Er Crasu [taberna-restaurante]

Vino hacia mi y entre que no me lo esperaba y que aun estaba mirando la tele, me comí su primer puñetazo. No es que fuese el tio mas fuerte de la zona, que va. Me habian pegado puñetazos que me habian dolido mucho mas.  Pero aun asi me dejó cierto escozor en la mejilla y esa zona de la cara empezó a ponerse caliente.

Los siguientes puñetazos si no los esquivé no fue por falta de ganas o agilidad, si no porque de pronto, mencionó a mi hermano, y aquello casi dejó bloqueado mi cerebro mientras retrocedia un paso con cada puñetazo que Rybar me daba. Lo conocía? De que? El brazo? Había sido él quien lo habia dejado manco? Que mas daba todo eso? A menudo habia pensado en él, pero nunca habia hablado de ello, ni con mi primo. Oir a alguien mas verbalizarlo me sentó como una hostia. Una hostia de realidad. Claro, no me lo habia inventado. Menos mal. Había empezado a creer que todo lo referente a Ailanthus podrian haber sido alucinaciones de mi maldita cabeza.... Las ultimas y confusas imagenes que tenia de el se me agolpaban ahora en la cabeza, sin sentido. Siempre con sangre de por medio.

"ey ey....te estan partiendo la cara...espabila!"

- Que sabes tú de mi hermano?! - exploté de pronto furioso, cuando él mismo se detuvo, un poco hecho mierda. Mi cuchillo habia aparecido en mi mano, lo habia sacado inconscientemente.

Pero se fue, sin mas, con una clara sentencia a mi, a los de mi raza, a toda mi maldita estirpe.  Por supuesto, me habian dolido mas en conjunto todas sus palabras que los golpes en la cara, que como mucho habia logrado partirme el labio. Un despojo acojonado, peor que un esclavo?

"Ail...Roäc....qué es lo que tengo que hacer? Ya no lo sé... "

Gruñi, ahi de pie en medio del bar, y el gruñido acabó convertido en un grito angustioso de frustracion. Me pasé una mano por los ojos apretando los dientes, guardé el cuchillo y en un impulso eché a correr hacia la puerta, abriendo bruscamente, encontrandome aun ahi a Rybar y los otros Blood.

-Espera, joder! Lo haré! Acepto el trabajo!  Pero...tengo mis condiciones. No será solo dinero. Quiero informacion, y proteccion para mi primo, sí, el dueño de este local. No tenemos muchos aliados. Respecto a la información, todo lo que sepas sobre mi hermano. Lo has visto recientemente? - mascullé, entre dientes.

Sonreí muy levemente de lado al oir el grito del otro y su apresurada carrera para salir a la puerta del bar. Bueno, habia logrado picarle. Me giré hacia el, todo serio, igual que mis compañeros, con cara de pocos amigos.

- Tu las condiciones? Despues de ponerte tan picajoso, me parece que no. - contesté, friamente. Pero lo escuché, y como no me pareció nada descabellado, decidí aceptar. - Pides mucho para un solo soldado que te he pedido que me caces. Creo que tendrá que ser mas de uno.... por si el primero resulta ser inutil, como el de la otra vez.

Hice un gesto para que mis compañeros fuesen preparando los caballos. Por fortuna no habia pasado ninguna patrulla en lo que estabamos aqui...
- Está bien. Pero si se queda aqui y sigue a lo suyo, será dificil. No puedo prometerte su supervivencia. Aunque a nosotros tambien nos conviene tener un local del que poder obtener suministros. - a ver si pillaba por donde iba. - Si se hace bien, podemos salir beneficiados mutuamente. Tu hermano? No. - respondí despectivamente. - Pero lo conocí hace cosa de año y medio, y era un sucio Ejecutor. Me reventó el brazo y me metió a los campos. Supe que era tu hermano porque yo estaba en la enfermeria cuando fuisteis alli a rescatar a unos renegados y os estuvisteis dando de hostias, él y tú. Y luego él me lo contó.... pero no he vuelto a verle. Y eso es mucho tiempo. - vamos, que ate cabos. -Por cierto, gracias por la ayuda en ese entonces. No esperes un trato de favor ahora. Quien avisa....no es traidor. - mi voz estaba cargada de mala hostia, pero fría, y de veneno. Si, el rencor era patente.

Cuando tuvimos las monturas listas, me subí al caballo y miré al drow desde mi altura, tirandole un saquito de monedas, la primera paga.
- No podremos comunicarnos normalmente. Busca la tumba de John Doe, 1980- 2016, en el cementerio de los alrededores de Londres. Es una lapida grande con bastantes grietas....donde pueden caber notas escritas. Ve alli frecuentemente, yo haré lo mismo. - chisté al caballo, y tras lanzarle una ultima mirada de advertencia al elfo oscuro, partimos de ahi al galope, a retomar el viaje hacia nuestra base, dejando las calles londinenses atras.

- Si le dais a mi primo la proteccion que os pido me da lo mismo cazar a un soldado que a diez....

