La Posada de los Muertos

Recuerdo del primer mensaje :



Si tienes un anuncio, aparte de rolear que lo cuelgas aquí, envía un mp a Admin con el contenido de dicho anuncio para que editemos y aparezca aquí. Cuando encuentres lo que andabas buscando, ¡mandanos otro mp o avisanos para que retiremos el anuncio y no se acumulen papeles en el tablon!

Septiembre 2037

Se busca técnico para misión peligrosa. La recompensa será todo aquello que el interesado pueda conseguir.

Preguntar por Rose.



Septiembre 2037

Se buscan mercenarios para diferentes labores, tales como defensa, infiltración, espionaje y realización de nuevos contactos y redes. Se pide discreción. Buen pago, tanto en dinero como en objetos. Se ofrecen también los servicios de un alquimista, desarrollador mágico y con conocimientos que fusionan el uso de la magia y la tecnología. Trabajo para cualquier bando que lo solicite. Los honorarios han de ser de acuerdo al trabajo realizado.

Interesados, para cualquiera de las dos propuestas, contactar aquí con T.G.S

© HARDROCK

Septiembre 2037

"Se buscan mercenarios/cazarrecompensas para mision de búsqueda y captura. Pagamos bien. Basta con que no te caigan bien los soldados del ejército."

Preguntad por Rybar Dvorak

© HARDROCK

Sonreí con orgullo. Por su forma de preguntar ella no era tan perspicaz a la hora de identificar razas. Dejé mi cuerpo algo más relajado, apoyándome en uno de los costados cuando eché el cuerpo hacia atrás.-Muchos años en tierra. Llamémoslo supervivencia, Doc.

Asentí cuando añadió enfermedad a la lista de razones, podríamos ponernos a decir muchas más cosas y tal vez no acabaríamos de perfilar el contexto social de Londres, ni siquiera de uno de sus barrios. Suspiré cuando dijo aquello sobre la gente. -Muchos ya tienen a gente que trata sus enfermedades, no necesitan nuestro hospital.-Y nos incluí, porque a partir de aquel ataque y la postura que había tomado Thalos había pasado a ser un proyecto común.

Apreté los labios en una mueca cuando canturreó, desviando la mirada a otro lado. No porque cantase, sino por esa canción en concreto. Volví a suspirar y regresé la mirada a ella que bebía bastante rápido. ¿Tendría que avisarle de que el vino barato subía antes que su Chardonnay pijo? Nah...

Al enseñarle la rodilla la doctora se inclinó, supuse que para ver mejor por la tenue luz del local. No esperaba que se pusiese a tocar mi pierna. Carraspeé, aclarando mi garganta mirando alrededor y casi no esperé para bajar la prenda de nuevo.

-Es un soldado y se debe a sus superiores. -Intervine mientras hablaba.-Y él también sabía lo que pasaría en vuestra isla. -Bebí de la jarra y luego la señalé mientras tragaba frunciendo el ceño, negando porque seguía sin pillarlo.-Si os conocían.

Dejé la jarra sobre la mesa, apoyando ambos codos en la madera mientras intentaba buscar una manera de exponerlo. -Un día encuentras una vela encendida. No sabes lo que es y al tocarla...te quemas. Y otro día ves esa llama de la vela...quemando un bosque. Asumes que las velas son malas y cada vez que ves una encendida la apagas...aunque te quedes a oscuras.-Alcé ambas cejas como preguntando si veía por donde iba la cosa.-Nadie te ha explicado que en realidad basta con no tocarla, o mantenerla fuera del alcance de otras cosas para que no queme nada.

-Y le cuentas a tus hijos que las velas son malas y que debes apagarlas. Y tus hijos se lo cuentan a los suyos. Y aunque todos viváis a oscuras, seguís vivos. -Vale, era una mierda de explicación pero era lo único que se me había ocurrido en ese momento.

Encogí mis hombros y volví a coger la jarra, bebiendo de nuevo. En ese momento llegó un pajarraco tecnológico. Tampoco le hice mucho caso solo lo miré de reojo mientras bebía largos tragos para no quedarme atrás ante la rapidez de Arleen en beber.

Supervivencia, eso le pareció interesante. ¿Tendría que aprender a identificar humanos? El hecho de que le dijera que no necesitaban el hospital hizo que tensara los labios brevemente, aunque no le pasó desapercibido que se incluyera. ¿Qué podía hacer? No lo sabía.

Frunció el ceño con molestia cuando se bajó el pantalón -¡Déjame ver!- Le soltó con un tono claramente caprichoso -Quiero conocer el sitio donde te hicieron eso…Quiero conocer  a quien lo hizo- Le daba curiosidad. En realidad le parecía increíble que pudieran hacer tanto sin magia, por ende, merecía una profunda investigación.

