaba, había un… Un buen riesgo de que algo saliera mal. Más si nunca había abierto a nadie. Temblé un poco, pero no hice más comentario que el miedo que pudiera adivinar en mis ojos.

Entrar y subir realmente no me había llevado mucho rato. Quizás porque el coloso se había entretenido con él, aunque realmente, esperaba que no nos dificultara mucho la tarea. No dejaba de tener cierto resentimiento a toda mi especie y seguía estando más que seguro que aquel, aún con sus pintas de caballero, iba a ser un mero ladronzuelo de armaduras. -Tu, el de la armadura. Tenemos prisa.- Le gruñí a media subida de las escaleras. Aunque aparentemente Dyospiros sabía también como… Tratar con tales elementos.

Fue un poco agresivo, tal vez. Pidió la habitación mientras cuestionaba al gigantesco drow que porqué debía responderle. Y sobretodo le preguntó de donde se había escapado. “De un circo”, pensé. Pero algo en su rostro no dejaba de recordarme a cierto nigromante de mi misma raza, y aquello no traía si no malos recuerdos. Tras asegurar que mi secuestrada no se movía, busqué en un bolsillo un caramelo y se lo lancé al de la armadura con cara de mala ostia, que de no haber tenido el casco, igual habría podido confundir con la de mal humor natural de mi gruñón hermano.

-Shh…- Le hice un gesto también. No era natural en mí aquella agresividad, ni de lejos. Pero llevaba un rato un poco… Asustado. No dejaba de pensar en el cuello y en que iba a abrírmelo y en que me tenía que sacar un chip, y que podía dejarme paralítico, y tenía toda la piel y carne de la zona mal por una pasada infección, y… Dejé de asomarme por las escaleras y, mucho más ansioso que antes, empecé a caminar pasillo arriba pasillo abajo, con la carga en el hombro y con la sensación de que el cuello me ardía. Tan poco agresivo como era yo, ahora habría preferido que el molesto elfo en armadura estuviera en un volcán en vez de retrasando el destino inevitable.

Solo entonces me di cuenta que incluso podía morir si Dyospiros… la liaba mucho. -Por qué… No, no…- Gruñía. Gruñía y gemía y empezaba a ponerme demasiado nervioso. La espera se hacía eterna.

-Espera, espera… ¿No son eso drows?- Rhylaonar se dio cuenta muy rápidamente de que al menos uno de los nuevos en la tabera lo era. Era consciente, más o menos, que no era el único de su raza en haberla pisado. Pero prácticamente no se había querido creer ya esos cuentos. Pero ahora ahí los tenía: Un par de hombres, uno con mucha más ropa encima y algo que abultaba y el otro con cara de malas pulgas y un abrigo rojo. -Dame un momento, Ra’aksa.- También pretendía que el otro drow pudiera procesar todas las historias que le había contado. -Creo que estoy viendo una oportunidad de oro aquí. Un elfo oscuro poco hace. Dos igual más. Pero un buen grupo dejará hasta el capi de los de la Alianza con el rabo entre las piernas.- Porque Rhylaonar era mafioso de naturaleza. Había pasado la mayor parte de su vida metido en asuntos un poco… oscuros, con otros de su raza. No por ser racista ni nada.

-Rhylaonar cualseatuapellido.ret, ¿Qué tal si… por una vez… te digo que no socialices y te mantengas en tu sitio?- Prudente. No me gustaba que se implicara en un intento de llevar a los Rilyn’lyl a la superficie bajo cualquier nombre inventado.

Uno de ellos, el del casco, que Rhylaonar llegó a identificar como drow, pasó de él de la mayor forma posible. Lo miró y no le respondió. Aunque luego desde la seguridad de las escaleras empezaría a apresurar al que era su compañero, el del abrigo rojo. Al cual Rhylaonar se había dirigido, muy enérgico, con su cuento de un camarero agresivo con tirita. Me reí levemente desde la seguridad de la no-vida ante la decepción del elfo oscuro ante la respuesta del otro, agresiva. -Oye, oye. Que no hay que ser tan bordes.- Se apoyó en la barra mientras este pedía habitación. Aún gracias que dirigiera una segunda palabra. “¿De donde te has escapado?”, le había dicho. Mucho más rudo.