"mientras sea de a pocos..."

Dije frunciendo mi ceño, obcecado ahora que habia tomado una decision. Era la mas dificil pero sabia en el fondo que quedarme de brazos cruzados no cambaría el final de las cosas. Y si asi por lo menos lograba sacar algo bueno para mi primo retaco...

Cuando me respondió que no habia vuelto a ver a Ailanthus desde que nos colamos en los campos en aquella mision con los renegados, en la que precisamente conocí a mi hermano, me doy cuenta de que el sentimiento es de decepcion, cosa que no habia esperado. Cierto, eso era ya mucho tiempo sin noticias suyas. Un sucio ejecutor. Deseaba que no hubiese vuelto a las andadas. Costó demasiado....

- Sí, bueno, le gustaba dispararle a la gente y encerrarla...todos tenemos una época rebelde y estúpida.... - miré al suelo. No habia manera. Alcé de nuevo la vista por su insinuacion. - Te crees que me dio tiempo a enterarme de que estabas ahi?

Lo dejó bien clarito, de todos modos. Bufé tras su marcha, abriendo el saco de monedas que me habia dejado. Fui entonces a la moto para terminar de descargar el género que habia comprado y meterlo al bar, colocándolo, y luego me senté a la barra. Cogí una servilleta y empecé a pensar un mensaje que dejarle a mi primo antes de irme, junto con el importe que me habian dado o al menos buena parte de ello, pero no sabia como empezar la nota.

Me encuentro colocando botellas en el almacén que tenemos junto a la cocina, clasificando en estantes el alcohol que habíamos comprado en el puerto. La gente parece más interesada por beber que por comer, así que hemos decidido traer más alcohol al bar para ver si las ventas mejoran. Tal vez sea que la gente tiene miedo de salir a la calle más de la cuenta, o que no tienen dinero para gastar, o que se prefieren no entrar a un bar regentado por drows. Sea lo que sea no sé si podremos mantener el negocio a flote. Voy cabizbajo de un estante a otro mientras sigo con la labor, hasta que escucho un grito que proviene de la zona de la barra. La voz llama a gritos a un drow, diciéndole cobarde y que salga a ver no sé qué cosa. Pego un respingo por el susto, dirigiéndome hacia la cocina con la intención de salir desde ahí a la barra. Justo en ese momento veo salir a mi primo a atender, así que supongo que se estaban refiriendo a él. Decido poner la oreja mientras termino de cortar unas verduras que me había dejado en la tabla, vigilando por si acaso mi primo necesitaba ayuda.

Con eso de escuchar tras las cortinas consigo enterarme de demasiadas cosas, y creo que ninguna de ellas me gusta. Algo de una ejecución pública, por lo que se escucha en la tele, y no sé qué de un hermano imbécil y de un despojo acojonado. Dejo de cortar verdura lentamente, asustado cuando dice eso de que no tendremos dónde escondernos. No entiendo lo que está pasando. Finalmente Dyos pregunta a gritos eso del hermano, aceptando un trabajo a cambio de información, y...de protección para mí. Suelto una exclamación de sorpresa, soltando el cuchillo de tal manera que cae al suelo de manera estrepitosa. Ahora sí que es momento de salir, no quiero que haga ninguna locura, y menos por protegerme. No sabía que mi primo había tenido un hermano Ejecutor, o si es algo que tiene que ver con sus idas de pinza. Al menos el Blood Keeper también hablaba de lo mismo.

Cuando salgo el otro tío ya se ha ido, y mi primo se encuentra sentado en la barra, como si fuese a escribir algo en una servilleta. - ¿Te...te vas? - pregunto mirando la servilleta como con pena, acercándome despacio a él. - No puedes aceptar el trabajo de esa gente, primo. - admito de ese modo que he estado escuchando, aunque me da igual. - Por favor...es peligroso, te estabas recuperando aquí en el bar, estabas mejor. No lo hagas por mí, no quiero ser el motivo de que te metas en problemas. Somos la única familia que nos queda, tenemos que protegernos el uno al otro. - miro hacia otro lado sorbiendo por la nariz, pues empiezan a caerme lágrimas por las mejillas de manera irremediable. - S-sé que no soy buen luchador y que no te soy muy útil, pero puedo aprender, ¡lo juro! - me acerco más a él, poniendo la mano sobre la servilleta que él pretendía usar como nota.

- Dime al menos qué está pasando, no entiendo nada eso de las ejecuciones, de un hermano, de la protección que quieres comprarme a cambio de vete a saber qué cosa... - pregunto confundido, tratando de aparentar ser fuerte como lo es él. Al menos por fuera, porque estoy seguro de que bastaría una simple emoción demasiado fuerte para volver a desestabilizarlo tanto como cuando lo encontré rodeado de personas a las que se había cargado.

