Templo de Sangre

Asiaín estaba enfocado en tratar de sanarla, hacía todo cuanto podía... No le importaba el dolor de su propio cuerpo, tenía que asegurarse de que ella estuviera bien, por muy malo que fuera su estado, él podía notar qué lo era, pero aún así no tenía ninguna intención de rendirse.

Calma... Por favor... Todo estará bien al final... Lo estará...

Suplicó él en voz baja, y por supuesto no dudó ni por un segundo a la hora de tomar la mano de su prometida cuando ella la buscó, quería reconfortarla mientras hacía su trabajo...

Lo haremos... Cuando lo recuperemos, me aseguraré de ello... No importa lo que pase...

Pensaba hacer todo cuanto fuera necesario, no se iba a rendir hasta que Gunnhild estuviera bien, y por eso mismo continuó con lo que estaba haciendo, a pesar de que no pareciera estar llendo bien...

Lo lamento... No será posible hasta que te hayas recuperado... En ese estado no lograrías vengarte como corresponde, hay que esperar...

Le dolía tener que decírselo, pero era la realidad, simplemente no podía ir en ese estado, por doloroso qué fuera, y Asiaín mientras tanto resistía como podía el dolor de verla así...

Y de ser necesario... Te vengaré yo, me aseguraré de que cada uno de ellos desee ir al infierno...

Por el momento seguía haciendo cuanto podía, incluso ignorando las señales de que algo iba mal, no se rendía todavía... No podría soportar si terminase mal...

Emme

Apretó levemente la mano de él mientras trataba de reconfortarla tanto con sus gestos como con sus palabras. Al final tuvo que resignarse, tratando de creer en sus palabras, en que regresarían a por su hijo los dos cuando se recuperasen. Intentó recuperar fuerzas guardando silencio durante un buen rato después de que él le prometiese que se vengarían, o que la vengaría. No funcionó, cada vez iba a peor. Algunas lágrimas de dolor y de miedo rodaron por sus mejillas. Conforme pasaban los minutos comenzó a comprender que ella ya no podría ir a rescatarle...que no saldría de ese templo jamás. Jamás llegaría a conocer al hijo que le habían arrebatado por un estúpido experimento, por el capricho de unos locos. Alzó la mano libre hacia el rostro de él para acariciarlo, murmurando con un hilo de voz y gesto angustiado.

- Lo siento...- pero esta vez no lo decía sólo por lo sucedido, sino porque sabía que lo dejaba solo. - Podíamos haber sido felices...¿verdad? - esbozó una débil y amarga sonrisa, dejando después caer la mano de su rostro porque no tenía fuerzas. - Prométeme que rescatarás a nuestro hijo...que lo cuidarás y no lo abandonarás nunca... - necesitaba escucharle decir eso, porque así tal vez sería capaz de irse en paz a pesar de todo. - Prométeme que le hablarás de mí...que sabrá quién fue su madre...- cerró los ojos mientras esperaba que le jurase todo aquello, todavía sujetando su mano. No pasaron muchos minutos más hasta que la mano se aflojó. Su corazón había dejado de latir.
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OFF: PNJ matao

Conforme el tiempo iba avanzando... Era cada vez más obvio que no funcionaba, no importaba lo mucho que intentase salvarle la vida, porque había llegado demasiado tarde, Gunnhild estaba en demasiado mal estado como para que tuviera solución, pero aún así, siguió tratando, y siguió aunque fuera en vano, al menos hasta que la escuchó...

... No... Yo lo siento...

¿Qué sí podrían haber sido felices? La realidad es que no lo sabe, la vida es extraña y trágica, él lo sabe como lo saben pocas personas, pero una cosa puede decir con certeza... Fue feliz, aunque fuera solo un poco, y en nombre de eso, acarició la mano ajena con su propia mano, sintiéndose destrozado como nunca en la vida.

Yo prometo que rescataré a nuestro hijo... Y que le daré todo aquello qué a mí siempre me hizo falta y más, y además, me aseguraré qué sepa que tuvo por madre a la mujer más grandiosa qué he conocido...

Y además... Luego de decir eso... Empezó a retirarse el sello de pureza, su anillo qué mantiene a raya la siniestra magia de sus marcas malditas.

Te prometo que habrá justicia...

Y cuando terminó de removerlo, sus ojos cambiaron, sus escleroticas tomaron un color tan negro como el de su sangre, y pudo sentir las marcas vibrando dolorosamente con magia demoníaca, y además, finalmente lloró, derramando lágrimas de sangre negra, y luego de eso apuntó una de sus manos directo al corazón de Gunnhild y sus marcas parecieron salir de su brazo y extenderse como zacillos espinosos, etéreos y oscuros, mientras que dibujaba en el aire una runa muy concreta, Filaguria, que realizó una sola acción, se encargó de atrapar el alma de Gunnhild qué pretendía dejar este mundo.

Y cuando la justicia se haga... Estarás presente, aunque sea una última vez...

Dicho estoy los zacillos se retrajeron y el alma terminó en la palma de su mano.

