Templo de Sangre

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'Dado (10)' :

Eretria apareció poco tiempo después observando preocupada a la Reina y dando varias órdenes, su estado no era alentador y estaba segura que la mejor  opción para los mellizos era nacer. Lo que no sabía es si ella resistiría. La orden del hombre que había llegado con el Rey hizo que Eretria asintiera. Era muy consciente del trabajo y empezó a hacer el monitoreo de los bebés. La viabilidad era posible, sí, pero los bebés estaban teniendo sufrimiento fetal que era evidenciado por la frecuencia cardíaca -Hay que inducirlo, ya- Le advirtió al hombre con un gesto duro al oír aquello de que sobreviviera uno de los tres. Ella trataría de hacer caso al Rey, de salvarlos a los tres así que empezó a dar órdenes específicas para la preparación, por lo que no tardaron mucho en inyectarle una de las pociones de inducción a Catherine. Con suerte, funcionaría rápido.

Catherine estaba ajena a la vorágine que estaba sucediendo alrededor, entre el dolor y lo mucho que le costaba respirar sólo podía concentrarse en el Sanguis, en poner todas sus fuerzas en que el árbol le oyera. Y pareció hacerlo, de pronto, el dolor no era tan agudo y le era más fácil poder meter aire en los pulmones. ¿Café? ¿Alguien hablaba del café? Sí, podía percibir el olor a café pero también el de la sangre.

Abrió los ojos cuando Wthyr le habló y lo observó de nuevo -San…guis- Esperaba que le comprendiera. Esperaba que el árbol sagrado la oyera y que después de consumir tanta sangre le devolviera una mínima parte. Quería vivir. Le vio las marcas que estaban reptando por su cara y se desesperó, los estaba matando… Estaba matándolos a todos. Volvió la vista hacia Oscurus y luego hacia Eretria. Si salvaban a sus niños La simple idea hizo que perdiera las fuerzas para concentrarse y empezó a llorar de nuevo, incapaz de poder poner algo de autocontrol sobre las desbordantes emociones que la llenaban.

Soltó un gran quejido cuando Wthyr la levantó, sintiendo que el dolor se ramificaba por todo el cuerpo y ya no sólo de las heridas. Venía de todas partes. Pero de pronto, todo se detuvo. El dolor se detuvo y Catherine sintió que el tiempo se ralentizaba y todo a su alrededor se emborronaba. Apretó la mano sobre la ropa de Wthyr sólo para saber que seguía en un mundo terrenal porque las sensaciones que le invadían gritaban que aquello estaba muy lejos de la realidad.

Las raíces que estaban cerca del estanque se movieron y pareció que todo el templo lo hizo con ellas provocando un raro ruido que hizo a las sacerdotisas detenerse de ipso facto, reptaron un par de centímetros sólo para hundirse más en el estanque en el que estaba Catherine, respondiendo al llamado de los Reyes. El dolor de las heridas se apaciguó leve y lentamente, como si el Sanguis estuviera impulsando la magia de sanación directamente en su cuerpo. Y pese a que era consciente del dolor y del efecto de la magia, se sentía ingrávida e incorpórea. De pronto, empezaron las voces pero no logró diferenciar ninguna. Era un murmullo, del que no lograba sacar nada en claro. Sólo podía sentir el vínculo, ese que la ataba a Wthyr y que danzaba y se extendía alrededor de ella siguiendo las raíces del Sanguis Ligno para convertirse en uno.  Pronto, se dejó llevar por la sensación de bienestar soltando a Wthyr  y cerrando los ojos.

Lo que para Catherine había sido unos largos minutos de sanación, para quienes estaban a su alrededor habían sido meros segundos en los que la habían visto pasar de un estado de histerismo y dolor a uno en el que casi parecía estar inerte. Calmada, tranquila pero pálida e inmóvil mientras miraba el techo.

Así como la magia de sanación de Oscurus había tenido un efecto profundo y rápido, lo mismo había sucedido con la poción que le había inyectado, acelerando su efecto. Aquello ocasionó que una fuerte contracción la sacara de aquel efecto placebo, gruñendo mientras se llevaba las manos al vientre. Todo volvió a la normalidad, los movimientos, los gritos, las órdenes y el dolor. No tan fuerte, no tan agudo pero las heridas en el pecho seguían allí. Ya no mortales, pero peligrosas. Tomó una larga respiración antes de morderse el labio -Ya… vienen- Murmuró con un hilo de voz.

-Esa no, imbécil- Encima recriminaba que había detenido la hemorragia. ¡Qué gran héroe! -Tarde y mal- Le gruñí cuando me retiró de la curación chapucera que le estaba pudiendo hacer a Catherine, dada la situación. Al menos regeneraría los tejidos más afectados y, con el cese del sangrado que Wthyr había hecho durante el camino al templo, al menos ya no se desangraría, no al menos por esas heridas. El soberano de Avalón, al quitarme del cuerpo de Catherine, detuvo la sanación, dejando todavía las heridas abiertas, a medio cerrar, con todo el dolor que aquello traería. Entre la hipovolemia, el dolor… no me gustaría ser Catherine en ese momento y menos estar casada con suficiente esperpento de persona. Le solté el cuello con un manotazo, apretando los dientes y desafiando al rey con la mirada y volví a lo que tenía que hacer, que era cerrar las heridas de la descendiente. Debía concentrarme en ello por encima de mis propias heridas y dolor. No podría seguir con la magia eternamente, solo esperaba que hubiera un milagro que nos ayudara.

El comentario de salvarlos me hizo bufar de una manera muy molesta -Has extraído las flechas sin asegurar sin equipamiento, no sangre, a lo loco, sin mirar qué había perforado o dañado, si hubiera atravesado el corazón no estaríamos teniendo esta conversación. ¿Me vienes llamando gilipollas? Deberías hacértelo mirar, grandísimo capullo, porque si alguien muere hoy aquí será por tu culpa y la de tus flechas a traición- Cogí el jirón de la tela ensangrentada por la hemorragia que el muy idiota había tardado en detener, por mucho que se dedicara a decir lo contrario y se lo tiró a la puta cara. –Ahí tienes tu sangre detenida- A mí se me estaba yendo la cabeza con el esfuerzo de la magia y el dolor abdominal. Sí, el Pendragon había detenido el sangrado, pero no había cerrado la herida. Esa magia tiene algunos fallos. Al menos el rubio no hablaba tanto, porque este rozaba la desesperación.

