Salón de la Mesa Redonda

Se había enterado, porque hemos decidido (me, myself and I) que los Lothbrock son bastante...cotillas y tienen contactos por todo Ávalon, que Wthyr y su mujer habían llegado. Los Señores Pendragon finalmente hacían acto oficial de presencia en la isla y habían convocado a sus señores. Freyja había dejado el entrenamiento y había tenido la deferencia de asearse antes de ir a la sala de la Mesa Redonda, a ver las buenas nuevas que traía el príncipe. ¿Rey? ¿Señor?

Al llegar no había nadie, excepto un par de guardias y eso la hizo poner los ojos en blanco. Era casi mejor quedarse entrenando y llegar tarde pero...¿Qué podía decir? ¿Quería ser un buen ejemplo y mantener la alianza Pendragon-Lothbrock? ¿Cotillearle una o dos cosas a Wthyr mientras se le quejaba de la poca atención a sus vasallos en un trato pasivo -agresivo sin ningún testigo? Se sentó en una de las sillas y apoyó los pies en la mesa porque para descarada, la nórdica, y sacó una daga de su bota para empezar a limpiarse las uñas con ella.

La reunión en el salón de la Mesa Redonda acababa de ser convocada. Decenas de mensajes habían sido enviados tanto a los jefes de las casas vasallas como a todo aquel de la familia Pendragon que quisiera asistir. Era el mejor momento para mover piezas por el tablero. Si Ouroboros quería quedar rezagado y relegado al olvido, allá ellos. Acudí el primero al lugar del encuentro, o eso pensaba yo, porque dentro se encontraba ya Freyja. Estaba sola, en una actitud poco decorosa con los pies sobre la mesa mientras se quitaba la suciedad de las uñas. Aquello me irritó, ella siempre conseguía ese efecto en mí.

- Baja los pies de ahí, o los ancestros te buscarán una maldición por mancillar los lugares sagrados. - evidentemente no pensaba que se produjese ninguna maldición por eso, pero lo solté igualmente. Pasé por su lado dedicándole una mirada de reojo, dirigiéndome después a mi sitio para tomar asiento a la espera de que fuesen llegando los demás. Bajo mi brazo portaba varios rollos de pergaminos de diferentes tamaños, además de algunos mapas.

- ¿Has recibido el mensaje que acabo de enviar? - era extraño que hubiese llegado tan rápido, a no ser que estuviese viniendo por otros motivos. - ¿O simplemente echas de menos discutir con tu señor? - le pregunté con sorna mientras comenzaba a extender por la mesa lo que había traído.

Cuando llegó el Pendragon, volvió la mirada hacia ahí con un gesto lento y miró sus pies con curiosidad y creciente interés -Se os está pegando la costumbre de convocar maldiciones ¿Eh?-  Sonrió de lado pero no iba a tensar mucho más la cuerda, tenía que evaluar primero cómo venía el moreno antes de tirarle de la lengua así que con un calculado movimiento empezó a bajar los pies para apoyarlos en el piso. Movió la daga y jugueteó con ella antes de asentir y luego soltar una carcajada por su pregunta.

-Por supuesto, Príncipe…- Miró hacia los pergaminos -...que extraño vuestra regia presencia en Avalon. Cualquiera diría que vuestra nueva Reina os ha abducido con su antigua belleza y su magia  y ya no somos dignos de recibir vuestra mirada- Le habló de forma empalagosa, demostrando así que pese a que el 95% del tiempo podía ser una bruta de cuidado, el linaje Lothbrock no era tan imbécil como para no educar de buena manera a sus futuros líderes. Además, alguna vez le habían dejado caer la posibilidad de desposar a alguno de ellos y tenía que “saber comportarse”.

-He oído cosas muy interesantes sobre tu nueva esposa- Se cogió una trenza con aquellas pequeñas aplicaciones de hierro y las movió con un gesto distraído -¿Es cierto que salió de tu habitación en paños menores? Menudo escándalo se habría formado…Huyendo en la noche de bodas...Yo le dije al Da Vinci, que quedaba por ver si aguantaba tu ritmo- Alzó sus ojos dispares hacia él con una sonrisa sardónica -Tus guardias hablan mucho, Wthyr. Mejora a esos que cuidan tu espalda-

Mientras más caminaba por Ávalon, más presión sentía en el pecho. Sentía las miradas, sentía los murmullos. Percibió una vez  a una persona inclinándose y tuvo que hacer que la ilusión le respondiera la reverencia. Demasiada gente. Demasiada gente… Todo el mundo ocupaba las calles y entre ellos los uniformes de la guardia de los Pendragon. Estaba rodeada, de enemigos, de gente desconocida que esperaba cosas de ella.

¿Dónde estás, Wthyr?

La presencia del Pendragon se le hizo más sólida pero…Algo más, un… Un…¿Vestigio? ¿Un hilo de magia? Algo que los conectaba. Tiró de él.O pensó en tirar de él, no sabía cómo funcionaba la cosa que tenían Wthyr y ella pero al menos llegó al edificio que estaba buscando. Subió los escalones y fue a mover el báculo para abrir las puertas cuando los dos guardias la abrieron sin siquiera pedírselo. Catherine los miró estupefacta y casi estuvo a punto de decirles que ella…Que ella podía abrir las puertas pero no deseaba hablar. Hizo que la ilusión les hiciera un saludo cordial e ingreso en la sala.

