Mercado Central

Escuché que habia estado a punto de irse al otro barrio por culpa de las fiebres y puse cara de circunstancia. No conocía al tipo en cuestión pero esperaba que lo lograse y consiguiese llegar vivo hasta la luna llena.

- Vale...entonces el seis de enero antes del anochecer. Zona inexplorada - desvié la mirada hacia Amaya y luego hacia Astaroth, igual habia llegado a tiempo de enterarse del percal que teniamos liado. - Espero que no hayan decidido darnos la patada de la isla antes de esa fecha.  Por eso será importante que estemos en comunicacion, por lo que pueda cambiar. Pero contad con mi ayuda- miré a Cleo, esperaba que le diera ese galeon a Astaroth. - Animo, verás como tu hermano lo consigue.

Él lo repitió, me dio un poco la risa por su insistencia. Sabía que era un despistado andante? se lo habria dicho Cleo?
- Que si, descuida.  -señalé a Cleo con la cabeza y luego a Astaroth. - Cleo, vete con él y asegurate de que le das la moneda y le explicas como va. - queria que se fuera con el soul cuanto antes, ellos tenian su propia base en la zona inexplorada.  Esperaba que Astaroth fuese agil de entendimiento y pillase que  le estaba pidiendo que se la llevara de alli cuanto antes. Mas que nada, porque no me apetecia que tuviese mas problemas con la guardia, porque seguro que no venian a ofrecernos el menu del dia o mas puntos en el carnet de conducir...

Dicho esto, les puse una mano a cada uno de ellos en el hombro, a modo de despedida, y pasé entre ellos dos, yendo en dirección a donde estaba Amaya, varios metros apartados de donde habiamos estado antes.

Esperó pacientemente y evaluó los movimientos. La muchacha morena seguía allí con ellos pero no parecía que por mucho. Amaya dio un par de órdenes a través del casco tras eso acortó el camino hacia el líder de la Brigada de las Mil Grullas. Desconectó su casco y se lo sacó, batiéndose un poco el pelo hacia un lado con un movimiento de cabeza. Susurró un hechizo para que nadie los oyera y entonces le miró.

-¿Tú estás bien?- Inquirió con el ceño fruncido -Es decir, como líder- Preguntó y entonces procedió a explicar -Tengo la sensación de que no tienes ni idea de lo que sucede con tu Brigada y aunque entiendo tu compromiso y lealtad con tus compañeros, siento que no sabes realmente el alcance de sus acciones- Indicó con el ceño levemente fruncido. Su tono, lejos de ser acusador, tenso o enojado era preocupado -Una de tus grullas está dada a la fuga después de permanecer en el hospital bajo custodia por un ataque a los guardias. Casi le saca un ojo a uno de mis tenientes, lastimo a su propia familia y a una sanadora e hirió a muchos más. De gravedad. Tiene una afección psicológica- Insistió.

-No tenías ni idea de porqué Leila no había ido a las citaciones, es más, te sorprendió- Lo recordaba perfectamente -La misma muchacha morena ni siquiera sabía lo que estaba ocurriendo cuando vine a buscar a la rubia aquí mismo para recluirla en sus habitaciones- Le había reclamado y, en otrora también la habría llevado a reclusión pero ella era otro tipo de General - En sus habitaciones porque en otros tiempos la habría encerrado en el calabozo para esperar el juicio- Soltó un largo suspiro y le recorrió el rostro con la mirada -Entiendo que seais más liberales con respecto a las normas y reglas, no reconocéis al Consejo como vuestro regente pero yo sí y debo cumplir sus leyes mientras viváis en la isla. No os juzgo por el desacato, yo misma interrumpí. No os juzgo por querer ir a la misión pero necesito que comprendas que debo hacer cumplir las leyes, Lykaios. Y que creo que tu grupo necesita algo de…No lo sé, no es contención pero necesitan más comunicación entre vosotros porque no te enteras- Y Leila era la máxima expresión de ello – Puedo…Hacer la vista gorda sobre tus…compañeros. Pero no contigo, necesito llevarte al calabozo y sé que comprendes el porqué-

- ¿Qué? - su pregunta sobre si estaba bien me pillo muy desprevenido, por el hecho de que se interesara sobre mi...salud? Ah, no, no era mi salud.  Sobre mi liderazgo. Era raro, pues no recordaba haberle pedido ayuda o consejo al respecto.  Descrucé mis brazos, abandonando aquella postura para adoptar una mas relajada, exhalando aire con cansancio.

La dejé hablar sin interrumpirla, y aunque parecía un profesional aguantando la tormenta verbal de Amaya, en realidad me sentí afectado por aquello. Quizá sí eramos un grupo de criminales, porque era lo que habiamos sido siempre. Que no conocía el alcance de sus acciones? Que...no...?

- Tengo las manos manchadas de la sangre de las consecuencias de sus actos, los conozco bastante bien. Pero no, no los monitorizo las 24 horas del dia...si te refieres a eso.... - le dije cuando terminó su discurso, habiendo tenido que tomar aire para calmar mi pecho antes y que la frase me saliera de una.

Se referia al drow. Ben y Merida lo habian conocido antes que yo y lo habian integrado a La Brigada, personalmente era cierto que no lo conocia demasiado salvo de verlo en la misión en Bastion Hollow cuando luchabamos con los Renegados y contra la Alianza. Y...en los calabozos de la Alianza...ahora que hacia memoria....en los campos de reeducación. Una afección psicologica? No me extraña. Quien se libraba, hoy en dia? Tendría que hablar con él en profundidad en cuanto pudiera. Quizá hablar con Mérida, no habia llegado a poder tratar ese tema con ella.
- No pretendo defenderme, pero, usted no ha tenido nunca ovejas negras?

En realidad, eramos muy diferentes de la Guardia. Aunque sus fines fueran los mismos que los nuestros... yo nunca habia obligado a nadie a cumplir una ley...siempre me habian seguido porque habian querido, al fin y al cabo ni si quiera tenian un sueldo como los guardias (bueno, lo que saqueabamos lo repartiamos por igual, pero ya no habian bloods que desplumar). No hice ningun examen de acceso ni ninguna prueba para conducir a la Brigada. Sí, era el caos hecho grupo. Y era parte del encanto y de nuestra fuerza. Si en algun momento habiamos olvidado eso, la señal era clara. Se habría terminado. Aunque las palabras de Amaya me habian afectado mucho mas de lo que aparentaba, recordar eso me fue suficiente. La ultima vez que la vi en el mercado le entregué un recuerdo, ahora....

