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Es la antesala al edificio de Reuniones Generales y Cónclaves del Consejo de los 20.
Tras subir a lomos de Artamir y volar hasta Avalon, aquel lugar que no conocía de nada, se mantuvo presa, encerrada en una habitación que no la merecía. Aquel trato cordial y forzado estaba acabando con la paciencia de alguien tan directa y apasionada como la descendiente de Dioscórides. A decir verdad, no esperaba ser localizada, pero tampoco esperaba el encierro. Las maneras de mantener prisioneros de alto rango habían cambiado con el tiempo. Antes podían deambular mientras estuvieran vigilados, pero ahora la mantenían vigilada sin más. Los modales ingleses se habían vuelto nada. Aún así, no era aquello lo que más le preocupaba.
De haber pasado un solo día más sin un té herbal habría caído en agonía. El encierro había sido una inútil compra de tiempo mientras se dedicaba a decorar con flores la horrible habitación en la que la tenían metida. Aquel día, el octavo día, algo cambió para mal. No podía decir que el trato fuera reflejo de la cordialidad fría con la que la habían ayudado a montar al dragón aquel primer día. Ahora, se hacían las cosas de manera cortante. Algo había cambiado pero no decían qué, y ella no se había dignado a preguntar cuando la tensión cortaba en el aire. Pero también había una decisión ya tomada.
Con la cabeza en alto, subió en lomos de Artamir con ayuda de Shyvana. Conservar la dignidad era difícil de hacer a lomos de un dragón, pero se logró con sobresaliente. Aprovechó para intentar conversar, para encontrar la razón o la decisión detrás de todo aquello, pero sus intentos fueron infructuosos y fútiles. Las intenciones se volvieron claras cuando llegaron a la Plaza Central, con los dragones alrededor, con los preparativos. Se mantuvo digna mientras contemplaba el que sería su fin, su fusión con el mundo, su entrada al eterno ciclo de la vida. Polvo eres y en polvo te convertirás. Aspiró con profundo resentimiento y exhaló con dolor. Al menos no había sido nadie más. Evitaría el sufrimiento de alguien más. O tal vez no.
Si querías liberar escaños haber quitado a las nuevas, pensó para sí misma, que por derecho de antigüedad ella estaba cubierta. Las palabras de Shyvanna no la dejaron más tranquila. Subió con elegancia al estrado, captando con la mirada a algunos guardias alrededor, a los que les dio la orden de que espabilaran con una mirada seria. Salieron corriendo como a ella le hubiera gustado hacer, pero con cuatro dragones alrededor el intento habría sido estúpido. Le quedaba ganar tiempo entre la ceremonialidad de Shyvanna, sus pasos lentos y movimientos teatrales. Se colocó en posición, frente en alto de nuevo. A ver si se daban prisa los guardias, porque si no habría que hacer por cuenta propia los cálculos. Solo por no dejar cabos sueltos, trató de desaparecerse sin éxito... Le quedaba una solución, pero no sería la más cómoda. Por compasión, había dejado de experimentar con las plantas pirófilas, pero ahora parecían necesarias. Su vestido comenzó a cambiar, del verde al café oscuro, engrosando la corteza y matando las células a medida que nacían sobre ella. Si tan solo hubieran escogido palmeras para la pira...
Le miró con indiferencia fingida escuchando sus elucubraciones, mirando de nuevo hacia el frente. Recordó entonces un antiguo proverbio. A quien actúa con maldad hay que desearle suerte... tarde o temprano la necesitará. Así que eso hizo. Con un rostro tranquilo volvió a verle, asintiendo a su posición.- Suerte.- Dijo inexpresiva, pero sabedora de que todo se acomodaría en el futuro. Los guardias no habían vuelto, tendría que confiar en sus propias capacidades. Al final, la soledad con la que nunca convivió terminaría por ser su única compañera.
Shyvanna.- Murmuró finalmente, llamando su atención para que estuviera atenta a lo que estaba por decir. Sus últimas palabras, sus últimos alientos. El mundo sufriría su ausencia. No por la gente que se quedaba, sino por la extinción de un eslabón de una cadena que se alimentaba mutuamente de la vitalidad de la tierra. Quedó sola con una sola firme convicción antes de que el fuego aullara.
La vida encuentra la manera...
De haber pasado un solo día más sin un té herbal habría caído en agonía. El encierro había sido una inútil compra de tiempo mientras se dedicaba a decorar con flores la horrible habitación en la que la tenían metida. Aquel día, el octavo día, algo cambió para mal. No podía decir que el trato fuera reflejo de la cordialidad fría con la que la habían ayudado a montar al dragón aquel primer día. Ahora, se hacían las cosas de manera cortante. Algo había cambiado pero no decían qué, y ella no se había dignado a preguntar cuando la tensión cortaba en el aire. Pero también había una decisión ya tomada.
Con la cabeza en alto, subió en lomos de Artamir con ayuda de Shyvana. Conservar la dignidad era difícil de hacer a lomos de un dragón, pero se logró con sobresaliente. Aprovechó para intentar conversar, para encontrar la razón o la decisión detrás de todo aquello, pero sus intentos fueron infructuosos y fútiles. Las intenciones se volvieron claras cuando llegaron a la Plaza Central, con los dragones alrededor, con los preparativos. Se mantuvo digna mientras contemplaba el que sería su fin, su fusión con el mundo, su entrada al eterno ciclo de la vida. Polvo eres y en polvo te convertirás. Aspiró con profundo resentimiento y exhaló con dolor. Al menos no había sido nadie más. Evitaría el sufrimiento de alguien más. O tal vez no.
Si querías liberar escaños haber quitado a las nuevas, pensó para sí misma, que por derecho de antigüedad ella estaba cubierta. Las palabras de Shyvanna no la dejaron más tranquila. Subió con elegancia al estrado, captando con la mirada a algunos guardias alrededor, a los que les dio la orden de que espabilaran con una mirada seria. Salieron corriendo como a ella le hubiera gustado hacer, pero con cuatro dragones alrededor el intento habría sido estúpido. Le quedaba ganar tiempo entre la ceremonialidad de Shyvanna, sus pasos lentos y movimientos teatrales. Se colocó en posición, frente en alto de nuevo. A ver si se daban prisa los guardias, porque si no habría que hacer por cuenta propia los cálculos. Solo por no dejar cabos sueltos, trató de desaparecerse sin éxito... Le quedaba una solución, pero no sería la más cómoda. Por compasión, había dejado de experimentar con las plantas pirófilas, pero ahora parecían necesarias. Su vestido comenzó a cambiar, del verde al café oscuro, engrosando la corteza y matando las células a medida que nacían sobre ella. Si tan solo hubieran escogido palmeras para la pira...
Le miró con indiferencia fingida escuchando sus elucubraciones, mirando de nuevo hacia el frente. Recordó entonces un antiguo proverbio. A quien actúa con maldad hay que desearle suerte... tarde o temprano la necesitará. Así que eso hizo. Con un rostro tranquilo volvió a verle, asintiendo a su posición.- Suerte.- Dijo inexpresiva, pero sabedora de que todo se acomodaría en el futuro. Los guardias no habían vuelto, tendría que confiar en sus propias capacidades. Al final, la soledad con la que nunca convivió terminaría por ser su única compañera.
Shyvanna.- Murmuró finalmente, llamando su atención para que estuviera atenta a lo que estaba por decir. Sus últimas palabras, sus últimos alientos. El mundo sufriría su ausencia. No por la gente que se quedaba, sino por la extinción de un eslabón de una cadena que se alimentaba mutuamente de la vitalidad de la tierra. Quedó sola con una sola firme convicción antes de que el fuego aullara.
La vida encuentra la manera...
En pleno vuelo le llegó el mensaje de que Sofía se encontraba allí así que imprimió más aire a su vuelo para sobrevolar la zona residencial y la muralla de la academia para encontrarse con el tenebroso escenario.
Aterrizó y con movimientos circulares de sus brazos y todo su cuerpo intento hacer que el fuego disminuyera o que se mantenga lejos de la descendiente o almenos abrir un pasaje para que pasen a rescatarla sin quemarse.
Probablemente ésto podía significar que las negociaciones quedaban olvidadas.
Aterrizó y con movimientos circulares de sus brazos y todo su cuerpo intento hacer que el fuego disminuyera o que se mantenga lejos de la descendiente o almenos abrir un pasaje para que pasen a rescatarla sin quemarse.
