Cabaña Hacksaw Le Fay.

Aedan estaba metido en la cuna, todo emperifollado con su hermoso pijama, porque él no iría al Baile protocolario de inauguración del torneo. Ian estaba acomodándose al otro lado de la habitación y Cath, que ya estaba enfundada en su vestido negro y las botas grunge, estaba lidiando con su cabello. Se había cambiado, ante los ojos de Ian, al menos una docena de veces. Empezó con esos vestidos que había heredado de Layla, con todos los brillos y pegados al cuerpo como si fuera plástico hasta que consiguió uno lo suficientemente decente para no parecer desaliñada. Iba....decentemente grunge. Frente al espejo ahora lidiaba con su cabello, con el maquillaje se había dado por vencida. Es más, no entendía cómo la gente hacia esos delineados que hacian sus ojos resaltar más, o cómo la máscara de pestañas no les saltaba un ojo. Gruñía constantemente y mientras intentaba trenzarse el pelo terminó haciéndose un nudo con el que peleaba -¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!- se tiró del pelo con fiereza provocándose un dolor de cabeza.

Cerró los ojos, respiró y volvió su vista hacia Ian con el cabello absolutamente desordenado. Como un nido de pájaros -¿sabes? Menos mal que Aedan es niño... Le hubiese dejado calvo...y encima, famélico- Soltó de pronto y fue a sentarse junto a él, cruzando las piernas por los tobillos donde figuraban sus botas (no, no iba con los tacos de la foto) -¿Iniciaré alguna moda?- Inquirió sonriendo levemente como para quitarle peso al asunto. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos -El otro día vinieron Sean y Adael...- Mencionó -Estuvimos hablando un rato sobre un par de cosas... Sean está paranoico con lo de los Pendragon y me advirtió que estuviera en alerta, sobretodo por Aedan- Dijo con algo de pesar y se incorporó un poco -Al subir quiero hablar con Desmond y Bellatrix...Pero antes quiero hablar contigo de algo-

Le tomó la mano y se la acarició pensativa -¿Recuerdas lo que dije de abdicar?- Preguntó y esperó su respuesta, aunque la temía -Tengo miedo a  hacerlo- Susurró y lo miró a los ojos, entrecerrando los suyos -Y no es por lo de siempre, no es por ir en contra de las normas ni  nada. Es sólo que... Cuando me agredieron el Consejo respondió, cuando te perdiste, el Consejo respondió. Cuando la guerra arreció, el Consejo respondió... Cuando me perdí, una parte del Consejo respondió y creo, Ian, que sólo lo hicieron porque estoy en el puesto en el que estoy- Se humedeció los labios -¿Qué sucede si un día los necesitamos y es Desmond quien ocupa mi lugar? Sabes...Sabes lo que piensa de todas mis acciones, de todo en general... ¿Qué pasa si un día nos encontramos realmente solos y yo.... y yo no puedo hacer nada para generar un cambio?- Se rascó la cabeza, allí donde tenía el nido de pelo hecho un lío y dejó escapar el aire en un suspiro -Quiero creer que Desmond protegería a Aedan. Pero...¿Y si se lo impiden porque no es un linaje principal?- Se quedó en silencio mientras miraba a su hijo hacer estropicios en su propia cuna.

Me daba una pereza terrible eso de ir a la fiesta de Ouroboros, aunque ya me escaqueé de la última y estaría feo escaquearme de la de ahora. En realidad tenía la cabeza en otras cosas, como en el combate con Altair y lo mal que lo hice. Se merecía el título de licántropo más poderoso, eso sin duda, pero mi falta de control me hizo darme cuenta de que aún me quedaba mucho por aprender. También echaba de menos a Jarkko, llevaba tiempo sin hablar con él y cada vez lo notaba más distante. Por eso estaba un tanto ausente mientras me vestía, hasta que escuché el gritaco de Catherine peleándose con su propio pelo. - ¿Pero qué paasa? ¿Qué lío traes? - me acerqué a ella con cara de desconcierto, mientras Aedan se reía intentando salirse de la cuna. - Cortártelo como yo y así no se te enreda, ¿ves? - me señale a mis propios pelos, que iban un tanto despeinados todavía. - Él tampoco se peinará. - lo señale mientras seguía partiéndose de risa, arrojando todos sus juguetes al suelo sólo para que se los volviésemos a dar.

- Creo que esa moda de botas y vestido ya existía, pero en el mundo mágico vamos retrasados. - le hice burla a modo de broma para fastidiarla, poniéndome después un poco más serio cuando empieza a hablarme de la visita que tuvo, y de que Sean estaba paranoico con los Pendragon. Desde la fiesta había escuchado hablar del tema alguna que otra vez. - ¿Qué tiene que ver Aedan en eso? Fuesen quienes fuesen...ya no existen. - aún así no podía evitar quedarme intranquilo cuando se asociaba el nombre del crío a algo que pudiese ser peligroso. Tenía que protegerlo de lo que fuese. Tomé la mano de Cath y asentí cuando mencionó lo de abdicar, tuvimos una conversación bastante intensa sobre el tema cuando tuvimos esa crisis hace unos meses. - Dijimos que lo harías si de verdad era lo que querías. Que no te quedarías por obligación. - o al menos eso fue lo que acordamos. Con cada enumeración que hacía comprendí a qué se debía el miedo que tenía, por qué no quería abdicar. Era cierto, habían respondido, pero...

- Entonces me estás diciendo que sólo te quedarías por los privilegios que da pertenecer al Consejo. Porque crees que defienden a uno de los suyos por encima de otros. - fruncí el ceño, un poco molesto. - Eso es clasista, Catherine. Deberían proteger a todos por igual, a quien lo necesitase, aunque no sea hijo de uno del grupo Descendientes. - mencionó a su hermano, pero no parecía tenerlas todas consigo sobre que él pudiese hacer algo al respecto. - Joder...es tu hermano. Yo mandaría al infierno al Consejo si me negasen la ayuda sólo por eso. - se supone que eran una familia, o eso decían. - Además...yo por mi parte no tengo ninguna duda. Sé a quienes tendríamos si un día pasase algo y los necesitásemos. A Lyran, a mi padre, a mi hermana, a Azahar, a Anteia, a Jarkko...ellos nunca me pedirán nada a cambio de ayudarnos. También contaríamos con los renegados. Así que...si tomas la decisión que no sea por eso.

Con los dedos fue, poco a poco, deshaciendo el nudo mientras escuchaba a Ian. Alzó ambas cejas y se alejó como si de pronto tuviera un cuchillo -¿Estás loco? Con mi pelo nadie se mete ¡Ni los cepillos!- Espetó antes de volver a mirar hacia Aedan que se reía mientras Cath le levitaba los juguetes hacia la cuna de nuevo -Siento que hay un complot contra mi cabello. Aparte, por la forma en la que me visto van a pensar que eres homosexual- Le sacó la lengua antes de -finalmente- peinarse el cabello sin hacerse nada especial. Dejo pasar lo de la moda al poner los ojos en blanco.