- O-Oh! estabas aquí todo este tiempo? - pregunté sobresaltado, pero haciendo como que disimulaba la sorpresa, cuando mi primo salió a donde yo estaba. Me rasqué la nuca con una mano de modo muy casual y medio tapé la servilletita de despedida con la otra. Pero Crasu no era tonto y se olía algo...ademas a saber cuanto habia oido si llevaba ahi todo el rato.

Vale, se habia dado cuenta, así que no tenía por qué fingir. Lo miré con el ceño fruncido por el pesar que me producía oirlo decir eso con aquella voz, parecia un cachorrillo al que estaba abandonando...

- No es como que yo quiera irme, primo...

Entonces comienza a explicarse, con lagrimas cayendole de los ojos. Lo miro como si ahora lo viese por primera vez desde que nos reencontramos, con sus miedos e inseguridades. Tambien dice una gran verdad: ahora estaba mucho mejor que hace unos meses. Menos idas de pinza, al menos. No habia matado a nadie en una buena temporada... Puso la mano sobre la nota y la miré. Me incliné sobre él y le di un fuerte abrazo de premos, prolongandolo bastante hasta que pude separarme.

- Lo sé, tienes razón. Me has ayudado mucho. De no ser por tí....a saber....- le sonreí mirandolo directamente, pero aunque era una sonrisa sincera tambien era triste. - No se trata de eso o de ti aprendiendo a luchar. No es eso.... no me lo pongas tan dificil con esa cara, por favor. Eres como un maldito cachorro.... Se trata de la Alianza, Crasu. Han hecho algo que ha eliminado la magia. Y ahora están cazando a todo bicho mágico viviente, para encerrarlos o matarlos. Y precisamente por lo que has dicho, que solo nos tenemos el uno al otro...voy a intentar hacer algo. Quiero ayudarte como pueda, eso es todo.

Deslicé el saquito de monedas que me habian dado hacia el por la barra, para que se lo quedase él.
- Ademas, solo voy a cazar a unos cuantos soldados...no es como que me vaya para siempre. Mira, no se cuanto tardará una partida de soldados en venir aqui. Creo que...no lo sé, joder, pero si vienen a cazarnos no habrá nada que podamos hacer para impedirlo. Salvo buscar aliados, y cazarlos a ellos antes. Tú no has hecho nada malo, verdad? Pero aun asi eres un drow. No sé que harán contigo si te cazan.

- ¿Y si no quieres irte por qué te estabas despidiendo? - pregunto todo compungido, como si fuese obvio que no me creo eso de que no quiera marcharse. Creo que si se va podría acabar otra vez tal y como le encontré. - Tú también me has ayudado, contigo en el bar me siento más seguro. Necesitas evitar la batalla, dejar esa vida, y dejar de beber tanto. - eso de emborracharse lo lleva un poco mal, desde que está aquí trabajando ya se ha pillado unas cuantas. Vuelvo a sorber por la nariz cuando empieza con su discurso, con sus razones para irse. No le voy a convencer, ni siquiera enganchándome a su pierna.

- ¿Han eliminado la magia? ¿qué locura es esa? ¡entonces más motivo para que no te vayas! ¡te cazarán! tenemos que escondernos, cuanto antes. Irnos de la ciudad. Ojalá nos pudiésemos quedar en el bar, pero si están capturando gente no tardarán en venir. Ya me extrañaba que no hubiesen venido antes - miro sin comprender lo del saco de dinero, negando con la cabeza porque no lo quiero. Da igual que hayamos hecho algo malo o no, sólo mirarán lo que somos, drows. Le cojo por el brazo como última medida para impedir que se vaya a eso de la caza del soldado, que me parece una locura. Intento no ponerme muy lloroso para hablarle, incluso trato de ponerme serio. - No lo haces sólo por mí, ¿verdad? es...tu naturaleza. Como la de muchos otros drows. Necesitas esa acción, la pelea. Si no fuese así aceptarías lo de huir lejos, a un sitio donde la Alianza no pueda encontrarnos fácilmente. No puedes vengarte de ellos por nada que te hayan hecho. No puedes recuperar nada que te quitasen, sólo intentar que no te hagan perder más. - termino con una actiitud bastante derrotista o realista, según se mire. Después suspiro, dejando su brazo libre para que haga lo que quiera, aunque hasta el último segundo espero que cambie de opinión.

- Pues....porque uno no siempre puede hacer lo que quiere....

"supongo..."

Sonreí un poco al escuchar sus palabras, fue poco, pero genuino. Pensé un "gracias" que no llegué a decir. Entonces volví a ver mis manos ensangrentadas cortando el cuello de Aiwëndil y mi sonrisa desapareció bastante rapido. Aquella imagen....daba igual lo que hiciese, cuando tratase de cambiar, o de pensar en otras cosas, de pelearme o de emborracharme, o de comprar puerros, no importaba, volvía siempre a mi cabeza. En el fondo comenzaba a comprender que....nunca desaparecería.

