La Posada de los Muertos

Recuerdo del primer mensaje :



Si tienes un anuncio, aparte de rolear que lo cuelgas aquí, envía un mp a Admin con el contenido de dicho anuncio para que editemos y aparezca aquí. Cuando encuentres lo que andabas buscando, ¡mandanos otro mp o avisanos para que retiremos el anuncio y no se acumulen papeles en el tablon!

Septiembre 2037

Se busca técnico para misión peligrosa. La recompensa será todo aquello que el interesado pueda conseguir.

Preguntar por Rose.



Septiembre 2037

Se buscan mercenarios para diferentes labores, tales como defensa, infiltración, espionaje y realización de nuevos contactos y redes. Se pide discreción. Buen pago, tanto en dinero como en objetos. Se ofrecen también los servicios de un alquimista, desarrollador mágico y con conocimientos que fusionan el uso de la magia y la tecnología. Trabajo para cualquier bando que lo solicite. Los honorarios han de ser de acuerdo al trabajo realizado.

Interesados, para cualquiera de las dos propuestas, contactar aquí con T.G.S

© HARDROCK

Septiembre 2037

"Se buscan mercenarios/cazarrecompensas para mision de búsqueda y captura. Pagamos bien. Basta con que no te caigan bien los soldados del ejército."

Preguntad por Rybar Dvorak

© HARDROCK

Escucho su narracion sobre lo que le ocurrio en la ultima pelea de bar que sufrio, en la que acabo mareado y probablemente con el norte perdido.
-Supongo que eso de no poder ver afecta a la hora de recuperar el equilibrio y hacerse a la idea de donde ha ido a caer uno despues de una buena hostia.


Pero sin embargo algo me indica que éste tio no es alguien indefenso para nada. Se movia con mucha seguridad y apenas parecia dudar de donde estaban las cosas. Por un momento me pregunté si sus gafas serian como las de Imram.
-Tus gafas de sol, son unas normales y corrientes?

Suelto un largo "mmmmmm" como de comprension cuando golpea sus gafas diciendo que nadie presta atencion a alguien como él. Pero si mi olfato tampoco me habia fallado ahora, no prestarle atencion seria un error.
-Y cómo es pasar desapercibido? - sonrio apoyando los codos en la barra, mirandolo a él directamente. - No se si me equivoco ahora al decir que quiza cometian un error al ignorarte por no ver por esos ojos.

Pego otro trago de esa cerveza, apostandome algo que con mi capacidad para conrtolar el agua podria quiza controlar aquella cerveza de lo aguada que estaba. Y seria un beerbender. Lo cual sonaba muy divertido. Sonrio absurdamente ante la idea y tamborileo sobre la barra con mis dedos, de modo ritmico, al son de alguna sinfonia que estuviese sonando en el momento (si es que habia musica en la posada, si no, digamos que voy a mi bola)

-Gracias amigo. - le digo cuando vierte con seguridad el aperitivo en aquel vasito. Mentiria si dijera que no tenia hambre. Hades me habia dado aquella...cosa. Que no dudaba que fuese buena para reponer fuerzas, pero el tipo me habia cabreado con su palabreria sobre su guerra y lo débiles que eran todos aquellos que no fueran como él.

"andate a la mierda, Pyro"

-Eh, no subestimemos las historias de un barman. Sé de sobra que aparte de servir birras sois los psicologos y confesores de hoy día. Qué cosas no habrás oido tu?- me rio usando la magia para hacer levitar uno de esos cacahuetes fuera del vaso y cuando queda suspendido en el aire lo agarro con la mano y me lo echo a la boca.
-Veamos. Sobre este sitio. Lo suelen frecuentar mucho los mercenarios, aqui buscan trabajos, encargos... -echo un vistazo al tablon de anuncios del fondo, que permanecia igual que la ultima vez que lo vi. Nada nuevo? Eh, seria muy descabellado que yo mismo pusiera un anuncio buscando a cierta persona? Que si, que deberian haberme dicho los propios descendientes donde carajo encontrar a Altair, pero el galeono no soltó prenda....
-Quizá le de uso a ese tablon de anuncios, Edd. Tienes por ahi papel y algo con lo que escribir?

La pregunta de mis gafas me hicieron detenerme, esa no era una pregunta normal y debo admitir que era la primera vez que la escuchaba, sonrió, el se dio cuenta pero aun no sabe bien en donde buscar, este lugar es mucho mas entretenido de lo que era mi antiguo local allá en el centro, me saco las gafas, mis ojos muertos y translucidos no reaccionaron para nada, solo seguían mirando hacia el frente y a la nada, y le ofrezco las gafas en su dirección.

-Puedes probarlas si quieres, te puedo decir la dirección en donde las compro, pero esta en el centro, son de buena calidad- sonrió divertido, me pregunto si se las probara, pero tendrá que limpiarlas primero, hace mucho que yo no lo hago, para que? no es que hará nada por mi.

Vaya, este hombre se pone cada vez mas interesante, sus preguntas, vaya este interés por un extraño, en especial por pasar desapercibido? Me va a pedir un trabajo? hace mucho que no hago trabajo de espionaje, asi que dudo que alguien sepa algo de mi o de lo que podemos hacer, Ella se da cuenta de mis pensamientos y levanta la cabeza solo un poco, pero yo solo me rió con ese ultimo comentario, levanto los hombros- En verdad Knox, en serio me veo como un troublemaker, oh goodness, seguro que me peine mal esta mañana- rió de nuevo. Entonces siento el flujo de magia a mi alrededor, el la estaba usando ahora, pero es en pequeña porción, no puedo distinguirla bien, Ella enfoca su mirada en el extraño... estaba levitando un maní, heeee... si yo también uso mi magia para tonteras todo el tiempo.

-Ah, si, es parte del trabajo, pero no tengo historias interesante de este lugar aun, y mi antiguo local? Aburrido, excepto esa señora que le encontró a su marido en un trió gay, that one was golden- escucho lo siguiente y levanto la ceja, vaya vaya donde me eh metido, este lugar empieza a gustarme demasiado, pero cuando me pide papel y lápiz quería reír, pero solo arranque la etiqueta de la cerveza que bebía- Esto es lo único que te puedo ofrecer, yo no se leer o escribir como tu, solo braille, me temo que te debo una lapicera...... pero dime, sobre que es tu encargo? tengo curiosidad-

Edd se quita sus gafas de sol por mi pregunta de que si eran algo especial o no. Miro sus ojos, quiza otra persona apartaria la mirada, incomodada, pero yo lo miro con naturalidad. Luego cojo las gafas, decidiendo que si las probaré. Me quito las mias anaranjadas y claritas, dejandolas en mi cabeza, y es que si, me gustan mas las gafas de sol que a Bono el de U2, y me pongo las suyas que estan llenas de huellacas. Me rio brevemente. Efectivamente son unas gafas normales y corrientes. Me las quito y las limpio, devolviendoselas. Aunque se que las huellas a él le dan igual.

-Tranquilo. Es que tengo un buen amigo cuyas gafas de sol son....un tanto especiales. Le permiten ver algo, en cierto modo.... aunque parecen unas normales.-pico unos cuantos cacahuetes mas, esta vez sacandolos con la mano.

Su animalillo levantó la cabeza cuando usé magia, ¿lo habria percibido? como fuera...él se estaba riendo por mis comentarios ahora.
-Seh, son los pelos que llevas - me llevo la jarra a los labios pero exploto en carcajadas por eso que dice del trio que una mujer consiguio en su antiguo bar, atragantandome y acabando por escupirme parte de la cerveza en el pecho, al cual golpeo despues burramente para dejar de toser, pero no de reirme. Esas coñas me hacian reir absurdamente.

Y para cuando he dejado de toser como un imbecil veo que me ha plantado una etiqueta de cerveza en la barra para que escriba mi mensaje.
-Qué? Nadie me va a tomar en serio con un anuncio escrito en una etiqueta...de cerveza! -me rio porque efectivamente era absurdo que el tuviese un boli o asi, no habia caido en ello. -Se lo pediré a alguno de estos tipos.- me giro en el taburete paseando la vista por el bareto, viendo al tipejo de turno, uno cuyo jeto me conocia de ver por ahi, aunque solo hablabamos para...alguna partida de cartas ocasional. Levanto la voz llamando su atencion, aunque el tio va algo borracho ya -Eh Cassidy, CASS! Tienes un algo pa escribir?! -me gruñe algo dificil de entender y lo veo que se pone a buscar en su abrigo. Tardaria la vida en encontrar algo parecido a un lapiz en ese abrigo suyo... asi que me giro a Edd de nuevo.