Con la extenuación mágica, hubo que pasar a manual escuchando al otro gimotear -Si vas a quedarte como un pasmarote llorón aquí, al menos asegura que la sangre en la matriz y el pulso fetal. Valiente gilipollas- Había rodeado el cuerpo de Catherine para empezar a palpar la colocación fetal, no queríamos que nadie naciera de culo (literal), porque de lo contrario habría que tratar de colocarlos -No- Espeté a Wthyr cuando dijo que iba a mover a la paciente -¡NO LA MUEVAS!- Ni puto caso, por supuesto porque solo se obedecía a sí mismo. En cuanto acabó su encantamiento fui yo quien lo cogió por la pechera y lo empujé hacia atrás, mascullándole con la mandíbula tensionada y los dientes apretados, tanto que hasta dolían, no más que el resto del cuerpo -NO VUELVAS A MOVER A MI PACIENTE SIN MI PERMISO. ¡Nunca!- Y volví a mi trabajo, que me daba igual que fuera en las escalinatas del templo o fuera, raíces o no, terremotos o lo que fuera. Aquellos bebés iban a venir ya y sobre todo si ya habían puesto la oxitocina junto con las reabastecedoras. Y la magia del árbol… una magia potente, había que añadir, una gran aliada. Pero no estaba en ese momento para analizar aquello, no sabía si el árbol sanaría a la madre o a los hijos.



-Claro que hay sufrimiento fetal. ¿Habéis comprobado la posición fetal?- Idiotas. Estaba rodeado de idiotas primerizo en un parto de gran peligro tanto para la madre como para los fetos. ¿Dónde coño estaba Anteia? ¿o Chloe? Justin lo haría mejor, estoy seguro. -Catherine, la fiesta va a empezar ya, espero que no quisieras perdértela. Ya sabes cómo funciona, cuando te digamos que empujes, lo haces con todas tus fuerzas junto con la contracción- Aquellas eran las únicas palabras amables que iban a escucharse de mi boca en aquel templo de mierda hacia todos los Pendragon o afines. El tono a Cat era radicalmente diferente al usado para Wthyr, suave, tranquilo y explicativo. El cogí por la mano ensangrentada un breve segundo y asentí para confiarle que todo iba a ir bien. Tras lo cual me dispuse para hacer llegar a dos criaturas al mundo.

Rodeé a Catherine para comprobar la viabilidad fetal que era lo que había pedido, antes siquiera de inducir nada. La palpación estaba indicando que los niños se estaban colocando para encauzar el canal uterino. Sin embargo había algo que no cuadraba. Indiqué que me trajera el fonendo fetal para escuchar los latidos. Pedí silencio con un grito. Debería haber dos acelerados corazones palpitantes … Pero solo uno. El otro era un rumor acelerado, sí, distante, agónico. Gruñí por las molestias al incorporarme notando la cabeza muy embotada -Vamos, no hay tiempo que perder- Alcé la mirada hacia la que parecía ser la matrona, seguramente por aquel gesto sabría que aquello no estaba yendo para nada bien, y que no habría tiempo para relajarse. Ya se había roto aguas, el parto debía continuar.


La dilatación fue rápida, mucho más que por los medios tradicionales. No había prolapso ni el cordón estaba amarrado alrededor del cuello -¡Vamos Catherine! ¡Empuja! ¡Ahora!- Asomaba una fontanela, un cuello, un pequeño giro de hombro y el resto del cuerpo. Le recibí sobre mi antebrazo y le limpié las narinas con cuidado. El crío empezó a gimotear molesto. -¡Es un niño!- Y por desarrollo debía ser el pequeño, el Pendragon. Estaba sano, radiante, rosadito. No tardó en empezar a llorar. Alguien lo envolvió en un mantita y tras asegurar el cordón lo apartó del grupo -Vamos a por el siguiente- Cogí aire por la nariz, con la molestia que aquello implicaba, me recoloqué el cuello con un chasquido y empezamos el segundo parto.

Donde todo era luz, ahora todo era oscuridad. El color rosado dejó paso a un color azulón, mortecino. No hubo vítores esta vez. Le quité las mucosidades de las narinas y me levanté para apartarme tras asegurar el cordón. -Vamos chiquitina. Tú puedes- Susurré. Era como… como que le habían quitado toda la energía para vivir para dárselo al otro mellizo… el poder del Sanguis queriendo mantener su linaje. Ávalon. Por desgracia, tenía hasta un maquiavélico sentido. La niña, envuelta en una manta, la pegué a mi pecho, para darle mi calor, y sentir su suave respiración y el ritmo cardíaco. Con la mano sobre su cabecita me salí de aquella piscina del árbol, sentándome en la escalinata con la espalda apoyada en una columna y le transmití toda la magia que me quedaba, para sanar. Lejos de la influencia directa de aquel demonio que solo quería sangre y almas. Pues esta no iba a ser la siguiente. ¿Por qué no podíamos estar en Ouroboros? ¿Por qué no podría estar Anteia aquí, ahora? ¿Dónde estaba Arleen? ¿Qué haría Lucio? Cerré los ojos, mareado y agotado, dejando caer la cabeza sobre la columna mientras seguía fluyendo magia… Al final, el idiota de Wthyr tenía razón y nos iba a matar a todos.



Dados: éxito = baby bien. Fallo= problemas. En este orden: Zephyr el niño de wiwi y Aelin el de Ian

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'Probabilidad' :

¿Es que ese imbécil no entendía que no había habido tiempo para contemplaciones? ¿Que había tenido que sacarla de allí tan rápido como había podido? Le habría estampado a Oscurus su desagradable cara de no haberlo necesitado, y de haber estado en condiciones. Se limitó a ignorar aquellas palabras, sin ni siquiera mirarle cuando le tiró la tela ensangrentada a la cara. Como si no estuviesen ya de sangre hasta las cejas. El dolor pulsátil y ardiente de la maldición se le extendía cada vez más desde el pecho, irradiando hacia el brazo, el hombro, el cuello y el abdomen. Empezaba hasta a costarle respirar, y todos sus sentidos empezaban a nublarse, hasta el punto que solo escuchaba las quejas del sanador como un rumor lejano.

Reaccionó lo justo como para llevar a Catherine rápidamente al estanque de sangre en el que pedían sanaciones al Sanguis, sin hacer ni caso a lo que el otro decía. Cerró los ojos y la sostuvo a flote con una mano bajo la espalda, sin dejar que su cabeza se hundiese y rogándole al Sanguis que salvase a Catherine, que salvase a su linaje. La sangre del estanque se onduló y se agitó en torno a ellos, subiendo por el cuerpo de ella mientras se introducía en sus heridas y atendía al llamado del Pendragon. Volvió a abrir los ojos cuando todo cesó, buscando desesperadamente alguna señal de mejoría en el rostro de su esposa. Ya no se retorcía de dolor, pero se había quedado pálida e inmóvil con la vista fija en el techo. Le dio un vuelco el corazón por aquella imagen, y por un instante se temió lo peor. - No... - negó con la cabeza un tanto ido, como si fuese incapaz de procesar aquello. No podría lidiar con aquello otra vez. Los ojos empezaron a empañársele y a quemarle y no precisamente por la maldición extendiéndose. Por suerte ella reaccionó casi de inmediato con aquella contracción, dejando claro que seguía peleando por sus vidas. - Va a salir bien, ya lo ver...- Iba a reacomodarla de mejor modo, pero en ese momento Oscurus reaccionó de esa manera tan agresiva con el empujón.