-Del infierno.- Una sonrisa larga y perturbada afloró en el rostro del guerrero. -Aunque el mío era uno muy… Soft. ¡Vengo de la gloriosa Sshamath!- Vociferó como si estuviera intentando llamar la atención del bar entero. Miradas curiosas aquí y allá. Algun comentario. “Jodidos negros, están quitándonos el trabajo!”, y cosas así. Y un caramelo de menta. Pero inquisitivo, Rhylaonar le acercó algo más el rostro. Los ojos carmesí brillando con ese deje dorado. Herencia materna. -En fin… Me parece que no estamos muy por colaborar, ¿No? ¿Ves ese panel? ¿Ves esos anuncios? Como te vea quitarme algo te reviento. Esta es mi posada, y el de estos desgraciados, es mi dinero. O se coopera o se va uno a la mierda.-

Rhylaonar había perdido su encanto juvenil en aquella amenaza. Era extraño ver al drow comportarse de tal manera, tan agresivo, tan territorial. Pero una época especialmente mala parecía justificar un poco su actuación. Y yo me alegraba que las cosas le hubieran salido mal. Se dejó caer en la silla, que crujió ante su descomunal peso. -Perdona, Raak- Se rascó el pelo con aquel rostro, de nuevo, de jovial y atractivo elfo, mucho más convencional. -Esperaba no tener que estar cruzándome con otros de los nuestros. Sobran, ¿No te parece? Sobran…- Abrió el caramelo y se lo metió en la boca.

Era consciente de las prisas de Ail, de su impaciencia, de que no queria que tardase.... el tabernero me dio las llaves y le pagué. Bufé mirando al tipo aquel, mas alto que yo. Y retrocedí cuando acercó mas su cara a mi, no por miedo, si no PORQUEESPACIOPERSONAL.

- Y tú no tienes por qué ser tan metomentodo, señor caballero.

Le digo con mi mejor inglés, dejando hueco entre nosotros, bien claras las distancias. Empiezo a mosquearme. La armadura, no es nada tipico de un drow, es enorme...pero y si es alguien importante? No se que prefiero ahora, si soldados, o drows malvados....

"por todas las putas deidades malignas del mundo habido y por haber....necesito un descanso"

-Del infierno? Pues vuelve para allá. -su sonrisa no me gusta nada, y estoy de puto mal humor. Preocupado tambien...en otras circunstancias podriamos habernos llevado mejor? Quizas. Pero los buenos comienzos no son lo mio.

Anuncia a voz en grito de donde viene, y la gente de alli hace comentarios que no me pasan desapercibidos, pero que me resbalan. Y luego se pone territorial...y me deja clarito que la posada es puto suya.

Entonces mi mano se pone en mi espada, y casi la desenvaino. Puro instinto drow. Le habria sacado un ojo en medio segundo, pero las palabras de Ail en mi cabeza diciendo que no tardase me frenan. En su lugar, mi mano vuelve a su sitio...

-Tranquilo, yo aspiro a algo mas que estos encargos cutres, ya pasé por esta fase. Todo tuyo...hasta que a mi se me antoje lo contrario.

Y me quedo con las ganas de partirle la boca, porque cosas mas importantes me esperan arriba. Asi que subo las escaleras reencontrandome con Ailanthus, farfullando algo.

-Ese tio no me gusta.

Cierro la habitacion con llave, y miro mi mano, intentando mantenerla firme. Pero la adrenalina, el cansancio, el encontronazo con el de abajo.... mi mano tiembla levemente.

-Creo que no puedo hacerlo

No me había gustado en absoluto la situación de allí abajo. La agresividad de mi hermano había llevado al otro a ponerse de un modo muy agresivo. Alzaba la voz, atraía demasiada atención… Cosa que no me gustaba en exceso por eso de que la gente sabía quién era mi hermano. Y alguna mirada demasiado observadora me buscaba a mi, encima de las escaleras. La disputa entre ambos llegó a su cumbre en cuanto, después de anunciar a gritos su lugar de procedencia, se puso en exceso territorial por no querer colaborar con él.

Y Dyospiros procuró provocarle aún más. Lo cual no era precisamente lo que necesitábamos en aquel momento. Tenía la mano puesta sobre la pistola en un acto casi reflejo al ver como él también él se preparaba para la batalla. Luego me di cuenta que lo último que necesitábamos era una pelea de bar. Asustado por mi propia reacción, agradecí mucho que cada uno se fuera por su lado. El extraño a farfullar cosas con otro elfo oscuro, y Dyospiros escaleras arribas, con las llaves. No, a mi tampoco me gusta un… un pelo.- Susurré muy a medias. La voz débil y quebrada. Y es que no lograba quitarme las imágenes que había creído olvidadas y enterradas de mi cabeza. .No hemos de provocarle. Lo último que necesitamos son… malos rollos, con esa… gente.- “Nuestra gente”, pensé. Estuve más que agradecido de poder colarme en la habitación. Dejé deprisa pero con cuidado a Morgana en la cama, para aliviar un poco el hombro.

