Recuerdo del primer mensaje :
Situada al norte de la costa atlántica de Cornualles en el Reino Unido, la aldea de Tintagel y su vecino Castillo de Tintagel, son asociados estrechamente con la leyenda del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda.
Fue mencionada por primera vez como uno de los posibles lugares de origen del rey Arturo, por el historiador galés Godofredo de Monmouth, en su libro Historia Regum Britanniæ en el siglo XII.
Actualmente sólo quedan restos del que fue el castillo del linaje Pendragon.
Fue mencionada por primera vez como uno de los posibles lugares de origen del rey Arturo, por el historiador galés Godofredo de Monmouth, en su libro Historia Regum Britanniæ en el siglo XII.
Actualmente sólo quedan restos del que fue el castillo del linaje Pendragon.
Asiaín Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Puede decir con seguridad que no recuerda un solo momento de su vida donde se haya sentido realmente bien, el vacío de la vanidad de la nobleza y el dolor de una maldición sin un motivo aparente han sido todo lo que ha conocido durante su vida...
A esto solo se le sumaron sus salidas fuera de Avalon, donde conoció el dolor ajeno por primera vez, tanto o más descarnado que el propio, cosa que por supuesto no ayudó en absoluto a su estado a pesar de que siempre ha tenido esa capacidad de seguir sonriendo a pesar de todo.
Pero esos días... Han sido... Extraños.
Sin mencionar el hecho de que ha tenido bastante compañía, debido a que la hija de los Haraldson ha estado con él, y tiene la tarea de enseñarle Avalon.
Además de eso, sus planes van de maravilla, por lo que su humor resulta... ¿Bueno?
Sin embargo, nada de estas cosas es el motivo que lo llevó a donde está ahora las ruinas de Tintagel... Lo que lo trajo en realidad resulta ser el origen de toda su miseria, la maldición, pues está le hizo tener que ir a un sitio apartado para tener sus síntomas en paz.
Pará el punto en que se había estabilizado y sólo estaba esperando a recuperarse un poco antes de seguir con sus labores regulares se dió cuenta... De que había alguien ahí, así que siendo como es, no dudó en esconderse entre los escombros derruidos por el tiempo.
Y cuando notó a su rey... Hablando con alguien que obviamente era del consejo pues si bien no conocía su voz, por lo que decían quedaba en evidencia... No pudo evitar sonreír con amplitud, ah... Sabía que era cuestión de tiempo que una cosa así pasara, pero no creyó que tan pronto.
Era demasiado obvio lo que estaba a punto de pasar... Y también lo era que se trataba de su oportunidad, la mejor oportunidad para empezar de verdad su esfuerzo por arrebatar la mayor gloria que tiene la posibilidad de obtener, y Asiaín será Asiaín... Así que no titubea.
Que contrariedad...
Dijo su voz cargada de una preocupación perfectamente actuada, mientras que Asiaín salía de su escondite a paso ligero y pausado, de tal forma que el rey tuviera tiempo más que de sobra para procesar tanto lo ocurrido, como su presencia en este lugar.
A esto solo se le sumaron sus salidas fuera de Avalon, donde conoció el dolor ajeno por primera vez, tanto o más descarnado que el propio, cosa que por supuesto no ayudó en absoluto a su estado a pesar de que siempre ha tenido esa capacidad de seguir sonriendo a pesar de todo.
Pero esos días... Han sido... Extraños.
Sin mencionar el hecho de que ha tenido bastante compañía, debido a que la hija de los Haraldson ha estado con él, y tiene la tarea de enseñarle Avalon.
Además de eso, sus planes van de maravilla, por lo que su humor resulta... ¿Bueno?
Sin embargo, nada de estas cosas es el motivo que lo llevó a donde está ahora las ruinas de Tintagel... Lo que lo trajo en realidad resulta ser el origen de toda su miseria, la maldición, pues está le hizo tener que ir a un sitio apartado para tener sus síntomas en paz.
Pará el punto en que se había estabilizado y sólo estaba esperando a recuperarse un poco antes de seguir con sus labores regulares se dió cuenta... De que había alguien ahí, así que siendo como es, no dudó en esconderse entre los escombros derruidos por el tiempo.
Y cuando notó a su rey... Hablando con alguien que obviamente era del consejo pues si bien no conocía su voz, por lo que decían quedaba en evidencia... No pudo evitar sonreír con amplitud, ah... Sabía que era cuestión de tiempo que una cosa así pasara, pero no creyó que tan pronto.
Era demasiado obvio lo que estaba a punto de pasar... Y también lo era que se trataba de su oportunidad, la mejor oportunidad para empezar de verdad su esfuerzo por arrebatar la mayor gloria que tiene la posibilidad de obtener, y Asiaín será Asiaín... Así que no titubea.
Que contrariedad...
Dijo su voz cargada de una preocupación perfectamente actuada, mientras que Asiaín salía de su escondite a paso ligero y pausado, de tal forma que el rey tuviera tiempo más que de sobra para procesar tanto lo ocurrido, como su presencia en este lugar.
Engañar al nigromante no funcionó, ni por un momento pareció creerse que el despiste sobre el trato era suyo. Wthyr decidió no insistir en ello, simplemente hizo un sonido de desdén como queriendo decir que allá él con lo que pensase. Después siguió insistiendo en lo de las normas cívicas de su isla, y por suerte no volvió a sacar a relucir el modo en que entraron los Pendragon. Era un tema ya más que hablado. La conversación no les estaba llevando a hacer ningún progreso, y todo se estancó más aún después de aquellas preguntas que llevaron a confesiones incómodas. El rey de Ávalon intentó hacer como que aquello no había pasado, pero sin duda el otro se habría quedado con todo el mensaje. Sólo esperaba que no fuese diciéndolo por ahí. Fulminó a Matvey con la mirada al escucharle dar ese "consejo" con una advertencia velada.
- Te equivocas. Tener el poder es la única manera de estar a salvo. Esperar a que otros lo ejerzan contra ti es de necios. Ahora soy yo el que te aconseja a ti. No os pongáis en nuestro camino. Por vuestro bien y por el de toda la raza mágica. - iba a dar por terminada la conversación después de aquello, pero el últimatum de Matvey le pareció una desfachatez. - No serían a los primeros que expulsais. Ya lo habéis hecho con todos esos refugiados de la isla que no os venían bien. Por ahora los únicos tiranos de esta historia sois vosotros...y no vamos a ceder ante eso. - que lo hiciesen, así todos verían qué eran realmente los Descendientes. Ya encontrarían la manera de volver, y la propaganda contra el Consejo podía venirle bien en la campaña de conquista. Aún así odiaba que el maldito nigromante hubiese dejado la pasividad que caracterizaba al resto. No se despidió de él antes de que se marchase, quedándose a solas apenas unos segundos....al menos hasta que escuchó la voz de Asiaín.
- ¿Desde cuándo llevas ahí escuchando? - preguntó Wthyr un tanto molesto, girándose hacia él con cierta parsimonia. - ¿No deberías estar retozando con tu norteña antes de la boda? - giró sobre sus talones para acercarse a su primo, que no parecía especialmente recuperado. - El Consejo de los 20 ha estado dormido, pero ha despertado. Por suerte son débiles, la mitad de ellos está ausente.
- Te equivocas. Tener el poder es la única manera de estar a salvo. Esperar a que otros lo ejerzan contra ti es de necios. Ahora soy yo el que te aconseja a ti. No os pongáis en nuestro camino. Por vuestro bien y por el de toda la raza mágica. - iba a dar por terminada la conversación después de aquello, pero el últimatum de Matvey le pareció una desfachatez. - No serían a los primeros que expulsais. Ya lo habéis hecho con todos esos refugiados de la isla que no os venían bien. Por ahora los únicos tiranos de esta historia sois vosotros...y no vamos a ceder ante eso. - que lo hiciesen, así todos verían qué eran realmente los Descendientes. Ya encontrarían la manera de volver, y la propaganda contra el Consejo podía venirle bien en la campaña de conquista. Aún así odiaba que el maldito nigromante hubiese dejado la pasividad que caracterizaba al resto. No se despidió de él antes de que se marchase, quedándose a solas apenas unos segundos....al menos hasta que escuchó la voz de Asiaín.
- ¿Desde cuándo llevas ahí escuchando? - preguntó Wthyr un tanto molesto, girándose hacia él con cierta parsimonia. - ¿No deberías estar retozando con tu norteña antes de la boda? - giró sobre sus talones para acercarse a su primo, que no parecía especialmente recuperado. - El Consejo de los 20 ha estado dormido, pero ha despertado. Por suerte son débiles, la mitad de ellos está ausente.
Asiaín Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Es algo bastante evidente que viven tiempos extraños y duros, con todo lo que ha estado pasando, pero todos estos sucesos seguidos son algo que jamás hubiera podido predecir, parece que es cierto eso que dicen de que todo siempre puede complicarse y de hecho se complicará más.
Pero en todo caso ahora mismo debe volver a la realidad ya que el rey se ve molesto, eso sí que se lo imaginó, pero resulta un mal necesario, necesario para las siguientes cosas que tienen que pasar, pero eso no significa que no hará algo, aunque primero que nada, se limpiará la comisura de la boca con una de sus manos de la sangre negra que le ha condenado al sufrimiento, además de que no tiene sus guantes por lo que en la pequeña parte de sus muñeca que es visible se ven las puntas de sus marcas de la maldición.
Lamento la intromisión, su alteza, había venido aquí cuando empecé a sentir que venían los síntomas que no podía disimular... Y poco después fue que lo escuché llegar... Y más tarde al hombre del consejo...
Y bueno, el resto es historia, básicamente sabe todo lo que ahí se ha dicho.
Cosa que para él es conveniente, claro, al final no deja de ser el hombre que vive de la información, siempre ha sido lo suyo, y saber como son las cosas no le deja lugar a especular cuando las cosas empiecen a pasar.
Dado el caso, el haber reservado nuestras fuerzas parece que rendirá sus frutos más pronto de lo que cabría imaginarse...
Dijo mientras que posaba su mirada con suavidad sobre la de su primo, mostrando esa serenidad con la que había encarado la vida desde el principio de sus días.
Sin embargo, me veo en la obligación de plantear una cuestión con todo lo acontecido.
Afirmó mientras que sacaba unos guantes extras de uno de sus bolsillos y se los ponía lentamente conforme salían sus palabras, enfatizando de esta forma de algún modo lo que decía.
Ahora me parece que la situación es una especie de encrucijada, no han habido resultados con la caza del Haraldson rebelde, y ahora... También el consejo ha dejado su pasividad... Sin mencionar que cada día que pasa es un día extra para que los gobiernos de los de sangre no mágica se reorganicen...
Luego con este terminó de colocarse el último guante antes de decir.
Así que solo puedo cuestionarme, ¿Cómo procederemos ahora?
Esto era interesante, ya que la situación era apremiante, por una parte Ouroboros, los descendientes... E incluso, Catherine, todas cosas ahora él sabe que a Wthyr le pican en el orgullo y quizás más profundo, estaban enturbiandose, pero por otro... Estaba el imperio, el poder, eso que incluso él busca en parte.
De enfrentar a los descendientes como todo presagiaba, podrían ganar pero perderían tiempo y acabarían debilitados, de enfocarse en el imperio, eso sería la expulsión de ouroboros y por lo dicho por Wthyr no lo iba a permitir.
