Mazmorras y zona subterránea de Ouroboros.
- info prueba:
DÍA 3 + DÍA 4 (pruebas fusionadas y continuas durante los dos días)
Usos alternativos de los poderes fuera del ámbito del combate. Enigmas, resolución de pruebas prácticas y situaciones de supervivencia. Los personajes que no hayan posteado en las anteriores pruebas serán eliminados directamente. Pueden formarse nuevos grupos a partir de aquí. Pueden eliminarse participantes en las pruebas de estos dos días.
Información
Lugar de desarrollo de las pruebas:
- Mazmorras y túneles subterráneos de Ouroboros
Descripción de las pruebas:
- Pruebas individuales
- Cada personaje tira dado de 20 (Tiran dado en este mismo tema poniendo "pruebas días 3+4") para saber a qué nivel debe acceder (cada nivel corresponde al lugar en el que deben obtener el objeto de cada Descendiente). Si un número ya ha salido se pasará al siguiente.
- Los objetos son trasladores que te sacan directamente al lugar de la prueba del último día, las montañas. Podrás utilizar el objeto que hayas conseguido, sólo para la última prueba. Después desaparecerán de nuevo.
¿Cómo se ganan los puntos?:
- Por resolver el enigma/pregunta/prueba práctica 2 puntos (serán diferentes, según personaje. Mientras los alteran mentalmente con miedos, visiones, etc). Si se quedan aquí bloqueados demasiados posts no obtienen los dos puntos.
- Dado de la suerte (10 caras): Tras resolver la prueba hay que llegar hasta el objeto que te haya tocado mientras tratas de sobrevivir a "algo" (opciones serán dadas por Admin). 1 punto
- Por llegar hasta el traslador y salir de la mazmorra: se ganarán 2 puntos extra si se resuelve la prueba completa máximo de 6 posts (post con coherencia y en condiciones, se entiende). No se ganarán si se excede de esa cantidad.
Las rejas de la mazmorra se abrieron para dar paso a la participante, cerrándose de manera estruendosa una vez que se adentra en el húmedo y verdoso túnel. Pronto comenzó a cambiar de manera progresiva, transformándose en el gran Coliseo de Roma. El rugir de mil personas podía escucharse tan fuerte como si fuese real, y todos coreaban su nombre. Una voz más sutil se hizo presente en la mente de Juliet, susurrándole. Mei ya estaba hurgando en su mente, buceando en sus recuerdos y pensamientos.
"Tenías mucho éxito en aquella época...tal vez en algún momento hayas echado de menos sentirte así de poderosa, aunque fueses una esclava. Tienes las manos manchadas de sangre..." la imagen del Coliseo se desvaneció lentamente, dando paso a otras vivencias de aquella época, momentos en los que tenía que complaces los deseos sexuales de otros. Mei sintió cierta vergüenza por estar viendo aquello, pero a la vez no podía negar que le gustaba cotillear y saber sobre los participantes, aunque algunos de los recuerdos fuesen escabrosos. "¿Alguna vez esperaste que alguien te salvase de aquello?" la pregunta quedó flotando en el aire antes de que todo se fundiese a negro.