Dijo que creía que no podía hacerlo. Me giré. Los ojos violetas clavados sobre los suyos, del mismo color. El rostro una mueca poco humana, ya demasiado sumido en recuerdos. -Me… Me gustaría decir… “No, no es necesario, yo tampoco quiero abrirme el cuello”.- Suspiré. Largo. Desanimado. -Pero si no lo hacemos… En el caso que salga mal aún tenemos los potingues, y yo confío en esos condenados… na… nanobichos, o lo que sea…- La voz empezaba a perder volumen. Me senté sobre la cama, mirando la almohada. -Pero es una cuestión no de vida o muerte. De libertad o prisión.

Hice una pausa. Probablemente ya me hubiera comprendido. -Si nos encuentran… Si nos encuentran haber capturado a Morgana habrá sido inútil. Nos cogerán a ambos y… nos llevarán… allí. A ambos. De nuevo. Con sus paredes blancas, sus “médicos” armados con bisturíes… Y no cometerán los errores de antes.- Entrecrucé los dedos. Mano de carne y hueso con la mecánica. -Si… si fuera a morir, Dyospiros… al menos moriría. Es mejor destino. Y tu podrías irte de aquí. Lo último que debemos permitir es que nos capturen.- Me llevé las manos al cuello. A la correa. Fruncí el ceño y brilló algo de determinación en mis ojos.

-Pero si muero, hermano, moriré no como el perro de la Alianza, si no como Ailanthus Sreysnah, un hombre libre.- Y con esas palabras rompí la correa. Había esperado demasiado a hacer aquel gesto.

- Lo sé, pero no se que pensar. Empieza a preocuparme la presencia de tantos drows por aqui.... ni tu ni yo desaparecimos precisamente como nobles exploradores en mision de Loth, me equivoco? Bueno, tu si, tu un poco más. ¿Pero y si se pone de moda como destino vacacional?

Me rio un poco a lo histerico, porque estoy haciendo tiempo. A veces, hablar mucho es sintoma de nerviosismo, mas aun en un drow huraño.Lo escucho con atencion y aunque tiene parte de razon sigo viendolo como una completa locura...sin sanadores...sin tener yo ni idea...iba a liarla pardisima...

Aprieto mi puño porque quiero que deje de temblar. Libertad o prision. Yo en su caso tambien preferiria morir.

Parece muy determinado a ello, sobre todo con lo ultimo que dice, y por el hecho de que se quita la correa aquella que parecia tener algun efecto simbolico en él.

"me parece genial que aceptes las consecuencias y que elijas esto pero..."

-Y si mueres...yo me iré de aqui como tu asesino o como tu libertador? -le pregunto con gesto triste. ¿No habia pensado en eso? Para los muertos es facil (a no ser que los resuciten luego). Los vivos se llevan la parte jodida. Por muy decidido que estuviese el yo no dejaba de tener dudas. Aunque si algo tenia claro es que no queria volver a aquellas celdas a ser conejillo de indias.

-Voy a...voy a lavarme las manos y....no tenemos...eh...nada para abrir ni pinzas ni....joder, no tienes un puñetero esquema? Tu dibujas, lo he visto, hazme un croquis detallado.

Despejo la cama con brusquedad, mirando a Morgana de reojo que no me inspira nada de confianza. Luego voy hacia el baño y cojo muchas toallas.Tambien harian falta vendas. Quito la lampara de la mesita porque ahi es donde vamos a colocarlo todo, pociones incluidas.... lo mas importante era ....si, no tocar nada que se debiera tocar. Inspiro varias veces, y miro mi muñeca. Cuando me sajé ahi fue mas facil. Hubo mucha sangre, eso si.

-Yo fui considerado, en teoría, como un héroe al morir. Morir está bien siempre que sea en lucha, dicen… Pero…- Miré a la puerta y suspiré. -¿Quién me iría a conocer tras tantos años? ¿Y tu crees que nuestros padres estarán buscándote, enviando secuaces para buscar un simple drow macho?- Miré al suelo. No era la forma de ser de estos. Había empezado a darme cuenta que ellos no eran… Malos, realmente. Dirigí unos ojos algo más tristes a Dyospiros, no sin una pequeña sonrisa rendida. -Me… gustaría visitarlos, algún día. ¿Tu crees que…?

Pensaban que estaba muerto. Hacía setenta y tantos años que no habían vuelto a verme. Y, aún así, era un capítulo sin resolver en mi vida. Porque ellos pensaban una cosa… Pero la realidad era otra. -Si Londres fuera un destino de parada para drows significaría que más de ellos son libres. Que no fui el único imbécil en irme de allí abajo.- El odio que había profesado a mi raza ahora se deshacía de forma casi pasiva. Empezaba a darme cuenta que después de todo, eran más humanos que animales. Aunque nacidos en el lugar equivocado.

