Cabaña [en el bosque de Walden McNair, residencia de Imram]

El camino hacia la cabaña se había hecho un tanto largo, arrastrando a Rybar con un brazo y llevando al pequeño en el otro. Maldigo a los magos por poder usar la desaparición para ahorrarse trayectos, ya que tardo al menos una hora en llegar a la cabaña. En cuanto llego dejo a Rybar en el suelo de la entrada, avisando a Katrina de lo que acabo de encontrar. Ella se altera bastante al enterarse, la última vez que vio a Rybar fue cuando nació nuestro hijo, y no fue precisamente un encuentro agradable. Aún así parece preocupada por el estado de su hermano, sin brazo, ensangrentado por el cuello. Dejo a Radhos en el suelo para que vaya a jugar por la casa, así nos encargamos de entrar a Rybar dentro. Lo dejamos en un camastro bastante cutre, con un colchón viejo cogido de la calle. Katrina se encarga de empezar a curarle las heridas, mientras yo le explico dónde me lo he encontrado, y que creía que estaba muerto.

Supongo que he hecho lo correcto trayéndolo aquí, en vez de dejar que muera tirado en la calle. A Katrina le habría apenado, a pesar de todo. El tío ha sido un cabrón y se ha portado mal con ella, manipulándola, llegando incluso a borrarle la memoria. Ahora parece que el "karma" se lo ha hecho pagar. Cuando Katrina termina de curarlo se va con el crío, a dormirlo porque ya es tarde. Yo me quedo con Rybar, vigilando que no despierte y haga alguna gilipollez. Es más, me canso de esperar a que despierte y lo obligo a ello, con poco delicadeza. Sacudo su hombro varias veces, de manera algo brusca.

- Vamos maldito chalado, despierta. Seguro que has llegado vivo hasta aquí por algún motivo.

No fui consciente de nada. De nada, desde que tuviera a aquel renegado hurgando en mi cuello y recibiera la descarga. Todo había sido negrura y un dejar ir. El dolor se había desvanecido, todo desapareció en una especie de agujero negro. No duró demasiado, pues pronto un pulsante dolor en mi cabeza me recordó algo. Que seguía vivo, a pesar de todo. Creí oir una voz conocida, y también la de un niño. Pero también creí estar delirando... Por que no? Ya había oído la voz de él en los campos de concentración. Más tarde también pude oír la de ella. Creí estar imaginándolo todo.

Conforme crecía el dolor de mi cuerpo también fui entendiendo mejor lo que decían aquellas voces. Después hubo un rato prolongado de silencio. Quería abrir los ojos.... Pero resultaba difícil. Unos zarandeos por el hombro y las palabras de imram, más claras ya en mis oídos, provocaron un terrible mareo en mi persona. Sentía el cuello rígido como una tabla, y la descarga me habia dejado secuelas. La sensación de vértigo y angustia se apoderó de mí nada más abrir mis ojos. Si hubiese tenido algo en el estómago, lo habría vomitado. La inflamación de la herida debía estar apretando algún nervio importante del cuello que me dejaba en ese estado de vértigo.

Moví más los ojos que la cabeza, y enfoque a Imram. Lo había oído pero no esperaba verlo de verdad. Era...?

-eres real o has vuelto para reirte de mi?

Pregunté con una voz ronca, mirando al techo después, pareciendo un poco ido. No sabía dónde estaba. A duras penas empezaba a recapitular lo que había ocurrido.

El muy capullo responde a los meneos que le doy en el hombro, aunque le cuesta bastante reaccionar. Lo ha curado Katrina, pero debe estar bastante débil. Suelto un sonido irónico ante la pregunta de si soy real o si vengo para reírme de él, seguro que ha sido toda una impresión para él verme aquí. - Podría ser un poco de las dos cosas. Sí, soy real, y lo de burlarme...no exactamente. Pero reconozco lo irónica que resulta la situación. ¿Quién te iba a decir a ti que acabarías en el hogar que he creado con Katrina, recibiendo nuestra hospitalidad? - le restriego eso por la cara, que lo hayamos recogido no quiere decir que me caiga bien, en absoluto. Ambos tenemos memoria y no olvidamos. Podría preguntarle muchas cosas, a pesar de que las respuestas ya no tuviesen demasiado sentido después de tantos años.

