Recuerdo del primer mensaje :


Rituales mágicos, sacerdotisas, invocaciones secretas...este lugar ha sido siempre y será lugar importante para los magos.
-Sí, tu patronus llegó cuando estábamos con ella en la base- Le explicó Vishous recordando cómo le había visto su hermana. Sin embargo, sabía que Arleen había reconocido que no había sido él quien le había dado la información a Sofía. Por el contrario, había respetado todos sus deseos sobre cómo compartir la información. Es más, le había venido de perlas que sus padres se hubiesen ido a Grecia porque así no tenía que fingir delante de ellos.
Después, cuando finalmente pudo sentir que el nudo del pecho se disolvía, dejó que Sofía lo reconforta sintiéndose infinitamente mejor ahora que podía sacarse eso de encima. Estrechó su abrazo mientras finalmente le hablaba. En el fondo, no estaba acostumbrado a que nadie le viera llorar y era una faceta que hasta el momento no había compartido con Sofía.
Sabía, por su tono, que lo que estaba por decirle iba a dolerle aún más. Y así fue porque eso quería decir que ya no podía hacer nada, nada realmente que valiera la pena ni para protegerla ni para ayudarla. Había fallado catastróficamente en lo primero y en lo segundo era un maldito torpe -Estar ahí- Suspiró…pensando en cómo le habían dicho sobre los materiales. Era una forma de hacerlo…de estar… Asintió con suavidad mientras se alejaba para mirar a su mujer, acariciando su cabello rojo -Gracias- Se inclinó para darle un beso suave en los labios, que alargó en un gesto de necesidad por recomponerse… -No puedo volver ahora a la base, vayamos a … la tienda- Apoyó su frente en ella de nuevo y finalmente los desapareció de ahí.
Después, cuando finalmente pudo sentir que el nudo del pecho se disolvía, dejó que Sofía lo reconforta sintiéndose infinitamente mejor ahora que podía sacarse eso de encima. Estrechó su abrazo mientras finalmente le hablaba. En el fondo, no estaba acostumbrado a que nadie le viera llorar y era una faceta que hasta el momento no había compartido con Sofía.
Sabía, por su tono, que lo que estaba por decirle iba a dolerle aún más. Y así fue porque eso quería decir que ya no podía hacer nada, nada realmente que valiera la pena ni para protegerla ni para ayudarla. Había fallado catastróficamente en lo primero y en lo segundo era un maldito torpe -Estar ahí- Suspiró…pensando en cómo le habían dicho sobre los materiales. Era una forma de hacerlo…de estar… Asintió con suavidad mientras se alejaba para mirar a su mujer, acariciando su cabello rojo -Gracias- Se inclinó para darle un beso suave en los labios, que alargó en un gesto de necesidad por recomponerse… -No puedo volver ahora a la base, vayamos a … la tienda- Apoyó su frente en ella de nuevo y finalmente los desapareció de ahí.
La llevó a un sitio que era reconocido por su carga mágica y, además, natural. Sabía bien que deseaba deshacerse de la angustia y lo bien que le sentaría estar conectada a la naturaleza sin la presencia del maldito árbol de los Pendragon así que le parecía el lugar perfecto. Al aparecer dejó caer la bolsa con todos aquellos implementos que a él le encantaban y a que a ella le gustaba probar. A sabiendas de que era un lugar público, V simplemente activó uno de sus escudos para proteger los sonidos y quizás custodiarlos un poco. Eso le daría más seguridad…
Quería decirle alguna cosa pero lo cierto es que las palabras le fallaban más veces de lo que lo hacía el contacto físico así que la atrajo hacia él con una mano en la nuca y atrapó sus labios en un beso que, evidentemente, no dejaba lugar a dudas de lo que iba a ocurrir ahí. Agradeció que era verano y que el vestido de Sofía era sencillo…de romper porque no tuvo ningún tipo de preocupación en bajar las manos de su cuello hacia su escote y reventarlo a la mitad de un sólo movimiento mientras su lengua irrumpía en su boca. Sí, estaba un poco apremiado pero es que entre una y otra cosa llevaba conteniéndose mucho tiempo. La ropa interior fue lo siguiente, dejándola como Gaia la había traído al mundo en medio de aquel monumento natural.
Recorrió la figura femenina de Sofía desde las caderas hasta sus pechos, encontrando de camino sus sensibles pezones y apretándolos con firmeza mientras la besaba. Sonrió internamente ante el sonido que escapó de su garganta y siguió hasta subir las manos a su cabello y atraparlo entre sus dedos con fuerza, separando su cabeza de la propia en un tirón sólido -Hay muchas cosas que voy a usar hoy. Una de ellas inspirada en tus palabras- Inclinó su cabeza en una posición clara de entrega -Voy a preguntarte esto una sola vez- Le dijo con la voz ronca -¿Recuerdas tu palabra de seguridad?- Porque sabía que estaba dispuesta a entregarse a él, que confiaba en él, no sólo por lo que le había pedido hace unas horas sino por lo que le había dicho hace ya unas semanas atrás. Quería todo con él.
Quería decirle alguna cosa pero lo cierto es que las palabras le fallaban más veces de lo que lo hacía el contacto físico así que la atrajo hacia él con una mano en la nuca y atrapó sus labios en un beso que, evidentemente, no dejaba lugar a dudas de lo que iba a ocurrir ahí. Agradeció que era verano y que el vestido de Sofía era sencillo…de romper porque no tuvo ningún tipo de preocupación en bajar las manos de su cuello hacia su escote y reventarlo a la mitad de un sólo movimiento mientras su lengua irrumpía en su boca. Sí, estaba un poco apremiado pero es que entre una y otra cosa llevaba conteniéndose mucho tiempo. La ropa interior fue lo siguiente, dejándola como Gaia la había traído al mundo en medio de aquel monumento natural.
