Buckingham Palace

Escuchaba a Andreas, al menos parecía compartir mi opinión sobre esa aberración de los magos entre las filas de la Alianza.
Personalmente no estaba en contra de usar a algunos seres a su favor pero darles tal poder y nombre. Nah.
Al llegar acepté el paraguas que me cedió y salí del coche abriendolo.
Efectivamente mujer estaba allí, preciosa discreta y sonriendo junto a mis hijos. La saludé con un beso en la mejilla y seguí el camino junto a ella que se mantuvo en un segundo plano.
Seguí a Andreas, saludé a algunos reporteros conocidos y posé para un par de fotos con mi mujer antes de avanzar y decirle que se adelantase con los niños. No quería que se expusiesen a esa lluvia. No tenía buena pinta.
Al llegar junto a Blair saqué la mano libre del bolsillo y se la tendí.
- Un placer. He leído alguna de las innovaciones por su parte sí...
Comenté con una sonrisilla y miré al muchacho del collar. Alcé ambas cejas y seguí con la mirada a Andreas.
-Supongo que deberíamos empezar.

Su look había recibido muchas mejoras desde el momento en que salieron del recinto de la Alianza. Durante el trayecto tan largo hacia el centro de Londres, un equipo había comenzado a trabajar en su cabello y rostro, a pesar de sus intentos desesperados de impedir aquella estampa. Terminó por aceptar después de un rato, a sabiendas de que insistir de más podría significar una explosión. Consiguió al menos conciliar que el maquillaje fuera un poco menos cargado que lo que se esperaba, con tonos neutros y rosas suaves. Al menos ellos le trataban un poco mejor que los guardias, incluso con algunos halagos por el color del cabello o su piel, que debía tener aquel brillo de embarazada que Blair no podría imitar.

Para cuando llegaron al palacio, su cabello ya estaba semi recogido en la parte de atrás, cayendo por su espalda en suaves ondas y con algunos mechones que adornaban su rostro además de su fleco, que habían colocado con cuidado para que enmarcara su rostro. El maquillaje había tomado muchísimo más de lo que hubiera creído para llegar a aquel resultado. El rostro en general se veía limpio, joven, hermoso, pues solo sus labios estaban coloreados con el mismo tono borgoña de su cabello. Anexo a eso, habían resaltado sus ojos con un delineado negro y rizando sus pestañas. Tuvo que aceptar que el resultado le gustaba, y también tenía que aceptar el no desentonar más aún gracias a ellas.

Nadie le advirtió de la marabunta de gente que esperaba afuera del recinto para captar un instante del mismo. Sus miedos sociales se encendieron rápidamente al darse cuenta de que tendría que enfrentarse a eso sola, abriéndose paso entre reporteros y fotógrafos. Sabía, sin embargo, que tenía bastantes cazas sobre ella, pues alcanzaba a ver el tamaño del desplegado de seguridad, y todos los ojos enemigos que se abrían paso sobre ella, incluido el que le sujetaba el paraguas, que era el más peligroso de todos por su proximidad y quien seguramente tenía el control del collar.

Por su mente pasaron muchos escenarios, y el mejor era donde la ignoraban fácilmente por su condición de esclavitud. Bajó de la unidad nerviosa, pero con paso firme. En un primer momento fue ignorada pues una celebridad había llegado justo antes y entró al castillo con toda la atención. No alcanzaba a ver quien era y tampoco sabía de ninguna, entonces caminó confiada de que sería ignorada, pero su gusto no duró tanto. Su suerte cambió en un instante, cuando las cámaras se fijaron en ella. Sería el vestido o el resultado en su conjunto, pero la avalancha de flashes y de preguntas no se hicieron esperar. Quizás debió, por lo menos, leer la etiqueta que ponía el vestido, pues parecía ser de gran relevancia para todos. Por un momento se quedó paralizada en el centro del lugar, echando un vistazo con curiosidad a lo que se abría a su alrededor.

Había algo en aquel recibimiento que ya conocía. La extraña fascinación de los humanos, sobre todo los hombres para con ella. No era nada nuevo, pero sirvió para recordar aquellos momentos en los que logró manipular a su antojo a muchas personas con una sola mirada. Aquello ya no era parte de sí, pero el momento daba para eso y más. Algo de provecho tenía que sacar de ahí, y si fingir era su boleto, lo tomaría. Un ímpetu distinto se apoderó de ella, dejando de lado su habitual indiferencia para tomar provecho de la situación. Se tomó unos segundos para sonreír, aunque . Extrañamente para ella, los fotógrafos parecían disfrutar de su parsimonia, y de su lento andar, volviendo a caminar cuando reconoció el lugar donde estaba. Ya había pasado por ahí, pero el recibimiento había sido más mecánico. Sonrió por la ironía de estar de nuevo en el palacio, esta vez bajo otras condiciones.

Nada más entrar, captó rápidamente la mirada de quienes le mostraban mayor interés. No eran buenas cartas, esperaría a encontrar una mejor. Una vez dentro, su mirada recorrió el espacio, encontrándose con Reiv. Por poco no le reconoció, tan cambiado y distinto. Sintió una punzada de culpa por todo lo que había pensado nada más llegar, pero sabía que él entendería su actuar, tan provocador o inocente, según se viera. Solo le haría falta un segundo, una mirada para recordarle que no importaba nada más mientras él aún le quisiera.

Saludó con la cabeza de manera educada al pasar frente a Andreas Wilhelm y Éamon O'Connell, que por muy chocante que pareciera, eran de las únicas y pocas personas que conocía. Y que prefería en cierto sentido al par que a la esposa, que se encontraba ahí mismo junto a otras personalidades, suponía, a la que también incluyó en el saludo. Se quedó a una distancia prudente, sabía que la querrían tener vigilada y que su actuar no era libre. Por un instante, se sintió mareada. Sería la marabunta de gente o el lugar atiborrado, pero se pasó con rapidez, permitiéndole permanecer de pie, alejada lo más posible del tumulto.

Miré el reloj en más de una ocasión, empezando a impacientarme por la poca puntualidad de unos y otros. ¿Se les estaba yendo lo británico o qué mierdas les pasaba? evité encenderme un cigarro con todos los periodistas delante, por eso de que no daba muy buena imagen un líder que fumase en público. Poco a poco comienzan a llegar los que importan, como mi mujer, Andreas, o Gelion. Me acerco a saludar a la primera con un elegante beso en el dorso de su mano, muy al estilo protocolario e intentando obviar nuestro último y accidentado encuentro en casa. Aquí hay que guardar las formas. - Estás impresionante esta noche, querida. - le hago el cumplido sin tener que fingir demasiado, porque lo cierto es que es una mujer bella que con poco arreglo ya se ve bien. - Primero haré una pequeña presentación, y después te daré paso. - le explico mientras la llevo cogida del brazo hasta la zona de la tarima donde está el atril. Después saludo con un apretón de manos a Andreas, asintiendo a su pregunta. - Todo controlado, la seguridad en el palacio y fuera de él es excepcional. Eso sumado a que las calles son cada vez más seguras. - le hago un gesto a Gelion para que se acerque, para pactar con él la manera en que sucedería el acto. - Tú irás después del discurso de Blair. Andreas realizará una breve presentación sobre tu nuevo cargo, y después ya hablas de las medidas a tomar. Recuerda incluir eso de que ya no tomamos ejecutores de sangre mágica. - con todo acordado me dirijo hacia el atril, dispuesto a comenzar. No me he fijado en el casi invisible nuevo guardaespaldas de Blair, pero sí que me fijo en la pelirroja que dejé en la enfermería a cargo de mi esposa. No sabía que la iba a traer vestida de una manera en que atrae bastantes miradas. Seguro que eso a Blair le disgusta, la conozco y sé que le gusta ser el centro de atención. Después me centro en lo que voy a decir, sin usar ni un folio que leer durante el breve discurso.