- Tienes la suerte de estar con vida, no lo desperdicies tratando de hacer alguna estupidez. Aunque visto el estado en el que estás...- niego con la cabeza, dando a entender que puede hacer poco ahora mismo. - ¿Qué es eso del cuello? ¿Y qué hacías ahí tirado donde los renegados? Se decía que estabas muerto, que no se sabía nada del líder de los Blood Keepers. - digo el nombre de su organización con bastante desprecio, detesto los ideales que tienen. Me levanto de la silla en la que había estado sentado antes, justo cuando escucho al crío entrando en la estancia. Él poco sabe de nuestros odios o nuestro pasado, así que se acerca hasta donde esta Rybar, mirándolo con curiosidad. El niño se agarra a mi pierna, chapurreando una pregunta con su lenguaje de crío de menos de dos años. - Es tu tío, Radhos. - llamarlo tito no me sale, no le pega para nada.

Aunque estoy jodidamente agotado y dolorido, lo escucho hablar. Si, tiene razon. Maldita ironia. Quien habria dicho que....¿katrina? Desvio mis ojos hacia él, con una chispa de algo de cordura que no habia mostrado anteriormente.

-No...digas...donde estais....donde estamos. No quiero saberlo. -seguiría funcionando aquel trasto que me pusieron con el cual podian escuchar mis conversaciones?

Parecio restregarme por la cara que hubiera formado un hogar con mi hermana. Si, era cierto. Me habian derrotado. Pero habia dejado de importarme. Toso un poco, a duras penas se como sigo con vida. Supongo que debo agradecerselo a aquel muchacho, ese renegado de Bastion Hollow...en mis ultimos instantes habia comprendido que el fue, en algun momento de su pasado, un rehen en aquel sitio, igual que yo.

-La herida.... - movi un poco la unica mano que me quedaban, causando que un pequeño florero que tenian alli levitase. Reconocí las flores. Eran las favoritas de Katrina. El florero volvio a su sitio en seguida. Ese simple hechizo me habia dejado aun mas debil. Pero con una sonrisa en la cara. Mi magia...habia vuelto. -Fue un renegado...creo que me salvó la vida.

Podia enfocar ya mejor el resto de aquel humilde hogar. Aunque no podia moverme del camastro que me habian improvisado. Me sentía debil y patetico, vulnerable. Como lo habia hecho todos estos largos meses de atras.
-No estaba muerto. Estaba prisionero. Aunque al final me querian muerto...

"es obvio... pero no será mi caso. Si no el de ellos..."

No sabia si queria ver a Katrina o marcharme de alli cuanto antes. Entonces apareció su hijo, el de ambos. Lo miré y me quedé como en pausa. Desde que lo supe habia querido conocerlo, pero siempre tuve seguro que no podria hacerlo. O que no debia hacerlo. Era algo curioso de ver. Podia apreciar algun rasgo familiar en su infantil rostro. Radhos. Ese mismo nombre fui a repetir entreabriendo mi boca, pero luego me dije a mi mismo que que cojones estaba haciendo.

-Ese...ese niño... - parecia que me costaba un poco hablar, algo incoherente, y traté de incorporarme. -La Alianza quiere muertos a todos los Renegados. Tenéis trabajo que hacer... Los Blood Keeper han muerto tal como eran.... ¿Cuándo los renegados han abandonado a su lider? Sois mas fuertes...pero van a por vosotros...me querian ahi en vuestra base...me acerqué mucho...pero finalmente no lo hice...no lo hice...ellos podian escucharme...quiza aun pueden. Me quitaron la magia...todo....

Tuve que dejarme caer nuevamente. El mareo me impedia hablar con normalidad, y todo daba unas vueltas terribles. El niño, mi sobrino. Hijo de la persona que mas habia podido llegar a odiar en este mundo. Mi mayor enemigo, y en este momento, unico ser con el que podia hablar.