-Esa es la cuestión, han amenazado con volver y fueron un linaje expulsado. Creo que no acabó bien, Desmond está investigando. Por eso quería hablar con él en persona- Explicó  para luego escuchar lo que habían resumido. Es cierto que pese a aquella decisión, ella no estaba ejerciendo como debería. Alejó la mirada levemente contrariada -Claro que es clasista, Ian. Lo sé... Ya sabes que el Consejo es todo protocolo, reglas y cosas así. Aún así he encontrado, a mi manera, la forma de generar un cambio. Que es lo que buscaba mi padre. Ha sido de a poco... Imaginate tu que hasta Sean esta asfixiado de Ouroboros. Y eso, Ian, es algo gordo- Señaló con mucha importancia aunque a él le podía parecer un aspecto nimio.

-Desmond es Desmond. Cree más en las reglas y el protocolo que en la sangre, Ian- Le apretó suavemente las manos -¿No recuerdas que durante el embarazo desapareció? Si acudió en mi ayuda en algún momento fue porque se lo exigí. Y creo que... sí, me quiere. Sino no habría hecho aquel conjuro que...- Se humedeció los labios y dejó de hablar apenas un momento, cerró los ojos y recordó a Rhaegar. Por un lado, le dolía pensar que en todo caso el respondería mejor que Desmond. Empezó a caminar pensativa mientras oía los nombres que mencionaba y sabía que era cierto, lo sentía así. Soltó una risa triste y un tanto histérica -Tengo tanto miedo- La impotencia de no poder hacer algo le generaba mucho estrés y le recordaba el episodio vivido durante la pérdida de magia. Aquello le daba una severa migraña y sentía que le empezaba a picar la piel -Hablaré con Matvey esta noche y con Desmond para que estén en el ritual con mi padre. Preguntaré por los Pendragon porque... tal vez...si abdico y adopto tu apellido... Si lo hago a lo grande...- Mencionó volviendo su vista hacia él con un brillo de esperanza -Podrían borrarme del libro. Pero... Necesito que me borren sin que me persigan. Tenemos que planearlo... No podrían localizarlo- Dijo girándose hacia Aedan.

- Bueno, mientras no te dejes barba no lo creerán del todo. - bromeo con eso de lo que van a pensar de mí, encogiéndome de hombros. Yo no le daba demasiada importancia a la ropa, las apariencias ni a asuntos de esos. Como si no tuviese otras cosas más importantes de las que preocuparme. Lo de los expulsados esos, por ejemplo. Pongo cara de confusión porque no estoy muy puesto en las movidas raras del pasado de los Descendientes, no entiendo de qué va el tema.

- ¿Y por qué fueron expulsados? ¿No se sabe qué pasó? - me llevo una mano a la barbilla con gesto pensativo, dándole vueltas a eso de que han amenazado con volver. - Eso es darle crédito a lo que dijo Bellatrix en la fiesta aquella. No le veo mucho sentido. Aunque fuese cierto...¿Por qué no han atacado antes? ¿Y por qué querrían seguir vengándose de lo que quiera que pasase hace cientos de años? es absurdo tener rencor por algo que ni siquiera le han hecho a las generaciones más próximas a ti. - traté de buscarle la lógica, pero no la encontraba. A mi me daba bastante igual que a mi tataratataratatarabuelo le hubiesen dado una paliza. Resoplé con resignación, me hartaban las cosas complicadas.

- Si hasta el bueno de Sean está harto... - él era bastante paciente, según Catherine, así que debía ser algo serio. - Pues entonces sigue, si lo que quieres es generar un cambio desde el Consejo. Si tienes la posibilidad, hazlo. Tenéis la suerte de que a vosotros os escuchan y os hacen caso. Si tiene que haber un gobierno...prefiero que haya gente como tú en él. Y si no te hacen caso pues nos libramos de todos y gobernamos como dictadores absolutos, ¿te parece? - le di un pequeño golpe con mi hombro, poniéndole la cara de incitarle a hacer el caos. Me gustaba provocarla con ese tipo de cosas, pues ya sabía que yo no era muy partidario de los gobiernos tradicionales. Por eso era irónico que hubiésemos acabado juntos.

No le dije nada sobre Desmond, pero su hermano tampoco terminaba de ser santo de mi devoción. Había algunas cosas de él que no me gustaban, y me daba la impresión de que llegado el momento podría elegir la tradición antes que elegir a su hermana. - Al menos Rhaegar me decía a la cara que le caía mal. - supuse que se estaba acordando de su pobre hermano, que murió de una forma totalmente innecesaria por culpa del idiota de Jean. Tal vez también fue culpa de todos los presentes por no impedir aquello, que la buscasen con sus poderes mentales. Le pasé un brazo sobre los hombros para consolarla, atrayéndola hacia mí. - Te estás planteando abdicar por miedo a algo que ni siquiera sabemos si es cierto. Habla si quieres con Matvey, pero yo no tomaría ninguna decisión sólo por eso. - desvié la mirada hacia Aedan, que seguía ajeno a todo. Seguía pareciéndome una locura que alguien relacionado con los Pendragon estuviese interesado en hacer daño a un crío. Me levanté para ir hacia él, cogiéndolo en brazos.

- Esta noche hablaremos con ellos y que nos aclaren esa mierda. Ahora vayámonos, tenemos que dejar a Aedan con mi padre. ¿Estás lista? - extendí la mano hacia ella, esperando a que la tomase.

Catherine simplemente le sonrió a aquello de la barba. Siempre tenía una salida para cada una de sus respuestas. Generalmente, eso era bueno. En otras ocasiones, muy malo. Pero el tema de conversación cambió y mientras Catherine terminaba de armar la pañalera escuchó las preguntas de Ian -No lo sé, de verdad. No suele hablarse mucho ni guardarse registro de estas situaciones. Pero para ser expulsados hay que hacer algo muy muy muy feo. Porque no sólo fue ese descendiente, fue su linaje en general. No lo sé...Hoy lo aclaramos con Desmond a ver si encontró algo-

Cuando terminó, alzó la vista hacia él escuchando todas sus dudas. Se limitó a alzar suavemente los hombros y negar con la cabeza -No tengo ni idea. Le dije más o menos lo mismo a Sean, que era ponerse un poco paranoico. Podría haber sido cualquier espíritu para simplemente matar el ánimo. Pero...el problema es ¿y si no lo es?- Chasqueó la lengua y se colocó un mechón de pelo negro por detrás de la oreja -Digamos que... Ser expulsados del Consejo es algo feo, son expulsados de una posición de prestigio y poder. Y si yo soy rencorosa...- Dijo rodando los ojos rememorando las veces en las que deseaba incendiar a los humanos en hoguera como hicieron con su raza en las cruzadas -Digamos que ellos también pueden serlo-

Escuchar lo de que si quería generar un cambio, se quedara, le generó un nudo en el estómago. Tenía una decisión entre manos que podía afectar el futuro de ellos, e incluso, si lo veía a grandes rasgos...de la raza mágica. Se humedeció los labios y finalmente rió cuando habló sobre la dictadura. Le respondió el golpe del hombro con otro antes de atraerlo por la barbilla y robarle un beso corto de los labios -En mi mundo utópico, siempre somos dictadores- Alzó ambas cejas  y después volvió a bromear -Impondría moda porque sí- Se mordió el labio escondiendo su sonrisa triunfal.