- General Amaya, siento que usted y yo hemos sido criados bajo valores muy distintos en cuanto a liderazgo, y en cuanto a todo lo demas. Salvo en uno de ellos, en que probablemente coincidamos. La honradez. - me quité la katana del cinto y se la entregué, mas un simbolo que otra cosa. -Vámonos

-No has necesitado monitorearlos antes. Ahora quizás sí- Fue lo que añadió pero se dio cuenta de que estaba analizando sus palabras así que simplemente guardó silencio entonces retrucó con eso de las ovejas negras y Amaya no dudó en asentir -Sin ir muy lejos, algunos guardias traicionaron al Consejo cuando llegaron los Pendragon- Informó a Lykaios, le daba igual que supiera esa información porque se había encargado personalmente de ellos. No había necesitado juicio ni siquiera órdenes, eran sus guardias y aunque quizás Sayid o Zaphira habrían querido decir algo estaban demasiado ocupados así que tomó las riendas del asunto -Están en un lugar peor que los calabozos. La diferencia reside, Lykaios, en que no tengo una conexión sentimental con ellos. A ti si te afecta y te preocupa, de una forma un poco más profunda, familiar y cercana lo que le ocurre a tus compañeros- Pero no añadió nada más. No tenía por qué.

Le miró a los ojos cuando mencionó que se criaron bajos distintos valores, no dudó en asentir secamente -Gracias- Le respondió y tomó la katana. Observó alrededor, tenían varios ojos encima pero era consciente de que nadie estaba escuchando. Volvió la vista hacia él -Antes, convoca un patronus para evitar que haya más lío, Lykaios. Sé que irán a intentar sacarte y a reclamar. Evitemos más enfrentamientos- Respondió y esperó pacientemente a que lo hiciera tras eso movió las manos y lo que el muchacho de gafas había cortado se volvió a construir y Amaya lo escoltó hacia los calabozos, saliendo de allí,  bajo la atenta mirada de algunos transeúntes.

Poco a poco, la ciudad de Ouroboros se iba recuperando de ese espantoso ataque enemigo, un golpe que había sido muy duro, no solo por los daños evidentes en casi todas las infraestructuras de Uroboros, sino por el echo de volver a ser encontrados, hubo un tiempo donde los magos se escondían de todo y se creían reinos del mundo, allí en uroboros se había recuperado parte de esa esencia, y volvían nuevamente a perderla, un nuevo golpe de realidad, la gente volvía a recordar la realidad, que solo eran ratas ratas escondiéndose de que algo mas grande que ellas las fuera a aplastar.

Y hablando de ratas, no todas las ratas se esconden, algunas solo aguardan en sus madrigueras, a que pase la tormenta para alimentarse de los despojos y la desesperación del resto de ratas ingenuas. Aunque a seres así no se les debería de dar ni pan, lo cierto es que a veces contribuyen de forma positiva en las sociedades, aunque lo hagan por motivaciones poco altruistas, en beneficio propio, motivan y mueven a la sociedad durmiente en esta crisis.

-¡Vengan! ¡Vengan y compren! ¡Maravillas arqueológicas! ¡Chivatoscopios! ¡Calaveras de cabra! ¡Espejos mágicos! ¡Calderos! -decía una voz chillona que se iba incrementando con el ruido de un carro, dicho carro turado por una mula, el carromato tenia cosas colgando por todas partes, desde horcas, cabezas reducidas, telares extraños y confusos, y hasta lo que parecía una simple red de pesca.- ¡Se acepta dinero o trueque! ¡Se hacen contratos mágicos para adeudo o tratos! ¡demonios embotellados! ¡se leer los huesos de pollo! - la voz provenía del propio conductor el carromato, el cual era incluso mas extraño que el carro, un dividuo pequeño, que usaba un adaptador de silla infantil encima del carro, como el que se usa en los coches muggles para niños y que iba hablando a través de lo que parecía un pequeño megáfono, el cual aparto ante la pregunta de un curioso- ¡Lo siento! no tiramos cartas del tarot... pero tenemos barajas ¿en cual cree? ¿la grecorromana o ...?

No obstante pese a su animo, Noligma no estaba conforme, después de años de ocultarse, había esperado que no tuviera que volver a la isla de Uroboros, pero la situación fuera de la isla era insostenible, especialmente para no-humanos como él, que poco podían hacer para cambiarlo. Se había venido, esperando que su "gran cambio de imagen" evitara que nadie lo reconociera como aquel estudiante años atrás, antes de acabar deformado y reducido a esto.

Per tenia que arriesgarse, no vendería mucho si se seguía ocultando en bosques y cañonadas oscuras, se supone que tiene una deuda que saldar,  pero la situación actual no se lo ponía fácil, la gente depresiva no compra cosas innecesarias durante la guerra, y cualquier ojo observador notaria que la gran mayoría de cosas que vendía eran chatarra, pero siempre hay quien necesita comprar para olvidar el pasado y ponerse contento, esperaba estafar a un par de panolis como aquellos para seguir a flote durante algún tiempo.

Casi como augurio de mal agüero, el graznido de un cuervo hendió el aire, cuando la susodicha ave se poso en la parte de arriba del carromato, y miro con sus ojos negros como abismos infinitos lo que rodeaba en el mercado central.

Los días que siguieron a la misión sirvieron para ir reparando los daños provocados por el ataque en la isla, aunque yo no colaboré en ninguna de esas misiones. Eran labores para el populacho, o para aquellos a los que les interesase mantener en orden su preciado Ouroboros. En pocos días me marcharía de allí y ya no tendría que aguantar a esos pretenciosos. Inicié los preparativos para mi marcha, dándome una vuelta por el mercado para ver si encontraba ingredientes para mis pociones, ya que en tierra sería difícil encontrar comercio después de tantos meses bajo el control de la IA.

Las voces de un vendedor llamaron mi atención, dirigiéndome hacia esa zona del mercado para encontrarme allí con una extraña criatura que vendía las cosas que llevaba en su carro, tirado por una mula. Me aproximé con cierto escepticismo, echando un vistazo a los calderos que llevaba. El mío empezaba a estar bastante desgastado del fondo, y tal vez necesitase uno nuevo. Miré de reojo al ser que vendía, sin identificar claramente su raza. Tal vez fuese algún tipo de enano rácano, o algún goblin.

- ¿Cuánto valen los calderos? ¿Qué tipo de intercambios aceptas? - cuestioné mientras señalaba a un caldero que me había interesado, bajando después un poco la voz para preguntar. - También buscaba ingredientes para venenos, pero busco discreción. Algunos son demasiado mojigatos para escuchar la palabra veneno. - suspiré con exasperación, rodando los ojos antes de apoyar una mano en mi cadera.

Noligma no esperaba tener demasiados clientes en serio, la gente acababa de ver sus vidas arruinadas hacia poco, pero uno nunca pierde la esperanza. Y la perseverancia premia a los suertudos y los que no saben cuando rendirse, y tal que así que una suave y dulce voz pregunto por sus calderos en un punto ciego para el mago, quien tuvo que remover el cinturon de seguridad para poder encararla, no obstante no fue perdiendo el tiempo.