- ¡CIERRA LA PUTA BOCA DE UNA VEZ! ¡YO SÉ LO QUE NECESITAN! - rugió después de que le empujasen, haciendo que salpicase sangre y apartándole de Catherine en el proceso. Se hundió momentáneamente, pero Wthyr la alcanzó de nuevo enseguida. Esta vez la sujetó apoyando la espalda de ella contra su pecho, mientras él actuaba de tope contra el borde del estanque. Estaban en el momento crucial en el que se decidía todo, en el que sus destinos podían cambiar o en el que podían desaparecer para siempre.

Claro que había sufrimiento fetal... Podía notar la marca de maldición tensando todo su cuerpo como una cuerda a punto de romperse, ascendiendo con sus negras ramificaciones prácticamente hasta uno de sus ojos. Jadeó y tuvo que apretar los dientes al hacer un esfuerzo por no gritar de dolor porque ya bastante tenía ella con dar a luz y el modo en que estaba sucediendo. - Puedes hacerlo...recuerda la visión que me mostraste. - le susurró al oído por si pensar en el futuro le daba fuerzas en ese momento. Con cada contracción de ella empezaba a ver un poco más cerca el final de aquello, mientras sujetaba una de sus manos para que la apretase y la sostenía con el otro brazo. - Un último esfuerzo, Le Fay, ya casi hemos roto la maldición. - y con aquel último empujón salió el primero, cuyo llanto resonó en el templo. Un niño. Su hijo estaba vivo...iba a vivir.

- ¿¿Está bien?? - preguntó ansioso mientras movía la cabeza para intentar ver al niño mientras cortaban el cordón y lo envolvían en una tela. La marca de maldición oscura comenzó a humear y a sisear como un lamento mientras se elevaba en volutas negras. Una de las sacerdotisas le entregó al bebé enseguida a Wthyr para que lo cogiese en brazos mientras seguía llorando con fuerza y moviéndose a pesar de lo pequeño que era. Tenía ganas de reír y de llorar, todo a la vez. - Zephyr...- lo abrazó contra él con cuidado y después dejó que Catherine lo viese. Dejó un sentido beso en la cabeza de la morena, que no tuvo mucho tiempo de tregua puesto que las contracciones volvieron para que saliese la niña. Pero ella no tuvo la misma suerte que su hermano. No lloraba, su color era muy distinto...algo iba mal a juzgar por lo rápido que la sacó Oscurus del estanque. Tenían que salvarla también. - Cógelo. - le entregó a su primogénito a Catherine, saliendo también del estanque con algo más de energía que la que tenía antes. En un par de pasos alcanzó al sanador sentado en las escaleras intentando reanimar a la niña, pero no parecía suficiente. Se moría. Una idea fugaz y descabellada se le pasó por la cabeza. Ya se lo había advertido antes...tenía que salvarlos a todos.

- La vas a salvar, pero no como crees. - le arrebató a la niña de los brazos y después lo enganchó a él con brusquedad por el cuello con renovadas fuerzas. La marca de maldición seguía evaporándose y retorciéndose, como una serpiente que chilla mientras la matan. Arrojó a Oscurus de boca al estanque todavía sujetándolo por el cuello como queriendo ahogarlo, sin dejar que asomase la cabeza. Con la otra mano sujetaba a la niña sobre una de las raíces del Sanguis, pidiéndole que tomase la energía vital de Oscurus y la transfiriese a ella. - Sanguis Ligno Cymerwch ei fywyd a rhoi'r gorau iddi... Cymerwch ei fywyd a rhoi'r gorau iddi ...- que tomase su vida y la entregase, sacrificarlo...pero el árbol sagrado no parecía atender a su llamada. No parecía interesado en salvar a aquella niña. Gruñó frustrado al ver que nada sucedía, dejando de ahogar a Oscurus para centrarse solo en la recién nacida. Trató de reanimarla haciendo masaje cardíaco con el pulgar, sin lograr gran cosa excepto que siguiese respirando malamente.


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¿cuánto consigue reanimar a la niña?

El miembro 'Wthyr Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Aquel día, cuando se despertó, lo que menos se esperaba era acabar hundiéndose en el estanque de sangre del templo con tanta gente gritando a su alrededor. Movió los brazos pese al dolor de las heridas, que se unía al de la maldición, para mantenerse a flote. No duró mucho, Wthyr en seguida la volvió a coger y se sintió más segura al tenerle sosteniendo de esa manera. Estaba cansada, pero sabía que aún quedaba un largo trecho para que todo acabara.

Vio a Oscurus y se forzó a sonreírle por la forma en la que había cambiado tu tono -No… No voy a perdérmela- Le respondió, ahora que podía respirar mejor y no se estaba ahogando. Asintió suavemente, con Aedan había sido igual y sabía que el dolor que estaba sintiendo ahora no era ni la mínima parte de lo que sentiría. Cerró los ojos al escuchar a Wthyr hablarle y apoyó levemente la cabeza contra la de él, descansando antes de esperar la contracción, en ese instante, siendo consciente de que iba a dar a luz; pensó en Ian y en lo lejos que estaba, en lo agotada que ella misma estaba y cómo debía concentrarse en el parto y no gastar su energía en un mensaje mental. A su alrededor ya no sólo estaban Wthyr y Oscurus sino que Eretria y su ayudante se habían colocado a su lado para ayudarla y también al medimago.

La contracción no tardó en llegar y Catherine hizo lo que debía hacer, apretando los dientes para no gritar mientras empujaba a su hijo al mundo. El grito de que era un niño le hizo saber que Zephyr estaba allí y su llanto inundando el templo la hizo llorar a ella. Lo siguió con la mirada justo antes de ver las volutas negras que ascendían desde su pecho hacia el techo del templo. Lo había logrado, la habían roto. Cerró los ojos un momento para permitirse respirar y disfrutar de que al menos una cosa estaba hecha. Aedan estaría bien. Sus hijos estaban bien. Abrió los ojos al sentir el beso de Wthyr y sonrió brevemente para luego ver al niño, estaba bien, se veía bien. Era pequeño, pero eso era de esperarse, había nacido antes de tiempo.

La siguiente contracción no se hizo esperar demasiado y Catherine volvió a ponerse manos a la obra para que Aelin también viniera al mundo. Y lo hizo, pero no de la forma en la que la morena esperaba. No hubo llanto y Oscurus no dijo nada… -¿Qué pasa?- No lograba verla del todo -Oscurus- Llamó y luego volvió la cara a Wthyr cuando le dijo que sostuviera a Zephyr sintiendo que se le congelaba la sangre en las venas. Una de las sacerdotisas la ayudó a incorporarse un poco más mientras sostenía a Zephyr que no paraba de llorar, Eretria estaba terminando de ayudarla a alumbrar para que todo el parto quedara terminado.