En la mesa estaba una mujer con un extravagante maquillaje a la que Catherine miró con desconfianza pero al menos… Al menos no era el agobio de todo lo que había vivido en las calles de la isla. Intentó controlarse porque sabía que si le daba uno de sus ataques no iba a poder mantener la ilusión por mucho tiempo más -Buenas tardes- Obligó a su imagen a mover la cabeza de forma bastante digna y volvió sus ojos hacia Wthyr, la ilusión dibujó una sonrisa mínima.

“Necesitamos hablar…Urgentemente”, mientras le dedicaba aquel pensamiento la imagen delante de él se abrió. La ilusión de la “Señora de Ávalon”, como la había titulado en ese momento se sentó en la silla contigua a la suya, incluso acercándola a él y cogió un par de pergaminos para mirarlos de la forma más natural para una posible “Reina”, o eso pensó; mientras ella, en sus pantalones negros y su jersey grueso, los ojos húmedos y la piel pálida iba hacia una de las esquinas más alejadas de la sala. “Puedes levantarte, no notará tu ilusión”, le informó al Pendragon.

- Ahórrate la parafernalia verbal conmigo, Freyja. He estado ocupado. - respondí algo cortante cuando me dio la impresión de que me estaba reprochando lo poco que había estado en Ávalon en último mes. Se ve que no sabía toda la historia de Catherine con su hijo enfermo en el hospital.  El tono que estaba adquiriendo no me gustaba en absoluto. La miré con una ceja alzada, de manera escéptica. Una cosa era cierta complicidad en asuntos de batallas, o un coqueteo por puro entretenimiento, y otra muy diferente que se atreviese a lanzar ese tipo de comentarios sobre mi matrimonio.

- ¿Has acabado ya de cotillear como una vieja? Porque no te pega nada andar con chismes en lugar de hablar de temas serios, que es para lo que os he convocado. No te tomes esas confianzas conmigo, Lothbrok.  - de ese modo corté toda posibilidad de seguir hablando de esos asuntos, casi justo en el momento en que Catherine entró al salón. No estaba convocada, pero debía  haberse enterado por algún medio.

Me tensé en cuanto me dirigió ese pensamiento de que debíamos hablar, siendo entonces consciente de que había entrado usando imágenes hechas con su ilusionismo. Su aspecto real difería del que había traído. No podía decirse que tuviese buena cara, y aquello me preocupó. Por un momento pensé que iba a darme una mala noticia.  Decidí moverme del sitio cuando me avisó que Freyja no lo notaría, poniéndome en pie con gesto serio.   - Te dije que no me gustaba que utilizases las ilusiones conmigo. A mí no me engañes. Podrías haberme llamado para que saliese a hablar en privado. - caminé hacia Catherine sin estar muy seguro de que fuese buena idea seguir en el mismo salón, aunque la impaciencia por saber me pudo.  - ¿Qué sucede? ¿te encuentras mal?- le alcé la cara por la barbillla para que me mirase, comprobando que los ojos seguían siendo los suyos. Tenía que tener un buen motivo para estar allí, teniendo en cuenta que le había dicho que tenía cosas que hacer.

-Sí, eso ya lo sabemos. Pero en qué exactamente, mi señor? – No necesito hacer la pregunta, sus cejas se alzaron varias veces con rapidez dando a entender que según su percepción Wthyr se había pasado gran parte de su ausencia detrás de la falda de su nueva esposa. Tras eso, estaba claro, que había tirado de un hilo importante -Me tomo las confianzas que me dé la gana para cuidarte la espalda, Wthyr- Soltó inclinándose por encima de la mesa -Y los linajes han notado tu ausencia y no les ha gustado. Te has ido de Ávalon con una Descendiente y has desaparecido por un mes. Ahora has traido a esa mujer aquí, una extraña. Ningún Pendragon se ha casado con una extranjera en siglos. Los rumores empiezan a correr así que presta atención a tu isla en vez de a tu nuevo juguete...A saber cuánto te dura esta-

Que, por cierto, acababa de hacer acto de presencia. Freyja giró la vista hacia ella, estaba claro que era tan bella como la describían y como la había visto ella la noche del matrimonio. Eso no implicaba que fuera necesaria, no explicaba la rapidez, no explicaba nada. Los ojos dispares de la Lothbrock la evaluaron de arriba abajo y respondió a su gesto con uno propio -Buenas tardes, mi señora- No iba a llamarla majestad ni ninguna mierda. Después de todo, no tenía un voto hecho hacia esa mujer que no conocía de nada.

Frunció el ceño al verla tomarse libertades de coger pergaminos como si de pronto tuviera un puesto asegurado en esa mesa en la que ninguna esposa de Wthyr se había sentado. Se lo tomó a mal. Se lo tomó…Personal. Miró al Señor de Avalon con un gesto indescriptible y se echó hacia atrás en la silla, cruzándose de brazos para mirar a Catherine que estaba silenciosa en su sitio -¿Cómo os trata Ávalon, mi señora Catherine? Me gustaría extenderos la invitación a un banquete que celebraremos en vuestro nombre, un banquete de bienvenida-

-No estoy usándolas contigo. Estoy usándola con ella. ¿Quieres que vean con esta pinta a tu Reina?- Le espetó negando con la cabeza a lo de salir a  hablar en privado. Mirando hacia afuera con un gesto de…angustia. Volvió a negar con fuerza y cerró los ojos tratando de concentrarse.  Ignoró, de momento, los gestos de Freyja pero se mantuvo atenta por si tenía que generar una interacción.