Pero él estaba histérico y se reía como tal. Y temblaba, y… Parecía serio respecto todo aquel asunto. Lo miré con intranquilidad. Definitivamente, no estaba para abrir cuellos. La correa finalmente desistió ante un último tirón. Los hilillos que la conformaban pendían de un lado y otro, y yo sostenía ahora un inservible trozo de cuero. Lo miré con una sonrisa amarga y lo puse en mi regazo. Iba a ser otro recuerdo. No pude evitar bajar algo la cabeza ante la pregunta de Dyospiros. Por supuesto, no quería la carga de… Haber provocado mi muerte, si sucedía.

Lo notaba triste. Cerré los ojos. -Si muero, será siempre mi culpa. No serías un asesino puesto que esto lo he pedido yo mismo.- No hacía nada más que recalcar lo obvio. Me levanté, mirando la cama. Había dejado casco y correa ahí. -Después de todo, ¿No es como si estuviera muerto en caso que volvieran a atraparme? No tengo mucho que perder.- Aunque al volver a hablar, aquel intento de darle ánimos fue un poco por los suelos. Tartamudeaba. Dijo que se limpiaría las manos, y que no teníamos material, y que si podía dibujar. Que lo había visto.

Observé como iba arriba y abajo recolectando cosas. Yo saqué mi libreta, un lápiz ya muy hecho polvo. Un B2. Para que pudiera verlo bien. Y me puse a dibujar como si me fuera la vida en ello: No tenía ni goma y había de demostrar que lo que dibujara hacía tres años ahora era absurdo y horrible y que tenía mejor sentido de la proporción. Luego me di cuenta que, con tanta línea, se iba a hacer un lío. Así que repetí algo más… simple y esquemático, muy decepcionado con el resultado, y le puse orejas picudas y luego empecé a dibujar esos detalles típicos de libros de biologia. Especialmente la columna vertebral y el lugar donde se encontraba aquel chip. Había visto demasiada información sobre aquel condenado aparato.

También detallé músculos y cosas que podía encontrar por medio. Arranqué el papel y lo dejé sobre la mesita. Había acabado haciendo no solo una visión de perfil, si no una de espaldas. -Creo que… Eso es.- Había traído una cantidad de lo más exagerada de toallas. “O no”, a lo de demasiadas. Ahora, al darme cuenta que era el momento del “juicio final”, empecé a temblar un poco yo también. -Estás demasiado nervioso…- Me puse a su lado como si quisiera darle golpecitos en el hombro y decirle “todo irá bien”. Pero no me salió la palabra. Miré otra vez la cama. Y casi podría haber descrito el olor de los quirófanos. Seguía recordando todo lo que podía ir mal. Empecé a dar vueltas por la habitación, y de vez en cuando paraba, y miraba la cama. “Ailanthus, túmbate”. Pensaba. Y luego seguía caminando.

-No, sinceramente dudo que me esten buscando pero yo tenia un trabajo y eh....quiza esos si.

"no, no eras tan importante, olvidalo"


Lo miro con cierto espanto cuando habla de visitar a nuestros padres y niego lentamente con mi cabeza. Tras la muerte de mi hermana, no pensaba volver a poner un pie ahi. No pensaba acercarme a ese sitio....ya me podia ir la vida en ello para que lo hiciese.

Tras mi pausada negativa de cabeza y remuevo mis hombros, perturbado por la idea... luego observo la correa de la cual se ha desecho, ciertamente complacido por ello...por fin se la habia quitado. Quien quiere ser tratado como un perro? quien permite eso por voluntad propia? Pero ahi estamos para cambiarlo ...o morir.

-Está bien...no me eches la culpa si mueres entonces

Digo un poco absurdamente mas fruto del nerviosismo que otras cosas. Me habia lavado las manos para nada porque mientras en dibuja, pienso, tengo que buscarle un sedante. Del daño que le iba a hacer era imposible que se quedase quieto, y muy arriesgado dejarlo consciente y que se moviese....y provocar con algun acto reflejo que mi cuchillo fuese a donde no debia. Pienso romperle un taburete en la cabeza pero luego decido que el alcohol de la taberna vendra mejor. Miro el dibujo que me ha hecho y asiento, eso me podra servir de guia....

El camina cual leon enjaulado y yo me pongo en pie como empujado por un resorte.

-Necesito algo para cortarte, no tienes? Mi daga es muy basta. Y voy a bajar a por el alcohol mas fuerte que tengan.... esperame. Intenta relajarte, eh? Si te relajas te prometo que no me pego con el de abajo...