-Wthyr… Wthyr… ¿QUÉ HACES?! ¡WTHYR! ¡NOO!- Le gritó cuando vio que estaba hundiendo a Oscurus en el estanque con toda la mala hostia del mundo mientras rezaba al Sanguis Ligno por Aelin, pero a diferencia de lo que Catherine había experimentado antes, lo que sucedió no fue lo que esperaba. No había calidez, sólo frío. Una ráfaga de muerte que le  erizó la piel. Cuando soltó a Oscurus, dio órdenes a diestra y siniestra-Sacadlo, atendedlo- Ordenó a las sacerdotisas mientras veía a su esposo intentar reanimar a Aelin. Eretria había acabado y Catherine con su ayuda se movió hacia donde estaba la niña. Quería tenerla en brazos, quería sostenerla…Le entregó el bebé a Wthyr y cogió a la niña para mirarla, la imagen sería una que se quedaría en su mente para siempre y que le provocó que empezara a llorar desconsoladamente mientras le hablaba al oído, pegandola a su pecho para que sintiera su calor, como si pudiera transferir su propia vida. La sintió moverse, apenas, débilmente y la apretó suavemente contra ella, sosteniendo su cabeza mientras el alma se le iba al piso. No podía acabar así. La vida no podía seguir jugándole malas pasadas -Quédate conmigo, Aelin- Había sacrificado todo para proteger a Aedan... no podía perder a Aelin en el camino, no, se negaba...No lo iba a permitir-Vamos mi amor, te estamos esperando- Lloriqueó antes de sentir una mano a su espalda, era Eretria -Mi Reina…Puedo ayudar-  Catherine alzó la vista hacia ella y la analizó. Pocos conocían la realidad de Aelin, su verdadera ascendencia, así que Eretria debía creer que se trataba de la princesa. La morena se la tendió y la matrona salió inmediatamente del estanque para ir a una cuna que estaba preparada para ella.

Con ayuda de Wthyr y las sacerdotisas fue sacada del estanque y puesta en una nueva camilla. Las que estaban a su alrededor empezaron a limpiarla y abrieron el vestido que tenía para dejar espacio en su pecho -Mi Reina, Zephyr debería estar con usted- Catherine volvió la vista hacia la sacerdotisa jefa que…No carecía de razón pero ella no podía pensar en otra cosa mientras veía a Eretria usar runas y palabras que no conocía. Aún así se acomodó en la camilla y cogió al bebé en brazos, concentrándose en dejarlo buscar el pecho para luego amamantarlo. Su mirada iba de Zephyr a Aelin y viceversa. Alguien le estaba diciendo algo de un baño pero no le estaba prestando atención. No al menos hasta que Eretria alzó la cabeza y la miró, asintiendo. Para ese entonces Catherine comenzó a llorar de nuevo pero de alivio y alzó una mano hacia Eretria, haciéndole un gesto para que la trajera. La matrona movió la cuna hacia donde se encontraba Catherine y finalmente habló para los Reyes, despidiendo al resto de las sacerdotisas -Sus majestades…- Susurró y miró a la niña que ahora tenía mejor color pero, aún así, no tenía la misma energía que Zephyr -Necesitaremos vigilarla de cerca los próximos días…Anteia había hablado de una incubadora y gracias al linaje de Hipatía he investigado qué eran y considero prudente colocarla en una. Pero no tenemos ninguna en Ávalon, es decir, no está lista. Di órdenes para la construcción de dos...-  Dejó que aquello calara en los Reyes y luego se acercó a Catherine -Acomodemos a Zephyr para que pueda alimentar a los dos- Pidió que trajeran un almohadón y le ayudó a cambiar la posición del bebé para luego ayudarla a sostener a Aelin, que tardó un poco más en coger el pecho pero finalmente lo hizo. La pelirroja miró a los bebés con algo de suspicacia, sin comprender tamaña diferencia entre uno y otro…O porqué la que parecía más grande había tenido tan mal nacer.

-¿Deseáis que escriba a Ouroboros para pedir ayuda con una incubadora? ¿Para vuestra hija?- Preguntó aunque sospechaba que el moreno de mal humor que habían traído a Ávalon tenía algo que ver con Ouroboros. Esperó la respuesta y asintió -Cuando dejen el pecho debemos volver a revisarlos, mientras lo hacemos podréis asearos y descansar. Nos encargaremos de todo- Le afirmó a los Reyes, intercambiando una mirada con cada uno -Enhorabuena- Les dijo con una sonrisa amplia, un poco más contenta ahora que todo estaba…”estable” -Revisaré al medimago y supervisaré los preparativos- Murmuró antes de ir a ver a Oscurus que estaba siendo atendido por sus compañeras con diligencia.

Finalmente a solas, Catherine apenas procesó lo que estaba diciéndole Eretria. Sólo tenía ojos para sus  hijos mientras seguía llorando. Tenía demasiadas emociones que procesar y estaba brutalmente cansada, todo ello sumado no hacía más que mermar su entereza. Acarició la cabecita de ambos bebés y suspiró, sintiendo que aún la respiración se le trababa. Estaban allí, estaban bien. La morena haría lo que fuera para cuidarlos y que tuvieran buena salud. Aquel parto nada tenía que ver con la visión que ella había visto, o eso creía ella. Alzó la vista hacia Wthyr como para decirle algo, pero no tenía palabras, volvió a bajar la vista hacia los bebés y los aferró contra ella.


Funciona el poder del amor? 3 x.x No, Cath, esto no es Harry Potter

El miembro 'Catherine Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

-Sí, vas a tener tú idea de algo- Pude solo responder a aquel grito del Pendragon antes de que empezara el parto. A ver si creía que me iba a achantar con tantos gritos, alzando la mirada a la pareja mientras íbamos preparando todo lo necesario para el parto. Por supuesto no se me escaparon los comentarios de ambos, los gestos, la caída de cabeza. Quienquiera diría que aquello podría ser hasta amor, por mi parte, solo podía sospechar. -¿Qué vas a hacer?- Pregunté sin entender al Pendragon cuando se aproximó a la niña y prácticamente me la arrebató de los brazos. La respuesta no tardó en llegar con el brusco movimiento, ahora que ya la maldición no le estaba haciendo puré, podía hacer con todos nosotros tanto como quisiera. Me aferré a aquel puño que me sumergía debajo del pozo de sangre. El líquido carmesí me bloqueaba la visión y el puño impedía el paso de aire. No podía escuchar las palabras del Pendragon, pero, en cuanto pude formarme una imagen clara entendí lo que estaba haciendo, y en cuanto aquella piscina empezó a absorber mi magia supe que poco tenía que hacer. Y que no valía la pena luchar.