-Los calderos de hierro negro son 20 monedas, los de cobre 10, hacemos intercambios en materia, hierro por hierro o cualquier cosa de valor similar o superior, en entendimiento de estos momentos tan duros, es comprensible entender que no todo el mundo lleve dinero en... ¡Ohlala!- dijo al finalmente poder observar la belleza que había venido hasta él, una joven voluptuosa, de curvas peligrosas, de esas curvas que en una carretera serian curvas de la muerte, pero quitando su cuerpo que quitaba el hipo, tenia un hermoso valle dorado, que caía cual rio ondulado sobre sus hombros, como hebras de paja hiladas en una rueca a oro, que solo eran un mero adorno para las lagunas verdes de sus ojos, que lo miraban con evidente superioridad, desde luego una dama muy lejos de su alcance y de su liga- Pero por ti, 8 monedas encanto.

Dijo, guiñando el ojo, inútilmente por que sus ojos no eran visibles fuera de la mascara con pico que tenia puesta, y aunque no pudiera verse su cara de tipo salido, estaba claro que aquella postura de ligón presuntuoso, apoyado "casualmente" con su codo derecho pegado en su carroza dejando caer su peso sobre este mientras la mano apoyaba su cabeza, mientras el brazo izquierdo hacia de haza de tasa en su cintura, pero solo por sus palabras, ya hablaban por si solas, y eso que no pegaban nada en alguien que apenas levanta unos palmos del suelo, que presuntuosidad que alguien tan enano, enclenque y mísero, se dirija a alguien que claramente le supera en todo, como un gusano que se atreve a saludar a un cisne.

-Hum... Eso es un poco mas... difícil, en estos tiempos que corren pocas hiervas y productos mágicos pueden circular por el mundo, pero podríamos echar un vistazo,... en la privacidad de mi carroza, para tratar temas "íntimos y privados" usted ya me entiende.- Dicho esto Noligma avanzo por su lado, evitando con gran tenacidad, usar el beneficio de su tamaño para obtener mejores vistas, para intentar ser el vendedor que debería ser, alguien recto, legal, con productos de calidad y de confianza- ¡Nevermore! tu vigila.

-...Galleta!

Exigió el cuervo desde lo alto de la carroza, pero Noligma no le hizo ni caso, llegando a la parte posterior, donde estaba la puerta trasera de la carroza, donde alguien había bajado el pomo de la puerta a niveles muy bajos, por evidentes razones, tras abrir la puerta prácticamente columpiándose en ella, extendió la mano, hacia adentro invitándola a entrar.
-Adelante... A un paso de mi mundo estas.-Algo se sentía innecesariamente siniestro de repente, tal vez, fueron esos candelabros colgantes a ambos lados de la puerta que se encendieron de forma mágica al abrir la puerta, o la bocanada de aire, seco y cálido que salía del interior de la carroza, un interior oscuro, pero que claramente era sobredimensionado a lo que se veía por fuera, un espacio ampliado mágicamente, podían verse estanterías hasta donde la oscuridad permitía, y de ese interior una risa malvada auguraba un mal presagio-  Oh! tranquila, seguramente es el Poltergeist, tranquilícese no tiene nada de lo que inquietarse.
¿Verdad?

Kyllian estaba bien, estaba enterito pero Mérida lo había mimado para que se quedara descansando lo suficiente. Tenían muchas cosas que hacer después. La Brigada no le respondió de inmediato, es más Gen seguía sin dar señales de vida, pero Imram le había dicho que todos habían vuelto aunque no en el mejor estado. Ella había ido a visitarlos pero los había encontrado dormidos a todos así que esperaba que luego pudiera verlos, a Dyos le había atado el brazalete de amistad en la muñeca mientras estaba dormido.

Con la noticia de que SAM había perecido, y pese a los vestigios de su ataque en la isla, Mérida estaba feliz. Muy feliz y había salido al mercado a pasear a Jamagoso y a Balto, ya que Lykaios estaba en el hospi se había encargado ella. Tenía que comprar un espejo a Kyllian para reponer el que había roto y que así pudieran hablarse sin ningún problema.

Había un nuevo puesto que no había visto antes y Jamagoso y Balto empezaron a correr hacia allí al ver un cuervo. Pero desde la distancia reconoció una melena rubia ripipí, lo que hizo que hiciera una mueca de disgusto -Parad un poco- Les dijo a los perros que ni media bola le pararon. Se fue acercando cuando escuchó algo de “Poltergeist” y de inquietarse. La pelirroja no pudo aguantarse y soltó una estridente carcajada que acabó con sus graciosos ronquidos de cerdo -Si ella se inquieta con mirarse al espejo. El que debería tener miedo eres tú- Miró a Adele y le hizo una mueca de asco antes de que los perros empezaran a ladrar y Jamagoso mismo, si no fuese por la correa, le habría mordido los bajos de la ropa. Mérida no hizo nada para controlarlo -¿Tienes espejos comunicadores?- Preguntó por encima del barullo.

El precio de los calderos no me pareció malo para estar en Ouroboros, le habría comprado varios si tuviese tanto dinero como en los buenos tiempos. Regatear  podía ser una opción muy válida, aunque apreté los labios levemente disgustada ante la idea de tener que ir por ahí regateando. Con lo que yo había sido... qué deshonra. Dejé de pensar en mis miserias cuando el hombrecillo  o criatura soltó aquella exclamación de sorpresa tan francesa, fingiendo una sonrisa de amabilidad. ¿Estaba intentando ligar o era teatro propio de un vendedor de mercados? sin verle la cara era difícil de adivinar.   - Ocho monedas me parece un precio adecuado. Quisiera uno de cobre, de los pequeños. Y tal vez pueda ofrecerte algún otro objeto que te interese para vender...aunque tienes una colección bastante curiosa. - comprendí lo de la privacidad para el tema de venenos, sobre todo porque muchos los consideraban ilegales. Podía ser interesante hacer negocios o intercambios. íbamos a necesitar de todo para cuando nos fuésemos de la isla.

- Por supuesto. No sé cuánto tiempo llevas vendiendo cosas en Ouroboros, pero habrá notado que la guardia suele vigilar demasiado... ¿Has tenido algún problema con alguno de ellos?- comenté de manera confidencial cuando me invitó a su carromato, desviando un momento la mirada hacia el cuervo vigilante. Me asomé al peculiar lugar de trabajo, observando cada detalle del siniestro lugar. Era evidente que tenía algún hechizo para ser un espacio ampliado, pues por fuera no daba la impresión de poder contener tantos objetos.  La risa siniestra que se escuchó me provocó cierta emoción, recordándome a aquellos días en los que podíamos visitar tiendas de artes oscuras.  - Oh, se parece un poco a la tienda del tipo que me vendió mi primer muñeco de voodoo. Interesante. - hice un sonido de exasperación cuando la voz de una tipa de la Brigada me interrumpió, justo antes de intentar meterme en el carromato.  Puse cara de desagrado por los perros que se pusieron a ladrarme, aunque uno de ellos ni siquiera parecía un perro.