- Buenas noches, bienvenidos a acto oficial en palacio. Hoy estamos aquí para anunciar la toma de posesión de dos importantes cargos para la Alianza. El primero de ellos es el cargo que ocupará Blair O'Connell, en el Ministerio de la Sabiduría. Hasta ahora se encontraba vacante, desde la fatídica desaparición de la anterior ministra. Como ya sabeís, este ministerio se encarga de todo lo concerniente a las investigaciones y el desarrollo de la ciencia. Allí trabajan científicos e ingenieros. Se encargan también de la educación de las ciudadanía, asegurándose que se transmitan los conocimientos y valores que los miembros de la Alianza quieren que permanezcan en las futuras generaciones. Comprenderéis que es un puesto muy importante y de gran responsabilidad, y no conozco a nadie con más cualificación para ello que mi esposa. - ladeo la cabeza para mirarla a ella, pidiendo después un aplauso para ella, haciéndolo yo mismo mientras le cedo el paso en el atril. - Ella os explicará las medidas que tomará en su ministerio de ahora en adelante. - me aparto para quedar en segundo plano, sentado en una de las sillas vacías junto al atril del discurso. En ese momento los flashes se intensifican, para captar el momento en el que la morena comience a hablar.

"vamos, es tu momento, aprovéchalo"

Al bajarse del coche, estaba claro que todas las miradas se dirigirían hacia ella, era lo que estaba esperando, sonreía y saludaba a la prensa como toda una celebridad, era elegante y encantadora, aún así alguien a su espalda le roba algo de protagonismo, el borracho de Andreas acababa de llegar, evita borrar la sonrisa de su cara pero ya se lo cobraría, llevaba dos strikes, al menos se había dignado a decirle lo impresionante que estaba, nuevamente los focos la abandonaban, Juliet acababa de llegar y estaba llamando bastante la atención, muy mal hecho, ¿qué demonios estaban pensando los estilistas? ¿y ese vestido? había ordenado algo sobrio, nada que llamara la atención, más de uno iba a pagar por semejante error, ya estaba de mal humor y sería mejor que nadie le tocara las narices.

El siguiene en salir fue su marido, al cual le dedicó su mejor sonrisa ante sus palabras halagadoras y el gentil beso en la mano, aunque quería matarlo, rajarlo de abajo a arriba por el incidente con los niños, ni se había dignado en visitar a Michael después de aquello, otro que la tenía contenta. Besó ligeramente los labios de su marido entre sonrisas y farsa para la prensa -Muchas gracias querido, tu eres tan caballero como siempre- dice antes de entrar en el recinto, esperando dentro a que Juliet se uniera a ella y Reiv, los cuales deberían estar en todo momento tras ella, calladitos y guardando las formas, como alguno abriera la boca los ejecutaba ahí mismo.

Pronto había llegado su momento de brillar, Su marido había hecho las presentaciones y en cuanto el bajó, tomo su posición en el atril -Es un honor para mi pasar a formar parte del govierno en un cargo tan importante como puede ser el ministerio de sabiduría, como bien ha dicho el ministro O'Connell, el puesto se encontraba vacante, hasta ahora él y el ministro Andreas Willhem han desempeñado un papel más que impecable sacando adelante este ministerio sin dejar de lado sus responsabilidades con los otros dos de los cuales se encargan, sin embargo ha llegado el momento de tomar el testigo y aligerar su carga.-

Hace una pequeña pausa y continua -Los humanos hemos vivido durante mucho tiempo con temor de los seres mágicos, la gran diferencia de poder entre unos y otros ha desatado el caos de esta nuestra sociedad durante años, sin embargo gracias al esfuerzo de la Alianza hoy las calles son seguras para todos, sobretodo para los humanos, dándonos el lugar que merecemos, eso no significa que hagamos lo mismo que ellos han hecho con nosotros, la Alianza brinda oportunidades a todos y da el lugar que corresponde a cada uno- se gira y señala a Reiv y Juliet con una sonrisa en los labios -Éstos dos antes eran bestias salvajes como todos los demás que se empeñan en oponerse al nuevo mundo, ahora, ocupan un lugar en la sociedad bajo mi supervision, se trata de mi primer experimento y está en fase de prueba,¿ por qué darles comida y refugio gratis cuando pueden ganarlo trabajando? sin duda esto daría un empujón a nuestra economía además de la inserción de estos seres en el nuevo mundo.- se encarga de que ambos vean el dispositivo con el botoncito, poniéndose sutilmente un dedo en los labios para que no pensaran en ningún momento abrir la boca.

Vuelve a su posición en el atril y termina su discurso -Quiero que todos los aquí presentes y el resto del mundo sepa que estoy totalmente comprometida con la causa, pues estoy orgullosa de pertenecer a la raza humana y no solo eso, también soy una esposa y una madre, una madre preocupada por el mundo que heredarán sus hijos y como tal lucharé con todas mis fuerzas y trabajaré para que tanto mis hijos como el resto de las futuras generaciones hereden el mundo que les pertenece, uno sin peligro, sin seres que los atemoricen o hagan daño, un mundo en el que la magia solo sea cosa del pasado, un mundo en el que la raza humana se alce como la especie superior.-

dicho esto saluda a la prensa y se baja del atril, dando paso al siguiente homenajeado, si el otro imbécil con el que tenía que compartir protagonismo, no lo conocía pero ya le odiaba por robarle la mitad de su acto, ¿por qué todos los hombres se empeñaban en sacarla de quicio?" que horror, puede que los tire a todos al Tamesis y ponga mujeres en sus puestos" pensó mientras tomaba su lugar al lado de su marido.

Aguardo en el fondo de la sala con las manos a la espalda, en un segundo plano detrás del atril en el que se van a dar los discursos. Hago un sonido de resignación por lo bajo, pensando lo mucho que odio estar en un sitio así, con toda esta gente, y sin poder hacer nada. Es frustrante querer atacarles a todos y tener que quedarte con las ganas. Cualquier intento de ataque que imagine acaba mal. Procuro evadirme de las llegadas de unos y otros, hasta que por fin llega alguien que me interesa. No consigo ocultar mi cara de sorpresa al ver llegar a Juliet, visiblemente mejor que la última vez que la vi, y además tan arreglada. Ahora por fin me quedo más tranquilo y me creo del todo que Blair ha mantenido su parte del trato y que a ella no le ha pasado nada. Me quedo prácticamente embobado siguiéndola con la mirada hasta que se coloca en el sitio que le corresponde, a unos dos o tres metros detrás del atril y a otros dos o tres de metros de mí. Casi al lado, y ni siquiera me puedo acercar. Trato de captar su atención mirándola de manera insistente, buscando poder comunicarme con ella aunque sea mínimamente. No sabemos cuánto durará esto, pero después nos volverán a separar, eso seguro.

Entonces empieza la presentación. Primero Éamon, que por suerte no se extiende demasiado con sus chorradas. No sé cómo ese matrimonio de pervertidos pueden estar juntos, y casi diría que ella es peor. Así que esa era la noticia...a Blair le han dado su puesto correspondiente por enchufe, un puesto perfecto para seguir adoctrinando a las nuevas generaciones, para alimentar el odio y para seguir con sus absurdos experimentos. Me llevo un pequeño sobresalto cuando se vuelve hacia nosotros, no tenía ni idea de que iba a usarnos en su tendencioso discurso, y menos que nos iba a llamar salvajes y experimento. Frunzo el ceño lanzando una mirada hostil a Blair por lo que ha dicho, apretando los puños de manera imperceptible por el cabreo. Ella, por su parte, se encarga de advertirnos de que no abramos la boca, mostrando de manera disimulada el botón de advertencia. Me encantaría dejarla mal y dejarla en evidencia, pero los que saldríamos perdiendo seríamos nosotros. Habrá que esperar a que las circunstancias sean más propicias, o a intentar arrebatarle de algún modo el control que lleva.