Cuando todo giró en torno a Desmond sonrió de lado -No le caías mal a Rhaegar. Era una seta porque él era así... Es decir, no te creas todo lo que decía de ti- Señaló recordando  a su hermano con cierta añoranza -Y creo que Desmond no te odia a ti, sino el cambio que has generado en mi y en mi familia. No sé si me explico- Indicó arrugando suavemente la nariz y finalmente terminando de recoger algunas cosas y tenerlo todo listo -La decisión la tomaremos juntos- Expresó con brutal  honestidad. Cualquier cosa que ella hiciera le afectaría a Aedan y a él. Pero finalmente asintió a lo de hablar con Matvey y evaluar sus opciones -Sí... Vamos a cumplir formalidades en vez de achucharnos en el sofá- Se quejó, pero en el fondo también deseaba ver la isla y a sus amigos. Cuando observó a Aedan, sonrió de lado. Si alguna vez había confiado en alguien para proteger a Aedan ese había sido su abuelo, Adam. Guerrero por naturaleza, protector irracional y, sospechaba, abuelo amoroso a su manera; no habían dudado en nombrarlo niñero principal. Y, por supuesto, el fidelio de aquella cabaña que era su hogar. Entrelazó sus dedos con los de él y estuvo a punto de decirle una chorrada romántica, pero simplemente se acercó más y con su otra mano tocó la espalda de Aedan para hacer un abrazo familiar y desaparecer.

Había transcurrido mucho tiempo desde la última vez que pisé la cabaña que teníamos en el bosque, esa que apenas habíamos podido disfrutar con todo lo de S.A.M.  Ahora por fin podía regresar, aunque únicamente pudiese acompañarme Aedan. Catherine había decidido quedarse en la isla para que fuese creíble aquello de que no sabía donde estaba yo, para que los Pendragon no descubriesen que queríamos agotar todos los recursos para resolver las cosas de otro modo. Firmar ese papel de divorcio era lo último que quería hacer. No arrojaría a Cath a los brazos de Wthyr como si fuese el único remedio para lo de la maldición. Debíamos ganar algo de tiempo mientras ella solucionaba asuntos en la isla.

Antes de bajar con el crío había hecho una vuelta de reconocimiento por la zona, revisando que no hubiese peligro en la zona de la cabaña. Estaba tan metida en aquel recóndito bosque que no parecía haber pasado nadie por allí en los últimos meses. La adecenté un poco y llevé las cosas que necesitaríamos, como ropa o comida. Los únicos que sabían dónde estábamos eran mi padre y Catherine. A él aún no le había explicado todo con detalle, aunque al menos sabía que estábamos bien. Todavía tenía pendientes conversaciones con Jarkko y Savannah, pero eran un tanto difíciles de localizar y quería hablar con ellos cara a cara. Aquel no era mal lugar para vivir, pero necesitábamos una mezcla entre estar cerca de la naturaleza y no vivir como si fuésemos unos salvajes anticuados. La base definitiva debía estar acorde con los tiempos que corrían.

La cabaña y sus alrededores también parecieron gustarle a Aedan, que ahora se divertía más porque corría y se subía por todos lados. Pasamos un buen rato jugando fuera hasta que empezó a anochecer  y a hacer más frío. Al volver dentro le di un baño de arriba a abajo porque era más barro que niño, y después de eso cenamos mientras me contaba cosas de los mellizos Knox. Me costó un rato que se durmiera sin su madre, pero cuando lo conseguí me fui a mi habitación para ponerme a leer unos cuantos libros de DCAO que había cogido prestados de casa de Lyran. Me tumbé en la cama boca abajo, poniendo un libro delante. Cogí el de iniciación y me fui directo al apartado de maldiciones y sus tipos. La marca que yo sabía hacer figuraba entre las más básicas, desgaste progresivo del enemigo provocado por un conjuro intencionado. Luego había otras por intentar destruir objetos malditos, o por heridas infligidas con objetos que lo estuviesen. También las había provocadas a través de palabras, pero las que me interesaban eran producidas por acciones.

"Las maldiciones más famosas de la historia:
- La maldición de Tutankamón.
- La maldición de Timur.
- La maldición de Tecumseh.
- La maldición de los Romanov.
- La maldición de la boda.
- La maldición de Ötzi.


Algunos sacrificios ofrecen magia de protección contra potentes maldiciones, aunque pueden no funcionar en todos los casos. Existen indicios a lo largo de la Historia de maldiciones activadas o provocadas por actos cuestionables. Uno de los casos más famosos es la maldición de Tutankamón. La profanación de su tumba en 1922 provocó una maldición que cayó sobre aquellos que cometieron dicho acto. Todos murieron posteriormente... "

Seguí leyendo un poco más, aunque mi nivel de atención fue disminuyendo por el sueño. Marqué la página antes de seguir, quedándome dormido encima del libro.

La revelación de la maldición lo había acelerado todo. Aquella marca, ahora visible, parecía ser el recordatorio de una cuenta atrás para ambos linajes, Pendragon y Le Fay. El primogénito de Catherine comenzó a sufrir las consecuencias de lo que implicaba dicha maldición. La supervivencia de la descendencia estaba en  juego, estaban en peligro aquellos que rodeaban a quienes debían acabar con aquella maldición. Las líneas de la marca oscura de Aedan se habían alargado un poco, hacia el cuello y hacia el hombro.

El niño se despertó en su cama de madrugada, con el corazón acelerado por una fiebre que le había subido en las últimas horas. Tiritó  y se  removió inquieto, haciendo ruidillos de encontrarse mal mientras abrazaba a su peluche de gato. Pronto se levantó para ir a buscar a sus padres, pero no llegó muy lejos. - Mamii...ven... - Gimoteó sin entender el malestar y las náuseas que estaba notando en su pequeño cuerpo, pues era la primera vez que lo sentía. No pudo aguantar más y enseguida se inclinó instintivamente hacia delante, empezando a vomitar lo que hubiese tomado antes de ir a dormir. Cualquiera que estuviese en la casa escucharía aquello, dando la alerta de que algo no iba bien.

Acabé durmiendo varias horas de un tirón después de la lectura, aunque desperté de madrugada y algo confuso al creer haber escuchado algo. - Aedan...- Enseguida me di cuenta de lo era, así que salté rápidamente de mi cama para ir a la habitación de al lado en la que dormía el crío. Me lo encontré en el pasillo vomitando, algo que nunca le había pasado. El pobre se había puesto malo y yo ni me había dado cuenta hasta ese momento. Corrí hacía él preocupado, agachándome a su lado para sujetarlo y tranquilizarlo mientras terminaba. - Tranquilo, hijo, ya estoy aquí, no pasa nada...- Después lo cogí en brazos y lo llevé hasta mi cama para sentarle allí, limpiándole un poco la boca con un pañuelo de papel. Le di también algo de agua para que bebiese.