- La que no se ha mirado a un espejo eres tú. Tienes cara de cerda vulgar. Espera tu turno, estaba comprando yo primero. - espeté a Mérida cuando se puso a preguntar por espejos, sin aguardar ni siquiera a que yo hubiese terminado lo mío.  - Aparta a tus perros si no quieres que les pase nada. - dicho eso subí al carro, poniéndome a echar un vistazo a lo que había en las estanterías.

La tenía en el bote, la clienta no sólo estaba interesada, estaba intrigada, curiosa, había bajado sus defensas y estaba abierta a toda posibilidad, desde el punto de vista de un vendedor claro.

—¡Si! Aunque no ha sido fácil de conseguir todo, he viajado mucho, y he de admitir que la gran mayoría es basura para pueblerinos, pero... Uno debe ganarse la vida, ya me entiende.

Noligma no podía evitar sentir que su corazón latía cada vez más fuerte, una mujer echa y derecha que le entiende, y le encantan los muñecos Voodoo, y el parecía un muñequita, seguro que era su media naranja, estaban desti... Noligma se pellizco, y se recordó, que su pequeño corazón no resistirá que se lo volvieran a partir. Y que ella era un cliente, no podía permitirse perderla por motivos sentimentales.

—Ajó! Ajó! - Se oía al cuervo Graznar- Ajó, Ajó

Noligma entendía que le avisaba de algo, así que se volvió justo para ver lo que se le venía encima, unas bestias salidas del infierno, con sus babosas lenguas y dientes amarillos.

—¡Aaah! ¡Por favor! Haré lo que me pida... Le daré los espejos, pero por favor... ¡No los acerque!

Noligma no tenía nada contra los perros, pero los perros si contra el, ya fuera por que detectaba su olor extraño, como a plumas, o el olor a azufre de sus invocaciones infernales, o el olor a hueso de sus esqueletos, o simplemente veían una cosa pequeña a la que podían tirarse le encima y olisquearlo y todo lo que hacen los perros.

—¡Por el amor de Satan! ¡¿Qué es eso?! - Noligma había visto muchas cosas en este mundo, desde el lado oscuro de la humanidad, su malicia, su perversión, había visto la cara de la muerte, desde esqueletos lich, zombies putrefactos con caras deformadas y corroidas, había visto demonios deformes, aberrantes y crueles, y incluso vio la sombra de un diablo, pues nadie mira a un diablo a la cara si quiere seguir cuerdo, y aún así, jamás había visto algo tan... - ¡¿Qué es esa cosa?!

Jamagoso parecía algo de fuera de este mundo, tal vez fuera un ser de otra dimensión, si es que existen, seguro ese perro lo confirma.

—Por favor... Los perros y yo no encajamos muy bien la verdad, me tratan como a un juguete y yo no... Yo... Esto... Perdona, Hermosa Doncella besada por el fuego - Dijo mientras adquiría nuevamente una posición chulesca como si hubiera superado el drama de hace unos segundos-Veo que te encantan los... - miró otra vez a Jamagoso- ... Animalillos.

La dueña de los animales era un bellezon, incluso con el pelo despeinado, aquel brillo rojizo era digna de una princesa ¡No! Una reina ignea, pero seguro que no era de esas, no, no, no, con un cuerpo esculpido como el suyo, tan pálida como el mármol, que parecía una diosa de la fuerza cincelada por los griegos, con esos brazos y pies gruesos y fuertes, seguro que si pisará a Noligma, lo partía en dos, pero tenía imperfecciones, como esas adorables y hermosas pecas, lejos de ser un defecto la hacían incluso más bella y deseable, como una amazona rebelde que busca conocer y doblegar a su primer hombre.

Noligma quedó algo en Shock, el quería y adoraba a toda belleza femenina, pero estaba claro que estas 2 no... Congeniaban, una pena, digo, no podía dejar a la sofisticada damisela de alta alcurnia rubia por una salvaje e in disciplinada belleza Noruega Weasley... Pero tampoco quería que ella pensara que pasaba de ella por la rubia

-Tranquilas señoritas, todos nos podemos entender ¿no somos magos? La magia está en nuestra sangre y nos une a todos... Perdón por mi falta de modales, aún no me he presentado -Tras una pequeña pero elegante reverencia se presento-Mi nombre es Noligma, Dueño de la tienda móvil, "le Dance macabre" .
Si, con un nombre Como ese, normal que no usará cartel, desde luego no parecía apropiado, y menos en la actual situación.
—¿Y ustedes señoritas? - pregunto antes de finalmente decir- Vale, podéis entrar las dos, pero atenderé por turno de llegada, no obstante, antes quiero que sean conscientes de que mi tienda no es un lugar normal, y hay reglas, unos sencillos pasos, No tocar nada, y si algo os habla no lo escucheis, taparlo con un trapo o ignorarlo, por su seguridad estén atentas.... Aún así ¿quieren entrar igualmente?

De pronto, el mercader empezó a suplicar que no le acercara a los perros. Mérida arqueó una ceja mirando a Balto y Jamagoso ladrando un poco, vale quizás demasiado, interesados en el cuervo, el hombre y el odioso perfume de Adele -No te harán nada- Se rió Mérida, para luego sonreírle amablemente, algo que se le borró en cuanto escuchó lo de “cerda vulgar”. Quizás si no tuviera el autoestima que tenía se habría sentido ofendida por el insulto. Pero Mér era Mér y no había nadie que la trajera al suelo y la restregara contra el piso -Es que huelen lo zorra desde lejos y le dan ganas de salir a cazar- Le dijo al hombrecillo antes de ver que señalaba a Jamagoso.

-Es mi perro… ¿A que es mono? Se llama Jamagoso...Y él es Balto- Le dijo tronando los dedos para que Jamagoso viniera con ella que se levantó en dos patas y ella le acarició la cabecita con suavidad -¿No habías visto un perro así? Es una raza exclusiva- Preguntó realmente sorprendida antes de mirar a Adele cuando soltó aquello de que apartara los perros y no pudo evitarlo -El aire es libre ¿Te están tocando, reina venida a menos?- Inquirió, sin poder soportar su presencia. Lo cierto es que le daba hasta gracia que ahora estuviera comprando ella misma pero  cuando iba a soltar otro comentario ingenioso el mercader intervino.

Tiró con suavidad de las correas y los perros se pusieron a su lado -Sentados- Ordenó y con un gruñido los dos se sentaron correctamente pero no dejaron de ver a Noligma, el cuervo ni a la zorra.  -Oh, me llamo Mérida Pyro… Pero que lo de doncella no me viene mal- Le guiñó un ojo de forma presumida  y sonriente antes de asentir a lo de los animalillos.  Sin embargo, lo de que se pudieran entender pues…Lo veía más complicado. Ella no tenía nada que entender con la mujer esa, es más, ni siquiera quería. El nombre le pareció muy …¿perfecto? Para la tienda porque tenía su aura…particular.