Sí esto es el final... Al menos me aseguraré de que puedas tener esta seguridad.

Y tras lo dicho, almacenó el alma, y una runa se marcó en la piel de su espalda, antes de que finalmente cayese fulminado, fue realmente difícil de hacer, pero al menos... Podría cumplirle su deseo... Cuando vaya a hacer sufrir a los que le hicieron eso a su amada... Ella podrá estar ahí.

Se había quedado rumiando las palabras de Gwen. ¿Podría realmente el Papa tener ese poder? ¿Que tipo de hechizo de sangre había desarrollado? Tendría que hablarlo con Wthyr. Si volvía.

Al atravesar el portal hacia el templo vio que mucha gente estaba en movimiento y se sintió… un poco estorbo porque no sabia nada de medicina pero aún así detuvo a una de las sacerdotisas para preguntar por Freyja e Ixion, además del resto de vasallos. Tenía que rebuscar un poco su mente para asegurarse que no habían traído al enemigo consigo o alguna orden mental. Y así lo hizo… los revisó y también a Asiain que ahora también descansaba. Rebusco la presencia del Papa en la mente de todo aquel que llegaba y caminaba a paso lento. Agotada.

Cuando llegó Lake tensó un poco los labios. Estaba inconsciente y ensangrentada. Pero viva. Había vuelto. Uno de cuatro de los Pendragon en Roma. Le avisó a Gwen mentalmente para que supiera que estaba allí. También buscó la presencia del Papa sin invadir nada más. Los recuerdos le llevaron a oír la orden que les había dado y negó con la cabeza. Un hombre inteligente era, astuto para saber qué usar a su favor. Un maldito.

Suspiró y se alejó hacia una esquina del templo mirando todo lo que acontecía a su alrededor con un gesto absolutamente sombrío. Alguien le ofreció una silla y se sentó en ella con lentitud mientras esperaba el retorno de los vasallos.

El portal creado por Hammurabi se cerró cuando él y el rey lo cruzaron finalmente, dejando atrás por fin aquel lugar que tantos problemas les había dado. Enseguida se separaron, puesto que Wthyr quería ir a ver a sus hermanos cuanto antes y los vasallos habían salido todos indemnes. Ellos salieron, para informar a los suyos de que todo había terminado. Podían considerarlo una victoria, así que evitó  a toda costa ponerse a pensar en las últimas palabras que les había dedicado el Papa. Mantuvo el brazo fijo al cuerpo usando el otro antes de empezar a moverse, no demasiado rápido. Sus pasos resonaron en el templo mientras se dirigía hacia la zona dedicada a la sanación, donde buscó a Cedric que era de los últimos que habían llegado.

En ese momento se encontraba en una de las camas mientras le atendían las sanadoras, que intentaban cerrar la herida en el abdomen que le había hecho el Papa con el maldito tridente. Se recuperaría, le dijeron las sanadoras. Quería quedarse a esperar que despertase, pero todavía tenía que saber cómo estaban los demás. No tardó en encontrar a Lake, unas cuantas camas más allá de donde estaba Cedric. Seguía inconsciente, pero parecía estar descansando y ya la habían atendido en condiciones. Suspiró más calmado, buscando después alrededor para localizar a Darren siendo también atendido. Peor parecía estar Ixión, según le dijeron las sanadoras. No era para menos, después de lo que había pasado con el obelisco. Parecía que le había frito el cerebro. En cuanto a Freyja...esa era muy dura, aguantaría lo que le echasen. Lo importante era que habían regresado todos, tras eliminar la amenaza.

A sus espaldas, a unos pocos metros,  escuchó unos murmullos rápidos y preocupados, alguno incluso horrorizado. "Ha muerto, la han encontrado así hace nada". Aquellas palabras hicieron que le diese un vuelco el corazón. Su mente le jugó una mala pasada y le hizo que el primer pensamiento que se le cruzase fuese el peor. Se dio la vuelta de manera repentina, con el rostro pálido mientras caminaba hacia las mujeres para saber de qué hablaban. Estaban echando una sábana por encima a...no era ella. Por todos sus ancestros y el Sanguis Ligno...había estado a punto de darle algo. Malditas paranoias. No, lo habría sentido.

La muchacha a la que acababan de cubrir era la prometida de Asiaín, pero no entendía nada de lo que estaba pasando. No había ido a la batalla. El primo estaba allí también, inconsciente en otra cama. Preguntaría lo que había sucedido, pero no en ese momento. Primero quería verla con sus propios ojos. No pasaron muchos segundos más hasta que por fin la encontró y pudo respirar aliviado. Estaba sentada en una silla en una esquina del templo, observando. Esperó a que hiciese contacto visual, a que leyese en su mente el pensamiento sobre el resultado de la batalla.

