La Posada de los Muertos

Recuerdo del primer mensaje :



Si tienes un anuncio, aparte de rolear que lo cuelgas aquí, envía un mp a Admin con el contenido de dicho anuncio para que editemos y aparezca aquí. Cuando encuentres lo que andabas buscando, ¡mandanos otro mp o avisanos para que retiremos el anuncio y no se acumulen papeles en el tablon!

Septiembre 2037

Se busca técnico para misión peligrosa. La recompensa será todo aquello que el interesado pueda conseguir.

Preguntar por Rose.



Septiembre 2037

Se buscan mercenarios para diferentes labores, tales como defensa, infiltración, espionaje y realización de nuevos contactos y redes. Se pide discreción. Buen pago, tanto en dinero como en objetos. Se ofrecen también los servicios de un alquimista, desarrollador mágico y con conocimientos que fusionan el uso de la magia y la tecnología. Trabajo para cualquier bando que lo solicite. Los honorarios han de ser de acuerdo al trabajo realizado.

Interesados, para cualquiera de las dos propuestas, contactar aquí con T.G.S

© HARDROCK

Septiembre 2037

"Se buscan mercenarios/cazarrecompensas para mision de búsqueda y captura. Pagamos bien. Basta con que no te caigan bien los soldados del ejército."

Preguntad por Rybar Dvorak

© HARDROCK

-Solo hasta que estalló la guerra, yo era pequeña aún, ellos no quisieron tomar parte y se limitaron a sobrevivir. Muchas veces me he sentido impotente ante situaciones que la magia podría facilmente resolver, sigo sintiendo eso incluso ahora. Pero es por la magia que estamos en esta guerra, y por no saber utilizarla y convivir con ella. Yo he nacido sin magia, tú con ella, es algo que he aprendido a aceptar, si todos fuesemos iguales el mundo sería un lugar aburrido, ¿verdad?

*Sonrío despacio, algo triste ante el recuerdo de mis padres.*

" Ojalá pudiesen verme ahora... Tal vez estarían orgullosos de la persona en quien me he convertido. "

-¡Por supuesto! No puedo dejar que alguien como tú merodee por aquí sin compañía.

*Le guiño un ojo de forma cómplice y me levanto de la mesa, acabando mi refresco.
Después de todo, salimos de allí.*

Empezaba a tener un poco más de miedo, quizás por saber cómo había acabado Yaroslav en una de sus salidas. No podía dejar de darle vueltas… Lo habían traído medio muerto, y todo, por haberse alejado de la base. Yo siquiera podía teletransportarme. Empezaba a preguntarme hasta qué punto era seguro que fuera allí, a la Posada, pero sentía que era necesario que me pasara. Los consejos de Kybath… Más bien sus gritos, recriminaciones, el ponerme un cuchillo en el cuello… Me habían recordado que necesitaba dinero. Había pasado muy poco tiempo desde mi regreso al mundo exterior y aún se me notaba que estaba un poco hecho polvo. Cojeaba -ya mínimamente- pero tenía la piel estampada a moratones y un corte muy majo en el cuello que me había hecho Savant. Aunque ese detalle era imposible de apreciar porque prácticamente no dejaba ni un trozo de piel al descubierto, poro más que los ojos. Me había pintado la piel un poco con tiza, que no disimulaba mucho pero si alguien miraba rápidamente lograba pasar inadvertido. Llevaba parte del uniforme por encima de la armadura que recién estrenaba.

Era calentita. Y me gustaba. Pero definitivamente aún me resultaba extraño llevarla. No era de metal completamente pero era como… Extraña. No tenía la libertad que otorgaban las livianas telas de una túnica. Pero sin embargo debía ser bastante útil a la hora de parar alguna ostia. Y todo eso me hacía sentir un poco más seguro. Aunque como siempre era Zer’tath el que acababa de darme la confianza necesaria para alejarme de la base. Llevaba la mayor parte de nuevo dentro del saco, aunque escondía un trozo un poco más pequeño en la manga. Podía salvarme la vida y abultaba entre poco y nada. Llevaba el estoque colgado en la espalda -un lugar un poco raro para semejante arma- escondido gracias a la capa.

Llegué a la posada, que seguía un poco igual a como la vi por última vez. Tras echar una mirada al posadero que no acababa de parecerme fiable, ingresé. Me sentía un poco cansado. Me dirigí al tablón y le eché una mirada por encima, discreto. Pedían un técnico… No, aquello no me servía de nada. Maldije en voz baja. El otro anuncio era más completo e interesante, hablaba de una búsqueda de mercenarios para… Espiar, defensa, contactos, redes… Fruncí el ceño y negué con la cabeza. No era exactamente lo que quería. Era más útil como curandero o… Bueno, se me daba bien matar gente. No quería calentarme la cabeza, prefería dar ostias. Pero desde luego no parecía una mala solicitud y estaba dispuesto a tomarla si es que no surgía nada más importante. Además, era mucho texto y palabras un poco raras, no acababa de entenderlo todo porque leer se me resistía.

Senté mi culo en una silla y pedí mi típica ración de rata y un vaso de agua, un pedido tan modesto como delicioso. Incluso si a cierto ruso no le parecía del todo correcto. Comía intentando no llamar la atención. Tan tapado y negro como iba creo que cantaba un poco que intentaba esconder algo. Pero siquiera me importaba. Tenía un poco de dolor de cabeza. Estaba agobiado conmigo mismo, con mis propios recuerdos, con mi familia, con Kybath -o mejor dicho, Yden-, con no ser ni siquiera quien yo… Creía. Gruñí una vez más en mi vida y me contenté con esperar algo interesante, mientras llenaba mi exigente buche.

Aparezco frente a la puerta de la Posada de los Muertos, en el exterior. Afamado sitio de mala fama para encontrar infames mercenarios. Abro la puerta e ingreso a su interior, aun manteniendo la capucha sobre mi cabeza. Pero el sofocante calor que hace alli en contrapunto al frio del esterior me produce bastante agobio. Estoy tentado de retirar la capucha, pero aguardo a hacerlo. Me aproximo a la barra, preguntando al posadero por el tablon de anuncion y por una botella de vino. Me vende una botella, me da unas indicaciones y un pedazo de pergamino mas una plumilla. Cojo todo aquello y me voy para una mesa, lanzando alguna que otra disimulada mirada a los pobladores de aquel sitio, aunque la capucha limita mi vision periferica.