A Rybar parece que le quema saber el sitio en el que está, como si fuese una especie de vampiro en tierra santa. Ignoro su comentario, chasqueando la lengua. Mira por dónde, un renegado le había salvado la vida. Con lo que los ha odiado durante años...otra de esas cosas irónicas. Lo que me pregunto es si le hará cambiar o no. El blood parece más que satisfecho al ver que consigue mover con su magia una de las flores del florero, como si llevase tiempo sin hacerlo. Si tenía una herida en el cuello y parece tan motivado por hacer magia...es probable que haya estado una buena temporada con ese chip que anunciaron en los periódicos hace meses.

- Era de suponer. Pero tanto tiempo...nadie pensaba que siguieses vivo. Y claro que te querían muerto. Esos de la Alianza no toleran a nadie que sea distinto a ellos. ¿No te suena la historia? Lo mismo que hacíais vosotros. O que hacéis, ya no sé si vuestro grupo sigue actuando.

Le echo en cara que son exactamente lo mismo, ahora que lo ha sufrido en sus propias carnes. Ambos son unos intolerantes, en un lado del tablero o en otro. El crío se acerca por fin a Rybar, dándole un par de palmaditas en el hombro con sus pequeñas manos. Después le pone otra en la máscara de metal, como extrañado. Como es muy curioso acaba por subirse a la cama también, al lado de Rybar. Le dejo quedarse, no creo que Rybar le haga nada. Si lo hace le reviento, así de claro. Su confirmación de la "muerte" de los Blood no me pilla de sorpresa, no se oye mucho de ellos. - ¿te mandaron como espía? ¿entonces ya saben dónde estamos? - pregunto alarmado por la preocupante noticia, esperando más información. Rybar está como traumado, ido, y no da muchas más pistas. Lo cierto es que hasta puedo sentir algo de lástima por él, aunque me cueste admitirlo. Las torturas de los campos deben ser terribles.

- Normal, eres un jodido capullo. Y también si te abandonaron es que realmente no podías confiar en ellos. Hay que saber rodearse de la gente adecuada. ¿Qué harás ahora? - aparece Katrina por la puerta, que ha escuchado todo lo del peligro para la base. Se acerca en silencio, dejando un vaso de agua y unas galletas para Rybar, pero no se atreve a decir nada. Se marcha de nuevo, con semblante triste. - ¿has pensado alguna vez en luchar en un bando que no quiera exterminar a la otra raza? ¿o al menos colaborar de alguna otra forma? - si bien creí en la venganza durante un tiempo ahora creo que resulta mucho más útil aprovechar las oportunidades que ofrece una vida, así que puede que no sea tarde para que piense en algo así como una segunda oportunidad para actuar bien, una especie de redención.

- A nadie le convenía que siguiese vivo -corrijo así a imram. Bueno, quizá sólo convenía a unos pocos mercenarios a los que solía pagar. Aunque también era cierto que sin mi el pacto se había roto. -siguen actuando. El muerto que había a mi lado era un blood keeper que había roto el pacto con los renegados.

Mire a otro lado cuando insinuó que éramos la Alianza y nosotros exactamente lo mismo. Pude ver que tenía razón. Había probado de mi propia medicina en dosis industriales.
-.... he descubierto unas cuantas cosas en este último año. - durante el torneo de los descendientes supe cómo era vivir y combatir a ciegas, aunque solo fuera por algunas horas, y los campos supe qué era vivir magia. Aún me dolía el cuello y me era imposible moverlo bien. El vértigo seguía ahí. -pero esto solo ha aumentado mi determinación por acabar con la Alianza.

Su hijo se atreve a darme unas palmadas en el hombro y lo miro. No pienso hacerle nada, y seguro que su padre lo intuye o me ve demasiado inútil como para si quiera intentarlo. Sus palmadas en la máscara me pillan desprevenido. Los niños pequeños sin duda... -no tienes ni idea de lo que el espacio personal, verdad? -me resulta un poco embarazoso eso de que plante su mano en mi cara, más aún en la máscara. -mejor que no intentes quitarla

Cierro los ojos agotado. La presencia de mi sobrino a mi lado es extraña. Es alguien sin prejuicios. Todo lo contrario a mi.
- si, lo saben. No con total exactitud pero muy aproximado.