- ¿Ves? ya está. Enseguida te sentirás mejor. - dejé un beso en su frente, notando que estaba bastante caliente. Aquello ya me mosqueó más, aunque decidí esperar un poco a ver si remitía antes de hacer algo o avisar a alguien. Me fui un momento de la habitación para ir a limpiar lo del pasillo, y enseguida regresé a la habitación con un par de barreños, uno de ellos con agua fría y otro por si había más emergencias. Tumbé a Aedan en la cama de lado, y yo me senté junto a él en una silla mientras le pasaba el paño húmedo por la frente y la cara. De tanto en tanto se quejaba de que le dolía la tripa y de que quería ver a su mamá, haciéndome sentir culpable de no poder solucionarle ni lo uno ni lo otro. Con el paso de las horas empecé a pensar que lo mejor sería ir al hospital, pues el pequeño no retenía ni el agua que le daba y la fiebre era cada vez más alta. No pude esperar más, y justo cuando amanecía lo cogí en brazos para desaparecer de allí con él, rumbo al hospital.

Para alguien que calificaba de "indigna" la comida chatarra bastante que se llevó a la boca algunos bocados de patatas pero eso sería para Catherine una victoria silenciosa, porque en cuanto se lo sacará en cara no iba a reconocerlo nunca. Aún así, disfrutó del momento aunque en el fondo pensó que… las palabras de Ian cobraban sentido: lo estaba humanizando. Pero es que Wthyr era humano. Indiferentemente, de sus virtudes y defectos era una persona rota...a su manera y Catherine le era imposible no empatizar con él más aún ahora que sus destinos estaban entrelazados.

El viaje le resultó tan cómodo como siempre y después de comer le fue imposible mantenerse despierta durante mucho tiempo así que se acomodó entre los brazos de Wthyr y cabeceó un poco después de decirle que tenía que dirigirse al bosque de Sherwood. Tras un rato despertó y empezó a reconocer el bosque, lo que la hizo acomodarse un poco y sonreír de lado al ver la extensión de árboles desde arriba, pensando que sería una vista preciosa en invierno… y sino, ella la convertiria en una.

-Aterriza en ese claro, así Thauren no se lastima. El resto lo haremos caminando porque la cabaña está rodeada de árboles- Le dijo a Wthyr y esperó a que aterrizarán para descender con su ayuda. Se tomó un momento para inspirar profundamente, conteniendo la sonrisa de paz que se intentaba colar en sus labios -Por aquí- Le dijo empezando a acomodarse la capa para mantenerse abrigada aunque hacia un día precioso -No es… una mansión, es bastante pequeña pero… tiene lo necesario- Después de varios minutos llegaron hasta la casita del bosque, que en efecto era como Catherine la había descrito y Wthyr sólo podía verla porque ahora sería uno de los pocos protectores del Fidelio.

Se detuvo delante para contemplarla y luego volvió la vista a Wthyr -Ya se que no es a lo que estás acostumbrado pero no puedo vigilar a Aedan en un castillo, ni mantenerlo caliente ni… cocinar ni… hacer cosas normales- Alzó suavemente los hombros.

Surcar el cielo a lomos de un dragón era justo lo que él necesitaba. Era liberador sentir el aire fresco en la cara después de varios días de encierro obligado. Además, al volar con Catherine tenía que estar más despierto que nunca, especialmente porque era ella la que solía quedarse dormida. Aún así no le importaba,  se acabó dando cuenta de que la calidez de su cercanía le resultaba bastante agradable. Comenzó a despertar cuando ya estaban muy próximos a aterrizar, iniciando la maniobra para acabar en un claro lo suficientemente grande como para que el dragón pudiese ocupar el espacio sin problemas. La ayudó a bajar dándole la mano, aunque la soltó cuando estuvieron en tierra firme. Al final habían acabado en aquel bosque al que ella quería ir, no había nada lo suficientemente fuerte para convencerla de lo contrario. Wthyr miró alrededor con gesto de resignación, aunque debía reconocer que aquel bosque era un lugar que traía paz y tranquilidad. Era precisamente lo que Le Fay buscaba. Luego dejó al dragón marcharse, él podía irse desapareciendo, ya que asumía que volvería solo. De todos modos ya estaba acostumbrado, si quería podía convencerse de que no le importaba.

- Conozco este lugar. Mis hermanos y yo vinimos algunas veces, hace muchos años. - comentó sin esperar que le hiciese mucho caso, diciéndolo casi para él mismo. En las imágenes que acudieron a su mente estaban Shyvanna y Darren, recorriendo los senderos juntos como siempre. Lake, aniquilando alimañas. Cedric, buscando plantas que había visto en su libro de herbología. Y él mismo, vigilando que una pequeña Gwen no se perdiese por ahí. El resto del camino lo hicieron en silencio, aunque no fue demasiado largo. Ya se esperaba que el lugar no fuese una mansión digna de alguien de su rango, pero ver aquella cabaña tan básica le sacó un sonido de desaprobación.

- No, no estoy acostumbrado a casas que puedan atacar fácilmente o quemar como si nada. - cruzó los brazos, apartando la vista de la cabaña para posarla en los ojos multicolor de ella. Parecía tan convencida de que allí estaba lo que necesitaba...  - Por eso lo mínimo que puedo hacer es asegurarme de que cualquiera que se acerque aquí con malas intenciones sufra una horrible muerte. Eso es lo que queremos para los que nos amenacen. Lo vi en tus ojos el día que acabaste con la traidora. - ya venía pensando lo que iba a hacer durante el trayecto, y era un buen momento para poner en práctica ciertos conjuros con magia de sangre.  - Tal vez te necesite para hacer esto. - Se quitó la pesada capa para dejarla caer al suelo y así estar más cómodo para lo que tenía pensado. Lo había estudiado en los libros de la familia Pendragon, pero hasta el momento no había necesitado ponerlo en práctica. Sería la primera vez que lo intentaba, aunque...eso no tenía por qué saberlo ella.

Sacó una daga de su cinturón, desenvainándola para hacerse un par de cortes limpios en la palma de la mano. Lo hizo como si nada, tanto él como sus hermanos estaban habituados a hacer ese tipo de cosas para obtener sangre propia y ajena. Después se alejó de Catherine y de la cabaña, hincando la rodilla en tierra para comenzar a dibujar unas pequeñas runas hechas con sangre. Siguió dibujándolas de manera meticulosa y trazando un círculo alrededor del lugar que quería proteger, esa cabaña.