Me siento a una mesa, comenzando a redactar el anuncio. Va a ser escueto. "Se buscan mercenarios/cazarrecompensas para mision de búsqueda y captura. Pagamos bien. Basta con que no te caigan bien los soldados del ejército."
Luego me detengo, preguntandome como poner que contacten conmigo. En verdad, me da lo mismo mantener mi jodido anonimato. Ya saben quien soy. Y si no lo saben, deberian. Asi que ni corto ni perezoso, estampo mi maldita firma al final. Rybar Dvorak. Una vez escrito, me levanto con el trozo de pergamino en la mano, y la botella de vino en la otra. Ese sitio me resultaba de todo menos agradable. Y el vino seguro que sabia a rayos, nada que ver con las buenas cosechas que teniamos en el castillo de Stirling. Eso hace que se avive mi odio por los soldados de la Alianza y que estampe con fuerza el pergamino contra el tablon de anuncios, antes de clavarlo. Luego, mientras abro la botella, me tomo unos instantes para leer las solicitudes de otras personas.

"vaya, vaya. Buenos tiempos para los mercenarios. Sus servicios son bastante solicitados. Esperemos que los haya con cojones suficientes"

Tras analizarlos, vuelvo a mi mesa, sentandome ahi para pegarle un trago a la botella. Ni copa, me habian dado, los muy cerdos. Una mueca de asco atraviesa mis labios, lanzando una mirada asesina al posadero, que pasa desapercibida por las sombras de mi capucha. Estoy pensandome si rajarle el cuello con la botella que me ha dado tras romperla o si romperla directamente en su cabeza.

No me pasó por indiferente la entrada de una persona igualmente tapada, casi como si ocultara algo. Me llamó la atención entrever que llevaba una máscara. Las capuchas para mi poco o nada podían ocultar, porque la oscuridad que estas creaban sobre el rostro no resistía una buena miradita drow. No le seguí demasiado los movimientos, ni reparé en qué se había pedido. Pero procuraba controlarlo. No era al único, también había estado tratando de no perder de vista cierto hombretón gordo que se sentaba muy cercana mia, de voz grave y llamativa… Me daba la sensación de que me miraba mal. Había otro chaval un poco demasiado animoso, la cosa menos discreta del mundo. Me dio la sensación de verle unos dientes tan afilados como los míos, pero… Aparté la mirada y la puse encima del posadero. Ese. Ese era el peor. Ahí, existía, era un cabrón de… No sé porqué pero desconfiaba soberanamente de él.

Tras llevarme el último cacho de rata a la boca, que por cierto… ¡Qué cosa tan minúscula! Menuda birria, la otra vez tenía más chicha. Pedí la cuenta, ya iba un poco corto de dinero pero los humanos eran especialmente raros a la hora de cobrar por la carne de roedor. La carne de conejo era carísima, pero la de rata era la cosa más barata del mundo. A mi ya me convenía, porque la encontraba tan deliciosa como cualquier otra. Yo no le ponía ascos a ninguna. Solo entonces me di cuenta de que el extraño de antes estaba intentando colgar un anuncio, aunque por la mala ostia que tuvo al intentar clavarlo parecía más bien que estuviera peleándose con el trozo de papel.

Y yo, como un drow curioso (y un poco muerto de hambre a nivel de dinero) no pude evitar acercarme un poco. Al principio con disimulo, como quien no quiere la cosa, desde la distancia… Pero entre que no entendía ni papa de esa lengua y que tenía los ojos achicharrados del sol, no me sirvió de nada. Así pues con algo más de descaro me tuve que acercar. No sé que pensaría de otro tipo bien encapuchado, embutido en una armadura la mar de negra con una capa un poco más clara, y gracias. Pero por la lectura del anuncio pude adivinar que ascos tampoco me haría. Debía estar buscando gente de mi tipo, de pocos escrúpulos… El tema de búsqueda y captura sonaba más divertido que el espionaje. Especialmente si no tenían inconvenientes con que se llevaran un par de cortes.

La última frase me hizo pensar indudablemente en Dyospiros. Parecía que hubieran hecho aquella solicitud para él. No pensé en apuntarme yo por mi mismo, no sin informarme un poco. Pero tampoco iba a preguntar sin tener claro si iba a unirme o no, aquellas personas preferían ser muy confidenciales con sus tejemanejes, y no revelaban sus planes a nadie. O la gran parte lo eran. Le eché una mirada de arriba a abajo al contratante, tenía un aspecto un poco… Flacucho. No parecía que fuera a sacarse una espada del nabo y pegarte con ella. Empezaba a intentar diferenciar magos y humanos, y me dio la sensación que este se decantaba por el primer grupo…

-¿Rybar?- Lo llamé, tras descifrar la firma del anuncio. -La misión… ¿Podrías hablar de ello?- Me esforcé todo lo que pude en hablar bien el inglés. Me pasé una mano por el rostro, rascándome la nariz. -Conozco alguien que quizás quiere.- ¿Pero realmente iba a hablarle de ello si me surgía oportunidad? ¿No se suponía que yo debía cuidar que fuera por una senda un poco menos… Maligna? ¡Menudo crío perverso estaba hecho yo!

Llego a la posada de los muertos en busca de algún trabajo como mercenaria dado que hacía tiempo que no hacía ninguno. Últimamente me había dedicado solamente a la creación y venta de armas de fuego y era un poco aburrido, prefería hacer algo distinto para variar. Echo un rápido vistazo al tablón de anuncios y veo uno que me llama la atención. Más que el contenido, me sorprendió la persona que lo firmaba. Rybar Dvorak.
"¿No es ese un miembro de los Blood Keepers, igual que mi desgraciado padre?"
Al pensarlo, toco mi mano izquierda, sintiendo las escamas que tenía debajo del guante. Gracias a mi maravilloso padre tenía ese horrible cuerpo endemoniado. Odiaba profundamente a él y a los blood keepers por creerse superiores por la "pureza" de su sangre, teniendo derecho a subyugar y hacer lo que quieran con cualquier otro ser mágico.
"Juro vengarme de ellos".
Había oido hablar de ese tal Dvorak, usualmente iba con una máscara a todas partes para que no le vieran la cara. Miro las mesas por si había alguien que encajara con esa descripción, y por suerte sí lo había. Al parecer ya estaba con alguien, pero no me importaba lo más mínimo. Me acerco a pasos ligeros a su mesa y me siento sin su permiso Le miro con unos ojos fríos y penetrantes a través de su máscara antes de preguntarle.
-¿Aceptáis aberraciones para ese trabajo?