Probablemente ésto podía significar que las negociaciones quedaban olvidadas.
Sayid Ibn Salah
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Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
llegué a la plaza con aquel gran genio apareciendo junto a los guardias que habían dado el aviso, el humo empezaba a alzarse y no había demasiado tiempo para pensar, me adelanté rápidamente enviando al genio para liberar a Discórides mientras invocaba numerosas armas alrededor de aquellos cuatro dragones y la mujer rubia que ya había visto la semana anterior.
-Ya conozco tu apellido, pero me temo que sigo sin conocer tu nombre..- mi voz era seria y esperaba ganar algo de tiempo para tener refuerzos y liberar a mi compañera descendiente -No sois bienvenidos en esta isla, linage de los Pendragon, rompisteis el código del consejo , traicionasteis y matasteis a vuestros hermanos, este no es vuestro lugar- los dragones alzaron el vuelo lanzando aquella llamarada, el genio actuó rápido cortando con su propia espada las cuerdas de sofía ayudado por una ráfaga de viento que vino desde arriba, cargo con ella de vuelta mientras las espadas mágicas envueltas en agua empezaban a caer tras ellos, clavándose con fuerza en la piedra de la plaza evitando de esta forma que el fuego se propagase
La pelirroja llegó hasta mi y la recibí en brazos mientras Adael aterrizaba para ayudar -Sofía! estás bien? te llevaremos con Lucio, aguanta un poco- miré a los guardias que se habían quedado como pasmarotes, estaba claro que les faltaba entrenamiento pero dadas las circunstancias eran lo mejor que teníamos. -Has llegado a tiempo Adael, gracias... pero me temo que esto no ha acabado aquí-
-Ya conozco tu apellido, pero me temo que sigo sin conocer tu nombre..- mi voz era seria y esperaba ganar algo de tiempo para tener refuerzos y liberar a mi compañera descendiente -No sois bienvenidos en esta isla, linage de los Pendragon, rompisteis el código del consejo , traicionasteis y matasteis a vuestros hermanos, este no es vuestro lugar- los dragones alzaron el vuelo lanzando aquella llamarada, el genio actuó rápido cortando con su propia espada las cuerdas de sofía ayudado por una ráfaga de viento que vino desde arriba, cargo con ella de vuelta mientras las espadas mágicas envueltas en agua empezaban a caer tras ellos, clavándose con fuerza en la piedra de la plaza evitando de esta forma que el fuego se propagase
La pelirroja llegó hasta mi y la recibí en brazos mientras Adael aterrizaba para ayudar -Sofía! estás bien? te llevaremos con Lucio, aguanta un poco- miré a los guardias que se habían quedado como pasmarotes, estaba claro que les faltaba entrenamiento pero dadas las circunstancias eran lo mejor que teníamos. -Has llegado a tiempo Adael, gracias... pero me temo que esto no ha acabado aquí-
No cerró los ojos. Serían quizás lo primero que se le quemaría, pero no los cerró. Ya habría tiempo si sobrevivía a aquella primera llamarada para patalear y gritar mientras durara consumida por el fuego. En el último segundo cambió de decisión. Cerró los ojos con fuerza, pendiente de mantener la magia y los hechizos que seguía convocando para sí misma. Cuando sintió el calor cerca, era casi como un horno, donde te quemas de a poco alrededor aunque las llamas no te toquen. Respirar se estaba volviendo imposible. Ningún hechizo le preparó para sentir el fuego en los pulmones cada vez que inhalaba, como si el oxígeno encendiera dentro la llama viva. Si bien quiso gritar, la cosa no salía de su garganta, ni el aire salía, como si dentro se consumiera por sí solo.
Algo cortó lo que la mantenía atada a aquella pira. Mientras avanzaba por el camino podía sentir la piel caliente y el vestido bajo la coraza al rojo vivo. La corteza de árbol comenzó a caerse a trozos en cuanto la liberó, pues se sentía más que atrapada en ella. El vestido resistió bien la primera oleada, pero absorbió el calor con premura. Una vez lejos de la pira, vio a Sayid y creyó ver a Adael más lejos. En el último instante, sintiéndose salvada, las piernas o quizás su frágil cordura, le fallaron.
¡Sayid! - En el calor del momento, se arrojó en brazos de Sayid y tras tomarle por el cuello le plantó un profundo beso en los labios. El fuego no había llegado a tocarle, pero había estado tan cerca que pudo haberlo hecho todo arder si Adael y Sayid hubieran dejado un segundo más sin atender al llamado. Sentía el corazón latir a pulso y la madera muerta que aún quedaba sobre ella estaba intacta, pero tan caliente que tuvo la necesidad de apartarla toda con las manos, quemándose las palmas entre quejidos mientras retiraba los grandes trozos de su vestido. Se sentía como un carbón ardiendo. Estaba temblando. Se lo notó en las manos pero era algo en general.- ¡Maldita sea, maldita sea, mantén la compostura! - Gimoteó para sí misma al terminar de sacarse de encima la coraza. Ya tendría tiempo de agradecer cuando se calmara.
Algo cortó lo que la mantenía atada a aquella pira. Mientras avanzaba por el camino podía sentir la piel caliente y el vestido bajo la coraza al rojo vivo. La corteza de árbol comenzó a caerse a trozos en cuanto la liberó, pues se sentía más que atrapada en ella. El vestido resistió bien la primera oleada, pero absorbió el calor con premura. Una vez lejos de la pira, vio a Sayid y creyó ver a Adael más lejos. En el último instante, sintiéndose salvada, las piernas o quizás su frágil cordura, le fallaron.
¡Sayid! - En el calor del momento, se arrojó en brazos de Sayid y tras tomarle por el cuello le plantó un profundo beso en los labios. El fuego no había llegado a tocarle, pero había estado tan cerca que pudo haberlo hecho todo arder si Adael y Sayid hubieran dejado un segundo más sin atender al llamado. Sentía el corazón latir a pulso y la madera muerta que aún quedaba sobre ella estaba intacta, pero tan caliente que tuvo la necesidad de apartarla toda con las manos, quemándose las palmas entre quejidos mientras retiraba los grandes trozos de su vestido. Se sentía como un carbón ardiendo. Estaba temblando. Se lo notó en las manos pero era algo en general.- ¡Maldita sea, maldita sea, mantén la compostura! - Gimoteó para sí misma al terminar de sacarse de encima la coraza. Ya tendría tiempo de agradecer cuando se calmara.
Tras la reunión Catherine había dividido su tiempo. Estaba incluso orgullosa de cómo había "manejado" su agenda. Había ayudado a Mei con los Ministros y también había investigado un par de cosas sobre los Pendragon, pero no había profundizado demasiado. El capítulo acerca de su madre no estaba cerrado pero al menos había cumplido con lo que Altair y su padre le había pedido. Le había informado a Ian que intentó sacar el tema respecto a Adam en al reunión pero resultó imposible al tener tantos frentes abiertos. No obstante, sí que dejó en claro que ella no culpaba a Adam de la muerte de Desmond.
La noche anterior se había quedado hasta tarde hablando con Ian sobre las distintas misiones que había y el trabajo que les tocaba a cada uno y sobre la protección de Aedan. Estaban desayunando cuando la información de Sayid y los Guardias le anunció la llegada de Sofía. Se despidió con un beso al aire y desapareció hacia la plaza central. Llegó casi al mismo tiempo que Sayid pero como confiaba en que él y Adael podrían rescatar a Sofía, Catherine posó su mirada sobre los dragones. Desapareció de la zona central y apareció, peligrosamente, sobre uno de los edificios para verlos más de cerca.
No lo dudo, no quería atacarlos pero lo que habían hecho... Catherine miró el fuego y susurró unas palabras mientras su báculo apuntaba al oscuro humo que salía de las llamas. El báculo tembló en su mano y ella sonrió. Con su poder de ilusión hizo aparecer cuatro dragones negros hechos de oscuridad que persiguieron a los Pendragon lo suficiente para alcanzarlos y rodearlos de una nube negra que, con suerte, dificultara su viaje.
Desapareció del lugar y reapareció al lado de Sofía y Sayid cuando ésta le plantaba un morreo. Cuando terminó y la vio empezar a desvestirse, Catherine movió con suavidad la mano para -usando magia- eliminar las partes que veía. Al mismo tiempo, estableció una ilusión de algún vestido que recordaba de Sofía para no exponer su desnudez - Vamos dentro- Sugirió e intercambio una mirada con Sayid para luego observar a los guardias ayudando a apagar el fuego -Despejad la plaza. Reforzar el toque de queda- Ordenó Catherine y miró a Sofía, apoyó el báculo en el piso e hizo un gesto serio para invitarla a liderar la marcha.