- Puede que no lo entiendas pero....en realidad, a la larga....te irá mejor sin mí. Les dije a los Blood Keeper que cuidasen de ti. Creo que podrías ir con ellos....que te quedes  aquí en Londres...no es seguro, primo. Por lo menos hasta que las cosas mejoren.  - por lo menos estaba de acuerdo conmigo en eso. - Podriamos buscar a los renegados. Me resultan un poco mas fiables que los Blood, aunque ellos no pagan tan bien.

"vale, no creo que pille el chiste"

"es que tu modo de contar chistes es patetico, eso es un chiste, pretendia ser una broma?"

Me tomó por el brazo y apreté los  labios. Lo miré y a él y volví a ver esa imagen en mi cabeza.  Mi naturaleza? Lo dejo hablar, hasta que me suelta, desesperanzado. Intento encontrar una respuesta que darle, o que darme a mi mismo....

- Es cierto... no lo hago solo por ti. En realidad es porque soy un cobarde... al que le da miedo intentar vivir una vida normal. La gente como yo, que hemos.... cometido tantos pecados... - suspiré dejando caer mis hombros, era dificil ponerlo en palabras. - Ahora me asusta más el pensar en vivir una vida normal que el ir a la guerra.  

"no se, e igual consigo compensar un poco la balanza?"

Agarré mi petate y me lo eché al hombro, viendo la bolsita de dinero que me habia rechazado. Gruñí un poco por lo bajo antes de volver a hablar.
-Ahora mismo tú eres lo unico que podrían hacerme perder. Intenta que no sea así. Busca a los magos. Puedo esperarte y nos marchamos juntos ahora para encontrarlos.

Sí que puedo entender que diga que a la larga me irá mejor sin él, si tenemos en cuenta que es inestable y proclive al conflicto. - No digas eso. Parece que tienes costumbre ya en eso de apartar a gente de ti. - Para mí no es del todo cierto lo que dice, porque agradezco haber encontrado a mi primo y volver a tener familia. Ahora me costaría volver a estar solo como antes. Ya perdí a Szyraenk, no quiero perderle a él también. - ¿En serioo? ¿irme con los fanáticos esos? para ellos no somos más que una especie inferior, nos tratan mal, no me iría con ellos ni loco. - me cruzo de brazos todo enfurruñado por eso de que me quiere mandar con los Blood Keepers, la peor idea de todas. - Los renegados...no pinto nada con ellos. No quiero meterme en sus misiones. - lo que intenta es buscarme niñera, porque le resulto un estorbo y teme por mí porque no sé defenderme bien.

Entorno los ojos con cara de 'lo sabía' en el momento en que admite su cobardía ante una vida normal, una que ya no es capaz de intentar porque ha conocido la guerra durante demasiado tiempo. Contra eso poco puedo hacer, la cabra tira al monte, o el drow tira a la sangre. - Pero...¿para qué tanto luchar si no quieres la paz? ¿qué sentido tiene entonces, pelear por pelear? - en mi mente no puedo entender que alguien no sepa vivir en paz, no lo comprendo. Se ve van poniendo los ojos más llorosos conforme me dice que soy lo único que pueden hacerle perder, lanzándome para estrujarlo en un abrazo que lo levanta del suelo. - ¡PREEEMO! sí es que en el fondo eres to majo. - le suelto para no dejarle sin aire, ahora más sonriente que compungido. - Me voy contigo, espera un momento. - entro a la cocina para empezar a hacer el petate, saliendo al poco rato cargado con un mochilón del que cuelgan cacerolas y sartenes. Dentro llevo comida y otros víveres, que no se puede luchar ni ir de aventuras sin comer bien. Me da cosa dejar el bar, pero tal como esta la situación es lo mejor. Salgo del bar junto con Dyospiros, echando la llave y poniendo el cartel de cerrado. Ya por el camino le convenceré de que no me deje con los magos, aunque tampoco creo que quiera dejarme ir con él todo el rato.

Es agradable poder volver a trabajar después de todo el follón que ha habido estos meses con todo eso de los satélites, la no magia, la peña enfadada entre ella.... Prf. Me cansa de pensarlo.
Pero que el señor drow Crasu me mandara un mensajico diciéndome que me encargara del bareto en su reapertura me hacía sentirme útil. Vaaaale, es verdad que algún tercio de cerveza ha terminado encima de algún borrachillo, y también alguna pelea, pero en cuanto les comentaba que la llegada del señor drow Dyospiros una a ser próxima, la people se relajaba. Qué portento de señor que con mencionarlo apacigua las fieras, supongo que será por algún tipo de musicalidad.

Total, que allí me tenían a mi, sirviendo a unos magos barbudos que podrían ser los hijos de Merlín (o el propio Merlín) un flambeado de Moe, que al parecer consigue resucitar a un muerto. Tras recibir mi propina me aparto a la barra para atender a un elfo que acaba de pasar

Mi participación había sido casi nula en todo esto de luchar por recuperar la magia perdida. No hice mucho, quitando que cociné para los refugiados del castillo Le Fay, hice alguna poción, y atendí en la fábrica abandonada a los múltiples heridos que acabaron mal el día del rescate en los campos de concentración. Me había mantenido a salvo gracias a la seguridad que se encargó de proporcionarme mi primo Dyospiros, así que le estaba muy agradecido por eso. Se las había apañado para que ambos pudiésemos refugiarnos en el castillo aquel, y además había ayudado a bastante gente, con lo que ya no estábamos tan margis.