Alli estoy, sentado a mi mesa con mi botella de vino, haciendo algo de tiempo. La verdad es que me sorprende la velocidad con la que alguien ha parecido tener interes en mi anuncio, al escuchar una voz desconocida llamar mi nombre. Alzo la mirada hacia el dueño de dicha voz, encontrandome con otro embozado alli dentro, bajo techo. No es algo muy normal, hay que reconocerlo. Y no distingo bien bajo las sombras de su capucha. Levanto mi mano agarrando mi capa, echandola hacia atrás.

-Soy yo. Asumo que has leido el anuncio que acabo de poner. Siéntante. -le indico al tipo encapuchado que tome asiento en la mesa, con un gesto de mi cabeza. Evaluo bien su aspecto: acento raro, capucha, armadura de cuero....no parece un novato.

A los pocos instantes, llega una chica un tanto mas estrafalaria que mi primer postor encapuchado. Pero esta se sienta sin mi permiso. Eso de primeras no me gusta. Desobediencia, tendencia a hacer lo que le da la gana. Tomo nota de ello, pero en fin, son mercenarios, no se pueden esperar grandes modales por su parte. -Eso depende. ¿Las aberraciones saben hacer bien su trabajo? En ese caso, lo mismo me da- le respondo devolviendole una inexpresiva mirada. ¿Aberracion? No tenia muy claro como la definia eso, si se referia a ella. Que supongo debe ser asi. Yo la veia bastante normal, salvo por su raro tocado y prendas extrañas. Pero su cabello blanco, me recordaba a Katrina, aunque en versión corto. Y eso despertaba a partes iguales amargor y...¿Simpatía? No, dudo que fuese eso. Añoranza, en todo caso, algo que no sabia identificar.

"Dos mercenarios en menos de un minuto? Esto es interesante. No pensé que les escasease tanto el trabajo"

Miro a ambos despues, esperando a que el de la capa se decidiese a sentarse. -¿Trabajáis juntos?- en realidad no era necesario que lo hiciesen. Cuanto más repartidos, mejor.

Lo primero que hizo fue mandarme a que me sentara. Así hice, no sin sentirme un poco observado. Yo le devolví la mirada mientras lo estudiaba de arriba a abajo, con ojo crítico. Notaba algo… extraño en él. Tal vez solo fuera la máscara. ¿Qué ocultaba en ella? Las capuchas al menos eran más… disimuladas, pero llevar una máscara era un símbolo de que buscabas ya mentir, ocultar algo. Y por lo tanto se conseguía el resultado contrario. Pero poco me importaba a mi si descubrían a aquel tipo o no, por su elección de atuendo. Yo tampoco era nadie para quejarme.

Aunque si hablamos de atuendos idiotas, creo que el de la otra chavala se llevaba el premio. Se acercó. Tenía el pelo blanco y no pude evitar mirármela de arriba a abajo, atraído por aquel inusual tono para cabellera. Incluso cuando lo encontraba terriblemente atractivo, había algo que me hacía desechar aquel pensamiento. Un poco más abajo tenía unas tetas que parecía cubrir con cinta aislante. Iba casi en pelotas. Fruncí el ceño con bastante desagrado, no únicamente porque las mujeres me ponían nervioso, si no porque aquella se pasaba tres pueblos. Tentado estuve de darle la capa para que se tapara un poco. -Nek- Mascullé, centrando la mirada en el hombre. Esta parecía tener poquitos modales y no dudó en tomar asiento.

Preguntó que si se aceptaban aberraciones en el trabajo. Hice mala cara, mirándomela una vez más, preguntándome si lo decía por mi. El otro pareció quitarle importancia a eso explicando que solo quería un trabajo bien hecho. -Las aberraciones pueden ser tan imbéciles como cualquier otro.- Gruñí yo por mi parte. Me sorprendió no equivocarme con ninguna de las palabras. Dentro de mi pensé algo como “Olé tu”, la mar de orgulloso. Pero sin embargo tenía que mantenerme ahí con el porte erguido, con dignidad, haciendo la expresión corporal más amenazante que pudiera. Más ahora que tenía competencia en mi trabajo.

Entonces hizo una pregunta inesperada. Giré la cabeza y le dirigí una tercera mirada a la niñata que se había sentado con nosotros, hice un poco de cara de asco (que por suerte quedaba muy disimulada bajo la capucha) y negué con la cabeza. -No, qué va. El que yo conocer que puede querer esto es otro. Un hombre.- Hice especial hincapié en aquello, como recordándole que en principio yo no iba a pillar ese trabajo, personalmente. -¿Cuánta gente contrata?- Le pregunté con verdadera curiosidad. -¿Necesitas que trabajar todos juntos?- Le pregunté, chasqueando la lengua por la frustración de no hablar bien esa vez. -Ugh.- Dejé ir ese sonido al pensar que si por alguna remota casualidad iba a ello, ¡Cosa que no iba a hacer! Porque yo era una buena persona, tendría que trabajar con tal mujer. Y lo cierto es que eso me echaba muy para atrás.

Pero tenía que estar dispuesto a hacer unos cuantos sacrificios en pos del dinero… ¡Pero aún así! Habían formas más limpias de conseguirlo, me dije. Búsqueda y captura… Pensaba y pensaba.

-La calidad del trabajo depende de la calidad del pago- Digo en contestación a Rybar.
"Deben de estar desesperados si buscan contratar mercenarios. Por lo que veo no les va muy bien eso de subyugar a otros seres mágicos".
Me altera que la otra persona se dedicara a insultarme por mi condición cuando ni siquiera le había dirigido la palabra. Empiezo a sentir como se forman algunas escamas carmesí en mi brazo derecho a causa de ello, pero rápidamente las tapo con mi otro brazo e intento tranquilizarme un poco.
"Esto no es bueno, me está alterando demasiado estar delante de un blood keeper".
Me muestro indiferente ante la idea de hacer el trabajo junto a esa persona, dudo que fuera a incordiarme demasiado.
-Tú eres el que manda, pon las condiciones de trabajo que te parezcan mas convenientes. Pero déjame a mí la forma de hacerlo, lo único que necesito es que me des un objetivo.
No tardo mucho en ver que la comunicación sería un problema, dado que el encapuchado hablaba como si le costara nuestro lenguaje.