"Pero nadie vino. Nadie te ayudó. Ni siquiera los que decían o dicen ser tu familia" se escuchó un sonido como de reproche, dejando que viese la ilusión de los rostros de sus padres, tal y como eran en su último recuerdo. No tardaron en dejar de mirarla, apartando la cara hacia otro lado. "De algún modo sigues pensando en ellos. Nunca los encontraste" la visión pasó a ser la de sus hermanos, que se alejaban de ella. Mei podía notar que no tenían apenas relación, no una relación fraternal. "Solitaria y desconfiada, así has sido durante mucho tiempo. ¿Lo sigues siendo?" cuestionó la voz, pasando a recuerdos más recientes. Esta vez se cebó con su encierro en la Alianza, haciéndole rememorar sus torturas como si de una película de su vida se tratase. Incluso trató de sugestionarla para hacerle sentir ese mismo dolor. La humana Blair apareció en escena para comunicarle su embarazo, mostrándole aquella ecografía con la que se podía escuchar el corazón del hijo que no llegó a nacer. "En realidad estás mejor sin él...o ella. En el fondo lo piensas. Que fue mejor así, que sería una carga. Aunque hayas llegado a culparte de aquello...prefieres estar como estás ahora. Eso no es malo" Mei se tomó la licencia de dar por sentada esa verdad, dando a entender que en el fondo Juliet no estaba tan disconforme con lo que había pasado de manera inevitable. Quería probar su fortaleza mental, hurgando en aquellos puntos débiles que podía tener. "Deberías acostumbrarte a la pérdida...también le perderás a él." materializó ante ella una tumba de piedra con el nombre de Reiv Black, como un recuerdo de la diferencia entre la vida de un dragón y la de un mago. Tras eso suspiró, desvaneciendo la tumba para materializar una puerta antigua de madera y una llave. No sabía si la había perturbado lo suficiente, pero al menos no tendría la cabeza al 100% para resolver el acertijo. "Podrás pasar para conseguir el objeto de Rosse McGonagall si resuelves correctamente el acertijo" hizo una breve pausa antes de hablar de nuevo, usando un tono de voz neutro.
"Un padre y su hijo viajan en su coche muggle y tienen un accidente grave. El padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia, para la que llaman a una eminencia médica. Pero cuando entra en el quirófano dice: "No puedo operarlo, es mi hijo". ¿Cómo se explica esto?"
Tranquila pero cautelosa entró a las mazmorras con pasos lentos. Trató de mantenerse alerta; mientras avanzaba no veía nada que le llamase la atención, excepto el sonido metálico de las puertas que se cerraban tras ella. Si se ponía a pensarlo, tenía aquello un cierto encanto; un toque conocido que se veía a la lejanía. Escuchaba un murmullo que se fue haciendo más y más grande mientras el escenario se transformaba. Su corazón empezó a latir con fuerza al compás que daba un rápido giro para encontrar a su oponente que aún no se encontraba en el campo, por lo que instintivamente puso una rodilla en el suelo y tomó en las manos un poco de arena. El corazón le palpitó de nuevo ante el tacto, soltándola de inmediato. Cuando su mirada se levantó ante las gradas, su rostro mostró el horror de verse en el peor de sus escenarios. Su nombre se oía fuerte y claro con el clamor de miles de voces. Su mente estaba paralizada en miedo aún cuando todo su cuerpo estaba preparado y certero para la batalla. Lista. Estaba lista. Una voz en su cabeza la sacó de aquel sopor, apagando un poco las voces del público.
Nunca.- Interrumpió en seco a la voz cuando terminó la primera oración, aunque bajando después la mirada a sus manos. Tenía razón sobre la sangre en sus manos... ¿lo tendría también sobre sus sentimientos? - Todo lo hice por sobrevivir.- Cuando levantó el rostro, el caliente sol se desvanecía junto al coliseo, llevándola del día a la noche. Dio un paso atrás, y otro, y otro hasta que topó con pared. Reconocía la sala, reconocía los sonidos y reconocía las escenas que pasaban frente a ella. Sabía como salir de ahí; había una puerta y un pasadizo, solo tenía que salir corriendo, pero el cuerpo dejó de responderle mientras veía la escena con los ojos cristalizados, como una experiencia extracorporal; misma chica muy joven, ingenua, exótica a ojos de otros que crecía de a poco, casi nada, mientras los actos se volvían rápidamente más violentos y perversos. Más de lo que pudo haber imaginado. De sus ojos ya caía una lágrima en silencio por aquella chica a la que una vez más no hizo nada por salvar de su cruel destino. Más cruel era el abrir puertas que ya había sellado a punta de golpes en el pecho. Negó rápidamente cerrando los ojos. Una vez más se mentía a sí misma tratando de mantener cerradas las puertas que contenían sus malos recuerdos. La penumbra le trajo alivio, pero no fue duradero.