Lo malo es que llevaba varios días desaparecido, desde aquel día de la convergencia no lo había vuelto a ver. Yo me había ido antes del castillo con el grupo de debiluchos que no aguantarían el subidón de potencia mágica, así que después no supe que sucedió. Había vuelto a las ruinas del castillo Le Fay, y a Hogsmeade, pero nada. Nadie le había visto en ninguno de los dos sitios. Tampoco vieron que se lo hubiesen llevado capturado, así que supuse que debía haberse librado. El caso es que estaba preocupado, pero no sabía por dónde buscar. Decidí ir a reabrir mi bareto en Londres, a pesar del peligro. Tal vez le diese por pasarse por allí. O tal vez había decidido desaparecer.

Sólo volvió al bar el chaval que contraté hace meses, el pelirrojo que tocaba la guitarra. Habíamos coincidido además en el propio castillo de los refugiados, así que nos habíamos hecho más amiguetes. Ahora también lo tenía sirviendo en la barra, encargándose de atender a los pocos que se atrevían a asomar su nariz por aquí. Salí de las cocinas llevando un par de platos de guiso, poniéndolo en la barra para que Nicho lo llevase a alguna de las mesas. - Esto para aquellos señores de allí. ¡Espero que no se den cuenta de que son ingredientes de estar en carestía! - poca cosa había podido conseguir en el mercado turbio de China Town, no podía ir a comprar a cualquier sitio. Además, había escasez y precios por las nubes. Menos mal que había robado platas del castillo Le Fay. - Por cierto, ni rastro de mi primo, ¿verdad? - suspiré apoyando los codos sobre la barra. - Tengo que encontrarle.

El elfo que mentaba antes me pide no sé qué elixir de elfos del bosque que no tengo ni idea de lo que me habla. Solo sé que lleva un ciego que ni Alfredo y a penas puede tenerse en pie (o en el taburete en este caso) -Mire señor cliente, no sé si su señor hígado elfoso va a poder aguantar tanto "elixir". ¿No prefiere, no sé, un vasito de agua del grifo? Mire que tenemos agua del grifo de Madrid que es muy buena todavía- Pero el elfo me toma por la pechera y me dice cosas élficas que no entiendo. Yo le amenazo con llamar a Dyospiros y el agresor se ríe en mi cara. Me dice algo así como que ese no vuelve. Pero me suelta y se larga de ErCrasu. El nombre de Dyospiros todo lo puede, me sigue pareciendo increíble.

No sé muy bien cuándo aparece el jefe, pero me da un plato para una mesa y yo, muy servicialmente lo llevo con una gran sonrisa de camarero majo. -Aquí tienen su plato de eucaristía. Qué les aproveche- Y con las mismas me vuelvo. Resulta que no había entendido qué era eso de la carestía y salí por la tangente, vendiéndolo como algo exótico.

-Me temo que por aquí no ha venido nadie, señor jefe Crasu. Y como no venga pronto... La gente cree que ya no va a volver. ¿Cuándo fue la última vez que lo vio, señor jefe? Es posible que esté en alguna posada, o en el metro. Hay mucha gente que se esconde en el metro.- Le comento a mi jefe, sentándome en un taburete al otro lado de la barra para beber un vaso de agua que me sirvo a mí mismo.

Me paso una mano por la cara todo avergonzado cuando el chaval vende el plato como algo de eucaristía en lugar de carestía. El caso es que parece que cuela y los clientes no se quejan. Después regresa a la barra, dándome las noticias sobre Dyos, que son las de siempre: sigue sin aparecer

- Me da igual lo que crea la gente, yo quiero que vuelva mi primo.- refunfuño con cara de pena, suspirando por enésima vez. Para un familiar majo que tengo y desaparece. - puede que esté por ahí en problemas, o que se le haya vuelto a ir la pinza. Era alcohólico también. La última vez que lo vi fue el día de la convergencia, ahí nos separamos. - pongo cara de pensar para adivinar lugares donde puede esconderse, asintiendo a lo del metro porque yo mismo me oculté ahí durante años.  - Pues vayamos a ver si lo localizamos. - me quito el delantal, dejándolo bajo la barra mientras tiro del brazo de Nicho.  Total, aquí no hay mucha clientela.