Rapidamente advierto el desagrado que parece causarle la chica al encapuchado. No es que entienda lo que significa "nek", pero el tono y los gestos no parecen muy receptivos. Eso responde a mi primera pregunta, en gran parte. Vale, porque en realidad no los necesito trabajando juntos.

-El numero de mercenarios a contratar es irrelevante, aunque te adelanto que uno solo, no va a ser. Y no, no es necesario que trabajeis juntos, en realidad eso a mi me da igual. Os podeis buscar las mañas como querais

Uno de ellos, el encapuchado, parece no querer el trabajo para si, si no para comentarselo a otro. No se cuanto de cierto hay pero no me importa, si corre la voz tambien es bueno para mi. Si lo hubiera podido ver a la cara, habria visto la analitica mirada que me habia lanzado, cosa que me habria incomodado en exceso. De sobra sabia que mi aspecto, asi de primeras y para quien no me conociera, podia resultar...llamativo. Miro a mis dos interlocutores, no se conocian, y el vino me habia dejado un amargo sabor en la boca. En fin.

-La busqueda y captura es para soldados de la alianza humana. Cualquiera, aunque preferiria que tuvieran cierta importancia dentro del ejército. Por supuesto cuanto mayor la presa, mayor la remuneración. Un soldado raso solitario es mas facil de atrapar y poco podria reportarme. Por el dinero no teneis que preocuparos. La mision consistiria en atrapar a uno de esos, o dos, o tres. Y entregármelos...vivos. Lo más vivos que podáis, que conserve sobre todo, su capacidad para hablar y facultades mentales. Se entregaria una parte del pago al principio. La otra parte, al final. La primera parte es fija y la segunda variable, en funcion a los resultados.

Miro al encapuchado, pues él parecia venir en representacion de alguien más -Diselo a ese contacto tuyo,a ver que le parece. Sobre el dinero, hablariamos de monedas de oro. Galeones. Si no os interesa la moneda de los magos, siempre podeis contar con el material del cual están hechas, no es ningun tipo de....latón.- esto ultimo lo digo con evidente incomodidad, agarrando la botella de vino y agradeciendo que el guante de cuero evite el ruido que haria mi mano metálica al entrar en contacto con el vidrio, pegando un breve trago. -De la gente que contrate, espero eficiencia y discreción. Y dadas vuestras condiciones como...seres mágicos, dudo que alguien del ejército os haga una contraoferta mejor a cambio de mi cabeza. Las vuestras les interesarían mas.- una sonrisa muy leve y algo sardónica se instala en mis labios. Intento decirles que se lo piensen dos veces antes de doble jugar conmigo. La mercenaria de cabello blanco y floripondio en la cabeza con un tic extraño por cubrir su brazo, y el mercenario encapuchado de extraño acento y palabras. Y de color de piel tambien raro, por cierto.

La chiquilla pareció calmar un poco su impertinencia, quizás por unos picores raros que parecieron darle en el brazo. No tuve reparos en mirarla como me dio la gana, porque tampoco podía quejarse mucho. En otras ocasiones no me habría atrevido. Ella insistía en que él mandaba, que le diera un objetivo… Y poco más. Parecía tener demasiada necesidad de tomar el trabajo y parecía dispuesta a defenderlo con garras y dientes. Emití un sonido de poca conformidad, aunque luego me alegró escuchar que el hombre no iba escaso en el tema de pillar gente, y no dudaría en dar trabajo a más de uno.

-Definitivamente no, trabajar juntos…- ¡Pero si yo no iba a tomar aquel trabajo! De alguna forma u otra ya tenía asumido que acabaría metido en ese embrollo, o bien arrastrado, o bien haría ver que no era mi culpa que acabara metiéndole una daga por el culo a un soldado. Nuestro jefazo iba bebiendo. Me empezaba a preguntar qué demonios le veía todo el mundo a aquella clase de líquidos. Yo no tenía excesivas ganas de probar uno. Recordé que cargaba una botella de las buenas encima… Aunque no pensaba abrirla.

Explicó el trabajo: Consistía en pillar soldados. Los quería vivos. No necesariamente ilesos, pero al menos que pudieran hablar. A mayor cargo, mayor recompensa. Con pago inicial y en galeones, que era lo más conveniente para mi. El material de las monedas humanas era poco útil allí abajo. -Suena… bastante bien.- No tenía muy claro como catalogar aquello. Bien. No, bien no. Sonaba a que “como se lo diga al drow este se hace millonario a costa de este hombre”. -Definitivamente… Si, comentaré.- Asentí en cuanto me lanzó aquella sugerencia. El pequeño problema iba a estar en lo de localizarlo, pero tampoco me importaba mucho.

El último comentario que hizo me pilló un poco desprevenido y desde luego me sacó una mueca de molestia. -Es de inútiles hacer tratos con humanos. Te dan dinero, tal vez, y luego matar. Y ya. Demasiado arriesgado…- Le respondí casi como ofensa por haber considerado que iríamos a venderle. No. No podíamos. Ni tampoco nos había dado mucha información que pudiera ser útil a nadie, excepto que quería gente. Humanos de la alianza. Pensaba en el niño pelirrojo… -Así pues, ¿Dónde deber traer humanos?- Bajé el tono de voz para preguntar aquello. -¿Dónde frecuentas? ¿Alguna forma de comunicar? Es… difícil llevar un animal aquí y allá y parecer discreto. Si mi amigo…- Es decir, si “yo”, porque es que estaba claro que iba a acabar participando… -... Atrapa a alguien, definitivamente querrá llevarlo directo a un sitio.- Estaba pensando como un auténtico estratega, una persona adulta, y me encontraba muy satisfecho.

Me miré a la mujer, a ver si ella también quería preguntar. Me daba la sensación que alguien tan en pelotas no debía ser útil en muchas cosas de su vida. Aunque había visto hombres ser cautivados muy fácilmente por un par de tetas… Me preguntaba si es que sus métodos eran esos. Reconozco que era algo machista, yo -más bien en defensa al hembrismo que había vivido toda mi vida-, pero es que había gente que se hacía de odiar. A mi me daba mal rollo ver tanta chicha al aire. Me froté la mano por la cara, incómodo por la tiza y miré un momento alrededor, como vigilando, como… Si notara peligro. No podía bajar la guardia.