O podría incluso tratar de lidiar con ambas cosas a la vez... Pero eso causaría mucha inestabilidad inevitablemente, mermando su capacidad de enfrentar cualquier imprevisto... Mostraba preocupación, pero por dentro, tenía interés en que se haría para actuar acorde.
Pero en todo caso ahora mismo debe volver a la realidad ya que el rey se ve molesto, eso sí que se lo imaginó, pero resulta un mal necesario, necesario para las siguientes cosas que tienen que pasar, pero eso no significa que no hará algo, aunque primero que nada, se limpiará la comisura de la boca con una de sus manos de la sangre negra que le ha condenado al sufrimiento, además de que no tiene sus guantes por lo que en la pequeña parte de sus muñeca que es visible se ven las puntas de sus marcas de la maldición.
Lamento la intromisión, su alteza, había venido aquí cuando empecé a sentir que venían los síntomas que no podía disimular... Y poco después fue que lo escuché llegar... Y más tarde al hombre del consejo...
Y bueno, el resto es historia, básicamente sabe todo lo que ahí se ha dicho.
Cosa que para él es conveniente, claro, al final no deja de ser el hombre que vive de la información, siempre ha sido lo suyo, y saber como son las cosas no le deja lugar a especular cuando las cosas empiecen a pasar.
Dado el caso, el haber reservado nuestras fuerzas parece que rendirá sus frutos más pronto de lo que cabría imaginarse...
Dijo mientras que posaba su mirada con suavidad sobre la de su primo, mostrando esa serenidad con la que había encarado la vida desde el principio de sus días.
Sin embargo, me veo en la obligación de plantear una cuestión con todo lo acontecido.
Afirmó mientras que sacaba unos guantes extras de uno de sus bolsillos y se los ponía lentamente conforme salían sus palabras, enfatizando de esta forma de algún modo lo que decía.
Ahora me parece que la situación es una especie de encrucijada, no han habido resultados con la caza del Haraldson rebelde, y ahora... También el consejo ha dejado su pasividad... Sin mencionar que cada día que pasa es un día extra para que los gobiernos de los de sangre no mágica se reorganicen...
Luego con este terminó de colocarse el último guante antes de decir.
Así que solo puedo cuestionarme, ¿Cómo procederemos ahora?
Esto era interesante, ya que la situación era apremiante, por una parte Ouroboros, los descendientes... E incluso, Catherine, todas cosas ahora él sabe que a Wthyr le pican en el orgullo y quizás más profundo, estaban enturbiandose, pero por otro... Estaba el imperio, el poder, eso que incluso él busca en parte.
De enfrentar a los descendientes como todo presagiaba, podrían ganar pero perderían tiempo y acabarían debilitados, de enfocarse en el imperio, eso sería la expulsión de ouroboros y por lo dicho por Wthyr no lo iba a permitir.
O podría incluso tratar de lidiar con ambas cosas a la vez... Pero eso causaría mucha inestabilidad inevitablemente, mermando su capacidad de enfrentar cualquier imprevisto... Mostraba preocupación, pero por dentro, tenía interés en que se haría para actuar acorde.
Supo que Asiaín no mentía sobre su motivo para estar allí, pues entendía perfectamente que no quisiera aparentar debilidad delante de la invitada. Wthyr observó con renovada curiosidad la marca que se apreciaba en su muñeca, algo a lo que no había prestado tanta atención hasta que no había apareció su propia marca.
- Tal vez también haya una solución para lo tuyo.
Comentó de pasada antes de que comenzasen a tratar todos los asuntos bélicos que se les estaban acumulando. Gruñó por lo bajo antes de echarse la capucha de la capa por encima, pues empezaba a lloviznar.
- Estás en lo cierto, tenemos varios frentes abiertos. Ahora mismo Freyja está a la caza del idiota de Haraldson, un asunto menos. De los gobiernos no mágicos no me preocuparía, sino de los mágicos. Necesitamos más aliados. En cuanto a los Descendientes...
En ese preciso instante recibió un mensaje mental de Catherine, lo cual podía significar que Matvey le había dicho algo. Ya le habían fastidiado el retiro espiritual. Bajó la mirada disgustado mientras le respondía también mentalmente, pidiendo que acudiese a Tintagel.
- Ya veremos. Catherine viene para acá.
- Tal vez también haya una solución para lo tuyo.
Comentó de pasada antes de que comenzasen a tratar todos los asuntos bélicos que se les estaban acumulando. Gruñó por lo bajo antes de echarse la capucha de la capa por encima, pues empezaba a lloviznar.
- Estás en lo cierto, tenemos varios frentes abiertos. Ahora mismo Freyja está a la caza del idiota de Haraldson, un asunto menos. De los gobiernos no mágicos no me preocuparía, sino de los mágicos. Necesitamos más aliados. En cuanto a los Descendientes...
En ese preciso instante recibió un mensaje mental de Catherine, lo cual podía significar que Matvey le había dicho algo. Ya le habían fastidiado el retiro espiritual. Bajó la mirada disgustado mientras le respondía también mentalmente, pidiendo que acudiese a Tintagel.
- Ya veremos. Catherine viene para acá.
La respuesta de Wthyr había sido bastante más rápida de lo que esperaba y saber que estaba en Tintagel hizo que cambiara el rumbo del hipogrifo hacia aquella zona. La capa que llevaba era pesada porque sabía que, aunque el clima era mucho menos fresco, los dragones volaban mucho más alto que los hipogrifos así que debía protegerse del frío.
Había tomado también la mochila que solía tener para las misiones, con quien sabía cuántas pociones porque sus conocimientos en sanación eran nulos. Lo que le hizo pensar…que quizás Lucio debería enterarse de eso pero no tenía forma de comunicarse con él porque…¿Le habría dado su brazalete a Oscurus? El rechazo que le dio aquel pensamiento casi la hizo potar en pleno vuelo pero controló las náuseas. Lo mejor sería una carta.
En el viaje leyó los mensajes del brazalete con los labios tensos. Aquello no iba a pintar bien, el orgullo Pendragon no les permitiría dejar los templos así que decidió enviarle un mensaje privado a Matvey antes de finalmente llegar hacia donde a Tintagel. Bajó del hipogrifo para encontrarse a Wthyr y a Asiaín. Ella mantuvo la capucha puesta y apenas si miró al peliblanco -Asiaín- Le dijo como todo modo de saludo y reconocimiento de que estaba en el mismo sitio físico que ella, y volvió los ojos hacia Wthyr pero decidió que el peliblanco no tenía porqué meter las narices en sus asuntos así que estableció un puente mental.
“Necesito llegar cuanto antes a Italia, Gio necesita mi ayuda. ¿Cuántas horas tarda un dragón en llegar allí y quién puede llevarme?”, ni mencionó que esperaba que fuera él porque estaba segura de que su imperio y su “lugar sagrado” en Ouroboros era más importante pero si alguno de sus hermanos o un guardia de confianza, previa revisión mental, podía acompañarla… Algo podría hacer.
Apartó la mirada un momento rompiendo la conexión mental con Wthyr para hacer una con Ian y avisarle que iba a Italia a ayudar a Gio. Tras eso volvió la vista al Pendragon y alzó las cejas instándolo a responder, no quería perder el tiempo.
Había tomado también la mochila que solía tener para las misiones, con quien sabía cuántas pociones porque sus conocimientos en sanación eran nulos. Lo que le hizo pensar…que quizás Lucio debería enterarse de eso pero no tenía forma de comunicarse con él porque…¿Le habría dado su brazalete a Oscurus? El rechazo que le dio aquel pensamiento casi la hizo potar en pleno vuelo pero controló las náuseas. Lo mejor sería una carta.
En el viaje leyó los mensajes del brazalete con los labios tensos. Aquello no iba a pintar bien, el orgullo Pendragon no les permitiría dejar los templos así que decidió enviarle un mensaje privado a Matvey antes de finalmente llegar hacia donde a Tintagel. Bajó del hipogrifo para encontrarse a Wthyr y a Asiaín. Ella mantuvo la capucha puesta y apenas si miró al peliblanco -Asiaín- Le dijo como todo modo de saludo y reconocimiento de que estaba en el mismo sitio físico que ella, y volvió los ojos hacia Wthyr pero decidió que el peliblanco no tenía porqué meter las narices en sus asuntos así que estableció un puente mental.
“Necesito llegar cuanto antes a Italia, Gio necesita mi ayuda. ¿Cuántas horas tarda un dragón en llegar allí y quién puede llevarme?”, ni mencionó que esperaba que fuera él porque estaba segura de que su imperio y su “lugar sagrado” en Ouroboros era más importante pero si alguno de sus hermanos o un guardia de confianza, previa revisión mental, podía acompañarla… Algo podría hacer.
Apartó la mirada un momento rompiendo la conexión mental con Wthyr para hacer una con Ian y avisarle que iba a Italia a ayudar a Gio. Tras eso volvió la vista al Pendragon y alzó las cejas instándolo a responder, no quería perder el tiempo.
La llegada de Catherine no se hizo esperar, y Wthyr tuvo que hacer un ejercicio de contención para acercarse rápidamente a ella al verla bajar del hipogrifo. Se mentiría a sí mismo si no reconocía que le agradaba tener su presencia de nuevo, aunque se le hacía especialmente incómoda la situación después de la confesión que le había hecho a Matvey contra su voluntad, y después del modo en el que se había despedido de ella en la cabaña. Aquel beso robado que seguramente habría importunado a su esposa por compromiso. Por suerte ambos llevaban capucha por la llovizna que empezaba a arreciar, así que eso ayudaba a camuflar un poco posibles expresiones podo afortunadas.
Supo que no quería que Asiaín escuchase la conversación, ya que de lo contrario no habría usado la conexión mental para comunicarle el mensaje. Giordano...otro Descendiente cruzándose en su camino en el momento menos adecuado. Avanzó hacia ella sin responderle aún, a pesar del movimiento de cejas de ella instándole a hablar. La evaluó con la mirada de arriba a abajo, deteniéndose en su rostro al tenerla más cerca. Parecía encontrarse bien, eso era lo primero que necesitaba saber. Bajó la vista de manera disimulada hacia su vientre, con cierta curiosidad después de llevar algún tiempo sin verla. Tal vez no demasiado como para notar cambios. Luego negó con la cabeza.
- Aquí no podemos hablar, a no ser que quieras acabar empapada. - la tomó por el brazo para guiarla hacia una zona de las ruinas en las que había un arco de una antigua puerta, no sin antes decirle a Asiaín que regresase a Ávalon para estrechar lazos con la invitada. Ya profundizarían en los detalles de los planes cuando todo se aclarase un poco. Una vez estuvieron alejados y protegidos bajo el arco se quitó la capucha, apartándose un poco el pelo de la cara con la mano. Después entornó ligeramente los ojos, inclinándose un poco hacia delante. - ¿Vienes a buscarme porque necesitas ayuda para algo que está haciendo uno de tus amigos? porque casualmente acabo de hablar con otro de los tuyos, y no ha sido nada agradable, por cierto. Matvey Rasputín quiere meterse en nuestra campaña para crear un gobierno mágico, chantajeándonos con echarnos del castillo y los templos de Ouroboros si no lo hacemos. Dime por qué tendría que ayudarte con lo de Da Vinci y qué saco yo a cambio. - por lo terca que era sabía que le diría que iría como fuese, así que tenía que buscar el modo de convencerla y de hacer algo sensato con todo aquello. Demasiados frentes abiertos de repente.
