Montañas del dragón

¿Recesivos? No sé, pero habría muchos dragomagos.- Sonrió, creyendo entender lo que la palabrita quería decir al escuchar lo del cabello castaño, aunque no tenía ni idea de toda la ciencia que llevaba detrás. Supuso que se refería a que la descendencia saldría con sus rasgos, así que algo se le ocurrió.- Oh, pero papá tiene el cabello más oscuro que tú y mamá es de este tono... Aiden y yo... y Daniel no...- No terminó la frase, pero supuso que se dio a entender. No le importaba odiar a sus hermanos, pero hablar de sus padres si le ponía un poco de malas. Era también parte de su inseguridad para con los Pendragon. No quería terminar amando a nadie como a sus padres y que ni siquiera le buscaran después de tanto tiempo perdida. Supuso que el tiempo pasaba muy diferente para un dragón y ella aún no lo había entendido.

Por otro lado, era cierto lo que decía. No quería quedarse con la duda, pero de verdad le pesaba no haber podido decir nada más cuando tuvo la oportunidad. Después de eso, su inseguridad se transformó en risa, pues la amistad de Reiv con el gato le resultaba de lo más divertida, y ella tampoco se creía nada de eso de que solo era cuestión de sexo y lo que fuera.- ¿Tú crees que andaría con alguien sin quererla? Yo... No, es decir, quizás no era tan... bilateral, pero seguro se querían.- En realidad, no tenía idea, solo se sentía mal porque no entendía que le había separado de Leila y que de un día a otro ya estuviera tan picado con Mérida. Cuando el contrario le devolvió el pique por lo de la tarta de bodas, dejó de pensar en ellos y devolvió la vista a Reiv. Esperaba una sonrisa, algo alegre, pero no que le diera la opción de regresar sin él. Le miró compungida y arrepentida por haberlo dicho. Se sentía mal de haberlo hecho llegar a un punto en el que decidió seguir, ya fuera con o sin ella. No quiso responder, sino que más bien comenzó a juguetear con los dedos y a verlos con el rostro gacho mientras sentía el nudo en la garganta y en la base del estómago. En el último mes no había tenido razones, pero eran justamente aquellos momentos los que le hacían dudar si su relación sería duradera. Reiv siempre hacía lo que quería, con o sin ella. Era independiente y no la necesitaba como ella a él. No sabía si, en algún momento, el miedo la vencería a ella o la determinación le ganaría a él y tendrían que separarse. Y solo Dios sabría si después de separarse encontrarían el camino para unirse de nuevo. Si hubiera que apostar, creía tener las posibilidades en contra.

Para su siguiente pregunta estaba preparada, pues ya le había dado vuelta al tema por semanas en su cabeza. Inconscientemente, de juguetear con los dedos pasó a sobarse la muñeca que el moreno le había tomado en aquella ocasión.- ¿Quieres que pregunte? - ¿Había estado él esperando a que ella sacara el tema? - Ahora sé que no fue planeado, quizás quería verlo así porque la tercera prueba fue muy dura para mí, creí que era una especie de... extensión. Pero no cuadraba. El Consejo planeó cada etapa cuidadosamente.  

Mérida estaba preocupada por el estado del mini nosotros que llevaba dentro, al parecer había tenido mucha juerga pero no era culpa suya, ambos nos acabábamos de enterar -Vamos, seguro que está bien pero a partir de ahora tienes que cuidarte- lo del prometido sin embargo parecía mucho más complicado pero yo de esas cosas no sabía nada -Tarde o temprano tendrás que hablarlo con él... tu le conoces y no es que quisieras esto, ha sido un accidente-

En lo referente a nuestra relación todo había quedado claro con mi drama y ella se había echado a reír, respecto a la mudanza también estaba claro que me tocaba pringar -Vale, yo cargo los muebles y tu al mini yo, es justo- . Cuando se escondió tras la taza levanté una ceja mirándola de forma acusadora, pero solo un momento, la verdad es que a mi tampoco me gustaba mucho el hospital.

-A mi me gusta el marisco... pero lo apunto- busqué alrededor a ver si encontraba un boli , había un montonazo en una taza sobre el escritorio así que robé uno y un par de folios antes de recibirle la taza porque parecía que iba a potar -si, los raros esos de los dragones, se han paseado mucho por la ciudad últimamente pero a mi me dan mal rollo, no sé, creo que es porque huelen a lagarto y desde el torneo no me gustan.... pero si quieres quedarte está bien, no tienes buena cara- o solo eran imaginaciones mías porque se me tiró encima y la pillé al vuelo como pude, para eso era un auténtico mono.

Al salir del hospital la llevaba pegada a mi espalda, ella sacó una cosa rara que se transformó en un bicharraco que volaba porque según las indicaciones del elfo estaba prohibido desaparecerse, al subirnos le di mi chaqueta porque en las montañas hacía bastante frío, de normal no pensaba que lo necesitara porque ella solita podría prenderle fuego a toda la isla .. en más de un sentido por lo que me iba susurrando y toqueteando mientras volábamos -No me tientes o acabaremos desbloqueando la misión de hacerlo en la nieve-

Llegamos a la cima pero decidí que lo mejor sería esperar a Reiv y Juliet un poco más abajo, no me daba muy buen rollo entrar solo en la casa péndragon -Uh! ayúdame a pensar una forma de decírselo a Reiv! se va a quedar muerto- comenté a la pelirroja mientras empezaba a hacer unas cuantas bolas de nieve.