Recorrió la figura femenina de Sofía desde las caderas hasta sus pechos, encontrando de camino sus sensibles pezones y apretándolos con firmeza mientras la besaba. Sonrió internamente ante el sonido que escapó de su garganta y siguió hasta subir las manos a su cabello y atraparlo entre sus dedos con fuerza, separando su cabeza de la propia en un tirón sólido -Hay muchas cosas que voy a usar hoy. Una de ellas inspirada en tus palabras- Inclinó su cabeza en una posición clara de entrega -Voy a preguntarte esto una sola vez- Le dijo con la voz ronca -¿Recuerdas tu palabra de seguridad?- Porque sabía que estaba dispuesta a entregarse a él, que confiaba en él, no sólo por lo que le había pedido hace unas horas sino por lo que le había dicho hace ya unas semanas atrás. Quería todo con él.
La reunión con Nikolaos fue... ¿fructífera? Seguramente. Había quedado más tranquila a pesar de todo, pues tenían un plan de acción y no dudaron en ponerlo en marcha. Si era sincera, las cosas iban bien hasta que V, delante de su compañero, le había echado en cara el haber saludado a Cedric, tal y como lo había hecho con todos los presentes a esa reunión. Incluído Wthyr, aunque quizás si se enteraba de eso fuera mucho peor. Por mantener y estrechar la "tregua" que tenían podía ir muy lejos. En realidad no había pasado a mayores, el comentario fue moderado al señalar que no confiaba en ninguno de los Pendragón, pero asumir que no había tomado sus precauciones era un poco exagerado. En su momento, solo asintió y agrradeció la preocupación, pero aquella fiereza con la que la protegía le resultaba extraña. Le faltaba acostumbrarse a ella.
Después de los preparativos, aparecieron en Stonehenge. Los músculos se le relajaron al instante, como la última vez que había estado ahí. Sin embargo, los recuerdos de la última vez también la nublaban. Habían hablado de Arleen, y recordaba que aún no podía acercársele porque no quería ver a nadie. Solo podía rezar que estuviera bien. Le sorprendió el beso por un instante, correspondiéndolo mientras su cabeza comenzaba a ir a toda velocidad. ¿Ahí? ¿AHÍ? Se lo había mencionado Leroy, era un lugar público, de interés actual para el Consejo, para los Pendragón quizás. El sonido de la seda rasgarse agregó a su estrés. No tardó en estar desnuda mientras su mente pensaba en con qué se cubriría si algo ocurría. Las manos de V la trajeron al presente cuando sintió la presión en sus pechos, fuerte y firme.- ¿Inspirada en mis palabras? - Suspiró profundamente después de gemir, entendiendo de qué iba todo. No trató de cubrirse. Estaba cómoda en su desnudez, a pesar de que tenía sus dudas de que aquel fuera el lugar indicado. Sin embargo, cuando escuchó la pregunta del contrario algo en su mente hizo clic y sus músculos se comenzaron a relajar de nueva cuenta. Se había preocupado por todo desde que habían llegado ahí, ¡por todo! Por todos los escenarios catastróficos que podían ocurrir. Ninguno estaba cerca de pasar, solo vivían en su cabeza, y si algo ocurría lo resolverían. Se lo dejaría a V en las manos. Podía confiar en él; podía entregarse a él con confianza.- Sí, la recuerdo.- Murmuró suavemente, aunque no quería usarla. Quería hundirse en la piel de su esposo por completo.- No quiero usarla. Quiero confiar en ti por completo...- Susurró. Sabía que eso no era lo que él necesitaba de ella. Que él también debía poder confiar en que pondría sus límites, por lo que continuó.- Pero te haré saber si algo es demasiado. No me dejes pensar en nada más...
Después de los preparativos, aparecieron en Stonehenge. Los músculos se le relajaron al instante, como la última vez que había estado ahí. Sin embargo, los recuerdos de la última vez también la nublaban. Habían hablado de Arleen, y recordaba que aún no podía acercársele porque no quería ver a nadie. Solo podía rezar que estuviera bien. Le sorprendió el beso por un instante, correspondiéndolo mientras su cabeza comenzaba a ir a toda velocidad. ¿Ahí? ¿AHÍ? Se lo había mencionado Leroy, era un lugar público, de interés actual para el Consejo, para los Pendragón quizás. El sonido de la seda rasgarse agregó a su estrés. No tardó en estar desnuda mientras su mente pensaba en con qué se cubriría si algo ocurría. Las manos de V la trajeron al presente cuando sintió la presión en sus pechos, fuerte y firme.- ¿Inspirada en mis palabras? - Suspiró profundamente después de gemir, entendiendo de qué iba todo. No trató de cubrirse. Estaba cómoda en su desnudez, a pesar de que tenía sus dudas de que aquel fuera el lugar indicado. Sin embargo, cuando escuchó la pregunta del contrario algo en su mente hizo clic y sus músculos se comenzaron a relajar de nueva cuenta. Se había preocupado por todo desde que habían llegado ahí, ¡por todo! Por todos los escenarios catastróficos que podían ocurrir. Ninguno estaba cerca de pasar, solo vivían en su cabeza, y si algo ocurría lo resolverían. Se lo dejaría a V en las manos. Podía confiar en él; podía entregarse a él con confianza.- Sí, la recuerdo.- Murmuró suavemente, aunque no quería usarla. Quería hundirse en la piel de su esposo por completo.- No quiero usarla. Quiero confiar en ti por completo...- Susurró. Sabía que eso no era lo que él necesitaba de ella. Que él también debía poder confiar en que pondría sus límites, por lo que continuó.- Pero te haré saber si algo es demasiado. No me dejes pensar en nada más...