"quiza él sepa algo"

-Busco a un tipo, un hombre lobo. Se llama Altair Kirgyakos...o algo asi ¿Te suena?

Cerro los ojos y se puso las gafas de nuevo, el pensaba que podía ver con las gafas puestas? jajajaja, que divertido, abro los ojos de nuevo pero me los rasco un poco, hay mucho polvo por aquí, y como no parpadeo tan seguido me entra basura, igual pica como una perra, con vista o no, lo que dice me llama la atención- ah tiene unas gafas hechizadas? eso es muy inteligente, pero yo no, a mi no me serviría de nada si son hechizadas, como se llama su amigo, Knox?-

Cuando menciono lo de mi cabello, inconscientemente me paso la mano entre mis cabellos, y me saco un poco el fleco de la cara- Opah, no quiero que me detengan camino a casa por feo-, luego la risotada empieza, y luego a atragantarse, ah, por todos los diablos en el velo, ojala no se asfixie con el maní o la cerveza, se vera mal en mi resume un accidente en el primer día, le doy unas palmadas en el hombro- Se encuentra bien Knox? -pero tan pronto volvió a reírse, suspire y reí con el, solo de puro alivio de que estaba todo bien.

Cuando rechazo el la etiqueta de cerveza se encogió de hombros, mientras el hombre se giraba para buscar lo que necesitaba, gritando en el proceso, arrugo la etiqueta y me giro hacia el final del bar para tirar la basura en el cesto, Ella sabe que necesito ayuda y mira el cesto por mi, tardo un poco en calcular donde estaba desde mi lugar, lo pateo un poco y tiro la basura, hoyo en uno.
Pero antes de celebrarlo, el me pregunto algo, un hombre lobo? Altair Kirgyakos?..... nope, ninguna campana suena.
-Lo siento Knox, aun no tengo el placer de conocer a ningún hombre lobo, o alguien con ese nombre, soy muy nuevo en esta parte de la ciudad...... pero puedo averiguarlo, pero necesito tiempo- Ella levanta la cabeza y salta a mi hombro, yo le rasco la cabeza afectuoso, y le dejo entrar en mi bolsillo

-Nop, no hechizadas. Tecnología hecha por humanos. Franceses, para más detalles. No tengo ni idea de como funcionan.

"franceses extinguidos, maldita mierda...."

-Imram.- bueno, Imram no era su verdadero nombre, pero eso era algo que sabíamos solo dos personas, o tres, como mucho, contadas con los dedos de la mano. -¿Por qué dices que unas gafas hechizadas a ti no te servirían?

Me queda un poco de tosecilla absurda y nerviosa de esa que queda tras atragantarse y que el liquido se vaya por donde no debe. -Si si, estoy bien...joder...es que lo del trio que has dicho me ha hecho gracia.

Rio por lo bajo ahora, mas discretamente. Miro la etiqueta de cerveza que se lleva con cara de "NOOOOOOOO", era cutre pero iba a utilizarla de todos modos para escribir el anuncio, me daba igual que no me tomaran en serio o lo hicieran por loco asi que...
-Eh, dame otra cerveza.

Mi proveedor de bolis, Cassidy, no encuentra una mierda y lo que es peor, empieza a hipar. Él mientras ha hecho un pleno en colar papeles en la papelera, joder, cualquiera diria que no ve tres en un burro, porque no lo parece... pero bueno, cada cual tiene sus habilidades.

Regruño cuando dice que el nombre de Altair no le suena de nada absolutamente. Normal. Ese tio era escurridizo como él solo, casi un fantasma (o sin casi).
-Seh, tienes el placer de conocer a un hombre lobo. Acabas de conocer a uno. -le digo refiriendome a mi. Tal como habia intentado explicarle al loco de Pyro yo no me lamentaba de aquello ni lo escondía.

Cojo otro par de cacahuetes llevandomelos a la boca, en ningun momento me planteo que la actitud del barman hacia mi pueda cambiar ahora que he soltado eso de que soy licántropo. Y si lo hace y se vuelve hostil, él se lo pierde, tampoco seria la primera vez que me reaccionan asi. Tal como aquel chiquillo del Torneo, que en cuanto se enteró de que yo era hombre lobo intentó ensartarme una flecha.
-Si puedes averiguar algo de su paradero me harias un favor. Estos descendientes son jodidamente escurridizos -farfullo eso ultimo más para mi que otra cosa, un pensamiento en voz alta.

-Imram, el hombre con las gafas tecnológicas, lo recordare- me pregunto si sabrá donde conseguirme un celular con mejor AI de el que tengo ahora- ah seria mas fácil conseguirme ojos bionicos, los nervios de mis ojos no se conectan a mi cerebro- me encojo de hombros pero me río- igual, me gusta así, las chicas me encuentran interesante-

Rio divertido, y le paso un trapo limpio para limpiarse- Pft, hombre, disimula un poco, no tienes idea de como sufrí cuando me lo contó, tenia tantas ganas de reír en su cara, tuve que pedir mi receso y salí corriendo por atrás para reírme en un callejón, mi jefe casi me mata- me rió un poco mas, agarro su tarro con una mano y le sirvo de nuevo con la otra- Si quieres puedes pasar a la barra a buscar papel entre todas las cajas que están aquí..... pero si agarras una de las botellas, lo sabre- levanto la ceja.

Cuando escucho que es un licantropo, golpeo la barra con ambas manos, hablo muy serio- Eres un lycan, Knox? Solo tengo una pregunta que hacerte- me saco los lentes y los pongo a un lado, bajo la voz- Cuando eres un hombre lobo y vas al baño, levantas la pata? si o no?- le sonrió- siempre quise saber- luego me pongo mis lentes y me rió a carcajadas, pero ni siquiera me acerco a la intensidad de la de el, y cuando por fin se me pasa - aaahhhh, los descendientes, si, lo son.

Me rio cuando dice que su ceguera lo ayuda a ligar con las chicas, cosa que no pongo en duda ni por un instante. Agarro el trapo que me tiende limpiandome la cerveza que habia chorreado por ahi en plan locura por el asunto del trio.

-Tu jefe casi te mata, pero mereció la pena

Me ofrece entrar tras la barra a buscar algun papel, pero que no pille ni una sola botella. ¿Qué, tan pronto se ha dado cuenta de que tengo ciertas tendencias a sustraer botellas? Pero no, estaba claro que éste por muy ciego que estuviese "veía" en cierto modo, o al menos habia quedado claro para mi. Ya fuera su oido, algun tipo de percepcion especial...
-Eh, no voy a robarte, me has caido bien

"va en serio"

Se puso serio cuando le dije lo de que era hombre lobo y apoyando sus dos manos sobre la barra me hizo la pregunta mas absurda que me habian hecho en toda mi vida. Lo mire perplejo y apunto estuve de estallar en otro ataque de carcajadas.... no me contuve demasiado y solté una rotunda risotada. A mi tambien me gustaria saber la respuesta a aquello.
-JAJAJAJAJA! Que si levanto la pata dice el tío! -ahora si que me iba a mear de la risa. -Bueno, si lo supiera, te lo diría. No recuerdo nada de lo ocurrido durante mis noches de luna llena, al dia siguiente despierto con una epica resaca, pero no guardo recuerdos de lo que hice en forma de lobo. Aunque...mis teorias apuntan a que si, que levanto la pata.

Él tambien se habia partido de risa por su propia pregunta, la verdad me alegró que no se pusiera en plan psicopata. Luego menciona que efectivamente, los Descendientes son escurridizos. Lo cual me indica que ha oido hablar de ellos. Voy a preguntarle mientras levanto mi jarra de cerveza para pegar otro trago.
- Entonces, sabes quienes so...? -la jarra cae de mi mano y yo me inclino hacia delante con un gruñido de dolor, apoyando una mano agarrotada sobre la barra. La luna, ya? Otra vez? Parecia que cada vez los respiros entre una y otra eran mas breves..... -...agh....