La noche anterior se había quedado hasta tarde hablando con Ian sobre las distintas misiones que había y el trabajo que les tocaba a cada uno y sobre la protección de Aedan. Estaban desayunando cuando la información de Sayid y los Guardias le anunció la llegada de Sofía. Se despidió con un beso al aire y desapareció hacia la plaza central. Llegó casi al mismo tiempo que Sayid pero como confiaba en que él y Adael podrían rescatar a Sofía, Catherine posó su mirada sobre los dragones. Desapareció de la zona central y apareció, peligrosamente, sobre uno de los edificios para verlos más de cerca.
No lo dudo, no quería atacarlos pero lo que habían hecho... Catherine miró el fuego y susurró unas palabras mientras su báculo apuntaba al oscuro humo que salía de las llamas. El báculo tembló en su mano y ella sonrió. Con su poder de ilusión hizo aparecer cuatro dragones negros hechos de oscuridad que persiguieron a los Pendragon lo suficiente para alcanzarlos y rodearlos de una nube negra que, con suerte, dificultara su viaje.
Desapareció del lugar y reapareció al lado de Sofía y Sayid cuando ésta le plantaba un morreo. Cuando terminó y la vio empezar a desvestirse, Catherine movió con suavidad la mano para -usando magia- eliminar las partes que veía. Al mismo tiempo, estableció una ilusión de algún vestido que recordaba de Sofía para no exponer su desnudez - Vamos dentro- Sugirió e intercambio una mirada con Sayid para luego observar a los guardias ayudando a apagar el fuego -Despejad la plaza. Reforzar el toque de queda- Ordenó Catherine y miró a Sofía, apoyó el báculo en el piso e hizo un gesto serio para invitarla a liderar la marcha.
- Spoiler:
Con los brazos por delante de su cuerpo y doblados como cubriéndose de las llamas, dejo las palmas hacia afuera, movió un brazo hacia arriba y el otro hacia abajo haciendo un movimiento circular con maestría y entereza hasta formar un ángulo llano con los brazos extendidos a cada lado de su cuerpo para bajarlos lentamente. Las lenguas de fuego obedecieron sus órdenes y disminuyeron su fulgor al ritmo que el descendiente bajaba los brazos hasta extinguirse por completo, momento en el que Adael saludó chocando su puño derecho con su palma izquierda e inclinándose ligeramente a su oponente el cual ya se había marchado.
En la plaza quedaron los restos de la pira a medio quemar aún humeantes y los oscuros rastros del fuego luego de que Catherine extrajera buena parte de la humareda. Dejó su mano sobre el humo de una tabla de madera en el extremo de la pira y sintió su espesor mientras pasaba por entre sus dedos, tomó algo de hollín y lo frotó pensativo. De un pisotón al suelo los agujeros en la piedra hechos por las espadas de Sayid fueron rellenados por la piedra que allí iba, las armas se desclavaban a medida que la piedra ascendía y cayeron con un ruido metálico. Adael drenó el agua de las espadas ya que se encontraban empapadas, la acumuló en un círculo de agua que fluía y levitaba a su alrededor entre movimientos lentos y elegantes giros para dividirla y dirigirla a donde aún salía humo. A continuación evaporó el agua con su magia sobre el agua para dejar que el resto de la limpieza la haga quien corresponda.
-Desarmen la pira con precaución, puede tener sorpresas peligrosas.- Le ordenó a los Guardias tras intercambiar una mirada con Sayid considerando lo que le habían contado que había pasado en la sala de reuniones, éstos asintieron e iniciaron de inmediato a trabajar, cuando terminaron de separar todas y cada una de las tablas se las llevaron con ellos usando la levitación a algún lugar donde sean útiles para luego acatar las órdenes de la descendiente de Morgana. A todo ésto se fijó que Sofía se encontraba bien junto a Sayid y Catherine.
-Se trata de un fuego retorcido, alimentado por la ira, el odio y la rabia. No puedo creer que los dragones no se alimenten del sol.- Dijo con el ceño fruncido en una expresión contrariada y apenada mientras se aproximaba caminando al grupo. Su apariencia se notaba desalineada, su pelo iba revuelto como siempre, su barba de chivo estaba un poco más despeinada de lo usual, el resto de su vello facial se veía púber, débil y esparcido de forma despareja ya que no se había afeitado desde Octubre, las bolsas debajo de sus ojos eran notorias, sus pies descalzos y roñosos como siempre, solo su traje para magos elementaristas del aire se veía presentable. Cuando se encontró a la altura del grupo los juntó a todos en un abrazo grupal para quedar cabezas con cabezas y mejillas con mejillas.
-¡Oh, Sofía! No sabes cuánto lo lamento. Estuvimos tan preocupados.- Dijo con emoción en la voz a punto de quebrar en llanto. Pronto los dejó ir y les dió el espacio personal que de seguro anhelaban para inclinarse ante la descendiente de Dioscorides formando un ángulo de 90° entre su torso y sus piernas.
-Perdóname. Porfavor, acepta mis disculpas.- Le pidió a Sofía manteniendo la postura inclinada. Luego de eso, seguiría al grupo a donde fuera.
En la plaza quedaron los restos de la pira a medio quemar aún humeantes y los oscuros rastros del fuego luego de que Catherine extrajera buena parte de la humareda. Dejó su mano sobre el humo de una tabla de madera en el extremo de la pira y sintió su espesor mientras pasaba por entre sus dedos, tomó algo de hollín y lo frotó pensativo. De un pisotón al suelo los agujeros en la piedra hechos por las espadas de Sayid fueron rellenados por la piedra que allí iba, las armas se desclavaban a medida que la piedra ascendía y cayeron con un ruido metálico. Adael drenó el agua de las espadas ya que se encontraban empapadas, la acumuló en un círculo de agua que fluía y levitaba a su alrededor entre movimientos lentos y elegantes giros para dividirla y dirigirla a donde aún salía humo. A continuación evaporó el agua con su magia sobre el agua para dejar que el resto de la limpieza la haga quien corresponda.
-Desarmen la pira con precaución, puede tener sorpresas peligrosas.- Le ordenó a los Guardias tras intercambiar una mirada con Sayid considerando lo que le habían contado que había pasado en la sala de reuniones, éstos asintieron e iniciaron de inmediato a trabajar, cuando terminaron de separar todas y cada una de las tablas se las llevaron con ellos usando la levitación a algún lugar donde sean útiles para luego acatar las órdenes de la descendiente de Morgana. A todo ésto se fijó que Sofía se encontraba bien junto a Sayid y Catherine.
-Se trata de un fuego retorcido, alimentado por la ira, el odio y la rabia. No puedo creer que los dragones no se alimenten del sol.- Dijo con el ceño fruncido en una expresión contrariada y apenada mientras se aproximaba caminando al grupo. Su apariencia se notaba desalineada, su pelo iba revuelto como siempre, su barba de chivo estaba un poco más despeinada de lo usual, el resto de su vello facial se veía púber, débil y esparcido de forma despareja ya que no se había afeitado desde Octubre, las bolsas debajo de sus ojos eran notorias, sus pies descalzos y roñosos como siempre, solo su traje para magos elementaristas del aire se veía presentable. Cuando se encontró a la altura del grupo los juntó a todos en un abrazo grupal para quedar cabezas con cabezas y mejillas con mejillas.
-¡Oh, Sofía! No sabes cuánto lo lamento. Estuvimos tan preocupados.- Dijo con emoción en la voz a punto de quebrar en llanto. Pronto los dejó ir y les dió el espacio personal que de seguro anhelaban para inclinarse ante la descendiente de Dioscorides formando un ángulo de 90° entre su torso y sus piernas.
-Perdóname. Porfavor, acepta mis disculpas.- Le pidió a Sofía manteniendo la postura inclinada. Luego de eso, seguiría al grupo a donde fuera.
Sayid Ibn Salah
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Catherine apareció con un impresionante hechizo para perseguir a los dragones que habían atacado y se encontraban en el bando de los pendragon, esperaba que eso los persuadiera de volver a nosotros.
