Sanguis Ligno

Oh, pero mirar a la muchachita con su gran tatuaje. Se preguntó la técnica con la que fue hecho. ¿Implantado con magia sin dolor? ¿O la otra? Mmm…Quizás la mujer tenía un par de cositas que contar. Miró hacia Ixión cuando habló sobre su vestido, sonriendo de lado -¿Y tú? ¿Dónde lo buscas? - Preguntó alzando la ceja lentamente antes de volver su vista, manteniendo el gesto que él le había hecho. Volvió a mirarle riéndose un poco pero no de forma muy estridente o quién sabría lo que dirían las sacerdotisas.

Quizás no era fetch.

-Oh…Bueno, no dudes que los Pendragon te encontrarán reemplazo rápido- Le advirtió sin mirarlo, observando la ceremonia con aburrimiento.  Ahora venía la parte de la sangre. Se notaba la inexperiencia de la chica con la daga pero no veía demasiado mal los trazos. A fuerza de determinación quizás. Todo continuó, intercambiaron los votos y ni un besito. Las muestras de contacto eran escasas, notó Freyja. Menudo matrimonio arreglado. Algo muy Wthyr, sin duda. Se rió para sí misma y se incorporó después de que la pareja se retirara hacia la ceremonia del Cielo, como le llamaban los Pendragon.

Freyja, con su clan, se dirigió al amplio jardín que había sido adecentado para la ceremonia con tanta premura que le sorprendió lo agradable que era a la vista.  Había alguien a quien había visto de refilón en la ceremonia a quien le apetecía molestar un poco. No tendría esa oportunidad en otro momento así que se volvió invisible un momento y se movió a través del grupo con tranquilidad, esquivando a la gente gracias a sus reflejos guerreros y llegó hasta donde estaba Giordano.

-¿Sabes? Dicen que Viggo te manda saludos desde el Helheim- Una risa seca y ligeramente cruel dio paso a la formación del fornido cuerpo de la vikinga. Sus ojos, dispares en colores, y resaltados por su maquillaje de guerra se deslizaron por el cuerpo del mago con curiosidad -Esas alas te sirvieron para bien, dicen…No estuve allí para juzgarlo- Mencionó para luego cruzarse de brazos- Tienen un nombre para ti, entre nosotros- Sonrió de lado.

Entonces Wthyr volvió y se giró hacia él para escuchar aquello de la comida. El olor a hipogrifo le hizo agua la boca pero la mesa de los "familiares" de la novia no era su lugar y, seguro, lo tomaban como ofensa así que se fue hasta la mesa contigua para sentarse a comer. Con el estómago lleno de carne y cerveza se podía hablar mejor.

OFF: Interactúa con Ixión y  Giordano

Para efectos generales, la boda no salió tan mal como esperaba. Contuvo sin pensarlo el aliento hasta que el árbol terminó por no arrastrar a Catherine al abismo. Aún así, la chica amenazaba con desmayarse en cualquier momento. Parecía que la sangre no era lo suyo y terminaría como estúpida ante los vasallos si caía inconsciente durante el ritual. Se tuvo que frotar las sienes para tratar de contener la inquietud que le estaba molestando. Le resultaba desafortunado tener que ceder el lugar con el Consejo y conformarse con ella, ahora que todos parecían ser inútiles a ojos de los Descendientes. Cuando las palabras estuvieron dichas y los rituales estuvieron hechos, siguió la procesión junto a sus hermanos detrás de Wthyr para comenzar con la tradición aérea. Después de Wthyr, ella fue de las primeras en montar, pues a diferencia de sus hermanos, ella mantenía cerca a su dragón compañero. Con gracia y agilidad, subió hasta su espacio habitual a lomos de Ares y subieron en el aire.

Era la parte que más disfrutaba de las bodas; el alejarse de todo mundo y volar. Aunque el aire seguía frío, aquello no detenía nunca a los descendientes de dragones. Cuando todos comenzaron a descender, ella lo hizo al último, estirando tanto como pudo el momento y terminó por bajar a regañadientes. En la mesa principal, Ares no la acompañaba, así que pronto y discreto, como siempre, se alejó hasta otras mesas prudentemente colocadas. Fue entonces cuando se acercó a la pareja. Abrazó a su hermano y le dejó un beso en la mejilla, algo que nunca hacía, y luego se plantó frente a Catherine. Había ciertos... rumores de la frigidez de la morena que quería comprobar por sí misma.- Hoy he ganado una hermana más, bienvenida a la familia.- Expresó con un tono que cualquiera habría dicho sincero antes de abrazarla y darle el beso de Judas en la mejilla y alejarse hacia su lugar para sentarse. No tardó en llenarse la copa y brindar mientras calculaba lo que Catherine Le Fay duraría entre ellos. Si tenía que apostar, diría que más bien poco.

Lo que restó de la ceremonia, lo tuvo que vivir aferrada a Matvey y a Giordano. Pasaba del brazo de uno al otro tratando, disimulando en melancolía la necesidad de vomitar. Ahora entendía que el olor tan particular que emitía el árbol no era otra cosa más que sangre. Había sangre en todo, en todos sus rituales, en todas sus tonterías. Había sangre inmiscuida en cada pequeño detalle. Y en aquel momento, la sangre parecía abandonarle el cuerpo. De haber tenido algo en el estómago lo habría vomitado, por lo que simplemente agradeció que sus compañeros fueran tan altos y fuertes que podía refugiarse en ellos con facilidad. ¿Cuánto tiempo les faltaba? Necesitaba dormir, debía descansar, estaba en su límite, pero aún debía rendir un poco más. Cuando los invitados se mantuvieron atentos al último sello del ritual y a las hojas que caían del árbol, aprovechó para beber una dosis más de poción. El malestar la abandonó casi de inmediato y pudo atender el resto de la ceremonia sin tantos sobresaltos. Al menos ya no preocuparía a sus compañeros. Se tomó del brazo de ambos, uno por cada lado y acompañó como se debía al cortejo nupcial, observando el vuelo de los dragones con la sensación de que cien ojos la vigilaban mientras se alejaba del árbol dándole la espalda. Le bastó un momento para entender que aquel enorme ser no saldría de su vida tan pronto como lo hubiera deseado y se concentró de nuevo en entregarle su energía, pero una vez más no hubo respuesta. No quería recibirla.

A medida que se alejaba poco a poco de aquel lugar, la tensión disminuía, pero parecía que no iba a dejarla libre por lo que restaba del viaje. Tras ver a los dragones despegar, caminaron en dirección a los jardines con el resto de los invitados.

Mientras atravesaban el espacio, la voz escabrosa de cierta mujer llegó a sus oídos. No estaba tan lejos de Giordano, y no era precisamente discreta, por lo que pudo entender sus palabras. Sin embargo, tenía demasiadas preguntas al respecto que no pudo externar. Cuando, gracias al cielo, llegaron a sentarse a la mesa de los novios, pudo por fin beber un poco de agua y refrescarse, optimizando el efecto de la poción al distribuirla a sus células con mayor facilidad. Esperó a que se hicieran las felicitaciones a los novios para dar las propias, aunque volvió a su asiento en seguida.

¿Catherine? ¿Necesitas ayuda para lavarte la sangre?

Preguntó mentalmente pues se sentía verdaderamente preocupada de la palidez que había visto en la chica durante los últimos minutos del ritual. Además, estaba preocupada por otra cosa y solo ella, que no había estado vendada de los ojos durante el camino, sabría a ciencia cierta qué habrían atravesado al llegar.

¿Crees que aquí no lleguen los Patronus?

Comenzaba a preocuparse de no haber tenido respuesta de Vicious, pero a decir verdad, si el patronus llegó durante la madrugada, lo más probable era que lo hubiera olvidado, así que decidió no insistirle. No quería preocuparle.

¿Tenía que estar sucia toda la noche? Le miró con una ceja arqueada y soltó algo práctico -No voy a comer con las manos manchadas de tu sangre, Wthyr- Especificó porque la sola idea de llevarse aunque sea la copa a los labios con aquellos dedos ensagrentados le daba un profundo asco. Pero al menos ya su sangre no estaba cayendo por el piso ni manchando su vestido, observó el delicado pedazo de ropa que llevaba y que le había prestado Sofía, torció el gesto porque seguro que la pelirroja iba a regañarla.