-Pides cosas que hacen que mi mente vuele, Sofía - Le dijo contra los labios, dibujando luego una sonrisa lobuna. Sabía que no lo había dicho a propósito pero eso de "amarrar" le había dado varias ideas que de momento no había probado con ella. Siempre había sido sutil, se había tomado sus predilecciones con sumo cuidado en la introducción. Una cosa a la vez pero ahora…
-Bien- Le dijo cuando advirtió que sí recordaba la palabra. Aquello era importante, sobre todo ese día, que pretendía probar sus límites y hasta dónde realmente estaba dispuesta a llegar. Mientras hablaba aprovechó y se quitó la camisa ya que el calor empezaba a subir y a él no le gustaba sufrir por ello. No le gustó mucho la primera parte, es decir, sabía perfectamente que Sofía confiaba en él pero no quería la responsabilidad de definir sus límites. Eso tenía que hacerlo ella, así que movió una mano para acunar su rostro en ella con firmeza, apretando levemente los dedos en su barbilla pero dejándola hablar.
-Tus deseos son órdenes… hasta ahora- Expresó soltando su cabello y su rostro al mismo tiempo antes de echar un paso hacia atrás y señalarle el piso -Sobre tus rodillas- Su mirada diamantina descendió desde su mirada hasta sus labios, bajando por su cuello hasta aquel escote que siempre le invitaba a perderse y siguió por la curva de su cintura hasta la cadera. Se dirigió al sur, sonriendo de forma soberbia y satisfecho ante lo que veía y, sabía, le pertenecía.
-Bien- Le dijo cuando advirtió que sí recordaba la palabra. Aquello era importante, sobre todo ese día, que pretendía probar sus límites y hasta dónde realmente estaba dispuesta a llegar. Mientras hablaba aprovechó y se quitó la camisa ya que el calor empezaba a subir y a él no le gustaba sufrir por ello. No le gustó mucho la primera parte, es decir, sabía perfectamente que Sofía confiaba en él pero no quería la responsabilidad de definir sus límites. Eso tenía que hacerlo ella, así que movió una mano para acunar su rostro en ella con firmeza, apretando levemente los dedos en su barbilla pero dejándola hablar.
-Tus deseos son órdenes… hasta ahora- Expresó soltando su cabello y su rostro al mismo tiempo antes de echar un paso hacia atrás y señalarle el piso -Sobre tus rodillas- Su mirada diamantina descendió desde su mirada hasta sus labios, bajando por su cuello hasta aquel escote que siempre le invitaba a perderse y siguió por la curva de su cintura hasta la cadera. Se dirigió al sur, sonriendo de forma soberbia y satisfecho ante lo que veía y, sabía, le pertenecía.
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Sus pasos le llevaron hasta el bolso para abrirlo y extraer la diadema con las orejas de zorra que había comprado, se dirigió hasta su mujer y las colocó con suavidad en su cabello. Le tomó del mentón y alzó suavemente su rostro para que le mirara, pensando que aquel accesorio le venía bien. No, más que bien, increíble. Sonrió con aprobación mientras su masculinidad empezaba a incomodarle. Necesitaba avanzar y poseer su boca de alguna forma pero… por partes. Le acarició el labio con el pulgar, una promesa de lo que sucedería después antes de volver a alejarse -Te ves hermosa- Le dijo con un poco de adoración en su tono mientras la otra mano acariciaba suavemente uno de sus pechos, rozando el pezón entre su índice y su pulgar para sensibilizarlo un poco -Manos al piso- le ordenó separándose de ella.
La dejó adoptar aquella posición y se dirigió de nuevo a la bolsa sacando algo nuevo después de trastear unos minutos -Cierra los ojos- Eran órdenes sin derecho a titubeó, pero no por ello dichas con brusquedad o frialdad. Al comprobar que lo había hecho, Vishous se acercó silenciosamente y acarició la espalda de Sofía desde la nuca expuesta hasta la baja espalda con la suavidad del pelo que componía la cola. Bajó ésta por las piernas de Sofía, pasando por el muslo interior y luego las pantorrillas -He estado soñando con este momento…- Le confesó, simplemente quería verla un poco fuera de contexto. Subió la cola recorriendo de nuevo su prístina piel y esta vez la caricia se derivó a su zona sur. Le susurró poniéndose tras ella. Una de sus manos apretó suavemente su glúteo antes de soltarle una nalgada en la que descargó parte del deseo que tenía de restregarse los labios, y otras partes, por todo el cuerpo.
-Relájate…- los dedos de esa misma mano derivaron su curiosidad a ese punto en particular entre sus glúteos donde la cola iría colocada. El trasteo había sido para obtener algo de lubricante y que la transición no fuera dolorosa. ¿Molesta? Quizás, pero V tenía toda la paciencia del mundo así que se tomó su tiempo para estimularla la zona con aquel accesorio hasta que pudo introducirlo y dejarlo perfectamente colocado. Subió las manos por la espalda de Sofía y luego recorrió el camino con sus labios probando la exquisita piel de su mujer, llegó hasta su oído y le susurró con la voz cascada -Buena chica… arriba- le tendió la mano para ayudarla a incorporar y así poder darle vueltas sobre sí misma y admirar la primera parte de su escenario.
Sonrió suavemente escuchando a Vishous. Sabía bien, de primera fuente, que su mente podía rebasar la realidad, y que él era experto en traer esas fantasías a tierra. Pero lo que más la ancló al momento fue verlo quitarse la camisa. Era uno de los placeres que le daba la vida, así que disfrutó ese instante mientras sus músculos se estiraban y su boca comenzaba a secarte. Cuando acunó su rostro, recargó la mejilla en la mano del contrario, disfrutando la caricia con una sonrisa. Era muy propio el "hasta ahora", pues sabía que en breves sus deseos no contarían a menos que le pidiera más, más y más. Tenía la sensación de que estaban intercambiando las últimas palabras antes de entrar en materia, pues él había demostrado antes que no era mucho de dejarla hablar.