Tomé a Sofía en brazos cuando le fallaron las piernas y recibí su impulsivo agradecimiento quedándome atónito ante la mirada de mis otros dos colegas descendientes, al final reaccioné sintiendo como la pobre temblaba como una hoja entre mis brazos, la dejé hacer con aquella corteza que seguramente habría hecho para defenderse, quitándome mi chaqueta para ponérsela encima.
Adael se encargó del fuego y yo de hacer desaparecer mis armas para después intercambiar miradas con Catherine y ayudar a Sofía a caminar hasta el interior del edificio sujetándola de la cintura, solo unos cuantos pasos antes de desaparecernos mientras la descendiente de morgana enviaba un mensaje al resto del consejo.
Ahora que la teníamos era el momento de hablar algunas cosas y dar el primer paso en esta guerra, pues no podíamos esperar a que el enemigo nos tomara ventaja nuevamente.
Tomé a Sofía en brazos cuando le fallaron las piernas y recibí su impulsivo agradecimiento quedándome atónito ante la mirada de mis otros dos colegas descendientes, al final reaccioné sintiendo como la pobre temblaba como una hoja entre mis brazos, la dejé hacer con aquella corteza que seguramente habría hecho para defenderse, quitándome mi chaqueta para ponérsela encima.
Adael se encargó del fuego y yo de hacer desaparecer mis armas para después intercambiar miradas con Catherine y ayudar a Sofía a caminar hasta el interior del edificio sujetándola de la cintura, solo unos cuantos pasos antes de desaparecernos mientras la descendiente de morgana enviaba un mensaje al resto del consejo.
Ahora que la teníamos era el momento de hablar algunas cosas y dar el primer paso en esta guerra, pues no podíamos esperar a que el enemigo nos tomara ventaja nuevamente.
Un portal se abrió en el espacio de la plaza central de la Academia para dar paso a Bellatrix. Con su habitual liviandad al caminar lo atravesó, presentándose en cuerpo y alma de aspecto tan espectral como siempre. Escuchaba a las almas hablar.
-Si, de la habitación y lo que va a ser el mismo mundo.- Murmuraba, entre otras cosas. Se fijó en un par de Guardias de Ouroboros que la miraban con cautela, como si estuviera loca, estaba acostumbrada a esa mirada.
Cuando pregunto por el nigromante le indicaron que se encontraba en la Sala de Reuniones Generales junto con otros miembros del Concejo de los 20. Así que estaban reunidos… Se resolvió por enviarles un mensaje. Tras ello se encaminó para dejar atrás la plaza.
-Si, de la habitación y lo que va a ser el mismo mundo.- Murmuraba, entre otras cosas. Se fijó en un par de Guardias de Ouroboros que la miraban con cautela, como si estuviera loca, estaba acostumbrada a esa mirada.
Cuando pregunto por el nigromante le indicaron que se encontraba en la Sala de Reuniones Generales junto con otros miembros del Concejo de los 20. Así que estaban reunidos… Se resolvió por enviarles un mensaje. Tras ello se encaminó para dejar atrás la plaza.
Gwen Pendragón
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Un portal surgió de la nada en el centro de la plaza gracias al Maestro. Primero cruzó una muchacha con el pelo plateado ataviada con ropajes negros parecidos a los que llevaba Gwen cuando también puso sus pies sobre el suelo de aquel lugar.
Alzó la vista observando aquellos edificios mientras la muchacha se aproximaba al mismo centro del lugar. Sus ojos se centraron en el que supuso que era la sede del consejo hasta que escuchó los dragones aproximándose.
Sus hermanos estaban cerca. Aligeró su paso hasta cansar a la chica.
-Puedes dejar todo aquí Alud.
Murmuró antes de proceder a descargar también ella todo el peso que cargaba en sus brazos. Poco después unos guardias cruzaron el portal con un baúl que dejaron junto al resto de objetos y tras ellos otros montaron una mesa en aquel punto.
Gwen estiró sus brazos por delante de su cuerpo y susurró unas palabras. Aquella pila de objetos comenzó a moverse.
Poco a poco sobre la mesa se colocaron en un riguroso y exacto orden: sal, pan, carne,fruta, flores y hierbas varias y vino. Todo procedente de Avalon.
Los guardias mientras tanto se esmeraban en montar una serie de sillas, 6 para ser exactos(hay 2 hermanos pnj) en círculo rodeando aquella plaza.
La guardia de Ouroboros observaba estupefacta y parte del pueblo que se encontraba en el lugar cuchicheaba sobre aquello.
Gwen supuso que los soldados darían aviso antes de lanzarse al ataque.
Volvió a mirar al cielo mientras abandonaba el punto central para dirigirse a una de aquellas sillas. Frunció su ceño, veía las monturas de todos sus hermanos menos la de Shyvanna.
"Llega tarde...para variar"
Tras esto miró hacia Alud. Un gesto de su cabeza bastó para que tomase su forma de dragón y se situase junto a la silla que le correspondía a Gwen.
Tomó asiento justo cuando sus hermanos tocaron tierra.
Alzó la vista observando aquellos edificios mientras la muchacha se aproximaba al mismo centro del lugar. Sus ojos se centraron en el que supuso que era la sede del consejo hasta que escuchó los dragones aproximándose.
Sus hermanos estaban cerca. Aligeró su paso hasta cansar a la chica.
-Puedes dejar todo aquí Alud.
Murmuró antes de proceder a descargar también ella todo el peso que cargaba en sus brazos. Poco después unos guardias cruzaron el portal con un baúl que dejaron junto al resto de objetos y tras ellos otros montaron una mesa en aquel punto.
Gwen estiró sus brazos por delante de su cuerpo y susurró unas palabras. Aquella pila de objetos comenzó a moverse.
Poco a poco sobre la mesa se colocaron en un riguroso y exacto orden: sal, pan, carne,fruta, flores y hierbas varias y vino. Todo procedente de Avalon.
Los guardias mientras tanto se esmeraban en montar una serie de sillas, 6 para ser exactos(hay 2 hermanos pnj) en círculo rodeando aquella plaza.
La guardia de Ouroboros observaba estupefacta y parte del pueblo que se encontraba en el lugar cuchicheaba sobre aquello.
Gwen supuso que los soldados darían aviso antes de lanzarse al ataque.
Volvió a mirar al cielo mientras abandonaba el punto central para dirigirse a una de aquellas sillas. Frunció su ceño, veía las monturas de todos sus hermanos menos la de Shyvanna.
"Llega tarde...para variar"
Tras esto miró hacia Alud. Un gesto de su cabeza bastó para que tomase su forma de dragón y se situase junto a la silla que le correspondía a Gwen.
Tomó asiento justo cuando sus hermanos tocaron tierra.
El pequeño saludo de bienvenida que había dejado el Pendragon en la zona residencial sólo era una llamada de atención para que supiesen que estaban ahí y que habían comenzado a moverse. Tal vez eso los obligase a salir de la inacción y pasividad en la que estaban sumidos. Así es como los veía Wthyr, le parecían débiles y acomodados, esa era la primera impresión que tenía de ellos. El aviso de reunión había llegado a sus hermanos, y a los diferentes linajes vasallos, que marcharían en unas horas hacia la plaza central en medio de un desfile de antorchas, estandartes y tambores.
La sombra del dragón negro se proyectó sobre la plaza cuando éste sobrevoló el lugar, descendiendo en círculos hasta aterrizar en la zona central, agrietando levemente el suelo. El primogénito bajó al suelo de un salto cuando el dragón bajó su cuello para facilitarle el descenso. Echó su pesada capa negra a un lado, avanzando con paso decidido hacia la mesa que ya había preparada. - Hermana. - Saludó a su hermana con gesto serio y una leve inclinación de cabeza, posicionándose después en la silla que le correspondía. Goth Morgon también se encontraba ya allí, y supuso que había acompañado a su hermana durante su periplo por la isla. A su alrededor se escuchaban los comentarios indignados de los guardias, que parecían perplejos ante esa aparente tranquilidad por parte de sus "invasores". Algunos ciudadanos observaban curiosos, otros se marcharon recelosos por lo que pudiese pasar.