"Somos libres"




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PS: 71

De pronto hubo una pequeña revolución, no sólo porque abrieron un nuevo portal por el que cruzó Cedric -despierto, por lo menos- sino porque alguien había muerto. Catherine no quería levantarse pero tampoco quería invadir mentes nerviosas, estaba atando sus propios poderes con una cuerda muy corta para no perder el control. Darren también cruzó y varios vasallos pero… No había pista de Wthyr. Tensó suavemente los labios y envió otro mensaje a Gwen avisándole que Darren y Cedric estaban allí siendo atendidos.

-¿Qué sucede?- Inquirió alzando suavemente la mano para llamar a una sacerdotisa que pronto le contó lo ocurrido -Pero…¿viene de la misión?- Preguntó confundida a lo que la mujer negó con la cabeza - ¿De qué ha muerto?- Cuestionó preocupada porque se supone que esa era la alianza que habían conseguido sin necesidad de “guerra, ni sangre” y ahora se preocupaba de las consecuencias que podría haber. Estaba concentrada hablando con la sacerdotisa que empezaba a contarle un poco cómo había llegado y lo que había sucedido con Asiaín cuando el portal se cerró.

Catherine dejó de mirar a la mujer sintiendo que el alma se le caía al suelo porque si el portal desaparecía quería decir que todos los que estaban en pie habían vuelto pero ella no había visto a Wthyr. No lo había visto pero… Se llevó una mano al pecho y luego alzó la mano suavemente para pedirle silencio a la sacerdotisa -Gracias- Murmuró y empezó a buscarlo con la mirada.

Lo ubicó cuando salió de pronto de una de las habitaciones, lo reconoció de espaldas y cuando se giró hacia ella, Catherine lo observó con intensidad antes de abrir el canal mental escuchando lo primero que vino a su mente. La morena guardó silencio durante un momento porque no sabía qué decirle, no sabía bien qué hacer en realidad. De pronto sintió unas horrorosas ganas de llorar porque lo único que podía pensar era…”A coste de qué?” y la imagen de Mei no paraba de venir a su cabeza. Asintió con suavidad y se incorporó, empezando a caminar lentamente hacia él -El Rey necesita atención- Le dijo a la sacerdotisa que apresuró los pasos, dejándola a ella ir a su ritmo. No le quitó la mirada de encima, sino que le recorrió dándose cuenta de cómo tenía el brazo. Envió otro mensaje a Gwen informándole que todos habían vuelto, que todo había acabado.

Lo peor de todo, era el peso que tenía en el corazón. ¿Matvey había vuelto también? ¿Por qué no se había comunicado con ella? ¿Por qué no preguntaba por Ivanov? De camino hacia él revisó el brazalete con un hilo de esperanza pero no había nada y aunque extendió su campo hacia su padrino no había nada excepto estática. Acabó enviando un mensaje corto a Ian diciéndole que la misión había acabado. Al llegar hacia donde estaba Wthyr, le recorrió el rostro en silencio. -He revisado a todos los que estaban inconscientes, de momento no hay una huella permanente pero me gustaría revisar a Cedric, a Darren y a ti…Por si acaso…- Murmuró percibiendo algo raro en él. Volvió a recorrerle de arriba abajo con el ceño levemente fruncido.

Algo…No sabía el qué.

Pudo llegar a escuchar en su mente el pensamiento angustiado de ella sobre a costa de qué se había conseguido la victoria. Negó con la cabeza. Se habían perdido vidas, en todos los bandos. Guardias de Ávalon, guardias de Ouroboros...todos con sus nombres y sus historias. Los que habían sobrevivido tenían graves heridas, y esperaba que no les quedasen demasiadas secuelas. Siempre se pagaba un precio. Por eso consideraba que había salido bastante bien librado, para lo que podía haber pasado.

La diligencia de Catherine dando órdenes a la sanadora fue suficiente para que se pusiese en marcha, indicándole que se sentase en uno de los bancos del templo mientras comenzaba a examinarlo. Le terminó de cortar la manga de la ropa con unas tijeras para echar un vistazo a la fractura del antebrazo, recolocándolo con un movimiento firme que hizo que el Pendragon tuviese que tragarse una blasfemia. Luego comenzó a vendarlo con unas vendas especiales con un remanente de su magia de sanación, para que fuese curando durante los dos o tres días siguientes. Terminó de colocarlo con otra venda para mantenerlo en cabestrillo y pegado al cuerpo, dándole indicaciones de no moverlo. Wthyr agradeció a la sacerdotisa la atención recibida para sanarle, pidiéndole que les dejase a solas a Catherine y a él. Esperó a que se marchase, interrogándola después con la mirada, preguntándole cómo estaba ella. Se la veía cansada, nada que ver con cómo habían estado en la cueva antes de tener que salir. Y pensar que eso había sido esa misma mañana...