La advertencia de “si algo os habla no lo escuchéis” le recordó tanto a su paso por el infierno que se le revolvió el estómago pero fingió que se trataba del perfume barato de Adele -La verdad, prefiero exclusividad. Esperaré aquí afuera hasta que salga tu…Esta- Dijo señalando a Adele con un dedo y tras eso acuclilló para acariciar a los perros.

La curiosidad por el vendedor era innegable, incluso más al verle tan temeroso de los perros. Me dio por pensar que estaba disimulando y que tal vez tenía más poder del que aparentaba. No me iría de allí sin preguntarle claramente qué era. No me encajaba con el cuerpo fornido de un enano, pero tampoco tenía claro que fuese un goblin. Rodé los ojos soltando un suspiro cuando empezó a halagar a Mérida. El tipo se sabía el manual del buen vendedor de la A a la Z. - Exacto, la magia fluye por nuestra sangre, pero no todos la respetan lo suficiente. - respondí a Noligma, aunque en un claro reproche a Mérida y a lo que su grupo representaba. Caí en la cuenta de que se había incluido como mago, pero eso no me cuadraba nada. Entrecerré los ojos, haciendo esa anotación mental mientras decía su nombre.  - El mío es Adele Gaultier. Y sí, seré la primera en entrar a "le Dance macabre". - me habían quedado claras las instrucciones de no tocar nada, ya sabía eso por otras tiendas de artes oscuras. Tenía mi turno para entrar la primera, pero no iba a quedarme sin responder a Mérida.


- Zorra y bruja, y a mucha honra, querida. - le solté a Mérida alzando la barbilla  y con una sonrisa altiva. Para mí eso no era un insulto, tal vez para ella sí. - Qué pena que te hayan hecho creer en que eso es un insulto para las mujeres...lamento lo de tu cabecita adoctrinada y aturullada. - suspiré con fingida pena, ignorando bastante su conversación sobre los perros hasta que dijo lo del aire libre.  - Era una advertencia. No me gusta advertir más de una vez. - sonreí de manera peligrosa, ella sabía qué le convenía hacer.  - Al final va a ser verdad que la Brigada es tremendamente problemática. ¿Qué pensará esta gente de ti si se cometes alguna atrocidad? Y... - me fijé en su incipiente tripa de embarazada, entornando levemente los ojos. Tenía mucho que perder si se ponía tonta conmigo.  - Una futura madre debe dar ejemplo, ¿no crees? -  dejé que pensara en ello antes de seguir a lo mío, echando un vistazo al género que traía el extraño hombrecillo enmascarado.  Lo llamé desde el interior, para que viniese y poder consultarle un par de cosas.

- Necesito hablar contigo en privado...quiero proponerte un trueque.

No tardé demasiado en llegar al mercado Central, despues de leer el mensaje de Mérida. Por suerte no me habia pillado en la otra punta de la isla...

Estaba un poco mosqueado despues de que me dieran el alta del hospital, y andaba con la mosca tras la oreja, porque no sabia si habia sido un fallo, que se les habia pasado por alto o....habian hecho la vista gorda a posta. Pero por si acaso, tocaba mantener un perfil bajo. Iba con la capucha sobre la cabza, no solo por esa cuestion, si no porque además hacía puto frío (para mi).

Eso si, me habia repuesto totalmente tras mi estancia en el hospital. Tantos donuts y tanto dormir....las drogas no están tan mal.

"No, olvidate de las drogas, no son la solucion"

"O si lo son?"

No quería acabar enganchado a esas sustancias y lo peor era que sabía que podría encontrarlas  por mi mismo en la naturaleza.

Al poco de caminar di con la inconfundible melena de Mérida, que resaltaba entre todo el escenario. Me fui acercando a ella y entonces otra cosa me llamó la atención...aquel extraño carromato de lo que parecía, era venta ambulante.  Alcé mi ceja dando unos cuantos pasos en lateral conforme me acercaba, analizándolo.  Pillé a Mérida acariciando a los perrunos.

- Hola. - saludé parandome a su lado y mirando a los perricos. Jamagoso era muy gracioso.  Moví el antebrazo  y me arremangué hasta media altura, enseñándole la pulsera que me habia aparecido en la muñeca de una noche para otra. Sabía que había sido ella. - Gracias.  - volví a bajarme la ropa hasta cubrirme la piel y metí las manos en los bolsillos. Arrugué la nariz mirando al carromato y el cuervo.

"las urracas son mejores...."

Iba a decirle algo mas a Mérida pero la voz de Adele y reparar en la presencia del vendedor enmascarado que debía ser un duergar por su tamaño, interrumpieron mi autopista de pensamientos por unos instantes. Entrecerré mis vivos ojos con  desconfianza.
- ...qué....estás traficando?

Noligma se quedó en silencio mientras ellas discutían, no tenía nada que ganar y mucho que perder si intervenía, pero podría escuchar y determinar algunas cosas...

¿Mérida Pyro? ¿Pyro? Lo de besada por el fuego, parecía ahora muy literal, tal vez se había acercado más a la verdad de lo que había pensado. Pero pese a su aguda mirada, se sorprendió al oír del embarazo, incluso se tapo el pico con la mano derecha, hombre, rellenita la había visto, pero de ahí a suponer que estaba encinta, es otra cosa.
(Maldito suertudo el que haya logrado concebir a dicha criatura)

Noligma era deforme y menudo, ninguna mujer posaria su mirada en el, o al menos con esa intención, pero aún así le gustaba soñar, y sólo de pensar que un hombre tenía la suerte de... ¡Mejor dejémoslo!

En cambio Adele Gaultier mantenía su magnetismo Misterioso, sus palabras hablaban de una mujer culta, inteligente, con la habilidad de una avispa para picar donde duele, y por supuesto refrutar los insultos rivales, el contrargumento de zorra ¡Fantastico! Noligma mismo había conocido Kitsunes que no se habrian expresado mejor.

Cuando de repente, y casi sin venir a cuento, apareció... Un Drow ¡Un puto Drow! Osea, normal asustarse, se habían oído leyendas de cómo "supuestamente" vivían estos seres en sus Reinos prohibidos, aunque hay quien dice, que hoy en día no son como habían sido, la desconfianza de sus ojos violetas le hizo ponerse a la defensiva.
-¿Quéeeeee? ¿Traficar? ¿Yo? Señor esto es un mercado libre, los que trafican, no lo hacen a la luz del dia... Si me disculpan tengo clientes.

Estaba decidido, las rosas eran bellas incluso con espinas, y requerían más cuidado y mimo que la flor silvestre que ama su libertad. Y no, no tenía que ver que quisiera alejarse del drow, ni mucho menos... Bueno, un poco si.