Alzó la cara hacia él y lo observó a los ojos un instante con un gesto -Antes de que te lo diga todo, sólo recuerda que decidí quedarme. Que decidí mantener mi palabra, todo lo que te prometí esa noche en la que te pedí que te casaras conmigo- Tragó en seco y aún sabiendo que tenía que concentrarse para no vomitar, para mantenerse sobre sus rodillas, se tomó un par de segundos -Antes de venirnos a Ávalon le informé a Ian tanto lo del embarazo como lo de Morgana- Subió la mano y tomó la de Wthyr, pero no para que la apartara sino para mantenerlo unido a ella -Vino aquí a buscarme porque lo dejé preocupado. Nos protegí con una ilusión porque tenía miedo de que Shyvanna…De que cualquiera lo encontrara y lo matara- No estaba segura de informarle si Gwen los había descubierto o no porque a medida que había venido caminando se preguntaba si Wthyr la culparía por no haber llamado a los guardias. ¿Y si le traía algún tipo de castigo? Pero ella le había dicho…Que se lo diría -Gwen nos encontró y discutimos…-

Iba a continuar cuando escuchó la voz de Freyja y giró la cabeza hacia ella. La ilusión en ese momento levantó la cabeza y la miró con un gesto de sorpresa en su rostro -Sería un honor… ¿Me refiero a usted también como señora? ¿Cómo es la forma correcta de dirigirme?- Inquirió la ilusión y entonces volvió la vista hacia Wthyr -Me dijo algo…Que cree que puede haber ocurrido. Cree que Morgana implanto una parte de su alma en mí. Su padre tiene el poder de fragmentación… ¿Hay alguien en Ávalon que lo haga? ¿Qué pueda succionar esa parte?- Preguntó y entonces finalmente sus ojos se humedecieron y negó con la cabeza -Necesitamos solucionarlo, Wthyr… Lo siento…Yo… No quiero conocer Ávalon, no quiero conocer a tus hermanos, no quiero conocer a su gente porque estoy cansada de perder a la gente que aprecio, que quiero…- No esperó un segundo más y llevó su mano izquierda a la sien del Pendragon.  

-Verás, mi querida muchacha… La maldición debería poder arreglarse con…¿Uno? ¿Dos hijos para estar seguras? ¿Quizás tres? Busca un ritual de fertilización y acaba con eso pronto. Dale dos años de seguridad y en esos años vas destruyendo a cada uno de sus hermanos. Caerán como moscas, uno tras otro. Accidentes, maldiciones, guerras… Política y poder. Sucede…- Mencionó el espíritu alzando un hombro sin importarle tres pepinos -Negociaste con él para que tus hijos también pudieran ser Le Fay… ¿No? Así, llegado el día, Aedan podría ser libre de elegir si quería ser un Descendiente o no- Asintió y miró a Ian, sabía que esa información él no la tenía-Nos aseguraremos de que la maldición está deshecha y luego extinguiremos a los Pendragon y volveremos a gobernar Avalon-

Cuando el recuerdo se disipó, Catherine estaba aún más pálida de lo habitual y temblaba brevemente -No quiero hacerle daño a nadie-

La actitud de Freyja se estaba volviendo realmente molesta, y no me parecía que tuviese nada que ver el cubrirme las espaldas con querer enterarse de qué había estado haciendo durante mis primeras semanas de matrimonio. Los linajes estarían más que satisfechos con la propuesta que les traía, así dejarían de estar tan pendientes de mi vida privada. Lo que me más me cabreó fue que dijese eso de "a ver cuánto te dura". Debió notarse en mi gesto, y habría actuado contra ella de no ser por la aparición de Catherine. - Ya hablaremos. No tienes ni idea. - fue lo último que le solté secamente para que supiese que el tema no quedaba ahí. No podía llevar dos conversaciones paralelas tan importantes. Freyja se quedó hablando de banalidades con las ilusiones de la mesa mientras que yo iba con Catherine, cuyo asunto parecía ser mucho más urgente.

- Precisamente por eso. No quiero hablar aquí, ni tener que recurrir a esto de hablar a escondidas. Van a comenzar a llegar vasallos de un momento a otro. Tenías que haberme avisado antes. Soluciónalo. Excúsate con la ilusión y márchate de la mesa. - no estaba para nada de acuerdo con ese modo de hacerlas cosas, y además me incomodaba mucho la situación. Bajé la mano de su barbilla lentamente, mirándola como si estuviese a punto de traicionarme. El modo de empezar a explicarse ya me hizo prever que el enfado que había provocado Freyja iría en aumento con Catherine. Sonaba a algo así como "no te enfades, pero..."

- ¿Me estás diciendo que se ha colado en Ávalon? ¿que le dijiste cómo entrar y se ha metido aquí por su cuenta para buscarte? - el tono de mi voz era peligrosamente lento, como si me estuviese conteniendo de alzar la voz porque no estaba seguro de que su ilusión pudiese controlar tanto. Evité que tomase mi mano, apartándola de la suya. Era una terrible falta de respeto, y ese idiota se estaba ganando que le diese de una vez su merecido. Encima Gwen los había pillado. - ¡¡Sois unos malditos insensatos!! no solo os veis a escondidas, sino que ponéis en peligro todo lo que estamos intentando arreglar. ¿Y si lo empeoráis todo? - al final dije todo aquello con más vehemencia de la que quería, indignándome por todo lo ocurrido. Ya sabía que era un matrimonio concertado, que quería al otro, pero esperaba un mínimo de respeto.