El hombre alzó su mano en el aire como pedir que cesasen los murmullos, dirigiéndose a los guardias en voz alta y tono grave. - Anunciad a vuestros gobernantes que los Pendragon solicitan parlamento bajo el antiguo código. - si no lo recordaban era problema suyo, su decadencia podía haberlos hecho olvidar las tradiciones. Clavó la mirada en los guardias esperando a que se moviesen, que hicieran su parte avisando al Consejo. Tras eso se dirigió a su hermana en tono confidencial. - Los dragones de las montañas ya se han movilizado, al igual que el ejército. ¿Alguna novedad que deba saber? - inquirió mientras apoyaba una mano en la empuñadura de la espada que portaba en el cinturón, apoyando el otro brazo en el reposabrazos de la silla.
La sombra del dragón negro se proyectó sobre la plaza cuando éste sobrevoló el lugar, descendiendo en círculos hasta aterrizar en la zona central, agrietando levemente el suelo. El primogénito bajó al suelo de un salto cuando el dragón bajó su cuello para facilitarle el descenso. Echó su pesada capa negra a un lado, avanzando con paso decidido hacia la mesa que ya había preparada. - Hermana. - Saludó a su hermana con gesto serio y una leve inclinación de cabeza, posicionándose después en la silla que le correspondía. Goth Morgon también se encontraba ya allí, y supuso que había acompañado a su hermana durante su periplo por la isla. A su alrededor se escuchaban los comentarios indignados de los guardias, que parecían perplejos ante esa aparente tranquilidad por parte de sus "invasores". Algunos ciudadanos observaban curiosos, otros se marcharon recelosos por lo que pudiese pasar.
El hombre alzó su mano en el aire como pedir que cesasen los murmullos, dirigiéndose a los guardias en voz alta y tono grave. - Anunciad a vuestros gobernantes que los Pendragon solicitan parlamento bajo el antiguo código. - si no lo recordaban era problema suyo, su decadencia podía haberlos hecho olvidar las tradiciones. Clavó la mirada en los guardias esperando a que se moviesen, que hicieran su parte avisando al Consejo. Tras eso se dirigió a su hermana en tono confidencial. - Los dragones de las montañas ya se han movilizado, al igual que el ejército. ¿Alguna novedad que deba saber? - inquirió mientras apoyaba una mano en la empuñadura de la espada que portaba en el cinturón, apoyando el otro brazo en el reposabrazos de la silla.
Shyvanna Pendragon
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Mientras sus hermanos estaban haciendo jugadas políticas, Shyvana volaba por toda la isla. Quería saber su distribución geográfica y las zonas más importantes. Entre ellas, había ubicado el hospital y también los jardines donde vislumbró a su hermana, Goth y Alud. Siguió para encontrarse con la parte residencial donde el W estaba haciendo de las suyas con otra dragona. Sonrió con placer para después distraerse con las cosas más nimias como el Mercado central de Ouroboros, lo que parecía una academia…
Y voló, voló y voló porque era lo que más le gustaba. Practicó piruetas, jugó a explotar nubes y estaba demasiado feliz ocupada en banalidades cuando su hermano se acercó volando con cara de ogro. Shyvana hizo pucherito con los labios cuando vio ese gesto y aunque se veía adorable eso no doblegó a su hermano así que luego le sacó la lengua y así como giró los ojos en un gesto de hastío, su dragón giró en un arco glorioso para ir hacia la plaza que habían visitado antes.
Cuando divisó la plaza supo que iba a recibir miradas de obstinación por su “desacato”. Oh, pero tenía una buena estrategia -¿Crees que si les suelto algún plan idiota se van a creer que estaba haciendo cosas importantes?- Preguntó pero la risa de Artamir le hizo saber que aquello sería en vano. Soltó un suspiro y esperó a que aterrizara para descender de él con presteza y elegancia, sostuvo su báculo con cuidado y anduvo caminando hacia su silla mirando la disposición de la mesa. Se hizo la idiota y no saludó a sus hermanos sino que acomodó la copa de vino un poco, metió un dedo adentro y luego saboreó el vino al metérselo en la boca -Mmmmm…¿Te has traído la botella?- Inquirió mirando hacia G porque era obvio que lo había hecho ella. Tras eso se sentó con la espalda recta contra la silla y miró a Darren por encima del hombro con un gesto de molestia y tras ello se hizo la digna porque… ¿Cómo no podía ablandarle su pucherito? -Me la bajaría enterita si tengo que fumarme esto- Y aunque quería derretirse en la silla del aburrimiento en sólo esos segundos, se mantuvo recta y protocolaria.
Y voló, voló y voló porque era lo que más le gustaba. Practicó piruetas, jugó a explotar nubes y estaba demasiado feliz ocupada en banalidades cuando su hermano se acercó volando con cara de ogro. Shyvana hizo pucherito con los labios cuando vio ese gesto y aunque se veía adorable eso no doblegó a su hermano así que luego le sacó la lengua y así como giró los ojos en un gesto de hastío, su dragón giró en un arco glorioso para ir hacia la plaza que habían visitado antes.
Cuando divisó la plaza supo que iba a recibir miradas de obstinación por su “desacato”. Oh, pero tenía una buena estrategia -¿Crees que si les suelto algún plan idiota se van a creer que estaba haciendo cosas importantes?- Preguntó pero la risa de Artamir le hizo saber que aquello sería en vano. Soltó un suspiro y esperó a que aterrizara para descender de él con presteza y elegancia, sostuvo su báculo con cuidado y anduvo caminando hacia su silla mirando la disposición de la mesa. Se hizo la idiota y no saludó a sus hermanos sino que acomodó la copa de vino un poco, metió un dedo adentro y luego saboreó el vino al metérselo en la boca -Mmmmm…¿Te has traído la botella?- Inquirió mirando hacia G porque era obvio que lo había hecho ella. Tras eso se sentó con la espalda recta contra la silla y miró a Darren por encima del hombro con un gesto de molestia y tras ello se hizo la digna porque… ¿Cómo no podía ablandarle su pucherito? -Me la bajaría enterita si tengo que fumarme esto- Y aunque quería derretirse en la silla del aburrimiento en sólo esos segundos, se mantuvo recta y protocolaria.
Darren Pendragon
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Aparecí en los campos de cultivo, en la zona asediada de la isla en cuanto me enteré de que mis hermanos iban a convocar Parlamento bajo el antiguo código. Desde la última incursión de los falsamente llamados Descendientes, en las que algunos de ellos fueron descubiertos metiendo sus sucias narices en los asuntos que no les llamaban, optamos por reforzar la vigilancia activa en las trincheras, mientras observamos impasibles sus movimientos. Ya habían pagado con sangre tal ofensa, y uno de sus guardias fue devorado por un dragón, así les sirva de aprendizaje.
Los Descendientes habían decidido romper la tregua del parlamento y están recibiendo, con fuego y acero, el castigo que le se les estaba siendo merecido. Mientras tanto, S. había estado consiguiendo información muy útil de la distribución desde el aire de edificaciones de la isla, y sobre cuáles podrían ser objetivos interesantes: un hospital, la academia… Mapas, planos y estrategias. Eso es lo que habíamos estado trabajando con la información que íbamos adquiriendo. Suspiré y monté a lomos de Alwaid, el batir de las alas levantó una nube de polvo, pero de poco importó. De camino a la Plaza Central localicé a mi melliza revoloteando como una cría. Rodé los ojos y le silbé para que viniera conmigo y dejara de hacer el idiota. Nos encontrábamos en el momento de jugar, pero no con nubes, sino al juego de tronos.
Le adelanté y aterricé antes que mi hermana, lo justo para que pareciera que ella era la última, como siempre. ¿Quién ha dicho que la única que podía jugar era ella? Allí ya estaban mis otros hermanos. Bajó del dragón y se colocó la capa para que ondeara detrás. Miró con desprecio absoluto a los cotillas y los guardias que estaban aposentados en la plaza sin hacer ni decir nada. Vaya una guardia inútil. De modo que tomé el asiento que me correspondía, manteniendo una pose erguida y seria. -Nada interesante en las trincheras. Siguen todos a la espera de nuestros movimientos. Por otro lado, hay ciertos puntos clave que podrían sernos de utilidad e interés en esta…- Me ahorré las últimas palabras, pero esperaba que con lo anterior pudiera haber respondido a mi hermano. Miré por el rabillo del ojo a mi hermana y sus pucheros, suspiré, girando la cabeza sin intentar gesticular mucho ante todos. Pero no lo pude evitar: me dirigí a hacia ella, me cubrí la boca y le gesticulé: “¡Compórtate!”. Y después de ello, volví a mi posición.