Lo miro agarrado a la puerta, como muy serio, y luego asiento brevemente y bajo de nuevo hacia abajo. Procuro ignorar al drow aquel de la armadura, si es que sigue ahi, ni si quiera dirijo la mirada en su direccion. Y llamo al tabernero.

-Necesito una botella de...que es la bebida que te deja antes sin sentido?

Abrí un tanto los ojos al oír como dejaba caer la posibilidad de que, realmente, lo estuvieran persiguiendo. Hacía mucho menos que yo que se había ido. ¿Cinco años, tal vez? ¿Qué era eso para un drow? Podían pasar decenas obsesionados ante una u otra idea. Lo miré con ojos un poco entristecidos. No creí que le quitara el sueño la idea de estar siendo perseguido por nuestra gente. Generalmente la superfície era el último lugar donde uno lo buscaría, más que nada, porque antes preferirían ir a mirar en todas las otras ciudades existentes allí abajo.

Aunque su siguiente respuesta no me sentó bien. Negó con sencillez. Eso fue todo lo que hizo. Pero yo… -... Quiero ir allí, aún así.- “¿Pero por mi cuenta?”, pensé. Era una idea suicida. Había pasado demasiado tiempo como para siquiera recordar el camino de vuelta. Ya pensaría un plan después. Miré también la correa al ver como él posaba sus ojos sobre ella, no sin cierta repugna al objeto. Recordaba perfectamente porqué había empezado a usarla. Cuando me la dieron…

-No podré echártelas, a no ser que vuelva como un espíritu a atormentarte por ello.- Era un intento de broma que vino acompañado de una sonrisa casi incómoda. Y era incluso desagradable la idea. Al menos, si tenías en cuenta que podía realmente suceder. En aquel momento se me cruzó una frase del célebre Velinyon… “Tanto vivir como morir, Anthus, son meras fases pasajeras. Y la línea que las separa puede ser cruzada, con un poquito de nigromancia. Si la palmas yo te hago un descuento, ”tronco””. Él tenía aún peor sentido del humor: Le gustaban los chistes negros y los juegos de palabras.

Fue entonces cuando me levanté y empecé a dar vueltas. Consulté su rostro como si pudiera leer en él las ideas asesinas que se debían cruzar por su cabeza, en un intento de encontrar qué hacer para la operación. Podría no haberme cargado la correa para mantenerme al menos las manos atadas y quietecitas. Instinto y locura podían jugarme malas pasadas… Pensaba sobre médicos y sobre que necesitaría un buen poste de metal con ruedas por si el caso… No. No. No, se suponía que me iba a operar él y que no iban a haber médicos ni camillas ni jodidos cables ni agujas ni olor a antiséptico ni blancura, mucha blancura por todos lados…

-Tengo ganas de vomitar…- Justo lo decía cuando me habló de tener que cortarme. -Nojoderno…- Me llevé las manos a la cabeza y me senté, escuchando sus palabras casi como si fueran distantes. Casi podía notar los mil químicos por mis venas… -Creo… creo que sí, si… algo mejor que la daga… La cuchilla…- Y que me relajara. Ahora fui yo que, tras mirarlo, me reí histérico mientras sacaba la cuchilla del brazo mecánico de forma brusca, observando el inmaculado filo. -¿No lo ves? Estoy relajadísimo, mira, mira, si me río…

Él hacía cara seria. Se fue por el pasillo y de inmediato me asomé para controlar que no se pegara con el de la armadura. Aunque este parecía estar muy centrado en beber como para darse cuenta. Me colé de nuevo en la habitación y fui directo a la pica del baño. -... Espera. ¿Alcohol…?- Murmuré en voz alta tal y como saqué la cuchilla del brazo, ya que esa parte era de quita y pon, y limpiaba muy bien la hoja. Necesitaría desinfectarla con lo que trajera. Aunque empezaba a pensar que la bebida no era solamente para curar. Dejé caer la condenada cuchilla en la pica y me mojé la cara muy bruscamente, notando como mi rostro se descomponía en una mueca de terror, con el respirar muy agitado. Y me repetía que no quería morir. Me quité las manos, miré las paredes blancas del baño… Cogí la cuchilla y salí de allí corriendo, obsesionado con las imágenes del pasado.

Me senté en la cama. Miré a Morgana, que había dejado en otra. -Tendría que haberos matado a todos… no.. no lo sé, pero… ¡Me cago en ti!- “Relajado”. Sentía arcadas debido a los nervios hirviendo dentro de mi. Me tumbé panza arriba y, tras alcanzar el silencio absoluto, noté un ruido que venía de la habitación del lado. Gemidos joviales. Una cama siendo martirizada. Hice un facepalm en toda la regla, pensando que al menos aquel detalle quitaba similitudes con la asquerosa enfermería de los campos, siempre tan absurdamente callada.