Esta vez, a diferencia de en Ouroboros, Wthyr la ayudó a subir lo que la sorprendió un poco pero con el vestido que llevaba necesitaba de ello. Acomodó el exceso de tela hacia un lado notando cómo caía y la distancia que la separaba del suelo pero entonces el Pendragon volvió a hacer eso de… acercársele demasiado y Catherine tensó un poco los labios, notando el toque de sus dedos en la piel cuando apartó su cabello y el movimiento de después, encerrándola con su cuerpo. Nunca se había sentido tan pequeña como en ese momento pero mantuvo el silencio, lo soportó porque cuando emprendieron el vuelo el aire frío le atravesaba el vestido hasta metérsele en los huesos. Habría empezado a tiritar si no hubiese tenido una fuente de calor tras ella y… Bueno…Entre las piernas: Smaug. Observó Avalon apreciando la grandeza de la isla, los bordes y cómo la neblina parecía difuminar el límite de la isla. Era un lugar grande y de vez en cuando, atravesando alguna nube, podría ver la influencia de los otros linajes que vivían allí -La magia- Murmuró en respuesta a lo de desmayarse -¿No la sentiste? Me costó mucho mantenerla a raya y no…Dejarla encontrar alivio. Continúo así…- Explicó, porque el zumbido estaba allí. Bajo, esperando sólo un guiño de ojo para explorar…Y entonces…

-Quedémonos un poco más…Quiero…- Quería intentar algo. Se irguió un poco, empujó hacia atrás a Wthyr con su propia espalda para que le diera espacio y elevó las manos con suavidad. No tenía su báculo pero no creía que fuera a necesitarlo. Observó hacia el frente y movió lentamente los dedos haciendo que frente a ellos una bruma oscura empezara a formarse. Sus zarcillos de oscuridad siempre habían ido particulares, pero sin forma demasiado definida. ¿Y si ese torrente de magia le permitía…darles forma? ¿Y sus ilusiones, vida? Inspiró lentamente, sólo debía canalizar ese tipo de magia cruda…La bruma restalló con un trueno purpura y se partió en dos…Luego en más pedazos, luego un poco más hasta que cada pequeño pedazo de oscuridad era del tamaño de un ave que Catherine no tardó en animar a semejanza de Donovan, excepto que tenía los ojos violetas y una raya en medio que brillaba con intensidad. Más de 100 pájaros volaban ahora. Sonrió satisfecha y luego siguió enfocando su magia en mover a los cuervos para que flanquearan a Smaug, abriendo los brazos para luego atraer uno hacia ella y observarlo ladeando la cabeza. Algo cálido se regodeó en su corazón, rió muy bajo y mandó a volar al cuervo hacia arriba, arriba, arriba hasta que sólo fue un punto negro que desapareció en una humareda. Al echarse hacia atrás para verlo golpeó su cabeza con el Pendragon y volvió a la realidad, parpadeó un poco para centrarse y poco a poco los cuervos empezaron a desaparecer y con ellos gran parte del peso que tenía en el pecho -Ya…Ya podemos bajar- Dijo carraspeando, tragando en seco y volviendo a agarrarse de las escamas, incómoda de que la hubiese visto en un momento que a ella se le antojó… muy propio, suyo.

Al llegar, bajó de allí con su ayuda  y volvió hacia la mesa donde ya la esperaba Sofía, Giordano y Matvey, intercambió una mirada con cada uno. Pero entonces Lake apareció delante de ella y Catherine clavó su mirada en ella. Sus palabras le parecieron vacías pero la morena se concentró en evitar empujarla del abrazo, no se vería bien -Me recuerdas a mi hermana, Layla- Mencionó con serena tensión, mirándola un instante antes de proseguir. No dijo porqué. Seguramente podría inferirlo. Miró la copa delante de ella y luego  a Wthyr que no se había limpiado las manos tampoco, pero bueno… Cogió la maldita copa y la alzó para “celebrarlo”, se sentó finalmente, agotada y observó los platos delante de ella con curiosidad, volvió la vista a Sofía y estableció contacto mental con ella.

“Aparentemente me la tengo que quedar todo el rato. Es un maldito asco ¿Cómo voy a comer con algo así en las manos?”. Volvió la mirada a Wthyr, recorriéndole el rostro con los ojos -Voy a lavarme las manos. Podré ser tu novia con vestido arruinado pero no voy a comer con las manos así- Le espetó porque no iba a permitir que le dijera que no y se incorporó un poco esperando que Sofía se le uniera mientras oía su siguiente pregunta “No. No llegan, tampoco puedo hacer conexión mental hacia fuera y sospecho que cualquier comunicación se verá jodida. Por eso le pedi a Giordano que me trajera unos espejos comunicadores, por ver si también estaban afectados. ¿Podrías darle el otro a Ian?” Le preguntó mientras iban alejándose de la mesa -¿Un aseo, por favor?- Inquirió al servicio con una leve sonrisa y cuando se lo señalaron empezó a caminar hacia allí “No es necesario que os quedéis a la celebración. Eso ya puedo soportarlo y tenéis que descansar, tú la primera… Por cierto ¿Por qué tenías vestidos de novia tan a mano?”, inquirió con curiosidad. Definitivamente, se encontraba mejor después del derroche de magia hecho en el cielo. Ahora podía moverse y respirar en paz.

OFF: Habla con Wthyr, responde a Lake y se va hablando con Sofía a un aseo.
Rubí de Sodoma 2/8

Una vez en la mesa, las dificultades parecían menores. El frescor del ambiente, la poción y el agua limpia hacían que sus males fueran menos. Ya habían pasado lo peor, aunque ahora tenía un cierto repudio por haber permitido aquella boda. La culpa tenía que ser tanto de ellos como de aquellos que solo se sentaron a atestiguar. Al menos la voz de Catherine la reconfortó un poco, con asquerosas noticias, pero algo era algo. No quiso comentar respecto a cómo iba a comer con las manos manchadas de sangre, porque de verdad no tenía respuestas, por lo que aprobó con gusto que se mantuviera firme y tomara la decisión de lavarse las manos. La dejaba un poco más tranquila de quién llevaría las riendas en el matrimonio. Y así debía ser. Cuando ella se levantó, entendió que debía acompañarla y salió tras ella, dejando a sus dos compañeros en la mesa. Esperaba que pudieran deshacerse de cualquier problema que ocurriera en ausencia. Agradecía haber tomado la poción cuando lo hizo, pues de lo contrario no habría podido levantarse.

Claro, me iré directo al hospital en cuanto salgamos de aquí. 

Ian debía estar con su hijo, era lo más lógico y lo más seguro. Y ahora, que le confirmaban que el lazo entre ambos seguía intacto y fuerte, quería ayudarla con todo el corazón, porque no entendía qué sucedía, pero si seguían juntos para ella había triunfado el amor. Cuando llegaron al aseo, se aseguró de reojo que no hubiera nadie dentro y cerró la puerta principal. Quería no ver a nadie. Después de la madrugada tan horrible y el día tan ajetreado, solo quería un momento de soledad. Un lugar donde el árbol no la viera directamente, aunque la vibración que sentía no variaba en absoluto. 

No pienso dejarte aquí.

Replicó secamente a lo de que podían irse. El lugar de Catherine no era ese, por más que el nuevo esposo viviera ahí. 

No olvides que él ya no es Wthyr Pendragon. 

Ahora era Le Fay. Y ese no era el hogar de Catherine. Probablemente tampoco Ouroboros lo era, no sabía el origen de la muchacha, pero necesitaba asegurarse de que ella tuviera la firmeza para encarar lo que fuera que viniera. La pelirroja no tenía todo el contexto de la unión, así que simplemente estaba hablando desde la gran preocupación que tenía en el pecho. Tan ensimismada estaba que tuvo que repasar las palabras de Catherine antes de caer en cuenta de lo que le preguntaba. Se giró, buscando un toalla para acercársela para que se secara las manos, y que luego usaría tratando de quitarle alguna que otra mancha al vestido, que la verdad ya era bastante caótico. 