- Ese desgraciado nos usó para sus propósitos, para quitarse de encima a los tuyos. Creí que podría bloquearlo, pero me equivoqué. Sólo se anuló cuando un mercenario usó su poder para bloquear la magia. Por eso creo que no ha quedado ninguna huella. Además, está muerto. - iba a decir que ninguna magia permanece tras la muerte del invocador, pero no sucedía así con las maldiciones. Desvió la mirada hacia otro lado, como rumiando la posibilidad de contarle lo que había sucedido al final, incluso planteándose que probase a hacer visible la marca de maldición para saber si era real  o no.  - Catherine... - pronunció su nombre mientras le hacía un gesto para sentarse a su lado, apartando la bolsa en la que llevaba lo que le había quedado de las pociones y la corona que había saqueado. - Nada. Olvídalo. - decidió cambiar de tema, al menos por el momento. - Tu...nigromante también salió por su propio pie. Creo que ninguna de las personas que conoces ha caído. Lo que me extrañó fue ver a Adriano todavía vivo. Se enfrentó al Papa antes de caer. Un tipo valiente.



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PS: 71+40 (por día off rol en curación pasiva)=111

La morena observó cómo empezaron a trabajar en el brazo de Wthyr con premura y estudió aquella forma que tenían de emplear la magia de sanación que era un tanto diferente a la de Ouroboros. Se sentó finalmente para poder descansar mientras terminaban y reconoció su pregunta silenciosa pero ella simplemente negó suavemente con la cabeza antes de soltar un suspiro agotado.

Esperó a que relatará lo que había sucedido, confirmando sus sospechas iniciales y era evidente que Wthyr no tenía el suficiente poder para detenerlo. Mei no había podido. Sintió que el nudo en la garganta se hacía mucho más grande -Lo sé- Dijo con un hilo de voz porque no podía llegar a formular otra frase. No podía decirle que lo había sospechado en cuanto los vasallos le informaron lo que había ocurrido. No podía decir nada más que atravesará aquel nudo y aquel sentimiento de impotencia y rabia.

-¿Hmm?- Inquirió cuando le llamó, viendo que se acercaba hacia ella y sintió miedo. Sí, porque tenía el rostro serio y no sabía lo que iba a decirle pero era… era tétrico. Era… horrible. ¿Matvey habría muerto? ¿Era eso lo que quería decirle? Sintió que se le humedecían ojos de solo pensarlo -No… ¿Qué?- Dijo alargando la mano a su brazo bueno para presionar sus dedos sobre él, instandolo a que le dijera lo que estaba pensando.

Cerró los ojos sintiendo que un peso era levantado de su corazón cuando habló de Matvey. Pero su rostro no fue de pura relajación, no cuando no paraba de recordar a su amiga -Mei- Susurró en un hilo de voz y le tomó todos esos años de aparentar estabilidad no echarse a llorar en ese momento porque… estaban rodeados de demasiada gente -La destrozó mentalmente- Intentó mantener una respiración regular, lenta y segura pero cada vez que respiraba le dolía el pecho. Lo de Adriano no le importó, quizás su propio trabajo y el de Wthyr le habían servido para alargar más tiempo su vida y que encarará a aquel hombre. Pero Mei…

Escuchó el brazalete y abrió los ojos lentamente para mirarlo, leyendo lo de Matvey pero no lograba sentirse… feliz de leerlo. No cuando no sabía si podía ayudar a Mei pero mentiría si el mensaje no disolvió el nudo en su garganta. Le respondió de inmediato y luego volvió la vista hacia él Pendragon. Guardó silencio durante un momento -Gracias por no dejarme sola- No sabía qué más podía decirle excepto… -Gwen despertó. Estaba preparándose para ir con vosotros. Ya le he avisado que estáis aquí…Tengo… que ir a llevar a Ivanov con Matvey y luego contarte un par de cosas- Inspiró profundo como queriendo llenarse de energía o, tal vez, de valor -Intentaré volver lo antes posible- Se inclinó y le dejó un beso en la mejilla antes de abrir un portal y pasar hacia él en busca de Ivanov, luego partiría a Ouroboros por la misma vía.

Con cada gesto y cada palabra que decía Catherine le daba la impresión de que estaba a punto de echarse a llorar, que no podía más con la presión. Se sintió mal por ella por haberla puesto en tensión con aquella frase que no llegó a terminar, y llegó a la conclusión de que había hecho lo correcto. Por el momento era mejor callar la sentencia final del Papa de los cojones. Lo de Matvey pareció aliviarla, pero no lo suficiente. Seguía preocupada por Mei.  - Algo parecido le ha sucedido a Ixión. Si podemos arreglar a uno, podrás hacerlo con ella también. - no es que le importase la otra chica, pero ya había comprobado que Catherine no se rendía con sus amigos.

Frunció levemente el ceño al escuchar el sonido del mensaje del brazalete comunicador de ella, suponiendo que ya le estaban informando de los que habían regresado y demás. Entendió perfectamente a qué se refería con lo de no dejarla sola, a regresar vivo de la batalla.  - Dijiste tantas veces que iba a volver que me lo creí. Funcionó mejor que una orden mental. - habría luchado igual aunque ella no se lo hubiese dicho, pero se agradecía la confianza y el tener a alguien que lo esperase. Tenía un buen motivo. O dos.