Segun Eamon todo estaba en orden, perfecto. Inteligencia no habia previsto ningun tipo de ataque pero aun asi la seguridad era extremada. Tras el saludo y el apreton de mano me fui a ocupar mi puesto tras el atril, cerca de Gelion, contemplando como Eamon comenzaba su discurso. Les eché un ojo a las adquisiciones que se habian agenciado...esos no estaban en el archivo de criminales? Le di un toquecito a mis gafas tintadas que entraron en modo escaner, analizando a los sujetos. Efectivamente, justo como sospechava.

-Pfft, que extravagancias. - le comenté a Draven por lo bajo asegurandome de cubrirme los labios. - Se han conseguido mascotitas magicas.

"yo con mi Putin tengo bastante magia viendolo girar en la rueda"

Acabé con mi momento maruja para hacer como que escuchaba a Eamon, Blair tomó el relevo pronto, ahi presté algo mas de atencion. Sonreí por educacion cuando Blair nos mencionó a nosotros y a nuestra labor.

"Oh, buen golpe de efecto"

Pensé y comprendí con su referencia finalmente a los dos seres magicos que habia traido, el rollo este de la reintegracion y blabla. Sin embargo por los gestos del chico me di cuenta de que él no estaba convencido. En algun momento morderían la mano de Blair y eso no me hacia gracia.

El discurso de Blair concluyó entre una oleada de aplausos de los presentes, habiamos invitado a gente que estaria dispuesta a aplaudir, por supuesto, no a cualquieras. Cuando ella se aleja del atril me acerco yo, haciendole un gesto a Draven para que esté preparado.

Me paré tras el micrófono, carraspeé, me aflojé la corbata y miré a los presentes. Luego me giré hacia Blair micro en mano.
- Bienvenida Blair, tus palabras me dejan con poco de añadir. Será un placer tenerte a bordo en este gobierno nuevo, pues será para mejor. Dicho esto...

Me volví a los presentes, dejé otros segunditos de pausa y proseguí con mi habitual tono de voz de dar discursos: cambiante en el tono, modulado, cualquier cosa menos monotono o aburrido, ya podia dar igual lo que dijese.

- Nos enorgullece a todos darle la bienvenida a la nueva ministra, igual que nos enorgullecen estos meses de arduo trabajo en los que nuestra ciudad ha vuelto a ser la que era, una ciudad de igualdad y seguridad. Pero el trabajo de calle como sabreis, es un trabajo que no se hace solo... al contrario, exige mucho esfuerzo y personal, y para obtener grandes resultados, se necesitan grandes líderes. - pausa dramática, sonido de flashes. - Es por ello que como Director del Departamento de Inspectores y Ejecutores, me enorgullece presentarles a mi nuevo fichaje, para trabajar codo con codo con el ejército y el resto de departamentos.... la nueva cara que se encagará a partir de ahora de la Jefatura de los Inspectores..... en aras de unas operaciones más fluidas y efectivas de lo que han sido hasta ahora. El cuerpo, que ya ha demostrado su efectividad en numerosas ocasiones....se verá ahora reforzado con el liderazgo y el trabajo de Gelion Draven, Jefe de Inspectores, una figura vital.

Me hice a un lado, aplaudiendo, dandole paso al recién mencionado

La entrada atrajo más miradas de aprobación que de disgusto, aunque claramente entendió alguna que otra, sobre todo la de Blair que tenía cara de estar más que molesta y la de Éamon, que era tan siniestra como incrédula. Igual y agarró el primer vestido que vio de los que le llevaron. Mientras llegaba con la gente a la que le debía su collar, recibió un par de instrucciones sobre lo que tendría que hacer. Más que nada era donde se tendría que parar, porque hacer no debía decir ni mu a nadie. Sin embargo, tuvo el momento para ver a Reiv, parado a tan pocos metros y a la vez tan inalcanzable. Quiso ignorarle por un rato mas su insistente mirada le obligó a girar el rostro hasta brindarle una suave sonrisa, algo apenada por como debía lucir. Sentía que aquello era mucho más de lo que ella era, tan sencilla y tan suya... Aún así, tomó valor para mirarle a los ojos, feliz de que estuviera bien, tan cerca y de pie, mucho mejor que como lo había dejado en la enfermería. Tomó un segundo para ver a su alrededor y tirarle un beso imperceptible antes de que el resto del presidium se acomodara en sus puestos e iniciara la acción.

Los discursos iniciaron de manera extraña. Sobre todo el de Éamon, anunciando un nuevo puesto para su esposa, que aparentemente estaba abierto desde antes. Se preguntó que le abrían hecho a la ministra anterior como para que tuvieran que echar mano de Blair, o que le habría hecho Blair. Sería que ella no era mucho de hablar, pero el discurso le parecía de lo más repetitivo. Y más porque la gente no hacía más que aplaudir. Los políticos tenían siempre un ejercito de gente dispuesta a hacer lo que fuera por escalar, o por no caer muertos. En cuanto Blair se gira, dándole la espalda a la multitud en un gesto muy poco educado, no pudo evitar que su rostro mostrara una molesta sorpresa. Pensar en que Blair se esforzaba tanto en que el exterior se viera bello para que el interior fuera un asco de persona le parecía muy claro en las palabras que usaba. Si alguien salvaje había en aquella habitación tenía que ser ella. Echó una mirada a Reiv antes de enfocarse en ella. Ya la haría caer de la peor manera. Solo tenía que ser paciente, y la paciencia se había convertido en una virtud. Con tal de mantener la parsimonía todo lo posible, empezó a recitar su propio discurso en su cabeza. Uno donde exponía con la verdad de la repulsión de lo que la Alianza era, con aquel aplauso final donde derrocaba a los O'Connell. El momento llegaría, pero sería capaz de mantener la misma sonrisa que Blair cuando le tuviera sometida y controlada. Sin más por el momento, se dignó a escuchar el discurso final de Andreas, pensando por un momento en Morgana. Ella era otra posible salida de aquel lugar, pero era una carta a un plazo demasiado largo, y no planeaba quedarse a averiguarlo.

Off: va mierdipost pa desbloquear.
On:
Blair me ignora. Bueno, no pasa nada. Voy hacia la tarima ocupando mi lugar y todos empiezan con la verborrea. Bostezaría si no hubiese periodistas que me puedan sacar en las noticias. En fin.
El discurso de Blair... Me pierdo a motad de todo lo que ha dicho. Sin embargo presto atención cuándo habla de aquellos dos seres mágicos. No comparto esas estrategias, sonrío de medio lado al comentario de Andreas.
Andreas sube y me presenta. Detesto dar discursos, lo mío es más pringarme las manos y ofrecer una bonita sonrisa a los medios. Eso hago al adelantarme para hablar.
-Gracias Andreas.
Le tuteo. Le tuteo para que el resto piense que somos íntimos y procedo. Carraspeo y esbozo una nueva y encantadora sonrisa.
-Los pocos que han tratado conmigo saben que no soy de muchas palabras.
Comenté a lo que algunos periodistas sonrieron asintiendo. Sí, de vez en cuando cruzaba palabras con ellos por tener buena cara al público.
-Simplemente diré, que al asumir mi puesto por el que agradezco la confianza que ha depositado en mí el gobierno, me aseguraré de dar seguridad a cada una de las familias del pueblo de Reino Unido. Familias cómo la mía a la que tengo que agradecer todo el apoyo que me dan cada día.
Pausa para mirar con ternura a mi esposa y a los niños.
-El cuerpo de inspectores y ejecutores va a reformarsw por completo. Os aseguro que cada uno de sus miembros estará completamente cualificado para el puesto y mantendrán la paz en nuestras calles.
Hago un gesto como indicando que ha terminado mi intervención y agradezco por última vez para ocupar mi posición anterior.