Al escuchar lo de Vishous asintió con suavidad -Él es más blanco y negro. A mi me gusta ver los grises…- Alzó suavemente el hombro. No por nada había atendido a Andreas y a Gelion sin pensar siquiera en su raza. En realidad, pensaba más en su propio y egoísta conocimiento de esa nueva tecnología -¿A qué te refieres? – Preguntó y en cuanto puso los codos en la mesa hizo una mueca, movió las manos hacia él y le dio un golpecito para que los quitara, haciendole un gesto para que viera que estaba un poco pringosa -Tu uniforme es precioso como para ensuciarlo con lo que sea eso-

Tras ello prestó atención a la metáfora que estaba escuchando y se le quedó mirando a los ojos. Lo cierto es que… Tenía sentido. Tuvo que dejar escapar un largo suspiro y cerró los ojos, llevándose una mano a la sien - ¿Cómo se los explico sin que quieran apagarme? La ignorancia se combate con conocimiento, pero no sé qué hacer para explicarles que no quiero hacerles daño…que sólo quiero ayudar…- Estaba en ello cuando llegó el pájaro mecánico de Gio.

Sonrió a la cámara cuando le escaneó y esperó a que le entregara la carta. No dudó un momento en abrirla y sonrió suavemente al ver la imagen, pasó el pulgar por ella -¿Alguna vez has estado en Italia?- Preguntó vagamente antes de dar la vuelta el papel. Le dio sana envidia el viaje de Giordano, ella también quería viajar más allá del London Eye. A lo demás, emitió un suspiro quedo. Lo extrañaba. Extrañaba limpiar sus desastres y la forma en la que a veces le pedía su opinión o su ayuda, como si realmente pudiera aportarle algo. La confianza en que podía hacer algo.  Se le humedecieron los ojos un poco…Porque esperaba que, si volvía a escribir, pudiera estará   a la altura de ese favor.

Lo dudaba mucho.

Sonrió de lado al leer la postdata y no dudó mucho en llevarle la contraria. Cogió la botella, por defecto volvió a limpiarla, y cerró los ojos para bajársela enterita. Trago tras trago. Cuando la acabó la apoyó sobre la mesa y le guiño un ojo al pájaro cuyos ojos rojos empezaban a apagarse -Vas a tener que traer más de Italia, amigo mío- Se rió , un poco de forma tonta y luego volvió la mirada hacia Gelion soltando un nuevo suspiro  -¿En qué estábamos?- Preguntó guardando la carta  y apoyándola en su regazo, no vaya a ser que se le ensuciara.

La miré de vuelta por aquella exigencia arrugando la cara y mostrando las palmas de mis manos en un gesto que claramente indicaba que de que iba.-Ya lo has visto. ¿Que más quieres ver?-Señalé la rodilla y encogí mis hombros negando.-No puedes ponerte a diseccionar mi rodilla en mitad de un bar de mala muerte, Doc.

Estiré más la tela arqueando una ceja por todo lo siguiente.-Quiero, quiero, quiero... han sido unos androides y varios humanos, en nuestra base. ¿Tan raro te parece? Ya te he dicho que aquí también existe la tecnología y los médicos.-Sí, aquello sonaba a reprimenda. Me lo había tomado como otro de esos gestos de superioridad que la bruja solía tener a pesar de no querer darse cuenta. Gruñí por lo bajo reacomodándome en el asiento.

-oh Arleen, ves más en blanco y negro de lo que crees.-Y cuando comencé a querer explicarme , me dio ese golpe en los brazos y volví a poner gesto de "que coño haces?", escuchando después lo del uniforme y mirando hacia donde señalaba. Volví a mirarla con expresión de no entender hasta que caí.-Oh...¿Esto?-Apoyé el brazo entero y la mano sobre la mesa. Subí y bajé varias veces la mano y luego la apoyé en mi mejilla.-Es azúcar y grasa, me he pringado de cosas peores Doc. Aquí, en tierra, uno se pringa de cosas mucho peores.-Comenté casi sonando a advertencia.

Iba a contestar a sus preguntas, porque no pillaba en absoluto que no podía hacer nada para cambiar eso, llegó aquella carta en el pájaro raro al que miré de malos modos, sospechando y negué a lo de Italia. Arqueé nuevamente una ceja al no pillar su frase y luego

Cuando habló, pareciendo que había perdido el hilo de la conversación, eché la cabeza hacia atrás entornando los ojos.-Convencerles de que no te apaguen-Solté cansado. Resoplé y volví a mirarla.-¡Ese es el tema Arleen! No puedes! No es ignorancia! es lo que han vivido todos estos años!-Me señalé.-¡Es lo que hemos vivido!-Volví a bajar la mano a la mesa suspirando después, negando.-Convencerás a uno, a dos!...puede que a diez y no será en tres días, ni con el hospital, ni jurando que sólo quieres ayudar.-Hice un gesto con la mano hacia ella.-Por todos los santos si yo sé que puedes lanzarme un rayo verde y acabar con mi vida aquí mismo.-Chasqueé los dedos y después apreté mis labios cruzando mis brazos quedando en silencio mientras bebía.

Señalé entonces su copa, o más bien su botella.-Pega más fuerte que tu vino de señora importante. Ten cuidado.

