Trama Descendientes: Damnatio memoriae (FINALIZADA)

Resumen de salto semanal

La llegada de los dragones auguraba tiempos oscuros para Ouroboros. Una isla que parecía estar amenazada desde los cuatro puntos cardinales. Un virus atacaba a su gente, una Inteligencia Artificial buscaba destruirla, una zona podrida infectaba el ecosistema y finalmente los gruñidos de los dragones anunciaban una nueva era.

La Descendiente de Dioscórides había sido secuestrada por el linaje Pendragon al permanecer cerca de la avanzada, junto a compañeros, exigiendo parlamento. Y lo consiguieron. Un anuncio había sido realizado:  “Mis Señores parlamentarán al completar siete días con sus siete noches”. Lo avanzada se mantuvo en su sitio mientras los Descendientes se reunían nuevamente para dar una respuesta a aquella situación.

La reunión había sido acalorada, después de todo, había demasiados frentes abiertos. Pero la confesión de Zaphira Eire fue suficiente para destrozar los nervios del Consejo de los 20. O de los 19 ya que la Descendiente Bellatrix Alighieri no asistió.  Algunos optaban por la guerra abierta, otros por la negociación, otros por descubrir e indagar sus razones  pero lo cierto era que, pese a la semana de espera, no tenían suficiente tiempo para todo lo que deseaban hacer…Sobre todo tras comprobar que era imposible rastrear a la Descendiente de Dioscórides.  Entonces se decidió una división:

Giordano Da Vinci, Markus Tesla y  Jack Newton se dedicarían a tratar el tema de la Inteligencia artificial con su basto conocimiento en las áreas tecnomágicas solicitando el apoyo correspondiente de humanos y magos por igual. En esta misma misión, Mei Xian y Catherine Le Fay, junto con los Ministros humanos continuaron con su misión anterior en la búsqueda de quienes podían ayudarlos contra SAM. Cabe destacar que Da Vinci y Tesla crearon una jaula Faraday que rodea toda la isla Ouroboros lo que ha permitido seguir ocultos de SAM.

Adael Cohen junto a su familia y aprendices elevaron un muro de tierra entre la avanzada y el resto de los campos de cultivo y tras ello, liderados por Sayid Ibn Salah, Altaïr Kirgyakos y Zaphira Eire; se encontraba asentada la Guardia de Ouroboros como denso frente ante cualquier estrategia militar.

Lucio Galeno junto con numerosos sanitarios lograron controlar y sanar el virus de la gripe simia contraída no sólo por participantes del torneo sino por otros residentes de la isla. Asimismo, se logró curar a Sean Eire de sus ojos dañados.

Y hubo paz… Por algunos días.

Otro grupo de Descendientes se ocupó de infiltrarse, en este caso Sara Darwin, Ling Hua, ayudados por los ghouls de Matvey Rasputin lograron infiltrarse con éxito dos veces a la avanzada enemiga consiguiendo datos casi concretos del grosor de sus filas, las facciones existentes y el nombre de cuatro vasallos que causaron estragos entre los Descendientes.

Los exiliados volvían a pisar Ouroboros.
Los linajes de Atila, Cleopatra, Midas y Ragnar Lothbrock; largamente exiliados volvían con sus estandartes bajo el escudo Pendragon para recuperar la isla.

En vista de aquella información decidieron entrar por última vez el día previo al cumplimiento del plazo esperando encontrar más detalles sobre las estrategias Pendragon pero fueron descubiertos. Ling Hua logró escapar ileso pero Sarah Darwin presenta las primeras heridas de una guerra que sólo acaba de iniciar. La interrupción de aquella semana cobró vida en un colérico ataque de un dragón rojo que acabó con la vida del General de la Guardia de Ouroboros cuya sangre bañó el muro de tierra que dividía la avanzada de las filas de armaduras doradas.  Amaya Hua, lejana pariente de Ling Hua, ascendió como General de la Guardia.

El amanecer del octavo día, aquel tan esperado, la isla de  Ouoboros se despertó silenciosa y en tensión. Incluso los dragones callaban.

Esperaban. Esperaban un movimiento. Una orden.

Los rayos del sol habrían deslumbrado la solitaria plaza central de no haber sido ocultos por la magnificencia de cuatro enormes dragones que aterrizaron portando un “bien” importante. Un peón en su juego.

Sofía Discórides se encontró sola en la plaza. La Descendiente había vuelto en una pieza, al menos, hasta que la colocaron en una pira.

-Ni siquiera lo lamento- Musitó Shyvana mirándola a los ojos con una sonrisa -Asumo, Dioscórides, que no debes importarles demasiado...-

El rugido de los cuatro dragones alteró la calma y la paz, una amenaza tajante a aquellos que habían roto el parlamento. Ya no existirían mediaciones, ni negociaciones. Los cuatro jinetes de dragón se elevaron en el cielo ocultando la luz del amanecer sólo para iluminar aquella plaza con el fuego de sus dragones, encendiendo la pira que esperaban que consumiera a Sofía Dioscórides y tras ello se retiraron dejando un sol hecho de sangre y fuego en el corazón de Ouroboros.