Permanezco atento a Blair durante su discurso, comprobando rápidamente que tiene las aptitudes necesarias para este tipo de trabajo. Sabe darle a la gente lo que quiere, en forma de frases que suenen bien, aunque al final no digan nada y a veces sean promesas vacías. Tal vez debería haberle propuesto antes lo de entrar en política, especialmente porque ahora ella también estará más ocupada y no me echará tanto en cara lo de no estar mucho con nuestros hijos. Puede que no haya ido por casa para ver a Michael, pero si he llamado por teléfono varias veces para interesarme por él. Incluso así me lo echará por cara. Durante el discurso también me fijo en los dos prisioneros que ha colocado detrás, Juliet y Reiv, aunque pensaba que eran más simples elementos de ostentación de poder que ejemplos a poner en el discurso. Su idea del comercio de esclavos no suena mal, así al menos podrían tener alguna utilidad, ya que hemos eliminado definitivamente a los seres mágicos del cuerpo de ejecutores. Sólo falta que Gelion eche a los que pueda haber, y que lo incorpore a la nueva normativa. En estos momentos casi me arrepiento de haber intentado meter a Leila en los ejecutores, fue fruto del capricho del momento. Y ya con Juliet me di cuenta definitivamente, eso era un error. Siempre nos traicionarán. Incluso puede que lo hagan en forma de esclavos. No le quito ojo a las miradas que los nuevos esclavos exhiben durante el discurso, pues imagino lo que deben estar pensando.

Aplaudo efusivamente cuando mi esposa termina, al igual que cuando Andreas introduce a Gelion para que de su discurso. - Parece que hubieses nacido para esto...- susurro a Blair, de tal manera que sólo ella pueda escucharme cuando vuelve a sentarse a mi lado. - Veremos que dice la prensa mañana de esto. - termino de hablar de modo confidencial cuando los aplausos se acallan y empieza el nuevo jefe de inspectores. Su discurso es breve y conciso, pero aporta todo lo que tiene que decir. Cambios, los mismos que todos queremos para que se produzcan cuando antes. Ya no se repetirán errores del pasado. Un nuevo y estruendoso aplauso cierra la ronda de discursos, a la que doy el fin agradeciendo la presencia de los medios y de todos los asistentes. - Y ahora, para celebrar los nuevos nombramientos, pasaremos al salón contiguo para asistir a una velada con baile y cocktail para todos los asistentes. - es lo último que digo antes de abandonar el atril, ordenando a los de seguridad que abran la siguiente sala para que vayamos pasando.

Ofrezco mi brazo a Blair para que lo coja, haciendo el papel del perfecto marido sonriente y amable. Al entrar a la nueva sala encontramos la barra libre a la derecha, y a la izquierda una mesa con aperitivos variados y de calidad, nada de vulgares patatas fritas de bolsa ni nada por el estilo. También hay camareros perfectamente trajeados que van ofreciendo copas a unos y a otros, además de una orquesta de música clásica que comienza a tocar.

Se habría presentado ante el nuevo jefe de ejecutores o lo que fuera, pero claro, los focos y el Atril la reclamaban, que mala suerte, para él, porque se había hecho la sueca para no tener que saludar a aquel hombre con el que tendría que compartir protagonismo, nadie le roba los focos y ya se encargaría de Juliet.

Una vez terminado su discurso, saluda a las cámaras con su mejor y más amable sonrisa, volviendo al lado de su marido y como siempre, sus esclavos tras ella -Por supuesto querido, este trabajo es todo fachada, ya deberías saber lo bien que se me da fingir, ¿verdad?- le responde por lo bajito igual que hace él, para evitar que nadie escuche nada, excepto la listilla de la dragona aunque ella le da bastante igual -Estoy segura de que dirán lo mejor que podamos pagar-.

Mira la espalda del hombre aquél, hace como que escucha su discurso pero lo que realmente hace es ver el modelito de su mujer, ¿tan mal le pagan? por favor, fuera de temporada y los zapatos no iban a juego para nada y encima tiene el descaro de presentarla a la prensa, con esas pintas, pobrecilla, seguro que al verla en la prensa las urracas de sus amigas la van a destripar viva y el truco de la familia ya lo ha usado ella, que original. Cuando por fin acaba el discurso sonríe y aplaude, menos efusiva que el resto para que no se le estropee la manicura y porque no le da la gana, todo hay que decirlo.

Por fin, Éamon se pone en pie y da paso a la fiesta, toma su brazo como si fuera la mujer más afortunada del mundo, le da un beso en la mejilla y se hace la tonta para limpiar el poco carmín que ha dejado en su mejilla con un pañuelo que saca de su pequeño bolso-oh, perdona querido, es que no puedo evitar darte lo que te mereces~-

Justo tras ellos van Reiv y juliet, los mira de reojo de vez en cuando, parece que se mueren por hablar el uno con el otro, quizás debería dejarlos... en algún momento bajarán la guardia para hacerles alguna jugarreta, solo debía darles la oportunidad, en cuanto se posicionan en el sitio que les corresponde, gira un poco la cabeza para que Juliet sepa que se dirige a ellos -Largaos, disfrutad de la fiesta y comed, no habléis con nadie, aprovechad para poneros al día y sobretodo, cambiad esa cara de funeral, es una orden- dicho esto se dedica de pleno a su vida social pero sin quitarles ojo de encima a sus mascotas.

Me doy por satisfecho con el gesto que me hace Juliet antes de que comience el bodrio de los discursos, respondiéndole con la mirada y una leve sonrisa. Luego nos queda aguantar la cantidad de idioteces que sueltan tanto Blair como el nuevo, del cual no me pasa desapercibido su apellido. Que tenga el apellido Draven no significa que tenga que ver con Thalos, pero resulta bastante intrigante, más teniendo en cuenta el pasado de Thalos en el ejército. No hago mucho caso a sus breves palabras porque me quedo pensando en la posible relación, me puede la curiosidad y quisiera saber si tienen algo que ver ambos Draven.

Ruedo los ojos cuando por fin termina todo y dan paso al comedor de al lado para que comience no sé qué fiesta, preguntándome que pasará ahora con nosotros. Se supone que ambos debemos seguir a Blair, pero ésta se da la vuelta para darnos una orden un tanto insólita. Mi gesto muestra incredulidad al escucharla decir que disfrutemos de la fiesta y comamos, pensando que eso debe tener algún truco. Me entra la paranoia pensando en que no será algo de gratis, ya ni sé qué pensar. Al menos tengo la oportunidad de hablar por fin con Juliet, cosa que aprovecho en cuanto Blair entra a la sala de la fiesta para empezar a disfrutar de su momento de gloria. La sigo con la mirada por si le da por decir algo, girándome hacia Juliet cuando por fin veo que Blair está entretenida con otra gente.

Casi no puedo creerme que tengamos esta oportunidad. Es lo que tiene la esclavitud, te hacen estar agradecido sólo por el hecho de que no te maten o te den palizas. Acorto por fin la distancia con Juliet, abrazándola con fuerza y de manera efusiva, como si acabase de recuperar algo muy importante. En realidad no hemos podido estar cerca prácticamente desde el encierro, hace tres largos meses. Primero porque teníamos que fingir indiferencia, después porque nos separaron para llevarnos a torturar y experimentar. Luego por la separación forzosa bajo el trato de Blair. - No sabes cuánto te he echado de menos. - Susurro a su oído mientras alargo el abrazo todo lo que puedo para aprovechar el momento, respirando hondo al separarme tras varios segundos así. - ¿Cómo estás? ¿te están tratando bien? ¿han vuelto a visitarte Blair o Éamon? ¿han cumplido con el trato? me enseñaron fotos tuyas de la arena de combate, pero no sabía si creerme algo o no...tampoco se veían demasiado bien.  - hay demasiadas preguntas y cosas que hablar y supongo que tiempo limitado, así que tenemos que aprovechar.