"Perfecto, encima me dará un pago adelantado, este va a ser el mejor trabajo que haré en mucho tiempo".
Escucho con atención a toda la información que nos da Rybar, sin hacer mucho caso a las miradas que me dedica el encapuchado aunque me ponen un poco incómoda. Si se atrevía a tocarme solo debía dispararle un tiro entre ceja y ceja. Siento como desaparecen las escamas de mi brazo, por lo que ya no es necesario que siguiera tapándolo.
-Me parece todo correcto, lo único que queda por decir es el lugar de encuentro como dice el encapuchado.-Luego de unos segundos pensando por si quedaba algo más por decir, me doy cuenta de que aún no me había presentado- Por cierto, puedes llamarme como Santa de la Pólvora.
"Parece que al final seré la espada de los Blood Keepers, pero una espada de doble filo".
Me incomoda cada vez más que Vor no haga otra cosa más que mirarme con total descaro, me daban ganas de meterle el cañon del mosquete en la boca y jalar el gatillo. Lástima que eso haría peligrar mi trabajo con Rybar, así que me limito a encogerme sobre mi misma y tirar de mi capa para taparme un poco el torso, no sin antes darle una mirada asesina.

-Por supuesto que suena bien. Mejor sonarán las monedas en vuestros morrales. -respondo a Vor'kalth

Se de sobra que un mercenario descontento es el arma perfecta contra uno mismo, asi que cuanto mejor se les pague a esos cabrones, mejor trabajaran, o al menos mejores intenciones tendrán de no clavarme una daga por la espalda. Sonrio de lado porque el encapuchado acaba de llamar "animales" a los humanos. Es un tipo raro, pero tiene su gracia. Ambos me preguntan sobre formas de entrar en contacto y lugar de entrega del paquete. Entonces saco un pequeño mapa de dentro del forro de mi capa y lo extiendo sobre la mesa, marcandoles con mi pluma el punto de entrega. Una fabrica en los exteriores de Londres.

-En ésta fabrica abandonada de aqui. Está relativamente cerca de Londres asi que no tendriais problemas en transportarlos, pero lo suficientemente apartada como para estar sin vigilancia, aunque puede que sea frecuentada por otras personas con fines similares a los nuestros. Pasaré por alli frecuentemente. Si llegais antes que yo, pintad este simbolo en la puerta de la fábrica. -dibujo un sencillo simbolo en la esquina del mapa, y con el mismo tono impasible de voz, añado -con la sangre del soldado si no teneis pintura. Pero recordad que los quiero vivos. De ese modo podré saber que alguno de vosotros ha cumplido con el objetivo. Esperadme alli. Y tras comprobar la calidad del paquete, recibiríais la segunda parte del pago. Y fin de vuestra tarea.

Dejo el mapa sobre la mesa, para ellos, y guardo mi pluma. -Visitaré la fábrica todos los dias. -me parece más conveniente asi que darles algun modo de contactar conmigo, o un punto al que yo realmente si suela ir. Ni pienso hablarles de un refugio. Miro a Freiya cuando me dice PUEDES llamarme Santa de la Pólvora.

"Como si necesitase tu permiso para llamarte de alguna manera"

No expreso mi pensamiento, por supuesto. Pero le respondo igualmente: -Veremos si eres tan Santa como dices. Bien. Tres días. En tres días pasaré por primera vez por la fábrica. Asi tendreis algo de tiempo para ir preparandoos. Supongo que tu estas ya convencida para comenzar. ¿Pero y el caballero?- miro a Vor'kalth mientras mi mano vuelve al interior de mi capa. El no me habia dejado claro si el trabajo lo iba a coger ya, o si necesitaba consultarlo con...la almohada, o con su compañero, si e que existía de verdad. Entre tanto, yo iba buscando la bolsita con las monedas.

simbolo que dibuja Rybar en la esquina del mapa:

La tiparraca concordó conmigo en lo de encontrar un punto de encuentro. Nuestro jefe, que por lo visto era bastante serio -aunque se le había escapado algo que parecía una sonrisa al mencionar a los humanos como animales- sacó un mapa que extendió sobre la mesa. No era la primera vez (ni de lejos) que veía un mapa de la zona de Londres y sus alrededores. Había tenido que pillármelos varias veces para ir aquí y allá, y no mentiría si afirmara que ya casi me los sabía de memoria. Nos explicó las características de la fábrica. Desde luego parecía un lugar perfecto para aquello. O para que se tendiera una trampa, o para que nos robaran, o para que nos asaltaran, o para hacer una redada… Pero por alguna razón -quizás la gran firmeza de aquel hombre- podía pensar que realmente quería un trabajo bien hecho.

Memoricé el símbolo. Me lo apuntaría en algún lado fuera como fuera. Porque conocía mi memoria… Empezaba a preguntarme si era cosa del lavado de cabeza que me habían hecho, porque tenía una tendencia horrible a olvidar detalles, cosas, nombres, contraseñas… A juzgar por la sugerencia de usar la sangre del secuestrado pude adivinar que el futuro que les deparaba, en sus manos, no sería precisamente agradable. Probablemente acabaran muriendo, y quizás eso era incluso una bendición. Algo dentro de mi pareció incomodarse, quizás mi parte elfa sencillamente… No tragaba aquello. No podía ser parte de un asesinato. Y menos por dinero. Quizás por odio, por venganza… Eso sería aceptable. Pero algo muy distinto era por beneficio propio. ¿Iba a colaborar en aquello?

… Si. Explicó que pasaría por la fábrica todos los días después de tres pasados. Yo asentí pero no dije palabra, no queriendo decir chorradas innecesarias o errar de nuevo en aquella lengua. Aunque me interrumpió la peliblanca, diciendo que se podía llamar… Santa de la Pólvora. Madre mía. Qué nombre. Se me escapó un poco de carcajada que intenté disimular con una mano en la boca. ¿De dónde había sacado aquel mote? Enano sonaba desde luego mucho más apetecible. -Yo agradecer si se me llama…- ¿Qué motes tenía yo? -Vest.- No había mentido. Vest era mi nombre, de hecho… Era menos mentira que Vor. Aunque yo ya no me consideraba esa persona. Pero era un buen mote, ¡Vaya que si!