La noticia sobre Gwen le hizo suponer que ya se encontraba en condiciones, y que pronto podría verla. Asintió sin más a lo de irse a llevar al crío de Rasputín, lo que le recordó que el tenía que encargarse de echar a Adele. - ¿Contarme un par de cosas? espero que no sea nada malo... - porque para malo ya tenía él algo que decirle. - No tengas prisa. Las cosas van a estar complicadas por aquí al menos durante un par de días. - echó un vistazo al lugar donde habían cubierto a la vikinga, ahora rodeada de cuatro de los suyos que empezaban a indignarse con las sanadoras. Iban a tener problemas...

El beso en la mejilla le pilló desprevenido al estar mirando hacia otro lado, no se lo esperaba. Fue una despedida rápida pero reconfortante, suficiente para dejarle una sensación de calidez en el pecho. Suspiró por lo bajo cuando desapareció el portal, dándose la vuelta para ir a enterarse del asunto con la hija de Haraldson. Las explicaciones fueron extrañas a más no poder, pero parecían culpar también a Asiaín, que dormía en la cama de al lado. Dijeron que el padre estaba ya de camino, y que querría pedir explicaciones. Después de eso se llevaron el cuerpo de la vikinga, al parecer para prepararlo para el funeral. La alianza parecía estar yéndose a la mierda por algo de lo que no tenían culpa. Ya hablaría con su primo...

Los vio salir del templo, pero permaneció allí un poco más, al menos hasta que sus hermanos despertasen. Se sentó en el banco de antes, echando mano de la bolsa en la que había guardado la corona. Le echó un vistazo, satisfecho de su brillante saqueo, aunque aún no la había usado.

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PS: 111 +40 (pasiva por día off rol)= 151

Emme

El líder Haraldson había llegado a Ávalon ya de madrugada, siendo guiado hasta allí por los soldados que habían estado con su hija. Las funestas noticias le habían hecho partir de inmediato, no se podía creer aquellos mensajes que le llegaron. Al llegar entró hecho una furia en el templo de los Pendragon, escoltado por varios de los Norsefire para ir a exigir explicaciones de lo sucedido.

- ¿¿Qué le habéis hecho a mi hija?? - bramó furioso mientras los suyos le indicaban dónde estaba el que había sido su prometido, con el que habían hecho el trato de unir los linajes.

Lo encontró en una cama y no dudó en ir hacia él para agarrarle por la pechera de la ropa, comenzando a zarandearlo. Le daba igual que estuviese herido, dormido, lo que fuese. No le importaba. - ¡Se fue contigo y ahora está muerta! ¡Todo esto es culpa vuestra! ¿¡Has sido tú!? ¡Espabila y respóndeme!
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Ataque físico: 0 dado + 20 stat= 20 a Asiaín

El miembro 'PNJ' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Ataque' :

Hasta ese momento, Asiaín se limitaba a ser torturado por las visiones de sus sueños pues requería de recuperar energía luego de toda la magia qué ha tenido qué utilizar, y estas no se tenían que esforzar demasiado, siendo honestos... Solo repetir la misma trágica escena una y otra vez era más que suficiente.

De este trágico ciclo solo una cosa lo sacó, una extraña sensación qué más tarde lo regresó al mundo despierto, al principio había oído nada pero luego pudo escuchar los gritos siendo articulados, y entender los mismos, y finalmente lo más difícil, reconoció esa voz...

Realmente no esperaba que esto pasaría, aunque era inmensamente obvio visto en perspectiva, simplemente no estaba en el estado de tener un plan a futuro en caso de que algo pase no le veía el objeto, se limitó a abrir lentamente los ojos, aún herido y en mal estado, con una mirada llena del más infinito cansancio.

... Sí, lo está...

Afirmó destrozado aún por el hecho, no se tomaría el tiempo de siquiera pretender, no tenía ningún objeto, o por lo menos él no le veía ninguno.

Pero no ha ocurrido así... Ella fue atacada cuando fue a esperar a los guerreros en el puerto y yo estaba en el campo de batalla, la capturaron, experimentaron con ella...

Y de ahí en más no pudo seguir... Solo no pudo, ya se le atraganta an las palabras, se había ido su labia qué siempre fue su mejor herramienta.

Daños:

Se quedó dormido al cabo de unas horas sentado en aquel banco del templo, quedando con la cabeza baja y la barbilla casi apoyando en el pecho. Quería quedarse a la espera de que despertasen Cedric o Lake, y tampoco le apetecía nada regresar solo a la habitación después de lo que había sucedido la mañana anterior con el hijo de Rasputín. No quería pensar en la presencia del espíritu de Dana allí, en los aposentos. El descanso no duró mucho, pues unos gritos retumbaron en el templo y le despertaron de manera repentina. Al principio no supo lo que sucedía, pero enseguida reconoció la voz del hombre, el aliado que habían hecho en Oslo. Cerró los ojos con pesar, comprendiendo enseguida el motivo de los reclamos. Su hija.