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A decir verdad, dudó por un par de segundos si debía arrodillarse cuando Vishous lanzó la orden. Miró piso mientras él se deleitaba de su cuerpo, y se veía bastante... duro. Su mente comenzó a maquinar muchos peros, y si quería olvidarse de todo, de todas sus inhibiciones incluso, debía aprender a obedecer las siguientes órdenes un poco más rápido. Sin tantas decisiones. Terminó por arrodillarse con cuidado, y por no saber qué hacer con los brazos puso las manos sobre sus muslos. Levantó entonces el rostro hacia V, esperó a que volviera y le sonrió al verlo traer las orejas, ponérselas de aquella manera tan dulce y mirarla. A pesar de la situación entera, no pudo evitar sonreirle enternecida, sintiéndose agradecida por las lindas palabras que le dedicaba. Esos momentos de conexión en medio de tanta perversión eran para ella como un oasis en el desierto. Más significativos que todo. Aquella vez, no dudó en hacer la siguiente orden y puso las manos en el suelo, aunque se quedó prácticamente sentada hasta que Vishous volvió.
Soltó un suspiro profundo al escuchar el siguiente paso, la siguiente acción en el orden del día. Cerrar los ojos no quería. Tenía la sensación de que volvería a sobrepensar y se sentiría algo expuesta, pero nada más lejos de la realidad. Se enfocó en los sonidos que V hacía al tomar cosas de la bolsa y en sus pasos al acercarse. Un escalofrío le recorrió la columna cuando sintió aquella suave cosa en su espalda. Sin poder contenerse, comenzó a retorcerse suavemente y a gemir sin deshacer la posición ni abrir los ojos. Cada músculo se contraía y relajaba al peso de aquel suave objeto. Era una sensación de placer que la tenía bien anclada al presente. Tanto que no imaginó lo que sucedería después. La nalgada la sorprendió y la puso en una tensión diferente después de soltar un grito por lo bajo. Si era sincera, tardó un poco en entender las verdaderas intenciones para las que aquel objeto había sido creado, así que no se lo puso tan fácil al inicio. Al final, tuvo que ver obligarse a relajarse mientras su cuerpo le pedía a gritos tensión, y terminó incluso por disfrutar de las hábiles manos de su esposo y colaborar. Estaban haciendo muchas cosas nuevas aquel día, y apenas llevaban algunos minutos en ese lugar.
Después de toda preparación, suspiró mientras los labios del contrario le besaban la piel y sintió el escalofrío de tener su voz susurrándole directamente en el oido la siguiente orden. Se levantó aceptando con cuidado la mano del moreno, jadeando despacio. A pesar de que tenía la necesidad, no abrió los ojos, se dedicó a sentir el viento sobre su piel y a disfrutar lo que hasta ahora llevaba. La sensación era diferente mientras se movía, porque algo se movía también dentro de ella y sentía aún aquella suave y peluda cosa golpearse contra la parte trasera de sus muslos mientras giraba. Era surreal y curioso. Erótico y distinto. Era lo que esperaba de V y, a la vez, lo que nunca habría imaginado. Su imaginación no era tan amplia, debía aceptar. Quizás no podía pedir nada más, tal vez sus deseos ya no eran bienvenidos, pero podía expresar sus necesidades.- Quiero besarte...- Suspiró profundo.
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- Notó la escasa tardanza de Sofía en cumplir su orden pero no dijo nada, la observó en silencio esperando que obedeciera o, por el contrario, no lo hiciera. Eso ya determinaría un poco cómo iban a suceder las cosas o no, y por ello necesitaba que la pelirroja se comunicara. Pero todo siguió viento en popa.
Al contemplarla con los ojos cerrados y aquellos escasos accesorios, su mente tenía nuevas ideas pero de momento prefirió esperar. Bajó una mano hacia su zona sur para acomodar su virilidad que ya pedía liberarse con premura, pero él de momento iba a esperar un poco. Se acercó un poco al oírla hablar, no le había ordenado que guardara silencio o no pidiera cosas.
Subió las manos hacia su cabello, profundizando el agarre con firmeza para hacerla mirarlo -Abre los ojos- Le dijo y esperó a que lo hiciera, conectado con su mirada durante un escaso momento antes de descender sus labios sobre ella. Empezó lento, apenas rozando sus labios, para luego presionar con suavidad e invadir su boca buscando su lengua de forma apasionada, algo muy propio de él. Y así la besó, durante un largo rato, dejándole escaso tiempo para respirar, para responder y para pensar, sólo lo justo para que pudiera poco a poco entregarse a él.
Finalmente se separó, descendiendo sus labios por su cuello e inspirando su perfume un instante antes de seguir bajando hacia su zona sur. Sus besos besaron el valle de sus senos y durante un momento atraparon un pezón en sus labios mientras acariciaba el otro con la punta de sus dedos. Succionó y jugueteó para luego pasar al siguiente hasta que aquella piel sonrosada estuvo sensible a la caricia del propio viento. Con su misión cumplida siguió bajando hasta apoyarse en sus rodillas y dejar un beso en aquella pecaminosa zona que era su destino.