"mierda"

-He calculado mal el tiempo, Edd. Tengo que marcharme. -me levanto bruscamente, el corazon se habia puesto a mil por hora, y la voz repentinamente ronca. Sabia que me restaban segundos escasos antes de caer al suelo para retorcerme de dolor y perder la cabeza lo suficiente como para no poder desaparecerme lejos de alli. -Te de...te debo dos cervezas....

Es una manera de decir que pienso volver y pagárselas, claro (que ahora no es sensato ponerse a buscar dineros, total, acabarian desparramaos en algun bosque junto a la ropa rota). Me aparto y casi vuelco el taburete pero consigo no hacerlo, y con un brusco chasquido, desaparezco de alli

Lo escuche reír tan fuerte, yo a penas podía seguirlo, ya me dolía la panza de tanto reír, tuve que parar para respirar. Pero cuando por fin escuche lo que dijo- Jejeje heeee.... no sabia que los hombres lobos, pierden la noción completa cuando se transforman, that sucks, jajajajaja pero gracias siempre quise saber jajajaja- me seque una lagrima de los ojos hace mucho no reír así, hasta que pregunto sobre los descendientes: -si yo-....

Pero algo sucede, escucho el tarro caer, y romperse en mil pedazos, escucho gruñidos de dolor y respiracion entrecortada -Knox, estas bien?- me iba a acercar a el hasta que unas uñas suenan raspando la barra. Ella intenta sacar la cabeza para ver que pasaba pero pongo mi mano sobre su cabeza y la vuelvo a meter para que no vea, mientras retrocedo de la barra hasta pegarme contra la estantería. El se estaba empezxando a tranfromar frente mio.

"He calculado mal el tiempo, Edd. Tengo que marcharme.....................Te de...te debo dos cervezas...."

Pero tan pronto dijo lo ultimo desapareció, se fue, dejando el lugar como si hubiera pasado un tornado, yo estaba ahí respirando profundamente y sudando frió, mi fleco se me pego en la frente, pase mi mano por el cabello arreglándolo una vez de que me calme por completo, entonces ella por fin salio de su escondite y me ayudo a ver todo el desastre que debo limpiar, pero antes de dar el primer paso, me giro hacia ella con duda en el rostro.

"Te debo dos cervezas".... a caso me invito a beber?

Abandono la tranquilidad de Ouroboros para ir a la búsqueda de algunas personas para proteger en aquel lugar, ahora que habíamos decidido proteger no sólo a los vencedores del torneo, sino a algunas más. En esta ocasión el encargo es por parte de una de las componentes del Consejo de los 20, Rose, que me ha pedido que traiga a uno de sus familiares que vive fuera de la isla. Ella anda ocupada con otras cosas, así que me toca a mí eso de hacer el recado. También tengo pendiente localizar a Catherine, a la cual llevo día sin ver por la isla. He enviado algún que otro mensaje preguntando por su paradero, pero cada vez tengo más claro que ha salido de Ouroboros, a pesar de la prohibición expresa de bajar en un tiempo.

"esa muchacha...acabará metiéndose en problemas otra vez. Se ha implicado demasiado con los de fuera. Debería permanecer acorde a su status y su rango, le iría mucho mejor"

Sigo la dirección que me han dado para encontrar a Eddrick, entrando al tugurio que tiene por nombre Posada de los muertos, o algo así. No me ha especificado demasiado cómo es, pero si que andaba trabajando por allí. Por ese motivo me dirijo hacia la barra para hablar con el camarero, suponiendo que debe ser él. Carraspeo antes de sentarme en un taburete frente al camarero, algo incómoda por estar en este lugar tan antroso. Seguro que hay espías por todos lados.

- Buenas noches. Estoy buscando a un tal Eddrick, me han dicho que trabaja aquí. Si no hay ningún otro camarero supongo que debe ser usted.

"lo que no sé es por qué no está viviendo en la isla, igual que los hermanos de Catherine"

Después de todo el tumulto que causo Knox con su casi conversión en mi barra y de limpiar lo que rompió, me tome un receso, me senté a un lado de la barra sobre un estante vació, y empece a comer el sándwich que había preparado para mi antes de venir, tenia los headphones puestos, y escuchaba una movida, movía mis hombros al ritmo de la música, mientras Ella estaba sentada en mi pierna, moviendo su cabeza al mismo ritmo en que movía la mía, ella escuchaba la música por que yo escuchaba, jejeje no pude evitar sonreír. "ah, mi pequeña confidente, nunca me fallas en hacerme feliz" y como respuesta a ese pensamiento movió su cola y dio un saltito.

-You think you had it figured out. two car garage on a beautiful house. Same routine keeps your feet to the ground. You're boring me to death.......Hello morning sound alarms, there's not turning this around. the days are dragging out. Don't you love it?........hand and hand the human race lost emotion on their face, cause no one ever got what they wanted. Don't worry now...aaaahhhhhhh-

Empece a cantar la letra de la canción para Ella aunque no pudiera oír por si sola, pero en un momento alguien entro a la posada, y Ella se giro para encontrarse a una mujer y salto a la barra para verla mejor, yo solo me levante sacándome los headphones, los guarde en mi bolso junto al resto de mi sándwich, me pare frente a la barra mientra me limpiaba mi ropa por si tenia restos de pan en el. No levante la mirada hasta que escuche el carraspeo, se nota que no quería llamar la atención de todos, pero un comportamiento así solo llamaba mas la atención, levante la ceja.

-En que puedo servirla Madame- Le sonreí, atento.....hasta que dijo mi nombre, gire hacia ella, Ella miraba a la mujer con mucha atención, pero ninguno de los dos logramos reconocerla, luego volví a girarme hacia la mujer, y le sonreí de nuevo -Ah!, si, ese es mi nombre Madame, me siento algo halagado que alguien como ud sepa mi nombre, pero mi curiosidad me gana, Con quien tengo el placer de hablar? Y como mi nombre llego hasta sus oidos, si puedo preguntar-

Definitivamente no creo que tenga ni idea de que he venido a buscarlo, parece creer que soy una clienta más. Lo observo con más detenimiento, aunque la luz del bar no es demasiado propicia para fijarme en todos los detalles. Tal vez se olvidaron de decirme un pequeño detalle, ya que parece invidente.

Al menos he acertado y no me he equivocado de persona, él mismo me confirma que es Eddrick. - En realidad no vengo buscando nada de beber. Sólo quería hablar contigo, después de comprobar que eres la persona que busco.- cruzo las piernas sentada en el taburete, bajando el tono a uno más confidencial. - Mi nombre es Helena, y me han encargado que venga a buscarte para llevarte al lugar del que vengo. Rose, ella me ha pedido que venga a buscarte. ¿La recuerdas, no? Sois parientes.-

"o algo así me ha dicho, me faltan datos, ha sido un encargo hecho con demasiadas prisas..."

Bajo todavía más el tono, no quiero levantar sospechas y aquí hay demasiada gente cotilla. - Digamos que en cierto modo perteneces a la familia de los Descendientes...estás relacionado con nosotros. Y por ese motivo queremos llevarte a ese lugar, es un refugio más seguro. Mi idea era llevarte hoy mismo, esta noche. Pero primero tienes que aceptar.

"algunos no desean moverse de donde están"

- Cuando sepas dónde está el lugar ya podrás moverte libremente, pero no podrás llegar hasta allí si no te lleva alguien antes. ¿Qué me dices?