Entró entonces mi hermana. No me dirigió la palabra pero yo la observé con supuesta frialdad. Dejó algo para mí....y se marchó. Por un momento desee decirle algo, pero si actitud me disuadio. No sabía si lo que sentía hacia mi era pena, odio o miedo. En cualquier caso prefería las dos últimas a la primera. Tenía sus motivos.

-miraos....la familia feliz en la casita quien sabe donde.... Muy bien Imram....te aplaudiría.... Si tuviese mis dos manos.... -rei entre irónica y amargamente. Su pregunta era básicamente"y que piensas hacer con vida?"
-los blood keeper están obsoletos. Necesitan una reforma. El Ministerio de Magia antes tenia sentido. No pienso cambiar de bando .... Si es lo que insinúas..... Prefiero hacer que mi bando cambie.

- Has sido como un maldito grano en el culo para muchos, que no te extrañe que se alegrasen de tu muerte. - yo mismo me habría quedado más tranquilo hace unos años, aunque desde nuestro último encontronazo el día que nació el crío todo cambió. Sentí que habíamos ganado por fin la batalla contra él, habíamos conseguido formar una familia y él no había podido impedirlo. Quedó derrotado y posiblemente sin ganas de intentar nada más.

Lo que me cuenta del blood keeper que rompió el pacto no me preocupa demasiado si tenemos en cuenta que los renegados están ahora mucho más fuertes de lo que puedan estar los blood, por mucho pacto que hayan roto. - Pues peor para ellos, no creo que les convenga tener de enemigos a la Alianza y a los renegados a la vez. - comprendo eso de que su odio hacia la Alianza haya crecido, más con las torturas que habrá sufrido. Lo que no veo normal es que odiase a los humanos incluso antes de que le hiciesen nada, que fue cuando decidió unirse a los magos del Ministerio.

El crío se ríe al escuchar eso del espacio personal, sin tener ni idea de lo que significa. Se sube a la cama para sentarse en el borde, comenzando a contarle no sé qué historia de un bicho que atrapó el otro día y que luego se le escapó. Todo muy incoherente y con su infantil lenguaje. Lo bajo de la cama para que no moleste al tullido, y también por si acaso al otro le da por apartarlo de manera poco amable. No creo que sea estúpido para hacerlo delante de mí, pero por si acaso. Tras dejar al niño en el suelo me pongo de pie, pensando en ir hacia la base por si acaso hay problemas con eso de que han descubierto la situación. Puede que incluso necesiten ya ayuda.

El ruido de unos aviones a cierta distancia no ayuda a tranquilizarme, así que llamo a Katrina para que acuda a la sala, tengo que decirle un par de cosas. Antes de que ella entre tengo que 'aguantar' los sarcasmos de Rybar, aunque en el fondo no está haciendo más que reconocer mi victoria, la partida por fin ha quedado resulta después de largos años de lucha, largos años desperdiciados para los 3, Katrina, Rybar y yo. Cuánto sufrimiento nos habríamos ahorrado de poder volver a aquel punto de partida. - Pues sí. Ha costado, pero aquí estamos. Esto está más que terminado, pero eso ya lo sabes. - no tiene sentido que vuelva a insistir, tendría más sentido intentar rehacer su vida, cosa que nos lleva a mi última pregunta. Suelto un suspiro de decepción al escuchar que no cambiará de bando, pensando en cuántos golpes más necesita para darse cuenta.

- Pues suerte intentando cambiar tu bando, porque ahora sólo son otra parte más del problema, no de la solución. - Katrina por fin entra en la habitación, así que me giro hacia ella para explicarle brevementela situación, que tengo que ir hacia Bastion Hollow para ver qué pasa. Por suerte parece entenderlo y no tengo que darle muchas más explicaciones, sólo me da un beso y me pide que tenga cuidado. Después me agacho para darle otro beso en la cabeza al niño, dirigiéndome después hacia la puerta mientras me coloco mis armas. - Tengo que irme. Te quedas aquí con ellos, no hace falta que te diga nada, ¿verdad? - no es necesario que Rybar pueda ver mi mirada para captar el mensaje, creo que se entiende a la perfección la advertencia. Él está bastante herido, pero siempre fue un mago poderoso. Aún así confío en Katrina, ha mejorado mucho en la lucha y podría pararlo a él y a otros más si hiciese falta. Salgo después de la cabaña, comenzando a caminar por el bosque en dirección al pueblo.