Pero no siguió. Fue más como una promesa antes de alzar la cabeza y mirarla con una sonrisa perversa mientras pasaba los dedos con suavidad, percibiendo y confirmando lo dispuesta que estaba a continuar -Yo también quiero besarte- Le dijo y poco a poco se echó al piso mientras se lamía los dedos. Bien apoyado, con la cabeza entre sus piernas, le indicó que se pusiera de nuevo de rodillas -Manos en el cabello- Agregó mientras besaba la cara interior de sus muslos deleitándose en la suavidad de su piel y una vez en la altura correcta, V le hizo saber lo mucho y lo bien que quería besarla.
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- Las primeras pruebas pasaron con relativa tranquilidad. Relativa porque Vishous estaba construyendo un preludio que tenía el potencial de convertirse en una obra maestra. No sabía si era cosa de la creciente excitación que sentía, pero había cierta magia subiendo a raudales desde sus pies y una perpetua sensación de expectativa en el estómago.
Abrió los ojos ante su inminente orden, disfrutando el momento en que tomaba su cabello y el roce de sus labios. Ese beso lento era tan superficial y profundo que era un perfecto equilibrio entre lo íntimo y lo público de toda la escena. Siguió el ritmo a la perfección, pasando con él de aquel delicado beso al arrebato profundo, entregándole la misma intensidad. Con el paso del tiempo, comenzó a perder la compostura y colocó las manos en su abdomen, arañándolo suavemente, tratando de acercarlo más y más, de hacer uno solo de ambos. La separación súbita la dejó excitada y jadeante mientras recorría otras coordenadas de su piel. Su diabólico marido logró poner en alerta cada célula de su cuerpo; de pies a cabeza la tenía colganda en sus manos, pendiente de sus dedos, expectante de lo que haría su boca después de aquel único y perverso beso. Suspiró profundamente cuando le afirmó que también quería besarla, pero estaban pensando en cosas completamente contrarias. Lo veía en su mirada y en aquella sonrisa maliciosa.
Le miró confundida en cuanto se echó al piso, pensando en lo extraño que se veía justo ahí. Incluso sonrió, girando un poco la cabeza para verlo mejor. Se acomodó rápidamente y se arrodilló con las manos en el suelo pensando que por fin podría liberar la presión que claramente se acumulaba dentro de sus pantalones... pero no. Agachó la cabeza para buscar su rostro y verlo un poco enfurruñada. Se estaba dando cuenta bastante rápido que no era la mejor siguiendo órdenes sin saber qué vendría después. Que tenía que empezar a dejar de tener expectativas, al menos esa noche. Irguió la espalda, se llevó las manos al cabello y la montaña rusa comenzó.
El primer gemido salió de sus labios más agudo de lo que hubiera querido. Y el segundo... y el tercero. Estaba demasiado sensible, demasiado necesitada y deseosa. Por momentos, sus dedos se aferraban a las peludas orejas que la acompañaban para aguantar las oleadas que la recorrían. Después de algunos minutos se dio el lujo de cerrar los ojos y disfrutar, pero a medida que se acercaba a cierto punto cumbre, sus músculos comenzaron a relajarse y tensarse, recordándole que de zorra no solo tenía las orejas... -Espera, espera... ¡Espera! - En un delicioso espasmo, perdió la fuerza de mantenerse erguida y tuvo que bajar una mano al pecho desnudo del moreno, apoyándose en él mientras apretaba los muslos para detener lo que estaba creciendo en su interior.- Vishous, espera, espera... - Su rostro bajó hasta el abdomen del moreno y dejó un beso por donde creía estaba su ombligo.-¡Vishous!
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- Había cosas que le gustaban y cosas a las que era adicto. Oír a Sofía intentar que parara caía en la segunda opción. Le hacía gracia y le ponía a partes iguales porque la pelirroja intentaba, sin éxito alguno, tratar de dirigir sus acciones y él la ignoraba deliberadamente. Sólo una palabra podía hacerlo parar y su nombre y la palabra “espera” no era ninguna de ellas. Así que continuó y le respondió con una sonora nalgada aquel beso que le dio y que descargó un torrente de placer que conectó con su virilidad.
Esa misma mano se dirigió a la zona sur para deslizarse en el interior que su propia hombría quería ocupar, curvándose levemente para acceder a ese punto de placer Glorioso mientras continuaba desde jugando desde afuera hasta lanzarla al clímax, acompañando cada espasmo para alargar su placer. Cuando sus gritos pasaron a pequeños gemidos, Vishous se alejó un poco con una sonrisa socarrona mientras se relamía los labios.
Hizo un poco de espacio entre los dos, no mucho, sino el suficiente para poder quitarse los pantalones mientras admiraba el cuerpo de Sofía justo después del clímax: Desde su cabellera revuelta con aquellas orejas peculiares, descendiendo a sus labios rojos y mejillas sonrosadas y más abajo a sus pechos erguidos y su cuerpo preparado para él -Déjate llevar- Le dijo mientras la recostaba en la hierba y se arrodillaba entre sus piernas. Tomó sus manos y besó cada palma antes de apoyarla en el pasto -Dijiste que necesitabas descargar para poder conectarte con ella…¿Por qué no lo intentas ahora?- Le preguntó mientras besaba uno de sus pezones, subiendo por su cuello para luego atrapar sus labios en un beso crudo y posesivo. Una de sus manos la enterró en su cabello, por la nuca, apretando con firmeza las hebras en sus dedos para controlar el beso, la otra bajó hacia el encuentro de sus cuerpos para guiarse y finalmente unirlos lentamente, aunque sin pausa alguna. Un gruñido grave y sexual abandonó su garganta al sentir su cuerpo acoplarse al de Sofía, y también al nuevo inquilino. Se alejó brevemente para mirarla, esperando su reacción antes siquiera pensar en moverse.