- Un dragón puede tardar unas dos horas, o menos si vuela muy rápido. No te conviene ir, lo sabes. Aunque...debe de ser muy importante como para romper tu retiro espiritual...¿de qué se trata?-
Supo que no quería que Asiaín escuchase la conversación, ya que de lo contrario no habría usado la conexión mental para comunicarle el mensaje. Giordano...otro Descendiente cruzándose en su camino en el momento menos adecuado. Avanzó hacia ella sin responderle aún, a pesar del movimiento de cejas de ella instándole a hablar. La evaluó con la mirada de arriba a abajo, deteniéndose en su rostro al tenerla más cerca. Parecía encontrarse bien, eso era lo primero que necesitaba saber. Bajó la vista de manera disimulada hacia su vientre, con cierta curiosidad después de llevar algún tiempo sin verla. Tal vez no demasiado como para notar cambios. Luego negó con la cabeza.
- Aquí no podemos hablar, a no ser que quieras acabar empapada. - la tomó por el brazo para guiarla hacia una zona de las ruinas en las que había un arco de una antigua puerta, no sin antes decirle a Asiaín que regresase a Ávalon para estrechar lazos con la invitada. Ya profundizarían en los detalles de los planes cuando todo se aclarase un poco. Una vez estuvieron alejados y protegidos bajo el arco se quitó la capucha, apartándose un poco el pelo de la cara con la mano. Después entornó ligeramente los ojos, inclinándose un poco hacia delante. - ¿Vienes a buscarme porque necesitas ayuda para algo que está haciendo uno de tus amigos? porque casualmente acabo de hablar con otro de los tuyos, y no ha sido nada agradable, por cierto. Matvey Rasputín quiere meterse en nuestra campaña para crear un gobierno mágico, chantajeándonos con echarnos del castillo y los templos de Ouroboros si no lo hacemos. Dime por qué tendría que ayudarte con lo de Da Vinci y qué saco yo a cambio. - por lo terca que era sabía que le diría que iría como fuese, así que tenía que buscar el modo de convencerla y de hacer algo sensato con todo aquello. Demasiados frentes abiertos de repente.
- Un dragón puede tardar unas dos horas, o menos si vuela muy rápido. No te conviene ir, lo sabes. Aunque...debe de ser muy importante como para romper tu retiro espiritual...¿de qué se trata?-
No entendía la reserva de Wthyr a responder hasta que se acercó a ella y notó que estaba evaluándola, Catherine apartó la mirada hacia alguna parte que no fuera el Pendragon porque las extrañas visiones que había tenido antes de venir aún perfilaban su rostro de preocupación y miedo. Volvió la vista cuando negó la cabeza, tensando los labios. Bien, si no podía contar con un viaje rápido en dragón entonces iría a Ouroboros y… Y…buscaría algún método.
Pero se dio cuenta de que la negación iba por otro lado cuando la empezó a guiar hacia una zona donde no pudieran mojarse, lo que le parecía bastante prudente. Se quitó la capucha y acomodó la capa lentamente mientras esperaba que Asiaín se retirara, siguiéndolo con la mirada.
La pregunta le resultó bastante… Bastante Wthyr. Pero como siguió con su monólogo, Catherine le dejó hablar mientras mantenía su mirada en sus ojos. Evidentemente, con la cabeza alzada por la estúpida diferencia de alturas. Escuchó lo de Matvey, sabiendo que ahora era un tema peliagudo y que una vez más estaba en el núcleo de todo. Aún así, cuando le pidió razones para ayudar a Giordano y qué sacaba él a cambio, Catherine sintió que se le retorcía el corazón.
¿Por qué habría de esperar colaboración sin retribución?
Dos horas. Es decir, que si partían ahora quizás para el anochecer estaban de vuelta. Su idea era sacar a Giordano sano y salvo. No liberar a Italia de su dictadura. La morena se quedó un rato en silencio sintiendo que su mal humor no hacía más que acrecentarse, tenía que controlarse.
-¿Sabes qué, Wthyr?...- Sonrió con tristeza - Había olvidado enteramente que el concepto de amigos no te es familiar- Porque lo suyo eran súbditos -Voy a ir a Italia porque Gio me necesita. Y si no puedo ir en dragón porque tengo que pagarte de alguna manera, cuando no me queda una mierda más qué darte, pues encontraré otra manera de ir- Lo solucionaría, había sido un error ir allí. Se colocó la capucha y salió del arco pero al dar dos pasos se detuvo y se giró hacia él con rabia.
-Me importa una mierda que os estén echando de Ouroboros igual que me importa una mierda vuestro imperio porque estoy hasta aquí…- Se señaló la coronilla - HASTA AQUÍ….DE ESTAR EN EL CENTRO- Gritó --ENTRE IAN Y TÚ, ENTRE EL CONSEJO Y TÚ, ENTRE LA MALDICIÓN Y TÚ. ¿Y QUÉ ES LO QUE GANO YO? ¿TE HAS PREGUNTADO QUÉ GANO YO? ¿YO TE HE PREGUNTADO ESO?- Cerró la boca y arrugó la nariz aguantando las ganas de seguir gritando mientras cerraba las manos en un puño.
-A veces hay que hacer las cosas correctas sin esperar nada a cambio- Agregó -Idiota-
Pero se dio cuenta de que la negación iba por otro lado cuando la empezó a guiar hacia una zona donde no pudieran mojarse, lo que le parecía bastante prudente. Se quitó la capucha y acomodó la capa lentamente mientras esperaba que Asiaín se retirara, siguiéndolo con la mirada.
La pregunta le resultó bastante… Bastante Wthyr. Pero como siguió con su monólogo, Catherine le dejó hablar mientras mantenía su mirada en sus ojos. Evidentemente, con la cabeza alzada por la estúpida diferencia de alturas. Escuchó lo de Matvey, sabiendo que ahora era un tema peliagudo y que una vez más estaba en el núcleo de todo. Aún así, cuando le pidió razones para ayudar a Giordano y qué sacaba él a cambio, Catherine sintió que se le retorcía el corazón.
¿Por qué habría de esperar colaboración sin retribución?
Dos horas. Es decir, que si partían ahora quizás para el anochecer estaban de vuelta. Su idea era sacar a Giordano sano y salvo. No liberar a Italia de su dictadura. La morena se quedó un rato en silencio sintiendo que su mal humor no hacía más que acrecentarse, tenía que controlarse.
-¿Sabes qué, Wthyr?...- Sonrió con tristeza - Había olvidado enteramente que el concepto de amigos no te es familiar- Porque lo suyo eran súbditos -Voy a ir a Italia porque Gio me necesita. Y si no puedo ir en dragón porque tengo que pagarte de alguna manera, cuando no me queda una mierda más qué darte, pues encontraré otra manera de ir- Lo solucionaría, había sido un error ir allí. Se colocó la capucha y salió del arco pero al dar dos pasos se detuvo y se giró hacia él con rabia.
-Me importa una mierda que os estén echando de Ouroboros igual que me importa una mierda vuestro imperio porque estoy hasta aquí…- Se señaló la coronilla - HASTA AQUÍ….DE ESTAR EN EL CENTRO- Gritó --ENTRE IAN Y TÚ, ENTRE EL CONSEJO Y TÚ, ENTRE LA MALDICIÓN Y TÚ. ¿Y QUÉ ES LO QUE GANO YO? ¿TE HAS PREGUNTADO QUÉ GANO YO? ¿YO TE HE PREGUNTADO ESO?- Cerró la boca y arrugó la nariz aguantando las ganas de seguir gritando mientras cerraba las manos en un puño.
-A veces hay que hacer las cosas correctas sin esperar nada a cambio- Agregó -Idiota-
El silencio y el gesto de Catherine ante sus palabras no auguraba nada bueno, era como la calma que precedía a la tempestad. Todavía no hacía ni un año que la conocía, pero ya había aprendido a adivinar y leer entre líneas lo suficiente como para saber cuándo empezaban a torcerse las cosas. Le molestó un poco que le recordase que él no tenía amigos, porque esa era una lealtad que no se podía comprar con poder y las traiciones podían venir más fácilmente de un simple aliado que de un amigo. Aún así trató de mantener la cordura en todo aquello, tenía que disuadiarla.
- Ni siquiera me has explicado por qué te necesita ni cuál es la situación allí como para venir con estas urgencias. Tampoco te he pedido que me pagues tú, sino que me digas qué sacaría yo de desatender mis asuntos para ir a salvar a tu amigo. ¿Servirá eso para evitar la colisión inminente entre Ávalon y Ouroboros? lo dudo. - dejó escapar un sonido de frustración ante su cabezonería, pues la veía muy capaz de ir como fuese necesario. Trató de detenerla cuando salió del arco, siguiéndola para quedar ambos mojándose bajo la lluvia. Su explosión de ira frenó a Wthyr un par de pasos de ella, pues se esperaba más que se fuese sin dar explicaciones. Estaba claro que ya no podía ocultar lo harta que estaba de quedar siempre en medio.
- ¿Te crees que no lo sé? ¿Crees que no me he parado a pensar en tu situación y en cómo debes verme por sacarte de la vida que tenías? - alzó la voz un poco más para hacerse oír a pesar del sonido de la lluvia y del viento que corría al estar tan cerca del mar, y en parte también porque se estaba cansando de ser la nota discordante que parecía alterar y joder la vida de Catherine. - Ya sé que te importan una mierda mis planes, y ya ni siquiera espero que lo entiendas. - Recorrió la distancia que quedaba hasta ella, sujetándola con firmeza a la altura de los hombros para obligarla a mirarle a os ojos.
- No ganas nada con eso, en todo caso pierdes. Te pones en riesgo y no puedo permitir que vayas allí. Llevas a mi heredero dentro, no lo olvides. Recuerda la maldición, recuerda lo que podría pasarte a ti, a él, a Aedan, a todos...eres demasiado importante como para hacer caso a cualquier llamada de auxilio que se te cruce por el camino. Hay prioridades, y debes tenerlas claras.- su tono de voz se apaciguó un poco tras inspirar profundamente, sin indignarse demasiado por aquel 'idiota' tan gratuito que en parte se esperaba. Le impactó más aquella lección de hacer las cosas correctas sin esperar nada a cambio. No era eso a lo que estaba acostumbrado, y tampoco estaba seguro de que lo correcto fuese lo mismo para todos. Podía ser relativo.
- Escúchame, Catherine...ahora mismo no puedes ir. Recapacita. Y tampoco eres imprescindible ni la única salvadora posible en el mundo. Díselo a tu gente de Ouroboros, a la guardia, a tus amigos...tú si los tienes. Incluso a tu ex. Ellos tienen experiencia en ese tipo de misiones de rescatar gente a la desesperada. Cualquier cosa menos ir en persona. - terminó, subiendo después las manos hacia la capucha de ella para recolocarla mejor y que no se mojase la cabeza. - Actúa, pero haz siempre el movimiento más útil y sabio.