La mujer -en una de las veces que lo miré- pareció echarme una mirada un tanto asesina. Le devolví una de pura inocencia, que pronto fue acompañada por una sonrisa de oreja a oreja. Procuré enseñarle todos y cada uno de mis afilados dientes, divertido con haberla logrado provocar incluso sin soltarle ningún insulto directo, no al menos en su lengua. No tenía miedo alguno a la hora de liarla dentro de un bar. Allí poco o nada podría hacerme sin llamar la atención, y al catalogarse a si misma de aberración, supuse que requeriría de magia para hacer sus cositas.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la pregunta de este, que parecía cuestionarme si pillaría la misión. -¡A-Ah!...- Vale. ¿Y cómo carajos iba a localizar yo a Dyospiros? Podría ir a ver si se había portado bueno y seguía en la base… ¿Por qué carajos no tenía ninguna forma de comunicarme con él? ¡Menuda mierda! -¿Tu permanecer por aquí mucho tiempo? No, no lo creo… Menudo cuchitril.- Lo decía un poco para mi mismo, pero es que aquel sitio era todo un desastre. -Puedo intentar localizar. Si eso, ya apareceremos…- Ya daba por supuesto que iba a ir con él. Aunque como siempre me gusta poner excusas, diré que era porque me daba miedo que se perdiera, si aceptaba la misión. -En la fábrica. Allí recibiríamos ambos pagos, tanto el adelantado que… No poder recibir ahora por no estar del todo seguros, ni el otro. ¿Entendido?- Le dije, intentando sonar coherente y mantener la seriedad. Aunque volví a desviar la mirada hacia la puerta.

Pensaba que sería jodidamente estupendo si entrara justamente el drow por allí. Como quien no quiere la cosa. ¿Pero qué iría a hacer él en un bar? ¡Menuda gilipollez! Pero aún así… Tenía la esperanza. Que entrara y dijera, “¡Hola! Vengo a por encargos que tengan la finalidad de matar humanos”. Cuanto me gustaba fantasear… Me esperaba otra caminata, a no ser que los astros se alinearan.

Miro atenta al mapa que nos presenta el mago, memorizando tanto el lugar de encuentro como el misterioso simobolo. Me daba la sensación de que ya lo había visto en alguna otra parte, pero no consigo recordar exactamente a qué me sonaba.
"Debe de ser su reclamo, como el sonido de apareamiento de algunos animales".
Por lo que veo a Rybar no parecía agradarle la forma de llamarme y el encapuchado no hace otra cosa más que reirse por lo bajo, pero me muestro indiferente ante sus reacciones.
"Ya tendré tiempo para represarias".
Sin embargo, aún debía de buscar alguna forma de buscar a mi padre entre los Blood Keepers. Con los años que han pasado seguramente ya ni se acordaba de mi cara, pero yo tenía su imagen grabada a fuego en mi mente. Era la única persona que veía y cada vez que ocurría era solo para forzarme a hacer magia e intentar sacar un poder que yo no poseía.
"Seguro que este hombre lo conoce. Tengo que asegurarme, a lo mejor ha muerto hace ya tiempo en la guerra, lo cual no estaría nada mal".
-Una última cosa, Rybar, ¿conoces a alguien llamado Blade Speeddraw entre los blood keepers?

Habia estado deambulando por ahi pero, estaban tooodas las calles siniestramente vacias. Como si algo muy gordo estuviese atrayendo la atencion de una gran cantidad de soldados, vaya. Pero eso yo no lo sabia. Iba con mi urraca al hombro, mi abrigo largo y mis botas, caminando direccion a aquella posada en la que ya habia estado mas de una vez. De buena tinta sabia que ahi podia conseguir trabajo. Abro la puerta entonces, yo ni me molesto en taparme el pelo, o la piel oscura, o las orejas picudas. Si alguien se metia conmigo bien, excusa para ensartar daga en tripas! Sonrio, contento, y camino con Roac a mi hombro, el cual aletea inquieto. Yo paso directamente hacia el tablon, la oscuridad de la taberna no me molesta. Noto algunas miradas clavadas en mi pero mientras solo sean miradas, todo bien.

"A ver que hay por aqui...."

No me percato de que Vor está alli, por supuesto, porque el tio va embozado y pintarrajeado, y yo tampoco me fijo. Sin embargo Roac sale pitando de mi hombro hacia el del semidrow, posandose en su capucha y graznando. Me giro, indignado por el subito abandono. Que ese sitio es peligroso para una urraca, joder. - Roac, que no! -la veo ahi sobre una cabeza de un tio, alrededor del cual hay dos tios mas. No, perdon, un tio y una tia. Los miro a todos entrecerrando los ojos asesinamente.

"no, que no se te note tanto"

Entonces sonrio, tal como me enseñó Vor. -Por favor no se alarmen, es una urraca inofensiva hambrienta

La niñata acabó por preguntar al otro una cosa que a mi me importaba entre media mierda y tres tercios de esta. Estaba más pendiente del resto del bar, ahora que no estaba tan implicado en la conversación. Ahí seguía la gente, cada uno con sus cosas, sus trapicheos, comiendo, bebiendo, haciendo lo que cualquiera hacía en un ambiente de esos. Yo seguía pensando en qué maravilloso podría ser mi día si apareciera… No, era demasiado pedir. Abrió la puerta un individuo indudablemente drow, de piel oscura, abrigo largo, con un pajarraco en el hombro… Casi habría dicho que acababa de ocurrir el milagro pero algo lo impedía: Aquel tío hacía una cara de felicidad que resultaba demasiado poco suya. Aunque tal y como seguía mirándomelo me empezaba a preguntar, “¿Cuántos drows conoces en el mundo exterior?” Y… me di cuenta que acababa de suceder.

Casi pegué un salto de la silla. No sé si me había visto o si me había reconocido. No. Se acercaba, se miraba el tablón -o tenía intenciones de ello- pero no me hablaba. Quien si que me dirigió la palabra fue el pajarraco. Se subió encima mía a armar escándalo. Y yo le sonreí bastante al pajarraco, la mar de alegre de verle allí. Él le echaba la bronca pero como siempre la avecilla iba muy a la suya. Yo ya estaba registrando mi bolsetón cuando noté la mirada asesina encima mía. No. No sabía quien era. ¿Tan buen porte tenía con la armadura? ¡Madre mía! Estaba casi orgulloso de mi mismo. Y más lo estuve en cuanto vi al chaval sonreír para disimular un poco las ganas que tenía de o pegarnos a nosotros, o al animalico.