- Cyndeidiau Pendragon, gwrandewch ar yr alwad i amddiffyn gwaed fy ngwaed.
Mae llw yn eich rhwymo, nawr ei gyflawni.-

Comenzó a murmurar aquellas palabras de manera repetida, con un tono áspero y oscuro que iba creciendo en intensidad a medida que las runas comenzaban a emitir un brillo rojizo.

traducción (?):

-Pensé que no salían de Ávalon- Mencionó Catherine cuando le dijo que conocía el bosque, mientras tanto observó alrededor. Le encantaba el aroma a pino y la naturaleza. Incluso podía percibir el olor a petricor, lo que le decía que alguna lluvia de primavera ya había caído. Pronto las flores empezarían a llenar de color el bosque y sería precioso para Aedan y ella misma. Aún así, tras pensar un poco, Wthyr había mencionado algo de quemar aldeas y pueblos así que quizás no estaban tan restringidas las salidas de la isla -¿Qué otros sitios conoces?- Preguntó por curiosidad.

Al llegar a la casa, escuchó el sonido de desaprobación que, sinceramente, se lo esperaba así que no le incomodó. Para ella esa casa significaba paz y no iba a permitir que los estándares de nadie cambiaran los propios. No de nuevo -Para eso tienen que encontrarla y…- Mientras la miraba enumeró las personas que conocían la ubicación de aquella cabaña, eliminado a sus hermanos -Sólo la conocen siete personas, y una de ellas es Aedan- Le recordó para que lo tuviera en cuenta -Está protegida por un hechizo fidelio, la ves porque te he concedido permiso para ello- Le dijo volviéndose hacia él para mirarlo, observando sus brazos cruzados y cuando sus miradas conectaron entrecerró suavemente los ojos e imitó su postura.

Dubitó un poco ante la sinceridad de sus palabras pero… -Sólo los que tengan malas intenciones. Muy malas intenciones. Sé defenderme sola- Le recordó y finalmente asintió a lo de su colaboración en el hechizo, después de todo había salido de una situación mágica complicada y si requería demasiada energía podía ser contraproducente para él. Aún así, y pese a que extendió las manos suponiendo que iba a hacerle un par de cortes a ella, Wthyr pasó de largo a hacer lo suyo. Levitó la capa para ponerla sobre el reposabrazos de la escalera y que así no se ensuciara.

Tras ello fue acercándose al sitio para ver las runas, estudiándolas todas y tratando de memorizarla. Le era más fácil aprender signos que palabras y en la magia, realmente, una parte importante se basaba en la intención. La luz de las runas empezó a encenderse y Catherine las miró durante un momento, acordándose de la maldición que había puesto sobre la espada de Wthyr. Aquello...necesitaba magia, estaba segura, y sin preguntar se acercó a él, agachándose a su lado y poniendo su mano sobre la de él. Cerró los ojos al sentir la calidez de su magia conectar con la propia, una leve sonrisa en sus labios al percibir cómo ese calor se extendía por todo su cuerpo, despertando sus sentidos, erizando su piel e invitándola a ir a por más y más y más hasta hacer de aquel antiguo bosque su propia cúpula de poder, su propio vasallo, su propio trono en una simbiosis de dimensiones nunca antes contempladas.

Sabía que no debería hablar ni interrumpir el cántico, así que se mordió el labio con fuerza para concentrarse en mantener la mente centrada en el aquí y el ahora y no en lo que podían llegar a hacer si se lo proponían.

Era cierto que se habían mantenido al margen de muchos asuntos de la guerra, pero eso no significaba que no saliesen de Ávalon. Ya le explicaría en otro momento sus andanzas por diversos lugares, aunque alguna pista tendría que haberle dado con eso de los saqueos. Conocía bastantes lugares. - Muchos, pero ninguno a fondo. Nunca me quedé el tiempo suficiente. - resumió antes de la llegada a la cabaña, donde ella justificó los motivos por los que era segura. Lo del fidelio no se lo esperaba, y tuvo curiosidad por las siete personas que conocían el lugar. Supuso que su ex, el crío, y tal vez el nigromante Rasputín. - Espero que no te hayas equivocado al elegir guardián. - era lo peor que podía suceder en un caso así. Las traiciones, como habían hablado antes del vuelo.

Se mantuvo parco en palabras al escuchar que sólo dañaría a quienes tuviesen malas intenciones, haciendo un sonido sarcástico que podía significar varias cosas. No dudaba que supiese defenderse, pero no podía hacerlo si estaba dormida, o en inferioridad de condiciones por su estado. - Ya. Claro. - Tampoco se creyó mucho que tolerase a alguien con intenciones "medio malas". Tras eso comenzó con el proceso del círculo de runas de sangre, poniendo todo su esfuerzo en realizar aquel conjuro. Hasta el momento no había necesitado utilizarlo, pero la ocasión lo requería. No sabía si le saldría bien, ni cuánta energía podría necesitar. Simplemente se concentró en canalizar su magia hacia las runas mientras recitaba el conjuro en gaélico. Aquello funcionaba, al menos hasta la parte de activar las runas. Cerró los ojos y situó la palma de la mano sobre la última runa dibujada, sintiendo cómo su cuerpo entero se calentaba a la par que unas rayos rojizos danzaban a su alrededor.

No se dio cuenta de la presencia de Catherine hasta que ésta posó su mano sobre la de él. Se desconcentró y dejó de recitar un momento, abriendo unos ojos refulgentes por la canalización extrema. El encuentro de las magias provocó un pequeño choque hasta que lograron acompasarse, incluso agradeció que se uniese a él porque el esfuerzo no era tan grande si trabajaban juntos. Repitió una última vez el conjuro con voz grave, lo que provocó que del círculo mágico comenzasen a salir formas espectrales sanguinolentas y todavía indefinidas. - Espectros de sangre...y sombra. - tomó la mano de Catherine entre la suya, acariciando la palma con el pulgar antes de hacer un corte limpio y superficial con la daga. Después giró la mano de la bruja para que las gotas de su sangre cayesen en el círculo, que comenzó a oscilar entre colores rojo y morado. Entrelazó con ella la mano en la que había hecho el corte, tratando de utilizar la magia de sombras de Le Fay para terminar de componer el ejército de espectros.

Ante ellos, alrededor del círculo, comenzaron a aparecer una especie de soldados espectrales defensores, como un recuerdo de sus ancestros. Algunos de esos se elevaron en forma de dragones, como si también hubiesen formado parte de la familia Pendragon en el pasado. Por supuesto...era estúpido pensar que ellos eran los primeros híbridos en aquella familia que había vivido entre dragones. En ese momento cesó su "robo" de poderes a Catherine, disminuyendo también su propia canalización. Estaba exhausto por el esfuerzo, aunque parecía que había salido bien. Intercambió una mirada con ella, como interrogándola para saber cómo estaba. Después la tomó del brazo para ponerse en pie, debían parecer regios ante aquel ejército.

- El Rey y la Reina de Ávalon os convocan para proteger este lugar y guardar la vida de la Reina y el futuro del linaje. -

El comentario sobre el guardián hizo que alzará la vista hacia él en silencio. Adam y Chloe harían lo que fuesen por mantener a salvo a Aedan y quería creer que también a sí misma. Y aunque no fuese así, ella podría defenderse por si sola ahora que la magia fluía libre en el mundo, sin ser perseguida. Y Wthyr haría lo que fuera por proteger a su bebé. Supuso que tenía lo mejor de ambos lados. Aún así, no le contestó y agradeció que no le preguntará quién era. Decidió ignorar el tono de su esposo porque, sinceramente, no quería pelear y menos aún cuando había logrado comprender lo mucho que necesitaba estar allí.