- Me importa una mierda el poder que tenga su padre. Esto lo vamos a solucionara aquí. No los necesitamos. El Sanguis Ligno es poderoso. Hay una legión de almas ahí para combatir a la maldita Morgana. - el orgullo me impedía aceptar nada que viniese de fuera. Además, tampoco los creía capaces. No iba a convencerme de contar con ellos, los quería fuera de la ecuación. Estuve a punto de apartarme cuando llevó su mano a mi sien, pero finalmente lo permití para ver qué más quería mostrarme. - No quiero más trucos, te lo advierto. - La horrible imagen de Morgana volvió a aparecer, esta vez con más información. Parecía un recuerdo, ¿o era una manipulación mental? no...ella misma había sufrido en su cuerpo aquel intento de posesión. No era algo que se pudiese fingir.

Quedé paralizado y con la vista fija en el frente al escuchar las intenciones del espíritu, acabar con todos nosotros a través de ella. Su plan parecía no tener fisuras, usarla para eliminarnos y regresar a Ávalon. Volveremos a gobernar, dijo. Quería tomar su cuerpo, sin duda. Por si no teníamos ya bastantes problemas con mantener el embarazo hasta que se deshiciese la maldición, ahora estaba aquel espíritu resentido. Cuando volví a mirarla estaba casi tan pálido como ella, con un gesto de confusión mezclado con el de desconfianza.

- Te ha mandado a destruirnos. Quiere que seas su peón para actuar a través de ti y eliminarnos. Qué prepotente para estar muerta. - acabé chistando, recuperando algo del color perdido por lo que acababa de escuchar. - ¿Me avisas sólo porque no quieres hacernos daño o hay algo más detrás? si su espíritu está en ti, se entera de todo lo que haces. También de esto. Ahora ya lo sabe. Muy bien...perfecto todo...-
gruñí por lo bajo por la cantidad de contratiempos, esperando que me hiciese caso y solucionase lo de la ilusión que le había dicho al principio.

La respuesta de Wthyr era más o menos lo que esperaba. Y Freyja ni se inmutó, simplemente le sostuvo la mirada. Que viniera a por ella si le daba la gana -Si quieres guerra, voy a dártela- a ver si se creía que iba a andar a los mínimos porque a él le daba la gana. El respeto iba de un lado a otro y si el decidía irse a la mierda que no le pidiera la rodilla en el suelo.

Pero su atención se fijó en Catherine que parecía la mar de tranquila. ¿Sería su educación como Descendiente? -A mi me puedes llamar Freyja, soy líder del clan Lothbrock, y tengo una particularidad con los protocolos. No me importan demasiado- Giro el rostro hacia Wthyr observándolo de arriba a abajo y frunciendo el ceño. Qué calladito estaba. ¿Tan dominado lo tenía? Hasta hace un mes el plan era hacerse con Ouroboros ahora está mujer lo tenía en su bolsillo. Se reacomodó.

-No habéis respondido mi pregunta sobre Ávalon- Soltó sacando la daga de nuevo y empezando a limpiarse las uñas. Esperaba que pronto empezarán a llegar el resto de los líderes para que vieran está bonita pantomima. Wthyr Pendragon compartiendo el poder con una Descendiente. Maravilloso, simplemente maravilloso.

Escuchó lo de la ilusión y suspiró. Eran tan estrictos con este tipo de cosas que estaban empezando a ponerla negra. Ella no podía arreglarse así todos los días. No era ese tipo de persona. No quería ser ese tipo de persona. Volvió la mirada hacia ahí y escuchó la conversación de Freyja -Encantada, Freyja. Ávalon es una isla hermosa… - La ilusión giro la cabeza y alargó una mano hacia Wthyr. Catherine se alejó un poco de Wthyr para ver bien la sala y poder mantenerse oculta el tiempo necesario antes de irse -Creo que el viaje me ha sentado fatal. Debo excusarme. Te espero en el castillo- Dicho eso se incorporó y le devolvió el pergamino. Se acomodó las faldas del vestido e inclinó la cabeza hacia Freyja -Ya me diréis la fecha del banquete- Sonrió brevemente y se retiró de allí cuando los guardias abrieron la puerta. Mantuvo la ilusión al recordar el camino por el que había venido pero al girar en un callejón desapareció. Soltó un breve suspiro y volvió  su atención al Pendragon.

Las preguntas de Wthyr la hicieron estremecerse, por la ira contenida que había en ellas pero aunque tenía miedo de las consecuencia asintió -Necesitaba que lo supiera si tenía que traerme a Aedan por alguna razón- Expresó y tensó suavemente los labios. No habría pensado que Ian, sabiendo lo que le estaba esperando en la isla, se colara allí pero… enfrentaría la mirada, los gritos… lo que sea que Wthyr le lanzará -No sabía que iba a venir- expresó nuevamente, por si no le había quedado claro -Y le expliqué que no podía irme. Le mostré todo lo que acordamos, Wthyr- Añadió manteniéndose ocupada en la conversación, en la ilusión del Pendragon en la mesa y en la ilusión que la ocultaba. Pero empezaba a cansarse -Te dije que el respeto se ganaba con hechos. Y decidí quedarme, podría haberme ido. Pero decidí respetar mi palabra, la palabra que te di- Insistió pero estaba claro que no le interesaba oír nada de lo que le decía.