- O mejor preguntar al resto de renegados si lo han visto. Tu familia igual sabe algo. Llévame con ellos

El día de la convergencia. Me pregunto dónde estaría yo ese día, como cuando alguien te habla del otro día y piensas por dentro dónde estarías, casi de forma automática. Ah bueno, la evacuación del castillo Le Fay y todo el lío ese. Es cierto, aunque éramos tantos en el castillo y en la huída que tampoco estoy seguro de haber podido ver a Dyospiros y a Crasu pues de casualidad, supongo.
En cualquier caso, estuviera donde estuviera yo ese día, está claro que Dyospiros no está aquí, que es lo que nos importa. Eso sí, las perspectivas no son buenas y sus antecedentes tampoco lo son. "Si yo fuera un tipo al que se le va la pinzaca, borrachín y con algo de mal carácter.... ¿dónde estaría?"

-Señor jefe, tengo una idea. Podríamos hacer un mapa con posibles sitios a los que ir. Y así no ir dando bandazos de ciego. Vale: tenemos como posibles los tugurios más feos de la ciudad: este, este y este. Luego, si yo tuviera que refugiarme del frío y la lluvia y esas cosas, ahora que ya vuelve a llover y tal lo haría bajo un puente o en el metro, tal que aquí, aquí y aquí. Y en algún edicificio abandonado, como puede ser este... La zona industrial también es una buena zona para comenzar la búsqueda. Sin olvidarnos de China Town, claro- Casi salto por encima de la barra para ir a mi mochila y sacar un mapa de Londres y un boli, marcando todos los lugares que se me he ido pensando en voz alta.

Suspiro porque al final, después de haber marcando todas las zonas que se me han ido ocurriendo, he pintorrejeado todo el mapa y se nos han acumulado las zonas de búsqueda, y para hacerlo a pie tardaríamos demasiado. Y eso sin contar con la red de metro. -¿Tía Mónica? Señor Jefe Crasu, ¿conoce a Johan o a Lykaios? Ellos saben dónde está todo el mundo. si Dyospiros les conoce puede que sepan algo, pero ... Veamos, estábamos todos en el castillo Le Fay y con la estampida de la gente nos perdimos... ¿no le había dicho su primo algún lugar de encuentro o tenía que ir a algún sitio? Si empezamos por el momento en el que se perdieron y seguimos hasta el momento de ahora, quizás resolvamos todo esto de una forma mucho más eficiente que dibujando cosas raras en un mapa, ¿qué le parece señor jefe?- Le comento haciendo referencia al garabateado mapa -Puede que haya vuelto allí y le esté esperando. O puede que le haya dejado una nota-

Lo de llamarme "señor jefe" me saca una sonrisa, el chaval me parece gracioso con tanta formalidad. - No hace falta que me llames así, sólo dime Crasu, y ya. - pongo cara de globo (más) con eso de hacer un mapa. Me da mucha pereza eso de ser metódico y ponernos a organizarnos, aunque en el fondo sé que es lo mejor. Lo bueno es que el chico lo hace por su cuenta, y yo no tengo que hacer trabajo extra. Aprovecho mientras él va a por su mochila para comprobar que dejo todo apagado en la cocina, cogiendo un petate con una sartén para la búsqueda. Luego le digo a la clientela que vamos a cerrar para que vayan saliendo.

- Vaaale, lo haremos a tu manera. Recorreremos esos sitios para ver si lo encontramos. - me encojo de hombros, dirigiéndome a la puerta junto con Nicho para cerrar con llave el local. - Aunque sigo pensando que será mejor preguntar a los que lo vieron la última vez. Ay... lo único que no me sé todos los nombres de la gente con la que fui hablando en el castillo. Tu tía es la del pelo morado, ¿verdad? A Johan y Lykaios no los conozco personalmente, pero sí los he visto y sé cosas de ellos. - era mi primo el que hacía los tratos cuando tocaba, yo sólo estaba en las cocinas y hablaba con la gente a la que llevaba comida. - Ya fui a las ruinas del castillo Le Fay, y a Hogsmeade. Nada de nada. Por eso, dime dónde se han refugiado ahora los renegados, es ahí donde necesitamos llegar. Tenían móviles para comunicarse, ¿no? y también me contaron que antes usaban una moneda. Puedes preguntarles. - le doy a Nicho con el dedo índice en el hombro, de manera insistente. De ese modo nos marchamos de allí los dos, comenzando la búsqueda mientras esperamos que alguno de los suyos le diga dónde andan ahora metidos. Es la única forma de encontrar a Dyospiros. No puedo abandonarle así como así.

Habían pasado varios meses en los que decidió alejarse poco a poco de toda aquella comunidad de gente pesada que se metía en los asuntos de los demás.
Estaba perdido, aunque no quería reconocerlo, y vagaba de un lado a otro de la ciudad. Exploraba el centro y a veces se alejaba al campo. tomaba prestados vehículos o simplemente volaba durante un par de horas.
Parecía que todo había vuelto a la "normalidad". Al menos las tabernas estaban llenas de nuevo. Daba cierta sensación de normalidad.
Llegó al local que ya conocía con intenciones de tomar aquella bebida que le dio el Drow meses atrás. El camarero que estaba en ese momento no tenía mucha idea de lo que le hablaba. Su gesto se tornó disconforme y ordenó otro brebaje fuerte para alejarse a la misma maldita mesa que ocupó aquel día.
Se preguntó si se estaba volviendo un animal de costumbres mirando el cuaderno "nuevo" que había comenzado a garabatear hacía un mes o así. Tal vez sí. Tal vez debería olvidarse de las órdenes y el plan a seguir.