En cuanto el hechizo empezó a cobrar vida y sus magias se encontraron, lo miró al ver que había abierto los ojos y ladeó la cabeza levemente encantada de ver sus ojos brillando. No recordaba a nadie, excepto Sean algunas veces, que tuviera magia a raudales y su cuerpo tuviera que expresarlo de forma física. La luz de sus ojos plateados le recordaba a las estrellas en una noche oscura así que le regaló una sonrisa que duró poco al ver cómo los espectros empezaban a tomar forma. Frunció suavemente el ceño porque eran… temibles. Quizás iba a tener que elevar una ilusión para que Aedan no los viera.

Se concentró de nuevo en Wthyr cuando movió su mano e hizo apenas un pequeño gesto cuando la cortó, pero ya era una costumbre. Dejó que su sangre impregnara el suelo del bosque sabiendo que el hechizo ahora la tenía vinculada pero quizás faltaba algo más. Se quedó mirando los rayos de ambos colores sin dejar de sorprenderse de la facilidad y naturalidad con la que sus poderes se unían y creaban cosas maravillosas. Quería indagar más, quería saber qué tan poderoso podía ser un laberinto propio o quizás probar a crear su propio mundo. Estaba ensimismada, al menos hasta que el tirón de la absorción le hizo mirar hacia aquello que les rodeaba sorprendiéndose de ver dragones en el "ejército" de sangre y sombras.

-Mmmmm… - La absorción siempre la dejaba un poco alicaída pero cualquier cosa por proteger a sus hijos. Le miró a los ojos interpretando su pregunta y alzó los hombros como restándole importancia, era lo de siempre. Aún así se apoyó en él para levantarse y se mantuvo con algo de su peso contra él, por si acaso. Escuchó las palabras de Wthyr y respiró hondo para hablar -Para proteger y cuidar a todos los que lleven la sangre Pendragon y Le Fay. Vuestro deber es repeler cualquier persona o cosa que se acerque a la cabaña con malas intenciones- No sabía muy bien como continuar pero debía hacerlo, así que apretó suavemente la mano de Wthyr -Los miembros del linaje Hacksaw tienen permitida la entrada…- Se humedeció los labios con un gesto pensativo -Siempre que no rompan nuestra paz-

Terminó inspirando de nuevo profundo y se giró un poco hacia Wthyr con un gesto algo agotado -Tengo que sentarme y tú también… entremos- Sugirió tirando de su mano para caminar hacia la cabaña y abrirla con un hechizo. Por dentro era de lo más normal y sencilla. Algunos juguetes de Aedan aún estaban por allí e Incanta los observaba sentada sobre uno de los altos armarios de la cocina. Catherine soltó a Wthyr para ir a lavarse las manos.

-Tendré que poner una ilusión- Le dijo a Wthyr antes de secarse las manos -Sino Aedan tendrá pesadillas...y no podremos jugar afuera. Y a él le encanta… - Le explicó antes de irse a tirar en el sofá, cerró los ojos pensativa para luego dibujar una leve sonrisa -La última vez que hicimos eso… quedamos de cama. Hemos mejorado- Musitó refiriéndose a la canalización.

Con el ejército de sombra y sangre convocado ya podían descansar, sabiendo que éstos cumplirían su misión cuando fuese necesario. No le pilló por sorpresa que mencionase a los Hacksaw, pero no por ello le agradó que fuesen incluidos como excepción a la que no debían atacar. Simplemente se mantuvo serio y en silencio hasta que ella terminó de hablar. Enseguida fue consciente de que tal vez se había propasado un poco al "robarle" sus poderes de sombra de manera momentánea. Notó cómo dejó caer algo de su peso sobre él en cuanto se levantaron, así que apretó algo más fuerte su mano y se mantuvo alerta por si no se sostenía por ella misma.

- Permaneced aquí. Guardad el perímetro. - ordenó a los espectros que habían traído con su hechizo de sangre, dejando que se girasen para darles la espalda mientras rodeaban la casa para guardarla. Ahora era un lugar seguro, y pobres de los que se atreviesen a acudir con malas intenciones. Al menos podría partir tranquilo, aunque siguiese sin gustarle su decisión. - Vamos. Tú necesitas más ese descanso. - en parte era cierto, no pretendía hacer uso de su poder, pero lo había necesitado para terminar aquello.

Al entrar a la casa no pudo evitar un gesto de disconformidad por lo que veía. ¿Qué era eso, una cabaña de boy scouts muggles? menudo cuchitril. Hasta empezaba a picarle la nariz del ambiente raro del lugar. Soltó su mano cuando se fue para lavarse, aunque no había sido consciente de que no la había soltado nada más acabar el hechizo. - Muy...rústico. Fascinante. - Frunció levemente el ceño al escuchar el pitido producido por pisar un juguete de niño que estaba en el suelo, sintiéndose repentinamente fuera de lugar. Claro, era el hogar de ellos. Su sitio. Al volver a alzar la mirada se encontró con un gato que le miraba desde lo alto del armario de la cocina, y enseguida comprendió el motivo de que le estuviese dando algo así como alergia. - Gatos del infierno... - murmuró molesto por lo bajo antes de que ella regresase diciendo eso de que la ilusión asustaría a Aedan. Puso cara de escepticismo, yendo un momento al grifo de la cocina para quitarse de la palma de la mano la tierra y la sangre.

- O tal vez no. Los miedos son aprendidos, si creces con la oscuridad aprendes a no temerla. - aún así que hiciese lo que quisiese, era su hijo y no iba a decirle si debía ocultarle a los espectros o no. Se cruzó de brazos ligeramente incómodo sin saber exactamente el motivo, aunque acabó por acercarse a ella cuando se sentó en el sofá. - Y mejoraríamos mucho más si experimentásemos con más frecuencia. - estaba seguro de ello, habían progresado bastante desde la primera vez. En la coronación también hicieron alarde de ello. Aún así era consciente de lo que suponía confiarse, sobre todo porque no había hecho oídos sordos a lo que le dijo Catherine sobre cómo murieron su madre y su hermana.

Finalmente acabó por sentarse a su lado, agradeciendo internamente un momento de descanso. Se giró hacia ella para recorrerle el rostro con la mirada, pensando en cómo despedirse. Nunca antes lo había hecho, simplemente se iba sin más. Ahora estaría bastante tiempo sin verla, y ni siquiera tenía claro si le molestaba más por ceder a su terquedad o porque se había acostumbrado a ella y a tenerla cerca. - Debería marcharme ya, quedan pocas horas para que amanezca y tú querrás dormir. - la partida del ejército se había acordado para el alba, y esta vez no podía faltar. Sus caminos se separaban. - Pero antes te devolveré la energía que te he quitado antes, no voy a dejarte así. - volvió a coger su mano sin esperar a que aceptase, canalizando su magia hacia ella de manera lenta y constante, sin excesos o descontrol.