¡Papá! ¡Mamá! - Caminó hacia ellos con prisa, pero la distancia simplemente no se hacía más corta. Un dolor punzante en el pecho le hizo llevarse las manos al corazón mientras las lágrimas finalmente rodaban por sus mejillas libremente. La imagen era aún más vívida de lo que les recordaba. Después de tanto tiempo por fin podía ver sus rostros con una claridad que se había desvanecido con los años. Casi pudo sentir en el cuerpo el abandono como un frío que le recorría la piel. Y luego estaban ellos. Ahora que volvía a recordar el rostro de su padre no podía dejar de ver sus rasgos en ellos dos. No había más manera de negarlo. La rabia estaba comenzando a correr por sus venas.
¿Pero qué es esta prueba? - Gimoteó mientras trataba de hacer sus sollozos más cortos, más tranquilos ahora que sentía un respiro. Sus hermanos solo le producían indiferencia... Si tan solo tuviera un segundo más para pensar, unos más para darle sentido a todo, pero cada momento estaba plagado de recuerdos o lleno con su voz. ¿Qué esperaban? ¿Que deshiciera en un solo día a todos sus demonios? Solo un segundo de calma requería para poder poner en orden sus ideas; para poder bloquear sus sentimientos como solía hacer y volver a fingir que nada pasaba. Pero volvía aquella voz que nunca había escuchado antes... Solitaria. Desconfiada. ¿Lo seguía siendo?
No. Ya no. - Respondió con voz firme, pero su convicción no era tal. Ahora tenía amistades como Leila y Kyllian... ¿no? No. Ellos se habían acercado por su amistad con Reiv y Juliet se había dedicado a tratar de alejarlos. Silenciosa con todos los que no eran de su círculo minúsculo. ¿Cuánto tiempo tenía en Londres? ¿Tres años? Tanto tiempo ya sin huir y no había ni siquiera podido terminar de desempacar en un sitio. Sin amigas.- Quizás si, pero... - No logró encontrar una excusa resistente para cuando el escenario cambió. Ahora en vez de tristeza profunda sentía una rabia difícil de controlar. Al menos hasta que vio a Blair y algo de paz le trajo. Ya estaba muerta, ya nada importaba con ella. Y, sin embargo, las incógnitas seguían. El dolor de las torturas humanas le hizo doblarse aguantando un grito. Aquello, todo, era solo mental. No había manera de que fuera real. Sin embargo, cuando el dolor cesó y se escuchó el latido de un corazón pequeño y acelerado, algo dentro se quebró; algo que ya estaba sellado y que sentía haber superado. Él o ella... incluso la voz se burlaba de sus desgracias, de que nunca sabría cómo llamarle y de su propia culpa. Se había metido demasiado en la ilusión y lo supo cuando sus brazos rodearon sus hombros, tratando de mantenerse en una pieza mientras sollozaba en silencio. Debía admitir que en medio de la guerra estar embarazada era una debilidad, pero sabía que su conformidad con aquellos macabros hechos tenía más que ver con su incapacidad de involucrarse sentimentalmente; con lo mala madre que sería.
Tenía que encontrar una manera de salir, de detener todo aquello. Ya no había desgracias en su vida si veía en perspectiva, al menos nada después de eso último. A menos que quisiera repetir una y otra vez en bucle hasta quebrarla era todo lo que tendría que resistir. Sin embargo, aquella epifanía.- ¿Qué? - Preguntó cuando el corazón se le aceleró con sorpresa. Su cuerpo reaccionó antes, pues en un instante estaba de rodillas sobre aquella lápida con una mano en aquel nombre y la otra deteniendo en su boca los sollozos. Todo su cuerpo temblaba con la que sería la materialización del más grande de sus miedos. Por eso había tratado de alejarse una y otra vez, porque todo el amor que dio; a sus padres, a aquel hombre, a él; todo volvía en su contra y se convertía en cenizas y debilidad. Por eso no se involucraba, por eso se mantenía al margen, callada, por eso no quería amigos ni familia ni gente cercana: porque la pérdida parecía ser un destino en su vida y porque no era tan dura como quería aparentar, su corazón era blando y sensible cuando se penetraba la coraza. Su punto de quiebre finalmente había llegado.- ¡¿Cuál es la maldita prueba?! - Gritó con rabia golpeando el suelo. De algún modo sentía que ya había perdido.