La mención del Sanguis hizo que bajara la mirada. ¿Cuales habían sido los votos? ¿Qué es lo que le había prometido a Wthyr frente a ese árbol? Se miró la mano, donde antes había estado la herida del juramento y se las acarició con el pulgar un instante. ¿Y si la mataba de camino? ¿O sería capaz de distinguir quién era Morgana y quién era ella? ¿Sabía el Sanguis Ligno lo importante de su bebé?

-Te aviso porque quiero que sepas que si alguna vez te hago daño, o a cualquiera de tus hermanos, no soy yo. No soy yo realmente- Esperaba dejarlo claro con eso. Y esperaba que de esa forma comprendiera su poco deseo de conocer. De saber. Asintió con suavidad a eso de que Morgana ahora sabía todo lo que ella sabía -Lo siento… por ya no ser persona. Soy un problema… lo siento, por ser tan reticente a conocerlos, todo… pero… estoy cansada de ser la única que sobrevive- Lo dijo, sabiendo que quizás él comprendería el sentimiento. Había perdido a sus padres, a sus esposas e hijos, a su abuela y casi perdía a sus hermanos se limpió las lágrimas y negó con la cabeza -Atiende a tus vasallos. Me voy al castillo- No a dormir, nunca a dormir. Al menos hasta que llegara él y pudiera percibir su energía, que estaba ahí, vivo y que era uno de las dos personas en el mundo que conocían la puta mierda de vida que llevaba. Y que conocía como sacarla de las pesadillas.

Al pasar al lado de la mesa casi pudo sentir la mirada de Freyja sobre ella, pero era imposible… ¿Era imposible, no?

Al final, tras el encuentro con Catherine si que había conseguido encontrar a mi prima. No tardé mucho en despacharla, tras darme algunos pergaminos con apuntes, dibujos en movimiento y trozos de tela enganchados a ellos. Ni les había prestado atención mientras regresaba al Castillo. Ese tipo de cosas se le daban mejor a Shyvanna, simplemente comprobaría que todo era correcto en cuanto al protocolo y se los daría a ella o quizás ni eso. Simplemente se los entregaría a mi hermano y ya. La verdad es que no estaba muy centrada en una ceremonia de coronación ni en nada más allá de ese nudo en el pecho que no lograba destruir, igual que mi ceño fruncido que permanecía estanco en mi rostro.

Mientras me aproximaba al edificio llegó el mensaje de Wthyr. Perfecto. Una reunión en la que mucha gente hablaba y nadie escuchaba. Simplemente perfecto. Pero era el deber. Continué el camino hacia la sala de la Mesa Redonda y al echar un vistazo a la sala cuando entré simplemente arqueé una ceja en dirección a mi hermano, el real no la ilusión esa que parecía un pasmarote en la mesa, y Catherine que parecían cubiertos de otra ilusión. Mis labios se apretaron antes de acercarme a la ilusión de mi hermano sentado dejando ahí los pergaminos.-El Linaje de Cleopatra se ha encargado de los diseños para la coronación. Estoy segura de que a la señora de Pendragon le van a encantar.-Sonreí y miré hacia ellos directamente. No era una sonrisa sincera, era la viva estampa del enfado.

Rodeé la mesa hasta mi asiento y antes de tomarlo incliné la cabeza en dirección a la única presente. -Mi señora Lothbrock.-Mantuve la posición correcta en el asiento mientras algunos de los participantes del resto de Linajes se incorporaban en la sala, observando como Catherine pasaba cerca de la mesa a su vez.

Había decidido ignorar a Freyja por completo, de un momento a otro había empezado a decir estupideces como si yo estuviese en su contra. Todo por no querer satisfacer su absurda necesidad de cotilleos o sus reclamos sin sentido. Tenía problemas más importantes entre manos, aunque no podía negar que Catherine también me estaba hartando con el tema de las ilusiones. Al menos se apresuró en hacer que su ilusión se excusase para marcharse. Volví mi atención a la Catherine verdadera, inspirando profundamente para mantener el autocontrol por cada cosa que decía de Ian. Además había compartido con él información de conversaciones privadas nuestras. Opté por no decir nada, ya me encargaría a mi manera.

- No, Catherine. El respeto no se gana. El respeto se presupone por el simple hecho de ser persona y por ser tu marido. Lo que se gana es la confianza, no el respeto. Y la mía en ti se está debilitando por cosas como seguir viendo al licántropo, por contarle nuestras conversaciones y por seguir con tus molestas ilusiones cuando no las necesitas para nada en este contexto. ¿A quién le importa verte peor vestida o con peor cara? - era ya la segunda vez que se lo advertía, esperaba que no hubiese una tercera. Hice un sonido irónico cuando dijo que estaba respetando su palabra. Era como si sólo viera lo que ella hacía, como si no valorase nada en la otra parte.

- Yo también he respetado mi palabra, y he intentado acercarme a ti para que esto funcione, pero no lo pones nada fácil. - crucé los brazos con gesto de cabreo, asintiendo a eso de que si nos hacía daño no era ella realmente. Daba igual, lo que había que evitar es que hiciese daño. Y si lo hacía saber cómo contenerla sin dañarla. El heredero debía nacer. Daba igual lo que le pasase al bastardo, pero el Pendragon Le Fay sí debía sobrevivir para romper definitivamente la maldición. - ¿La única? todavía tienes a tu hijo. Sécate las lágrimas y piensa en que harás todo lo posible para que sobreviva. Saca fuerzas aunque no las tengas. - me daba igual sonar duro, tenía que espabilarla porque yo también había estado ahí y la autocompasión no servía de nada. No si se permitía convertirla en una constante. - Espérame en los aposentos dentro de una hora. - Me separé de ella cuando dijo que se marchaba, dispuesto a regresar a la mesa en la que debía estar. El problema fue la llegada de Gwen, que se dio cuenta a la primera de lo que sucedía. No sabía por qué, pero parecía inmune a las ilusiones de Le Fay. - ¿Por qué no me has avisado antes? - La miré con extrañeza cuando me arqueó esa ceja, dirigiéndome después a la mesa para ocupar la posición en la que estaba la ilusión. Allí volví a retomar el tema del que quería hablar, aprovechando que ya empezaban a llegar algunos vasallos.

- Tomad asiento, la reunión va a comenzar y tenemos un asunto importante a tratar.

Había algo raro. Muy raro. Freyja miró a Wthyr de forma penetrante y con un gesto adusto. No hablaba. ¿Cuándo uno veía al Señor Pendragon sin hablar? ¿Muy ensimismado en los putos pergaminos? ¿Y si le quitaba uno? ¿Qué pasaba? Miró a la Señora Catherine, porque de Pendragon tenía lo mismo que un perro callejero, y le recorrió el rostro con curiosidad. Se casaba con una Descendiente, ya no querían Ouroboros… ¿Y si tenía algún hechizo de amor? Se podía esperar cualquier cosa de la Descendiente de Morgana, era una traidora de cabo a rabo.

-Oh… Espero que os mejoréis. Quizás mañana…- Lo de la fecha era tentativa y le preocupaba que Wthyr no dijera nada del banquete. Así que no tenía miedo de mostrar la cara de los Lothbrock a su nuevo juguete. Bien -Os informaré- Añadió mientras movía la daga. Observó la entrada de Gwen y se percató perfectamente de su mirada hacia una esquina de la sala. ¿A dónde veía? ¿Qué veía? Y su sonrisa… La dama Pendragon era contenida, no dada a los gestos. Algo pasaba-Mi señora Pendragon- Saludó con la cabeza pero … Es que aquello apestaba a mierda.

Los Pendragon tenían magia de sangre, los Lothbrock de carne. Juntos podían hacer grandes cosas y Freyja no tardó mucho en empezar a utilizar su habilidad para percibir si había algo más…Y sí, sí que lo había. Pero ¿qué era? La daga en su mano dejó de moverse y sus ojos bicolores y magia se centraron en el movimiento que no veía…Pero ella tenía experticia en la invisibilidad así que, aunque no viera al enemigo, no quería decir que le pasara desapercibido.

Un parpadeo después y la daga salió volando en dirección a lo que sea que estaba moviéndose por la sala.

En su guardia, ningún Pendragon iba a ser lastimado o engañado.
A ellos si les había jurado un voto de fidelidad.

Y cuando la daga golpeó contra algo supo que las Nordir la habían hecho llegar temprano por algo. Freyja se levantó inmediatamente desenvainando la espada que llevaba al costado y fue corriendo hacia allí para acabar con la amenaza, esquivando a sus congéneres.


OFF:

Éxito le llega la daga
Fallo no le llega.

El miembro 'Freyja Lothbrock' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Lo observó a los ojos mientras le hablaba y lo único que hizo fue asentir con suavidad. No habían comenzado con mucha así que daba igual, la poca que había ya estaba destruida. Apartó la mirada cuando preguntó eso de “A quién le importaba” y no pudo evitar pensar en su madre y en cómo su vena rebelde había hecho que una y otra y otra vez que se alejara de sus consejos. En realidad nadie los había querido -La gente se regodea en la desgracia ajena – Fue su única respuesta. Se lo había dicho Altaïr cuando había muerto su padre y desde entonces Catherine se había jurado no llorar delante de nadie. Y aquí estaba, nuevamente, desbordada por todo lo que le estaba pasando y soltando lágrimas para alguien al que no le importaban y, en efecto, las veía como un símbolo de debilidad.

Se las secó cuando dijo que se había intentado acercar -Soy quien soy- Alzó los hombros. No podía pedirle peras al olmo -Tú tampoco eres fácil- Le espetó pero entonces llegó Gwen y no soportó mirarla más de un par de segundos al oír el tema de la coronación. Cerró los ojos y recordó la imagen de la corona, pero no sólo eso, el dolor que se le había clavado en la sien desde entonces. Se llevó una mano allí y, por si acaso, se miró los dedos buscando sangre pero no había nada. El terror en sus entrañas se acrecentaba con cada pensamiento que le dedicaba a esa oscura corona y a esas palabras que había dicho Morgana hacia ella.

¿Qué pasaba si le estaba dando exactamente lo que quería?

Lo ignoró cuando le dijo que la esperara. Total, ya planeaba hacerlo así que simplemente siguió caminando ignorando también a Gwen. No ganaba nada con una batalla de miradas que, igualmente, iba a perder. Pero lo que no se podía quitar de encima era la presión en su costado…Freyja, le dijo que se llamaba. Giró la vista un instante hacia donde estaba la nórdica pero reaccionó demasiado tarde. Cuando Catherine fue consciente de que esa daga iba a encontrar su cuerpo su mente se quedó en blanco…

Tanto había sacrificado para morir ahí. En su primer día en Ávalon.
Quizás Morgana estaba equivocada, quizás esa tierra no la reconocía como su heredera y no la protegía.