Arqueó suavemente una ceja cuando le indicó que ella necesitaba más el descanso y, quizás, en otro momento le habría rebatido pero ¿De qué le servía no reconocer que la absorción seguía dejándola agotada? Pecar de soberbios con la compartición de poderes o, en si, con la canalización de magia era una tontería y ahora era una bruja mucho más sabía de lo que había sido la noche que había buscado a Ian con un hechizo de localización. Podría haber muerto… pero no lo hizo.

¿Cómo es que siempre lograba esquivarla?

No le sorprendió el gesto de Wthyr pero le sonrió con cierta condescendencia -Cuando te toca hacer la limpieza de la casa a ti mismo, prefieres que no sea muy grande - Aunque dudaba que el comentario le cayera en gracia. ¡Por favor! ¿La Reina de Avalon fregando pisos? Nadie podía enterarse de semejante situación. Le recorrió el rostro con la mirada esperando su reacción pero el pitido del juguete la distrajo -Cuidado, algunos son de Gio y explotan… en confeti y luces de colores- Dijo con cariño, pensando en que debía escribirle a Gio agradeciéndole su carta. Esperaba que se encontrará bien.

El análisis de Wthyr la hizo ladear la cabeza y reenfocar su perspectiva, cayendo en cuenta de que ella misma había incorporado de forma natural a los demonios y ghouls en su vida gracias a Matvey -Tienes razón- A fin de cuentas, Aedan era su heredero y aunque aún estaban por descubrir sus habilidades quizás llegaba a desarrollar algo parecido a sus poderes de oscuridad o, tal vez, control de sangre como Rhaegar. Darle naturalidad a situaciones de esa forma permitiría que tuviera una perspectiva más amplia en cuanto a la magia.

-Lo sé… pero no tenemos tiempo- Le recordó -Técnicamente salimos de un problema para resolver otro. Ni un instante de descanso- Alzó muy suavemente los hombros sintiendo una inmensa necesidad de acurrucarse en el sofá con una manta, aunque no hacía tanto frío. Se dio cuenta que Wthyr la miraba en silencio y le devolvió el gesto, pero no habló. Había aprendido que cuando la miraba así estaba eligiendo sus palabras con cuidado.

Ah, la despedida. No le gustaban - Tú también deberías descansar. Y pedir las pociones… y recuerda que la espada está maldita y debes tener cuidado con quien la usas - Soltó de pronto, recordando las cosas que debía tener en cuenta -No, Wthyr…- Pero ya era tarde. Ella no necesitaba su energía de vuelta, solo debía dormir. Él, sin embargo, se iba de viaje a cometer una locura tras otra.

Aún así en cuanto la conexión se estableció y la cálida magia empezó a fluir hacia su lado cerró los ojos solo para trazar con su mente los ríos de energía que subían por su cuerpo. Era poder, puro y perfecto, sin corrupción. Era lo que necesitaba para construir cualquier cosa que pudiera imaginarse. Y hacerla realidad. Porque podía. Podía convertir sus ilusiones en realidad...¿Verdad? Sentados uno al lado del otro, Cath dejó caer la cabeza sobre el hombro del Pendragon -Tengo una confesión- Murmuró, era algo de lo que se había dado cuenta el día de la coronación pero a lo que no le había dado muchas más vueltas por no tener el tiempo suficiente para hacerlo -Voy a extrañar la seguridad que me aporta sentirme así de poderosa cuando estoy contigo- Era una adicción… creerse invencible, intocable y capaz de todo. Pero, siendo consciente de ello, había que ponerle un stop.

Suspiró levemente y levantó la cabeza para luego poner su otra mano sobre la de ellos -Ya…- No era necesario nada más porque iba a quedar agotado así que intentó retirar la mano para cortar la conexión - Ve a hacer lo que crees que tienes que hacer e intenta volver lo suficientemente entero para que estés presente en la vida de tu primogénito- Movió con suavidad la mano y la capa de viaje de Wthyr voló hasta su regazo -Porque sino va a crecer rodeado de patatas fritas y nuggets con ketchup en una cabaña rústica que te da alergia…- Le sonrió -Pero me aseguraré de que sea feliz y esté protegido… y de que no sea vómito de dragón- Se inclinó y le dejó un beso en la mejilla antes de incorporarse y alisarse el vestido que aún llevaba de su audiencia en Avalon, su… "disfraz" de reina. Aunque mentiría si dijera que no era cómodo, tomando en cuenta que su vientre ya empezaba a hincharse -Gracias por apoyarme en esta decisión-

Le extrañó un poco que le diera la razón con eso del niño  y los posibles miedos, era de las pocas veces que no le llevaba la contraria. - Has debido quedar realmente exhausta como para decirme que tengo razón en algo. - no, por una vez no iban a discutir. Él tampoco le habría rebatido mucho, ya sabía que no era cosa suya. A su vez tuvo que reconocer que era cierto, que apenas habían tenido tiempo en calma para poder entrenar porque iban de un problema a otro. De todos modos ahora no podían experimentar mucho, por el bien de ella y el heredero. Luego se puso a hacerle el repaso de todo lo que tenía pendiente, por lo que hizo un sonido algo sarcástico. - La despistada es mi hermana Shyvanna, no yo. Aún así lo tendré en cuenta. - realmente tenía muchas ganas de usar la espada que le había regalado, la lástima es que Catherine no estuviese para verlo.

Hizo caso omiso a lo de evitar cederle energía, prosiguiendo mientras ella apoyaba su cabeza en el hombro. Casi le daban ganas de quedarse allí un poco más, aunque fuese una cabaña cutre que ni le pertenecía. Tal vez podría dormir en paz. La confesión de Catherine lo sacó un poco de aquel pensamiento. No sabía si se lo decía porque la había pillado con la guardia baja, porque se iba o porque de verdad le "necesitaba" como él a ella.

- Una vez que se prueba esto...no quieres dejarlo. Confieso  que ha superado las expectativas que tenía cuando pretendía hacerte comprender de lo que somos capaces. - finalmente cortó la conexión y dejó de canalizar magia, sintiéndose algo bajo de energía o moral, o tal vez ambas. Miró la capa de viaje con gesto de circunstancia cuando ella la hizo volar hasta su regazo, tratando de interiorizar aquellas palabras que hablaban de una vuelta para formar algo así como una familia. - Desde luego, vendré a rescatarte cuando te hayas aburrido de ser una ermitaña rural. Volveré antes de que nazca y te enviaré cartas sin letras. Mantenme informado. - Se levantó despacio tras el beso en la mejilla, intentando también procesar aquella muestra de ¿cariño?
Así se lo estaba poniendo difícil para marcharse.