Ya sabes que me encantan los vestidos. No es mi estilo, la verdad, pero algo me decía que debía tenerlo. Algo me decía que lo necesitaría.

Murmuró, hablando precisamente del vestido que la morena traía puesta. No, no era su estilo, pero ahora entendía justamente por qué le había llamado la atención. Lo iba a necesitar con ella. Se dio cuenta entonces que tenía una pequeña sonrisa boba y contenida en el rostro mientras se preguntaba si debía decirle. ¿Se molestaría? Sobre todo porque ella acababa de perder todo lo que justamente sentía que estaba ganando. Alzó entonces su mano izquierda, donde en su dedo anular se mantenía. No era precisamente el anillo de compromiso modelo o estándar, así que se sintió en la necesidad de explicarlo. Finalmente, terminó por sincerarse con la morena, tratando de sonar lo más tranquila que podía dadas las circunstancias.

Estoy comprometida. No es precisamente reciente, me lo pidió el mes pasado, pero decidimos no decir nada hasta ahora. Me caso en marzo...

Tras un breve silencio en su mente, terminó la oración que no había logrado contarle a nadie que no fuera su fiel confidente, Sayid. Ahora que los rituales habían acabado, que ya no tenía tanto miedo por su criatura, podía decirlo con más tranquilidad.

Estoy embarazada.

Darren captó por acto reflejo la mirada de su hermana melliza y el contacto no tardó en hacer acto de aparición. Sin embargo no pudo sostenerla más allá de milésimas de segundo, y rápidamente la retiró, abochornado y dolorido a la vez. Darren podía aguantar los reproches por parte de Gwen por no seguir los protocolos que tanto tirria le producían, las miradas de Wthyr de reprimenda silenciosa, pero el gesto de Shyvanna se convertía en un mundo silencioso, distanciante y doloroso. Apretó las muelas y buscó el apoyo de Alwaid. De un día para otro, desde el incidente del hombre cano en la casa de este, todo se había vuelto demasiado incómodo. Suspiró con la mirada apartada de la ceremonia ya que no le estaba prestando ninguna atención, sumido en los pensamientos. Todavía debía entender por qué querría su hermana cederle el puesto de la brigada… de alguna forma estaba relacionado con lo que pasó con el miembro de aquel hombre. ¿Acaso se había transformado en aquello en lo que juró no convertirse? ¿Había sobrepasado aquella barrera que prometió no pasar? Extendió la mano con la que conjuró y que blandió el arma de sangre con la que esperaba arrebatarle la vida a aquel don nadie. ¿Aquello eran las consecuencias? Ahora ya no estaba su padre para solucionarlo… tampoco estaba la abuela… tampoco estaba Shyvanna… ahora estaba solo.

La brisa que meció las hojas del árbol le hizo levantar la mirada hacia el final de la ceremonia. Al parecer el árbol había decidido que la Descendiente de Morgana era apta como para formar parte del linaje de los hijos del dragón. Fue entonces cuando los dragones rugieron. Algo dentro del rubio, muy en lo profundo, esperaba que la molesta maldición desapareciese en ese momento, que ya se había cobrado la venganza que quería, pero luchaba contra su razón. Pero no fue así y aquella horrible mancha permanecía en su pecho, invisible debajo de la ropa, pero igual de dolorosa que desde hacía unos días. ¿Quizás todo lo que había pasado esos últimos días estaba orquestado por aquella cosa? Sabía que no, pero tampoco podría asegurarlo, y el hecho de sentirse como una marioneta de la maldición era una idea que tampoco le ensimismaba. Cuando arrancó la melliza la marcha para esconltar a la pareja en la parte del ritual del cielo, Darren movió la cabeza a su dragón y le indicó que le acompañara. Suspiró de una forma muy pesada ante la consiguiente mirada de Shyvanna, y ya sabía que no estaría muy bien visto el hecho de tratar de escabullirse. De modo que con pase raudo, firme no tardó el recorrer el espacio que le separaba hasta la comitiva. No le pareció justo. ¿Por qué tendría que obedecer a Shyvanna? Él le había pedido que le acompañara con Avalon para acompañar a Wthyr en su despertar y prácticamente le rechazó para quedarse con aquel mierdoso.

La comparsa de dragones se alzó en los cielos. Darren se agazapó sobre el cuello de Alwaid, y el restallido de las alas al alzarse le permitió desconectar de todo y de todos por un segundo mientras el frío le golpeaba la cara. Pero no había dolor ni molestia solo la sensación de estar flotando, libre de todas las preocupaciones Deseó que Shyvanna estuviera allí, volando a su lado en Artamir. Cerró los ojos y se dejó llevar durante unos segundos, lo justo para dar aquel rodeo a la isla y cumplir con su misión.

Al aterrizaje de los dragones se separó de la rubia, sin mirar atrás para dirigirse a la pareja que todavía tardó en descender y que seguían volando con aquellos bandada de pájaros negros. Si tenía que aguantar toda aquella pantomima era por el hermano mayor, que era ajeno a la riña de los mellizos, que rozaban la terquedad de una mula. El rubio acarició el hocico de su dragón dorado en silencio, disfrutando del calor del cuerpo de la bestia y de la textura de las escamas, esperando a que llegara la pareja para dedicarle la felicitación “Felicidades, el Sanguis Ligno ha decidido no arrancarte la piel” pensó, con sorna. Darren era bastante parco en palabras, de modo que se las ahorró, y con una leve reverencia expresó su bienvenida. Tras aquello se sentó en su sitio, pidió vino de Avalon y brindó junto a Wythr sin prestarle mucha atención. Luego, bebió, en hastiado silencio, deseando que aquel tormento se acabara lo antes posible.

Una carcajada inevitable restalló como respuesta a la pregunta de Freyja -Nos sobra ropa para poder responder a esa pregunta- Le respondí con bastante soltura, apoyando el codo en el respaldo de la silla, mirando al frente sin darle mucha más importancia a aquel tema. A buen entendedor, pocas palabras bastaban. Alcé la palma de la mano cuando las sacerdotisas me llamaron la atención con la mirada, indicándoles que permanecería en silencio -No me preocupa que me busquen sustituto, sino que me arranquen las pelotas en el intento- Le confesé a la nórdica con total sinceridad, encogiéndome de hombros. Si no era yo el siguiente en el linaje, sería mi primo o cualesquiera que estuviesen por allí en el momento del nombramiento.

La ceremonia fue tediosamente aburrida. Ni sangre, ni ramas malvadas comiéndose a nadie, ni nada por el estilo. Traté de mantener la compostura. La desposada no abría la jodida boca ni que la vida le fuera en ello. Suponía que o era muda o debía estar ocultando sus líneas en sus pensamientos. Podría haberle curioseado en su mente, solo por jugar un rato, pero terminé por desistir. No sea que hiciera enfadar al señor dragón. Lo que sí que no se escapó a mi observación fue que el hermano rubio no estaba en su posición y la mirada de soslayo que en algún momento Shyvanna le dedicó. Entrecerré los ojos enfocando mis pensamientos en la mente de Shyvanna “Rubia, alegra esa cara, que es una fiesta”

Volví a acomodarme en mi silla, esperando que la melliza me dirigiera alguna mirada, alzando las cejas si lo hiciese. “Vaya muermo de cuñada que os habéis comprado… He visto calizas con más sangre que ella y del mismo color que su piel” Estaba disfrutando de aquello. Una sonrisa abierta y silenciosa se dibujó en mi rostro ante aquella comparación de la descendiente de Morgana con una piedra. Había piedras tiradas por el Partenón con más gracia que la morena, que por cierto, con esa cara estaba a punto del colapso. Al menos, si se desmayaba sería más entretenido. Entrecerré los ojos, buscando de nuevo la mirada de Shyvanna tratando de adivinar qué le rondaba por la cabeza, porque se atisbaba problemas desde Ouroboros ”Rubia, ¿en qué piensas?”

Dejé de interferir en los pensamientos cuando llegó el momento de los anillos y de las últimas palabras de los novios. Luego vinieron los dragones, con sus rugidos que hacían que se estremeciera el pellejo a cualquiera y te colocaba las pelotas de corbata.  Al aterrizaje de la pareja me acerqué a la pareja, suave reverencia y añadí -Felicidades a la pareja. A sus pies mi señora, para satisfacer todas sus necesidades- Mentí y me alejé de ellos dos, buscando a la buenorra pelirroja con la mirada y a Shyvanna. A la primera me la quería llevar a bailar, la segunda me debía un baile que pensaba cobrarme. Hubo un breve brindis y la comida empezó a ser servida, pero mi menú era otro, por lo que me armé con una buena botella de vino, una copa y me acerqué sin descaro a Shyvanna. -Solo ciertas diosas reciben el vino de mano del mismísimo Ganímides, ¿me concede mi señora este baile? Es por tradición- Dejé la botella y extendí mi mano, a su lado, a fin de mantener las tradiciones que se habían inventado.


OFF: Interacción con Freyja al principio de la boda y con Shyvanna.

Los pensamientos de Ixión en su cabeza, su voz acaramelada le ayudaron a través de la ceremonia y cuando comparó a Catherine con una piedra tuvo que hacer un esfuerzo para no reír. Sin embargo, su siguiente pregunta hizo que desviara su mirada hacia él con un solo mensaje: “¿Me has pedido permiso para estar en mi cabeza, Ixión? No soy el marido de Catherine”. Tras eso volvió la mirada hacia la pareja insufrible.

En el viaje, no había perdido pista de Wthyr y Catherine mientras viajaban. Si a la zorra le daba por hacerle algo a su hermano en el aire iba a incinerarla viva. Umm…Se había quedado con ganas desde la hoguera fallida a la pelirroja. Estaba tan obsesionada, tan desconfiada de Catherine que ni siquiera disfrutó el vuelo. Incluso Artamir lo notó e hizo un giro imprevisto para llamar su atención. Shyvanna tardó lo suyo en apartar la mirada de la pelinegra e inspirar profundamente para percibir el aire en sus mejillas y  la libertad de volar. Cerró los ojos un instante mientras aquel tramo la renovaba.

Tras eso aterrizaron e intentó, por todos los medios, parecer regia mientras caminaba hacia el jardín. Allí, cuando Wthyr y Catherine aterrizaron, no hizo nada como Lake. Simplemente miró a Wthyr sonriendo de lado con tranquilidad y volvió la mirada a Catherine, pero no hizo gesto alguno, simplemente le dio la espalda y se retiró a su asiento. Darren no tardó en unirse, para sorpresa suya, pero con un semblante que dejaba entrever que seguía en sus 13 por lo de ayer. Como si no tuvieran mayores problemas: Como una enemiga en casa.

Se concentró en mirar al frente mientras hacían el brindis, bebiéndose la copa entera de un trago y luego atacando algunos pedazos de mantícora porque moría de hambre. Menos mal que Wiwi no había esperado demasiado. Y en ello estaba cuando escuchó la voz de Ixión a su lado. Lo cierto es que no podría haber llegado en mejor momento para llenar el silencio que se podía cortar con un cuchillo en aquella mesa -Encantada, démosle vida a este muermo de fiesta…- Sonrió de lado y miró a Wthyr -Deberías abrir el baile con tu frígida nueva- Le dijo con un encantador gesto, batiendo las pestañas mientras se acercaba al señor de Hipatía y se cogía de su brazo, haciendo un leve gesto a la orquesta para que empezar a poner música.

“Esta no es la primera vez que estaré sola en Avalon, Sofía. No puedes mantenerte toda la vida aquí, en algún momento tendrás que irte”

Aquel pensamiento no le gustó, pero prefería que estuvieran en la seguridad de la isla y, también, con su hijo mientras ella hacía lo imposible por llevar a cabo aquello. Mirándose al espejo mientras se lavaba la sangre pensó que la magia que había quedado en su cuerpo era mucho más de lo que alguna vez había sentido, esperaba canalizarla hacia donde debería y que concibieran aquella misma noche  y la maldición se redujera. Quería a su hijo vivo.

El pensamiento siguiente de Sofía la hizo parpadear pues era algo de lo que no era consciente. Ladeó suavemente la cabeza y alzó las cejas antes de soltar una risita íntima, una risa quizás de amigas. Era Wthyr Le Fay. Al menos para Ouroboros y el Consejo. A saber cómo le sentaría eso al Pendragon, negó con la cabeza, estaba seguro de que lo odiaría…Oh, pero a Catherine le encantaría. “Al menos para las leyes de Ouroboros, Avalon se rige por otra normativa aparentemente”

Tomó la toalla y se secó las manos, cogiéndose luego el pelo para echárselo hacia atrás. “No sé cómo logras que esté así…Tan… elegante y…No sé”, pensó y luego escuchó aquello sobre lo de los vestidos, asintiendo. Supuso que tenía algún tipo de obsesión con compras, algo de lo que Catherine carecía. Iba de compras, generalmente, cuando la ropa le dejaba de servir o se rompía. Pero Sofía parecía hacerlo por gusto. Entonces miró el anillo y alzó las cejas para mirarle con sorpresa.

Y aún más cuando le dijo que estaba embarazada.
Catherine palideció y la miró con absoluta sorpresa.

“Yo... Felicidades...Pero Sofía... Sofía, Te vas ahora mismo a Ouroboros”, se acercó a ella para cogerla del antebrazo. “Te agradezco todo lo que has hecho por mí  y te deseo lo mejor, pero no estoy segura de cómo funciona esta maldición. ¿Y si te afecta por ser testigo? ¡No! Te vas ya mismo, además, no has descansado. Eso no es sano”, negó varias veces con sorpresa.

-No admito negativas- Advirtió Catherine y tiró del antebrazo de ésta para volver hacia la parte del jardín, intentando mantener aquella fachada de determinación. Se acercó hacia Wthyr y deslizó su mano libre sobre el hombro de éste, notando que estaba… Muy…regio. Carraspeó un poco, pero dejó la mano allí -Sofía tiene asuntos pendientes a Ouroboros y debe vigilar la evolución de Aedan – Mintió con descaro, porque ella no sabía que Ian había autorizado el uso de aquella poción -¿Quién los llevará?- Preguntó mirando a Shyvanna que empezaba a bailar con el hombre moreno que le había saludado antes con aquella ….reverencia. Lo examinó un instante y después volvió la vista hacia su…esposo esperando respuesta.

El vuelo en dragones había sido la parte final del ritual de unión a la familia Pendragon, algo que incluso Catherine pareció disfrutar haciendo alarde del potente caudal de magia que la había inundado tras la ceremonia. Se notaba que adoraba el poder, no podía negarlo. Incluso se había confesado que apenas logró mantenerlo a raya.  - Claro que lo sentí. Sucede en las uniones mágicas de linajes poderosos, pero en esta ocasión...ha sido más fuerte. Por ese motivo se opone el Consejo...- dejé aquel comentario suelto y en voz baja antes de que se apagase el murmullo mientras nos colocábamos en la mesa, previo al anuncio del banquete. Si tenía que preguntar algo que lo hiciese después.

Pronto comenzaron todas las felicitaciones, como por ejemplo la de Lake. Su abrazo a ambos fue una digna actuación, pues sabía que a ella no le agradaba demasiado el contacto físico,  mucho menos con una desconocida. Tuve que rodar los ojos de manera disimulada ante el intercambio de palabras de ambas hablando de hermanas. Ixión fue algo más creíble, aunque también se le daba muy bien el encontrar las palabras adecuadas para contentar al personal. Agradecí formalmente a ambos antes de que se marchasen, volviendo mi atención a Catherine y a su preocupación por las manos sucias.  - Vas a tener que acostumbrarte a vivir entre sangre. - la dejé ir a lavarse, dedicándome mientras a beber y comer con el banquete ya iniciado. Seguro que no era  tan delicadita con el perro sarnoso que tenía por ex marido. Decidí no ponerle más atención a ese tipo que ya formaba parte del pasado, limpiándome las manos con vino antes de beber tras el brindis junto a mis hermanos. Darren estaba situado a mi lado, con esa expresión habitual en él de estar asqueado con su vida. Ninguno estábamos especialmente animados por el tema de la abuela, pero Darren ni se molestaba en disimular.  