Cuando logró abrir los ojos, la tumba ya no estaba y, en su lugar, se había erigido una puerta de madera con una llave. ¿La conocía? No la recordaba, no era algo de sus pensamientos. La voz habló de nuevo mientras trataba de contener sus emociones. ¿Un acertijo? Se limpió el rostro con el dorso de ambas manos, tratando de controlarse lo mejor que pudo. "Lo mejor que haces es ocultar lo que sientes y hacer como que no pasa nada. Eso hace falta ahora." Pensó para sí misma recordando la manera en que lidiaba con todo lo que le causaba dolor.
Esperó a que la voz estuviera lista para hablar. Al iniciar la oración tomó una bocanada de aire que no duró mucho en sus pulmones. Salió en forma de bufido pues la primer parte del acertijo tenía que ver con un padre y un hijo... Reiv y... No. Volver a esos recuerdos le hizo volver a perder la compostura. Solo tenía que escuchar el acertijo. Solo eso. Grabárselo. Grabárselo, respirar y... El padre muere. Los sollozos amenazaban con volver a salir, parecía que se regocijaba con eso. La imagen mental de Reiv la cambió por la de un hombre cualquiera, tratando de desasociar el recuerdo.
Un padre y un hijo viajan en un coche. - Se repitió la oración en voz alta porque de otro modo sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.
Tienen un accidente. Los dos
El padre muere y el hijo requiere una operación. Una operación de emergencia. - Hasta ahí lo entendía todo, ¿pero y si era un juego de palabras? Estaba perdida, no se había aprendido la oración tal cual. Sigue adelante, solo continua...
Llaman a una eminencia médica.- ¿Qué es eminencia? Maldita sea con las palabras complicadas. Debe ser como... un muy buen doctor para la operación complicada, ¿no? Sí, necesitan a alguien que pueda operarlo, son muggles.
No puede operarlo, es su hijo...- Un padre y un hijo. El padre muere. Sollozó pensando de nuevo en Reiv. ¿Iba a poder concentrarse? Un padre y un hijo. El hijo necesita un doctor. Pero dice...
No puedo operarlo, es mi hijo...- ¿Padre adoptivo? ¿Qué otra clase de padres hay? ¿Uno era el biológico y uno el...? ¿No son padres también los de las iglesias? Pero... Pero si es tu hijo tu querrías estar ahí, para asegurarte que todo saldrá bien. Cuando Reiv estuvo no lo dejé ni un momento. Pero sí estuvo con los nervios a flor de piel y temblando en todo momento.
No puedo operarlo...- ¿Volvió en modo fantasma, vampiro, como Sirius? Si lo opera querrá beber su sangre. ¿Pero sigue siendo su padre? Él le llama padre. Reiv le llama padre. Un padre y su hijo... La imagen de Reiv volvió a su mente. Si Reiv...
Es mi hijo...- El sonido de un alfiler cayendo apareció en su memoria, como si algo se hubiera acomodado en su lugar. Si fuera Reiv y... Entonces... Yo querría estar ahí para ver que todo saliera bien. Y sin embargo ya estaba sollozando de solo imaginar que el padre moría. [i]¿Por eso no puedo operarlo?- No puedo operarlo, es mi hijo...- Entre las opciones que tenía, del padre volviendo en modo vampiro y siendo ella el médico, la segunda era más descabellada. Pero ella sabía sanar, no operar, pero sí sanar y con todas las cosas que había visto antes; sus padres, sus hermanos, la muerte de Reiv y su hijo no nacido... todo era una invitación para llevarla al borde del abismo y hacerla saltar.- Tienen una manera muy sádica de hacer sus pruebas.- Susurró, volviendo a limpiarse el rostro con las manos, levantándose con mucha lentitud, sintiéndose exhausta de tantas emociones. Con la mirada en el piso, la cabeza gacha, comenzó a dar la solución que creyó adecuada.- La médica es la madre del niño. No puede operarlo porque... porque... sería muy difícil para ella verlo en ese estado.