Durante los meses anteriores mi rutina se había concentrado en la búsqueda de suministros. Había regresado a la tarea inicial que tenía cuando me uní a la resistencia. Todo mientras esperaba.
Me concentré en aquella tarea para no liarla, ya que nadie quería atacar y prefirieron buscar una solución a lo de la falta de magia. Pasaba el día enfadada, buscando entre restos, escombros y robando las pocas pertenencias que les quedaban a los cuerpos sin vida que encontraba por el camino.
No puedo negar que pasé varios días espiando de lejos las zonas donde acampaban los muggles, tratando de encontrar alguna pista que me llevase a los demás y a Draven. Cuando regresaba a zona segura trataba de hablar con Reed, de alguna forma surgían mil contratiempos para que no lograse acercarme a él. Al menos estaba tranquila al verle rondar entre los nuestros.
Muchas cosas rondaron por mi cabeza en esos días, como la propuesta de tomar un puesto de mayor importancia con los Souls. El compromiso no era uno de mis puntos fuertes, sin embargo, a pesar de haber rechazado la oferta, no podía dejar de darle vueltas.
Cuando regresaron Johan y Thalos nos contaron cosas desconcertantes respecto a la ciudad de las máquinas. Draven al final tenía razón con James. Tampoco habíamos visto de nuevo a ninguno de esos androides desde que la copia de Johan se marchó.
Por otro lado ahora la mayoría de la gente estaba de fiesta en la isla flotante. Yo preferí no acercarme. Los eventos grandiosos y festivos no me traían buenos recuerdos. Decidí dar una vuelta para ver si lograba estar menos...tensa. Desde la explosión de magia al destruir el satélite notaba más descontrol con mis poderes. Traté de liberar esa tensión intentando coincidir con Draven pero... bueno, todos sabemos que el va tan por libre como yo...
Acabé en una taberna, acercandome a la barra. Pedí algo fuerte a lo que el camarero me respondió que vale pero que no tenía nosequé mierda que había pedido un chaval. Alcé una ceja y señaló con su mentón al fondo.
"Reed"
Estaba ahí tan tranquilo, mirando un cuaderno con gesto de mala leche. Suspiré tomando la jarra en mi mano y le dije al camarero que yo le llevaba al chico lo suyo. Cuando me dio la bebida fruncí mi ceño. ¿Iba a darle a mi hijo una bebida alcoholica con pinta de matar toda hierba en la que cayese?
Cogí aire y tras negar me acerqué a la mesa. Planté la bebida a su lado y me frente a él. Le miré de reojo y después dirigí mi vista al frente, dando un trago.
-¿Vas a decirme que es lo que sucede?

Pasaba las hojas del cuaderno, algunos garabatos tomaban formas conocidas mientras que otros parecían letras arcaicas mal acabadas. Tensó la mandíbula impacientándose por la tardanza de la bebida.
Ese día no había mucha gente en la taberna. Hubiese esperado encontrarse con la peliazul o con su amigo. Al menos se hubiese entretenido con eso. Oh si, se hubiese entretenido mucho. Y seguramente muy bien.
La bebida llegó pero no la trajo el camarero. Siguió con la mirada a su madre que se sentó en la misma mesa. Captó esa mirada. La había visto antes en ella, muchas veces. Reed entorno los ojos cerrando el cuaderno de golpe. Tomó la bebida para dar un trago y posarla en la mesa con fuerza.
Supuso que ella pretendía hablar. Él no era de muchas palabras ni tenía intención de cruzar alguna con ella. Ya la había estado evitando todo ese tiempo. Alzó la vista observándola hasta que habló. Bajó la mirada a la madera de la mesa quedando en silencio.
Ese tono. Ese tono logró que se sintiese como aquel día en el que prendió fuego a su habitación. Sintió debilidad, incomprensión, impotencia, rabia.... Se sintió como un niño pequeño de nuevo, por un segundo. Alzó la vista clavándola en los ojos de ella.
-¿Que es lo que sucede, madre?
Preguntó él también con tono un tanto irónico pero fuerte, tomando un nuevo trago sin apartar la vista de ella.