- No es necesario que estés aquí para estar con esa cara de disgusto. ¿Por qué estás constantemente amargado?  - al menos Shyvanna tenía más ganas de aportar y proponía la necesaria apertura de baile. Hice una mueca de sarcasmo cuando la llamó frígida, cosa que podría ser teniendo en cuenta los estándares de la rubia. - Pronto sabremos cómo es. - ella no llegó a escucharnos a hablar de eso, pues habíamos terminado cuando regresó del aseo con Dioscórides. Me levanté de la silla en cuanto noté su mano sobre mí, cogiéndola de inmediato con la mía. Sentí la necesidad de buscar nuevamente el contacto, como cuando habíamos volado juntos en dragón. - Sofía que espere. -  ignoré por completo a la otra mujer, sin apartar la vista de Catherine mientras la conducía hacia la zona de baile. Me detuve cuando estuvimos en el centro, colocando la mano tras su cintura para atraerla hacia mi cuerpo de manera casi brusca y sin miramientos. Había algo magnético en ella, y no estaba seguro de si era únicamente cosa de la magia de la unión o si era atracción verdadera. Tomé una de sus manos con la que me quedaba libre, dando comienzo al baile al ritmo de la música de la orquesta. Mantuve la mirada fija en sus ojos, pero pronto me pareció insuficiente. La mano de la cintura se deslizó hacia su trasero a la par que me inclinaba hacia su oído, susurrando. - ¿Quieres dejar de mantener tu poder a raya? hoy sabrás lo que es...


-------------------

post sodoma 2 de 8

Aún no podía creer que se tratara solo de la unión de dos linajes poderosos. Ella también había sentido un pulso de su magia cuando se casó con Ian, pero desde otro punto. Muy distinto. Pero decidió no dedicarle más pensamientos porque se enfocó en proteger a Sofía. De haber sabido su estado no le habría pedido que viniera.


Dio un paso hacia atrás cuando Wthyr se incorporó y atrapó su mano, la diferencia de alturas hizo que mirara hacia arriba y cuando aquello salió de su boca soltó un siseo -Maleducado- Espetó y aunque lo siguió, apretándole la mano para que parara de tirar de ella, miró hacia Sofía con el ceño fruncido.

"Intentaré sacarte lo más pronto que pueda. ¿De acuerdo?... No permitiré que te hagan nada"

Volvió la vista alrededor dándose cuenta de que… estaba en el ojo de todos. Y eso le agobiaba. La maldita ansiedad. Tensó la mandíbula y dio gracias a Morgana que pararan de caminar, intentó ubicar la canción y rebuscar en su memoria los pasos que debía seguir pero las enseñanzas de su madre estaban llenas de polvo y, claro, resentimiento.

Soltó un jadeo cuando Wthyr le atrajo de esa forma y sus ojos se posaron en él con una ceja arqueada -No seas bruto- Murmuró y con cuidado deslizó una mano hacia su hombro y la otra contra su palma. No era la primera vez que bailaban pero era … distinto. Esa vez en el parlamento había ido a la defensiva y él había destruido su poquita entereza con la información fatídica de sus antepasados y ofreciéndole una salida. Le siguió el paso, quizás más por memoria muscular que por realmente acordarse de lo que estaba haciendo.

Y podría haberle seguido dando vueltas a la cabeza pero la mano del Pendragon se deslizó más abajo y Catherine entrecerró los ojos mientras le daba un tirón el estómago… porque su cercanía se sentía bien y su aroma… ladeó un poco la cabeza para escuchar lo que le decía al oído, sintiendo que su voz resonaba por todo su cuerpo, calandole los huesos y despertando algo que… no pensó que otra persona haría -Mmmm…-  Soltó, pensativa… y se alejó de él, manteniendo su mano y ojos en los contrarios. Su magia pareció ser alentada, el zumbido en sus oídos se intensificó y la corriente saludo desde sus dedos a los de Wthyr -De acuerdo- Susurró antes de girar sobre sí misma con gracia y a medida que lo hacía el vestido que había grabado finalmente en la retina después de ir al aseo, empezó a desprender pequeños hilos de luz que se arrastraron por su figura hasta el suelo. La luz formó caleidoscópicas formas en el piso del jardín y fue extendiéndose y extendiéndose hasta alcanzar los confines del jardín y empezar a ascender. En algún momento Catherine, entre vuelta y vuelta,  cerró los ojos y se dedicó enteramente a crear aquella ilusión fruto de su magia.

Las formas de luz siguieron ascendiendo hasta crear una cúpula que cubría la extensión del jardín y que se movían con ella, como si la descendiente Le Fay fuera la única fuerza de luz que había en aquel lugar. Dibujó un cielo perfecto, a semejanza del que se mostraba en Avalon, pero plagado de estrellas y cometas. La liberación de su magia le generó tal satisfacción que sonrió levemente, sintiendo las mejillas coloradas y el cuerpo con un calor repentino. Abrió los ojos para contemplar su obra antes de volver la mirada hacia Wthyr con suficiencia y acercarse a él para retomar la posición inicial aunque no por ello dejó de canalizar la magia que mantenía su vestido como un río de plata pura a través de su cuerpo -¿Contento?- Preguntó concentrada en observar su reacción y siendo malditamente consciente de lo bien que se sentía entre sus brazos. Tanto... Que en aquella cercanía se preguntó si sus labios sabían tan bien como ese aroma que le envolvía.

Sodoma 4/8

Cariño, no me insistas, no voy a dejarte. Han llegado pidiendo ser parte de Ouroboros, no lo habrían hecho si no reconocieran la necesidad del Consejo, sea lo que sea que quisieran realmente.

Suspiró con el corazón en un puño mientras pensaba que, efectivamente, no sería la primera vez que estaría ahí, sola, lejos de todo, tan incomunicada. No, no podía, sentía que le faltaba el aire de solo pensarlo. Sin embargo, lo dejó estar un momento cuando vio, por fin, a Catherine sonreír. Se la devolvió al instante, porque vio entonces el rostro iluminado de la morena por primera vez en no sabía cuánto tiempo. Era preciosa y ella misma no lo veía. Esperaba que lo hiciera pronto, pero ella misma no se cansaría de tratar de recordárselo. Un vestido a la vez.

Cariño, tu ya eres preciosa. Esto son solo... adornos. Trucos. Magia. Lo haría con gusto cada día de mi vida.

Aunque sabía que no la dejaría, ya le tenía un poco más de mano al maquillaje y al estilo que la morena manejaba o aceptaba. O eso creía hasta que la vio pálida, tan pálida como ella debió verse toda la noche y durante la recepción. Ahora la poción le ayudaba a traer calor a sus mejillas y energía a su cuerpo. No le sorprendió en absoluto la reacción inicial de Catherine de tratar de sacarla de ahí cuanto antes, pero sí el toque y el arrastre que le dio, practicamente.

Catherine, nada va a pasarme, tomé mis debidas precauciones y mis protecciones, no te preocupes. Si te lo hubiera dicho antes, no me habrías dejado venir. Estoy perfectamente.

No quiero dejarte. Giordano y Matvey tampoco querrán.- Le repitió, esta vez en voz alta, porque parecía que ya no iba a escucharla más si le hablaba por mental. Su decisión ya parecía tomada. Dejó que la tomara, tratando de parecer natural y no que la estaba arrastrando por el jardín del brazo. Si bien, en realidad no quería irse, sí fue bastante... maleducado... como dijo Catherine, el que no atendiera las necesidades de una invitada de su calibre. Le daba bastante igual, porque al menos en eso estaban de acuerdo. Ella aún no se iba. Tomó asiento en su lugar asignado y se abrazó al brazo de Giordano, recostando la cabeza en su hombro mientras veía la magnificencia del primer baile. De haber estado más abierta de mente y menos en contra de aquel matrimonio, se habría dado cuenta de las chispas artificiales que saltaban entre los recién casados.

Layla. Tenía que averiguar cosas sobre esa hermana Layla, pero sabía una cosa. "Piensa mal y acertarás". Seguro que Layla era una fichita y que era más parecida a ella misma de lo que la misma Catherine pudiera conocer. Después de todo, el universo repetía patrones a diestra y siniestra. Y hablando de siniestra, ignoró la miradita que le echó el novio y se fue a beber, aunque en una medida diferente a la de Darren. Seguía peleado con Shyvanna, y era buen momento para aprovechar. Cuando el moreno se levantó de la mesa para irse con su aburrida novia a bailar, ignoró la esfera en la que les había metido a todos. No era que no fuera bonito, sino que aquellas lucecitas no le iban a ganar la aceptación de los vasallos. Parecía un intento desesperado de... lo que fuera.

Sin pensarlo más, terminó su copa y rodeó a Shyvanna y al moreno para agacharse por detrás de Darren y abrazarle por el cuello. Por el frente de su pecho, se tomó una muñeca con la mano y le habló al oido mientras veía el baile.- Cinco escamas de dragón a que se cae con la cola del vestido antes de media noche.- Dijo usando el viejo juego de palabras que usaban los niños para sus apuestas. Era algo que había escuchado mucho en la infancia y solía traer melancolía, pero no para ella.- No te vi en la ceremonia... ¿Vas a beber hasta la siguiente boda?- Curioso, pero la probabilidad indicaba que la siguiente era la de él.

Por suerte la ceremonia había resultado de lo más normal. Sin más sangre de la necesaria, aunque pasé gran parte de la misma observando al Árbol Sagrado siendo consciente de la incomodidad que la Descendiente Dioscórides le provocaba.

Pero el Sanguis Ligno tenía claros sus objetivos y no iba a cambiarlos por castigar los actos de la pelirroja. Catherine Pendragón dijo aquella vez y a Catherine Pendragon le entregamos ahora. Tras el vuelo que se desarrolló con cierta tranquilidad siguió el banquete.

Sentada al extremo de la mesa no intercambiaba palabra alguna con mis hermanos, que parecían mucho más activos que yo. Excepto Darren que había mantenido una actitud muy poco festiva desde su tardía llegada. Comía con lentitud escuchando los murmullos que se arremolinaban en aquel jardín e intercalando los bocados con algo de vino de sangre. Me preguntaba si aquello era necesario pues lo estrictamente formal ya había sido realizado. No necesitaban una fiesta y me extrañaba que LeFay no se viese impaciente por consumar, dado el estado de su hijo.

La seguí con la mirada hacia el baño mientras bebía con tranquilidad, e hice lo propio con Dioscórides que no tardó en acompañarla. Miré de reojo al otro extremo de la mesa. Rasputín no había hablado en toda la noche y DaVinci parecía en babia. Apreté los labios para volver a centrarme en el vino y la comida.

Al regreso de la novia dio comienzo el baile, ni más ni menos que propuesto por mi hermano. Aunque Shyvanna lo había sugerido la actitud de Wthyr hizo que mis cejas se alzaran por un segundo y me fijé en ellos cuando comenzaron a danzar al son de la música. Sin apenas notarlo me encorvé hacia la mesa apoyando el codo en la misma y reposar el mentón en la palma de mi mano. Algo poco protocolario a decir verdad.

Los destellos luminosos de la morena se extendieron por la sala y desvié la mirada hacia el cielo antes de volver a posarla en la pareja. Entrecerré los ojos un segundo. ¿Wthyr estaba tocándole el trasero a LeFay? Mi ceño se frunció sin entender y miré hacia Dioscórides aún con esa expresión. ¿Había hecho algo aquella mujer? Era experta en pociones, tal vez alguna esencia para que mi hermano se sintiese atraído por la morena.


Por su parte Cedric se incorporó atusando sus ropajes y se aproximó a los invitados de la novia. Le miré entonces sin entender muy bien que hacía. Llegó frente a ellos e hizo una reverencia ofreciendo su mano a la pelirroja. Mi hermano siempre tan cortés y educado, no le gustaba que nadie se sintiese desplazado en situaciones incómodas. Sonreí por un momento mientras aparecían doradas letras frente a él. [Un sabio dijo hace tiempo que si se busca la paz no se debe hablar con los amigos, sino con los enemigos. Entiendo que no quiera hablar pero podemos comenzar con un baile]Él sonrió de lado encantadoramente.[Será corto y así podéis estar más cerca de ella aunque os aseguro que mi hermano no va a atentar contra su vida]


Off: Cedric habla con @Sofía Dioscórides

Poco me importó que me dijese maleducado antes de llevarla a la pista, y tampoco me pareció que fuese precisamente bruto por dejarme llevar al acercarla a mí cuando decidimos bailar.  Si buscaba un príncipe encantador, aquí no era. Apenas me alejé de ella cuando de movió un momento para dar rienda suelta a su magia, sin perder detalle de aquel ostentoso despliegue de habilidades que iluminó el cielo sobre nosotros. Aquello provocó muchas más atracción hacia ella. Ya no era sólo su físico, era su poder, esa potencia mágica que emanaba. La mirada que le dirigí fue de todo menos inocente.  

- Todavía no lo estoy. Puedes hacer mucho más. Podemos hacer mucho  más juntos.  - Volví a atraerla hacia mí, colocando las manos a ambos lados de sus caderas.  -  Tal vez podamos cambiar eso por una noche. - para ese momento había dejado de prestar atención a todo lo que nos rodeaba, centrándome únicamente en mi nueva esposa. No comprendía del todo ese súbito interés hacia ella, por mucho que hubiese pensado antes que era una mujer hermosa. Tampoco importaba mucho, ni yo estaba para pensar demasiado. El baile había dejado de importar, había otras prioridades.

Antes de darme cuenta ya estaba besándola de una manera que no era apropiada para el lugar en el que estábamos, saltándome cualquier galantería previa que se presupondría para una de esas bodas concertadas. Me separé un momento de ella con leve gesto de confusión por lo que acababa de hacer, y a la vez con ganas de hacerlo de nuevo. Dudé por un instante de si era ella la que estaba haciendo eso, si tenía que ver con su poder. Una vez más no logré mantener la mente calmada y lúcida como en otras ocasiones, las necesidades físicas habían tomado el control. Secuestrarla allí mismo era la idea que iba tomando fuerza conforme pasaban los segundos.

- Basta de perder el tiempo en fiestas. Ha llegado el momento. -
Pocas palabras habíamos cruzado, y aún así eran demasiadas en la circunstancia que teníamos. Demasiados gestos vacíos en aquel lugar. Rodeé su cintura con mi brazo, cubriendo parte de su cuerpo con mi capa antes de girar sobre mí mismo para desaparecernos a ambos de la fiesta. La noche de bodas comenzaba.

-----------------------

post sodoma 3 de 8

Tras pasar una noche entera en Avalon, en aquella habitación y en compañía del silencioso Rasputín, acudimos a aquella ceremonia, con caras largas, a decir verdad. A ninguno nos apetecía presenciar aquella boda, esa "ultima ratio" para salvar la vida de Aedan...y de otros Pendragon, al parecer.

Alli nos reunimos con Sofía. Miré a mi alrededor, Matvey se retiró para ir con Catherine pues sería quien la entregase a Wthyr. Me quedé observando el Sanguis, aquel árbol que podía destrozar personas y fortalecerse de ello.  Aquel tipo de magia tan arcaica era algo que escapaba de mi comprensión, que siempre intentaba encajarla en un marco lógico....técnico. Más, sobretodo, cuando esta misma se enfocaba en causar más mal que bien.

Callé y observé, en todo momento, con las manos entrelazadas tras la espalda, donde sujetaba mi bastón, y mis dedos recorrían inquietos sus muchos botones y muescas, única evidencia de la agitación que me recorría por dentro, como seguramente le ocurría tambien a Sofia y  a Matvey, a los extranjeros en Avalon, por asi decirlo.

No entendía las maldiciones, la estúpida compleja y vengativa  ironía de la magia, el universo, el karma, como quieras llamarlo. Le daba vueltas a todo ello, sin poder encontrar solución a ello al alcance de mis dedos, una en la que todos saliesen ganando, claro está, una que no implicase tener que rendirse a quien no amas. Me mordí el labio inquieto cuando comenzaron con todo el ritual aquel y por fin dejé ir la tensión cuando terminó toda la ceremonia.

Al menos ya estaba hecho.

Intercambié una mirada significativa con Sofía y Matvey cuando este hubo vuelto, nos tocaba ocupar unos puestos en una mesa para una supuesta celebracion por el enlace, aunque no hubiese mucho que celebrar. Bueno, sí, que quizá habian roto la maldición, no?

"me pregunto si a la maldición le importará el divorcio, una vez tengan un retoño"

"el divorcio estará bien visto por la magia del universo, o es la magia del universo mas papista que el Papa?"

Solté un borrascoso suspiro justo antes de que Freyja me asaltara, fue su voz lo que noté antes, pues venía...invisible. Cuando se reveló a mis ojos pude contemplar a una mujer casi tan alta como yo, mandandome saludos de un conocido, diria que viejo, pero apenas conocía por tiempo al difunto. Esperaba que no fuese su hermana o algo asi, buscando venganza. Miré los curiosos ojos de la guerrera, las imperfecciones siempre atraían mi atención.
- Qué bonito, tengo a alguien que piensa en mí desde el infierno. - dije con una incómoda sonrisa,  aunque fuese para mal.

Estaba esperando ver el dispositivo con el que habia desplegado las alas? No  lo iba a encontrar asi. Mi ceño se frunció levemente cuando dijo que los vikingos me apodaban de una manera particular entre ellos. Vete a saber. Teniendo en cuenta que habian interrumpido nuestro duelo... Pero me dejó con las ganas de saber que era, pues no tardó en marcharse hacia la mesa de los vikingos. Los ruidosos vikingos.

"no, Gio, no vayas"

Hice acopio de sentido comun y me senté en mi sitio. Dio comienzo un baile, con Wthyr y Cat como protagonistas. Los segui con la mirada, Sofia se retiró hacia la mesa donde estaba yo y se enganchó de mi brazo. El caso es que yo no podía probar bocado y mucho menos, probar ni el vino.

- Al menos ha transcurrido todo sin...raíces asesinas ni... batallas inesperadas... - hice un gesto vago con mi mano, y le hice "Pat pat" a Sofía en su cabellera rojiza. Parecía cansada, pero seguro que el reposacabezas de su silla era mas comodo que mi hombro.... luego alcé una ceja al ver la repentina quimica que había entre los recién casados. Sacudí la cabeza y miré a Cedric cuando vino a pedirle un baile a Sofía.

- Este es el amable  de la familia. Hola Cedric.- me levanté,  no podía aguantar sentado más tiempo. Le devolví la reverencia al Pendragon. - Supongo que compartimos opinión. - dicho esto me alejé de Sofía y de Cedric y me dirigí a la mesa de los vikingos, que estaban pues...eso, siendo vikingos. Miré un momento a Gwen, dandome cuenta por su pose de que parecía un poco harta, y que vigilaba bien a su hermano Cedric. Encogí mis hombros levemente, como excusándome.

"no busco un segundo holmgang, de verdad"

- Señorita Guerrera, quería preguntarle.... - comencé a dirigirme hacia la morena de los ojos bicolores, pero...

Conforme llegaba a la mesa de los vikingos, oi el chasquido de una desaparicion y me giré...dandome cuenta de que Cath y Wiwi habian desaparecido. Asi que me quedé a medias de lo que  iba a preguntar.

"mierda, se han largado?"

- Eso...que quiere decir? - terminé por preguntarle a Freyja, porque si no parecía que habia ido a su mesa a ...a que? A robarles el estofado?

La respuesta mental de la rubia ante aquella broma sobre la sosa de la Descendiente indicó que estaba metiéndose en zonas donde no era bienvenido. Suspiró y desvió la mirada durante el resto de la ceremonia… Un funeral, una boda precipitada, uno de los hermanos desaparecidos, el manchurrón negro. Joder, estaba claro que apestaba todo aquello. Y por supuesto que trataría de llegar hasta el fondo de todo aquello, solo que debía andarse con pies de plomo, si es que quería seguir de una pieza, como ya habían comentado con la vikinga. De modo que el resto de la ceremonia se comportó como se suponía que un hombre de su rango debía comportarse.

Finalizada la boda y todas las demás ceremonias se acercó a la mesa de los Pendragon. Er la única forma que se le ocurrió para solventar aquella situación tan aburrida fue sacar a la rubia de aquel muermo de mesa, donde estaban todos con cara de estar comiendo sopa de apio. La botella de vino quedó en sustitución a la hermana y ambos se dirigieron a la zona de baile, cruzándonos con la morena y la pelirroja que estaba para hacerle el favor allí mismo. Tomé por la cintura a mi señora rodeándola con uno de los brazos y colocando la mano en la espalda baja, y con la otra cogí la otra mano con delicadeza. La música empezó a sonar, tanto o más aburrida que la ceremonia del Yule, de modo que había que animarla saltándose y creando algunos pasos nuevos. El baile comenzó con giro, excusa perfecta para juntar aquellos dos cuerpos y poder quedar cercanos -Me encanta ese entrecejo fruncido. Es tan… sexy- Susurré al oído de la jinete de dragones, marcando la última palabra para enfatizarla. Los brazos de alzaron por encima de las cabezas, ella pasaría por abajo, un giro y tomada por la cintura inclinó el cuerpo de Shyvanna para dejarla en volandas y girar sobre su propio eje, mi pierna quedaba entre las de ella, creando la columna que la figura de baile necesitaba. Así quedaron frente a frente, Ixión por encima y Shyvanna por debajo. El griego imitó el gesto hosco de la mujer, exagerándolo, y luego le devolvió una sonrisa abierta mientras se elevaban sus cuerpos y volvían a la posición original, aquella que iniciaba el baile, mientras ocurría aquella magia de lucecitas que la Descendiente morena había creado para todos. Estudió con la mirada a su partener y le devolvió una sonrisa pequeña, cercana -Un doblón de oro por esos pensamientos- Porque el griego sabía a la perfección que estaban relacionados con Catherine LeFay, a la que dirigió una rápida y fugaz mirada furtiva, por encima de su acompañante, ahora que la pareja de comprometidos se habían inmiscuido en la zona de baile. Al fin habían sacado el palo del culo al patriarca Pendragon, y con una sonrisa divertida se guardó aquel pensamiento para sí mismo. -Y otro doblón de oro si hacemos que esos dos nos besen los pies- La música siguió sonando un rato más, y ellos permanecieron bailando al son de la música, con no pocos sutiles movimientos armónicos. Pero la música estaba a punto de hacer su cambio y la pareja les dedicó aquel beso y aquella desaparición. Parecía que la noche de bodas empezaba antes de tiempo -Oh, pues nos han ganado- Me encogí de hombros, demostrando una falsa impresión de derrota.

El hipogrifo estaba buenísimo y la sopa mejor así que Freyja se dedicó a comer y a llenar el estómago como se celebraba en los ritos vikingos, olvidándose del italiano y de los Pendragon mientras intercambiaba bromas subidas de tono con sus primos y demás miembros del linaje. La risa era la reina de aquella mesa y cuando uno le retó a hacer fuerzas despejaron la mesa para ponerse a echar la primera ronda porque, aparentemente, si te ponías el tipo de vestido que llevaba Freyja disminuía su fuerza. Cuando la líder de los vikingos venció a su primo la mesa resonó con su golpe y soltó una risa gloriosa -JAAAJAJAJAJAJAJA- Después le pegó un golpe en el brazo antes de ir a por su “fino” vaso de cerveza y echárselo encima -Apr…- Iba a seguir hablando cuando el italiano vino a la mesa.