-¡Enseguida la alcanzo señorita Adele! Un momento por favor... Nevermore! Cuida de la señorita Mérida, ahora vuelvo.

Tras entrar en la carroza, El cuervo, alzó el vuelo, pero no se fue muy lejos, sino que encontró rápidamente un hermoso más de paja rojiza donde anidar. Tras aterrizar entre los cabellos pelirrojos de Mérida, seguramente alterando con ello a los Canjes, el cuervo asomo su cabeza entre los rizos para, con un sonido socarrón, acelerado y exigente, pero eso sí, casi como un susurro o un murmullo que salía del fondo de su pico, decir:
-¡Galleta,galleta,galleta!
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El interior de la tienda era enorme, habían filas de estanterías, todas ellas tematizadas, unas tenían muñecos, uno de los cuales [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] al verlos pasar, otros contenían cosas extrañas como bastones, electrodomésticos muggles, una perturbadora sección de espejos, y una de libros variados.

Pero probablemente la más rara era la de botellas, botellas con pequeños entes en su interior, como un Imp que pego su boca y lengua al cristal al ver pasar a la maga de forma infantil o lasciva y grosera, según como quiera interpretarlo cada uno, no obstante no era lo único, desde criaturas con tentáculos, a botellas con extraños humos de colores cambiantes, la colección era sorprendente, sobretodo por que la mayoría parecían demonios, era raro verlos en un plano material ¿tendría el embotellamiento algún tipo de Magia que los anclava a este plano?

-¿Sabe por qué le puse ese nombre a esta tienda?- dijo de repente Noligma con un tono casual, después de un rato pasando entre las estanterías y repisas--Una Leyenda francesa habla de que la muerte está entre nosotros, siempre disfrazada, va a fiestas, y hace vida entre los mortales, excepto de noche, cuando va al cementerio a tocar el violin, atrayendo las almas de los muertos, esas perdidas que no han cruzado, según la leyenda, los espíritus y muertos vivientes bailan al son de esa música como encantados, y así hayan la paz y van al otro mundo.

Parecía una historia más bonita que lo que el título auguraba.

-Dicha melodia se hizo llamar "le Dance macabre", incluso los muggles llegaron a componer una melodia bajo ese nombre basándose en la leyenda.

Finalmente Noligma guio a Adele, hasta lo que parecía un despacho en medio de tantas estanterías, una mesa de roble oscuro, con una elegante silla a juego de misma madera pero con tapicería roja, sobre la mesa habían muchos papiros a un lado, y en su centro, un tintero y una pluma de cuervo para escribir.

-Escogí ese nombre por lo que evoca ¿existe realmente música capaz de afectar a los muertos? ¿Está realmente la muerte entre nosotros? Si tales leyendas fueran ciertas, podríamos en una melodia encontrar más poder que en un libro de conjuros, por eso he dedicado gran parte de mi vida a la búsqueda de ese poder... No específicamente "ese" poder, sino el poder que la mayoría no reconoce. - Noligma paso por debajo de la mesa y directamente emergió sentado en el asiento--Aunque centrándome en lo que nos concierne ¿buscaba algo sencillo? Digo como la leche de amapola... O algo, un poco más difícil, debo decir que los venenos no son precisamente mi especialidad, estoy... Intentando aprender alquimia, pero de momento se me da fatal. - Si, te habrás dado cuenta, Noligma habla por los codos, defectos de su egolatría y orgullo, los mismos que lo condenaron a esta existencia-Pero... No hablemos más de mí ¿Qué es lo que estaba pensando en proponer?

-¿Me vas a hablar de doctrinas, tirana?- Le preguntó Mérida con una ceja arqueada. Si algo eran las Grullas eran anárquicos. Nada de doctrinas, no no.  Puso los ojos en blanco con respecto a la estúpida “advertencia”. Los perros no hacían nada más que querer morderla un poco. Sin embargo, al final, cuando mencionó lo de los problemas de la Brigada recordó que estaban en el punto de mira mientras los Blood Keepers campaban a sus anchas -Si liberamos el mundo de gente como tú estaría dispuesta  a pagar cualquier condena- Soltó Mérida en un siseo que murió cuando mencionó lo del bebé. Entrecerró la mirada con advertencia. La quemaría viva si hacía algo…Y no le importaba lo que la Guardia hiciera.

De pronto, llegó Dyospiros y Mérida alzó la vista hacia él siendo consciente de los panfletos que estaban por todos lados. ¿Estaba loco? Es decir, pensó que le diría de verse en otro sitio. Observó la pulsera con una sonrisa amplia -Feliz navidad. Faltaste al picnic así que tenía que buscar la manera de darte el regalo- Lo de traficar la pilló absolutamente desprevenida -¿Qué?- El “Qué” de Noligma fue un poco más largo por lo que la pelirroja se echó a reír negando con la cabeza -Estaba buscando un espejo comunicador, rompí el que tenía- Le explicó y luego vio al hombre retirarse dentro de la caravana. Le siguió un momento con curiosidad pero el hecho de que estuviera Adele allí no le daba buena espina.

-¿De qué me va a cuidar?- Le preguntó al pequeñajo mirando al cuervo volar para luego posarse en su cabeza, cosa que hizo que los perros empezaran a ladrar. Mérida los chistó porque no quería llamar la atención con Dyospiros tan cerca. Frunció el ceño ante las palabras de galleta pensando en si tenía algo en los bolsillos. Rebuscó un poco y sí, en efecto, tenía algo pero le pareció un poco “wtf” darle una galleta a un cuervo que tenía en la cabeza. Tras eso caminó hacia un lado llevándose a Dyospiros consigo -¿Por qué te está buscando la Guardia? ¿Por eso te vas? ¿Te vas con… - Le costó decirlo, pero era algo de lo que era consciente -¿Te vas con la Brigada? ¿O vas modo independiente?-  

Di por ignorada a Mérida cuando me llamó tirana y sacó a relucir su palabrería de libertadora del mundo. Esa gente era muy pesada, parecía que querían una medallita en todo momento. Pasé mucho más al ver llegar a aquel drow, no me interesaba mediar palabra con ellos. Simplemente me dediqué a seguir mirando por encima todo el material que tenía expuesto Noligma en su carromato, esperando hasta que entrase para atenderme. Me detuve un momento al ver la cabeza del siniestro muñeco girando, pensando que al pequeño Ivanov podría gustarle un muñeco así para jugar a la decapitación muggle. Acabé descartándolo porque probablemente tuviese algún tipo de maldición, tendría que jugar con otras cosas más vulgares por ahora. Me detuve también un momento ante el estante en el que se encontraban unos pequeños seres embotellados, algo así como diablillos traviesos.