No esperaba respuesta por su parte. Durante esos días ni siquiera había logrado acercarme a él.Con estar cinco minutos sentada en la misma mesa y cerciorarme de que estaba "bien" me valdría.Bajé la jarra suspirando mientras observaba como su mirada me evitaba.
Erguí la espalda al oir su voz, mirando hacia su rostro sorprendida. Creo que era la segunda vez que le oía hablar desde que tenía ese aspecto. Sus ojos clavados en mí mientras bebía parecían retadores.
Fruncí mi ceño al más puro estilo Malfoy.
-¡Reed!
Solté con firmeza ante esa respuesta. Como regañandole. Tal vez no debí hacerlo pero me salio solo. Mi manoe staba en la mesa. No sabía en que momento había dado un golpe seco en ella. Abrí el puño que estaba cerrado y suspiré de nuevo cerrando mis ojos, tratando de relajar el ambiente un poco.
-Lo siento.
Realmente no sabía que decirle. No parecía estar abierto a dialogar, tampoco sabía como tratar hasta el que hace poco era un pequeño mocoso risueño de 4 años y algo. Ahora parecía.... parecía un adulto con peor genio que su padre... o que yo misma.
-Solo... estamos preocupados por tí. Queremos... ayudarte.
"pero no se como hacerlo"
Extendí mi mano hacia la suya posandola sobre su dorso.

Cuando le llamó por su nombre pegó un útimo trago y tranquilamente dejó la bebida sobre la mesa. Observó sus gestos. Estaba molesta. Reed pareció no inmutarse por ello. Respondió mirando con parsimonia hacia su madre.
Se disculpó. Algo en su mente saltó con esa disculpa. Sintió como se revolvía su estómago. No supo definir ese sentimiento pero sintió como un nudo pequeñito se había formado en su pecho.
Gruñó por toda respuesta evitando mirarla. El nudo se estaba transformando en una tensión generalizada en su mandíbula. Sentía sus muelas rozarse entre sí y crujió su cuello estirándolo mientras ella hablaba.
Un carraspeo con aspecto de risa asomó entre los labios de Reed. Negó. Negó varias veces mientras sus palabras se repetían en su mente.
-Ya...
Asintió ahora y miró hacia su mano donde reposaba la de su madre. Hacía tiempo que no sentía su calor. Por un segundo pensó que era una sensación agradable pero instantaneamente y de forma automática apartó su mano. Sonrió de medio lado tomando un nuevo trago para volver a negar.
-Así que es eso. Creeis que soy un problema y tenéis que ayudarme.
Soltó por lo bajo intentando convencerse a si mismo más que a ella. Volvió a mirarla ladeando la cabeza.
-Ahora que ha vuelto podéis hacer una cosa.
Su cuerpo se inclinó acercando su rostro al de Erika. Sonriendo de una forma un tanto macabra.
-Intentad tener otro. Con suerte...os saldrá más aceptable.Ya sabes... Menos mágico.
Inclinó la jarra bebiendo sin pausa hasta terminarla y la posó sobre la mesa. Sacudió el paquete de tabaco sobre la mesa haciendo asomar un cigarrillo que posó en sus labios.
-No le des tantas vueltas, Erika.
Lo encendió despreocupadamente, levantándose de su asiento. Aspiró una gran bocana de humo que soltó mientras guardaba el paquete en su bolsillo.

Habia pasado cosa de un mes o asi desde que Johan y yo apareciesemos en el castillo Black. Con la mierda del asunto de buscar a su clon, reponer energias, ponerme al dia con todo lo ocurrido en Londres con la Alianza y la vuelta de la magia, o poner al día  a Erika con lo que habia ocurrido, además de buscarme de nuevo el armamento y el equipamiento que habia perdido cuando me apresaron, habia tenido más que suficiente.

El asunto de la ciudad de los androides ahora parecia algo lejano, como un mal sueño, pero seguia ahi latente, obsesionandome bastante y sin poder dejar de darle vueltas a todo aquello que habia visto alli.  

Hoy la gente estaba en alguna clase de ceremonia de la isla aquella de Ouroboros, que habian vuelto a poner en órbita. A mi no me apetecia ir. Espera, me habian invitado acaso? No creia recordar una invitacion, la verdad. Claro. A quien le interesaban los no magicos? Putos, la proxima vez que se quedasen sin magia, no pensaba llevarles telefonos moviles. Se los iba a llevar Epi.

Asi que decidi ir a comer algo porque estaba ya que me moria de hambre a aquel bareto que regentaba el drow aquel majete, antes de seguir con mis pesquisas sobre qué podía haber pasado con Gelion, o cual iba a ser el proximo movimiento de la Alianza.

Al entrar no tardé mucho en darme cuenta de la presencia de aquella melena pelirroja, acompañada por una no tan habitual presencia para mi como era la de Reed. La verdad, no habia tenido oportunidad de hablar con él en condiciones....nunca.  Porque los cuatro gritos que intercambiamos en le rescate poca conversacion podia llamarse.

Vi a Erika tensa, y al crio fumando, y me acerqué a ellos sin dudar.
- Que mierdas haces fumando? Eso retrasa el crecimiento. - joder, el sarcasmo me salió solo. Ya había crecido suficiente. De más, diria yo.  Luego, lo miré de arriba abajo. - Tienes buen aspecto.

Me dejé caer en uno de los asientos de la mesa de la que él acababa de levantarse, soltando un quedo gruñido de cansancio.  Luego posé mi mirada en ellos alternativamente. - Es que os ibais ya? - tenia la impresion de que acababa de interrumpir algun momento jodidamente tenso.