Desvió los ojos hacia Wthyr un segundo antes de que un grito saliera de sus labios cuando el metal le atravesó el brazo izquierdo. Una herida para ralentizar. El dolor la trajo de vuelta, le aclaró la mente y la ilusión se rompió en mil pedazos mientras veía al resto de los vasallos apartarse para dejar camino libre a Freyja, clavó sus ojos en los contrarios y se dio cuenta de que eran de distinto color. Y que estaban llenos de ira. Mientras la veía acercarse unos pequeños flashes del duelo de Giordano se entremezclaban. Vikingos…guerreros.

No, ella no podía morir.
No ahí, no ahora

-Detente- Ordenó cuando el lazo mental se asentó y empezó a enderezarse, llevó una mano hacia la daga que tenía clavada, puso los dedos sobre el mango. Tenía resistencia pero Catherine no estaba segura a qué era, si a su propio control mental o al hecho de que se dio cuenta de quien era. Pero vio sus brazos temblar, vio su rostro convertirse en una máscara de odio -Tira tu espada...Patéala- Sacó la daga con un gemido adolorido y la observó un instante. Sangre… Agh, maravilloso -Quédate quieta hasta que abandone este sitio. No me sigas- Dejo caer la daga al piso, oyendo su estruendoso sonido. Cerró los ojos un instante y convocó su piel de ébano, una medida desesperada para evitar que la sangre siguiera filtrándose por la herida. No miró a ninguno de los vasallos, no les apetecía conocerlos y ver en sus caras el horror, simplemente caminó hacia la salida.

Que se regodearan en su miseria.
Total, no planeaba salir de sus malditos aposentos.
Que Ávalon se pudriera si le daba la gana. No necesitaba nada de esa isla.


Posibilidades:
1Pierna
2Hombro
3Pecho/corazón
4Estómago
5Vientre
6Cuello
7Costado
8Ojo
9Oreja
10 Brazo

El miembro 'Catherine Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Le había llegado el anuncio mientras estaba terminando de entrenar con la Brigada así que cuando se dirigió a la sala iba con el uniforme de entrenamiento y el casco. Subió las escaleras con cierta rapidez y se encontró a Catherine saliendo de allí, Shyvanna se quitó el casco para mover la cabeza con su preciosa melena Pantene y estuvo a punto de decirle alguna punta pero la morena ni siquiera la miró. Soltó un pequeño quejido de indignación pero se veía tan fea que…Hasta agradeció que no le dirigiera esos ojos fríos (preciosos) pero fríos. Al final no le había preguntado a Wiwi sobre si le brillaban cuando llegaba. Tarea para más tarde.

Avanzó y percibió la tensión nada más entrar así que decidió ser encantadora -Ah, qué hermosa noche tendremos hoy. Hermanos… Mis señores- Vio los pergaminos con cierta reticencia y cuando se acercó a Wthyr le dio un beso en la mejilla -¿No te dije que tenias que hacerla llegar primero? ¿En múltiples ocasiones?- Le susurró al oído porque Catherine tenía una cara de amargada y unas ojeras que daba asco. Menuda señora habían traído a Avalon, nunca la había visto tan fea y desaliñada. Apoyó el casco en la mesa y miró a Gwen con una sonrisa amplia -Te estaba buscando nuestra prima, por la coronación ¿La encontraste?- Preguntó con suma tranquilidad, ajena a todo y, por ende, feliz -Id sentándose…- Miró hacia la puerta preguntándose donde estaban el resto de sus hermanos. Desvió la mirada hacia Freyja un momento pero no dijo nada, ella en particular había cortado por lo sano sus relaciones con los vikingos.

Desde que los mellizos hablaran en aquella habitación, el temple y las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Al menos por la parte de ambos. Sin embargo, el tema de la rápida boda y la muerte de Aelle, la ausencia de Wthyr en Avalon todo aquel tiempo estaba creando demasiados escollos en las líneas vasallas que cada vez costaba más acallar. Trababa de agasajar a los Aduladores para que trataran de controlar las cosas pero como el hermano mayor no hiciera acto de presencia la anarquía no tardaría en gobernar Avalon.

Y ahora que sabía que no podía pisar Ouroboros aquello le quitaba un peso de encima, pero solo le dejaba un único lugar para refugiarse porque la superficie se estaba recuperando de un caos que ni ellos mismos sabían gestionar. Pequeñas facciones empezaban a nombrar jefes de los pequeños grupos que habían conseguido congregar, y pronto los unos se enfrentarían a los otros. Aquel caos les era favorable en modo de estrategia: podrían hacerse con el poder del ministerio o utilizarlo como señuelo. Lo que Darren no entendía es qué esperaba su hermano a dirigir la batuta: el mensaje no tardó mucho más en llegar. A su entrada a la sala la tensión se palpaba. Sobre la mesa varios pergaminos, algunos extendidos, otros no. -Mis señores. Hermanos. Shyvanna- Saludó al rodear la mesa para ponerse en el lado que le correspondía, regalándole una leve reverencia a su hermana al pasar por detrás de su espalda. Sin embargo, al llegar a su asiento había algo que no estaba como se supone que debía estar: la silla estaba movida, como si alguien se hubiera atrevido a manosearla, y todavía estaba cálida. No había lugar a duda, ¿alguien se había sentado en SU sitio? Tensó la mandíbula y buscó a su hermano moreno, buscando algún tipo de explicación que seguramente no recibiría. ¿Estaba acaso tratando de reemplazarle? ¿Ni siquiera se había muerto por culpa de aquella asquerosa maldición, que su mujerzuela había ocasionado, y ya le estaba buscando sustituto?