Que solo era una urraca hambrienta. Ya sostenía un trozo de bocata que me había comprado para la cena del viaje y se lo tendía al animalico. -¿Hambrienta? Mira, mira qué rápido se soluciona.- Intenté sonar muy firme pero tenía la voz entrecortada, me temblaba la mano y la sonrisa llevaba un rato imponiendose a mi intento de cara de neutralidad. Me levanté, ignorando al resto del bar, al tío del encargo, la capulla de pelo blanco… Estaba muy entretenido pensando que tal vez Lloth era mejor deidad de lo que parecía, porque que aquel chaval hubiera aparecido ahí, para sacarme de mi apuro, no tenía nombre. Estaba casi eufórico. Intentaba retenerlo. Llevaba varios días un poco cazibajo, pero… -Qué, ¿Ya te habías olvidado de mi?- Le gruñí en drow, con cara de buen chico.

Y no tuve mejor idea que darle un buen abrazaco con un par de palmadas en el hombro, de esos de los que parece que no se han visto en tres años. Solo después de eso me di cuenta que quizás era un poco exagerado, ridículo, o… Me separé corriendo y me puse muy firme. -E-Esto… Ehhh… yo… yo he visto gente hacer eso, ¿Eh? Cuando no se ven en un tiempo… E-Es decir…- Acababa de avergonzar al malote del bar. Más o menos. El tío que tenía pinta de ser más malijno. Maliiijno. -Y-Yo… Esto… Q-Quería que vinieras, porque… Ah, tengo que explicartelo y… Y pensé que sería genial si entraras por la puerta, y aparecistes… Y-y… creía que no te volvería a ver, esto…- Estaba más rojo que un puñetero tomate. -... Y-y no lo digo por ti, si no porque… Ah, ah… tengo tantas cosas que contarte, es que… El padre que me par… no, madre, e-e-esto…- Miraba al suelo. Nuevamente. Gruñí y miré a los otros dos como si justo me hubiera percatado de su existencia. Cambié al inglés.

-Este es el tipo que hablar yo antes, Rybar. Mira, Dyos. Este tío da trabajo. Por secuestrar soldados alianza. ¿No haces tu eso? Quería encontrar y mencionarte, así te sacas dinero. ¿No te parece buena idea?- Le sonreí bastante exageradamente. Un poco asesino, casi imitando sus sonrisas. -Paga principio y al traer. Fábrica, yo saber como, déjame eso a mi. Da dinero como más importante. O cantidad. Qué, ¿Suena bonito, no? Hacer lo de siempre. Pero con dinero. Excepto tu no matarlos, ellos vivos, ¿V-Vale?- Había adoptado un porte de presentador de televisión aunque al menos no había alzado el tono. Yo intentaba hacer buena cara, aunque se me notaba que estaba jodidamente rojo. Y nervioso.

off:

off: Supongo que ahora me toca a mí si se ha saltado a Rybar.

Miro impasible la llegada de un nuevo mercenario en busca de trabajo por el contrato de Rybar. Habían más personas interesadas de lo que pensaba. Si no paraban de venir, con un poco de suerte el desembolso económico de los blood keepers hacía que fueran a la quiebra y llegasen a disolverse, pero dudaba de que algo así llegase a ocurrir.
"Sería demasiado ideal".
No tenía nada más que hacer allí, no era asunto mío lo del nuevo mercenario. Una vez que Rybar me contesta a mi pregunta y me da las monedas del pago adelantado, me levanto de la mesa.
-No pasará mucho tiempo hasta que vuelvas a tener noticias mías.
Una vez dicho todo, me giro dándoles la espalda sin molestarme siquiera en despedirme, para luego salir por la puerta rumbo a mi casa.

-Por mi bien

Respondo secamente al encapuchado acerca de sus preferencias a la hora de recibir el pago, puesto que queria buscar a su compañero. Me daba lo mismo. Luego Freiya me pregunta que si conozco a un tal Blade Speeddraw. Pues si, su nombre me suena de algo, de cuando en lugar de llamarnos Blood Keepers teniamos otro nombre, y eramos mas poderosos como organizacion, y defendiamos a los magos y castigabamos a aquellos que nos eran traidores o que eran humanos. Claro que me suena el nombre. Pero no le respondo a Freiya. No le digo ni pío. Le dedico una mirada de conmiseración por atreverse a preguntarme algo y sigo a lo mio.

"Soy tu contratador, no tu informador. Paria"

Ella acepta el trabajo, y el saquito de monedas, eso si se lo doy. Esperemos que sepa hacer bien su trabajo de traerme algun soldado vivo. Miro al otro que habia llegado, su raza no me resulta desconocida, mis ojos paran por su pelo, el color de su piel y sus orejas. Casi me agrada ver que un drow se nos ha acercado. Son expertos asesinos. Aunque por otra parte, eso tambien hace que salten mis alarmas....tampoco se les conoce por ser precisamente leales.

En fin, solo necesito su lealtad por un determinado periodo de tiempo, y nada mas. Luego me fijo en su pajarraco, y en que el otro se levanta y le pega un abrazo. Se me escapa un resoplido de aburrimiento y cansinez cuando se ponen a hablar en su lengua. Vale, asi que el otro tambien debia ser un drow o algo por el estilo. Ahora seguro que estaban insultandome. No les quito ojo de encima por si en lugar de eso estan planeando matarme y robarme el dinero que lleve encima. Si pretenden hacer eso se encontrarian con un hechizo de mi parte aguardandolos.

"que hará un drow por aqui.... ? Tsk. Espero que no se acabe convirtiendo en un problema. Y aunque sienta cierta curiosidad....con cosas del trabajo es mejor no inmiscuirse mucho"

-¿Ya están de vuelta, caballeros? -pregunto con un deje ironico cuando vuelven a un idioma que SI entiendo, sin disimular mi aburrimiento previo a posta. -Lo que dice este tal Vest es correcto. ¿Aceptas? Cuanto más grande el pez, mayor la recompensa.

El de la capucha habla y yo pongo un gesto muy raro porque esa voz me suena. Entonces el tio de la capucha se levanta, Roac aletea hasta posarse en la mesa, y yo veo a Vor. Lo miro con el ceño fruncido y cara de sorpresa o indignacion, porque vale, acabo de reconocer la capa, pero lleva armadura nueva y capucha y cosas que no me habian dejado reconocerlo. Voy a preguntarle "que tal tu viaje" cuando se acerca demasiado rapido a mi para....¿abrazarme?