Le miró por encima del hombro, porque estaba de espaldas, y luego se sentó en la mesa para observarlo. Tras eso miró a los novios besarse como si se fueran a comer la cara, cosa que le parecía bien, pero al verlos desaparecerse en ese aspaviento puso los ojos en blanco. El principito con ganas de salida dramática. Estaban hechos el uno para el otro. Miró luego a Giordano con una ceja alzada. Se cruzó de brazos haciendo que sus musculosos hombros resaltaran -Que los Reyes se han cansado de vuestras caras largas y se han ido a follar- Dijo alzando los hombros como si fuera lo más normal del mundo -Ahora vendrán las sacerdotisas y nos harán divertirnos a todos en honor a la nueva pareja… Elegid rápido o el buffet se acaba pronto...¿No lo hacéis en vuestras bodas? – Le miró de arriba abajo un instante y soltó una risita pensando que quizás Giordano se le habría quedado corto a Shyvanna, con su fama precediéndola. Vio a la rubia, en efecto, de lo más graciosa y elegante bailando con Ixión, pero lo primero era así siempre. La recorrió con la mirada con curiosidad y luego volvió los ojos hacia el italiano  -¿O sois unos sosos llenos de tabúes?- Se inclinó y cogió la cerveza de nuevo, entonces dándose cuenta de que la mesa entera se le había quedado viendo mientras hablaba con el italiano. Soltó un gruñido de advertencia para que siguieran a su bola.

La ceremonia había sido horrible, espeluznante, odiosa. Había asesinado a Wthyr con la mirada una y mil veces, con frío odio asesino, había estado a punto de llevarme a Catherine de allí mientras la llevaba hacia el árbol. No le había preguntado por el laberinto ni el espiritu de Morgana que habia en él. Lo haría en otro momento.

"Me pregunto que clase de maldición desataré si le corto las pelotas a Wthyr Pendragon"

Me cuestioné, una vez terminó el enlace y empezaron los demas rituales de las nupcias, incluido aquel baile.

A mi alrededor, mi mal humor desprendía un aura tan pesada que era dificil que nadie me dirigiese palabra, ni si quiera mis dos compañeros de Ouroboros.

Miraba a Catherine, que era como una hija para mi, y la idea que habia pensado antes cada vez me parecía menos y menos descabellada.

No quería ni ver aquel espectaculo pero no podia dejar de vigilar tampoco. Era de sentido comun. Aunque total, no podía intervenir.

"Oh, correré el riesgo de desatar esa maldición sobre el linaje de Rasputin"

Pensé, al verle agarrar asi a Catherine por la cintura. Desatar una maldicion por cortarle las pelotas a un Pendragon sería.... Algo propio del linaje del monje loco. Pero no lo haría yo, claro está. Mandaría a algun demonio muy poderoso, uno de esos que disfrutan con ese tipo de torturas y...

Se desaparecieron. Me levanté bruscamente de la mesa. No debía pronunciar amenaza alguna allí. Aedan.

"Paciencia"

Miré a aquel arbol, cuya magia, magia de los muertos, podía sentir. Giordano, cómo no, ya estaba dando vueltas por ahi como una peonza, aunque tambien habia quedado sorprendido por la desaparicion y...la respuesta de la vikinga fue justo lo que me temía. Iba a ocurrir, y esta vez no podía enviar a ningun ghoul a detener aquello.

- Sofía....he de irme. - ella no podía venirse conmigo, puesto que estaba embarazada y no me gustaba llevar a embarazadas a través de portales demoníacos, a no ser que fuese cuestion de vida o muerte. - No puedo estar aquí ni un segundo más. Vigila que Giordano no se emborrache y se meta en otro lío. Por favor. - le pedí, suavizando mi tono asesino de voz en ese ultimo "por favor".

Dicho eso, una brecha se abrió en el espacio tras de mi, cuando tracé unas runas mágicas en el aire. Sabía que no me equivocaba al suponer que un portal no me fallaría aquí, pese a las medidas de seguridad que tuviesen los Pendragon. Di un paso hacia atras, cruzando el portal, que se cerró tras de mi con un chasquido sordo.

El reclamo de Wthyr le arrancó un gruñido tosco. Darren puso los ojos en blanco y le apartó la cara a su hermano mayor con brusquedad. Trató de buscar con la mirada cualquier otra persona, objeto, animal o cosa que pudiera sacarlo de aquella mesa que, en aquel preciso momento, solo le producía incomodidad de una manera tal, que ni él mismo reconocía. Ni siquiera la presencia de Shyvanna conseguía solventar aquella situación, pues seguía en cierto modo molesto con ella, y más con aquella cara que le había dedicado durante la boda. Para más inri seguía sin entender en qué cabeza cabía el hecho de que, después de la muerte de Aelle, todo el mundo estuviera de aquella forma tan desentendida, celebrando aquella pantomima. Si estaba allí era por riguroso protocolo, porque de lo contrario ya se habría ido. Eso es lo que le quiso reprochar a Wthyr, pero se comió las palabras envenenadas, apretando las muelas con fuerza. Porque sabría que, una cosa o la otra, traería consecuencias indeseables, habladurías y miradas de reproche. Y ya tenía suficiente como para encima tener que aguantar la charla de Gwen al respecto. No. No era el día. De modo que otra jarra de vino se vació en su garganta. Beber para olvidar, definitivamente.

La novia y su compañera volvían de quitarse la sangre para sentarse a la mesa de la familia. Se habían traído a la isla un pedazo de Ouroboros, aquella isla flotante que únicamente traía problemas a aquella familia. ¿Cómo dejaba a todos los demás aquel infortunio? Ya no habría lugar de escape. Ouroboros rodeaba, manchaba y eclipsaba toda su vida. Para lo bueno y, en especial, para lo malo. Pero, por lo que parecía, ellos tampoco parecían tener mucha apetencia por estar allí, ni el italiano descendiente de DaVinci parecía estar tan locuaz como en otras ocasiones con su hermana. Shyvanna se fue a bailar con Ixión y de forma inconsciente, Darren apretó la jarra de vino hasta que los nudillos se le quedaron blancos, mientras fijaba la mirada en aquellos dos. ¿A qué tanto acercamiento? ¿Desde cuándo eran tan amiguitos? Siquiera había lugar para el matrimonio ni para su magia. El contacto de Lake al principio sorprendió al hermano, extrañado por la muestra de afecto por su hermana, su comentario le arrancó una sonrisa traviesa -Subo la apuesta si incluye a Shyvanna- Aflojó el amarre de la copa ante aquel momento y la dejó sobre la mesa. Al menos la pelirroja le había conseguido quitar la cara de mal humor. -Lo único que quiero hacer con respecto a esta ceremonia es desaparecer de ella- Reconoció el malhumorado hermano, bajando el tono de su voz a un susurro, para que solo él y su hermana pudieran ser confidentes de aquello.

La muestra de aquella pasión desenfrenada por parte de su hermano le pareció especialmente molesta, no porque hicieran nada malo, sino porque ya estaba molesto de antes. Que la recién casada pareja se desapareciese de aquella forma tan descarada era… una falta de respeto total y daba pie a que la gente pudiera largarse de allí. No añadió mucho más, Darren se puso en pie para marcharse de allí, giró para salir de allí pero… Volteó hacia su hermana pelirroja y le sonrió abiertamente, con cierta malicia. -¿Te apetece bailar?- No espero a que respondiera, extendió la mano para tomar a Lake por el antebrazo y la arrastró hacia la pista de baile. Rodeó con su mano el cuerpo de su hermana, colocando la palma a la altura de los omóplatos de Lake y con la otra dirigió los pasos. Si Shyvanna podía bailar, él también, que para eso le habían instruido como a todos los hermanos con los pasos del baile protocolario. No estaba seguro de qué le había llevado a allí, quizás fuera el vino o quizás fueran otros sentimientos huidizos.