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Si aquel era su final que lo fuera. Si debía sacrificarme por una niña y otorgarle el don de la vida, lo haría. Mis pulmones lucharon por seguir respirando, pero ya no tenía razón para seguir. Si sangre era lo que pedía el árbol aquel, sangre le daría. Una vida por la otra. No era un mal cambio. Cerré los ojos y me rendí al poder Pendragon. Recordé el pasado queriendo poder modificarlo, una imagen idílica pero inexistente, solo en el ideario de un médico amargado por su historia. Había una niña, se la imaginaba castaña pecosa y con coletas. Vivaz, corría por un campo lleno de flores y recogía un pequeño ramillete de margaritas. Tenía unos 10 años e irradiaba energía en cada sonrisa. Alzó la mirada a una mariposa anaranjada, primaveral y devolvió la mirada a sus padres y les saludó con el ramillete a medio montar. Oscurus sonrió a su hija y la llamó a comer. A su lado, una mujer de pelo moreno y tez oscura se acomodaba al lado de su pareja y sonreía a la niña, haciéndole hueco en la manta de campo y retiraba los juguetes de médico de la niña.
La mariposa siguió revoloteando alrededor de la niña y se posó en la mano, la que no tenía el ramillete y el cielo, antes azul y luminoso, se ensombreció y se cubrió. Con los ojos blancos y ensangrentados la niña devolvió la mirada a su padre y gimió un lamento de ayuda. Oscurus se levantó para coger a la niña y abrazarla contra su pecho. La salvaría, tenía que hacerlo, pero no podía hacer más que revisar la cara de la niña y pasarle el pelo hacia atrás, manchando la cara de la niña con su propia sangre. Su madre sabría qué hacer y se volteó con auténtico pavor paralizante. La mujer reposaba ladeada en la manta, mientras la sangre se esparcía por el campo de margaritas y la transformaba en un mar bravo de líquido rojo. Oscurus trató de llegar a ella pero era tarde y la había perdido por tratar de salvar primero a su hija no nacida.

Cayó de rodillas dentro del oleaje, con la niña sobre uno de los brazos y la cabeza de la mujer sobre su regazo. Gritó al aire pidiendo una explicación hasta que se acercó un hombre que caminaba con parsimonia por aquel baño carmesí. No le podía reconocer, pues estaba a contraluz. Le pidió ayuda, le suplicó ayuda. Pero aquella figura uniformada no se movió. Reconoció el uniforme de los soldados de Londres y alzó la mirada hacia reconocer el rostro de su antiguo compañero en el hospital. Oscurus pidió una explicación para aquello, pero la figura solo sonrió y se transformó en Wthyr.

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Salí de aquella ensoñación cuando el cuerpo no pudo aguantar más el aire y reclamó una bocanada. Con los ojos desorbitados, fijé la mirada en aquella sangre del templo mientras la respiración buscaba normalizarse, recordando la verdadera historia de que podría haber sido, pero que nunca fue y lo que ocurrió en verdad. Todavía confundido, me costó entender qué es lo que estaba pasando, hasta que comprendí que no había muerto, el templo no quiso mi vida para salvar la de la niña. Lo entendí cuando escuché a Wthyr cerca con la niña a brazos. La imagen del mal llamado emperador me resultó profundamente asquerosa y vomitiva, de la misma manera que su patético proceder con la niña. Sentía el reflujo amargo de las vísceras en mi garganta, pidiendo salir por donde habían entrado. Con la cabeza abotargada solo podía pensar que aquello estaba mal, pero no sabía exactamente por qué, de la misma manera que le hubiera gritado a aquel idiota que usara su puta magia de sangre para que los tejidos de aquella niña fueran alimentados. Pero no tenía fuerza alguna para discutir con aquel tipo pero tampoco tenía fuerza alguna para levantarse de aquel estanque de sangre que le cubría todo el abdomen. Ya ni siquiera dolía la herida. Permanecí sentado en aquella posición, a pesar de que las órdenes de la reina eran que fueran a ayudarme. Supongo que alguien me levantaría, ni idea, mi cuerpo en ese momento era un maniquí. Quedé lo suficientemente apartado de la pareja, para poder analizar aquella situación mientras la sangre chorreaba todavía por mi pelo y recorría todas las facciones de mi cara, todavía con la respiración y pulso acelerado por el ataque de Wthyr. Aquello era el beso de Judas en todo el esplendor de la expresión y lágrimas de cocodrilo. Seguía pensando que el poder la magia de sangre era poderosa, no dejaban de mostrarlo pero… en aquellas manos. Aquella familia haría peligrar al mundo, lo reducirían a cenizas y sangre, si pudieran. Y vaya que lo harían.

Aquella imagen me transmitió auténtico pavor. Y ya no por el mundo, sino por la propia Catherine. Ahora que habían conseguido frenar la maldición, que había nacido el primogénito de Wthyr Pendragon, ahora… ¿qué vendría? Aquella mujer, por muy reina que fuera de una tierra que no conocía, era inútil para aquel linaje. Los había liberado de las pocas cadenas que los ataban. Yo no era muy de profecías ni de augurios, pero solo percibía oscuridad en aquella supuesta familia reunida. La princesa no era querida en aquellas tierras, aquel árbol ya lo había demostrado claramente al anteponer a su linaje por encima de la niña del exmarido de Catherine. Intenté buscar con la mirada a Catherine para avisarla o felicitarla… Pero estaba demasiado cansada. Y yo también.

Alguien me sacó de aquella piscina finalmente, para dejar intimidad a aquellos dos. En aquel momento pensé en Newton y en su misión. Estaba en la boca del dragón. Pues estudiemos al dragón por dentro. Me hice invisible en cuanto me quité a las sacerdotisas de en medio y salí corriendo de aquel siniestro lugar, todavía con la sangre del Sanguis. Si Matvey pudiera hacer algo con aquella sangre… quizás… Pero para eso tendría que permanecer escondido todo el tiempo posible.

Los dragones volvieron a la Cúpula de los Dragones, pero Falkor, Artamir y Alud vinieron conmigo y con Freyja, además de Chloe, ayudando a transportar heridos en su ya forma élfica: Asiaín, Gwen y Shyvanna. De todos ellos, quien peor estaba sin lugar a dudas y a simple vista, era Shyvanna. Me habia dado cuenta cuando habiamos montado en Tintagel, y no sabia si iba a sobrevivir. La preocupación se leía en mi rostro.

Habia sido la maldicion? No, de ser asi, Asiain y Gwen....o quizá ellos.... Signé a Falkor usando las manos, rapidamente, el lenguaje de signos era mucho mas rapido que aquellas letras magicas... y el dragón se encargó de hablar por mi.

- Traemos heridos! necesitan sanación. Shyvanna está muy grave. Se sabe algo de Wthyr? - le añadí un par de mensajes más.... - Traemos una sanadora, es neutral, está bajo nuestra protección. Ha ayudado a Shyvanna.

Las sacerdotisas fueron a por los tres heridos, comenzando a encargarse mediante magia de sus heridas. Dejé atrás a Falkor y los demás dragones, avanzando por el templo para buscar a Wthyr, pues una de las sacerdotisas me habia comunicado que estaba en el estanque de sangre con Catherine.

Wthyr hizo caso omiso a los reclamos de Catherine por intentar ahogar a Oscurus, no tenía tiempo para explicarle que estaba intentando intercambiar una vida por otra, usarlo como sacrificio para salvar a la niña. El Sanguis se negó a responderle en esta ocasión, tal vez no por crueldad...sino por simple utilitarismo. No reconocía a la recién nacida como sangre Pendragon. Se negaba a rendirse tan fácilmente, no iba a permitir que Catherine pasase por lo mismo que había pasado él años atrás. Aquello la destrozaría definitivamente, estaba seguro. Sus intentos por reanimar a la pequeña no funcionaban, así que cedió el lugar y se encargó de coger en brazos a Zephyr en cuanto la madre se acercó a intentar salvarla.