Esperó un segundo antes de llevar su mano a la llave, girándola y después empujando la puerta con todo el peso de su cuerpo.
Nunca.- Interrumpió en seco a la voz cuando terminó la primera oración, aunque bajando después la mirada a sus manos. Tenía razón sobre la sangre en sus manos... ¿lo tendría también sobre sus sentimientos? - Todo lo hice por sobrevivir.- Cuando levantó el rostro, el caliente sol se desvanecía junto al coliseo, llevándola del día a la noche. Dio un paso atrás, y otro, y otro hasta que topó con pared. Reconocía la sala, reconocía los sonidos y reconocía las escenas que pasaban frente a ella. Sabía como salir de ahí; había una puerta y un pasadizo, solo tenía que salir corriendo, pero el cuerpo dejó de responderle mientras veía la escena con los ojos cristalizados, como una experiencia extracorporal; misma chica muy joven, ingenua, exótica a ojos de otros que crecía de a poco, casi nada, mientras los actos se volvían rápidamente más violentos y perversos. Más de lo que pudo haber imaginado. De sus ojos ya caía una lágrima en silencio por aquella chica a la que una vez más no hizo nada por salvar de su cruel destino. Más cruel era el abrir puertas que ya había sellado a punta de golpes en el pecho. Negó rápidamente cerrando los ojos. Una vez más se mentía a sí misma tratando de mantener cerradas las puertas que contenían sus malos recuerdos. La penumbra le trajo alivio, pero no fue duradero.
¡Papá! ¡Mamá! - Caminó hacia ellos con prisa, pero la distancia simplemente no se hacía más corta. Un dolor punzante en el pecho le hizo llevarse las manos al corazón mientras las lágrimas finalmente rodaban por sus mejillas libremente. La imagen era aún más vívida de lo que les recordaba. Después de tanto tiempo por fin podía ver sus rostros con una claridad que se había desvanecido con los años. Casi pudo sentir en el cuerpo el abandono como un frío que le recorría la piel. Y luego estaban ellos. Ahora que volvía a recordar el rostro de su padre no podía dejar de ver sus rasgos en ellos dos. No había más manera de negarlo. La rabia estaba comenzando a correr por sus venas.
¿Pero qué es esta prueba? - Gimoteó mientras trataba de hacer sus sollozos más cortos, más tranquilos ahora que sentía un respiro. Sus hermanos solo le producían indiferencia... Si tan solo tuviera un segundo más para pensar, unos más para darle sentido a todo, pero cada momento estaba plagado de recuerdos o lleno con su voz. ¿Qué esperaban? ¿Que deshiciera en un solo día a todos sus demonios? Solo un segundo de calma requería para poder poner en orden sus ideas; para poder bloquear sus sentimientos como solía hacer y volver a fingir que nada pasaba. Pero volvía aquella voz que nunca había escuchado antes... Solitaria. Desconfiada. ¿Lo seguía siendo?