Regreso al día siguiente de haberme marchado, siendo ayudado por Lykaios para llegar desde Londres hasta el bosque en el que está mi casa. Hubiese tardado días de haber ido a pie, eso sin contar que la distancia era excesiva para ir con las gafas especiales rotas. Vino muy bien para desactivar los centinelas, pero a mis gafas no les ha venido tan bien. Me despido del jefe   cuando me deja en la puerta de mi casa, ya pasará a ver a la familia en otra ocasión. - DIsfrutad de la fiesta, nos lo merecemos. - y mucho, después de la maldita batalla. Ya me uniré en otra ocasión.

Entro por fin en la  cabaña, anunciando mi llegada a mi mujer y a mi hijo. El pequeño echa a correr hacia mi, según lo que puedo escuchar, gritando papá un par de veces. Me agacho para cogerlo cuando llega hasta mis piernas, alzándolo en brazos por encima de mi cabeza. Después lo bajo para sujetarlo de manera normal, mientras le pregunto unas cuantas cosas, como si estaba jugando o dónde está mamá. Enseguida aparece mi esposa, que se une al abrazo. Ella sabe que cuando se marcha a una batalla no se tiene la certeza de volver, por eso los reencuentros son siempre más intensos. Le explico un poco lo sucedido, como el resultado de la batalla, o cómo están los demás. También el asunto de mis gafas rotas. Dejo al niño en el suelo para que siga por ahí jugando, mientras sigo con el tema de las puñeteras gafas. Luego caminamos ambos hacia el salón. Según ella Rybar ha estado tranquilo y no ha hecho nada, pero ni siquiera han hablado. Supongo que una cosa será que no lo quiera muerto y otra que le apetezca hablar ahora. Me quedo a solas en la sala con Rybar, como no se ha movido de sitio sé a dónde tengo que acercarme. Vuelvo a sentarme en la silla de antes, hablando para despertarlo en caso de que se haya quedado dormido.

- Terminó la batalla. La Alianza ha perdido en esta ocasión. - informo escuetamente, sabedor de que esas noticias le gustarán, como a cualquiera que deteste a la Alianza. - Katrina dice que no ha habido incidentes, pero tampoco habéis hablado. Supongo que es lo normal. Como también lo es que abandones la casa. - no es que lo esté echando, si fuese necesario podría quedarse un poco más, por muy extraño que sea. Pero para ninguno de los dos es cómoda esta situación. Poco después de marcharse Rybar me marché yo también, quedándome pensativo por todo lo que había dicho.

Habia pasado cuestion de un dia o dos desde que Imram se marchase. No me habia dignado a hablar con mi hermana, y era poco el tiempo que habia pasado con mi sobrino, pero algo habia sido. Apenas logré conciliar un momento el sueño, oi la llegada del humano a aquella cabaña suya. No me moví mucho....en principio. Me incorporé despacio, algo adolorido aun pero bastante mas descansado. No fuerte, nada mas lejos. Pero al menos tenia la sensacion de que podria tenerme en pie por mi mismo.

Se sentó donde hubiera estado la ultima vez y yo me incorporé. Buenas noticias.

- Me alegro. - escupí con un odio insano al oir que la Alianza habia perdido. Merecian arder todos en las llamas del infierno.

Escuché lo de Katrina con aquella guinda final. Bien, aquello era obvio. Dejé sobre mi regazo la unica mano que me quedaba, la del brazo que no me habian reventado pero que aun asi era una protesis metálica desde la altura del codo. Flexioné los dedos...no estaba funcionando muy bien. Pero algo era algo. Necesitaria "arreglarme".