- Le he pedido al Sanguis que la salve, pero...no ha respondido. - lamentó en un susurro, negando con la cabeza. Se reconoció de inmediato en la mirada de aterrada y rota de Catherine, haciendo que se le removiera todo por dentro porque era como revivir de nuevo lo que sucedió en el nacimiento de su primer hijo. El sentimiento de impotencia llegó a su límite ante su llanto de dolor, ante el fatal desenlace. Apretó levemente a Zephyr contra su pecho de manera inconsciente, como temiendo que pudiese pasarle a él también. De repente se le pasó por la cabeza una posible solución. Apoyó la mano en su hombro, dispuesto a desaparecerse en cualquier momento. Un último recurso. - Tenemos que irnos ya a las cuevas, al lago de aguas curativas. - o al menos casi el último recurso, porque Eretria tomó a la niña y se la llevó para tratar de reanimarla una vez más. No tardaron en seguirla, ayudando a Catherine a salir del estanque de sangre y a ponerla en una camilla para llevarla más cerca de donde estaba la matrona.

Se inclinó despacio para dejarle a su primogénito a Catherine en los brazos, casi con miedo como si se fuese a romper. Fueron unos largos minutos de incertidumbre en los que no apartaron la vista de lo que estaba haciendo la mujer a unos cuantos metros, hasta que finalmente logró salvar a Aelin y la trajo de vuelta con su madre. Dejó escapar el aire quedamente con alivio, concediéndose unos segundos para grabarse cómo era la expresión de Catehrine al haberlo conseguido, lo que se sentía. Aún así estaba claro que la cría no estaba bien del todo, que necesitaría ayuda.


- Si no está lista la incubadora que la traigan de fuera cuanto antes. Escribe una carta a Anteia, ella la enviará en cuanto le digas para quién es. - dio instrucciones a Eretria, que asintió antes de retirarse para ir a encargarse de todo lo necesario. El resto de sacerdotisas estaban algo apartadas, así que se quedaron a solas por un momento.
Allí estaban, cubiertos de sangre de arriba a abajo, después de aquel ataque a traición y con sus hijos en los brazos antes de tiempo. Parecía que habían pasado mil años desde que pactaron unirse de manera precipitada.

"Y mira lo lejos que hemos llegado a pesar de todo..."

No le hizo falta que ella le dijese nada cuando alzó la vista hacia él, pues había cosas que no eran fáciles de explicar con palabras. La miró con profundo agradecimiento. - Realmente eres mi rompemaldiciones...lo has logrado. Y me has dado esto. - pasó el pulgar con suavidad por el hombro del recién nacido, acariciándolo un par de veces. El momento no duró mucho porque de repente se escuchó algo de jaleo en la zona de sacerdotisas. Oscurus acababa de desaparecer, al parecer haciéndose invisible. El muy idiota no contaba con que iba bañado en sangre e iba dejando huellas en su huida. Wthyr se separó de Catherine, gruñendo molesto. - ¿Qué cree que está haciendo? Está en mi territorio, aquí no puede esconderse. - ordenó a las sacerdotisas que avisasen a los guardias, que lo buscasen y lo sacasen de Ávalon. También que regresasen a Tintagel con noticias de Gwen y Shyvanna - Ya le enviaré mis agradecimientos a Oscurus luego. Se habrá creído que lo de ahogarle era personal...-
entornó los ojos cuando le pareció escuchar la voz de su hermano en el templo, alzando la voz para que los siguiese. - ¡Cedric, aquí! ¿Lo has notado, verdad? - estaba impaciente por ver la reacción de él al saber que estaban libres de aquella horrible marca.

Al final había acabado yendo por voluntad propia con los Pendragon porque aquella mujer le había pedido de buenas que si iba con ellos para curar a la rubia. Enseguida se unieron a otro de los hermanos, y en poco tiempo la llevaron con ellos a Ávalon. En realidad también tenía la esperanza de enterarse qué había sucedido con Catherine, ya que su hermano estaba buscándola.

Guardó silencio y siguió canalizando magia de sanación para Shyvanna mientras entraban en aquel templo sobrecogedor. Miró al hermano alto de manera dubitativa, esperando que dejase a  la herida en alguna superficie para poder atenderla mejor.

- Seguiré con las sanaciones...¿puedes buscar mientras a Catherine? creo que le ha pasado algo. - pidió amablemente al chico callado, comprobando después las constantes vitales de Shyvanna. La había estabilizado y ya no sangraba, pero necesitaría estar allí un par de horas intensas si quería recomponer los huesos rotos y los posibles daños más graves de la fractura de la cabeza.

La explicación de lo del Sanguis hizo que entendiera qué era lo que había estado haciendo con Oscurus, a quien observó un momento con los ojos empañados, esperando que comprendiera que lamentaba la situación. Wthyr era así…simplemente actuaba por instinto para proteger a los que consideraba suyos. La sugerencia de las cuevas hizo que Catherine asintiera pero Eretria fue más rápida.

Una vez con los niños consigo, el corazón de Catherine estaba más calmado, pero aún así seguía sin creerse todo lo que había ocurrido en las últimas horas. Asintió a lo que dijo Wthyr, Anteia lo sabría y Oscurus también. Acarició sus pequeñas cabezas y volvió a revisarlos, contó cinco dedos en cada mano y en cada pie, antes de sólo concentrarse en percibir su respiración y la fuerza con la que se alimentaban.

Las palabras de Wthyr le robaron una risa corta pero sincera. Era cierto, había cumplido y aquello la llenaba de tanta alegría que las lágrimas continuaron cayendo por sus mejillas. Simplemente, estaba sintiendo tantas cosas al mismo tiempo que lo único que podía hacer era llorar. Miró a Zephyr, asintiendo suavemente mientras acariciaba su costado. Era tan pequeño, tan vulnerable.

El revuelo la puso en alerta, la adrenalina no había bajado y aunque sus sentidos habían estado ubicados en sus bebés cuando escuchó el lío sacó las garras. Sin embargo, al oír que era Oscurus, Catherine tuvo que aclararse la garganta -Intenta que no lo mates de nuevo, Wthyr…- Murmuró mirándolo con un gesto un poco serio pero la verdad es que con la cara como la tenía…Bueno, parecía más bien una cría tras un berrinche que una mujer poniendo los puntos sobre las íes. El siguiente comentario le robó una sonrisa mientras negaba con la cabeza -Los intentos de asesinatos se suelen tomar a nivel personal, sí- Dijo antes de suspirar y tratar de contactar con Oscurus.

“¿Oscurus? ¿Dónde estás? Wthyr ha enviado guardias a por ti… Si te detienen, diles que debes verme a mí… Eh… ¿Estás bien?”