Estoy más que de acuerdo en eso de que a Blair se le da bien fingir, y en que con sobornos y amenazas la prensa dirá siempre lo que queramos, al menos los afines a nosotros. Por eso no hemos dejado pasar a los molestos periodistas de otros medios. Es más, deberíamos perseguirles más todavía para que no puedan publicar por ningún medio, o desacreditarlos como si fuesen panfletos de poca monta. - No eres la única a la que se le da bien fingir...- que es precisamente lo que estoy haciendo yo aquí y ahora, porque de lo contrario mandaría a todo el mundo a la mierda. Esto de los actos sociales no me gusta demasiado, sólo cuando suelto mi discurso y todo el mundo me escucha. Lo que no me gusta es lo de después, lo de tener que socializar y ser falso durante más rato del que me gustaría. A Wilhelm creo que se le da mejor, pero porque no necesita fingir tanto para no parecer un rancio y un borde. El Draven parece de mi estilo, dudo que lo vea socializando demasiado esta noche. Tal vez no tarde en irse de allí con su mujer y sus críos, aunque antes tenemos que cruzar algunas palabras con él.

Dejo que Blair me limpie de la cara la mancha que ha dejado con su carmín, sin abandonar en ningún momento mi cara de marido atento y confiable. - Lo mismo digo, por eso aquí tienes la fiesta que te mereces. - sigo en mi papel mientras la llevo del brazo a la sala de la fiesta, lanzando una mirada de desprecio al par de esclavos que nos siguen. - Y mucho os concede. No defraudéis a vuestra benevolente ama. Recordad la posición que ocupáis. - me giro sin darles ni in segundo más, acompañando a Blair hasta un grupo de ricachones que ya han comenzado a beber. Los saludo con los modales pertinentes, aunque dejo que sea mi esposa la que inicie la conversación. Echo una breve mirada de reojo a la pareja de esclavos a los que Blair ha permitido cierto tiempo para ellos, preguntándome con fastidio si mi esposa y yo estuvimos como ellos en algún momento, y, de ser así, qué fue lo que nos pasó. - Disculpa, querida, he de hablar con Gelion de algunos detalles de su nuevo puesto. Enseguida vuelvo contigo. - me separo de ella tras un cortés gesto, dirigiéndome hacia el nuevo jefe de inspectores. No estaré mucho por la fiesta, lo justo para que todos me vean y por si hay que hacer algún tipo de baile obligatorio por protocolo. Después tengo que ir a los campos, a recoger a mi experimento.

El evento acabó sin tantos dramas por el resto de los participantes, pero era Blair la que la tenía un lugar especial en su mente, de una manera oscura y siniestra. Caminó junto a Reiv, separados por algunos metros cuando el evento terminó, aunque no tardaron en recibir aquella noticia, de irse a "disfrutar la fiesta" como si hubiera algo que disfrutar.

Por un momento se sintió algo extraña. Incapaz, más bien, de estar en aquel salón con tanta gente después de permanecer encerrada sola en una celda durante los últimos meses. Era cuestión de ponerse al día con Reiv, pero fuera de las miradillas que se habían dado, la última vez que le vio no quedaron en las mejores situaciones. Justo cuando comenzaba a dudar que aquello fuera una trampa para que dejaran caer sus propias barreras, el abrazo de Reiv le sacó de su ensimismamiento, soltando un gran suspiro de por fin tenerlo cerca.

Incrédula, tardó algo de tiempo en rodear al moreno con sus brazos, llevando el abrazo de menos a más fuerza, hasta que dejó el rostro hundido en su pecho. Habría deseado fingir de nuevo aquella distancia entre ellos, pero con tanta gente de por medio entre sus carceleros y ellos, era más fácil sucumbir.- Y yo a ti. Demasiado... Demasiado.- Suspiró. A pesar de que él fue el fuerte en aquella ocasión, sus manos seguían aferradas a él, a su pecho, tratando de no apartarse ni un segundo más de él. Las preguntas no tardaron en llegar, pues al parecer Reiv llevaba mejor el encierro que ella misma, que apenas y sabía que decir después de todo. Comenzó a asentir y negar según era necesario, algo abrumada, no solo por sus preguntas sino también por la cantidad de gente que entraba a raudales. Decidió por fin tomar del brazo a Reiv, para alejarse un poco de la barra, que era lo más atascado.

Tardó un minuto en hablar, pues no encontraba las palabras. Sabía que le vería ahí, lo presentía, pero entre todas las emociones del día no encontraba algo para decirle que fuera importante.- Me... Me dieron una celda solo a mi.- Susurró, sabiendo que no era importante, sabiéndose triste porque aquella era ahora su realidad. Su mirada no dejó la del moreno mas que para revisar con sus propios ojos que estuviera bien, comprobándolo aunque no del todo convencida.- ¿Te han golpeado más? ¿Cómo estás? Yo... Yo no supe nada de ti. Ya no sabía que creer. No sabía nada, tenía tanto... No quería perderte.

Enseguida me doy cuenta de que con mis ansias de saber he acabado agobiando a Juliet a base de preguntas, ya que sólo me responde con sí o no moviendo la cabeza. Dejo que me tome del brazo para dirigirnos a una zona bastante apartada del barullo de gente, quedando casi en una esquina, cerca de la pared como si así nos sintiésemos más protegidos para hablar. Estamos en terreno hostil, por mucho que sea una fiesta, y eso no podemos olvidarlo. Cualquiera puede ser una amenaza, más ahora que nos han presentado como esclavos. Escucho con cara de lástima eso de que le han dado una celda para ella sola, no tengo claro que sea una buena noticia. Así nadie puede ayudarla si intentan hacerle algo en la celda. Me pongo frente a ella para cogerla de las manos, de modo que no tengamos necesidad de mirar a los demás.

- Espero que no te hagan combatir y sólo sea entrenar a los presos, tal como dijeron. - murmuro mirando de reojo a Blair, negando después con la cabeza a eso de si me han vuelto a golpear. - No, si acaso alguna descarga con el collar de mierda este que llevo. - señalo lo del cuello, fijándome después en que ella lleva otro, algo oculto bajo la gargantilla. - ¿¿Te han puesto uno como el mío?? ...qué hija de la gran puta. - murmuro cabreado, pues eso no entraba en el trato, señora alma negra. - No sé cómo, pero tenemos que darle vueltas a la cabeza hasta que se nos ocurra una forma de librarnos de esto. Aunque parezca que no hay salida. - Ahora ella también tiene el riesgo de explotar si hace cualquier cosa que disguste a los captores, y eso no lo habían mencionado antes. Está claro que no podemos fiarnos de lo que dijesen. - Yo...no estoy mal. Hago como de mayordomo o guardaespaldas, yo qué sé. Una mezcla rara. Todo se trata de ver, oír y callar. No estamos acostumbrados. Y ya ves, me han vestido y cortado el pelo como un pijo. Que se compre un caniche si quiere jugar a esas mierdas. - hago un intento de bromear, encogiéndome de hombros. Decir que estoy bien sería mentir, claro que ninguno lo estamos. Guardo silencio durante unos cuantos segundos, aprovechando para poder mirarla con detenimiento, el vestido, el peinado, el rostro. Finalmente me detengo en sus ojos, pasando mis manos tras su cintura para atraerla hacia mí. - Joder...¿cómo puedes estar tan guapa a pesar de todo? fijo que los demás también se han dado cuenta, y más de una tendrá envidia. - después muevo una de mis manos hacia su abdomen, que aunque todavía no haya mencionado nada sí que me acuerdo de lo que dijo Blair en la enfermería. Sigue siendo difícil de asimilar, y creo que me da bastante miedo el pensar en la situación. Ni siquiera pudimos hablar de ello. - ¿Sigue...? - me refiero obviamente a si sigue con vida, porque no tengo claro si le noto algo de curva bajo el vestido o no. - ¿Te has vuelto a sentir mal como en la enfermería?