No. Ya no. - Respondió con voz firme, pero su convicción no era tal. Ahora tenía amistades como Leila y Kyllian... ¿no? No. Ellos se habían acercado por su amistad con Reiv y Juliet se había dedicado a tratar de alejarlos. Silenciosa con todos los que no eran de su círculo minúsculo. ¿Cuánto tiempo tenía en Londres? ¿Tres años? Tanto tiempo ya sin huir y no había ni siquiera podido terminar de desempacar en un sitio. Sin amigas.- Quizás si, pero... - No logró encontrar una excusa resistente para cuando el escenario cambió. Ahora en vez de tristeza profunda sentía una rabia difícil de controlar. Al menos hasta que vio a Blair y algo de paz le trajo. Ya estaba muerta, ya nada importaba con ella. Y, sin embargo, las incógnitas seguían. El dolor de las torturas humanas le hizo doblarse aguantando un grito. Aquello, todo, era solo mental. No había manera de que fuera real. Sin embargo, cuando el dolor cesó y se escuchó el latido de un corazón pequeño y acelerado, algo dentro se quebró; algo que ya estaba sellado y que sentía haber superado. Él o ella... incluso la voz se burlaba de sus desgracias, de que nunca sabría cómo llamarle y de su propia culpa. Se había metido demasiado en la ilusión y lo supo cuando sus brazos rodearon sus hombros, tratando de mantenerse en una pieza mientras sollozaba en silencio. Debía admitir que en medio de la guerra estar embarazada era una debilidad, pero sabía que su conformidad con aquellos macabros hechos tenía más que ver con su incapacidad de involucrarse sentimentalmente; con lo mala madre que sería.
Tenía que encontrar una manera de salir, de detener todo aquello. Ya no había desgracias en su vida si veía en perspectiva, al menos nada después de eso último. A menos que quisiera repetir una y otra vez en bucle hasta quebrarla era todo lo que tendría que resistir. Sin embargo, aquella epifanía.- ¿Qué? - Preguntó cuando el corazón se le aceleró con sorpresa. Su cuerpo reaccionó antes, pues en un instante estaba de rodillas sobre aquella lápida con una mano en aquel nombre y la otra deteniendo en su boca los sollozos. Todo su cuerpo temblaba con la que sería la materialización del más grande de sus miedos. Por eso había tratado de alejarse una y otra vez, porque todo el amor que dio; a sus padres, a aquel hombre, a él; todo volvía en su contra y se convertía en cenizas y debilidad. Por eso no se involucraba, por eso se mantenía al margen, callada, por eso no quería amigos ni familia ni gente cercana: porque la pérdida parecía ser un destino en su vida y porque no era tan dura como quería aparentar, su corazón era blando y sensible cuando se penetraba la coraza. Su punto de quiebre finalmente había llegado.- ¡¿Cuál es la maldita prueba?! - Gritó con rabia golpeando el suelo. De algún modo sentía que ya había perdido.
Cuando logró abrir los ojos, la tumba ya no estaba y, en su lugar, se había erigido una puerta de madera con una llave. ¿La conocía? No la recordaba, no era algo de sus pensamientos. La voz habló de nuevo mientras trataba de contener sus emociones. ¿Un acertijo? Se limpió el rostro con el dorso de ambas manos, tratando de controlarse lo mejor que pudo. "Lo mejor que haces es ocultar lo que sientes y hacer como que no pasa nada. Eso hace falta ahora." Pensó para sí misma recordando la manera en que lidiaba con todo lo que le causaba dolor.
Esperó a que la voz estuviera lista para hablar. Al iniciar la oración tomó una bocanada de aire que no duró mucho en sus pulmones. Salió en forma de bufido pues la primer parte del acertijo tenía que ver con un padre y un hijo... Reiv y... No. Volver a esos recuerdos le hizo volver a perder la compostura. Solo tenía que escuchar el acertijo. Solo eso. Grabárselo. Grabárselo, respirar y... El padre muere. Los sollozos amenazaban con volver a salir, parecía que se regocijaba con eso. La imagen mental de Reiv la cambió por la de un hombre cualquiera, tratando de desasociar el recuerdo.
Un padre y un hijo viajan en un coche. - Se repitió la oración en voz alta porque de otro modo sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.
Tienen un accidente. Los dos
El padre muere y el hijo requiere una operación. Una operación de emergencia. - Hasta ahí lo entendía todo, ¿pero y si era un juego de palabras? Estaba perdida, no se había aprendido la oración tal cual. Sigue adelante, solo continua...