-No, no era eso…- Mencionó con el ceño fruncido porque esa no era nunca su intención. Luego le soltó aquello de “quiero, quiero, quiero” y Arleen se sintió incómoda por ese tono. No era su intención sonar tan demandante -No es raro, es maravilloso- Le dijo interpretando que la había entendido mal -Lo sé- De acuerdo, estaba poniéndose un poco a la defensiva y Arleen parpadeó un momento tomando un largo respiro -Me da curiosidad saber cómo trabajan sin magia, hace unas semanas ayudé a Giordano a construir una para un licántropo y que no afectara su transformación sólo… Sólo tenía curiosidad. Perdona- Se excuso y volvió la vista hacia otro lado.

Lo del comentario blanco y negro le dolió. Si hubiese visto así ni Andreas ni él habrían recibido atención médica de la sanadora pertinente. Sólo frunció el ceño y al verlo comportarse como un niño con la mesa supo que aquella “copa” estaba llegando a su final. Volvió a sacarle en cara que en la tierra todo era mucho peor, como si ella no fuera capaz de verlo o ser cada vez más consciente del panorama que había.

Tras la carta de Giordano, que mantuvo en su mano derecha sobre su regazo, vio a Gelion que empezó a subir el tono de la conversación de una forma un poco más… Agresiva y cuando indicó que sabía que podía matarlo decidió que no tenía porqué seguir recibiendo ese trato. Oscurus y Jo la habían puesto en su sitio, haciéndola replantearse las cosas, sin necesidad de ese tipo de reacción. Y si Gelion creía que tras todo lo que había hecho aún era capaz de dañar, entonces no. Ni la tierra ni la sociedad tenía esperanza alguna. Al final, Andreas tenía razón.

Tomó el vaso cuando le dio la advertencia del vino y sonrió de lado con tranquilidad. Quedaba medio vaso aproximadamente de todo el vino que había pedido y entonces giró su vista hacia él -No te preocupes- Movió el vaso hacia él con el propósito de echarle el líquido en la cara -Ya he terminado- Se incorporó, metió la mano en el bolsillo del vestido y sacó una moneda de oro que puso sobre la mesa. Ignoró el leve mareo que le recorrió e irguió la espalda con dignidad, recorrió el camino fuera del bar con pasos un poco inseguros  -aunque ella creyera que iba de modo muy digno y elegante - y se dirigió al vehículo donde estaba el maletín -o los restos- del aparato que había creado para generar el holograma del proyecto del hospital y luego irse.

Entorné los ojos por su alarde de habilidades junto al tal Giordano del que tanto hablaba. Un mago también, seguro. Tensé la mandíbula y cuando se disculpó le sostuve la mirada. Era una disculpa sincera y pensé que tal vez no era más que eso, simple curiosidad. Gruñí desviando la mirada, incapaz de pedir disculpas por mi parte.

Su actitud me ponía de los nervios. Una dama isleña que no tenía ni puta idea de lo que era vivir, y aún así era evidente que le habían machacado toda su vida con esa actitud de perfección y buenos modos.

Seguí observando sus gestos cuando terminé de explicar todo aquello de la forma más clara y sincera que podía. No parecía haberle gustado y sin embargo sonrió extrañamente. Entrecerré los ojos sin pillar su actitud hasta que fue evidente.

Cerré los ojos en un respingo involuntario cuando el líquido salpicó mi cara y entre las risas de los presentes, pasé la mano por el rostro mirando con resentimiento a la doctora, o más bien ira. Miré ahora la moneda y aspiré por la nariz mientras sonreía. En cualquier otro lugar podría haberle echado en cara que su dinero no valía, sin embargo allí aceptaban cualquier tipo de pago.

Se marchó dando tumbos y hurgué en mi bolsillo sacando un par de libras que tiré junto a su moneda. Seguramente lo que habíamos tomado valía bastante menos. Recogí el bastón y me incorporé caminando hacia la salida.

-Ya te lo dije! No vale la pena indignar a una bruja.-La risa del tabernero, que limpiaba las copas con un trapo dudosamente limpio llegó desde la barra.-Oh...cállate Frank-Solté entornando los ojos antes de salir del bar, en el que nuevas risas.

Para mi sorpresa Arleen no se había desaparecido y me acerqué con tranquilidad, bueno...no mintamos, aceleré un poco el paso hasta quedar tras ella.-¿Qué?¿Te duele que te digan la cruda realidad?-Espeté molesto a su espalda.-Siento si no soy tu hermano, ni tu marido, ni ningún ser querido que mida sus palabras para no dañar tus delicados y frágiles sentimientos.-Comenté en tono de burla las últimas palabras.

Gruñí sintiendo la tensión en mi dentadura y tras hacer una mueca, negando, acerqué mis pasos al coche apoyando el bastón en la carrocería para buscar las llaves en mis bolsillos. Volví a mirarla mientras lo hacía.-Si quieres ayudar aquí, aprende a encajar la verdad.-Saqué la llave pulsando un botón y el coche se abrió, haciendo que sus luces parpadeasen. Abrí la puerta y cogí su maletín sacándolo.