La conversación había quedado atrás  y cuando empezaron a volar, Mérida escondió la cara en la espalda de Kyllian porque le daba algo de vértigo mirar hacia abajo. Lo de los Pendragon era cierto, en su misión en los campos de cultivo la rubia no había hecho más que sobrevolar  y dar órdenes a sus vasallos sin ensuciarse las uñas. Curioso, diría ella pero había visto a Adael, a Sofía, a Sarah y a muchos descendientes ayudando en la misma forma que ellos, sin aires de grandeza. Se metió en la chaqueta de Kyllian, aunque llevaba la propia, no era tan gruesa como la de él y si iba a las Montañas le daría frío. No pudo evitarlo y ronroneó un poco antes de soltar una risita baja.

-Oye…Lo de la misión… Ahora no tendré que gastarme la pasta en protección- Alzó los hombros levemente para luego extender una mano y mover la mano con suavidad haciendo que las llamas azules salieran de sus dedos -Te prometo que después te doy más calorcito- Le susurró antes de morderle el cuello.  Al llegar a la cima, Mérida guardó el orbe y lo miró mientras lo tenía en la mano  -Mmm…Sabes que esto me lo dieron en la boda de tu amiga Descendentil? Ufff....Con lo estirada que es probablemente me critique por estar embarazada sin casar. Aunque a ella le pasó igual...Se casó con una panza gigante y acabó pariendo el mismo día gracias al desastre de los Souls- Le preguntó antes de guardárselo en el bolsillo -La verdad creo que no estaba invitada pero  Lykaios me llevó- Sacó la lengua en un gesto de pícara burla antes de verlo hacer bolas de nieve.

-¿Qué quieres hacer?- Le preguntó mientras se tiraba en la nieve y empezaba a hacer un ángel de nieve, disfrutando del fresquito aunque sabía que no podía quedarse mucho allí para evitar un resfriado. Pero oye…Una ducha caliente luego y… Miró a Kyllian con una sonrisa felina -Ya sé… Dame uno de esos folios que has cogido. Le acusaré de preñarme y tú te indignas. Le armaré un lío de lo lindo…- Se rió  mientras se incorporaba y se sacudía la nieve, tras eso miró su angelito y se agachó para hacerle detalles de las alas con los dedos. Alejó la cabeza para apreciarlo un poco y cuando tuvo su propio visto bueno fue hasta el feral para coger el folio. Empezó a doblarlo como si fuera una carta oficial del hospital.

Puse cara rara con lo de los dragomagos, pues sonaba fatal la palabra. No me había parado a pensar qué clase de híbrido habría salido de cruzarnos, pero ya no tenía mucho sentido pensarlo. - Creo que inventas palabras. - cogí un mechón de su pelo entre mis dedos, asintiendo como queriendo decir que prefería su color. Después continuamos cotilleando un poco más con el asunto de los ferales, aunque no parecíamos estar muy de acuerdo ni teníamos el mismo punto de vista. - Tengo la impresión de que estaba más él por ella que ella por él. Eso de no ir al hospital cuando le dije que Kyll estaba grave...y luego lo de la fiesta. Ella le mintió. Las mentiras no son buenas en ninguna relación. - me encogí de hombros, tampoco tenía mucho más que decir sobre el tema. Ellos sabrían. El caso es que Kyllian ahora parecía más feliz.

Enseguida noté que Juliet se quedó un poco chafada con la opción de regresar ella sola, así que fruncí el ceño porque tampoco le había dicho nada malo. - ¿Qué? sólo digo que no hace falta que vengas si no te apetece. No tiene sentido que vengas sin ganas. - la conversación fue poniéndose un poco más seria en comparación a como habíamos empezado, con bromas varias de muñecos de boda y dragomagos. Yo necesitaba sacar de una vez el tema de la montaña. Ya lo habíamos retrasado demasiado, igual que cuando estuvimos tanto tiempo sin hablar de lo que pasó en los campos. Ese tipo de cosas no desaparecían sólo por no hablar de ellas.

- Sí. Porque te debía una explicación de aquello. - me acerqué para tomar su muñeca como lo hice en aquella ocasión, pero esta vez fue un agarre suave, nada que ver con el intento de dominación de la otra vez. De su muñeca deslicé mis dedos hacia su mano, tomándola con la mía. - Sólo quería decirte que no era yo el que hablaba, ni creo ninguna de las cosas horribles que te dije. Quería disculparme, y no quise contarte nada cuando estuviste en el hospital. - ya lo había hecho con Kyllian, ahora faltaba ella. - No era nada planeado. Venía de una misión en la ciudad de los androides, me perdí los tres últimos días de torneo. En la huida tuvimos que atravesar una especie de portal...y algunos de la misión acabamos poseídos por demonios. Por eso me colé en el torneo de ese modo. Por suerte no duró mucho, Matvey lo solucionó. - noté como si me quitase un peso de encima por soltar aquello, lo necesitaba para quedarme tranquilo del todo.

Rió y le dejó un beso de nuevo en la mejilla por decirle rara y que inventaba cosas. A veces quería achucharlo por las cosas más raras y aquella era una de ellas. Después volvieron al tema de Kyllian y soltó un suspiro.- En eso tienes razón. Él se veía más dentro de la relación que ella. No lo digo por... ¿Ella le mintió? - No pudo ignorar aquello. Si de verdad había sido así y él le había descubierto, tenía todo el derecho de alejarse, pero había de mentiras a mentiras y, en parte, no se enteraba demasiado de la relación del otro, con Leila ni con Mérida tampoco.

Dejó pasar lo de si iba o no levantando las manos como en señal de que él ganaba y soltando un suspiro. Había entendido bien lo que había querido decir. Él no decía las cosas para lastimarla, no era así, y ella tenía que aprender aquello. Sin embargo, tenía miedo de escuchar lo que el contrario quería decirle sobre lo que había pasado en el torneo.- No me debes nada.- Susurró, pensando en si había pasado todo este tiempo queriendo decirle y ella lo estaba evitando o si, al contrario, era él quien lo había dejado pasar. ¿Qué había dicho hacía algunos minutos de las mentiras en las relaciones? Soltó un suspiro.

Cuando el moreno tocó su muñeca, sintió una especie de electricidad que le recorría. Se lo permitió mientras observaba, porque el contraste con la última vez era abismal. Le miró con tristeza mientras le hablaba. El escuchaba, fuerte y claro, sabía bien que no era él, algo se lo decía pero no sabía explicarlo.- No dijiste nada que fuera mentira. Pero no te guardo ningún rencor.- Susurró, no era cuestión de disculparlo si él mismo ya había aceptado que no era él. Escuchó el relato de lo que pasó mientras su rostro iba dibujando muecas durante el relato; se extrañó de lo de la misión, se sorprendió para mal que no hubiera visto más de la mitad del torneo, se preocupó cuando habló de la posesión. Eso había sido, una posesión. Ahora entendía, todo le cuadraba. Siempre supo que no había sido él y no estaba equivocada. Con su mano libre, rodeó el cuello del contrario y le dejó un suave beso en los labios mientras tomaba con fuerza moderada su mano.- Solo... No te vayas sin mi. Ni tardes un mes la próxima vez. Entiendo si no querías que supiera que te fuiste, pero no es necesario ocultarlo. ¿De acuerdo? - Sonrió de manera suave, dejándole otro beso antes de mirar a la cima de la montaña.- ¿Volamos? - No tenía nada de ganas de llegar volando, principalmente porque era el dragón más pequeño que alcanzaba a ver, pero ya daba igual. Así tenía menos opciones para arrepentirse.

Lo de la protección... pues llevaba razón pero por si acaso -tu llévala por si acaso, no sea que te pille un calentón y no esté yo cerca- a lo del calorcito no me iba a negar si era lo que yo estaba pensando y al parecer así era por el mordisco en el cuello, esta chica tenía un ritmo increíble, pero lo primero era conseguirle algo que pudiera comer, que pudieran comer los dos.

Al llegas a la cima me estiré y respiré aquel aire helado empezando a dar saltitos para no enfriarme y pillar otro resfriado de esos horribles que te tienen en la cama durante semanas -¿En la boda de Catherine?- escuché atento a lo que decía y le di un empujoncito cuando dijo que era una estirada -Oye! no digas eso ! que luego me lee el coco y si se entera que no he protestado me pega- era broma pero no estaba de acuerdo con lo que Mérida decía -nah, Cath es más maja de lo que parece pero cuando está cara al público tiene que ser doña "llevo un palo metido en el culo" le fay, ya sabes, el rollo ese de los descendientes- miré el orbe y pensé que también debería hablar con ella, después de todo las habitaciones de los dormitorios serían complicadas para una chica embarazada.

Empecé con mis bolas de nieve esperando por Reiv, si venían andando se las comería todas, que el muy rancio no juega conmigo en la nieve aunque Mérida se divertía -Pues no sé, lo justo para que le de un microinfarto pero sin matarlo- hice una buena montaña y me preguntaba si la tontería aquella de hacer rodar una bola pequeña para que se hiciera más grande funcionaba pero entonces abrí los ojos como platos a la vez que mi rostro parecía una mezcla de sorpresa, maldad y por supuesto una risa -Señorita Pyro , es usted diabólica- y a mi me encantaba la idea, le di lo que me pidió después de hacer su ángel de nieve y mientras doblaba el folio le puse unos cuernos y una cola porque de angelito tenía poco.

Esperamos un rato y cuando pude sentir el olor de ambos le di un toquecito a Mérida -pss! ya vienen- me puse en posición haciéndome el indignado y cuando por fin los vi puse la mejor cara de cabreo que pude -Muy rápido para unas cosas pero para subir una montaña te tomas tu tiempo Black..-

El tema del cotilleo daba para rato, y Kyllian me lo había explicado todo aquella noche que íbamos tan borrachos. No me acordaba de todo, pero  sí de lo esencial, que le había mentido sobre el paradero de la niña. Así se lo expliqué a Juliet, a modo de resumen.  Pronto estuvimos inmersos en la conversación de nuestros propios "problemas", o  asuntos pendientes, por llamarlo de algún modo. Asentí cuando dijo que no le debía nada, consideraba que éramos lo suficientemente cercanos como para no tener que  dar ninguna explicación en casos como el que nos ocupaba. - Yo creo que sí. -
tomé como punto a favor el hecho de que no se apartase al tomarle la muñeca y después la mano, aunque su expresión fuese triste.

- No vi el momento para decírtelo. Primero estuviste en el hospital, y luego...- no encontraba la situación apropiada para contarlo, en definitiva. Permanecí con la mirada en nuestras manos hasta que ella mencionó que no dije nada que fuera mentira. Negué efusivamente. Ni lo de ser un "heraldo de la destrucción", ni lo de "eliminar niños".   - Para nada. Sólo fue la forma de atacar de aquel demonio. No lo pienses. - con cada parte del relato me iba poniendo caras, las propias de enterarse ahora que ni vi todo el torneo ni le había dicho que fue a una misión peligrosa así sin más. Ahora me estaba perdiendo otra que ya duraba un mes, y empezaba a preguntarme cuándo regresarían Johan y los demás, y si necesitarían refuerzos.  - Estabas en el torneo, no pude avisarte. -  me sorprendió gratamente su reacción cuando rodeó mi cuello con su brazo para dejar ese beso en mis labios, a lo que respondí relajando un poco la tensión que habíamos mantenido hasta el momento.  

- Prometido, nada de ocultarnos cosas. Además, mejor si a la próxima vienes conmigo, que mira cómo acabo si no... endemoniado y haciendo gilipolleces.- aquel segundo beso terminó de dejar solucionado aquello, y pronto pudimos retomar nuestro camino a la cima. Finalmente no tocó andar más, y pudimos subir volando cuando ella se transformó en dragón. Deshizo su transformación un poco antes de llegar, y el resto del camino fue a pie. El vuelo fue tranquilo, y mereció la pena por las vistas.

Al llegar arriba me sorprendió que Kyllian hubiese vuelto, y está vez con Mérida. - hostia...no te esperaba por aquí. Todo bien? - pregunté a la pelirroja, que no parecía tener pinta de acabar de salir del hospital.

Escuchó con cuidado lo que Reiv tuvo para contarle sobre el chisme de Kyllian, que al parecer habían hablado bastante de su borrachera. Tuvo que preocuparse, pues parecía haber sido algo más serio de lo que pensó en realidad. Al final no tenían mucho que comentar de ello, pues tanto como hacer un juicio no podían. Ya era cuestión de ellos. Pero pronto pasaron a problemas propios.- Y luego pasó un mes...- Susurró a modo de terminar su oración pues no entendía cómo, si muchas veces habían estado solos. Lo único que cambiaba era que estaban ahora justo en el lugar en el que pasó todo.- No, Reiv. Yo... Yo sé que ya no soy esa persona. Pero lo fui y aún puedo serlo si equivoco. No puedo negar el pasado como tanto he querido.- Él era el único al que le había contado todo y, de alguna manera, se había convertido en la persona más importante. Sentía una punzada en el pecho ada vez que recordaba lo que le había dicho, pero era lo mejor.

Asintió suavemente a lo de que no pudo avisarle, ya no importaba. El beso que vino después sirvió para borrar un poco todo lo que sentía al sentir como él también se relajaba bajo su abrazo.- La próxima vez estaré ahí, sosteniendo tu mano en el infierno.- Susurró, sonaba bastante poético pero tenía implicaciones muy poco románticas para efectos prácticos.

Voló con tranquilidad el gigantesco tramo que les faltaba para llegar a la cima. Seguro que si sus intentos no habían disuadido a Reiv de subir, la subida lo habría hecho. Supo que Kyllian estaba allí desde el momento que buscó aterrizar, además de saber que traía consigo a la pelirroja. Desde hacía un mes tenía su aroma mezclado con el de ella. Cuando cambió de forma, miró en dirección a la residencia que se erigía en aquella cima, girando después de manera lenta para absorber el paisaje mientras el par seguía haciendo de las suyas.

-La pastaaaaa...- Repitió -Siempre llevo protección encima- Indicó súper convencida porque no por eso era llamada “Clienta VIP” del señor elfo Aldaron. Aunque se anotó mentalmente que “para el día después” no le servía una mierda de lo que le había dado el elfo. Y encima te clavaban en un riñón con el té de luna. Menudo timo. Cuando la conversación cambio hacia Catherine le miró de arriba abajo cuando dijo lo de leer el coco -Ah… Eso hace… Vale. Pues da igual, es bastante estirada. O al menos eso aparenta, no me la imagino haciendo angelitos de nieve- Le dijo alzando los hombros sin importarle que él viviera las consecuencias de tener una amiga rancia.

Cuando dio los límites del pollo que le iba a montar a Reiv asintió pensando en ello, dobló la carta concienzudamente para dejar el logo del hospital en la parte de arriba. Lo dejó todo preparado y ayudó a Kyllian a hacer más montaña de bolas de nieve. Le gustaba poder ser…Infantil con él, como con la Brigada, disfrutar de los pequeños momentos de la vida porque había demasiadas cosas oscuras afuera. ¡Vaya si ella lo sabía! -Oh…Deberías saber que fui poseída dos veces. Con exorcismos exitosos pero… bueno, nada, que lo sepas. Creo que aún tengo alma pero Dyospiros dice que no. Pero esas son cosas de drow- Le dijo señalándole con un dedo para que lo tomara en cuenta, sobretodo por el tema de que era cultora de aquellos elfos oscuros -Aunque debería vérmelo. ¿Tu crees que eso lo hagan en el hospital?-

Al recibir la alerta, la pelirroja miró el dragón. ¿Por qué siempre se olvidaba que la novia de Reiv era una dragona? ¡Qué maje… Eso estaba mal. ¿Y si la veían los Pendragon? Tuvo una mala corazonada y miró por encima de sus hombros hacia la residencia donde más tarde se dirigirían. Pero cuando Reiv se acercó, Mérida fingió una estupenda cara de odio intenso mientras intentaba provocarse el llanto -¿TODO BIEN? ¿CÓMO ERES CAPAZ DE PREGUNTARME ESO, REIV?- Le gritó y se acercó a él para estamparle el folio en el pecho varias veces pero sin soltarlo para que no lo cogiera, aprovechó e incendió sus dedos para luego quemar la evidencia. Que Reiv tenía pinta de inteligente y rápido y no quería que le robara su argumento falso -¡ME DIJISTE QUE HABÍAS UTILIZADO PROTECCIÓN Y TE CREÍ! ¡LO PEOR ES QUE TE CREÍA! ¡NO PENSÉ QUE SERÍAS CAPAZ DE ESO!- Gritó con tanta fuerza que en algún momento la voz le salió como un chillido proveniente del infierno -¿Y AHORA QUÉ? TENEMOS QUE ENFRENTARNOS A ESTO EN UN MUNDO CAÓTICO DE MIERDA… ¡SE SUPONE QUE IBA A SER UN SECRETO!- Se alejó modo indignada on llevándose la mano a la cara para ocultarla y dándole la espalda porque no podía soportar la risa al verle la cara de WTF al Black -Kyll…- Gritó intentando que se le quebrara la voz pero no de la risa -Díselo- Murmuró y sorbió mocos mientras se dejaba caer en la nieve, aguantándose la panza para no revelar su risa. Si los Pendragon no vieron a la dragona al  menos sus gritos los habrían oído.

le di una palmadita a Mérida por llevar siempre protección, eso estaba muy bien, lástima que cuando nos dio el ataque de feromonas ni lo pensamos. La conversación sobre Catherine se había quedado zanjada y el veredicto final era "Rancia", no afirmaría ni negaría nada -ninguna de las dos podéis hacer ángeles, mira, el tuyo tiene cuernos-

Cuando dejamos claro la broma que le íbamos a gastar a Reiv nos pusimos a hacer bolas de nieve, me estaban quedando perfectas, una tras otra pero en cuanto la pelirroja me soltó lo de la posesión chafé la que tenía en la mano -Joder y yo que lo decía de coña cuando te dije lo del ángel... parece que las posesiones están a la orden del día en esta isla, a Reiv también le pasó en el torneo, ahora está bien- la miré de arriba a abajo, pasando después la vista a su rostro y a la panza repetidas veces -no creo que lo miren en el hospital pero podemos preguntar a alguien, hay un nigrom... ah, no, lo mataron el mes pasado... pero alguno habrá que te eche un cable-

estábamos a lo nuestro cuando el gran momento llegó, Juliet aterrizó y Reiv se acercó a nosotros preguntando si todo estaba bien -Todo bi...- Mérida se me adelantó y empezó a gritar como una loca, algo queme sorprendió por un segundo pero después volví con mi cara de enfado fingida, el espectáculo era canelita en rama y yo no sabía si aplaudir o empezar a reírme como un desgraciado al ver la cara de Reiv, me giré un momento dándoles la espalda para recuperar la compostura y cuando la pelirroja me dio el relevo me giré con cara de circunstancia -¡QUE ESTÁ EMBARAZADA! ¿CÓMO HAS PODIDO BROH!? SI PENSABAS QUE ERA MI NOVIA HACE UN RATO!- me encogí ahí mismo mirando al suelo para que no me vieran la cara porque estaba a punto de echarme a reír -YO CREÍA EN TPPPFFFFFF- al final no pude más y empecé a descojonarme ahí mismo -ay que cara! no puedo! joder pelirroja, recuerdame que no te de razones para montarme un pollo de esos porque seguro se me queda la misma cara que a Reiv!-

La frase que me soltó antes de volar me hizo ponerme más moñas de la cuenta, porque podía interpretarse tanto en sentido figurado como literal. Tendría que compensarlo en algún momento. El paseo que quedaba hasta la cima fue breve, aunque la parejita ya nos había sacado ventaja y seguro que llevaban tiempo allí.  La  reacción de Mérida a una simple pregunta por su estado de salud se convirtió en algo desproporcionado, algo que no entendía a qué venía.  - No sé...¿a lo mejor porque Kyll viene de recogerte del hospital? yo qué sé, es lo que se suele preguntar. ¿Qué pasa? ¿por qué esa reacción? - seguía sin comprender una mierda, incluso cuando me estampó ese papelito en el pecho antes de quemarlo. Después abrí mucho los ojos, alucinando fuerte a eso de usar protección.

- ¿¿Pero qué dices?? ¿qué me estás contando? ¿¿de qué hablas de protección?? ¿te han drogado en el hospital o algo? - por un momento pensé que estaba desequilibrada y se había montado una película rara en su cabeza. Los de la Brigada eran así de intensos, así que no me extrañaría algo así. Intercambié una mirada de incredulidad con Juliet, que a saber cómo se estaba tomando lo que quiera que fuese eso. Estaba esperando que saliesen cámaras ocultas en cualquier momento. - Pero si apenas nos conocemos. - Enseguida se le unió Kyllian, diciendo que estaba embarazada, como si lo hubiese traicionado o algo.  Fruncí el ceño empezando a mosquearme, se habían vuelto los dos  majaras.  - No digas tonterías.  - La cosa ya empezaba a oler a actuación conjunta de los dos, y más aún cuando el capullo del feral no pudo aguantar más y le entró la risa, confesando la farsa. Acabé soltándole un puñetazo en el brazo a Kyllian, no tan flojo como un saludo, pero tampoco tan fuerte como para hacerle daño. Resoplé, soltando un poco el mosqueo.

- Pero qué cabrones teatreros, esta os la devuelvo, verás. Yo aquí preguntando por la salud de tu novia y mira los líos que montas. ¿De quién fue el invento del embarazo acusador? - los miré a ambos acusadoramente, cruzándome de brazos después mientras me apoyaba un poco en el hombro de Juliet. - ¿ves? pelirrojas malvadas.

Pensó que tendría más tiempo contemplando el paisaje mientras el trío hablaba. Ella, por lo regular, no se inmiscuía mucho en las conversaciones y se quedaba de lado a menos que le preguntaran algo. Por eso pensó que aquella iba a ser como cualquier otra ocasión. Al menos hasta que escuchó a la chica comenzar a gritar. Se giró hacia ellos, viéndola con sorpresa y preocupación por si era su salud mental lo que le pasaba. No trató de intervenir, todo le parecía muy extraño, sobre todo porque no habían tratado tanto a Mérida como para que le estuviera gritando quien sabía qué cosas.

Mé... Ky...- Ni siquiera podía hablar lo suficiente sin ser interrumpida para decir un "no estamos entendiendo". En primera instancia, cuando Kyllian gritó que estaba embarazada, no hizo la conexión entre el reclamo de Reiv y el embarazo... Al menos hasta que el feral también comenzó a reclamar. La sensación fue como un golpe en la boca del estómago, pero también respiró profundo y rápido, como si el aire le faltara en demasía. Los músculos se le tensaron mientras en su rostro se veía la mala sorpresa... Hasta que se echó a reír. Ver a Reiv soltarle un puñetazo le hizo reaccionar, lanzándole otro aunque bastante menos medido que el del mago. Volvió a respirar, tratando de normalizarse. Se dio cuenta de que le había pegado a Kyllian ya demasiado tarde.

Tomó la mano de Reiv con fuerza cuando el contrario se acercó, observando de nuevo a la pareja contraria.- Tú deja de meternos en la misma bolsa. Y ustedes, si van a hacerle una broma a Reiv, háganla cuando esté solo.- Murmuró. Pocas veces se molestaba en público, pero no se sentía muy benévola después de aquello. Ya se le pasaría, pero por ahora no quería verles. Se volvió a girar para ver el paisaje, aún con el ceño fruncido.

Le sacó la lengua al ver que le había dibujado cuernitos a su bonito ángel.  Cuando dijo lo del hospital Mérida hizo un leve gesto con el rostro -Creo que deberíamos tener una de esas conversaciones… de…profundidad tipo ¿Cuál es tu cumpleaños y cómo se llamaban tus padres?- Alzó un hombro mirándolo pero sin esperar respuesta, la verdad era algo que había soltado así nada más, sin pensarlo demasiado, como el 95 % de las cosas que decía.

Después, disfrutó de la cara de Reiv, pero cuando ya no pudo más se había dado la vuelta y había caído sobre su rodillas riéndose silenciosamente al menos hasta que Kyllian explotó. Ella lo hizo tras él casi ahogándose con sus soniditos de cerdo. Se giró sobre si misma y fue hacia donde estaba el moreno pegándole la frente a la pierna como base para no morirse de un infarto por la risa. De todas formas, al rato todo fue menguando un poco y la pelirroja pudo pararse para responder -Espera…jajajaja… Espera…¿Novia?- Le preguntó a Kyllian y después miro a Reiv que al menos estaba más flexible -No soy su novia…- Expresó como para aclararlo hasta ver  a la otra pelirroja de mala hostia.

Aquello le quitó la risa por completo y al escuchar finalmente su voz, miró a Kyllian con un gesto incómodo en el rostro. ¿Por qué siempre se rodeaba de amargadas? Menuda mujer. Aún se acordaba de que no se había presentado cuando ella le habló con lo cual seguro era una maleducada. Se acomodó, con poco éxito, un par de mechones rojo detrás de las orejas -En el único que nos puedes meter es que en la cultura de los drow los pelirrojos no tenemos alma y nos asesinan en honor a su diosa- Agregó y después golpeó su hombro con el de Kyllian para llamar su atención para hacerle un gesto hacia Juliet que miraba el lugar. Sabía que eran amigos del moreno que, por cierto, iba a ser el padre de su hijo así que como ella a veces pecaba de madurez respiró profundo -Era una broma, Juliet. Perdona si te ha molestado. No sabía que confiabas tan poco en Reiv- Indicó alzando los hombros levemente y después miró al susodicho -Que por cierto…Vamos a tener un hijo pero no soy su novia. ¿O sí? ¿Me has pedido que sea tu novia y yo no me he enterado? ¿qué andas tú diciendo por allí?-  Volvió la mirada celeste hacia el gato y después suspiró un poco ya mareada por culpa de la risa, justo antes de que su estómago hiciera un estruendo brutal.

-Eh.. Perdón. Bueno…¿Íbamos a ver a los Pendragon? Mejor empezamos a caminar- Expresó con tranquilidad y fue iniciando la marcha sólo para coger una bola de nieve y tirársela en la cara a Kyllian antes de correr hacia la residencia para escapar de la venganza.

Mi cara de incertidumbre cuando dijo lo de los padres fue muy expresiva, no sabía a que venía eso pero también era cierto que si íbamos a tener un hijo esos datos eran necesarios, sabíamos poco el uno del otro -Otro día pelirroja, uno de esos en los que estemos tirados en la cama sin nada que hacer- y con eso zanjaba el tema porque Reiv y Juliet se iban acercando.

la reacción de él no tenía desperdicio y menos mal que no me fijé en la de juliet porque parecía que le iba a dar un jamacuco ahí mismo, seguro que Reiv me la liaba de verdad si llega a pasar, Mérida y yo nos revolcamos en la nieve sin poder aguantar las carcajadas, ya empezaba a quedarme sin aire cuando vino el primer puñetazo por parte de él, -ahha au! hhaah- dije mientras recuperaba un poco el aliento pero el de Juliet si que vino con mala leche -AU! - ese me quito la risa casi de golpe y al final me levanté ayudando a la pelirroja que se había quedado pillada por lo de novia -seh, ya te dije que no somos novios, solo... ¿amigos con derechos?- la miré como si esperara una afirmación u otro título para definir lo nuestro.

La señal de Mérida me hizo fijarme en Juliet que no se lo había tomado tan bien como Reiv, le devolví la mirada con cara de "la hemos liado" pero esperaba que se le pasara pronto -no tienen alma, pero podemos debatir que otras cosas tienen las pelirrojas- dije al moreno levantando las cejas una y otra vez. Al final Juliet habló y Mérida contestó pero no estaba seguro si sabía lo que había dicho -Queeeeeee lo que no confía es en las chicas, a eso se refiere- intenté arreglarlo y le di un toque a la pelirroja para después seguir -si es que con lo guapo que es se le tiran todas encima pero este está tan pillado que no hay esperanza, ¿qué le das Juliet? seguro que tiene un anillo por ahí para la boda- y así le echaba el muerto a otro, esperaba arreglarlo con eso.

Con el cabreo de Juliet se me había olvidado por completo que todo aquello era para darles la noticia, una vez más la pelirroja se me adelantó y yo miré a Reiv -Sep, ¿recuerdas el polvazo que te conté antes de la fiesta esa hace un mes? pues eso... nos hemos enterado hoy- lo de la novia desvió el tema de nuevo -yo no te he pedido nada, qué dices, seguro que eres tu la que quiere este cuerpazo solo para ti ¿me vas a pedir que sea tu novio? porque quiero flores, anillo y toda la pesca- vale, eso era broma, qué corte y que moñas todo.