- ah..... Maggy te envía por mi?- sonrió ampliamente, y asiento- si la recuerdo bien, es alguien difícil de olvidar, sinceramente- Pues ademas no todo los días se conoce una media prima que ademas es kinda a big deal among other mages- Por favor, Madame Helena, si puede acompañarme- agarre la llave de mi bolsillo y camine hacia la puerta del deposito, entro sin prender la luz por costumbre y Ella (familiar) lo siguió sin problemas, se trepo por su ropa hasta el hombro de el y se poso en su hombro, espero que la maga entre para cerrar la puerta tras ella-

- No sabia que la invitación familiar llegaba hasta los bastardos, me siento amado- me apoyo contra la pared y cruzo los brazos sonriendo- debo admitir que me interesa saber sobre el refugio y aprender mas sobre la familia, ya sabes, tradiciones, cumpleaños, el nombre del gato- se encogió de hombro- pero primero quiero saber si voy a ese lugar puedo ir y venir cuando quiera verdad?, no voy a un internado de magia improvisado o algo así verdad?-

"¿Maggy? ? ¿así la llama? bueno...cosas de jóvenes, suelen hacer eso con sus nombres"

- Rose McGonagall, así es. Como familia suya tienes un sitio reservado en ese lugar. Aunque últimamente estamos admitiendo a más gente...- comento convencida a medias porque el proyecto de proteger y salvar a más magos no va exactamente como pensaba. Falta mucha gente todavía, y es difícil eso de elegir. Sigo a Edd cuando me lo pide, quedando a oscuras cuando cierra la puerta. Conjuro una pequeña luz en la palma de mi mano para no quedarme a oscuras, puede que a él no le haga falta, pero yo necesito algo de luz para hablar con él. Chasqueo la lengua cuando dice eso del bastardo, para mi no tiene importancia que lo sea.

- Al fin y al cabo eso no importa más que a efectos legales, de formar o no parte del consejo. Pero la sangre de grandes expertos en transformaciones corre por tus venas, por eso puedes considerarte también un Descendiente. - niego con la cabeza a eso del internado, recordando después que eso es inútil porque no puede ver, así que acabo diciéndolo de palabra.

- Por supuesto que no. No es un internado, puedes ir y venir libremente. Eso sí, no reveles su ubicación a nadie que no sea de confianza o sin haber consultado previamente. Es muy importante preservar ese lugar secreto, de ello depende nuestra supervivencia. Si quieres aprender nuevas habilidades allí podrás hacerlo, ya sea de tu especialidad o de otras. Enseñamos a los magos y brujas que llevamos allí, para que nuestros saberes no se pierdan, para que sigan transmitiéndose las habilidades arcanas de generación en generación. - guardo silencio unos minutos para que asimile mis palabras, esperando haberlo convencido con esto. Además agrego algo para animarlo a venir. - Y hay gente joven con la que podrás relacionarte, no estarás solo, en absoluto.

-Ah si, el viejo- me encojo de hombros escuchando lo de la sangre y esas cosas, me encojo de hombro, por fin el viejo me sirve de algo- entiendo, estos títulos pasan de generación en generación- agarro a Ella de mi hombro, y la sostengo en mi mano mientras Ella olfatea a Helena, luego trepa a mi hombro y me mira intensamente

-Se que puede ser riesgoso, pero recuerda la ultima vez, necesitamos un lugar seguro- Empiezo una conversación con Ella, sin importar si Helena oye o no, total, lo importante no podía escuchar- 317, por que?......oh... buen punto- Levanto la cabeza hacia Helena mientras acaricio la cabeza de la rata en su hombro- nosotros aceptamos ir con usted, Madame Helena, solo díganos que necesitamos y nos vamos. -asiento con la cabeza.

-Ademas eso de aprender mas cosas, me interesa, formalmente nunca estudie magia, eh vivido toda mi vida entre normies, así que ojala sus libros estén en braile- voy hacia la puerta- y no se preocupe por la ubicación, nadie pide direcciones aun ciego- salgo del deposito y le mantengo abierta la puerta a la mujer, un caballero ante todo en especial por que parece alguien que podría hacerme mucho daño si quisiera hacerlo.-

"¿El viejo? estos muchachos...no usan las fórmulas de respeto hacia sus superiores"

Me fijo en la criatura que acompaña a Edd, la verdad es que no sabría decir qué tipo de animal es. Parece un roedor, pero no estoy segura. Su mascota parece bastante vinculada con él, ya que dialogan y todo. Tienen una conversación de la que no me entero, pero tampoco importa mucho, supongo que se están convenciendo entre ellos o algo así. Finalmente acepta venirse a la isla conmigo, así que lo único que queda es que me siga.

- No necesitas nada. Allí tenemos de todo, desde vestimenta hasta comida, así que estarás bien equipado de lo que te haga falta. - lo miro con cierta compasión al escuchar eso de que ha vivido toda su vida entre muggles, pensando que le hará bastante ilusión mejorar en sus habilidades. - Te va a gustar el sitio, podrás elegir el tipo de disciplina que quieras dentro de todas las que se ofrecen. Esa isla es muy diferente de lo que estás acostumbrado, no tendrás que preocuparte por sobrevivir a cada instante. - no menciono nada de los libros en braille, puede que haya alguno, pero no me consta que haya muchos de esos en nuestra biblioteca. No sería mala idea adaptarlos. Me pregunto si el galeno podría hacer algo con lo de su ceguera, pero también es cierto que hay algunas con las que no se puede hacer nada. Tal vez sea de nacimiento, pero veo feo preguntarle ahora.

Paso delante cuando él, muy caballero, me abre la puerta. Mientras atravesamos el bar hacia la salida le explico a qué me refería con lo de la ubicación. Bajo mucho la voz, de modo que sólo pueda oírme él. - Me refiero a no mencionar a nadie que existe una isla secreta flotando en el aire, no nos interesa que la busquen. - después me separo un poco, ya que me había acercado para que me escuchase mejor. Pongo una mano en su hombro, desapareciéndome de allí con él, rumbo a Ouroboros.

Antes de seguirla, agarro mi bolso, mi chaqueta y preparo mi bastón para ciegos y la sigo hasta afuera, sonreí sobre lo de sobrevivir- que bueno por que hubieras visto la ultima vez que me interrogaron, por que me metieron la cabeza en el agua hasta sangrar, por suerte el agua diluyo mi sangre o se iban a dar cuenta que no soy un normie- se río mirando hacia Ella, como si fuera una anécdota divertida, pero la verdad, es difícil tener una anécdota divertida en estos días.

Me paro a su lado en la entrada y me sorprende lo que me cuenta -iremos a una isla flotante? Disculpe Madame, esa ni siquiera yo me la creo- sentí su mano en mi hombro, y después.... todo se volvió raro

El Drow suspiró con alivio. Un suspiro largo, tranquilo, sereno, relajado.

Hacía días que perdió de vista el último grupo Drow que tuvo la suerte o la desgracia de cruzarse. Se trataba de una patrulla de ocho, todos ellos armados con estoques y pequeños a excepción del que parecía liderar el grupo, quién llevaba una muy ornamentada alabarda.  Daba gracias por haberlos visto a tiempo, lo cual le dio margen suficiente cómo para ponerse a cubierto detrás de un saliente. Estando a más de una semana de viaje desde la ciudad Drow más próxima resultaba bastante obvio que aquel grupo debía estar buscándole, pues no parecía haber indicios de que fuese un grupo de caza. No, aquellos buscaban ser sus captores, y dudaba bastante de poder luchar en una tan basta inferioridad numérica.

Ante él se abría lo que indudablemente era el objetivo de aquel furtivo viaje por la infraoscuridad que había emprendido al huir del hogar. El exterior, la superficie. Suponía un alivio no sólo porque los suyos no se fuesen a atrever a mandar gente a cazarlo ahí fuera; sino porque llevaba tres días sin comer absolutamente nada, y dudaba cuanto tiempo de vagabundeo por los túneles más iba a poder aguantar. La comida se le acabó poco tiempo después de huir, y apenas pudo comer algunas plantas y hortalizas subterraneas que crecían silvestres en la oscuridad de las cuevas.

Todo parecía ir a mejor. No fue el violento fulgor del sol el que le recibió al abandonar la gruta, sino la suave sonrisa de la luna. Él nunca había visitado la superficie, y era la primera vez que veía cara a cara aquel precioso astro. Hizo un ejercicio de memoria, pues si que había leído alguna vez sobre la luna. Según sabía, según la noche la luna se mostraba más o menos plena, e indentificó aquella cómo una luna a la que le faltaba bien poco para estar llena. La belleza de aquella esfera de luz brillando en el cielo le cautivó al momento.