Bajo ningún concepto o tipo de tortura iba a admitir que las risas del bar le habían caído muy bien. Se lo merecía, por tratarla de esa manera. ¿Qué había hecho ella para que le dirigiera la palabra en ese tono? Al llegar al coche, fue hasta lo que era la palanca e intentó abrirla, forcejeando un poco con ella pero sin lograr nada al respecto. Miró por la ventanilla, tapándose los ojos por los lados, a ver si con un accio podía recoger el maletín…Aunque eso rompería el vidrio. Se alejó un poco, estudiando la palanca de la puerta y después volvió a la ventanilla como preguntándose cual era el mecanismo que estaba puesto en funcionamiento para trabar la puerta. Se fijo en la cerradura y ladeó la cabeza, necesitaba una llave.

Dio un respingo cuando la voz de Gelion la pilló un poco en pleno proceso de maquinación y arqueó una ceja hacia él, girándose y sosteniéndose del auto ¿Por qué no caminaba derecho? Sería cosa del bastón. Si ella hubiese hecho su pierna no estaría caminando con un bastón, se autoconvenció y estaba a punto de empezar a idear una forma cuando mencionó sus disculpas y la risa que salió de ella fue tan espontánea como triste. Negó con la cabeza -¿Mi marido? La última vez que me dirigió la palabra fue de todo menos medido pero al menos tiene más educación y no cree que voy a matarlo a la primera de cambio- Sí, quizás eso era lo que más le había dolido porque ella lo había curado de su estúpida pila cervical, lo había ayudado durante el maldito secuestro y también le había liberado del yugo de Ouroboros donde probablemente muriera pudriéndose en una celda.

Pero, oh, vaya a ser que se le ocurra tirar un rayito.
Después de decirle que su magia no servía para eso.

Le dejó espacio, dando un dudoso paso hacia atrás, para que sacara el maletín y se quedó mirando las llaves con curiosidad. Una cosa tan pequeña aportaba tanta seguridad. Se preguntó cómo funcionaba un auto por dentro. Extendió la mano para coger el maletín y cuando tiró de él, se dio cuenta de que no lo había soltado. Levantó la mirada hacia él con un irritación más que palpable -¿Cómo tu intentaste encajar en Ouroboros? ¿Sigo tu ejemplo, imbécil?- El insulto le subió a los labios con tanta naturalidad como el vino se le había subido a la cabeza -Muy bien- Le tomó del antebrazo y entonces se desapareció, con él, ahora las tornas del secuestro cambiaban.

Despertar al siguiente día fue bastante difícil, sobre todo porque desde los primeros movimientos supo que estaba sola en la cama, pero no sabía cuanto. Estaba claro que era tarde. Para cuando encontró la nota ya estaba bastante despierta y, por qué no, un poco decepcionada. Aunque no mucho. Podría haberla despertado... aunque si lo pensaba mejor, también se lo habría recriminado. Hormonas.

Pues si él tenía asuntos, ella también. Bajó pronto al comedor y pidió a la posadera un plato de comida. El guiso del día o lo que tuviera, sin embargo, insistió en prepararle algo fresco y le dio un vaso de jugo de frutas que recién había hecho. Tuvo que agradecerle con creces y fue a sentarse mientras estaba la comida.

En el comedor no había nada especial. Su mesa de siempre estaba desocupada, por lo que se sentó y comenzó a sacar un paquete de cartas, una libreta y la moneda comunicadora. Tenía que mejorar su juego de póker pues el día anterior había ganado muy apenas y si quería que aquella fuera su nueva línea de negocios, tenía que ser bastante buena. Se dedicó a eso un rato y después desayuno mientras revisaba las cuentas contables en su libreta, viendo sus gastos de los últimos días, los ingresos y los encargos que aún tenía que entregar. Por último, tomó la moneda comunicadora y buscó a Thranduil, dejándole el encargo de hablar con la descendiente, como había dicho Johan la noche anterior. Debían solucionar los problemas en conjunto, pero también buscar la ayuda posible. Si aquello iba a hacerlo todo más fácil, era lo mejor.

Cuando terminó aquel fantástico desayuno, regresó a su habitación. Ya le tocaría regresar más tarde a hacer sus tratos. Se despidió de la posadera, que le entregó una fruta, por si acaso, y salió del lugar.

A esta altura, el año pasado estábamos huyendo, escondiéndonos en cualquier agujero con mamá embarazada de Erin y papá perdido. Las cosas no habían mejorado mucho desde entonces. Encima que habíamos aguantado a mamá en ese estado, nos quitaron a Erin, el producto de esa gestación. Internamente rogaba por que no me ocurrieran más desgracias. Estaba preocupado por mi padre, por Erin, por muchas personas, hasta por Michael a pesar de estar viviendo juntos pero cualquier ser podía atacar en cualquier momento. Me llegaron noticias de ataques a Galway que me llamaron especialmente la atención ya que mi hermano y yo habíamos nacido allí. ¿Podríamos mudarnos a nuestra ciudad natal? Tenía curiosidad por volver pero tenía una especie de trabajo en Neo Londres, además el ataque era un gran desalentador. Era la ley de la selva. Necesitaba más aliados y ¿qué mejor lugar para buscar gente que la Posada de los Muertos? Buscaba rastros de mi familia, de conocidos, de incautos y además de la mujer que Tobías había mencionado. También imaginaba creaciones para impresionar a los miembros de la Alianza Humana y para el alemán. Pensaba en cosas que yo necesitaba, en cuestiones que un buen invento podría resolver, pero también quería que las innovaciones pudieran evolucionar con su uso. Tenía algunas ideas vagas como, por ejemplo, algo que permita que las personas se comuniquen entre ellas sin necesidad de intercambiar números de teléfono ni cosas que se tengan que implantar en el cuerpo, no había buena suerte con esa clase de cosas.

Yo solo salía de día, no estaba interesado en encontrarme con bestias que surgían por la noche, es por eso que llegué a la Posada de los Muertos por la mañana con la capucha de la sudadera puesta para ocultar mi cabello rubio y mi rostro. Aunque en aquel lugar uno se arriesgaba a que le clavaran un puñal en las costillas si los dados caían en la posición equivocada, me dirigí a la barra luego de conseguir que mis ojos se acostumbren a la escasa luz del lugar, dejé la mochila sobre mi regazo al sentarme en un taburete y pedí un whisky porque ¿qué clase de irlandes sería si estuviera sobrio el día de San Patricio? -Estoy buscando a una mujer, su nombre es Victorya Blanc.- Le dije al tabernero cuando dejó frente a mí un vaso y una botella sin distintivos que contenía un líquido marrón claro. Al destaparla, el extraño y áspero olor que despidió me hizo arrugar la nariz, de todos modos me serví una pequeña cantidad del whisky barato y me lo bebí de un trago. En cuanto el alcohol llegó al fondo de mi garganta, me dí cuenta de mi error. Nunca había probado nada igual. Sentí que el aire abandonaba mis pulmones y me quemaba por dentro, y traté de respirar mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.

Otro día, otro dólar...

O al menos así le decían los yankees. Mientras hubiera trabajo, ella seguía recolectando la mejor parte y repartiendo las ganancias. Para cuando el hombre frente a ella abandonó la mesa ya había ocultado el dinero. Las sombras le ayudaban a que los mirones no tuvieran cabida en sus negociaciones.

Una vez sola de nuevo, sacó la baraja. Se estaba haciendo bastante buena después de un mes de práctica en sus ratos libres y, sobre todo, de perder un buen dinero mientras practicaba. Era obsesiva y lista; siempre lo había sido. No había una disciplina que no pudiera dominar con el suficiente empeño y la determinación que le caracterizaban. Estaba concentrada a mitad de un juego contra sí misma cuando el alboroto de sus sombras le hizo levantar la mirada. Cuando miró a la barra, Otto, el cantinero, estaba señalando en su dirección. Definitivamente alguien había preguntado por ella. Negocios de seguro. Sería un buen día si podía hilar tres seguidos. Pero... por alguna razón, las sombras reconocían a la persona que estaba en el taburete. Dejó las cartas en la mesa mientras lo analizaba un segundo. Parecía alto, pero pequeño, por lo que no lo daba por muy... adulto. Sin embargo, las sombras seguían repitiendo un apellido. Imposible. ¿O'Connell? Estaba en la cárcel. Estaba en Ouroboros pagando por sus estúpidas acciones. Debían estar equivocadas. ¡Tenían que estar equivocadas! Podía con él, tenía el grifo, se teletransportaría si tenía que hacerlo. El idiota era un loco peligroso. Pero no podía ser él. Se colocó la capucha y sacó la moneda. Tecleó las palabras y se preparó para enviar el mensaje a Johan, pero no lo envió. No aún. El instinto le pedía supervivencia, pero la cabeza quería seguir pensando aquello en frío. Analizando el ahogo del extraño, algo en ella se tranquilizó. Éamon sabía beber.

Tras un momento conseguí volver a respirar, traté de aparentar normalidad aunque sentía fuego que me quemaba por dentro y miré por encima de mi hombro hacia donde el tabernero había señalado. En un extremo oscuro del local conseguí distinguir vagamente a una silueta, si realmente se trataba de la persona que el alemán quería, luego probaría preguntarle al cantinero sobre los yo estaba buscando ya que parecía saber mucho y ese lugar era un territorio neutral al parecer. Le pedí un segundo vaso, me encaminé hacia allí y dejé la botella en la mesa junto con los dos recipientes antes de sentarme frente a la supuesta Victorya con la mochila en mi regazo.

-Me han hablado de tí por nombre y apellido, debes ser alguien importante.- Comenté mientras servía una pequeña cantidad del líquido marrón claro en cada vaso para luego poner uno ante ella y sostener el otro que era para mí. Me recliné pegando la espalda al respaldo de mi silla en una postura relajada aunque mi estómago rugió como protesta ante la perspectiva de tomar más y miré detenidamente a la mujer ahora que la tenía más cerca. Ella llevaba puesta una capucha y parecía mayor que yo. Decidí ceder y quitarme la capucha para dejar que vea mis facciones tan parecidas a las de mi padre, excepto por mis ojos grises como los de mi madre.

-Sláinte.- Dije con el áspero acento irlandés. Alcé un poco la copa a su salud, llevé el vaso a mis labios y tomé un sorbo sin apartar la mirada de ella, atento a su reacción. -¿Jugamos una ronda?- Le pregunté señalando el juego de naipes que había en la mesa mientras sentía que respiraba fuego.

Miró al chico que se sentaba frente a ella. Tenía que admitir que había en él cierta confianza, pero no como la que su padre tenía. Era muy diferente. Mientras se sentaba agachó un poco el rostro, usando también sus propias sombras para ocultarse mientras barajaba el mazo. No sabía si la reconocía, pero había algo en él. En el apellido que insistían en contarle. No era Éamon, eso ya le había quedado claro, pero a sus hijos los recordaba mucho más... pequeños.

Si te han dicho mi nombre y mi apellido, entonces esa identidad ha dejado de serme útil.- Murmuró con suavidad, alargando la mano para tomar el vaso que el muchacho le ofrecía y tirar el contenido detrás de ella en un rápido movimiento antes de volver a dejarlo sobre la mesa. El sonido de la madera contra el cristal fue seco, así como su humor por atender a aquel crío.

Supongo que eres Collins. Por la edad.- Murmuró recogiendo de nuevo las cartas y volviendo a barajarlas con soltura. Cuando pidió jugar, guardó la baraja en su bolsa y deshizo las sombras de su rostro.- No.- Aún no era lo suficientemente buena. Le faltaban algunas semanas más para dominarlo.- ¿No eres un poco joven para estar bebiendo? No me malinterpretes, me da igual, pero ni siquiera te gusta.- Para ella, al menos, el alcohol nunca había sido un remedio para olvidar sino un medio para un fin.

Si no tienes negocios que hacer conmigo, esa silla está ocupada. Tengo cosas que hacer.- Declaró.

La despedida y la salida de Ouroboros había sido dura, ya lo sabía, ya había contado con ello, pero no por ello de fácil asimilación. Pero tenía, ahora, dos grandes promesas que cumplir: la primera: volver a la isla para terminar con todas aquellas cosas que quería hacer con sus amigos; la segunda: que el miedo no le paralizase. Y, creedme, que estaba muy concentrado en cumplirlas. Guitarra a la espalda, mochila cargada, y buscando información, solo se le ocurrió volver a aquel tugurio de mala muerte en el que había estado haciendo algunos trabajos para su gerente hacía ya unos cuantos años atrás, antes de subir a Ouroboros.

Y así, de camino a la tasca, y haciendo favores que jamás serán explicados, pudo ir consiguiendo ciertos ítems que le iban a ayudar en la misión, porque, como tal le había dicho Setelah, debería ir bien equipado. Aparecí cerca, a unas cuadras de distancia, me acomodé el equipaje y me aproximé al edificio, tapando la cabellera roja con la capucha del abrigo. Había olvidado el frío de la superficie, en comparación con la isla. Cuando atravesé la puerta del bar, un chorro de aromas de distintas índoles me abofetearon con fuerza: alcohol, sudor, tabaco… Revisé a mi alrededor, con mirada fugaz, y me acerqué a la tabernera. Era la misma mujer que ya conocía de veces anteriores. Le pedí algo de beber, porque todo el mundo sabe que si quieres hablar con los regentes de una tasca, tienes que hacerlo en la barra, con ínfulas de chico duro y bebiendo… zumo de grosellas.

Le pregunté por un hombre moreno, no conocía su nombre, de largas melenas negras. Klaus, sabíamos que se llamaba, gracias al Palantir. Pero, en ese momento, desconocía ubicación, afiliación y todo lo que se relacionaba con él. -Sé que tiene campos de cultivo, pero, ¿por qué? ¿Es proveedor?- ¿Y no pedía nada a cambio? Le gustaba el sistema de trueque, pero sabía que era un método que a día de hoy no funcionaba. Quería preguntarle por los fuegos y los chips que había visto en el Palantir, pero decidió ser discreto en ese aspecto -Me interesa contactar con su grupo, pero no sé si serán personas receptivas o no, ya sabes, por lo de SAM y eso. ¿Alguna forma de poder acercarme a ellos, Dorothy?- A esa mujer no le gustaba su apodo “Doris”, lo evitó. -Quizás estén buscando un músico para sus fiestas, jeje- Guiño guiño. Por lo demás, el zumo estaba rico. Lo que no estaba seguro era si estaba pareciendo el chico duro que pretendía ser.


Dados de interrogar y conseguir información de Klaus

El miembro 'Nichollas Simon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Blanc... ¿Blanc?... Bllllllaaannc... El apellido quería sonarme de algún lugar, pero cuando pensaba que ya había atrapado el recuerdo, éste se escapaba de entre mis manos. La miré entrecerrando los ojos y arqueando las cejas tras notar que había arrojado la bebida que le había ofrecido pero no le dí importancia. -¿Te averguenzas de tu identidad?- Ése era un tema que me interesaba, entendía que debía mantener el perfil bajo pero me enorgullecía de mi nombre y mi apellido, de mis padres, de mi familia, de mi gente. No quería ocultarlo ni reemplazarlo. Alcé la mirada al techo y tensé los labios en una mueca pensativa mientras encogía los hombros cuando la mujer dijo mi nombre. -Tal vez... El Ministro de Paz tiene dos hijos mellizos.- De pequeños nos confundían, pero el cabello de Michael se hizo un poco más oscuro que el mío y yo era algo más robusto. -Si, soy Collins.- Admití sonriendo por mi intento de confundirla.

Fruncí los labios cuando se negó a jugar una ronda conmigo y miré hacia las ventanas que dejaban pasar la abundante luz de la mañana. Evidentemente ella estaba sentada en un lugar al que no llegaba tanta luz pero de repente su rostro dejó de estar entre las sombras. No parecía que se hubiera inclinado hacia algún rayo de sol así que pensé que alguien había movido una cortina que iluminó su rostro, por eso miré hacia las ventanas. -No me gusta éste whisky, pero me gusta la idea de beber whisky.- Repliqué mirando el fuego líquido removerse porque yo movía el vaso en perezosos círculos. San Patricio era mi excusa pero había algo más, había visto a mi padre beber y, tal vez inconscientemente, pensaba que él me guiaría si lo imitaba. Sí copiaba su forma de ser, sentía que estaba conmigo de algún modo, así tomaría las decisiones correctas, estaría a salvo y pronto nos reuniríamos.

Además había hecho muchas cosas que no me gustaban para conseguir algo más, trabajar con magos para recuperar a mi gente, por ejemplo. Ante sus palabras miré alrededor buscando aquellos con los que aparentemente estaban haciendo fila para reunirse con ella, desde mí perspectiva, éstos brillaban por su ausencia. -Claaro.- Dije con ironía, justo en ese momento ví que alguien entraba al establecimiento y lo seguí con la mirada hasta la barra donde se puso a hablar con la cantinera mientras yo bebía otro sorbo. La gente que atendía la posada parecía ser una popular fuente de información, de seguro se llenaban de dinero. Yo quería esa información y ese dinero, ya vería la manera de meter las narices. Volví mi atención a la mujer que todavía no sabía si era o no la que el alemán quería y me incliné un poco sobre la mesa. -Estoy trabajando en unos inventos que van a marcar la diferencia, hablo de modificar y mejorar seres combinando la magia y la tecnología.- Dije en tono confidencial.

-Busco colaboradores capaces y me hablaron de tí. El mundo está cambiando pero las ganancias de éste negocio te permitirán dejar de tener que atender gente aquí. Podrías conseguir tu propio casino.-

Dorothy tenía un … un algo que le dejaba embobado con cada palabra, movimiento y gesto. Tenía unos labios bonitos, a su parecer, una tez morena y un pelo oscuro que encandilaba a cualquier que tuviera dos dedos de frente. Trataba de ir de chico duro siempre que iba a aquel lugar, en especial cuando se dedicaba a la mensajería, como aquellas cosas que tuvo que trasportar de la vampira. Sacó el dinero que había conseguido en casa y se lo tendió a la mujer, lo siguió y lo perdió entre las curvaturas del pecho, donde se quedó mirando embobado unos segundos. Carraspeó y se dedicó a su zumo de chico malo y a sus preguntas de detective de película que había visto con Belle. -Necesito datos- Engoló la voz, para hacerla más grave, y fardar un poco delante de ella. Sí, por qué no, hacer teatro era divertido y ella era simpática con él. Siguió el recorrido del dedo, que tenía cierta cadencia en sus movimientos, pensando que igual le picaba ahí, o que trataba de recuperar el dinero que se había caído por el escote. Un pensamiento un poco turbio se le pasó por la cabeza, algo así como que no le importaba ayudarla a encontrarlo, pero decidió centrarse en su cometido. Escuchó con toda la atención que el movimiento de aquella falange le permitía, era como hipnótica, con el susurro de la voz de ella.

Incluso le dedicó una sonrisa de bobalicón cuando le dijo que tenía un montón de cosas que enseñarle, pensando en hechizos, magia, recetas de cocina. -Volveré pronto… ejem… volveré- Carraspeó para engolar la voz y cuando le guiñó el ojo se azoró, sin saber muy bien porqué, y notó calor por todo el cuerpo cuando aquella mano se coló por su camiseta y las pieles se rozaron. Se centró en su zumo, sonrojado y calenturiento, hasta que el patronus de Setelah sobre la información que él había conseguido le recordó la misión pues se había olvidado totalmente de ella. De repente tenía como muchas ganas de quedarse allí, con Dorothy. Pero no. Se sacudió la cabeza y recordó la misión. La misión era lo más importante. Se bajó de un salto del taburete mientras Dorothy se contoneaba por la sala, repartiendo piscolabis, se le fue la mirada al trasero y negando con fuerza salió de aquel pecaminoso lugar todo lo rápido que las largas zancadas que sus piernas le permitían, hasta retirarse lo suficiente del sitio, sacar el plano para situar físicamente el punto de reaparición y desaparecer de la taberna.

Tuvo que reír cuando el chiquillo habló de vergüenza.- No te proyectes en mí, niño.- Se estaba cansando de ser su niñera, pero admitía que la pregunta había sido graciosa. En realidad, no le importaba mucho si el que estaba frente a ella era Collins o su mellizo. De cualquier forma, tenía el rostro lo suficientemente similar como para quererlo lejos de sí misma. No dudaba en que los hijos del ministro fueran unos inútiles a pesar de que él fuera una maldita máquina asesina. Habían crecido, en cierto modo, protegidos y mimados. Aún así, no lo quería cerca. La manzana nunca caía muy lejos del árbol.

Vio con claridad como no le gustaban sus negativas. El trago, la baraja... tenía que saber que era inoportuno y no bienvenido, o alguien más en la sala se lo diría a la mala. No era exactamente el lugar más neutro a pesar de los rumores.- Por lo regular, la gente que conozco que toma whisky toma también malas decisiones.- Susurró, comenzando a girar uno de sus anillos entre los dedos, por entretenerse mientras el chico entendía que no era bienvenido.

Se estaba pensando la manera cómo callar su pretenciosa boca de chiquillo irrespetuoso y quitárselo de encima cuando escuchó en lo que "estaba trabajando". Por un instante, lo miró tranquila, incluso quizás interesada mientras giraba de vuelta el anillo entre sus manos. Tratando de armar las palabras en oraciones, pasó la mirada por sus facciones lentamente.

¿No han causado ya suficiente daño los de tu estirpe?

Preguntó mirándole directamente, bastante serena a pesar de todo.- Yo estuve con tu padre cuando tu ni siquiera nacías. Vi planes crearse y deshacerse, me especialicé en tantas cosas que lo que quieres hacer, para mí, es solo conocimiento general, no es ni siquiera un reto... Pero eso no quiere decir que debamos hacer todo lo que podemos. Jugar a ser Dios ya nos costó más de la mitad de la población y terminar subordinada bajo alguien a quien no reconozco como líder no es algo a lo que aspire de nuevo. Deberías plantearte de nuevo tus objetivos, porque no necesitamos mejores seres ni combinar nada con nada. El mundo necesita más humanidad, no retirar la poca que queda.

Y el casino me lo pongo yo, el día que yo quiera.

Luego de un profundo análisis de información nueva que había obtenido, y de incontables horas de trabajo duro en le hospital, había decidido detenerse, no porque necesitase descanso, que obviamente no es su caso, si no porque tiene tiempo en el que puede hacer otras cosas al tener cierta autonomía.

Por esto, tras una serie de consideraciones, tomó la decisión de que su información aún seguía siendo insuficiente, y por tanto, decidiría hacer una investigación más sobre la naturaleza humana, y de las criaturas en general, hacer una realista consideración de si para ella vale la pena protegerlos y ayudarles...

Ahora tenía que lucir diferente, así que estaba metida en una vestimenta digan de ser llamada... Casual, puesto que tenía una falda relativamente corta, de color negro unos zapatos, una camisa a juego y estampada con la leyenda "Digital Heart" en un color azul neón y una fuente de letra con una estética bastante tecno, además de una chamarra a juego que llevaba abierta.

Literalmente ropa que su creador le dió para que tuviera algo, en realidad le dió bastante, más pruebas de lo mucho que la quería, y ella en buena medida es consciente de ello, y quizás por esta razón sea que los utiliza aunque no los vea demasiado necesarios.

Ahora mismo se encuentra ingresando al bar, y empieza a analizar a todo el que ve, con sus sensores visuales y auditivos mayormente, también evaluando la posibilidad de interacción como parte de su estudio.

Finalmente decidí pasarme por la taberna para ver qué tal le iba a mi subordinado con aquello de cazar talentos o conejillos de indias para los experimentos, adentrándome en el antro con intenciones claras. No tardé en localizar a Collins en la barra, conversando con la mujer que había tomado como objetivo desde el principio.

"Victorya..."

Me acerqué de manera sigilosa como si fuese a la barra, actuando de manera disimulada e incluso tardando más de la cuenta mientras trataba de escuchar retazos de la conversación. En el camino me fijé en una desconocida que vestía de modo bastante moderno en comparación a los sucios del bar. El rótulo "digital heart" en su camiseta me llamó la atención, al igual que toda ella. Le sonreí a propósito al pasar a su lado, buscando qué reacción tenía la potencial víctima o colaboradora de negocio. - Bonito atuendo. ¿Crees que un corazón digital haría funcionar mejor este retorcido mundo? - Después pedí una copa, apoyándome de lado en la barra para hacer contacto visual por fin con Collins y Victorya. Así que él le ofrecía cosas por trabajar con nosotros y ella...le rechazaba hablando de humanidad. Decidí usar mi poder de persuasión mental sobre ella, intentando que me obedeciese por voluntad propia. Manipulada más bien.

- En el fondo quieres venir con nosotros y alcanzar esa grandeza que tanto anhelas. Vives por y para el conocimiento. Te gusta ser reconocida por tu talento, no lo niegues. - me acerqué para cogerla por el brazo, guiñándole un ojo a Collins como queriendo decirle que muy bien, que ya me encargaba yo del resto. - Podemos hablar en un lugar más tranquilo si quieres. Mira, esta señorita de aquí también podría estar interesada en mi negocio. ¿Quieres saber de qué estamos hablando? - pregunté a la peliblanca, justo después de mover a Victorya para alejarla del joven O'Connell.
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AM: 30 dado + 37 stat + 10 hab. + 5 canalizador= 82 de control/persuasión mental para Victorya

El miembro 'Tobías Gutenberg' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Ataque' :