- Ni siquiera me has explicado por qué te necesita ni cuál es la situación allí como para venir con estas urgencias. Tampoco te he pedido que me pagues tú, sino que me digas qué sacaría yo de desatender mis asuntos para ir a salvar a tu amigo. ¿Servirá eso para evitar la colisión inminente entre Ávalon y Ouroboros? lo dudo. - dejó escapar un sonido de frustración ante su cabezonería, pues la veía muy capaz de ir como fuese necesario. Trató de detenerla cuando salió del arco, siguiéndola para quedar ambos mojándose bajo la lluvia. Su explosión de ira frenó a Wthyr un par de pasos de ella, pues se esperaba más que se fuese sin dar explicaciones. Estaba claro que ya no podía ocultar lo harta que estaba de quedar siempre en medio.
- ¿Te crees que no lo sé? ¿Crees que no me he parado a pensar en tu situación y en cómo debes verme por sacarte de la vida que tenías? - alzó la voz un poco más para hacerse oír a pesar del sonido de la lluvia y del viento que corría al estar tan cerca del mar, y en parte también porque se estaba cansando de ser la nota discordante que parecía alterar y joder la vida de Catherine. - Ya sé que te importan una mierda mis planes, y ya ni siquiera espero que lo entiendas. - Recorrió la distancia que quedaba hasta ella, sujetándola con firmeza a la altura de los hombros para obligarla a mirarle a os ojos.
- No ganas nada con eso, en todo caso pierdes. Te pones en riesgo y no puedo permitir que vayas allí. Llevas a mi heredero dentro, no lo olvides. Recuerda la maldición, recuerda lo que podría pasarte a ti, a él, a Aedan, a todos...eres demasiado importante como para hacer caso a cualquier llamada de auxilio que se te cruce por el camino. Hay prioridades, y debes tenerlas claras.- su tono de voz se apaciguó un poco tras inspirar profundamente, sin indignarse demasiado por aquel 'idiota' tan gratuito que en parte se esperaba. Le impactó más aquella lección de hacer las cosas correctas sin esperar nada a cambio. No era eso a lo que estaba acostumbrado, y tampoco estaba seguro de que lo correcto fuese lo mismo para todos. Podía ser relativo.
- Escúchame, Catherine...ahora mismo no puedes ir. Recapacita. Y tampoco eres imprescindible ni la única salvadora posible en el mundo. Díselo a tu gente de Ouroboros, a la guardia, a tus amigos...tú si los tienes. Incluso a tu ex. Ellos tienen experiencia en ese tipo de misiones de rescatar gente a la desesperada. Cualquier cosa menos ir en persona. - terminó, subiendo después las manos hacia la capucha de ella para recolocarla mejor y que no se mojase la cabeza. - Actúa, pero haz siempre el movimiento más útil y sabio.
-Soy tu esposa- Le espetó con un tono para nada amable -¡Lo menos que puedo esperar de ti es que me apoyes cuando necesito tu ayuda!...Además, ni siquiera te pedí que vinieras conmigo. Te pregunté cuánto tardaba un dragón. ¡Gwen me dijo que yo podía tener un dragón! Soy Reina de Avalon, puedo ir ahora mismo a la maldita cúpula y agarrar el primer dragón que vea. Porque puede que el poder me interese menos de lo que crees pero cuando lo tengo lo uso para lo que considero correcto y hoy no me va a temblar la mano, Wthyr- Añadió, sin gritar, pero con un tono que dejaba en claro que en cualquier momento podía alzar la voz de nuevo -No me interesa ni Ouroboros, ni Avalon, ni tus planes, ni el Consejo, ni el maldito mundo y su política de mierda. Me importa MI amigo que está en un país con una dictadura y nadie merece vivir así- Y en ese pequeño instante se dio cuenta de que Giordano no era el único que estaba en esa situación, un escalofrío de certeza sobre su egoísta motivo le congeló en el sitio.
-¿Tú?- Soltó una risa medio histérica porque, sinceramente, las visiones la habían dejado y aun poco trastocada -No seas egocéntrico Wthyr. Ahora eres tú, pero antes fue Ian y los Knox, luego la guerra, luego la Brigada… La cosa es que es mi maldito patrón...¡Porque nunca espero nada a cambio!- Siempre acababa queriendo ser la dueña y señora de una balanza, tratando de equilibrar, incluso aunque supiera que la misión era imposible. Negó con la cabeza -Entiendo por qué tú quieres hacerlo, te clavaron un chip en la cabeza, en tu educación pero eso no quiere decir que tengas que seguirlo. ¡Eso es lo que no entiendo! ¿Por qué crees que tienes que hacerlo? ¿Por qué quieres un imperio? ¿Es algo que TÚ quieres Wthyr? ¿O es algo que tu familia te enseñó a desear?- Le increpó agitada sintiendo cómo la tomaba de los hombros pero Catherine no tenía planeado escapar de aquella conversación así de fácil porque alguien tenía que decirle las cosas en la cara y sus hermanos tenían la misma maldita educación.
Cuando sacó la carta de la maldición, Catherine tensó los labios y sintió que la nariz se le arrugaba con rabia pero también con el esfuerzo de contener las lágrimas -¡No respondo a todas!- Soltó…pensando que tampoco es que le hubiesen llegado muchas. Por no decir…Que no había dudado en ayudar a Gio. ¿Era realmente un retiro espiritual lo que quería? Sacudió los hombros moviéndose de una forma casi infantil mientras apartaba la mirada y, en otro momento, Catherine podría haberse dado por vencida…Pero Wthyr la invitó a recapacitar.
Alzó de nuevo la mirada hacia él porque a medida que hablaba el lío en su cabeza no hacía más que crecer viendo todas las posibilidades. Amigos… Lucio y Sean están desaparecidos. El Consejo ni siquiera había preguntado por Giordano. Johan no era su amigo y Lykaios, Lykaios…Apartó la mirada de Wthyr, Lykaios debía estar en Roma. Giordano se había ido con ellos y pensar en toda la Brigada bajo ese yugo sólo hizo que su corazón empezara a acelerarse. Ian… No quería verla y no le respondía. Pese a que su respiración se hizo más lenta, sus nervios aumentaron de forma exponencial mientras su mente pensaba y pensaba. Mei tenía aún menos experiencia que ella y era mucho más joven.
Cerró los ojos, sintiendo el movimiento de Wthyr para con su capucha y trató de tranquilizar su corazón. Ella también tenía experiencia en misiones, sabía qué hacer, cómo hacerlo. Ian le había dicho lo orgulloso que estaba de ella. Pero tenía razón, no podía ir sola. Y si lo hacía, necesitaba…poder. Podía percibir el aura de Wthyr invitándole a tocarlo y volver a experimentar esa unión mágica que…también compartía con Gwen pero, a diferencia de Wthyr, ella le temía -Si tú no vienes conmigo, Gwen lo hará- Podía darle la orden -Tengo una conexión parecida con ella- Dijo tomando sus manos lentamente y dejando que el vínculo se activara apenas un momento, para que entendiera a qué se refería -Y con esa cantidad de poder puedo protegerme lo suficiente para conocer la situación y sacar a Giordano. Las comunicaciones están intervenidas, se necesita un telépata. Sé que no soy imprescindible en muchas misiones, Wthyr, no soy estúpida. Pero Giordano me necesita y voy a regresarlo aquí esta noche-
-Yo tengo una sola opción. Tú tienes dos, puedes venir conmigo y vigilar mi seguridad. O ver como Gwen y yo completamos esta misión sin ti- Dio un paso hacia atrás -En cualquier caso…- Sonrió y esta vez lo hizo de una forma sardónica -¿No necesitas saber la situación de todos los países para tu maldita conquista?-
-¿Tú?- Soltó una risa medio histérica porque, sinceramente, las visiones la habían dejado y aun poco trastocada -No seas egocéntrico Wthyr. Ahora eres tú, pero antes fue Ian y los Knox, luego la guerra, luego la Brigada… La cosa es que es mi maldito patrón...¡Porque nunca espero nada a cambio!- Siempre acababa queriendo ser la dueña y señora de una balanza, tratando de equilibrar, incluso aunque supiera que la misión era imposible. Negó con la cabeza -Entiendo por qué tú quieres hacerlo, te clavaron un chip en la cabeza, en tu educación pero eso no quiere decir que tengas que seguirlo. ¡Eso es lo que no entiendo! ¿Por qué crees que tienes que hacerlo? ¿Por qué quieres un imperio? ¿Es algo que TÚ quieres Wthyr? ¿O es algo que tu familia te enseñó a desear?- Le increpó agitada sintiendo cómo la tomaba de los hombros pero Catherine no tenía planeado escapar de aquella conversación así de fácil porque alguien tenía que decirle las cosas en la cara y sus hermanos tenían la misma maldita educación.
Cuando sacó la carta de la maldición, Catherine tensó los labios y sintió que la nariz se le arrugaba con rabia pero también con el esfuerzo de contener las lágrimas -¡No respondo a todas!- Soltó…pensando que tampoco es que le hubiesen llegado muchas. Por no decir…Que no había dudado en ayudar a Gio. ¿Era realmente un retiro espiritual lo que quería? Sacudió los hombros moviéndose de una forma casi infantil mientras apartaba la mirada y, en otro momento, Catherine podría haberse dado por vencida…Pero Wthyr la invitó a recapacitar.
Alzó de nuevo la mirada hacia él porque a medida que hablaba el lío en su cabeza no hacía más que crecer viendo todas las posibilidades. Amigos… Lucio y Sean están desaparecidos. El Consejo ni siquiera había preguntado por Giordano. Johan no era su amigo y Lykaios, Lykaios…Apartó la mirada de Wthyr, Lykaios debía estar en Roma. Giordano se había ido con ellos y pensar en toda la Brigada bajo ese yugo sólo hizo que su corazón empezara a acelerarse. Ian… No quería verla y no le respondía. Pese a que su respiración se hizo más lenta, sus nervios aumentaron de forma exponencial mientras su mente pensaba y pensaba. Mei tenía aún menos experiencia que ella y era mucho más joven.
Cerró los ojos, sintiendo el movimiento de Wthyr para con su capucha y trató de tranquilizar su corazón. Ella también tenía experiencia en misiones, sabía qué hacer, cómo hacerlo. Ian le había dicho lo orgulloso que estaba de ella. Pero tenía razón, no podía ir sola. Y si lo hacía, necesitaba…poder. Podía percibir el aura de Wthyr invitándole a tocarlo y volver a experimentar esa unión mágica que…también compartía con Gwen pero, a diferencia de Wthyr, ella le temía -Si tú no vienes conmigo, Gwen lo hará- Podía darle la orden -Tengo una conexión parecida con ella- Dijo tomando sus manos lentamente y dejando que el vínculo se activara apenas un momento, para que entendiera a qué se refería -Y con esa cantidad de poder puedo protegerme lo suficiente para conocer la situación y sacar a Giordano. Las comunicaciones están intervenidas, se necesita un telépata. Sé que no soy imprescindible en muchas misiones, Wthyr, no soy estúpida. Pero Giordano me necesita y voy a regresarlo aquí esta noche-
-Yo tengo una sola opción. Tú tienes dos, puedes venir conmigo y vigilar mi seguridad. O ver como Gwen y yo completamos esta misión sin ti- Dio un paso hacia atrás -En cualquier caso…- Sonrió y esta vez lo hizo de una forma sardónica -¿No necesitas saber la situación de todos los países para tu maldita conquista?-
- Precisamente por eso, porque eres mi esposa. No debo animarte a cometer tamaña imprudencia. - ¿qué parte de "correr riesgos" no entendía? ¿por qué no podía comportarse de manera sensata con todo lo que había en juego? puede que Catherine hubiese madurado, pero en ocasiones seguía pareciéndole una chiquilla al empeñarse en ciertas cosas. Hizo un sonido irónico cuando dijo aquello de Gwen y de coger un dragón por su cuenta, como si fuesen simples caballos. - Que te crees que un dragón deja que se suban en él así como así. El vínculo lo tienen con nosotros. Tienes que conocerles, tienen que aceptarte primero. - comentó aquello último un poco de pasada, no quería distraerse con detalles irrelevantes ni que le liase para distraerle de su propósito, impedirle ir. Él no pensaba que el tal Giordano fuese tan importante para ella, incluso la hacía más amiga de la rata cobarde de Sean.