Allí arriba todo era muy distinto que en su infraoscuridad natal. La hierba del suelo se colaba entre los agujeros de sus botas, que habían quedado roidas durante aquel larguísimo viaje que había llevado a cabo. Ra'Aksa sintió por primera vez lo que es el viento, en forma de una tenue y leve brisa que acarició su cabello con un cariño que llevaba anhelando desde que abandonó su hogar. El Drow se tomó unos segundos para dejarse llevar por ese abanico de sensaciones totalmente nuevas para él. Fue entonces cuando supo que pasaría un largo tiempo en la superficie, y aquella era la forma que tenía esta de darle la bienvenida.

No obstante, ese estado de confort se vio cortado de golpe y porrazo con un momento de máxima tensión por parte de Ra'aksa. Recordó que existía una gran posibilidad de haber emergido en la ciudad de Londres, y por lo que había leido no era un lugar especialmente acojedor con los No-Humanos. La posibilidad de estar en mitad de un lugar tan hostil le hizo apretar el puño en torno al mango de Requiem, que descansaba en el cinturón, y echar un vistazo en derredor.

Afortunadamente, aquello no parecía Londres, sino más bien las afueras del mismo. Había salido de una estrecha cueva en una pared rocosa. La abertura quedaba parcialmente cubierta por unos arbustos silvestres, que se vió obligado a apartar para salir. Pudo ver entonces cómo unos metros más allá había un edificio, del cual sólo salía una tenue luz por la ventana. No obstante, el estar acostumbrado a la oscuridad le fue suficiente para poder leer el rótulo que colgaba de la puerta: La Posada de los Muertos. Más allá, el festival de luces que inevitablemente era Londres parecía saludarle con una sonrisa burlona. Aquel era, al igual que su ciudad, un lugar al que no debía ir.

—Eso parece ser una Taberna.— Dijo en voz alta, cómo hablándole a la noche —Me vendría bien algo de comer..— Y sin pensárselo mucho, se puso la capucha para evitar que un ojo no atento le advirtiese cómo Drow y se dirigió hacia el lugar.

El Drow se deslizó con sigilo hacia la ventana más próxima a la puerta, intentando otear algo en el interior de la posada. Quería ver algo que le pudiese indicar si debía entrar o no en aquel lugar. Pero se encontró con las persianas echadas, y por más que afinó la vista no pudo discernir absolutamente nada. Soltó su más profunda maldición en Drow y finalmente decidió entrar. No tenía nada que perder, quería pensar. Realmente sabía que, en efecto, tenía mucho que perder. Pero el hambre nublaba su percepción de la realidad.

"Bien, entremos pues".- Se dijo a sí mismo.

Sin dudarlo un segundo más, cruzó el portal de madera oscura, para adentrarse en busca de la comida que con tanta urgencia necesitaba encontrar.

Sus pasos fueron decididos, rápidos, caminaron pasando por la primera puerta y se adentró en la sala principal. No pudo su rostro sino contraerse en una sonrisa mucho mayor de la que esgrimía normalmente. Aquella posada era muy parecida a las que solía frecuentar bajo tierra. Oscura, apenas iluminada con un par de velas que tililaban rogando por una oportunidad para apagarse. El olor a alcoholes fuertes se colaron por sus fosas nasales. Una mezcla de Vodka y Ron que le hizo sentir cómo en casa. Gentuza de la peor calaña se reunían en las mesas, y no dieron importancia a la entrada del Drow al establecimiento. Más allá, un hombre fornido y de malas pintas limpiaba unos vasos.

Ra'Aksa se aproximó a la barra, destapando un poco su rostro de la cobertura que le daba la capucha y permitiendo ver su larga melena blanca. Sus ojos color rubí se posaron en el tabernero, y su brazo derecho se reposó sobre la madera, postrándose, para con mayor comodidad entablar comunicación. Karma trepó a través de sus piernas hasta quedarse en la espalda del Drow, cómo si quisiera obtener un buen ángulo desde el que disfrutar de la conversación.

—¡Mesonero!— Aulló con energía en un inglés con un marcadísimo acento, haciendo que tanto el posadero cómo gran parte de los clientes se girasen a mirarle —¡Póngame una botella de su mejor vino!¡Y alguna delicia local! Vengo hambriento de un largo viaje.
—Burguesito...— Masculló el hombre. Ra’aksa enarcó una ceja, pues no entendió la palabra. Por un momento, incluso pensó que el hombre le estaba hablando en un idioma que no era inglés. A punto estaba de pedirle que lo repitiese cuando el hombre volvió a hablar —Ya sale. Y tápate. Los tuyos no estáis muy bien vistos por aquí.

Y con la convicción de que todo estaba bien, que nada podría ir a peor, se dirigió a una de las mesas cercanas con un paso tranquilo. Tras un rápido vistazo decidió sentarse en la que daba justo al tablón de anuncios. Recostó el escudo junto a la silla y se sentó. Aquella Posada era la mejor bienvenida que la superficie le había podido dar, porque era cómo un pequeño trozo de la infraoscuridad misma. Respiró hondo el viciadísimo aire del antro y volvió a suspirar. Por fin tendría la paz que su cuerpo ansiaba.

off:

-¿Y ahora, qué vas a hacer? ¿Ir a dormir a algún lugar noble, con gente respetable, aprovechando que ya tienes tu paga?
-Casi, pero no. Irme a algún bar-posada de mala muerte, beber hasta no saber ni donde vivo y dejar que algún tabernero gordo, peludo y sudoroso me meta en una habitación y se cobre él mismo.

La mayoría de las conversaciones acababan así. Contundentes, directas, con ese punto de gracia agotada que solía lucir conmigo. Ni Rhylaonar era el más ingenioso de los hombres que pisaba la tierra, ni yo tampoco el más dado a chistes. Solía dejar a otros que hicieran las gracias. Y las ironías. Y cualquier tipo de humor, en general, más allá del absurdo. Yo tampoco fui jamás un hombre de alto ingenio. Ni intelecto. Pero no era algo que importara en aquel momento. Mi drow tenía mejores asuntos que atender: Estaba malhumorado y no era lo más natural en él, tenía que deshacerse del estrés de alguna manera u otra y necesitaba hablar con los pocos que realmente le darían conversación, que no eran más que...

-Borrachos, Rhylaonar. No encontrarás nada más que borrachos allí. Siquiera de los que tienen dignidad. ¿Sabes? Allí en el norte beben muchísimo mejor. Aquí solo se permiten la ebriedad los parias de la sociedad, y no es más que un batiburrillo de gente molesta, agresiva, capaces de perder todo sentido del ridículo con la agua de fregona que les sirven…
-¿Agua de fregona? Ahí estamos de acuerdo en algo. Pero por su bien, mucho espero que esta vez pillen la indirecta de que necesito algo de verdad.

No es que fuera malo en eso de hacerse entender. Tenía un tamaño descomunal y más para su raza. Que fuera con una armadura al más estilo medieval y una espada que era más alta que muchos también contribuían a no querer discutirle mucho. Igual porque algunos lo calificarían de loco. Parecía sacado de época, como si fuera una remasterización del caballero don Quijote. Poco o nada le importaba a Rhylaonar. Su mente en aquel momento era una amalgama de molestias y quejas. Que no lo pensara directamente no quitaba que no pudiera saber que pensaba. Y muchas veces, he de confesar, preferiría no saberlo. Estaba cansado del viaje, de caminar, de no conseguir más que trabajos vanos. Le apetecía bañarse en sangre al estilo más puramente salvaje. Unos anhelos que no podía satisfacer con las -según él- insulsas tareas que había logrado ejercer.

Justo venía de la última, una entrega de lo más mundana. Colgaba de su cinturón un saquillo con dinero. Del cual solo una ínfima porción correspondía a la faena que acababa de ejercer. Las monedas -algunas de oro, otras tantas libras- procedían, en su mayoría, de pobres desgraciados a los que había asaltado a base de bien. Y eso también lo enfurecía: Le gustaba creer tener más clase, le encantaba la forma de proceder algo más discreta, pero en aquellos tiempos no le resultaba muy posible. Que conste que era ágil y que era mucha su maña en aquellos asuntos. Pero no le servía de nada entrar a un hogar. A veces incluso encontraba gente más pobre que él dentro de los habitáculos. Los tiempos de guerra eran el espacio natural de cualquier drow, pero cierto era que al desgraciado ya no le quedaba mucho por saquear a la ya empobrecida población.