Llaman a una eminencia médica.- ¿Qué es eminencia? Maldita sea con las palabras complicadas. Debe ser como... un muy buen doctor para la operación complicada, ¿no? Sí, necesitan a alguien que pueda operarlo, son muggles.
No puede operarlo, es su hijo...- Un padre y un hijo. El padre muere. Sollozó pensando de nuevo en Reiv. ¿Iba a poder concentrarse? Un padre y un hijo. El hijo necesita un doctor. Pero dice...
No puedo operarlo, es mi hijo...- ¿Padre adoptivo? ¿Qué otra clase de padres hay? ¿Uno era el biológico y uno el...? ¿No son padres también los de las iglesias? Pero... Pero si es tu hijo tu querrías estar ahí, para asegurarte que todo saldrá bien. Cuando Reiv estuvo no lo dejé ni un momento. Pero sí estuvo con los nervios a flor de piel y temblando en todo momento.
No puedo operarlo...- ¿Volvió en modo fantasma, vampiro, como Sirius? Si lo opera querrá beber su sangre. ¿Pero sigue siendo su padre? Él le llama padre. Reiv le llama padre. Un padre y su hijo... La imagen de Reiv volvió a su mente. Si Reiv...
Es mi hijo...- El sonido de un alfiler cayendo apareció en su memoria, como si algo se hubiera acomodado en su lugar. Si fuera Reiv y... Entonces... Yo querría estar ahí para ver que todo saliera bien. Y sin embargo ya estaba sollozando de solo imaginar que el padre moría. [i]¿Por eso no puedo operarlo?- No puedo operarlo, es mi hijo...- Entre las opciones que tenía, del padre volviendo en modo vampiro y siendo ella el médico, la segunda era más descabellada. Pero ella sabía sanar, no operar, pero sí sanar y con todas las cosas que había visto antes; sus padres, sus hermanos, la muerte de Reiv y su hijo no nacido... todo era una invitación para llevarla al borde del abismo y hacerla saltar.- Tienen una manera muy sádica de hacer sus pruebas.- Susurró, volviendo a limpiarse el rostro con las manos, levantándose con mucha lentitud, sintiéndose exhausta de tantas emociones. Con la mirada en el piso, la cabeza gacha, comenzó a dar la solución que creyó adecuada.- La médica es la madre del niño. No puede operarlo porque... porque... sería muy difícil para ella verlo en ese estado.
Esperó un segundo antes de llevar su mano a la llave, girándola y después empujando la puerta con todo el peso de su cuerpo.
Mei siguió atentamente cada gesto de Juliet, cada palabra, cada pensamiento que cruzaba por su mente. Fue testigo de su creciente ansiedad frente a cada situación que se le presentaba, y se sintió ciertamente sorprendida de que justificase los asesinatos cometidos por la supervivencia. Al fin y al cabo era su modo de protegerse, su armadura. Supo que acertó sobre sus sentimientos en referencia a la pérdida del que pudo ser su hijo, la hizo darse cuenta de que en el fondo había sido un alivio perderlo. " A veces sólo nos damos cuenta de lo que queremos cuando lo confrontamos directamente, sin rodeos, sin medias tintas. Lo que estás viendo es lo que eres, debes conocerte a ti misma para actuar y vivir en consecuencia. " la escena de la tumba la descolocó lo suficiente como para perturbarla en el acertijo, hasta tal punto que acabó relacionándolo con Reiv aunque aquello no tuviese nada que ver con él. La mente le estaba jugando una mala pasada.