Los Descendientes habían decidido romper la tregua del parlamento y están recibiendo, con fuego y acero, el castigo que le se les estaba siendo merecido. Mientras tanto, S. había estado consiguiendo información muy útil de la distribución desde el aire de edificaciones de la isla, y sobre cuáles podrían ser objetivos interesantes: un hospital, la academia… Mapas, planos y estrategias. Eso es lo que habíamos estado trabajando con la información que íbamos adquiriendo. Suspiré y monté a lomos de Alwaid, el batir de las alas levantó una nube de polvo, pero de poco importó. De camino a la Plaza Central localicé a mi melliza revoloteando como una cría. Rodé los ojos y le silbé para que viniera conmigo y dejara de hacer el idiota. Nos encontrábamos en el momento de jugar, pero no con nubes, sino al juego de tronos.
Le adelanté y aterricé antes que mi hermana, lo justo para que pareciera que ella era la última, como siempre. ¿Quién ha dicho que la única que podía jugar era ella? Allí ya estaban mis otros hermanos. Bajó del dragón y se colocó la capa para que ondeara detrás. Miró con desprecio absoluto a los cotillas y los guardias que estaban aposentados en la plaza sin hacer ni decir nada. Vaya una guardia inútil. De modo que tomé el asiento que me correspondía, manteniendo una pose erguida y seria. -Nada interesante en las trincheras. Siguen todos a la espera de nuestros movimientos. Por otro lado, hay ciertos puntos clave que podrían sernos de utilidad e interés en esta…- Me ahorré las últimas palabras, pero esperaba que con lo anterior pudiera haber respondido a mi hermano. Miré por el rabillo del ojo a mi hermana y sus pucheros, suspiré, girando la cabeza sin intentar gesticular mucho ante todos. Pero no lo pude evitar: me dirigí a hacia ella, me cubrí la boca y le gesticulé: “¡Compórtate!”. Y después de ello, volví a mi posición.
Gwen Pendragón
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Incliné la cabeza ante el saludo de mi hermano y crucé mis piernas. Mis manos se aferraron a los reposabrazos de aquellas sillas. Desvié la mirada hacia la espada que portaba mi hermano y apreté mis labios en una leve mueca antes de desviar la mirada al resto de dragones que se posaban en el suelo.
Tal vez traer las armas no era tan protocolario del código como se pensaban, sin embargo decidí no expresar aquello en voz alta. Por mi parte no mostraba mis armas por el momento.
Dos de mis hermanos tomaron asiento y se mantuvieron en silencio(pnjs XD), mientras D tomaba tierra. Seguí su mirada hasta los guardias, habían llegado refuerzos al parecer pero se mantenían en sus posiciones.
Shyvanna por su parte empezó a toquetear el vino. Solté aire por mi nariz contrariada por tales acciones y ladeé la cabeza alzando mis cejas cuando me preguntó por la botella.
-Shyvanna...
Mi tono casi fue un ruego, había leído las exigencias de aquel código mil veces y preparado las ofrendas tal y como lo dictaba.
-Es para el Consejo.
Expliqué antes de incorporarme para volver junto a la mesa y empezar a preparar una nueva copa de vino de sangre mientras D informaba a W. Limpié el borde de la copa y dejé la jarra al lado de ésta.
-En los jardines encontré un mago de sangre acompañado de un dragón.
Murmuré para informar a mis hermanos antes de separarme de la mesa.
-También tuve que encargarme de algunos guardias...Goth puede explicároslo.
Si, le solté el muerto a Goth antes de girar sobre mis talones para volver a mi asiento. Pasé el pelo tras mi oreja antes de volver a la posición pertinente y no me pasó desapercibido el gesto de D hacia Shyvanna, llevé la mano a mis labios tratando de disimular una sonrisa.
Tal vez traer las armas no era tan protocolario del código como se pensaban, sin embargo decidí no expresar aquello en voz alta. Por mi parte no mostraba mis armas por el momento.
Dos de mis hermanos tomaron asiento y se mantuvieron en silencio(pnjs XD), mientras D tomaba tierra. Seguí su mirada hasta los guardias, habían llegado refuerzos al parecer pero se mantenían en sus posiciones.
Shyvanna por su parte empezó a toquetear el vino. Solté aire por mi nariz contrariada por tales acciones y ladeé la cabeza alzando mis cejas cuando me preguntó por la botella.
-Shyvanna...
Mi tono casi fue un ruego, había leído las exigencias de aquel código mil veces y preparado las ofrendas tal y como lo dictaba.
-Es para el Consejo.
Expliqué antes de incorporarme para volver junto a la mesa y empezar a preparar una nueva copa de vino de sangre mientras D informaba a W. Limpié el borde de la copa y dejé la jarra al lado de ésta.
-En los jardines encontré un mago de sangre acompañado de un dragón.
Murmuré para informar a mis hermanos antes de separarme de la mesa.
-También tuve que encargarme de algunos guardias...Goth puede explicároslo.
Si, le solté el muerto a Goth antes de girar sobre mis talones para volver a mi asiento. Pasé el pelo tras mi oreja antes de volver a la posición pertinente y no me pasó desapercibido el gesto de D hacia Shyvanna, llevé la mano a mis labios tratando de disimular una sonrisa.
Aparecí en mitad de la plaza y me encontré con todo aquel show montado. Alcé una ceja y di varias vueltas de mi bastón en el aire, dejando una estela dorada tras de si, antes de colocarmelo sobre el hombro, evaluando la situación y avanzando hacia la mesa llena de gente (guapa) y dragones y guardias. La guardia de Ouroboros los rodeaba con cautela, y los civiles....
- Gente, que esto no es el First Dates, marcháos a vuestra casa...
"no me obliguéis a tirar bombas fétidas"
- Queréis parlamentar?
Pregunté a los hermanos, que yo no sabía que eran hernamos, echando un vistazo a sus dragones, lo cual me arrancó una mueca ladeada y un rodar los ojos casi hasta el fondo de mi cráneo.
- Habeis estado a puntito de chamuscarme...pero no os lo voy a tener en cuenta para esto de, qué? Parlamentar? Como la chiami tu....
No sabía que era esa mierda del antiguo código, debia de ir de juntarse a tomar una caña y una tapa, intentar ser coleguis hasta que llegase el momento de matarse entre nosotros de nuevo.
- Pues parlamentemos. Tenéis idea de la situación en la que está el mundo? Habéis estado viviendo en una madriguera? Venís a poner en jaque a uno de los pocos bastiones que está resistiendo contra el control de una inteligencia artificial supremamente poderosa, mucho mas que vuestros...dragones y....frutas y.... - abarqué con mis exagerados gestos de mediterráneo toda su mesa llena de cosas. - Deberíais retiraros o colaborar.
Los miré antes de seguir hablando. Podría continuar un rato más. Me había dado cuenta de que había sido el primer miembro del Consejo en llegar.
"Donde están los demas? Si siempre soy yo el que llega tarde"
- Y no hacer el imbécil como lo estais haciendo. Podríais ser mejores de lo que fuisteis.
"ups"
Bajé mi bastón al suelo. Salieron unas chispitas por el impetu con el que lo dejé en su posicion normal. No quería acabar como el anterior General de la Guardia.
- Ah, y de nada por devolverlos la magia. O eso tampoco lo notasteis?
Agarré una de las manzanas esas y la agité al lado de mi oído, esperando captar un "tic tac".
- Gente, que esto no es el First Dates, marcháos a vuestra casa...
"no me obliguéis a tirar bombas fétidas"
- Queréis parlamentar?
Pregunté a los hermanos, que yo no sabía que eran hernamos, echando un vistazo a sus dragones, lo cual me arrancó una mueca ladeada y un rodar los ojos casi hasta el fondo de mi cráneo.
- Habeis estado a puntito de chamuscarme...pero no os lo voy a tener en cuenta para esto de, qué? Parlamentar? Como la chiami tu....
No sabía que era esa mierda del antiguo código, debia de ir de juntarse a tomar una caña y una tapa, intentar ser coleguis hasta que llegase el momento de matarse entre nosotros de nuevo.
- Pues parlamentemos. Tenéis idea de la situación en la que está el mundo? Habéis estado viviendo en una madriguera? Venís a poner en jaque a uno de los pocos bastiones que está resistiendo contra el control de una inteligencia artificial supremamente poderosa, mucho mas que vuestros...dragones y....frutas y.... - abarqué con mis exagerados gestos de mediterráneo toda su mesa llena de cosas. - Deberíais retiraros o colaborar.