Negó suavemente con una pequeña sonrisa para calmar su preocupación. La verdad es que pelear en la arena sería igual de malo que entrenar a quienes pelean allí. Sin embargo, él parecía un poco más difícil de acostumbrarse a la vida con Blair. Solo podía acordarse de lo que había pasado en la enfermería y se sentía retorcer de rabia. No le preguntó nada, por consideración a él, pero seguro que se leía fácilmente en su mirada un poco sombría. Sim embargo, no había oportunidad de ahondar en ningún tema, pues cambiaban de uno a otro sin ninguna consideración, por la misma desesperación de estar juntos por muy poco tiempo.- El collar me lo pusieron para salir... Iugh, se escucha peor de lo que es... me refiero a que no me habían hecho usarlo hasta ahora.- Asintió rápidamente a lo de salir. Antes había aceptado quedarse casi sin oponer demasiada resistencia, pero ahora no podía ignorar las palabras del moreno. En solo un par de segundos se convirtieron en una razón de vivir. No se había dado cuenta antes cuanta falta le hacía el moreno.

Al menos ver a Reiv reclamando por cosas vanas como un corte de cabello y un traje le hacía sentir ligeramente más tranquila. Aquello era una ruleta rusa de emociones, y la trivialidad era como una bocanada de aire fresco.- Pues no te ves mal... Nunca pensé en ti de traje y en realidad te ves bien. Te ves muy elegante.- Murmuró con una risilla boba, fuera de lugar en aquella situación de esclavitud. Se dio cuenta hasta después de que estaba perdiendo el piso en aquella fiesta en la que no pertenecía. Echó un vistazo alrededor, sobre todo a Blair, casi perdiéndose el repaso que Reiv le dio, sacándole también una sonrisa un poco incrédula, así como un ligero sonrojo por sus palabras. Tuvo que apartar el rostro mientras se mordía el labio inferior para tratar de ocultar su sonrisa.- Nunca me habías dicho nada así... Me averguenzas un poco.- Murmuró tratando de ocultar su rubor, soltando también otra risilla al momento que se sintió otra vez entre sus brazos. La respiración se le entrecortó por un momento, por las ganas de llevar un poco más allá y de estirar su privacidad con él. La burbuja cambió un poco de color cuando sintió la mano de Reiv anidarse en su vientre. Negó suavemente, agachando la mirada y huyendo de la de él. Tranquila, pero a la vez insegura de sus palabras.- No lo sé. Yo no he sentido nada. No veo que... crezca nada.- Murmuró, un poco incómoda por el toque de Reiv en su vientre, aunque sin alejarse por los mismos derechos que él tenía. Negó de nuevo con la cabeza.- No. Me he sentido bien. Yo... No sé, Reiv. No sé si sea verdad. Quizás no sea el lugar para discutirlo, pero no te he visto en tanto tiempo... Yo no creo que sea verdad, Reiv. Deben haberlo inventado. No sé ni siquiera... no sé que debería sentir, no sé mucho de... de...- Le costaba mucho decir la palabra que describía su situación. Su cara de tristeza no era precisamente por ella misma, sino por la sensación de que estaban jugando con ambos y de no poder más con la incertidumbre.- Al llegar me maree un poco, pero debe ser por la gente. Estoy bien, Reiv. Pero no quiero estar más aquí, y no voy a dejarte. Gracias por recordarme...

Tampoco termino de quedar muy convencido con lo del collar aunque sólo se lo hayan puesto para venir aquí, sigue siendo igual de peligroso a pesar de que sea la primera vez que lo lleve. Además, suena como si nos sacasen a pasear como mascotas, por lo que suelto un sonido de contrariedad. Cambio un poco el gesto de fastidio por el cumplido que me hace con lo del traje elegante, a pesar de que no me agrade mucho llevarlo porque me recuerda a la época en la que llevaba el uniforme de los Blood Keepers. Me paso una mano por la nuca, frunciendo levemente el ceño mientras miro hacia donde está el grupo de políticos.

- Ya...da la casualidad de que siempre que llevo traje es por un mal motivo, así que le he cogido como manía. Espero que la próxima vez que lleve uno sea por algo bueno. - sonrío de lado al ver su reacción y su sonrojo por lo que le he dicho, haciéndome gracia eso de que gire el rostro,  como si fuera la primera vez que la miro de ese modo y le digo algo así. - Pues es la verdad. Y si te dije...pero si no te acuerdas tal vez sea porque no lo dije lo suficiente. - susurro recordando al menos alguna que otra ocasión en la que le dediqué ese tipo de palabras, pensando que ojalá estuviésemos ahora en una de esas. Percibo cierta incomodidad en ella cuando poso mi mano sobre su abdomen, así que la vuelvo a bajar lentamente, hasta apoyarla en su cadera. En cuanto le he sacado el tema se ha puesto nerviosa, y no es para menos. Yo tampoco sé nada de lo que debería notarse en este momento, así que no sabría decir. Bajo un poco más la voz, de modo confidencial, a pesar de que no haga falta porque no creo que nadie nos esté escuchando.

- Sí, es el lugar para hablarlo, no sabemos cuándo nos volveremos a ver. Sobre si es cierto o no...no lo sé. Tal vez fue todo un montaje que hicieron en la enfermería para asustarnos y amenazarnos mejor, o tal vez sí que fue cierto, pero no salió adelante...- es bastante difícil que un embarazo pueda prosperar con todo lo vivido en los últimos meses, si así fuese sería una gran prueba de supervivencia. Ya ni sé qué sería mejor, pero me da rabia pensar que haya podido ir mal por culpa de otros, y no por decisión nuestra. - Da igual, no lo pienses demasiado. A mi lo que me importa es que estés bien. - aunque si dice que se ha mareado al llegar es que no lo está, al menos no del todo. Subo una mano hasta su mejilla, apoyando después los labios sobre su frente para comprobar su temperatura. - No parece que tengas fiebre. Tal vez sea el cansancio, o el calor. Ven a sentarte y a beber algo. Se nos tiene que ocurrir una idea, tenemos que pensar...  - la llevo del brazo para acercarnos a una de las mesas de los laterales, las que están junto a la pared para que la gente pueda coger alguna bebida y sentarse en alguna de las sillas. Por ahora están vacías, la mayoría de la gente está en el centro de la sala a lo suyo. - ¿Qué era eso de gracias por recordarme? ¿pensabas que me iba a olvidar así sin más? - pregunto algo confuso por la frase que me dijo antes de movernos de sitio, aunque tal vez fuese una frase a medias.

A mi la fiesta ya empieza a aburrirme. Me cansa eso de socializar y tener que ser simpático con la gente, tener que aguantar sus charlas, me importen o no, y tener que estar en el papel de político educado. Me gusta que me escuchen a mí, pero no tener que escuchar a los otros. Antes aguantaba más, ahora cada vez soporto menos a la gente, así que a la quinta conversación con el rico de turno me disculpo para ir a por algo de beber a la barra. Si no fuese porque necesitamos el dinero de los inversores ni me molestaba, pero parte del apoyo económico que tenemos viene de esa gente. Empiezo con una copa de whisky del caro, seguida de otra, y luego otra. Así al menos se me hace menos pesada la fiesta. De vez en cuando vigilo lo que hacen unos y otros, como por ejemplo mi mujer. Ella sigue muy a lo suyo, incluso diría que se está divirtiendo y disfruta de cada halago que le hacen. Es una mujer llamativa, de eso no hay duda, y sabe sacarle provecho. También echo un ojo de vez en cuando a Andreas, que me sorprende que no esté ya borracho como una cuba, se ve que en público sabe guardar bien las formas. A este ritmo voy a acabar yo borracho antes que él. Al Draven le he dejado como recado que informe cuanto antes de las nuevas normas para el cuerpo de Ejecutores, y que haga reunión con los suyos cuanto antes. Me termino mi tercera copa, volviendo a mirar hacia la pareja de esclavos, pensando en alguna manera de fastidiarles la reunión para que no se crean con el derecho a ser felices delante de nuestras narices.

Dejo la copa sobre la barra, encendiéndome un cigarro para empezar a fumar de manera relajada, mientras escucho la música. Al levantarme de la silla paso al lado de la pareja, quemando a propósito a Reiv en el cuello con la punta del cigarro. Lo hago con bastante disimulo y desinterés, al igual que lo que susurro, sin mirarlos prácticamente.   - Ah, tenía que comprobar que el collar sigue funcionando. No os separéis mucho...ya sabéis que explota. Y en cuanto sean las doce vuestro hechizo moñas se romperá y cada uno tendrá que volver a su puta jaula. O tal vez esta vez hagamos reparto de esclavos, no va ser solo Blair la que se divierta. - echo una mirada inquietante a Juliet, sonriendo con altivez antes de seguir mi camino hacia donde está mi esposa. En ese momento ha comenzado a sonar un vals que ambos conocemos, así que me excuso con sus acompañantes.  - Disculpad, enseguida os la devuelvo. ¿Me concedes este baile? - cambio por completo el regisrtro de tono que había empleado hace un momento con los esclavos, pareciendo ahora el más caballeroso del mundo.

La fiesta avanzaba sin ningún inconveniente, los ricachones y altos mandos se pegaban a ella como moscas, la halagaban y agasajaban, sabían perfectamente lo que le gustaba y a muchos los tenía cogidos por los huevos gracias a las urracas de sus mujeres a las que les sacaba información, a pesar de eso no perdía detalle del resto de la sala, sobretodo de sus monos de feria, los tenía más o menos amaestrados pero tampoco quería que mordieran a nadie, menudo bochorno.

Unos vienen y se van uniéndose a su círculo de conversaciones triviales, otros hablaban sobre política y algún que otro periodista intentaba tirarle de la lengua respecto a sus esclavos, uno incluso preguntó concretamente por Juliet -Oh querido, si te gustan los monos de feria no me importa dejártela, después de todo a más de uno le van los fetiches raros, pero no me hago responsable si te muerde, ya sabes, aunque la mona se vista de seda, mona se queda, aunque la haya vestido yo misma- empieza a reír ante su propia "broma" pero era una especie de indirecta, no solo su marido tenía esos fetiches raros, el cual detestaba bastante, sino también alguno de los allí reunidos, los había hecho sudar con ese sutil comentario para que supieran simplemente que lo sabía y tenía la sartén por el mango.

De repente la música cambia, es una melodía que le trae recuerdos, entonces aparece su marido sacándola de su fortaleza de cerdos capitalistas para llevarla a la pista de baile, lo cierto es que aquello la sorprende bastante, el olor a Whisky no tarda en llegarle a la nariz, había bebido pero no parecía estar borracho, ahí pasaba algo -Esto si que es inusual, que tu me saques a bailar y con esta canción... ya no eres un banquero intentando ligarse a la hija del Yanki ricachón... desembucha, ¿qué quieres?- se encontraban bailando aquel Vals en el centro de la sala, algunos más se les unieron pero ella hablaba en el oído de su marido, realmente era extraño, aunque se tratara de una ocasión especial y una reunión social lo de bailar no era realmente obligatorio y la canción era lo más inusual.

Puede que se tratara de una coincidencia, pero aquel vals era el primero que habían bailado cuando se conocieron, cuando él no era más que un empleado en el banco dónde su padre depositaba la mayor parte de su fortuna. Por aquel entonces él le había hecho un favor, era un chico guapo y galante por lo que lo invitó a una de las fiestas en la mansión a la cual asistiría mucha gente importante, gente aburrida que solo hablaría de negocios y estúpidos pretendientes a los que se les veía el plumero a leguas y al igual que acababa de hacer, en aquel entonces la sacó del círculo de babosos para invitarla a bailar. Mientras se movían no puede evitar sonreír recordando aquello, por suerte nadie sabría en que pensaba -Te sigues moviendo de manual querido, aunque mejor que la primera vez que me sacaste a bailar, llevabas un traje mucho más barato que el que llevas ahora- le dice aún con la sonrisa en los labios, pocas veces se la podía ver sonreír así, de verdad y no con una falsa.

Poco dura aquel momento pues en pocos minutos la música se detiene, hace una especie de reverencia como las que se hacen normalmente al acabar un vals, levantando un poco su vestido y saludando a la gente que les aplaude, con su radiante sonrisa falsa de siempre. Echa un vistazo a sus esclavos, a pesar de que Éamon les había dicho algo, no parecían muy interesados, estaban en su maldito mundo color de rosa, le iba a dar caries solo de verlos, intenta no fruncir el ceño pero toma a Éamon del brazo para guiarlo al otro extremo de la sala, lejos de ellos -Me acompañas un momento querido, creo que tengo que descansar un poco- claramente era una excusa y esperaba que Éamon le siguiera la corriente, van hasta una puerta con dos guardias de seguridad que los deja pasar.

una vez fuera de las miradas de todos por fin suspira y frunce el ceño -Esos malditos monstruos, me da urticaria solo de verlos, ¿te puedes creer que los malditos estilistas le dieran semejante vestido a la muerta de hambre esa? menos mal que les dije "algo sobrio, sencillo" pero no, hasta los malditos periodistas preguntan por ella, los lanzaba a todos por un maldito barranco- dice y refunfuña andando de un lado a otro del pasillo moviendo las manos exageradamente, necesitaba desahogarse, tanto que hasta necesitaba fumar, se da la vuelta para cachear a su marido buscando la caja de cigarrillos que siempre llevaba encima, le roba uno aunque sabía que no le gustaba mucho pero en esa ocasión o la dejaba o le daba algo -Debería irme a casa y dejarlos aquí tirados para que ese collar les vuele la cabeza a ambos-

Se pone el cigarrillo en los labios dejando que su marido muy amablemente se lo encienda, dándo una larga calada a aquel veneno que ahora era tan caro, se queda mirando un momento al techo y entonces sonríe mirando a Éamon -Los guarda espaldas de la puerta no dejarán pasar a nadie... y creo que hay una sala con cámarás de seguridad por aquí... ¿que te parece si les aguamos la fiesta?- ni espera la respuesta del otro pues ya lo está arrastrando hasta la sala en la cual vigilaban a todos los presentes en la fiesta.

En esta ocasión, había modificado los collares para que el radio de separación fuera de unos 20 o 30 metros, la oficina de seguridad se encontraba a unos 25 del salón y  como Reiv y Juliet estaban justo en el otro extremo de la sala lejos de la puerta por la que Éamon y Blair habían salido, la sala se encontraba en el límite -Entra allí y echa un vistazo para ver lo que hacen, me iré al final del pasillo, cuenta quince segundos desde que se les encienda la luz del collar- dice a su marido esperando a que entre en la sala para observar. Ella empieza a caminar, solo un par de pasos más desde la sala de control, superando esos 30 metros de radio por poco, pero sin duda alguna suficientes para activar los collares.

Los habían programado para que en cuanto Reiv se alejara mucho de Blair, el collar emitiría una luz y un mensaje, con una voz muy robótica y artificial que decía "Ha salido del perímetro de seguridad, tiene quince segundos para volver a entrar" entonces se iniciaba una cuenta atrás con pitidos y el parpadeo de una luz, pero si uno de los collares se activaba, el otro haría lo mismo, sin mensaje, solo iniciando la cuenta atrás. Le habría gustado verlo pero en fin, para eso llevaba a Éamon, para que se lo grabaran y así poder llevárselo a casa y verlo una y otra vez.

Blair y yo comenzamos a movernos por la pista de baile al ritmo del vals, marcando correctamente los tiempos y los pasos sin  muchas dificultades. No se nos ha olvidado cómo bailarlo, a pesar del paso del tiempo. Ella también parece reconocer la música, pues hace alusión a aquella época en la que yo era banquero, precisamente cuando nos conocimos.  - ¿Y por qué he de querer algo para bailar con mi esposa? hace tiempo que no lo hacemos.  - pregunto un poco molesto, como si yo siempre tuviese que tener una segunda intención. Lo de llevar tiempo sin hacerlo no va sólo por lo del baile.  - Además, todos esperan que lo hagamos, comenzarían a rumorear si nos viesen a ti o a mí iniciando el baile con cualquier otra persona. Ya sabes...chismosos. - ahora teníamos que mantener las formas más que nunca, especialmente tras el nombramiento de Blair. Continuamos girando por la pista, reviviendo en cierto modo la época de aquella canción, aunque ya no sea exactamente lo mismo. No negaré que también me acuerdo de algunos detalles, al igual que ella con lo del traje que llevaba.  - El que llevo ahora es el que merece el dirigente de un país. No te equivocaste conmigo, mira cómo hemos prosperado desde entonces. Recuerdo el jaleo que montaste en el banco por lo de aquella tarjeta de crédito. - comento casi divertido por el modo en que la conocí, aunque pronto acaba la música, el baile, y con ello la oportunidad de seguir hablando por ese camino.

Tras los saludos de rigor la acompaño hasta la puerta flanqueada por los guardias, saliendo de la zona de baile. Allí ya me entero del asunto que trae entre manos, los puñeteros esclavos. - Qué más da el vestido que le hayan puesto. Todos saben lo que es...no deja de ser una esclava con vestido. Podemos hacer con ella lo que queramos. - no entiendo que le fastidie tanto lo de los estilistas, a menos que crea que Juliet le está robando protagonismo. La miro mal cuando vuelve a robarme los cigarros, ya ha cogido esa costumbre y siempre lo hace. - Pues vayámonos a casa, ya sabes que las fiestas tan largas me aburren. - en realidad  nos iríamos cada uno a una casa diferente, pero se entiende la idea. Me fijo en su expresión mientras fuma, sabiendo por el gesto lo que viene ahora después. Ya está maquinando algo en su cabeza. Me acerco para robarle el cigarro de los labios, dando una larga calada delante de su cara. Después suelto un sonido entre irónico y de diversión, me gusta cuando se le ocurren esas maneras de joder al personal.

- Perfecto. Puede ser un buen final de fiesta, así te irás de aquí con algo interesante que contarle a nuestros hijos. Como ministra de del Ministerio de Sabiduría tienes que empezar educando en casa, para que sepan quién es el enemigo. Espérame por aquí, ahora te cuento lo que hacen. Incluso te lo puedo grabar con el móvil. - le vuelvo a dejar el cigarro tras darle otra calada, recolocándome la corbata del traje al darme la vuelta para dirigirme al salón de la fiesta. El pitido ya es audible, al igual que la voz, así que el par de dos no tardarán en agobiarse.

Sonrió a la vez cuando explicó un poco su manía con los trajes. No entendía el por qué, pero sabía que había tenido una vida difícil y que muy probablemente tendría malos recuerdos de muchas cosas. No duró mucho, pues el sonrojo le obligó a apartar la mirada. Se sentía mal de haber olvidado si alguna vez Reiv le dijo con aquella enfusividad que se veía guapa, pero no recordaba ninguna ocasión. Quizás simplemente lo había ignorado, porque en el día a día sabía que su aspecto era poco peor que normal. Quizás algo de su nerviosismo se debía a que llevaba los hombros enteramente descubiertos, y a decir verdad no le gustaba mostrar tanto de su piel.- No lo tomes así. Yo tampoco acepto muchos cumplidos. Quizás debería empezar a creer más en lo que dices, aunque no piense igual.- Murmuró, que aunque podía malinterpretarse, no tenía otra intención.

La mano en la cadera sirvió para que se relajara algo más. Tenía el miedo justo para incluso asustarse de tocar su propio vientre. Tanto por si sentía algo diferente como si no. Así que solo lo evitaba. Aceptó la realidad, aquel era el momento, pues los momentos no se repetían. Al menos tenía la oportunidad de compartir sus dudas con alguien, con la posibilidad de completar la imagen en su mente que presentaba demasiados huecos. No sabía que le asustaba más, la mentira o la posibilidad de que fuese cierto y de repente se esfumara como si nunca hubiera ocurrido.- Yo... no quería esto... pero escucharte pensar que no salió adelante me da la misma tristeza y miedo de pensar que sigue en pie. Ya van meses y sigo sin alinear mis pensamientos.- Murmuró aceptando y asintiendo. Ella también compartía y lo importante es que él estuviera bien.- Haz sido muy fuerte. Seguro que te ha sido muy difícil continuar así. Solo aguanta un poco más, seguro que podremos hacer algo para mejorar esta situación. Quiero que estés bien.- Susurró, permitiendo el toque en su mejilla como una caricia y aprovechando los labios de Reiv en su frente para sentir su aroma y comprobar con un abrazo suave que estuviera lo suficientemente bien. Esperaba que el amor que le había dado antes fuera suficiente para él si algo salía mal.

Aceptó caminar con él, aunque tratando de ponerlo al día con sus actividades.- He descansado mucho. Inicio temprano, pero por la tarde lo paso casi siempre recostada.- Omitió de su narración lo poco que había comido en los últimos meses, desde que él no estaba con ella, y sus actividades en la arena. No quería que se preocupara por nada. Tomó una de las bebidas de la barra, mas luego la dejó. No recordaba si el alcohol le haría mal pero lo deseaba como si no hubiera más que beber. Terminó por tomar una copa con agua, que además de todo debía tener la cabeza clara. No por estar junto a Reiv podía dejarse ir.- Sé que no es así, pero estuvimos juntos día a día por años. Verme sola, encerrada, no sabes lo mal que me tiene. Solo quiero salir para poder abrazarse por días hasta que se me hinchen las manos.- Susurró con los ojos humedecidos por la confesió. Al ver a Éamon acercarse a la barra, le dio la espalda para evitar que le viera en un momento de debilidad, logrando recomponerse antes de que Éamon llegara. Logró notar el roce que le dio a Reiv con el cigarro, encendiéndole la sangre al ver que solo buscaba fastidiar, tanto a ella con el quemón, como a él con la mirada que echó a la joven. Sabía lo que quería dar a entender perfectamente, pero de haber querido probablemente lo habría hecho con anterioridad. Un vestido no cambiaría su deseo... ¿o si?

En el instante inició el vals de Éamon y Blair. Si no hubiera tenido el gusto de verlos en la enfermería, seguramente pasarían como una pareja feliz y rebosante. Guardó silencio mientras duraba. Era bastante increíble que todas esas personas se dejaran engañar por aquellos que solo querían ver el mundo arder. Incluso captó alguna mirada de Blair, que se había ensañado con ella en particular. Lo sabía porque le había lanzado miradas de superioridad mientras hablaba con los periodistas. Seguro que trataba de hacerla quedar mal, pero para lo que le importaba. Incluso le había obligado a caminar más recta, más pausada y más sensual durante el evento y el inicio de la velada. Cuando el vals terminó, siguió al par con la mirada. No tardaron por desaparecer por una puerta y sabía lo que significaría. Tomó a Reiv del brazo para caminar con tranquilidad, aunque por dentro moría de pensar que la loca esa los había dejado solos en un salón con sus invitados para el acto estelar de volarles la cabeza en directo. Sabía su necesidad de atención y creía que no lo haría, pues a fin de cuentas necesitaban buena publicidad. Cuando llegaron a la puerta por la que salieron, los inquietantes collares ya habían comenzado su cuenta atrás mientras trataba de platicar con los guardias de manera tranquila.

- Solo me tomará dos segundos deshacerme de ti. Esta copa me va a ayudar. Así que déjame pasar antes de que se arme un escándalo. -Tomó por el brazo a uno de los guardias.- Me aseguraré de que si mi cabeza vuela también vuele la tuya. Abre la puerta y evítate escándalos.