El mes desde la boda había pasado con bastante tranquilidad… tensa tranquilidad. Porque todo el mundo en Avalon hablaba sobre la muerte de Aelle, sobre la desaparición de Wthyr con la Descendiente flacucha … Como el Pendragon no moviera ficha antes o después, los peones se comerían al rey en un jaque mate y se acabaría la partida. Con el alfil negro, golpeó la figura del rey blanco y la partida acabó. Se encogió de hombros ante su contrincante y le tendió la mano para felicitarle por la partida. Abraham, de la casa Hammurabi, era su contrincante aquella vez… y ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le había ganado, y no tan siquiera hacía falta leerle la mente para saber la estrategia de juego, es que era francamente nefasto. Pero el chico lo intentaba, había que reconocerlo, a pesar de su corta edad, pero no por ello habría piedad. Se despidió de él hasta la revancha con el libro que había conseguido de fuera de la isla: “Yo, Robot” de un escritor muggle llamado Isaac Asimov. Ya había devorado “Fundación” y por supuesto, lo había incluido en su biblioteca personal. Y la lectura de ese nuevo ejemplar, ajado por el paso del tiempo y de la guerra, le tenía lo suficientemente absorto para pasar al lado de la Descendiente sin prestarle la atención necesaria para violarle la mente.

Se dirigía a la reunión que había convocado el descendiente de Arturo, cuyo mensaje le había llegado en mitad de la partida, como parte de la representación de su linaje y como heredero primogénito. Cuando entró no le pasó por alto la tensión del ambiente. Revisó a todos los presentes, echando en falta a Lake y a Cedric. De la primera era de esperar, del segundo, esperaba que fuese a pesar de sus escasas aportaciones verbales, siempre era un placer verle. Y había escuchado que se encontraba mucho mejor después de la boda. Tampoco se le pasó por alto el saludo de Darren a su hermana, ¿aquellos dos ya volvían a ser coleguis a muerte? Sí, había sido un mes interesante. Muchas habladurías que comentar con los Aduladores.  -Mis señorías… Siempre es un placer compartir velada con ustedes- Saludó, en general. Se sentó en su asiento, colocando el libro en su regazo y buscando la mirada discordante de Freyja, aunque no parecía de muy buen humor, de modo que prefirió cerrar la boca… o la mente… y sentarse a esperar. Se abrió la cazadora vaquera con borrego y dejó ver una camiseta de tirantes blanca bastante entalladita y con bastante escote, dejando poco a la imaginación, que para eso él tenía ya mucha.

Por fin mi hermano se dignó a presidir la mesa de verdad, ocupando el lugar de aquel pelele. Le dirigí una mirada de soslayo con el semblante serio antes de volver a mirar al frente. En ese momento el gesto de Freyja hizo que abriese un poco los ojos, instantes antes de que lanzase aquella daga.

Moví mi asiento a la par que giraba el rostro en busca de Catherine. El grito no se hizo esperar y con ello el fin de la ilusión de la morena. Apreté mis labios volviendo a mirar a Wthyr y suspiré. Los trucos ilusorios nunca traían nada bueno. Por su parte la vikinga había ido directa hacia la mujer. El resto de vasallos parecieron alterarse e hice un gesto con mi mano indicando que permaneciesen quietos.-Mis señores, no es necesario que intervengan.-Y así era, no era necesario que ninguno lo hiciese.

Catherine podía defenderse sola. Continué observando desde mi asiento aquel duelo que claramente iba a poner furiosa a Lothbrock. Finalmente la bruja ilusionista abandonó la sala y miré a mi hermano alzando ambas cejas antes de volver a mirar a la vikinga. -Descendiente de Lothbrock, me impresiona su capacidad de percepción. -Señalé a la mesa como invitándola a sentarse. Como si no hubiese pasado nada. La presencia de Catherine en esa sala y sobre todo de aquello modos traería problemas.

En ese momento empezaron a llegar mis hermanos. Shyvanna parecía estar de buen humor. Asentí a su pregunta.-Le he dejado los pergaminos a Wthyr. Temo que tengo bastante trabajo en Ouroboros, estoy segura de que puedes ayudarle a preparar todo.-Y era cierto, Shyvanna tenía un gran gusto para las telas y los preparativos festivos.

Busqué con la mirada al representante del linaje que se ocupaba de administrar a los curanderos. -Mi señor...¿Podéis enviar un curandero para atender a la Señora Pendragon?-El hombre dudó un momento, sonreí brevemente y asintió ausentándose un momento para hacer las gestiones pertinentes. Dudaba que Catherine se dejase curar.

Darren saludó y en ese momento recordé la carta de la doctora de Ouroboros.-Oh...- Busqué entre mi capa y la saqué.-Darren, tienes correo.-Extendí la carta hacia Shyvanna dado que nos separaba el espacio que debía ocupar Lake y Darren me pillaba muy a desmano para entregársela directamente. Para ese momento el Descendiente de Hipatia hizo presencia, asentí con una inclinación de cabeza para responder a su saludo.