-Sí, no hay que abusar de la hospitalidad de nadie. - Sonaba frío, como siempre. Me puse en pie con un pequeño esfuerzo. Ya lo habia estado intentando antes, asi que sabia a que atenerme. No tenia armas ni nada que recoger, iba con lo puesto. Un mago de familia noble convertido en poco menos que un mendigo. -Supongo que esto marca una tregua definitiva entre nosotros.

"para que engañarnos, ya no puedo arrebatarle nada que quiera quitarle. Y él a mi tampoco"

-Pero te equivocaste con una cosa. No somos parte del problema. No lo seremos.- esperaba que fuera capaz de cuidar de mi hermana y de su hijo. A parte de esperar, nada mas me tocaba ahí a mi, salvo quiza decirselo. -Cuidalos. Adiós.

Me fui hacia la salida sin mirar atrás. Tenia mucho que sanar aun, no solo fisicamente, y mucho que poner en orden. Empecé a caminar pues aun no me encontraba con fuerzas para usar la desaparicion. Quizá mas tarde la usase para llegar a donde queria ir....asi, abandoné la cabaña y aquella zona.

Regreso a casa tras despedirme de mis compañeras de aventura de la cripta, lugar del que habíamos conseguido sacar algo más que sustos y golpes. Al menos no nos vamos de retirada con las manos vacías, sino tras haber encontrado una supuesta pista que habrá que analizar, aunque eso ya será otro día, al menos por mi parte. Si no fuese por la ayuda de mi mujer no habría podido regresar tan rápido a casa, gracias al uso de la aparición. Ella se encarga de dejar a  la desmayada Mérida en el sofá de la entrada, sin hacer mucho caso a mis advertencias de que ahora es peligrosa.

Después me ayuda a mi a llegar hasta la cama, mientras rebusca en los cajones algo para curarme la herida del hombro, como desinfectante y vendas. Al explicarle lo del basilisco se asusta bastante, pero no llega a entrar en pánico al saber que contamos con una poción contra los envenenamientos que llevamos guardando desde que nos mudamos. Me tomo la poción mientras termina de curarme, pasando a explicarle después todo el asunto de los poseídos atacando en la cripta, la pelea contra el basilisco, y el hallazgo del objeto. También envío a Lykaios un mensaje por el galeón, para saber de una maldita vez dónde se mete, y para informarle de que hable con Silver y su amiga, que tienen el objeto que se encontró en la cripta. Espero que no le haya pasado nada al jefe, porque ahora mismo estamos bajos de efectivos para lanzar un ataque en caso de que lo hayan capturado. Katrina sale a ver a Mérida en cuanto termina de curarme, pero para ese momento ella ya se ha marchado sin dejar ni rastro. No está por ningún lugar de la casa, cosa que casi prefiero porque se habría puesto a atacarnos y ahora mismo no estoy para peleas. Tocará darse prisa en solucionar esto y localizarlos de nuevo, organizar algo como Brigada. Acabo durmiéndome con todos esos pensamientos en mente y la moneda en la mano, esperando respuesta del jefe.


....

Cuando he descansado y dormido lo suficiente me levanto algo mejor, aunque todavía algo falto de energías y no recuperado del todo. Sigo sin tener noticias de Lykaios, así que decido enviar otro mensaje a la moneda, en plan grupal, pues no sé a quién acudir para contarle todo lo que ha pasado. Al poco recibo respuesta, leyendo el mensaje mediant el relieve de las letras. Me alivia que ambos estén bien, y que me pidan reunirme con ellos en un sitio concreto para hablar. Como el lugar está un tanto alejado le pido ayuda a mi mujer para que me aparezca alli, llevando también al crío por eso de no dejarlo solo mientras. Abandonamos los tres la casa, rumbo a la isla.



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Uso de objeto: Poción de bezoar. 5 dosis (gastada 1). Poción con bezoar extraído del estómago de una cabra. Cura la mayoría de los envenenamientos provocados por pociones ingeridas o inyectadas, así como el veneno de algunas criaturas

PS: 95/150, se detiene el envenenamiento