- Tú tienes tus intereses, y yo los míos. - replicó secamente a eso de que a ella el importaba únicamente Giordano, echando la cabeza hacia atrás un momento en un gesto de exasperación cuando volvió a cuestionar si lo del imperio era decisión suya o para qué lo quería. Le recordaba a lo que había hecho Matvey momentos atrás. Se pasó la mano por la cara para quitarse el agua que le había caído, volviendo después a centrarse en ella con su característico brillo de ambición en la mirada y un tono un tanto ególatra.
- Quiero un imperio porque puedo, porque tengo el poder necesario para ello, y porque quiero más. Porque así podré hacer el mundo a mi manera. Ni tú ni yo estamos hechos para estarnos quietos, para la vida contemplativa. La diferencia es que tú aún no lo sabes, o si lo sabes...te lo niegas a ti misma. - apartó las manos de sus hombros para dejarla libre en aquel movimiento de berrinche de niña, esperando que se le pasase o que sus palabras hiciesen algún efecto en ella. Le había dado opciones, le había dado ideas y alternativas. Sólo tenía que analizarlas con calma para darse cuenta de que él llevaba razón. La mención de Gwen le sorprendió, tanto que al principio no supo qué responder a eso de que tenían una conexión similar.
- No metas a Gwen en esto. Sé que a ella le importa ese lunático de Da Vinci, pero tampoco la quiero allí si es peligroso. Ella no está acostumbrada a batallar. - entornó los ojos al darse cuenta de que Catherine estaba tratando de chantajearlo con su seguridad y con lo de saber la situación del país para su conquista. La maldita Le Fay sabía qué teclas tocar, y eso le molestaba. Se planteó usar su poder de control de sangre para desmayarla ahí mismo e impedirle ir, pero a la larga sería peor. Ya tenía demasiados frentes de pelea abiertos como para enemistarse más con ella. Tendría que seguirla en aquella locura de mierda para que no se estropease todo más.
- Eres... - gruñó frustrado, sin encontrar las palabras exactas para lo que era, pero le sacaba de sus casillas y le desalineaba los planes. - Me vas a obligar a ir, me estás chantajeando con tu seguridad y no atiendes a razones. Iré a cambio de una condición. Que paralices lo de Ouroboros al menos una semana, que no actúen hasta que hayamos terminado y esté yo allí para enfrentarlos. Y que te mantengas al maldito margen. Si haces eso, hay trato. - extendió la mano hacia ella, esperando que la estrechase en un nuevo pacto, que ya llevaban unos cuantos.
- Tú tienes tus intereses, y yo los míos. - replicó secamente a eso de que a ella el importaba únicamente Giordano, echando la cabeza hacia atrás un momento en un gesto de exasperación cuando volvió a cuestionar si lo del imperio era decisión suya o para qué lo quería. Le recordaba a lo que había hecho Matvey momentos atrás. Se pasó la mano por la cara para quitarse el agua que le había caído, volviendo después a centrarse en ella con su característico brillo de ambición en la mirada y un tono un tanto ególatra.
- Quiero un imperio porque puedo, porque tengo el poder necesario para ello, y porque quiero más. Porque así podré hacer el mundo a mi manera. Ni tú ni yo estamos hechos para estarnos quietos, para la vida contemplativa. La diferencia es que tú aún no lo sabes, o si lo sabes...te lo niegas a ti misma. - apartó las manos de sus hombros para dejarla libre en aquel movimiento de berrinche de niña, esperando que se le pasase o que sus palabras hiciesen algún efecto en ella. Le había dado opciones, le había dado ideas y alternativas. Sólo tenía que analizarlas con calma para darse cuenta de que él llevaba razón. La mención de Gwen le sorprendió, tanto que al principio no supo qué responder a eso de que tenían una conexión similar.
- No metas a Gwen en esto. Sé que a ella le importa ese lunático de Da Vinci, pero tampoco la quiero allí si es peligroso. Ella no está acostumbrada a batallar. - entornó los ojos al darse cuenta de que Catherine estaba tratando de chantajearlo con su seguridad y con lo de saber la situación del país para su conquista. La maldita Le Fay sabía qué teclas tocar, y eso le molestaba. Se planteó usar su poder de control de sangre para desmayarla ahí mismo e impedirle ir, pero a la larga sería peor. Ya tenía demasiados frentes de pelea abiertos como para enemistarse más con ella. Tendría que seguirla en aquella locura de mierda para que no se estropease todo más.
- Eres... - gruñó frustrado, sin encontrar las palabras exactas para lo que era, pero le sacaba de sus casillas y le desalineaba los planes. - Me vas a obligar a ir, me estás chantajeando con tu seguridad y no atiendes a razones. Iré a cambio de una condición. Que paralices lo de Ouroboros al menos una semana, que no actúen hasta que hayamos terminado y esté yo allí para enfrentarlos. Y que te mantengas al maldito margen. Si haces eso, hay trato. - extendió la mano hacia ella, esperando que la estrechase en un nuevo pacto, que ya llevaban unos cuantos.
-¿Tú me escucharías?- Le preguntó porque bastante que la ignoraba con el tema del imperio y no era más que la tortilla dada vuelta. Pero era imprescindible que, para ponerse en su sitio, tuviera amigos y eso…lo veía tan complicado. Le recorrió el rostro con la mirada un instante antes de que hablara de los dragones, viendo que Wthyr le daba la razón a las sospechas que tenía. No era tan fácil. Así que dependía de un Pendragon o…
¿Khaled?
No, los portales demoníacos no eran una opción. Se llevó la mano al vientre casi de forma espontánea pero luego parpadeó. Portales. La piedra de Matvey. Lo vio exasperarse y…se sorprendió, porque esas reacciones eran tan humanas que a veces se le olvidaba que Wthyr podía hacerlas y la respuesta que vino después hizo que exhalara el aire que estaba conteniendo -Ahí está- Susurró -Quieres un mundo a tu imagen y semejanza, Wthyr y eso es imposible. ¿Cómo puedes esperar que yo te apoye en eso cuando en tu mundo no hay espacio para los humanos, para los Souls? ¿Cuándo a los licántropos los tratas como si fueran simples perros y no personas? ¿Cómo puedo apoyarte cuando te falta tanta empatía por el resto de razas de este mundo? ¿Cómo puedo ser tu Reina, tu Emperatriz si nunca me escuchas? ¿Si no respetas ni entiendes lo que te digo?- Se lo preguntó quitándose la capucha para que se diera cuenta de que realmente era ese el meollo del asunto.
Sabía que la carta de Gwen era una carta sucia, pero sospechaba que exponiendo sus argumentos la acompañaría. Aún así, si no estaba acostumbrada a batallar entonces…Sería como llevarse a Mei. A lomos de un dragón escupe fuego. La decisión no era de Wthyr, era de Gwen en todo caso.
-¿Insoportable? ¿Terca?...¿Soy tú, versión mujer?- Insistió importándole tres pepinos que el cabello se le estuviera mojando pero no podía hablar un tema así sin poder mirarlo bien a la cara. Aquello de que estaba obligándolo a ir la hizo retorcerse por dentro… Siempre llegaba un punto en el que jugar esas cartas sucias le devolvían una sensación asquerosa. Luego la condición que le impuso hizo que le mirara a los ojos durante un largo rato. Bajó la vista a su mano y tomó sus dedos para cerrarlos en un puño -Perdí mi credibilidad en el Consejo el día que me casé contigo- Alzó la mirada y bajó las manos dándose la vuelta para ir al hipogrifo. La idea de los portales le parecía mucho más prudente que viajar en dragón y, por supuesto, más rápida y Matvey no iba a pedirle que le pagara nada. No habría condiciones. Sólo pediría explicaciones y una vez en Italia contactaría con la Brigada. Quizás Mérida podía darle algo de información, hace rato no la veía -Cuando quemes Ouroboros y su gente, procura que no esté allí arriba- Le dijo mientras se subía la capucha y se montaba en el hipogrifo -Mataros entre sí, destruiros y ensuciaros las manos de sangre. Tengo cosas más importantes que hacer que vuestra guerra de orgullos- Le explicó -Me mantendré al margen porque ambas partes me consideran traidora ¿Alguna otra cosa que me quieras decir?
¿Khaled?
No, los portales demoníacos no eran una opción. Se llevó la mano al vientre casi de forma espontánea pero luego parpadeó. Portales. La piedra de Matvey. Lo vio exasperarse y…se sorprendió, porque esas reacciones eran tan humanas que a veces se le olvidaba que Wthyr podía hacerlas y la respuesta que vino después hizo que exhalara el aire que estaba conteniendo -Ahí está- Susurró -Quieres un mundo a tu imagen y semejanza, Wthyr y eso es imposible. ¿Cómo puedes esperar que yo te apoye en eso cuando en tu mundo no hay espacio para los humanos, para los Souls? ¿Cuándo a los licántropos los tratas como si fueran simples perros y no personas? ¿Cómo puedo apoyarte cuando te falta tanta empatía por el resto de razas de este mundo? ¿Cómo puedo ser tu Reina, tu Emperatriz si nunca me escuchas? ¿Si no respetas ni entiendes lo que te digo?- Se lo preguntó quitándose la capucha para que se diera cuenta de que realmente era ese el meollo del asunto.
Sabía que la carta de Gwen era una carta sucia, pero sospechaba que exponiendo sus argumentos la acompañaría. Aún así, si no estaba acostumbrada a batallar entonces…Sería como llevarse a Mei. A lomos de un dragón escupe fuego. La decisión no era de Wthyr, era de Gwen en todo caso.
-¿Insoportable? ¿Terca?...¿Soy tú, versión mujer?- Insistió importándole tres pepinos que el cabello se le estuviera mojando pero no podía hablar un tema así sin poder mirarlo bien a la cara. Aquello de que estaba obligándolo a ir la hizo retorcerse por dentro… Siempre llegaba un punto en el que jugar esas cartas sucias le devolvían una sensación asquerosa. Luego la condición que le impuso hizo que le mirara a los ojos durante un largo rato. Bajó la vista a su mano y tomó sus dedos para cerrarlos en un puño -Perdí mi credibilidad en el Consejo el día que me casé contigo- Alzó la mirada y bajó las manos dándose la vuelta para ir al hipogrifo. La idea de los portales le parecía mucho más prudente que viajar en dragón y, por supuesto, más rápida y Matvey no iba a pedirle que le pagara nada. No habría condiciones. Sólo pediría explicaciones y una vez en Italia contactaría con la Brigada. Quizás Mérida podía darle algo de información, hace rato no la veía -Cuando quemes Ouroboros y su gente, procura que no esté allí arriba- Le dijo mientras se subía la capucha y se montaba en el hipogrifo -Mataros entre sí, destruiros y ensuciaros las manos de sangre. Tengo cosas más importantes que hacer que vuestra guerra de orgullos- Le explicó -Me mantendré al margen porque ambas partes me consideran traidora ¿Alguna otra cosa que me quieras decir?