La voz del vendedor hizo que me diese la vuelta, teniendo que bajar la mirada hasta su altura para localizarlo. Por un momento había olvidado su tamaño.  - Las leyendas de mi país son variadas e interesantes...sorpréndeme. - le invité a seguir hablando cuando me dijo aquello del nombre de su tienda. Aquella historia no la había escuchado, por lo que captó mi atención hasta el punto de pensar en teorías que pudieran establecer relación entre su aspecto y lo que contaba. - En cierto modo es así...la muerte está en todas partes, acechando en todo momento a aquello que está vivo. Incluso tú mismo con tu atuendo, tu cuervo y tu tienda macabra pareces muy ligado a ese tema. - hice una mueca de desagrado al escuchar la mención de los muggles, esos no merecían hacer canciones sobre temas concernientes a la magia. Decidí seguirlo hasta a esa especie de despacho,  observando con curiosidad los papiros que había en la mesa. - Ahora es cuando me dices que firme aquí para venderte mi alma a cambio de algo. - comenté en evidente tono de broma, aunque tampoco me sorprendería alguna cosa de ese estilo.

- No lo descartaría. La música puede afectar a los muertos al igual que las palabras que recita un nigromante para despertarlos. La nigromancia es otro modo de llamar a esa "música". ¿Estás interesado en temas de nigromancia? aquí en la isla hay un par de nigromantes... y también  algún alquimista.  - lo seguí con la mirada hasta que se sentó en la silla de su escritorio,  apoyando una mano sobre éste para inclinarme un poco hacia delante.   - Aunque supongo que la capacidad para aprender a controlar a los muertos puede depender de la raza. ¿Qué eres exactamente? - no realicé la pregunta de manera ofensiva, simplemente quería saber. Él ya había visto cómo de ofensiva era cuando quería, como cuando le hablé a Mérida. Asentí apartándome un poco al retomar el tema de la compra, planteándole lo que quería, además del sencillo caldero.

-  Había pensado en cambiarte un frasco de amortentia por una de esas botellas de diablillos, me gustaría probar una cosa para mis pociones con ellos. No importa que no tengas muchos venenos, tal vez yo podría colaborar con eso. Son mi especialidad. Hacer negocios con el tema de artes oscuras será mucho más fácil ahora que podemos abandonar esta isla de santurrones.- rodeé la mesa para llegar hasta su lado, rebuscando en mi bolsa un pequeño frasco de la poción de la que le había hablado. Me había dado cuenta de que no tenía de eso en sus estanterías, y era algo que se vendía muy bien. Especialmente entre las adolescentes bobas o entre algunos desesperados.

El enano me respondió de modo sobreactuado con un argumento que no me convenció para nada.
- Pues que mejor tapadera entonces que la luz diurna. - solté entredientes, viendolo perderse en el interior de la caravana acompañado por la blood keeper.

El cuervo, aparentemente llamado "Nevermore", se perdió en los rizos de Mérida para emerger pidiendo galletas. Miré al córvido con tanta o mas desconfianza que al dueño...

- Tú también vas a resultar ser un animago córvido engañoso? Descúbrete, maldito espía. - acerqué mi cara al cuervo, bueno, al pelo de Mérida, antes de que ella le diera algo de comer.  

Me aparté, calándome mejor la capucha y mirando alrededor.
- Lo sé, me habria gustado ir pero no queria arriesgar a que me atrapasen antes de poder ir a la misión. Mereció la pena.


Los perros empezaron a ladrarle al cuervo, normal, seguro que querían zamparselo. Aunque... Roäc no solía causar esa reaccion en los animales de cuatro patas.
- Cuidarte, el cuervo? No va a cuidarte de nada. Es un maldito espía.Do’suul  ghil!!! - intenté ahuyentar al animal, quizá porque me recordaba demasiado a Roac, cosa que no quería ni admitir, pero por aquello mismo me ponía de los nervios, de mal genio. El bicho no parecia dispuesto a irse....

- Mi idea es ir con la Brigada. - tenía que admitir que... - Ver a Cleopatra y a Imram  alli abajo me ha dado...una idea de como quiero guiar mis pasos. Una especie de compás moral.

"yo habría dejado morir a esos....sin muchos remordimientos...."

- Si no me pillan antes, claro. Aunque entre tu y yo, creo que están haciendo la vista gorda o algo....o están muy liados..... - arrugué la nariz incrédulo.  Su pregunta me hizo fruncir el ceño, no se lo había contado nadie? - Me encontré con Andreas Wilhelm y casi lo mato. Varios guardias intentaron detenerme y...herí a varios en el proceso...hasta que me noquearon. No era yo mismo en esos momentos. - pensé que ella podría entenderme, mas o menos, dadas las experiencias que me habia contado el el calabozo durante ese par de dias. - Estuve encerrado pero con el anterior ataque petó el hospital y mi primo me sacó de alli...pero eh, esa parte, es secreto. - guiñé un ojo exageradamente. Volví a mirar hacia el carromato de venta ambulante. Mis instintos y mis experiencias me hacian desconfiar de cosas asi, y mas, si su clienta especial era Adele Gaultier. - No vas a la fiesta? He oido que van a dar una en la plaza. Deja al carroñero con su presa.

El cuervo se quedo contemplando el rostro del Drow, cuando este se acerco, como si pensara que este le iba a dar algo.
- Tú también vas a resultar ser un animago córvido engañoso? Descúbrete, maldito espía.
El cuervo no respondio, no al menos de inmediato, se quedo mirando al Drow, pestañeo y torció la cabeza de un modo antinatural que solo las aves pueden hacer antes de decir lo mas cercano a una respuesta que obtendría el elfo de subsuelo, si es que realmente quería ser respondido.
-Nevermore...
Pero en el Momento en que Meryda le dio algo que llevarse al pico, el ave perdió totalmente interés en el piel oscura, centrándose entonces en aquello que le hubiera dado, dejando a los humanos meros mortales en sus relaciones sociales, pueblerinos, mientras el degustaba esa delicia de un bolsillo ajeno, que estaba calentita por el contacto en el bolcillo.

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Noligma estaba complacido con su clienta, no solo era agraciada con la belleza, estaba educada, instruida y tenían ciertos intereses comunes al parecer.

-Vaya-Dijo al ella relacionar la historia con sus ropas y toda la temática que lo rodeaba- Bueno, puede sonar algo recurrente ¿Pero no es la naturaleza humana oponerse a la naturaleza?- Noligma asintió como si mentalmente se respondiera a su pregunta antes de decir en voz alta- La humanidad anhela la vida eterna.- Y tras decir eso Noligma miro fijamente a la Joven, no pretendía asustarla, pero mirándola fijamente con esa mascara, las ropas negras en un lugar tan lúgubre y sombrío, por alguna razón sus siguientes palabras tras esta pausa, refiriéndose al comentario de Adele sobre vender su alma, sonarían incluso amenazantes, pese a que no transmitían esa idea- Al lado de inmortalidad, el pequeño peso de un alma no vale nada, es un pequeño precio a pagar ¿acaso el alma te sirvió alguna vez para algo? ¿te servirá para aceptar tu destino final cuando llegue?.