La Descendiente habría asentido casi a cada paso del razonamiento lógico de Juliet, el proceso estaba siguiendo su curso incluso con la asociación mental que hacia para ella misma. "Yo no llamaría sádico a esto, Juliet. Es simple lógica. Eres tú la que lo llenas de contenido...al igual que tus recuerdos. No los he creado yo, ya existían. Y lo otro...es lo que pasará tarde o temprano, y lo sabes. Un dragón puede vivir durante muchos siglos, los de mi raza...un par de ellos." intentó distraerla mientras razonaba, aunque al final consiguió dar con la respuesta. Una breve risa triunfal se escuchó en la cabeza de Juliet. "Es correcto, era un acertijo sencillo, ¿no?. Es curioso que mucha gente no sea capaz de asociar eminencia médica a mujer...que piensen automáticamente en que tiene que ser hombre. Enhorabuena, puedes seguir adelante" la ilusión se desvaneció en cuanto Juliet metió la llave en la cerradura de la puerta, que se abrió para dar paso de nuevo al pasillo anterior. Al final de dicho pasillo había un pedestal con una brillante piedra canalizadora, el objeto de McGonagall. Sólo tenía que recorrer lo que quedaba de camino...y superar una última prueba.
- dado opciones:
- Dado de la suerte (10 caras): Tras resolver la prueba hay que llegar hasta el objeto que te haya tocado mientras tratas de sobrevivir a "algo" (opciones serán dadas por Admin)
1. Piedra rodante
2. Fuego
3. Arañas gigantes
4. Inferis
5. Paredes se estrechan con pinchos
6. Ceguera temporal
7. Se llena todo de agua
8. Cerbero
9. Hechizo de dolor
10. Arenas movedizas
Tira el dado y rolea acorde a la dificultad que te haya salido. Puede encontrar el objeto en este post y salir, o puede encontrarlo al siguiente, a elección.
La prueba había sido dificil. Anímicamente no estaba en la mejor disposición, pero cuando entró de nuevo al pasillo por el que había llegado supo entonces que la prueba aún no había terminado. No había conseguido el objeto en lo anterior, solo la llave de la puerta. ¿Aún estaba a tiempo?
Se dedicó a mirar a su alrededor hasta que un objeto brillante al final del largo corredor atrapó su atención. Apenas era un resplandor, pero era lo suficientemente brillante como para saber que aquel era el objeto.
En un chirrido interesante, las paredes comenzaron a cerrarse, creciendo pinchos del concreto en un largo pasadizo que era casi imposible de recorrer como humanos. Comenzó a correr de inmediato, dándose cuenta de que la velocidad con la que se cerraban las paredes sería suficiente para aplastarla a la mitad. Y decían que no eran sádicos... Llenó el suelo de hielo y comenzó a deslizarse sobre él, mas este comenzó a resquebrajarse de las orillas a medida que las paredes se acercaban. Tampoco llegaría y el hielo sería incluso otro obstáculo.
No lo pensó mucho más. Tras convertirse en dragón, por una vez en la vida agradeció ser de los pequeños. No voló, pues las paredes ya estaban muy cerca, pero sus pisadas eran mucho más grandes que en su forma humana y llegó con prontitud al fondo de la sala. Volvió a regresar a su forma natural cuando estuvo cerca del amuleto, justo a tiempo para tomarlo y desaparecer por completo de aquel horrible calabozo.
Se dedicó a mirar a su alrededor hasta que un objeto brillante al final del largo corredor atrapó su atención. Apenas era un resplandor, pero era lo suficientemente brillante como para saber que aquel era el objeto.
En un chirrido interesante, las paredes comenzaron a cerrarse, creciendo pinchos del concreto en un largo pasadizo que era casi imposible de recorrer como humanos. Comenzó a correr de inmediato, dándose cuenta de que la velocidad con la que se cerraban las paredes sería suficiente para aplastarla a la mitad. Y decían que no eran sádicos... Llenó el suelo de hielo y comenzó a deslizarse sobre él, mas este comenzó a resquebrajarse de las orillas a medida que las paredes se acercaban. Tampoco llegaría y el hielo sería incluso otro obstáculo.
No lo pensó mucho más. Tras convertirse en dragón, por una vez en la vida agradeció ser de los pequeños. No voló, pues las paredes ya estaban muy cerca, pero sus pisadas eran mucho más grandes que en su forma humana y llegó con prontitud al fondo de la sala. Volvió a regresar a su forma natural cuando estuvo cerca del amuleto, justo a tiempo para tomarlo y desaparecer por completo de aquel horrible calabozo.
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