La idea de volver a las cuevas para mi estaba descartada, y ya no ocupaba hueco en mi mente, no desde que habia bajado las escaleras y estaba esperando por una botella de alcohol del fuerte mientras él aguardaba arriba. Se habia quedado muy nervioso.

Presuroso subi con una botella polvorienta de absenta y unas velas, y lo vi tumbado panza arriba. Cerré de nuevo la puerta con llave, deje la botella abierta en la mesa junto con las toallas y prendí varios candelabros viejos que habian. Necesitaba el fuego para desinfectar la hoja de la cuchilla que el me proporcionaría.

-Toma. Bebe de esto. - y le estiré la botella casi estampandosela en la cara, para que bebiese. -Te adormecerá lo suficiente para que no hagas movimientos bruscos y yo no la cague. A ver...

Cogi su dibujo, y con mi daga, lo clavé en la cabecera de la cama para tenerlo a la vista. Con ceño fruncido y mirada brillante lo observé, pasandome la mano por la boca y barbilla, cual Indiana Jones en su primera peli...

"es posible que le acabe robando un trago"

Entre tanto silencio se hace evidente el polvo que están echando los de al lado y suelto un gruñido de mala hostia.

-Bebe rapido, por favor...grandes tragos. Cual humano de la superficie, ellos beben asi. Los has visto? Pues tu igual. O como duergars.

Mientras lo insto a alcoholizarse, paso la cuchilla por un poco de alcohol, y luego, por pocion desinfectante, y luego, por las llamitas. Esperando que el sea un buen paciente...

-A los campos con ellos, joder… Deberían llevarse a los campos cualquiera que intentara traer un niño a la guerra… Maldita sea… maldita sea, maldita sea…- Arañaba la cama desesperado por el sonido que antes me había conseguido sacar un poco de los recuerdos. -Soy muy joven… 108 años, ¡No merezco esto!- Cuando llegó me debió encontrar ahí. Delirando.

Encendió varios candelabros y empecé a pensar que igual estaba preparándome para sacrificarme a Lloth. ¿Para qué iba a necesitar un drow luz? Pero todo eso desapareció en cuanto casi me estampó una botella encima. Me leí la etiqueta con muchísima atención. Absenta. Muchos grados. Cosa de 90. Lo miré como un crío al que le acaban de dar un bote de medicina. -¿Adormecerme? ¿No hay otra forma…?- Miré una silla y pensé. “Haberla la hay”. -Pero… Dyos… Yo no bebo…-

Casi salté al ver como clavaba algo con la daga. El dibujo. “Que feo es, joder”. Ya veía treinta fallos de proporción. Y ahí estaban en el otro lado, follando como conejos. Quería buscarme un vasito para beber pero entonces Dyospiros me habló de como se bebía en la superfície. Que bebiera rápido. A tragos… Como humanos, como putos enanos. -Y si…- Abrí la botella y olí. Casi me ardió la nariz.

Muy tímido di un rápido sorbo a la botella, sentado y hecho un poco de ovillo en la cama. Aquella cosa ardía y escocía y era como menta, y… y me daba la sensación de que iba a vomitar. -Joder. Joderjoderjoder…- Armándome de valor, y por primera vez en mi vida, di un trago en condiciones a aquella cosa. Me levanté muy bruscamente y me fui directo al baño porque lo fuerte de la bebida empezó a subirme a las narices y pensaba que me estaba ahogando.

Ahogarme no. Vomitar si. Llegué con brusquedad a la pica, de nuevo, y solté todo lo que había bebido (un miserable trago), la merienda del dia anterior y con ello todas las ganas que tenía de vomitar desde que Dyospiros había bajado. Con un asquerosísimo sabor de boca limpié un poco lo que había liado y luego me enjuagué bien la boca. Temblaba como un cosaco. -... E-Estoy bien.- Suspiré, saliendo del baño con peores pintas que antes.

Ahora que ya no tenía nada en la tripa beber ya me daba igual. Se habían ido todas las ganas de expulsar nada más. Trataba de no pensar demasiado en cuanto ardía. Observaba como él iba desinfectando, aunque al cabo de unos minutos no estaba seguro de qué estaba haciendo ya. Descubrí entonces que emborracharme era de lo más sencillo. Y más con aquella cosa. Y todo olía a vómito… Y daba vueltas. -Es… estoy muriendo… creo…- Con lo poco de mi mismo que quedaba ya, una vez habiendo acabado de beber (por supuesto, no había pasado de un tercio de la botella), me saqué uno de los brazos como medida preventiva. Estaba acostumbrado a quitarlo de vez en cuando, sobretodo para dormir. Más el viejo, que era más aparatoso. En su lugar quedaba una pequeña pieza mecánica cerca del codo en el antebrazo, donde podía conectar aquel trasto.