- Mierda...- murmuró Wthyr para sí mismo antes de levantarse del banco, dirigiéndose hacia donde estaba el viejo. Era lógico que quisiese saber lo que había pasado, y se hacía una idea de cómo se sentiría con la trágica noticia. Sin embargo no podía permitir esas acusaciones a alguien de su familia, ni esos gritos en el templo sagrado. Avanzó rápidamente hacia él, estirando su brazo no herido para tirar del hombre hacia atrás, apartándolo del pobre Asiaín. - Le está diciendo la verdad. Zarandear a un herido no hará que su hija vuelva, y este no es lugar para acusar a un Pendragon de tal cosa. - sujetó con fuerza la muñeca del hombre para que no se resistiera, haciendo que su pulso se ralentizase lo suficiente como para provocarle un mareo. Era consciente de que la pérdida de la chica suponía que el matrimonio concertado no se llevaría a cabo, y con ello probablemente se perdiese el pacto que habían hecho. Tal y como estaba el nórdico dudaba que pudiesen renegociar ahora.

- Vamos fuera. Salid todos. - ordenó a los otros que lo acompañaban, sacando también de allí al Haraldson padre. Echó una mirada de "luego hablamos" a Asiaín, marchándose después de allí con los cinco vikingos. El resto de heridos que quedaron allí, como sus hermanos, pudieron abandonar el templo por su propio pie al día siguiente.

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OFF: Pueden darse por sacados quienes quieran. PS Wthyr, Lake, Darren y Cedric recuperado. Freyja puede darse por sacada. Ixión no, que se ha quedado tonto mental xD

Asiaín primero que nada, empezó a toser fuertemente, a toser sangre desde luego, porque además de estar herido, no deja de ser alguien demasiado frágil, cosa que siempre termina recordando de una forma o de otra, y ahora en particular de una forma especialmente amarga, entre los gritos del qué pudo ser su suegro.

Bien, con eso ya podía dar por seguro el hecho de que no había esperanza para la alianza qué había logrado concertar gracias a su idea y su cooperación con el matrimonio arreglado, todo estaba arruinado más allá de toda posible recuperación.

Y además, él mismo tenía la sensación de que Gunnhild había muerto por culpa suya, porque no era un médico lo bastante bueno, ella terminó por morir a pesar de sus mejores esfuerzos, y eso es algo con lo que deberá cargar por el resto de su vida, con lo corta o larga qué esta llegue a ser.

Eso pensaba, hasta que vió qué alguien le quitaba al viejo Haraldson de encima, y ahí lo vió, era Wthyr, había intervenido, ya era la segunda vez que le ayudaba, y eso le hacía sentirse más tranquilo, bastante en verdad, además de que le defendió.

Y por supuesto, Asiaín, en su lecho, con sus heridas vueltas a abrir y sangrando miserablemente, le devolvió la mirada a Wthyr, una mirada significativa, del tipo que dice, "Sí, lo sé." antes de perder la consciencia y que las sacerdotisas volvieran para atenderlo luego del altercado.

Vida:

Luego de algunos días en un estado muy miserable y tortuoso, Asiaín se recuperó de lo que le había ocurrido, volviendo estado de miseria y tortura a niveles habituales... Al menos en lo que refiere a lo físico, pues del dolor qué ahora siente difícilmente se recuperará, pues Gunnhild se ha ido...

Una vez que se puso de pie, y fue preguntando, guardias y sacerdotisas fueron poniéndolo al día de como habían ido las cosas, la guerra se ganó, lo que significaba qué estaba a salvo, si el papa esta muerto, significa que no queda nadie qué posea su sangre.

Pero por desgracia, esto significa poco para él, y de hecho si no fuera porque su hijo sigue ahí afuera, directamente no tendría significado, sería simplemente prolongar su agonía, pero ahora... Tiene una misión, darle a su hijo una vida, una como la qué él no pudo poseer en su desgracia.

Y en nombre de esto fue qué decidió dejar el templo de sangre e ir a su siguiente destino, mientras reflexionaba sobre lo que haría a continuación, pues la peor parte del asunto es que esto no había terminado, todavía habían muchas qué debía de hacer...

Lo sabía. Sabía que Wthyr estaba viviendo su propia pesadilla pero no podía hacer nada para evitarlo mientras intentaba respirar. La imagen de Matvey ensangrentado se había quedado clavada en su retina hasta que Wthyr le había hecho mirarle. Quería pedirle disculpas por no prestar atención, por convencerse de que rodeada del Consejo no había manera de que las palabras se convirtieran en una agresión…No contra ella. Pero cada vez que abría la boca sólo salía sangre, no podía formular palabra.

El dolor estuvo a punto de hacerla perder el conocimiento y sus gritos eran más parecidos a un gorgoteo que otra cosa. Una vez en sus brazos recostó la cabeza contra su hombro y cerró los ojos con fuerza, tratando de concentrarse en respirar sin demasiado éxito. Le dolía todo…

Las sacerdotisas del templo parecían haber pillado la idea de que si un portal se abría en medio del edificio era porque algo había salido terriblemente mal. Así que cuando Wthyr pasó con Catherine al interior ya se encontraban organizadas en un semicírculo a la espera de lo que debían atender con una camilla delante de ellas, aunque muchas de ellas ahogaron un grito al ver la dantesca escena. Una desapareció en seguida en busca de Eretria al ver el estado de Catherine.