Era hora de tirar de rango, no podía dejar que le hicieran nada a Oscurus, no después de cómo se había portado con ella. Hubo más revuelo pero porque llegó más gente y Catherine desvió la mirada de los bebés hacia Cedric cuando entró en su campo de visión, le sonrió brevemente antes de volver a bajar la vista a los bebés. Empezaba a notar que se alimentaban cada vez de forma más espaciada y se preguntó cómo iban a moverse ahora. Quería descansar y dormir pero le preocupaba dejarlos solos… Parpadeó. Ian.

“¿Ian?... ¿Hola?... ¿Dónde estás?”

Intentó contactar con Ian pero no logró hacerlo, por la forma en la que el vínculo telepático se emborronaba quería decir que estaba dormido así que esperó un poco. Luego volvería a intentar contactarlo.

-Tenía un apretón- Mentí, a modo de saludo a todos los presentes cuando me volvieron a meter dentro de aquel templo asqueroso, tratando que de verdad aquel sitio me daba muy mala espina y que cada vez que veía la piscina de sangre me recorría un escalofrío -No encontraba el baño. Estos amables soldados me han indicado la dirección. Gracias caballeros han sido muy amables- Les dibujé una sonrisa y una reverencia irreverente a ver si se iban de una maldita vez. Todavía manchado de sangre seca, de pies a cabeza, el pelo tenía una textura y color bastante desagradable. Alguna de las sacerdotisas me había dado alguno de sus harapos de seda, que lejos de suave, era áspera al tacto con la sangre sobre la piel. Y como no tenía ni puta idea de cómo se vestía aquello, me la puse como si fuera una toga.

Me hicieron avanzar, bajo amenaza de ensartar la alabarda, por el pasillo, por un segundo pensé que con algo de puntería, lo mismo acertaban de nuevo en el hueco de la flecha que sus compinches me habían hecho y que todavía no me había podido curar. Empezaba a aflorar el dolor, después del subidón de la adrenalina y de su correspondiente bajón. Pero eso ya lo sabía, solo quería analgésicos. Enantyum, morfina. Propofol, por favor… Si los ignorantes que tenía detrás supieran de lo que les estaba hablando lo mismo se lo pedía, pero, para qué. Al menos ese pensamiento me entretuvo un rato más, para no pensar en lo que no debía, hasta que empezamos a escuchar más voces que antes en todo el drama de los bebés. Incluso diría que había una que me quería sonar por encima de todas las demás. Por un milisegundo deseé que, de verdad, no fuera ella. Pero no, allí estaba, ¿pero no le dije que tuviera cuidado y no se metiera en todas las bocas del lobo? La del dragón, en este caso. Suspiré, observando a la medimaga desde la distancia con melancolía y ternura, hasta que sentí el pinchazo otra vez -¡Que ya voy! Ni que se fuera a mori…- No continué la frase, pues me pareció de mal gusto y fue cuando nos topamos, cara a cara, con todo el panorama. De todos ellos, la que peor aspecto tenía era la hermana rubia y estaba Chloe tratando de darlo todo para sanarla. Pero, viéndola desde la distancia, el aspecto de aquella mujer no era nada halagüeño. -Dejadme aquí, puedo ayudar- Protesté ante los guardias, que o bien no querían atender a razones o eran demasiado estúpidos. Me giré para revolverme, pero el pico de la alabarda estaba demasiado cerca de mi nuez. Tensé la mandíbula con claro gesto de molestia, clavando la mirada a los guardias y luego se la dirigí a Chloe, aunque no sé si me vería o no. Anduve un par de pasos de espalda para revisar la sanación esperando que a Chloe se le ocurra ponerle reabastecedoras y crecehuesos, de aquello seguro tenían. El gesto se tornó en grave preocupación mientras los guardias nos llevaban ante los regentes, por aquel pasillo que se me estaba haciendo demasiado largo. No quise que Chloe llegase a mirarme: tres heridos y ahora mismo eran dos allí, la pregunta era sencilla, ¿qué Pendragon no tendría sacrificio? Si pudiera apostar, me decantaría por el del pelo blanco, y si pudiera elegir, me sacrifico por la rubia. Pero no estaba de muy humor para andar con idioteces, solo quería hacer mi maldito trabajo…. Y que aquellos estúpidos no me dejaban hacer.

Al llegar a wthyr me arrojé contra el para abrazarlo, dandome igual toda la sangre del estanque. Hasta le hice patpat en la cabeza porque podía.

Al separarme me acerqué si estanque y me agaché para ver a Catherine y los bebés, pero no quería agobiarla asique solo la saludé moviendo un poco la mano y con una leve sonrisa de ternura.

"Lo has conseguido..."

No me entretuve mucho, me extrañó ver los guardias escoltando a un descendiente pero a quién no veía eran a lake ni darren.

Y si para ellos no habían llegado a tiempo y la maldicion los había matado?

Voy a buscar a los demás, espero que estén bien

Escribí para wthyr, desapareciendo de allí enseguida

Al final se quedó sin respuesta por parte del hermano callado, que no le dijo dónde estaba Catherine ni nada. Simplemente se fue hacia donde había escuchado la voz de su hermano. Tal vez aquel tipo estuviese con ella, así que tendría que seguirle. Iba a seguir con las curaciones cuando de repente escuchó una voz conocida que no esperaba encontrarse allí.  - ¿Oscurus?...pero...¿qué? - lo miró extrañada por el mal aspecto que traía, ensangrentado y siendo apuntado por las alabardas de los guardias.  

- Eso no es necesario, es un sanador, igual que yo. No somos una amenaza. - replicó a los guardias con gesto serio, intentando buscar la mirada de su compañero aunque él pareciera evitarla. Lo examinó de arriba a abajo, dándose cuenta de que estaba herido, aunque era difícil que toda la sangre con la que iba manchado fuese suya.  - Ya me explicarás luego lo que ha pasado. - susurró mientras canalizaba magia de sanación esta vez en dirección a la herida del abdomen que tenía Oscurus, cerrando poco a poco la herida bajo la luz potenciada por el anillo. Después le hizo un gesto para que avanzase con ella y las tres camillas en la dirección por la que se había ido Cedric. A Shyvanna ya la tenía más o menos curada, pero le faltaba hacerle algo más de caso a los otros dos, el peliblanco y la morena.

Al final del pasillo llegaron a una estancia extraña en la que había un estanque raro de sangre, algo que le dio repelús pero le hizo entender por qué Oscurus y Catherine estaban embadurnados de arriba a abajo. Y allí estaba también la sorpresa...al parecer su ex cuñada había dado a luz en aquella piscina ritual o lo que fuese.  - ¡Cath! - dejó las camillas con Oscurus y corrió hacia ella entre emocionada por los bebés y preocupada por todo.  Ignoró por completo a Wthyr y se agachó para darle un abrazo sin importarle pringarse también de sangre. La apretó algunos segundos, y después la soltó para mirarla sonriente.