Me quité con mucha dificultad el chaleco, el abrigo y la camisilla que llevaba debajo, para que se mancharan lo menos posible. Miré muy poco consciente a Dyospiros. Una última sonrisilla se me escapó, para soltar, medianamente borracho, un… -... Has… hasta luego, y… suerte y eso- No sabía ya ni qué decía. Me tumbé boca abajo, aparté lo que pude la coleta y cerré los ojos. Si había de morir al menos quizá pensaría que todo había sido un mal sueño.

El miembro 'Ailanthus Sreysnah' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Probabilidad' :

-Que no bebes? Me da igual, esta noche vas a beber, eso o te rompo una lampara en la cabeza, y creo que es mejor para los dos que bebas...

No he de continuar con mi verborrea porque bebe, pero salta corriendo de la cama y se va al baño a potar. Yo pongo los ojos en blanco y me hago una facepalm, ahora si. Los otros mientras al lado gritan como locos. Yo estoy ahi con mi cuchillito en la mano, y todos los demas materiales muy a mi alcance, y vuelvo a mirar al dibujo.

Mi hermano mayor, que bebe bastante peor que yo por lo que acabo de comprobar, vuelve tras haberlo echado todo. Con un esto de mi cabeza le indico que beba mas.

-Si, la absenta da la sensacion de estarse muriendo. Tranquilo.

Se quita el brazo mecanico, lo cual es harto acertado, por si acaso. Se va preparando el solito mientras se acaba una tercera parte de la botella, la verdad es que le ha subido muy rapido... con poca cantidad, relativamente. Me hubiese gustado que bebiese mas. Se despide de mi con una sonrisilla muy de borracho deprimido y se tumba boca abajo.

-Eso..hasta dentro de un rato. No se que te dolerá mas cuando espabiles, si el cuello o la resaca.

El ya esta preparado, ahora falto yo. Miro la botella con mis ojos casi inyectados en sangre y le pego un trago a la absenta antes de comenzar. El calor que me baja por la garganta y me quema el estomago me da valor para mirar su cuello masacrado por las cicatrices y acercar el cuchillo.

"has hecho cosas peores que estas. Adelante"

Miro el dibujo una vez mas, aquel con las indicaciones necesarias....mentalmente imploro a algun dios benigno mientras realizo el primer corte, una sencilla incision, esperando que no le haya dolido demasiado. La sangre brota instantaneamente, como es obvio. Y en ese instante justo tengo la sensacion de haber cometido un terrible error, pero sigo adelante, porque segun sus croquis, el chip estaba bastante mas hacia el fondo. Menos mal que tengo muy buena vista y manos agiles.... que tiemblan descaradamente.

"oh"

Otro traguito de absenta, una inspiracion profunda, y el temblor se reduce.

"tengo los reflejos de un drow, maldita sea, y el temple de un guerrero de la antipoda. Una sencillita operacion no nos asusta"


-¿duele?

-Tal vez te equivoques y una lámpara sea mejor opción…- Tal y como iba pasando el rato envidiaba el placentero descanso de Morgana. Habría dado lo que fuera por estar tan inconsciente como ella. Aunque algo me decía que, tras la operación, no me daría demasiado tiempo a recuperarme y tocaría salir corriendo.

Más pensaba en aquella opción al tener que ir al baño a potar. Sinceramente creí que sería la mejor opción. Aunque luego me di cuenta que, una vez vomitado todo, tampoco tenía mucho que perder. Más allá del posible efecto que tuviera el alcohol sobre mi. La cuestión es que pudiera salir corriendo de allí: Dyospiros no podría encargarse de dos personas completamente inconscientes, no sin ayuda.

Me dijo que era normal que la absenta hiciera parecer a uno que moría. Mis pobres ojillos violetas se clavaron en él, lastimero. -No… No entiendes, hermano querido... - Voz borracha. -Quizás es veneno… ¿Y si el de abajo lo ha envenenado? El de la armadura…- Porque sinceramente entre el ardor que aquello provocaba en las entrañas, lo fuerte que me había entrado, y sobretodo, estar bebiendo sin nada en el estómago, creo que ponía en peligro mi vida.