Los miré antes de seguir hablando. Podría continuar un rato más. Me había dado cuenta de que había sido el primer miembro del Consejo en llegar.
"Donde están los demas? Si siempre soy yo el que llega tarde"
- Y no hacer el imbécil como lo estais haciendo. Podríais ser mejores de lo que fuisteis.
"ups"
Bajé mi bastón al suelo. Salieron unas chispitas por el impetu con el que lo dejé en su posicion normal. No quería acabar como el anterior General de la Guardia.
- Ah, y de nada por devolverlos la magia. O eso tampoco lo notasteis?
Agarré una de las manzanas esas y la agité al lado de mi oído, esperando captar un "tic tac".
Se dirigió a donde los Guardias de Ouroboros indicaban, donde hace una o dos horas había sido construida una pira para quemar viva a Sofía. Ahora, en su lugar se encontraba una mesa con una serie de objetos sobre ella, junto a ella había un baúl y rodeando la plaza se encontraban sentados los que parecían ser la tan famosa familia Pendragon junto con sus monturas y otros dragones.
Se fijó en que Giordano se encontraba agitando una manzana al lado de su oído y que el suelo de piedra había sido agrietado. Caminó hasta quedar a un par de metros de la mesa y de Da Vinci mirando todo a su alrededor. De un pisotón al suelo, la piedra del suelo se arregló. Observó con curiosidad y precaución los seis rostros humanos que rodeaban la plaza esperando indeciso a que digan algo o a que los saluden de alguna forma, el mago estaría más que dispuesto a saludar de vuelta… o sería él el que debería saludar primero? Algo dudoso se inclinó levemente para saludarlos de forma general al estilo oriental.
Se fijó en que Giordano se encontraba agitando una manzana al lado de su oído y que el suelo de piedra había sido agrietado. Caminó hasta quedar a un par de metros de la mesa y de Da Vinci mirando todo a su alrededor. De un pisotón al suelo, la piedra del suelo se arregló. Observó con curiosidad y precaución los seis rostros humanos que rodeaban la plaza esperando indeciso a que digan algo o a que los saluden de alguna forma, el mago estaría más que dispuesto a saludar de vuelta… o sería él el que debería saludar primero? Algo dudoso se inclinó levemente para saludarlos de forma general al estilo oriental.
Sayid Ibn Salah
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Antes de aparecer en la plaza hice algunos preparativos mientras me llegaban informes de las casas destrozadas por los dragones, entre ellas la mía, seguramente podría recuperarlo todo pero me preocupaba mi invitada -Por favor, haced un recuento de víctimas... y como favor personal, encontrad a la señorita Miller, es muy importante así que dadle toda la prioridad que podáis- ojalá hubiera podido ir a buscarla yo mismo pero los pendragon seguían tocando las narices, tanto que hasta a mi se me estaba agotando la paciencia.
Con algunos guardias y personal de la isla preparé todo lo que pude para el dichoso parlamento, una gran carpa y una mesa que nada tenía que envidiar a la de la sala de reuniones, sillas y demás -Por favor, encargaos de llevarlo a la plaza central, después de eso quiero que despejéis la sala de civiles, no sabemos que pueda pasar- ahora quedaba enviar un mensaje a todos mis compañeros descendientes, me concentré en el mensaje que quería enviar y una gran bola azul se formó ante mi, la cual se dividió en 19 pequeños zorros del desierto
"Los pendragon han convocado parlamento bajo las reglas antiguas, estoy preparándolo todo pero el consejo en su totalidad debe hacer acto de presencia, venid todos preparados porque no sabemos que pretenden con esto"
Una vez enviado el mensaje aparecí en la plaza central a unos metros de los "invitados" viendo como mis patronus se acercaban a Giordano y Adael los hice desaparecer, caminé unos pasos tomando a Giordano del cuello de la chaqueta para echarlo hacia atrás y ponerme delante para hacer una reverencia de cortesía -Buenos días, Siento la demora pero en vista de los recientes acontecimientos hemos tenido que atender asuntos importantes como civiles atrapados bajo escombros por un ataque a la zona residencial- los guardias llegaron con todo lo que había preparado previamente, montando la carpa, la mesa y todo lo demás invitándolos a pasar -Mis compañeros descendientes están terminando de atender algunos asuntos, se presentarán en seguida- Miré a Adael y a Giordano para que se sentaran en las mesas, a ellos no había podido comentarles nada del protocolo pero ya encontraría el momento de hacerlo.
Con algunos guardias y personal de la isla preparé todo lo que pude para el dichoso parlamento, una gran carpa y una mesa que nada tenía que envidiar a la de la sala de reuniones, sillas y demás -Por favor, encargaos de llevarlo a la plaza central, después de eso quiero que despejéis la sala de civiles, no sabemos que pueda pasar- ahora quedaba enviar un mensaje a todos mis compañeros descendientes, me concentré en el mensaje que quería enviar y una gran bola azul se formó ante mi, la cual se dividió en 19 pequeños zorros del desierto
"Los pendragon han convocado parlamento bajo las reglas antiguas, estoy preparándolo todo pero el consejo en su totalidad debe hacer acto de presencia, venid todos preparados porque no sabemos que pretenden con esto"
Una vez enviado el mensaje aparecí en la plaza central a unos metros de los "invitados" viendo como mis patronus se acercaban a Giordano y Adael los hice desaparecer, caminé unos pasos tomando a Giordano del cuello de la chaqueta para echarlo hacia atrás y ponerme delante para hacer una reverencia de cortesía -Buenos días, Siento la demora pero en vista de los recientes acontecimientos hemos tenido que atender asuntos importantes como civiles atrapados bajo escombros por un ataque a la zona residencial- los guardias llegaron con todo lo que había preparado previamente, montando la carpa, la mesa y todo lo demás invitándolos a pasar -Mis compañeros descendientes están terminando de atender algunos asuntos, se presentarán en seguida- Miré a Adael y a Giordano para que se sentaran en las mesas, a ellos no había podido comentarles nada del protocolo pero ya encontraría el momento de hacerlo.
Los mellizos no tardaron en llegar a la plaza, así que el mayor pudo ahorrarse esa mirada de reproche que habría tenido preparada en caso de que hubiesen tardado mucho más. Observó a Shyvanna hasta que tomó asiento, esperando que estuviese a la altura del protocolo que debían seguir a continuación. Hizo un gesto con la cabeza apenas perceptible para decirle a su hermana que el vino para luego. Ya sabía cómo debía comportarse. Asintió a Darren al escuchar eso de los puntos estratégicos, él también se había fijado en algunos, pero quería conocer lo que había visto su hermano. La isla tenía potencial, aunque Ávalon tampoco tenía mucho que envidiarle.
Gwen demostró saber el protocolo a la perfección, preparando el vino de sangre incluso antes que apareciese ninguno de los Descendientes. - Los guardias se interpusieron en vuestro camino, era necesario. - no pareció importarle demasiado lo de los guardias cuando él mismo había dado su pequeño aviso a los Descendientes quemando alguna de sus lujosas casas. - En cuanto al dragón y el mago que mencionas...podrían ser interesantes adquisiciones para nuestras filas. Yo también he estado moviendo hilos. - mostró una sonrisa ladina, le resultaría divertido ver por dónde salía la mujer. A continuación se echó ligeramente hacia delante, interesado por la llegada del italiano descarado con sus gestos exagerados. Supuso quién podía ser, por los datos que poseían, pero no pudo asegurarlo porque el tipo ni se presentó.
- Rebaja tus insolencias, hemos venido a parlamentar y no a escuchar irrelevancias. - soltó de modo seco. Podría haber utilizado la magia de sangre con él, pero no lo hizo. Claro que sabían lo que sucedía en el mundo, aunque en Ávalon no les afectaba. Igual que en Ouroboros. Aquello sólo sería un "pequeño" contratiempo para sus propósitos. El dragón negro de la joya en el pecho avanzó el cuello echando humo a un simple gesto de mi mano, indicando al hombre que se callase. Ignoró la pregunta sobre notar lo de la pérdida de magia, no iban a darles las gracias por aquello, si es que habían tenido algo que ver. El siguiente mago que apareció les dedicó un saludo oriental, mostrando ser más inteligente que el que venía acusando. El dragón se relajó y retrocedió levemente, como respuesta a aquello. El interés del Pendragon aumentó al ver aparecer al tercer mago, que tiró del primero para que dejase de estropear la situación.