Ya está. Se acabó, me digo a mi mismo. Ha elegido este momento en el que tengo la guardia baja por la sorpresa y me va a clavar un tenedor en las costillas. Que idiota he sido. Me tenso totalmente y a la velocidad del rayo la espada está en mi mano. Es posible que Vor ni si quiera se de cuenta de ello. A tiempo noto que Vor no pretendia apuñalarme, y ademas Roac se ha puesto a graznar de nuevo y salta hacia mi cabeza pegandome un solo picotazo. Otra vez. Tomo aire muy fuerte y me aparto de Vor, tenso.

"Estoy mal de la cabeza. Un dia....ya verás, un día de estos....."

Miro a Roac con cara de, ¿Culpa? Ya, ya lo sé, no es un enemigo. Este semidrow no, al menos. Luego miro a Vor aunque en mis ojos se nota que estoy algo perturbado, pero no es por su culpa, son mis actitudes las que me ponen asi. Podria haberle dicho "avisa antes de volver a hacer eso" o "¡no vuelvas a hacer eso nunca!". Pero solo me sale una mirada turbia. Agradezco que se agarre a tartamudear y a ponerse nervioso el solito porque asi igual le pasa mas desapercibido mi instinto animal de antes. Poco a poco, comienzo a escuchar las nuevas que tiene para mi. Tras oir la descripcion de Vor miro a Rybar, largamente. -Si...podría estar bien. ¿Seguro que no podemos matarlos?

Lo pregunto casi con pena, y no me pasa desapercibido que a mi compañero lo ha llamado Vest. ¿Vest? Identidad falsa para protegerse? Podría ser, si. Luego vuelvo a mirar a Vor, pasando al drow. -Si dices que tu te has enterado de la parte de la fabrica me ahorro el preguntarselo a este panoli.

Pasé un poquito olímpicamente de la mujer peliblanca. Como si así se fuera a ir. … Y de hecho, funcionó. No me percaté en qué momento se había pirado, pero cuando me acordé de ella ya no estaba. Al hombre le había parecido bien que fuera a buscar a mi amigo… Aunque realmente ya se sabe que no hizo falta. Lo cierto es que a Rybar no le debió hacer mucha gracia la escenita, y soltó alguna queja en voz baja al respeto. Algún suspiro, o algo así. Pero todo eso me pasó un poco desapercibido, porque se hizo algo más tenso de lo esperado el tema del abrazo de bienvenida.

Noté el sonido de un arma que durante unos segundos me hizo temer, pero casi que lo olvidé en cuanto los sonidos de la avecilla volvieron a interrumpir sus instintos asesinos. Dyos acabó apartándose, desde luego no muy contecto con lo ocurrido. Y yo me sentía mal por haber hecho eso. Había sobreestimado su capacidad para… Comprender un gesto amistoso. Quizás la confianza que me profesaba. En gran parte su reacción contribuyó al terrible tartamudeo o nerviosismo posterior, pues no dejaba de pensar en ello. ¿Me había considerado un enemigo? ¿Realmente aún se esperaba que le hiciera algo malo? Creí que debería encontrar algo interesante para Roac… Especialmente porque empezaba a creer que me había vuelto a salvar la vida.

Le noté mal la mirada. No demasiado, empezaba a creer que era la imaginación que me traicionaba. Y yo no me atrevía tampoco a cruzarle mis ojos, más pendiente del suelo y de una cucaracha que se escapaba entre las rendijas de las tablas del suelo. Mi propia respiración se había vuelto algo nerviosa. Le daba vueltas tal y como explicaba el plan. Durante unos segundos me quedé sorprendido de que Rybar me llamara por el nombre de Vest. Había olvidado ya que lo había usado de mote. Pestañeé un par de veces en el más absoluto silencio, analizando un poco las razones por las cuales no parecía el mago muy conforme con nosotros. Me ajusté un poco el guante, pensando que le rebentaría la boca como fuera por nuestra raza y no una razón más argumentada.

El drow se decidió por aceptar. No se lo pensó mucho. Yo me puse firme mientras él preguntaba si no podíamos matarlos. -No, no… Otra ocasión, Dyos…- Le dije yo por lo bajo en inglés, contestación muy curiosa en mi. Entonces me habló personalmente en nuestra lengua materna. “Panoli”. Menudo insulto. Sonreí un poquito, más que cruel o con mala ostia, casi inocente, divertido por la palabra. -Si, si, yo te acompañaré en lo de la fábrica… Creo que solo necesitas ayuda con eso, ¿N-no? Es decir, si necesitas que te acompañe… Me da algo de miedo que te pase algo, pero… Pero yo no participo, no… ¿No?- No iba a aceptar eso voluntariamente. Que me arrastrara si él lo veía conveniente. Pero no me iba a declarar yo como un asesino por dinero.

Aunque no me importaba en absoluto si tenía que participar en ayudar a encontrarlo, a sorprenderlo, inmobilizarlo, ponerle algo para que se callara, arrastrarlo a la fábrica… En cierta parte los instintos asesinos me salían al pensar en el centinela, en Yaroslav herido y el cacho de oreja que le faltaba a Dyospiros. Cuando giraba la mirada lo veía y me hacía sentir un poco impotente. Pensar que yo podía acabar así -me decía- incluso sin hacer nada… Para eso, prefería que me pillaran con una razón al menos. Aunque no me iba a dejar pillar. Estaba decidido. No había razón por la cual sin estar muy hecho polvo no pudiera salir echando ostias. No iba a hacer como Johan, me dije. No, ¿No? Al menos no con desconocidos…

… ¿Y con conocidos? Fruncí el ceño, un poco amargado por mis pensamientos. Dejé la cuestión sin resolver mientras buscaba un poco al pajarraco con la mirada, como si empezara a tomarmelo como un ángel de la guarda. -Creo que… Todo listo, ¿No?- Busqué con la mirada el saquito de dinero de Rybar, a modo de indirecta. -Nosotros…- Ojo con el término. -Traer a ti peces gordos. Mucho. Los drows somos buenos en eso. Especialidad, ¿A que si?- Miré de forma cómplice a Dyospiros, sonriendo con todos mis dientecicos. -Y nosotros sacar dinero. No razones para ir más lejos. Fácil fácil y para toda la familia.- Cambié bruscamente mi expresión por un ceño fruncido y otra vez cambié al drow. -Necesito hablar contigo, Dyospiros.- Le dije en drow tan rápido que solo pareció un gruñido. No lograba sacarme algo de la cabeza.