Mérida decidió dar la vuelta pero el rugido de su estómago no me pasó desapercibido, miré a Reiv en ese momento -Nauseas, lleva como cuatro días sin comer algo decente... venga, vamos a encargarnos de eso y desp...!- no terminé la frase pues un bolazo de nieve me dio en toda la cara mientras la culpable huía -TRAICIÓN! esas bolas eran para él!- dije señalando al moreno para después salir corriendo tras ella, hacerle un buen placaje y echármela al hombro cual saco de patatas entre risas, yendo todos hacia la nueva residencia de los Pendragon.

El mes de octubre fue atareado, en el intento de asistir a la población que sufrió por la gran entrada de aquellos nuevos y enigmáticos personajes, surgieron conflictos. Hubo que lidiar con los soldados que se divertían a costa de aldeanos y granjeros que mantenían secuestrados en el campamento de la avanzada, recuperar las casas que habían ocupado a su paso y las cosas de valor que robaron. Obviamente no se pudo rescatar todo y la noche en la que me transforme, desaté mi ira sobre aquellos soldados lo cual no mejoró la situación, pero quedé satisfecha al engullir a dos de ellos, satisfecha y con estreñimiento, pero satisfecha al fin.

Luego de esa noche desperté en el hospital, me dieron laxantes y me dejaron ir. No veía la hora de salir de aquella odiosa isla, la niña seguía a salvo, afortunadamente, pero no conseguí el regalo para su cumpleaños, lo que sí hubo fue pastel, velitas y una linda reunión. A pesar de eso, las siguientes semanas estuve buscando el regalo perfecto para ella.

¿Ropa?

Nah

¿Juguetes?

Nah

¿Su primera pistola?

…

Mejor no.

¿Una joya? Si… una joya… eso sería apropiado para su primer cumpleaños… Pero ¿Cuál?… Recorrí el mercado viendo objetos, comparando precios, cuando un arma llamó poderosamente mi atención, se parecía a una pistola, pero tenía algún tipo de magia en ella.

¡La niña, Leila!¡Concéntrate!

Estaba buscando cosas para la bebé, no para mí, así que tras una última mirada seguí mi travesía a través de los puestos del mercado. Ví cosas que le quedarían bien a Em, a Mer, a Imram, a Cleo, a Gen, a Ares, a Dyos… pero no tenía tanto dinero, pensé en robarlo, pero habían muchos guardias y si me llevaban podrían preguntar por la niña, o más probable aún, abusar de su poder y sacarme lo que sabía por la fuerza de la maldita magia.

Un regalo… un regalo… la sombra de un dragón paso sobre mi mientras colgaba de cabeza con la tela enrrollada a mi cuerpo y atada a la gruesa rama de un árbol. Me desenrosque entre fluidos movimientos cuando una idea vino a mí mente. Por el camino tomé algunas cosas, entre ellas abrigo, un gran canasto lleno de pescado fresco que me cargué a la espalda, lijas y una especie de motosierra y así comencé a subir la montaña.

Para el torneo me habían hecho aparecer, hacerlo a pié fue costoso y más con el peso extra que llevaba, pero al menos ésta vez no estaba sin abrigo. A medida que avanzaba, el viento se hacía más fuerte y la nieve más engañosa, un par de veces terminé hundida hasta la cintura, pero me hice camino hasta llegar a una cueva, allí habían dragones pero ninguno era el que yo buscaba así que continué.

Tras mucho zigzagueo, cuevas que no eran, caminar en círculos y nieve en la cara, me detuve en la siguiente cueva que encontré para descansar y resguardarme del viento helado. Dejé las cosas que cargaba en el suelo y llevé mis manos a mis axilas para darles calor. Cuando volví a sentir los dedos, utilice las manos para calentar mi nariz con mi aliento mientras apreciaba el nevado paisaje. Más o menos recuperada me dispuse a seguir mi camino, pero un olor que me resultaba conocido me detuvo.

-¿Hola?- Pregunté mirando hacia el oscuro interior de la cueva.

-Traigo el pedido de pescado fresco a nombre de… Samug.- No sabía si había hecho algún pedido, pero esperaba que le gustara el pescado, si no me lo comería yo, esperaba también que no se confundiera y me devorara a mí en su lugar.

Muchos de los dragones de la isla de Wight se habían trasladado ahora a Ouroboros, haciendo que las Montañas del Dragón estuviesen ahora muy pobladas, casi tanto como hacía siglos. La asociación con los Pendragon resultaba beneficiosa en cierto modo, el vínculo de magia creado con dicho linaje parecía una magia tan antigua como natural, como si siempre hubiese sido así. Mi temperamento furioso y despótico no tardó en aparecer en contra de los dragones que no seguían las reglas tal cual quería yo, por lo que durante ese mes había enfrentado más de una pelea por el liderazgo. La última la había ganado, aunque había terminado herido, incluso con alguna pequeña fisura en la piedra que llevaba en el pecho. Nada que no se solucionase con descanso y magia.

De vuelta a la cueva me encontré con una sucia feral que me estorbaba en el acceso a la cueva. Olfateé algo que olía a desagradable pescado, y la escuché diciendo mi nombre de manera errónea. Mis fosas nasales se abrieron a la vez que mis ojos se entornaron, cercándola por detrás al acercarme a la entrada del refugio. - Los Pendragon debían limpiar la montaña de visitas indeseadas...¿a qué has venido aquí?- mi voz sonó amenazante y cavernosa tras abrirse mis fauces, mostrando los afilados dientes. - Ni siquiera has traído nada de valor, más que sucio pescado...desaparece antes de que calcine hasta el último de tus deleznables huesos. - en ese momento se me pasó un fugaz pensamiento por la cabeza, un recuerdo con Setelah. No sabía que ese recuerdo estaba ahí, pero me molestó darme cuenta de que en ocasiones seguía teniendo presente al mago con el que tantas cosas había pasado.