- Veo que al fin habéis reaccionado. Sólo os ha costado una semana daros cuenta de la situación. - comentó Wthyr con cierta ironía, indicando después que se sentasen a la mesa. - Es bueno ver que se siguen respetando las antiguas tradiciones, a pesar de todo. Sois conocedor del código, así que, si sois tan amable, explicadle a vuestros compañeros en qué consiste para que no tengamos más desagradables malentendidos. - comentó con gélida cortesía refiriéndose a Giordano. - Unas presentaciones tampoco estarían de más.
Gwen demostró saber el protocolo a la perfección, preparando el vino de sangre incluso antes que apareciese ninguno de los Descendientes. - Los guardias se interpusieron en vuestro camino, era necesario. - no pareció importarle demasiado lo de los guardias cuando él mismo había dado su pequeño aviso a los Descendientes quemando alguna de sus lujosas casas. - En cuanto al dragón y el mago que mencionas...podrían ser interesantes adquisiciones para nuestras filas. Yo también he estado moviendo hilos. - mostró una sonrisa ladina, le resultaría divertido ver por dónde salía la mujer. A continuación se echó ligeramente hacia delante, interesado por la llegada del italiano descarado con sus gestos exagerados. Supuso quién podía ser, por los datos que poseían, pero no pudo asegurarlo porque el tipo ni se presentó.
- Rebaja tus insolencias, hemos venido a parlamentar y no a escuchar irrelevancias. - soltó de modo seco. Podría haber utilizado la magia de sangre con él, pero no lo hizo. Claro que sabían lo que sucedía en el mundo, aunque en Ávalon no les afectaba. Igual que en Ouroboros. Aquello sólo sería un "pequeño" contratiempo para sus propósitos. El dragón negro de la joya en el pecho avanzó el cuello echando humo a un simple gesto de mi mano, indicando al hombre que se callase. Ignoró la pregunta sobre notar lo de la pérdida de magia, no iban a darles las gracias por aquello, si es que habían tenido algo que ver. El siguiente mago que apareció les dedicó un saludo oriental, mostrando ser más inteligente que el que venía acusando. El dragón se relajó y retrocedió levemente, como respuesta a aquello. El interés del Pendragon aumentó al ver aparecer al tercer mago, que tiró del primero para que dejase de estropear la situación.
- Veo que al fin habéis reaccionado. Sólo os ha costado una semana daros cuenta de la situación. - comentó Wthyr con cierta ironía, indicando después que se sentasen a la mesa. - Es bueno ver que se siguen respetando las antiguas tradiciones, a pesar de todo. Sois conocedor del código, así que, si sois tan amable, explicadle a vuestros compañeros en qué consiste para que no tengamos más desagradables malentendidos. - comentó con gélida cortesía refiriéndose a Giordano. - Unas presentaciones tampoco estarían de más.
Shyvanna Pendragon
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¿Quién podía ignorar la voz de G? Nadie, a S le despertaba mucho cariño así que le lanzó un beso al aire cuando le pidió con aquel tono que se comportara. A los otros dos les regaló un insulto mental mientras mantenía a W la mirada, como un reto, por qué no? Odiaba totalmente esos protocolos y él lo sabía. De pronto, todos, absolutamente todos, estaban dando sus reportes y S miró por encima de su hombro a Artamir haciendo un gesto de hastío antes de volver a mirar al frente -Yo también estuve mirándolo- Soltó antes de decidir que le retiraría la palabra a D.
Y llegó Giordano con sus excentricidades; S lo miró de arriba abajo varias veces. Cruzó las piernas con lentitud y después los brazos mientras le oía hablar. Le sorprendió el descaro al decir eso de “Podríais ser mejores de lo que fuisteis.” -Vosotros también- Le respondió alzando ambas cejas esperando una respuesta de vuelta. Sin embargo, Giordano captó su atención cuando habló de la magia…Del retorno de la misma. Ladeó suavemente la cabeza y observó a G, intercambiando una silenciosa mirada con ella antes de volver a mirar al frente mientras llegaba más y más gente. Pero bueno, quien llevaba eso era W y ella no tenía nada que decir en realidad.
-O podemos adivinar- Musitó S mirando a los pocos Descendientes presentes. Volvió sus ojos celestes hacia Giordano e imitó el movimiento de la mano y las palabras antes dichas en un idioma extraño -¿Da Vinci?- Preguntó y sonrió de lado, sintiendo un cosquilleo en las piernas con ganas de levantarse y empezar a caminar por la plaza. Empezó a mover una de ellas de forma inquieta.
Y llegó Giordano con sus excentricidades; S lo miró de arriba abajo varias veces. Cruzó las piernas con lentitud y después los brazos mientras le oía hablar. Le sorprendió el descaro al decir eso de “Podríais ser mejores de lo que fuisteis.” -Vosotros también- Le respondió alzando ambas cejas esperando una respuesta de vuelta. Sin embargo, Giordano captó su atención cuando habló de la magia…Del retorno de la misma. Ladeó suavemente la cabeza y observó a G, intercambiando una silenciosa mirada con ella antes de volver a mirar al frente mientras llegaba más y más gente. Pero bueno, quien llevaba eso era W y ella no tenía nada que decir en realidad.
-O podemos adivinar- Musitó S mirando a los pocos Descendientes presentes. Volvió sus ojos celestes hacia Giordano e imitó el movimiento de la mano y las palabras antes dichas en un idioma extraño -¿Da Vinci?- Preguntó y sonrió de lado, sintiendo un cosquilleo en las piernas con ganas de levantarse y empezar a caminar por la plaza. Empezó a mover una de ellas de forma inquieta.
Sobrevoló casi la mitad de la isla en búsqueda de la Plaza Central para llegar al edificio donde, regularmente, el Consejo se reunía. No podía decir que les encontraría ahí, pero era el lugar para iniciar. Si tenía que hablar con ellos uno por uno, lo haría. Le daba igual, tenía una misión.
Las columnas de humo en el aire no llamaron su atención, pero sí entorpecieron un poco su visión hasta encontrar la Plaza. No solía sobrevolar la isla, sobre todo no la ciudad, por lo que verlo todo desde diferente perspectiva era complicado. Lo que llamó su atención más rápidamente fueron los dragones en el suelo. Ahí estaba Alud y su emoción por verle de nuevo tan pronto fue evidente en su forma de volar tan enérgica. Se tuvo que contener, pues en algunos momentos olvidó que Reiv iba encima y dio un giro demasiado cerrado.
Descendió con gracia, aunque tomando su distancia por si acaso ocurría algún accidente. Le había puesto empeño en el aterrizaje, permitiendo que Reiv bajara de ella antes de transformarse de nuevo.- ¡Te lo dije! Ellos también vienen a lo mismo. No debí preocuparme, lo van a arreglar todo, ya verás.- Sonrió tomando a Reiv de la mano, entrelazándolas con cariño.- ¿Crees que deberíamos estar aquí? Podemos esperar a que todo termine, no sé, creo que si interrumpimos podría salir mal la cosa. ¿Esperamos?- Murmuró, pues aún se encontraban alejados del grupo, que por ahora eran algunos pocos descendientes y algunos dragones con sus pendragones.
Las columnas de humo en el aire no llamaron su atención, pero sí entorpecieron un poco su visión hasta encontrar la Plaza. No solía sobrevolar la isla, sobre todo no la ciudad, por lo que verlo todo desde diferente perspectiva era complicado. Lo que llamó su atención más rápidamente fueron los dragones en el suelo. Ahí estaba Alud y su emoción por verle de nuevo tan pronto fue evidente en su forma de volar tan enérgica. Se tuvo que contener, pues en algunos momentos olvidó que Reiv iba encima y dio un giro demasiado cerrado.
Descendió con gracia, aunque tomando su distancia por si acaso ocurría algún accidente. Le había puesto empeño en el aterrizaje, permitiendo que Reiv bajara de ella antes de transformarse de nuevo.- ¡Te lo dije! Ellos también vienen a lo mismo. No debí preocuparme, lo van a arreglar todo, ya verás.- Sonrió tomando a Reiv de la mano, entrelazándolas con cariño.- ¿Crees que deberíamos estar aquí? Podemos esperar a que todo termine, no sé, creo que si interrumpimos podría salir mal la cosa. ¿Esperamos?- Murmuró, pues aún se encontraban alejados del grupo, que por ahora eran algunos pocos descendientes y algunos dragones con sus pendragones.
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