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- Su mente comenzó a nublarse. No tenía otra opción realmente, pues Vishous estaba poniendole mucho empeño a causar ese oleaje que subía y bajaba por su cuerpo. Resistió todo lo que pudo, permitiendo a su voz salir a voluntad mientras gemía, jadeaba y clamaba su nombre en medio de tanto placer. Incluso encontró placer en aquella nalgada tan gratuita que se había ganado después de un simple beso que calmó su necesidad. Tras algunos minutos, había logrado perder ya por completo cualquier pensamiento. Incluso comenzaba a importarle menos el estar en un lugar público, ya no lo sentía como tal. Ya no era momento de preocuparse por nada de eso. Solo quería más de su esposo. Mucho más.
Se recostó en la hierba cuando él comenzó a incorporarse, dejándole la decisión de sus siguientes pasos y aprovechando el momento para comenzar a recuperar el aliento. Una vez que su cuerpo se relajó tras aquella marcha de electricidad que la recorrió por completo, se dio cuenta de que necesitaba un beso con desesperación, pero no tenía ni siquiera voz para pedirlo. Asintió levemente cuando le pidió que se dejara llevar. Estaba completamente segura de poder hacerlo. Y aunque quisiera, no había manera de detenerlo. No cuando estaba haciendo un trabajo excepcionalmente satisfactorio. Aún con todo, tuvo que reír a carcajadas cuando mezcló la más perversa de sus ideas con la más pura de las intenciones de la bruja. Una canalización en medio del sexo no era cualquier cosa. La energía sexual era diferente, llegaba diferente al centro de la tierra, y no sabía si el moreno lo sabía, pero no era mala idea. No era ni de cerca tan perversa como podía parecer. Eran rituales muy antiguos y que, por lo general, involucraban a más gente. Pero estaban en el lugar perfecto para intentarlo.
No tienes idea de lo que estás pidiendo. Lo haré si lo haces conmigo. Como lo hacías para darme tu energía para mis rituales en el bosque. Usa esa energía para unirte a mí.- Murmuró mordiéndose los labios ante la anticipación. Siempre había querido hacer uno de esos rituales, pero se reservaban el derecho de admisión. Ahora podía hacerrlo por su cuenta, con aquel hombre que la enloquecía tanto. Lo esperó para tomarlo por el rostro cuando llegó a sus labios y devolver aquel beso con necesidad. A medida que movía sus manos con libertad por su cuerpo, rodeó sus hombros y sus caderas con manos y piernas para tenerlo tan cerca como pudo. Acarició con suavidad su rostro y después bajo una de sus manos hasta la tierra, donde enterró los dedos, anclándose a ella mientras comenzaba a entregar sus intenciones. La otra se quedó en contacto con lo caliente de su piel, atrayéndolo con fuerza, evitando que se alejara.
Tras un segundo su cuerpo se arqueó de placer ante la unión. No sabía si era cuestión del ritual improvisado que estaba aún preparando, pero se sentía diferente. Los músculos de su cuerpo entero se contrajeron con fuerza, solo para comenzar a relajarse tras un segundo. Abrió los ojos para encontrarse con los cristales azules de su esposo y acarició su rostro, del lado de su marca.-Vres me, theá.- Comenzó a repetir, solo tres veces antes de cerrar los ojos, respirar profundo y esperar por V.
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- Una cosa era oír suspiros y gemidos, y otra escucharla reírse. Si algo tenía el porno es que le faltaba esa parte realista de lo que una pareja compartía, aunque no hubiese una relación sentimental y fuera puramente física. V había compartido momentazos graciosos y llenos de espontaneidad y naturalidad.
-No, la verdad es que no- Le dijo mientras la besaba, disfrutando del sabor y del tacto de su piel en sus labios. El resto de la frase no detuvo su avance pero si ganó su silencio. Usar su poder podía ser peligrosos y, la verdad, es que no quería su mano cerca de Sofía, ni de Aura, ni de nadie que apreciara cuando canalizaba su poder. Pero tampoco era la primera vez que compartía su energía. La besó, porque no tenía palabras para expresarle la reticencia que tenía de hacer aquello o de enumerarle las cosas que podían salir mal.
Se concentró en mantener su mano “maldita” lejos de Sofía, la puso tras él, en una posición que no era del todo cómoda hasta que apoyó su peso en las rodillas y acomodó el cuerpo de su mujer para estar alineados juntos. La observó en aquel momento tensa como la cuerda de un arco, justo antes de relajarse de la misma forma que él. Mantuvo firme su agarre en su cadera con una única mano y se concentró en mantener un ritmo estable así como una canalización leve de su poder.
V movió la cabeza hacia un lado cuando le acarició la marca -No- Le advirtió con el ceño fruncido, porque en cuanto empezara a arder quizás le hiciese daño. Tras ello soltó algo que él no le había oído nunca y pareció entrar en una especie de relajación y trance del que V no sabía nada. ¿Tenía que repetir eso? Buscó la respuesta en el rostro de Sofía pero no encontró nada más allá de una profunda satisfacción, que aumentó su orgullo masculino. Por lógica, tomando en cuenta que lo había invitado decidió repetirlo tres veces como ella había hecho.
La verdad es que su magia y la de Sofía no eran muy distintas, ambos estaban conectados a algo mucho más grande que ellos. En el caso de V, algo que ni él, ni nadie aparentemente, lograba entender. Pero si se concentraba podía percibir pequeñas cosas que, en algunos momentos de su vida, le causaban vértigo como…Podría jurar, el movimiento de la tierra alrededor del sol o de su eje; la presencia de la luna o el resto de los planetas… Hasta que la advertencia ardía y le recordaba que no era el camino.
De momento, estaba bien. Podía sentir el zumbido de la advertencia poco a poco preparándose para cuando tuviera que actuar pero intentó concentrarse en el placer que sentía y en el propósito de lo que estaban haciendo que no era otra cosa que intentar encontrar soluciones para Ouroboros.