Él también se despidió y asentí a sus dos opciones en vez de responder. Estaba descubriendo que el alcohol, a mi, me ponía un poco imbécil. Pero quitando eso me quedé ahí tumbado. Débil. Ya no temblaba. Aunque si que sudaba, fruto del “calorcillo” provocado por el mismo alcohol. Me sacó de aquel estado de casi inconsciencia escuchar como él mismo estaba bebiendo. “Me va a operar un borracho”. Me puse algo nervioso. Un pequeño brillo de consciencia me asaltó para ponerme al tanto.

Entonces lo noté. El corte. El alcohol hizo maravillas para aminorar mi reacción, no tantísimas con el daño. Aunque algo lo menguó, cosa que agradecí enormemente. Apreté un poco la almohada con la única mano que tenía en aquel instante, aún más nervioso por sentirme desarmado. Haciendo un chiste en inglés… Des-arm-ado. ¿Lo pilláis…? No. Olvidad eso. Noté la sangre e hice un esfuerzo por tranquilizarme. La temperatura no tardaría en descender bruscamente tal y como empezaba a debilitarme, aunque por ahora seguía aún plenamente consciente.

Ahora me daba igual desmayarme. Rezaba porque eso sucediera. La respiración se había vuelto más agitada. Escuché unas palabras que casi fueron lejanas. Antes de responder noté con fuerza el latido en el pecho, mi propia desesperación. Recuerdos. Antojos. Empezaba a ver menos, el aire se me antojaba escaso…

-... Si… Sigue.- Y nunca acabé de dejar claro si ese “Si” era un tartamudeo del sigue, o si realmente le había dicho que me dolía. Teníamos que terminar con ello. Por mucho que en aquel momento estuviera rabiando… -Dyos… que sepas que… que eres un buen hermano y… si muero, todo mio es… tuyo…- Voz contra la almohada, menguada. Menudo testamento acababa de hacer. De fondo sonó justo un último gritito mútuo. Incluso la pareja había acabado antes que nosotros. El silencio se antojó aún más incómodo.

Debe de estar bastante pedo porque me llama "hermano querido". Y eso me suena puto raro. Chasqueo la lengua, no me cabe duda de que la botella no estaba envenenada. Acababa de quitarle el precinto...

Noto que se le acelera la respiracion, que obviamente le duele y que lo esta pasando mal, pero yo no puedo detenerme ahora. Noto una gotita de sudor caer por mi sien y los pazguatos otros dejan de gritar por fin. Limpio algo la sangre con una toalla, pues empezaba a molestarme el liquido vital para ver bien que estaba maniobrando. Una pajita y alguien absorbiendo me habria venido bien. Un leech o algo.

"te estoy abriendo el cuello, como puedes decir eso?"

-Solo quiero tu moto. El brazo lo entierro contigo, y tus deudas contraidas con el ejercito...no, esa herencia tampoco la quiero.


Le respondo yo, un poco para quitarle peso al asunto. Tengo que empezar a separar la carne, pero la sangre...qué molesto. Miro el dibujo nuevamente, toda la piel esta separada, las capas mas profundas de piel tambien....si no me equivoco tengo que cortar ahora en el musculo, y pronto daré con el chip. Asi que acerco el filo del cuchillo a la carne sanguinolenta, haciendo una segunda incision con mucho, mucho cuidado....y mucha lentitud, porque no queria llegar al hueso. Los hilillos de sangre ya escurren desde su herida por su cuello hasta las sabanas de la cama, comenzando a teñir de rojo.
____

1.- Consigue sacar el chip con éxito con el mínimo daño posible
2.- Consigue sacar el chip pero no con facilidad. Ailanthus pierde más sangre de la cuenta.
3.- Consigue sacar el chip con mucha dificultad.  Ailanthus pierde muchísima sangre.
4.- Consigue sacar el chip con dificultad, pero parece que se ha tocado algo que no debía (parálisis temporal)
5.- Consigue sacar el chip pero ha enviado un chispazo que podría haber afectado a la mente de Ailanthus...
6.- Consigue sacar el chip, con aparente facilidad, pero parece que con ello se ha reactivado la infección que una vez destrozara su carne
7.- Ailanthus se pone demasiado nervioso y aún borracho reaciona, atacando a Dyospiros
8.- No consigue sacar el chip a la primera. Aunque hay complicación aún es posible seguir intentando.
9.- No consigue sacar el chip, y la pérdida de sangre de Ailanthus hace demasiado peligroso intentarlo una segunda vez
10.- No consigue sacar el chip debido a que este empieza a transmitir fuertes descargas que amenazan con acabar con la vida de Ailanthus

El miembro 'Dyospiros' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Dado opciones' : 7