- Sí, te escucharía si no te quejases constantemente de que no te escucho. Una cosa es escuchar y otra pensar como tú y hacer lo que tú digas. Tienes una pequeña dictadora dentro que intenta salir. - así era, si ella no estaba de acuerdo ya significaba que no le escuchaban, que la visión de los demás no era válida. ¿Por qué tenía que ser él quien diese su brazo a torcer? - Al menos yo no me empeño en disimularlo. Me dan igual los humanos, ya hemos visto lo que hacen y no vamos a dejar que vuelvan a hacerlo. En cuanto a los Soul...al menos son capaces de hacer magia. Eso los legitima. - no hizo mención a los licántropos, su papel era irrelevante y ni siquiera estaban organizados como para dar problemas. La miró mal cuando se quitó la capucha que él le había recolocado, tomándoselo como un desprecio.
- Te he tomado más en cuenta de lo que piensas, Catherine. - aseguró con gesto serio, pensando en todas aquellas veces que ella le había hecho reflexionar, plantearse las cosas. Las recordaba incluso tiempo después. Eso era una cosa, y otra pretender que de la noche a la mañana sintiese empatía hasta por el arbusto de la esquina. - Pero eso no es suficiente para terminar con esta lucha constante que tenemos por imponernos el uno al otro, por quedar encima del otro. - tuvo que admitir que ambos eran muy similares en eso, así que no iba tan desencaminada en aquello de que era una versión de él. Tenían muchas cosas en común, y a la vez muchas opuestas. A pesar de eso mantuvo la esperanza de que aceptaría su trato, de que lo vería como algo lógico teniendo en cuenta que si se iba con ella desatendía el problema que les habían organizado en Ouroboros.
El segundo desprecio llegó cuando ella decidió no estrechar su mano, cerrándole el puño antes de alejarse. Aquello terminó de ofuscarle, volviéndole a la mente todas las ocasiones en las que le había rechazado. Le lanzó una mirada furibunda al verla alejarse, cambiando radicalmente de idea. A la mierda la negociación.
- Acabará en sangre y fuego, eso seguro, mientras tú mirabas para otro lado. Eso se os ha dado siempre bien a los Descendientes. Neutralidad y supuestos nobles propósitos...- soltó con rencor, aproximándose mientras ella se subía al grifo para marcharse. - Sí. Que ahora puedes odiarme con más motivos. -
Llegó hasta ella en un par de pasos, ejerciendo su magia de control de sangre para provocarle un desmayo por bajada de tensión casi inmediato. Extendió los brazos para cogerla ante su inminente caída, sabiendo que cuando se despertase estaría muy cabreada. Al menos así ganaba tiempo para que no se marchase aún. Puede que Catehrine no lo entendiese, pero tenía que protegerla hasta de sí misma. Ya se lo había dicho alguna vez, ella era su peor enemiga.
- Te he tomado más en cuenta de lo que piensas, Catherine. - aseguró con gesto serio, pensando en todas aquellas veces que ella le había hecho reflexionar, plantearse las cosas. Las recordaba incluso tiempo después. Eso era una cosa, y otra pretender que de la noche a la mañana sintiese empatía hasta por el arbusto de la esquina. - Pero eso no es suficiente para terminar con esta lucha constante que tenemos por imponernos el uno al otro, por quedar encima del otro. - tuvo que admitir que ambos eran muy similares en eso, así que no iba tan desencaminada en aquello de que era una versión de él. Tenían muchas cosas en común, y a la vez muchas opuestas. A pesar de eso mantuvo la esperanza de que aceptaría su trato, de que lo vería como algo lógico teniendo en cuenta que si se iba con ella desatendía el problema que les habían organizado en Ouroboros.
El segundo desprecio llegó cuando ella decidió no estrechar su mano, cerrándole el puño antes de alejarse. Aquello terminó de ofuscarle, volviéndole a la mente todas las ocasiones en las que le había rechazado. Le lanzó una mirada furibunda al verla alejarse, cambiando radicalmente de idea. A la mierda la negociación.
- Acabará en sangre y fuego, eso seguro, mientras tú mirabas para otro lado. Eso se os ha dado siempre bien a los Descendientes. Neutralidad y supuestos nobles propósitos...- soltó con rencor, aproximándose mientras ella se subía al grifo para marcharse. - Sí. Que ahora puedes odiarme con más motivos. -
Llegó hasta ella en un par de pasos, ejerciendo su magia de control de sangre para provocarle un desmayo por bajada de tensión casi inmediato. Extendió los brazos para cogerla ante su inminente caída, sabiendo que cuando se despertase estaría muy cabreada. Al menos así ganaba tiempo para que no se marchase aún. Puede que Catehrine no lo entendiese, pero tenía que protegerla hasta de sí misma. Ya se lo había dicho alguna vez, ella era su peor enemiga.
-¡LO SÉ!- Soltó casi sin darse cuenta, subiendo la voz y hasta ella misma se sorprendió de cómo aquello salió de su boca. Parpadeó un instante como intentando comprender lo que había reconocido pero al pensarlo…Supuso que ahí era donde radicaba su temor al poder, a la corona, al trono, a cualquier ápice de posición política. No se trataba sólo de lo que las consecuencias de sus acciones traerían para su pueblo sino que… tendría poca paciencia si las cosas no salían como ella decía. Tardó un instante en reconducirse a la conversación -¿Lo que ellos pueden hacer? ¿Y nosotros somos unos santos? Podemos convocar criaturas demoniacas que devorarían un país en horas. Tú y yo juntos podríamos doblegar multitudes a sus rodillas con sólo un pensamiento… ¿No somos tan terroríficos como ellos?- Negó con la cabeza -A mi no me vengas con hipocresías, Wthyr-
No entendió a qué venía eso de tenerla en cuenta porque… Había seguido con su imperio y con todas sus tonterías. Incluso Ouroboros. ¿En qué la había tomado en cuenta? ¿En comprender que necesitaba tiempo alejada de todo y de todos? Se llevó las manos a la cara para sacarse el exceso de agua, la lluvia seguía arreciando y el agua empezaba a escurrirsele a la ropa. Tragó lentamente y luego lo miró con cansancio, negando con la cabeza y alzando los hombros dándose por vencida. No tenía palabras para explicarle que no sabía hacerlo. Con Ian todo era fácil pero ellos tenían tantos puntos de vistas distintos, tanto orgullo y soberbia en sí mismos que era complicado ponerle un fin. Catherine no quería perderse a sí misma detrás o en Wthyr porque no podía permitírselo. No estaba en ella.
Sabía que su negación iba a traer consecuencias pero no pensó que sería capaz de decirle algo tan hiriente -¿Cómo te atreves? ¡MI PADRE MURIÓ PARA ACABAR CON LA NEUTRALIDAD!- Le dijo y se sorprendió a sí misma de que la mención de Stavron no le quebrara la voz. Quizás era la rabia -¡Y FUI YO LA QUE IMPULSÓ AL CONSEJO A HACER ALGO!- Dijo quitándose la capucha de nuevo para que le viera el rostro y la ira que perfilaba cada uno de sus rasgos -¿CÓMO TE ATREVES CUANDO TU FAMILIA Y TÚ SE QUEDARON EN AVALON VIENDO CÓMO EL MUNDO SE CAÍA ALREDEDOR? HABRÍAS ESPERADO A QUE TODOS ARDIERAMOS CON TAL DE SER REY DE LAS CENIZAS-
Desde el grifo ganaba en altura, no mucha pero aún así cuando se acercó soltando aquello de odiarle soltó un gruñido de exasperación y se inclinó con la intención de hacer una infantilada y tirarle de la capucha a ver si el agua le caía en la cara -¡NO TE ODIO WTHYR PENDRAGON! ¡SÓLO ERES UN EGOCÉNTRICO INSOPORTABLE! ¡ENTIÉND…- El aliento se le quedó atrapado en la garganta -¿Qué…- La morena sintió de pronto cómo su cuerpo parecía perder fuerzas y un súbito mareo se apoderó de ella, tardó apenas un poco más en ser consciente de que era él y su mirada cambió de sorpresa a decepción por ese golpe tan bajo, justo antes de perder el conocimiento y caer encima de él, que finalmente pondría camino a Avalon.
No entendió a qué venía eso de tenerla en cuenta porque… Había seguido con su imperio y con todas sus tonterías. Incluso Ouroboros. ¿En qué la había tomado en cuenta? ¿En comprender que necesitaba tiempo alejada de todo y de todos? Se llevó las manos a la cara para sacarse el exceso de agua, la lluvia seguía arreciando y el agua empezaba a escurrirsele a la ropa. Tragó lentamente y luego lo miró con cansancio, negando con la cabeza y alzando los hombros dándose por vencida. No tenía palabras para explicarle que no sabía hacerlo. Con Ian todo era fácil pero ellos tenían tantos puntos de vistas distintos, tanto orgullo y soberbia en sí mismos que era complicado ponerle un fin. Catherine no quería perderse a sí misma detrás o en Wthyr porque no podía permitírselo. No estaba en ella.
Sabía que su negación iba a traer consecuencias pero no pensó que sería capaz de decirle algo tan hiriente -¿Cómo te atreves? ¡MI PADRE MURIÓ PARA ACABAR CON LA NEUTRALIDAD!- Le dijo y se sorprendió a sí misma de que la mención de Stavron no le quebrara la voz. Quizás era la rabia -¡Y FUI YO LA QUE IMPULSÓ AL CONSEJO A HACER ALGO!- Dijo quitándose la capucha de nuevo para que le viera el rostro y la ira que perfilaba cada uno de sus rasgos -¿CÓMO TE ATREVES CUANDO TU FAMILIA Y TÚ SE QUEDARON EN AVALON VIENDO CÓMO EL MUNDO SE CAÍA ALREDEDOR? HABRÍAS ESPERADO A QUE TODOS ARDIERAMOS CON TAL DE SER REY DE LAS CENIZAS-
Desde el grifo ganaba en altura, no mucha pero aún así cuando se acercó soltando aquello de odiarle soltó un gruñido de exasperación y se inclinó con la intención de hacer una infantilada y tirarle de la capucha a ver si el agua le caía en la cara -¡NO TE ODIO WTHYR PENDRAGON! ¡SÓLO ERES UN EGOCÉNTRICO INSOPORTABLE! ¡ENTIÉND…- El aliento se le quedó atrapado en la garganta -¿Qué…- La morena sintió de pronto cómo su cuerpo parecía perder fuerzas y un súbito mareo se apoderó de ella, tardó apenas un poco más en ser consciente de que era él y su mirada cambió de sorpresa a decepción por ese golpe tan bajo, justo antes de perder el conocimiento y caer encima de él, que finalmente pondría camino a Avalon.
Leroy Merlín
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Los rumores del retorno de ese estúpido imberbe de Sean le habían llegado al poco de su aterrizaje en la isla. No se había molestado en ir a hablar con él, puesto que no tenía nada que decirle ahora que lo había sustituido en su puesto como miembro del Consejo. Si quería algo que le buscase, que fuese detrás de él. Ese niñato no tenía nada que hacer, que llorase todo lo que quisiese.
Esa mañana se la pasó entera haciendo conjuros de reparación con palés mágicos para los desperfectos del hospital, los de las raíces. Después dejó esferas de luz flotantes por todo el lugar para suplir la falta de iluminación en algunas zonas del edificio. El resto del día se lo pasó acicalándose para la reunión en Tintagel con los Pendragon, a la que supuestamente acudirían Descendientes para negociar lo del tratado. Preparó sus mejores túnicas y capas, más frescas y veraniegas, de seda verde con ribetes dorados. Luego se recortó la barba y se repeinó el cabello varias veces, echándose toda clase de esencias antes de ir a pulir la piedra de su bastón.
Tras eso fue a por un carruaje para Descendientes, uno tirado por caballos alados. Con todos esos preparativos llegó al lugar de la reunión, aterrizando en primer lugar en las ruinas de Tintagel. Sabía que le tocaría esperar algunos minutos, así que cogió uno de sus libros de hechizos y se sentó en una de las rocas de las ruinas, comenzando a leer.
Esa mañana se la pasó entera haciendo conjuros de reparación con palés mágicos para los desperfectos del hospital, los de las raíces. Después dejó esferas de luz flotantes por todo el lugar para suplir la falta de iluminación en algunas zonas del edificio. El resto del día se lo pasó acicalándose para la reunión en Tintagel con los Pendragon, a la que supuestamente acudirían Descendientes para negociar lo del tratado. Preparó sus mejores túnicas y capas, más frescas y veraniegas, de seda verde con ribetes dorados. Luego se recortó la barba y se repeinó el cabello varias veces, echándose toda clase de esencias antes de ir a pulir la piedra de su bastón.
Tras eso fue a por un carruaje para Descendientes, uno tirado por caballos alados. Con todos esos preparativos llegó al lugar de la reunión, aterrizando en primer lugar en las ruinas de Tintagel. Sabía que le tocaría esperar algunos minutos, así que cogió uno de sus libros de hechizos y se sentó en una de las rocas de las ruinas, comenzando a leer.
Le tenía cierto respeto al lugar que pisaba. No por el pasado que se había forjado ahí, sino porque el presente le resultaba incierto, tanto o más que el futuro. ¿A qué conclusión llegarían en aquel lugar? Solo podía especular, aunque también tenía la sensación de que sabía la respuesta. Algo en el pecho le decía que toda la guerra no se había terminado así como así por ofrecerles un tratado de paz y por acudir junto con ellos a Italia. Así que, mientras bajaba de la isla, tuvo demasiado tiempo para pensar en lo que se vendría si rechazaban cada acuerdo que habían propuesto. Habían dicho esperar lo mejor y prepararse para lo peor en la última reunión del Consejo...
Llegó al castillo de Tintagel escoltada por nada más y nada menos que el Teniente de la Guardia de Ouroboros en persona, o futuro Capitán según quisiera verse, tan guapo y uniformado como solo él podía. La presencia le facilitaría apoyo durante la ceremonia, y para sacarla de ahí de inmediato en caso de que fuera necesario. Tomó la mano del conductor que la ayudó a bajar del carruaje mágico que había tenido que conseguir, agradeciéndole el apoyo. Con siete meses de embarazo tenía que irse con cuidado pues cualquier tropiezo podía traer consecuencias; a pesar de que no sentía aparentar los siete meses, ciertamente era obvio que estaba embarazada aún cuando su vaporoso vestido se encargaba de disimular, pareciendo etérea en aquel lugar de ruinas, digna de una foto en la portada de Lady Whistledown. Pero no podía estarse quieta, aún tenía la energía de siempre y la usaría mientras aún la tuviera. De cualquier modo, se preparó con toda la protección que encontró, en conjuros, rituales y objetos, todo lo que le ayudara a dejar más tranquila su imaginativa mente.
Mientras dirigía sus pasos al interior del recinto, tomada del brazo de su amado esposo, un par de plantas nativas llamaron su atención tuviendo que detenerse antes de seguir su camino hacia Leroy. Él había votado por la guerra en un suspiro, así que no era con quien quería pasar el tiempo a decir verdad. Prefería pasar tiempo con las plantas, así que se tomó todo el que quiso para, con cuidado, sacar la raíz y pasársela a uno de los guardias para que las resguardara por ella. En realidad ya tenía de esas, pero estaba retrasándo lo inevitable. Una vez enjuagó sus manos con un poco de agua, se dirigió hasta su compañero y le miró desde su altura con cuidado.- Este lugar guarda demasiada energía. Y no necesariamente de la buena.- Dijo con una suave sonrisa, que no se le notara que le tenía desconfianza.- ¿Tiene mucho aquí, Leroy? Nuestros compañeros tienen fama de ser un poco tardados, y los Pendragón de inoportunos, aunque puntuales a su manera...
Llegó al castillo de Tintagel escoltada por nada más y nada menos que el Teniente de la Guardia de Ouroboros en persona, o futuro Capitán según quisiera verse, tan guapo y uniformado como solo él podía. La presencia le facilitaría apoyo durante la ceremonia, y para sacarla de ahí de inmediato en caso de que fuera necesario. Tomó la mano del conductor que la ayudó a bajar del carruaje mágico que había tenido que conseguir, agradeciéndole el apoyo. Con siete meses de embarazo tenía que irse con cuidado pues cualquier tropiezo podía traer consecuencias; a pesar de que no sentía aparentar los siete meses, ciertamente era obvio que estaba embarazada aún cuando su vaporoso vestido se encargaba de disimular, pareciendo etérea en aquel lugar de ruinas, digna de una foto en la portada de Lady Whistledown. Pero no podía estarse quieta, aún tenía la energía de siempre y la usaría mientras aún la tuviera. De cualquier modo, se preparó con toda la protección que encontró, en conjuros, rituales y objetos, todo lo que le ayudara a dejar más tranquila su imaginativa mente.
Mientras dirigía sus pasos al interior del recinto, tomada del brazo de su amado esposo, un par de plantas nativas llamaron su atención tuviendo que detenerse antes de seguir su camino hacia Leroy. Él había votado por la guerra en un suspiro, así que no era con quien quería pasar el tiempo a decir verdad. Prefería pasar tiempo con las plantas, así que se tomó todo el que quiso para, con cuidado, sacar la raíz y pasársela a uno de los guardias para que las resguardara por ella. En realidad ya tenía de esas, pero estaba retrasándo lo inevitable. Una vez enjuagó sus manos con un poco de agua, se dirigió hasta su compañero y le miró desde su altura con cuidado.- Este lugar guarda demasiada energía. Y no necesariamente de la buena.- Dijo con una suave sonrisa, que no se le notara que le tenía desconfianza.- ¿Tiene mucho aquí, Leroy? Nuestros compañeros tienen fama de ser un poco tardados, y los Pendragón de inoportunos, aunque puntuales a su manera...
Asiaín Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Han sido días realmente terribles, pero el sufrimiento no es algo nuevo para él, por ese motivo tampoco es que le haya desviado realmente de lo que tocaba hacer... Entre esas cosas, asistir a la reunión con la gente de Ávalon, por ese motivo, ha ido apenas pudo.
Llegaría acompañado, puesto que, además de ir sobre el lomo de su querido Algos, también llegaba alguien volando en un dragón a su lado, Shyvanna, quien pudo fácilmente haber estado durmiendo todo este tiempo y no la culparía, la última vez estaba verdaderamente mal.
Pero en fin, los dragones no tuvieron mayor demora en hacerse ver descendiendo de entre las nubes al sitio acordado, Tintagel, un buen punto, al fungir como entrada secreta a Ávalon para los aliados y los propios pendragon.
Los dragones aterrizarían en la cercanía de lo que parecían ser dos descendientes, o al menos eso infiere, pues no los ha visto en la vida.
Normalmente Asiaín diría algo, pero se mantuvo en silencio y se limitó a observar sin expresión alguna en sus ojos, muy agotado como para pretender incluso, y sabe que no hace falta... Sí alguien debe iniciar esa conversación es el rey, y en ese momento no se encuentra ahí.
Llegaría acompañado, puesto que, además de ir sobre el lomo de su querido Algos, también llegaba alguien volando en un dragón a su lado, Shyvanna, quien pudo fácilmente haber estado durmiendo todo este tiempo y no la culparía, la última vez estaba verdaderamente mal.
Pero en fin, los dragones no tuvieron mayor demora en hacerse ver descendiendo de entre las nubes al sitio acordado, Tintagel, un buen punto, al fungir como entrada secreta a Ávalon para los aliados y los propios pendragon.
Los dragones aterrizarían en la cercanía de lo que parecían ser dos descendientes, o al menos eso infiere, pues no los ha visto en la vida.
Normalmente Asiaín diría algo, pero se mantuvo en silencio y se limitó a observar sin expresión alguna en sus ojos, muy agotado como para pretender incluso, y sabe que no hace falta... Sí alguien debe iniciar esa conversación es el rey, y en ese momento no se encuentra ahí.
Rosse McGonagall
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Rosse... Había tenido unos días difíciles... Había tenido qué usar leche de amapola para poder dormir como corresponde, porque de otro modo seguro que las pesadillas la hubieran estado despertando en todo momento, algunas de las cosas más horribles qué ha visto en sueños han sido esos días.
Es como si todos sus demonios hubiera despertado simultáneamente y decidido qué era hroa de empezar a joder.
Pero... Aún con todo eso, se prometió a sí misma qué no iba a olvidar qué es una descendiente, por mucho que esto la estuviera destruyendo, no cambiará de idea.
Por ese motivo es que decidió ir a la dichosa reunión, en ese sitio en ruinas, irónicamente apropiado, porque le parece que es una ruina de buenas a primeras un intento de razonar con los pendragon, definitivamente no se le ocurre un escenario donde eso peuda terminar bien, pero en fin, al menos hay que tratar, supone.
Hey, ¿Qué tal?
Saludó a los otros dos descendientes qué hay por ahí, y por supuesto, que esté intentando ser responsable no significa que deje de ser ella, por lo tanto, los saluda como si estuviera entrando al bar, pero al menos está ahí, ¿No?
Luego, observa al otro lado, y ve a los dragones, volviéndose obvio quienes están ahí... Aunque no conozca a ninguno de los dos que vino... Pero es jodidamente obvio quienes han de ser, así que se limita a verlos con una nada disimulada mueca de inquietud, solo espera qué no estalle un combate ahí mismo.
Es como si todos sus demonios hubiera despertado simultáneamente y decidido qué era hroa de empezar a joder.
Pero... Aún con todo eso, se prometió a sí misma qué no iba a olvidar qué es una descendiente, por mucho que esto la estuviera destruyendo, no cambiará de idea.
Por ese motivo es que decidió ir a la dichosa reunión, en ese sitio en ruinas, irónicamente apropiado, porque le parece que es una ruina de buenas a primeras un intento de razonar con los pendragon, definitivamente no se le ocurre un escenario donde eso peuda terminar bien, pero en fin, al menos hay que tratar, supone.
Hey, ¿Qué tal?
Saludó a los otros dos descendientes qué hay por ahí, y por supuesto, que esté intentando ser responsable no significa que deje de ser ella, por lo tanto, los saluda como si estuviera entrando al bar, pero al menos está ahí, ¿No?