Lucía una expresión de muy malas pulgas que desde luego evitó varias conversaciones o molestias en su camino. Habíamos entrado ya a una zona más urbanizada, algunos suburbios de lo más terribles. Si ya eran marginales y despreciables en tiempos de paz, ahora ni los naturalistas sabrían encontrar las palabras exactas para definirlos. Los pobres cadavéricos hombres se acercaban pidiendo limosna. Raro era que Rhylaonar no les atisbara un guantazo. Las calles eran irregulares, descansaban en la carretera demasiados obstáculos como para que el tráfico fuera siquiera posible. Incluso las ratas parecían flacas y hambrientas. La única belleza de aquel paisaje era la que pudiera aportar la Luna. Siempre tan inmutable. Distante. Despreocupada…

-Vamos a ir a la Posada. Sé que te encanta. Y no pienso salir de ahí sin haberle pegazo una paliza a un borracho o sin una buena cuantía de dinero por cortarle la cabeza al primer desgraciado.- Era muy contundente y en muchas ocasiones no parecía más que un matón de poca monta. Pero tenía más inteligencia de la aparente. Igual una birra lo regresaría a su ánimo usual, desde luego, mucho más discreto que el colérico hombretón en el que se había convertido.
-¡Deberías intentar encontrar otra cosa! ¿Y si… no sé, buscas trabajo pero no en el tablón? ¡Haz un currículum y preséntalo en la barra! Seguro que necesitarán al menos un guardia o incluso podrías hacer de camarero…- Rió ásperamente. Al menos logró amenizar su molestia.
-¿Estás seguro de que no fuiste humorista en vida?-
-Te he repetido mil veces que he sido un guerrero, pero no como tu. Seguía directrices como todo buen paladín, y me consagraba a…
-Falsos dioses. ¿Has visto alguna vez a alguno de tus santos, querido?

En fin, pudiera la conversación seguir durante horas con esas conversaciones que ambos sabíamos que se repetían muy de vez en cuando. Quedaban acalladas cuando el mundo real nos solicitaba, es decir, cuando tenía que hacer cosas más complicadas que caminar. Ya estábamos en esa mugrienta taberna que tanto frecuentaba. Decía que allí no lo miraban tan mal. Que parecía que ver negratas de orejas picudas parecía algo casi rutinario. Aunque no fue necesaria ni su paranoia ni mi intervención para quedar de acuerdo en algo: Aquel día el ambiente rebosaba hostilidad. Resoplidos, gruñidos de todo tipo, como si la presencia de Rhylaonar -un habitual- fuera ahora más desagradable que nunca.

Con su ruido de hombre de hojalata se acercó a la barra. No se sentó en ningún lado. Se echó sobre esta, golpeando la madera con las muchas piezas de metal que lo cubrían, provocando un ruido sordo y nada discreto. -’Chacho, escucha… Llevo mal día, ¿Sí? Así que sírveme....- Hablaba con una voz extrañamente melodiosa e incluso dulzona para un hombre de tales magnitudes. Su inglés era bastante habitual ya. Lo había aprendido mayormente de mí. Lo cual condicionaba un poco que el vocabulario y acento tuvieran una esquisitez inusual. -... Lo de siempre. Ya sabes donde encontrarme.- El pobre hombre le miró con una cara de terrible confusión. Porque no existía nada como “lo de siempre”, Rhylaonar variaba más de menús que de calzoncillos. Y demasiado me temo que no es eso una exageración.

Solía seguir el mismo recorrido. Barra, pedido, tablón de anuncios, esperar a que todos estuvieran bien borrachos para poder acoplarse con naturalidad, y ya cuando no podía ni subir escaleras confiar en mí para que le guiara en tal tortuosa hazaña, para dormir toda la noche y el día enteros, para salir durante el atardecer. En aquella ocasión sus ojos encontraron algo más interesante que unos cuantos papeles mal escritos de gente que respondía a rocambolescos apodos. Fue un ocupante en su mesa favorita, desde la que leía ofertas de trabajos sucios. Y en muchas ocasiones no habría dudado en armar un pollo exigiendo que ese era su lugar, aunque solo fuera por poder asestar un puñetazo a alguien. Y es que el intruso era uno de su raza. Uno tan alto como él, hecho en el que ambos reparamos. Tardaría un poco más para prestar detalle a los rasgos faciales, aunque la primera impresión no le pareció mala. Algo raro en él.

Sea como sea, él staba más centrado en otra cosa: sentí una serie de sentimientos golpear la mente del jovenzuelo ante la sorpresa provocada por tal hallazgo. Algunos que creía casi extintos. Adiviné en todo aquel embrollo que había algo de… ¿Nostalgia? Había pasado casi tres años sin verle el careto a uno de los suyos. Y aún recordaba amargamente el día en el que tuvo que exiliarse, muy en contra de su voluntad. -Nuevo por aquí, ¿Eh?- Preguntó en su lengua natal, ligeramente oxidada. -Es como si hubieran traído una taberna de allí y la hubieran instalado aquí, para nuestra conveniencia.- Casi como si reparara en otra cosa cambió radicalmente de tema. Esbozó una sonrisa con cierto punto de afable, aún golpeado por los recuerdos de un pasado que justo ahora afloraba. -¿También buscas faena?- Gruñó al siquiera pasar los ojos por encima al tablón. -Son todos unos jodidos estafadores. Me tienen hasta los cojones.- Necesitaba desahogar sus frustraciones. Y por primera vez en tres años, tenía la oportunidad de hacerlo en su malsonante lengua de origen.

"Hay que joderse..." Se dijo reprimiendo una cara de asco que no cabía en sí "Veinte libras por esto.. Más le vale que el vino sea bueno."

La mera idea le hizo sufrir ciertos escalofríos intensos, mientras, el gargantuesco hombre volvía a la barra con paso lento y pesado, portando la ya vacía bandeja con la que había transportado su ración.

Sonrió al ver el vino. Una botella de vidrio verde recién descorchada a la cual le había sido arrancada la etiqueta. No esperaba un gran reserva, pero estaba acostumbrado. Los asentamiento drow normalmente tienen acceso limitado a la fruta fresca para confeccionar vinos, y por ellos se centran en la cerveza y, en menor medida, en el whiskey y el vodka. Una industria completa se ha desarrollado alrededor de la cerveza, la hidromiel, la cerveza fuerte y el licor. Para él, un bebedor consumado, aficionado por el vino desde bien jóven, esto siempre fue un problema. Afortunadamente, el buen estátus de su familia le permitía importar ciertas botellas de vino al subsuelo, que, pese a no ser de la mejor calidad, permitían a Ra'aksa cumplir con sus exigencias.

Con suma delicadeza, tomó la botella y depositó el contenido en la jarra. Él siempre había preferido beber tan delicado manjar en una copa, pues dicha bebida no merece menos. Pero aquel hombre tosco le había puesto una jarra de metal no menos tosca. Tras cercionarse de que estaba limpia decidió que podría acostumbrarse.

Degustó el vino con cuidado. Suave, afrutado, muy dulce. Se sorprendió, pues aquella jarra de vino en un antro de mala muerte en mitad de la periferia Londinense nada tenía que envidiar a lo que los mercaderes Drow le vendían a su familia cómo crianzas para coleccionistas. No podía esperar a probar los manjares de algún restaurante más sofisticado.

La comida no le pareció tan buena. Apenas era un pan abierto por la mitad, con algo de carne y queso dentro. Más tarde descubriría que era lo que los humanos llamaban bocadillo. El pan estaba algo endurecido, y aunque el queso se notaba de buena calidad la carne, que identificó enseguida cómo ternera, tenía un sabor bastante pobre en comparación con la de las vacas que criaban los Drow bajo tierra.

Justo se encontraba degustando el primer mordisco de su comida cuando se dio cuenta del error que había cometido. Libras. El camarero le había pedido libras. Llevó la mano a la bolsa de monedas que le colgaba del cinto. Dentro de esta, lo único que había eran monedas Drow. Y Ra'aksa dudaba seriamente de que en aquella taberna permitiesen dichas monedas cómo forma de pago. Miró a su alrededor. Justo detrás de si se encontraba el tablón de anuncios. Quizá podría usarlo para conseguir algo de dinero adelantado y pagar…

No tuvo mucho más tiempo que perder en esos asuntos.