Leila cuando Smaug la sorprende xD:

Pegué un salto al verme sorprendida por el reptil gigante, sus escamas azabache brillaban con un tono azulado ante los pequeños rayos del sol que lograban colarse entre las oscuras nubes. Sus ojos negros me miraban, sus afilados colmillos me saludaban y sus grandes garras se veían listas para destrozarme. Había escuchado historias sobre Última Sombra en mi colonia natal y, más recientemente, lo había visto en persona en el castillo hace más o menos un año y en la fiesta de hace un mes, en aquel momento, el apodo me pareció carente de sentido porque su sombra no fue la última que vi y, de hecho, si alguien vio su sombra y vivió para darle el sobrenombre de "Última Sombra" fue porque lo dejó ciego o porque contó mal la historia y le dieron el sobrenombre equivocado.

Sea el caso que fuera, me encontraba a solas con él y tenía miedo, sentía erizada la piel y el latir de mi corazón rápido y fuerte en mis oídos. Caminé hacia atras sin romper el contacto visual hasta pegar mi espalda a la pared de la cueva mientras él hablaba. Mi mente estaba en blanco.

¿Por qué había venido aquí?

Ah, claro, la niña.

-Bueno, si no quieres el pescado, lo como yo, no hace falta calcinar los huesos de nadie.- Dije y esbocé una sonrisa nerviosa.

-Quiero ayudar, por eso traje el pescado recién pescado desde la base de la montaña hasta aquí enfrentando el viento, la nieve y el frío, pero además vine con esponjas y detergente para lavar tus uñas o tus escamas, lo que prefieras, una motosierra por si quieres que te corte las garras y lijas para dejarlas parejas, divinas y afiladas.- Hablé atropelladamente mientras señalaba las cosas que había traído.

-Por favor, déjame ayudar.- Dije ligeramente más serena.

La reacción de la mujer fue la más lógica en aquella situación, alejándose del inminente peligro hasta dar de espaldas contra la pared de la entrada de la cueva. Lo que no había sido lógico era el subir a la montaña cargando pescado y una motosierra para una supuesta manicura a un dragón. Aquello me enfureció por parecerme ofensivo hacia nuestra raza, además de absurdo. Se lo hice saber exhalando humo por la nariz en su dirección, acercando más aún mis enormes fauces a su minúscula cara. - ¿Acaso crees que una raza como la nuestra necesita de vuestras estupideces? ¿en qué momento decidió tu trastornada cabeza hacer algo así?  - rugí de manera amenazante, estando a punto de arrancarle la parte superior del cuerpo de una dentellada. No me faltaron ganas, pero no lo hice. Ayudar decía, ayudar...el pescado para las focas.  Alcé la cabeza nuevamente, lanzándole una draconiana mirada desde mi altura. Mi tiempo no merecía ser desperdiciado con aquella criatura.

- Desperdiciaste tu oportunidad de marcharte de aquí ilesa. Desaparece. - sentencié antes de lanzar un rápido zarpazo a Leila, con la intención de herirla y mandarla a volar lejos de la entrada. Su irritante visita me había hecho cambiar de planes, ya no quería dormir en la cueva, sino sobrevolar la isla en busca de ganado del que alimentarme. Tampoco me paré a mirar los posibles daños que pudiese tener la mujer, ni sin había ido a parar más o menos lejos. Alcé el vuelo, provocando que en el batir de alas se desprendiera un pequeño trozo de la piedra que llevaba en el pecho. La pelea anterior con otro dragón había dejado una leve e ínfima grieta, pero suficiente como para que cayese a la nieve una lasca del tamaño de la palma de la mano de un humano. Tras eso me marché de allí sin percatarme del asunto, aunque no me supondría problema alguno,

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Ataque físico:

dado 5  + 20 stat + 25 forma dragón + 10 hab. ficha (brutalidad dragonil)= 60 a LEILA

El miembro 'Smaug' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Ataque Físico' :

El humo que salió de su gran hocico me hizo toser y cuando me encontré con sus enormes colmillos a centímetros de mí rostro, la sonrisa nerviosa se borró al tiempo que tragaba saliva.

-En el momento en el que creí que podríamos coexistir.- Dije en un hilo de voz un poco sin pensar, tensa y pegada a la pared deseando traspasarla para esconderme. Lo miré cuando se irguió en toda su altura con una mirada precavida, desviar la vista un microsegundo me permitió confirmar las historias, una roca brillante y gigante se encontraba encarnada en su pecho.

Su desición me hizo abrir los ojos como platos antes de ser atacada por sus garras, éstas me golpearon enviándome fuera de la cueva para chocar mi costado contra una roca. Quedé tirada sobre la nieve un momento, cuidando de no moverme ya que eso me hacía doler, para escuchar un batir de alas alejándose.

Gruñendo por el dolor, fui incorporándome de a poco, comprobando que el dragón se había ido. Revisé allí donde me dolía encontrando que el zarpazo fue absorbido por la cota de Mithril, pero el golpe dejaría moretones.

Miré a mí alrededor, esperando que el gran reptil vuelva para terminar lo que había comenzado, pero para mi sorpresa divisé algo brillante en la nieve, avancé a gatas hasta él para encontrarme con que se trataba de un trozo de la joya que ostentaba Smaug en su pecho.

Terminé de pararme con la joya en una mano y sosteniendo mi costado golpeado con la otra para ir a donde había dejado el gran canasto y el resto de cosas. Lo empujé todo colina abajo a base de patadas. Bajar, sin duda, fue más fácil que subir e irme fue un alivio.

Defensa física: 10 dado + 30 stat + 5 feral + 25 cota de mithril= 70 supera ataque