En medio del enigmático Stonehenge, las imponentes piedras se alzaban como guardianes de secretos antiguos. Un aura mística impregnaba el aire, mientras las estrellas titilaban en la negrura del cielo nocturno.
De repente, un resplandor verdoso se desprendió de los monolitos, creando una danza etérea de luces y sombras. En el centro del círculo sagrado, emergió el espíritu de Gaia, un ser divino envuelto en una energía primordial.
Sus ojos, portadores de sabiduría ancestral, parecían leer los pensamientos ocultos de los presentes. Su voz, susurrante y misteriosa, resonó en el viento y penetró en los corazones.
"El flujo mágico de la existencia se encuentra en desequilibrio, y las fuerzas primigenias se agitan en su sueño eterno. Antiguos guardianes de secretos desconocidos despiertan de su letargo, amenazando el delicado equilibrio entre los reinos."
Las palabras de Gaia se entrelazaban con el viento, como una canción ancestral que solo aquellos sintonizados con lo oculto podían comprender.
"En los rincones olvidados de la memoria, entre las sombras de los ancestros, se oculta el camino hacia la restauración. Observa con los ojos del corazón, y las señales cósmicas revelarán la senda hacia los tesoros ocultos de la tierra."
El susurro de Gaia se desvaneció, dejando una sensación de urgencia y un enigma flotando en el aire. Las estrellas parecían parpadear en complicidad, como si esperaran que los elegidos descifrasen la trascendencia de las palabras divinas.
En Stonehenge, el vínculo entre el plano terrenal y el etéreo, quedó grabada la revelación críptica. Aquellos capaces de leer entre líneas y comprender los mensajes de la naturaleza, tomarían el desafío de buscar los secretos ancestrales, en su camino hacia la restauración y la protección del delicado tejido mágico que envuelve la tierra.
De repente, un resplandor verdoso se desprendió de los monolitos, creando una danza etérea de luces y sombras. En el centro del círculo sagrado, emergió el espíritu de Gaia, un ser divino envuelto en una energía primordial.
Sus ojos, portadores de sabiduría ancestral, parecían leer los pensamientos ocultos de los presentes. Su voz, susurrante y misteriosa, resonó en el viento y penetró en los corazones.
"El flujo mágico de la existencia se encuentra en desequilibrio, y las fuerzas primigenias se agitan en su sueño eterno. Antiguos guardianes de secretos desconocidos despiertan de su letargo, amenazando el delicado equilibrio entre los reinos."
Las palabras de Gaia se entrelazaban con el viento, como una canción ancestral que solo aquellos sintonizados con lo oculto podían comprender.
"En los rincones olvidados de la memoria, entre las sombras de los ancestros, se oculta el camino hacia la restauración. Observa con los ojos del corazón, y las señales cósmicas revelarán la senda hacia los tesoros ocultos de la tierra."
El susurro de Gaia se desvaneció, dejando una sensación de urgencia y un enigma flotando en el aire. Las estrellas parecían parpadear en complicidad, como si esperaran que los elegidos descifrasen la trascendencia de las palabras divinas.
En Stonehenge, el vínculo entre el plano terrenal y el etéreo, quedó grabada la revelación críptica. Aquellos capaces de leer entre líneas y comprender los mensajes de la naturaleza, tomarían el desafío de buscar los secretos ancestrales, en su camino hacia la restauración y la protección del delicado tejido mágico que envuelve la tierra.
- +18:
No te preocupes, déjame guiarte.- Le dijo con la mirada clavada en sus ojos azules. Por lo general, era ella quien se dejaba guiar por las manos y los deseos del contrario, y ese día no sería la excepción. Pero para convertir el acto sexual en un ritual completo, efectivo y que les funcionara a ambos, haría falta un poco del simbolismo que debían agregarle. Se entregó al beso del contrario a pesar de que entendió completamente su cambio de humor. Fue instantáneo, y algo que ya tenía identificado como un comportamiento de su esposo. A final de cuentas, la convivencia diaria la llevaba a fijarse en esos pequeños detalles. Se dio cuenta de cómo la alejaba de las marcas, y cómo se guardaba sus palabras. Ni siquiera un gruñido le dedicó, así que se aseguraría de respetar ese límite que le imponía.
Sintió en el cuerpo el momento exacto en que la canalización de Vishous inició. Su cuerpo se llenó de electricidad, su piel se erizó con una deliciosa sensación que salió como un gemido de su garganta y cada músculo se contrajo fuertemente, incluyendo aquellos que rodeaban la unión con Vishous. Cada sensación se multiplicó cada vez que V repitió la súplica a Gaia. Era demasiado para soportar, pero sentía que ambas energías encajarían perfectamente una vez que las balancearan.- Vi... Vishous, relájate.- Suspiró aferrando las manos a su pecho.- Menos, canaliza menos energía. Solo... Solo un hilo de conexión al centro del universo, solo conéctate, cariño, rózalo con la yema de los dedos.- Susurró, tratando de guiarlo hacia la conexión con su propio poder. Era lo que ella hacía, solo presentarse ante su deidad, rendirse ante su presencia, hacerla consciente de que estaba ahí para ella.
Le dio tiempo a él para regular su energía y a ella misma para acostumbrarse a las sensaciones tan nuevas que tenía por todo el cuerpo, pero no perdió el tiempo. Tras un rato, levantó la mano por encima de la cabeza de Vishous y los unió en un beso profundo que tenía un tinte distinto viniendo de ella. La unión completa la estaba haciendo sentir el sexo de una manera distinta, disfrutando con soltura. No había sentido nunca antes el mismo entusiasmo que Vishous, ni se le antojaba de la misma manera, pero en aquel momento estaba comprendiendo y justificando completamente su adicción. Su rostro mantenía una gran sonrisa de satisfacción, mientras su cuerpo se removía y contraía con delicia debajo de su marido.