La entrada de alguien en la posada le sacó de su preocupación para añadir a esta un extra de complicación. No le habría prestado al recién llegado más atención que una breve mirada de haber sido cualquier otra cosa. Pero aquel hombre era un Drow. Un Drow enorme. No era tan alto cómo él, aunque estaba cerca de alcanzarle. No obstante, era muchísimo más corpulento, y la pesada armadura de acero que portaba hacía su figura aún más imponente. Ra'aksa se temió lo peor.

Pero no podía ser. ¿Cómo lo habían encontrado allí fuera? Una vez abandonados los túneles, con un mundo tan abierto donde buscar.. ¿Por qué nadie iba a mirar en aquel antro? La piel se le puso de gallina y a punto estuvo de salir pitando, ya no sólo sin pagar sino tan siquiera sin terminarse la comida. Pero sabía que llamaría demasiado la atención, y probablemente alguno de los clientes le atraparía antes de que consiguiese cruzar el umbral de la puerta. Huelga decir que, de suceder eso, no quería imaginarse su destino.

Decidió finalmente que intentar pasar inadvertido era, de lejos, la mejor opción. Quizá el Drow simplemente pasaría de largo. Lo siguió con la mirada, siempre manteniéndose en tensión. Lo vió acercarse a la barra, farfullarle un par de palabras que no alcanzó a oir y acto seguido girarse hacia él. Cómo impulsado por un resorte agachó la cabeza y rezó a todos los dioses que se le ocurrían por que aquel ser no lo viese. Y vaya que si lo vió.

—Nuevo por aquí, ¿Eh?— Lo escuchó decir entonces, en un Drow un tanto oxidado que se notaba hacía tiempo que no practicaba. La burlesca camaradería con la que aquel sujeto hablaba le hizo aflojar levemente el agarre del mango de Réquiem, al hacerle comprender que no era uno de sus perseguidores, sino simplemente un Drow en tierras humanas, al igual que él. —Es como si hubieran traído una taberna de allí y la hubieran instalado aquí, para nuestra conveniencia

Sonrió.

Apenas hacía un par de semanas que no hablaba con ningún Drow. Era mucho tiempo, pero el suficiente cómo para no olvidar el descaro natural en sus palabras, la complejidad de la lengua natal que con tanta fluidez gustaba de hablar, ni la picardía en el habla que estos tenían. Escuchar las palabras de un Drow de nuevo, ya fuesen picadas o en la más absoluta calma, le hacía avivar una parte de su interior. Una parte que creía que se vería obligado a abandonar bajo tierra.

El Drow le había hablado con la habitual sonrisa de desenfado característica de los suyos, echándole de paso una mirada cómplice. Era justo cómo aquellas largas noches en los oscuros bares de su tierra, cómo las sesiones de entrenamiento con Kanalrak.. A Ra'aksa se le hacía extraño añorar tanto en tan poco tiempo, más aún tratándose de las palabras de un Drow. Los de su propia raza nunca le habían tratado demasiado bien, a fin de cuentas. En una sociedad decadente cómo los Drow, la élite no era bien vista por las clases sociales más bajas. Y quisiera o no reconocerlo, su presencia le animaba como un torrente nuevo de vida, como la ilusión de un niño por un ansiado y esperado regalo.

—Es casi cómo un pedazo de hogar en tierra hostil— Suspiró en su idioma natal con parsimoniosa tranquilidad, recordando los buenos momentos vividos bajo tierra. En cierto modo se arrepentía de haber huido. Pero dentro de sí, algo le decía que su vida valía mucho más que ese conjunto de cuevas. —Siéntate, esa armadura aparenta ser bastante pesada. Dale un descanso a tu espalda.— A pesar del deje de amabilidad implícito en sus palabras, el tono era más parecido al de una orden que el de un consejo amistoso. No había duda que Ra’Aksa tenía que acostumbrarse a tratar con la plebe.
—¿También buscas faena?— Las palabras del Drow eran cómo gruñidos. Se le notaba bastante cansado de todo aquello —Son todos unos jodidos estafadores. Me tienen hasta los cojones.—

Su pregunta le había sacado de sus anteriores ensoñaciones y dejó aparte las posibles y extrañas razones por la que sin duda echaba de menos a los de su raza. Pero ubicándose en lo que él había mencionado, recordó sin desearlo su pequeño problema económico. Ya se había planteado anteriormente el usar los anuncios del tablón para ganar la que quiera que fuese la moneda de cambio en la zona. Pero la noticia de la ineficiencia de dichos trabajos le ponían en el mismo problema que tenía ya si el tabernero no aceptaba las monedas Drow cómo efectivo.

El Drow se limitó a asentir ligeramente con la cabeza, con los ojos cerrados, claramente absorto en sus pensamientos. Nunca había necesitado trabajar, pero ahora se veía en la tesitura de tener que hacerlo. Al menos estaba la opción de hacerlo cómo mercenario, y sabía que era con diferencia lo más digno que alguien de sus características podría encontrar en la superficie. Tendría que adaptarse, pues.

Abrió entonces los ojos muy rápido, con una violencia inesperada. Sus rojas pupilas se clavaron en las del recién llegado Drow, que encontraron de un color similar a las suyas. Era cómo ver sus propios ojos reflejados en los de otro, aunque los de aquel tipo no reflejaban la agresividad de los suyos. Su sonrisa se mantenía, en todo momento, ladina y afilada.

—una verdadera lástima. Estoy bastante interesado en tomar uno de esos trabajos.— Añadió con un leve movimiento de cabeza que pretendía ser una burlesca sátira de una reverencia. Su mano derecha, no obstante, se asió con violencia a su arma. Aún cabía la posibilidad de que aquel Drow le reconociese por su nombre y decidiese atacarlo. No lo había visto combatir, pero su sóla figura ya resultaba imponente. Ra’Aksa le mantuvo la mirada, esperando la reacción de su recién conocido compañero. —Soy Ra'aksa Kihrstee; Encantado

Rhylaonar, en el rato poco después de haber hecho su pedido, no había dejado de controlar la barra con aquellas miradas poco discretas. Observaba al que hacía de barman con unos ojos críticos, agresivos, que no solía lucir si no quería realmente conseguir algo con ello. Y esa era su intención. Uno de los chavales de por ahí, muy probablemente un camarero, no había podido pasar por inadvertidas las ansias asesinas que casi parecían aflorar en el rostro del molesto elfo. Pero en el fondo solo quería controlar que, sirvieran lo que le sirvieran, no consistiera en su mayoría de agua de fregona.

-Lo estás poniendo nervioso. Míralo. Si parece que vaya a llorar en cualquier instante.-
-Me apena profundamente, como podrás suponer. ¿No deberías estar ya durmiendo tu?

En aquella ocasión parecía tener cosas más entretenidas que hacer que charlar conmigo. No dejaba de pensar y repensar todo aquello de beber, casi en un modo filosófico. No eran pocas veces las que se había emborrachado. Pero aparentemente no gozaba tantísimo de pillar las tan tremendas borracheras como lo había hecho allí abajo. De hecho casi siempre era más consciente de lo que quería admitir al darle al alcohol. Casi que solía hacer teatro al actuar como un auténtico bebedor compulsivo. Se limitaba con quedarse contentillo… Era algo extraño. Había reparado que detrás del que parecía un caro y desagradable vicio solo buscaba consuelo, como si la cerveza fuera la única forma de poder quitarse sus muchas amarguras aunque fuera por unas horas.

Tal vez era yo el que buscaba compadecerme de tan triste figura. Que también era posible. Aparte del camarero sus ojos iban posándose como mariposa de flor en flor en todos los grupitos que conformaban aquel ambiente, entre hostil y meramente fiestero. Grupos de gente ataviada en muy cuantiosas ropas, todos tapados hasta las narices, que susurraban cosas como quien estuviera conspirando contra el gobierno mismo. Y tal vez solo estuvieran hablando de cómo habían ido de vientre. Otros, ajenos al mal ambiente, gritaban con ya una buena cantidad de alcohol metido hasta las entrañas. Las risas perforaban las orejas a todos los amargados de la estancia. Brindaban aquí y allá, celebraban el cumpleaños de alguien. Muy en el fondo me entristecía verlos. Alguna vez no había distado demasiado de ser uno de esos grupos. Y tenía empatía por ellos: En cuanto volvieran a ser los que normalmente eran se encontrarían de bruces con la guerra, con un mundo decadente, atroz, tal y como lo habían dejado.