Noligma guardo silencio, sinceramente no esperaba una respuesta, primero por que era una pregunta retorica y segundo por que se había dado cuenta de que se había puesto... un poco descortés hablando de ese tema, el cual es uno que le apasiona personalmente. Sus pretensiones y aspiraciones, sus obsesiones. Mejor se moderaba un poco en ese aspecto.

-¡Vaya! ¿hay nigromantes? ¡Que interesante! me encantaría, por supuesto- Noligma puso un raro énfasis y emoción falsa a esas palabras, pues estaba un poco preocupado, cuando años atrás robo un libro de demología para invocar diablos no pensó en volver nunca a la universidad uroboros, incluso con su aspecto cambiado tan... "agresivamente" existía la posibilidad de que alguien lo acabara reconociendo de alguna forma.- Muy pocos nos dedicamos a la nigromancia, hay muy mala fama sobre nosotros.- La curiosidad de Adele sobre su persona, no hacia mas que añadir leña al fuego de su ego, al fin y al cabo que una mujer preciosa se interese en ti, significa que no había perdido su magnetismo personal- Vaya, vaya, Debo ser un misterio para usted... digamos que aunque no lo parezca soy mago, como tu, pero ...- a ver como decía esto- Digamos que sufrí un "accidente", y esto es lo que ha quedado de mi.-No tenia demasiadas razones para mentirle, además tener que inventarse una raza que nadie conocería seria un poco absurdo. Pero había otras que era mejor no revelar, por tanto solo podía mentir, pero para las mentiras, mejor medias verdades.- Con este oficio, era de esperar que tarde o temprano acabara maldito de alguna forma

No habia motivos para negarlos en aquel lugar con tanta carga negativa, reunir artefactos mágicos por el mundo, le había echo reunir una colección aceptable, mala suerte que hubieran objetos malditos, era difícil reconocerlos de los objetos meramente mágicos. Pero cualquier cosa por pagar su deuda pendiente.

-Vaya, me sorprende señorita ¡Amortencia! eso si es un producto, y uno difícil de conseguir de alta calidad.

Parcia que la joven era dada con los venenos, algo que la verdad le vendría muy bien, como vendedor ambulante podía vender muchas cosas, pro... no podía tener un herbolario si se movía constantemente y su mala capacidad de tratar los productos alquímicos lo hacia mas difícil aun. Por otro lado, que una chica guapa se los suministrara, en especial un producto muy cotizado, como lo era la amortecía, le vendría bien para vender a muggles, por que ahora que esta aceptado que la magia existe hasta los muggles querrían un poco de magia, y son presas fáciles para un vendedor sin escrúpulos.

-No tengo ninguna rzon para negarme, puede escoger el demonio que quiera, pero si destapa la botella el demonio podría escapar, o volver a su plano, recomiendo que haga el proceso en un lugar controlado, y agujeree la tapa superior por el centro para introducir el liquido, así no afectara al sello que los contiene.- se quedo pensando unos segundos, como si evaluara alguna circunstancias o opciones- le recomiendo los imps, son parecidos a goblins pequeños, no son resistentes al veneno que yo sepa, pero algunos demonios podrían serlo, así podrá comprobar y verificar los efectos de primera mano.

Además los Imps eran mas fáciles de invocar y atrapar por ser mas pequeños y débiles, pero también tocaban las narices si se soltaba alguno por la tienda, demasiadas malas experiencias, así la perdida fuera menor y si el imp sufría, mejor que mejor por tocape...

-Normalmente le haría un contrato, pero creo que entiendo que quiere que este trato sea "privado"  ¿me equivoco?- Noligma subió entonces a la mesa y tendió la manita hacia la joven maga como si quisiera sellar un trato - ¿Tenemos trato entonces?

Las reflexiones del vendedor me hicieron asentir, era cierto que pocas veces estábamos conformes con la realidad y tendíamos a oponernos. Sonreí con astucia respecto al anhelo de la vida eterna. No era del todo imposible, pero...era un asunto complejo.  - Seguro que sabes alguna manera de conseguirlo... - por mi parte sabía de tres modos de lograrlo, aunque sólo estaba de acuerdo con uno de ellos. Su tono al hablar del alma se me antojó algo siniestro, así que me reafirmé en lo de no firmar nada ni hacer ningún tipo de trato mágico con él. Había visto demasiadas cosas como para considerarlo. - Prefiero ser dueña de mis actos y no sufrir el desgaste físico que provoca ese tipo de...tratos. ¿No conoces la historia de Fausto y Mefistófeles? - comenté alzando una ceja, extrañándome por el modo en que dijo lo de los nigromantes. Parecía que le agradaba la idea, pero a la vez sonaba algo forzado.  

- Bueno, si te interesa puedes buscarlos. Supongo que hoy estarán en la fiesta que hay en la plaza. - mi intención era pasarme por allí, sobre todo para localizar a cierto nigromante que me esquivaba.  - Hay mala fama, pero el que está en el Consejo se libra de ella. Privilegios de la nobleza...- comenté con cierto hastío, o tal vez envidia. Yo quería estar en esa posición, pero parecía casi imposible entrar en su círculo especial.

Mi curiosidad se vio parcialmente satisfecha cuando reveló el motivo de su extraño aspecto. Costaba creer que fuese un mago, pero era lo que más cuadraba porque no entraba en la categoría de otros seres mágicos. Daños por hechizos, o tal vez alguna extraña maldición.  - Hay que tener cuidado con lo que se juega, pero comprendo que a veces la ambición puede hacer que intentemos cosas peligrosas. ¿Has intentado revertir lo del "accidente"? ¿o es imposible? - puede que el cuestionamiento estuviese fuera de lugar y le generase más incomodidad que otra cosa, pero me interesaba saber qué era por si había que evitarlo alguna vez. Vender tantos objetos de artes oscuras podía llevar a eso. Al menos lo que yo le ofrecía era inocuo, excepto para los tontos que cayesen bajo el efecto de la amortentia. Dejé el frasco sobre la mesa por si quería comprobar su calidad, escuchando después su consejo sobre los frascos.  

- Perfecto, pues me llevaré un Imp embotellado y un caldero. Así podré seguir investigando con las pociones. - sonreí de lado cuando se subió a la mesa para cerrar el trato.  - Entiendes bien. Nada de firmas ni papeles. - rebusqué en mi bolsa las monedas que habíamos acordado por el caldero, y el pago por el Imp sería el frasco de amortentia. Estreché su mano un momento, soltándola después a la espera de que me entregase el material que quería llevarme.

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OFF: le entrego el frasco de amortentia de mi inventario, puedes ponerlo en el de Noligma