Luego, observa al otro lado, y ve a los dragones, volviéndose obvio quienes están ahí... Aunque no conozca a ninguno de los dos que vino... Pero es jodidamente obvio quienes han de ser, así que se limita a verlos con una nada disimulada mueca de inquietud, solo espera qué no estalle un combate ahí mismo.
La primavera llenaba de poder a la tierra, la hacía fértil y manejable. Los días se hacían cada vez más largos y calurosos mientras las noches se hacían más cortas pero más tiempo del Astro Rey gobernando el cielo no le agregaba horas a las jornadas, y eso era precisamente lo que el joven maestro necesitaba para poder cumplir con todas sus responsabilidades. Dejar Ouroboros siempre le causó pesar y las ansias por volver las sentía desde la semana previa a partir pero fuera de la Isla Flotante los aguardaba la posibilidad de desligarse para siempre de los descendientes de los traidores, era una oportunidad que no podían desperdiciar ya que tenían la fuerza mental y espiritual para lograrlo.
Por participar en las operaciones en favor al rescate del Descendiente Da Vinci, se ganaron el honor de estar ante los Descendientes en persona, de otra manera la tarea diplomática habría recaído exclusivamente en la Guardia de Ouroboros. El viento le susurraba al oído palabras pronunciadas por sus antecesores, secretos que fueron olvidados antes de que las razas mortales nacieran. La realidad era que, en vez de estar utilizando sus conocimientos para nobles propósitos, como dar clases, estaban perdiendo el tiempo tratando de lograr la paz con gente que claramente buscaba la guerra, pero al menos quedaría escrito en los libros de historia que se intentó absolutamente todo para salvar a los descendientes de los traidores de la ambición que los consumiría.
El moreno era una extensión de la voluntad indomable de la naturaleza que podía limitarse a sentarse y observar pero no le deseaba aquel trágico desenlace a nadie así que estaba dispuesto a hacer el esfuerzo de reinsertarlos en la sociedad como magos y brujas de bien. Remontaba el viento cuando divisó un par de dragones y no dudó en activar el anillo Nenya que portaba para luego aterrizar sobre sus pies descalzos en el suelo rocoso. Se acercó a sus aliados mientras plegaba las alas del traje enterizo para volar uniéndolas a las caderas y al torso con botones de presión. -Si tienen algo que decir respecto al Tratado de Paz, éste es el momento para expresarlo.- Les habló alto y claro a los jinetes de dragones sin rodeos porque había que terminar con eso de una buena vez, estaba en su descanso para almorzar y pronto debía volver al trabajo. Por suerte consiguió un batido de frambuesa para llevar así que lo destapó y bebió un trago manteniendo la mirada en los magos de sangre, esperando su respuesta.
Anillo Nenya (preserva un enclave de forma mágica, puede proteger las fronteras de una región ante ciertas criaturas, orcos, trolls, goblins y dragones) activado.
Por participar en las operaciones en favor al rescate del Descendiente Da Vinci, se ganaron el honor de estar ante los Descendientes en persona, de otra manera la tarea diplomática habría recaído exclusivamente en la Guardia de Ouroboros. El viento le susurraba al oído palabras pronunciadas por sus antecesores, secretos que fueron olvidados antes de que las razas mortales nacieran. La realidad era que, en vez de estar utilizando sus conocimientos para nobles propósitos, como dar clases, estaban perdiendo el tiempo tratando de lograr la paz con gente que claramente buscaba la guerra, pero al menos quedaría escrito en los libros de historia que se intentó absolutamente todo para salvar a los descendientes de los traidores de la ambición que los consumiría.
El moreno era una extensión de la voluntad indomable de la naturaleza que podía limitarse a sentarse y observar pero no le deseaba aquel trágico desenlace a nadie así que estaba dispuesto a hacer el esfuerzo de reinsertarlos en la sociedad como magos y brujas de bien. Remontaba el viento cuando divisó un par de dragones y no dudó en activar el anillo Nenya que portaba para luego aterrizar sobre sus pies descalzos en el suelo rocoso. Se acercó a sus aliados mientras plegaba las alas del traje enterizo para volar uniéndolas a las caderas y al torso con botones de presión. -Si tienen algo que decir respecto al Tratado de Paz, éste es el momento para expresarlo.- Les habló alto y claro a los jinetes de dragones sin rodeos porque había que terminar con eso de una buena vez, estaba en su descanso para almorzar y pronto debía volver al trabajo. Por suerte consiguió un batido de frambuesa para llevar así que lo destapó y bebió un trago manteniendo la mirada en los magos de sangre, esperando su respuesta.
Anillo Nenya (preserva un enclave de forma mágica, puede proteger las fronteras de una región ante ciertas criaturas, orcos, trolls, goblins y dragones) activado.
Leroy Merlín
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Leroy se atusó la recortada y perfecta barba cuando escuchó llegar a Sofía, poniéndose en pie de manera presumida. Luego avanzó hacia ella, cerrando el libro que había estado leyendo. - En efecto, mi querida Dioscórides. Llevo aquí más tiempo del que estoy dispuesto a perder. Se supone que este tratado les interesa a ellos, no sé por qué tardan. Será por cobardes. - hizo un sonido de reproche, aunque al poco se vio interrumpido por los dragones y un peliblanco taciturno que debía ser de la familia Pendragon. A decir verdad no conocía en persona a ninguno de ellos, así que bien podía ser alguno de los hermanos. - ¿Y a ese qué le pasa? - cuchicheó con Sofía de manera disimulada mirando a Asiaín.
Saludó cordialmente a la joven Rosse cuando hizo su llegada, posicionándose junto a ella también por aquello de parecer un frente unido. Lo mismo hizo con Adael cuando llegó, dejando solísimo al muchacho pálido. - ¿Vienes solo o vendrá alguien más? ¿Podemos empezar ya con esto? - el tono era aparentemente educado, casi condescendiente. Luego se rio de manera jocosa al ver que Adael venía a reunirse con un batido de algo rosa, como si fuese un escolar de excursión. - Dale un poco a Rosse, que se la ve alicaída. ¿Hay noticias de los heridos en la batalla? - inquirió, refiriéndose a Jack y a Mei, principalmente.
Saludó cordialmente a la joven Rosse cuando hizo su llegada, posicionándose junto a ella también por aquello de parecer un frente unido. Lo mismo hizo con Adael cuando llegó, dejando solísimo al muchacho pálido. - ¿Vienes solo o vendrá alguien más? ¿Podemos empezar ya con esto? - el tono era aparentemente educado, casi condescendiente. Luego se rio de manera jocosa al ver que Adael venía a reunirse con un batido de algo rosa, como si fuese un escolar de excursión. - Dale un poco a Rosse, que se la ve alicaída. ¿Hay noticias de los heridos en la batalla? - inquirió, refiriéndose a Jack y a Mei, principalmente.
Shyvanna Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Había ido con Asiaín como parte de la llegada de los Pendragon, como líder de la Brigada, llevaba consigo no sólo a Artamir sino a cuatro dragones más sin jinete que estarían custodiando la seguridad de los hermanos. No confiaba en ninguno de los Descendientes y tampoco en Catherine, por mucho que insistieran en que sus decisiones y lo de Italia no fuera culpa suya.
Estaba obcecada.
Y aún más lamentaba no haber podido estar para ayudarlos cuando realmente la necesitaron. Y por ello también culpaba a la Descendiente invasora.
Al llegar vio que había una zona donde estaba una gran carpa y había una mesa con sillas enfrentadas, para ambos bandos asumió. Iba ataviada en sus ropas de cuero de batalla, no la armadura, pero tampoco usaba sus vaporosos y sexys vestidos. No le serviría, en ese instante estaba enfrentando aquello como un Consejo de Guerra, como lider de la brigada Blodhren. Suspiró quedamente al ver a Sofía allí, los demás eran unos imberbes. Uno de ellos ni siquiera le parecía familiar de lo que habían estudiado.
Avanzó junto a Asiaín en dirección a la mesa, contando los puestos y sin saber muy bien porqué un lado de la cabecera tenía una silla y el otro no. ¿Era para Wthyr? Contó los asientos para saber dónde tenía que ubicarse cuando un moreno habló y le siguió el otro. Shyvanna alzó sus ojos azules hacia ellos en el instante en el que se dio cuenta de que Artamir no podía seguir avanzando. ¿Hechizos de protección? Un leve gruñido abandonó sus labios, más animal que humano y dio un par de órdenes en lengua dragón para que las criaturas rodearan el lugar donde se encontraban justo en el límite de la protección del anillo.
-Ariel…- Dijo refiriéndose a Adael, pero le era tan poco importante que no recordaba su nombre con exactitud. Y la Rosa esa, pues era también poco interesante - Menudos modales- Luego miró al nuevo y ladeó la cabeza, estudiándolo -Esperaremos a los Reyes de Ávalon para iniciar las conversaciones. ¿Cuál es vuestra premura si habéis pedido, precisamente, esta semana de tiempo?- Inquirió sabiendo por Wthyr que había sido Rasputín el que sugirió tal detalle, pero justo en ese instante les dio la espalda porque realmente no le interesaba su respuesta y fue dirigiéndose a su asiento. Una vez allí desvió su mirada azul hacia Sofía y la descendió hasta su vientre, una rara emoción pasó por su mirada pero ni ella misma supo identificarla.
Estaba obcecada.
Y aún más lamentaba no haber podido estar para ayudarlos cuando realmente la necesitaron. Y por ello también culpaba a la Descendiente invasora.
Al llegar vio que había una zona donde estaba una gran carpa y había una mesa con sillas enfrentadas, para ambos bandos asumió. Iba ataviada en sus ropas de cuero de batalla, no la armadura, pero tampoco usaba sus vaporosos y sexys vestidos. No le serviría, en ese instante estaba enfrentando aquello como un Consejo de Guerra, como lider de la brigada Blodhren. Suspiró quedamente al ver a Sofía allí, los demás eran unos imberbes. Uno de ellos ni siquiera le parecía familiar de lo que habían estudiado.
Avanzó junto a Asiaín en dirección a la mesa, contando los puestos y sin saber muy bien porqué un lado de la cabecera tenía una silla y el otro no. ¿Era para Wthyr? Contó los asientos para saber dónde tenía que ubicarse cuando un moreno habló y le siguió el otro. Shyvanna alzó sus ojos azules hacia ellos en el instante en el que se dio cuenta de que Artamir no podía seguir avanzando. ¿Hechizos de protección? Un leve gruñido abandonó sus labios, más animal que humano y dio un par de órdenes en lengua dragón para que las criaturas rodearan el lugar donde se encontraban justo en el límite de la protección del anillo.
-Ariel…- Dijo refiriéndose a Adael, pero le era tan poco importante que no recordaba su nombre con exactitud. Y la Rosa esa, pues era también poco interesante - Menudos modales- Luego miró al nuevo y ladeó la cabeza, estudiándolo -Esperaremos a los Reyes de Ávalon para iniciar las conversaciones. ¿Cuál es vuestra premura si habéis pedido, precisamente, esta semana de tiempo?- Inquirió sabiendo por Wthyr que había sido Rasputín el que sugirió tal detalle, pero justo en ese instante les dio la espalda porque realmente no le interesaba su respuesta y fue dirigiéndose a su asiento. Una vez allí desvió su mirada azul hacia Sofía y la descendió hasta su vientre, una rara emoción pasó por su mirada pero ni ella misma supo identificarla.
Contenido patrocinado
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.