Los minutos pasaban, y justo cuando comenzaba a sentir que realmente juntos estaban dándole la espalda al cielo y a la tierra por el otro, sintió una calidez en el suelo bajo su espalda que la hizo abrir los ojos. Sonrió a sabiendas de que lo habían logrado, plantándole un beso extasiado a su querido antes de poner atención al mensaje. Miró a Gaia con veneración, agradeciéndole profundamente que se presentara ante sus ojos, permitiéndole verla por lo menos una vez en vida. Cuando escuchó su voz, se desató en su cuerpo la liberación de todo el placer, sin embargo, en su alma retumbaban las palabras de Gaia. Desequilibrio. Desconexión. La voz dulce del viento podía aún escucharla en su cabeza. Aún no sabía qué significaba, pero la Enciclopedia del mundo mágico estaba completa entre sus compañeros.- Eres un genio.
No estaba entendiendo lo de dejarle las reinas si se supone que era él el encargado de distraerla, aún así no conocía nada del ritual que hacían. Tenía sentido. Agradeció que no dijera palabra sobre su actitud porque estaba más dispuesto a dejarlo estar que a cometer el error de tocarla con su mano. Era bueno controlando impulsos pero a veces Sofía hacía cosas que destrozaban su autocontrol.
Soltó un gruñido cuando la sintió estrecharlo porque el placer era exquisito, pero no tan así su canalización. Estaba bien enfocado en no cagarla, en no caer presa del dolor… Abrió los ojos para escucharla. ¿Relajarse? ¿Cómo iba a relajarse si podía dañarla con un roce? Tensó la mandíbula y apretó las muelas intentando seguir sus palabras, darles sentido.
Rozar con los dedos.
Eso podía hacerlo. Él solía ser intenso y pasional con todo pero, cuando quería, podía ser dulce y amable. A Sofía se lo había demostrado, es más, era una ferviente admiradora de ese lado que no era tan fácil para él. Así que intentó imaginarse al universo, a su magia, como una mujer a la que debía tratar con aquella misma sensibilidad. Al principio no funcionó, todo era demasiado crudo y más en sintonía con él. Y no ayudaba que Sofía estuviera apretándolo tanto. Pero lo logró, con concentración y tiempo, incluso ralentizando el ritmo. Le respondió el beso, reconectando con ella y con la situación y hallando su balance.
Y en eso estaba, avanzando hacia el final cuando de pronto una luz verde inundó la zona. Por un instante sus sentidos se alertaron pero la presencia que surgió ante ellos no era amenazante ni peligrosa. Vishous se quedó estupefacto y quieto pese a que su mujer estaba teniendo el orgasmo de su vida.
“¿Antiguos guardianes? ¿El árbol de mierda tiene otra cosa dentro?”
Frunció el ceño mientras se concentraba en sus palabras. Arleen y Fred eran mucho mejor en interpretar aquellas cosas así que V intentó memorizar las palabras. Removido y algo estresado, miró hacia su mujer que le decía que era un genio -¿Yo?- Preguntó sin entender porqué estaba tan feliz mientras él sentía ansiedad y preocupación. Cerró los ojos un momento antes de mirar al cielo,a las estrellas en algo de aquella “señal cósmica” mientras cortaba su canalización -Vamos por Aura- Murmuró mientras se separaba lentamente de Sofía y empezaba a buscar su ropa. Una vez que estuvieron listos se desaparecieron de allí.
Soltó un gruñido cuando la sintió estrecharlo porque el placer era exquisito, pero no tan así su canalización. Estaba bien enfocado en no cagarla, en no caer presa del dolor… Abrió los ojos para escucharla. ¿Relajarse? ¿Cómo iba a relajarse si podía dañarla con un roce? Tensó la mandíbula y apretó las muelas intentando seguir sus palabras, darles sentido.
Rozar con los dedos.
Eso podía hacerlo. Él solía ser intenso y pasional con todo pero, cuando quería, podía ser dulce y amable. A Sofía se lo había demostrado, es más, era una ferviente admiradora de ese lado que no era tan fácil para él. Así que intentó imaginarse al universo, a su magia, como una mujer a la que debía tratar con aquella misma sensibilidad. Al principio no funcionó, todo era demasiado crudo y más en sintonía con él. Y no ayudaba que Sofía estuviera apretándolo tanto. Pero lo logró, con concentración y tiempo, incluso ralentizando el ritmo. Le respondió el beso, reconectando con ella y con la situación y hallando su balance.
Y en eso estaba, avanzando hacia el final cuando de pronto una luz verde inundó la zona. Por un instante sus sentidos se alertaron pero la presencia que surgió ante ellos no era amenazante ni peligrosa. Vishous se quedó estupefacto y quieto pese a que su mujer estaba teniendo el orgasmo de su vida.
“¿Antiguos guardianes? ¿El árbol de mierda tiene otra cosa dentro?”
Frunció el ceño mientras se concentraba en sus palabras. Arleen y Fred eran mucho mejor en interpretar aquellas cosas así que V intentó memorizar las palabras. Removido y algo estresado, miró hacia su mujer que le decía que era un genio -¿Yo?- Preguntó sin entender porqué estaba tan feliz mientras él sentía ansiedad y preocupación. Cerró los ojos un momento antes de mirar al cielo,a las estrellas en algo de aquella “señal cósmica” mientras cortaba su canalización -Vamos por Aura- Murmuró mientras se separaba lentamente de Sofía y empezaba a buscar su ropa. Una vez que estuvieron listos se desaparecieron de allí.
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