- Espero que encuentres la paz que buscas. -

Estuvo por despedirse en ese momento, pero no pudo o no quiso irse sin más. Ni siquiera sabía cuándo volvería, ni si se olvidaría lo que había sucedido entre ellos, fuese lo que fuese. Tampoco encontraba palabras adecuadas. Alternó su mirada brevemente entre aquellos ojos violáceos y los labios, apenas unos segundos. Luego su mano recorrió despacio y de manera ascendente el brazo de Catherine, como una caricia a medias. Acabó llegando hasta su hombro y desde ahí deslizó sus dedos hacia su nuca, enredándolos con su cabello. No fue premeditado, pero antes de darse cuenta  ya había inclinado su rostro levemente hacia un lado, cerrando los ojos para besarla de manera  breve pero intensa.

Apenas le dejó tiempo para reaccionar o decir nada. Se separó nuevamente, inspirando hondo antes de retroceder unos pasos de espaldas.  Le echó una última mirada antes de sentirse tentado a ir más allá, desapareciendo de allí casi al instante.

Lo miró con los ojos entecerrados -Matvey nunca ocultó los demonios ni los ghouls de mi vista y, por ende, a aquello que mucha gente le tiene miedo yo…- Alzó los hombros -Los encuentro como parte de este mundo. Además, Aedan puede desarrollar mi poder de oscuridad...U otros- No especificó la rama de estudio de Rhaegar. Ignoró aquella especificación sobre Shyvanna porque empezaba a pensar que la rubia se “hacía” la despistada con lo que no le importaba porque para la coronación fue sumamente metódica y...pesada.

Se rió un poco por lo que mencionó Wthyr -¿Nos estás comparando con un par de adictos?- Le preguntó pero, la verdad, es que era así cómo se sentía y no podía encontrar argumento alguno para cambiarlo. Pero él, orgulloso como él solo,no daba su brazo a torcer y Catherine alzó una sola ceja -No soy una damisela en peligro, no tienes que venir a rescatarme. Quizás seas tú quien se canse de ser un conquistador y busque paz en el único lugar donde no lo descubrirán- Asintió a aquello de que le informara porque eso ya iba a hacerlo igualmente.

Alzó la vista cuando se incorporó y supuso que iba a desaparecerse pero no. Bajó la vista hacia su mano sin comprender qué quería hasta que, al alzar la cabeza, se dio cuenta tarde. El beso no la pilló desprevenida, pero sí el hecho de que cruzara una línea que ella le había dejado en claro que no quería. Aún así, el beso le dejó una extraña sensación que no logró reconocer y cuando se separó arqueó las cejas con sorpresa -Wth…- Pero antes de que siquiera pudiera decir su corto nombre ya se había ido.

Se llevó ambas manos a la cara soltando  un largo suspiro. Nada, no había nada que pudiera hacer en ese momento y no podía perder la cabeza por un simple beso así que fue a darse un baño caliente antes de acostarse a dormir. Tenía muchas cosas que hacer al día siguiente.

En cuanto amaneció aprovechó para asaltar la cocina por un par de galletas saladas y un té caliente antes de partir hacia Ouroboros en su grifo astral.

Tras el mensaje de Catherine decidí acudir directamente a la cabaña, apareciendo en el interior con una maleta y un par de sacos con comida que dejé en la cocina. Sabía que mi mensaje había sonado borde, pero eso de los espectros no me había sonado nada bien y no entendía cómo podía haber hecho algo así sin consultarme. No supe exactamente qué había querido decir con eso de espectros hasta que me asomé por la ventana. Aquellas cosas espectrales rojizas con sombras eran como salidas de una pesadilla, y rodeaban la cabaña dándoles la espalda. Parecía magia negra, por mucho que dijesen que era para proteger. Era imposible saber a ciencia cierta si era peligroso. Insulté al Pendragon por lo bajo antes de correr las cortinas para no ver aquello, dirigiéndome después al sofá para sentarme.

Lo bueno era que el tipo se piraba a la cosa esa ridícula del imperio que había dicho Catherine. No nos molestaría en una buena temporada. Con suerte incluso moriría en alguna batalla absurda que él mismo se había buscado. Así podríamos estar por fin tranquilos, disfrutando en familia de aquel lugar en el que apenas habíamos podido vivir. Llevé la maleta a nuestra habitación, dejándola abierta sobre la cama. Después me dirigí a la cocina, sacando de las bolsas lo que había traído para comenzar a preparar algo de comer para cuando ella llegase con Aedan. Seguía sin tener mucha idea de cocina, pero intenté replicar el guiso que habíamos comido en casa cuando vinieron de visita Jarkko, Savannah y Azahar. Calculaba que tardaría sobre una hora, más o menos lo que podía llevarle a ella recoger a Aedan y traer sus cosas de Ouroboros.

Después de pasar buscando a Aedan y hacer un encantamiento para llevar sus pertenencias y comida en un bolso más o menos adecuado para el viaje, Catherine descendió de Ouroboros (no sin antes dejarle un mensaje a Matvey) hacia la casa del bosque. Aún seguía rumiendo de fondo la idea de que, quizás, podía tener una extraña conexión con todos los Pendragon. Excepto quizás Shyvanna, por quien sentía una repulsión y rechazo mágico bastante patente aunque ya no sabía si era ella o su magia la que lo hacía.

Al llegar, Aedan empezó a alarmarse sobre los espectros y Catherine lo abrazó con fuerza -No están aquí para dañarte. Son como mis lobos…Sólo que tienen más cosas rojas pero también tienen los lazos de mamá…Míralos- Le dijo a Aedan lentamente y le mostró uno de los dragones, que al ser más amplio tenía un entretejido interesante de ambos componentes. Lo cierto es que los espectros ni les miraban, sólo les abrieron paso y les dejaron entrar -Emmentaes- Catherine bajó la vista hacia él y sonrió de lado, llamando ella a sus lobos que solían jugar bastante con él. Al bajar del hipogrifo lo puso en el piso y los dos lobos se pusieron a su lado para custodiarlo lo que pareció dejarlo más tranquilo.

Sus pasos aún no eran del todo estables pero caminaba muy bien así que subió las escaleras a la cabaña y entraron a la casa percibiendo un aroma a …comida… -¿Ian?- Sólo podía ser él porque Wthyr no cocinaba y Adam… Ni idea, sinceramente. Creí que sí pero no tenía sentido si lo había visto recién. Tras eso Catherine lo ubicó y sonrió de lado - ¿Qué cocinas? Traje algunas cosas de Ouroboros- Le dijo bajando la mochila al piso para luego sacar varias bolsas que iban a tener que guardarse en la alacena y demás. Aedan se fue directamente a su cuarto con los lobos y Catherine le siguió con la mirada sintiéndose…en paz. Se quedó un momento así, sólo mirando hacia el espacio vacío que había dejado Aedan antes de reaccionar y quitarse la capa.

-¿Aedan ha tenido algún comportamiento extraño en mi ausencia? ¿O su marca se ha movido?- Preguntó con curiosidad mientras colgaba la capa. No se iba a ofrecer a ayudarlo porque seguro que de sólo mirarlo quemaba lo que sea que hacía. Pero guardar sí que podía así que empezó a poner los alimentos en su sitio.