Movieron la camilla para colocarla allí mientras una de ellas daba voces de que prepararan la piscina del final aunque era evidente que estaba fuera de su campo porque las manos le temblaban y estaba blanca como el papel. Nadie era ajeno a la “maldición” de la que se solía hablar, de esa que condenaba a cada esposa del Rey. Y verse cara a cara con la posibilidad de ser ella la responsable de no salvarla, ni a ella ni al heredero, estaba poniéndola nerviosa.

Catherine abrió los ojos al sentir un ramalazo de dolor cuando la posaron en la camilla y aunque lo intentaron, la reina mantuvo una mano sobre la capa de Wthyr, aferrada a él con fuerza.

The joy and the chaos, the demons we're made of
I'd be so lost if you left me alone

Él sabía el profundo terror que tenía de morir, pese a las veces que entraba en un bucle autodestructivo… Sabía que Catherine necesitaba vivir, por su desestructurada familia, por su deber, por su palabra, por su promesa y, finalmente, por sí misma. No podía hablarle y el dolor y la fuerza le abandonaba por momentos por lo que le era difícil establecer un canal telepático. Esperaba… Esperaba que pudiera leer la súplica en sus ojos.

Alguien la movía y las cosas a su alrededor pasaban rápido, mareándola, así que cerró los ojos para concentrarse en una única cosa inamovible: El Sanguis Ligno. ¿La salvaría? Lo buscó, moviendo los dedos de la mano libre para mover el anillo que le servía como canalizador ante la ausencia del báculo.  También movió la mano con la que sostenía la capa de Wthyr, moviendola insistentemente en busca de su mano o su antebrazo...algo directo a su piel. Buscó  en ese camino directo al corazón de Ávalon para suplicar por la vida de sus hijos y la de ella mientras las lágrimas se derramaban por su rostro. No podía hacerle eso a sus mellizos, no podía hacerle eso a Aedan. Tampoco a Ian o Wthyr. No podía hacerle eso a Gwen, a Cedric…A Darren ni a sus otras dos cuñadas. No podía ser la asesina de tanta gente por un error que no le pertenecía.

Long endless highway, you're silent beside me
Driving a nightmare I can't escape from
Helplessly praying, the light isn't fading
Hiding the shock and the chill in my bones

OFF: Catherine le coquetea al Sanguis, a ver cuánto casito le hace.

El miembro 'Catherine Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (20)' :

La reunión estaba saliendo estupendamente, y, salvo por la soberana gilipollez de Leroy, todo estaba saliendo a pedir de boca. Incluso parecía que estábamos a punto de llegar a un acuerdo. Por supuesto que iba a replicar a Giordano: uno de ellos, uno de nosotros. No iba a dejar que entrara solo con la dragona, la cual no me transmitía ningún tipo de confianza. Pero se largó… y, como siempre que están los Pendragon implicados, empezó el drama. Apenas hubo tiempo alguno para hacer, percibir, huir ni luchar. La lluvia de flechas no se hicieron esperar. -¡A cubierto, estamos bajo ataque!- Pude gritar al ver las tres flechas atravesando de lado a lado de la descendiente de Morgana y el cuello del de Rasputin. Si no estaban ya muertos, poco durarían. Me levanté del asiento de golpe, prácticamente por instinto protector para tratar de ayudarle, pero poco pude hacer porque el dolor me atravesó de lado a lado, incapacitándome, asfixiándome por un instante. El justo segundo necesario para darme cuenta de lo que estaba pasando. Partí la flecha por la mitad y saqué cada parte por uno de los extremos. Gritos muchos. Por doquier.


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Lo siguiente de lo que pude ser consciente era de un templo, uno que no había visto nunca antes. Ropajes que no conocía, gente que no conocía. Seguí confundido la vorágine de gente en movimiento. La camilla, el pelo lacio negro. Con un gruñido todavía aquejado por el dolor, me incorporé. -Maldito Wthyr- Mascullé, con horrible dolor. Me incorporé hasta la camilla, apoyando ambas manos con pesar y alzando a la construcción: Ávalon. El idiota de Adael seguro que se moriría de envidia. -Imbécil. Tendrías que habernos llevado a Ouroboros- De estar Wthyr le aparté de un manotazo para dejar el campo de visión libre y su propio olor me estaba produciendo arcadas. Cualquier trozo de tela serviría para tratar de taponar con extremada urgencia el sangrado: el imbécil había sacado las flechas -Eres tan idiota que ni siquiera has detenido el sangrado con vuestra magia. Si solo vas a molestar, lárgate. O tráeme reabastacedoras. A mansalva - Gruñí con molestia, hasta ser borde era doloroso en ese momento -Y preparad el parto. Que al menos sobreviva uno de los tres-

Cogí aire para concentrar mi propia magia y poder canalizarla en la futura madre por encima de mi propia herida que, a riesgo de no ser tratada pronto, sería letal con relativa brevedad. Apreté los dientes con un gruñido, ¿olía a café? Sí, porque con el ataque el vaso se había derramado. Me gruñí para concentrarme y centrarme en la sanación de la madre. La mermada magia de sanación fue pasando a través de la tela ensangrentada, que había rasgado de mi propio polo. -Piensa en el café, concéntrate en el olor del café, café del color de la tierra. Concéntrate, concéntrate- Repetí como un mantra, una y otra vez, tanto para mí como para Catherine, que seguro me estaba escuchando.

-Comprueba la viabilidad fetal- Le grité a la mujer que apareció con pintas de saber.  Lo mismo era la abuela Pendragon, poco me importó y si no tenía ni idea, ya lo tendría que hacer yo, como siempre



Dados de dolor:

1, 2- Hemitórax izq
3,4 - Hemitórax drx
5,6 - Abdomen
7 - Hombro izq
8 - Hombro drx
9 - Brazo izq
10 - Brazo drx

El miembro 'Oscurus Galenus' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Todo había sucedido en cuestión de menos de dos minutos. La lluvia de flechas, sacarlas del pecho ensangrentado de Catherine, secuestrar a Oscurus, el portal...era como una maldita pesadilla. Nada más cruzarlo hizo uso de su magia de sangre para detener la fuerte hemorragia, aunque entre los nervios y su propio estado físico no consiguió detenerlo tan de inmediato como habría esperado. La tenía entre sus brazos pero sentía que se le escapaba a cada segundo que pasaba. - Resiste, ya hemos llegado... ¡Preparad el estanque, rápido! - Notó el calor de la sangre de ella empapándole también la ropa y su respiración que sonaba como si le hubiesen perforado el pulmón. Aquello hizo que se le cruzara por la mente el horrible pensamiento de que era imposible escapar de su destino, que todo había sido un espejismo. La depositó en la camilla con todo el cuidado que pudo, pero aún así no fue suficiente a juzgar por el gesto de dolor de Catherine. La impotencia y la desesperación se apoderaron de él al no poder hacer nada para solucionarlo de manera instantánea.

Se quedó paralizado un instante cuando el otro le espetó que tenían que haber ido a Ouroboros, pero él ni siquiera lo había pensado. El templo era el lugar al que acudían en situaciones así, confiaba en que pudieran salvarla como habían hecho con él cuando volvió prácticamente muerto de Italia. - La sangre la salvará... es su sitio...- murmuró un tanto ido refiriéndose al estanque de sangre, aunque probablemente Oscurus no entendiese nada. Sí que reaccionó de inmediato a su acusación de no haber hecho nada para frenar la hemorragia, porque ya estaba hecho aunque el sangrado había sido abundante.

- ¡Ya está detenido! ¿¿Es que no lo ves o eres gilipollas?? - vociferó mientras agarraba a Oscurus por el cuello de la camisa, soltándolo después con violencia. No se había dado cuenta hasta ese momento de que el otro también estaba herido. Lo necesitaba vivo por el momento, así que hizo un gesto con la mano para detener también el sangrado del sanador. No hizo falta que ordenara a las sacerdotisas que trajesen reabastecedoras, rápidamente fueron a por las reservas. Sintió una fuerte punzada en el pecho que podía achacar tanto a la maldición como a aquella fatídica frase de Oscurus de "que sobreviva alguno de los tres". No, no podía acabar así. Iban a romper la maldición, ella iba a sobrevivir, ese no era el final del camino.

- Sálvalos como sea. A todos. O el que morirá aquí y hoy serás tú. - lo amenazó con voz ronca y la mirada oscurecida, tomando después la mano con la que ella se había aferrado a su capa. La apretó con la suya y llevó la otra a su frente, apartándole el cabello con la mano levemente temblorosa mientras se inclinaba un poco sobre ella por el lado de la camilla contrario al que estaba Oscurus. - Catherine...abre los ojos...no te duermas. Tenemos mucho por hacer todavía. Te necesitan, te...- Para ese momento las ramificaciones oscuras de la marca de maldición habían subido por el cuello de Wthyr y ya alcanzaban la mandíbula, moviéndose más rápido incluso que en aquella ocasión en que la envenenaron. Su respiración se había vuelto más pesada y tenía que esforzarse por mantenerse en pie. Eso sólo podía significar que Zephyr estaba cada vez más en peligro. Por eso no dudó en mover rápidamente la camilla hacia la zona del estanque de sangre mientras le daba órdenes a Oscurus. - Sigue con la sanación, voy a meterla ahí. - la cargó en brazos nuevamente, alzándola de la camilla para meterse con ella dentro, con una mano tras su espalda y otra bajo su cabeza para mantenerla a flote. Se concentró en repetir las palabras que había aprendido de Gwen, pidiéndole al Sanguis que la salvase, que la curase.

- Sanguis Ligno Vakna... Brakka du vanyalí sem huildar Catherine Le Fay. Skölir nosu fra Blödh! -

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Del 1 al 10, ¿cómo de efectiva es la sanación de la piscina?