Pero la atención que Rhylaonar había dado a todos estos era muy mínima comparada con el interés que tenía por el espigado drow. Incluso había empezado a ignorar todos los tejemanejes de la barra al verlo allí como si estuviera haciéndose pasar por una persona normal, mirando hacia abajo, en una actitud de disimulo a la cual el gigantesco elfo no dio demasiada importancia. Él habló con su tipiquísima naturalidad. No tan común era el escrutinio al que lo sometía. Buscaba datos más importantes que el bonito rostro que se luciera. Encontró un escudo apoyado en la silla y parecía ir armado. Aunque eso no debía sorprender a nadie. Incluso el más estúpido de los drows llevaba al menos una daga con la que sacarle un ojo a un despistado. Mi drow no supo exactamente qué impresión hacerse de él. No dudó demasiado en expresármelo. A sabiendas de que yo lo sabría, quisiera o no.

-Dime, ¿Qué te parece, algo que el sabio y en absoluto prejuicioso espíritu desee opinar de este individuo?- Las ironías le eran más naturales que el respirar. Algún día descubriría que le venía de familia.
-Lo cierto es que no me fío un pelo. Algo me dice que esconde algo.- ¿Qué? La última vez que había visto otro de su raza lo había ensartado mientras gritaba algo como “¡Muere, hijo de la oscuridad!”. Los paladines éramos muy dados a los estereotipos. Rhylaonar me maldijo mentalmente, pero sus palabras fueron otras.
-Todo el mundo oculta algo. Eso ya deberías saberlo. No confíes de nadie, siquiera de ti mismo. Preguntaba en sentido más… General.- No. Realmente no estaba preguntando mucho. Eran sus paranoias intentando buscar segundas opiniones.
-Casi que preferiría que siguieras tu camino y pasaras de él, si es eso lo que te importa. Si tu solo ya haces tanto jaleo, no quiero ni pensar de qué sois capaces dos de vosotros juntos.

Pero ambos sabíamos que lo que quería de mi no eran consejos. No se perdió de vista la sonrisa que afloró en el desconocido tras sus palabras. Lo observó si como con ello pudiera ver algo más. Pero nada más lejos de la realidad. Lo poco que podía averiguar era lo que se veía a más simple vista: Que no era ni vegetariano ni tampoco se abstenía de beber, aunque fuera delicado y simple vino. Pero tampoco podía deducir si le gustaban los bocadillos o no, igual lo estaba sufriendo. Aquella ceguera en cosas tan simples frustraba al siempre demasiado atento Rhylaonar, que esperaba poder conocer unos cuantos detalles de antemano de quien quisiera que dirigiera palabras a él.

Finalmente obtuvo tan ansiada respuesta. -Es casi cómo un pedazo de hogar en tierra hostil- Hablaba con un suspiro sencillo y con mucha más delicadeza que el guerrero. Que no era tampoco algo difícil. La defensiva sonrisa de Rhylaonar se tranquilizó finalmente. Aunque no por mucho tiempo. -Siéntate, esa armadura aparenta ser bastante pesada. Dale un descanso a tu espalda.- Ellos mantenían una dinámica que yo no podía seguir. El tono utilizado alarmó un poco a Rhylaonar.

-¿No te das cuenta? Ah, vaya…- Me preguntó mientras se sentaba. Sus ojos reflejaban de alguna forma una inteligencia que la gente no solía asociarle. La mueca de su rostro era indescifrable. Rhylaonar estaba en guardia, como si recordara muy bien los preceptos básicos de las relaciones de los suyos: La falsa modestía, esos modales, las palabras amables, una preocupación armada de ironía más que de cariño. -Cuentan los más atrevidos rumores que algún día pondrán asientos de verdad.- La silla crujió ante su descomunal peso. Y no se atrevió a dejar caer su peso hacia detrás, con miedo de romper alguna cosa. Lo cierto es que los muebles del lugar parecían ser casi centenarios.

Pero no pudo evitar tomar interés por la situación laboral del compañero. Este había cerrado los ojos y movido la cabeza en señal afirmativa, con una delicadeza mucho más típica de los elfos. Rhylaonar ya se quitaba los guantes de la armadura al ver un camarero jovencillo con una tirita en el entrecejo que temblaba más de lo que parecía humanamente posible. Miró a ambos drows con una expresión de entre asco y temor. Dejó la bandeja delante de Rhylaonar y se fue, farfullando algo como -¿En qué momento nos hemos convertido en un centro de refugiado de negros malhumorados? La madre que…- Algo me decía que había visto más drows de los que quisiera. Rhylaonar no la tomó con él porque su plato le reclamó toda atención. En este lucía una jarra de cristal viejo con la cerveza más dorada que hubiera visto en su vida. Parecía que sus miradas habían surtido efecto.

No dudó en darle un buen trago mientras esperaba la respuesta del altísimo drow. Algo en lo que no dejaba de reparar. La comida tardó más en probarla: Consistía en un preparado de tres carnes resecas de colores diferentes. -Deben tener multitud de razas de ratas.- Bromeó el Rhylaonar. O igual no. Pero en aquella ocasión tanto el pan seco como las aceitosas patatas le parecieron un manjar. Casi se atragantó al ver el brusco abrir de ojos de su compañero. Casi furiosos, brillantes, aunque acompañados de una sonrisa. Finalmente habló. -Una verdadera lástima. Estoy bastante interesado en tomar uno de esos trabajos.- E hizo un intento de reverencia que me destrozó por el interior, a mi y a mi todo sentido paladinesco. Rhylaonar estaba al tanto. En contraste con aquella vil sonrisa que parecía tener el otro, mi drow mantenía una expresión seria y prudente. O igual estaba muy ocupado masticando. No perdió de vista que llevara una mano a algo que no veía por la mesa. Pero descartaba que fuera un arma. Casi despreocupadamente él se descolgó entonces Viento de oro de su espalda, como si se hubiera acordado de que existía. Y también dejó la bolsa colgada de la silla. La espada la dejó a un lado, tan absurdamente grande como era. Brillaba muy ténue, como casi siempre lo hacía.

Mi drow tenía un mal presentimiento. Empezó a pensar que igual aquel tipo conocía a su antiguo clan de ladrones. Pero su nombre desmintió mucho las cosas. Había dicho algo como… -Soy Ra'aksa Kihrstee; Encantado- Yo admiraba la proeza que suponía acordarse del propio nombre cada mañana. Qué enrevesados. Rhylaonar se tranquilizó y con poca prisa dio otro trago antes de hablar. Mucho más refinado que antes, casi como una melodía.

-Mucho me temo, o mucho me alegro, de decir que no venimos del mismo lado. No me suena en absoluto la casa. Ya sería demasiada coincidencia encontrar a uno de Sshamath.- Era una ciudad de lo más popular allí abajo. Por eso de tener una oligarquía mágica y no un matriarcado. -Rhylaonar. Antiguo miembro de la banda Rilyn’lyl. Dudo demasiado que te suene.- Y si lo hacía solo sabría que era una panda de ladrones, pues no era otra la realidad. -Te veo un poco… Fresco, por aquí. ¿Llevas poco tiempo, me equivoco?-

Tal vez solo se refería con que era nuevo en el bar. Quizás algo le había hecho intuir que llevaba poco tiempo de exilio. Me decanto por lo primero. -Hay algún que otro trabajo bastante mejor remunerado. Matar ciertos individuos conlleva buenas recompensas, pero créeme, muchos de los encargos pecan de imposibles. Había uno por ahí de cazar esas humanas ratas de la Alianza, pero el tal Rybar no aparece por ningún lado. Hay otro un poco más enigmático… Que puede estar bien. Pero me abruma la capacidad de no decir nada en un folio entero. Esa gente no es de fiar.- De nuevo, otra frase con la que parecía ser un hombre dado a las cosas simples. Y siguió comiendo con naturalidad y una clase que ni yo mismo sabía de donde se acababa de sacar.