- ¿Cómo estás? ¿Y los bebés? - bajó la mirada a los niños que sostenía, fijándose en que la más grande debía ser su sobrina. Por el aspecto parecía que no tenía el mismo tono que el otro más pequeño, cosa que le hizo fruncir levemente el ceño. Le hizo alguna que otra prueba rápida para comprobar su estado general, corroborando que podría necesitar algo de ayuda. Intentó tener tacto al decirlo, para que no se pusiese nerviosa.  - Eh...¿me dejas que me la lleve al hospital de Ouroboros? para que la atiendan mejor que aquí y así revisarla del todo. No te preocupes, es rutinario y en un par de días podrás tenerla de nuevo. Oscurus me acompañará y la revisaremos allí los dos, ¿verdad? - puso las manos a la espalda mientras esperaba algo de apoyo por parte de su jefe, y de paso para llevárselo de allí y que los guardias dejasen de mirarlo mal. Después alzó la vista a Wthyr, hablándole en un tono más seco del que ella solía usar.  - He curado a tu hermana, se había despeñado por las rocas del acantilado y tenía varias fracturas. Necesitará varios días de reposo, mientras las pociones y mis sanaciones terminan de hacer efecto. Los demás no estaban tan mal, con que les deis pociones herbovitalizantes mejorarán. Y ahora...queremos que nos llevéis de vuelta a Tintagel para poder ir a Ouroboros. - sólo faltaba el permiso de Catherine para poder llevarse a la pequeña.


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Éxito: decide llevarse a sobrina al hospi
Fallo: la deja ahí

El miembro 'Chloe Hacksaw' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Todavía no podía creerse que aquello hubiese acabado bien después de todo, aunque no quería emocionarse demasiado porque todavía recordaba y temía lo sucedido con su segundo hijo. No se iba a separar de Zephyr, lo iba a vigilar y proteger constantemente para que no le pasase nada. Estaba tan ensimismado en el pequeño y en esos pensamientos tormentosos que apenas escuchó el comentario de Catherine sobre Oscurus, lo de intentar que no lo matase. - Hm...cobarde. Era por un bien mayor, todo por salvar a la niña. - para él hubiese estado más que justificado. Aunque sí, podía entender su reacción, en parte.

Se separó un poco de Catherine en cuanto vio llegar a Cedric, avanzando un par de pasos hacia él porque traía su cara de "abrazo". Se lo devolvió con fuerza sin necesidad de decirle nada, puesto que ambos sabían bien que minutos atrás habían estado a punto de morir. Todos los hermanos lo habrían sentido, al igual que el momento triunfal en el que la maldición empezó a retorcerse y a evaporarse. - Se acabó, somos libres. - murmuró antes de separarse, dándole una palmada en la espalda algo más fuerte que los toquecitos que le había dado él en la cabeza. Asintió a lo de buscar a los demás, y a lo de estar bien. - Deben estarlo, a no ser que la situación en Tintagel se haya descontrolado por esos rastreros Haraldson. Espero que los hayan reducido a cenizas por lo que han hecho. - lamentaba no haberse podido quedar allí para explotar él mismo al viejo que había ordenado el ataque, pero salvar a Catherine había sido la prioridad, obviamente.

Se estaba despidiendo de Cedric cuando entró la hermana del Hacksaw con varias camillas, las de sus hermanas y las de Asiaín. Ni idea de cómo había llegado la pava esa allí, pero lo que le importaba no era eso. No esperaba que hubiesen acabado tan mal, así que corrió hacia ellas casi a la par que Chloe lo hacía hacia Catherine. Tampoco hizo el menor caso al retornado Oscurus, los guardias ya lo tenían vigilado. - ¿Quién os ha hecho esto...? - Las miró con preocupación, en especial a Shyvanna que era la que parecía estar peor. Apoyó la mano con cuidado en su mano, completamente inerte. Cuando despertasen le iban a decir quiénes eran los culpables de que terminasen así, si los Descendientes o los vikingos. Entornó los ojos al escuchar la propuesta de Chloe sobre la niña, pero la última palabra sobre ella la tenía Catherine. Lo siguiente que dijo sobre cómo encontró a su hermana le hizo armarse algunas suposiciones de lo que podría haber pasado. Ella habría ido a atacar desde los dragones y...

- Todo esto es culpa de sus putas barreras contra los dragones...no pudieron actuar llegado el momento y mira lo que ha pasado...Descendientes desgraciados. - se giró a Chloe y a Oscurus cuando ella comenzó a decir que ya había atendido a Shyvanna, pero le dio un poco igual porque ya sabía dónde iba a llevarlas. Alzó una ceja con escepticismo cuando dijo que los retornaran a Tintagel, pues ni de broma pensaba quedárselos allí pululando por sus dominios. - La decisión sobre Aelin es tuya, Catherine. - alzó la mirada hacia ella, añadiendo después. - Porque lo que le pase también me importa a mí. - después hizo un gesto a los guardias para que bajasen las alabardas. - Sacadlos de aquí cuanto antes. Acompañadme con las camillas a la entrada de la cueva. Vuelvo enseguida. - advirtió a su esposa, que ya supondría a dónde iba. Tras eso unos cuantos guardias se desaparecieron junto con Wthyr para ir a la zona de las cuevas, y otros tantos se quedaron para cumplir la orden de sacar a los extranjeros de sus terrenos en Ávalon.

Los llevaron a lo que parecía un templo por lo poco que podía observar Stavron pero les ordenaron detenerse en la entrada, siendo vigilados por otro guardia mientras el que les había hablado se adentraba en el templo. Se habían perdido a Wthyr por los pelos, lo que, curiosamente, les venía bien. Lyosha a su lado estaba silenciosa y eso, realmente, le preocupaba porque esa mujer era intempestiva y caótica así que mantuvo un ojo en ella.

El guardia finalmente llegó hasta donde estaba Catherine y le informó de su presencia, poco después vino a por ellos para guiarlos hacia dentro. El panorama que había allí era tan inverosímil como el que se había planteado en Tintagel.

Stavron se quedó mirando a su hija, bañada en sangre, con dos bebés en los brazos. Le recorrió el rostro con un cúmulo de sentimientos que no lograban modificar su cara de tranquilidad -Catherine- Dijo moviendo suavemente la cabeza y caminó hacia ella, alargando una mano hacia su mentón para hacerle mirarle mientras hacía uso de su magia de sangre para eliminar todo lo que ella tenía encima y hacerlo caer al piso -Sé que dije que te daría tu espacio, pero necesitaba saber que estabas bien- Explicó y acarició con el pulgar la mejilla de su hija antes de bajar la vista hacia sus nietos. Notaba la diferencia en ambos y suponía que necesitarían cuidados médicos.

Alzó la vista hacia Oscurus, con su toga, y frunció un poco el ceño; haciendo el mismo movimiento de antes para eliminar la sangre que le cubría. No tardó mucho en realmente estudiar el complejo estanque y las raíces. Ese árbol… Volvió la vista hacia sus nietos, acarició suavemente el brazo del niño para luego hacerlo con la niña -Enhorabuena- Susurró -¿La maldición se ha ido?- Inquirió con curiosidad, buscando la mirada de su única hija.


¿Percibe chungueces?

El miembro 'Stavron Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :